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SURGIMIENTO DEL ANÁLISIS CONDUCTUAL

1. Características básicas del análisis conductual

El análisis conductual a nivel teórico está basado en los principios y


conocimientos derivados de la psicología experimental y de una de sus ramas
como es la psicología del aprendizaje. Metodológicamente se basa en el
método ex-perimental adecuado a los diseños de caso único; mediante una
evaluación cuidadosa del efecto del programa diseñado para cambiar la
conducta y enfatiza la evaluación empírica del efecto del programa.
Al destacar la especificidad del comportamiento humano, se dirige a los
trastornos concretos de conducta, y entiende que la situación en que se
produce la conducta es fundamental para predecir el comportamiento e
implementar las técnicas para modificarlo. El análisis conductual está
orientado a la conducta actual y a las variables que la mantienen en el
presente, sin desconocer la historia previa o evolución de la conducta objeto
de análisis.

El análisis conductual podría definirse en forma amplia como la


aplicación del conjunto de conocimientos psicológicos adquiridos según los
principios de la investigación científica (experimental), a la comprensión y
solución de problemas clínicos.

El análisis conductual tiene sus orígenes en la combinación de la psicología


del aprendizaje con el método experimental, y surge como una alternativa
respecto al diagnóstico tradicional basado en el modelo psicoanalítico y al
enfoque psiquiátrico de la psicopatología.

Una introducción a los conceptos básicos


del análisis conductual
Haremos hoy, después de tantos artículos sobre conductismo y análisis conductual,
algo que prácticamente no hemos hecho: intentar una introducción a las
operaciones y terminología básica del análisis conductual. Sí, solemos empezar las
cosas por cualquier lado.
Si ya están familiarizados con el campo, pueden omitir esta lectura (se los ruego de
hecho, así critican las miles de equivocaciones que estoy por cometer), pero si no,
puede ser una forma tan buena como cualquier otra de dar sus primeros pasos en el
tema.

Empecemos desde cero.

Supongamos que queremos convertirnos en investigadores, para conocer un poco


más acerca de cómo se comportan los seres vivos — sean animales complejos
como delfines, leones, ratones, u otros como babosas, insectos, o cantantes de
reggaetón — con el objetivo de comprender un poco más lo que hacen. Es decir,
nos interesa la conducta en general. Y ya que nos interesa la conducta en general,
aunque sea la de un insecto, un pez, o un ser humano, hablaremos de la conducta
de los organismos para incluirlos a todo ser que pueda tener conductas.

En este escenario, hay varias vías que podríamos seguir para comprender la
conducta de un organismo.

En primer lugar, podríamos observar la conducta cuando sucede naturalmente.


Podemos ver, por ejemplo, qué hace nuestro gato, cómo interactúa con el mundo.
Así observo, por ejemplo, que se acuesta en el sillón a la mañana, y que a la tarde
duerme en la cama.

Lamentablemente, notamos que esto no nos lleva muy lejos en términos de


comprensión. Podemos formular algunas hipótesis, pero si no tenemos control
sobre lo que sucede ni podemos intervenir no ganaremos mucha comprensión
sobre sus conductas. Quizá el gato cambie de lugar de dormir según cómo varíe la
temperatura de la casa, quizá lo haga buscando el lugar más silencioso, no hay
manera de saberlo con certeza. Si queremos saber un poco más tenemos que dar
un paso más e intervenir; en otras palabras, podemos modificar algo del ambiente
para ver qué pasa con la conducta.

Esta será entonces la metodología central de investigación e intervención en las


disciplinas conductuales: organizaremos el ambiente de ciertas formas para
observar el efecto que tiene eso sobre la conducta.
EL CONDUCTISMO SERÁ LA FILOSOFÍA, MIENTRAS QUE EL ANÁLISIS
CONDUCTUAL SERÁ LA DISCIPLINA CON LA QUE INVESTIGAREMOS LA
CONDUCTA, ES DECIR NUESTRA CIENCIA DE LA CONDUCTA.

Dado que estamos tratando de analizar conductas particulares, podemos llamar a


esta disciplina análisis de la conducta, y llamar analista conductual a la persona que
está tratando de comprender la conducta con esa metodología. En contraste,
podemos llamar conductista a quien piense y reflexione sobre la conducta y la
metodología en general, filosóficamente, mientras que analista conductual será
quien investigue activamente (de manera experimental o en situaciones aplicadas
del mundo real), sobre conductas particulares. Entonces, el conductismo será la
filosofía, mientras que el análisis conductual será la disciplina con la que
investigaremos la conducta, es decir nuestra ciencia de la conducta.

Volviendo a nuestro ejemplo de investigación de las conductas de nuestro gato,


podemos llamar procedimientos u operaciones al acto de organizar el ambiente, y
podemos llamar procesos a los resultados de esa organización del ambiente, por
eso solemos hablar de procedimientos y procesos en psicoterapia: los primeros son
las formas de organizar el ambiente (trátese de una intervención psicoterapéutica,
o de la disposición de un aparato de investigación como una caja de Skinner),
mientras que los segundos son los resultados que observamos en un organismo.

Observar la conducta

Como mencionamos, lo primero que podemos hacer es observar la conducta. En


cierto modo, una buena parte (pero no toda) de la disciplina que
llamamos Etología se ocupa de esto: la observación del comportamiento de
organismos en su entorno natural, tratando de no intervenir demasiado.
La etología observa los hábitos de comportamiento de diversas especies, buscando
regularidades y patrones, usualmente en su entorno y observando sus
interacciones naturales.

Por ejemplo, en este video podemos ver cómo un grupo de investigadores


utilizaron un pingüino falso para acercarse a un grupo de pingüinos para observar
su comportamiento con mínima perturbación (aunque es de suponer que ver un
pingüino con ruedas debe haber causado considerable confusión en sus
congéneres).
https://youtu.be/4vg0WTRbe4E

Aunque la mera observación de la conducta nos proporcionará bastante


información con respecto a cómo se comporta un organismo, no nos llevará muy
lejos con respecto a por qué se comporta así, es decir, no nos ayudará del todo a
comprender la conducta, sus causas y posibles modificaciones. Estamos limitados a
observar lo que le pasare al pingüino, y convengamos que a veces a un pingüino
no le pasa gran cosa.

EN LUGAR DE INTENTAR MODIFICAR AL ORGANISMO O VER CÓMO ES POR


DENTRO, ES MODIFICAR EL AMBIENTE Y VER QUÉ SUCEDE CON SU
CONDUCTA.

Si queremos saber un poco más, podemos intervenir sobre la situación de alguna


forma. No tiene sentido intentar modificar directamente la conducta — puedo
mover al gato de la cama al sillón, pero a) probablemente se resista y vuelva, y b)
no estaré comprendiendo demasiado sobre por qué el gato duerme en el sillón o
en la cama. Tampoco me ayudará mucho si solo le hago varios estudios por
imágenes al gato (radiografías, electroencefalogramas, fMRI, etc.), ya que eso sólo
me dirá, digamos, cómo es mi gato por dentro, su estructura, mientras que
nosotros estamos interesados en lo que hace (y como lograr que en algunos casos,
deje de hacerlo).Probablemente la estructura del nuestro se vea así:

Lo que podemos hacer además de observar para comprender la conducta, en lugar


de intentar modificar al organismo o ver cómo es por dentro, es modificar el
ambiente y ver qué sucede con su conducta. Y aquí nos encontramos con dos
opciones para proceder: podemos presentar estímulos, o podemos organizar
consecuencias.

Presentar estímulos

Presentar estímulos se explica bastante por sí mismo: introduzco un estímulo en el


ambiente del organismo que quiero estudiar y veo qué sucede. Esto también es
algo que los etólogos suelen hacer: introducen algún estímulo y observan cómo
responden. El conocido experimento de los etólogos Lorenz y Tinberger es un
buen ejemplo de presentación de estímulo. Recortaron una silueta de cartón, que
según la dirección en que se mueva semeja un halcón o un ganso, y la hicieron
pasar como si fuera un ave sobrevolando sobre un grupo de pavos jóvenes.
Cuando la hicieron pasar hacia la izquierda (semejando un ganso), los pavos no se
inmutaron. Cuando la hicieron pasar hacia la derecha (semejando un halcón),
salieron corriendo. De aquí podemos arriesgar que hay alguna relación entre las
características del estímulo y la conducta de esos pavos. Ya sabemos algo más de
lo que podríamos conocer por mera observación.

En análisis conductual, cuando una


conducta es causada directamente por un estímulo llamamos al estímulo
elicitante y decimos que la conducta es elicitada. Las conductas elicitadas por un
estímulo suelen ser bastante imperiosas y difíciles de controlar para el organismo,
por eso se suelen denominar popularmente “reflejos” (aunque el término tiene
usos más precisos). Cuando el médico les pega en la rodilla con su martillito de
goma es casi imposible evitar levantar la pierna, por ejemplo.

Entonces, lo primero que podemos hacer para comprender un poco más la


conducta es presentar estímulos y observar lo que sucede con las conductas.

Organizar consecuencias

Además de presentar estímulos también podemos hacer algo bastante más


sofisticado: podemos organizar el ambiente de manera que sucedan consecuencias
frente a ciertas acciones del organismo.

Por ejemplo, podemos poner a un ratón en un laberinto de cartón en el cual en la


salida hay queso; o incluso podemos complejizar el experimento y diseñar dos
salidas para el laberinto: en una hay queso y en la otra hay una placa que
administra un choque eléctrico suave, y ver en repetidos ensayos qué tiende a
hacer el ratón.

LO QUE ES REFORZADO O CASTIGO ES LA CONDUCTA, NUNCA EL


ORGANISMO EN SÍ. EL QUESO AL FINAL DEL LABERINTO REFUERZA LA
CONDUCTA DE BUSCAR LA SALIDA, NO AL RATÓN.

Los conocidos experimentos de Thorndike fueron organizaciones de consecuencias


de este tipo. Thorndike diseñó una serie de jaulas en las cuales un gato podía salir
sólo si realizaba ciertas acciones.

Thorndike notó que al principio el gato pasaba algún tiempo hasta encontrar la
salida, pero con sucesivas presentaciones el gato salía cada vez más rápidamente:
el efecto de sus conductas tendía a influenciar sus conductas futuras.

Cuando organizamos consecuencias, podemos notar que las consecuencias tienen


de manera general dos efectos sobre la conducta. Algunas consecuencias hacen
que cierta conducta siga emitiéndose, o que se emita más a menudo que antes;
mientras que otras consecuencias hacen que cierta conducta deje de emitirse o se
emita menos. En el primer caso hablaremos de una operación de reforzamiento, y
diremos que la conducta X ha sido reforzada por su consecuencia. En el segundo
caso hablaremos de una operación de castigo y diremos que la conducta ha sido
castigada por su consecuencia.

Notemos dos cosas: lo que es reforzado o castigo es la conducta, nunca el


organismo en sí. El queso al final del laberinto refuerza la conducta de buscar la
salida, no al ratón. En segundo lugar, notemos que no sabemos qué efecto tendrá
una consecuencia que hemos puesto hasta tanto no observemos su efecto sobre la
conducta, por lo cual a priori no podemos estar seguros de si una consecuencia
determinada tendrá un efecto de reforzamiento o de castigo, sino que lo sabemos
solo una vez que han sucedido esas consecuencias.

REFORZAMIENTO Y CASTIGO NO SON PROPIEDADES INTRÍNSECAS DE LOS


ESTÍMULOS, SINO LA RELACIÓN ENTRE LOS EFECTOS DE CIERTO
ESTÍMULO Y CIERTA CONDUCTA, Y TAMBIÉN PODEMOS LLAMAR A ESTA
RELACIÓN LA FUNCIÓN.
Esto suele llevar a confusiones. Una consecuencia puede funcionar como
reforzamiento para un organismo y no para otro, o incluso puede funcionar como
reforzamiento en un momento y como castigo en otro (la consecuencia del sabor
de la cerveza puede reforzar el beber cerveza un sábado a la noche, y castigar el
beber cerveza el domingo a la mañana cuando estamos con resaca). Reforzamiento
y castigo no son propiedades intrínsecas de los estímulos, sino la relación entre los
efectos de cierto estímulo y cierta conducta, y también podemos llamar a esta
relación la función. Charles Catania propone utilizar el término consecuenciar para
la operación de administrar consecuencias, y propone que sólo hablemos de
refuerzo o castigo según los efectos en la conducta de esas consecuencias, pero a
pesar de que este término resolvería varias confusiones no suele utilizarse.

Entonces, hasta ahora tenemos algunos recursos para comprender la conducta:

Observar la conducta

Presentar estímulos

Organizar consecuencias

Pero aún podemos complejizar más la situación y mejorar así nuestra comprensión
de lo que sucede.

Señalar

Si observamos el mundo podemos notar que tanto la presentación de estímulos


como la presentación de consecuencias suelen ser señaladas por otros estímulos o
eventos. Cuando el microondas termina su ciclo emite un sonido que señala que ya
podemos retirar nuestra comida, y a su vez el olor de nuestra comida señala que el
sabor va a ser insoportable (es mi experiencia habitual al menos).

Entonces tenemos algo más que podemos usar para investigar: señalar estímulos o
el señalar consecuencias serán operaciones que podremos utilizar para estudiar la
conducta de los organismos.
Señalar estímulos

Algo que podemos hacer es presentar un estímulo que señale la ocurrencia de otro
estímulo. El ejemplo más conocido para todos los psicólogos es el trabajo
de Pavlov. Como probablemente sepan, inicialmente Pavlov presentaba a sus
perros un estímulo (comida), y medía cuánto salivaban. Hasta aquí es un
procedimiento básico de presentación de estímulos, en el cual se presenta un
estímulo elicitante, ya que elicita una respuesta de salivación.

Pero luego observó que frente a ciertos eventos que señalaban al perro que estaba
por recibir comida (por ejemplo, la aparición del investigador con su guardapolvo
blanco), el perro también comenzaba a salivar, incluso antes de recibir la comida.
Pavlov comenzó entonces a investigar este efecto sistemática y deliberadamente,
utilizando por ejemplo el sonido de un metrónomo como señal, y comprobó que
estas señales podían tener efecto por sí mismas.

En este caso, el sonido señala un estímulo, por lo cual tenemos una relación entre
estímulos. En este caso un estímulo señala a otro estímulo sin importar la conducta
del perro.
Señalar consecuencias

Otra tipo de señalar se da cuando un estímulo o evento señala la disponibilidad de


una consecuencia. Por ejemplo, cuando escuchan una notificación en su celular y
abren su aplicación de mensajería, la notificación no está señalando un estímulo,
sino que está señalando una consecuencia (en este caso, que hay una conversación
disponible). Esta operación de señalar podría describirse coloquialmente así: “este
estímulo X señala que la consecuencia Z está disponible para la conducta Y”.

El sonido de la lata de atún que se abre es lo que señala a nuestro gato que la
conducta de acercarse, mostrarse cariñoso, y emitir maullidos zalameros, tendrá
frecuentemente como consecuencia el recibir un poco de atún.

En este caso el sonido de la lata de atún al abrirse no “causa” automáticamente la


conducta. Si el gato está ocupado en otra cosa quizá no se acerque, mientras que
cuando se trata de un estímulo elicitante la conducta se emite casi bajo cualquier
contexto: si escuchan un sonido muy fuerte cerca de ustedes probablemente
detengan su actividad y observen en esa dirección sin importar qué estén
haciendo. Por este motivo el sonido de la lata de atún no es un estímulo
elicitante sino que se llama estímulo discriminativo (se suele abreviar como Ed o
Sd), ya que permite discriminar la disponibilidad de una consecuencia para una
conducta.

CONSTANTEMENTE ESTAMOS BAJO CONTROL DE INNUMERABLES


ESTÍMULOS, EN GRADO VARIABLE, EN UN FLUJO DINÁMICO ENTRE EL
CONTEXTO Y LA ACCIÓN.

El Ed no elicita la conducta, sino que la ocasiona. A diferencia de lo que sucedía


con el sonido del metrónomo para el perro de Pavlov, el gato tiene que emitir una
conducta para obtener un estímulo reforzante. Lo mismo sucede con los castigos:
cuando alguien emite el sonido “voy a poner algo de reggaetón”, esa frase es un
estímulo discriminativo que señala que si salgo corriendo (conducta) evitaré un
montón de sufrimiento (efecto).

Las investigaciones de Skinner giraron principalmente en este tipo de relaciones


entre estímulos, conductas y consecuencias, y a esta relación entre estímulo
discriminativo, conducta, y consecuencia, es lo que generalmente llamamos
“contingencia de tres términos”.

Modificar la efectividad de consecuencias

La última operación que veremos hoy, que puede tener un impacto sobre la
conducta, es lo que habitualmente se llama operaciones establecientes u
operaciones motivacionales. Esto se refiere a todo procedimiento que altera el
grado en que una consecuencia funciona como tal.

Por ejemplo, supongamos que nuestra madre nos dice “si ordenás tu cuarto hay
postre”. Eso sería un Ed que señala que habrá una consecuencia (presumiblemente
reforzante) para la conducta de limpiar la habitación. Sin embargo, si acabamos de
ingerir nuestro propio peso en comida la noche anterior (lo cual suele suceder en
las fiestas), la efectividad del postre como reforzador disminuirá. O si hemos estado
haciendo ejercicio intensamente, el valor de refuerzo de una botella de agua fría
será más alto.

Para citar un conocido ejemplo del inagotable campo de la publicidad:

https://youtu.be/SOBNO4gl_yM

Este “no de nuevo” es un ejemplo de cómo ciertas operaciones pueden modificar la


efectividad de una consecuencia, es decir, incluso una consecuencia deseable se
convierte en indeseable cuando se dan ciertas condiciones (como la saciedad en
general).

En estos casos no se modifica la disponibilidad de la consecuencia, ni tampoco


cambian las señales: todo sigue estando allí. Lo que ha pasado es que ciertas
operaciones establecientes han modificado la efectividad de esos estímulos como
consecuencia.

Por eso se las llama también “operaciones motivacionales”, porque son las que
aumentan la efectividad de una consecuencia para la emisión de una conducta.
Resumen

Tenemos entonces, además de la mera observación de la conducta, cinco


operaciones básicas que podemos utilizar para analizar la conducta:

Presentar estímulos

Organizar consecuencias

Señalar estímulos

Señalar la disponibilidad de consecuencias

Alterar la efectividad de consecuencias

Estos cinco procedimientos, y los procesos que involucran, son el eje de toda la
investigación y aplicaciones del análisis conductual: sea investigar en laboratorio,
entrenar animales, trabajar con problemas humanos como dificultades de
aprendizaje o lo que llamamos problemas psicológicos, lidiar con problemas
organizacionales, mejorar la eficacia de grupos, etcétera, es decir, toda situación
que involucre conducta.

Estas operaciones y sus procesos suceden de manera entrelazada de manera


constante y compleja en la vida de un organismo. Constantemente estamos bajo
control de innumerables estímulos, en grado variable, en un flujo dinámico entre el
contexto y la acción, en donde las múltiples vertientes del contexto impactan la
acción y a su vez la acción modifica el contexto, lo cual a su vez vuelve a influir
sobre la acción.

El trabajo de un analista conductual es analizar ese flujo que involucra acciones y


contexto, notar los procesos que están sucediendo que sean más relevantes para
los objetivos que tuviere, para así discernir qué tipo de operaciones pueden facilitar
la ocurrencia los resultados deseados. El analista conductual analiza las relaciones
entre conducta y contexto, y dado que estas relaciones se pueden pensar como
funciones (podemos decir la conducta es función del contexto, por ejemplo),
llamamos a esto análisis funcional de la conducta.

Esto puede consistir, por ejemplo, en identificar cuál es el reforzador que sostiene
una conducta indeseada, cuáles son las operaciones establecientes que disminuyen
la efectividad de un reforzador, identificar si una conducta está mayormente bajo
control de estímulos elicitantes o de estímulos discriminativos, etc.

Aprender análisis conductual, en sus diversas áreas de trabajo, es estudiar las


múltiples y complejas formas en que el ambiente y la conducta se relacionan, y de
qué manera ciertas modificaciones ambientales pueden generar conductas
deseadas.

Cuando, por ejemplo, el objetivo es trabajar una fobia, se pueden observar


conductas de evitación frente a ciertos estímulos, por lo cual el terapeuta puede
intentar en presencia del estímulo evitado ayudar a que el paciente emita una
conducta de acercamiento que inhiba la de evitación. O frente a la presencia de
pensamientos o verbalizaciones hipercríticas que obstaculizan una vida valiosa, un
terapeuta puede modelar e invitar al paciente a la emisión de conductas de
autocompasión que disminuyan el impacto de esos estímulos. O al ayudar a un
paciente con depresión, el terapeuta puede recurrir a operaciones
establecientes (por ejemplo, hablar de valores y cómo sería una vida deseada) para
aumentar la efectividad del reforzamiento para conductas valiosas.

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