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TEXTO: FINNEGAN, F.; PAGANO, A. (2006) El derecho a la educación en Argentina. Buenos Aires.
Foro Latinoamericano de Políticas Educativas (FLAPE). Capítulo 1
“Los derechos se inician como libertades, como derechos individuales a resguardar de las trabas
provenientes de la autoridad civil o eclesiástica. En este sentido, en la educación, el monopolio de
las iglesias como agencias de adoctrinamiento de fieles y súbditos se opone a los intereses de la
burguesía naciente que identifica a la educación como un derecho individual asociado a la
formación del ciudadano.
La Carta Magna de 1853 no dota de contenido explícito a los derechos, si no que asegura un
conjunto de declaraciones, derechos y garantías relacionadas con la protección de las personas y
con las condiciones que hacen viable un estado de derecho. El articulo 14 constituye la principal y
obligada referencia al derecho a la educación al garantizar para todos los habitantes de la nación
el goce de una multiplicidad de derechos entre los que se encuentra el de enseñar y aprender. Las
interpretaciones de este artículo han conducido a posiciones antagónicas respecto a la injerencia
del estado en la educación, según el énfasis puesto en el derecho a enseñar o en el de aprender.
Los que privilegian el derecho a aprender otorgan al Estado un papel principal en materia
educacional, ya que como representante del interés general de los ciudadanos debe
efectivizar el cumplimiento del derecho a la educación a través de su función legislativa,
de su papel docente como prestador de servicios educacionales y de acciones indirectas
de apoyo técnico y financiero a las provincias.
Las posturas que enfatizan el derecho a enseñar otorgan al Estado un papel subsidiario:
éste debe promover en primera instancia el derecho original a educar de los padres, a las
iglesias y a los particulares; sólo debe intervenir donde la actividad privada no alcance.
La oposición entre ambas doctrinas: la subsidiariedad del estado en materia educativa y su
principalidad, es parte de un largo debate público ligado a la puja por los recursos públicos
para la educación privada, principalmente confesional y católica.
En 1938, se sanciona la Ley n° 12.558, la Ley Palacios, de Asistencia medico social a la niñez en
edad escolar, que planteaba la creación de escuelas hogares a cargo del Consejo Nacional de
educación y de atención a la cuestión sanitaria a cargo de una comisión con representantes de
los ministerios de Educación y de Salud.
A lo largo del siglo XX el sistema educativo constituyó un fuerte factor de movilidad social
ascendente. En 1930 la sociedad argentina, se volvió más compleja debido a la diversificación
productiva y el desarrollo industrial, a las migraciones internas que se agregaron a las
externas, a la conformación de demandas de sectores recientemente constituidos o de otros
que evolucionaron y formaron asociaciones profesionales, estudiantiles, sindicales,
académicas, a la gestación de nuevos campos técnicos profesionales, a los cruces culturales
consecuencia de estos procesos, etc.
Para 1943, el peronismo recupera el discurso de la instrucción pública, considerando que ésta
debe alcanzar aquellos sectores que aún no concurren a la escuela.
Fue la reforma a la Constitución Nacional de 1853, rigió hasta 1957 debido del derrocamiento
de Perón en 1955. Incluyeron una serie de derechos como los del trabajador, de la familia, de
la ancianidad, de la educación y la cultura.
De esta manera, el artículo 37 IV, referido a los derechos de la educación y la cultura, otorga al
Estado la acción directa de creación de escuelas de primera enseñanza, secundaria, técnico-
profesionales, universidades y academias; a la vez que instituciones de formación docente
especializada para la educación primaria en el medio rural; establece la obligatoriedad de la
enseñanza primaria elemental y la gratuidad de aquella ofrecida por el Estado; los fines
generales de la enseñanza; la orientación general de los jóvenes; los fines y gobierno de las
universidades y la protección del patrimonio cultural, científico y artístico de la nación. En
cuanto a la educación el texto afirmaba “los alumnos capaces y meritorios tienen derecho a
alcanzar los más altos grados de instrucción. El Estado asegura el ejercicio de este derecho
mediante becas, asignaciones a la familia y otras providencias que se conferirán por concurso
entre los alumnos de todas las escuelas.” Es decir, en cuanto al financiamiento educativo, el
Estado se obliga a garantizar el derecho a la educación primaria a todos los habitantes y de
manera selectiva en los niveles subsiguientes, atendiendo a las capacidades y los méritos de
los estudiantes.
Cuando el país comenzó a subsidiar la educación privada a fines de los ´40, el 8% de los
estudiantes de primaria asistía a establecimientos privados; en 1998 el 21% de los estudiantes
de ese nivel estaba inscripto es escuelas privadas y el 63% de ellos asistía a escuelas
administradas por la iglesia católica. Para 2004, la educación privada representaba un 24% del
total de los estudiantes de las ofertas de educación formal del país, y un 22% de los
establecimientos.
Desde la perspectiva jurídica, entre 1958 y 1964 se produce la liberación de las disposiciones
de fiscalización, permitiendo que el sector privado compitiera en mejores condiciones con la
escuela pública. Se fue estructurando un circuito diferenciado de planes de estudio y
organización pedagógica, con un organismo representante de sus intereses dentro de la
administración pública.
En su artículo 75, inciso 17, la nueva Constitución fija la obligación del Congreso de “reconocer
la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos y garantizar el respeto a
su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural”. El inciso 19 asigna la
responsabilidad de “sancionar leyes de organización y de base de la educación que consoliden
la unidad nacional respetando las particularidades provinciales y locales; que aseguren la
responsabilidad indelegable del Estado, la participación de la familia y la sociedad, la
promoción de los valores democráticos y la igualdad de oportunidades y posibilidades sin
discriminación alguna; y que garanticen los principios de gratuidad y equidad de la educación
pública estatal y la autonomía y autarquía de las universidades nacionales.”
Las políticas sociales de corte neoliberal iniciaron su penetración en el país hacia mediados de
los años ´70. Los postulados del Consenso de Washington (1.990) de no intervención estatal en
la economía, apertura del mercado, reducción del gasto público, ajuste fiscal del gasto a los
ingresos genuinos y evitación de todo mecanismo inflacionario, fueron asumidos en la
Argentina por las leyes de Reforma del Estado y de Emergencia económica, aprobadas durante
la primera presidencia de Menem (1.989 – 1.995); estas otorgaban al ejecutivo poderes de
excepción para la privatización de empresas públicas y para la derogación del trato diferencial
entre capital extranjero y nacional.
Desde esta perspectiva, los sectores públicos sociales fueron impugnados por su ineficiencia
social, evidenciada en el bajo acceso de los más pobres a las prestaciones; y técnica, derivada
de una relación adversa entre costo/beneficio. Bajo estas premisas, se alentó la
reestructuración del gasto público reorientándolo al financiamiento de los servicios más
básicos y para las poblaciones en situación de pobreza más extrema; combinado con un
impulso a la privatización de las prestaciones y a la generalización de los mecanismos de
mercado en el Estado. Las áreas de educación y salud fueron objeto principal de reformas
estructurales globales y de programas focalizados que implicaron un desplazamiento de los
esquemas universales de reconocimiento y atención de los derechos sociales propios del
estado de Bienestar.
En el caso del proceso de trasferencia ocurrido a partir de 1.991, se trató de una política fiscal
tendiente a la reducción del gasto público y de delegación de responsabilidades del estado por
la garantía del derecho a la educación, y no una delegación efectiva del poder de decisión.
El traspaso, realizado sin mediar un diagnóstico del estado de situación de los servicios a
transferir y de las jurisdicciones receptoras, agudizó las tendencias a la segmentación del
sistema educativo, esto permitió una vulneración creciente del derecho a la educación; derivo
de la heterogeneidad de las diversas jurisdicciones en términos de sus capacidades financieras
y técnicas , de su situación socioeconómica, de su tradición política y de los niveles de
escolarización alcanzados por las respectivas poblaciones, sumadas a los diferentes modos y
ritmos de operación de la posteriormente sancionada Ley Federal de Educación. La Ley
favoreció la creciente diferenciación del panorama salarial docente, sujeto a la disponibilidad
de recursos fiscales en cada provincia para afrontar el pago de los haberes, en un marco de
crisis de las finanzas públicas y de fuerte endeudamiento.
La reforma de la estructura académica resultó una de las iniciativas más resistidas. Si bien la
ley extendía la obligatoriedad escolar de 7 a 10 años, combinada con la nueva estructura,
amenazaba con disminuir en la práctica los años de escolarización de los sectores sociales más
pobres; al generar un abandono anticipado al término del 2°ciclo de la EGB equivalente al 6°
grado de primaria. Además la implementación de la nueva estructura fue parcial, atendiendo a
las decisiones políticas de cada jurisdicción. En relación con las carreras de formación docente,
éstas debieron adecuarse a los cambios en la estructura académica, lo que implicó
diferenciación entre jurisdicciones en relación con las titulaciones docentes, escalafones y
antecedentes profesionales.
En relación con la educación técnica del nivel medio, la reforma abordó la tensión de la
educación media entre la finalidad propedéutica para continuar estudios en el nivel superior y
la formación para desempeñarse en el mundo del trabajo, planteando una educación
polimodal centrada en grandes áreas del saber y su aplicación, cimentada en una formación
general de fundamento común y con una formación orientada a esas distintas áreas,
complementadas por trayectos técnicos – profesionales, flexibles, independientes y optativos.
De esta forma la educación técnico profesional es tratada como un nivel optativo, esto
provocó las provincias adoptaran formas muy diversas en sus propuestas formativas, así como
también dejó a las instituciones escolares industriales y técnicas libradas a su propia suerte
con resultados de abandono y desfinanciamiento por parte del Estado.
En relación con la educación de adultos, la ley la consideró un régimen especial, como tal dejó
de tener conducción y supervisión especificas, lo que implico cierre de servicios educativos,
fusión con otras ofertas y desinversión.
La ley introdujo la referencia a la educación como un servicio público que podía ser gestionado
por el sector público o por el sector privado, en defensa de la noción de “libertad” (de
mercado, de enseñanza) y de la crítica a la regulación estatal (de la economía, de la
educación). Esta equiparación entre educación pública y educación privada, articulada con la
afirmación del derecho de las familias a elegir la educación de sus hijos otorga nueva
legitimada a la educación no estatal y colaboro con el aumento de la desigualdad
socioeducativa.
Ley de Educación Superior N°24.521/95:
Para el Banco Mundial, la educación superior atravesaba una crisis global de financiamiento
derivada de la restricción fiscal generalizada, agravada por la principalidad del aporte estatal
en el financiamiento del sistema, debido a los costos por estudiante más elevados que en los
niveles educativos inferiores y como resultado de un significativo incremento en la matricula
de las universidades; ante esto el gobierno debía implementar reformas enfocadas en
contener la expansión de la matricula y disminuir la inversión fiscal.
Las orientaciones de política educativa que el poder Ejecutivo fija para el sector están dadas
por: modificaciones de orden institucional, modificaciones en el régimen laboral;
modificaciones en el financiamiento y gestión económico financiera; modificaciones de orden
académico.
A partir de la asunción de Néstor Kirchner en el cargo del ejecutivo nacional en el año 2003, se
ha dado impulso a una serie de normas orientadas a abordar y remediar una serie de
problemáticas relevantes del sistema educativo.
La ley 25.864 sancionada en enero de 2004, se propuso resolver la problemática generada por
los atrasos crónicos en el pago en el salario docente y las sumas adeudadas por parte de las
jurisdicciones. Este incumplimiento de las obligaciones salariales de los gobiernos, venia
implicando hacia varios años diferencial de la duración de los ciclos lectivos de las provincias.
En los últimos años en el marco de la crisis económica y política, en algunas de ellas venían
suprimiéndose días y hasta meses de clase, lo que significaba una situación de evidente
desigualdad educativa. De esta forma, la ley en su artículo 1° fija “un ciclo lectivo anual
mínimo de ciento ochenta días efectivos de clase, en los establecimientos educativos”
correspondientes a la educación formal. Así mismo plantea que “las jurisdicciones provinciales
que, una vez vencidos los plazos legales y reglamentarios pertinentes, no pudieran saldar las
deudas salariales del personal docente, podrán solicitar y obtener en condiciones a fijar
oportunamente, asistencia financiera al Poder Ejecutivo Nacional”.
Por su parte la ley 26.058 sancionada en septiembre de 2005 orienta a regular y ordenar la
educación técnico profesional en el nivel medio y superior no universitario del Sistema
Educativo Nacional y la Formación Profesional, respetando criterios federales, las diversidades
regionales y articulando la educación formal y no formal, la formación general y la profesional
en el marco de la educación continua y permanente (artículos 1 y 2). El contenido de la norma
alude a finalidades formativas de carácter integral, vinculadas con el crecimiento personal,
laboral y comunitario de los estudiantes, con la formación ciudadana, el humanístico general,
la científica tecnológica. Asimismo, alienta la formación profesional con la educación formal y
la terminalidad de niveles educativos y la generación de propuesta s que favorezcan la
construcción de trayectos formativos continuos.
La mejora y equiparación de los salarios docentes de las diversas jurisdicciones del país
constituye uno de los objetivos principales de la ley; de esta manera se establece que el mayor
gasto de los gobiernos jurisdiccionales deberá aplicarse a mejorar las remuneraciones
docentes, a incrementar las plantas docentes para una mejor atención de la matrícula y a
jerarquizar la carrera profesional de los educadores. Además, establece el Programa Nacional
de Compensación Salarial Docente, y mantiene la prórroga de la vigencia del Fondo Nacional
de Incentivo Docente, cutos recursos se destinan a abonar una asignación salarial especial de
carácter remunerativo por cargo decente. También obliga al Ministerio y a las entidades
gremiales docentes con representación nacional acordar en un ámbito paritario y firmar en un
convenio marco pautas generales referidas a condiciones laborales, calendario educativo,
salario mínimo y carrera docente.
La misma establece una serie de objetivos, vinculados al cumplimiento efectivo del derecho a
la educación: a) Brindar una educación integral y de calidad, con igualdad de oportunidades y
posibilidades sin desequilibrios regionales ni inequidades, b) Garantizar la inclusión educativa
a través de políticas universales y estrategias pedagógicas y de asignación de recursos que
otorguen prioridad a los sectores más desfavorecidos de la sociedad, c) Asegurar las
condiciones de igualdad respetando las diferencias sin admitir discriminación alguna, d)
Garantizar a todos el acceso y las condiciones para la permanencia y egreso de los diferentes
niveles del sistema educativo, asegurando la gratuidad de los servicios de gestión estatal, en
todos los niveles y modalidades.
Es destacable la implementación de programas que se han impulsado desde el año 2003 que
impactan directamente en el acceso y calidad del derecho a la educación de las personas:
La creación del Programa Nacional de Educación Sexual Integral a partir de la sanción de la Ley
N° 26.150 en el año 2006 y que tiene entre sus principales objetivos incorporar la educación
sexual integral dentro de las propuestas educativas orientadas a la formación de las personas;
promover actitudes responsables ante la sexualidad; prevenir los problemas relacionados con
la salud en general y la salud sexual y reproductiva en particular; y procurar igualdad de trato y
oportunidades.
El Programa Nacional de Formación Docente “Nuestra Escuela” (2013) es una iniciativa que
propone la formación gratuita, universal y en ejercicio, de todos los docentes. Entre sus
objetivos se destacan: • Instalar una cultura de la formación permanente y de la evaluación
participativa como instancia necesaria para la producción de estrategias de mejora en las
instituciones educativas.