Es difícil conceptualizar el Marketing Directo desde una perspectiva global
ya que las distintas definiciones aparecen sesgadas por la potenciación, ya sea de los elementos comunicativos o bien de los elementos transaccionales.
Los que se debe tener en cuenta ante todo es al cliente o consumidor
actual, con los cambios que se están produciendo en forma acelerada, cambios que también llegan a las organizaciones que sólo pueden desarrollarse aumentando su conocimiento del cliente, y esto sólo pueden hacerlo accediendo o a través de la información. Aunque en el fondo la esencia de la transacción no ha cambiado.
El marketing directo empieza a aparecer en la constelación de
herramientas y estrategias que pueden diseñar los especialistas con brillo propio y admitiendo diferentes visiones y conceptualizaciones.
Es que bajo esta denominación se agrupan actividades tradicionales
(venta personal, venta por correo) y otras que utilizan las herramientas de la revolución informática (Venta por ordenador, televenta, telemarketing, etc.), pero lo nuevo del Marketing Directo es su utilización estratégica apoyada en bases de datos.
Justamente la clave del marketing Directo está en aprovechar las
oportunidades estratégicas que presenta, en vez de hacer, como sucede comúnmente, un aprovechamiento limitado de sus posibilidades.
Para ello la base de datos debe ser coherente con una infraestructura que permita la captación, manejo y utilización de los datos.
Iniciar una campaña de “Marketing Directo”, por ejemplo un mailing, sin
tener datos propios, apoyándose en una base adquirida, y sin capacidad posterior de procesar la respuesta y los nuevos datos que surjan de la campaña (aunque sea mínimamente la correspondencia devuelta por la oficina de correos) puede ser frustrante y llevar a que se consideren solamente los aspectos tácticos del Marketing Directo, sin ver que es una nuevo sistema de pensamiento y acción, una manera de entender el marketing y la comunicación.