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La Universidad Mayor de San Andrés 

advierte, mediante misiva dirigida  al


Presidente, sobre    los riesgos  del uso de  glifosato en la producción de soya
transgénica en el país.  La alerta llega tras un nuevo estudio  científico de EEUU
que ratifica la relación de ese herbicida con el cáncer. El Gobierno autorizó hace
unos días  cultivos de otras variedades genéticamente   modificadas.
“El artículo científico que adjuntamos da evidencias muy fuertes de que el glifosato
incrementa el riesgo de cáncer en un 41%. Con base en este nuevo estudio nos
parece ineludible que el Gobierno nacional revise su política en relación con: el
uso y promoción de la soya transgénica, el uso del glifosato (que lamentablemente
va aparejado de forma obligada a la soya transgénica) y dé un apoyo contundente
y de gran magnitud a los cultivos orgánicos, tanto de soya como de otros
productos agrícolas de Bolivia”, dice la carta abierta firmada  por el director del
Instituto de Ecología de la UMSA, Luis  Fernando Pacheco Acosta.
En agosto pasado, el jardinero estadounidense Dewayne Johnson, enfermo de
cáncer, ganó una demanda contra la compañía Monsanto, que fue sancionada 
por no advertir que el glifosato que contenían sus herbicidas implicaba riesgo
cancerígeno. Hace una semana, otro jurado de EEUU dictaminó que ese químico
fue “un factor importante en el origen del cáncer”  de otro demandante.
De  acuerdo con datos oficiales, en  Bolivia más del 90% de la soya producida 
usa glifosato. El pasado 18 de marzo, el Gobierno, la Confederación de
Empresarios Privados  y los productores cruceños firmaron un acuerdo para la
siembra de  una nueva variedad transgénica del grano.
El ministro de Hidrocarburos, Luis Sánchez, informó entonces que esa producción 
será destinada   al  biodiesel.  “Para ello se ampliará la frontera agrícola en  250
mil hectáreas nuevas de soya en Santa Cruz. Estos cultivos  producirán 100
millones de litros de biodiesel para mezclar al 5% con diésel de petróleo”, explicó.
Ninguna de las partes que firmaron el acuerdo  adelantó cuál será la nueva
variedad de soya genéticamente modificada. Sin embargo, en la etapa previa a la
firma se habló de la semilla HB4, que es resistente a la sequía.
Las semillas transgénicas  son resistentes a plagas pero degradan el suelo.
 
El glifosato y los transgénicos
El 10 de febrero, cinco científicos de las universidades estadounidenses de
Washington y Berkeley publicaron el estudio Exposición a herbicidas a base de
glifosato y riesgo de linfoma no Hodgkin: un metanálisis y evidencia de respaldo.
Los resultados  comprueban  que  las personas expuestas al glifosato tienen un
41% mayor de riesgo para desarrollar el linfoma no Hodgkin, un  cáncer que
comienza en los glóbulos blancos. El pesticida analizado se usa en   casi la
totalidad de los cultivos bolivianos de soya.
 
 “La carta enviada al Presidente  expresa, desde el punto de vista académico y
científico, la preocupación que tenemos los bolivianos por el uso del glifosato. Este
es un herbicida  que va asociado a la soya, maíz y algodón transgénicos, que  
hoy son parte de la agenda del agro negocio que quiere imponer el Gobierno con
el pretexto de la sequía y el ataque del cogollero”,  manifestó el experto en
biotecnología y director de PROBIOMA, Miguel Ángel Crespo.
Y añadió: “La ciencia se basa en evidencias y  felicitamos que  la UMSA, mediante
el Instituto de Ecología se pronuncie  y respalde su oposición a la introducción de
más eventos transgénicos”.
 En Bolivia, el impacto del glifosato asociado con la soya transgénica ha originado
la aparición de nueve tipos de malezas resistentes, cuyo control  requiere de más
químicos. Los productores han empezado a usar otros herbicidas – el 2-4D o el
paraquat- como complementos para glifosato, que elevan su nivel de toxicidad.
“El impacto del glifosato   no solamente se da en los suelos, en las aguas y en los
productores, sino también en las poblaciones cercanas a los campos que se
fumigan. También quedan residuos que permanecen en los granos que son
cosechados y   procesados para  alimentar  al ganado y para el consumo
humano”, alertó Crespo.
 
“Los transgénicos vulneran la CPE”
La producción de transgénicos en Bolivia vulnera la Constitución Política del
Estado, manifiesta   el abogado Manuel Menacho, de la Plataforma Bolivia Libre
de Transgénicos.
La norma nacional -aseguró en un manifiesto- “prohíbe la importación, producción
y comercialización de organismos genéticamente modificados y elementos tóxicos
que dañen la salud y el medioambiente. Asimismo la CPE señala que el Estado
tiene la obligación de garantizar una alimentación sana”.
Argumentó que la Ley 300 de la Madre Tierra establece en su Artículo  24 que el
Gobierno debe desarrollar acciones de protección del patrimonio genético de la
agro biodiversidad. “La norma señala que esta acción debe realizarse a través de
la  prohibición de la introducción, producción,  uso, liberación y comercialización
de semillas transgénicas”, sostuvo.

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