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IPES CO

PROF. AGUEDA ISLA

FICHA: El derecho a la educación en la Argentina

TEXTO: FINNEGAN, F.; PAGANO, A. (2006) El derecho a la educación en Argentina. Buenos Aires.
Foro Latinoamericano de Políticas Educativas (FLAPE). Capítulo 1

La educación como derecho en los orígenes del Estado Argentino:

En la Republica Argentina, el derecho a la educación se encuentra jurídicamente consagrado en la


Constitución de 1853. Se trata de una concepción del derecho a la educación como un derecho
individual, compatible con la conformación de los estados nacionales bajo las formas políticas del
liberalismo, etapa en la cual se produce una mutación en los fundamentos del poder político, que
implica la conquista de los derechos individuales y una modificación en la base de la legitimidad
del poder. Esta pasa del soberano por derecho divino, a los individuos, los iguales frente a la ley y
sujetos de derechos individuales garantizados por un Estado limitado a ejercer las funciones de
justicia, defensa de la soberanía territorial, seguridad interna, garantía de los derechos
individuales, y no intervención en las cuestiones de la esfera económica.

“Los derechos se inician como libertades, como derechos individuales a resguardar de las trabas
provenientes de la autoridad civil o eclesiástica. En este sentido, en la educación, el monopolio de
las iglesias como agencias de adoctrinamiento de fieles y súbditos se opone a los intereses de la
burguesía naciente que identifica a la educación como un derecho individual asociado a la
formación del ciudadano.

La Carta Magna de 1853 no dota de contenido explícito a los derechos, si no que asegura un
conjunto de declaraciones, derechos y garantías relacionadas con la protección de las personas y
con las condiciones que hacen viable un estado de derecho. El articulo 14 constituye la principal y
obligada referencia al derecho a la educación al garantizar para todos los habitantes de la nación
el goce de una multiplicidad de derechos entre los que se encuentra el de enseñar y aprender. Las
interpretaciones de este artículo han conducido a posiciones antagónicas respecto a la injerencia
del estado en la educación, según el énfasis puesto en el derecho a enseñar o en el de aprender.

 Los que privilegian el derecho a aprender otorgan al Estado un papel principal en materia
educacional, ya que como representante del interés general de los ciudadanos debe
efectivizar el cumplimiento del derecho a la educación a través de su función legislativa,
de su papel docente como prestador de servicios educacionales y de acciones indirectas
de apoyo técnico y financiero a las provincias.
 Las posturas que enfatizan el derecho a enseñar otorgan al Estado un papel subsidiario:
éste debe promover en primera instancia el derecho original a educar de los padres, a las
iglesias y a los particulares; sólo debe intervenir donde la actividad privada no alcance.
La oposición entre ambas doctrinas: la subsidiariedad del estado en materia educativa y su
principalidad, es parte de un largo debate público ligado a la puja por los recursos públicos
para la educación privada, principalmente confesional y católica.

En sus versiones más actuales, quienes afirman la doctrina de la principalidad, conciben al


Estado como garante del derecho a la educación, obligado a asegurar el mínimo de
escolaridad obligatoria a través de servicios educativos que garanticen una oferta educativa
gratuita de igual calidad para el conjunto de la población.

El sistema educativo argentino se institucionalizó como un instrumento de política al servicio


del proyecto oligárquico liberal de creación del Estado Nacional, con la constitución del
Sistema de Instrucción Publica Centralizado Estatal. En el periodo 1885 – 1916 adquirieron
legalidad el carácter hegemónico del Estado en la educación y su papel docente, la
obligatoriedad, y la laicidad y la gratuidad de la educación pública.

Ley 1.420 de Educación Común:

Aprobada en 1884 luego de un periodo de profundos debates en el legislativo, en la prensa y


en la opinión pública en torno a la enseñanza religiosa, a la escuela mixta y al control del
Estado sobre la educación, se constituyo en la base normativa fundamental del sistema
educativo nacional. La norma consagró la instrucción primaria obligatoria, gratuita y gradual.
La obligatoriedad estaba dada por una obligación del Estado en garantizar la existencia de una
oferta educativa pública al alcance de todos los niños, que permitiera el acceso a un conjunto
mínimo de conocimientos, también estipulados por ley; y la de los padres, obligados a inscribir
a sus hijos en las escuelas bajo amenaza de sanción.

La tendencia pedagógica que se impuso fue la “normalizadora”, que daba importancia a la


institucionalización normativa de los aspectos que hacen al profesor, especialista o experto en
la perspectiva de un desempeño eficaz entendido como control social.

La regulación de los contenidos de la enseñanza se oriento al mismo fin, se encontraban


organizados atendiendo a los grupos de edad, sexo, nacionalidad, raza y otros; y a las
necesidades económicas y políticas referidas a los recursos humanos de la clase dirigente.

La expansión educativa y el Estado como garante de la educación:

La acción directa del Estado Nacional en las jurisdicciones provinciales en materia de


enseñanza se inició en 1.905, con el dictado de la ley n° 4.874 denominada Ley Laínez, que lo
habilitaba a crear y dirigir establecimientos de nivel primario de acuerdo con los lineamientos
de la 1.420

En 1938, se sanciona la Ley n° 12.558, la Ley Palacios, de Asistencia medico social a la niñez en
edad escolar, que planteaba la creación de escuelas hogares a cargo del Consejo Nacional de
educación y de atención a la cuestión sanitaria a cargo de una comisión con representantes de
los ministerios de Educación y de Salud.
A lo largo del siglo XX el sistema educativo constituyó un fuerte factor de movilidad social
ascendente. En 1930 la sociedad argentina, se volvió más compleja debido a la diversificación
productiva y el desarrollo industrial, a las migraciones internas que se agregaron a las
externas, a la conformación de demandas de sectores recientemente constituidos o de otros
que evolucionaron y formaron asociaciones profesionales, estudiantiles, sindicales,
académicas, a la gestación de nuevos campos técnicos profesionales, a los cruces culturales
consecuencia de estos procesos, etc.

Para 1943, el peronismo recupera el discurso de la instrucción pública, considerando que ésta
debe alcanzar aquellos sectores que aún no concurren a la escuela.

Bajo postulados que proponían la voluntad de incorporar a sectores sociales tradicionalmente


apartados del sistema educativo, en carácter de sujetos de la educación pública, y la
introducción de enunciados que relacionaban la educación y el trabajo, el primer Plan
Quinquenal (1947 – 1951) desarrollado durante el primer mandato del presidente Perón,
planteó como objetivos de política pública para el sector educativo “vitalizar la escuela,
dándole activa participación a la vida social cuyo factor más eficiente era el trabajo, y
nacionalizar el currículo, articulándolo con las demandas de enseñanza práctica, de educación
espiritual, de instrucción para el trabajo y de vinculación con la realidad.”

Constitución Nacional de 1.949

Fue la reforma a la Constitución Nacional de 1853, rigió hasta 1957 debido del derrocamiento
de Perón en 1955. Incluyeron una serie de derechos como los del trabajador, de la familia, de
la ancianidad, de la educación y la cultura.

La Carta Magna de 1.949 se inscribe en la tradición del constitucionalismo social, de fines de la


Primera Guerra Mundial, es un movimiento jurídico que “en los países de occidente expreso y
cristalizo categóricamente una ampliación del régimen de garantías y una limitación de las
contingencias sociales producidas por los efectos del sistema capitalista en general, de la crisis
a nivel mundial en particular, y de los temores sobre el surgimiento de movimientos políticos
socialistas”. En el marco de la consolidación de los Estados de Bienestar, las constituciones que
hasta entonces consagraban derechos políticos y civiles y se centraban en asegurar estructuras
que limitaran el autoritarismo, comenzaron a extenderlos a la esferas social y laboral;
consagrando así derechos sociales.

De esta manera, el artículo 37 IV, referido a los derechos de la educación y la cultura, otorga al
Estado la acción directa de creación de escuelas de primera enseñanza, secundaria, técnico-
profesionales, universidades y academias; a la vez que instituciones de formación docente
especializada para la educación primaria en el medio rural; establece la obligatoriedad de la
enseñanza primaria elemental y la gratuidad de aquella ofrecida por el Estado; los fines
generales de la enseñanza; la orientación general de los jóvenes; los fines y gobierno de las
universidades y la protección del patrimonio cultural, científico y artístico de la nación. En
cuanto a la educación el texto afirmaba “los alumnos capaces y meritorios tienen derecho a
alcanzar los más altos grados de instrucción. El Estado asegura el ejercicio de este derecho
mediante becas, asignaciones a la familia y otras providencias que se conferirán por concurso
entre los alumnos de todas las escuelas.” Es decir, en cuanto al financiamiento educativo, el
Estado se obliga a garantizar el derecho a la educación primaria a todos los habitantes y de
manera selectiva en los niveles subsiguientes, atendiendo a las capacidades y los méritos de
los estudiantes.

Es de destacar que esta Constitución no establece la función hegemónica del Estado en


educación e introduce el principio de subsidiariedad del Estado. La familia y los
establecimientos particulares son definidos como ejes del sistema educativo, en tanto
corresponde a los establecimientos oficiales la función de colaborar con ellos, perspectiva
fundamental para propiciar el desarrollo de la educación privada; así también se impulsa la
normalización de la situación de los servicios de gestión privada mediante la sanción del
Estatuto para el Personal Docente de los Establecimientos de Enseñanza privada, ley N°
13.047/1947 que sistematizó e institucionalizó el subsidio estatal a la educación de gestión
privada.

La afirmación de la función subsidiaria del Estado en educación: el derecho a “enseñar”:

Cuando el país comenzó a subsidiar la educación privada a fines de los ´40, el 8% de los
estudiantes de primaria asistía a establecimientos privados; en 1998 el 21% de los estudiantes
de ese nivel estaba inscripto es escuelas privadas y el 63% de ellos asistía a escuelas
administradas por la iglesia católica. Para 2004, la educación privada representaba un 24% del
total de los estudiantes de las ofertas de educación formal del país, y un 22% de los
establecimientos.

Desde la perspectiva jurídica, entre 1958 y 1964 se produce la liberación de las disposiciones
de fiscalización, permitiendo que el sector privado compitiera en mejores condiciones con la
escuela pública. Se fue estructurando un circuito diferenciado de planes de estudio y
organización pedagógica, con un organismo representante de sus intereses dentro de la
administración pública.

La relación entre la asignación de fondos públicos a la educación privada en un marco de


creciente desregulación y la vulneración del derecho a la educación comienza en la última
dictadura militar instalada en 1.976 cuando los elencos gobernantes promueven el principio
de subsidiariedad del Estado en la prestación de los servicios educativos. El crecimiento de la
responsabilidad de algunas organizaciones de la sociedad civil en la provisión de la educación
se dio en un proyecto privatista de la vida social que incluyó la privatización de la educación en
un sentido amplio, en la cual al Estado le cabía una función supletoria, compensatoria de la
acción de los particulares. Comienzan a introducirse de manera explícita las medidas y los
discursos de orientación neoliberal.

En el contexto del proceso de recuperación de la democracia, entre 1.984 y 1.988 se llevó a


cabo el Congreso Pedagógico Nacional, Ley N° 23.114 de 1.984 con la intención de plantear,
estudiar y dilucidar los diversos problemas, limitaciones y defectos que enfrentaba,
recogiendo las opiniones de las personas y sectores interesados e involucrados en el área.los
asambleístas olvidaron el tratamiento del derecho a la educación, íntimamente relacionado
con la igualdad de oportunidades y posibilidades educacionales, poniendo énfasis en la
libertad de enseñanza, o sea el derecho de enseñar.

En el periodo 1.930 – 1.985, se puede concluir que el derecho a aprender, o el derecho a la


educación es el derecho al acceso y la permanencia en establecimientos de enseñanza, de los
distintos niveles y tipos, de todos los habitantes del país. No es un derecho absoluto,
admitiéndose la posibilidad de que tales instituciones, en ejercicio de sus facultades
disciplinarias, lleguen a disponer de una medida de expulsión. En los establecimientos
educativos de gestión privada, el derecho de aprender suele ceder al derecho de enseñar,
dado que este tipo de instituciones, está fundada sobre la libertad de enseñanza.

La dimensión jurídica del derecho a la educación en la etapa de la hegemonía neoliberal

La reforma constitucional de 1994:

Convocada durante el primer periodo de gobierno del presidente Menem, producto de un


pacto (pacto de Olivos) entre él y el ex presidente Alfonsín, la norma incorporó varios de los
denominados derechos de tercera generación (de los consumidores y usuarios de bienes y
servicios, a la conservación del medio ambiente, entre otros), a la vez que otorgo rango
constitucional a las Convenciones y Tratados Internacionales.

En su artículo 75, inciso 17, la nueva Constitución fija la obligación del Congreso de “reconocer
la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos y garantizar el respeto a
su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural”. El inciso 19 asigna la
responsabilidad de “sancionar leyes de organización y de base de la educación que consoliden
la unidad nacional respetando las particularidades provinciales y locales; que aseguren la
responsabilidad indelegable del Estado, la participación de la familia y la sociedad, la
promoción de los valores democráticos y la igualdad de oportunidades y posibilidades sin
discriminación alguna; y que garanticen los principios de gratuidad y equidad de la educación
pública estatal y la autonomía y autarquía de las universidades nacionales.”

Es decir, se afirma la responsabilidad del Estado en asegurar su cumplimiento mediante una


oferta educativa de carácter gratuito, en condiciones de igualdad, no discriminación, respeto
por las identidades y pluralismo cultural. Sin embargo, la referencia a la garantía a los
principios de gratuidad y equidad admitiría al menos 2 interpretaciones: desde una
perspectiva se sostiene que la equidad refuerza la idea de gratuidad; desde otra que el
concepto relativiza la idea de gratuidad, en tanto no sería equitativo, desde esta
interpretación que los pobres financiaran mediante sus impuestos la educación de los ricos y
es justo que quienes puedan pagar por el servicio lo hagan para liberar los recursos para
quienes no pueden hacerlo. Además, la inclusión del principio de equidad comporta una
referencia discursiva inequívoca al universo de significación de las políticas educativas de corte
neoliberal. El término comenzó a difundirse en el país de la mano de las recomendaciones de
las agencias internacionales de asistencia técnica y financiera, que impulsaban la reasignación
de los fondos públicos hacia el financiamiento de los servicios sociales más básicos, de modo
de beneficiar a los sectores sociales de menos renta y sin posibilidades de pagar las
prestaciones.

El derecho a la educación en su dimensión jurídica incorpora a partir de la última reforma


constitucional los contenidos universalizantes e incluyentes que el derecho internacional
prescribe en las Declaraciones, Convenciones, Pactos y Tratados que conforman el Sistema
Internacional de Derechos Humanos, que por esta vía se vuelven determinantes de toda
norma jurídica no viciada de inconstitucionalidad y vinculantes para las políticas públicas. En la
década del ´90, el congreso ha ratificado nuevos tratados internacionales que impactan en la
garantía al derecho a la educación, por ejemplo: la Convención Internacional sobre los
Derechos del Niño.

El marco legal especifico de la reforma educativa de los años ´90:

Las políticas sociales de corte neoliberal iniciaron su penetración en el país hacia mediados de
los años ´70. Los postulados del Consenso de Washington (1.990) de no intervención estatal en
la economía, apertura del mercado, reducción del gasto público, ajuste fiscal del gasto a los
ingresos genuinos y evitación de todo mecanismo inflacionario, fueron asumidos en la
Argentina por las leyes de Reforma del Estado y de Emergencia económica, aprobadas durante
la primera presidencia de Menem (1.989 – 1.995); estas otorgaban al ejecutivo poderes de
excepción para la privatización de empresas públicas y para la derogación del trato diferencial
entre capital extranjero y nacional.

Desde esta perspectiva, los sectores públicos sociales fueron impugnados por su ineficiencia
social, evidenciada en el bajo acceso de los más pobres a las prestaciones; y técnica, derivada
de una relación adversa entre costo/beneficio. Bajo estas premisas, se alentó la
reestructuración del gasto público reorientándolo al financiamiento de los servicios más
básicos y para las poblaciones en situación de pobreza más extrema; combinado con un
impulso a la privatización de las prestaciones y a la generalización de los mecanismos de
mercado en el Estado. Las áreas de educación y salud fueron objeto principal de reformas
estructurales globales y de programas focalizados que implicaron un desplazamiento de los
esquemas universales de reconocimiento y atención de los derechos sociales propios del
estado de Bienestar.

En el sector educativo, este proceso se sustento jurídicamente en la Ley de Transferencia de


los servicios educativos nacionales a las provincias y a la Ciudad de Buenos Aires (1.991), en la
Ley Federal de Educación (1.993) y en la Ley de Educación Superior (1.995), las cuales
generaron las bases para la aplicación de estas orientaciones fijadas para el sector por los
organismos internacionales asistencia técnica y financiera, aunque con fuerte oposición de la
comunidad educativa y de los sindicatos docentes.
Atendiendo a estos lineamientos, el Ministerio de Cultura y Educación de la Nación impulsó
desde 1.992 una reforma que promovió como ejes centrales de su política la ampliación de la
obligatoriedad de la escolaridad básica, a partir de una modificación estructural de la
estructura académica del sistema; la renovación curricular; la formación docente continua; la
innovación en los estilos de gestión (específicamente destinada a los supervisores y directivos
de las instituciones) y la evaluación permanente de la calidad de la educación.

Ley de Transferencia educativa:

En 1.991, la Ley N° 24.049 de Transferencia de establecimientos de Nivel Medio y Superior No


Universitario ordenó el traspaso de las responsabilidades administrativas y financieras del
conjunto de los establecimientos hasta entonces a cargo del estado nacional a las provincias y
a la municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.

La política de trasferencia de las escuelas constituyó un requisito para la renegociación de la


deuda externa contraída por el país, ya contemplado en las cartas de intención y en los
acuerdos firmados con el Banco Mundial y con el Fondo Monetario Internacional.

El proceso de trasferencia de servicios educativos fue desarrollándose en diversas etapas


desde mediados del siglo XX. En las sucesivas crisis económicas desarrolladas a partir de 1.958,
fue frecuente el recurso a la reducción del presupuesto nacional con el objeto de disminuir el
déficit fiscal como medida para paliar la situación, siendo los sectores más afectados la salud y
la educación.

En el caso del proceso de trasferencia ocurrido a partir de 1.991, se trató de una política fiscal
tendiente a la reducción del gasto público y de delegación de responsabilidades del estado por
la garantía del derecho a la educación, y no una delegación efectiva del poder de decisión.

El traspaso, realizado sin mediar un diagnóstico del estado de situación de los servicios a
transferir y de las jurisdicciones receptoras, agudizó las tendencias a la segmentación del
sistema educativo, esto permitió una vulneración creciente del derecho a la educación; derivo
de la heterogeneidad de las diversas jurisdicciones en términos de sus capacidades financieras
y técnicas , de su situación socioeconómica, de su tradición política y de los niveles de
escolarización alcanzados por las respectivas poblaciones, sumadas a los diferentes modos y
ritmos de operación de la posteriormente sancionada Ley Federal de Educación. La Ley
favoreció la creciente diferenciación del panorama salarial docente, sujeto a la disponibilidad
de recursos fiscales en cada provincia para afrontar el pago de los haberes, en un marco de
crisis de las finanzas públicas y de fuerte endeudamiento.

La trasferencia de establecimientos en el contexto de la reforma educativa fue presentada


como única alternativa frente a la crisis. La concertación funcionó como mecanismo de
legitimación de los programas ministeriales. No se discutió el sentido de la trasformación ni el
proyecto cultural que la sustentó, lo que contribuyó a debilitar la construcción del espacio
público.
Ley Federal de Educación N°24.195:

Aprobada en 1.993, legisló un rango de reformas al sistema educativo argentino al establecer


nuevas funciones para los diversos organismos de gobierno de la educación, una nueva
estructura académica, renovar los contenidos curriculares, establecer un Sistema Nacional de
Evaluación de la Calidad y una Red Federal de Formación Docente Continua. Esta reforma
estableció los principios básicos financieros, organizacionales y estructurales para cumplir la
transferencia de las escuelas establecida en 1.991 y así completar la reforma global del sector.

La reforma de la estructura académica resultó una de las iniciativas más resistidas. Si bien la
ley extendía la obligatoriedad escolar de 7 a 10 años, combinada con la nueva estructura,
amenazaba con disminuir en la práctica los años de escolarización de los sectores sociales más
pobres; al generar un abandono anticipado al término del 2°ciclo de la EGB equivalente al 6°
grado de primaria. Además la implementación de la nueva estructura fue parcial, atendiendo a
las decisiones políticas de cada jurisdicción. En relación con las carreras de formación docente,
éstas debieron adecuarse a los cambios en la estructura académica, lo que implicó
diferenciación entre jurisdicciones en relación con las titulaciones docentes, escalafones y
antecedentes profesionales.

En relación con la educación técnica del nivel medio, la reforma abordó la tensión de la
educación media entre la finalidad propedéutica para continuar estudios en el nivel superior y
la formación para desempeñarse en el mundo del trabajo, planteando una educación
polimodal centrada en grandes áreas del saber y su aplicación, cimentada en una formación
general de fundamento común y con una formación orientada a esas distintas áreas,
complementadas por trayectos técnicos – profesionales, flexibles, independientes y optativos.
De esta forma la educación técnico profesional es tratada como un nivel optativo, esto
provocó las provincias adoptaran formas muy diversas en sus propuestas formativas, así como
también dejó a las instituciones escolares industriales y técnicas libradas a su propia suerte
con resultados de abandono y desfinanciamiento por parte del Estado.

En relación con la educación de adultos, la ley la consideró un régimen especial, como tal dejó
de tener conducción y supervisión especificas, lo que implico cierre de servicios educativos,
fusión con otras ofertas y desinversión.

La ley introdujo la referencia a la educación como un servicio público que podía ser gestionado
por el sector público o por el sector privado, en defensa de la noción de “libertad” (de
mercado, de enseñanza) y de la crítica a la regulación estatal (de la economía, de la
educación). Esta equiparación entre educación pública y educación privada, articulada con la
afirmación del derecho de las familias a elegir la educación de sus hijos otorga nueva
legitimada a la educación no estatal y colaboro con el aumento de la desigualdad
socioeducativa.
Ley de Educación Superior N°24.521/95:

Introdujo innovaciones en cuanto a la estructura del sistema, los regímenes de coordinación


interuniversitaria, de títulos y habilitaciones, de evaluación institucional y acreditación de
carreras y el financiamiento. Esta norma generó una significativa resistencia por parte de la
comunidad universitaria ante la opinión pública, que se canalizó mediante la presentación de
recursos judiciales que impugnaban el carácter mercantilista de la propuesta.

Para el Banco Mundial, la educación superior atravesaba una crisis global de financiamiento
derivada de la restricción fiscal generalizada, agravada por la principalidad del aporte estatal
en el financiamiento del sistema, debido a los costos por estudiante más elevados que en los
niveles educativos inferiores y como resultado de un significativo incremento en la matricula
de las universidades; ante esto el gobierno debía implementar reformas enfocadas en
contener la expansión de la matricula y disminuir la inversión fiscal.

La LES se constituyó en la primera ley en adscribir en un mismo instrumento jurídico el


conjunto del sistema de la formación superior universitaria y no universitaria; público y
privado, es decir la inclusión de las instituciones terciarias de formación docente y de
formación técnico profesional en el nivel superior de enseñanza.

Las orientaciones de política educativa que el poder Ejecutivo fija para el sector están dadas
por: modificaciones de orden institucional, modificaciones en el régimen laboral;
modificaciones en el financiamiento y gestión económico financiera; modificaciones de orden
académico.

El texto adopta un carácter a veces contradictorio; en lo vinculado al derecho a la educación,


por ejemplo, establece que el Estado reconoce y garantiza el derecho a cumplir con ese nivel
de la enseñanza a todos aquellos que quieran hacerlo y cuenten con la formación y la
capacidad requeridas, pero al referirse al sostenimiento y régimen económico financiero de las
instituciones universitarias, crea las condiciones jurídicas para el arancelamiento de la
universidad pública al mencionar el cobro de contribuciones o tasas por los estudios de grado.

En relación con el régimen de coordinación intrauniversitaria, se crea el Consejo de


Universidades, destinado a una mayor articulación institucional y académica entre
universidades públicas y privadas y el Ministerio de Educación. Respecto al régimen de títulos
y habilitaciones, se estableció el otorgamiento simultáneo y automático del título académico y
la habilitación profesional.

En lo referido al régimen de evaluación institucional y acreditación de carreras, se fijó la


obligatoriedad de la evaluación interna o autoevaluación permanente de las instituciones
universitarias y su evaluación externa periódica a cargo de la Comisión nacional de Evaluación
y Acreditación Universitaria (CONEAU), organismo creado por la misma ley.
La norma recentralizó a nivel nacional de gobierno algunas cuestiones atenientes a la vida
universitaria (financiamiento y evaluación), y descentralizó áreas de la gestión como la fijación
del régimen salarial y de administración de personal propio.

En torno a la Educación Superior no universitaria, es decir el sistema formador de profesores y


maestros del sistema educativo, se reafirma la responsabilidad de las provincias y de la ciudad
de Buenos Aires por su gestión. Esta medida resulto en una reproducción de las desigualdades
ya existentes entre las provincias, profundizando el proceso de fragmentación en términos de
la disparidad de los sistemas de enseñanza de las jurisdicciones. Así como también produjo un
desacople estructural entre ellas con un evidente prejuicio para el desarrollo de las
trayectorias profesionales en distintas provincias y debilito las posibilidades de regulación del
sistema formador.

LA DIMENSION JURIDICA FORMAL DEL DERECHO A LA EDUCACION EN LOS PRIMEROS AÑOS


DEL SIGLO XXI

A partir de la asunción de Néstor Kirchner en el cargo del ejecutivo nacional en el año 2003, se
ha dado impulso a una serie de normas orientadas a abordar y remediar una serie de
problemáticas relevantes del sistema educativo.

Ley de garantía de la duración del ciclo lectivo:

La ley 25.864 sancionada en enero de 2004, se propuso resolver la problemática generada por
los atrasos crónicos en el pago en el salario docente y las sumas adeudadas por parte de las
jurisdicciones. Este incumplimiento de las obligaciones salariales de los gobiernos, venia
implicando hacia varios años diferencial de la duración de los ciclos lectivos de las provincias.
En los últimos años en el marco de la crisis económica y política, en algunas de ellas venían
suprimiéndose días y hasta meses de clase, lo que significaba una situación de evidente
desigualdad educativa. De esta forma, la ley en su artículo 1° fija “un ciclo lectivo anual
mínimo de ciento ochenta días efectivos de clase, en los establecimientos educativos”
correspondientes a la educación formal. Así mismo plantea que “las jurisdicciones provinciales
que, una vez vencidos los plazos legales y reglamentarios pertinentes, no pudieran saldar las
deudas salariales del personal docente, podrán solicitar y obtener en condiciones a fijar
oportunamente, asistencia financiera al Poder Ejecutivo Nacional”.

Ley de educación técnico profesional:

Por su parte la ley 26.058 sancionada en septiembre de 2005 orienta a regular y ordenar la
educación técnico profesional en el nivel medio y superior no universitario del Sistema
Educativo Nacional y la Formación Profesional, respetando criterios federales, las diversidades
regionales y articulando la educación formal y no formal, la formación general y la profesional
en el marco de la educación continua y permanente (artículos 1 y 2). El contenido de la norma
alude a finalidades formativas de carácter integral, vinculadas con el crecimiento personal,
laboral y comunitario de los estudiantes, con la formación ciudadana, el humanístico general,
la científica tecnológica. Asimismo, alienta la formación profesional con la educación formal y
la terminalidad de niveles educativos y la generación de propuesta s que favorezcan la
construcción de trayectos formativos continuos.

Para cumplir la finalidad de fortalecimiento, reordenamiento y articulación de la educación


técnico profesional, la ley crea tres instrumentos de política educativa el Registro Federal de
Instituciones de Educación Técnico Profesional, el Catalogo Nacional de Títulos y
Certificaciones y el Fondo Nacional de la Educación Técnico profesional.

Ley de financiamiento educativo:

La Ley 26.075 de Financiamiento Educativo, sancionada en diciembre de 2005, fija el


incremento progresivo de la inversión en educación, ciencia y tecnología del Estado Nacional,
los Estados provinciales y de la Cuidad Autónoma de Buenos Aires, que para 2010 llegara a ser
el 6% del PBI.

La mejora y equiparación de los salarios docentes de las diversas jurisdicciones del país
constituye uno de los objetivos principales de la ley; de esta manera se establece que el mayor
gasto de los gobiernos jurisdiccionales deberá aplicarse a mejorar las remuneraciones
docentes, a incrementar las plantas docentes para una mejor atención de la matrícula y a
jerarquizar la carrera profesional de los educadores. Además, establece el Programa Nacional
de Compensación Salarial Docente, y mantiene la prórroga de la vigencia del Fondo Nacional
de Incentivo Docente, cutos recursos se destinan a abonar una asignación salarial especial de
carácter remunerativo por cargo decente. También obliga al Ministerio y a las entidades
gremiales docentes con representación nacional acordar en un ámbito paritario y firmar en un
convenio marco pautas generales referidas a condiciones laborales, calendario educativo,
salario mínimo y carrera docente.

Ley de educación nacional 26.206

Sancionada en de 2006, deroga la Ley de Educación Federal. La ley de Educación Nacional


define a la educación como “un bien público y un derecho personal y social garantizado por el
Estado Nacional”. En el mismo sentido, afirma la “responsabilidad principal e indelegable (por
parte del Estado) de proveer una educación integral, permanente y de calidad para todos los
habitantes de la Nación y equidad en el ejercicio de este derecho, y garantizar la igualdad, la
gratuidad y equidad con la participación de las familias y las asociaciones sociales. El texto
introduce la garantía del estado para el sostenimiento del sistema educativo nacional en los
términos establecidos en la Ley 26.075 de Financiamiento Educativo.

La misma establece una serie de objetivos, vinculados al cumplimiento efectivo del derecho a
la educación: a) Brindar una educación integral y de calidad, con igualdad de oportunidades y
posibilidades sin desequilibrios regionales ni inequidades, b) Garantizar la inclusión educativa
a través de políticas universales y estrategias pedagógicas y de asignación de recursos que
otorguen prioridad a los sectores más desfavorecidos de la sociedad, c) Asegurar las
condiciones de igualdad respetando las diferencias sin admitir discriminación alguna, d)
Garantizar a todos el acceso y las condiciones para la permanencia y egreso de los diferentes
niveles del sistema educativo, asegurando la gratuidad de los servicios de gestión estatal, en
todos los niveles y modalidades.

Un aspecto central es el planteo de la modificación de la estructura académica del sistema


educativo, dejando atrás el EGB y Polimodal para pasar a la primaria y secundaria, pudiendo
optar las jurisdicciones entre una estructura de 7 y 5 años o de 6 y 6 años; en este sentido se
extiende la obligatoriedad escolar hasta completar el nivel secundario.

Es destacable la implementación de programas que se han impulsado desde el año 2003 que
impactan directamente en el acceso y calidad del derecho a la educación de las personas:

La creación del Programa Nacional de Educación Sexual Integral a partir de la sanción de la Ley
N° 26.150 en el año 2006 y que tiene entre sus principales objetivos incorporar la educación
sexual integral dentro de las propuestas educativas orientadas a la formación de las personas;
promover actitudes responsables ante la sexualidad; prevenir los problemas relacionados con
la salud en general y la salud sexual y reproductiva en particular; y procurar igualdad de trato y
oportunidades.

La Asignación Universal por Hijo (2009), ejecutada a través de la Administración Nacional de la


Seguridad Social (ANSES), consiste en el pago de una suma de dinero para niños/as menores
de 18 años y para personas con discapacidad sin límites de edad, que sean argentinos/as
nativos/as o naturalizados/as o con residencia legal en el país mínima de 3 años, que no
perciban otra asignación familiar y que pertenezcan a hogares cuyos padres, madres,
tutores/as y/o representantes legales se encuentren desocupados/as, trabajen en el mercado
informal o que ganen menos del salario mínimo, vital y móvil. En esta línea, quienes perciben
dicha asignación deben presentar la documentación respaldatoria de que los/as niños/as y
adolescentes asisten a la escuela, se realizan controles periódicos de salud y cumplen con el
calendario de vacunación obligatorio. Observamos que este programa trasciende la cuestión
asistencial para constituirse en una política de inclusión social que reconoce a los/as
educandos como sujetos plenos de derechos.

El Programa Conectar Igualdad (2010), implementado a través de Ministerio de Educación


Nacional, la ANSES, el Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios y la
Jefatura de Gabinete de Ministros, consiste en la entrega de una computadora netbook para
los/as alumnos/as y docentes de escuelas públicas secundarias, institutos de formación
docente y establecimientos de educación especial de todo el país. Este programa marca una
diferencia cualitativa en términos de acceso igualitario del derecho a la educación secundaria,
conocimiento y uso de tecnologías, reduciendo las brechas digitales y garantizando el acceso a
la información.

El Programa Nacional de Formación Docente “Nuestra Escuela” (2013) es una iniciativa que
propone la formación gratuita, universal y en ejercicio, de todos los docentes. Entre sus
objetivos se destacan: • Instalar una cultura de la formación permanente y de la evaluación
participativa como instancia necesaria para la producción de estrategias de mejora en las
instituciones educativas.

• Fortalecer y jerarquizar la autoridad ética, política y pedagógica de escuelas y docentes.

• Impulsar el rol estructural del educador, implicándolo en la reflexión y transformación de


prácticas institucionales y de enseñanza.

• Propiciar la profundización de la formación disciplinar y didáctica de los docentes.

• Apoyar la creación de redes de maestros y profesores, además de la integración de nuevos


sectores del campo socio-educativo.

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