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ELISA
La técnica ELISA (acrónimo en inglés Enzyme-Linked ImmunoSorbent Assay) es una
técnica de inmunoensayo, en la cual un antígeno (Ag) inmovilizado se detecta mediante un
anticuerpo (Ac) enlazado a una enzima capaz de generar un producto detectable, por
ejemplo, un cambio de color. La aparición de colorantes permite medir indirectamente,
mediante espectrofotometría, el Ag en la muestra (ELISA directa).
Existen actualmente varios formatos de la prueba de ELISA, que permiten, por ejemplo, la
cuantificación de un Ag y la detección o la determinación de la subclase (idiotipo) de un Ac.
Entre los más comúnmente utilizados en medicina de la producción, tenemos los siguientes:
ELISA directa: El objetivo de la prueba es detectar la presencia de un Ag de interés en una
muestra clínica. Es necesario incluir controles negativos que serán muestras del mismo tipo
que las analizadas (sangre, orina), pero en las que se tenga la certeza de la ausencia del
Ag que es buscado. Asimismo, se incluyen controles positivos (soluciones donde se
encuentra el Ag de interés).
ELISA indirecta: El objetivo de la prueba es detectar la presencia de Ac’s generados por el
animal frente a un Ag de interés, detectados en una muestra clínica. El sistema de detección
emplea dos anticuerpos (uno primario contra el antígeno y uno secundario marcado contra
el primario). Los controles positivos y negativos son los mismos. Es el formato de ELISA
más popular y es un método polivalente y barato, aunque se pierda algo de precisión por
tener un paso de más con respecto al método directo.
ELISA competitivo: Este tipo de ELISA es el más complejo. Se utiliza para detectar o
cuantificar Ag’s presentes en bajas cantidades en una muestra clínica. Se denomina así
porque se utiliza un Ag de referencia que competirá con el Ag que se sospecha está en la
muestra, mediante la unión al Ac.
La principal indicación de la prueba de ELISA, desde el punto de vista clínico y
epidemiológico, es la determinación de la presencia y cuantificación de un Ac particular en
una muestra, ya sea de sangre, suero, orina, leche, líquido cefalorraquídeo, o de cualquier
otro fluido de importancia clínica. Esta prueba puede aplicarse a enfermedades infecciosas
de diversas etiologías, ya sean virales, bacterianas, protozoarias, parasitarias, entre otras.
Adicionalmente, está diseñada para identificar cuantitativamente la concentración relativa
de Ac producidos por el animal en respuesta a un Ag, ya sea por vacuna o desafío de
campo; es decir que el resultado nos indicará el comportamiento inmunitario del lote
muestreado (o del individuo) frente a una enfermedad en un momento determinado, así
como los cambios en una línea temporal.
Esta última aproximación permite 1) realizar el seguimiento a la eficacia y eficiencia
de las vacunaciones (métodos, insumos, personal, rutas de aplicación); 2) determinar
el período en el cual se hace presente un desafío infeccioso o de manejo y así poder
ajustar los calendarios de vacunación para obtener una respuesta inmune óptima; 3)
evaluar los niveles de Ac transmitidos por vía materna y poder determinar la fecha
más adecuada para la vacunación dentro del sistema; 4) evaluar la eficiencia de los
procesos o inmunizaciones previos a las vacunas; y 5) analizar históricamente los
métodos utilizados en bioseguridad y preparación de instalaciones, con el fin de
identificar qué procedimientos se ajustan correctamente a los objetivos.
PCR
La técnica PCR (acrónimo en inglés Polymerase Chain Reaction) es una técnica de biología
molecular, cuyo objetivo es obtener un gran número de copias de un fragmento de
ADN/ARN particular, partiendo de un mínimo; en teoría basta partir de una sola copia de
ese fragmento original, o molde. Su utilidad es que, tras la amplificación de dicho fragmento,
resulta mucho más sencillo identificar —con una probabilidad muy alta, virus o bacterias
causantes de una enfermedad o hacer investigación científica sobre el material genético
amplificado (filogenética, secuenciación, análisis funcional de genes).
Existen actualmente varios formatos de la prueba de PCR. Entre los más comúnmente
utilizados en medicina de la producción, tenemos los siguientes:
PCR anidada: Es una técnica muy sensible de PCR, en la que el producto de una
amplificación es utilizado como molde para realizar una segunda amplificación Este tipo de
PCR tiene la ventaja de brindar alta sensibilidad y especificidad. Su desventaja, es que
no nos permite cuantificar la muestra.
PCR in situ: Consiste en una reacción de PCR en secciones histológicas o células, donde
los productos generados pueden visualizarse en el sitio de amplificación. Es realizada sobre
preparaciones fijas en un portaobjetos. De esta manera pueden detectarse cantidades
pequeñísimas del material genético de interés.
PCR múltiple: Este formato permite amplificar simultáneamente más de una secuencia
genética (ya se trate de diferentes cepas o variantes de un mismo agente etiológico o de
varios de ellos). La principal ventaja es que se obtiene información sobre varios productos
en una sola reacción, lo que se traduce en un menor costo. Sin embargo, es una técnica
que requiere de una cuidadosa optimización del proceso.
PCR en tiempo real (PCR-TR) o PCR cuantitativa (PCRQ): Es un formato cuya principal
característica es que permite cuantificar la cantidad de ADN/ARN presente en la muestra
original, o identificar (con una muy alta probabilidad), muestras de ADN específicas. A
diferencia de la PCR convencional (de punto final), que mide la acumulación del ADN al
final de un número predeterminado de ciclos, en el PCRQ esto se hace durante el proceso
de amplificación usando fluorescencia, de forma que su aumento es proporcional a la
cantidad de ADN formada, y por supuesto también al ADN molde.
La técnica de la PCR tiene multitud de aplicaciones. En medicina veterinaria, la prueba de
PCR se emplea fundamentalmente como herramienta diagnóstica, desde el punto de vista
clínico y epidemiológico, definiéndose la presencia de un agente infeccioso (o al menos su
ADN) y cuantificación de dicha presencia. Esta prueba puede aplicarse a matrices
diversas como sangre, suero, orina, fluidos orales, leche, líquido cefalorraquídeo, o
cualquier otro fluido de importancia clínica en donde se tenga conocimiento de que
el agente etiológico per se estaría presente.
Por obvias razones permite la identificación de dicho agente, incluso presente en bajas
cantidades en la muestra clínica. Esto representa una ventaja analítica cuando se le
compara con otras pruebas como ELISA y cultivo. En el primer caso, para la detección de
Ac se requiere de una respuesta inmune efectiva y detectable, lo cual no siempre se
presenta; y en el segundo caso, se requieren partículas del agente infeccioso que se
encuentren viables para que se puedan reproducir y ser visibles. La prueba de PCR requiere
cantidades suficientes de ADN, incluso de un microorganismo no viable, para garantizar su
detección. Adicionalmente, esta prueba permite genotipificar el agente infeccioso de
interés a través de la secuenciación (esto es, analizar el ADN de la línea germinal de un
microorganismo, con el fin de identificar nucleótidos o bases nitrogenadas específicas que
permiten determinar la presencia de ciertas variantes).
La detección de ADN/ARN por la PCR presenta ciertas ventajas —como la rapidez,
identificación inequívoca del agente, así como desventajas —una sensibilidad moderada,
alto costo, equipos y reactivos especiales y personal altamente calificado. La sensibilidad
moderada, más que un asunto propio de la prueba es una variable por controlar
cuando se toma la decisión de qué muestra biológica remitir (la materia fecal incluye
varios inhibidores de la polimerasa, enzima responsable del proceso replicación del ADN),
el momento de colección de la muestra en el proceso de dinámica de la enfermedad
(período prepatogénico, patogénico, recuperación; lo que podría comprometer la cantidad
de ADN “detectable” en la muestra biológica), y conservación durante el transporte y
almacenamiento de la muestra (dada la posibilidad de degradación del ADN presente en
la muestra). Todas las situaciones mencionadas podrían llevar a un falso negativo, lo cual
comprometería la interpretación del fenómeno epidemiológico.
La prueba de PCR también presenta una ventaja, específicamente sobre la prueba de
ELISA, y es que, dada su sensibilidad, se pueden tomar muestras colectivas o "pools" (por
ejemplo, 96 pruebas individuales). Si una de estas muestras colectivas da positivo, se
toman a partir de ella muestras progresivamente menores hasta que se encuentre el origen
de la respuesta, o partir del resultado poblacional para la intervención que dio justificación
a la realización de la prueba.
En microbiología, el cultivo se define como un método para la multiplicación de
microorganismos (bacterias, virus), a partir de la preparación de un medio óptimo que
favorezca el proceso deseado.
Las variedades de formatos del cultivo radican principalmente en el medio que se utilice
(sólido, líquido). La principal diferencia entre estos medios es que el sólido contiene un 1,5–
2% de agar-agar, mientras que el medio líquido no contiene agar-agar. Un microorganismo
se puede sembrar en un medio líquido o en la superficie de un medio sólido de agar,
dependiendo de sus características particulares. Los medios de cultivo contienen distintos
nutrientes que van, desde azúcares simples hasta sustancias complejas como la sangre o
el extracto de caldo de carne.
En el caso que el objetivo de la prueba sea aislar o purificar una especie bacteriana a partir
de una muestra biológica formada por muchos tipos de bacterias, se siembra en un medio
de cultivo sólido donde las células que se multiplican no cambian de localización; tras
muchos ciclos reproductivos (resiembras), cada bacteria individual genera —por escisión
binaria, una colonia macroscópica compuesta por decenas de millones de células similares
a la original. Si esta colonia individual se siembra a su vez en un nuevo medio crecerá como
cultivo puro de un solo tipo de bacteria.
En medicina veterinaria, el cultivo se emplea fundamentalmente como herramienta de
detección, desde el punto de vista diagnóstico, definiéndose la presencia de un agente
infeccioso —inicialmente viable y capaz de reproducirse, y en algunos casos, la
cuantificación de su presencia en términos de UFC (Unidades Formadoras de Colonia).
Esta prueba puede aplicarse a matrices diversas como sangre, suero, orina, fluidos orales,
leche, líquido cefalorraquídeo, o cualquier otro fluido de importancia clínica en donde se
tenga conocimiento de que el agente etiológico viable está presente.
En otros escenarios —entendiendo que muchas especies bacterianas son similares al
microscopio (morfológicamente hablando), para identificar cada tipo de bacteria se estudian
sus características bioquímicas, sembrándolas en medios de cultivo especiales. Así,
algunos medios contienen un producto que inhibe el crecimiento de la mayoría de las
especies bacterianas, pero no la del tipo que se desea averiguar si está presente. En otras
aproximaciones, el medio de cultivo contiene determinados azúcares especiales que sólo
pueden utilizar algunas bacterias. En algunos medios se añaden indicadores de pH que
cambian de color cuando uno de los nutrientes del medio es fermentado y se generan
catabolismos ácidos. Si las bacterias son capaces de producir fermentación, generan gases
que pueden ser detectados cuando el cultivo se realiza en un tubo cerrado. Con otros
medios de cultivo se puede identificar si las bacterias producen determinadas enzimas que
digieren los nutrientes. Así, algunas bacterias con enzimas hemolíticas (capaces de romper
los glóbulos rojos) producen hidrólisis y cambios apreciables en las placas de agar sangre.
Cuando se requiere el cultivo de virus, este se debe realizar en células vivas y todo lo que
ello representa en términos de viabilidad y conservación. Las técnicas de cultivo celular
necesitan unas estrictas condiciones de asepsia porque las células animales crecen menos
rápido que la mayoría de los contaminantes comunes como las bacterias, los hongos y las
levaduras.
Algunas limitaciones generales al cultivo microbiano y a los resultados al antibiograma, se
derivan de factores como la calidad del medio (capacidad nutricional, pH, humedad), el
grosor del agar, horizontalidad y esterilidad, las condiciones de incubación (temperatura,
humedad, composición de la atmósfera, tiempo), discos antibióticos de baja calidad o
caducos, interacciones antibióticas, poca distancia entre discos o que estén demasiado
cerca del margen de la placa de Petri, inóculo no estandarizado o dispersión desigual en
placa, cultivo contaminado o cepa infectada por bacteriófagos, e instrumentos de medida
no estandarizados — lectura de las zonas de inhibición e interpretación equívocas.
Una indicación que viene ganando popularidad, es que, además de la identificación de las
bacterias causantes de las enfermedades infecciosas, se identifiquen también los
antibióticos a los que son sensibles, es decir, la inclusión del antibiograma, el cual tiene 3
utilidades principales: 1) la instauración de un tratamiento antibiótico correcto, de acuerdo
con el agente aislado desde el cultivo. En este caso, es necesario conocer si el
microorganismo responsable de la infección posee mecanismos que le confieran resistencia
frente a algún antibiótico para no incluirlo como terapia; 2) en cuanto al tratamiento, el
antibiograma no solo es necesario en la instauración, también resulta útil en el seguimiento
e incluso en la confirmación de tratamientos empíricos. En ocasiones la enfermedad
infecciosa resulta grave y se comienza el tratamiento antes de conocer los datos de
sensibilidad de la cepa. En este sentido se espera que el antibiograma confirme, o en su
defecto, oriente en la corrección del tratamiento; y, 3) en la epidemiología, ya que es
necesario detectar el aumento de los niveles de resistencia en los aislamientos clínicos para
tomar medidas correctivas, principalmente cuando se presentan resistentica de interés en
salud pública.
Históricamente, la sensibilidad a los antibióticos se determinaba mediante la técnica de
Kirby-Bauer, que utiliza discos impregnados de antibiótico y según el halo que se formaba
a su alrededor (en mm) se determinaba si la bacteria era sensible, intermedia o resistente
a dicho antibiótico. Sin embargo, se han desarrollado otros métodos, como, por ejemplo, la
determinación de la CIM (Concentración Inhibitoria Mínima), es decir, la concentración más
baja de un antibiótico necesaria para lograr la inhibición del crecimiento de un
microorganismo después de su incubación.
RECUERDEN:
Ninguna prueba diagnóstica brinda la información completa del fenómeno epidemiológico
que se está presentando, y mucho menos, representa una ruta de solución a un problema
infeccioso por sí sola. Adicionalmente, todas y cada una de ella presenta limitaciones
propias que comprometen su sensibilidad y especificidad. Es por esto se recomienda la
combinación de 2 o más pruebas diagnósticas para contar con un mayor espectro de
información.