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Sin embargo, para la autora, la etnohistoria sigue siendo reacia a los encasillamientos y a las
definiciones unívocas, lo cual exige que sea re-pensada una vez más en cuanto a su naturaleza
y alcance.
Siguiendo a Aguirre Beltrán (antropólogo mexicano) piensa que quizá al ser una “disciplina
heterogénea” las fronteras no son fáciles de precisar. Pero también, retomando una antigua
sugerencia de Trigger (etnohistoriador norteamericano) se pregunta si definirla sigue siendo
relevante dado que la etnohistoria ha alcanzado un espacio dentro de las ciencias sociales.
Pese a todo, vuelve a preguntarse ¿cuáles son las causas de ese permanente halo de
“incertidumbre epistemológica” a qué se debe esa permanente búsqueda de reconocimiento y
legitimación como campo de trabajo?
Menciona los diálogos entre historia y antropología, que se aceleraron en la segunda mitad del
siglo XX, a partir del interés de ciertos historiadores hacia lo exótico y de ciertos
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antropólogos hacia los documentos históricos. Tras lo cual se han ampliado las miradas de
unxs y otrxs.
Sin embargo, recuerda que estas relaciones estuvieron cargadas de prejuicios. Por ejemplo,
Radcliffe-Brown cuestionaba la validez del uso de los documentos históricos y de las
narrativas orales para la reconstrucción del pasado de los pueblos nativos.
- Con el uso de fuentes históricas para estudiar a los pueblos sin escritura (con las
mediaciones metodológicas necesarias).
- Tras la legitimidad dada a las narrativas orales para la reconstrucción del pasado desde
la perspectiva nativa.
Otro tema estuvo centrado en la valoración académica de las fuentes de información. Para ello
se retomaron lineamientos metodológicos propios de la historia y la etnohistoria. Esto es:
Asimismo, se pregunta:
- ¿Desde qué campo disciplinar debería interrogarse por el pasado de las sociedades no-
occidentales?
- ¿A partir de qué parámetros se debería analizar el pasado histórico de sociedades no-
occidentales?
A diferencia de otras sub-disciplinas que tienen el prefijo etno, dice la autora, la etnohistoria
no surge, en el ejemplo norteamericano (en otros contextos académicos podría discutirse esta
idea) asociada a la interpretación de las creencias e interpretaciones de los actores desde una
perspectiva emic.
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Posteriormente, los trabajos etnohistóricos no solo se concentraron en considerar como eran
las estructuras sociales de los pueblos indígenas a través de los documentos de archivo sino en
reconstruir los procesos de cambio que generaron los colonialismos.
Sin embargo, afirma que la etnohistoria ha ampliado en los últimos años su campo de estudio
al incorporar la perspectiva étnica sobre el pasado a través de los testimonios y narraciones
orales, poniendo de manifiesto la dimensión emic de los hechos y acontecimientos.
Hacia una Antropología histórica, más allá de una hermenéutica del pasado
Define el trabajo etno-histórico como el estudio del pasado de los pueblos nativos realizado
desde la disciplina histórica o desde la antropológica, o sea desde métodos y experticias
diferenciales.
Las diferentes percepciones sobre el pasado que pueden reconstruirse a partir de documentos
o a partir de relatos vivenciales, pueden entrar en conflicto, en algunos casos. Esto puede ser
enriquecedor desde una mirada académica pero no así en instancias de disputas identitarias,
políticas o territoriales.
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Tierras indígenas: usos del pasado para reivindicar el presente.
Al respecto, el Estado estableció ciertas nociones históricas del pasado a través de términos
como ancestralidad y pueblos originarios que han sido luego re-interpretados por los mismos
indígenas.
En este proceso de pensarse y verse sobre un territorio desde una perspectiva colectiva los
actores han reflexionado sobre sus comunidades, sus diferencias y particularidades culturales
y sobre el lugar que tienen y han tenido con respecto a la geografía e historia del país. Lo cual
ha implicado una consideración sobre el pasado con respecto a sus áreas territoriales
compartidas.
Con la demarcación de tierras, los indígenas han logrado reunirse para entretejer públicamente
diversas historias, en las que establecen las bases para construir una memoria histórica y
colectiva de sus comunidades.
Las narrativas que refieren a sus pasados mitológicos y cosmogonías son articulados con
eventos históricos recientes y de esa forma la memoria histórica actúa conectando un pasado
remoto y uno más cercano que se reconstruye en función del uso y disfrute de las tierras.