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a si mismo

aun mas
Lucien Auger
Colección «PROYECTO»
30

Ayudarse a sí mismo
aún más
(4.a edición)

Editorial SAL TERRAE


Santander
A Micheline,
«Al final de un largo camino...»

Título del original francés:


S'aider soi mime davantage
© 1980 by Les Editions de l'Homme
Montréal

Traducción:
Armando Ramos García
© 1992 by Editorial Sal Terrae
Polígono de Raos, Parcela 14-1
39600 Maliaño (Cantabria)
Fax: (942) 36 92 01
E-mail: salterrae@salterrae.es
http://www. salterrae. es

Con las debidas licencias


Impreso en España. Printed in Spain
ISBN: 84-293-1059-2
Dep. Legal: BI-2342-97

Fotocomposición:
Didot, S.A. - Bilbao
Impresión y encuademación:
Grafo, S. A. - Bilbao
índice

Agradecimientos 9
Introducción 11
1. Los obstáculos al cambio 15
2. Una estrategia de cambio 27
Identificar el problema 27
Recoger los datos 30
Identificar las posibles causas 34
Examinar las posibles soluciones 38
Elegir y ensayar 43
Anotar la evolución 48
Evaluar: retrospectiva y prospectiva 53
3. La «necesidad» de ser amado y sus consecuencias 55
El disco rayado 67
Admitir la verdad (la «niebla») 71
La afirmación de sí negativa 73
La encuesta negativa 74
Información gratuita y revelación de sí 81
4. La necesidad de «tener éxito» y sus consecuencias 85
5. El odio, la culpabilidad y sus consecuencias 97
6. Reaccionar ante la frustración 107
7. Arriesgar 117
8. Actuar 127
9. De ayer a hoy 139
Conclusión 147

— 7—
Agradecimientos

«La razón por la que la


inquietud mata a más per- Quiero expresar mi gratitud a las diversas personas que,
sonas que el trabajo es
que son muchas más las directa o indirectamente, me han ayudado en la redacción
personas que se inquietan de este libro. Además de las muchas personas que han
que las que trabajan». acudido a mi consulta durante años, y a cuyo contacto se
elaboró primeramente como terapia el contenido de estas
Robert Frost páginas, me ha resultado especialmente estimulante el con-
tacto con los participantes en las sesiones de formación en
la relación de ayuda que vengo animando desde hace más
de diez años, así como mis numerosos intercambios con
los animadores de los Ateliers de développement émotivo-
rationnel (ADER). Finalmente, una buena parte del con-
tenido del libro ha sido contrastada con los cursillistas del
Programme de formation á la psychothérapie émotivo-
rationnelle (PFPER), que dirijo desde hace dos años en el
marco de las actividades del Centre Interdisciplinaire de
Montréal.
Como todos mis anteriores libros, también éste ha
sido previamente leído, criticado, enriquecido y mecano-
grafiado por Micheline Cote, la cual, por encima de sus
funciones de secretaria, ha sabido asumir a lo largo de los
años el papel de amiga y, finalmente, el de esposa.

— 9—
Introducción

Se cumplen ahora seis años de la publicación de Ayudarse


a sí mismo, libro en el que exponía las grandes líneas del
pensamiento emotivo-racional en psicoterapia, insistiendo
esencialmente en la modificación de las emociones. Si-
guiendo el pensamiento de autores antiguos (Epicteto, Mar-
co Aurelio) y modernos (Albert Ellis), explicaba en él los
mecanismos cognitivos que dan origen a la emoción, y
describía una terapéutica basada fundamentalmente en el
cambio de las ideas y las creencias. Tan sólo de paso, hacía
alusión al segundo aspecto de toda verdadera transfor-
mación personal: la modificación de la acción.
En efecto, los tres elementos que constituyen el pen-
samiento, la emoción y la acción están íntimamente rela-
cionados, hasta el punto de que muchas veces no pueden
diferenciarse. En un mismo movimiento pensamos, sen-
timos y actuamos. Sólo un esmerado análisis permite dis-
tinguir fases sucesivas dentro de esa continuidad.
Todo se inicia con la percepción, la cual, una vez
interpretada, genera directamente la emoción. Esta última,
a su vez, empuja a la acción o a la abstención, y puede
incluso demostrarse que determina la naturaleza de esa
acción. Así, sentimos emociones en función de lo que
interpretamos de la realidad, y actuamos en función de las
emociones que esas interpretaciones suscitan en nosotros.
Podemos, pues, afirmar que un verdadero cambio en el
nivel de la interpretación conlleva automáticamente un

— 11 —
cambio de la emoción, el cual determina, a su vez, una vinculada a la ausencia lo más completa posible de la
modificación de las acciones. frustración, ese estado psicológico no-emotivo que emana
de la no-satisfacción del deseo*.
Por otro lado, es posible considerar inversamente la
cadena y afirmar que un cambio directo de la acción da Si puede evitarse o abolirse la frustración mediante
lugar a que surjan nuevas interpretaciones, que entrañan la modificación del deseo, puede igualmente disminuirse
por sí mismas la generación de emociones nuevas. Estas o incluso suprimirse por la consecución del objeto deseado.
emociones, a su vez, engendrarán una continuación de la Aquí encuentra su lugar una terapéutica de la acción, por-
acción anterior o la realización de una nueva acción com- que el hecho de no alcanzar el objetivo y de que persista
patible con la emoción en cuestión. El siguiente esquema la frustración se debe, muchas veces, a que la acción es
resume el conjunto del proceso: insuficiente o inapropiada. Se trata, pues, de explorar, en
las páginas que siguen, estructuras de acción que permitan

r
alcanzar con mayor seguridad los objetivos engendrados
por las emociones. El ser humano, por falta de una actua-
ción sistemática de las habilidades que le permitan actuar
Percepción
con soltura y eficacia, se expone al fracaso y, por tanto,
^
casi de forma fatal, al surgimiento de interpretaciones que
originan emociones desagradables, como el desánimo y la
ansiedad, y que conducen, a su vez, a nuevas acciones o

J
abstenciones torpes, inapropiadas y penosas.
Interpretación (idea)
A grandes rasgos, el plan del presente volumen será
el ya utilizado en Ayudarse a sí mismo. Tras un capítulo
*- Emoción fundamental, destinado a situar los principios de la acción
eficaz, en los capítulos siguientes pasaré revista a los mo-
dos de acción o abstención vinculados con cada una de las
Puesto que toda la vida de un ser humano no se compone, ideas irrealistas ya abordadas en el libro anterior. Reagru-
en definitiva, más que de tres elementos (ideas, emociones paremos, eso sí, algunas de aquellas ideas, debido a la
y acciones), podemos concluir que un cambio verdadero similitud de las acciones o abstenciones que generan.
comportará la modificación de cada uno de esos tres ele-
mentos. Una palabra de advertencia al lector. Como Ayudarse
a sí mismo, también éste es un libro «práctico» que describe
El presente libro quiere remediar lo que pudo parecer
un laguna en Ayudarse a sí mismo. Trataré aquí de trazar
los rasgos generales de la terapéutica de la actuación, y
ofrecer así al lector los medios para conseguir una modi- * A menudo, se suele clasificar la frustración entre las emocio-
nes. Mostré en el libro L'Amour: de l'exigence á lapréférence (1979),
ficación real de sus acciones. Si, en buena medida, la pp. 39-40, que la frustración no comporta emoción particular, y que
felicidad humana consiste en sentir el máximo de emocio- ella misma no es una emoción, sino que constituye la ocasión para
nes agradables, no es menos cierto que está igualmente interpretaciones diversas, que son las que realmente crean la emoción.

— 12 — — 13 —
procesos que el lector está, no sólo invitado a comprender,
sino también a ejercitar. Como lo demuestra ampliamente 1
la experiencia de la relación de ayuda, la mera comprensión Los obstáculos al cambio
nocional no aporta por sí misma ninguna modificación de
la emoción o de la acción. Es la convicción la que origina
el cambio de emoción, y es el ejercicio el que permite
conseguir el dominio de un nuevo comportamiento. Esto
quiere decir que una lectura, atenta incluso, del presente
libro no conseguirá aportar modificación duradera alguna
del comportamiento si no va acompañada de numerosos
ejercicios in vivo, que son los únicos capaces de crear las
nuevas habilidades que se buscan. El lector ha invertido
una cierta suma de dinero en la compra de este libro, pero
¿está dispuesto a invertir su tiempo y sus esfuerzos para Si se considera que la vida humana no tiene más finalidad
enseñarse a sí mismo cómo actuar de forma diferente? que ella misma y que cada cual determina por sí mismo
¿Está lo suficientemente decidido a cambiar para ponerse los objetivos que le parecen más provechosos para su bien-
a ello de veras, en lugar de contentarse, una vez más, con estar, ¿cómo es que muchos de nosotros parecemos tan
pensar en ello y con intentarlo? Ya no llevo la cuenta del poco hábiles para organizar nuestra acción en orden a al-
número de veces que he propuesto a mis clientes que rea- canzar los objetivos que perseguimos? Somos seres de
licen ciertos gestos o que desistan de realizar otros. A deseo y, desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte,
menudo me han contestado que lo intentarían, a lo que sentimos siempre esa emoción que nace de nuestra inter-
respondía yo que ya lo estaban intentando desde hacía años pretación de un elemento cualquiera de la realidad como
y que ya era hora de que lo realizasen. ventajoso y provechoso para nosotros.

Ningún libro puede cambiar tus ideas, tus emociones ¿Por qué es tan frecuente, entonces, que no alcan-
o tus acciones. Lo más que un libro puede hacer es ofrecerte cemos el objeto de nuestro deseo? ¿Por qué Gabriel, que
indicaciones sobre la manera de actuar para conseguir ese se casó deseando ser feliz con Laura, termina en un do-
cambio; pero queda todo por hacer cuando se ha pasado loroso divorcio después de cinco años de matrimonio? ¿Por
la última página, al igual que la harina, los huevos, la leche qué Cristina, que quería tener éxito en sus estudios de
y las manzanas permanecen tranquilamente en su lugar Derecho, termina en el fracaso y en la depresión? ¿Por qué
mientras lees la receta de la tarta. ¿Va el lector a ponerse Ignacio, que deseaba tener una vejez feliz, termina en una
a ello? A esta pregunta, sólo el propio lector puede res- amarga soledad y en el aburrimiento? ¿Por qué Paula, que
ponder; pero más le valdrá ser plenamente consciente de deseaba tan intensamente ser amada por sus hijos, sólo
que no conseguirá ningún cambio duradero de sus acciones recibe de ellos el desprecio y el rechazo?
sin un esfuerzo bastante considerable de su parte. Para dar un inicio de respuesta a estas preguntas,
consideremos la situación en que nos encontramos en el
momento de nuestra llegada a este planeta. Evidentemente,
nacemos sumidos en una ignorancia casi total. Lo único

— 14 — — 15 —
que sabemos hacer sin que nos enseñen a hacerlo es mamar.
Todo lo demás, o casi todo, lo aprendemos a lo largo de Según los principios del condicionamiento operativo,
los años de nuestra vida. cuando a una acción le siguen consecuencias que se per-
ciben como agradables y deseables por quien la ha reali-
Señalemos enseguida que la parte más importante de zado, la probabilidad de que dicha acción se repita en el
este aprendizaje se realiza de manera inconsciente, es decir, futuro aumenta. Parece probable que es así como lo apren-
sin darnos cuenta de que estamos aprendiendo algo en el demos todo. Entre las consecuencias percibidas como po-
momento en que lo aprendemos. Ocurre otro tanto en la sitivas y deseables, las que más parecen interesar al ser
mayor parte de nuestra vida: sólo excepcionalmente somos humano son la aceptación, la aprobación y el afecto de sus
conscientes de nuestras ideas, de nuestras emociones e semejantes, y para conseguir éstos realizará frecuente-
incluso de la mayor parte de nuestras acciones; y sólo mente gestos que, a primera vista y de forma realista,
excepcionalmente somos claramente conscientes de lo que pueden parecer poco ventajosos mientras no se perciba
estamos pensando, sintiendo e incluso haciendo. Tomemos que lo que realmente buscan, por encima de todo, es la
un gesto que nos parece tan sencillo como hablar nuestra aprobación de otros seres, vivos o muertos, reales o
lengua materna. Estamos tan acostumbrados a hacerlo que imaginarios.
no tenemos conciencia de todas las contorsiones que nues-
tras cuerdas vocales y el resto de nuestro aparato fonatorio Es, pues, perfectamente posible que ciertas secuencias
deben realizar para permitirnos articular los sonidos que de acción o de abstención las hayamos aprendido al co-
forman nuestro discurso. El aprendizaje de nuestro idioma mienzo de la vida, gracias a la aprobación del entorno, y
lo hemos asimilado de tal manera que no conseguimos que en esa época fueran comportamientos adaptados a las
fácilmente comprender cómo un anglófono, por ejemplo, circunstancias concretas de la vida infantil, por ejemplo,
pueda tener tantas dificultades para emitir ciertos sonidos a la debilidad e incapacidad para resolver los problemas
de nuestra lengua. Decía un humorista que el chino o el sin la colaboración de los adultos. Puede ocurrir, igual-
ruso son idiomas muy fáciles, puesto que incluso los niños mente, que esas mismas secuencias de acción o de abs-
chinos y los niños rusos se expresan fácilmente en esas tención se prolonguen luego durante años por la fuerza de
lenguas. Sin embargo, basta con iniciar el estudio de esos la costumbre inconsciente, aun cuando se hayan vuelto
idiomas para constatar que su aprendizaje sistemático suele inútiles y hasta perjudiciales para lograr los objetivos en
ser muy difícil para el adulto, porque éste carece del largo cuestión.
aprendizaje inconsciente que se consigue durante la infan- Todo esto puede parecer un tanto abstracto; por eso,
cia y porque, además, ya se han creado en él otros hábitos tal vez un ejemplo ayude a comprender mejor cómo los
que entran en contradicción con esos nuevos hábitos que seres humanos pueden llegar a adquirir hábitos que al final
se esfuerza en adquirir. acaben volviéndose en su contra.
Podemos, pues, concluir sin temor a equivocarnos Imaginemos al pequeño Gabriel, que acaba de nacer
que, si nuestras acciones terminan muchas veces en fra- y siente en su organismo el dolor provocado por el hambre.
caso, ello se debe, en gran parte, a la presencia en nosotros En ese caso, todos los bebés lloran y gritan, y el pequeño
de hábitos inapropiados, pero fuertemente arraigados desde Gabriel no es excepción. A sus lloros y gritos les sigue
hace años. habitualmente la intervención de la madre, o de cualquier
otro adulto, que le alimenta o le proporciona cualquier otra
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— 17 —
gratificación. Podemos imaginar fácilmente que el pequeño — la mujer de cuarenta años que se somete con an-
Gabriel no tardará en vincular inconscientemente sus lloros siedad a las brutales exigencias de su cónyuge;
y gritos, por un lado, con la llegada del biberón, por otro.
Es posible entonces, si el asunto se repite a menudo, que — el hombre de cuarenta años que tiembla ante la
aprenda a llorar, gemir y gritar cuando desea algo. Es idea de hacer algo que disgustaría a su padre o a
como si el niño sacase la conclusión de que sus quejas su madre (¡aun cuando ambos hayan fallecido!);
hacen aparecer de manera mágica lo que desea y que, por — la mujer de treinta años que se queja amargamente
tanto, le basta con quejarse para hacer realidad sus deseos. de su jefe; pero que jamás se atreverá a decirle
El comportamiento de muchos adultos inclina a creer que que ya está harta de ser una esclava;
aprendieron tan perfectamente esta idea que no consiguen
deshacerse de ella más tarde, aun cuando la reacción que — el hombre de treinta años que jamás se ha atrevido
consigan sea diametralmente opuesta a la que buscan: a pedir a una mujer que baile con él, porque está
tan grande es la fuerza del hábito que adquirieron en su acostumbrado a considerar todo rechazo como una
infancia. espantosa catástrofe;
— el hombre de cuarenta años que, como jefe, monta
Pensemos ahora en la pequeña Beatriz, que ha apren-
en cólera cada vez que uno de sus subordinados
dido que algunos de sus comportamientos (la sumisión,
incumple alguna de sus órdenes, porque se con-
por ejemplo, la sonrisa, la gentileza) eran recompensados
sidera a sí mismo el centro del universo, al que
con la aprobación de los adultos de su entorno, mientras
todos deben respeto y sumisión;
que otros comportamientos, como la afirmación de sí, la
rebeldía o la contestación, eran condenados por esos mis- — la mujer de treinta años, sola y olvidada, que jamás
mos adultos. Añadamos, para completar el cuadro, que se se ha atrevido a abordar a un hombre, porque está
le ha enseñado, como ocurre a menudo, que la aprobación acostumbrada a pensar que «eso no se hace» y a
de los demás es lo más importante a lo que puede aspirar dejar que el hombre tome la iniciativa de los con-
un ser humano, y que su contrario, el rechazo, constituye tactos sociales y amorosos.
un peligro y una desgracia desmesurada. Comprenderemos
sin dificultad que la pequeña Beatriz adquirirá muy pronto Y tantos casos que podríamos citar, porque no parece
la costumbre de comportarse así incluso más tarde, cuando exagerado, en efecto, afirmar que cada uno de nosotros
comportamientos más firmes e independientes le serían conserva, sin darse cuenta, hábitos de acción o de absten-
más positivos, e incluso cuando sus comportamientos su- ción que antaño pudieron parecer apropiados y eficaces,
misos le causen justamente lo que quieren evitar: la de- pero que, con el paso del tiempo, se han ido con virtiendo
saprobación y el rechazo. ¡Cuántos adultos continúan com- en comportamientos inapropiados y en una fuente de frus-
portándose durante toda su vida como aprendieron a ha- traciones completamente inútiles.
cerlo cuando tenían tres o cinco años, sin darse cuenta ¿Cómo es, pues, que—aun constatando que su acción
aparentemente de que existen otras maneras de actuar que es para ellos una fuente importante de frustración— se-
podrían aprender y que quizá les proporcionarían la dicha mejantes adultos no se deciden eficazmente a modificar
y el placer que buscan sin conseguirlos realmente! Por esos comportamientos? ¿Por qué tantas personas oponen
ejemplo: una resistencia tan feroz al cambio?

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Podemos enumerar una serie de razones para explicar Así, por ejemplo, la manera en que la persona se
dicho fenómeno, pero me parece que todas ellas se resumen concibe a sí misma constituirá un factor importante de esa
en la teoría de las «sanancias derivadas». Es casi impen^ evaluación. Está claro que, si Ignacio piensa que es un ser
sable que un ser humano persista durante mucho tiempo débil y desprotegido, será muy vulnerable al miedo, por
en una acción que sólo le trae frustración. Así, nadie puede lo que seguirá aferrándose tenazmente a las personas que
mantener mucho tiempo la mano encima de la llama de le parecen capaces de protegerle, aun cuando esas personas
le sometan a malos tratos. Todos hemos oído el caso de
una vela, ni se empecina en machacar piedras, a menos
la persona encarcelada que, liberada después de treinta años
que crea y espere, consciente o inconscientemente, obtener
de prisión, suplicaba a sus guardianes que no la expulsasen
algún tipo de provecho. Mientras las ventajas que se des-
del centro penitenciario, fuera del cual le parecía que iba
prenden de esa acción le sigan pareciendo más importantes a tener una vida menos agradable que la que tenía dentro
que los inconvenientes que se derivan de ella, podemos de la cárcel.
esperar verle seguir actuando de tal o cual manera. Tan
sólo en el momento en que, a sus ojos, los inconvenientes Por otro lado, cuando una persona está convencida
superen a las ventajas, dejará de actuar como lo venía de que tiene muchas necesidades cuya satisfacción es ur-
haciendo. gente, está claro que se resistirá obstinadamente (a la vez
que insistirá en afirmar su buena voluntad) a todo cuanto
La identificación de las «ganancias derivadas» dista le parezca que pone en peligro la satisfacción de sus «ne-
mucho de ser una empresa fácil para quien observa desde cesidades». No será fácil convencer a Elena, que cree
fuera. En efecto, exige meterse «en la piel» del otro para firmemente tener necesidad del afecto y la aprobación de
llegar a comprender cómo éste puede considerar una ven- sus hijos, de que deje de comportarse con ellos como una
taja algo en lo que otros muchos ni siquiera se paran a abnegada sierva, aunque ese comportamiento le suponga
pensar. Por ejemplo, un hombre que mida 1,80 de estatura muchas frustraciones y, paradójicamente, conlleve el ries-
no pensará en usar un calzado que le permita ganar 5 cms; go de traducirse, a la larga, en desprecio y rechazo. Es
pero no le ocurrirá lo mismo al que sólo mide 1,55. Tam- como si Elena sintiese tanta ansiedad ante la idea de que
poco podemos comprender que una mujer siga viviendo sus hijos puedan no amarla, que, a pesar de las dificultades,
con un amante brutal que le inflige las mayores vejaciones sigue realizando gestos que ella cree capaces de atraer su
y el trato más humillante, a menos que comprendamos que gratitud.
para dicha mujer la soledad constituirá un horror insopor-
table e inevitable si despide a su amante. Todo ser actúa También la culpabilidad desempeña un papel impor-
siempre por lo que le parece ser una ventaja, aunque dicha tante a la hora de mantener acciones inadecuadas. Para
ventaja no sea tal, o sea insignificante en relación con los evitar la comezón de dicha culpabilidad, Inés o Gabriel se
inconvenientes que la acompañan; mientras la ventaja pa- imponen penosos y prolongados comportamientos, a la vez
rezca considerable a los ojos de quien actúa, continuará que echan pestes contra la dureza de la vida que llevan,
negándose a cambiar sus comportamientos. Una gran can- pero procurando no modificarla, ya que sentirse culpables
tidad de factores intervienen en la evaluación que la per- les parece aún peor que soportar lo que a sí mismos se
sona hace de las ventajas, reales o presuntas, que le aporta imponen. Esa huida de la culpabilidad se disfraza a menudo
su acción. con nobles títulos de «amor», «altruismo» y «olvido de

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sí»; pero un examen suficientemente profundo permitirá firmeza— que dejara de contarle interminablemente sus
desenmascarar la racionalización, destinada a permitir a la desgracias; o pedirle a su padre que dejara de llorar sobre
persona «guardar las apariencias». su hombro; o rogar a su hermano que le devolviera las
trescientas mil pesetas que le había «prestado» diez años
Consideremos el caso de Julián, que desde hace años atrás; o conminar a su amigo Lorenzo a que desistiera de
se ocupa sin demasiado entusiasmo de la empresa fundada tocar el trombón a las siete de la mañana siempre que le
por su padre, el cual, tras retirarse de los negocios, le apetecía; o exigir a Lucía, su compañera de trabajo, que
confió su gestión. Julián declara que detesta administrar dejara de endosarle lo más desagradable de su tarea común.
la empresa, que ello le produce dolores de cabeza e incluso Todos esos comportamientos sumisos le servían para for-
úlceras; pero sigue, no obstante, haciéndolo, porque sabe marse de sí una imagen positiva... ¡y el cambiarlos la
que es el único modo de huir de la culpabilidad que sentiría llevaría a considerarse como una mujer de tantas, vilmente
si abandonara la empresa y se ocupara en otra cosa que le preocupada de sus intereses egoístas en un mundo en el
interesara realmente. El temor a sufrir la desaprobación de que tanto escasea el verdadero amor y en el que sólo al-
su padre, la culpabilidad por la idea de no cumplir con su gunos seres superiores consiguen, con mucho esfuerzo,
«deber» de hijo primogénito y el temor a fracasar en una elevarse por encima de la confusa masa de cuantos viven
nueva ocupación y, consiguientemente, «sentir vergüen- felices, pero sin nobleza!
za», constituyen otros tantos factores que explican cómo,
para Julián, parece más ventajoso continuar administrando Podemos, pues, constatar que, además de los obstá-
la empresa paterna, que detesta, que abandonarla y padecer culos externos al cambio —a menudo auténticamente reales
ansiedad y culpabilidad. A sus ojos, perdería demasiado y considerables, y cuyo afrontamiento conlleva a veces el
si corriera el riesgo de cambiar. Es cierto que todo ser riesgo de perjudicar realmente a la persona—, existe otra
busca su placer en cada una de sus acciones u omisiones, gran cantidad de obstáculos —éstos, internos— que se
¡pero el precio que uno ha de pagar para obtener lo que le sitúan al nivel de las emociones desagradables que la per-
gusta puede ser desproporcionado en relación al valor real sona teme sentir. La fuerza de la costumbre adquirida, el
del objetivo que se esfuerza en conseguir! temor a desagradar, la culpabilidad engendrada por la idea
de eludir un «deber», la desvalorización que uno prevé
La evaluación negativa de sí mismo, pariente cercana que va a padecer si se decide a cambiar, el temor a los
de la culpabilidad, contribuirá poderosamente a conducir esfuerzos que hay que hacer para lograrlo, la creencia
a una persona a resistirse al cambio y a obstinarse en mágica de que «todo va a arreglarse»...: todos éstos son
realizar gestos inadecuados. Tal era el caso de Carolina, algunos de los mencionados obstáculos internos.
que se había formado de sí misma una imagen ideal de
persona dulce, comprensiva, siempre dispuesta a servir a El proceso de cambio se complica aún más, debido
todos, siempre paciente y acogedora, y que, para no perder a otro fenómeno. Es penoso constatar cómo muchas per-
ante sí misma su valor de persona «entregada» a los demás, sonas, cuando tienen constancia de que están bloqueando
toleraba con resignación (y cabezonería) la explotación a su propio cambio con sus creencias irrealistas, aprovechan
que se veía alegre y sistemáticamente sometida por sus para autocensurarse despiadadamente, insultarse de todas
parientes y «amigos». No le habría parecido aceptable de- las maneras imaginables y describirse a sí mismas como
cirle a su madre —con toda cortesía, pero también con incapaces e increíblemente estúpidas. Sin duda, es ésta una

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de las peores cosas que un ser humano puede hacer cuando cuencia los que examinan y tratan de comprender a los
constata que, sin darse cuenta, él mismo ha levantado una demás, es mucho más infrecuente en los que se examinan
serie de obstáculos que le impiden cambiar. a sí mismos. Desgraciadamente, son pocos los que, sin
apasionamiento, pueden constatar en sí mismos la presen-
Este recurso al auto-reproche consume, en muchas cia de funcionamientos deficientes, sin por ello abrumarse
ocasiones, una considerable cantidad de energía que podría de reproches ni otorgarse certificados de incompetencia y
ser empleada, mucho más adecuadamente, en iniciar y falta de valía. He ahí una de las actitudes más difíciles de
proseguir los pasos que podrían conducir a un eventual adquirir y cuyo desarrollo, particularmente en psicoterapia,
cambio real. Al reprocharse uno a sí mismo el haberse suele ser más arduo. En definitiva, y para toda persona,
enredado en sus falsas creencias y en sus ineficaces com- consiste en aceptarse tal como es, es decir, un ser humano
portamientos, está admitiendo creer en otra idea irrealista imperfecto y sujeto al error desde su nacimiento hasta su
que podríamos formular así: «Jamás debo cometer errores muerte, y no en identificarse como un miserable cretino,
en mi manera de vivir; pero, dado que he cometido muchos, un imbécil sin esperanza o un zopenco incalificable.
soy un ser despreciable y vil, carente de todo valor». Está
bien claro que esta nueva creencia es generadora de an- Esta aceptación de sí mismo y de las propias debili-
siedad, sentimientos de des valorización, desánimo y de- dades suele venir acompañada de una buena dosis de humor
presión; emociones que minan la voluntad de cambiar de y una benévola tolerancia para con las propias necedades.
esa persona, ya de por sí bastante vacilante. La persona que consigue adoptar dicha actitud podrá de-
dicar todas sus energías a iniciar y proseguir los pasos que
Por supuesto que semejante actitud puede servir tam- le lleven a cambiar aquellos comportamientos e ideas que
bién de coartada a la persona para justificar ante sí misma le impiden alcanzar los objetivos que persigue. No dudo
su resistencia al cambio. ¡Qué cómodo y tranquilizador en afirmar que, sin esa actitud de «benevolente curiosidad»
puede ser el convencerse de que no hay por qué hacer el para consigo mismo, todo cambio real y permanente de la
esfuerzo de cambiar, ya que el cambio es imposible, porque persona y de sus acciones resulta casi imposible, porque
uno es demasiado tonto, demasiado débil, demasiado in- el auto-reproche absorbe una parte importante de la energía
capaz, demasiado ignorante, demasiado mal educado, de- vital de la persona.
masiado dependiente, demasiado deformado, demasiado
viejo, demasiado enfermo, demasiado neurótico, demasia- Reprocharse a sí mismo lo que sea no es noble ni útil,
do cansado para emprender y proseguir cualesquiera pro- sino que más bien constituye un absurdo derroche de ener-
cesos de cambio de ideas, emociones y modos de actuar! gías y un serio obstáculo a cualquier proceso de cambio.
Si quieres de veras cambiar algunos de tus comportamien-
No nos cansaremos de encarecer una actitud que yo tos y creencias, ya sabes dónde tienes que centrar tus es-
llamaría «curiosidad benevolente» respecto de los fenó- fuerzos. Cuando hayas conseguido debilitar seriamente esa
menos más o menos aberrantes que es posible constatar en tendencia adquirida a reprocharte tus propios errores, po-
uno mismo. Es algo así como la actitud del investigador drás pensar en emprender los pasos capaces de producir
que, inclinado sobre su microscopio, identifica diversos los cambios que deseas obtener.
gérmenes y bacilos y que, sin indignarse ni irritarse ni
reprochar nada a nadie, se preocupa, ante todo, por com-
prender. Este análisis «en frío», que practican con fre-

— 24 — — 25 —
2
Una estrategia de cambio

Identificar el problema

El primer paso de cualquier estrategia de cambio consistirá,


evidentemente, en identificar lo más claramente posible el
problema o los problemas que se desea solventar o, dicho
con otras palabras, los sectores de la vida personal en los
que la persona desea introducir cambios.
Ya que la vida humana se reduce a tres ámbitos ge-
nerales (las ideas, las emociones y las acciones), es obvio
que el problema va a situarse siempre en uno u otro de
dichos ámbitos. No voy a referirme aquí a los problemas
situados al nivel de las ideas y las emociones: Ayudarse a
sí mismo ya describía los procesos de identificación y de
cambio en esos ámbitos, particularmente mediante la téc-
nica de la confrontación de las ideas con la realidad.
Es en el ámbito de la acción en el que vamos ahora
a intentar elaborar una estrategia de cambio. La acción o
la omisión son incapaces por sí solas de causar emociones;
tan sólo pueden ofrecer ocasión a las ideas para que se
formen y para que, a su vez, generen la emoción. Sin
embargo, la acción o la omisión son perfectamente capaces
de generar satisfacción o frustración, dos estados no emo-
tivos que dependen de que se haya alcanzado o no el objeto
del deseo.

i — 27 —
Identificar el problema consistirá, pues, primordial- ficación. Piense el lector, por ejemplo, en los placeres de
mente, en «poner el dedo» sobre la frustración. Dado que los que se habría privado si, cuando era niño, no hubiese
esta última, como acabamos de decir, proviene de la no consentido en abandonar la comodidad y seguridad de los
satisfacción del deseo, la persona deberá: 1) identificar ese brazos de su madre para hacer el aprendizaje, arduo al
deseo lo más nítidamente posible; 2) tomar conciencia cla- principio, de la locomoción. Al permanecer en los brazos
ra del hecho de que su deseo no ha sido satisfecho. En de su madre, habría alcanzado un placer, pero éste le habría
términos concretos, esto quiere decir que hay que tratar de impedido desarrollarse lo suficiente como para llegar a
contestar a la siguiente pregunta: «¿Qué quiero que no moverse por sí mismo y disfrutar de los placeres que pro-
consigo actualmente?». porcionan la independencia y la autonomía físicas.
A esta pregunta, la misma persona podría dar miles Conviene igualmente considerar en esta etapa el rea-
de respuestas. No existen límites a nuestros deseos y, teó- lismo del objetivo buscado. Si dicho objetivo es perfec-
ricamente, nuestro apetito es tal que el resto del planeta cionista, el único resultado del intento no puede ser otro
no sería suficiente para colmarlo. Se trata, pues, de es- que fracaso y, por consiguiente, una frustración suple-
pecificar lo que parece más deseable, es decir, aquello mentaria. Así, por ejemplo, si una persona de 100 kg desea
cuya ausencia produce la frustración más desagradable y perder 25 kg en un mes, es posible que lo consiga gracias
duradera. Lo cual equivale a decir que hay que tratar de a un régimen de ayuno casi absoluto; pero es casi seguro
establecer una jerarquía en los deseos y objetivos. En efec- que recuperará esos kilos en el mes siguiente, o que dañará
to, la realización de ciertos deseos puede conllevar un gravemente su estado de salud y padecerá las secuelas
placer intenso, pero de corta duración; o también puede durante mucho tiempo.
venir acompañada de efectos secundarios desagradables o
perjudiciales para alcanzar objetivos más estables y más Evidentemente, no es raro que una misma persona
plenamente gratificantes. desee alcanzar varios objetivos al mismo tiempo. Ahora
bien, ¿tiene alguna ventaja el tratar de alcanzar todos a la
Así, es posible que Arturo sienta un vivo placer si le vez? La respuesta es rotundamente negativa. Los mara-
dice a su jefe que es un cretino y que se vaya a hacer villosos planes según los cuales una persona puede pre-
puñetas; pero si, como consecuencia, el jefe le pone de tender transformarse completamente en tres semanas no
patitas en la calle, el placer de Arturo habrá sido intenso, llevan, por lo general, más que al fracaso. Es preferible
pero breve, y tal vez le siga una frustración cuya impor- hacer frente a un solo problema a la vez, y pasar al siguiente
tancia podrá ser mucho mayor que el placer experimentado. tan sólo cuando el primero se halla en vías de solución.
Como ya subrayé en Ayudarse a sí mismo, el hedonismo Lo contrario engendra, por lo general, una acción desor-
a corto plazo, o sea, la tendencia a buscar de forma com- denada, repetitiva y agotadora. Si, por ejemplo, Ana desea
pulsiva los placeres pasajeros, constituye a menudo el ori- a la vez perder peso, mejorar sus relaciones con su marido,
gen de frustraciones duraderas y considerables. Este he- encontrar empleo y aprender alemán, será mejor que in-
donismo a corto plazo constituye también, muchas veces, vierta sus esfuerzos en una sola cosa a la vez. Le convendrá
un sabotaje personal, en el sentido de que no permite a la elegir el ámbito en que le parezca más urgente conseguir
persona crear en sí misma los mecanismos y hábitos que resultados positivos. Al mismo tiempo, será bueno que se
tal vez le permitirían acceder a mejores fuentes de grati- enfrente al problema de solución más fácil, ya que así podrá
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desarrollar de manera más segura su capacidad general de gastos. Lo malo es que tenía una idea muy vaga de tales
solucionar problemas, y el éxito que consiga reforzará su gastos... Siguiendo mi recomendación, se esforzó durante
determinación de enfrentarse a los problemas más arduos. un mes en anotar con precisión todos los gastos que rea-
lizaba cada día. Al cabo del mes, el examen de sus libros
En la misma línea de pensamiento, un problema com- de cuentas le reveló que muchos de los gastos realizados
plejo tendrá mejor solución si se le fracciona en porciones por él o por los miembros de su familia eran completamente
más abordables, fácilmente identificables y verificables. compulsivos o inútiles. Se daba con frecuencia el caso de
Los objetivos demasiado globales y generales no permiten que varios miembros de la familia compraban los mismos
a la persona verificar sus progresos y la privan de un valioso objetos o los mismos productos, por falta de coordinación
elemento de refuerzo. Así, en lugar de fijarse como ob- o de una mínima planificación, con las pérdidas y el des-
jetivo el modificar sus costumbres alimenticias, Paula po- pilfarro consiguientes. En su caso concreto, el remedio no
drá fijarse como objetivo inicial comer una pieza de fruta consistía, pues, en aumentar los ingresos, sino, eviden-
diaria durante dos semanas, luego dos piezas diarias du- temente, en suprimir gastos inútiles.
rante las dos semanas siguientes, y hacer lo mismo con
los demás elementos de su régimen alimenticio. Añadamos Otro tanto ocurría con Elena, que se quejaba de tener
que es más fácil, en general, introducir un nuevo com- pocas ocasiones de entrar en contacto con hombres y se
portamiento (por ejemplo, hacer cada día diez minutos de proponía inscribirse en una agencia matrimonial. Le sugerí
ejercicio) que abandonar un comportamiento que se con- que anotase durante unos quince días cada una de las oca-
sidera nocivo (fumar, por ejemplo). siones, aprovechadas o no, que tenía de hablar con hom-
bres. Para su sorpresa, constató que, de hecho, al final de
aquellos quince días había tenido más de cien ocasiones
de contacto. La solución de la agencia matrimonial resul-
Recoger los datos taba, pues, superflua, como ocurre casi siempre que la
persona vive en un medio urbano; Elena concluyó que le
Esta segunda etapa de ía estrategia de cambio es de una bastaba con aprovechar las numerosas ocasiones que se le
considerable importancia; sin embargo, con demasiada fre- presentaban a diario.
cuencia se escamotea o se realiza de manera poco precisa, La misma forma de proceder permitió a Susana —que
lo cual no deja de causar serios problemas a la persona se quejaba de no perder peso, aun sometiéndose a regí-
que se propone cambiar algunos de sus comportamientos. menes alimenticios draconianos— constatar que su gordura
Sólo un examen lúcido y detallado de la situación de salida no se debía tanto a un excesivo consumo de alimentos,
permite, en efecto, descubrir sus causas y elaborar las cuanto a una falta de ejercicio. El examen de su empleo
soluciones más eficaces. del tiempo durante diez días le permitió constatar que su
Conocí a un hombre de unos treinta años que, con desgaste físico era muy reducido, y se puso a perder peso
dos empleos ya a sus espaldas, se disponía a aceptar un de forma gradual cuando adquirió la costumbre de dar un
tercero, porque —según decía— no le daba para pagar paseo diario a mediodía después de la comida, en lugar de
todos sus gastos y los de su familia. Le parecía que su seguir jugando a las cartas con sus compañeras de trabajo.
problema era la falta de ingresos, y no se le ocurría más Gabriel, por su parte, se quejaba de sentirse siempre
solución que aumentarlos para poder hacer frente a sus ansioso. El cómputo de sus períodos de ansiedad y de la

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intensidad de éstos durante dos semanas le permitió com- momento de descanso. La memoria te puede jugar una
probar que se sentía ansioso, fundamentalmente, en su mala pasada y llevarte a deformar, sin darte cuenta, lo que
lugar de trabajo y que, cuando sentía ansiedad en su do- ocurrió realmente, u omitir ciertos elementos que pueden
micilio, era cuando pensaba en el trabajo. En lugar de aparecer como insignificantes cuando los tomas de forma
esforzarse por cambiar un gran número de ideas, pudo aislada, pero cuya repetición permite sacar constantes que
concentrar sus esfuerzos sólo en aquellas ideas relaciona- pueden ser reveladoras. Esto supone que has de tener siem-
das con su trabajo, en particular las que le hacían pen- pre a mano tu libreta de anotaciones, en tu cartera o bolso
sar en su despido como algo probable y terriblemente de mano, para poder consignar en ella cuanto antes tus
catastrófico. observaciones.
Es primordial, por tanto, tener un conocimiento lo Es posible que el mero hecho de proceder a la ano-
más exacto posible de la situación inicial antes de em- tación sistemática de algunos de tus comportamientos te
prender cualquier intento de modificar las ideas o las ac- lleve por sí mismo a modificarlos. Así, si la señora de La
ciones. Torre se da cuenta de que consume veinte galletas y ocho
vasos de gaseosa diarios, además de sus tres comidas, es
Aquí es donde la actitud de curiosidad benevolente posible que reduzca ese consumo de manera apreciable,
con respecto a sí mismo, de la que ya hablé en el capítulo una vez que haya tomado conciencia de ello. Si el señor
anterior, tiene su aplicación. Esta curiosidad benevolente García se da cuenta, gracias a sus anotaciones, de que en
evitará las deformaciones, más o menos conscientes, que realidad nunca empieza él a entablar conversación con otras
conducirían a la ansiedad y a la culpabilidad ante las cons- personas, quizá comience a hacerlo sin más formalidades.
tataciones que hace la persona. En general, es inútil y hasta
peligroso mentirse a sí mismo, como también lo es carecer Si es así, ¡estupendo! Mientras obtengas a un ritmo
de información o disponer de informaciones sesgadas que razonable los resultados que tratas de conseguir, gracias
deforman la realidad. Quizá resulte desagradable y penoso únicamente a la observación de tus comportamientos, no
constatar ciertos hechos, pero es aún más penoso, a la tienes que preocuparte de nada más. No obstante, seme-
larga, negarlos u ocultarlos: más tarde habrá que pagar lo jante resultado es más excepcional que habitual. Es posible
que, de momento, se ahorra. que se mantenga durante algunas semanas, y que más tarde
Para que sea útil, la «recogida de datos» deberá ha- constates que tus progresos se hacen más lentos, o incluso
cerse durante un período de tiempo razonable, de forma que pierdes terreno. Dicho fenómeno nada tiene de extraño
que se tenga mayor seguridad de que la muestra examinada ni de raro, pero para ti constituirá una invitación a avanzar
es suficientemente representativa del conjunto de los com- en la búsqueda y pasar a la siguiente etapa.
portamientos. Anotarlos únicamente durante dos o tres días Si eres de aquellos en quienes la mera observación
sería, en general, insuficiente y no permitiría extraer con no produce ningún cambio, no te desanimes. Eso es lo
precisión conclusiones válidas para el conjunto de los com- más habitual, y te equivocas si afirmas que tu problema
portamientos. es insoluble o particularmente difícil. Después de todo, tu
Convendrá también anotar lo más pronto posible los recogida de información sólo está destinada a ofrecerte las
datos que se desea recoger, y no esperar a disponer de un bases de la estrategia de cambio en su conjunto.

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Señalemos también que, cuando vayas pasando a las las circunstancias que rodean la acción a modificar cons-
etapas ulteriores de tu proceso de cambio, esta segunda tituye una información de fundamental importancia, por-
etapa no habrá concluido. Si quieres sacar pleno provecho que es fácil constatar que numerosos gestos cuasi-auto-
de los procesos de cambio más avanzados, te será indis- máticos son provocados en realidad por determinados acon-
pensable poder referirte a unas anotaciones constantes de tecimientos. Todos sabemos que un fumador tiene más
la evolución de tus comportamientos. tendencia a fumar después de haber consumido algún ali-
mento, y es una perogrullada afirmar que muchos obesos
Después de haber definido en la primera etapa el ob-
y alcohólicos emplean los alimentos o el alcohol como una
jetivo que pretendes alcanzar, esta segunda etapa te habrá
droga destinada a reducir su ansiedad.
permitido tomar conciencia de tu funcionamiento personal
en el sector en que deseas mejorar. Este conocimiento te Citaré dos casos para ilustrar lo que precede. To-
será indispensable para pasar a la tercera etapa, que con- memos primero el caso de Ricardo, un hombre de 38 años
sistirá en que averigües las posibles causas de tu problema. que se quejaba de tener cada día varios accesos de ira que,
según el informe de su médico, ponían en peligro además
su salud.
Identificar las posibles causas Tras identificar ese comportamiento como un objetivo
en el que quería fijarse y que, con el tiempo, pretendía
Ahora que posees los datos referentes a tu comportamiento, modificar, Ricardo procedió, durante cuatro semanas, a
objetivo de los últimos quince o treinta días, ya puedes, anotar cuidadosamente cada uno de sus accesos de ira,
al examinar esa documentación, tratar de identificar las para lo cual consignaba:
causas de los comportamientos que has constatado.
Bien pensado, dichas causas pueden ser de tres tipos 1. Las circunstancias en que se producía cada uno de esos
posibles: 1) o es una situación que te lleva a actuar de una accesos: lugar, día y hora, personas presentes.
manera particular; 2) o es un hábito de acción que has 2. Su duración en minutos.
adquirido con el paso de los años; 3) o se trata de un hábito
de pensamiento. - 3. Su intensidad, según un sencillo código (1: débil;
2: medio; 3: fuerte), así como cualquier otra informa-
¿Cómo llegar a identificar la causa o las causas de ción que le pareciese pertinente. Al hacer la síntesis de
los comportamientos que deseas cambiar? Fundamental- sus anotaciones después de cuatro semanas, constató:
mente, mediante la observación de los puntos que se repiten
en las observaciones que has consignado durante la etapa 1. Que sus accesos eran a la vez más frecuentes, más
anterior. Una cierta labor de detective te permitirá captar largos y más intensos los lunes, miércoles y viernes.
esos puntos y llegar, por deducción, a comprender cómo 2. Que durante el mes había tenido una semana en que
realizas u omites las acciones que deseas modificar. sus accesos habían sido excepcionalmente fuertes, fre-
cuentes y prolongados.
Un elenco de tus comportamientos debería permitirte 3. Que esa semana había sido justamente aquella en la
percibir cuándo y en qué circunstancias se producen los que su oficina había sufrido la inspección de los inter-
comportamientos que deseas cambiar. El conocimiento de ventores de la oficina principal.
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4. Que, aunque sus accesos eran notablemente más débiles 1. Se producían con mayor frecuencia cuando su marido
durante los fines de semana, tendían a hacerse más regresaba del trabajo, entre las 17.30 y las 19 horas
frecuentes e intensos a partir del domingo a mediodía. («la hora de los líos» la llamaba ella).
5. Que casi todos sus accesos de ira durante la semana se
habían producido con ocasión de contactos con sus su- 2. Raramente se producían durante el fin de semana, cuan-
bordinados, en particular cuando le informaban de sus do su marido estaba en contacto casi constante con ella.
actividades los lunes, miércoles y viernes.
3. Tenían que ver casi siempre con cuestiones de dinero.
Estas diversas observaciones le llevaron a la conclu-
sión de que montaba en cólera cuando comenzaba a sentir Daniela llegó a la conclusión provisional de que dichas
ansiedad respecto de su competencia como gerente de su- disputas se alimentaban probablemente del resentimiento
cursal. Constató que, cuando los empleados le informaban inconsciente que sentía hacia su marido, a quien reprochaba
de sus actividades, él no dejaba de recalcar los errores que confusamente la libertad de que disfrutaba gracias a su t
habían cometido, cosa que a él mismo le provocaba gran trabajo y a los recursos que éste le procuraba, algo de lo
ansiedad, estaba habituado a pensar que un buen jefe de que ella se veía privada por su condición de ama de casa
sucursal es aquel cuyos subordinados no se equivocan nun- sin ocupación remunerada.
ca o casi nunca. La ansiedad que sentía entonces se ex-
presaba, como sucede casi siempre, en forma de hostilidad No siempre te será fácil obtener las constantes que se
hacia los que consideraba responsables de tan penosa sen- derivan del elenco de tus comportamientos objeto de aná-
sación. Al no poder agredir físicamente a los «culpables», lisis. Es posible que tus anotaciones sean incompletas o
lo hacía de palabra, descargando sobre ellos las salvas de inexactas, o que no las hayas hecho durante un período de
su artillería verbal. En cuanto al incremento de su hosti- tiempo suficiente para permitir que esas constantes se ma-
lidad a partir del domingo a mediodía, se lo explicaba nifiesten. Prosigue, pues, con tus anotaciones durante al-
fácilmente en función de las ideas que entonces comen- gunas semanas más. Si tampoco aparece nada, podrá ser
zaban a asaltarle, relacionadas con su vuelta a la oficina conveniente que consultes a personas que te conozcan bien
al día siguiente. La semana en que los interventores habían
y puedan tener hacia ti una actitud de «benevolente curio-
ido a visitar la sucursal, la ansiedad había subido, de hecho,
sidad». Dichas personas, por el hecho de no verse impli-
varios grados y, en consecuencia, también su hostilidad.
cadas en la situación, serán capaces muchas veces de ob-
servar lo que a ti se te escapa, ya que tú estás tan cerca
Examinemos ahora la situación de Daniela, una mujer del árbol que no puedes ver el bosque, mientras que ellas,
de 28 años, casada desde hacía dos. El blanco que había desde su punto de vista, pueden tener una visión más ge-
identificado como objeto de su estrategia de modificación neral de la situación.
lo constituían las numerosas disputas que tenía con su
marido. Una vez que te hayas hecho una idea suficientemente
El examen de su recogida de datos le permitió cons- aproximada de lo que ocurre y de las causas de los com-
portamientos que deseas modificar, será el momento de
tatar que dichas disputas:
pasar a examinar las posibles soluciones.
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Examinar las posibles soluciones Pasemos a la consideración de los posibles métodos
en relación al cambio de un hábito de acción. Para ello,
Según que hayas averiguado que las causas de tu problema analicemos el proceder de una joven en orden a la solución
pertenecen al plano de tus ideas, de tus hábitos de acción, de su problema de miedo a conducir un automóvil. Susana
de la propia situación o de una combinación de esos di- ya había conducido antes durante varios años; más tarde,
versos elementos, será el momento de examinar las di- y durante otros cinco años, no había vuelto a tocar un
versas soluciones posibles al problema. volante, tras haber tenido que vender su coche durante el
período en que reanudó sus estudios universitarios.
Digamos, de entrada, que rara vez existen soluciones-
milagro a un problema. Las primeras etapas de la aplica- Al final de sus estudios, consiguió un empleo en un
ción de una solución sólo producirán, de ordinario, una organismo que, para los desplazamientos profesionales de
disminución del problema. Con el tiempo, quizás el pro- sus empleados, ponía a su disposición cierto número de
blema se solucione del todo; pero sería ilusorio creer que automóviles. Como Susana había perdido la costumbre de
se va a esfumar en dos semanas si tardó veinte años en conducir, sobre todo en la ciudad, comenzó retrasando lo
desarrollarse. más posible el momento de volver a ponerse al volante,
hasta que su jefe le exigió hacer uso de los coches comunes,
Por otro lado, la solución de un problema consiste en en lugar de desplazarse en autobús o en taxi, como lo venía
un proceso activo. Supone introducir pensamientos nue- haciendo.
vos, acciones nuevas y una modificación de la situación.
Sólo se alcanzará el objetivo si el proceso de solución se Susana identificó su problema como una huida de la
aplica con suficiente diligencia y durante suficiente tiempo. conducción del automóvil, a lo que se sumaban ciertas
Es importante no confundir el proceso de solución del ideas generadoras de ansiedad ante la situación.
problema con el objetivo, que es la disminución o desa- Comenzó primeramente haciendo uso sistemático de
parición del problema, y que tiene como resultado un es- la confrontación respecto a ideas tales como: «Si tengo un
tado de bienestar acrecentado. Si el resultado de la apli- accidente, será terrible... Jamás seré capaz de conducir
cación de la solución es, evidentemente, el incremento del este coche de forma adecuada... No debo perderme en la
placer, también puede suceder que la aplicación de la so- ciudad...». Esas confrontaciones repetidas sirvieron para
lución propiamente dicha comporte aspecto penosos, y no reducir la ansiedad que sentía.
hay que extrañarse por ello. En un segundo tiempo, Susana puso en marcha su
Si llegas a la conclusión de que parte de la solución imaginación, representándose mentalmente ante el volante,
consiste para ti en cambiar algunas de tus maneras de sacando el coche del garaje subterráneo, encontrando su
pensar irrealistas, para reemplazarlas por pensamientos y camino a través de la circulación por el centro de la ciudad
creencias más acordes con lo real, no tienes más que em- y enfrentándose con éxito a las diversas dificultades. Si la
barcarte de manera sistemática en el proceso de confron- ansiedad volvía a aflorar en el transcurso de estos ejercicios
tación de tus ideas, técnica que he descrito ampliamente imaginarios, utilizaba la confrontación de sus ideas para
en Ayudarse a sí mismo, así como en Vaincre ses peurs y reducirla.
Vivre avec sa tete ou avec son coeur, libros a los que ahora El tercer paso consistió en dividir la tarea a realizar
no dudo en remitir. en fragmentos más pequeños y más fácilmente manejables.

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Comenzó por ir a dar un vistazo al coche que debía conducir libro, que consta de más de doscientos folios, ha sido
y familiarizarse con su interior y con el garaje donde se escrito página por página, centrando siempre la atención
encontraba estacionado. De etapa en etapa, consiguió en la página siguiente y no en el conjunto del libro; en
arrancar el motor; después lo sacó del garaje y dio unas el número de páginas a escribir en una sola jornada de
vueltas por el entorno de su lugar de trabajo, acompañada trabajo y no en la producción total. Ello permite escribir
de un colega; seguidamente, hizo lo mismo ella sola, hasta un libro en un plazo de tiempo relativamente corto.
que al final consiguió utilizar el coche con toda soltura en
la mayor parte de las situaciones. 4. El empleo de modelos constituye otra técnica muy útil.
No obstante, es importante que los modelos observados
A la vez que se entregaba a este tercer paso, Susana sean suficientemente parecidos a ti. Si no estás versado
procedía a observar a algunos de sus colegas y a otras en un asunto, será mejor que observes a alguien que se
personas que conducían coches en medio de la intensa desenvuelve bien en dicho asunto sin ser un experto.
circulación de la ciudad y que salían airosas de las situa- Si te fijas en lo que hace un experto, puede invadirte
ciones problemáticas. el desánimo. Por otra parte, el experto suele utilizar
A lo largo del proceso, Susana mantuvo su motivación técnicas de actuación que pueden parecer fáciles a pri-
a base de defensas positivas, es decir, ofreciéndose a sí mera vista y que, de hecho, lo son para él, pero que
misma gratificaciones cada vez que franqueaba una etapa. requieren años de ejercicio. Si, por ejemplo, quieres
Celebró el final de su entrenamiento comprándose un nuevo aprender a tocar el violín, es preferible que observes a
vestido, al que bautizó con el nombre de «vestido Ford». tu vecino, que toca relativamente bien, antes que a
Yehudi Menuhin. En cambio, si te fijas en un modelo
Como podemos constatar, el proceso que siguió Su- demasiado inexperto, apenas te servirá de nada.
sana para modificar su comportamiento ante la conducción
de un coche comportaba los siguientes elementos: 5. El uso de elementos de motivación es útil muchas veces
como factor de apoyo del proceso, sobre todo si éste
1. Confrontación de las ideas generadoras de ansiedad ante va a requerir un tiempo considerable. Diversos y pe-
la situación, y sustitución de esas ideas poco realistas queños refuerzos a lo largo del camino son más efi-
por contenidos mentales más adaptados. caces, por lo general, que un sólo refuerzo más con-
siderable al final del recorrido. Elige refuerzos que ten-
2. Uso de la imaginación y ejercicios mentales destinados gan para ti un significado particular. Así, el aficionado
a permitirle verse haciendo frente con éxito a la situa- a las plantas sólo podrá optar por buscar nuevos es-
ción. pecímenes si consigue ir dando los pasos que previa-
3. Graduación de los diversos pasos conducentes a la con- mente se ha fijado; y el coleccionista de sellos sólo
secución del objetivo. Se trata de una de las técnicas decidirá enriquecer su colección cuando haya dado tam-
más importantes que permiten llegar a un cambio de bién los pasos que le conducen a su objetivo.
comportamiento. Es importante que cada etapa sea lo
más corta posible y que la atención de la persona se Además de la modificación de los hábitos de pensamiento
oriente a la próxima etapa y no a la totalidad del ob- y de los hábitos de acción o de abstención, un tercer proceso
jetivo. Así, por ejemplo, el manuscrito del presente puede consistir en una modificación de la situación. Por

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supuesto, es raro que la situación cause el problema, pero
se desea adelgazar, las tentadoras galletas se pondrán
sí puede contribuir a ello notablemente; es fácil comprender
en el estante más alto del armario, el café se hará taza
que puede ser más difícil dejar de fumar si se lleva en el
a taza, las cervezas se comprarán de una en una y
bolsillo un paquete de cigarrillos, del mismo modo que
cambiando constantemente de marca... Evidentemente,
puede ser más complicado reducir el consumo de alcohol
esta técnica es especialmente útil cuando se trata de
si se tiene en el salón un buen surtido de bebidas.
liberarse de un hábito que se considera nocivo.
Podemos utilizar diversas técnicas para modificar la 4. Ayuda del entorno. Podemos pedir el apoyo y el ánimo
situación. Por ejemplo: de los que nos rodean, parientes y colegas de trabajo,
con la condición de que sus intervenciones sean en
1. Recordatorios. Un cartel en la puerta de la nevera, con general positivas y no se asemejen a las de un vigilante
el siguiente mensaje: «¡Viva la delgadez!». Un trocito o un carcelero. El marido irritable podrá pedir a su
de papel sobre el espejo del cuarto de baño: «Éste es mujer que le dé un beso cada vez que consigue no
el primer día del resto de mi vida». Una tarjeta en el explotar; la esposa que trata de perder peso podrá pedir
billetero, escrita a mano por el ser amado: «¡Te quie- a su marido y a sus hijos que la feliciten cada día que
ro!». Se dirá que se trata de medios muy elementales se alimente de manera adecuada. Es éste uno de los
y sencillos, y es verdad; pero, si ayudan a alcanzar el métodos de modificación de la situación que más ayu-
objetivo deseado, ¿por qué despreciarlos? Sin embargo, ' dan a conseguir el objetivo deseado.
sería poco realista creer que son suficientes por sí mis-
mos. Hemos examinado muchas posibles soluciones a una si-
2. Huida de la ocasión. En la mayor parte de los seres tuación problemática, aunque la lista, por supuesto, dista
humanos, la voluntad es un instrumento muy frágil y mucho de ser exhaustiva. Es muy posible que tu propia
vacilante, y será realista tenerlo en cuenta y no creer reflexión te lleve a descubrir medios aún más eficaces que
que podremos resistir mucho tiempo una «tentación» los enumerados en estas páginas. Eso es lo de menos, con
continuamente presente. Si uno quiere perder peso, no tal de que los medios que elijas te conduzcan al objetivo
puede tener bombones siempre a mano y el frigorífico que pretendes. No se trata tanto de memorizar y aplicar
lleno de bebidas gaseosas. Si Juan descubre que suele mecánicamente técnicas ya elaboradas cuanto de estimular
deprimirse cuando está solo, sería bueno para él, al tu propia imaginación y creatividad para inventar los me-
menos temporalmente, huir de la soledad, sin dejar de dios más eficaces en tu situación. El siguiente apartado te
recurrir a otras ayudas que le permitan librarse de su permitirá realizar una elección entre esos diversos medios
depresión. Todo ello, por supuesto, a condición de que y llegar a utilizar los que más te convienen.
la huida no impida un aprendizaje gradual que conduzca
a un mejor funcionamiento en la situación temida.
Elegir y ensayar
3. Introducción deliberada de dificultades. El fumador
que quiera reducir o suprimir su consumo de tabaco no La elección de una o varias estrategias de cambio es de
deberá llevar consigo ni cigarrillos ni encendedor, obli- una importancia capital y exige dedicarle un tiempo sufi-
gándose así a pedir ambas cosas a otras personas. Si ciente de reflexión. Una elección impulsiva y poco pensada
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puede hacerte optar por procedimientos ineficaces que pro- 11. Pedir a mis amigas que me presenten a hombres.
ducirán pobres resultados, lo cual tiene el peligro consi- 12. Hablar con desconocidos en el centro comercial.
guiente de dar ocasión al desánimo y minar la determi-
nación de solucionar el problema. 13. Matricularme en la universidad.
Una vez que hayas definido tu problema (etapa 1), 14. Participar en un grupo de crecimiento personal.
recogido los datos que lo constituyen (etapa 2) e identi- 15. Pasear sola al anochecer por las calles del centro de
ficado ciertas causas posibles (etapa 3), se tratará de hacer la ciudad.
una lista de las posibles soluciones a dicho problema. No
dudes en dedicar varias horas, papel y bolígrafo en mano, 16. Responder a los anuncios de hombres que solicitan
a hacer una lista lo más completa posible de lo que podrías compañía en los periódicos.
hacer para mejorar tu situación. Deja que tu imaginación 17. Encontrar un empleo de recepcionista en un hotel.
corra libremente, sin preguntarte, por el momento, si las
soluciones que se te ocurren son prácticas, factibles, legales 18. Recoger en mi coche a hombres que hacen auto-stop.
o morales. El objetivo es hacer una lista lo más larga
posible en un plazo de tiempo razonable. 19. Inscribirme en una escuela de equitación.
20. Seducir a mi cuñado.
Tomemos el ejemplo de Carlota, que había decidido
encontrar a un hombre con quien compartir su vida. Su 21. Etc.
lista inicial de los medios a emplear era algo así:
Cuando ya no te vengan más ideas, puedes completar
1. Telefonear a Juan, a quien ya conozco. tu lista consultando las sugerencias formuladas en el pre-
sente capítulo, en Examinar las posibles soluciones. Añade
2. Invitar a Gabriel a ir juntos al cine. entonces las soluciones que se te ocurran.
3. Poner un anuncio en los periódicos. La siguiente etapa consistirá en que releas tu lista y
4. Inscribirme en una agencia matrimonial. elimines, primeramente, aquellas soluciones que, en la
práctica, son imposibles de realizar: las soluciones-mila-
5. Pasear por la calle con una pancarta: «Busco a un gro, las que exigen recursos de los que no dispones, o un
hombre». tiempo demasiado largo, o procedimientos ilegales, etc.
6. Acudir a las discotecas y bares de la calle San Diego. Elimina seguidamente de la lista las soluciones que,
7. Frecuentar una discoteca donde son las mujeres las aun siendo posibles, te parezcan menos susceptibles de
que invitan a bailar a los hombres. producir los resultados deseados. Tal vez, algún día puedas
reconsiderarlas; pero, de momento, olvídate de ellas. Sigue
8. Inscribirme en el club de tenis de mi ciudad. eliminando hasta que sólo te queden tres o cuatro opciones
que consideres que son las mejores por el momento, te-
9. Realizar un crucero. niendo en cuenta su capacidad de procurarte los resultados
10. Participar sola en un viaje organizado. deseados.

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Intenta ver, a continuación, si podrías combinar al- Ahora sólo te falta poner manos a la obra y aplicar la o
gunas de esas opciones en una sola, ahorrándote así es- las soluciones elegidas. Es posible que aún te sientas in-
fuerzos inútiles. De nada sirve talar todo un bosque si sólo seguro, que dudes de tus posibilidades o de la eficacia de
se necesita un árbol: una solución complicada no es ne- tus actos. Recuerda entonces que no puedes saber de an-
cesariamente más eficaz que una solución sencilla. temano si vas a conseguir o no poner en práctica tu decisión
y que, por otro lado, si sufres un fracaso, ello no significará
Si no consigues encontrar solución alguna a tu pro- una tragedia, porque todavía puedes pasar a otras solucio-
blema, puede ser útil que lo hables con un amigo o, si es nes que habías dejado de lado provisionalmente.
preciso, con un profesional. El hacerlo así no significa
otorgarse a sí mismo un diploma de imbecilidad; es fre- Si tienes dificultad para ponerte en marcha, tal vez te
cuente que una persona no consiga distinguir claramente sea útil redactar por escrito un contrato contigo mismo en
las soluciones a su problema, porque está demasiado im- el que especifiques lo que quieres hacer, así como el pe-
plicada emocionalmente en él y lo vive con demasiada ríodo de tiempo durante el cual pretendes hacerlo. Puedes
intensidad como para tener la lucidez que requiere la in- incluir una cláusula en la que declares los posibles apoyos
vención de soluciones. positivos y/o negativos que piensas utilizar para mantener
Una vez que hayas elegido una o dos opciones, las tu determinación. También puede resultarte útil recurrir a
que te parezcan más prometedoras, trata de imaginarte la aquellos amigos o parientes tuyos que simpaticen con tus
«película», en la que tú seas la estrella y en la que te veas esfuerzos por cambiar, y pedirles que se constituyan en
a ti mismo poniendo en práctica las soluciones que has testigos de tu decisión. Elige a personas que sean honestas
elegido. Obsérvate actuando y fíjate en los detalles. Este y sinceras contigo, sin que por ello te juzguen o te censuren
ejercicio deberá servirte para depurar aún más tu elección, si fracasas.
tomar conciencia de algunos obstáculos y anticipar ciertos
pormenores en los que no habías pensado. Mientras la He aquí un ejemplo de contrato:
«película» se proyecta en tu mente (las veces que sea ne-
cesario), ten presentes las siguientes preguntas: Yo decido realizar los siguientes pasos:

a partir de la siguiente fecha:


1. ¿Es realista esta solución? ¿Podré realmente ponerla en hasta esta otra fecha:
práctica? Por cada día que respete mi contrato, me concedo lo que sigue:

2. ¿Es verdaderamente capaz de producir los resultados Al final de mi contrato, me concederé además lo que sigue:
apetecidos?
Ruego a mis testigos que me apoyen durante este período, y
3. ¿Cuáles son los obstáculos que no he tenido en cuenta? de antemano les agradezco su colaboración en la realización de
este proyecto.
4. ¿No es peor esta solución que el propio problema? Firma
Fecha
5. ¿Cómo podría modificar esta solución para hacerla aún Testigo
más eficaz? Testigo

— 46 — — 47 —
Anotar la evolución en aprender a actuar de maneras más afirmativas. Al ex-
perimentar esas nuevas maneras, constató de inmediato que
Ahora que has comenzado a aplicar la solución más pro- no todas tenían el mismo peso y que, por ejemplo, un
metedora a tu problema, será importante que recuerdes, simple «no» a una demanda exagerada de su hijo le apor-
como ya he mencionado, que esa solución, probablemente, taba menos que una discusión afirmativa de un cuarto de
sólo podrá dar los resultados apetecidos si la aplicas cons- hora con su jefe.
cientemente durante un período lo suficientemente prolon-
gado. En la mayor parte de los casos, parece que habría Estableció, pues, una escala subjetiva del «peso» de
que hablar de un mínimo de cuatro a seis semanas, antes sus distintas actuaciones afirmativas, graduada de 1 (las
de proceder a evaluar la calidad y eficacia de la solución. más simples) hasta 10 (las más complicadas). Luego le
Conviene no olvidar que la solución a un problema personal bastaba con anotar a diario cada una de sus actuaciones
consiste en acumular un gran número de pequeños pro- afirmativas y multiplicar por el coeficiente de complejidad
gresos, que son los que constituyen la solución; y es la para obtener la suma ponderada de afirmación por cada
consecución del objetivo deseado, no la solución en sí, lo día. Reproducimos aquí sus anotaciones de una semana:
que constituye el punto final de todo el proceso. El pro-
blema queda solventado cuando logras tu objetivo, pero
Actos Cota Total
se va resolviendo cada vez que das un paso, aunque sea Día afirmativos Coeficiente Ponderada
mínimo, en la buena dirección. Esta consideración te podrá
ayudar a acrecentar tu paciencia y a no alarmarte ante la Domingo Dije a mi hijo que se
lentitud de tus progresos. sirviese él mismo. 2 2
Discutí con mi marido
sobre nuestro
También será muy importante que sigas anotando cui- presupuesto. 6 6
dadosamente tu evolución durante el período de aplicación Me negué a solucionar 17
de la solución. Sólo ese «dossier» de tus progresos diarios tres discusiones entre los
niños. 3 9
te permitirá medir tu evolución y calibrar la utilidad de la
Lunes Saludé a mi jefe al
solución adoptada. llegar. 2 2
Saludé a tres compañeras
Uno de los buenos medios que puedes utilizar para de trabajo. 1 3
anotar tu evolución podría ser cualquier gráfica. Basta con Tomé café durante el
anotar cada semana en un papel pautado las observaciones descanso (2 veces). 2 4
Me uní a un nuevo grupo 14
de cada día, sacando el promedio. Dicho método parece en el almuerzo. 5 5
preferible al de anotar en la gráfica la evolución diaria, Martes Fui en coche a trabajar. 8 8
porque permite hacer que no aparezcan las pequeñas di- Pedí explicaciones a una
ferencias sin especial significado, que no harían más que colega. 2 2
Me negué a hacer horas
oscurecer el sentido de la evolución general. extraordinarias. 6 6
Hablé con tres 22
Examinamos la evolución de Andrea, que había cons- desconocidos. 2 6
tatado que padecía un problema de sumisión excesiva y de
timidez y había decidido que parte de la solución residía

48 — 49 —
Miércoles Pedí a los niños que Evolución afirmativa de Andrea
limpiasen el sótano de la entre el 22 de febrero y el 13 de junio
casa.
Tomé la iniciativa de las
relaciones sexuales con
mi marido.
No dejé propina en el 16
restaurante, porque no Z 500 Comienzo
quedé satisfecha. O del programa
Jueves Defendí mi punto de de afirmación
g 450
vista ante el jefe
(2 veces). 6 12
g 400
Compré un vestido sin 16
consultar a nadie. 4 4 ¡a 350
Viernes Pedí a Inés y a Gabriel Q
que hicieran menos < 300
ruido. 2 4 O
Abrevié una llamada de P¿ 250
a
teléfono de mi madre. 7 7 Q
Formulé una queja al 17 Z 200
O
servicio de aguas. 6 6
< 150
Sábado Me negué a levantarme H
antes de las 8. 5 5
Discutí sobre la 8 100
educación de Germán con
mi marido. 6 6 50
Llamé por teléfono a mi 15 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15
suegra. 4 4 Semanas
117

Trasladando los resultados semanales a una gráfica, Andrea


obtuvo los siguientes resultados: El examen de la gráfica permite constatar una evolución
positiva constante de Andrea a partir del comienzo del
programa de afirmación, con un solo descenso notable en
la semana número doce, seguido de una sensible subida
durante la semana siguiente. El conjunto de la gráfica in-
dicaba a Andrea que progresaba y que iba en la buena
dirección. Al mismo tiempo, constataba una regresión de
sus estados emotivos de abatimiento, tristeza y ansiedad.
Evidentemente, es posible hacer gráficas de todo tipo,
según el problema al que uno se enfrente y la estrategia
de cambio que cada caso requiera. Compete a cada persona
desarrollar su imaginación e ingenio, quizá con la ayuda

— 50 — — 51 —
de un profesional, con el fin de elaborar las que más le dirección. Ello ilustra, una vez más, que la dirección del
convengan y le ofrezcan los resultados que desea. cambio es más importante que la amplitud de los resultados
obtenidos. A la vez que el tiempo que dedicaba al estudio
La siguiente gráfica es la elaborada por Marcos, un aumentaba, los resultados académicos de Marcos mejo-
estudiante cuyos resultados escolares dejaban mucho que raban también ligeramente, aunque aún no lo suficiente
desear y que decidió que el método más prometedor para como para satisfacerle. Observó entonces que, además del
solucionar su problema consistía en aumentar el tiempo tiempo dedicado al estudio, intervenían en la situación
que dedicaba al estudio personal diariamente. Al final de otros factores, entre ellos la calidad de sus métodos de
cada día, anotaba el tiempo (en minutos) que había pasado trabajo, lo cual le llevó a depurar más una solución ini-
estudiando; luego sumó el total semanal y lo trasladó a la cialmente demasiado elemental.
gráfica.
Evolución del tiempo dedicado por Marcos
El examen de los resultados de la solución que hayas
al estudio personal entre el 27 de enero y el 12 de abril elegido, si lo efectúas durante algunas semanas, deberá,
pues, suministrarte importantes informaciones. Veamos
ahora cómo puedes utilizar éstas.
Comienzo
del programa
de cambio
Evaluar: retrospectiva y prospectiva.

5 700 Al evaluar tu progresión, probablemente descubras que


tampoco en el ámbito de la transformación de las acciones
600 son frecuentes los milagros. De lo que se trata es de dar
m pruebas de aguante y de constancia. Los resultados posi-
O 500 tivos, por muy modestos que sean, son preferibles a un
3 funcionamiento muy deficiente. Tal vez tengas que mejorar
!=> 400
í-
vy y desarrollar tu estrategia, buscar nuevos medios para tratar
m de mejorar tu situación y dejar de lado ciertos modos de
w 300
Q
O obrar que inicialmente te parecían prometedores, pero que
o- se han revelado decepcionantes. Recuerda que, si los pasos
S 200 que das no te permiten obtener los resultados deseados,
H 100 no has perdido tu tiempo ni tus esfuerzos, porque el simple
H
hecho de saber que un procedimiento es ineficaz constituye
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 una información de gran valor y permite evitar el mismo
Semanas error en el futuro.
También puede suceder que algunos de tus fracasos
Como puede constatarse, la evolución de Marcos, a pesar sean en parte imputables a circunstancias poco favorables
de no ser espectacular, ha seguido, no obstante, una buena en el momento en que acometiste tus intentos de transfor-

— 52 — 53 —
mación. Sería, pues, prematuro concluir que jamás con-
seguirás mejorar o solucionar el problema que te preocupa,
3
como también sería poco realista esperar a que se den las La «necesidad» de ser amado
circunstancias ideales para poner manos a la obra. No se y sus consecuencias
trata de que culpes a los acontecimientos de cada uno de
tus fracasos, pero sí es razonable que tengas en cuenta las
circunstancias concretas de tu vida en la evaluación de tus
resultados.
Conviene recordar que podemos solucionar ciertos
problemas aceptándolos. Todo ser humano tiene siempre
la posibilidad de cambiar lo que le desagrada en su manera
de ser o de aceptar «vivir con el problema». Es posible
que la solución de un problema exija demasiados esfuerzos
o demasiadas inversiones de cualquier otro tipo para los
resultados que promete. Evidentemente, el peligro consiste En este y en los siguientes capítulos quiero que exami-
en exagerar los esfuerzos requeridos y minimizar los re- nemos juntos las acciones desafortunadas que se derivan
sultados esperados. Sería conveniente que no decidieras de cada una de las ideas irrealistas ya analizadas en Ayu-
aceptar la presencia continua de un problema hasta después darse a sí mismo. Este capítulo, concretamente, se arti-
de haber reflexionado sobre ello detenidamente y haber culará en torno a la idea n°. 1: la «necesidad» de ser amado.
hecho los pertinentes esfuerzos para solucionarlo. El capítulo 4 tratará sobre las consecuencias de la idea
n°. 2: la «necesidad» de tener éxito; el capítulo 5 se de-
En el siguiente capítulo, te invito a examinar cierto tendrá en los efectos behavioristas de la idea n°. 3, refe-
número de comportamientos deficientes que se derivan de rente al valor del ser humano. El capítulo 6 agrupará un
la idea irrealista consistente en creer que todo adulto tiene examen de las consecuencias de las ideas nn. 4, 5 y 9.
una necesidad imperiosa de ser amado y aprobado por casi Finalmente, el capítulo 7 analizará las consecuencias de la
todo el mundo en casi todo lo que hace. Y luego veremos idea n°. 6; el capítulo 8, las de las ideas nn. 7 y 10; y el
cómo es posible adoptar comportamientos más apropiados capítulo 9, las consecuencias de la idea n°. 8.
en ese terreno. En Ayudarse a sí mismo y en L'amour: de l'exigence
á la préférence, demostré cómo la falsa creencia de que
un ser humano tenga una necesidad urgente de ser amado
o aprobado por casi todas las personas importantes de su
entorno constituye la causa de un número considerable de
emociones desagradables: ansiedad, hostilidad, envidia,
desánimo, depresión, abatimiento, sentimiento de inutili-
dad, etc. En este capítulo, quiero examinar algunas accio-
nes u omisiones que se manifiestan como consecuencia de
esta creencia, subrayando sus deplorables efectos, y sugerir

— 54 — — 55 —
modos de acción más apropiados y más susceptibles de de los demás cuando, desde lo alto de la cruz, dominas a
aportar a su autor la autorrealización que todos andamos la muchedumbre de esas otras personas, más felices quizá,
buscando. pero anónimas...!
Bajo la rúbrica general de «explotación», podemos Esa resistencia, pues, suele revelar más la intensidad
agrupar las acciones y omisiones derivadas de la idea de del temor a no ser amado —un temor basado, a su vez,
que tenemos necesidad de ser amados. Como ya indiqué en la creencia de que dicho amor constituye una necesidad
en otro lugar, el que cree tener necesidad de ser amado imperiosa de la persona— que la intensidad de un verda-
tenderá a actuar como un auténtico «primo» a quien el dero amor altruista. En efecto, este último no suele venir
temor a no ser amado le lleva a hacer una concesión tras acompañado de los quejumbrosos lamentos del «primo» ni
otra y a prestarse, más o menos fácilmente, a las maniobras de la ansiedad y la profunda despersonalización que cons-
de los demás. tituyen los síntomas del «mal de amor».
Por otra parte, no hay que suponer que dicha explo- La persona que, por encima de todo, teme no ser
tación se realice conscientemente por parte de los demás. amada y aprobada, suele comportarse de una manera tí-
En la mayoría de los casos, éstos se sorprenderían si se mida, sumisa y poco afirmativa. Un simple fruncimiento
les reprochara semejante proceder. En la mayoría de los de ceño por parte de aquellos por quienes cree necesario
casos —sobre todo si se trata de los parientes del «pri- hacerse amar, basta para llenarla de pánico y puede llevarla
mo»—, simplemente se han ido acostumbrando a buscar a realizar multitud de gestos penosos o a no realizar otros
las ventajas y los servicios que les ofrecía esa persona sin que podrían serle personalmente agradables. El auténtico
discutir. ¿Por qué molestarse en hacer lo que puede ser amor altruista se preocupa del verdadero bien del otro y
hecho por otro? de su provecho real. Pero no se ve muy bien cómo ese
objetivo podría alcanzarlo, por ejemplo, una madre que se
Además, la persona explotada adornará a menudo su hace esclava de sus hijos y los acostumbra a tratar a las
sumisión disfrazándola con los nombres de «amor», «de- mujeres como seres inferiores que deben responder sin
sinterés», «altruismo» o «abnegación», etiquetas revalo- discutir a las exigencias de los machos. Tales hijos suelen
rizadoras para ella y que pueden llevarla a resistirse obs- convertirse más tarde en esos maridos execrables que es-
tinamente a toda sugerencia de que modifique sus actitudes peran de su esposa los comportamientos que durante tantos
y acciones. Ya he hablado de esas madres «crucificadas» años han visto en sus madres. Acostumbrar a un hijo a ser
que cuentan a quien quiera oírlas las muchas y penosas exigente y dominador no es precisamente prestarle un ser-
dificultades de su vida y su incesante trabajo al servicio vicio, sino, por el contrario, sentar las bases de ulteriores
de sus hijos y de su marido, sin más recompensa que la e innumerables conflictos, sobre todo al nivel de las re-
ingratitud, que ellas soportan con tanta magnanimidad. Por laciones interpersonales íntimas.
lo general, basta que se les sugiera cortésmente que los
clavos que fijan a la madre a su cruz de infortunio tal vez Entre los innumerables comportamientos que se de-
pudieran ser arrancados, con lo que la crucificada podría rivan de la creencia en la «necesidad» de ser amado, des-
descender de la cruz y mezclarse con la muchedumbre, cribamos algunos espigados al azar de entre las situaciones
para topar con una feroz resistencia. Es penoso, pero muy que he podido conocer en el transcurso de mis contactos
noble, estar crucificado, ¡y qué agradable es la atención terapéuticos.

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1. Alberto, que en el restaurante deja propina después 6. Fernanda, que —como su marido se niega en re-
de una comida que no le ha satisfecho y que le ha sido dondo a salir, alegando su terrible cansancio, sus achaques,
servida de mala manera por una camarera impertinente. su miedo a la inseguridad ciudadana o el aburrimiento que
Pero, claro, si no deja propina, ¿qué pensará ella de él? le produce salir de noche, etc.— seguirá encerrada y abu-
¿Y qué pensarán los demás que comparten su mesa? ¿Y rriéndose en casa, en lugar de hacer ver a su marido que
qué dirá el dueño del hotel? ¿No pensarán todos que es un siente mucho que esté cansado, pero que ella, como se
tacaño y no se pondrán a criticarlo? ¿Cómo puede privarse encuentra en plena forma y tiene ganas de divertirse, ha
del afecto y la aprobación de todas esas personas? decidido irse al cine con una amiga. ¿Cómo va a soportar
ella la dolorida mirada de su desdichado marido?
2. Marián, que no se atreve a colgar el teléfono cuan-
do algún vendedor anónimo le propone comprar un pro- 7. Gerardo, que hace horas extraordinarias porque su
ducto que no le hace falta para nada, y que le aguanta el jefe se lo pide diciéndole que sólo se fía de él, que es
«rollo» durante diez minutos, por miedo a atraer sobre sí indispensable, etc. ¿Cómo va a soportar la pérdida de es-
el horroroso castigo que significaría la desaprobación del tima a los ojos de su jefe que supondría decirle a éste
vendedor si ella —con toda cortesía, pero con toda fir- cuánto lamenta su problema, pero que, a pesar de ello,
meza— le dijera que el asunto no la interesa. está firmemente decidido a emplear el fin de semana en
descansar y no en hacer el inventario?
3. Alberto, que, cuando come en casa de su suegra,
vacía dócilmente su plato y se come hasta el último trozo 8. Helena, que consentirá en lavar la ropa seis veces
del montón de zanahorias que ella se empeña en servirle. por semana, y no una o dos veces, porque su hijo mayor,
En efecto, ¿cómo va a soportar que su suegra se sien- de veinte años, no tiene camisa limpia que ponerse encima
ta ofendida si le dice tranquilamente que no le gustan para salir con su amiguita; o porque el pequeño, de doce
las zanahorias y que prefiere dejarlas para quienes las años, «olvidó» echar sus calcetines a lavar; o porque su
aprecian? marido se ha quedado sin ropa interior limpia. ¿Se atrevería
ella a responder que siente mucho todo eso y a proponer
4. Diana, que, cuando su hijo no encuentra el bañador que todo el mundo aprenda cómo funciona la lavadora?
y lo reclama a gritos, deja lo que esté haciendo para ponerse ¿Cómo decirles que ella no considera que el andar a la
a buscar el bañador del «pobrecito». ¿Cómo iba ella a caza de ropa sucia forme parte de su papel de esposa y de
considerarse una buena madre si le hiciera ver a su hijo madre, pero que con mucho gusto lavará dos veces por
que éste tiene que cuidar de sus cosas, que ella entiende semana las prendas que cada cual quiera echar al cesto de
muy bien su problema, pero que no está dispuesta a dejarlo la ropa sucia?
todo patas arriba para acudir volando en su ayuda cada vez 9. Juan, que, al entrar en su habitación del hotel,
que él tiene problemas por causa de su propia negligencia? constata que el aire acondicionado no funciona, y se pasa
5. Enrique, que soporta en silencio el que su hijo de la noche sudando, en lugar de enfrentarse a la mirada
seis años invada cada mañana el lecho conyugal, porque desaprobadora del empleado y exigirle otra habitación.
¿cómo no quedar desarmado ante los reproches del hijo, ¿Cómo va a enemistarse con un empleado de hotel?
que, después de todo, tiene necesidad de que se atiendan 10. Julia, que, mientras guarda cola ante la «caja
todos sus caprichos? rápida» del supermercado, destinada a los clientes que
— 58 — — 59 —
compran menos de diez artículos, permite que otra señora ojos, el ahogo, la irritación de garganta, la destilación nasal
se «cuele» delante de ella con el carrito atestado de mer- y los estornudos que sufrir la atroz e insorportable sonrisita
cancías. ¿Cómo va a atreverse a incurrir en las iras de esa de conmiseración de toda esa gente importante, sus pesadas
señora haciéndole ver, con toda educación, que probable- bromas y su humor displicente. Es el precio que hay
mente se ha equivocado y, en último término, si la señora que pagar para ser amado por todos y en todo, aunque
no atiende a razones, reclamando la intervención del ge- uno se desprecie secretamente a sí mismo y se tenga por
rente? ¡Hay que evitar el escándalo! ¡Verse desaprobada un imbécil.
por una desconocida y llamar la atención del resto de los
clientes es una aventura mucho más peligrosa que dar a 14. Rosa, a la que siempre piden en la oficina que
luz! ¡A fin de cuentas, en un parto no te juegas más que organice las fiestas y las celebraciones y que, como el
tu pellejo! «pedazo de pan» que es, acepta siempre nacerlo todo, en
lugar de observar amablemente que cree llegado el mo-
11. Carlos, que esperará durante años a que su jefe mento de dejar que también los demás ejerzan su creati-
decida aumentarle el sueldo, en lugar de tomar él la ini- vidad. «¡Pero si lo haces tan bien, Rosa; si lo haces tan
ciativa de explicarle que su trabajo merece ser mejor re- bien...!». ¿Cómo negarse ante tales cumplidos? ¿Cómo
munerado. Pero, si lo hace, ¿no pensará el jefe que Carlos privarse de semejante droga de amor?
es un miserable egoísta, vilmente apegado al dinero y ávido
de comodidades vergonzosamente materiales? Más vale 15. Óscar, que no se atreve a pedir que se especifi-
apretarse el cinturón que soportar la desaprobación del jefe, quen claramente todas las condiciones en el contrato que
porque ¿cómo vivir sin su aprecio? hace con un proveedor. ¡Sólo faltaría que éste le reprochara
sus sospechas y su falta de confianza en su profesionalidad
12. Lucía, a quien el médico le dice que debe so- y en su buena fe! Además, es un amigo ¿no? ¡Todos sa-
meterse a una operación, y que lo acepta sin discusión, a bemos que, si es necesario, se puede soportar la censura
pesar de no estar convencida de la necesidad de tal inter- de un extraño, pero no es posible soportar la desaprobación
vención. En efecto, el médico se sentiría mortalmente agra- de un amigo!
viado si ella se atreviera a solicitar la opinión de otros
especialistas, y no dejaría de reprochar amargamente a 16. Belén, que no se atreverá a dar su opinión en la
Lucía su falta de confianza en él y de mostrarle su rencor reunión del comité en el que participa, pues sería tan ho-
y su desprecio. ¡Antes dejarse matar que disgustar a un rroroso si dijera cualquier tontería... ¡Más vale callarse y
personaje tan eminente! Por otra parte, ¿quién es ella para pasar por tonta que hablar y demostrar que lo eres! ¡Bien
interesarse tan vilmente por sus propios intereses e infligir pensado, lo mejor sería dimitir de ese comité y huir de tan
tan cruel trato a ese pobre médico? peligrosa situación! ¡Lo ideal sería pasar inadvertida y sin
llamar la atención! Pero, entonces, ¿cómo recibir el amor
13. Marcelo, a quien tanto molesta el tabaco y que,
que se «necesita»? ¡Cruel dilema! ¿Por qué tendrá que ser
durante la reunión de trabajo, soportará las nubes de humo
la vida tan terriblemente complicada?
que producen los cigarrillos y las pipas de sus colegas.
¿No pasaría ante ellos por una mujerzuela si les pidiera 17. Daniel, que prestó a Roberto y que, al vencer el
que no fumaran, o que al menos sólo fumaran cigarrillos, plazo que le dio, no se atreve a pedirle amablemente que
o que se ventilara la sala? Más vale soportar el picor de le devuelva la suma prestada sin excusarse al mismo tiempo
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por ello, sin darle una lista de las urgentes razones que le tomara como una ofensa personal tu protesta por los au-
hacen formular tan insolente demanda y sin lamentar amar- llidos del animal? Las personas son muy susceptibles, ¿no
gamente su irrazonable exigencia, porque ¿cómo no tener es cierto? Más vale no darles ocasión de sentirse recha-
en cuenta el honor que le ha hecho Roberto al pedirle dinero zadas, porque su venganza sería terrible: dejarían de que-
prestado? Es él, Daniel, quien debería agradecer a Roberto rerte... ¡Razona, no seas tonto! Hazte el sordo y aguanta,
la confianza que le ha demostrado. Unos cuantos miles de y todo el mundo te querrá y dirá: «¡Qué buena persona es
pesetas son bien poca cosa en comparación con el inesti- este Eduardo...!».
mable bien que constituye la verdadera amistad de Roberto.
¿Cómo detenerse en consideraciones tan vilmente mercan- 20. Úrsula, que soporta las confidencias etílicas de
tiles cuando se trata de valores tan espirituales como la un solitario caballero durante toda una velada, sin atreverse
verdadera camaradería y la auténtica amistad? a decirle que la deje en paz, pues el tipo podría pensar que
es una antipática y propalar contra ella una serie de des-
18. Virginia, que se pasará horas limpiando la casa propósitos. ¡Hay que comprender y escuchar a todos los
después de que los amigos de su hijo hayan estado de fiesta pelmazos que buscan un hombro sobre el que llorar...! El
durante parte de la noche, mientras el héroe de la fiesta pobre hombre siente que nadie le quiere y que todo el
ronca en su cama. ¿Cómo pedirle al pobre, con sus escasos mundo le rechaza: ¿cómo aumentar sus sufrimientos man-
veinte años, que colabore en poner las cosas en orden? dándole a hacer puñetas? ¡Las mujeres de verdad siempre
¿No concebirá algún tipo de resentimiento contra su madre son dulces, comprensivas y sensibles a la miseria humana,
y no optará por darle el horroroso trato destinado a las y sólo las «marimachos» se hacen las «duras». ¿Quieres
madres egoístas, privándola de su amor puro y sin mezcla? parecerte tú a una de esas horrorosas feministas? Recuerda
«¡Ánimo, Virginia, no te apures! Ser amada por un hijo la paciencia que tenía tu madre, una verdadera santa que
vale más que unas cuantas horas de trabajo, y un ligero soportó al borracho de tu padre durante treinta años sin
dolor de ríñones no es demasiado precio por un bien tan quejarse y ofreciendo al cielo los sufrimientos de su mar-
inestimable. Además, todas tus mejores amigas hacen lo tirio. ¿No es ése un modelo sublime de la vocación de la
mismo que tú, y el trabajo de una madre no termina mujer en este mundo, consoladora de los afligidos y apoyo
nunca... ¡Los hijos se traen al mundo para amarlos y no paciente de los desdichados? Además, todo el mundo, in-
para obligarles malvadamente a limpiar el salón!». cluidas las demás mujeres, quiere a una mujer dulce que
sabe estar en su sitio, y detesta a la que pretende hacer las
19. Eduardo, que, despertado a las cinco de la ma- cosas a su manera...
ñana por los aullidos del perro del vecino, no se atreverá
a telefonear a éste para pedirle que haga callar al animal. 21. Víctor, que aguanta dos horas en la sala de espera
Si el vecino duerme, ¿por qué no puede Eduardo hacer del dentista sin decir ni pío, porque los dentistas son gente
otro tanto? Además, es un vecino tan amable y tan sim- importante, mientras que él no lo es... Sería inconcebible
pático y tiene tantas preocupaciones que ¿cómo voy a mo- formular la más mínima queja, y más aún pedir una
lestarle ahora con el asunto de su perro? Un buen vecino reducción en los honorarios para compensar el tiempo
no se encuentra fácilmente, ¿no es cierto? Por otra parte, perdido. El dentista podría ponerse desagradable y no
unas horas de insomnio no son para tanto, Eduardo... ¿Te querer a Víctor, ¿y hay algo peor que no ser querido por
gustaría que el vecino, que seguramente adora a su perro, el dentista?

— 62 — — 63 —
22. Olga, a quien su marido pega con la regularidad nunca cedes al chantaje amoroso? No lo estás, ¿verdad?
de un reloj, pero que jamás lo abandonaría, porque ¡es tan ¡Ya me parecía a mí! Dices que estás acostumbrado a actuar
bueno cuando no la pega...! Además, ¡es su marido, para así desde hace años, y que así es como te educaron tus
bien y para mal! Y, en el fondo, ¡la quiere tanto...! Por padres. De acuerdo, pero ¿quieres seguir los pasos de tus
otra parte, necesita a alguien en quien descargar sus frus- padres en todo? ¿Quieres seguir pagando ese precio por el
traciones: ¡tiene tantas cosas que aguantar...! Lo que menos afecto que compras a los demás con tu sumisión y tu
falta le hace es que ahora venga Olga a aumentarle sus timidez?
preocupaciones amenazándole con llamar a la policía la
próxima vez y denunciarle por malos tratos... Ha llegado el momento de hablar de la afirmación de
sí. A este respecto se han publicado infinidad de libros de
23. Javier, que aguanta el «rollo» que le suelta Gus- muy desigual valor. Muchos de ellos se empeñan obsti-
tavo durante media hora, limitándose a esperar que aquello nadamente en hacerle ver al lector el derecho que tiene a
acabe cuanto antes, en lugar de decirle a Gustavo que ya afirmarse y a obrar a su gusto, cosa que yo no niego, pero
está harto de escuchar y, si Gustavo no se calla, largarse que, en mi opinión, enfoca el asunto desde un punto de
tranquilamente. vista legalista que no creo que solucione nada. Por mucho
que se le repita a una persona tímida que tiene derecho a
24. Yolanda, que, cuando sus hijos le «ordenan» que afirmarse y se le recuerde que la declaración de los de-
les lleve en coche a casa de sus amigos, lo deja todo para rechos humanos reconoce a todos los mismos privilegios,
ponerse a su servicio, aunque esté ocupada en algo im- sería ilusorio creer que la mera constatación de sus «de-
portante. Podría decirles que esperen o que se busquen otro rechos» le llevará a comportarse de otra forma. Es una
medio de transporte, pero no corre ese riesgo: una vez más, cierta ingenuidad el creer que la persona que se comporta
una madre necesita el afecto sincero, perpetuo e indefec- de manera poco afirmativa lo hace porque cree no tener
tible de sus hijos para sobrevivir. De manera que... al derecho a hacerlo de otro modo. De lo que más bien se
coche, ¡y zumbando! trata, en mi opinión, es de apelar a la motivación de placer
25. Santiago, al que sus amigos invitan a jugar a las que subyace a todos los actos humanos. Mientras un ser
cartas una tarde de verano. Él preferiría pasar esa tarde al humano no esté plenamente persuadido de que el modificar
borde de la piscina, pero no se atreve a decir no, por miedo sus acciones le reportará algún provecho, no hay que es-
a que le tachen de «muermo» y de «aguafiestas». ¡Ánimo, perar que lo haga, al menos de manera estable.
amigo! No siempre se puede hacer lo que uno quiere en
la vida, y la amistad de los «colegas» tiene un precio... Ahora bien, parece claro que en muchas situaciones
al ser humano le reporta alguna ventaja el comportarse de
He puesto veinticinco ejemplos de comportamientos manera afirmativa y decidida y hacer que los demás res-
deficientes derivados de la obsesión de ser amado y acep- peten sus gustos y preferencias. Evidentemente, esaventaja
tado. ¿Has reconocido en ellos alguno de tus comporta- desaparece cuando un comportamiento afirmativo le re-
mientos? ¿Sí?; ¿y qué piensas hacer ahora? ¿No?; ¿te has porta más inconvenientes que ventajas a largo plazo. Por
fijado bien? Por supuesto, no he enumerado todas las po- otra parte, el asunto se complica por el hecho de que no
sibilidades: no acabaríamos nunca. Repara en tu vida y en todos consideran las mismas cosas como ventajosas y por-
tus maneras de ser. ¿Estás seguro de que nunca o casi que, además, ciertas ventajas inmediatas impiden obtener

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otras a más largo plazo. Es el problema del equilibrio de la dicotomía ira-sumisión es falsa, y conviene insertar en
los placeres, cuya ecuación varía de una persona a otra e ella un tercer término, que consiste en una afirmación de
incluso en la misma persona, de un momento de su vida sí no hostil, en una capacidad de buscar hábilmente la
a otro. propia ventaja sin gastar más energía vital que la necesaria
y sin despertar las contra-reacciones a que suele dar lugar
Todo el asunto estriba en sopesar con suficiente pre- la expresión de sentimientos de hostilidad.
cisión las ventajas e inconvenientes que se desprenden de
la realización de tal o cual acto concreto. Es bastante raro La afirmación de sí no tiene, pues, nada que ver con
que un acto tenga sólo ventajas o sólo inconvenientes. la expresión de la hostilidad. Puedo perfectamente reco-
Podemos aceptar que, cuando así le parece a la persona, nocer que determinada persona tiene pleno «derecho» a
la elección sea automática, dado que, de hecho, la atracción perjudicarme, en el sentido de que ninguna ley del universo
del placer es irresistible, y el ser humano se encuentra se lo prohibe, sin que por ello deba ceder a sus maniobras
completamente determinado a realizar los gestos que le ni aceptar sus comportamientos sin reaccionar. Siempre
parecen más ventajosos que desventajosos. La duda sólo tengo la posibilidad de actuar, a mi vez, de forma que
aparecerá cuando la persona no tenga muy claro de qué obtenga las ventajas que busco, sin perder mi tiempo ni
lado se inclina la balanza. En cuanto al error, no es sino mis energías en irritarme contra esa persona. Justamente
el resultado de un cálculo equivocado de las ventajas en en eso consiste el comportamiento afirmativo: en proceder
relación a los inconvenientes, como no tarda en consta- de manera segura, tranquila, firme, serena y decidida en
tarse. la búsqueda de mis ventajas, sin inútiles y hasta nocivas
hostilidades.
Muchas personas se comportan de manera poca afir-
mativa, simplemente porque no saben cómo arreglárselas A este respecto, es útil dominar ciertas técnicas de
para cambiar. Han adoptado comportamientos sumisos en comunicación, de las que ahora quisiera examinar algunas,
un momento de su existencia y, aun cuando ello les reporte tomadas de un autor que ha dejado huella en este terreno
frecuentes inconvenientes, no logran, sencillamente, ima- (Smith, 1975).
ginar de qué otra manera podrían actuar. En la mayoría de
los casos, cuando se ven ante personas que actúan con ellas
de un modo perjudicial o desagradable, reaccionan con El disco rayado
hostilidad y expresando los sentimientos agresivos que ali-
mentan y que son generados por la idea de que nadie debe Todos sabemos que, en un disco rayado, la aguja recorre
realizar tales gestos con ellos. La filosofía emotivo-racional incansablemente el mismo surco, repitiendo sin interrup-
denuncia esta creencia como irrealista, por lo que se le ha ción el mismo sonido. La técnica del disco rayado tiene
reprochado a menudo que preconiza la sumisión y la por objeto permitir a la persona afirmarse sin furia, per-
aquiescencia a la tiranía de los demás. Semejante crítica sistiendo en pedir lo que desea sin dejarse distraer de su
evidencia una profunda incomprensión de los principios objetivo por las maniobras verbales de su interlocutor. Una
del enfoque emotivo-racional. No porque sea filosófica- persistencia que suele producir unos resultados que una
mente indefendible para todo ser humano el irritarse contra discusión «desmelenada» no permite alcanzar, aparte de
otro, debemos concluir que no haya otra manera de obrar; que conlleva un aspecto humorístico que seducirá a muchos

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de los que la utilicen. Empleada con habilidad y en las Inés: Comprendo tu preocupación, pero quiero que
circunstancias apropiadas, esta técnica contribuirá a refor- te vayas a vivir a otra parte.
zar la confianza de la persona en sí misma y a permitirle Diego: Te juro que, si me haces eso, me mataré... No
comprobar que no es impotente ante quienes se oponen a podré soportarlo.
sus deseos.
Consideremos el caso de Inés y de Diego, que com- Inés: Espero que no llegues a ese extremo, pero quie-
parten la misma vivienda desde hace más de un año. Inés ro que te vayas a vivir a otra parte.
trabaja y paga el alquiler. Diego, por su parte, no consigue Diego: Pero ¿qué te ha ocurrido? Nunca me habías
encontrar empleo estable y pasa largas horas escuchando hablado así...
discos en casa, incluso a altas horas de la noche, impi-
diendo así a Inés dormir. Después de numerosas discusio- Inés: Comprendo que te extrañe mi actitud, pero
nes, tan amargas como inútiles, en las que ambos se en- quiero que te vayas a vivir a otra parte.
furecían, pero tras de las cuales Diego seguía actuando (Posible error: embarcarse en largas e inútiles
exactamente igual que antes, Inés decidió que ya estaba explicaciones).
harta y que deseaba que Diego se fuera a vivir a otra parte.
Éste fue el diálogo que mantuvieron: Diego: Inés... recuerda los buenos momentos que he-
mos pasado juntos. ¿Por qué quieres destruir
Inés: Diego, quiero que recojas tus cosas y que te nuestro feliz pasado?
vayas a vivir a otra parte.
Inés: Comprendo que vayas a echar de menos nues-
Diego: ¿Qué te pasa? ¿Qué mosca te ha picado? No
tro buenos momentos, pero quiero que te vayas
entiendo nada...
a vivir a otra parte.
Inés: Estoy segura de que no entiendes nada, pero
quiero que te vayas a vivir a otra parte. Diego: Escucha. Te prometo que voy a buscar trabajo
(Posible error: responder prolijamente a la pre- y ayudarte a pagar el alquiler y el manteni-
gunta de Diego, lo cual, probablemente, sig- miento de la casa...
nificaría el inicio de otra explicación estéril, (Promesa ya hecha 10 veces anteriormente).
semejante a todas las anteriores).
Inés: Comprendo que estés lleno de buenos propó-
Diego: Vamos a ver... estoy seguro de que podemos sitos, pero quiero que te vayas a vivir a otra
llegar a entendernos. Después de todo, aún me parte.
quieres, ¿no?
Inés: Comprendo que pienses que podríamos seguir Diego: ¡Pero si es que no tiene sentido...! Dame otra
viviendo juntos, pero quiero que te vayas a oportunidad... ¡Ya sé que no soy perfecto!
vivir a otra parte. Inés: Comprendo que me encuentres exigente, pero
Diego: Pero no es humano que me pongas así de patitas quiero que te vayas a vivir a otra parte.
en la calle... ¿Adonde voy a ir a vivir? ¡No te
tengo más que a ti! Diego: Pero ¿no vas a dejar de repetir lo mismo? ¿Te
has vuelto loca o qué?
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Inés: Comprendo que mi comportamiento te disgus- en definitiva, tenía más ventajas prescindir de su presencia
te, pero quiero que te vayas a vivir a otra parte. y, al mismo tiempo, verse liberada de los inconvenientes
de la misma.
Diego: Te vas a arrepentir, ya lo verás. No creas que
hay muchos tipos tan «legales» e inteligentes
como yo... Admitir la verdad (la «niebla»)
Inés: Es posible que me arrepienta, pero quiero que Esta técnica es particularmente útil para salir del apuro en
te vayas a vivir a otra parte. el caso de ser objeto de críticas, justificadas o injustifi-
Diego: Dame al menos unos días para encontrar un cadas, por parte de otros. Sirve además para evitar dis-
sitio... Además, ¡no tengo un duro! cusiones interminables y demasiado encendidas. Podría
compararse con el caso de un jugador de tenis que se dedica
Inés: Comprendo que estás pasando un mal momen- a estrellar la pelota contra la red, en lugar de devolvérsela
to, pero quiero que te vayas a vivir a otra al adversario. Si la acción se repite de manera sistemática,
parte. no hay partido de tenis que se prolongue durante mucho
tiempo.
Diego: De acuerdo, tú lo has querido... Pero no se te
ocurra venir jamás a pedirme un favor. ¡No La técnica consiste, simplemente, en que la persona
tienes corazón! que es objeto de un reproche conceda lo que puede haber
de cierto en las observaciones que se le hacen. En lugar
Inés: (Silencio. Abandona la estancia). de intentar justificarse y poner así en marcha el mecanismo
(Posible error: proseguir interminablemente la de la disputa, la persona reconoce la parte de verdad que
conversación). puede contener la crítica, deshaciendo así las posibles in-
tenciones de la otra parte de enzarzarse en una disputa
La técnica del disco rayado exige, evidentemente, que verbal y en un «peloteo» mutuo de reproches.
quien la emplea esté claramente decidido a llegar hasta el Veamos el diálogo siguiente entre Miguel y Clara,
final en su actitud. No se puede mostrar debilidad ni em- casados desde hace diez años:
pezar a ceder a los intentos de chantaje o de culpabilización
de la otra persona. Tampoco puede uno irritarse, perder la Miguel: Es la tercera vez que comemos salchichas esta
calma ni elevar el tono de voz. Además, conviene saber semana. A este paso, van a salirme salchichas
de antemano que, después de utilizar dicha técnica, tal vez hasta por las orejas...
no sea posible seguir manteniendo relaciones armoniosas
con quien ha sido sometido a semejante trato. Pero no se Clara: Es verdad que no siempre consigo variar el
puede hacer una tortilla sin cascar los huevos, y cada cual menú de las comidas a tu gusto.
deberá juzgar si lo que pierde así tiene más o menos valor Miguel: Y, encima, los crios no saben comportarse en
que lo que consigue. En cuanto a Inés, le parecía que la la mesa. ¡Esto es un cachondeo!
amistad de Diego acabaría costándole mucho dinero, mu-
chos insomnios y muchas frustraciones de todo tipo y que, Clara: Tienes razón. Estos días parecen estar muy
nerviosos.
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Sin embargo, la utilización de esta técnica exige de
Miguel: Además de ser una cocinera espantosa, eres un
la persona que quiere servirse de ella que no se sienta
desastre como madre.
culpable de lo que se le reprocha. La persona que se siente
Clara: La verdad es que no consigo hacer las cosas culpable sentirá, casi forzosamente, la necesidad de jus-
tan bien como tú querrías. tificarse, defenderse y hacer ver los aspectos exagerados
Miguel: ¡Yo no pido que seas perfecta, demonios! ¡Sólo o injustos de los reproches que recibe. Así pues, esta téc-
pido un poco de orden y de variedad! nica sólo será utilizable, concretamente, por la persona que
ha expulsado de su mente las ideas que causan la culpa-
Clara: Si tienes razón... Ni siquiera en las cosas más bilidad, todos los «Tendría que...», «Habría tenido
vulgares consigo apañármelas como es debi- que...», para sustituirlos por «Habría sido mejor...», «Ha-
do... (Posible error: ironizar añadiendo, por bría sido preferible...». Podemos, pues, constatar una vez
ejemplo: «No todos podemos ser tan perfectos más cómo la tríada idea-emoción-acción forma un conjunto
como tú...»; o «Tienes razón, soy una mierda íntimamente estructurado, y cuan inútil sería tratar de ob-
que no sirve para nada»). tener un verdadero cambio de comportamiento sin ocuparse
Miguel: ¡Bueno, ya está bien; deja de hacerte la mártir primero de las creencias y emociones que hacen a la per-
y empieza de una vez a trabajar! ¡Con buenas sona comportarse como se comporta.
palabras no se soluciona nada!
Clara: Tienes toda la razón. Podría prestar más aten- La afirmación de sí negativa
ción al menú y al comportamiento de los niños,
y no siempre soy fiel a mis propósitos. Esta técnica se distingue muy poco de la que acabamos de
examinar. Consiste, simplemente, en reconocer los errores
Miguel: Bueno, a fin de cuentas, no es tan grave. No sin ponerse a la defensiva y sin tratar de justificarse, e
voy a morirme por estas bobadas... incluso, a veces, resaltándolos con sentido del humor. De
lo que se trata es de adelantarse a la posible crítica,
Al leer este ejemplo, es fácil constatar cómo lo que habría pudiendo transformar en una nimiedad lo que fácilmen-
podido degenerar en una discusión interminable, lanzán- te habría podido convertirse en un duro intercambio de
dose reproches el uno al otro y entonando una mutua letanía reproches.
de defectos y debilidades, remontándose hasta los tiempos
de sus primeras relaciones, de hecho termina enseguida, He aquí unos ejemplos:
porque Clara se niega sistemáticamente a devolverle la Pablo había prometido a Luisa traer dos litros de leche
pelota a Miguel. Obsérvese, además, que ella no hace más al regresar de la oficina, pero se ha olvidado.
que conceder la verdad y que, al no intentar justificarse,
hace abortar la disputa. A fin de cuentas, casi todas las Luisa: ¿Y los dos litros de leche?
críticas de que somos objeto encierran una parte de verdad
o, al menos, la posibilidad de ser ciertas; y no hay nada Pablo: ¡Dios mío! ¡Lo he olvidado por completo! Se
de malo en reconocer la verdad, sobre todo cuando ello me debe de estar secando el cerebro. Olvido
produce resultados agradables. todo lo que me encargan. Seguro que te he
hecho una faena, ¿verdad?
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El jefe de Cecilia le hacer ver a ésta cuatro errores Pablo: ¿Cuáles son los datos que omito y que cree
que ha cometido en la contabilidad: usted que debería incluir?
Cecilia: Es cierto, me he equivocado. Ha sido una ver- Lucas: Por ejemplo, en el informe sobre la señora
dadera estupidez por mi parte. Tendré que po- Ramírez has olvidado señalar que es viuda y
ner más atención en mi trabajo. que tiene tres hijos de corta edad.
Pablo: Muy bien. ¿Hay alguna otra cosa que debería
Paula llega con media hora de retraso a la cita que
había concertado con Enrique. añadir?
Lucas: Todos los detalles que permitan comprender
Paula: Perdóname; estoy segura de que ha sido un
mejor el caso y hacerse de él una idea más
engorro para ti tener que esperarme; la verdad
exacta.
es que es una faena por mi parte llegar con
tanto retraso... Pablo: Comprendo. ¿Hay algo más que crea usted que
podría yo mejorar?
Lucas: Sí. Pienso que hablas demasiado aprisa y de-
La encuesta negativa
masiado aprisa con tus encuestados, y que no
Siguiendo con el capítulo de las técnicas que pueden em- les dejas a ellos suficiente tiempo para expre-
plearse para hacer frente a las críticas, ésta de la «encuesta sarse.
negativa» va un poco más lejos que las dos anteriores, en Pablo: ¿Le parece a usted que les atosigo excesiva-
el sentido de que anticipa las posibles críticas, obligando mente?
al interlocutor a formular otras, además de las que acaba
de hacer. Lucas: Un poco, sí. Pienso que sería mejor que ha-
blaras menos y más despacio.
Veamos el siguiente diálogo entre Pablo, estudiante
de psicología, y Lucas, su tutor: Pablo: De acuerdo; ¿alguna cosa más?
Lucas: Nada más, por el momento. Si se me ocurre
Pablo: Buenos días. Me gustaría conocer su opinión algo, ya te lo haré saber.
sobre mi funcionamiento hasta hoy durante el
curso. Supongo que estaremos de acuerdo en que se trata de un
diálogo constructivo, de utilidad para Pablo y sumamente
Lucas: Bueno, creo que en general vas bastante bien,
sereno. Y, si es así, es porque Pablo no se comporta en
pero tus informes de las entrevistas no son lo
absoluto de manera defensiva ni da ocasión a Lucas para
bastante detallados.
que se muestre severo o agresivo en sus críticas.
Pablo: ¿Le parece que son difíciles de comprender?
Veamos ahora un intercambio verbal en el que po-
Lucas: No, no se trata exactamente de eso. Es que no demos observar el empleo simultáneo de las tres técnicas
incluyes datos suficientes acerca de tus en- útiles para hacer frente a la crítica: la admisión de la ver-
cuestados. dad, la afirmación de sí negativa y la encuesta negativa.

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Lola y Víctor charlan por la noche junto al fuego. Lola: Es verdad que a veces tengo tendencia a beber
más de la cuenta, y comprendo que te resulte
Víctor: Te comportaste como una insensata cuando los desagradable. Realmente, fue un error por mi
Rodríguez vinieron a vernos anoche. parte, y seguro que tuvo que estropearte la
noche.
Lola: ¿Hice algo que te disgustara?
Víctor: ¡ No lo sabes bien! ¡ Si te parece que es divertido
Víctor: Hombre... No paraste de dar vueltas alrededor ver a tu mujer dando el espectáculo delante de
de Eduardo como una mosca alrededor de un tus amigos!
tarro de miel. Todo el mundo se dio cuenta...
Lola: Tienes razón; comprendo perfectamente que no
Lola: Es verdad que Eduardo me gusta mucho y que, te haya gustado nada verme actuar así... Será
sin duda, no siempre soy muy hábil cuando mejor que en adelante modere mi consumo de
quiero expresar mi interés. alcohol... ¿Tienes algo más que decirme?
Víctor: Deberías ser más discreta. Cuando actúas así, Víctor: Bueno... creo que el vestido que llevabas no
tengo la sensación de ser un auténtico idiota. te sentaba nada bien.
Lola: Pero ¿cómo es que mi interés por Eduardo pue- Lola: ¿Qué hay en mi vestido que no me siente bien,
de hacer que te sientas así? según tu opinión?
Víctor: Pues porque todo el mundo pensará que soy Víctor: En realidad no lo sé... Simplemente, no te
un cornudo si sigues comportándote de esa ma- sienta bien...
nera.
Lola: ¿Es el color lo que no me va?
Lola: ¿Y por qué van a pensar tal cosa por verme
actuar así? Víctor: No, el color te va bien. Pienso que es la forma,
el corte...
Víctor: Hombre, digo yo que es fácil de entender. ¡Si
te pasaste la noche comiéndotelo con los ojos Lola: ¿Qué tiene ese corte que no me vaya?
y echándole sonrisitas...! Víctor: Es como si llevaras puesto un saco. Prefiero
Lola: Ya entiendo: te disgusta muchísimo que me los vestidos más ajustados.
comporte así con Eduardo. Es verdad que mi Lola: Es verdad que ese vestido no es nada ajustado
manera de actuar podría llevar a ciertas per- y que cae demasiado recto.
sonas a suponer que estoy enamorada de él.
¿Hay alguna otra cosa que hiciera anoche y Víctor: ¿Por qué no te pusiste el que te regalé por
que te gustaría que no volviera a hacer? Navidad?
Víctor: ¡Claro que la hay! ¿Piensas que fue inteligente Lola: Lo habrías preferido, ¿verdad? Es cierto que
por tu parte beberte cuatro martinis seguidos? es más ajustado. Podría habérmelo puesto,
Después del segundo, ya no sabías ni lo que pero ni se me ocurrió pensarlo. Comprendo
decías... que pienses que no aprecio tus regalos.

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Justamente. ¡Y pensar que me costó treinta mil Víctor: Es verdad... Ni siquiera nos hemos peleado...
pesetas...!
Lola: La verdad es que podría mostrar mayor aprecio Imaginemos ahora cómo habrían podido ir las cosas si Lola
por los regalos que me haces y tener más en no hubiera utilizado las tres técnicas consistentes en admitir
cuenta tus gustos. la verdad, reconocer los errores y añadir las propias críticas
Víctor: Pues tendrías que haberte visto cuando te dio a las de la otra persona:
por cantar Plaisir d'amour al piano... No veas
cómo desafinabas... ¡Habría querido que me Víctor: La verdad es que te comportaste como una
tragara la tierra! insensata cuando los Rodríguez vinieron a ver-
nos anoche.
Lola: Decididamente, anoche no di una a derechas.
Deduzco que no te gusta oírme cantar cuando Lola: ¡Ya estamos con los reproches! ¿Qué crimen
recibimos a los amigos. Y es verdad que no he cometido esta vez?
siempre tengo la voz muy afinada, sobre todo
si he tomado una copa. Creo que será mejor Víctor: No paraste de dar vueltas alrededor de Eduardo
que cante únicamente cuando estemos los dos como una mosca alrededor de un tarro de miel.
solos. Todo el mundo se dio cuenta.
Víctor: Bueno, la verdad es que no cantas tan mal Lola: ¿Y qué? ¡Pobre Víctor: estás tan celoso como
cuando no has bebido demasiado... un adolescente...!
Lola: O sea que, si te entiendo bien, lo que te dis- Víctor: ¿Celoso yo? ¡No me hagas reír! ¿Celoso yo de
gusta es, sobre todo, que beba una copa de Eduardo, que no sabe dónde tiene la mano
más. Y tienes razón: cuando bebo una copa de derecha...?
más, hago cosas que te disgustan mucho; por
eso será mejor que ande con cuidado. Lola: Al menos él sabe ser delicado con las mujeres
Víctor: ¡Exacto! Y ahora, ¿por qué no hablamos de y no está siempre criticando como un manía-
otra cosa? co...
Lola: De acuerdo, pero no te quedes con las ganas Víctor: Con que soy un maníaco, ¿eh? ¡Lo que faltaba
de decírmelo, si es que anoche hice alguna otra por oir! ¡Has de saber que anoche estabas como
cosa que te molestara. una cuba y no decías más que idioteces!
Víctor: No, no; no tengo más que decir.
Lola: ¡Ah, es eso...! ¡De modo que, para el señor,
Lola: Te agradezco que me hayas hecho saber tus tomarse una copa es un pecado mortal...! Aho-
preferencias con tanta claridad. Tendré que ra va a resultar que todo el mundo es alcohó-
pensar en todo ello. Creo que hemos tenido lico. ..
una conversación muy provechosa y que val-
dría realmente la pena que habláramos así más Víctor: ¡Es el colmo! ¿Serás idiota? ¿No ves que lo
a menudo. único que quiero es tu bien?

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Lola: ¡Iros a hacer puñetas tú y tus principios de los contendientes se afirma verdaderamente; lo único que ha-
años treinta! Si te escuchara, jamás podría te- cen es disputar, sin ninguna clase de efectos positivos.
ner un placer en la vida. ¡Tendría que vivir
como una monja! Siguiendo en el capítulo de las técnicas de afirmación
de sí, pasemos a examinar algunas de ellas que pueden
Víctor: Y si todo el mundo actuara como tú, nos iba emplearse en situaciones no conflictivas, donde la mani-
a lucir el pelo... ¡No tienes moral ni Dios que pulación es prácticamente inexistente.
te la ponga!
Las dos técnicas que vamos a examinar ahora son
Lola: Lo prefiero, antes que tener una moral pasada particularmente útiles cuando se trata de una persona tímida
de moda. que pretende entablar un contacto verbal con desconocidos.
Víctor: Pasada de moda, ¿eh? ¡Cómo se nota que no Es una situación temida por la mayor parte de las personas
viste la pinta que llevabas con ese vestido que que tienen dificultad para afirmarse y que tienden a huir,
se te ocurrió ponerte...! ¡Menudo adefesio! porque les invade la ansiedad.
Lola: En cualquier caso, infinitamente mejor que el
guiñapo que me regalaste por Navidad. Información gratuita y revelación de sí
Víctor: ¿Estás loca? ¿Sabes que ese «guiñapo» me cos-
tó treinta mil pesetas? Smith (1975) hizo notar con acierto que hay dos «habili-
dades» muy importantes cuando se trata de conversar con
Lola: Eso demuestra que tienes tanto gusto como un un desconocido: la capacidad de utilizar la información
ciego. Y, además, que sólo piensas en ganar que éste da sobre sí mismo sin que se le haya pedido, y
dinero. la capacidad de revelarse a sí mismo de manera apropiada.
Víctor: ¡Y tú en gastarlo! La utilización simultánea de ambas técnicas permite, por
lo general, iniciar y mantener una conversación inteligente,
Lola: ¡ Ya me estás jorobando con tus lamentaciones! en la que se hable de algo más que del tiempo que hace.
¡Estoy hasta el moño de tus reproches! Con la práctica, lo que al principio puede parecer una
técnica rígida y un tanto mecánica se convierte en algo
Víctor: ¡Vete a hacer puñetas, pedazo de acémila! natural y fluido, fruto del interés por el interlocutor y de
Lola: Eso es..., ¡ahora, a insultar! la capacidad de hablar de sí mismo sin reticencias.
Víctor: Es lo que te mereces. Estás aún más loca de Veamos el siguiente diálogo entre Fernando y Susana,
lo que yo pensaba..., etc., etc., etc. que se encuentran por vez primera durante una fiesta en
casa de unos amigos comunes:
Como puede verse, este segundo diálogo «echa chispas»,
y en él podemos observar un fenómeno parecido al del Susana: ¡Hola! Soy Susana.
típico partido de tenis en que ambos jugadores se devuelven
el uno al otro la pelota, con lo que el partido se eterniza Fernando: ¡Hola, Susana! Yo me llamo Fernando.
y se hace cada vez más violento. Ninguno de los dos Susana: Bonita fiesta, ¿no crees?
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Fernando: Mucho; los García son gente encantadora, y sí mismo que «alimentan» el diálogo. No es preciso, por
en su casa siempre se pasa bien. tanto, estar al corriente de la actualidad, de los descubri-
mientos científicos recientes y de miles de cosas, para
Susana: ¿Los conoces desde hace mucho? mantener una conservación agradable y personalizada con
Fernando: Desde hace cinco años; nos conocimos en el cualquiera.
Norte, esquiando.
*
**
Susana: ¿Practicas el esquí...? Yo también, aunque to-
davía no soy una experta. De todos modos, Estas son, pues, algunas de las técnicas que el lector puede
prefiero el esquí de fondo al esquí alpino. emplear para aprender a afirmarse aún más y para modificar
Fernando: Yo he hecho mucho esquí alpino, pero también algunos de los comportamientos deficientes que tiene que
me voy inclinando por el esquí de fondo: se seguir tolerando en su vida y que se deben a su creencia
tiene más tiempo para admirar la naturaleza. de que necesita gozar de la estima y la aprobación de casi
todos con los que se encuentra en su camino.
Susana: También yo lo veo así... No hay nada mejor
que esas mañanas frías en que todo está tran- Si el lector constata que dichos comportamientos
quilo y se oye crujir la nieve bajo los esquíes. constituyen para él un problema y le impiden disfrutar de
la vida como podría hacerlo, nada le impide elaborarse su
Fernando: ¡Vaya! Tienes alma de poeta, ¿eh? propio programa de adiestramiento, tanto al nivel de las
Susana: Me encanta determe allá arriba y contemplar ideas como al de los comportamientos. Eso sí: no hay que
la naturaleza, lejos del ruido de la ciudad y de esperar obtener resultados inmediatos y sensacionales; hay
la gente... que tener siempre presente que la solución de un problema
es un proceso, y no un punto final.
Fernando: ¿Eres de la ciudad?
En el capítulo siguiente vamos a examinar los com-
Susana: Pasé mis primeros años en el campo, pero aho- portamientos inadecuados que se derivan de la idea irrea-
ra estoy estudiando en la Universidad. lista n.° 2: Debo tener pleno éxito en todo cuanto em-
Fernando: ¿Y qué estudias? prenda.
Susana: Estoy terminando la licenciatura en sociología.
¿Y tú qué haces?
Fernando: Trabajo con mi padre y, a la vez, estudio con-
tabilidad por las tardes.
Etc.

Se habrá notado cómo cada uno de los dos interlo-


cutores utiliza la información dada por el otro para hacer
avanzar la conversación, y cómo cada uno revela cosas de

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4
La necesidad de «tener éxito»
y sus consecuencias

En Ayudarse a sí mismo (1987), ya examiné las emociones


que se derivan de la idea de que es preciso tener pleno
éxito en todo cuanto se emprende. Dichas emociones se
llaman «ansiedad», «minusvaloración personal», «despre-
cio de los demás», «hostilidad», «celos», etc.
Está claro que semejantes emociones conllevan ac-
ciones o abstenciones poco afortunadas, sobre las que po-
demos echar ahora un vistazo crítico examinando cómo
cada una de ellas puede ser sustituida por maneras de
proceder mucho más constructivas.
Paradójicamente, el temor a no tener éxito puede pro-
ducir dos efectos contrarios: la hiperactividad y la hipoac-
tividad. En el primer caso, la persona actúa demasiado;
en el segundo, demasiado poco.
La persona obsesionada por el temor al fracaso puede
recurrir a imponerse un ritmo de trabajo agobiante, repro-
chándose sus más mínimos momentos de falta de atención
y de creatividad y trabajando como un poseso para acallar
en su interior la voz que no deja de repetirle que no vale
nada si no consigue tener éxito en todo cuanto emprende.
Esa persona apenas se concederá descanso ni se tomará

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vacaciones, y le quitará horas al sueño (un sueño, por lo el transcurso de los años. Se negaba a presentárselos a un
demás, bastante agitado). editor, porque temía que fueran rechazados por éste o cri-
¡Ojo! No hay que confundir a este individuo con el ticados por sus colegas, si el editor, como es lógico, pedía
que experimenta un auténtico placer en trabajar a tope, el parecer de éstos acerca de su publicación. Y lo que le
pero sin hacer del éxito la medida de su valor personal. ocurría a este profesor es muy parecido a lo que le ocurre
El perfeccionista, en cambio, apenas obtiene placer de su al ama de casa que no se decide a servir a sus invitados
trabajo y está casi siempre insatisfecho de su rendimiento, platos preparados por ella, por temor a que no estén per-
que compara desventajosamente con el de los demás. Lo fectamente logrados, y que, en la práctica, procura no
que él hace con tanto esfuerzo nunca le parece lo bastante invitar a nadie a comer, para no tener que afrontar las
bueno, y siempre está volviendo a su trabajo para mejorarlo posibles críticas de sus invitados. Es posible, por lo demás,
todavía más. que acabe cediendo, pero sólo después de haberse pasado
tres días encerrada en su cocina, aunque sin disfrutar en
Esta forma de actuar le hace con frecuencia llevar una lo más mínimo, porque «nunca me sale lo bastante bien».
vida desequilibrada, de la que determinados elementos es-
tán ausentes casi por completo. Rara vez tendrá tiempo Antonio era pintor. Su estudio estaba lleno de telas,
para entregarse a actividades de ocio, cultivar un «hobby», que producía en abundacia; pero la mayor parte de ellas
«perder» el tiempo conversando sin más finalidad que el no estaban realmente terminadas. En sí, esto no tendría
placer de la mera conversación, contemplar la naturaleza nada de excepcional, porque es de esperar que, en un
o interesarse por algo carente de utilidad práctica inme- trabajo creativo, muchos proyectos no pasen más allá de
diata. Paradójicamente, a pesar de la energía que invierte la fase del esbozo. Pero Antonio pintaba desde hacía veinte
en sus actividades, suele ser poco eficaz y productivo, años, logrando a duras penas ganar lo justo para «ir ti-
porque trabaja sometido a la tensión de creer que debe rando». Había sido invitado en diversas ocasiones a pre-
tener éxito y sobresalir a toda costa. Dicha tensión consume sentar sus cuadros en galerías o exposiciones, pero él siem-
inútilmente una gran parte de sus energías, como sucedería pre encontraba algún pretexto para rehusar. En el fondo,
con un automóvil al que se intentara hacer avanzar mientras lo que él se exigía a sí mismo era pintar el cuadro perfecto,
se pisa el freno. y no lo había conseguido después de veinte años de es-
fuerzos. Las pocas personas a las que permitía ver sus
El perfeccionista suele ser reacio a tomar parte en obras le aseguraban que les parecían perfectamente logra-
actividades que le obliguen a competir directamente con das, pero Antonio no les creía en absoluto. Mientras no
otros: deportes, concursos, exposiciones, publicación de pintara la «Mona Lisa», todo lo demás no era para él más
sus escritos... Todas esas cosas le repugnan, porque sig- que pura bazofia.
nifican otras tantas ocasiones en que su rendimiento podría
ser comparado de manera desventajosa con el de los demás. Gabriela, por su parte, poseía unas estupendas dotes
Por eso tenderá a la soledad, al aislamiento y a cerrarse como modista. Había hecho cursos de corte y confección
en sí mismo, lo cual no le impedirá, por otra parte, in- y tenía un gusto exquisito para combinar los colores y
ventarse rivales imaginarios a los que debería «machacar». diseñar sus propios patrones. Pero necesitaba meses para
Conocí a un profesor de universidad que conservaba en un terminar cada vestido, y era muy raro que accediera a
cajón los manuscritos de tres libros que había escrito en vestirse con alguna de sus propias creaciones. Una y otra

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vez, el miedo al fracaso y el ansia de perfeccionismo la Gerardo era un apasionado de las motos. Lo había
llevaban a eternizarse en la realización de sus proyectos y leído todo sobre el tema y se pasaba horas enteras sacando
a aburrirse de ellos. Llegó incluso a no hacer nada o casi brillo a su máquina, añadiéndole todo tipo de mejoras
en este terreno... y en muchos otros, porque adoptaba la técnicas y viendo el modo de conseguir que fuera cada vez
misma actitud en casi todas las cosas. más rápida. Participaba a menudo en competiciones y, a
Bernardo, según la opinión de quienes le habían visto, primera vista, no parecía obsesionado por el miedo al fra-
jugaba bastante bien al golf. Lo cual no tenía nada de caso. Pero bastaba verle competir para constatar que no
extraño, porque se pasaba horas en el sótano de su casa retrocedía ante ningún riesgo, ni siquiera los más absurdos,
ejercitándose en los golpes cortos. Pero... sólo jugaba con con tal de asegurarse el triunfo. Así había logrado nu-
su mujer, y encontraba todo tipo de razones para rehusar merosas victorias... y también numerosas lesiones. El no
las invitaciones que se le hacían. Como cabía esperar, su llegar el primero se le antojaba intolerable, y estaba dis-
mujer no era ninguna experta y, aunque no lo hacía de- puesto a arriesgar su vida para conseguirlo. Se dirá que
masiado mal —lo cual habría sido insoportable para Ber- Gerardo tenía madera de campeón, y tal vez sea verdad;
nardo—, siempre terminaba perdiendo ante él. Bernardo pero me cuesta creer que todo campeón, en el terreno que
no habría aceptado medirse con un golfista desconocido, sea, se sienta animado por las mismas motivaciones gran-
porque el riesgo de perder le parecía inaceptable. Como diosas y el mismo terror a fracasar que Gerardo. Para
suele suceder en estos casos, Bernardo había racionalizado muchas personas, más vale conejo vivo que león muerto...
cuidadosamente su actitud, diciéndole a todo el mundo Adela, una joven de veintidós años, se pasaba la vida
que, si sólo jugaba con su mujer, era porque así tenían esperando a su príncipe azul. Jamás se le habría ocurrido
ocasión de pasar buenos momentos juntos y porque dicho tomar la iniciativa de abordar ella misma a un joven que
deporte era para él un descanso que no quería estropear le gustara y, cuando le sugerí que lo hiciera, me gané un
introduciendo elementos de competición. Pero, en el fon- sermón en toda regla sobre la incoveniencia de semejante
do, lo que tenía era miedo. proceder. Para Adela, además, la posibilidad de fracasar
constituía un riesgo insuperable; sin embargo, su pasividad
Tras ocho años trabajando como enfermera en el mis- sólo le había permitido hasta entonces conocer a jóvenes
mo hospital, le propusieron a Bárbara que presentase su que no la interesaban. Hay que añadir que Adela era muy
candidatura para ocupar un puesto vacante de jefa de de- selectiva y que el retrato robot de su eventual príncipe azul
partamento. Aunque le atraía dicho puesto, que le repor- era extraordinariamente detallado e idealista. Ni siquiera
taría indudables ventajas, Bárbara no se decidía a com- puede decirse que buscara su mirlo blanco, porque se
prometerse: ¿y si resultaba que no salía elegida o, peor comportaba de un modo sumamente pasivo y casi exclu-
aún, si cometía errores en sus nuevas funciones y no lo sivamente receptivo. Era impensable para ella lanzarse a
hacía todo a la perfección desde el primer día? ¡Qué ca- la «caza del hombre», uno de los deportes más antiguos e
tástrofe! Sólo después de haber afrontado abiertamente su interesantes jamás ideados por la humanidad, pero del que
talante perfeccionista y las ideas que internamente le oca- Adela había decidido que debía ser exclusivo del sexo
sionaban su ansiedad, decidió finalmente aceptar el puesto, masculino. ¡Craso error!: como la mayor parte de los hom-
en el que, por cierto, y tras las consabidas dificultades bres seguros de sí mismos, decididos y afirmativos —que
iniciales, aprendió a desenvolverse estupendamente. son al mismo tiempo los compañeros más interesantes para

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una relación prolongada— buscan a las mujeres que tengan portamientos ansiosos de la madre: justamente lo contrario
esas mismas características, Adela se condenaba a sí mis- de lo que ella pretendía. Fue necesario que Beatriz llegara
ma, con su actitud, a no atraerse, en definitiva, más que a considerar los fracasos como algo desagradable, pero no
a hombres poco interesantes y un tanto dubitativos, a los por ello horrible y espantoso, para que consiguiera adoptar
que tranquilizaba su propia timidez. He ahí cómo, con las hacia sus hijos unos comportamientos más «normales» y
propias acciones, se puede hacer casi imposible la reali- distendidos.
zación de los proyectos más ansiados.
Daniel, profesor de BUP, no daba nunca por termi-
En cuanto a Arturo, era en el ámbito del «rendi- nada la preparación de sus clases. La mera idea de no saber
miento» sexual donde tenía su personal Waterloo. Como qué responder a la pregunta de algún alumno le resultaba
les ocurre a todos los hombres, había sufrido algunos fra- verdaderamente atroz, por lo que se esforzaba —sin con-
casos al comienzo de sus actividades sexuales con mujeres. seguirlo, por lo demás— en prever las preguntas que se le
Y, dado que cualquier fracaso en este terreno se le antojaba podrían hacer en relación con la materia que enseñaba. No
catastrófico y significaba la demostración de su total in- se le pasaba por la cabeza la posibilidad de responder a
competencia, se había vuelto realmente impotente a base una pregunta imprevista: «No lo sé; tendría que estudiar-
de dejar invadir su mente, durante el acto sexual, por el lo...». Debía saberlo todo en su campo, so pena de con-
horrendo espectro del fracaso. Estas ideas, que por sí solas siderarse como el más zopenco de los zopencos. En su
habrían bastado para enfriar los ardores de un sátiro, pro- ansiedad por dar unas clases impecables, solía obtener, sin
ducían en él los efectos que era de esperar: cuanto más embargo, el efecto contrario, porque sus jóvenes alumnos
fracasaba, tanto más se persuadía Arturo de que tales fra- ya no sabían ni por dónde se andaban, con el caótico
casos eran a la vez horrorosos e irremediables y, consi- amontonamiento de detalles que Daniel les endosaba. Mu-
guientemente, tanto más fracasaba en sus intentos, cada chos dejaban de ir a clase, lo cual hacía que Daniel se
vez más raros, por lo demás. Sólo al cabo de mucho tiempo desesperara, porque sacaba la conclusión de que era un
tratando de arrancar de su cabeza sus ideas acerca del profesor nefasto, incapaz de impartir una enseñanza mí-
fracaso y aprendiendo por sí mismo a centrar su mente en nimamente válida.
contenidos propiamente eróticos, consiguió funcionar de
manera aceptable, aunque no perfecta, en el ámbito de las Daniela, directora de una escuela de EGB, se pre-
relaciones sexuales. sentaba a trabajar dos horas antes que todos los demás,
acortaba drásticamente el tiempo destinado al almuerzo y
Beatriz había tenido dos niños, y desde entonces no sólo dejaba la escuela cuando caía la noche. Llamaba «de-
pegaba ojo pensando que podía cometer en su educación dicación» a lo que no era más que perfeccionismo, como
algún error fatal cuyas consecuencias habrían de afectarles se deducía de la intensa ansiedad que sentía casi constan-
durante el resto de sus vidas. No había libro sobre la edu- temente. La más mínima evaluación negativa de algún
cación de los niños que no hubiera leído, ni conferencia aspecto de su trabajo por parte de los profesores de la
sobre esos temas a la que no asistiera, ni artículo que no escuela o del director provincial, hacía que se sumiera en
devorara. A pesar de todo, seguía estando tensa y ansiosa interminables exámenes de conciencia en los que se re-
y, en consecuencia, rodeaba a sus dos hijos de una atención prochaba amargamente sus fallos, reales o imaginarios. La
tan obsesiva que estaban los pobres heredando los com- más mínima de sus actuaciones venía precedida de una

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planificación extremadamente minuciosa, ampliamente in- Mauricio ha cometido algunos errores a la hora de tomar
justificada en la mayoría de los casos. Como se negaba a decisiones, pero en su mente dichos errores han tomado
confiar a otros algunas de las tareas de las que habría podido tal proporción que se ha jurado a sí mismo que no volverá
descargarse, por temor a que no se hicieran como ella a cometerlos. Sin embargo, no cae en la cuenta de que su
quería, había acostumbrado gradualmente al personal de peor error consiste precisamente en negarse a dar su opi-
la escuela, a los padres de los alumnos y a sus superiores nión. Sus subordinados no tardaron en comprender su «tru-
regionales a comportarse con ella de un modo muy exigente co» y le desprecian por ello. Mauricio ha perdido casi toda
y crítico. Toda-aquella gente se aprovechaba alegremente autoridad, y ellos se burlan abiertamente de él y le conocen
de su perfeccionismo y le endosaba sin vacilar las tareas como «el señor Sí-no».
más penosas.
Siempre que le tocaba a Mónica, estudiante univer-
Emilio era profesor de sociología en la universidad, sitaria, exponer un tema, caía enferma y no aparecía por
tarea que realizaba honrosamente. Había publicado algunos clase. También ella creía que no podía soportar el cometer
artículos que habían sido bien acogidos y gozaba del apre- algún error o el no recibir el aplauso unánime de sus com-
cio de sus colegas. Al crecer su reputación, comenzó a pañeros. Tampoco podrá sorprender que no lograra ter-
recibir, por parte de diversos organismos, invitaciones para minar su tesis de licenciatura. Después de haber leído todo
pronunciar conferencias. Y esto descabalaba a Emilio, por- cuanto pudiera guardar alguna relación con el tema que
que le aterraba la mera idea de tener que hablar ante au- había elegido (¡miles de páginas!), no conseguía escribir
ditorios desconocidos, que en su imaginación se presen- un solo folio sin corregirlo inmediatamente, para terminar
taban como formados por expertos dispuestos a arrastrarle tirándolo a la papelera. Tres meses después de que em-
a controversias de las que no podría salir airosamente. Pero pezara a redactarla, aún seguía en la primera página; por
lo peor fue cuando le llegó el turno de disfrutar de un «año eso se desesperaba y hasta se ponía a releer ciertos libros
sabático» y no pudo seguir pretextando sus obligaciones que ya tenía bien consultados.
docentes para declinar las invitaciones. El simple hecho
de que sonara el teléfono le producía un escalofrío, sólo El caso de Nicolás era más complejo y sirve para
de pensar que podía tratarse de una de esas invitaciones, ilustrar cómo el perfeccionismo y la obsesión por el posible
a la que no podría negarse, y que tendría que aceptar el error pueden no sólo envenenar la vida de la persona que
espantoso riesgo de pronunciar una conferencia imperfecta los padece, sino también ocasionar serias molestias a los
y sujeta a controversia. subordinados cuando una persona así ocupa un puesto de
responsabilidad. Nicolás tenía tanto miedo, no sólo a los
Mauricio es jefe de oficina en una agencia de servicio errores que él mismo podía cometer, sino también a los
social. Su tarea consiste en supervisar el trabajo de una de sus subordinados —errores éstos que sus superiores no
decena de asistentes sociales que deben remitirse a él para dejarían de reprocharle— que obstaculizaba sistemática-
cualquier decisión importante. En tales circunstancias, mente cualquier nueva iniciativa del personal a sus órdenes,
Mauricio se siente siempre incómodo. Por eso evita dar al que tenía prohibido alejarse en lo más mínimo de los
claramente su opinión, tergiversa las cosas y acaba siempre procedimientos establecidos. Toda adaptación de dichos
uniéndose al parecer de sus subordinados, aun cuando en procedimientos a las circunstancias y toda desviación, por
su fuero interno no lo comparta. Como todo el mundo, mínima que fuese, eran rechazadas sin apelación. Natu-

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raímente, no es así como se hace avanzar las cosas. Los Esto es lo que acabó viendo perfectamente Alfonso,
miembros del personal más inteligentes y dotados de ini- después de haber ocupado durante varios años puestos im-
ciativa pedían, en cuanto les era posible, el traslado a otro portantes en instituciones de enseñanza pública. Su per-
servicio, y sólo se quedaban aquellos de sus colegas que, feccionismo era tal que se dejaba literalmente la piel en
al igual que el jefe, temblaban ante cualquier posible error. su tarea. Después de largas jornadas de trabajo, regresaba
Como consecuencia, al cabo de unos años funcionando de a su casa cargado con una cartera llena de informes que
ese modo, el servicio dirigido por Nicolás se había atascado estudiaba hasta altas horas de la madrugada. Y lo mismo
en la rutina, y fue finalmente a Nicolás a quien los ad- hacía durante los fines de semana. Jamás tomaba vacacio-
ministradores de la compañía acabaron desplazando, una nes ni descansaba: siempre estaba «en el tajo». Pero, a
vez que tuvieron el acierto de ver en él una de las prin- pesar de trabajar tanto, Alfonso no se sentía satisfecho y
cipales causas del marasmo en que estaba sumiéndose el se pasaba horas enteras torturándose mentalmente por sus
servicio. Lo cual demuestra, una vez más, que el exceso errores y sus defectos, reales o imaginarios. Cuando re-
de prudencia puede ser tan perjudicial para uno como la currió a la psicoterapia, aquel régimen de vida le había
temeridad. llevado al límite del agotamiento mental. En el transcurso
Rogelio trabajaba como arquitecto en la administra- de los meses que siguieron, fue tomando conciencia de los
ción pública. Después de terminar brillantemente sus es- mecanismos mentales que le hacían dar vueltas y más vuel-
tudios universitarios, había aceptado aquel puesto, sobre tas, como una rata prisionera en un laberinto. Terminó
todo, por la seguridad que le ofrecía. Desde entonces, aceptando que sólo iba a vivir una vez y que no tenía
integrado en aquella macro-organización, empleaba la ma- sentido el obligarse a llevar una vida de «galeote». Su
yor parte del tiempo en proyectos carentes de interés, so- miedo obsesivo al fracaso y su exigencia perfeccionista de
metido a toda la meticulosidad inherente a los grandes alcanzar el éxito le impedían vivir feliz. Redescubrió los
organismos gubernamentales y resignado a que cada una placeres sencillos, olvidados desde hacía tiempo: la mú-
de sus actuaciones necesitara recibir el visto bueno de toda sica, la lectura sosegada, los paseos por el bosque... Fi-
una serie de comités. En una palabra, vegetaba; y había nalmente, consiguió labrarse una nueva forma de vida,
comenzado a compensar su aburrimiento con actividades alejar de su mente las ideas irrealistas que le dominaban
poco constructivas: se jugaba su sueldo a las cartas y bebía y aprender de nuevo los sencillos gestos. Para sorpresa de
más de la cuenta. Rogelio habría podido presentar su di- todos, presentó su dimisión irrevocable, lo cual le valió
misión, abandonar la función pública y establecerse por su ser tachado de desleal y de irresponsable; pero esto ya no
cuenta; pero el miedo obsesivo al fracaso le mantenía en- le preocupaba, porque había comprendido que tampoco
cadenado, año tras año, a un trabajo que ya había empezado tenía necesidad urgente de ser aprobado por todos.
a odiar. Es lo mismo que ocurre, por lo demás, con muchos Ya no recuerdo quién me enseñó que en esta vida hay
profesionales que languidecen acodados sobre las mesas dos máximas fundamentales, pero que lo importante es no
de la administración pública, en lugar de correr la aventura confundirlas a la hora de usarlas. La primera es: «¡No
de gobernar su propia barca, asumiendo sin temor los ries- cedas!». La segunda: «¡Déjalo!».
gos de una vida en la que, si se arriesgaran a fracasar,
serían jefes de sí mismos y tendrían al menos la posibilidad No cedas cuando se trata de aprender a comportarte
de triunfar. de una manera nueva, inicialmente difícil quizá, pero que
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promete llevarte a vivir de un modo más agradable. No
escatimes tus esfuerzos ni huyas de la dificultad. Sin em- 5
bargo, cuando te veas enredado en asuntos perjudiciales o El odio, la culpabilidad
inútiles, paralizado por tus temores o atenazado por detalles
absurdos u obligaciones sin fundamento; cuando ya no veas y sus consecuencias
el bosque, porque te lo impiden los árboles; cuando estés
embrollado en la red de los «Debo... No debo... Tengo
que... No tengo que...», ¡déjalo!
En este capítulo hemos visto una serie de comporta-
mientos deficientes derivados de la idea de que el fracaso
es intolerable, y el éxito una necesidad fundamental ine-
ludible. Si constatas que en tu vida se da algo de esto,
ahora te toca a ti decidir modificarlo y poner los medios
para conseguirlo. Pero no cometas el error de pretender
realizar ese trabajo perfectamente y no te metas en la cabeza Uno de los comportamientos más perjudiciales, a la vez
la idea de que es preciso que alcances un éxito total en tu que más absurdos, que pueden darse en un ser humano
empeño y de que vas a poder librarte perfectamente de tu consiste en censurar a otros o a sí mismo a propósito de
perfeccionismo. lo que sea. Tal comportamiento es consecuencia directa
de la creencia irrealista n°. 3, según la cual ciertas personas
son malas y merecen ser severamente censuradas y casti-
gadas por sus faltas.
Ya expuse en Ayudarse a sí mismo los argumentos
que llevan a concluir que esta idea es completamente erró-
nea. Nos queda por examinar ciertos comportamientos que
dicha idea engendra, para denunciar su ineficacia y sugerir
comportamientos diferentes y más constructivos.
Detengámonos, pues, primeramente en la censura de
los demás y de uno mismo. Cuando trato de explicar a mis
clientes que este proceder es a la vez ineficaz y nocivo,
suelo topar con bastante resistencia. No censurar a quienes
les causan algún perjuicio les parece que demuestra una
inaceptable debilidad, y no censurarse a sí mismos sus
propios errores y fechorías les parece rayano en una nefasta
inmoralidad que merecería ser condenada aún con mayor
virulencia. Se censurarían por no censurar a los demás y
por no censurarse a sí mismos, del mismo modo que se
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censuran por censurar a los demás y censurarse a sí mismos Juan: Sabes que mi trabajo me exige vestir bien. ¡No
después de haber comprendido, al menos en parte, lo ab- me paso el día precisamente viendo la televi-
surdo de la censura. No obstante, es fácil constatar los sión!
efectos negativos del comportamiento censurador. Mercedes: Por supuesto que no... ¡Te lo pasas en el bar
con tu pandilla de amigotes!
En primer lugar, la censura suele conducir a la cen-
sura. Si Juan censura algo a Mercedes, por desgracia po-
Como se sabe, semejante «diálogo» podría prolon-
demos estar casi seguros de que, en lugar de emplear las
garse durante horas, hasta el agotamiento total de ambos
técnicas que hemos visto en el capítulo 3, Mercedes le va
contendientes; en efecto, puesto que es teóricamente po-
a responder censurándole a Juan alguno de sus compor-
sible censurar a alguien cada una de sus acciones pasadas,
tamientos, si es que no le censura simplemente el hecho
presentes o incluso futuras, tan sólo el cansancio o la falta
de que él se atreva a censurarla. Si el asunto no fuese tan
de imaginación y de memoria pueden poner fin al asunto.
deletéreo y desagradable, hasta podría ser entretenido el
Es difícil, sin embargo, que este tipo de comunicación
observar cómo cada uno de los interlocutores incurre en
pueda producir algún resultado constructivo.
el defecto que precisamente censura en el otro. Veamos el
diálogo siguiente: En algunos casos, la disputa verbal, tejida de censuras
y reproches, puede degenerar en agresión física. Las con-
Juan: ¡ Ya has vuelto a hacerle un rasponazo al coche! secuencias son entonces imprevisibles: desde la simple bo-
¿Te has dado cuenta? La verdad es que no me fetada hasta el asesinato. Es el modelo reducido de lo que,
explico cómo te dieron el carnet de conducir... a gran escala, llamamos batallas, sediciones, guerras ci-
Si seguimos así, el coche va a parecer pronto viles y guerras internacionales, fenómenos todos ellos que
el camión de la basura... descansan sobre las mismas bases que las disputas do-
Mercedes: Y tú no pierdes ocasión de criticar el más mí- mésticas.
nimo error que yo pueda cometer: ¿también te
También es importante darse cuenta de que el censurar
has dado cuenta de eso? ¿Por qué no hablamos
al otro no suele producir ningún resultado positivo. Por lo
del maldito tejado, que dijiste que ibas a arre-
general, la persona censurada reacciona de una de las dos
glar?
maneras siguientes: puede ponerse a censurarse a sí misma
Juan: ¡Ahora resulta que soy quien tiene que hacerlo
y, consiguientemente, a deprimirse, a despreciarse y a
todo en esta casa...! sentirse culpable. Todo lo cual no es nada probable que
Mercedes: ¡Pobrecito mártir, Dios mío! ¡No me había ayude a cambiar los comportamientos que se le censuran,
dado cuenta de que, con tantos viajes de «es- suponiendo que sean verdaderamente deficientes y no se
tudio» y tantas cenas de «trabajo», ni siquiera trate de algo que únicamente desagrada al que formula la
tienes tiempo para ocuparte de mí y de los censura y que no perjudica a nadie más.
niños...!
Juan: ¡Si viajo tanto, es para ganar el dinero que tú Y a la inversa: la persona censurada puede también
te encargas de tirar...! rebelarse contra dicha censura, agredir verbal o físicamente
Mercedes: ¡Podrás hablar! Sin ir más lejos, la semana a quien la formula, gastar sus energías en demostrarle que
pasada te has comprado ¡tres trajes nuevos! no tiene razón para censurarle, o empeñarse obstinada-

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mente en negar que haya en sus actos motivo alguno de actos que, por lo que podemos constatar, tienen el peligro
censura. Como teme sentir las mordeduras de la culpabi- de acarrearnos, a la larga, más desventajas que beneficios,
lidad, la persona censurada se entregará a interminables habida cuenta de la situación social en que nos encontra-
racionalizaciones, esforzándose en demostrar que los ges- mos, de los hábitos de la sociedad y de otras circunstancias
tos que se le censuran (¡y que quizá sean verdaderamente a las que puede ser desventajoso no plegarse. Ya sé que
deficientes!) son en el fondo constructivos, o se derivan el hecho de pasearse desnudo por la calle no causa ningún
de motivaciones perfectamente válidas, o le vienen im- daño a nadie, pero las costumbres de la sociedad en la que
puestos por las circunstancias, por su educación o por lo vivo condenan severamente dicha práctica, a la que asocian
que sea. Pero tampoco es éste un método que sirva para diversas consecuencias que prefiero evitar. Por consiguien-
mejorar el comportamiento. te, me pasearé desnudo por el salón de mi casa, o sólo
cuando esté en compañía de quienes no me van a castigar
Otro tanto sucede con la auto-censura, que despierta por ello. En los demás casos me pondré el pantalón, porque
sentimientos de culpabilidad, de remordimiento y de ver- tengo demasiado que perder si no lo hago.
güenza y que es sin duda, de todas las emociones inútiles
y nocivas, la que se lleva la palma, aun cuando haya sido Por lo demás, si por error o por falta de juicio per-
alabada y recomendada por legiones de moralistas de tres judico inútilmente a otra persona, de nada me servirá cul-
al cuarto. Quien se da golpes de pecho y entona el mea pabilizarme, ni siquiera débilmente, o censurarme por mi
culpa haría mejor, sin lugar a dudas, reservando sus ener- comportamiento, aunque sólo sea por un instante. Tan
gías para cambiar aquello de lo que se lamenta, si es que pronto como haya constatado mi error, a la luz de las
de veras cree haber actuado de un modo inútilmente per- consecuencias que de él se hayan seguido, lo que ha de
judicial para otros. Y es que, efectivamente, todos actua- reportarme verdadero provecho será invertir todas mis
mos a diario de un modo perjudicial para los demás: es energías en cambiar el comportamiento en cuestión, reparar
una consecuencia natural del hecho de que somos muchos los daños que haya originado y tomar medidas para no
los que habitamos este planeta y deseamos las mismas volver a cometer el mismo error en el futuro. De este modo,
cosas. Cuando te sientas en el último asiento libre que estaré demasiado ocupado en corregir mis errores, y en
queda en el vagón del metro, estás impidiendo que lo ocupe hacer lo posible por mi mano para obrar de manera inte-
cualquier otro de los viajeros que han subido al vagón al ligente en el futuro como para permitirme perder ni un
mismo tiempo que tú. Cuando estacionas tu coche, impides solo instante en culparme por lo que he hecho o he dejado
que otros ocupen ese lugar. El deseo de uno contradice el de hacer.
deseo de otro, y de nada sirve enfurecerse ni deplorar la
situación. En este caso, como en el de todos mis comporta-
mientos, más vale que trate de responder claramente a las
No ocurre lo mismo cuando realizamos gestos que siguientes preguntas: «¿Qué ventajas me reporta el hacer
son inútilmente perjudiciales para los demás. En general, o dejar de hacer tal cosa? ¿Qué es lo mejor que puedo
al obrar así contribuimos a edificar un mundo en el que hacer ahora? ¿Para qué me sirve hacer esto o aquello,
cada cual se convierte en enemigo de los demás, lo que procurarme tal o cual emoción? Llevo actuando así desde
va en contra de nuestros verdaderos objetivos. En tales hace años: ¿por qué tendría que seguir haciéndolo? Nunca
circunstancias nos aprovecharía, por tanto, modificar los he hecho tal cosa: ¿hay algo que me prohiba intentarlo?».

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La respuesta que dé a estas preguntas puede ser realmente censura lo que no es más que la expresión honrada de un
útil para mí mismo y para los demás, mientras que la sentimiento. Por eso, si el interlocutor evidencia signos de
culpabilización y la censura no sirven más que para de- trastornos emocionales, muchas veces será mejor abste-
primirme y hacerme resultar desagradable para los demás, nerse de decir lo que él podría interpretar como una cen-
lo cual les llevará con frecuencia rechazarme. (¿Ha pasado sura. Se me dirá que éste es un proceder poco auténtico y
el lector alguna vez una velada agradable con una persona que puede significar una represión para quien se abstiene
que se siente culpable y que no deja censurarse a sí mis- de expresar sus preferencias o su desacuerdo ante las ac-
ma?). ciones del otro. Y yo respondo que el proceder no es,
La desdichada tendencia a censurarse a sí mismo y a ciertamente, de todo auténtico, pero que la autenticidad de
los demás está muy arraigada, desgraciadamente, en mu- la comunicación no es un fin en sí misma. Muchas veces
chos de nosotros. Desde muy temprana edad aprendimos conviene, antes de actuar, esperar a que las circunstancias
que debíamos arrepetirnos de nuestros «pecados», pedir sean más favorables y a que la persona a la que uno quiere
perdón, llorar nuestra culpa... También aprendimos muy dirigirse esté menos cansada o menos agitada interiormen-
pronto que hay que condenar a los que obran mal, casti- te. Ellis (1980) mostró cómo la persona afectada por tras-
garles por sus faltas y hacerles expiar sus malas obras, hay tornos neuróticos reacciona negativamente ante cualquier
toda una teología y toda una sociología construidas sobre comunicación que le parezca censuradora. A veces, por
esas bases. El pecador que se arrepiente tiene derecho a tanto, es mejor callarse, al menos temporalmente.
nuestra estima, aunque no haga nada por cambiar su ma-
En otros casos, la expresión del desacuerdo frente al
nera de obrar. Sin embargo, nos parece cuando menos
comportamiento de otro será mejor si va acompañada de
inconveniente que una persona reconozca tranquilamente
diversas fórmulas destinadas a recordar al interlocutor que
su error y no muestre arrepentimiento alguno, aun cuando
no se pone en duda su derecho a obrar como lo hace,
se esfuerce por cambiar sus comportamientos sin mayor
reconociendo que él no tiene obligación alguna de hacernos
«desgaste» emocional. Lo cual demuestra, una vez más,
felices ni de satisfacer nuestros deseos, por muy legítimos
la facilidad que con que nos atascamos en las creencias
y razonables que sean. Una cosa es que Marta le diga a
incoherentes de nuestro medio.
Luis: «¡Deberías avisarme cuando vayas a venir tarde a
¿Con qué se puede sustituir la censura de sí mismo y cenar, pedazo de egoísta! ¿Es que no te das cuenta de que
de los demás y qué proceder sería el más apto? me ponga nerviosa si no tengo noticias?»; y otra cosa es
que le diga: «Comprendo que estás en tu derecho si no me
Respecto a la censura de los demás, parece legítimo telefoneas; pero, de todos modos, preferiría que me avi-
pensar que una expresión ponderada y lo más serena po- saras cuando te vayas a retrasar». La segunda fórmula
sible del desagrado que se siente sería un comportamiento ofrece menos ocasión a Luis de adoptar una actitud de-
inteligente. Decir a otra persona: «No me gusta que hagas fensiva y ponerse, a su vez, a censurar a Marta, y por eso
ruido al cerrar la puerta» es muy distinto de gritar: «¡A ofrece a ésta más posibilidades de alcanzar el fin que se
ver si tienes más cuidado, animal!». No obstante, incluso propone.
una expresión ponderada del desagrado puede, desgracia-
damente, ofrecer a una persona más o menos neurótica En cuanto a la auto-censura, puede ser ventajosamente
ocasión para censurarse a sí misma o para percibir como sustituida por el examen preciso y sereno de los propios

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errores; el «examen de conciencia» dará paso al examen zadoras a la menor ocasión; es lo mismo que el que no
de los comportamientos ineficaces y a la búsqueda de so- sabe nadar y se las va arreglando mientras consigue evitar
luciones más aptas, todo ello con la mayor serenidad y el agua, pero siempre seguirá siendo un sujeto «ahogable».
objetividad posibles. Y, a fin de cuentas, es más o menos posible pasar la vida
sin exponerse a las aguas profundas; pero ¿cómo se puede
Existe, por lo demás, otro medio de hacer desaparecer evitar, por ejemplo, el propio cuerpo, la propia sexualidad?
la autocondena, además de la transformación de las ideas La solución de Orígenes no vale para todos: Orígenes acabó
irrealistas que la generan. Siempre es posible abstenerse castrándose a sí mismo, creyendo que de ese modo aho-
de hacer aquello que pueda dar lugar a que se manifiesten garía a un tiempo su sexualidad y su culpabilidad.
dichas ideas. Si Gabriel, por ejemplo, siente una viva cul-
pabilidad cada vez que comete un adulterio y se pasa horas *
**
auto-censurándose amargamente, tiene al menos dos so-
luciones a este problema. Puede dedicarse a modificar en Hemos pasado revista en este capítulo a una serie de com-
su mente la creencia por la que se representa el adulterio portamientos que se derivan de las emociones de hostilidad
como algo prohibido, y a los adúlteros como seres des- y de culpabilidad, generadas a su vez por la idea irrealista
preciables; si lo consigue, podrá engañar a su mujer sin n.° 3. Nos hemos detenido, sobre todo, en la censura de
sentirse culpable y sin reprochárselo. También puede con- los demás y de uno mismo, y hemos visto una serie de
servar sus creencias en relación al adulterio y abstenerse comportamientos más aptos y que podemos adoptar cuando
de acostarse con otras mujeres que no sean la suya, lo cual constatamos que los actos de los demás nos desagradan o
es siempre perfectamente factible; de ese modo, tampoco nos frustran y cuando llegamos a la conclusión de que
se sentirá culpable. Pero si mantiene sus creencias y engaña nuestras propias acciones son deficientes y perjudiciales.
a su mujer la culpabilidad será inevitable. Y la conclusión, en suma, es que los comportamientos de
censura de uno mismo y de los demás son de los que más
El «evitar la ocasión», que es algo que puede hacerse se resisten al cambio, y que sólo darán paso a comporta-
en muchos casos, puede resultar tremendamente compli- mientos más realistas después de una ofensiva en toda la
cado en otros. Si, por ejemplo, un hombre se siente cul- línea al nivel de las ideas y de los comportamientos.
pable cada vez que ve las piernas de una mujer o la forma
de sus senos, será mucho mejor que intente cambiar sus
creencias irrealistas, que le hacen sentirse culpable, en
lugar de intentar suprimir todas las ocasiones de tal cul-
pabilidad, porque para ello tendría que aislarse en un de-
sierto al que no tuviera acceso ninguna mujer; y, aun así,
todavía se vería perseguido por los fantasmas de su ima-
ginación. Sin duda, esta solución sería inútilmente com-
plicada, y sus posibilidades de éxito muy limitadas. Ade-
más, tiene el inconveniente de que no permite a la persona
adiestrarse en pensar de manera diferente, permaneciendo
vulnerable al desencadenamiento de sus ideas culpabili-

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6
Reaccionar ante la frustración

En este capítulo, vamos a examinar ciertos comporta-


mientos que son consecuencia de las emociones causadas
por las ideas irrealistas 4, 5 y 9, tal como fueron expuestas
y analizadas en Ayudarse a sí mismo.
Veamos, pues, algunas de las posibles reacciones ante
la frustración. Y recordemos que la frustración no es una
emoción, sino más bien un estado de hecho que se deriva
de la no satisfacción de alguno de nuestros deseos. No nos
sentimos frustrados; lo estamos o no lo estamos. Ahora
bien, es posible que alguien se sienta frustrado porque
piensa que lo está cuando, en realidad, no lo está, del
mismo modo que es posible que alguien no se sienta frus-
trado cuando lo está en realidad, aunque no se dé cuenta.
Si, por ejemplo, deseo aprobar un examen y, al consultar
las notas en el tablón de anuncios, cometo un error y creo
que no he aprobado, me sentiré frustrado, porque creo
haber fracasado, cuando en realidad he aprobado. Por otra
parte, si realmente no he aprobado, pero me equivoco de
línea al ver las notas, me sentiré feliz, creyendo haber
aprobado, cuando realidad estoy frustrado sin saberlo aún.
Dicho esto, veamos las posibles reacciones ante una
frustración auténtica y verificable.
Y lo primero que vemos es la rebelión, las quejas,
las recriminaciones y la negativa a aceptar la frustración

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en cuestión. Esta suele ser la reacción más común, pero indudablemente, sentir tristeza; pero un luto de veinte años,
también la menos útil, porque, al igual que la censura de adobado con frecuentes sesiones de desesperación y gritos
uno mismo y de los demás, consume una energía que desgarrados, no va a devolverle la vida, sino que única-
estaría mejor empleada en hacer desaparecer la frustración, mente contribuirá a amargar aún más la existencia del
si ello es posible, o al menos en paliarla, si se juzga con- superviviente. Nadie está obligado a soportar y aceptar las
veniente, a base de compensaciones constructivas. frustraciones inevitables de la vida, porque nadie está irre-
mediablemente condenado a vivir, y por lo general es po-
La persona frustrada se deprime con frecuencia. Puede sible, sin necesidad de recurrir a maniobras demasiado
pasar horas rumiando su desgracia, censurándose a sí mis- complicadas, interrumpir la propia existencia cuando uno
ma y a los demás, maldiciendo su suerte y echando pestes así lo desee. Sin embargo, si uno prefiere seguir viviendo,
contra la realidad. Todo ello no sirve para nada; lo único parece más ventajoso hacerlo deprimiéndose lo menos po-
que hace es añadir a la frustración ya existente una sobre- sible y tratando de compensar lo más inteligentemente que
carga de dificultad, constituida por los sentimientos de se pueda las frustraciones y privaciones que no podemos
depresión, ansiedad y hostilidad engendrados por las ideas evitar mientras vivamos.
irrealistas. Estas «maniobras» se explican muchas veces
por el objetivo que secretamente busca la persona de llegar Es importante constatar que en muchos casos es po-
así a modificar los actos frustrantes de los demás esti- sible llegar a disminuir o incluso hacer desaparecer del
mulando su compasión o provocando su enojo. Si a un todo determinadas frustraciones. Es preciso, además, de-
niño, por ejemplo, se le niega un caramelo puede ponerse sistir de la idea de que no hay nada que hacer, de que todo
a llorar, a gritar y a revolcarse por el suelo, con lo que está perdido, de que la pérdida sufrida es irreparable, de
quizás obligue a su madre a modificar su decisión y a que era absolutamente necesario que tal cosa o tal otra
comprar su tranquilidad con un dulce. De la misma forma, sucediera o dejara de suceder, y de que la felicidad es
una madre podrá intentar, a base de llantos y lamentos, imposible si uno se ve privado de tal o cual elemento de
que su hijo acuda a visitarla más frecuentemente, a lo que la realidad. Empeñarse en pasar por una puerta cerrada a
tal vez acceda el hijo para huir de la culpabilidad que le cal y canto hace que uno no vea las ventanas que están
produce la idea de que «jamás hay que hacer llorar a la abiertas y que tal vez permitieran alcanzar el objetivo de-
madre», y de que hay que ser un bicho sin entrañas para seado por otros caminos distintos del que uno se había
dejar que la anciana madre se deprima totalmente sola en propuesto. Si, por ejemplo, el novio de Rosa deja plantada
su casa. Y como estas maniobras a veces tienen éxito, la a ésta para irse con María, será mejor para Rosa conven-
persona frustrada tenderá a repetirlas, reforzando con cada cerse de que sería muy extraño que su ex-novio fuera el
éxito su tendencia a practicar el bonito juego de la mani- único hombre sobre la tierra con el que ella pudiera tener
pulación. unas relaciones satisfactorias. Es comprensible que se sien-
ta afligida y disgustada a causa de esa frustración, pero
Tales maniobras no producen efecto, evidentemente, también es claro que de nada le sirve encerrarse en su torre
cuando el elemento frustrante es impersonal e ineludible. de marfil proclamando que todos los hombres son unos
Así, por ejemplo, es inútil llorar porque se haya roto un malditos embusteros y que más vale no amar a nadie, para
jarrón; tal vez sea posible repararlo, ¡pero no, desde luego, evitar así el sufrimiento que se padece cuando un ena-
a base de lágrimas! Cuando un ser amado muere, es lógico, morado cambia de idea. Semejante reacción sólo podría

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acarrearle una frustración quizá mayor aún que la que no
despedido al poco tiempo de empezar a trabajar y sin haber
está dispuesta a aceptar. Los lamentos, las lágrimas y la
podido, desde luego, reunir la suma necesaria para comprar
rebelión jamás constituyen una respuesta apropiada y útil
la bicicleta. Sus esfuerzos por encontrar otro trabajo fueron
a la frustración.
inútiles. Sin embargo, quiso el azar que un hombre al que
Una palabra con respecto a la resignación. Se ha acu- había conocido en el transcurso de sus gestiones en busca
sado al método emotivo-racional de preconizar la resig- de trabajo se interesara por él e, impresionado por su te-
nación en exceso, perjudicando así el desarrollo personal nacidad y determinación, le ofreciera, tres años más tarde,
y social. Pero ésta es una falsa interpretación, completa- un empleo durante el verano muy bien remunerado, gracias
mente opuesta a lo que dicha filosofía propone. La resig- al cual descubrió Rafael la que habría de ser su profesión.
nación sólo es apropiada cuando verdaderamente no hay Diez años más tarde, se había convertido en socio de Paul
nada que hacer, provisional o definitivamente, para me- Dumont y ocupaba un puesto relevante. Nunca llegó a
jorar una situación y hacer que disminuya una frustración. comprar la bicicleta, pero hacía mucho tiempo que la había
Esto no es muy frecuente, pero, de todos modos, puede olvidado.
suceder. En cualquier caso, lo mejor será que no nos apre- Lo anterior no es un cuento de hadas, sino un sencillo
suremos a concluir que una situación es verdaderamente ejemplo de los efectos positivos que puede producir una
irremediable; pero, si lo fuera, de nada nos serviría mal- reacción inteligente a la frustración. Si Rafael no hubiera
gastar nuestras energías en una causa perdida de antemano perdido su bicicleta, lo más probable es que nunca hubiera
o cuya mejora exigiría una inversión de energía despro- conocido a Paul Dumont, que tan decisivamente iba a
porcionada en relación a los resultados esperados. Se trata influir en su vida.
de decisiones que no siempre es fácil tomar, sobre todo
porque no conocemos el futuro con certeza y no podemos Si examinas tu propia vida, quizá puedas descubrir
saber de antemano si los esfuerzos que hagamos producirán en ella ciertas frustraciones a raíz de las cuales has hecho
un resultado satisfactorio. Este es uno de los riesgos de la ciertas cosas que al final acabaron produciendo unos re-
vida humana, y el pretender evitarlo a toda costa no suele sultados muy distintos de los que tú pretendías. No olvides
producir buenos resultados. Conviene también recordar tampoco que los mismos pasos que das en orden a paliar
que, aun cuando los pasos que se den no produzcan el tu frustración pueden ser beneficiosos aunque no alcances
resultado deseado, sí pueden producir otros resultados in- tu objetivo. Gracias a ellos, podrás aprender cosas muy
teresantes, a veces equivalentes o incluso más ventajosos útiles en relación a infinidad de asuntos, desarrollar tu
que el resultado esperado. Un ejemplo ilustrará lo que capacidad y tu habilidad para realizar determinadas cosas,
quiero decir: explotar tus aptitudes en diversos terrenos, aprender a re-
ducir tus limitaciones y comprobar que eres capaz de mu-
A Rafael le robaron un buen día su bicicleta y, a pesar cho más de lo que creías en un principio. Todo ello puede
de las gestiones que hizo ante la policía, jamás logró re- contribuir a aumentar tu confianza en ti mismo, un sen-
cuperarla. Como seguía queriendo tener una bicicleta y sus timiento sumamente agradable y que origina infinidad de
padres no podían comprársela, se buscó un trabajo a tiempo acciones y gestos positivos y beneficiosos.
parcial que le permitiera reunir el dinero suficiente para
adquirirla. Desgraciadamente (al menos en apariencia), fue En cambio, si reacciones a la frustración quejándote,
tratando de culpabilizarte o intentando manipular a los
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demás, corres el riesgo de alejarte aún más del objetivo al procedimientos que no conducen al objetivo que se busca),
que aspirabas. En Vivre avec sa tete ou avec son coeur, sino que, como son ineficaces o perjudiciales, es preferible
creo haber mostrado hasta qué punto puede ser una torpeza, no emplearlas. Atiborrarse de pasteles cada vez que uno
por ejemplo, el que una mujer abandonada por su marido se siente decepcionado y frustrado, es algo que no tardará
se queje ante éste de su comportamiento, se lo reproche e en ocasionar problemas de obesidad a quien recurre con
intente castigarle por ello. De ordinario, éste es el mejor regularidad a esa forma de compensación, con la consi-
medio para que el marido la abandone de un modo aún guiente frustración añadida, que la persona tal vez trate de
más definitivo, pues no abundan precisamente los maridos paliar ingiriendo aún más alimentos cargados de calorías
que se mueren de gusto ante las recriminaciones de su y cerrando así el círculo vicioso.
mujer. Habrá quien diga que tales recriminaciones y quejas
son justificadas, y no seré yo quien afirme lo contrario. Sin embargo, no porque ciertas compensaciones sean
Pero ¿son inteligentes y eficaces? ¿Producen el resultado desaconsejables debemos condenar cualquier uso que se
deseado? El problema no consiste tanto en saber si ella haga de ellas. Determinadas formas de compensar la frus-
tiene derecho a quejarse como lo hace. No vamos a dis- tración son realmente constructivas, no conllevan graves
cutirlo siquiera, aparte de que, de entrada, le reconocemos inconvenientes y hasta pueden permitir descubrir aspectos
todos los derechos que quiera reclamar. Pero ¿es oportuno insospechados de uno mismo y de la realidad, proporcio-
hacer todo lo que tenemos derecho a hacer? ¿Es apropiado nando además apreciables gratificaciones. Todo consiste
actuar guiándose exclusivamente por esta sola considera- en saber elegir con lucidez.
ción? ¿Sería inteligente por mi parte, por ejemplo, cruzar Si Gabriel no obtiene el aumento de sueldo que es-
la calle con el semáforo en verde a pesar de ver cómo un peraba, podrá echar pestes, quejarse, insultar a su jefe o
camión de diez toneladas se aproxima a toda velocidad y emborracharse, actitudes, todas ellas, poco rentables. Pero
dispuesto, a lo que parece, a pasarme por encima? Por mi también puede tocar la guitarra, si eso le descansa, cortar
parte, prefiero seguir viviendo dejando en suspenso el ejer- leña (ésta no se vengará jamás de los golpes que reciba),
cicio de mis derechos que morir ejerciéndolos. Cada cual resolver crucigramas (con lo que puede aprender cosas
es libre de elegir lo que prefiera. útiles o entretenidas) o entregarse a un sinfín de actividades
Otra manera equivocada de reaccionar a la frustración que le permitan ocupar su mente en algo distinto del ingrato
consiste en tratar de ahogar las penas en el alcohol o atenuar recuerdo de su frustración.
sus efectos a base de algún tipo de droga. Comprendo Cuando les hablo así a mis clientes, éstos suelen re-
perfectamente que, bajo los efectos de una fuerte contra- plicarme que eso es fácil de decir, pero difícil de realizar.
riedad, alguien se tome una copa de más; pero, cuando Y yo siempre les contesto que creo que se equivocan y
esto se hace por sistema, termina aportando frustraciones que, si se paran a pensarlo, se darán cuenta de que, a la
aún más graves que las que en principio pretendía com- larga, los llamados métodos «fáciles» de paliar la frustra-
pensar. Y lo que digo del alcohol y la droga es perfecta- ción son, de hecho, más difíciles, suelen producir resul-
mente aplicable a otras diversas compensaciones suscep- tados igualmente frustrantes y constituyen una forma de
tibles, a la larga, de originar más problemas que los que «auto-sabotaje» cuyo precio habrá que pagar más tarde. A
solucionan. No es que tales compensaciones sean malas o menos que uno se encuentre a las puertas de la muerte,
perversas (a no ser que con estas palabras se quiera calificar más vale pensárselo dos veces antes de ahogar las penas

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en el alcohol o en la droga, o reducir las frustraciones a ensueño y a la fantasía. Para muchos de nosotros, afectados
base de calorías. de puritanismo, el ensueño y la fantasía están absoluta-
mente prohibidos. Las estupideces que he podido oir a este
La verdad es que merece la pena que cada cual elija respecto, incluso por parte de personas sumamente lúcidas
las compensaciones constructivas que prefiera y a las que en otros capítulos, son incontables. En su opinión, todo
pueda recurrir cuando, como es inevitable, se encuentre recurso a la imaginación para huir mentalmente de ciertas
con la frustración y no consiga encontrar de inmediato el situaciones desagradables, pero inevitables, demuestra un
modo de hacerla desaparecer. Tales compensaciones serán temperamento débil, una falta de voluntad y una lamentable
una especie de refugio al que poder acudir en caso de deficiencia de la personalidad. Según ellas, toda frustración
necesidad, una ocupación placentera a la que poder entre- inevitable debe ser apurada hasta el fondo, y resulta ver-
garse cuando las cosas van mal y nada se puede hacer para gonzoso huir de ella a base de ensueños. Sin duda, creen
evitarlo. Puede incluso ocurrir a veces que lo que al prin- que ese proceder confiere cierta nobleza o valor a quien
cipio no era más que un «refugio» acabe siendo una morada lo practica. Esta es la clase de personas que, sin el menor
permanente. ¿Por qué no? Cuando se sentía frustrada en miramiento, informarían de su estado a un enfermo de-
su trabajo, Elisa se sentaba ante su bastidor y se ponía a sahuciado por los médicos, aunque al enfermo en cuestión
bordar. Al cabo de unos años, adquirió tal maestría en este no vaya a reportarle ningún beneficio el saberlo, sino que,
trabajo que dejó su empleo para ganarse la vida con esta por el contrario, corre el peligro de angustiarse y deprimirse
única ocupación, que la llenaba de satisfacción. Por su aún más. Es la clase de personas que condenan todo recurso
parte, Gerardo, cuando se sentía triste y aburrido, se en- a la fantasía erótica y preferirían ver cómo se separan dos
cerraba a trabajar en su taller de carpintería, y esta actividad esposos que se aman, pero que ya no constituyen el uno
«compensatoria» le permitió hacerse una serie de muebles para el otro un estímulo erótico, que ver cómo recurren a
que ahora le encanta contemplar y que son la admiración la imaginación para estimular su vida sexual. Es la clase
de quienes los ven, los cuales ni siquiera sospechan que de personas que, so pretexto de que hay que hacer siempre
lo que contemplan admirados es el fruto de la compen- frente a la realidad, se negarán, cuando se encuentren en
sación con que Gerardo combate sus frustraciones. Y Juan, el sillón del dentista, a pensar en otra cosa que no sea el
finalmente, frustrado en sus deseos de alcanzar el éxito en torno y las inyecciones, cuando en realidad no habría in-
los negocios, se puso a cultivar su huerto. Ahora puede conveniente alguno en que concentraran su mente en cual-
comer en invierno el fruto de sus compensaciones durante quier otra cosa que les resultara agradable, aunque se tra-
el verano y experimenta un gran placer en compartir con tara de un ensueño completamente descabellado. No con-
sus vecinos los conocimientos así adquiridos. viene confundir el realismo con la imbecilidad; en cambio,
el comportarse de manera realista —es decir, adaptada a
A menos que hagamos morir en nosotros todo deseo,
las circunstancias— es hacer un uso inteligente de las di-
cosa que parece imposible, la frustración es inevitable.
versas capacidades de que nos ha dotado la naturaleza, sin
Más vale, pues, considerar la situación con realismo y tener
excluir de ellas la imaginación.
previsto algún remedio constructivo para cuando los demás
medios de hacer desaparecer dicha frustración hayan fra- Al concluir este capítulo, invito al lector a que exa-
casado. A este respecto, muchas personas desprecian mine su propio modo de vida. ¿Cómo reacciona frente a
—equivocadamente, a mi modo de ver— el recurso al las diversas frustraciones que ese modo de vida conlleva?

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¿Le parece que sus reacciones son constructivas y útiles y
que no le ocasionan más problemas de los que le resuelven? 7
¿O, por el contrario, constata el lector que se queja a
menudo, que se lamenta de su suerte, tal vez bastante mala, Arriesgar
sin hacer realmente lo posible por mejorarla? ¿Se dice con
frecuencia a sí mismo que eso es demasiado difícil, y exige,
sin darse cuenta, que la realidad le reserve el trato de favor
a que tendría derecho, debido a su situación? ¿Suele re-
petirse para sus adentros que la vida es injusta, que no
merece lo que le sucede? ¿Echa la culpa a sus padres, a
la sociedad, a su jefe, a su cónyuge, a sus hijos o a su
propio carácter de las desgracias que le sobrevienen?
¿Constata que trata de vengarse de los demás, en lugar de
intentar desbaratar hábilmente sus maniobras? ¿Está satis- Con este capítulo abordamos el examen de los compor-
fecho de los resultados? Si no es así, piense seriamente tamientos que, a través de las emociones que provoca, se
que nada le obliga a seguir actuando como lo ha venido derivan de la idea irrealista n°. 6. Tales emociones pueden
haciendo hasta ahora, aunque lleve haciéndolo un montón encuadrarse en el apartado general de ansiedad, la cual da
de años. Siempre le será posible cambiar si consiente en lugar a tantos y tan diversos comportamientos como el
realizar los esfuerzos que dicho cambio requiere. Y siempre número y la diversidad de las personas que la padecen.
le será posible seguir como hasta ahora, pero entonces no
deberá asombrarse si constata que obtiene los mismos re- La reacción más frecuente ante un objeto que nos
sultados. Que cada cual elija... provoca ansiedad es, sin duda, la huida. Reacción apro-
piada e inteligente cuando nos hallamos frente a un peligro
real, la huida se convierte en un problema añadido cuando
el objeto o persona que tememos no es realmente peligroso,
o lo es mucho menos de lo que nosotros nos figuramos.
El principal inconveniente de la huida, en este caso, es
que contribuye a mantener presentes e incluso a reforzar
en nuestra mente las ideas equivocadas que nos formamos
del asunto en cuestión y de nosotros mismos. En efecto,
la persona se vuelve ansiosa porque no hace más que re-
petirse dos ideas: 1) Esto es peligroso. 2) No soy capaz
de afrontarlo. La huida no permite a la persona calibrar
el peligro real que encierra el objeto de su ansiedad ni darse
cuenta de su capacidad para afrontarlo. Al contrario, la
persona suele elaborar el tortuoso razonamiento siguiente:
«El asunto es realmente peligroso, y yo soy realmente
incapaz de hacerle frente, puesto que huyo». Como vemos,

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se trata de un razonamiento apriorístico en el que la reac- vida! El preso que desagrada a sus compañeros o a los
ción de huida es considerada como una demostración de guardianes puede convertirse en blanco de sus malos tratos;
lo que precisamente no se demuestra. Es algo así como si el acusado que desagrada a los miembros del jurado puede
la persona construyese el siguiente silogismo: recibir de éstos una condena que tal vez habría evitado si
hubiera sabido caerles bien. El escritor o el conferenciante
«La huida es la reacción frente a un objeto peligroso. Es
así que yo huyo de tal cosa; luego esa cosa es peligrosa». que «no gustan» no tardan en encontrarse sin lectores o
sin oyentes. Pero no siempre ocurre así. Al contrario, es
El verdadero silogismo habría que enunciarlo más bien muy frecuente que la desaprobación de los demás no con-
como sigue: lleve ningún inconveniente.
A fin de cuentas, en una sociedad como la nuestra es
«La huida es la reacción ante un objeto considerado como raro que un individuo abofetee a otro en el metro porque
peligroso. Es así que yo huyo de tal cosa; luego yo
considero esa cosa como peligrosa». no le gusta el color de su pantalón. También es raro que
los padres conserven poder alguno sobre sus hijos cuando
Lo cual deja sin resolverse el problema de si el objeto es éstos se han hecho adultos; sin embargo, he visto cómo
realmente peligroso o no lo es. muchos de mis clientes se preguntan ansiosamente: «Pero
¿qué va a decir la gente, qué van a decir mis padres, si
Se trata, pues, de conocer el peligro real del objeto hago tal cosa?». No hay manera de contestar con certeza
en cuestión. Indudablemente, la experimentación es el me- a esta pregunta, porque se refiere a un acontecimiento
jor medio para medir la intensidad y naturaleza del peligro. futuro; pero sí se puede, al menos, emitir hipótesis. Su-
Pero esa experimentación se hace imposible con la huida. pongamos que esas personas digan barbaridades y mani-
A falta de experimentación directa, una reflexión lú- fiesten con palabras estruendosas su desaprobación. A mi
cida debería llegar a demostrar en numerosos casos que modo de ver, mientras se limiten a hablar, el peligro es
son muchos los modos de ser y de comportarse que, de mínimo o incluso inexistente. Supongamos que prorrum-
hecho, no encierran un peligro real. El ejemplo más claro pen en injurias contra ti, que te llaman de todo y que hacen
a este respecto es el que hace referencia al peligro que acerca de ti una serie de comparaciones, digamos, poco
muchas personas recelan si, de algún modo, tienen que halagüeñas. ¿Y qué? Mientras no pasen a las obras y no
digustar a otras personas. concreten su desaprobación en acciones directamente pu-
nitivas, ¿dónde está el peligro? ¿Qué pierdes tú, aparte de
Es evidente que puede resultar peligroso suscitar la su actitud tolerante o de su estima? ¿Realmente tienes
desaprobación de determinadas personas en determinadas necesidad de esa tolerancia o de esa estima? ¿Sí? ¿Para
circunstancias. Ocurre que hay personas que detentan sobre qué? ¿Qué haces con ella?; ¿de qué te sirve cuando la
nosotros un poder que podrían ejercer en detrimento nues- tienes? ¿Qué te ocurre de malo cuando la pierdes? Hay
tro si desaprobaran algunas de nuestras acciones y no nos muchas posibilidades de que a estas preguntas tengas que
amaran. La secretaria que desagrada a su jefe tal vez pierda responder: «Nada». Entonces, ¿por qué te preocupa «per-
su empleo, lo cual puede ser realmente un desastre para der» algo que no te priva de nada que te sea realmente
ella, ¡pero puede ser también la gran oportunidad de su útil?
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Y otro tanto de lo mismo podríamos decir acerca de Aquí reaparece, una vez más, la cuestión de las ven-
otros peligros que tu imaginación magnifica exagerada- tajas e inconvenientes que sería más útil para la persona
mente. Es claro que todo lo que sube puede volver a caer, considerar. Es poco probable que una persona consiga con-
y los aviones no constituyen excepción a la regla. Pero las vencerse de que debe aprender a afrontar algunas de las
probabilidades reales de que tal avión caiga tal día en que cosas que teme, a menos que pueda pensar que es ventajoso
tú viajas en él, son realmente mínimas. También los as- para ella el hacerlo, y desventajoso el evitarlo. Si uno teme
censores se quedan parados a veces entre dos pisos (si bien a las serpientes venenosas, no habrá nada que le motive a
esto es algo que no encierra excesivo peligro; a lo más, vencer ese temor si se encuentra en un país donde no hay
puede ser engorroso), pero las probabilidades reales de que serpientes venenosas. Pero no sucede lo mismo en otros
tal ascensor se quede parado mientras tú estás en él son casos. Es bien incómodo sentir miedo en situaciones so-
mínimas. ciales, huir del metro y de los ascensores en una gran
Con frecuencia se me dice que no es razonando así ciudad, tener pánico al avión si uno es un hombre de
como consigue uno vencer sus miedos; y en parte es ver- negocios, sentir pavor ante el acto sexual si uno está ca-
dad, si bien no hay que minimizar la importancia de una sado, o temer hablar en público si uno es profesor.
preparación mental para afrontar aquellas circunstancias
que se temen sin razón alguna. Pero es claro que muchos Siempre es posible huir de la situación; pero, aparte
temores irrealistas sólo acaban cediendo ante la acción de que es prácticamente imposible eludirlas todas ellas
directa y el afrontamiento deliberado de la situación. Por (¿cómo evitar todo contacto social a menos que se viva en
esa razón, es mejor no esperar a que el temor haya desa- una isla desierta?), sería mejor examinar si esa huida no
parecido completamente antes de pasar a las obras, porque lleva al que huye a afrontar peligros aún mayores que los
entonces el proceso corre el peligro de prolongarse inútil- que trata de evitar. Utilizar el coche, por ejemplo, para un
mente. En consecuencia, y con ocasión de sus primeros viaje largo es objetivamente más arriesgado que tomar el
intentos de afrontar los objetos que le inspiran temor, es avión.
normal que la persona cuente con que va a sentirse más o
menos a disgusto. Salir huyendo a toda prisa cuando te encuentras con
un perro por la calle puede ser mucho más peligroso que
Si Luisa dice que no puede viajar en el metro y que hacerle frente, porque puede atropellarte un camión. En
su miedo le impide hacerlo, más vale que caiga en la cuenta una situación objetivamente peligrosa, convendrá, pues,
de que su miedo podrá impedirle viajar en metro a gusto, evaluar lo más lúcidamente posible la dimensión real del
pero que el medio más seguro que tiene que poder llegar peligro y adoptar seguidamente las medidas posibles para
a viajar a gusto en metro consiste en que consienta hacerlo disminuirlo o conjurarlo.
inicialmente en un estado de malestar más o menos acen-
tuado. Por otro lado, nada le impide recurrir a la confron- Así, por ejemplo, pondremos salvavidas en la piscina,
tación de sus ideas irrealistas antes de tomar el metro, y equiparemos la casa con detectores de incendios, revisa-
proceder después a experimentarlo de manera gradual, fi- remos el coche antes de emprender un viaje y nos agarra-
jándose objetivos limitados más fácilmente alcanzables y remos al pasamanos al subir por una escalerilla móvil.
gracias a los cuales pueda animarse a ampliar el campo de Pero, si no hay nada que hacer, sólo queda aceptar la
su experimentación. presencia del peligro, sin exagerarlo y recordando que no
parece posible vivir de un modo relativamente interesante
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sin correr cierto número de riesgos razonables. Después aunque el miedo no te ocasione otros inconvenientes tan-
de todo, lo peor que puede ocurrir es perder el pellejo, y, gibles, ¿no basta con que sea sumamente desagradable
aun así, es preciso entonces considerar la muerte como sentirlo y soportar los consiguientes fenómenos psicoso-
una desventaja más pero de la que no sabemos nada. Como máticos: sudores, palpitaciones cardíacas, temblores, náu-
ignoramos por completo lo que hay después de la muerte seas, etc.?
y como, además, lo desconocido no debería, en cuanto tal,
inspirar temor alguno, conviene tener bien sujeta la ima- Así pues, si la huida ante el peligro es con frecuencia
ginación y no dejarse dominar por los «fantasmas» que se inútil y hasta peligrosa, y si la intranquilidad sólo produce
hayan podido fabricar al respecto. resultados nefastos, habrá que concluir que la decisión de
correr riesgos constituye muchas veces la respuesta más
Además de la huida, otra actitud perjudicial e inútil acertada, porque no sólo permite evitar los inconvenientes
ante los objetos «peligrosos» consiste en atormentarse, en de las otras dos actitudes, sino que además tiene otras
preocuparse tremenda y obsesivamente y en no dejar de ventajas. Por ejemplo, al correr determinados riesgos, po-
pensar en los peligros que nos amenazan. Debemos darnos drás descubrir ocasiones nuevas de placer que de otra forma
perfecta cuenta de que la inquietud no posee capacidad se te habrían escapado. Así, Marina, por correr el riesgo
mágica alguna de hacer disminuir los peligros. Si, mientras de aceptar la invitación a una fiesta en la que no conocía
vas sentado en la cabina del avión, te inquietas pregun- a nadie, conoció al que sería su marido, con el que vive
tándote si el piloto no estará borracho o tal vez sea un desde entonces feliz. Al aceptar que podía romperse una
suicida, si los motores no irán a reventar, si no habrá una pierna, Daniela descubrió los placeres del esquí. Al asumir
tormenta a punto de desencadenarse, siempre puedes le- el riesgo —aunque temblaba por dentro— de hablar con
vantarte de tu asiento y pedir a la azafata que vaya a ver su jefe, Pedro consiguió un aumento de sueldo que, de lo
al piloto y compruebe, al menos en parte, si tu intranqui- contrario, tal vez habría tardado un año en producirse.
lidad tiene fundamento. Si no quieres hacer nada de eso, Forzándose —sí, forzándose— a tomar un avión, Paula
no pienses que tu intranquilidad, de la que seguramente el descubrió el placer de las vacaciones de invierno en el Sur.
piloto no es consciente, pueda tener efecto alguno en el Y corriendo el riesgo de ser desaprobado por algunos, Jorge
comportamiento de éste, en el estado de los reactores o en descubrió el placer de ser aprobado por otros.
la meteorología. Será mejor, por tanto —y ello depende
de ti—, que concentres deliberadamente tu pensamiento en El afrontar ciertos peligros permite también aprender
otra cosa. infinidad de cosas útiles o agradables que el «timorato»
ignorará siempre. ¿Cuántas personas mueren sin haber ido
Notemos también que una sobredosis de ansiedad y más allá de la esquina de su calle porque les daba miedo
de aprensión reduce tu capacidad de afrontar eficazmente viajar, a pesar de tener los medios para ello? ¿Y cuántas
un peligro real. Una vez más, estarás malgastando una otras no se habrán pasado la vida en un mismo empleo que
parte de tus energías y aumentando tus posibilidades de detestaban, por negarse a correr el riesgo de cambiar?
ser más duramente golpeado por un acontecimiento de- Suelen ser estas personas las que dicen que la vida es
safortunado. Resulta más difícil tomar decisiones útiles y aburrida, monótona y triste, y que esperan la muerte con
eficaces cuando uno está alterado, y un ataque inoportuno impaciencia. Lo cual no tiene nada de extraño, porque esas
de pánico puede costarle a uno la vida. En cualquier caso, personas se limitan a saborear la vida con la punta de los

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labios, temiendo siempre romperse un diente si se deciden inútilmente a los demás ocasión para que nos rechacen,
a moderla sin ningún reparo. Y así, ¿cómo van a conocer porque ese rechazo, a su vez, suele darnos ocasión para
su auténtico sabor? rechazarnos a nosotros mismos y llegar a la conclusión de
que somos unos seres de escaso valor, puesto que los demás
Finalmente, la persona que cede con demasiada fa- así nos consideran. A lo cual cabría añadir, naturalmente,
cilidad a sus temores y se niega a correr los debidos riesgos, las desventajas que puede acarrear el rechazo activo de
suele despreciarse a sí misma por actuar de ese modo y ciertas personas.
considerarse mezquina, miedosa, cobarde y otra serie de
cosas nada elogiosas. Es una lástima que agrave así sus Todas estas consideraciones no van a llevarnos ne-
propios problemas, aunque, en teoría, es posible que una cesariamente a hacer frente a los elementos de la realidad
persona constate que cede absurdamente al miedo sin ca- de los que huimos sin ninguna razón. Habrá que tomar,
lificarse a sí misma de absurda. Pero la tentación es fuerte, además, la decisión de hacerlo... y llevar esa decisión a
y la tendencia a confundir las propias acciones con uno la práctica. Lo cual exigirá inicialmente una cierta dosis
mismo y a evaluarse negativamente en función de acciones de valentía, y tal vez sea necesario un pequeño empujón
deficientes, se halla intensamente presente en todos. Como en la espalda para arrancar. Siempre nos será posible so-
ya mostré en otros lugares, particularmente en L'Amour: licitar la ayuda de ciertas personas, pidiéndoles, por ejem-
de l'exigence á la préférence, esta tendencia a evaluarse plo, que nos acompañen en nuestros primeros pasos. No
a sí mismo parece ser universal y difícilmente extirpable. hay que dudar en hacerlo, si se piensa que de esa forma
Más vale, pues, no darse demasiado fácilmente ocasión de se alcanzará el objetivo con mayor seguridad. Pero algún
evaluarse negativamente. El remedio más eficaz a la eva- día tendrá que decidirse uno a hacer por sí solo lo que
luación negativa de sí mismo no consiste en evaluarse comenzó a hacer con la ayuda de otros, so pena de crearse
positivamente, sino en dejar por completo de evaluarse. una dependencia más o menos paralizante. Hay que re-
No obstante, y si no hay más remedio, es preferible eva- cordar entonces que los primeros pasos son los más difíciles
luarse positivamente que negativamente. He aquí, pues, y que, por lo general, no se tarda mucho en recoger los
otra ventaja que podría movernos a afrontar las situaciones frutos del esfuerzo, lo cual, a su vez, facilitará los siguien-
de las que hasta ahora hemos huido sin ninguna razón. tes pasos. Recuérdese, finalmente, que en gran parte de-
pende de la propia decisión el vivir como uno quiera la
Hay además otro fenómeno verdaderamente absurdo, única vida que va a vivir en este planeta. Puede uno decidir
pero bastante habitual, desgraciadamente: la huida siste- que prefiere vivirla temblando de miedo, y puede también
mática del peligro suele muy frecuentemente atraer sobre- elegir vivirla con mayor placer y menos zozobra. E incluso,
el que huye el desprecio y el rechazo de los demás. Tam- si a uno le queda por vivir menos tiempo del que ya ha
vivido, ¿no vale la pena que haga el esfuerzo de intentar
bién aquí es teóricamente posible distinguir entre los actos
transformar sus ideas y sus actos con el fin de darse a sí
y la propia persona, rechazando aquéllos y aceptando a mismo la oportunidad de pasar el resto de su vida de un
ésta. Pero, siendo como es el mundo —a saber: poblado modo más grato de como ha venido haciéndolo?
de seres humanos con pensamientos confusos y reacciones
frecuentemente irrealistas—, y aunque la estima y la acep-
tación generales no constituyan una necesidad fundamental
e imprescindible para todos, sigue siendo preferible no dar
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8
Actuar

La idea irrealista n°. 7 («Es más fácil eludir las dificultades


y responsabilidades que hacerles frente disciplinándose a
sí mismo») y la idea irrealista n°. 10: («La mayor felicidad
humana se puede alcanzar por la inercia y la inacción,
'dejándose vivir' pasivamente») ocasionan un gran número
de «abstenciones» que vamos a examinar en el presente
capítulo.
Como ya subrayé en Ayudarse a sí mismo, la sola
evocación del término «disciplina» basta para provocar en
muchos ciertas muecas bastante significativas. Es ésta una
palabra que no goza de «buena prensa» y que para muchos
es la antítesis de la libertad.

De hecho, como en todos los ámbitos de la actividad


humana, todo gira en torno a la calidad del placer. El
hedonista «a corto plazo», es decir, el que se siente irre-
sistiblemente atraído por aquellos placeres que son inme-
diatamente accesibles, no se da cuenta de que ello le hace
muchas veces privarse de placeres de más largo alcance,
pero que sólo pueden obtenerse si se consiente en dejar a
un lado otros placeres más inmediatos. Es el clásico ejem-
plo de la almendra, que sólo podremos comerla si previa-
mente rompemos, con mayor o menor esfuerzo, la cascara
que la encierra.

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Esa tendencia a satisfacerse con placeres inmediatos
forma parte, probablemente, de algo heredado de nuestra tado. A los demás, tal actitud no les deparará más que
infancia. Los niños son casi siempre unos redomados he- desilusión y una vida menos agradable.
donistas «a corto plazo», por lo que suele ser muy difícil Una de las manifestaciones más deletéreas de esa ac-
motivarles a actuar prometiéndoles hipotéticos y lejanos titud consiste en concederse un tiempo interminable para
placeres. Ellos son auténticos adictos al momento presente tomar decisiones y dejar para el día siguiente lo que podría
y al placer que de él puedan obtener, lo cual no debe hacerse de inmediato. Es difícil imaginar un hábito que
sorprendernos, porque, según parece, les resulta prácti- ocasione más problemas a sus adeptos. Quien se ha acos-
camente imposible concebir la duración y el paso del tiem- tumbrado a titubear de ese modo, en primer lugar, prolonga
po. Sólo a medida que van madurando, los niños son ca- inútilmente el tiempo en que más fácilmente puede causarse
paces de proyectarse hacia el futuro y concebir objetos más a sí mismo la ansiedad, que es precisamente el tiempo que
alejados; pero entonces la costumbre adquirida durante los precede a la toma de decisión. En efecto, la ansiedad suele
primeros años de limitarse a los placeres inmediatos les remitir, e incluso desaparecer, una vez que se ha hecho la
hace bastante difícil adoptar una actitud más realista con elección y se comienzan a constatar los efectos de la pro-
respecto a la economía de los placeres. De nada sirve pia acción. El que titubea se inflige a sí mismo unas
deplorar este hecho, que parece irremediablemente inhe- dosis inútilmente prolongadas y abundantes de ansiedad
rente a la condición humana; mejor será, por lo tanto, que que podría evitar si se decidiera a actuar sin tantas con-
contemos con el hecho de que el adoptar una actitud di- templaciones.
ferente suele requerir un cierto número de esfuerzos. Des-
graciadamente, nuestra vida no se desarrolla en un paraíso En segundo lugar, los titubeos y las demoras hacen
terrenal, y, por mucho que se empeñen los partidarios del que muchas veces se pierda la ocasión de actuar de un
placer inmediato las cosas no van a cambiar. modo apropiado y fructífero. Las cosas y las personas no
siempre están dispuestas a esperarnos mientras sopesamos
La disciplina personal no es otra cosa que la orga- interminablemente las opciones que se nos ofrecen. El
nización inteligente de las acciones en orden a la obtención temor exagerado al fracaso ocasiona con frecuencia fra-
de los placeres más intensos y más duraderos. Se podrá casos aún mayores, y, a fuerza de dudar si saltar a la barca,
objetar, como le oí a uno de mis clientes, que la vida es se puede acabar cayendo al agua.
incierta y que nunca podemos estar seguros de que los
placeres que dejamos de lado para perseguir otros no va- Este hábito puede ser sustituido por otro, consistente
yamos a perderlos irremediablemente... sin que, por otra en tomar decisiones de manera más organizada y expedi-
parte, consigamos obtener esos otros, porque podemos mo- tiva. En Vivre avec sa tete ou avec son coeur elaboré el
rir entretanto... Si nos obstinamos en mantener esta actitud, desarrollo de la toma de decisión y del paso a la acción.
entonces no nos queda más alternativa, evidentemente, que No volveré aquí sobre ello; me limitaré a subrayar que
disfrutar cuantos placeres se nos presenten, sin preocu- sigue siendo posible vencer esa tendencia si se consiente
parnos del día siguiente. Pero, como la mayor parte de los en realizar los esfuerzos que todo cambio importante de sí
seres humanos viven en este planeta muchos años, tal ac- requiere.
titud sólo me parecerá realista —y, aún así, con matices—
en el caso del enfermo deshauciado consciente de su es- La vida impone cierto número de contingencias en-
gorrosas que casi siempre resulta imposible diferir sin in-
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fligirse a sí mismo un mayor castigo. Es lo que ocurre con
ciertos objetos, que se deterioran o se rompen sin el debido caciones, podemos permitirnos, sin mayor inconveniente,
mantenimiento; o lo que ocurre con la mayoría de nosotros, vivir «al día», sin fijarnos plazos y fiándonos del impulso
que hemos de trabajar para poder satisfacer nuestras ne- del momento. Esto es lo que, por otra parte, hace que las
cesidades y obtener los recursos que nos permitan alcanzar vacaciones sean tan agradables, ya que en ellas podemos
algunos de nuestros objetivos. obtener el placer que buscamos sin demasiado esfuerzo.
Pero, aun así, el abandono de toda disciplina no tarda en
Es por razón de esas contingencias por lo que debemos producir resultados deletéreos, como pueden atestiguar
actuar de la manera más expeditiva y mejor organizada quienes, por no haber sabido medir su tiempo de estancia
posible. Conocí a una joven soltera que dejaba que se en la playa, han tenido luego que pasar días enteros su-
amontonasen los cacharros sucios en el fregadero hasta que friendo las consecuencias de una insolación, o quienes, en
ya no le quedaba ni un plato limpio en el armario. Cada el mismo contexto de unas vacaciones, han pagado con
diez días, debía dedicar dos horas a fregar todos aquellos una indigestión de aupa la ingestión inmoderada de unos
cacharros, en los que se habían incrustado y endurecido alimentos ajenos a sus hábitos alimenticios. Pero, en la
los restos de comida. Si, después de cada comida, hubiese vida de la mayoría de nosotros, las vacaciones son períodos
limpiado rápidamente la vajilla utilizada, cosa que podía excepcionales, y más vale que lo tengamos en cuenta si
haber hecho en dos minutos, habría dedicado en total a no queremos deteriorar esa vida más de lo necesario.
dicho trabajo unos cuarenta minutos (a mediodía comía
fuera de casa) y, consiguientemente, se habría ahorrado Determine, pues, cada cual, de una vez por todas,
ochenta minutos de un trabajo bastante engorroso, aparte qué es lo que más le conviene hacer cada día, y hágalo.
de que se habría beneficiado de las ventajas de tener una Ño hay nada más agotador, efectivamente, que tener que
cocina limpia y en orden, a la que no habría tenido que atender cada día a problemas que podrían solucionarse de
impedir el acceso a cuantas personas la visitaban. una vez. Las cosas molestas, pero útiles, conviene hacerlas
Ocurre otro tanto con las facturas y con las multas, del modo más rápido y eficaz que sea posible, sin malgastar
que nos retrasamos en pagar por negligencia y que más las energías en «pataletas» inútiles y en recriminaciones
tarde tenemos que pagar con recargo. Y lo mismo digamos estériles. ¿Que es molesto lavar los platos? Por supuesto
de las citas a las que nos olvidamos de acudir, con las que sí. Pero por eso es mejor hacerlo lo antes posible.
desagradables consecuencias que habríamos podido evitar ¿Que es duro levantarse para ir a trabajar? De acuerdo.
si hubiéramos utilizado una agenda. Las declaraciones so- Pero aún es más duro tomar esa decisión cien veces que
bre la ren,ta que se demoran más allá del plazo establecido; hacerlo una sola. ¿Que es un engorro redactar un informe?
las revisiones del coche constantemente aplazadas; las pe- Claro que sí. Pero es todavía peor tener que hacerlo a toda
queñas reparaciones diferidas indefinidamente; los exá- prisa, acuciado por la ansiedad y bajo la amenaza de las
menes cuya preparación vamos retrasando hasta la misma funestas consecuencias de un posible retraso. ¿Que es más
víspera; los libros sacados de la biblioteca pública y que entretenido ver la televisión que preparar un examen? Evi-
siempre decimos que los vamos a devolver al día si- dentemente. Pero más fastidioso aún es suspender. Por
guiente...: todo ello acaba saliendo carísimo en tiempo, otra parte, es difícil tener verdadero interés por una acti-
en dinero y en problemas de todo tipo. Durante unas va- vidad cualquiera cuando el placer que esa actividad puede
procurar se ve continuamente enturbiado por la idea de
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que sería más razonable estar haciendo otra cosa. ¡Qué
bien sabemos pasarlo mal constantemente! recibir de otros unos servicios tan satisfactorios como los
que podríamos obtener con nuestro propio esfuerzo.
Tal vez sea triste, pero es profundamente cierto, que
Por lo demás, no es cuestión de prodigar esfuerzos
para obtener la mayoría de los placeres se requiere un
para realizar algo difícil sólo porque sea difícil. ¿Para qué
esfuerzo inteligentemente concertado. Algunos resultados complicarse inútilmente la vida? La mística del esfuerzo
particularmente interesantes suponen incluso un esfuerzo por el esfuerzo ha contribuido, sin duda, a que muchos
y una disciplina personal que se prolongan durante años. pierdan las ganas de hacer los debidos esfuerzos. Obligados
Es lo que ocurre, por ejemplo, con los estudios necesarios en un momento de su vida a realizar esfuerzos inútilmente
para obtener un diploma profesional o técnico. La misma arduos, han generado un profundo rechazo hacia cualquier
creación artística o intelectual, que muchas personas creen esfuerzo, en detrimento propio. Pero el abandonar una
que no exige mayor esfuerzo, sino únicamente la inspi- práctica porque el exceso de la misma resulte penoso es
ración gratuita de alguna musa, suele requerir largas horas lo mismo que arrojar al bebé por la ventana junto con el
de trabajo duro y disciplinado, cuya duración e intensidad agua del baño.
no suele después apreciar el espectador o el lector de la
obra en cuestión. Tampoco se trata de obligarse a hacer cosas de cuyo
fruto se beneficien, sobre todo, otras personas, si con ello
Tenemos una lamentable tendencia a la inercia que, no se prevé que se vaya a obtener un beneficio personal
sin duda, se remonta a los primeros años de nuestra vida, en proporción al esfuerzo realizado. No porque otra per-
durante los cuales nos bastaba con emitir unos estridentes sona piense que deberías hacer las cosas de determinada
aullidos para que, como por ensalmo, apareciera el biberón manera, tienes que sentirte obligado a hacerle caso y ple-
que colmaba entonces nuestros deseos inmediatos. Para la garte a su opinión. No porque una tradición, tal vez mi-
mayoría de nosotros, ese tiempo es muy breve. Pasados lenaria, decrete que hay que plantar las coles a mano,
unos años, las personas y las cosas ya no consienten en conviene negarse a buscar otro método menos agotador y
plegarse a nuestros imperiosos deseos y dejan que seamos que obtenga los mismos resultados. El evitar el esfuerzo
nosotros quienes los satisfagamos, pues también ellas tie- inútil ha permitido a los seres humanos inventar gran nú-
nen que preocuparse de lograr sus propios objetivos. Los mero de objetos y métodos que hacen hoy más agradables
llantos, los gritos y los gemidos dejan enseguida de pro- nuestras vidas, y personalmente yo no añoro los «buenos
ducir un efecto positivo sobre nuestro entorno. Un efecto tiempos pasados» en que la gente lavaba la ropa en el río
que, por lo demás, nunca tuvieron sobre las cosas, que y se alumbraba con velas.
son sumamente indiferentes a nuestro clamores. En cuanto
a las personas, no tardan en cansarse de satisfacer nuestras Si constatas que tu manera indisciplinada de vivir te
«necesidades», y su afecto se transforma en repulsión cuan- ocasiona inútiles trastornos, puedes perfectamente modi-
do seguimos exigiendo de manera infantil que hagan ellas ficar tus hábitos nocivos y adiestrarte sistemáticamente en
por nosotros lo que, con todo realismo, creen que podemos realizar menos esfuerzos para alcanzar tus objetivos. Tam-
hacer perfectamente nosotros mismos. A lo cual se añade, bién en esto, lo más difícil es empezar. Quizá no experi-
como dice el refrán, que «nadie le sirve a uno mejor que mentes placer alguno en disciplinarte a ti mismo, lo cual
uno mismo» y, en consecuencia, más vale no esperar a nada tiene de extraño, porque no has podido aún saborear
los frutos de tal proceder. Pero no creas que sólo puedes
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hacer las cosas que te gustan. El gusto en hacer una cosa el brazo para recoger los frutos del árbol del pan, donde
te facilitará su realización, pero no constituye una con- nadie me hace la puñeta y donde me paso el día tomando
dición esencial para realizar lo que sea o para adoptar una el sol, que brilla siempre, bañándome en aguas milagro-
nueva manera de proceder. Se me objetará que es artificial samente llenas de peces y disfrutando de las atenciones de
y ficticio hacer cosas que a uno no le gusta hacer; y mi un «Viernes» siempre complaciente y dispuesto a satisfacer
respuesta es que es preferible no fiarse exclusivamente de eficazmente mis menores deseos.
los propios gustos para organizarse la vida de una manera
agradable, pues lo que no te gusta en un principio puede La realidad es muy distinta, y creo firmemente que
resultarte grato más tarde, y ninguna ley prohibe obrar de no tardaría en aburrirme mortalmente en semejantes cir-
un modo artificial. Los partidarios de la autenticidad a toda cunstancias. En efecto, una parte importante de los placeres
costa, incluso en su propio detrimento, me irritan parti- de la vida se deriva de la satisfacción que proporciona el
cularmente, del mismo modo que me enervan, por otra afrontar los problemas y resolverlos. Un exceso de ocio y
parte, los que quieren ver alguna nobleza en el hecho de de pasividad engendra enseguida el aburrimiento; el ejer-
obedecer sin ningún discernimiento a todo impulso de lo cicio de la creatividad proporciona un placer que la pasi-
que ellos denominan su «naturaleza». La teoría del «buen vidad nunca podrá procurar. Por eso, una vida agradable
salvaje» apenas sobrevivió a Rousseau, y más vale admitir supone, por lo general, que se presta un enorme interés a
que esa «naturaleza» supuestamente exenta de todo defecto las personas y cosas exteriores a uno mismo. Una de las
es, de hecho, el resultado de una combinación de factores ventajas que tiene el hecho de interesarse por las personas
hereditarios y de factores derivados del aprendizaje y que la constituye la posibilidad de que esas personas, a su vez,
distan mucho de ser todos ellos uniformemente construc- nos correspondan con su amor, lo cual, aunque no sea
tivos. Ya quisiera yo que nunca nos equivocáramos cuando estrictamente necesario, no deja de ser realmente gratifi-
respondemos a nuestros primeros impulsos, y soy el pri- cante. Y como el amar de veras a una persona durante
mero en deplorar la extinción de la creatividad, producida mucho tiempo requiere grandes dosis de ingenio y de des-
por una educación estrecha de miras y una fidelidad ciega treza, estamos casi seguros de que jamás nos aburriremos
a la tradición. Pero tampoco quiero dejarme engañar por si nos ponemos a ello. ¡Siempre tendremos en qué ocu-
una filosofía irrealista que trata de convencerme de que mi parnos!
primer impulso es siempre el mejor, y de que todo intento
de modificar la «naturaleza» sólo puede acabar perjudi- Por otra parte, dado que los seres humanos son vo-
cándome. Algunas de mis tendencias más estúpidas me lubles, inestables y mortales, conviene interesarse también
parecen innatas, y creo tener una tendencia «natural» a por las cosas. El planeta que habitamos nos ofrece motivos
complicarme la vida, a juzgar sesgadamente y a compor- casi infinitos de interés; y, como dice la canción, «no
tarme como un cretino. Lo cual me molesta enormemente tendremos tiempo» de agotarlos todos antes de ir a reu-
y no me deja más alternativa que pasarme el resto de mis nimos con nuestros progenitores en un descanso que es-
días reaccionando contra mi inercia natural y mi lamentable peramos sea activamente eterno. Como, personalmente, lo
tendencia a perjudicarme a mí mismo. Como todo el mun- que es sencillo no tarda en cansarme, me resulta gratifi-
do, tiendo a soñar con la isla desierta donde todo marcha cante embarcarme en proyectos complejos y de larga du-
siempre a la perfección, donde no tengo más que alargar ración que puedan estimular mi interés durante mucho
tiempo. Nada me parece más temible que la jubilación,
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entendida ésta como el período de la vida durante el cual
espera uno, cómodamente sentado, a que todo termine. las más comprometidas, sea cual sea el ámbito en que
Jamás he experimentado tan intensamente el gozo de vivir ejercen su creatividad. Por el contrario, muéstrenme a una
como cuando he derrochado actividad, proponiéndome a persona deprimida, y yo les haré ver cómo se trata de una
mí mismo nuevos desafíos, inventándome nuevas activi- persona poco activa, indolente, pusilánime, siempre «can-
dades y aprendiendo cosas nuevas. Cuando más me divierto sada», siempre «enferma», siempre tomándose el pulso y
es cuando tengo que hacer frente a muchos problemas, pretextando cualquier nimiedad para no hacer nada. Y les
aunque suelo echar pestes contra el ajetreo excesivo, pero haré ver también cómo se trata de una persona con una
en el fondo no soy sincero, y temería que mi vida fuese sed insaciable de ser amada, pero nada dispuesta a amar
demasiado sencilla. ella misma; una persona muy deseosa de que se interesen
por ella y la diviertan, pero nada dispuesta a interesarse
Existe tal cantidad de actividades a las que podemos por otra cosa que no sea ella misma.
entregarnos, tantas cosas que ignoramos, tantas iniciativas
que aún no hemos tomado, tantos problemas que nunca Si no queremos vivir esta única vida que poseemos a
hemos abordado, tantas ocupaciones que ni siquiera hemos caballo entre el aburrimiento y la desesperación, hemos de
imaginado... que realmente no hay razón alguna para llevar poner manos a la obra. La terapia emotivo-racional, por
una vida triste y aburrida. Si nos decidiéramos a reaccionar lo demás, recurre constantemente a los «deberes», que el
contra nuestra pasividad, innata o adquirida, y a intere- terapeuta aconseja a su cliente que los haga en su casa,
sarnos activamente por lo que nos rodea, no veo por qué fuera del contexto de la entrevista terapéutica en cuanto
no iba a parecemos agradable la vida. Si uno es poco activo tal. Evidentemente, no es necesario pedir ayuda a nadie
y reacio a comprometerse, es muy probable que lo que le para poner en funcionamiento el propio motor. Basta con
frene sea el temor al fracaso y la opinión de los demás. preguntarse qué es lo que puede uno hacer de útil e inte-
Pero esos obstáculos pueden eliminarse examinando cui- resante durante los diez próximos minutos. Y si alguien
dadosamente las ideas que los generan y obligándose a dar opina que esto es una necedad, piense que la vida entera
determinados pasos que, si al principio resultan difíciles no es más que una sucesión de minutos, y que los planes
de dar, es porque a uno le son poco familiares. Hablando más ambiciosos no pasarán de ser letra muerta si uno no
el otro día con mi mujer, constaté que en cuarenta y seis se decide nunca a empezarlos. En lugar de forjarnos ma-
años de vida había cambiado yo de domicilio no menos ravillosas ilusiones, sería mucho mejor que nos pusiéramos
de dieciocho veces, y que durante ese mismo período de a hacer inmediatamente lo que nos es posible hacer in-
tiempo había vivido temporadas más o menos largas en mediatamente. Alguien dijo que «el tiempo que matamos
más de cincuenta ciudades, pueblos o aldeas diferentes. se venga con creces»; y ciertamente equivale a morir mil
Y, sin embargo, no me tengo por un gran viajero, aunque veces, en lugar de una sola, el quedarse ansiosamente
espero poder explorar en el futuro nuevos rincones del sentado sin hacer otra cosas que no sea aburrise de las
planeta. A veces me he aburrido, pero, en general, no he dificultades de la existencia. Que cada cual elija...
tenido tiempo para entregarme a tan placentera actividad.
Por lo demás, disto mucho de ser original a este respecto;
y, si uno mira a su alrededor, comprobará que las personas
que le parecen más felices son también las más activas,

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9
De ayer a hoy

Este último capítulo estará dedicado a examinar los com-


portamientos que se derivan de la idea irrealista n.° 8,
según la cual la persona imagina que su pasado tiene una
importancia decisiva sobre el resto de su vida.
Difícilmente puede concebirse un obstáculo más serio
para el cambio que la creencia en esta idea. La creencia
de que nuestra vida está, de alguna manera, escrita de
antemano o que, al menos, los primeros capítulos de la
misma determinan necesariamente el contenido de los ca-
pítulos restantes, sin que sean posibles más que algunas
variantes de poca monta, constituye ciertamente una de las
«filosofías» más paralizantes que puede haber. No hay un
solo día, en mi trabajo de terapeuta, en que no tenga que
escuchar cómo la mayoría de mis clientes expresan esto
de una manera o de otra. Cecilia, por ejemplo, me dirá
que no puede tomar la iniciativa de hablarle a un desco-
nocido, porque su educación la ha enseñado a guardar las
distancias; Juan me «demostrará» que, si bebe como una
esponja, es por el mal ejemplo que recibió de su padre
cuando era un adolescente; Isabel me asegurará que no
puede tener orgasmos, porque no va con su «tempera-
mento»; Bruno sostendrá que es su carácter el que le lleva
fatalmente a montar en cólera cuando se le lleva la con-
traria; Patricia se obstinará en pretender que tiene nece-

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sariamente que detestar a los hombres, porque fue violada aquel hombre debía morir, y que no había nada que hacer.
por su tío cuando ella sólo tenía trece años, «¡y eso te deja Haciendo caso omiso, Lawrence sale en busca del desa-
marcada de un modo que los hombres no podéis com- parecido, lo encuentra y lo lleva de vuelta al campamento,
prender!»; Sergio tratará de persuadirme de que su timidez tras pasar mil peripecias. Y le dice entonces al jefe de la
es perfectamente lógica, porque fue educado por una madre columna: «Nada está escrito».
y unas hermanas «superprotectoras»... Algunos de esos
clientes que han leído algo más que los otros apelan a La persona que afirma que su pasado la influye irre-
Freud y me hablan de los «episodios traumatizantes» de mediablemente y que sus consecuencias son inalterables
su pasado, cuando no me sueltan los típicos aforismos: comete un error muy semejante al del jefe beduino. Por
«De tal padre, tal hijo», «Quien hace un cesto hace ciento», eso es tanto más paradójico que quiera recurrir a los ser-
«La cabra tira al monte», y otras parecidas perlas de la vicios de un terapeuta, por cuanto, según su propia afir-
sabiduría popular. mación, no le queda sino deplorar el pasado.
Conviene que todos nos persuadamos de que, aunque
En muchos casos, el convencimiento de que el pasado es cierto que el pasado influye en el presente, se trata de
influye fatal y decisivamente en el presente permite a la una influencia que actúa únicamente a través de los hábitos
persona justificar su pasividad y su resistencia a realizar de pensamiento y de acción desarrollados a lo largo de los
los esfuerzos que le permitirían modificar algunos de sus años de la infancia y la adolescencia, no en virtud de un
comportamientos. Es muy cómodo pensar que no hay nada cierto factor determinante de carácter mágico que esta-
que hacer, porque el pasado, que no hay modo de cambiar, blezca de una vez por todas el destino de la persona. Dicha
determina el presente. De esta manera, la persona puede influencia puede hacer más ardua la adopción de nuevos
considerarse a sí misma como una desdichada víctima de modos de pensamiento y de acción, pero es exagerado
las influencias de su pasado, merecedora de compasión y afirmar que la hace imposible. «Quien hace un cesto», sólo
simpatía, con todas las razones del mundo para deplorar «hará ciento» si decide hacerlo; y «la cabra tirará al monte»
su suerte y eximida del esfuerzo de cambiar ésta. si no ve otro lugar mejor hacia donde tirar. En cuanto al
Hace unos años, veíamos en el cine la película Law- «hijo», sólo saldrá al «padre» y conservará las ideas y las
rence de Arabia, que trataba sobre la vida de aquel extraño actitudes de éste en la medida en que decida conservarlas.
personaje que, durante la primera Guerra Mundial, con- Dicho esto, pasemos a examinar algunos de los com-
tribuyó a la unidad de las tribus árabes del Oriente Medio portamientos deficientes que se derivan de la creencia
y a su lucha contra la dominación turca. Recuerdo que una en esta idea.
escena de la película me impresionó especialmente: durante Digamos, en primer lugar, que se trata de compor-
una travesía por el desierto, el beduino que montaba el tamientos estereotipados, ciegamente fieles a la tradición
último camello de la columna perdía el conocimiento y familiar o social. Por otra parte, siempre se produce una
caía de su montura, sin que nadie reparara en ello. Varias selección inconsciente en este sistema; es imposible, por
horas más tarde, cuando la columna ya ha acampado, se así decirlo, que una persona imite perfectamente los mo-
nota su ausencia. Entonces, Lawrence se ofrece a desandar delos que invoca y que haga todo lo que han hecho su
el camino para intentar encontrarlo, a lo que se opone el padre, su madre o su hermano, y lo haga de la misma
jefe de la columna afirmando que «estaba escrito» que manera. Aun cuando esa persona esté convencida de no

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poder actuar de manera distinta de la que le han enseñado
a hacerlo, el examen de sus comportamientos revela que, luciones a los problemas que se nos plantean, engendrando
de hecho, elige imitar algunos de esos comportamientos y la rutina y la absurda y acrítica repetición de comporta-
prescinde de otros. Este solo elemento bastaría para de- mientos más o menos acertados.
mostrar que la supuesta influencia determinante del pasado Uno de los más lamentables efectos de esta actitud
es un puro mito. consiste en que genera lo que en lenguaje técnico se llama
Conviene observar que esa clase de fidelidad a los relaciones transferenciales, por las que se adoptan, con
respecto a nuevas personas, las actitudes y comportamien-
«viejos tiempos» suele demostrarse inadaptada a las nuevas
tos que ya se habían adoptado en relación a las personas
circunstancias de la vida de la persona. Así, por ejemplo,
que han desempeñado un papel importante en la vida del
ciertos comportamientos que antaño pudieron ser apropia- sujeto en cuestión y que presentan ciertos rasgos comunes
dos pueden, con el tiempo y la evolución de la persona, con esas nuevas personas. Así, por ejemplo, Ramón, ate-
resultar parcial o totalmente inadaptados. Que el pequeño rrorizado por su padre durante su infancia, sigue reaccio-
Ramón, cuando tenía cinco años, temblara de miedo ante nando de manera pusilánime y sumisa ante las diversas
un padre dominante, agresivo y con la mano muy larga y personas que de algún modo le recuerdan a su padre, aun-
que, en consecuencia, se plegara casi siempre a sus órdenes que el único rasgo que posean en común sea el hecho de
para evitar unos castigos a los que su condición de niño ser hombres adultos.
no le permitía oponerse, no hará que semejante compor-
tamiento dócil y sumiso sea apropiado cuando Ramón tenga Paula, que a los quince años se rebeló contra la tiránica
treinta y cinco años, y su padre sesenta y dos. ¿Qué mujer actitud de su madre, seguirá toda su vida irritándose contra
va a seguir hoy haciendo a mano la colada y tendiendo la cualquier mujer que le parezca susceptible de ejercer sobre
ropa al aire en pleno invierno, tal como tenían que hacer ella cualquier tipo de autoridad. Lo cual no tiene mucho
nuestras madres antes de que se inventaran las lavadoras- más sentido que si yo me encolerizara ante cualquier hom-
secadoras modernas? Y si Sandra afirma que sería absurdo bre que lleve barba, por el hecho de que a los dieciséis
actuar de ese modo, ¿por qué elige imitar a su madre en años recibí una paliza de un barbudo.
otros aspectos comportándose de un modo igualmente des-
Si no queremos quedar presos de nuestro pasado y
fasado? ¿Puede acaso pretender que no puede actuar de
seguir recorriendo ciegamente durante toda la vida los ca-
otra manera, que está acostumbrada a lavar la ropa de ese
minos que entonces recorrimos bajo la influencia de nues-
modo, que así es como la han enseñado a hacerlo y que
tros parientes y allegados, mejor será que, con el pensa-
no tiene más remedio que seguir haciéndolo así? Si así
miento y con la acción, luchemos contra algunos de nues-
fuera, aún seguiríamos viviendo en las cavernas, como
tros hábitos más arraigados, pero también más nocivos para
nuestros antepasados, y frotando una piedra de sílex para
nosotros. Un hábito puede cambiarse, aunque lleve años
hacer fuego y asar la carne de unos uros abatidos a estacazo
arraigado en nuestra vida. Por supuesto que no se cambia
limpio.
sólo con desearlo; para conseguirlo, hace falta además
La fidelidad exagerada a las tradiciones familiares y tiempo, esfuerzo y método. Por otra parte, puede animar-
sociales extingue, pues, el espíritu de iniciativa y el pen- nos el recordar que, sin duda, ya hemos cambiado muchas
samiento creativo, que busca incesantemente mejores so- cosas en nuestra vida. Es verdad que esos cambios pueden
haber sido inútilmente penosos, porque el método seguido
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puede haber sido también inútilmente complejo, aplicado
de manera poco sistemática y con una visión poco clara ninguna actividad correctora concreta. Pasarse horas in-
de los objetivos que pretendíamos alcanzar. Pero podemos terminables contándole la vida a un terapeuta, lamentán-
intentarlo de un modo más organizado, empleando más dose de la mala suerte y quejándose del propio «destino»
razonablemente nuestros esfuerzos y nuestro tiempo y pla- no sirve más que para probar la paciencia del terapeuta...
nificando mejor nuestra estrategia. Tal vez nuestro mayor y engrosar su cuenta corriente. En cambio, el poner manos
error ha sido el intentar cambiar dejándolo todo al azar, a la obra y ejercitarse en adquirir las ideas y los compor-
esperando que las circunstancias nos depararan la ocasión tamientos que puedan proporcionarle a uno una vida más
de ejercitarnos en nuevos comportamientos; algo así como agradable no exige más costo que el de emplear las propias
si una persona quisiera aprender a esquiar y, para ejerci- energías. Recuérdese que lo único que está escrito en el
tarse, esperara a que los amigos le llevaran a las pistas, le libro de la vida es lo que cada uno vaya consignado en el
pusieran los esquíes en los pies y le dieran un empujoncito día a día. Si a uno no le satisfacen los primeros capítulos,
en la espalda: los resultados se harían esperar demasiado nada le impide realmente llenar las páginas en blanco que
tiempo, y no sería así, desde luego, como conseguiría ser aún le quedan con la historia de una vida más feliz y más
un experto. agradable y en la que uno mismo desempeñe el papel de
artífice de su propia felicidad, en lugar del de impenitente
Es preferible intentarlo de manera sistemática, sin y amargo contemplador de su pasado. Cada cual tiene una
limitarse a esperar que las cosas y las personas vengan al pluma. ¡A escribir!
encuentro de uno. Se asombraría el lector de la cantidad
de comportamientos que puede aprender por sí mismo si
de veras se pone a ello. Una de las preguntas que me hacen
más frecuentemente las personas que inician conmigo un
tratamiento se refiere al tiempo que va a requerir su trans-
formación. Y yo no consigo jamás responder concreta-
mente a esa pregunta, porque son muchos los factores que
dependen del trabajo, de la determinación y de la meto-
dicidad de los esfuerzos de cada uno. ¿Cuántas semanas
o cuántos meses necesitará Emilio para comportarse de un
modo más afirmativo? ¿Cuándo podrá Gloría estar segura
de haber alcanzado su objetivo de librarse de su depresión?
La respuesta a estas preguntas depende muy poco del azar,
algo más de mi propia habilidad de terapeuta, y muchísimo
de los pasos que sepan dar mis clientes. Una cosa es segura:
un comienzo de cambio puede lograrse de manera casi
inmediata, y un cambio notable puede producirse a veces
en unas cuantas semanas; pero es preciso, además, que la
persona no dedique esas semanas exclusivamente a rumiar
sus desdichas y a culpar a su pasado, sin entregarse a

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Conclusión

El propósito de este libro no era sino el de presentar el


segundo aspecto del método emotivo-racional en el terreno
de la transformación de uno mismo. Ayudarse a sí mismo
insistía casi exclusivamente en la estrategia mental y pre-
tendía llevar al lector a declarar una guerra encarnizada a
las ideas y creencias irrealistas que emponzoñan su vida.
Ayudarse a sí mismo aún más ha pretendido indicarle al
lector la vía complementaria —tan importante como la
primera— para hacer frente a las dificultades personales y
resolverlas: la acción.
Si bien se mira, ambos aspectos se complementan
mutuamente de un modo admirable. En efecto, la expulsión
de las ideas irrealistas es un paso previo para una acción
que podemos suponer habrá de ser más cómoda, más rápida
y más fructífera que si no hubiera venido precedida por la
confrontación. Por otra parte, el paso a la acción —indis-
pensable para consolidar lo que tal vez no fuera más que
nocional— proporciona, a su vez, nuevos elementos de
confrontación y hace que surjan nuevas ocasiones de de-
tectar y combatir las ideas irrealistas que despierta. La
confrontación prepara para una acción apropiada, y ésta
permite a quien la realiza hacerse con nuevos argumentos
concretos para debilitar los falsos razonamientos con que
inconscientemente ha estructurado su mente.
Es esta doble estrategia la que parece ofrecer más
esperanzas de éxito. Un enfoque centrado exclusivamente

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en el cambio de comportamiento parece ser incompleto, tipo de efecto mágico, y sólo habrá servido al lector para
porque olvida los factores cognitivos, cuya importancia matar durante unas horas su aburrimiento (o para aumen-
reconocen cada vez más los especialistas e incluso los tarlo.. .) si sigue encerrado en su pasividad. Aunque se lean
«behavioristas» más ortodoxos. Por lo demás, una estra- trescientos libros de este género, se siga durante diez años
tegia que se limitara al nivel del cambio de las ideas y las una terapia del tipo que sea y se asista cinco veces por
creencias, sin desembocar nunca en una modificación de semana a una actividad grupal, todo ello apenas servirá de
la acción, tendría un gran peligro de quedarse en puro juego nada si uno no consigue considerarse a sí mismo como un
mental o en un juego de palabras carente de auténtica «laboratorio» en el que poder experimentar su propia vida;
convicción. Si el árbol se reconoce por sus frutos, un como un sujeto de análisis, de ensayos y de tentativas.
cambio de creencia que no tuviera reflejo en un modo
nuevo de actuar correría el riesgo de no ser más que una Deseo que el lector sienta por sí mismo el suficiente
pura ilusión semántica. interés como para tratar de comprender los mecanismos
que le hacen actuar y los que se lo impiden, y para que
A lo largo del libro, he insistido abiertamente en la intente crearse un género de vida que le permita un día
importancia del esfuerzo personal en este trabajo de mo- dejar ésta diciendo: «No siempre fue apasionante, pero al
dificación. El proceso terapéutico ha sido considerado du- menos me he divertido mucho y no he tenido tiempo de
rante mucho tiempo, en mi opinión, como análogo al pro- aburrirme».
ceso médico, del que, por lo demás, nació históricamente.
Sin embargo, mientras que al paciente le es posible aban-
donarse plenamente al buen hacer de su médico y someterse
al tratamiento que éste le prescribe, no sucede lo mismo
con el cliente terapéutico, el cual, por no haber otro re-
medio, debe ser el artífice de la transformación de sus
propias ideas y comportamientos. En efecto, nadie puede
intervenir directamente desde el exterior en la vida mental
y en el comportamiento de un adulto. El papel del terapeuta
recuerda, pues, al del pedagogo, que tampoco puede en-
señarle nada a su alumno, sino que únicamente puede
guiarle en su proceso de aprendizaje, facilitándole la tarea
con la transmisión de un método de trabajo eficaz.
La propia actividad de la persona que desea transfor-
marse constituye, pues, un elemento insustituible, y no
creo que sea inútil repetirle al lector que no conseguirá
nada si no «mete las manos en la masa». Como otros
muchos, este libro sólo puede ofrecer al lector un método,
inspirado en las más recientes investigaciones en el ámbito
del cambio de conducta. Su lectura no producirá ningún

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