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TEMA 15: EL SINTAGMA VERBAL

1. EL VERBO

La flexión verbal expresa en español número y persona, modo, y también tiempo y aspecto.
El tiempo verbal es la categoría gramatical que permite localizar los sucesos en relación con el
momento en que se habla. Coincide con los demostrativos en ser una categoría deíctica, y con los
grupos nominales definidos en ser referencial. Requiere, pues, del hablante que identifique un
determinado referente, en este caso un intervalo temporal. Las oraciones El tren salió
puntualmente y El tren saldrá puntualmente no informan del momento preciso de la salida, pero
sí de que esta tuvo lugar en un punto temporal que es anterior y posterior, respectivamente, al
momento en que se emite el enunciado. A su vez, la oración El tren entra lentamente en la
estación expresa, entre otras lecturas posibles, la simultaneidad de la situación denotada con el
momento del habla. Las nociones de ‘anterioridad’, ‘posterioridad’ y ‘simultaneidad’ ponen de
manifiesto la naturaleza relacional del tiempo lingüístico por cuanto reflejan que los tiempos
verbales se anclan u orientan en relación con otros puntos temporales. Expresan asimismo
tiempo ciertos grupos adverbiales, preposicionales e incluso nominales. Se trata de los adjuntos
temporales.
Se llaman tiempos verbales las formas de la conjugación que gramaticalizan las
informaciones temporales. Cada tiempo verbal constituye un paradigma flexivo. La terminología
académica de los tiempos del español se muestra en el cuadro que aparece a continuación. El
imperativo no se incluye en esta relación porque no da lugar a oposiciones temporales.

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El significado de los tiempos verbales puede obtenerse a partir del concurso de tres puntos
temporales de extensión variable. El primero es el punto del habla (también de la enunciación).
Este es el punto respecto del cual se orientan —directa o indirectamente— los sucesos, por lo
que es el que más claramente pone de manifiesto la naturaleza deíctica del tiempo verbal. El
punto del evento es el punto en que tiene lugar el suceso o el intervalo que ocupa la situación.
Corresponde solo a la parte del tiempo total de la situación designada que se enfoca. Así, el
tiempo del evento correspondiente a estaba en María estaba ayer en Lima es únicamente el
período designado por el adverbio ayer, aunque la duración total de la estancia pueda ser mayor
y prolongarse hasta el presente. Finalmente, el punto de referencia es relevante para la
localización de los sucesos en la línea temporal. Nótese que la expresión subrayada en Juan ya se
había marchado cuando yo llegué no designa el momento de marcharse Juan, sino cierto
instante posterior al mismo. Muchos gramáticos piensan hoy que este tercer punto solo es
necesario con determinados tiempos verbales, en particular los compuestos.

1.1. Clasificación de los tiempos verbales

Los tiempos verbales se clasifican tradicionalmente de acuerdo con los tres criterios
siguientes: su estructura morfológica, que permite distinguir entre tiempos simples y
compuestos; su anclaje temporal, que los divide en tiempos absolutos y relativos, por un lado, y
tiempos de la esfera temporal del presente o del pasado, por otro; y, finalmente, sus
características aspectuales, que dan lugar a la diferenciación entre tiempos perfectivos y
tiempos imperfectivos.
Los tiempos compuestos de cada verbo están formados por el auxiliar haber y el participio
correspondiente del verbo principal o auxiliado, que no muestra rasgos flexivos.
La distinción entre tiempos absolutos y relativos es controvertida. Los tiempos absolutos se
orientan directamente desde el momento de la enunciación, como llegó en El paquete llegó hace
dos días; los tiempos relativos se orientan respecto de un punto de la línea temporal, el cual
funciona en consecuencia como punto de referencia o de anclaje distinto del momento de la
enunciación. Así, en La prensa informó el día doce de que el paquete había llegado hacía dos
días, el tiempo de informó actúa como punto de anclaje de había llegado.
Por último, en español se distinguen la esfera del presente, que contiene las formas canto,
cantaré y habré cantado, y la esfera del pasado, que integra los restantes tiempos, con la
excepción de he cantado, que oscila entre ambas.

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1.2. El aspecto verbal

El aspecto verbal informa de la estructura interna de los sucesos. Nos permite saber si
surgen, se terminan o se repiten, pero también si se perciben en su integridad o se muestran
únicamente en un punto de su desarrollo (por tanto, inacabados). El aspecto verbal afecta, pues,
al tiempo interno de la situación, y no a su vínculo (directo o indirecto) con el momento del
habla. En razón de esta propiedad, se ha descrito también como un recurso gramatical que
permite enfocar o focalizar ciertos componentes de las situaciones, a la vez que ocultar u omitir
otros. Así, lo que diferencia a las oraciones Arturo lee el periódico y Arturo está leyendo el
periódico no es el tiempo (presente en los dos casos), sino el aspecto, pues solo la primera puede
presentar el acto de la lectura como un suceso repetido.
Atendiendo a la forma en que se manifiesta, el aspecto verbal se divide tradicionalmente en
tres grupos: aspecto léxico o modo de acción, aspecto sintáctico o perifrástico y aspecto
morfológico o desinencial. El aspecto léxico, también llamado modo de acción, cualidad de la
acción y accionalidad, se obtiene de la significación del predicado. Así, mientras que Luis llegó a
Caracas denota una situación puntual, Luis vivió en Caracas alude a una situación durativa, en
tanto en cuanto ocupa cierta extensión temporal. La oposición puntual / durativo es aspectual y
se deduce del significado de los verbos llegar y vivir. El aspecto sintáctico o perifrástico
corresponde a las perífrasis verbales.
El aspecto morfológico se expresa a través de las desinencias verbales. Es el que se tiene en
cuenta en la tradición gramatical para dividir los tiempos en perfectos e imperfectos, si bien en la
actualidad es más frecuente hablar de tiempos perfectivos y tiempos imperfectivos. El aspecto
perfectivo (también aoristo para algunos autores) focaliza las situaciones en su conjunto, de
principio a fin, y las presenta como completas o acabadas, como en Vimos la película. Se
exceptúa la variedad denominada incoativa o ingresiva, que focaliza solo el inicio de la situación,
como en Vimos la película a las nueve (‘Empezamos a verla a esa hora’). Expresan aspecto
perfectivo canté, había cantado y habré cantado. Las formas imperfectivas canto y cantaba
presentan la acción en su transcurso, sin referencia a su inicio o a su fin.

1.3. El modo

De acuerdo con la tradición, el modo revela la actitud del hablante ante la información
suministrada, es decir, su punto de vista sobre el contenido de lo que se presenta o se describe.

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Se suele reconocer hoy, sin embargo, que aun siendo útil, el concepto de ‘actitud’ es impreciso.
También son útiles —se piensa—, pero tal vez demasiado abarcadoras si se han de aplicar a
todos los contextos sintácticos, las oposiciones semánticas que se han establecido para explicar
la diferencia entre el indicativo y el subjuntivo: certeza / incertidumbre, realidad / virtualidad o
irrealidad, actualidad / no actualidad, compromiso del hablante con la veracidad de lo que afirma
/ ausencia de aserción. Así, en ciertos contextos sintácticos que dejan en suspenso la veracidad
de la información proposicional se prefiere el indicativo, a diferencia de lo que sería de esperar,
como sucede en Depende de si hace o no buen tiempo. Por otro lado, se expresan hechos
considerados reales (en el sentido de no hipotéticos) en oraciones con verbo en subjuntivo,
como en No me gusta que se porte así.
En su sentido estricto, los modos representan paradigmas flexivos, aun cuando sean a veces
defectivos o incompletos, o puedan coincidir con elementos de otros paradigmas. Este criterio
permite delimitar en español tres modos: imperativo, indicativo y subjuntivo.
El imperativo ha sido considerado una variante del subjuntivo independiente o no regido,
pero varios argumentos indican que constituye un paradigma modal diferenciado. Así, si bien
algunas formas del imperativo tienen correspondencia en el subjuntivo, como Venga usted aquí
inmediatamente, otras son exclusivas de ese modo (sal, ven, ten, vamos, salid o salí). Las
oraciones que presentan ambos modos se distinguen también en la posición del sujeto y de los
pronombres átonos, así como en el comportamiento de la negación. El imperativo, por otra
parte, no aparece en contextos de subordinación, debido a que otorga fuerza ilocutiva de orden,
petición o ruego al enunciado.
La flexión de modo está asociada estrechamente a la de tiempo, número y persona. Los
tiempos del subjuntivo carecen de algunas de las distinciones morfológicas propias de los del
indicativo. Así, el pretérito del subjuntivo cantara o cantase cubre los contenidos que en el
indicativo se expresan por la oposición «canté – cantaba», y la forma cante del presente del
subjuntivo neutraliza la de «canto – cantaré». También las personas del subjuntivo están más
restringidas que las del indicativo. La referencia de la tercera persona del singular de regresará
(indicativo) en Dice que regresará pronto puede coincidir o no con la del sujeto de dice (puede,
pues, hablarse de dos individuos distintos o de la misma persona). Por el contrario, la referencia
de la tercera persona de regrese (subjuntivo) en Desea que regrese pronto corresponde
necesariamente a un individuo distinto del designado por el sujeto de desea.

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1.4. Formas no personales del verbo

Las formas verbales de infinitivo, gerundio y participio se denominan formas no personales


por no admitir morfemas de concordancia. Su valor gramatical es aspectual: el infinitivo presenta
la acción en potencia de realización, el gerundio, en curso o en desarrollo y el participio en su
término. Funcionalmente actúan igual que un sustantivo, adverbio o adjetivo, pero conservan
parte de su naturaleza verbal al desempeñar el papel de núcleo en las proposiciones
subordinadas y admitir complementos verbales.
El infinitivo es un derivado verbal que se caracteriza por el morfema –r que, añadido a la
vocal temática, forma las terminaciones –ar, -er, -ir que distingue a cada una de las
conjugaciones. Puede desempeñar las mismas funciones que un SN dentro de una oración
simple: Necesitaba un trabajo, Necesitaba trabajar.
Aunque carece de variación morfemática de género y número, los elementos que
concuerdan con él cuando funciona como sustantivo, lo hacen en masculino singular. Como
verbo puede admitir sujeto y cualquiera de los complementos verbales, en estos casos el
infinitivo funciona como núcleo de una proposición subordinada sustantiva o adverbial.
El gerundio se caracteriza formalmente por el morfema –ndo. Desde el punto de vista
funcional es una forma polivalente: funciona como adverbio, adjetivo o como verbo. En algunos
casos acepta sufijos diminutivos (andandito). El gerundio puede desempeñar en la oración tres
funciones:
Complemento circunstancial Pasaron el rato charlando.
Complemento predicativo Encontré a Luis durmiendo.
Adyacente del Nombre Vimos la bandera ondeando.
Como derivado verbal puede llevar complementos verbales y ser el núcleo de una
proposición subordinada adverbial o adjetival. En su valor verbal puede constituir el verbo
principal del predicado verbal.
El participio, a diferencia del infinitivo y del gerundio, que son invariables, tiene formas
distintas para concertar en género y número con el sustantivo al que se refiere debido a su
función como adjetivo. Además de su uso verbal para formar los tiempos compuestos, la voz
pasiva y algunas perífrasis, podemos destacar la doble función del participio: como adjetivo y
como verbo núcleo de una proposición subordinada cuando lleva complementos verbales. La
casa parece destruida (atributo).

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2. LA ESTRUCTURA DEL SINTAGMA VERBAL

La única categoría léxica que puede constituir núcleo de sintagma verbal (SV) es la conocida
tradicionalmente como verbo (no existen “proverbos” para constituir SV en un sentido análogo a
los pronombres como proformas de SN). El verbo, entonces, es la categoría predicativa por
excelencia. En su versión reducida, el SV contiene exclusivamente el verbo y sus complementos
seleccionados semánticamente, y en la versión más extendida puede incluir complementos no
seleccionados –adjuntos o circunstanciales. Puede expandirse, asimismo, con verbos auxiliares y
con la negación, como especificadores gramaticales. Así, en Pedro no suele regalar flores a su
mujer por su cumpleaños, el sintagma verbal reducido está constituido por el verbo léxico
regalar, el complemento directo (flores) y el indirecto (a su mujer). El sintagma verbal expandido
contienen el complemento adjunto por su cumpleaños, el adverbio de negación no y el verbo
auxiliar suele.

3. PREDICACIÓN Y ATRIBUCIÓN

La tradición gramatical ha dividido las oraciones en dos tipos. Por un lado están las oraciones
predicativas o de predicado verbal, que tienen al verbo como núcleo del predicado. A efectos
sintácticos, esta función del verbo aporta los morfemas verbales de tiempo, modo, aspecto y
número-persona, y tiene además la posibilidad de ser el centro de los complementos
argumentales (CD, CI, Circ…): Los alumnos hacían sus trabajos en el aula. Por otro lado están las
oraciones atributivas, copulativas o de predicado nominal. En estas oraciones, el predicado está
integrado por un atributo, es decir, un elemento nominal que es el centro léxico-semántico de
dicho predicado, y por un verbo que es una simple cópula o enlace de este atributo con el sujeto
y aporta los morfemas verbales antes aludidos: Aquel profesor era muy dormilón. Este atributo es
un elemento esencial en el predicado nominal y no se puede prescindir de él para que haya una
significación coherente en este tipo de oración; sirve para limitar la aplicación designativa del
verbo.

4. COMPLEMENTOS ARGUMENTALES Y ADJUNTOS

El verbo es el núcleo del predicado y en torno a él pueden aparecer o no una serie de


complementos que llenan de contenido el verbo y que son argumentos de esa unidad léxico-
semántica, por lo que han sido llamados también complementos argumentales. Los

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complementos argumentales introducen información exigida o pedida por el significado de los


predicados.
El complemento directo u objeto directo es una función sintáctica que corresponde a un
argumento dependiente del verbo. Forma con él (y a veces con otras unidades) un grupo verbal y
aporta información necesaria para conformar la unidad de predicación que el verbo constituye.
Por extensión, la denominación se aplica también a los términos que desempeñan esta función
sintáctica. Así, en la oración Abrí la ventana el grupo nominal la ventana es el complemento
directo de abrí. La función de complemento directo puede ser desempeñada por diversos tipos
de unidades:
A. Sustantivos y grupos nominales: Cuando llegue a casa se freirá unas salchichas.
B. Pronombres y los grupos sintácticos que forman: ¿Cuál de estos prefieres?
C. Subordinadas sustantivas: Imagino que llamará; Espero ir; No recuerdo cómo salí.
Los verbos que se construyen con complemento directo se llaman transitivos, y las
oraciones que los contienen como parte del predicado se denominan oraciones transitivas. El
complemento directo se construye sin preposición o bien con la preposición a y se sustituye por
los pronombres átonos de acusativo.
La interpretación semántica del complemento directo depende del significado del verbo. En
los análisis tradicionales de la transitividad era habitual señalar que el complemento directo
recibe la acción del verbo, e incluso que esta pasa al objeto o se manifiesta en él. Esta intuición
clásica tiene sentido en ciertos casos, pero no se justifica aplicada a otros muchos. Así, en El
camino bordea el río no puede decirse que el complemento directo reciba el efecto de acción
alguna.
Se llama complemento indirecto u objeto indirecto la función sintáctica desempeñada por
los pronombres átonos de dativo, así como por los grupos preposicionales encabezados por la
preposición a que pueden ser reemplazados por un pronombre de dativo (Jacinto pidió a su
esposa las llaves > Le pidió las llaves), aunque también pueden concurrir con él: Al Rey le han
gustado las capillas que ha visto. Este último caso ilustra las llamadas construcciones de doblado
(o de duplicación) del pronombre átono. No se entiende que el verbo posea en ellas dos
complementos indirectos, sino que uno reproduce el otro, o bien que ambos forman un
segmento discontinuo (Al Rey… le). Desde el punto de vista semántico, los complementos
indirectos designan el receptor, el destinatario, el experimentador, el beneficiario y otros
participantes en una acción, un proceso o una situación.

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El complemento de régimen (o de régimen preposicional) es la función sintáctica que


desempeñan los grupos preposicionales argumentales, es decir, aquellos exigidos
semánticamente por los predicados:
depender de sus amigos traducir al español
dependencia de sus amigos traducción al español
dependiente de sus amigos traducible al español
Los segmentos subrayados son los complementos de régimen de un verbo, un sustantivo y
un adjetivo, respectivamente. Como se puede apreciar, a diferencia de otras funciones
sintácticas (complemento directo, sujeto), los complementos de régimen pueden estar
seleccionados por sustantivos (dependencia, traducción) y por adjetivos (dependiente,
traducible). Estos paradigmas se obtienen a menudo cuando las voces proceden de verbos, de
forma que heredan el régimen preposicional de estos (las preposiciones de y a en nuestros
ejemplos).
Los complementos de régimen de los verbos son compatibles con el complemento directo
(Llenó el vaso de agua; Ayúdame a bajar del coche; Lo invitaremos a almorzar). En tales casos
puede quedar implícito el complemento de régimen (Llenó el vaso; Ayúdame; Lo invitaremos) o
el complemento directo (Amenazó con dimitir; Alguien debió haber avisado del peligro). Unos
pocos verbos seleccionan dos complementos de régimen, como comprometerse (a algo con
alguien) o coincidir (con alguien en algo).
Se llama atributo la función que desempeñan varios grupos sintácticos que denotan
propiedades o estados de cosas que se predican de algún segmento nominal u oracional. Son
atributos las expresiones subrayadas en los ejemplos siguientes: La gente estaba contenta; Va a
ser necesario que acudas personalmente; ¿Es usted médico?; Parecían seres inofensivos; ¿Cómo
estás?
Como se comprueba en los ejemplos, los atributos no son solo palabras, sino también grupos
sintácticos. Los verbos ser, estar y parecer, se denominan verbos copulativos porque ligan o
vinculan (cópula significa ‘atadura, ligamiento’) el predicado con el sujeto.
Aunque el atributo se considera tradicionalmente una función sintáctica, no corresponde,
como las demás, a un argumento o a un adjunto. Así, en El secretario mencionó al conserje, las
dos expresiones nominales subrayadas constituyen los argumentos del predicado mencionar:
uno designa a quien realiza la acción (el secretario) y el otro la entidad mencionada (el conserje).
En cambio, en El secretario es el conserje, el verbo ser no selecciona dos argumentos, sino que

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los vincula y aporta la información relativa al tiempo, el aspecto, el modo y la concordancia. Es


más bien el atributo (el conserje) el que selecciona al sujeto, en el sentido de que restringe o
condiciona la entidad que puede corresponder a esa función.
Cuando el verbo no es copulativo ni semicopulativo, sino un verbo principal o pleno, la
expresión predicativa se suele denominar complemento predicativo, como radiante en Llegó
radiante. Según cuál sea el argumento al que se atribuyen, se distinguen, por un lado, los
predicativos que se predican del sujeto, o predicativos del sujeto, como en Llegó radiante; y, por
otro, los predicativos del complemento directo, que se atribuyen a la entidad designada por
este, como en Te veo más alta; No lo creo capaz de algo así.
Se denominan adjuntos los modificadores —casi siempre optativos— que inciden sobre las
diversas categorías léxicas (verbos, nombres, adjetivos, adverbios) y los grupos sintácticos que
forman sin que sean seleccionados o exigidos por ellos. El término adjunto se usa por oposición
al de argumento, es decir, a los segmentos sintácticos seleccionados o requeridos por un
predicado en función de su propia significación. Son adjuntos, por ejemplo, los elementos que se
marcan en un movimiento lento (adjunto de un sustantivo), irascible desde que perdió el trabajo
(adjunto de un adjetivo), lejos para siempre (adjunto de un adverbio) y en Se movían lentamente
(de un verbo).
El concepto de ‘adjunto’ no es de uso general en la tradición gramatical hispánica. Sí lo es el
de complemento circunstancial (también denominado a veces circunstante, aditamento, satélite
o simplemente circunstancial). Este término suele aplicarse solo a los adjuntos del grupo verbal,
o más bien al subgrupo de estos constituido por los que admiten sustitutos interrogativos o
exclamativos (como cuándo o por qué), relativos (como donde) o demostrativos (como entonces).
En consecuencia, suelen considerarse circunstanciales los adjuntos de lugar (Me sentaré aquí),
los de modo o manera (Me sonrió gentilmente), los de cantidad o grado (Te esfuerzas poco), los
de tiempo (Llegarán inmediatamente; largamente deseado), pero no ejercen tal papel los
adverbios que expresan nociones aspectuales, más que temporales (¿Vive aquí todavía?), los de
duda (Quizá lo sabía) o los de foco (Nosotros también tuvimos que esperar; Solo deseo que no le
ocurra nada malo. Las clases semánticas que tradicionalmente se reconocen en los adjuntos que
funcionan como complementos circunstanciales son las siguientes:
De manera: La saludó cortésmente.
De instrumento: Córtalo con la tijera.
De medio: Me devolvió el regalo por correo.

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De materia: Construían sus casas con cañas.


De compañía: El juez llegó con la policía.
De cantidad: La película no me gustó mucho.
De lugar: Solía veranear en la playa.
De tiempo: La carta llegó esta mañana.
De causa: Roban por necesidad.
De finalidad: Te llamo para invitarte al cine.
De provecho o beneficio: Lo compró para ella.

BIBLIOGRAFÍA

ALARCOS LLORACH (1994), Gramática de la lengua española, Madrid, Espasa-Calpe.


RAE (2010): Nueva gramática de la lengua española, Madrid, Espasa.

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