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Facultad de Educación y Ciencias Sociales

Escuela de Psicología
Casona Las Condes
Herramientas de Trabajo Clínico Infanto Juvenil
NRC 9913

Psicopatología Infanto Juvenil


Trastorno de Ansiedad por Separación

Profesora:
María Magdalena Manríquez

Integrantes:
Josefa Labarca
Scarlette Ruz

Fecha: martes 06 de junio del 2023


En el presente trabajo se profundizará sobre una de las patologías más reconocidas
dentro de la población infanto juvenil, denominado Trastorno de Ansiedad por Separación.

Para poder comprender de mejor manera la temática señalada, se contextualizará en


base a los dichos de John Bowlby y René Spitz, dos autores sumamente relevantes por su
abordaje desde la mirada psicoanalítica; Lo anterior tendrá como finalidad fundamentar el
Trastorno de Ansiedad por Separación, considerando los aportes teóricos, así como también
los clínicos y éticos.

Para abordar la temática señalada, primeramente, será necesario poder definir qué se
entiende con Ansiedad por Separación. La Clasificación Francesa de los Trastornos Mentales
del Niño y del Adolescente (CFTMNA), manual especializado en la población infanto juvenil
refiere:

En este trastorno, la ansiedad está focalizada en un temor relativo a la separación, que


sobreviene por primera vez en el curso de los primeros años de la infancia. Se
diferencia de la angustia de separación normal por su intensidad, evidentemente
excesiva, o por su persistencia más allá de la primera infancia, y por su asociación con
una perturbación significativa del funcionamiento social. (2004, p.89)

Lo anterior deja en evidencia que existe en el/la niño/a una situación, la cual provoca
un deterioro en las distintas áreas de su vida, pudiendo presentarse y extenderse a lo largo del
curso de su desarrollo. Por lo que, se podrían observar consecuencias a posteriori tanto en la
adolescencia como en la adultez.

Para poder analizar el motivo de este suceso, se debe introducir la etiología desde la
teoría de John Bowlby, quien “ha elaborado la teoría del apego; verdadera y, tal vez, única
por hoy, alternativa explicativa del desarrollo afectivo humano” (López, 1986, p.9). Dicha
teoría, en síntesis, como bien señala Fernández (2002), indica que el ser humano desarrolla
desde sus inicios un intenso vínculo hacia una única persona, que, en la mayoría de los casos,
es la madre y que, cuando se establece, se mantiene de manera constante. Por tanto, si ocurre
la separación de su figura de apego, se pone en marcha una reacción afectiva, observable,
pues se activan una sucesión de manifestaciones de la conducta que siguen un patrón
constante. Dicho patrón presenta tres fases significativas que se desarrollan a medida que la
separación es más larga; el niño pequeño en la separación en su momento inicial manifiesta
protesta. Si esto continua, comienza un sentimiento de desesperación o desesperanza, que al
persistir se experimenta un desapego hacia la madre. Asimismo, a diferencia de otros autores
como Melanie Klein, esta conducta manifiesta una necesidad de apego, la cual es primaria y,
por consiguiente, no se apoya en otras necesidades básicas, como lo podría ser la
alimentación. Por último, como punto fundamental de esta teoría, se manifiesta que las
conductas de apego se mantienen a lo largo de toda la vida de la persona, las cuales se
manifiestan en determinadas circunstancias, como las amenazas de pérdida o pérdida leal.

En resumidas cuentas, el desarrollo del apego vendría siendo clasificada en cuatro


etapas sucesivas significativas por la cual todo ser humano debe experimentar. Como bien
señala González (2019), explicando las etapas según Bowlby, la primera, la cual se designa
como un preapego, la cual constaría de un interés por determinados aspectos que se van
descubriendo, como la voz de la madre. La segunda, pasa a ser la formación sólida del apego,
en donde el infante es capaz de diferenciar a la figura significativa del resto. La tercera, se
define ya el apego propiamente tal, en donde ya el niño manifiesta ansiedad frente a
situaciones de separación de la madre negándose rotundamente a disponer interacción con
alguna otra figura. Por último, la cuarta etapa se denomina como relaciones recíprocas, en
donde el pequeño ya desarrolla el concepto de permanencia de objeto, permitiéndose hacer
una representación mental de la figura de apego cuando aquella no está presente, entendiendo
que esta no es determinante.

Ahora bien, ¿Por qué esto sería relevante para explicar el trastorno de ansiedad por
separación?, pues porque la realización satisfactoria de las diferentes etapas del desarrollo del
apego que propone Bowlby, posibilitará al infante desarrollar una vinculación afectiva sólida
con su figura principal, que, por consiguiente, da paso a el establecimiento de cierto tipo de
apego. Esto, determinado por la presencia o ausencia de una serie de factores, especialmente
los recursos brindados de parte de la figura de apego, como lo es su atención, y la prestación
de cuidados generales desde la temprana edad. Asimismo, que las conductas de apego que
trae consigo, le permiten la proximidad hacia sus figuras y por lo tanto resulta adaptativo en
el logro de su propia supervivencia (González, 2019).

Por otro lado, René Spitz, psicoanalista estadounidense, teoriza sobre los primeros
años de vida de un niño y la interacción con las figuras parentales en etapas tempranas para el
desarrollo psicológico. En cuanto a su teoría, René observó a los niños en situación de
abandono cuando se estaba desarrollando la segunda guerra mundial. En el orfanato, se
percató que algunos sobrevivían y otros no, ante lo cual concluyó que tenía que ver con el
contacto del infante con la madre. En su libro “El primer año de vida”, también refiere sobre
la caracterización que se da antes de los 12 meses que en la diada los hijos “manifiestan una
carencia de comprensión, discernimiento, y de aquellas características psicológicas, que
surgen de manera involuntaria como sensata” (Spitz, 1986). Lo anterior se debe a que solo se
centra en lo que atañe al nexo, pues se encuentra en un periodo en el que no hay
diferenciación aún.

En las etapas tempranas, el infante cuenta únicamente con reflejos, mecanismo que le
permite desarrollarse con precariedad, en donde la percepción del neonato se basa en la
recepción. En este momento, el rol de la progenitora para poder sobrevivir es imprescindible
puesto que las funciones de este no se encuentran organizadas; Destacando Spitz (1986) la
importancia del primer cuidado en la vida del/la niño/a. A medida que la madre se relaciona
de manera óptima con el niño, es decir a través de la satisfacción de sus necesidades, en el
infante emerge la sonrisa debido al objeto precursor. Sobre ello, Vera, M. (2014) sostiene
que: “se presenta como la primera manifestación activa, que es dirigida e intencional(...)
exclusivamente para la mamá y personas conocidas(..) para lo que serían objetos de amor”.
(s.p), evidenciándose una mayor interacción con el ambiente.

Luego a los 8 meses, hay un reconocimiento del objeto real, en el cual Spitz, R.
(1986) menciona que se reconoce a la madre, por lo que entiende que es diferente a él/ella.
En esta etapa aparece la angustia puesto que esta se ausenta. Posteriormente, se desarrolla el
“No”, hito que se logra gracias a que la madre ha permitido el desarrollo psicoemocional y
cognitivo. Habiendo dejado en claro el desarrollo óptimo, Spitz R. (1986) hace referencia a lo
que ocurre cuando la diada es incorrecta o insuficiente. El autor señala que en los niños
pequeños puede provocar un desarrollo patológico si los comportamientos maternos no son
apropiados, como es la ansiedad de separación, la cual se manifiesta con llanto excesivo,
rechazo a los alimentos, entre otros. Por lo que, tendrá suma relevancia que los cuidadores
comprendan la relevancia del apego en la edad temprana del niño, puesto que de lo contrario
podrían emerger efectos negativos a nivel psicológico y emocional. En otras palabras, lo que
ocurre en los primeros años podría influir en el desarrollo de psicopatologías como lo es la
ansiedad por separación.
Desde los aspectos clínicos, el trastorno de ansiedad por separación, como bien
señalan Figueroa, Soutullo, Ono y Saito (2016), posee una presencia heterogénea en el
trabajo clínico, aunque el síntoma principal expuesto en la mayoría de los casos es el malestar
o la angustia significativa. Dentro de aquello, el rechazo escolar y las quejas somáticas
persistentes en el contexto de separación son los motivos reiterados en que los padres buscan
el tratamiento. Entonces, la evaluación diagnóstica precisa un abordaje terapéutico con
variados informantes y a través de múltiples métodos. El criterio principal de referencia en
estos casos son las entrevistas semiestructuradas donde el niño y sus padres son entrevistados
de manera separada. Aquí, se debe realizar el trabajo de indagar los tres grupos de
sintomatología de ansiedad; conductas, pensamientos, síntomas físicos, y preguntar sobre la
presencia de los síntomas ansiosos. Como en la mayoría de los trastornos, se debe incluir el
historial psiquiátrico, familiar, médico, social y su desarrollo evolutivo. Para recaudar los
criterios de los diversos manuales, por lo general la duración del trastorno debe ser de al
menos cuatro semanas y provocar malestar o deterioro clínicamente significativo.

En cuanto a cuestionarios de evaluación atingentes, este trastorno puede ser evaluado


con los de psicopatología general como el ASEBA, o específicos como el Inventario de
Ansiedad Estado-Rasgo para Niños, entre otros. Ahora bien, para el tratamiento se debe tener
en cuenta una opción terapéutica adecuada y específica para el paciente después de tener a la
base los factores anteriormente mencionados, asimismo se debe considerar las preferencias de
tratamiento, motivación y disponibilidad de la familia, recursos económicos y las habilidades
del clínico en relación al tema. En la mayoría de los tratamientos la efectividad se da desde lo
no farmacológico, lo que no implicaría una complejidad mayor si se lleva a cabo un buen
proceso terapéutico (Figueroa et al., 2016)
En cuanto a la consideración de aspectos éticos se encuentra la obligatoriedad en la
entrega del consentimiento informado al adolescente o bien a los padres en caso de que sea
un niño/niña. Cabe recalcar que, al intervenir con niños, se debe tener en cuenta su
vulnerabilidad y respetar sus derechos, incluyendo a los padres. Lo anterior, con el objeto de
tener su aprobación frente a los pasos siguientes, tanto de sus riesgos como beneficios. En
adición, es relevante hacerle saber al niño/a o adolescente sobre la confidencialidad del
proceso. No obstante, se debe clarificar que lo anterior puede verse modificado en caso de
que su vida se encuentre en riesgo o la de otros. También, como menciona Girard, G. (1999)
se debe tomar en cuenta el contexto en el que se encuentra y las creencias de su grupo
familiar.
Con respecto al terapeuta que estará a cargo, su rol es de suma relevancia, pues debe
ser competente y estar al día en las últimas técnicas y terapias de la patología señalada. Más
aún, tendrá que tener especialización en la población infanto-juvenil y estar en supervisión de
otro profesional cada vez que requiera de asistencia o derivar si el caso necesita de mayor
experiencia. De igual modo, el profesional debe contar con herramientas y habilidades
personales como lo son la escucha activa y la empatía, siempre teniendo una posición neutral.
Estas posibilitan que la alianza terapéutica se desarrolle de manera óptima y por consiguiente
que la psicoterapia pueda ser fructífera. Ahora bien, con respecto al encuadre, deberá estar
sujeto al caso a caso y según la edad de quien padece este tipo de ansiedad. Para un mayor
entendimiento, se expondrá un caso creado por el equipo:
Sofía es una niña de 6 años, que es llevada por su madre con la preocupación de que
percibe a su niña hace dos meses cada vez más nerviosa. Comenta que su hija comenzó a
manifestar temor excesivo de separarse de ella. Dicha sintomatología se ha intensificado a tal
extremo que la paciente llora todos los días antes de subirse al furgón escolar, en adición a
aquello, tiene problemas de conciliación de sueño a lo cual le pide a su progenitora que la
acompañe todas las noches hasta quedarse dormida, aunque despierta con frecuencia y
presenta pesadillas, por lo que duerme poco. En la evaluación, la niña indica que tiene miedo
a que su madre se muera, aquello llega a traspasar al trabajo terapéutico, pues en las sesiones
sale frecuentemente a revisar si su madre está bien. En ese sentido, la madre asume que
siempre estuvo muy cercana a la niña, durmió con ella hasta los 4 años de edad. La niña
asistió al jardín infantil y tuvo una buena adaptación en cuanto al habla, pero no se
relacionaba con nadie y su juego siempre ha sido limitado. A los 4 años se escolarizó con
muchas interrupciones en su adaptación, pues hasta el día de hoy, no ha conseguido
relacionarse exitosamente con los demás niños. Aquí, el diagnóstico presuntivo es trastorno
de ansiedad por separación, pues la sintomatología de la paciente es propia del trastorno y se
ha mantenido por más de 4 semanas.

En conclusión, se desprende que la persistencia del Trastorno de Ansiedad por


Separación tendría que ver con un signo de inmadurez psicológica, para lo cual será necesario
realizar una intervención terapéutica enfocada en fomentar seguridad y autonomía con el fin
de consolidar la personalidad del niño. En este proceso, el apoyo de los padres será
fundamental, pues permite que las herramientas brindadas para el desarrollo de su total
independencia tengan efectividad, al incorporarlas en el estilo de vida del niño.
Referencias

Bowlby, J. (2014). Vínculos afectivos: formación, desarrollo y pérdida. Morata.


https://edmorata.es/wp-content/uploads/2020/06/Bowlby.VinculosAfectivos.PR_.pdf

Federación Francesa de Psiquiatría. (2004). Clasificación francesa de los trastornos mentales


del niño y del adolescente (CFTMEA-R-2000). Libro digital. https://recursosdigitales-
unab-cl.recursosbiblioteca.unab.cl/rdigital/book/35613000015185/

Fernández, M. (2002). Teoría del apego y psicoanálisis. Hacia una convergencia clínica.
Cuadernos de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente, Volumen (33-
34), pp. 5-34. https://www.sepypna.com/documentos/articulos/fernandez-teoria-
apego-psicoanalisis.pdf

Figueroa, A., Soutullo, C., Ono, Y., y Saito, K. (2016). Ansiedad por separación. Trastornos
de ansiedad, Volumen (2), pp. 1-26.
https://iacapap.org/_Resources/Persistent/231c6a1ca2a79c8563ff2fbc006eb3196dde4
462/F.2-SEPARATION-ANXIETY-SPANISH-2016.pdf

Girard, G. (1999). Aspectos éticos de la atención de adolescentes y jóvenes. Página web.


https://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1409-
41851999000100002

González, S. (2019). Trastorno de ansiedad por separación en la infancia. [Tesis de fin de


grado, Universidad de La Laguna].
https://riull.ull.es/xmlui/bitstream/handle/915/15403/Trastorno%20de%20ansiedad
%20por%20separacion%20en%20la%20infancia%20.pdf?sequence=1&isAllowed=y}

Manriquez, M. (2022) Consideraciones en Psicoterapia Infanto Juvenil [Material del aula].


Santiago, Chile.

Spitz, R. (1986) El primer año de vida del niño. Libro digital. https://recursosdigitales-unab-
cl.recursosbiblioteca.unab.cl/rdigital/book5/35613000144854/
Vera, M. (2014). René Spitz Teoría, Psicología Hoy. Página web.
https://www.psicologiahoy.com/rene-spitz-teoria/

Puntaje Puntaje Obtenido


Claridad, coherencia y 3 3
creatividad
Síntesis y articulación 3 3
Uso de autores 6 (3 c/u) 6
Integración 3 3
A. Teórico 5 5
A. Clínico 5 5
A. Ético 5 5

Descuentos (Aspectos
formales, APA, Ortografía,
Redacción) -0,2 c/u

Puntaje Total 30 30
NOTA 7,0

Muy Buen trabajo.

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