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INSTITUTO UNIVERSITARIO ECLESIÁSTICO SANTO TOMÁS DE AQUINO

ANTROPOLOGÍA CULTURAL
Lcdo. Romel Pernía

SEMANA 04
FECHA: 17 de abril 2023
TEMA: Unidad I. Campo y perspectiva de la Antropología cultural: Variaciones
históricas.

Iniciar el análisis de la historia de la antropología cultural, es menester recordar que,


cuando Edward B. Tylor escribió su Cultura primitiva (1871), quería crear una ciencia nueva,
cuyo objeto era el estudio de la cultura, fue el significado que tal palabra tuvo desde entonces
para las ciencias sociales, a saber, el de modo de ser colectivo que se transmite de generación
en generación. Tal significado de la palabra cultura era diferente de otros consagrados tanto
por las humanidades, para las cuales tener cultura es ser una persona cultivada o educada, o
ser cultor o amante de las letras y demás bellas artes. Tylor estudió la evolución más que el
funcionamiento de las distintas culturas, y, por eso, se le considera evolucionista. Pero, su
énfasis en el adjetivo diacrónico del hecho social no olvida el sustantivo cultura.

El problema del nombre “antropología”


Es sabido que el estudio de sociedades diferentes nació con el nombre poco feliz y que
aún puede parecer pretencioso, de antropología, que significa etimológicamente estudio del
hombre. La razón de tal nombre fue, sin duda, el carácter holístico o totalizador que se quería
dar a tal estudio; es decir, la nueva ciencia, para comprender mejor al hombre, que es miembro
de una sociedad y que está inmerso en una cultura, lo estudia en todos los aspectos o desde
todos los ángulos posibles. A esta ciencia se le llama en Estados Unidos antropología cultural,
en Inglaterra, social, y en Francia, etnología, si bien la similitud de marcos teóricos y
metodológicos utilizados, permite concluir que se trata de una misma disciplina.
¿A qué se debe la diversidad de nombres? Sin duda al enfoque que la disciplina tiene
en cada país en su nacimiento. Tylor, al publicar en 1881 el primer manual de antropología,
observa en el prefacio que en una época en que las materias de la educación se han
multiplicado tanto, parecerá a primera vista un abuso recargar al ya abrumado hombre de
estudio con una nueva ciencia, pero añade que el efecto real de la Antropología es más bien
aligerar que recargar el trabajo a que el estudio obliga, pues ésta, considerada ciencia del
Hombre y de la Civilización reúne en un todo más manejable los asuntos dispersos de la
educación ordinaria1.
Debe tenerse en cuenta, por una parte, que las disciplinas no nacen siempre con el
nombre con que acaban siendo consagradas; éstas, al igual que las personas en las
sociedades donde tienen plena vigencia los ritos de paso, toman distintos nombres a medida
que avanza su desarrollo. Y por otra parte, que el cambio de nombre puede deberse también
a la división del campo de estudio entre nuevas disciplinas o al influjo de otras disciplinas
afines.

La fecha de nacimiento
Se ha repetido muchas veces que la antropología nace en el siglo XIX y que es una
ciencia básicamente anglosajona, por el desarrollo notable que ha tenido en el mundo de habla
inglesa a ambos lados del Atlántico. Tal afirmación debe rectificarse. La antropología como
ciencia o, al menos, como campo de conocimiento, nace cuando una sociedad se pone en
contacto, escribe y reflexiona sobre las sociedades diferentes.
En Occidente ya ocurrió esto cuando Grecia y Roma su pusieron en contacto con los
bárbaros, existiendo historias o antologías que analizan bien el aporte de la antropología greco-
romana; pero el caso más notable tiene lugar cuando los españoles llegan al Nuevo Mundo y
conquistan, colonizan y evangelizan a los pueblos indios, sobre todo a las altas culturas azteca,
maya e inca. Si es cierto que el marco ideológico de esa época no permitía el desarrollo de
una ciencia autónoma, en el sentido que se da hoy al término, pues entonces la reflexión
científica no se había independizado de la filosofía y teología imperantes, también es cierto
que hubo una descripción y una explicación de los hechos sociales, que es lo propio de la
verdadera ciencia. Hay antropólogos anglosajones que no están de acuerdo con esta
afirmación y así Kluckhohn en su Antropología (1949) escribe: Aunque los antiguos aquí y allá
mostraron que valía la pena ocuparse de los tipos y costumbres de los hombres, fueron los
viajes y las exploraciones a partir del siglo XV los que estimularon los estudios de variabilidad

1 Tylor, E. (1973). Antropología, Madrid, Editorial Ayuso, p. VI. 15.


humana. Los contrastes observados con el compacto mundo medieval hicieron necesaria la
antropología. Por útiles que sean los escritos de este período (por ejemplo, las descripciones
de viajes de Pedro Mártir), no pueden considerarse como documentos científicos. Con
frecuencia fantásticos, se escribieron para divertir o con fines prácticos. Las relaciones
minuciosas de observadores de primera mano se mezclaban con anécdotas embellecidas y a
menudo de segunda procedencia. Ni los autores ni los observadores tenían una instrucción
especial para interpretar o registrar lo que veían. Contemplaban a otros pueblos y sus
costumbres a través de lentes toscos y deformadores, fabricados con todos los prejuicios y
todas las ideas preconcebidas de los europeos cristianos2.
Pero no se explica por qué Kluckhohn habla solo de Pedro Mártir de Anglería, autor de
las Décadas de orbe novo (1530), quien no estuvo en contacto con los indios por no haber
venido nunca a América, y no se refiere a otros muchos ejemplos. Entre éstos, ocupa un lugar
central el franciscano Bernadino de Sahagún, autor de la Relación de las cosas de la
Nueva España (1985?), una clásica etnografía escrita en náhuatl, lengua de sus informantes,
y en castellano, lo que la hace un caso único de la historia de la disciplina.

Las etapas de desarrollo de la antropología


Las etapas del desarrollo de la antropología pueden ser tres. En la primera, se describen
las otras culturas y se reflexiona sobre su transformación por la praxis social; en la segunda,
se buscan las leyes científicas de la evolución de las sociedades o de sus instituciones; y en
la tercera, dicha búsqueda científica se centra en el funcionamiento de tales sociedades,
aunque con enfoques algo diferentes, lo que explica la aparición de sendas escuelas
nacionales en Estados Unidos, Inglaterra y Francia.
La primera etapa, que se inicia en la segunda mitad del siglo XVI, corresponde al mundo
colonial hispanoamericano, sobre todo de México y del Perú. Los españoles, al enfrentarse a
las altas culturas americanas y al tratar de transformarlas en lo político y en lo religioso, hicieron
muchos estudios descriptivos e históricos sobre dichas culturas y acumularon mucha reflexión
teórica sobre la transformación de las mismas.
Esta descripción y reflexión se retoman en el siglo XX, cuando en México y Perú, tras la
crisis de la política asimilacionista del primer siglo de vida independiente, nace el Indigenismo,

2
Kluckhohn, C. (1965). Antropología, México, Fondo de Cultura Económica, p. 13.
se redescubre la población indígena y se montan programas de desarrollo de la comunidad,
bajo el influjo de la antropología anglosajona.
La segunda etapa se inicia en el último tercio del siglo XIX, cuando personas
procedentes de distintas profesiones y nacionalidades hacen formulaciones sobre la evolución
de la sociedad y de sus instituciones (la familia, el Estado, la propiedad o la religión); tales
formulaciones, cuyos ejemplos clásicos son La cultura primitiva (1871) de Edward B. Tylor y
La sociedad antigua (1877) de Lewis H. Morgan, afirman la evolución unilineal de la sociedad
y de sus instituciones, como una ley científica. Al pasar el tiempo, el evolucionismo cultural,
cuya clave para explicar el desarrollo de las sociedades es la invención, no convence por falta
de pruebas y se desprestigia; así entra en escena el difusionismo cultural, cuya clave es la
difusión o préstamo y que también formula generalizaciones con la misma seguridad y la
misma falta de pruebas, que lo llevan al desprestigio y crean la necesidad de cambiar la
pregunta. Así, ya no se indaga cómo nacen y evolucionan las culturas, sino cómo funcionan.
La olvidada pregunta evolucionista no será retomada sino varias décadas después, pero
entonces se hablará de una evolución no unilineal, sino multilineal.
La tercera etapa con el tema del funcionamiento de las culturas, se inicia en el primer
tercio del siglo XX, cuando se institucionaliza la carrera de antropología en las universidades
norteamericanas, inglesas y francesas. Entonces surgen escuelas nacionales: la antropología
cultural de Franz Boas en Estados Unidos, la antropología social de Bronislaw Malinowski y
Alfred Radcliffe-Brown en Inglaterra y la etnología de Marcel Mauss en Francia. La primera
(antropología cultural) estudia la cultura como modo de ser y actuar propio del grupo; la
segunda (antropología social), la estructura social de los pueblos primitivos, como una rama
de la sociología; y la tercera (Etnología), también la estructura social, pero con una fuerte
preocupación por temas más filosóficos de la vida social.

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