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Juicios de Núremberg
Tribunal
Fecha
Sentencia
El primer y más destacado juicio de Núremberg escuchó a 240 testigos en un proceso en el que
se leyeron aproximadamente 300.000 declaraciones. Entre los 24 acusados, el tribunal dictó 12
condenas a muerte, siete de prisión y tres absoluciones.[4] Al menos cuatro procesados se
suicidaron antes o después de haber sido condenados en los juicios.[5]
La tipificación de los crímenes y abusos realizada por los tribunales y los fundamentos de su
constitución representaron un avance jurídico que sería aprovechado posteriormente por las
Naciones Unidas para el desarrollo de una jurisprudencia específica internacional en materia
de guerra de agresión, crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad, así como para la
constitución, a partir de 1998, del Tribunal Penal Internacional permanente. De esta forma, el
proceso Núremberg marcó el inicio de una “Justicia internacional”,[6] aunque sin embargo es
en ocasiones considerado como una “Justicia del vencedor” y no está exento de “zonas de
sombras”.[7][8]
La Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) estaba siendo redactada justo después
de finalizar los juicios de Núremberg y mientras aún estaba en funciones el Tribunal Penal
Militar Internacional para el Lejano Oriente. Aunque el acuerdo sobre el respeto al principio de
presunción de inocencia fue alcanzado rápidamente, los redactores estaban preocupados por
el hecho de que una prohibición de la retroactividad pudiera utilizarse para argumentar que en
Núremberg los juicios habían sido ilegales, ya que habían juzgado “crímenes contra la paz” y
“crímenes contra la humanidad”, que no existían previamente en las leyes nacionales. Por ello,
el segundo párrafo del artículo 11 de la DUDH constituye una prohibición a las leyes
retroactivas.[9]
Aunque la legitimidad del tribunal estuvo en entredicho desde el primer momento —al no
existir precedentes similares en toda la historia del enjuiciamiento universal—, los trabajos
realizados para la tipificación de los delitos (también hasta entonces insólitos en su magnitud)
y los procedimientos para el desarrollo de la causa servirían en adelante para la constitución
de la justicia internacional. El espíritu del tribunal que representaba a las fuerzas vencedoras
era que los convictos tuvieran en todo momento un juicio imparcial que se considerara justo
ante el mundo y apegado al derecho internacional.
El pliego de cargos detalla las imputaciones contra los jerarcas nazis y fueron reunidas en tres
grupos definidos sintéticamente de la siguiente manera:[11]
Crímenes contra la paz: la dirección, preparación, desencadenamiento y desarrollo de una
guerra de agresión o de una guerra en violación de los acuerdos internacionales.
Crímenes de guerra: violación de las leyes y usos de guerra. En estas violaciones se incluyen «el
asesinato, los malos tratos o la deportación para trabajos forzados, o cualquier otro fin, de
poblaciones civiles de los territorios ocupados, el asesinato o malos tratos a prisioneros de
guerra o náufragos, la ejecución de rehenes, el saqueo de bienes públicos o privados, la
destrucción innecesaria de ciudades, o la devastación no justificada por exigencias militares».
Además, a la hora de dictar las sentencias, se incluyó un cuarto delito, conspiración contra la
paz.[12]
Entre quienes habían muerto antes de ser juzgados se consideraba probado que estaban el
Führer Adolf Hitler, Joseph Goebbels, ministro de Propaganda, que se suicidó, y Heinrich
Himmler, Reichsführer o capitán general de las SS (incluidas las SD, Sicherheitsdienst,
encargada de los campos de concentración), inspirador y jefe general de todos los
departamentos dependientes de las SS, como la Ahnenerbe, se suicidó, cuando fue capturado
por una patrulla fronteriza inglesa.[cita requerida] Los huidos previamente al procesamiento
fueron Adolf Eichmann, Martin Bormann y Josef Mengele. El primero era oficial mediano de las
SS, interviniente en el plan de concentración y deportación de los judíos capturados por el
Estado (fue secuestrado posteriormente por los servicios secretos israelíes, juzgado en
Jerusalén por un tribunal israelí, condenado a muerte y ejecutado en 1962); Bormann era el
secretario personal de Hitler desde 1942, y Mengele era oficial de las SS y médico en el campo
de concentración de Auschwitz, al que se acusaba de experimentos inhumanos de extrema
crueldad sobre los cuerpos de adultos y niños judíos internados en dicho lugar.
Propiamente, existe un juicio llevado a cabo por el Tribunal Penal Militar Internacional,
instituido por medio de la Carta de Londres, en 1945. Existieron además una serie de juicios
llevados a cabo con posterioridad al principal, donde se juzgaron a los funcionarios menores
del Estado, Ejército, doctores e industriales alemanes.
La lista de los juicios es la siguiente:
El juicio contra Erhard Milch, oficial alemán, acusado de graves crímenes en campos de
concentración.
El «juicio de los jueces», seguidos contra 16 abogados y jueces que establecieron el aparato
jurídico nacionalsocialista. Fueron acusados y encontrados culpables de conspiración criminal,
crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, entre los que se destaca la aplicación de
las leyes de higiene racial y las leyes y decretos contra la población judía, por ejemplo someter
por orden judicial a los enfermos a esterilización médica o condenar a prisión y a pena de
muerte a judíos que tuvieron relaciones sexuales -probadas o no- con alemanes y condenar
mediante orden judicial a miles de personas a confinamiento en los campos de concentración.
El juicio Pohl, seguido contra la oficina Endlösung, encargada administrativa de los campos de
concentración y exterminio. Su jefe era Oswald Pohl.
El juicio Flick, seguido contra el industrial alemán Friedrich Flick, por la utilización de trabajo
esclavo y crímenes contra la humanidad.
El juicio a IG Farben, empresa química industrial alemana, que al igual que Flick y Krupp,
usufructuó del trabajo esclavo.
El «caso austral» o «juicio de los rehenes», en el cual se persiguió la responsabilidad del alto
mando alemán por las masacres y graves violaciones a las leyes de la guerra durante la
campaña de los Balcanes.
El juicio RuSHA, seguido contra los promotores de la idea de pureza racial y del programa
Lebensborn.
El juicio a los Einsatzgruppen, seguida contra las brigadas de la muerte de las SS que
practicaban el exterminio local de los judíos por medio de los Einsatzgruppen.
El juicio Krupp, seguido contra los dirigentes del famoso grupo industrial, por su participación
en la preparación de la guerra y la utilización de trabajo esclavo durante la guerra.
El «Juicio de los Ministerios», seguido contra los dirigentes del Estado nazi por su participación
en atrocidades cometidas tanto dentro de Alemania como en los territorios ocupados.
El juicio del alto mando, seguido contra los generales del Ejército, Armada y de la Fuerza Aérea
alemana, por la comisión de crímenes de guerra.
El juicio principal contra las principales figuras del Estado y Ejército nazi se llevó a cabo en el
Palacio de Justicia de Núremberg.
Jueces y fiscal
Editar
El tribunal estuvo compuesto por un juez titular de cada uno de los países vencedores y su
respectivo suplente. Estos fueron:
Los críticos de los juicios de Núremberg argumentan que los cargos contra los acusados solo
fueron acusados como “crímenes” después de ser cometidos, y que por lo tanto el juicio fue
nulo, considerado como una especie de “justicia del vencedor”.[16][17]Como observó Bidiss,
“el Juicio de Núremberg continúa hechizándonos… es una cuestión, también, de las
debilidades y los puntos fuertes de los actos en sí mismos. Los indudables fallos continúan
inquietando al pensador.” [18][19][20]Muchas de las críticas a los Juicios de Núremberg se
basan en una escuela de pensamiento legal llamada positivismo legal. Quincy Wright anotó, 18
meses después de la conclusión:
El Jefe de Justicia del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, Harlan Fiske Stone, llamó a los
Juicios de Núremberg un fraude. “[El fiscal en jefe de los Estados Unidos] Jackson está
conduciendo su fiesta de alto grado de linchamiento en Nuremberg” escribió “No me importa
lo que le haga a los nazis, pero odio ver la farsa de que está dirigiendo un tribunal y
procediendo según la ley común. Esto es algo demasiado moralista, un fraude para satisfacer
ideas anticuadas.”[22]Jackson, en una carta analizando las debilidades del juicio, en octubre de
1945 contó al presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman, que los Aliados
“Han hecho o están haciendo algunas de las mismas cosas por las que están procesando a los
alemanes. Los franceses están violando de tal modo la Convención de Ginebra en el trato de
los prisioneros de guerra que nuestro mando está tomando de nuevo los prisioneros que les
envió. Estamos procesando saqueos, y nuestros Aliados los están practicando.”
El asociado al Tribunal Superior de Justicia William O. Douglas declaró que los Aliados eran
culpables de “sustitución de poder por principio” en Núremberg. “Pensé en su momento y sigo
pensando que los Juicios de Núremberg no tenían principio”, escribió. “La ley fue creada ex
post facto para adaptarse a las pasión y al clamor de la época.”[23]El jefe adjunto
estadounidense del Consejo, Abraham Pomerantz, dimitió en protesta al bajo calibre de los
jueces asignados a para juzgar a los criminales de guerra industriales como los IG Farben.[24]
Muchos alemanes que estaban de acuerdo con la idea de castigar los crímenes de guerra,
admitieron su inquietud acerca de los juicios. Un jurista contemporáneo alemán dijo:
La validez del tribunal ha sido cuestionada por una variedad de razones, a saber:
Atractivo como puede sonar este argumento en teoría, ignora el hecho de que va en contra de
la administración de la justicia en cada país. Si fuera verdad, entonces a ningún espía se le
podría dar un juicio legal, porque en ese caso es siempre escuchado por jueces representando
al país enemigo. Nadie ha argumentado todavía que en esos casos fuera necesario llamar a
jueces neutrales. El prisionero tiene el derecho de pedir que esos jueces sean justos, pero no
que sean neutrales. Como apuntó Lord Writ, el mismo principio es aplicable a la ley de
criminales comunes porque “un ladrón no se queja de estar siendo juzgado por un jurado de
ciudadanos honestos”.[26]
Uno de los cargos contra Wilhelm Keitel, Alfred Jodl y von Ribbentrop incluía conspiración por
cometer agresión contra Polonia en 1939. Los Protocolos Secretos del Pacto Nazi-Soviético
(conocido también como Pacto Mólotov-Ribentropp) del 23 de agosto de 1939, proponía el
reparto de Polonia entre alemanes y soviéticos (el cual se llevó a cabo en septiembre de 1939);
no obstante, los líderes soviéticos no fueron juzgados por formar parte de la misma
conspiración.[27] En cambio, el Tribunal proclamó que los Protocolos Secretos del Pacto eran
una falsificación. Además, las fuerzas Aliadas británicas y la URSS no fueron juzgadas por
preparar y dirigir la invasión anglo-soviética de Irán y la Guerra de Invierno, respectivamente.
En 1915, Reino Unido, Francia y Rusia emitieron conjuntamente una declaración explícita, por
primera vez, acusando a otro gobierno, el de la Sublime Puerta, de cometer un crimen de lesa
humanidad. Sin embargo, estos crímenes no obtuvieron un significado específico hasta su
mayor desarrollo en la “Carta de Londres”. Como la definición de lo que constituía un crimen
contra la humanidad era desconocido cuando la mayoría de los crímenes se cometieron, se
puede argumentar que es una ley retrospectiva, en violación de los principios de ex post facto
y del principio general de la ley penal nullum crimen, nulla poena sine praevia lege poenali.
[avalon 1]
El Tribunal estuvo de acuerdo en eximir al mando soviético de acudir a los juicios como
criminales de guerra, con objeto de ocultar los crímenes de guerra contra civiles cometidos por
su ejército, y que incluían el reparto de Polonia en 1939 y el ataque a Finlandia tres meses
después. Esta “petición de exclusión” fue iniciada por los soviéticos y posteriormente
aprobada por la administración del jurado.[28]
Los juicios se llevaron a cabo bajo sus propias “reglas de evidencia”; la defensa del “tu quoque”
fue eliminada, y muchos reclamaron que el espíritu de la asamblea era únicamente “justicia
del vencedor”. La Carta del Tribunal Militar Internacional permitió el uso de “evidencias”
normalmente inadmisibles. El artículo 19 especificaba que:
“El Tribunal no estará sometido a las reglas técnicas sobre pruebas… y admitirá cualquier
evidencia que estime que tiene un valor probatorio”.
“El Tribunal no exigirá pruebas o hechos de dominio público, pero las incluirá en el sumario.
Incluirá también en el sumario los documentos oficiales y los informes de los gobiernos de las
Naciones [Aliadas] Unidas, incluyendo actas y documentos de los comités establecidos en
varios de los países aliados para la investigación de crímenes de guerra, así como las
grabaciones y hallazgos de militares y otros Tribunales de cualesquiera de las Naciones
[Aliadas] Unidas.”
Freda Utley, en su libro de 1949 titulado “El alto coste de la venganza” (en inglés, The High
Cost of Vengeance [2]) acusaba al tribunal de, entre otras cosas, medir con doble rasero.
Desveló el uso de mano de obra esclava y la privación intencionada de víveres a civiles por
parte de los Aliados.[31][32] El personal militar estadounidense y sus esposas estaban bajo
órdenes estrictas de destruir, o si no, de hacer incomestibles sus excedentes sobrantes de
comida para asegurarse de que no pudieran ser aprovechadas por civiles alemanes en los
territorios ocupados.
También destacó que el general Rudenko, el fiscal en jefe soviético, después de los juicios se
convirtió en comandante del campo de concentración de Sachsenhausen. Tras la caída de RDA,
los cuerpos de 12 500 víctimas de la era soviética serían descubiertos en el campo, en su
mayoría “niños, adolescentes y personas mayores”.[33]
Luise, la mujer de Alfred Jodl, se unió ella misma al equipo de defensa de su marido.
Posteriormente entrevistada por Gitta Sereny, mientras investigaba para su biografía de Albert
Speer, Luise alegó que en muchas ocasiones la fiscalía de los Aliados había lanzado acusaciones
contra Jodl basadas en documentos que se negaban a compartir con la defensa. Jodl, sin
embargo, demostró que algunas de las acusaciones hechas contra él eran falsas, como la de
que ayudó a Hitler a ganar control sobre Alemania en 1933. En una ocasión fue ayudado por
un oficinista del ejército estadounidense, que decidió dar a Luise un documento mostrando
que la ejecución de un grupo de comandos británicos en Noruega había sido legítima. El militar
advirtió a Luise que si no lo copiaba inmediatamente no volvería a verlo. [34]
El principal juez soviético, Iona Nikítchenko, presidió algunas de las más notorias farsas
judiciales de Iósif Stalin durante la Gran Purga de 1936 a 1938, donde entre otras cosas
condenó a Kámenev y a Zinóviev.[35] De acuerdo con los archivos soviéticos desclasificados,
de 681.692 personas arrestadas por “contrarrevolucionalismo y crímenes de Estado” fueron
disparadas en 1937 y 1938 en una media de 900 ejecuciones diarias.[36]
El mismo Tribunal discutió fuertemente que la Carta de Londres fuera una ley “ex post facto”,
señalando la existencia de acuerdos internacionales firmados por Alemania que hacían ilegales
las guerras de agresión y ciertas acciones de guerra, citando el Pacto Briand-Kellogg, el Pacto
de la Sociedad de Naciones (parte IX del Tratado de Versalles), y las Conferencias de la Haya.
[avalon 2]
En una editorial del periódico semanal británico The Economist, se criticó la hipocresía de Gran
Bretaña y Francia por apoyar la expulsión de la URSS de la Sociedad de Naciones en 1939 por
su ataque no provocado a Finlandia y seis años después cooperar con la URSS con respeto de
igualdad en Núremberg. También criticaba a los Aliados por su doble rasero en los Juicios de
Núremberg:
“…ni debería el mundo occidental consolarse con que los rusos son los únicos condenables en
el propio Tribunal de justicia de los Aliados… entre los crímenes de lesa humanidad se
encuentra la infracción de bombardeo indiscriminado sobre la población civil. ¿Pueden los
estadounidenses, que lanzaron la bomba atómica, y los británicos, que destruyeron las
ciudades del oeste de Alemania, declararse inocentes de este cargo? Los crímenes contra la
humanidad también incluyen la expulsión masiva de poblaciones. ¿Pueden los líderes
anglosajones, que en Potsdam provocaron la expulsión de millones de alemanes de sus
hogares, sostener que ellos mismos son completamente inocentes…? Las naciones sentadas en
el jurado se proclaman claramente exentas de la ley que han administrado.”[37]
Dentro de estos efectos, sirve destacar que el Tribunal fijó las bases de lo que sería llamado
erróneamente los Principios de Núremberg, hoy recogido en varios aspectos en los Tribunales
Internacionales para la ex Yugoslavia y Ruanda.
Para el escritor italiano Primo Levi, judío superviviente de Auschwitz, los Juicios de Nuremberg
constituyeron una «simbólica, incompleta, parcial y sagrada representación». A pesar de ello,
él mismo afirma que se sintió «íntimamente satisfecho» con el proceso.[38]
recoge una serie de principios que rigen la experimentación con seres humanos, que resultó
de las deliberaciones de los Juicios de Núremberg, al final de la Segunda Guerra Mundial.
Específicamente, el Código responde a las deliberaciones y argumentos por las que fueron
enjuiciados la jerarquía nazi y algunos médicos por el tratamiento inhumano que dieron a los
prisioneros de los campos de concentración, como por ejemplo, los experimentos médicos del
Dr. Josef Mengele.
Los puntos
Editar
En abril de 1947, el Dr. Leo Alexander sometió a consideración del Consejo para los Crímenes
de Guerra diez puntos que definían la investigación médica legítima. El veredicto del juicio
adoptó estos puntos y añadió cuatro más. Estos diez puntos son los que constituyen el Código
de Núremberg.
Es absolutamente esencial el consentimiento voluntario del sujeto humano. Esto significa que
la persona implicada debe tener capacidad legal para dar consentimiento; su situación debe
ser tal que pueda ser capaz de ejercer una elección libre, sin intervención de cualquier
elemento de fuerza, fraude, engaño, coacción u otra forma de constreñimiento o coerción;
debe tener suficiente conocimiento y comprensión de los elementos implicados que le
capaciten para hacer una decisión razonable e ilustrada. Este último elemento requiere que
antes de que el sujeto de experimentación acepte una decisión afirmativa, debe conocer la
naturaleza, duración y fines del experimento, el método y los medios con los que será
realizado; todos los inconvenientes y riesgos que pueden ser esperados razonablemente y los
efectos sobre su salud y persona que pueden posiblemente originarse de su participación en el
experimento. El deber y la responsabilidad para asegurarse de la calidad del consentimiento
residen en cada individuo que inicie, dirija o esté implicado en el experimento. Es un deber y
responsabilidad personales que no pueden ser delegados impunemente.
El experimento debe ser tal que dé resultados provechosos para el beneficio de la sociedad, no
sea obtenible por otros métodos o medios y no debe ser de naturaleza aleatoria o innecesaria.
El experimento debe ser proyectado y basado sobre los resultados de experimentación animal
y de un conocimiento de la historia natural de la enfermedad o de otro problema bajo estudio,
de tal forma que los resultados previos justificarán la realización del experimento.
El experimento debe ser realizado de tal forma que se evite todo sufrimiento físico y mental
innecesario y todo daño.
No debe realizarse ningún experimento cuando exista una razón a priori (“ a priori”
conocimiento que es independiente de la experiencia) para suponer que pueda ocurrir la
muerte o un daño que lleve a una incapacitación, excepto, quizás, en aquellos experimentos
en que los médicos experimentales sirven también como sujetos.
El grado de riesgo que ha de ser tomado no debe exceder nunca el determinado por la
importancia humanitaria del problema que ha de ser resuelto con el experimento.
Se debe disponer de una correcta preparación y unas instalaciones adecuadas para proteger al
sujeto de experimentación contra posibilidades, incluso remotas, de daño, incapacitación o
muerte.
El experimento debe ser realizado únicamente por personas científicamente cualificadas. Debe
exigirse a través de todas las etapas del experimento el mayor grado de experiencia (pericia) y
cuidado en aquellos que realizan o están implicados en dicho experimento.
Durante el curso del experimento el sujeto humano debe estar en libertad de interrumpirlo si
ha alcanzado un estado físico o mental en que la continuación del experimento le parezca
imposible.
Durante el curso del experimento el científico responsable tiene que estar preparado para
terminarlo en cualquier fase, si tiene una razón para creer con toda probabilidad, en el
ejercicio de la buena fe, que se requiere de él una destreza mayor y un juicio cuidadoso de
modo que una continuación del experimento traerá probablemente como resultado daño,
discapacidad o muerte del sujeto de experimentación.
Declaración de Helsinki
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Vigilar
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La Declaración de Helsinki ha sido promulgada por la Asociación Médica Mundial (AMM) como
un cuerpo de principios éticos que deben guiar a la comunidad médica y otras personas que se
dedican a la experimentación con seres humanos. Por muchos es considerada como el
documento más importante en la ética de la investigación con seres humanos,[1] a pesar de
que no es un instrumento legal que vincule internacionalmente. Su autoridad emana del grado
de codificación interna y de la influencia que ha ganado a nivel nacional e internacional.[2]
Historia
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Principios
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Principios básicos
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Principios operacionales
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Código de Núremberg
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Vigilar
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El Código de ética médica de Núremberg recoge una serie de principios que rigen la
experimentación con seres humanos, que resultó de las deliberaciones de los Juicios de
Núremberg, al final de la Segunda Guerra Mundial. Específicamente, el Código responde a las
deliberaciones y argumentos por las que fueron enjuiciados la jerarquía nazi y algunos médicos
por el tratamiento inhumano que dieron a los prisioneros de los campos de concentración,
como por ejemplo, los experimentos médicos del Dr. Josef Mengele.
Los puntos
Editar
En abril de 1947, el Dr. Leo Alexander sometió a consideración del Consejo para los Crímenes
de Guerra diez puntos que definían la investigación médica legítima. El veredicto del juicio
adoptó estos puntos y añadió cuatro más. Estos diez puntos son los que constituyen el Código
de Núremberg.
Es absolutamente esencial el consentimiento voluntario del sujeto humano. Esto significa que
la persona implicada debe tener capacidad legal para dar consentimiento; su situación debe
ser tal que pueda ser capaz de ejercer una elección libre, sin intervención de cualquier
elemento de fuerza, fraude, engaño, coacción u otra forma de constreñimiento o coerción;
debe tener suficiente conocimiento y comprensión de los elementos implicados que le
capaciten para hacer una decisión razonable e ilustrada. Este último elemento requiere que
antes de que el sujeto de experimentación acepte una decisión afirmativa, debe conocer la
naturaleza, duración y fines del experimento, el método y los medios con los que será
realizado; todos los inconvenientes y riesgos que pueden ser esperados razonablemente y los
efectos sobre su salud y persona que pueden posiblemente originarse de su participación en el
experimento. El deber y la responsabilidad para asegurarse de la calidad del consentimiento
residen en cada individuo que inicie, dirija o esté implicado en el experimento. Es un deber y
responsabilidad personales que no pueden ser delegados impunemente.
El experimento debe ser tal que dé resultados provechosos para el beneficio de la sociedad, no
sea obtenible por otros métodos o medios y no debe ser de naturaleza aleatoria o innecesaria.
El experimento debe ser proyectado y basado sobre los resultados de experimentación animal
y de un conocimiento de la historia natural de la enfermedad o de otro problema bajo estudio,
de tal forma que los resultados previos justificarán la realización del experimento.
El experimento debe ser realizado de tal forma que se evite todo sufrimiento físico y mental
innecesario y todo daño.
No debe realizarse ningún experimento cuando exista una razón a priori (“ a priori”
conocimiento que es independiente de la experiencia) para suponer que pueda ocurrir la
muerte o un daño que lleve a una incapacitación, excepto, quizás, en aquellos experimentos
en que los médicos experimentales sirven también como sujetos.
El grado de riesgo que ha de ser tomado no debe exceder nunca el determinado por la
importancia humanitaria del problema que ha de ser resuelto con el experimento.
Se debe disponer de una correcta preparación y unas instalaciones adecuadas para proteger al
sujeto de experimentación contra posibilidades, incluso remotas, de daño, incapacitación o
muerte.
El experimento debe ser realizado únicamente por personas científicamente cualificadas. Debe
exigirse a través de todas las etapas del experimento el mayor grado de experiencia (pericia) y
cuidado en aquellos que realizan o están implicados en dicho experimento.
Durante el curso del experimento el sujeto humano debe estar en libertad de interrumpirlo si
ha alcanzado un estado físico o mental en que la continuación del experimento le parezca
imposible.
Durante el curso del experimento el científico responsable tiene que estar preparado para
terminarlo en cualquier fase, si tiene una razón para creer con toda probabilidad, en el
ejercicio de la buena fe, que se requiere de él una destreza mayor y un juicio cuidadoso de
modo que una continuación del experimento traerá probablemente como resultado daño,
discapacidad o muerte del sujeto de experimentación.