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FICHA DE CÁTEDRA1
La redefinición del lugar de infancias, juventudes y trabajo docente en la
contemporaneidad
Adriana Puiggrós, pedagoga argentina, considera que la educación constituye un producto y una
práctica social compleja que se desarrolla en un marco de condiciones de producción propias,
internas; si bien existen las correspondientes relaciones con los factores externos -los procesos
sociales-. Estos son mediatizados a través del vínculo pedagógico, conformándose los sujetos
pedagógicos.
Si la escuela es un producto histórico, sus sujetos también lo son. En nuestra cotidianidad se nos
confunden las características de los chicos de seis años o de los jóvenes de trece con las
características de los alumnos de primer grado de la escuela primaria o de los de primer año de
nuestra tradicional escuela secundaria. Sin embargo, un niño y un alumno, un jóven y un
estudiante, no son equivalentes. Un niño, un jóven, no es un ente natural: es un sujeto producido
socialmente en unas determinadas coordenadas sociohistóricas. El valor de universalidad
otorgado a las caracterizaciones de la infancia o la juventud ha sido puesto en cuestión mediante
procesos de investigación y reformulación conceptual iniciados fundamentalmente por los estudios
socio-antropológicos.
Los conceptos que nos han llevado durante años a clasificar las “edades de la vida” son
categorías con fronteras imprecisas que se determinan desde múltiples situaciones sociales
configurantes de marcos de sentido. Así, por ejemplo, es conocida la disputa teórica que ha
desarrollado en torno al concepto “juventud”, a su difícil delimitación; de ella destacamos la
coincidencia de distintos analistas en cuanto a que la juventud no es algo dado en sí, con atributos
específicos y “naturales”, sino una construcción social con base en ciertas materialidades. La
denominación general “niñez” o “juventud” no tiene como referente un universo único, y no es
posible englobar con las mismas notas distintivas a grupos sociales que tienen grandes
diferencias. Algunos de ellos transitan por esta etapa en términos de “espera”, de
irresponsabilidad provisional, en preparación para el momento de toma de decisiones importantes
de la vida; para otros grupos, estas decisiones importantes no son fruto de un tiempo de espera,
fortalecido en la posibilidad de elección, sino que emanan de circunstancias de la vida que
afrontan mucho más tempranamente. Si a ello se agrega que buena parte de las investigaciones
están desarrollados en el contexto urbano, las categorías teóricas emergentes pueden ser
inadecuadas para la comprensión del ser “niño” o “joven” en otros contextos, como los ámbitos
rurales (Kessler, 2007), lo que señala la tarea de comprender la historicidad específica de las
distintas formas de ser joven.
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La presente ficha de cátedra ha sido elaborada a partir de la recuperación de párrafos textuales de
diversos especialistas en los temas abordados.
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Hablar de la infancia y de la juventud en la sociedad actual no remite solo al estatuto social de una
franja de la población, sino a un problema que compromete las nuevas maneras de configuración
de la cultura contemporánea.
Esta ficha propone entonces realizar un recorrido respecto de la redefinición del lugar de infancias,
juventudes y trabajo docente en la contemporaneidad desde una lectura analítica e histórica.
INFANCIAS2
Este material propone recorrer la redefinición del lugar de infancias. Desde aquí, se abordará la
cuestión de la niñez desde un enfoque de derechos. El pasaje del paradigma protección
cautelar/tutelar, al paradigma de protección integral. Los principios de la Ley 26.206 de
Educación Nacional y La Ley 26.061 de Protección Integral de Derechos de Niñas, Niños y
Adolescentes. Asimismo, pretendemos problematizar la relación entre infancia e igualdad en
educación y las políticas de asistencia y cuidado.
Como abordamos en el comienzo de la Unidad 2, la infancia se piensa a veces como una edad
de la vida. Eso es sólo relativamente cierto. Ocurre que la infancia es una construcción social
que en cada tiempo histórico adoptó características específicas. Lxs niñxs3 fueron concebidos,
recibidos, tratados, institucionalizados, acompañados de modos distintos según las épocas.
Hubo así muchas infancias a lo largo del tiempo. Nuestra propia infancia con el correr de los
años se significa distinto, perdura y se hace presente como personaje de nuestro mundo
interno, reclamando permanente elaboración. Como producción subjetiva la infancia no se da
sin el encuentro con “otros” significativos, como construcción social lleva las marcas y las firmas
de las instituciones por las que empieza a transitar el pasaje del universo de lo privado-familiar-,
a lo público-social-. En la escuela, en el aula, la infancia transcurre y se hace, se la vive y, poco
a poco adopta otros nombres sin desaparecer nunca del todo (Frigerio, 1999)
Las reflexiones y conceptualizaciones en torno a la niñez, suelen tener límites estrechos. Los
niños han sido tradicionalmente mentados y escenificados a partir de representaciones
universalistas: el concepto infancia operó durante bastante tiempo como un enunciado
privilegiado, que alude a un tiempo común y lineal transitado por todos los niños sin
distinciones sociales. Casi como un estado de gracia especial, que oculta las desgracias
2
Este apartado recupera las producciones realizadas en los materiales: Yazyi, M. (2020) Segundo
movimiento: INFANCIA(S) Y EDUCACIÓN DESDE LA PERSPECTIVA DE DERECHOS. Práctica
Sociocomunitaria Hacer escuela: infancia(s), contextos y derechos. Escuela de Ciencias de la Educación.
Facultad de Filosofía y Humanidades. UNC.
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A lo largo del texto se utilizará la referencia “niñxs” para dar cuenta de la diversidad de género: niñas, niños y niñes.
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particulares (Carli, 1994, 3)
Podríamos decir que si bien han existido niñxs desde el inicio de la humanidad, tanto la noción
de infancia o niñez, como las áreas de conocimiento, instituciones y profesiones que se ocupan
de ésta son creadas en un lento proceso histórico que registra grandes variaciones en el último
siglo (Fernández, 2009) Proceso heterogéneo y no necesariamente homologable entre
territorios geográficos, culturas, pertenencias de clase o de género.
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Las principales características de la Convención: su integralidad, la concepción del niño como sujeto de derecho y el paso de las
necesidades a los derechos. El carácter integral implica: -que atraviesa todas las dimensiones de la vida y desarrollo de las niñas y los
niños. -no solo se reconocen derechos desde la perspectiva jurídica, sino que establece las obligaciones estatales de cumplimiento
efectivo. -contiene un conjunto de disposiciones destinadas a reconocer y garantizar los derechos del niño a la sobrevivencia, el
desarrollo, la protección y la participación, derechos que están integrados. -los derechos son estrictamente interdependientes,
exigiendo la satisfacción conjunta de ellos para la consecución efectiva del desarrollo. Ello exige una protección integral de los
derechos debiendo evaluarse en cada caso concreto, cómo impactan las decisiones (políticas, legales, judiciales, escolares, familiares,
comunitarias, etc.) en el acceso efectivo e integral a los derechos que tal instrumento consagra.
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Palabras de DUHALDE, E. (Ex Secretario de Derechos Humanos de la Nación) en la presentación del informe “Derechos de Niños,
Niñas y Adolescentes. Seguimiento de la aplicación de la convención sobre los derechos del niño. Derecho a la identidad: Dimensiones,
experiencias y políticas públicas.”. Dirección Nacional de Atención a Grupos en Situación de Vulnerabilidad de la Secretaría de Derechos
Humanos del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación, con la colaboración de UNICEF. Bs. As. 2009
3
Si desean profundizar estas cuestiones, les invitamos a consultar los textos Diker G. (2009)
Pp 33-51 y Melgarejo, M (2015) en Revista “Para Juanito” (p. 6- 10).
Siguiendo los aportes de Firpo y Salazar (2011) los procesos políticos en el advenimiento del
siglo XXI en Argentina, se caracterizan por la inscripción de la niñez en un juego de bisagras en
gran medida paradójicas: Por un lado adquirió visibilidad, y por otro se produjo cierta
in-visiblización dadas las consecuencias trágicas que tuvo sobre niñxs la modificación de la
estructura social en Argentina.
Esa nueva visibilidad contó con el reconocimiento de los derechos de niñxs, habilitando cierta
universalización de la identidad infantil, en tanto que en la concepción de niñxs “sujetos de
derecho” se inscribieron signos mundiales que disolvieron diferencias y desigualdades locales y
territoriales en una estética global.
Consideramos que si bien la disputa aún permanece, lo que hay es una clara coexistencia de
paradigmas. No hay uno “nuevo” que nació a partir de la ley y uno “viejo” que dejó de existir. La
Ley es el producto de los debates que se vienen dando desde aquellos años de fines del siglo
XIX en la búsqueda de una respuesta a la infancia pobre, y que aún siguen vigentes. Lo que sí
posibilita esta ley es el compromiso para la adecuación jurídica e institucional en todo el
territorio, que también implica puja de concepciones e intereses de diferentes sectores.
Es en este campo –el de la niñez- donde van a aparecer claramente en escena las
características de la política social referidas a la integralidad, la territorialidad, la transversalidad
y la participación social, ya que de lo contrario la Ley 26.061 permanecería como letra muerta,
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así como en parte lo fue la adhesión de nuestro país a la Convención Internacional de los
Derechos del Niño (CIDN) en 1994, que permaneció en lo retórico durante más de una década
(Firpo y Salazar, 2011)
En ese sentido, la Ley 26.061 abre el camino hacia una nueva institucionalidad por medio de:
-la creación de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, en el ámbito del
Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, facultándola a la conformación del Consejo Federal
de Niñez, Adolescencia y Familia, bajo la intención de una representatividad federal en lo que
atañe a la niñez en todo el ámbito nacional.
-se elabora un Plan Nacional de Acción para la implementación de la normativa y su adecuación
administrativa, financiera, legislativa y jurídica en el territorio nacional, contemplando los
lineamientos de la política social nacional de integralidad, transversalidad, territorialidad y
participación; lineamientos ideológica y políticamente coherentes con el principio rector del
interés superior del niñx enunciado en la CIDN6.
A partir del principio de corresponsabilidad, se impulsaron además, acciones legislativas y
administrativas vinculadas a otras áreas directamente enlazadas con la niñez y la educación.
Aún con sus contradicciones, es posible reconocer que desde el año 2003 a 2015, se gestó un
proceso de reconstrucción social, desde un nuevo paradigma económico y político, centrado en
la producción nacional y restitución derechos, desde un Estado presente, activo y promotor. El
Gobierno recupera el espacio simbólico perdido, lo público. Se convocaron a las organizaciones
sociales y comunitarias en la recuperación de la participación y construcción colectiva de
ciudadanía; se pasó del concepto de beneficiario al de sujeto de derecho/ titular de derechos en
todos los ámbitos de la vida social (Políticas Sociales del Bicentenario, 2011)
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(Artículo 3.1 CIDN) Según el Principio del Interés superior del niñx todas las medidas concernientes a la infancia que tomen "las
instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos. Se
atenderá al ‘interés superior del niñx’ como una consideración primordial". El "interés superior del niñx", no alude, ni puede aludir, más
que a la satisfacción de sus derechos fundamentales.
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El 80 por ciento del monto se abona mensualmente a los titulares vía transferencia bancaria y a través del sistema de pagos de la
ANSES. El veinte por ciento restante se acumula en una caja de ahorro a nombre del titular y se percibe a través de una tarjeta
magnética una vez por año y sólo con la condición de entregar los certificados de salud y educación, ya que se establece la
obligatoriedad de los controles sanitarios y del plan de vacunación para lxs niñxs menores de cuatro años de edad, así como la
concurrencia a establecimientos educativos públicos para lxs niñxs de cinco a 18 años de edad.
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La AUH parte de una concepción del paradigma de protección integral, no hay discrecionalidad,
va universalizándose en etapas de inclusión, inicialmente no incluía a las embarazadas, y se va
ampliando. Podríamos decir que al ampliar derechos, se amplía la inclusión, desde el
paradigma de protección integral. Fortalecer la familia y el centro de vida, acompañado de
fortalecimiento escolar, contar con ingreso para lxs chicxs y para la autonomía de ese grupo
familiar.
La AUH, representa un avance importante (…) que, sin lugar a dudas, establece un
piso y un punto de partida para millones de niños y niñas de nuestro país. La
inclusión del carácter universal a la ley abre nuevas condiciones de posibilidad para
profundizar derechos históricamente vulnerados de la infancia en la Argentina e
instala en el imaginario social una responsabilidad política de la democracia
(Redondo, 2012, p.110)
Asimismo, desde la Asignación Universal por Hijo para Protección Social, los programas y
espacios socioeducativos y comunitarios se constituyen en espacios complementario que
reciben y acompañan la escolaridad de quienes reingresan y/o ingresan por primera vez al
sistema educativo.
Resulta interesante observar como políticas sociales se van materializando en el territorio, en
prácticas y sujetos concretos, de carne y hueso, derechos que quizás antes eran impensados.
Las políticas habitan el territorio, habitan las instituciones, permite que en cierta medida el
Estado se haga presente, de la mano de sujetos sociales, aquellxs que las promueven,
informan, acompañan su implementación y aquellxs que son titulares de derechos.
6
en el trabajo de los educadores y en la transmisión cultural, en el sentido que lo entiende
Laurence Cornú (1999), desde la educación cotidiana que habilite la apertura a mundos
culturales, podríamos decir que: se hace escuela, se hace educación, se construye igualdad.
Les proponemos la lectura del texto de Redondo, P. (2012), donde se aportan aristas
interesantes respecto de la noción de ciudadanías plenas y protagonismo infantil.
A modo de cierre
La conquista de derechos, no pueden pensarse sin tener en cuenta que los sujetos son
individualidades insertas en el marco de proyectos colectivos de participación. Construir
propuestas pedagógicas requiere prolongar la mirada, atender en clave de justicia lo que
acontece hoy pero también mañana… pensar y nombrar a las infancias representa un acto
político... (Redondo, 2012).
Los adultos, en tanto sujetos políticos, tenemos la responsabilidad de proyectar y acompañar la
construcción de espacios de posibilidad, de diálogos de igual a igual (y sin engaños al decir de
Griselda Gambaro), desde la invención de experiencias pedagógicas, que necesariamente
habiliten la palabra de niñxs en torno a sus derechos.
Referencias bibliográficas
Carli, S. (comp.) (1999). La infancia como construcción social. En: De la Familia a la Escuela:
Infancia Socialización y Subjetividad. Buenos Aires: Santillana.
Diker G. (2009) ¿Qué hay de nuevo en las nuevas infancias? Colección 25 años, 25 libros. Vol.
23. Ed. Biblioteca Nacional y Universidad General Sarmiento.Pp 33-51
Redondo, P. (2012) “Entre” generaciones: infancia, tiempo y política. En: Southwell, M. Entre
generaciones. Exploraciones sobre educación, cultura e instituciones. Rosario: Homo Sapiens.
Melgarejo, M (2015) “Políticas Públicas para la niñez y la adolescencia” Revista para Juanito (p.
6- 10) Número 6 – Infancias y escuelas. Fundación La Salle Argentina
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JUVENTUDES8
Frente a esa primera caracterización, Vommaro propone que la juventud es una noción
dinámica, sociohistórica y culturalmente construida, que es siempre situada y relacional.
Y en ese sentido, considera a la juventud como experiencia vital definida en clave relacional,
más que etaria o biológica.
Esta manera de entender la juventud implica una concepción que cobra significado únicamente
cuando podemos enmarcarla en el tiempo y en el espacio, es decir, reconocerla como categoría
situada en el mundo social (Chaves, 2006). El sujeto joven está constituido en y por una trama
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Este trabajo adhiere plenamente al lenguaje inclusivo como expresión superadora de ciertas hegemonías
culturales aún visibles en el uso lingüístico; no obstante, solo por cuestiones redaccionales y/o estilísticas,
se ha adoptado la forma binaria a/o-as/os para expresar las marcaciones de género.
9
Investigador argentino especializado en Estudios de Políticas y Juventudes.
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material y simbólica en el marco de correlaciones de fuerzas –también materiales y simbólicas–,
en el seno de formaciones sociales concretas.
Por ende, no existe un sujeto joven sino una multiplicidad de posibilidades de constitución,
aparición y presentación de ese sujeto en el mundo social. Un ejemplo recurrente es la
tendencia a calificar a los jóvenes como rebeldes o a la juventud como rebelde. Se trata de una
generalización que hace referencia a uno de los modos específicos en que se produce juventud
y no a un ser joven unívoco y homogéneo. Hay otras juventudes, otras tramas materiales y
simbólicas que las constituyen. De este modo, la propuesta es hablar de juventudes en plural.
Juventudes y política
Los jóvenes son hoy protagonistas de las principales movilizaciones, impulsando
organizaciones y formas de agrupamiento, dinamizando el conflicto social y expresando muchos
de los elementos que conforman las agendas públicas de las sociedades contemporáneas. La
importancia creciente de las juventudes en las sociedades actuales, sobre todo en relación con
los procesos políticos, puede ser pensada en base a cinco elementos que se destacan:
➢ La generación no puede ser considerada como una mera cohorte, ligado directamente a
la edad de los individuos, o a la proximidad en las fechas de nacimiento.
➢ Una generación tampoco puede comprenderse sólo a partir de la coexistencia en un
tiempo histórico común.
Una generación se configura cuando se tienen problemas en común que se expresan en una
experiencia alteradora, y en ese sentido, las generaciones se caracterizan, también, por sus
movimientos de ruptura. Una generación parece surgir a partir de una experiencia originaria,
como punto en el que se constituye una nueva sensibilidad, un adoptar un lugar en una
escena.
Desde esta óptica, ¿a qué generación de jóvenes consideran que pertenecen ustedes?
La perspectiva propuesta por Vommaro busca confrontar con la idea de que los jóvenes, en
cuanto tales, tienen mayor predisposición ya sea a la acción y a la participación o al desencanto
con la política y a la retracción de los compromisos públicos. Es decir, confronta con ideas
esencialistas y polarizadas propias del sentido común referidas a los jóvenes como rebeldes o
apáticos ante la política. Así como también de la consideración de la juventud en clave
biológica.
En las últimas décadas es posible observar entre los jóvenes un doble desplazamiento. En
primer lugar, desde las formas clásicas de organización y participación política hacia otro tipo de
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espacios y prácticas, en los que no sólo no rechazaban la política, sino que se politizaban sobre
la base de la impugnación de los mecanismos delegativos de participación y toma de
decisiones. Este es el movimiento que signó los años ochenta y –más fuertemente– noventa
(podríamos fecharlo en el período 1983-2002/3). En segundo lugar, una trayectoria que marca
una nueva parábola de recomposición de la política partidaria e institucional centrada en el
estado; un reencantamiento con lo público estatal y con las formas clásicas de participación
política. Es decir, el surgimiento de organizaciones que se nombran o autoperciben como
juveniles, que se constituyen desde o en diálogo fluido con el estado y encuentran en las
políticas públicas de ciertos gobiernos latinoamericanos (que denominan progresistas o
populares) espacios fértiles de acción y desarrollo de sus propuestas. Son grupos que en
algunos casos están vinculados a juventudes partidarias y que en todos los casos se presentan
como base de apoyo de los gobiernos en cuyas políticas o instituciones participan (Rodríguez,
2012). Esta es la dinámica que marca el proceso de recomposición que caracterizó a la
Argentina luego de 2003.
En la dinámica histórica, como lo señala Bauman (2007) las generaciones pueden sucederse,
pero también superponerse. De esta manera, el conflicto intergeneracional se expresa en las
dinámicas políticas, sociales y culturales de las sociedades en los que se producen. Además,
en un mismo momento histórico pueden coexistir –muchas veces en tensión– diferentes
maneras de producir juventud y de ser joven (Ghiardo, 2004, p. 44). Así comprendidos, los
jóvenes son producidos –por el sistema de dominación–. En tanto colectivos organizados
producen –resistencias, prácticas alternativas, creaciones, innovaciones–, y se producen,
generando estéticas, modos de ser y subjetividades que los singularizan.
La contracara de este lugar de creciente importancia que las juventudes han ganado en las
sociedades del presente son los procesos de desigualdades y segregaciones que los jóvenes
están viviendo. Así, según diversos informes, situaciones como el desempleo o la pobreza se
duplican o triplican entre los jóvenes; que no sólo atraviesan desigualdades materiales, sino
también étnicas, sexuales y de género, territoriales, culturales, políticas y religiosas, entre otras.
Ofrecemos un listado de artículos que —si bien no agota todas las posibilidades— ofrece
distintas lecturas de las juventudes en la clave recién presentada. Les invitamos a explorar y
profundizar sobre aquellos que sean de mayor interés:
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Desplegando sus diversidades constitutivas y emprendiendo acciones para contrarrestar las
desigualdades a las que están expuestas, las juventudes contemporáneas expresan
cotidianamente su capacidad de innovación, disrupción y producción política, marcando muchas
veces las agendas públicas e instituyéndose en emergentes de conflictos sociales más
generales. De esta manera, diversidades y desigualdades son dos de los principales rasgos que
pueden caracterizar a las juventudes en la actualidad.
Referencias Bibliográficas
- Balardini, S. (2000) “Prólogo” en Balardini, Sergio (comp) La participación social y
política de los jóvenes en el horizonte del Nuevo Siglo Buenos Aires, CLACSO Pp. 7-19.
- Bauman, Z. (2007). “Between Us, the Generations”, en Larrosa, J. (ed.). On generations.
On coexistence between generations. Fund. Vivir y Convivir, Barcelona, 2007. Pp.
365-376.
- Chaves, M. (2006). “Investigaciones sobre juventudes en Argentina: estado del arte en
ciencias sociales 1983-2006” . Papeles de trabajo 5. Buenos Aires, IDAES-Universidad
Nacional de San Martín.
- Ghiardo, F. (2004) “Generaciones y Juventud: una relectura desde Mannheim y Ortega y
Gasset” en Ùltima Década núm. 20, 2004. Centro de Estudios Sociales, Chile. pp. 11-46
- Vommaro, P. (2015) Juventudes y políticas en la Argentina y en América Latina :
tendencias, conflictos y desafíos . - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Grupo
Editor Universitario. Recuperado de
http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20160905042410/Juventud-y-Politicas.pdf
- Rodríguez, E. (2012). Movimientos juveniles en América Latina: entre la tradición y la
innovación. Montevideo, CELAJU – UNESCO.
TRABAJO DOCENTE
Parece natural.
La maestra con cara de sueño
abre la puerta del aula todos los días a las nueve de la mañana. (...)
Todos los meses le ingresan su nómina en una oficina bancaria (...)
Con otras compañeras acude a un gimnasio
y ahora está tomando un curso sobre el uso de Internet.
Sin embargo, lo que muestra el escenario es una formación social.
Un proceso socialmente construido. Nada natural.
Martínez Bonafé (1998, p. 13)
¿Por qué hablar de trabajo docente? ¿Cuál es su especificidad? partimos de la convicción que
los docentes son profesionales formados para las prácticas de la enseñanza, es decir, han
realizado estudios sistemáticos sobre los asuntos de la enseñanza. Al respecto, Hargreaves
(1994) menciona:
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La enseñanza es un tipo de trabajo (...) es también un oficio: un conjunto de tareas y
relaciones humanas estructuradas de determinadas maneras. De igual modo, la escuela
-el lugar donde trabaja la mayoría de los maestros a sueldo- es algo más que un
armazón vacío de paredes y ventanas; más, incluso que un ambiente de aprendizaje
para sus alumnos. La escuela es también el centro de trabajo de sus profesores (...) Este
centro está estructurado por medio de recursos y relaciones que pueden hacer que el
trabajo sea más fácil o más difícil, fructífero o fútil, remunerador o desalentador (p.42)
El trabajo docente, además de involucrar a las prácticas de enseñanza, está condicionado por:
el diseño de políticas educativas -legislaciones o normativas-, el funcionamiento institucional,
tiempos administrativos, el trabajo fuera del aula, entre otros, en el marco de procesos políticos
coyunturales que regulan las prácticas. Teniendo en cuenta que el contexto social es productor
de significados, discursos y genera condiciones para el trabajo docente, recuperamos los
aportes del sociólogo argentino Ricardo Donaire (2012) en su libro "Los docentes en el siglo
XXI" donde aborda la situación de los docentes y deja un interrogante inquietante
¿empobrecidos o proletarizados? el autor señala que a lo largo de la historia se ha configurado
una descalificación y proletarización, en tanto el docente tendería a dejar de ser alguien que
maneja un oficio y que tiene la capacidad de diseñar y llevar adelante un proceso de trabajo en
forma integral, pasando a ser, cada vez más, un mero ejecutor o administrador de
procedimientos que diseñan otros por fuera de la propia actividad con los alumnos.
Reconociendo esta tensión y en consonancia con Donaire (2012) el trabajo docente implica el
ejercicio de una función intelectual creadora. Sostenemos que el trabajo de
enseñar-íntimamente ligado al cumplimiento del derecho social a la educación- es hoy un
trabajo complejo. Las condiciones que hacen a la complejidad no son solamente "técnicas" en
relación al trabajo o "internas" al lugar donde se desarrolla ese trabajo, la escuela. Hay un
contexto de profundas transformaciones sociales, políticas y culturales que tienen que ver con
esta complejidad. En esta dirección destacamos el carácter reflexivo, intelectual y transformador
del ejercicio de la docencia. En tanto agentes socialmente activos, se trata de sostener una
reflexión crítica contextualizada en el marco de las condiciones concretas, objetivas, materiales
en que se inscribe su tarea.
Tenti Fanfani (2008), sociólogo argentino, señala que los docentes, al igual que cualquier otra
categoría social, no constituyen una esencia o sustancia que puede ser aprehendida en una
definición particular. Su especificidad puede ser definida a partir de la identificación de un
conjunto de características cuya combinatoria define su particularidad en cada sociedad y en
cada etapa de su desarrollo.
La docencia, como categoría social, tiene la edad del Estado nacional y el sistema escolar
moderno. El maestro es una construcción social estatal. En este marco, el autor presenta
algunas de las tensiones que se constituyen como antecedentes a las luchas por la definición
social del docente.
Por un lado, es posible describir una puja entre la concepción de la docencia como
actividad fuertemente vocacional o como profesión. Para ello Tenti Fanfani destaca los
componentes básicos de la idea de vocación:
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Estos componentes configuran una particular dignidad del oficio de enseñar; pero la idea de
profesión tiene otro contenido:
De este desarrollo, Tenti Fanfani sostiene que vocación y profesión no son términos
contradictorios sino dos componentes presentes en proporciones desiguales según
determinado momento histórico. Por ejemplo, en el momento fundacional del oficio del maestro
el contenido vocacional tiende a predominar sobre el componente profesional, tal como puede
apreciarse en los postulados de la corriente normalista. Sin embargo, el “equilibrio de poder”
entre ambos componentes varía en función de las circunstancias históricas. Hoy suele decirse
que el elemento estrictamente “vocacional” no es el que predomina en el cuerpo docente de la
mayoría de los países occidentales. En todo caso, el magisterio tiende a ser tan vocacional
como cualquier otra actividad (la medicina, la ingeniería o el derecho). Sin embargo, existen
indicios de que la vieja idea de vocación todavía hoy está más presente entre los maestros que
en el resto de las ocupaciones modernas.
Por otro lado, desde el surgimiento de la profesión docente a hoy, se ha producido una crisis
de la identidad tradicional de los docentes como resultado de tres grandes cambios dados
en diversos planos de la vida social:
El autor también advierte que es preciso tener presente que el trabajo docente es cada vez más
colectivo, en la medida en que los aprendizajes son el resultado no de la intervención de un
docente individual sino de un grupo de docentes que en forma diacrónica o sincrónica trabajan
con y sobre los mismos alumnos. A su vez, y recuperando la voz de Achilli (1986), el docente
despliega su práctica en el contexto de la escuela, inserto en una organización jerárquica,
que trasciende la misma institución escolar al engarzarse en lo estatal. Esta característica de su
inserción ubica al docente como subalterno de una estructura en la que jerárquicamente- y
desde el estado- se van tomando decisiones que tienen que ver tanto con los contenidos
temáticos, como con los aspectos didácticos y metodológicos, pasando por los criterios
disciplinarios hasta la reglamentación de todas las actividades que en la escuela se van
“ejecutando”.
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La especificidad de la tarea docente, una mirada hoy
Flavia Terigi, pedagoga argentina, propone una serie de reflexiones para comprender la tarea
docente ante el advenimiento de una pandemia mundial. De una selección que realizamos de
su texto “Educación en el hogar comandada por la escuela”, ella escribe:
Hay algo más que estamos aprendiendo: las tecnologías ofrecen una condición fenomenal para
poder mantenernos en contacto y para tratar de producir de otra forma algo del orden de la
enseñanza, pero las expectativas puestas con frecuencia en lo que podrían hacer para
reemplazar a la escuela están muy lejos de cumplirse. No se trata solo de que las brechas
tecnológicas (en dispositivos y en conectividad) y las de uso profundicen desigualdades
existentes, sino de que las tecnologías no pueden –si alguna vez lo harán, no es ahora– ya no
digamos imitar a la escuela (no parece un objetivo deseable), sino producir un entorno
comunicativo en el que no se pierdan algunos de los efectos valiosos que esta logra o puede
lograr por el simple pero históricamente revolucionario recurso de la copresencia. Faltan cosas
que suceden cuando estamos juntxs: faltan las explicaciones de lxs docentes mientras
monitorean en los gestos si lxs estudiantes lxs están escuchando y entendiendo, faltan
comentarios y correcciones que lleguen en momentos oportunos, faltan lxs compañerxs con
quienes y de quienes es posible aprender, las formas de diálogo típicamente escolares y, claro,
falta otra vivencia de la corporalidad. Las tecnologías permiten otras formas de la experiencia
humana; las que permite la escuela, al parecer, no se reemplazan.
Para reflexionar
Una lectura…
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Referencias bibliográficas
Martinez Bonafé, J. (1997) Trabajar en la escuela. Profesorado y reformas en el umbral del
s.XXI
Tenti Fanfani, E. (2009) Notas sobre la construcción social del trabajo docente. En “Aprendizaje
y desarrollo profesional docente. OEI/Fundación Santillana, Madrid 2009, pp. 39-49.
Referencias
Puiggrós, A. (1990) Sujetos, Disciplina y Curriculum en ios orígenes del sistema educativo
argentino. Buenos Aires, Editorial Galerna.
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