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Alternativas a una práctica Penitenciaria punitiva desde una perspectiva

epistemología comunitaria

A modo de introducción

En el año 2009, Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la


Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente (ILANUD) fue notificado
sobre la elaboración de un proyecto de Reglas Mínimas especial para América
Latina. Este proyecto, contaba con la participación de un solo latinoamericano
en la composición del equipo de expertos que se encontraban diseñando el
mencionado documento.

En base a esta realidad que obviaba la perspectiva local para los asuntos
regionales, el ILANUD se propuso como organismo especializado en la región
en materia de justicia penal y prevención del delito, para colaborar de forma
activa en el congreso mundial sobre esas temáticas que sería llevado a cabo
en Brasil en el año 2010. Pese a su influencia y prestigio solo obtuvo la
posibilidad de ser un asociado más.

Este escenario nos llevó a trabajar intensamente en el armado de una


propuesta latinoamericana conjunta ya que, desde nuestra perspectiva, no hay
mejor solución a las problemáticas de Latinoamérica que las propias soluciones
aportadas por los Latinoamericanos. Es decir, se aceptan sugerencias pero no
directivas sino es como si hubiéramos conquistado la independencia de
nuestros Estados pero no la mayoría de edad ante la mirada paternalista de
otros países

Disculpen esta introducción, pero creo que es necesaria para ir buscando


la referencia común para hacer un reclamo -por lo menos de soberanía
epistemológica latinoamericana- en materia de Ejecución de la Pena e inclusión
socio-comunitaria.

Hoy en día, y desde hace ya algunos años, es muy común que para
ilustrar la situación de un modelo penitenciario se coloque el énfasis en su

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formación de grupos comandos o en infraestructuras que centran su atención
en lo segurativo a través de diversos recursos tecnológicos o físicos. En
resumen, lo que se presenta para la “venta” o como modelo de política pública -
de tal o cual país- es una formación especial militarizada y costosa que deja de
lado aquellos aspectos más preventivos -o centrados en el trabajo vincular-
cambiando la misión institucional que apunta a una inclusión socio comunitaria
de una persona privada de su libertad a otra de orden de guardia y custodia.

Trabajo penitenciario o trabajo para la inclusión

Si consideramos que mantener el nombre de penitenciario guarda en sí el


concepto de pena, y por tanto de castigo, hablar de trabajo penitenciario
conduce a mantener cierta ligazón con una historia y oficio determinado de la
que saldremos no solo con cambios de nombres sino principalmente, con
acciones. Quizás vale recordar que tarea penitenciaria ha sido definida por la
ONU como trabajo penoso debido a que es llevado a cabo en un contexto
desfavorable y violento así como también implica un importante nivel de
desgaste tanto a nivel físico y psíquico.

De esto se desprende que “importar prácticas” enmarcadas en otras


latitudes, desde otra perspectiva cultural y diferentes estructuras económicas,
solo nos dejan la posibilidad de seguir intentando encajar en un sistema de
evolución y desarrollo teniendo prefijadas metas y resultados ya conocidas por
otros; es decir tomar un camino prestado paternalizado por alguien que se
atribuye saber pero que no habilita un pasaje nuevo.

A su vez, si la formación de nuestros profesionales esta pensada y


diseñada acorde al funcionamiento de las cárceles de máxima seguridad
(modelo que no debería de superar el 20 por ciento de las unidades de un
sistema) es que nuestras políticas públicas apuntan a posicionar un modelo de
encierro donde se prioriza la seguridad, lo armamentístico, el hormigón. Un
sistema donde políticamente se puede pensar en una necesidad de mayor
presupuesto para brindar “seguridad” en vez de inclusión. Es decir, una política

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publica cada vez más alejada de lo que llamaríamos un control social inclusivo,
comunitario, democrático, horizontal, participativo y garante de derechos.

Esto merecería un capítulo aparte, pero no se puede perder de vista que


una de las finalidades de este “tratamiento” es la búsqueda de privatización e
implementación de un sistema político que daña y atenta contra los intereses
de un Estado y los Derechos de sus habitantes.

La privatización va al sistema de licitación y construcción, pero también a


la venta de capacitación. Esto último se ha vuelto más visible en algunos
países de la región -en incluso en Argentina- alegando que la formación
comprada es de menor costo y superior a la local ya que esta brindada por
expertos internacionales con proyectos e ideas innovadoras y poractivas.

Pero cuando vemos, insisto, la formación de estos “cuerpos especiales”


notamos que consiste exactamente en lo opuesto que estamos tratando de
hacer en los países de América Latina. En vez de favorecer la vinculación entre
las personas, en grado que nos permita el objetivo de la inclusión
sociocomunitaria, y naturalmente, en la inclusión de nuestros grupos de pares y
en nuestros grupos de los llamados de crianza o de familia.

Es una especie de caballo de Troya, que ingresa por el protón de la


capacitación para luego ir por más: armas, pulseras, asistencia técnica,
infraestructura, mantenimiento, gerenciamiento de un parte del sistema.

Bajo este marco y con términos que hemos compartido con Mariela
Puebla, Raúl Zaffaroni y otros, fuimos arribando a aquello que cita: “Nadie es
peligroso si antes no fue vulnerado”. Sin perder de vista aquel principio
zaffaroniano que apunta a la corresponsabilidad social con vista a evitar
“muertes anunciadas”. La corresponsabilidad social es aquel fenómeno por el
cual el Estado, el gobierno, recibe como cargas impositivas entre ellas la
obligación de proveer de una Seguridad Humana a todos los habitantes de un
suelo. Cuando decimos Seguridad Humana es el cumplimiento de la
alimentación, el proceso de crianza, la educación, el trabajo y la salud donde se

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mantiene la firme convicción que el último recurso a aplicar es la privación de
libertad.

Desde nuestra perspectiva lo fundamental para trabajar acorde a nuestra


población es rescatando y pensando lo identitario a través de costumbres, ritos,
dichos, afectos, vínculos; incorporando a los pueblos originarios, terminando
con la discriminación, el racismo y la inequidad.

Entonces, se puede afirmar que hay un discurso que viene de las mismas
personas que tienen complicidad con lo que podríamos denominar un coloniaje
del Siglo XXI. Nos dicen que lo nuestro está influenciado desde un punto de
vista que trasciende la nación, la región, nuestra identidad. Exponen: “hay un
idioma penitenciario”, y el idioma penitenciario que nos muestran es el idioma
de Italia, Estados Unidos, Francia y Alemania.

Por lo tanto, debemos tener una especial atención en el armado del


diseño de políticas públicas vinculadas a una perspectiva social, criminológica y
penitenciaria. Según nuestra experiencia a la sazón, se deberían de contemplar
a la hora de llevar a cabo una política pública en materia de seguridad humana
aplicada al trabajo en contexto de encierro:

A) Planes de estudio que otorguen un título reconocido por instituciones


educativas a nivel nacional equivalente a licenciatura universitaria o de
formación superior que habilite posteriormente a la adquisición de una
licenciatura.
B) A su vez, que los docentes sean elegidos por concursos públicos de
antecedentes y oposición. A su vez que sus antecedentes sean tanto
académicos como prácticos aplicados al terreno especifico de trabajo.
C) Que se bride cursos de asensos permanentes de calidad y aplicados a
la realidad penitenciaria teniendo en cuenta marco cultural, geográfico,
histórico y social.
D) El marco teórico practico debería de estar centrado en la misión de la
inclusión socio comunitaria de las personas privadas de su libertad
desde una perspectiva basada en la seguridad humana de los

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habitantes. Paradigma suscrito por las Naciones Unidas desde el año
1994.
E) Por otro lado se sostiene que en nuestra región los asensos son
“premiados” alejando a los directivos del terreno formal de trabajo lo
que produce una distancia y desvinculación de la realidad del contexto
de encierro perdiendo el pulso de la realidad cotidiana de la institución
y sobre todo el abandono del personal técnico de base. Esto trae
como consecuencia prácticas y elaboración de programas específicos
descontextualizados.

Una planificación siempre debe de centrarse en estrategias y tácticas que


faciliten la vida en comunidad y no la vida en aislamiento que facilita la
construcción de una nueva cultura: la cultura de la tumba o el encierro.

Para lograr esto se considera que debemos trabajar:

A) Desde la grupalidad. Esto es debido a que la misma es un proceso de


sensibilización y capacitación para el dialogo en comunidad. Las viejas
técnicas contra la pared, las manos atrás, no me dirija la mirada, eran las
formas de las técnicas de dominación propios de los países que
introdujeron la Criminología como un elemento básico de sometimiento.
Una grupalidad entonces, de contacto cotidiano con la persona privada de
libertad que, a su vez, debe trabajar con sus grupos de pares, sus grupos
de crianza y sus grupos comunitarios.
B) Facilitando un abordaje integral interdisciplinario (o pluridisciplinario).
Con esto nos referimos a terminar con el narcisismo de las pequeñas
diferencias por capacitación profesional. Esto se aprecia en aquellos
casos donde las categorías profesionales se asemejan a títulos de
nobleza impidiendo laborar desde la complejidad de miradas sin que por
ello consideremos que el sujeto sea una sumatoria de saberes que
recortan su vida y cuerpo.
C) Considerando nuestro mestizaje y paisaje. Acorde a la letra de Kusch
también debemos de trabajar desde el hedor de América, desde nuestros
chancros que traemos en nuestras caras, que revela el origen de nuestro

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mestizaje. Un origen basado en resistencias, fagocitaciones de sentidos,
representaciones y afectos que se asientan en los márgenes de aquello
aceptado por las lecturas y apreciaciones eurocéntricas. Una cultura que
requiere establecer de una ética comunitaria y grupal del derecho a la
palabra, escucha y disenso.
D) Apuntando siempre a la autonomía del sujeto y de sus grupos a través
de considerar su “desarrollo” comunitario obteniendo así una mirada
integral de trabajo como miembro de una sociedad y comunidad
contextualizada y no como un sujeto aislado.

Es decir: debemos romper con el silencio, el encubrimiento, el racismo que la


colonización nos ha impuesto no solo desde el trabajo social sino también y
principalmente desde nuestras instituciones heredadas. Así, podremos a
aspirar a generar un aprendizaje sobre nosotros recuperando el sentido del
hacer “penitenciario” donde la privación de libertad debe ser el último recurso
posible ya que nunca hay aprendizajes éticos y responsables a través de la
denigración de la vida humana y mucho menos si este aprendizaje apunta a la
convivencia en libertad.

Por lo tanto, lo que se propone es la recuperación de la memoria y de la


identidad grupal y comunitaria en primer lugar para luego laborar desde allí.
Esto es fundamental sobre todo si consideramos que ninguno de nuestros
barrios marginales nació como “aguantadero1” sino que se transformó en
“aguantadero” por el abandono: de sus comunidades (Corresponsabilidad
social) y de las responsabilidades del Estado.

Por lo tanto, la gestión o el gerenciamiento vinculado al contexto de


encierro no está solamente circunscripto a las características o mal estado de
su infraestructura; o a su presupuesto o cantidad de personal, sino que también
es un problema de orden metodológico en el saber hacer cotidiano, de ética
profesional y responsabilidad en el armado de políticas públicas, social,

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Del lunfardo argentino que hace referencia a un lugar donde se soporta todo tipo de embates.

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criminológicas y de justicia penal por parte de un estado garante de derechos
para todxs sus ciudadanxs.

En conclusión

Se puede argumentar que uno de los problemas mas acuciantes que tenemos
en la región latinoamericana y caribeña es la inequitativa distribución de los
recursos a nivel social que impacta directamente en nuestras comunidades.
Esto trae serias consecuencias sino logramos restablecer los vínculos
necesarios a nivel grupal que habilite cunado mas no sea a la supervivencia e
inclusión de los más vulnerables de una población.

A su vez, en el ámbito de la formación del personal profesional y técnico


notamos una enorme distancia entre lo presentado en el texto formal a lo
vivenciado en el contexto institucional. Esto último sumando a una falta de
respaldo al personal por parte de los directivos a la formación continua y de
nivel, expone: un debilitamiento en la prestación profesional brindada; una falta
de interés personal en el plano laboral que impacta en el trato y un aumento en
el distanciamiento entre lo que se estudia por placer y lo que se hace para
cobrar debilitando así la ética y compromiso con la tarea encomendada.

De esta forma la institución se cierra sobre si misma favoreciendo en


hacer desde la experiencia artesanal y de oficio para dejar de lado toda
posibilidad de intercambio para la apertura de conocimiento. Así se profundiza
la brecha entre el trabajo manual del intelectual generando rispideces entre
aquellos que pudieron estudiar y los que se hicieron a base del esfuerzo
cotidiano, con el resultado esperado de mantener la lógica del que nada
cambie.

La formula antes citada se aprecia en la búsqueda de recetas por parte de


los nuevos funcionarios ante cada cambio de gestión y la gran capacidad de
fagocitación que posee la institución a lo nuevo generándose muchas veces
gastos innecesarios o apelando a recursos que por diversos motivos nunca
terminaran nada para siempre estar empezando.

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Asimismo, y en el intento de evitar caer en estos puntos es que
sostenemos una capacitación de tipo vincular y basada en una perspectiva que
garantice la Seguridad Humana de los Habitantes. Para ello hay que rescatar el
aprendizaje social y popular desde una perspectiva que contemple una tarea
pluridisciplinaria cuya misión y visión institucional este centrada en las
siguientes preguntas:
¿Para quienes trabajamos?
¿Cuál es su paisaje y contexto?
¿Como es su grupo de crianza?
¿Qué actividades pueden despertar su interés?
¿Como establecen vínculos con los demás?

Para facilitar la posibilidad de inclusión socio comunitaria de lxs


habitantes -que por un tiempo viven en contexto de encierro- se debe entonces,
promover espacios de participación y convivencia donde se ejerza el derecho a
la palabra, a disentir y a ser escuchado; es decir, trabajar desde eso que
hemos denominado participación democrática.
A su vez, no se puede hablar y mucho menos hacer y promover una
transformación tratamental de la conducta del sujeto privado de su libertad ya
que esto no solo no sería ético, sino que además es una forma de violentar la
historia, subjetividad y dignidad de la persona.

Esto último no implica dejar en un depósito al sujeto privado de su libertad


y solo contenerlo desde la lectura peligrosista sino que, por el contrario, se
debe de exigir al estado garantizar el total acceso a sus derechos más
fundamentales -tal como lo exponen los tratados internacionales y la
constitución nacional- así como también brindar recursos para el
establecimiento nuevas formas de vínculos que faciliten resolver problemas
viejos de formas nuevas.

De esta manera el Sistema Penitenciario por lo tanto no debe ser el


resumidero del fracaso de todas las otras instituciones del Estado. No puede

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ser la destinataria del fracaso de educación, salud y trabajo así como tampoco
el basurero alejado de la mirada de la sociedad, ya que aquellxs que
componente dicha institución tan son y seguirán siendo parte de nuestra
comunidad. Tal como lo expone Daniel Oduber: “las cárceles nos hablan de la
moral de nuestra sociedad” o en palabras de Nelson Mandela: “Dicen que
nadie conoce realmente a una Nación hasta que ha estado adentro de sus
cárceles. No se debe juzgar a una Nación por cómo trata a sus ciudadanos
más encumbrados, sino por cómo trata a los más desfavorecidos”

Desde esta perspectiva entonces podemos decir que como


Latinoamericanos tenemos como un recurso invaluable al trabajo vincular y
convivencial como una metodología centrada en lo afectivo, histórico e
identitario donde el paisaje y lo comunitario favorecen al intercambio y
cooperación con otros.

Por lo tanto, se insta a capacitar al personal de base para reencontrar y


generar vínculos grupales y comunitarios así como también reforzar las
estrategias de supervivencia para el desarrollo sustentable de las comunidades
vulnerables de donde, lamentablemente, provienen la enorme mayoría de
nuestros privados de libertad.

De esta forma entonces se explica y comprende porque debemos tomar


conciencia que la vulnerabilidad no es simplemente no tener alimentos o techo.
Vulnerabilidad es una parte fundante de nuestra vida por donde se discurre lo
afectivo, lo identitario, nuestra forma de ser y estar en el mundo y por lo tanto
para trabajar sobre ella debemos de construir una estrategia en materia de
seguridad humana de los habitantes que facilite entre otros recursos el rescate
de una cultura comunitaria continente, equitativa y democrática.

Bibliografía:
x Carranza, Elías: (1997) Situación del Delito y de la Seguridad de los
Habitantes en los países de América Latina. En Carranza, Elías (comp.)
Delito y seguridad de los Habitantes. Editorial ILANUD / Siglo XXI. San
José. Costa Rica.

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x Carranza, Elías: (2001) Justicia Penal y Sobrepoblación Penitenciaria.
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x Coyle, Andrew: (2009) Manual de Administración Penitenciaria en el


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x Dominguez Lostaló, Juan Carlos: (1998) Comunidad, Memoria y Utopía.


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x Domínguez Lostaló, Juan Carlos: (2007) Los pibes Marginados. Por el


derecho a ser joven (pp 19-54). Buenos Aires. Koyatún Editorial.

x Domínguez Lostaló, Juan Carlos: (2015) Ponencia Mas allá de la cárcel:


Metodología y técnica para la inclusión socio comunitaria. Facilitadora para
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Fundación Ross.

x Mayorca, Juan Manuel: (2000) El punto de vista latinoamericano. En


Revista No-Temas. Año 1, Nº 1. 2000. Ediciones Cuadernos del Caleuche.
Revista de la Cátedra de Psicología Forense y el Seminario Teoría Critica
del Control Social. UNLP

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