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Pontificia Universidad Católica de Chile

Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política

Instituto de Historia

¿El historiador como juez, amigo o


adversario de su objeto de estudio?
¿Cómo se generan vínculos entre la experiencia humana en el tiempo y el espacio y la labor del
historiador? ¿Cómo se explican las opciones de investigación? ¿Cuánto pesa la mediación de las
fuentes para la historia? ¿Cómo deben ser atendidas?

Estudiante: Adriana Montecinos Caprile


Curso: Introducción a la historia
Profesor: Claudio Rolle
Fecha: 12 abril 2021
“… sino también el germen de una voluntad de medir, de evaluar, de determinar las cantidades a
toda costa, la obsesión con las cifras, las medias, las curvas, es decir, lo que dio en llamarse
historia secuencial…”1

Con estas palabras introductorias es que somos recibidos a la obra de Duby, que nos habla del
panorama en que él comienza a trabajar en su tesis doctoral, de una época donde la forma
secuencial de ver la historia (el sueño del positivista) era todavía la más popularizada y los
Annales (como representantes de una historia social, que da inicio a una historia de
comprensión) llevaba apenas una década en funcionamiento.

Este es un debate que, a nosotros, los recién iniciados en el camino, nos lleva casi un siglo. Se
nos anuncia que ha ganado la historia carnal, la historia de devolverle la vida a los muertos, una
historia que tiene al hombre en sociedad en el objetivo de su mira. Una historia que nos pone en
una nueva encrucijada, dado que “La acción humana supone la elección de un medio en función
de un fin, pero no la podemos explicar por causas y leyes, pues sólo podemos comprenderla” 2
aquí aparece ante nosotros el nuevo problema ¿Qué implica la comprensión? ¿Qué cambio
supone esto en el uso de las fuentes? ¿Cuál es el vínculo que se genera entre el historiador y el
objeto que ha comprendido? Esta última será el tema central del ensayo, siendo la finalidad hacer
dialogar a distintos autores en un intento por responder estas y la cuestión ya planteada en el
título.

Antes de hablar de las implicancias de una historia basada en la comprensión, es necesario


esclarecer qué es lo que esta significa, así pues, Prost nos indica que “No estamos en presencia
de un método que pudiéramos describir, sino una suerte de descansa sobre la experiencia anterior
que atesora el historiador”3 de esto obtenemos que el historiador comprende el pasado sólo en la
medida que haya vivido algo similar en su vida (puede ser él mismo o a través de un testigo) y
que el acto de la comprensión no es uno en que deban simplemente seguirse pasos.

Esto dificulta una respuesta a nuestra segunda pregunta, pero pese a eso, algunos autores hacen
un esfuerzo por explicitar su forma de acercamiento a las fuentes, véase Stabili que nos
recomienda leer la novelas y memorias porque esas son las que han “nutrido el corazón” de sus

1
Georges Duby, La historia continúa, Debate, Madrid, 1992, p. 8.
2
Antoine Prost., Doce lecciones sobre la historia, Cátedra, Madrid, 2001, p. 158
3
Íbidem, p.163
informantes4, Duby que explicita su razonamiento al leer una fuente 5 (capitulo donde él se va con
hipótesis, refutaciones e ideas, cuando uno quizá sólo hubiera encontrado dudas y frustración por
la falta de contexto) y cómo no, Una extraña derrota, que es un ejercicio de comprensión y una
explicación de las circunstancias que llevan a distintos agentes sociales a comportarse de la
manera en que lo hicieron en el contexto de la segunda guerra mundial. Este trabajo de Bloch es
aún más impresionante si consideramos que su objeto de estudio es la sociedad que él habita en
su presente, y que esta mirada “sigue siendo el análisis más penetrante y acertado de las causas
de la derrota”6, enseñándonos por medio de la práctica que la comprensión no es necesariamente
más “válida” cuando se han dejado pasar 50 años a fin de dejar reposar los hechos.

Siendo esto lo más que podemos acercarnos al método de la comprensión, es necesario que
pasemos al vínculo. En el título se plantean 3 formas diferentes que adopta el historiador, estas
siendo: juez, adversario y amigo.

Historiador como juez. Partiendo de la labor del juez, que condena según un código legal que ha
sido legitimado por el conjunto de las personas, nos surge una duda ¿Ocupa el historiador su
propio código o el de la época que estudia? Si ocupa el suyo ¿Está siendo justo? Ocupar el
código actual en la democracia ateniense nos diría que fallaron completamente y merecen ser
condenados por tener una democracia que no incluía a la mayoría de su población, pero eso
ignora el contexto en que esta democracia nace, rodeado de tiranías y gobiernos bastante menos
democráticos. No estamos siendo justos al condenarla. ¿Y si ocupamos entonces el código de la
época? Ignoremos el que este código no siempre está disponible, digamos que lo está ¿Hace
entonces el historiador un trabajo de compresión si le es imposible transportar su sujeto al
presente? Vemos pues que el historiador no puede ser juez.

Historiador como adversario y amigo. Es necesario tratar esto a la vez, porque representan
posiciones contrarias, el adversario sólo ve su diferencia con el otro, esto vuelve imposible la
comprensión, un ejemplo (quizá corriendo el riesgo de sobre simplificar el asunto) es que si
afirmamos que algo “no es un gato” no nos estamos acercando realmente a lo que sí es. Por el

4
María Rosaria Stabili, El sentimiento aristocrático. Élites chilenas ante el espejo (1860- 1960),
Andrés Bello/Dibam, Santiago, 2003, p. 51
5
Georges Duby op. cit., p. 46-58
6
Stanley Hoffman en el prólogo para La extraña derrota, Marc Bloch, 1940, Critica, Barcelona,
2003, p.11.
otro lado tenemos la amistad, amistad que nace de una comprensión entendida como “comunión
fraterna entre objeto y sujeto”7. La amistad entiende desde la semejanza y la amistad es más que
simplemente calificar algo entre bueno o malo ¿Cuál es su problema entonces?

Prost nos plantea 3: el de los límites morales, la objetividad y el de la legitimidad de la


transposición8. El primer problema planteado establece un diálogo con la obra de Moutier, la
autora allí nos habla de la necesidad de “devolverles su individualidad, su humanidad, (…) Si los
miramos como hombres, la catástrofe de la guerra nos parece aún más horrible” 9. Hay una
responsabilidad de comprender a estos hombres, porque no hacerlo sería pretender que es un
asunto cerrado que ha quedado en el pasado, lo cual supone un peligro inmenso para nuestro
presente y futuro. Si se está asustado por creer que esta comprensión, actúa como una
justificación y que uno llega a sentir simpatía entonces la respuesta se inclina a separar el hombre
que se estudia del hombre que pudo haber sido. Si vemos a los hombres como productos de sus
circunstancias podemos sentir tristeza por los hombres que nunca serán, sin justificar en lo más
mínimo los hombres en los que se convirtieron. El problema de la objetividad no es tanto un
problema como es un hecho, no existe tal cosa de la historia absoluta y es precisamente la
riqueza de interpretaciones lo que mantiene viva la labor del historiador. El tercer problema
plantea una duda sobre la comprobabilidad de la comprensión, no es posible resolver la pregunta
en su totalidad, pero sí somos capaces de acercarnos con las palabras de Febvre: “para hacer la
historia volved la espalda resueltamente al pasado, vivid primero” 10. No podemos comprobar la
comprensión de otros o la nuestra, pero sí podemos asegurarnos de que nuestra comprensión de
la historia sea la más cercana posible si antes de entenderla nos hemos dedicado a la vida y esa es
parte de la labor que hemos asumido.

Amistad es entonces la palabra que elijo, al menos por el momento, pero, no por eso puedo
afirmar que este debate ha acabado. Incluso si aceptáramos la amistad, más interrogantes
nacerían. Esperemos tener la salud, vista, oído y voz, para seguir siendo parte de esta
interminable discusión.

7
Henri-I Marrou en Antoine Prost, op. cit., p. 169.
8
Antoine Prost, op. cit., p. 170-171
9
Marie Moutier, Cartas de la Wermacht: la Segunda Guerra Mundial contada por los soldados,
Crítica, Barcelona, 2015, p. 15.
10
Lucien Febvre, Combates por la historia, Ariel, Barcelona, 1992, p. 56.
Bibliografía

- Bloch, Marc, La extraña derrota. Testimonio escrito en 1940, Critica, Barcelona, 2003.

- Duby,Georges, La historia continúa, Debate, Madrid, 1992.

- Febvre, Lucien Combates por la historia, Ariel, Barcelona, 1992.

- Moutier Marie, Cartas de la Wermacht: la Segunda Guerra Mundial contada por los soldados,
Crítica, Barcelona, 2015.

- Prost, Antoine, Doce lecciones sobre la historia, Cátedra, Madrid, 2001.

- Stabili, Maria Rosaria, El sentimiento aristocrático. Élites chilenas ante el espejo (1860- 1960),
Andrés Bello/Dibam, Santiago, 2003.

- Bloch, Marc, Apología para la historia o el oficio del historiador, Fondo de cultura económica,
México D. F., 2001.

Adriana, escribes un muy buen ensayo, con propuesta y juicio crítico, con dialogo con los
autores y con mucha humanidad. Quizas eres algo tajante en algunos puntos como cuando
señalas que los adversarios solo ven las diferencias con los otros o los jueces condenan. Muy
bien 7

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