Está en la página 1de 19

Greenpeace (del inglés green: verde y peace: paz) es una ONG ambientalista fundada

en 1971 en Vancouver, Canadá.


El objetivo de la ONG es proteger y defender el medio ambiente, interviniendo en
diferentes puntos del planeta cuando se cometen atentados contra la Naturaleza.
Greenpeace lleva a cabo campañas para detener el cambio climático, proteger
la biodiversidad, la alimentación saludable para la no utilización de transgénicos, disminuir
la contaminación, acabar con el uso de la energía nuclear y las armas y proteger bosques y
parajes naturales, especialmente el territorio ártico.
Con oficinas internacionales y regionales en 44 países,1 la organización obtiene sus ingresos
de las contribuciones individuales de sus 3,2 millones de socios, cifra del 1 de
marzo de 2017, en todo el mundo.
Las campañas de Greenpeace se centran en aquellos problemas que, según la organización,
amenazan más gravemente el futuro del planeta. Estas campañas están agrupadas
básicamente en cuatro áreas: ecología marina, atmósfera, energía nuclear y tóxicos.
En numerosos países la organización no intenta abrir sedes debido a la falta de garantías de
seguridad para sus simpatizantes. Las críticas suelen partir de la gran industria, principal
perjudicada por las posturas ecologistas.
Greenpeace se financia exclusivamente de las cuotas de sus socios y de las aportaciones de
iniciativas de artistas e intelectuales que han colaborado para obtener fondos con los que
financiar las acciones de esta organización.
Para que no quede la más mínima duda sobre la gestión económica de la organización, cada
oficina nacional se somete voluntariamente a una auditoría anual, llevada a cabo por una
firma de auditores, independiente e internacional. Estas auditorías están a disposición de
los medios de comunicación, del Gobierno o de la opinión pública.
Controversias:
Greenpeace busca con sus campañas la notoriedad en prensa y con frecuencia sus
actuaciones son llamativas y espectaculares, aunque también polémicas. Algunas de sus
actuaciones han sido tildadas de ecoterroristas y la han acusado de manipular sus informes
con el objetivo de obtener notoriedad.
El 29 de Junio del año 2016 129 ganadores del premio Nobel y más de 13200 científicos de
todo el mundo,15 realizaron una carta en la cual afirman el apoyo total a los cultivos GM y
piden a Greenpeace que suspendan sus esfuerzos de bloquear la introducción del arroz GM,
el cual ayuda a reducir las deficiencias de vitamina A. "instamos a Greenpeace y sus
partidarios a reexaminar la experiencia de los agricultores y consumidores de todo el
mundo respecto a los cultivos y alimentos mejorados gracias a la biotecnología, que
reconozca los hallazgos de las agencias reguladoras y cuerpos científicos autoritativos y que
abandonen su campaña contra los cultivos genéticamente modificados en general y el arroz
dorado en particular". Entre los ganadores del premio nobel que firmaron la carta se
encuentran: James Dewey Watson, Phillip Allen Sharp, Peter Agre, Zhorés Alfiórov, Sidney
Altman, Hiroshi Amano, Werner Arber, Richard Axel, David Baltimore, Barry C. Barish, Paul
Berg, Bruce Beutler, Elizabeth Blackburn, Martin Evans, entre otros.
El problema
Un transgénico u organismo modificado genéticamente (OMG) es un organismo vivo que
ha sido creado artificialmente manipulando sus genes. Esta rama de la biotecnología
permite franquear las barreras interespecíficas y crear seres vivos que no podrían ocurrir
en la naturaleza.
Tras más de 20 años en el mercado sigue sin haber estudios a largo plazo que demuestren
su seguridad para los seres humanos. Más de 300 científicos independientes han firmado
un manifiesto internacional afirmando que no existe un consenso científico sobre su
seguridad.
Los riesgos ambientales de los transgénicos están ampliamente demostrados, al igual que
no es cierto que sean la solución al hambre, puesto que la inmensa mayoría de los cultivos
transgénicos alimentarios se destina a piensos animales que engordan a animales para que
en los países enriquecidos podamos disponer de carne barata.
La coexistencia entre cultivos transgénicos y cultivos convencionales y ecológicos es
imposible: la contaminación genética es inevitable.
Según los datos estimados de superficie cultivada con transgénicos, el 95% de los cultivos
transgénicos en la UE se encuentran en España. La propia administración se muestra opaca
en las cifras de cultivo transgénico: el Gobierno sigue ofreciendo únicamente
estimaciones basadas en los datos de venta de semillas suministrados por la industria.
Hay quienes justifican todo esto en aras de “acabar con el hambre” en el planeta, pero la
realidad es que los cultivos modificados genéticamente no alimentan al mundo: el 99% de
los agricultores no los cultivan, y el 97% de la superficie agrícola mundial sigue libre de ellos.
Los cultivos transgénicos son el exponente máximo del modelo de agricultura industrial: no
son necesarios ni la solución a los problemas que prometían resolver. Es más, algunos
problemas incluso se han agravado, como el uso masivo de herbicidas como el glifosato y
la consecuente resistencia de las “malas hierbas” a estos productos.
Qué está haciendo Greenpeace
Greenpeace lleva años informando sobre los problemas asociados a la liberación de cultivos
transgénicos al medio ambiente y denunciando cómo afectan a un sistema agroalimentario
justo y sostenible y en particular a la agricultura ecológica. Además, el trabajo a nivel
europeo ha hecho que solo exista un cultivo autorizado y que solo España,
lamentablemente, los utilice de forma significativa.
Greenpeace anima a todas los gobiernos autonómicos, municipios y ciudades a que se
declaren libres de cultivos transgénicos y a que apuesten decididamente por la agricultura
ecológica.
LOS ARGUMENTOS DE GREENPEACE CONTRA LOS TRANSGÉNICOS (RÉPLICA)
Los cultivos transgénicos representan una amenaza para los pequeños productores
(campesinos e indígenas), ya que el modelo de cultivo de los OGM concentra el control de
la agricultura y la alimentación en pocas manos y el aumento de la concentración
empresarial destruye la libertad de elección y eleva los precios.
Contrario a lo escrito en este mismo espacio por Saúl Vázquez Torres, Greenpeace no se
opone a la biotecnología siempre que se haga en espacios controlados, es decir, en
laboratorios y sin interacción con el medio ambiente.
Las experiencias alrededor del mundo al cultivar organismos genéticamente modificados
(OGM) han demostrado que éstos no ofrecen lo que prometieron sus diseñadores,
defensores y comercializadores. En cambio, están generando serias consecuencias
ambientales, socioeconómicas y plantean un serio riesgo para la salud, la biodiversidad y la
soberanía alimentaria.
¿Por qué los transgénicos son un riesgo?
Contrario a lo pregonado por la industria biotecnológica, los cultivos transgénicos implican
un incremento en el uso de agrotóxicos, generan contaminación genética y del suelo (1),
pérdida de biodiversidad, desarrollo de resistencias en insectos (2) y vegetación adventicia
(malas hierbas) (3), así como efectos nocivos para otras especies (4).
La contaminación genética con transgénicos, ocasionada por el flujo de polen por viento e
insectos y el intercambio de semillas, atenta contra la biodiversidad. México es centro de
origen y diversidad genética del maíz y sus 59 razas y miles de variedades adaptadas a
diferentes condiciones agronómicas y climáticas, resultado del conocimiento tradicional
milenario, pueden perder su pureza ante la introducción de las semillas genéticamente
modificadas, patentadas por las empresas biotecnológicas.
Los cultivos transgénicos también representan una amenaza para los pequeños productores
(campesinos e indígenas) ya que el modelo de cultivo de los OGM concentra el control de
la agricultura y la alimentación en pocas manos y el aumento de la concentración
empresarial destruye la libertad de elección y eleva los precios.
Consecuencias legales
• Los productores deben comprar las semillas de empresas transnacionales y son obligados
a firmar un acuerdo poco claro sobre el uso de esta tecnología, dándole a la empresa el
derecho permanente sobre las semillas. Se les prohíbe guardarlas o venderlas en los ciclos
agrícolas siguientes.
• Los trabajadores del campo podrían ser demandados por las empresas si se detectan
semillas patentadas en sus campos, aunque su presencia sea consecuencia de la
contaminación.
• En Canadá y Estados Unidos, estos acuerdos han propiciado la inspección arbitraria de las
tierras y el atropello a la privacidad de los productores.
Consecuencias económicas
• Altos precios de las semillas transgénicas e inversiones adicionales difíciles de cubrir por
parte de los campesinos, quienes al final, se encuentran con que las cosechas no son más
productivas por todas las fallas agronómicas.
• Ante el rechazo de la sociedad a los OGM, es necesario destinar recursos adicionales para
separar físicamente los productos transgénicos de los convencionales. Aun así la
contaminación es inevitable, y un evento contaminante por sí mismo le cuesta millones de
dólares al sector agrícola (5).
¿Qué queremos para el medio ambiente?
Se requieren cambios radicales en el sector agrícola. La respuesta para incrementar la
producción del campo no está en los transgénicos. Actualmente no existe en el mercado
ninguna variedad transgénica con una tolerancia más alta al calor, ni tampoco a los estreses
hídricos y térmicos.
El reto para enfrentar los extremos del clima y la baja producción de alimentos no está en
un simple arreglo tecnológico como el que propone la ingeniería genética sino en la
diversidad de semillas. Conservar in situ – en el campo- nuestra gran diversidad de maíces
tolerantes a diferentes estreses ambientales puede proporcionar seguridad frente a
eventos climáticos extremos, además de fomentar la soberanía alimentaria.
Incentivar la investigación pública. Las estimaciones actuales del costo del desarrollo de una
planta transgénica, una vez que el gen haya sido identificado, son de más de 60 millones de
dólares, comparado con el costo aproximado de 1 millón de dólares para desarrollar una
línea convencional.
En la Unión Europea (UE), gracias a la presión ciudadana y a los argumentos científicos, ocho
países –Alemania, Grecia, Austria, Luxemburgo, Francia, Hungría, Italia y Polonia-
decretaron ya la moratoria o algún tipo de prohibición a la siembra de alguna variedad de
maíz. Actualmente sólo cuatro países lo cultivan a nivel comercial en toda Europa.
Es momento de reconocer que la agricultura industrial no resuelve el problema del hambre
en el mundo y en cambio, está generando graves impactos ambientales. Es urgente la
implementación de una agricultura ecológica basada en la diversidad de cultivos con
semillas naturales la cual sí es sostenible a largo plazo.
Guía para Evitar comprar Alimentos Transgénicos – Greenpeace
El desarrollo de enfermedades, la desaparición de insectos, la toxicidad de nuestras aguas
y tierras, la deforestación, la contribución al cambio climático… Hay demasiadas
consecuencias negativas tras el uso de la agricultura industrial y los transgénicos. Dicho
esto, ¿sabías que España es el país de Europa en el que más cultivos de este tipo se
siembran?
¿Qué es lo que se conoce como Alimento Transgénico?
Un trasgénico, también denominado como Organismo Modificado Genéticamente (OMG),
es aquel organismo modificado mediante ingeniería genética. La manipulación genética
consiste en aislar segmentos del ADN (material genético) de un ser vivo (virus, bacteria,etc)
para introducirlo en el de otro.
El cultivo de transgénicos supone aumento del uso de tóxicos y contaminantes en la
agricultura, entre ellos:

 La contaminación genética
 La contaminación del suelo
 La pérdida de biodiversidad
 Desarrollo de resistencias en insectos y ‘malas
hierbas’.
 Efectos negativos en la salud.
Un ejemplo claro es el maíz transgénico que se cultiva
en España, este lleva genes de bacterias, para
producir una sustancia insecticida.

Los riesgos sanitarios a largo plazo (nuevas alergias, aparición de nuevos tóxicos, pérdida
de eficacia de algunos medicamentos…) de los OMG presentes en nuestra alimentación o
en la de los animales cuyos productos consumimos no se están analizados correctamente y
su alcance sigue siendo desconocido.
Sin embargo, llama la atención que la mayoría, por no decir todos los productos de soja y
maíz que no provienen de la agricultura ecológica son transgénicos.
La industria alimentaria lo sabe perfectamente y evita hacer mención de ello en su
etiquetado en los casos en los que no es de obligado cumplimiento.
¿La legislación europea del etiquetado como está al respecto?
La actual legislación europea obliga a etiquetar los productos que deriven de cosechas
transgénicas, independientemente de la presencia de ADN o de proteína ‘transgénica’ en el
producto final.
Por tanto, cualquier alimento que contenga OMG o ingredientes que deriven de éstos
debería declararlo en su etiqueta.
Se trata de un primer paso
fundamental para que podamos
ejercer nuestro derecho a elegir
alimentos sin transgénicos, aunque
esta normativa apenas se aplica.

Pero, ¿cómo poder hacer compras seguras que excluyan este tipo de alimentos?
Son muchos los alimentos que encontramos en cualquier supermercado que no cuentan
con la garantía de estar libres de transgénicos.
Greenpeace ha elaborado una guía muy interesante en la que se diferencia los alimentos
con garantía de estar libre de transgénicos y los que no.
Hay que destacar que es una guía orientativa, ya que existen muchos más productos que
no salen en la guía, por lo que es muy importante leer las etiquetas.
Guía de alimentos transgénicos en España de Greenpeace.
En el siguiente informe se puede ver la guía de alimentos transgénicos elaborado por
Greenpeace. En la misma se observa una lista verde, donde se incluye aquellos productos
cuyos fabricantes han garantizado a Greenpeace que no utilizan transgénicos ( ni derivados)
en sus ingredientes o aditivos; por otro lado, se incluye una lista roja donde se observa
aquellos productos para los cuales Greenpeace no puede garantizar que no contengan
transgénico.
Se trata de:
Muchos son chocolates, papas fritas, pan, galletas y margarinas a los que se le incluye
“aceites y grasas vegetales”; como por ejemplo las siguientes marcas enumeradas en la lista
roja:

 Kelloggs’s: Corn Pops, All-bran.


 Chocolates: Nestlé, Crunch, Nesquik, Cadbury.
 El Ketchup Heinz.
 La mayonesa de Hellman.
 Refrescos: Coca-cola, Minute Maid y Pepsi.
 Patatas fritas :Lay, Pringles y Cheetos.
 Aceites: Carbonell, Koipe, Koipesol, Fenómeno y La Masía.
 Margarinas: Flora, Ligeresa y Tulipán.
 Todos los alimentos infantiles de Nestlé más Nutricia, Milupa y Bledina de Danone.
 Conservas y preparados: Knorr, Calvé, Maizena, Maggi, Buitoni, Litoral, Solis y La
Cocinera
 Bebidas: Nesquik, Nescafé, Bonka, Eko y Ricore
 Cereales desayuno: Chocapic, Fitness, Crunch, Estrellitas y Kelloggs. Otros.
En definitiva, lo más recomendable sería seguir unas pequeñas pautas:

 Consumir productos locales y ecológicos, lo cual te garantiza 100% que están libre
de transgénicos y pesticidas.
 Leer las etiquetas.
 Evitar comida precocinadas y bollerías industriales (la mayoría contienen aditivos de
dudosa procedencia, lecitina, grasas saturadas, glucosa…)
 Evitar carne en conserva, salchichas y embutidos.
Hay más de 50 productos transgénicos en Bolivia
El país no cuenta con una regulación para el control de estos productos
Más de 50 alimentos que se encuentran en la mesa de los bolivianos tienen elementos que
fueron alterados genéticamente, según datos de Greenpeace y del Foro Boliviano de Medio
Ambiente y Desarrollo (Fobomade). Ninguna entidad estatal controla estos productos ni
está en condiciones de afirmar con seguridad si contienen genes alterados y si afectan o no
a la salud de los consumidores.
Bolivia no cuenta con normas que exijan el etiquetado de este tipo de los alimentos
importados (en el que se detalle su composición transgénica), de modo que es difícil
reconocerlo. No obstante, la mayoría de estos productos ingresa mediante el contrabando.
El único comestible modificado genéticamente y que fue autorizado para el consumo,
mediante el Decreto Supremo 24676, es la soya. Con ésta se elaboran varios subproductos
que encuentran fuera de control como el aceite y leche de soya.
La licenciada de Inocuidad Alimentaria del Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e
Inocuidad Alimentaria (Senasag) Carolina Tejerina aclara que “se considera un alimento
transgénico cuando se manipula el ADN (ácido desoxirrobonucleico), que contiene la
información específica de una especie, para aplicarla en otra”. El ingeniero Aldo Claure, del
Ministerio de Desarrollo Rural, cree que “Bolivia debe contar cuanto antes con una ley que
exija a las industrias que informen explícitamente a los consumidores que existen productos
que contienen organismos genéticamente modificados”, para que —dada la ausencia de
normas de control— “por lo menos la gente sepa a qué atenerse y decida si se arriesga o
no”.
“Ahora nadie sabe lo que come —agrega—, pero desde el Ministerio ya estamos
elaborando una norma (ver apoyo) para obligar que todos los productos tengan una
etiqueta que pueda ser entendible para todos los consumidores”.
Una vez que la regulación entre en vigencia, debe ser homologada en todo el mundo,
empezando por la Comunidad Andina (CAN) y el Mercado Común del Sur (Mercosur), de
donde proviene la mayoría de los países proveedores.
El profesional recuerda que por el momento está en vigencia el decreto supremo que
permite, excepcionalmente, el ingreso de la soya transgénica.
Los productos identificados
El jugo de frutas Ades, el chocolate Toddy, los Doritos, las papas fritas precocidas de varias
marcas, la maicena de diferentes industrias y los cubitos de sopa Maggy y Knnor están en
la lista del Foro Boliviano de Medio Ambiente y Desarrollo (Fobomade) de alimentos con
organismos genéticamente modificados que se comercian en el país. A esta nómina se
suman los cereales Kellogg’s, Nestlé, y bebidas deportivas como Gaterade, que se importan
de Argentina y Brasil.
Estos productos, según el estudio Alerta Alimentaria de Fobomade (que tiene un desglose
en la página 8), contienen soya y maíz manipulados en laboratorio que se usan como
aditivos. En las etiquetas se los identifica como jarabe de maíz (glucosa), hidrolizado de
proteína de soya, glucosa, dextrosa, aminoácidos, lecticina y agentes espumantes.
Por su lado, la internacional Greenpeace identifica a Nestlé Trigo (papilla de cereales),
Nestúm (avena y cereales) y frutas, colados, picados y postres; chocolates en polvo Cola-
cao, Milo y Nesquik; leches Nan, Nessucar, Nestlé junior, Nidal y Nido como alimentos
transgénicos. Siguiendo la enumeración están los chocolates y golosinas Adams, Ambrosoli,
Arcor, Astoria, Costa, Garoto, Grosso, Ideal, Milka y Nestlé. Además, conservas de atún y
sardinas Angelmo, Aruba, Eagle, Robinson Crusoe, San José, Van Camps, y las sopas
Campbell, Mickelsen, Robinson Crusoe y San José.
Están también las pastas Carozzi, Talliani, Luchetti y Maggi, entre otras, que se encuentran
en los mercados del país. Greenpeace cita también a productos infantiles de la línea Gerber,
condimentos como Ajinomoto, chocolates y golosinas de la marca Halls.
Ambas entidades (Fobomade y Greenpeace) esgrimen en sus argumentos que los
principales componentes de esos productos son los granos modificados. Miriam Condori,
de Acción Internacional por la Salud (AIS), informó que se ha identificado la presencia de
transgénicos en la papa y tomate que llegan de Chile y Argentina.
¿Qué es un transgénico?
Claure explica que un alimento transgénico es el que resulta de la combinación de genes
diferentes —ya sea en especies animales o vegetales— que permiten una mejoría
cuantitativa y cualitativa en su producción.
“Por ejemplo, la soya contiene un gen especial que la hace inmune a un plaguicida llamado
glifosato que se utiliza para combatir malezas que puedan amenazar a la cosecha”.
Similar criterio tiene el ingeniero agrónomo José Luizaga, quien afirma que la biotecnología
o manipulación lo que en realidad hace es dar vida a otro ser vivo. “En la agricultura se
altera la semilla o la planta. Por ejemplo, se le ponen genes de pescado a semillas de arroz,
entonces ésta se hace más fuerte, resiste inundaciones y no se muere por el agua”.
Fobomade dice que una alimento transgénico contiene uno o más genes que han sido
insertados de forma artificial en lugar de que la planta los adquiera mediante la polinización
que es el mecanismo natural o normal.
En el portal en internet www.formarse.com.ar se lee que “con la manipulación genética se
rompen las barreras de los reinos de la biología” y se transforma a los seres vivos (animales
y/o vegetales) para crear “cultivos Frankenstein”.
Consecuencias en la salud
El consumo o no de los alimentos transgénicos y su eventual efecto en la salud se
convirtieron en los últimos años en una polémica mundial en la que ecologistas, científicos
y las industrias productoras no renuncian a sus posiciones.
Mientras unos argumentan que es dañino para la salud, el segundo segmento considera
que con la aplicación de tecnología de punta se reducen costos de producción y se garantiza
la seguridad alimentaria.
Para el ingeniero Guillermo Tapia, autor de un estudio especíco de Fobomade, “el uso de
esta técnica es completamente antinatural y susceptible a errores, e incluso a manejos
extraños como el de genes humanos introducidos en plantas, animales mamíferos,
bacterias y otros”.
Con respecto a los efectos colaterales, Claure vuelve al vacío legal en el país. “Al no conocer
qué alimentos tienen genes modificados, no se puede hacer un estudio completo y, por lo
tanto, es difícil saber cuánto daño ocasiona su consumo”.
El experto atribuye el uso de la genética más a una cuestión ética y se pregunta hasta qué
punto se pueden mezclar especies. “No entiendo con qué razón han hecho gatos
fosforescentes”, interroga, haciendo referencia a un experimento genético japonés.
“Supongo para que sus amos los puedan ver”.
No obstante, y a pesar de la carencia de investigaciones nacionales, Claure comenta que
“por lo pronto se pudo comprobar que el uso indiscriminado de estos alimentos provoca
efectos colaterales leves como alergias y rechazos, es decir, que el organismo no los
asimila”.
Según la licenciada Carolina Tejerina, del Senasag, si bien su repartición hace controles
sobre los productos de importación (conservas y cereales, entre otros), no se realizan
análisis sobre los compuestos transgénicos específicamente y su efecto en el organismo.
“No existe la declaración de productos transgénicos. No sabemos si representan o no un
riesgo porque ello aún está en discusión. Por el momento nos abocamos a efectuar otro
tipo de controles”. Otro inconveniente—afirma la profesional— es que no se cuenta con un
laboratorio certificado para este tipo de detecciones, “por los altos costos de este tipo de
estudios, a lo que se debe sumar la falta de personal capacitado”.
El director del Instituto de Laboratorios en Salud (Inlasa), Wálter Ágreda, dijo que este tema
(transgénicos) no es materia de estudio en esa entidad y que los exámenes que realizan se
hacen de acuerdo con lo que piden las empresas interesadas y con base en parámetros
básicos como el tipo, la medida de adictivos u otros ingredientes ya establecidos.
Greenpeace alega que desde que Estados Unidos y algunos países europeos autorizaron
esta industria, aumentaron las alergias cutáneas y la resistencia del organismo a los
antibióticos.
“En EEUU —señala la página web de la entidad— se dio el el conocido caso ‘Maíz Starlink’
(2000). Luego de que no se pudiera dar con una extraña afección en un menor, al hacer
estudios y cultivos se encontraron, en la cadena alimentaria, restos de un maíz transgénico
no autorizado para consumo humano que provocó reacciones alérgicas hasta entonces
desconocidas”. Sin embargo, coinciden los profesionales bolivianos consultados, aún queda
mucha tela por cortar al respecto.
Las empresas
Un ingeniero de la empresa de lácteos Delizia aseguró que en la producción de derivados
de soya como yogur, leche y jugos “no utilizamos componentes modificados” y que de
acuerdo con su proveedor cruceño, procesan el grano convencional “que tiene un color
beige y es de tamaño pequeño”.
Dijo que en las reuniones que mantiene con productores agropecuarios en Santa Cruz
“nunca escuchó hablar de la soya transgénica”. Consultado sobre la presencia de estos
productos en La Paz, respondió que es posible que circulen en el mercado. “Se pueden
cambiar sin problema las etiquetas, no hay regulación”.
Su colega Valeria Morales, de la importadora Companex, sostiene que sus productos de
pescado y sardinas sólo tienen entre sus componentes agua y sal. “No hay compuestos
manipulados genéticamente”.
La empresa Nestlé informó a El Deber que los alimentos que se encuentran en la lista de
observados por Greenpeace no se comercian en el país. Similar respuesta dio Jorge Parejas,
gerente de la Kraft Food, que importa los cholocates Lacta. Este medio contactó a la
empresa Proesa para conocer sobre los productos chilenos Dos en Uno, pero la encargada
Carola Ortiz se encontraba de viaje, y nadie más quiso dar informes.
También se trató de contactar —sin éxito— a Cadbury Adams, Arcor y Silsita que importan
varios productos de las listas observadas.
Los transgénicos en la nueva Constitución
La nueva Constitución Política del Estado aprobada en diciembre, y sujeta a un referéndum,
ratifica la prohibición de la producción, importación, uso y experimentación con plantas y
mercancías transgénicas. La Carta Magna expresa en sus artículos:
254 (inciso 8). Seguridad y soberanía alimentaria para toda la población, prohibición de
importación, producción y comercialización de organismos genéticamente modificados y
elementos tóxicos que dañen la salud y el medio ambiente.
405. Se prohíbe la producción, uso y comercialización de organismos genéticamente
modificados.
Desde el 1 de julio de 1997 está vigente el Decreto Supremo 24676, que es el reglamento
sobre bioseguridad normada por la Ley 1580, que tiene como finalidad minimizar los riesgos
y prevenir los impactos ambientales negativos sobre los organismos genéticamente
modificados obtenidos por la biotecnología. En ese sentido, Aldo Claure, especialista del
Ministerio de Desarrollo Rural, anuncia para el primer semestre de este año un estudio de
impacto económico y social sobre la soya transgénica. Además informa que el decreto
marco (24676) está sujeto a nuevas modificaciones.
Antecedentes de la carrera biotecnológica
En 1996 se cosecharon en Estados Unidos los primeros cultivos transgénicos para uso
comercial y en los años siguientes el área sembrada con éstos creció de manera explosiva.
Para el año 2002 había alrededor de 145 millones de acres en el mundo sembrados con este
tipo de producción biotecnológica. Hoy, un 94 por ciento de estas parcelas manipuladas en
el mundo se siembra en cuatro países del hemisferio americano: Estados Unidos (63 por
ciento), Argentina (21), Canadá (6) y Brasil (4 por ciento). La mayoría de estas producciones
son de soya y maíz, y el resto es mayormente algodón y canola, que es un tipo de cereal. En
2003, 80 por ciento de la soya, 70 del algodón, 60 de la canola y 38 por ciento del maíz
sembrados en Estados Unidos fueron mutados. Aproximadamente 70 por ciento de los
productos procesados en los supermercados estadounidenses tiene contenido
genéticamente modificado. La Empresa Multinacional Monsanto tiene el 80 por ciento del
mercado de esta clase de plantas, seguido por Aventis con el 7 por ciento, Syngenta (antes
Novartis) con el 5, BASF con el 5 y DuPont con el 3. Estas empresas también producen el 60
por ciento de los plaguicidas y el 23 de las semillas comerciales. (Fuentes: Greenpeace,
formarse.com.ar).
Lista de alimentos transgénicos
Lista Verde* Lista Roja*
Aceites y margarinas

 Producto Marca Producto Marca


 Mantequilla Lonco Leche Aceite de maíz Arco
 Mantequilla Soprole Aceite vegetal Bonanza
 Aceite vegetal Doña Flor
 Margarina Bonella
 Margarina Lonco
 Margarina Soprole Margarina Nestlé
Alimentos para mascotas

 Whiskas lata Whiskas Pellets Champion


 Frieskies lata Frieskies Pellets Cachupín
 Pellets Purina
 Pellets Puppy
 Pellets Pedigree
 Pelletscat Purina
 Pellets KiteKat
Bebidas

 Jugos Watt’s Gaseosa Coca-Cola


 Jugo líquido Zuko Néctar light Parmalat
 Néctar Soprole Néctar light Lonco L.
 Néctar Parmalat Gaseosa Pepsi
Alimentos infantiles

 Jugos Nestlé Cereales Trigo Nestlé


 Colados Nestlé
 Picados Nestlé
 Chocolate Cola Cao
 Milo Nestlé
 Nesquik Nestlé
 Nan, Nido Nestlé
Cereales para el desayuno

 Choco crispi Kellogg’s Cereal Mix Arcor


 Granola Garden House Adelgazul Maver
 Froots Loops Kellogg’s
 Choko Crispi Kellogg’s
 Zucosos Nestlé
 Cuadrito de avena Quaker
 Floops Selecta
Chocolates y golosinas

 Toffe Ambrosoli Caramelos Adam’s


 Toffe Arcor Chocolates Ambrosoli
 Calugas Dos en Uno Bon o Bon Arcor
 Chocolate M & M Astoria Astoria
 Rayitas Marinela Privilegio Dos en Uno
 Sapito Dos en Uno
 Chocolates Garoto
 Chicle Grosso
 Chocolates Milka
 Chocolates Nestlé
 Mentas Smint
Conservas

 Cholgas Angelmo Cholgas al aceite Angelmo


 Atún en agua Aruba Lomitos en aceite Aruba
 Filetes Aceite Vancamps
 Espárragos Campbell
 Pescado San José
Fideos y masas
 Tallarines Don Vittorio Macarrini Carozzi
 Ravioli Carozzi
 Pasta pronta Luchetti
 Corbatas Luchetti
 Pre pizza O’Clock
Leches y Lácteos

 Descremada Lonco Leche cultivada Lonco


 Condensada Parmalat Yogur cereal Nestlé
 Zucosos Nestlé
 Leche decremada Nestlé
 Entera Nestlé
 Chococrispies Nestlé
Salsas

 Mostaza Hellmann’s Mayonesa Hellmann’s


 Salsa tomate Luchetti Mayonesa Maggi
 Salsa tomate Malloa
 Salsa tomate Arcor
 Salsa tomate Pomarola
 Salsa tomate Carozzi
Pan y Galletas

 Galletas Arcor
 Galletas Costa Kids
 Amandita Lacta
 Porteñitas Bagley
 Waffer Bauducco
Harinas, sémola y carne de soya

 Sémola Lucchetti Harina Carozzi


 Sémola nutrina Carozzi Harina Luchetti
 Carne de soya Gourmet Polvo para hornear Royal
Postres, jugos en polvo y Mermeladas

 Helado Royal
 Budín Aurora
 Refresco Ambrosoli
 Flavoraid Flavoraid
 Yupi Yupi
 Zuko Zuko
 Mermeladas Watt’s
 Papas fritas, manÍEs
 Palitos queso Cheetos
 Papas fritas Pringles
 Maní salado Líder Sopas en polvo
 Sopas Maggi
 Cremas Maggi
 Sopas Knorr
 Cremas Knorr
 Caldos Maggi
 Caldos Luchetti
 Sopas para uno Maggi
 Sopas para uno Knorr
Respuesta de Greenpeace ante la carta de los premios Nobel sobre los transgénicos

Ante la carta firmada por 109 Premios Nobel que se presentó el pasado miércoles 30 de
junio, Greenpeace quiere aclarar su postura frente al contenido de la carta y las noticias
aparecidas en medios de comunicación.

Comunicado de prensa - julio 1, 2016


Sobre los transgénicos como solución al hambre en el mundo.
Los transgénicos no son la solución del hambre en el mundo. En el mundo hay alimentos
suficientes para todas las personas. El 30% de los alimentos producidos en el mundo
terminan en la basura. Solo con esto tendríamos lo suficiente para alimentar a todas las
personas que habitan la Tierra hoy día y los que podremos llegar a ser en 2050 (sin
intensificar más la agricultura y sin utilizar cultivos transgénicos). El hambre es una cuestión
compleja relacionada con guerras, migraciones, conflictos y no se soluciona con un cultivo
transgénico. A esto hay que añadir que el 75% de la superficie agrícola mundial se destina
a pastos para ganado, a producir piensos para estos animales y biocombustibles, no a
producir alimentos directos para los seres humanos. Además la inmensa mayoría de los
cultivos transgénicos comercializados (cerca del 80%) actualmente se destinan a piensos
para animales y biocombustibles.
La última evaluación científica de Naciones Unidas sobre Ciencia Agrícola y Tecnología para
el Desarrollo, llevada a cabo por más de 400 científicos de todo el mundo hace un balance
de la situación actual en la agricultura mundial y concluye que la agricultura ecológica
permite aliviar la pobreza y mejorar la seguridad alimentaria. Por el contrario, cuestiona la
agricultura con transgénicos por sus implicaciones sociales y ambientales y la descarta
definitivamente como solución única al hambre.
Sobre el arroz dorado
El arroz dorado modificado genéticamente no existe, no está disponible. Es un proyecto
fallido que tras 20 años sigue en la fase de investigación y en el que se han invertido cientos
de millones de dólares. Por lo que se está defendiendo un arroz que no existe y que no se
ha demostrado viable en 20 años de investigación como solución al hambre en el mundo.
Por otra parte, todavía está por demostrarse si este arroz modificado genéticamente puede
mejorar el nivel nutricional de las personas con deficiencia de vitamina A.

Mientras se sigue investigando en cultivos transgénicos que den solución a los problemas
agronómicos y carencia de determinados nutrientes, los avances en la mejora convencional
ya están ofreciendo los cultivos prometidos por la ingeniería genética. Por ejemplo, tanto
el arroz tolerante a las inundaciones como a la sequía ya están en los campos de los
agricultores y el maíz resistente a la sequía está disponible en muchas partes de África,
donde más se necesita. Cultivos nutritivamente mejorados también ya existen, sin
necesidad de utilizar la ingeniería genética, pero sin duda, la solución más sostenible es
mejorar el acceso a una alimentación sana y variada.
Greenpeace no está en contra de la biotecnología
Greenpeace no se opone a la biotecnología (por ejemplo apoyamos la selección asistida por
marcadores) ni a la investigación y uso de transgénicos siempre y cuando se haga en
ambientes confinados y sin interacción con el medio ambiente. Por ello, no nos oponemos
a las aplicaciones médicas de los transgénicos, como puede ser por ejemplo la producción
de insulina a partir de bacterias transgénicas.
Greenpeace sí se opone a la liberación de transgénicos al medio ambiente porque los
transgénicos (plantas, animales, microorganismos) son organismos vivos que pueden
reproducirse, cruzarse y provocar daños irreversibles en la biodiversidad y los ecosistemas.

Por otro lado, la seguridad a largo plazo de los alimentos transgénicos para los humanos y
los animales sigue siendo desconocida y no existe un consenso científico sobre su seguridad,
por lo que creemos que el principio de precaución se debe aplicar a todos los cultivos
transgénicos. A pesar de los intentos de la industria de los transgénicos para tranquilizar a
los consumidores sobre la seguridad de esos cultivos, cientos de científicos independientes
cuestionan estas afirmaciones. La ingeniería genética sigue siendo una tecnología sobre la
cual se desconocen los efectos a largo plazo para la salud humana y puede desencadenar
efectos no deseados e irreversibles en el medio ambiente. Tenemos razones de sobra para
seguir oponiéndonos y para seguir defendiendo la agricultura ecológica, la única solución
de futuro.
Sobre crímenes contra la humanidad
Contrariamente a lo que están diciendo en algunos medios de comunicación, la carta de los
Nobel no señala que Greenpeace esté cometiendo crímenes contra la humanidad, sino que
añade en su carta el siguiente párrafo: “¿Cuántas personas pobres deben morir en el mundo
antes de que consideremos esto un crimen contra la humanidad?”. Lo que están diciendo
los premios Nobel es que piden a Greenpeace que cambie su postura sobre los transgénicos
no que acusen a Greenpeace de cometer crímenes contra la humanidad.
Sobre el contexto internacional actual. Por qué ahora
En los últimos años, los defensores de los transgénicos han perdido varias batallas: han visto
cómo Europa ha cerrado sus puertas a este tipo de cultivos (17 países y cuatro regiones de
otros dos han prohibido el único cultivo autorizado en la UE), y cómo, incluso en los pocos
países que los cultivan, ha decaído la superficie dedicada. De hecho,sólo 5 países a nivel
mundial los cultivan a gran escala y ocupan el 3% de la superficie agraria mundial.

También han visto cómo el año pasado por primera vez la superficie cultivada con
transgénicos a nivel mundial decrecía y ahora comprueban cómo en EE.UU., principal país
donde se cultivan transgénicos, la movilización en contra no para de crecer. No es
casualidad que esta iniciativa surja en este momento, en el que incluso se podría aprobar
en uno de los estados norteamericanos una legislación sobre etiquetado de alimentos con
transgénicos (un derecho que viene siendo negado a los estadounidenses desde siempre,
parece que la información y la transparencia no le gusta a la industria de los transgénicos y
prefieren que el consumidor no tenga la capacidad de elegir).

No es por lo tanto casualidad que en el período previo a esta importante decisión sobre el
etiquetado de alimentos transgénicos en el estado norteamericano de Vermont, de nuevo
se utilice la bandera de los transgénicos que ha sido siempre el “arroz dorado”, un icono de
los grupos de presión pro transgénicos con el cual se ha pretendido siempre allanar el
camino para la aprobación mundial de otros cultivos transgénicos más rentables.
Por qué a Greenpeace.
Es importante saber destacar que quien ha movido esta campaña quiere aprovecharse del
prestigio de Greenpeace en el mundo para amplificar su mensaje. Se podía haber elegido a
alguno de los gobiernos que han prohibido el uso de transgénicos, pero en vez de eso se ha
elegido a Greenpeace, como principal sujeto del ataque por su repercusión mediática.

Quiénes se oponen al cultivo de transgénicos


Greenpeace es solo una de las organizaciones que se han opuesto al cultivo de transgénicos.
La totalidad de organizaciones ecologistas, la gran mayoría de organizaciones
internacionales de desarrollo, Derechos Humanos y sociales, plataformas de la sociedad de
civil, líderes en la lucha por los Derechos Humanos y contra la pobreza como Vandana Shiva
tienen la misma postura.
También más de 300 científicos han firmado una declaración en como no existe un consenso
científico sobre la seguridad de los transgénicos.
En España, esta oposición se plasmó en el Manifiesto contra los transgénicos firmado por
personalidades de la sociedad civil hecho público en 2008.
Intereses empresariales por controlar el mercado de los transgénicos
La capacidad de poseer y patentar material genético ha concentrado unas riquezas y un
poder inmensos en las manos de unas pocas empresas agroalimentarias. Seis empresas,
Monsanto, Dow, Syngenta, Bayer, Dupont y BASF son propietarias de casi todos los cultivos
transgénicos que se comercializan en todo el mundo, y controlan el 76% del mercado
agroquímico. Eso significa que las empresas que producen las semillas transgénicas son las
mismas que se enriquecen con la venta de los plaguicidas adicionales necesarios para la
agricultura transgénica. De hecho, los principales productores de transgénicos eran
originalmente empresas agroquímicas que ampliaron su negocio a la producción de semillas
cuando surgieron las lucrativas oportunidades de las semillas patentadas. Esta lógica es
contagiosa, y ahora las empresas de semillas están patentando plantas obtenidas de
manera tradicional y creando nuevos monopolios en las semillas convencionales.

Informe de 20 años de fracaso.


Greenpeace intentó ayer estar presente en la rueda de prensa que los nobeles hicieron a
este caso y fue negada su entrada. La persona que impidió a Greenpeace entrar en la rueda
de prensa fue Jay Byrne, quien trabajó anteriormente en la empresa Monsanto.

También podría gustarte