Está en la página 1de 2

al amor pueden ser extremadamente poderosas, llegando con frecuencia a ser irresistibles, y

pueden ser tanto placenteras como dolorosas (sobre todo en el mundo occidental). El amor en
sus diversas formas actúa como importante facilitador de las relaciones interpersonales y,
debido a su importancia psicológica central, es uno de los temas más frecuentes en artes
como el cine, la literatura o la música.
Desde el punto de vista de la ciencia, lo que conocemos como amor parece ser un estado
evolucionado del primitivo instinto de supervivencia, que mantenía a los seres
humanos unidos y heroicos ante las amenazas y facilitaba la continuación de
la especie mediante la reproducción.4
La diversidad de usos y significados y la complejidad de los sentimientos que abarca hacen
que el amor sea especialmente difícil de definir de un modo consistente, aunque,
básicamente, el amor es interpretado de dos formas: bajo una concepción altruista, basada en
la compasión y la colaboración, y bajo otra egoísta, basada en el interés individual y la
rivalidad. El egoísmo suele estar relacionado con el cuerpo y el mundo material; el altruismo,
con el alma y el mundo espiritual. Ambos son, según la ciencia actual, expresiones de
procesos cerebrales que la evolución proporcionó al ser humano; la idea del alma, o de algo
parecido al alma, probablemente apareció hace entre un millón y varios cientos de miles de
años.5
A menudo, sucede que individuos, grupos humanos o empresas disfrazan su comportamiento
egoísta de altruismo; es lo que conocemos como hipocresía, y encontramos numerosos
ejemplos de dicho comportamiento en la publicidad. Recíprocamente, también puede ocurrir
que, en un ambiente egoísta, un comportamiento altruista se disfrace de egoísmo: Oskar
Schindler proporcionó un buen ejemplo.
A lo largo de la historia se han expresado, incluso en culturas sin ningún contacto conocido
entre ellas, conceptos que, con algunas variaciones, incluyen la dualidad esencial del ser
humano: lo femenino y lo masculino, el bien y el mal, el yin y el yang,
el ápeiron de Anaximandro.

Dos formas de entender el amor


Los seres humanos podemos desarrollar en esencia dos tipos de actitudes: bajo una de ellas
somos altruistas y colaboradores, y bajo la otra somos egoístas y competidores. Existen
personas totalmente polarizadas hacia una de las dos actitudes por voluntad propia; por
ejemplo, los monjes budistas están totalmente volcados hacia el altruismo, y los practicantes
del objetivismo, hacia el egoísmo. Y también existen personas que combinan ambas formas
de ser, comportándose, unas veces, de forma altruista y colaboradora, otras, de forma egoísta
y competitiva, y otras, de forma parcialmente altruista y competitiva. En algunas partes del
mundo predomina el altruismo (Tíbet), de modo que el egoísmo se ve en general como algo
negativo. Y existen grupos humanos donde sucede lo contrario. Todas las guerras de la
historia nacieron del egoísmo por parte de, al menos, uno de los dos bandos; todas las
situaciones conflictivas del ser humano proceden del egoísmo.

Enfoque científico del egoísmo y el altruismo


Representación simplificada de la teoría de
Dawkins acerca del «egoísmo» de la información genética. Todos los genes, como unidades
de supervivencia, son en sí mismos «egoístas», compitiendo entre sí y con los de otros
individuos. Una vez alcanzado cierto grado de organización durante el proceso evolutivo de
las especies, la información genética que produzca un fenotipo egoísta será a la larga
autodestructiva a nivel del grupo humano, mientras que la que produzca un fenotipo
altruista (de egoísmo altruista a nivel de gen) facilitará la supervivencia de dicha
información. Con los genes actuando irracionalmente, y bajo la «ley natural del más
fuerte», se producirá inevitablemente una supremacía del «gen de egoísmo altruista». El
intercambio de la reproducción sexual a su vez repartirá dicha información genética entre
toda la población.6
Richard Dawkins interpreta ambas actitudes como las expresiones del instinto de
conservación del individuo (egoísmo) y de la especie (altruismo). Explica que, según una
teoría aceptada por algunos biólogos, heredamos los genes responsables de tales actitudes
de especies antecesoras, y que, antes de nuestra llegada, la evolución biológica estuvo
probablemente controlada por un mecanismo denominado «selección de grupos»; en virtud de
este mecanismo, los grupos de individuos en los que hubiese más miembros dispuestos a
sacrificar su vida por el resto tendrían mayor probabilidad de sobrevivir que los que estaban
compuestos por individuos egoístas; esto daría como resultado que el mundo terminase
poblado por individuos altruistas. Es una teoría que, aunque proporciona una explicación para
el hecho de que actualmente el altruismo predomine en el mundo, genera gran controversia
en el mundo científico por contradecir directamente la teoría darwinista; por ello, la explicación
personal del autor acerca de la supervivencia del altruismo en el marco darwinista del
egoísmo individual es que la unidad de supervivencia no es el individuo, sino el gen; es decir,
bajo este punto de vista, los seres humanos y los grupos de seres humanos somos
«máquinas de supervivencia» «creadas» por los genes en su propio beneficio. 6

También podría gustarte