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Introducción
• “Los Israelitas han abandonado tu alianza, han derribado los altares y han pasado a espada
a tus profetas; quedo yo sólo y buscan mi vida para quitármela”, dice Elías triste y
acongojado. Está cansado de todas sus batallas, busca consuelo en Dios y parece no
encontrarlo.
• “Siento una gran tristeza y un dolor incesante en el corazón. Pues desearía ser yo mismo
maltratado, separado de Cristo por mis hermanos, los de mi raza...”. En el mismo sentido se
manifiesta San Pablo para tratar de explicar cómo el Plan de salvación de Dios no se realiza
plenamente, no porque Dios rechace la fragilidad humana, sino que en medio de esa
fragilidad permite que experimentemos su misericordia.
• “Viendo Pedro la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó:
‘¡Señor, sálvame!’. La escena que sigue al conocido pasaje de Jesús que camina sobre las
aguas también describe la fragilidad de la condición humana.
En la segunda lectura se nos transmite la tristeza de san Pablo porque parte de su pueblo ha
rechazado el mensaje de salvación del Evangelio. A pesar de que han pasado casi treinta
años de la muerte y resurrección de Jesús, Pablo no se cansa de testimoniar que la Alianza
de Dios es irrevocable y que su misericordia es eterna.
En el evangelio de san Mateo, el relato de Jesús que camina sobre las aguas sigue a la
narración de la multiplicación de los panes. Es de noche y Jesús “obliga” a sus discípulos a
subir a la barca mientras él despide a la gente y sube al monte para orar. Al finalizar la noche,
los discípulos que están en la barca zarandeada por las olas pues el viento es contrario, no
reconocen a Jesús que se acerca. Jesús se identifica con palabras de ánimo y de fortaleza y
Pedro, tras pedirle que lo mande a ir hacia él, comienza a caminar sobre las aguas hasta que
“le entra miedo” y comienza a hundirse. Jesús lo levanta, suben a la barca, el viento se
calma. La escena dramática concluye con una profesión de fe: “Verdaderamente eres Hijo de
Dios”.
La vida es una sucesión de problemas cada vez más complejos. Cuando somos niños
experimentamos dificultades y creemos que es el fin del mundo, pero el camino sigue, y en él,
las angustias y los conflictos. Muchas veces son consecuencia de nuestros errores pero
también hay ocasiones en que los líos parecen generarse incluso cuando tratamos de hacer
las cosas bien. El problema del mal, las enfermedades y tragedias, las pandemias y el
coronavirus, la pobreza, el hambre, la pérdida del trabajo y otras circunstancias pueden
generar cansancio, desesperanza, desilusión y angustia. Al igual que la persecución que
experimentaba Elías, la tristeza profunda que manifiesta san Pablo, el miedo de Pedro que se
hunde bajo las aguas, la Palabra del Señor en este Domingo quiere ser una voz de ánimo
para todos.
Como al Príncipe de los Apóstoles, hoy el Señor nos dice a cada uno “¡Ven a mí!”. Como lo
proclama san Pablo, la misericordia del Señor es eterna y Él es siempre fiel. Como al profeta,
el Señor se nos sigue manifestando discretamente, en el silencio de nuestro interior, en la voz
de nuestra conciencia, en las indicaciones de su Palabra, en sus pequeñas y cotidianas
indicaciones. En medio de la noche que puede estar atravesando nuestra Iglesia, nuestra
familia, nuestra empresa, nuestra economía, sólo existe una realidad capaz de hacer amainar
el viento: la fuerza de la fe que surge de la experiencia del amor misericordioso de Dios.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la
misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Los Padres del desierto solían plantear a sus monjes una metáfora tomada de la práctica del
cazador que cuando descubre la liebre que busca, suelta los perros para que la persigan y
capturen porque es un animal sumamente ágil y rápido. Los canes salen veloces tras la
liebre, pero poco a poco se van quedando por el camino porque los matorrales y obstáculos
hacen que pierdan el rastro. Sólo el perro que nunca pierde de vista a su presa es capaz de
alcanzarla y atraparla. Así es la vida cristiana: ninguna circunstancia puede hacernos perder
de vista a Jesús que acompaña e ilumina nuestro caminar y nuestra vida. Pidamos al Señor
la gracia de ser hombres y mujeres de fe inquebrantable, firmes en medio de las crisis y
sólidos para ayudar a los que sufren un poco más que nosotros.
1. Te pedimos por la Iglesia, que como la barca de los apóstoles muchas veces tiene que
enfrentar vientos contrarios y se ve zarandeada por las olas, para que experimente
siempre la serena presencia de Cristo, el Hijo de Dios.
2. Te pedimos por los pastores de la Iglesia, para que siempre den testimonio de fe y de
fortaleza, para que puedan caminar sobre las aguas del escepticismo y la incredulidad y
puedan conducir a sus rebaños hacia Cristo, el único Salvador.
3. Te pedimos por los que sufren y son perseguidos, de modo especial por los que han
perdido las fuerzas y la esperanza, para que encuentren en los que los rodean un
testimonio eficaz de tu misericordia.
4. Te pedimos por todas las personas que trabajan en el campo de la salud y por todos los
que arriesgan su vida por ayudar a los que más sufren, para que encuentren en la fe en
Cristo la fuerza necesaria para ser incansables testigos de tu amor.
Presidente: Escucha, Padre bondadoso, las plegarias que te dirigimos con fe en esta
celebración de la resurrección de tu Hijo, quien vive y reina por los siglos de los
siglos. Amén.
Introducción
• La horripilante escena de un dragón que amenaza la vida de un recién nacido termina con
un hermoso canto de alabanza: “nos ha llegado la salvación”, “comienza el reinado de Dios”,
“es evidente el poder de Cristo”. Cuando más frágiles nos podemos sentir, más podemos
experimentar el poder de Dios.
• La segunda lectura también es entusiasmante y positiva: Cristo resucitado vence no
solamente la muerte en general, sino que vence la muerte de cada uno de nosotros. Él es la
primicia por quien María fue Asunta la Cielo y por quien nosotros recibimos la garantía de una
vida después de la vida.
• El conocido relato de la Visitación y el himno del Magníficat que lo acompaña, nos invita a
hacer nuestro propio himno de alabanza a Dios por tantas cosas grandes que ha hecho Dios
en nuestras vidas.
La primera lectura de esta fiesta de la Asunción está tomada de la mitad del último libro de la
Biblia, el Apocalipsis, y describe una visión que tiene lugar en el cielo: una mujer vestida de
sol, da a luz un hijo varón; un dragón tenebroso amenaza con devorar al recién nacido; Dios
interviene para tomar el niño hacia el cielo y a continuación (aunque esta lucha se omite en el
texto que fue proclamado) se desencadena el combate entre Miguel y el dragón, el cual es
derrotado y surge un himno de victoria el cual oímos la primera parte que testimonia el
cumplimiento de la Promesa de Dios por medio del poder de su Cristo.
La segunda lectura toca el elemento central de nuestra fe, que es la Resurrección de Cristo y
la promesa de nuestra resurrección después de la muerte, porque si no creemos en la
resurrección, si creemos en la reencarnación o en la transmigración de las almas, no
podemos llamarnos verdaderamente cristianos.
El evangelio nos muestra cómo la lógica de Dios es distinta de nuestra lógica: una mujer
embarazada que, en vez de buscar ser cuidada, corre a servir a su parienta que está más
necesitada; Un Dios que exalta a los humildes, que colma de bienes a los hambrientos y que
es siempre misericordioso. Una lógica que es bien distinta a la lógica de este mundo.
Es difícil saber con exactitud cómo fue el final de la vida de la Virgen María. Ni siquiera se
sabe con precisión dónde tuvo lugar este evento, pues no sólo en Jerusalén sino también en
Éfeso (actual Turquía, a donde habría huido con el apóstol san Juan), existen tradiciones que
describen la muerte, la “dormición”, el “tránsito” o la Asunción de María. La fecha también es
variable y los diversos textos la ubican entre tres y veinte años después de la Ascensión del
Señor Jesús. Cambia igualmente la descripción del evento: en algunos relatos se lo describe
durante la vida natural de María; en otros, en el momento de su muerte, en la vía hacia la
tumba, o desde la tumba, después de tres días. Algunos narran cómo los apóstoles habrían
descubierto un día que la tumba de la Virgen estaba vacía, o cómo ellos la habrían visto
elevarse al cielo.
El dragón es símbolo de todas las fuerzas hostiles a Dios: es perfecto para proyectar el mal
(tiene siete cabezas), tiene una fuerza monstruosa (tiene diez cuernos) y ha triunfado en
muchos campos (tiene siete diademas). Con su cola ha arrastrado un tercio de las estrellas,
que representan a las comunidades cristianas del Asia menor, perseguidas y desorientadas.
Por eso la mujer huye al desierto por 1260 días, tres años y medio, que según el profeta
Daniel (Dn 7, 25), es el tiempo que dura una persecución muy dolorosa.
Por eso la Iglesia nos ofrece este texto en este día, porque reflejándose en ella, que ha
sabido cumplir su misión de madre, descubre la propia identidad para realizar el
misericordioso proyecto de Dios: la salvación de toda la humanidad.
Eso no se realiza por la eliminación de la muerte biológica, sino transformándola en un nuevo
nacimiento. Y eso es lo que contemplamos en esta fiesta mariana: el alba de una nueva
humanidad, porque lo que Dios ha realizado en ella es el destino que nos espera a todos.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la
misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Monición a la Liturgia de la Palabra: En esta fiesta mariana la Iglesia nos propone una
visión del Apocalipsis, una proclamación de la fe de san Pablo en la Resurrección de Cristo y
de la victoria sobre la muerte y el relato de la visitación con el cántico del Magnificat.
Escuchemos con atención para descubrir cuál es el mensaje que esta Palabra nos transmite.
1. Oremos por la Iglesia y por todas las comunidades eclesiales, para que en medio de las
dificultades siga haciendo presente el mensaje de Salvación de Cristo Jesús y siga siendo
luz que oriente el caminar de toda la humanidad.
2. Oremos por nuestros gobernantes, para que, en medio de las dificultades derivadas de la
pandemia, puedan conducir a nuestros pueblos hacia el desarrollo y la construcción de
una sociedad cada vez más justa y fraterna.
3. Oremos por los enfermos, por los que pasan hambre y necesidad, por los que están solos
y desconsolados, para que encuentren en la fe la fuerza necesaria para superar sus
dificultades.
4. Oremos por esta comunidad, para que descubra cada día con mayor diafanidad a la
Virgen María como el modelo y el camino que nos lleva a Cristo y que nos invita a hacer lo
que Él nos dice.
Presidente: Atiende Padre bueno las súplicas que te presentamos con la confianza de
los hijos y con la sinceridad de un corazón que te busca y te necesita. Por Jesucristo
nuestro Señor. Amén.
Introducción
• Interioridad. Conciencia de la elección divina de Israel y su rebeldía.
• Exterioridad. Esperanza ante las realidades nuevas, la reconstrucción y la salvación
universal.
• La actitud del Señor Jesús. Frente a los paganos manifiesta que su misión terrena se limita
al pueblo judío, pero luego se abre a todos los que tengan fe.
La perspectiva del tercer libro del profeta Isaías invita a confiar en Dios y estar atentos de la
salvación que llega y pide oración, justicia, humildad, tener fe y hacer el bien a todos, más
allá de lo legal, lo moral y lo ritual; igual invita a tomar conciencia que la disminución de la fe
llevó a buscar en las obras externas un medio para llenar la ausencia de interioridad.
San Pablo, recuerda la elección divina y fortalece la esperanza del pueblo al reconocer que
“Dios no ha reprobado a su pueblo” que ha caído. Su mundo religioso nacionalista,
monopolizador y seguro, que lo llevó a la prepotencia y rebeldía, ahora se convierte “en
salvación para los gentiles,” que, sin arrogancias ni encerramientos, aceptan al Salvador; y lo
hace con la convicción que llegará el día del gran “misterio”, en el que “todo el pueblo de
Israel será salvado.”
El Evangelio de San Mateo relata el pasaje de una mujer no judía, de la tierra de los paganos,
“cananea,” que suplica a Jesús ayuda para su hija, y Él, primero, es indiferente y luego le
niega el pedido justificando su actitud, a tal punto que llega a la dura comparación de
establecer la distinción entre los hijos y los perros, los judíos y los paganos, para explicar que
su misión se limita a los judíos. Pero ante la actitud de fe firme de la mujer, viene
inmediatamente la elocuente excepción: “por su gran fe.” La fe de la cananea es más viva y
firme que la del pueblo elegido. Fe que se torna un principio general: la fe es la garantía, con
tal que tengan fe, los no judíos tiene los mismos privilegios que los judíos creían tener
exclusivamente.
Esta invitación es para que nosotros hoy; en efecto, como creyentes estamos llamados a que
nos examinemos delante de Dios y delante de nuestros hermanos, a que nos coloquemos
ante el universalismo de la salvación en la persona del Señor Jesucristo, quien con su actitud
dura ante la mujer cananea nos llama la atención para que reforcemos nuestro grado de fe y
de fidelidad ante los demás.
La palabra del profeta ...los conduciré a mi monte santo y los llenaré de alegría en mi casa de
oración, se repite en el Señor Jesús: mi casa será llamada casa de oración, y esto nos motiva
a dirigir la mirada hacia la actitud intercesora de los discípulos y de San Pablo a reconocer
que, como Iglesia, tenemos la misión de interceder ante el Señor por los más necesitados y
débiles y que, como discípulos suyos, tenemos también la misión de servirles en sus cuerpos,
en sus mentes y en su espíritu. El Señor nos pide actuar consecuentemente, por eso no
tolera posturas de falta de coherencia e interioridad o de refugio en el apego a lo religioso,
propias del fariseísmo discriminador; esto lo que cuestiona duramente el Señor Jesús.
Mientras que la universalidad de la salvación incluye y justifica a los que eran excluidos, los
gentiles o paganos, los eunucos, los extranjeros, la tendencia humana es al egoísmo, la
envidia y la discriminación. De ahí que el sentido de la misión de la Iglesia es a universalidad,
por eso se llama católica. Igualmente, también, tiene el significado maternal, todos son hijos y
hacen parte de ella. Todos, hombres y mujeres del mundo, sean del país o nacionalidad que
sean, de la cultura o la etnia, clase social o grupo humano, todos están llamados a la
salvación, la felicidad y la vida, y para lograrlo basta que tengan fe. Y esta fe llega y crece
mediante el testimonio de vida y la predicación de la Palabra .
El testimonio de los cristianos está llamado a ser de tal convicción y apertura que contagie la
alegría de creer, primero, a todos los que estén cerca y, luego, a los que lleguen de lejos,
para que animen a muchos otros que buscan la verdad y para que ayuden a quienes suplican
a Dios la ayuda que necesitan, sin sentirse excluidos, sino esperanzados y confiados en su
fe.
¿Dónde Predicar? El Señor Jesús comenzó junto al lago de Galilea de los gentiles, desde un
lugar fronterizo, desde una periferia. Dios viene a nuestras realidades complejas, a nuestras
oscuridades. En las regiones que se consideraban “oscuras.
La Palabra nos convoca a abrir las puertas a la esperanza, a llamar a los amados de Dios a la
vida, a persistir en la fe de todos los tiempos, ahora centrada en la persona del Señor
Jesucristo, por lo que cada día debe ser nueva y magnífica, por ser don del Padre, para todos
como hermanos para que contribuyamos con la historia de salvación.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la
misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Señor Jesús, misionero del Padre, nos has comunicado la Buena Noticia del acceso al Reino
de Dios, mediante su persona y su palabra; nos llamas y nos haces ver cómo tu misión es
universal, para que así nosotros como Iglesia, guiados por tu Espíritu Santo, llevemos a todos
el mensaje del amor, de la misericordia, de la fe y la esperanza, que nos trae su salvación.
Monición a la Liturgia de la Palabra: Las lecturas que vamos a escuchar nos llevan a ver
cómo el plan divino de salvación tiene diversas etapas, gracias a la pedagogía divina y a la
decisión irrevocable de Dios de elegir a su pueblo, de tratarlo con misericordia ante su
rebeldía, de elegirnos a nosotros y abrazarnos con su fraterno amor, y de elegir a toda la
humanidad para salvarla. Escuchemos con atención.
1. Por la santa Iglesia de Dios, para que, siendo fiel, sea también motivo de entusiasmo y
alegría para cuantos buscan la Salvación. Oremos.
2. Por los gobernantes, empresarios y empleadores, para que sus actitudes sean de justicia,
equidad, honestidad y de fidelidad ante Dios, y ante la persona humana. Oremos.
3. Por quienes han caído en los vicios, para que encuentren el sentido de la vida y el camino
conviene para superar su mal. Oremos.
4. Por las familias que se encuentran en dificultades en sus hogares, en su trabajo, con
enfermos o con carencias en su vida cotidiana, para que encuentren personas y medios
que les sirvan de apoyo y sostenimiento. Oremos.
5. Por nosotros y por todos los cristianos, para que sepamos dar con firmeza testimonio de
nuestra fe en el Señor Jesucristo, nuestro salvador. Oremos.