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Acaba de acontecer el asesinato de Fernando Villavicencio, en un estado de incertidumbre y

convulsión casi sin precedentes en la historia de nuestra Patria. Observamos con mucho pesar
y sentimos las mas debidas condolencias a familiares y amigos del candidato caído, asesinado
por las mafias políticas y criminales que quieren tomar por asalto a la Patria. Rogamos porque
el Señor tenga misericordia de su alma. Pero es necesario comprender que origino este fatal
incidente y plantearnos seriamente la génesis de los problemas que nos agobian como Nación.
Para empezar, sufrimos un estado de desorden y división que Villavicencio denuncio tan
valientemente, por lo que recordamos las palabras de José Antonio Primo de Rivera sobre la
situación de la España de su tiempo: "División engendrada por la lucha de clases, división
engendrada por los partidos políticos y división engendrada por los separatismos locales”.
Cada día vislumbramos como la partidocracia disgrega y enemista a los ecuatorianos en base
de discursos populistas y demagógicos generando discordias con propósitos electorales,
mientras ellos se reparten tras bambalinas el poder. En cierta manera, Fernando observo
aquello y procuro superar este falso discursillo. También observamos en el Ecuador de hoy la
lucha de clases que José Antonio anotó: está esta personalizada en el resentimiento infundado
desde la época correísta a las clases obreras contra los llamados “pelucones” y por el clasismo
malsano de las oligarquías ecuatorianas. Con respecto al separatismo, si bien no tenemos
movimientos separatistas organizados, si encontramos alguna que otra semejanza en el
indigenismo plurinacional, que busca como finalidad ultima la balcanización cultural de la
Patria. Villavicencio vio gran parte de estos problemas procurando entregar un mensaje
superador de gran parte de ellos. Lo que Villavicencio no vio, fue que el mismo sistema que
defendía era el que generaba estas problemáticas. Como decía Maurras: "No es que la
democracia este enferma, sino que la enfermedad es la democracia”. Y es ese mismo sistema
el que permitió su asesinato, sin saber garantizarle su seguridad e integridad. Lo mismo con la
ineptitud de nuestro gobierno para enfrentar la crisis social que enfrentamos los ecuatorianos
por la delincuencia exacerbada. Debemos desechar este sistema inútil y asesino. Por lo tanto,
es necesario superar la falsa dicotomía democracia-dictadura, y volver a una concepción
verdaderamente tradicional y católica del Estado, para que se cumplan las palabras de Antonio
de Oliveira Salazar (caudillo de Portugal): "El Estado es el ministerio de Dios sobre la tierra para
garantizar el Bien Común". La memoria de Fernando y de todos los inocentes caídos lo
requieren. Hay que restituir la moral nacional y elevar los esfuerzos nacionales por una Causa
plausible y certera, que permita combatir efectivamente a los criminales que desean
aterrorizar al pueblo y destruir la Patria. Y esa Causa es la que Don Juan Manuel de Rosas
(llamado “El Restaurador de las Leyes” en la Argentina) ofreció a los bonaerenses en su
discurso de posesión en la Gobernación de BA: "La Causa que vamos a defender es la causa de
la Religión, de la Justicia, de la Humanidad y del Orden Público. Es la Causa recomendada por el
Todopoderoso". No debemos temer por un régimen autoritario, porque es justamente la falta
de Autoridad y voluntad política lo que nos arrastró a esta situación calamitosa y permitió la
muerte de este inocente. Ese régimen cumplirá la premisa capital de nuestro Magno Caudillo:
Don Gabriel Garcia Moreno: "Libertad para todo y para todos, menos para el Mal y los
Malhechores” garantizando la seguridad de los buenos y el castigo a los malos. Para finalizar,
es necesario rezar y reparar, pero nuestra lucha también es por Dios y por la Patria. Estamos
llamados a levantar aquel estandarte públicamente, defendiendo la Cristiandad y la Fe de
nuestro pueblo, hoy múltiples veces defenestrada por enemigos internos y externos. Nos
tocan épocas donde deberemos ser lacónicos y militantes para restaurar la Patria según los
designios de Nuestra Señora de El Buen Suceso! El recuerdo de Fernando Villavicencio
permanecerá en los que amamos a la Patria y anhelamos paz y seguridad.

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