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UNIVERSIDAD BUENOS AIRES

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

SEMINARIO INTRODUCCIÓN A LOS DERECHOS


HUMANOS
TRABAJO FINAL
Construcción de narrativas traumáticas,
recuperación de la memoria y el rol de los
movimientos de derechos humanos

DOCENTE: FERREYRA, MARCELO


ALUMNA:​ ​Lucía Santilli
MAIL:​ ls.santillilucia@gmail.com
SEGUNDO CUATRIMESTRE 2018

1
Introducción

En el presente trabajo se indaga acerca del aporte de la escucha y los


movimientos de derechos humanos a la recuperación de la memoria. Esto es, en qué
sentido hablamos de la construcción de una “verdad social”, una historia y una narrativa
en relación a eventos traumáticos.
La tarea se realizará a partir de diversos puntos de anclaje, a los que condujo este
trabajo. Por un lado, la dificultad teórica planteada por diversos autores ante la
narración de ciertos acontecimientos anclados en un tiempo histórico que por su carácter
traumático fuerzan al pensamiento y a las concepciones tradicionales de la historia y el
arte a re-pensarse a sí mismas.
Por otro lado, se analizará desde el lado de lo “individual” cómo impacta en las
víctimas y la comunidad la apertura de un espacio y la escucha para testimoniar sus
historias traumáticas muchas veces silenciadas. Bajo el paraguas teórico de la filósofa
Susan Brison que reflexiona sobre su propia experiencia y proceso de testimoniar un
abuso sexual.
Por último, se desarrollará la relación entre la memoria individual y la memoria
social o historiográfica en el complejo entramado del caso de los sobrevivientes del
genocidio en la Argentina, y las condiciones de enunciación de sus testimonios.

Una primera conceptualización

Cecilia Macón y Verónica Tozzi plantean que los historiadores no trabajan en el


vacío, ni en completa libertad, como para inventar cualquier relato, ni en absoluta
oscuridad, como para no poder ofrecer ningún relato y que existe un entrenamiento
profesional en técnicas de procesamiento y recursos para poder comunicar la historia.​ 1
Acontecimientos que podemos denominar “limítrofes” cuestionan nuestras
categorías de pensamiento y son, en algún sentido, “intolerables”, ya que nos fuerzan a

1
Cfr. Macón, C., Tozzi, V., “El acontecimiento extremo: experiencia traumática y disrupción de la
representación histórica” en Manuel Cruz y Daniel Brauer, ​La comprensión del pasado. Escritos sobre
filosofía de la historia,​ Herder, Barcelona, 2005.

2
estar re-pensando la legitimidad de los discursos que los abordan. A partir de ellos se
pone en juego la relación entre la narración, el hecho histórico y la verdad de modo
particularmente sensible.2 En torno al arte y a la historia se abre una búsqueda de
representar sin falsear, simplificar o justificar el horror, aparece esta idea de que el
abordaje artístico debería tener límite, porque en algún punto todas las representaciones
artísticas e históricas corren el riesgo de volverse complacientes o anestesiar al
espectador.
Sin ir más lejos, en Argentina, en lo referente al terrorismo de Estado de la
última dictadura militar, se instaló la polémica en torno al proyecto urbanístico llamado
“Parque de la memoria” y las Madres de plaza de mayo han sostenido que no
participaron en el proyecto porque para ellas construir cualquier metáfora material de la
memoria es una manera de “consolidar la muerte en piedra”3. En este sentido, Jean Luc
Nancy se refiere a la amenaza que sufre cualquier representación que pueda llegar a ser
sospechosa de complicidad, cuestión que se discute a propósito de películas como
Portero de media noche​ o​ La decisión de Sofie.4
Uno de los problemas que aparece en torno a lo que se puede decir o no a
propósito de las masacres y genocidios está relacionado con que cualquier acceso parece
insuficiente: “La dificultad de la representación de la ​Shoah​, como la de otros
genocidios y grandes masacres históricas, nos vuelve extraordinariamente conscientes
de la insuficiencia de las representaciones, incluso de las explicaciones históricas, para
alcanzar la comprensión de tales traumas colectivos”.5
La cuestión no es el llamamiento al silencio, porque el mundo ha sobrevivido a
sí mismo y las manifestaciones culturales y artísticas se vuelven la historiografía
inconsciente del horror.6 La pregunta es cómo contrarrestar una tendencia al
congelamiento de la memoria que abre la pregunta por la manera de contarla. Y no solo

2
Cfr.. Burucúa, J., E. y Kwiatkowski, N.,​ “Cómo sucedieron estas cosas” Representar masacres y
genocidios​, “Introducción. Problemas teóricos e historiográficos”, Buenos Aires, Katz, 2014, p.11-49.
3
Cfr. Melendo “‘Arte público’ en tiempos de memoria: reflexiones sobre una controversia” en
Hemispheric Institute of Performance and Politics​ Número 8 Editor: Marcela Fuentes, Otoño 2003.
Disponible en internet en: ​http://hemi.nyu.edu/eng/newsletter/issue8/pages/melendo.shtml​. Consultado el
20/2/2019.
4
Cfr. Nancy, J., L. “La representación en el dispositivo ideológico del nazismo” Psikeba: N. 7, 2008.
Disponible en ineternet en: ​http://www.ddooss.org/articulos/otros/Jean-Luc_Nancy.htm​. Consultado el
19/11/2019
5
Burucúa, J., E. y Kwiatkowski, N.,​ “Cómo sucedieron estas cosas” Representar masacres y genocidios​,
“Introducción. Problemas teóricos e historiográficos”, Buenos Aires, Katz, 2014, p.81
6
Cfr. Adorno, Th, W. ​ Crítica de la cultura y de la sociedad II,​ Akal, Madrid, 2009, p.443.

3
eso, sino las consecuencias que tiene para las víctimas si es posible la apertura de un
espacio de escucha de lo que tienen para decir.
Mudrovcic, en su trabajo “Memoria y Narración”, enfatiza las dificultades del
relato y llega a describir a las experiencias traumáticas como ​inenarrables​. Dice la
autora:
Trauma es la disociación de la memoria producida cuando el sujeto es expuesto a
situaciones catastróficas. En la memoria traumática del sobreviviente, el acontecimiento
experimentado no está sujeto a recuerdo consciente, sino que lo repite compulsivamente
en el presente; retorna en forma de pesadillas, flashbacks, ataques de ansiedad y otras
formas invasivas de conductas repetitivas, características de una ruptura de sentido” (...)
“No puede decirse que el sobreviviente recuerda el evento traumático, dado que no
puede narrarlo asociándolo con otros eventos de su vida. La labor del terapeuta, pues, es
lograr que el paciente pueda disolver su amnesia contando la historia del
acontecimiento. 7

Este obstáculo para construir testimonios o narrativas de pasados traumáticos se


suma a la dificultad de los oyentes a escuchar el relato. Susan Brison8, sobreviviente ella
misma de una violación con intento de asesinato, profesora de Filosofía en Darmouth,
recuerda: “En mi caso, cada vez que alguien no respondía, yo sentía que estaba [otra
vez] en la quebrada, moribunda, gritando. Y aún así nadie podía escucharme. O, peor,
me escuchaban, pero se negaban a ayudarme.”9
Con mayor claridad, detalla:
En la corte, lo que tiene prioridad es la credibilidad del testigo para que se haga justicia.
En la oficina del terapeuta, por el contrario, es necesario reconocer el daño sufrido por
uno mismo, para curar y para entender cómo continuar. Siento que he hecho un buen
trabajo al testificar en el juicio a mi atacante cuando mi abogado me elogió por contar
bien mi historia (‘exactamente cómo me la contaste a mí’, dijo él, por poner los puntos
sobre las íes [ser precisa, ser creíble, contar bien la historia]. Por el contrario, supe que
de alguna manera estaba fallando en la labor terapéutica cuando, un nuevo terapeuta a
quien conté mi asalto dijo ‘Qué horrible experiencia. Pero Ud. suena como si
describiera algo que le pasó a otra persona’​.10

Por lo tanto, en el testimonio de esta autora, como en muchos otros, aparece


nítidamente el hecho de que para construir las propias narrativas no solo necesitamos
aquellas palabras que permitan contar la historia, sino también y por sobre todo una
audiencia dispuesta a escuchar y capaz de entender nuestras palabras. La reconstrucción

7
Mudrovcic, M., I., : “Memoria y Narración” en Manuel Cruz y Daniel Brauer, ​La comprensión del
pasado. Escritos sobre filosofía de la historia​, Herder, Barcelona, 2005.
8
Cfr Brison, S., ​Aftermath. Violence and the Remaking of a Self,​ Princeton University Press, 2002.
9
Brison, S., ​Op. cit,​ p.15.
10
​Íbid,​ p.102.

4
de la propia identidad y del sentido de sí mismo requieren de la construcción de una
narrativa en la que participen otros, representando al conjunto social.
Este criterio concuerda con lo que señala Mudrovcic11 sobre el “carácter social
de la memoria individual”, cuando plantea el rol de las reglas, procedimientos y
prácticas culturales con las que las personas organizan su propio pasado.
Por lo tanto, podría decirse que existe un problema genético en la construcción
de las memoria de los acontecimientos traumáticos, que se agrega al que está presente
en el plano de la representación.12 Se trata de las dificultades presentes para el desarrollo
y el registro de los testimonios de las víctimas. Armar sus relatos encuentra, además de
diversas barreras internas de desconocimiento, dificultad para recordar y evocar, el
obstáculo de audiencias resistentes a recibirlo.
Entonces, para una gran mayoría, el trauma no sólo es ​inconcebible,​ sino
además, ​incontable.​ Sin embargo, podemos pensar que esto no se debe solamente a una
característica del trauma en sí sino a cómo se entrama o no con el conjunto social.

Concepciones de conocimiento

Barnes13 comienza su argumentación respecto de la necesidad y relevancia del


abordaje de un análisis sociológico del conocimiento científico examinando las dos
explicaciones del conocimiento en general de significación epistemológica. La primera
de ellas se funda sobre el concepto de verdad por correspondencia, cuya validación
radica en la contrastación de las afirmaciones con la realidad y por lo tanto adquiere el
carácter de un saber único y de características absolutas respecto de ella. Esta supone el
proceso de conocimiento como la actitud pasiva del sujeto cognoscente frente a la
determinación por el objeto de conocimiento.
La segunda caracterización que desarrolla el epistemólogo, puede utilizarse
como principio para una concepción funcional del conocimiento, es descrita como de
origen esencialmente social; la verdad no es por la contemplación individual sino como
producto de grupos sociales interactuantes. Su validación vendría dada no solo por la
correspondencia con la realidad, sino por la correspondencia entre el conocimiento y los

11
M., I., Mudrovcic, ​Op. cit.
12
Macón, C., Tozzi, V., ​Op cit.,​ p.117
13
Cfr. Barnes, B., ​El problema del conocimiento e​ n Olivé, L. (comp), La explicación social del
conocimiento, México, UNAM, 1985.

5
intereses y metas de dichos grupos sociales que lo evalúan y aceptan en función de
ellos. Su reconocimiento se establece, entonces, por aceptación y consenso social.

Memoria y narración

En relación al conocimiento social, Andreas Huyssen sugiere que puede hablarse


de globalización de la memoria. Entre los discursos que operan en esta globalización se
encuentra el del Holocausto, convertido en una especie de ​tropos u​ niversal:

En el movimiento transnacional de los discursos de la memoria el


Holocausto pierde su calidad de índice del acontecimiento histórico específico y
comienza a funcionar como una metáfora de otras historias traumáticas y de su
memoria. El Holocausto devenido en ​tropos universal es el requisito previo
para descentrarlo y utilizarlo como un poderoso prisma a través del cual
podemos percibir otros genocidios.14

En la misma línea de investigación de Huyssen, la investigadora chilena Piper


Shafir sostiene que la construcción de museos y lugares de memoria es un proceso
complejo del que participan diversos actores sociales, y en el que se articulan diversas
dimensiones políticas. Resalta que suele tener su origen en las acciones de resistencia de
movimientos sociales vinculados a la defensa de los derechos humanos o iniciativas de
Estado que buscan la reconciliación entre sectores sociales en conflicto y dejar atrás los
conflictos violentos.15 Establece así una relación entre el Holocausto, el caso de Chile y
las dictaduras latinoamericanas, sosteniendo que metáforas y referentes similares son
utilizados en la construcción de relatos de conflictos violentos, relato que tiene que ver
con un quiebre que se produce con el conflicto social y el trauma que produjo. El
concepto de ​museo globalizado que construye la autora se aplica para comprender la
retórica de la memoria y diversas manifestaciones artísticas:

Al visitar un museo, centro o espacio de memoria nos encontramos con objetos


cuyo valor está en ser “reales”, “originales”, en haber formado parte de laguna historia y
haber sobrevivido. Objetos diversos, tales como las zapatillas del Memoria de
Cromañón en Argentina, los zapatos de las víctimas del Holocausto nazi expuestos en
14
Huyssen, A., ​En busca del futuro perdido. Cultura y memoria en tiempos de globalización,​ México,
FCE, 2002, p.18.
15
Cfr. Piper Shafir, I., “Globalización de la memoria: memorias de las víctimas, espacios y objetos”, en
Desapariciones: Usos locales y circulaciones globales,​ en Gatti G., Siglo del hombre: Universidad de los
Andes, Bogotá, 2017.

6
numerosos museos, las cenizas de las personas quemadas en los hornos crematorios de
los campos de concentración nazis, o los trozos de ropa de las víctimas expuestos en los
más diversos museos de memoria, son presentados como “prueba” de que los hechos
que relatan son reales.16

La autora también sostiene que los discursos en torno a estos acontecimientos están
plagados de alegorías que evocan la memoria hegemónica construida por el Estado, y se
corre el peligro de que la pluralidad de las voces de los sujetos quede subsumida en las
víctimas, y se invisibilice a quienes lucharon y sobrevivieron. En esa articulación del
pasado con el presente, explica, operan ciertos objetos, cuyo valor está en ser “reales”,
como las cenizas en el caso del Holocausto o las zapatillas para la tragedia de
Cromañon.17 Corriendo el riesgo de generalizar entre experiencias históricas parecidas,
la autora busca mostrar que entre las estrategias globales de memoria se pueden
encontrar las luchas por recuperar lugares en los que han ocurrido situaciones de
violencia, ya sea asesinatos masivos, atentados o enfrentamientos, o lugares que han
sido utilizados como centro de detención, tortura o exterminio.
Los museos, memoriales y espacios de recuerdo parecen sostener su fuerza de
verdad y capacidad de emocionar en los objetos que los constituyen. otra vez los
museos del Holocausto son un ejemplo paradigmático. En ellos se exponen objetos
personales de quienes fueron prisioneros de campos de concentración nazis, como
lentes, relojes, documentos de identidad, fotos o notas escritas durante el cautiverio.18

¿Cuál es la operación metafórica o lingüística que busca señalar la autora


chilena? Los objetos o los espacios que nombra no son recuerdos que hablen por sí
mismos. Sino que somos nosotros los que los dotamos de sentido y los construimos, sin
embargo “el acto de localizar un hecho contribuye a percibirlo como una realidad
incuestionable, objetiva y estable, y crea la ilusión de que es ajeno a nuestras prácticas
de significación”.19
La operación de los testigos-sobrevivientes muchas veces es la de traer el pasado
al presente, lo ausente a la presencia a través de metáforas materiales. Sin embargo, los
objetos y lugares de memoria son cambiantes, y además forman parte de un conflicto

16
Piper Shafir, I., ​Op. cit​., p.188.
17
La tragedia de Cromañón fue un ​incendio​ producido la noche del ​30 de diciembre​ de ​2004​ en República
Cromañón, establecimiento ubicado en el ​barrio de Once​ de la ciudad de ​Buenos Aires​, durante un recital
de la banda de rock ​Callejeros​.
18
Ibíd, p.197.
19
Piper Shafir, I., ​Op. cit​., p.201.

7
por el pasado que se da en el presente. En ese sentido, memoria y testimonio dan cuenta
de una ruptura temporal en tensión con la reconciliación del pasado. Y una búsqueda de
no-estetización de una memoria traumática. ¿Cómo puede concebirse un monumento
del no-monumento? Se trataría de preservarlo de una justificación de un pasado que no
puede llegar nunca a ser reconciliado totalmente. La polifonía artística de aquellas obras
que intentan decir algo sobre aquello que estaba condenado a no escucharse toma algo
del orden de lo ficcional podría posibilitar esa palabra ¿Cómo es esa subjetividad? ¿Se
puede evitar convertir a objetos y espacios en repositorios de la verdad o lugares de
culto? Estos sin embargo, son espacios de reapropiación constante.20

Dificultades de continuidad histórica

Hayden White destaca “la dificultad para representar [los hechos extremos] en
virtud de su carácter traumático, a pesar de ​contar con información acerca de ellos”​ .21
En este trabajo se sugiere que la información, es decir los testimonios mismos de los
hechos traumáticos, a nivel de la construcción de narrativas, se ve afectada por los
testigos, víctimas y sobrevivientes, y el presente. En relación a los hechos extremos, se
observa una serie de dificultades singulares en la construcción de la evidencia, que
incidirán eventualmente en la configuración final del relato historiográfico. A las
víctimas de violaciones o de tortura, por ejemplo, no sólo les resulta difícil construir
estructuras narrativas sobre el episodio traumático vivido sino, y por sobre todo,
encontrar audiencias dispuestas a escucharlos. Roberta Culbertson, en uno de sus
trabajos, “Memoria y Silencio”, hace una descripción completa y equilibrada de tales
dificultades, plantea:

Las concepciones ingenuas de la memoria, y la suposición de que la memoria


puede tomar ciertas formas y no otras, contribuyen a un fenómeno singular que
parece afectar a los sobrevivientes de la violencia. El sobreviviente, casi
siempre, se torna silencioso acerca de su victimización. A pesar de la
experiencia se torna en todos los casos algo fundamental en su existencia y en su
concepción de sí mismo. Este silencio es un silencio interno, en el cual la
víctima intenta suprimir aquello que evoca (de manera de no revivir la

20
Cfr Piper Shafir, I, ​Op. cit.
21
Cfr Macón, C. y Tozzi, V., ​Op. cit.

8
victimización incontables veces) o reprime una parte de sí que funciona como un
extraño, escondiéndose de sí mismo. Pero también el silencio es externo: la
víctima no cuenta lo que recuerda en parte porque otros no parecen escuchar lo
que dice. Y en parte por la convicción de que no le creerán. Más básicamente
aún, porque es difícil decir lo que le ocurrió en palabras. Es difícil comunicar y
expresar lo traumático a alguien que nunca conoció tal grado de brutalidad,
podría parecerle una fantasía. A pesar de este silencio, los sobrevivientes del
trauma están preocupados con su recuerdo que parece al mismo tiempo estar
ausente y decididamente demasiado presente. Lo más perturbador es que
fragmentos de esa memoria, disparados como trozos de un film sostenido a la
luz, aparecen de golpe y de modo sorprendente en la escena psíquica como si
poseyeran una vida independiente de la voluntad y de la conciencia 22.

Después de Auschwitz se abre una fuerte polémica en torno a la posibilidad de


representación o narración del exterminio de los judíos en Europa y la memoria en
relación al genocidio. Sobrevivientes, cineastas, escritores, artistas ha intentando la tarea
que desde el principio se plantea como imposible. La lógica del testimonio enseña una
modestia frente a la realidad. ¿Resulta obsoleto e inútil intentar representar lo
irrepresentable? ¿Deberemos quedarnos en el silencio? ¿La representación estética del
pasado traumático es acaso una violencia contra el acontecimiento? Tal como recoge
Mesnard de Blanchot, ¿será que la memoria de Auschwitz es imposible?23 Lo cierto es
que marcó un quiebre a partir del cual ya nada puede ser sostenido del mismo modo,
entonces surge una problematización de la cuestión del testimonio, cómo se puede dar
cuenta de este pasado, y la memoria asociada con cierto tipo de acontecimientos
históricos. El Angelus Novus de la imagen que presenta Walter Benjamin en la tesis IX,
en “Sobre el concepto de historia”, mira espantado hacia el pasado la acumulación de
escombros, y sólo ve ruina sobre ruina. Ese pasado que no puede ser el motor de la
historia, y mucho menos estar al servicio de una historia universal, el huracán del
progreso no lo deja ver las ruinas y lo empuja hacia el futuro. Parece que el progreso
solamente deja desastres detrás de él.24

El testimonio de Lucía, un caso de abuso sexual

22
Culbertson , R.“Embodied Memory, Trascendence, and Telling: Recounting Trauma, Re-establishing
the Self”, ​New Literary History,​ 26, 1995.
23
Mesnard, P., ​Testimonio y resistencia​, Buenos Aires, Wladhuter, 2011, p.12.
24
Cfr. Benjamin, W., “Sobre el concepto de historia”, en ​La dialéctica en suspenso,​ Santiago de Chile,
Arcis-LOM, 2003.

9
Un ejemplo claro donde la escucha es fundamental para la reconstrucción de la
memoria traumática es en el caso del abuso sexual. Los diferentes tipos de abusos
sexuales intrafamiliares hacia niños, niñas y adolescentes han tenido la particularidad de
haber atravesado por períodos históricos de mayor visibilización social, para luego pasar
a ser silenciados, distorsionados y/o descalificados por diferentes poderes y fuerzas
sociales, que tienden a ocultar estos fenómenos tan graves y horrorosos.25 Se tomará un
caso narrado por la psicóloga María Esther Cavagnis26. Para describir brevemente a la
reconstrucción de la narración y a la intervención de la profesional a través de su relato.
La madre de Lucía hace una consulta con la psicóloga, en un contexto de
divorcio con antecedentes de violencia, porque ella no permite ser higienizada, tiene la
vulva muy irritada y le dijo llorando a ella y a la abuela: “Me duele la cola por que mi
papá me toca”. La madre sostiene que le cuesta creer, pero que decide hacer una
consulta para saber si tiene que iniciar acciones legales; ella está en ese momento en
proceso de divorcio. La terapeuta toma el caso y define su intervención como una
investigación clínica. Ella la ve como una niña adaptable y confiada, alegre y afectuosa.
A medida que van pasando los encuentros, La terapeuta indaga y propone juegos para
contar lo que le pasó:

En otra sesión ella es la mamá y yo soy el médico: le pregunto ¿señora, qué le


pasa a su hija ? ...ella dice “llora por que le duele la colita y no se quiere bañar”,
pregunto ¿por qué será? , ella dice: no se, usted es el médico. Entonces
cambiamos los roles y cuando ella es el médico a la misma pregunta responde “
me parece señora que el padre le toca la colita”... le pega una curita a la muñeca
entre las piernas y empieza a guardar los juguetes con el pulgar en la boca. yo le
digo, “me contó tu mamá que vos también lloras cuando te bañan” y Lucía
responde : “a mi también mi papá me toca la colita” y se niega a seguir
hablando. Le pido que muestre en mi mano como la toca. hace un movimiento
suave circular y se detiene sobre un lunar que sobresale en el dorso. Continúa
con una caricia que se me ocurre claramente masturbatoria y luego clava su
dedito entre mis dedos y grita como jugando “¡¡¡ay, ay!!!”. Esta imágenes
corporales que completan la narración se constituyen para mí en el primer
indicio cierto de que lo denunciado puede ser real.27

25
Cfr Summit, R., “Hidden Victims, Hidden Pains” en Wyatt G. y Johnson Powel G., Lasting Effects of
Child Sexual Abuse, EEUU, Sage, 1988.
26
Cavagnis, M. E, “Si me quiere... ¿por qué me daña?...Un caso de abuso sexual en una niña de tres
años”, manuscrito no publicado, 2001.
27
Cavagnis, M. E., ​Op.​ cit., p. 2.

10
Luego de hacer averiguaciones pertinentes, la terapeuta decide realizar una
entrevista en cámara Gessell en presencia de otros peritos y registrarla en video para ser
presentada como prueba al juez y evitar en lo posible otros peritajes por parte de los
psicólogos de tribunales ofreciendo al juez y a las psicólogas del juzgado la posibilidad
de realizar otras entrevistas si lo consideran necesario con su participación detrás de
cámara.
El problema empieza a ser conseguir un abogado que la asista, nadie quiere
aceptar el caso porque el acusado es sobrino de una persona que pertenece al poder
político. La madre acude al juzgado de familia , al superior tribunal etc. Todos se niegan
a escuchar el pedido. En este momento, mientras Lucía relata sus más profundos
miedos, de alguna manera no consigue que la justicia la escuche y le provea ayuda ante
esta situación de violencia. Se siente enojada, y lo expresa: “Yo ya les conté, y ahora
ustedes ¿qué hacen? ¿qué hizo el Juez? Llévenme a mi yo le voy a contar lo que me
pasa, porque me pasa a mi, no a ustedes”. Finalmente consiguen quien acepte el caso, y
con ello una suspensión de las visitas del padre y una medida cautelar. El caso avanza y
se complejiza, mayores dificultades se generan una vez que se hace público y llega a los
medios de comunicación.
El tema es complejo, genera preguntas e interpela la ética profesional de la
terapeuta, los peritos y jueces. Muchas dificultades y obstáculos se presentan para
conseguir validar el testimonio, en este caso, de los niños.
Una de ellas tiene que ver con las epistemologías de los discursos que se ponen
en juego, con la verdad jurídica y la verdad clínica. El juez es el encargado de
administrar justicia por medio de la construcción de la “verdad jurídica". Mientras que
el psicólogo, debe desplegar su práctica en el campo jurídico pero adoptando al mismo
tiempo los criterios formales que el acto pericial supone.28 Sin embargo, el psicólogo
está interesado en resguardar al sujeto, tiene que operar entre estos dos discursos, y en
algún sentido estas verdades entran en contradicción.
Por otro lado, la memoria no es lineal, ni un disco rígido que contiene todas las
experiencias vividas. No es algo estático, es una creación que se actualiza, un entramado
complejo de la subjetividad. Por lo tanto, la construcción de la narratividad de esa

28
Cfr. Cavagnis, M., E. “La construcción de la memoria en los niños”, s/f. Disponible en internet en:
https://familiasyparejas.com.ar/la-construccion-de-la-memoria-en-los-ninos-lic-maria-esther-cavagnis/​.
Consultado el 15/3/2019.

11
memoria es algo vivo, una re-creación constante. Es así que no existe un pasado quieto
y consolidado. En el caso de los niños, les cuesta simbolizar y encontrar palabras para la
experiencia vivida, la Lic. Cavagnis sostiene que “el juego, las puestas en acto, y los
temores asombrosamente reflejan partes de la experiencia traumática del niño”29. Los
recuerdos son incompletos muchas veces, y se reelaboran a lo largo del tiempo. “El
fracaso para recordar detalles no significa que el trauma no se haya experimentado, todo
lo contrario. Pueden ser resultado de supresión debido al afecto doloroso.” 30
Allí, sostiene Cavagnis, el profesional puede hacer de punto de anclaje y ayuda a
pesar de las dificultades, para brindar información útil, dentro del registro que el sistema
institucional requiere. Introduciendo el testimonio de la niña en este caso, en una
narrativa mayor, ayudando a simbolizar.31

La paradoja del testimonio y la estructura de la vergüenza

En el capítulo tres de su libro ​Lo que queda de Auschwitz, Agamben llevará a


32
cabo un examen del sentimiento predominante en los sobrevivientes; la vergüenza.
Partirá de las observaciones de Levi, las cuales hallará insatisfactorias en vista que
dicho autor solo parece tener en cuenta las implicaciones morales de la vergüenza, las
cuales explica por medio de la culpa y la dignidad.
El planteo de Agamben parece querer ir más lejos, que quedarse en esa
inadecuación, apuntando en cambio a una interpretación ontológica de la vergüenza,
cuyo paradigma creerá hallar en la estructura paradójica de la subjetividad asociada a la
experiencia de la enunciación lingüística. El testimonio será un encuentro entre dos
imposibilidades de testimoniar, la del sobreviviente que no puede hacer el testimonio
integral porque no pasó el horror de lo que pasaron aquellos que murieron y el
testimonio del musulmán que ya no puede hacerlo porque no está aquí.
Agamben da cuenta de la estructura de la tensión del testimoniar, en la tensión
entre hablar y no poder decir y poder decir y no poder hablar es que se ubica la

29
​Ídem.​
30
​Ídem.​
31
​Ídem.​
32
​ arcelona, pre-textos, 2000.
Cfr. Agamben, G., ​Lo que queda de Auschwitz, B

12
estructura del testimonio del sobreviviente; la fina línea del testimonio es esa, que nunca
se puede llegar a comprender cabalmente el horror.
Agamben rechaza la interpretación trágica de la vergüenza, el héroe
culpable-inocente porque la situación del sobreviviente d​ e Auschwitz no puede pensarse
de esta manera, aun cuando pueda sentirse subjetivamente culpable de ciertas acciones
que ha cometido, no se puede responsabilizar por ellas; situación inversa a la del héroe
trágico que asume una culpa por lo que ha hecho, pese a percibirse subjetivamente
inocente. El sobreviviente del campo de concentración se siente inocente de aquello que
el héroe trágico se siente culpable, y culpable de lo que el héroe trágico se sentía
inocente.
La subjetividad pensada en los términos de vergüenza es algo inestable, que va
en oscilación entre la actividad y pasividad. Es así que Agamben hará de sustentar gran
parte de sus tesis en lo aportes de Levinas según la cual la vergüenza no queda
explicada bajo una doctrina moralista en el que apela a la conciencia de una falta, si no
que pareciera fundarse en la imposibilidad aparente de romper con uno mismo.
“Tratemos de prolongar el análisis de Levinas: Avergonzarse es ser entregado a lo
33
inasumible.” este carácter inasumible queda endilgado a un polo íntimo donde el yo
queda superado por su propia pasividad, que implica el perderse como sujeto: De esta
forma la vergüenza se funda en nuestro ser de la imposibilidad de despersonalizarse, de
la incapacidad de romper con uno mismo. Avergonzarse implica ser entregado a lo
inasumible, en lo que ha de asumirse no reside en algo externo si ni en nuestra propia
interioridad: en donde la vergüenza se da bajo un doble movimiento de subjetividad y
desubjetivación. Se establecerá una analogía entre el concepto de “auto-afección”
kantiana a los fines de resaltar la situación particular en la que se ve implicado el
carácter de ser remitido a la receptividad, a una pasividad en la que se confunde tanto el
paciente como el agente.
Es así que uno de los primeros alcances que tendrá esta arqueología de la
vergüenza es la caracterización agambeana de la subjetividad: “La subjetividad tiene
constitutivamente la forma de una subjetivación y una desubjetivación, por esto es, en lo
34
íntimo vergüenza”. Agamben ve en la ​vergüenza ​el sentimiento fundamental de ser

33
Agamben, G., ​Lo que queda de Auschwitz, ​Barcelona, pre-textos, 2000. p 110.
34
​Ibíd. ​p.112.

13
sujeto, que se produce en la alteridad de una subjetivación y una desubjetivación.
Desubjetivación que ya está implícita en el paso de la lengua al discurso, donde el
individuo debe des-subjetivarse para transformarse en sujeto de enunciación, sin más
referencia que la misma instancia de discurso, donde el que habla no es el individuo
sino la lengua.
Otro alcance que tiene el análisis de la figura de la vergüenza en Agamben es la
de ponernos frente la dificultosa relación con el testimonio, ya que el hombre al ser solo
discurso se ve frente a la dificultad de testimoniar desde ​la zona gris del musulmán​,
desde el hombre sometido a desubjetivación : “precisamente porque la relación (o, más
bien, la no-relación) entre el viviente y el hablante reviste la forma de la vergüenza, de
estar recíprocamente consignados a un inasumible, el ​ethos d​ e esa separación no puede
ser otra cosa que un testimonio; algo, pues, que no se puede asignar a un sujeto y que
35.
constituye, no obstante, la única morada, la única consistencia de un sujeto”​
El testigo aparece como una figura que asume la palabra desde una posición de
enunciación imposible, y sin embargo será por medio de ​la vergonzosa experiencia
36
poética de la de subjetivación que Agamben señalará un movimiento doble (en
analogía con lo que ocurre en la poesía de Keats o en el heterónimo en la poesía de
Pessoa) donde en el que cada desubjevización supone una re-subjetivación, lo que le
permite plantear la idea de que él que testimonia lo hace por una acto delegación, en el
cual queda habilitada la posibilidad que el hombre testimonia del no-hombre.
El recurso estético es la estructura misma de la subjetividad, hablar es salirse de
sí, para hablar hay que desarticularse. No es que no existan palabras, no alcance el
lenguaje porque se ha perdido la posibilidad de simbolizar, entrando en una lógica de
los sublime. La estructura bipolar de la subjetividad aparece relacionada con el acto
poético de la creación, estrategia para la creación artística. La paradójica estructura de
lo humano que atestigua por lo in-humano, el que atestigua pero no tiene nada que
decir, y el que tiene todo que decir pero no puede decir absolutamente nada.

El Estado-terrorista argentino

35
​Ibíd. ​p.137.
36
​Ibíd. ​p.118.

14
En este apartado se expondrá la especificidad de la experiencia argentina, que
“nace de circunstancias propias del modo y circunstancias en que se dio el ejercicio de
la violencia antidemocrática y negación de los Derechos Humanos protegidos, así como
los actores sociales involucrados en el conflicto”37 Según Duhalde38 el proceso de
recuperación de la memoria en el caso Argentino fue producto de luchas y tensiones, y
resultado de la lucha del movimiento de Derechos Humanos, encabezado por las
Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, y la asunción de sus banderas por parte del
Estado:
El régimen militar instaurado a partir del 24 de marzo de 1976, con su prolija y
sistemática preparación, y el creciente accionar represivo ilegal, se basó en una
elaborada teoría que configuró el Estado Terrorista y su faz clandestina permanente.
Producido en el transcurso de una crisis política catastrófica y de la necesidad de ajustes
permanentes en el modo de acumulación del capital para el mantenimiento del injusto
orden social, implicó en sí un cambio substancial de las formas: se configuró el Estado
Terrorista, partiendo de supuestos que se esgrimieron como permanentes y que
contradecían las bases fundamentales del Estado democrático. Se afirmaba en que el
principio de sujeción a la ley, la publicidad de los actos y el control judicial de estos
incapacitaban definitivamente al Estado para la defensa de los intereses de la sociedad.
En consecuencia, apareció como sustrato de dicha concepción la necesidad de
estructuración casi con tanta fuerza como el Estado público– del Estado clandestino y,
como instrumento de este, el terror como método. En el Estado Terrorista se asume
expresamente una nueva filosofía: el Estado tradicional, en América Latina, ya sea el
democrático parlamentario o las dictaduras militares sujetas a una normatividad pública
autoimpuesta, es incapaz de defender el orden social capitalista y contrarrestar con la
eficacia necesaria la contestación y la insurgencia social y, por ende, debía incorporarse
una actividad permanente y paralela del Estado mediante una doble faz de actuación de
sus aparatos coercitivos: una pública y sometida a las leyes y otra clandestina, al margen
de toda legalidad formal, con el crimen masivo y el terror como método fundamental,
bajo el eufemismo de “formas no convencionales de lucha”.39

El saldo de la actividad represiva ilegal fue de alrededor de 30.000


desaparecidos y más de 200.000 exiliados fue el resultado de aquello que había sido
pensado para defender la democracia. Algo que se suponía que iba a ser momentáneo se
instaló directamente como un Estado que actuaba en la oscuridad y la clandestinidad:
“el Estado Terrorista es la culminación degenerativa del Estado militar “eficiente”.40

37
Duhalde, L., E., ​El Estado terrorista argentino, ​1a ed., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Colihue,
2013, p.15.
38
Cfr Duhalde, L. E., ​El Estado… Op cit.
39
Duhalde, L., E., ​El Estado...Op cit. ,​ p. 17.
40
Duhalde E., L., ​El Estado.​ ..​Op. cit, p​ 19.

15
La paradoja del testimonio y la estructura de la vergüenza están presententes en
el testimonio de los ex-detenidos-desaparecidos41 de la dictadura militar argentina del
76’, quienes fueron ‘quebrados’ y torturados:

Esa culpa especifica, que no está referida a ninguna forma de colaboracionismo


polìtico represivo en las relaciones interpersonales en el campo, ha atormentado el post
cautiverio de algunos sobrevivientes y en la tarea profesional de acompañamiento y
contención es preciso tenerlo en cuenta, para poder pasar del concepto generalizador de
ex prisionero detenido-desaparecido, al particularizado de cada historia de vida en el
campo de detención ilegal, incorporando las claves para comprender la producción de la
angustia.42

Un dilema se les presentaba a los sobrevivientes acerca de su propio discurso:


“por un lado, los sobrevivientes sentían la obligación de contar lo que pasó; por otro
lado, lo que pasó era tan difícil de digerir que había que encontrar formas de relatar el
terror sin que este se apodera del relato y de sus receptores”43:

A nosotros, los sobrevivientes, eso nos puso en una situación muy difícil,
porque aparecíamos como agentes difusores del accionar de la dictadura y nos ponían
un rol de duda: (...) ¿por qué te sacaron a vos para contar todo esto? Pero bueno, nos
resultaba ineludible, era una obligación.​ ​(Carlos Lordkipanidse 23-4-2014)44

Es así como los ex-detenidos-desaparecidos se interrogan acerca de los límites


de su propio discurso: ¿Buscaban generar empatía? ¿Cómo hacerlo sin quebrarse ni
volver a repetir lo vivido? ¿Cómo escapar a esa subjetividad que no deseaban? En tanto
difundir el terror podría ser uno de los objetivos del terrorismo estatal en su momento,
muchos de los ex-detenidos-desaparecidos fueron con organismos de derechos humanos
y narraron su testimonio una y otra vez incansablemente. Según Duhalde, “el testigo ex
detenido-desaparecido tiene otras limitaciones narrativas de igual género que los

41
La expresión es tomada de Duhalde, E., L.
42
Duhalde, E., L, “El ex detenido-desaparecido como testigo de los juicios por crímenes de lesa
humanidad: una aproximación al tema” en Duhalde, E.,L., Rousseaux, F., ​El ex detenido-desaparecido
como testigo de los juicios por crímenes de lesa humanidad​, Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
Argentina, Fundación Eduardo Luis Duhalde, 2015, p.46.
43
Dürr, C. ​Memorias incómodas: el dispositivo de la desaparición y el testimonio de los sobrevivientes
de los CCDTyE,​ Temperley, Tren en Movimiento, 2017, p. 167.
44
Testimonio de Carlos Lordkipanidse citado en: Dürr, C., ​Memorias incómodas: el dispositivo de la
desaparición y el testimonio de los sobrevivientes de los CCDTyE,​ Temperley, Tren en Movimiento,
2017, p 166.

16
sobrevivientes del Holocausto: no alcanzan todos y cada uno de los detalles materiales
para transmitir lo vivido”.45
Según las investigaciones de Christian Dürr, un doble quiebre operaba a partir
del dispositivo instalado en los centros clandestinos de detención (CCD)46. Uno a nivel
‘individual’, del que da cuenta la dificultad de la articulación de la vivencia traumática
en una narrativa: “La posibilidad de recuperar la identidad subjetiva quedaba, antes que
nada, socavada por la persistencia del trauma como secuela de la experiencia
concentracionaria.”47 Esa experiencia, imposible de poner en palabras, pero que se
articulará en un testimonio, ubicándola en un contexto social y compartido, volvería en
forma de flashes, rastros del trauma. Pero “el primer reflejo de los sobrevivientes
consistía en no darse a conocer como tales, en mantenerse ‘invisibles’, en evadir la
confrontación social, en no hablar de sus experiencias y en guardar el secreto de su
‘incompletud’ como sujetos”.
Por otro lado, nos encontramos con una fragmentación social, según el análisis
de Dürr, el poder de la violencia de Estado actuó con el objetivo de la fragmentación
social, el aislamiento, y la ruptura de ciertos espacios políticos y sociales, que después
de la dictadura habían desaparecido.48 Y lo que habían vivenciado, “imposible” de
compartir, se lo quedaban para sí mismos, incluso siendo que muchos declararon en los
Juicios a las Juntas, la militancia política seguía siendo atacada, un tabú, y la sociedad
juzgaba ‘por algo será’.
Para dar cuenta del trauma, de la tortura y del plan de exterminio, algunos
sobrevivientes recurrieron, según Dürr, a conceptos vinculados a las experiencias
históricas del nacionalsocialismo. Se conceptualizó entonces el accionar de la dictadura
como genocidio: “El genocidio es el momento tanto traumático como fundacional de la
sociedad post genocida, que define el límite entre un “antes y un “después”
inconciliables”.49
El proceso que tuvieron que atravesar fue un trabajo de reconstitución de la
propia identidad quebrada, y de qué significaba en el contexto político ser un

45
Cfr Dürr, C. ​Op. cit.
46
Cfr Dürr, C. ​Op. cit.
47
Dürr, C. ​Op.Cit​, p. 148.
48
Dürr, C. ​Op. cit.​, 158, 159.
49
Dürr, C. ​Op.Cit​, p. 168.

17
sobreviviente. Tener que difundir algo que, por otro lado, no existía si no fuera por los
testimonios casi, era una clave para explicar su propia supervivencia, Y con las leyes de
Punto Final y Obediencia debida de la época de Alfonsín y los indultos decretados por
Menem, muchos sobrevivientes se convirtieron en militantes de una causa que corría el
riesgo de enterrarse y olvidarse constantemente. Cuando se reanudaron los juicios por
delitos de lesa humanidad, los testigos-desaparecidos pudieron dar su testimonio, Jorge
Julio López guardó escritos y dibujos mientras aún no habían caído las leyes de
impunidad, y tiempo después pudo contar en un juicio lo que había escrito. Jorge Julio
López fue testigo fundamental en el juicio contra el represor Miguel Osvaldo
Etchecolatz, a escasas horas de dictarse la sentencia, López fue secuestrado.50
Por otro lado, en relación a la hipótesis de Piper Shafir51, la conceptualización de
lo que les sucedió a los ex-detenidos-desaparecidos, testigos del horror, y la
intelectualización a través de la comparación de su experiencia a la del genocidio nazi
ha sido una estrategia de escucha generada por ellos mismos. Sin embargo, no se
condice en el caso de Argentina con una completa victimización, ya que los sujetos que
sufrieron la experiencia concentracionaria no tomaron simplemente el lugar de víctima
pasiva, sino que se situaron como sujetos políticos a partir de la resignificación de sus
experiencias de militancia y una militancia activa por la recuperación de la memoria, la
verdad y la justicia.
La capacidad del detenido-desaparecido para no responder a los mandatos del
terror, para no conformarse en ser víctima, no debe ser excluida del análisis; ya que, en
la exclusión de la noción misma de la opresión y de la naturaleza política de los cuerpos
resistentes, desaparece también la condición política emancipadora de esa resistencia
opuesta. Así recupera el detenido-desaparecido su condición de sujeto y no como simple
expresión categorial​.52

Christian Dürr sostiene que los sobrevivientes se transformaron en protagonistas


de su propia historia, de modo que se les concedió influencia, o ganaron un espacio de
influencia en el discurso social, abriendo espacios y redes de escucha. 53
Es preciso rescatar ante el ex detenido desaparecido la importancia de la
reparación simbólica del acto judicial de la sentencia, sustentado en la credibilidad de su

50
Cfr Gómez, M., R., “1976-2006-2016: Años sin López Julio, la ausencia de un testigo necesario”,
Entrevista a Rubén López en ​Revista de la facultad de ciencias sociales N 92,​ Buenos Aires​, Octubre,
2016.
51
Cfr. Piper Shafir, ​Op. cit..​
52
Duhalde, L., E., “El ex detenido-desaparecido…”, ​Op. cit,​ p. 35.
53
Dürr, C., ​Op. cit.​ , p. 170.

18
testimonio, sabiendo de todos modos, que éste no devuelve a la vida a los asesinados ni
borra los procedimientos sufridos por el testigo, pero que adquiere un caràcter esencial
de restablecer principios lógicos, éticos y jurídicos, referidos al mundo
concentracionario, que restituyen su centralidad a la razón asaltada, suspendida por la
impunidad que han gozado hasta el presente aquellos genocidas.54

En Argentina existió una reapropiación de la memoria desde la resistencia y la


búsqueda de la reconstitución de la subjetividad de los testigos-sobrevivientes.
Rousseaux reflexiona sobre el proceso de escucha y la responsabilidad estatal asumida
más de 30 años después; cuando “con el fin de la impunidad y la reapertura de los
juicios de lesa humanidad se inició un trabajo de acompañamiento a las
víctimas-testigo, quienes en su relato se transformaron en prueba viviente, en portadores
de la memoria a lo largo de tantos años de impunidad.”55 Se interpela cuál será el papel
de aquellos agentes que escuchan:

No podemos empujar a un sujeto a nombrarlo todo a cualquier precio. Si bien


este es un axioma válido para orientarse en el trabajo terapéutico, esta prudencia cobra
un estatuto singular en la clínica atravesada por los Derechos Humanos en el trabajo con
sobrevivientes y, en particular en lo tocante al problema del testimonio.56

“Treinta años después no se trata de demostrar los hechos sino de producir un


sentido de lo ocurrido”.57 La exigencia de una memoria intacta, de pruebas y objetividad
que muchas veces se reclama en el discurso jurídico y los tradicionales mecanismos de
la administración de la justicia dan lugar a otro contexto de enunciación que tiene una
función reparadora, según Rousseaux, “la ligazón entre Estado y delito cambia la raíz de
las coordenadas.”58 Y siempre el testimonio será incompleto, cambiante, se enlazará con
otros testimonios, mutará. Interpelará la ética de los actores involucrados en el proceso
y la responsabilidad de acompañar y escuchar, esa escucha no es simple, “no podemos
escuchar desde cualquier lugar y en cualquier circunstancia”.59

54
Duhalde, L., E., “El ex detenido-desaparecido…”, ​Op. cit,​ p. 40-41.
55
Martínez, V., “Presentación de la colección: haciendo memoria” en Duhalde, E.,L., Rousseaux, F., ​El
ex detenido-desaparecido como testigo de los juicios por crímenes de lesa humanidad​, Ciudad Autónoma
de Buenos Aires, Argentina, Fundación Eduardo Luis Duhalde, 2015, p.23.
56
Rousseaux, F., “Memoria y verdad. Los juicios como rito restitutivo” en Duhalde, E.L.; Rousseaux F.;
Prólogo de C. Rozanski, ​El ex detenido desaparecido como testigo de los juicios por crímenes de lesa
humanidad,​ Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina, Fundación Eduardo Luis Duhalde​, ​p. 71.
57
​Ídem​.
58
​Ibid,​ p. 69.
59
​Ibid,​ p.80.

19
Otros obstáculos: Putas y guerrilleras

En este apartado se señalan los obstáculos que encuentra la violencia sexual


como eje disciplinador del Terrorismo de Estado para ser incorporada a la memoria
colectiva de lo vivido. ​Las narraciones de abusos sexuales de las sobrevivientes fueron y
desestimadas, descreidas, asociadas con la traición, sospechadas, por los sobrevivientes
y por la sociedad.
La enunciación o descripción de los vejámenes por parte de mujeres no
aportaba nada en ese momento desde el punto de vista de la construcción de la
prueba, no era útil para el objeto del tribunal. ¿Por qué? La violación estaba
incluida en la tortura. No era considerada un delito de género. La normativa
jurídica de la época, que luego cambiaría, determinaba que la violación era una
‘afrenta al honor privado’.60

Operó un doble silenciamiento sobre estos testimonios, que aunque fueron


registrados en el Juicio a las Juntas, no fueron considerados como una forma específica
de violencia ni visibilizada como un hecho político. ​Se consideraba a los crímenes
sexuales como algo secundario, poco importante frente a otras figuras como la
desaparición, el homicidio y el robo de bebés.
Pero además operó doblemente el ‘por algo será’: “‘Todos los sobrevivientes
son traidores’ era la acusación velada cuando llegaban al exilio salidos de los campos. Y
las mujeres que sobrevivian además eran putas”.61
Miriam Lewin62 narra cuando un 24 de marzo, en el aniversario del golpe la
decidió ir a un famoso programa televisivo, ​Almorzando con Mirtha Legrand a ser
entrevistada frente a una audiencia de incontables personas, una pregunta de la diva la
deja helada: “¿Es verdad que salías con el Tigre Acosta?”, seguida por un silencio de los
que estaban en el estudio. Ella comenta como responde que eran prisioneras, y no tenían
derecho a negarse, y cuenta experiencias de sus compañeras. Mirtha se siente en falta.
Pero en esas palabras está la pregunta de fondo por la traición, la delación, la sospecha,

60
​Ibíd,​ p. 104.
61
Wornat, O., Lewin, M., ​Putas y guerrilleras,​ 1ra ed., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Planeta,
2014, p. 119
62
Cfr, Lewin, M. “Mártires y prostitutas”, en ​Putas y guerrilleras,​ 1ra ed., Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, Planeta, 2014.

20
la culpa que recae en los ex-detenidos-desaparecidos con una acusación, la idea de que
las desaparecidas se salvaron por acostarse con sus captores. “Ellos eran nuestros
dueños absolutos. No quedaba resquicio alguno para nuestro libre albedrío. Pero si
hubiera existido? Si la mirada lasciva de ellos sobre nuestros cuerpos hubiese sido usada
por nosotras (...) ¿hubiera sido correcto condenarnos socialmente?”63, se pregunta
Lewin.
Quizá habría que preguntarse por qué gran parte de la sociedad negó la violencia
sexual. ¿Con qué otra dinámica del poder se relaciona? ¿Qué condiciones de
enunciación permitirán visibilizar la violencia sexual en los CCD?

El trabajo de los movimientos de derechos humanos

Dentro de esta compleja trama de dificultades es posible reflexionar acerca de


los efectos de la labor que realizan distintos movimientos sociales que trabajan sobre
distintos aspectos de la violencia social. Incluiremos aquí los movimientos de derechos
humanos, pequeñas organizaciones locales y políticas, los movimientos en defensa de
los derechos de la mujer y los distintos centros de reflexión teórica y asistencial que se
derivan de ellos. La complejidad del campo social hace que sea difícil generalizar, ya
que memorias sociales como campos de disputa política entre una diversidad de sujetos
con intereses disímiles y a veces antagónicos 64.
Sin embargo, los movimientos sociales mencionados, entre otros, insisten
reiteradamente en que se escuchen los relatos de las víctimas y promueven activamente
la recepción extensa y el registro escrito de los testimonios de los sobrevivientes. Brison
misma señala:
En mi esfuerzo para contar la historia de la víctima (mi historia, nuestra
historia), fui inspirada e instruida no sólo por las feministas que se negaban a aceptar la
dicotomía entre lo personal y lo político, sino también por aquellos que pelearon en el
campo de lo racial como Williams, Matsuda y Lawrence, quienes incorporaron la
primera persona narrativa en las discusiones de la ley racial. En escritos sobre el
discurso de odio, es posible argumentar persuasivamente que no se puede hacer justicia
a la cuestión involucrada sin haber escuchado las historias de las víctimas. Estos autores
salieron de la convención académica al hablar en modo impersonal, ‘universal’, y hablar
de los incidentes que ellos mismos experimentaron.65

63
Lewin, M., ​Op. cit., ​p.19.
64
Cfr Jelin, E., ​Los trabajos de la memoria,​ Colección Memorias de la Represión, Madrid, Siglo XXI,
2002.
65
Brison, S., ​Op cit.​, p.5.

21
Conclusión: cuando la elaboración personal se transforma en elaboración
colectiva y viceversa

Diego Singer se pregunta “¿Bajo qué condiciones una mujer (d)enuncia su


violación? ¿Entre quiénes? ¿Qué tipo de solidaridades son necesarias? ¿Cuál es la
atmósfera afectiva que permite esa enunciación?”66, en el contexto de un fenómeno
llamado ​#miracomonosponemos​, en el que se disponen las condiciones de enunciación
para denunciar abusos silenciados, que comenzó con la denuncia de Thelma Fardin a
Juan Darthés. La solidaridad entre víctimas de abuso ofrece el lugar de escucha como
un acto político. Se difunde en las redes sociales, una enunciación en la que a partir de
las denuncias del colectivo Actrices Argentinas, otras mujeres que sufrieron abuso se
animan a denunciar.
En este ejemplo resalta claramente el aporte cognitivo de un movimiento social y
la manera definida en que influye tanto en la constitución como en el registro de la
evidencia de un episodio traumático. Por un lado, los movimientos sociales dan lugar a
la coordinación de voluntades y movilizan recursos para alcanzar los objetivos
comunes, ensayan y ponen en acción nuevas formas de organización. Generan efectos
sobre su entorno al tiempo que aprenden a reflexionar sobre sí mismos.
Como bien lo explica Roberta Culbertson, la función de la narrativa es
devolverle a la víctima su status social legítimo como alguien que cuenta su propia
biografía y restablece la dimensión social perdida en el acto de violencia.67 Narrar es, en
definitiva, un proceso de organizar la memoria, que otorga poder al narrador sobre la
historia. Pero ese testimonio es siempre incompleto. Forma parte de un proceso que va
hacia la reintegración con la comunidad y sólo puede comenzar luego de que las
memorias hayan sido escuchadas.
La compleja narrativa que permite percibir al Terrorismo de Estado en
Argentina como un genocidio, y conectarlo conceptualmente con el Holocausto da lugar

66
Singer, D. comunicación en Instagram del 13 de Diciembre de 2018, disponible en internet en:
https://www.instagram.com/p/BrVOmBmF5ip/?utm_source=ig_web_button_share_sheet​. Consultado el
27/3/2019.
67
Cfr. Culbertson , ​Op. Cit.​.

22
a una conexión entre la memoria individual y la memoria social, incorpora las
experiencias traumáticas a una narrativa y una verdad colectiva. Según Dürr:

El empleo del concepto de genocidio funciona también como una estrategia


discursiva de elaboración del trauma individual, porque lo “socializa”/ “objetiva” y lo
“intelectualiza”: lo “socializa”/ “objetiva”, en tanto entenderlo como el producto, a nivel
personal, de un accionar represivo dirigido contra toda la sociedad; y lo “intelectualiza”,
en tanto concebirlo como parte de un plan sistemático de intervenir violentamente en la
sociedad con el objetivo de cambiarla. 68

Así el pasado vuelve a ser concebido en conexión con el presente. “Memoria,


verdad y justicia- la consigna de las luchas por los Derechos Humano- son, por ende,
nada menos que los requisitos necesarios para poder superar los traumas individuales
(no solo de los sobrevivientes) tanto como sociales.”69
Es así como se puede incorporar el trauma a la narrativa individual y colectiva,
en una vinculación de la historia personal y la historia política que se va constituyendo a
medida que se escuchan realmente los testimonios del horror acaecido. Es una memoria
en constante movimiento e incompletitud.

68
Dürr, C., ​Op. cit.​ , p. 168.
69
Dürr, C., ​Op. cit.​ , p. 168-169.

23
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25

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