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Los militares los llamaban "traslados", pero en realidad eran "vuelos de la muerte".
Fue un plan sistemático de exterminio que se llevó a cabo durante el último régimen
militar argentino, entre 1976 y 1983.
"Los vuelos de la muerte constituían la última parte de un ciclo represivo que tenía la
característica de la desaparición de personas. Es la última faceta del proceso de
desaparición",
El 24 de marzo de 1976, los comandantes de las tres armas, Jorge Rafael Videla, Emilio
Massera y Orlando Agosti (Junta Militar), a través de un golpe de Estado cívico militar
derrocaron en la madrugada de ese día al Gobierno constitucional de María Estela
Martínez de Perón, quien había asumido la presidencia tras la muerte del General Juan
Domingo Perón, el primero de julio de 1974.
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Este golpe de Estado dio comienzo al autodenominado Proceso de Reorganización
Nacional, la más atroz dictadura que asoló nuestro país por más de siete años y que tuvo
como consecuencia la persecución y desaparición de 30.000 personas; entre ellos más
de 600 Trabajadores de la Educación.
La Junta Militar llevó a cabo una acción represiva que coordinaba acciones con las
demás dictaduras que irrumpieron procesos democráticos en los países sudamericanos
mediante el Plan Cóndor. Además, contó con el apoyo de los principales medios de
comunicación privados, influyentes grupos de poder civil y económico, el Gobierno de
los Estados Unidos y la pasividad de la comunidad internacional.
La fecha fue establecida en el año 2002 por Ley de la Nación N° 25.633, cuyo artículo
1º establece: “Institúyase el 24 de marzo como Día Nacional de la Memoria por la
Verdad y la Justicia en conmemoración de quienes resultaron víctimas del proceso
iniciado en esa fecha del año 1976.
Desde el golpe militar que derrocó a Perón en 1955, y desde que las Fuerzas Armadas
suscribieron a la Doctrina de la Seguridad Nacional, se intensificó notablemente el uso
de la violencia por parte de grupos que controlaban el Estado. Pero fue en la década del
´70 que la violencia del Estado se convirtió en Terrorismo de Estado. Repasaremos aquí
los alcances del concepto y nos preguntaremos: ¿cuándo comenzó el terror?
El Terrorismo de Estado comienza cuando el propio Estado utiliza a sus Fuerzas
Armadas en contra de sus ciudadanos, violando sus derechos fundamentales y
recurriendo sistemáticamente al asesinato de muchos de ellos. Cuando esto ocurre, se
quiebra un principio básico del estado de derecho, que consiste en que los ciudadanos
aceptan que el Estado es el único que puede utilizar la fuerza y las armas para garantizar
la vigencia de los derechos individuales de las personas. El Terrorismo de Estado, por el
contrario, utiliza la fuerza de las armas para anular los derechos de los ciudadanos,
incluso el derecho a la vida.
Marcelo Larraquy, en López Rega, el peronismo y la Triple A, sostiene que: “En 1983,
el gobierno constitucional emergente había adoptado una estrategia bipolar: enjuiciar a
las juntas militares y a las cúpulas guerrilleras. Y en el medio de ellas, preservó a la
clase política; y también a la sociedad, de cualquier responsabilidad: se presentaron
como una víctima inocente de ambos extremos, que ahora escuchaban asombrados los
relatos de horror de los centros clandestinos. En esa decisión, un hecho histórico
quedaba cercenado: la metodología clandestina de persecución contra los opositores
había comenzado antes de la dictadura. Y se había gestado desde el interior del Estado
que administraba el justicialismo. La Triple A fue el instrumento del terror público”.
Sin dudas el terrorismo llevado adelante por la dictadura de 1976 adquirió dimensiones
inéditas en la historia argentina y es por eso que se lo asocia con el concepto. ¿Por qué?
La alianza de fuerzas militares y civiles que tomó el poder en 1976 consideró que, para
disciplinar por completo a la sociedad, no era suficiente con cambiar las leyes. Por eso
es que se propusieron organizar un Estado terrorista que de manera sistemática aplicó
un plan para aterrorizar al conjunto de la sociedad. La aplicación de esta violencia
terrorista les pareció el camino más efectivo para eliminar físicamente a los opositores
más tenaces (a los que llamaron delincuentes subversivos) y para inmovilizar por el
miedo, al resto de los habitantes del país.
Desde 1976, el plan terrorista consistió en el uso de la violencia tanto desde las
instituciones públicas como desde estructuras clandestinas, creadas por el propio
Estado, para hacer más eficiente la “lucha antisubversiva”.
Para evitar cualquier tipo de resistencia por parte de la sociedad civil, las fuerzas
armadas eliminaron a las organizaciones guerrilleras y al sindicalismo combativo y
persiguieron y neutralizaron a la mayoría de las organizaciones populares. El terror que
provocaban las detenciones legales, los secuestros ilegales y los asesinatos y torturas
que cometían las fuerzas represivas, paralizó durante mucho tiempo todo
cuestionamiento a la dictadura militar.
Uno y otro período resultaron trágicos para los derechos humanos en Argentina. La
recién nacida democracia de 1983 tuvo la valentía de investigar y castigar los delitos de
lesa humanidad que se produjeron a partir de 1976. No quiso o no pudo indagar en el
gobierno anterior al golpe. La clase dirigente argentina está aún en deuda con las
víctimas de entonces.
La Operación Cóndor fue una conspiración entre los servicios de inteligencia de los
distintos países del Cono Sur (Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia y
hasta cierto punto Perú) cuyo objeto fue el intercambio de información sobre supuestos
subversivos residentes en los distintos países partes a la Operación, y la colaboración en
la persecución de estas personas. La operación le permitió a operativos de inteligencia o
de las fuerzas armadas de los distintos países participantes a desplazarse libremente en
el territorio de los otros, para así secuestrar, desaparecer o asesinar a sus con-
ciudadanos.
http://www.derechos.org/nizkor/chile/doc/hinchey-e.html
https://nsarchive2.gwu.edu/NSAEBB/NSAEBB8/ch23-01.htm
http://www.derechos.org/nizkor/doc/condor/calloni.html
http://www.derechos.org/koaga/vii/2/cuya.html
La escuela estuvo situada desde 1946 hasta 1984 en la Zona del Canal de Panamá,
donde desde 2000 funciona el hotel Meliá Panamá Canal. Se graduaron más de sesenta
mil militares y policías de hasta veintitrés países de América Latina, algunos de ellos de
especial relevancia futura por crímenes de lesa humanidad, como Leopoldo Fortunato
Galtieri, Manuel Antonio Noriega, Manuel Contreras y Vladimiro Montesinos.
En julio de 1963 el centro se reorganizó bajo el nombre oficial United States Army
School of the Americas (USARSA), o más popularmente como Escuela de las
Américas.
Manuales de tortura
http://www.derechos.org/nizkor/la/libros/soafont/index.html