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Universidad de Buenos Aires

Facultad de Psicología

Psicología Evolutiva y Adolescencia

Cátedra II: Néstor Córdova.

Comisión 32. 2° cuatrimestre

Docente a cargo: Blanco, Cristina.

Nombre y Apellido de la estudiante: Eugenia Martínez.

N° de Libreta Universitaria: 422493640.

Fecha de entrega del trabajo: 06/11/2020.

Consigna: Lea con profundidad el texto citado y articule el mismo, desarrollando un


escrito singular, con las seis palabras-clave pautadas. Dichas palabras-clave deben
ser incluidas en el recorrido conceptual en su totalidad.

“Para dejar atrás definitivamente el territorio de la infancia y lanzarse a la conquista


del futuro, el adolescente debe considerarlo definitivamente perdido. Duelo e
historización posibilitan el pasaje subjetivo de la repetición y actualidad del trauma
puberal al devenir creador de horizontes del acontecimiento adolescente.” (p. 5).
A modo de introducción, tomando los aportes de Córdova (2010), podemos entender a lo
puberal como una fuerza anti-separadora que tiende a lo infantil, a lo incestuoso, debido a
que activa el Edipo genital. Es así como lo puberal crea los materiales con los que va a
trabajar lo adolescente, que es una fuerza separadora, que buscará algo nuevo, apunta a la
creatividad, y permite la elaboración, sublimación e idealización de aquellas representaciones
incestuosas, constituyendo así, el ideal del yo que tiende hacia la conquista de un futuro, y
posibilitando su construcción de lazos sociales exogámicos. Estos procesos de lo puberal-
adolescente y juventud constituyen el entretiempo de la sexuación, “lo puberal-adolescente
es ese entretiempo de trabajos específicos, lugar de transformación e inscripción del cuerpo
(erógeno) pre-genital en cuerpo genital y de objeto familiar en objeto de deseo no-familiar”1
(Grassi, 2010: 34). Se plantea el concepto de entretiempo debido a que no se pasa de la
sexualidad infantil a la adulta tan fácilmente, sino que es un momento bisagra, donde
comienza un trabajo infantil que tiene que ver con el encuentro con un objeto externo.
Retomando a Córdova (2019), podemos decir que con el advenimiento de la pubertad, y a
partir de que emergen sensaciones nuevas que no están representadas en el psiquismo, se
produce el trauma puberal, también debido a que se genera, como dice Lacan, una
resiginificación apres-coup (citado en: Córdova, 2019: 4) de las vivencias sexuales infantiles.
Luego, el trauma puberal deviene acontecimiento adolescente, a partir de los trabajos
psíquicos de lo adolescente, que va a lograr representar ciertas novedades que trae la
pubertad. El pasaje de trauma puberal al acontecimiento adolescente se refiere a la capacidad
para domeñar esa energía pulsional, y así lograr, renunciar al cuerpo de la infancia y
apropiarse de su nuevo cuerpo. En este marco, podemos relacionarlo con los aportes de Mario
Waserman (2011), que sitúa al trauma puberal como disparador del proceso exploratorio,
debido a que no se queda fijado en un estado anterior, infantil, sino que sale al mundo en
búsqueda de nuevas experiencias.

De este modo, Puget (1999), plantea que la adolescencia es un tiempo fundante de una nueva
subjetividad, es decir, inaugura una marca primitiva, y por ende, una historia que se construye
con la puesta en acción del cuerpo sexuado vincular, diferente al cuerpo erógeno, que
corresponde a la sexualidad autoerótica infantil marcado por lo familiar. A su vez, esto está
ligado con cómo la estructura familiar se abre para nuca más cerrarse, tarea que podemos
relacionar con producir un adolescente. En otras palabras, decimos que la familia tiene que
1
Grassi, A. (2010): Adolescencia, reorganización y nuevos modelos de subjetividad. En Entre
niños,adolescentes y funciones parentales. Psicoanálisis e Interdisciplina, (pp.64-74). Buenos Aires.
Editorial Entreideas.
poder producir al adolescente, y éste tiene que poder producirse como tal, marcando así, un
antes y un después. En este sentido, desde los aportes de Córdova (2019), y retomando la
noción de subjetividad que mencionamos anteriormente, podemos decir que para poder
realizar el trabajo de construcción y apropiación subjetiva, el adolescente debe historizar, es
decir, construir otra historia, diferenciada del discurso parental, “historizar desde el
psicoanálisis (…) posibilita crear una narración en primera persona con los sedimentos,
ruinas, mitos y fantasmas remanentes de un pasado infantil (…)”2 (Córdova, 2019: 3). El
trabajo de duelo historizante, que implica el pasaje del trauma puberal al acontecimiento
adolescente, es necesario para poder recordar y elaborar lo infantil como pasado, lo cual
requiere asumir la muerte simbólica de los padres de la infancia y de aquel niño maravilloso,
sede de todas las perfecciones que en algún momento fuimos.

Siguiendo estas ideas, podemos pensar lo desarrollado, también, desde el concepto de pasaje
de firma, propuesto por Piera (1991), el cual repara en el momento de empezar a escribir la
propia historia sin funciones parentales, de modo que ha terminado la coautoría entre hijos y
padres, y el yo del adolescente será el encargado de organizar la narrativa de su propia
historia. Pero, para que el adolescente se pueda lanzar a conquistar el mundo adulto, primero,
debe poder ubicar ese pasado infantil como perdido. “Aceptar que no hay forma de volver
también habilita el trabajo de historización de la infancia y la elaboración creativa del duelo
por el objeto (…)”3. (Córdova, 2010: 48). Retomando a Piera (1991), el trabajo de duelo e
historización le permite al adolescente conquistar el futuro, y, a su vez, poder darle un nuevo
sentido a aquellos recuerdos que quedaron en el “fondo de memoria”. Este concepto tiene que
ver con aquello que hace la historia infantil del sujeto, y es lo que requiere el yo para poner
en historia y en memoria el pasado. Son las partes de la infancia que va seleccionando el
sujeto, de las cuales se apropia y recupera, constituyendo el soporte para que el sujeto
construya su propia historia. Este fondo tiene 2 funciones: por un lado, garantizar el registro
identificatorio, debido a que ubica al sujeto en referencia a puntos de certidumbre que le
asignan un lugar en el sistema de parentesco y en el orden genealógico, y, a su vez, hace que
se puedan reconocer a pesar de las diferencias. Por el otro, la conformación del capital
fantasmático, que refiere a la intensidad afectiva de los recuerdos, es decir, aquello que
brinda el afecto. El fondo de memoria le da continuidad al sujeto, es decir, en momentos de
2
Córdova, N. (2019): Duelo e historización. Construir(se) un pasado- Elaborar un duelo. Inédito.
3
Córdova, N (2010): Del pictograma al pentagrama. Parte I: El entretiempo adolescente. En entre
niños, adolescentes y funciones parentales. Psicoanálisis e Interdisciplina. Buenos Aires: Editorial
Entreideas.
cambios y transformaciones le brinda la seguridad al sujeto de que seguirá siendo él mismo,
para así poder, como dice Waserman (2011), salir a explorar el mundo exterior.

Piera (1991) plantea que en el entretiempo adolescente se realiza el pasaje de firma, para así
narrar su propia historia como producción subjetiva singular, y proyectar el porvenir. Esto
nos marca el pasaje del proceso identificatorio al proyecto identificatorio, debido a que se va
a investir la exploración del futuro, de lo nuevo por-venir. Hablar de proceso identificatorio
nos remite a pensar en el proceso de identificaciones que el sujeto lleva adelante en los
primeros momentos de subjetivación, con el grupo infantil, las funciones parentales. En
cambio, hablar de proyecto identificatorio implica pensar la reorganización del narcisismo,
debido a que hay un pasaje del yo ideal al ideal del yo, ya que el yo se asume como no
completo, no maravilloso. De este modo, asume la búsqueda de ideales que buscan algo del
narcisismo que se entrama con ideales del contexto social y de los pares. El ideal del yo
supone la sublimación de los pulsional hacia metas culturales, ideales compartidos con otros
y logros sociales. A su vez, admite una distancia entre el yo y aquello que se propone. Este
proyecto identificatorio es fundamental ya que le da la posibilidad de investir el tiempo por-
venir, y para que devenga como tal es imprescindible atravesar el proceso de historización.
Esta autora propone que se podrá construir el futuro en la medida que se pueda construir el
pasado. En sus palabras: “Para investir la espera de un nuevo encuentro, es necesario que
haya quedado investido el recuerdo de uno ya vivido que ha formado parte de un posible
realizado en nuestro pasado”4. (Piera, 1991: 448).

En este sentido, Kaes (2000) expone que somos sujetos del inconsciente, que la psique se
estructura como sujeto del inconsciente, del grupo y de la herencia. A partir de esto,
desarrolla tres dimensiones del aparato psíquico: el intrapsíquico; el intersubjetivo, que se
construye con el otro, lo familiar, con los pares; y el transgeneracional, que son las herencias
que se van a historizar de generaciones anteriores. Explica que cuando uno viene a un grupo,
éste tiene diversas funciones, tales como investir al niño por-venir. Aquí retoma el concepto
de Piera (1991), el contrato narcisista, que se da entre el niño y la familia. Las funciones
parentales deben investir libidinalmente a ese niño; y a éste le piden que repita o continúe
todos los enunciados identificatorios familiares. El apellido es un claro ejemplo de tal
cuestión. Estos enunciados, llevados a cabo por la madre como portavoz, anticipan a un niño

4
Aulagnier, P. (1991): Construirse un pasado. En Psicoanálisis. Revista de APdeBA sobre
Adolescencia XIII N° 3.
antes de que pueda enunciarse él mismo, representan el deseo parental (yo ideal), que la
autora define como “cuerpo imaginado”.

Retomando a Kaes (2000), los trabajos psíquicos del entretiempo acontecen como una
oportunidad para el sujeto de metabolizar, poner en memoria su historia y lo heredado. Por
eso, habla del sujeto de la herencia, que debido a la transmisión psíquica, debe hacer un
trabajo con la herencia que recibe de sus generaciones anteriores. Dicha herencia puede estar
cargada, escondida, pudo no haber sido metabolizada saludablemente por generaciones
anteriores, y estar en suspenso de elaboración. El proceso saludable requiere de la
investigación, la apropiación de la herencia, poder construir, desarma, transformar y armar su
propia obra con la marca deseante y con su propia creatividad, ya que el sujeto debe poder
imponer su diferencia en lo que hereda. Debido a esto, el sujeto es activo, ya que puede
sujetarse en la intersubjetividad de nuevos grupos, pares, instituciones, que le han habilitado
hacer el recorrido saludable, el cual refiere ir de lo traumático al acontecimiento, de la
genealogía a un proyecto marcado por el deseo propio, por el vínculo y la alteridad.

Anexo personal:
A partir de la canción “No sé mi nombre”5, escrita por una adolescente, podemos apreciar lo
difícil que le resulta el proceso de construcción del proyecto identificatorio. Y ahora es ella
quien está escribiendo su historia, su canción, tratando de encontrarse con sí misma, mientras
está cambiando, buscando, creando y experimentando, los cuales son procesos necesarios del
momento adolescente. 
Frases a destacar: “No sé mi nombre” / “Yo no juego bajo las reglas del juego” / “Me
preguntaste por qué corté mi cabello, y me cambié a mí misma completamente” / “Estoy
perdida, intentando ser encontrada” / “Ahora sé mi nombre” / “Pero estoy intentando
encontrar mi camino”.

Bibliografía:

1. Grassi A. (2010): “Adolescencia reorganización y nuevos modelos de subjetividad”.


En Entre niños, adolescentes y funciones parentales. Psicoanálisis e Interdisciplina,

5
https://www.letras.com/grace-vanderwaal/i-dont-know-my-name/traduccion.html
(pp.67-74). Buenos Aires: Editorial Entreideas.

2. Córdova, N. (2019): “Del trauma puberal al acontecimiento adolescente”. Inédito.

3. Córdova, N. (2010): “Del pictograma al pentagrama. Parte I: El entretiempo


adolescente”. En Entre niños, adolescentes y funciones parentales. Psicoanálisis e
Interdisciplina (pp.45-53). Buenos Aires: Editorial Entreideas.

4. Waserman M. (2011): “Condenado a explorar”. En Condenados a explorar. Buenos


Aires: Noveduc.

5. Córdova, N. (2019): “Duelo e historización. Construir (se) un pasado- Elaborar un


duelo”. Inédito.

6. Aulagnier, P. (1991): “Construirse un pasado”. En Psicoanálisis. Revista de APdeBA


sobre Adolescencia XIII Nº 3.

7. Puget, J (1999): “Historización en la adolescencia”. En Cuadernos de ApdeBA Nº 1


de Niñez y Adolescencia. Buenos Aires, Publicación de la Asociación Psicoanalítica
de Buenos Aires.

8. Kaës. R. (2000): “Introducción: Transmisión de la vida psíquica entre generaciones”.


Buenos Aires: Ed Amorrortu.

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