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Conclusión adelantada: la cosa juzgada es algo mucho más tangible que un mero
concepto dogmático
I. Introducción
El derecho se orienta a buscar la paz social, el derecho procesal también ha
contribuido a la creación de algún mito (todas las ciencias tienen sus mitos)
derivado justamente de la obsesión de toda rama del derecho por obtener la
necesaria seguridad jurídica que trajera paz social
● En este caso esa búsqueda se ha situado con enorme frecuencia en el
concepto de «cosa juzgada»
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Podemos ver por ejemplo la actual ley española de enjuiciamiento civil del año 2000
● Aquí hallamos una desmitificación de la cosa juzgada, ya que todas las
categorías en que la ciencia ha dividido su estudio son lo mismo, esto es, la
prohibición de reiteración de juicios
Teoría procesal: acá la cosa juzgada sólo implica el vínculo del segundo juez a la
primera sentencia, siendo la cosa juzgada un fenómeno exclusivamente del
derecho procesal. La cosa juzgada formal simplemente significaría la
irrevocabilidad de la sentencia en el mismo proceso, lo que obviamente es una
cuestión de carácter netamente procesal o formal
● Acá se nos indica que no se puede volver a juzgar dentro del mismo
proceso
Ahora ambas teorías se muestran compatibles, hoy en día la doctrina nos señala
que la cosa juzgada formal es presupuesto de la material
La teoría material albergaba además lo que es el efecto positivo y negativo de la
cosa juzgada. Para colmo más encima la doctrina contribuye a seguir complicando
y oscureciendo el concepto, acumulando en él lo que vendrían siendo la firmeza,
irrevocabilidad, invariabilidad, inmutabilidad, etc. La doctrina crea grandes
categorías sobreabundantes
● Esto oscurece la noción inicial que es: PROHIBICIÓN DE REITERACIÓN
DE ACTOS
aunque hayamos sido capaces de entender esas teorías, las de la acción y las del
objeto del proceso, e incluso existan quienes han logrado meritoriamente
concebir algunas nuevas, lo cierto es que no nos han ayudado en absoluto a
resolver el problema de la cosa juzgada
● No nos ha servido de nada clasificar el objeto entre petitum y causa
petendi, sencillamente porque nos hallamos con la insuperable dificultad
de saber qué sea realmente la causa petendi, por más que se haya
intentado definirla. Aunque, sobre todo, porque resulta complejísimo
distinguirla realmente del petitum
Para conocer cuál es el objeto del juicio, debemos fijarnos en el objeto de cada
juicio. Y ello obliga a abandonar cualquier teorización, no quedando otro remedio
que hacer un recuento de todo aquello que ha sido juzgado. De ese modo
sabemos precisamente cuál es el objeto de cada juicio, y con ello resolvemos la
polémica teórica, pero no la práctica. ¿En qué medida ha juzgado el Juez? ¿Cuál
es el alcance de ese juicio? Como antes decía, el problema son las fronteras de la
cosa juzgada