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WARMILLUVIA,

MACHOLLUVIA

E n el cielo vivían dos hermanitos, eran hijos del dios Inti. La niña era tranquila y
perseverante, el niño travieso e impetuoso. El dios Inti, para entretenerlos les
dio sendos regalos. A la chica le entregó un cantarito de agua y al niño una vara
que despedía rayos. La niña se entretenía echando poco a poco, desde su cantarito,
gotitas de agua a la tierra. De ese modo, pasaba todo el día sin aburrirse. Su hermanito,
en cambio, se cansó pronto de su juguete e irritado arrojó su varita a las nubes. Por eso,
cuando las nubes chocan entre sí, sacuden la varita que por allí vaga y se producen los
rayos. Envidioso de la divertida ocupación de la niña, el muchachito pidió a su padre un
regalo igual al de su hermana. El dios, entonces, le dio un cantarito más grande. El niño
se puso a jugar imitando a la niña; pero pronto se aburrió e irritado, vació de golpe todo
el agua contenida en su vasija marchándose a buscar otra ocupación. El tiempo ha
pasado y los hermanos siguen jugando de esta manera: la niña dejando caer
pacientemente durante todo el día las gotitas de agua de su cantarito; y el niño,
impaciente, echando de un tirón toda el agua de su vasija. En la tierra, todos conocen a
la niña como Warmilluvia y al niño como Macholluvia. Y aunque parezca increíble, los
hombres prefieren enfrentarse a acholluvia antes que a warmilluvia. Porque mientras el
primero los puede asustar con su violento y abrumador chaparrón, pero dura poco y
permite proseguir con las labores cotidianas. La warmilluvia, en cambio, siendo más
suave aguacero, molesta todo el día, y es capaz de mantener dentro de sus casas o
guaridas a hombres y animales, inmovilizándolos de toda tarea productiva.
“Destruye menos el violento maretazo que el manso pero incansable oleaje.”

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