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TRABAJO DE TEORIA CONSTITUCIONAL

Juan Camilo Virgüez Ardila - 0604450

Dilam Ferney Castro Rangel - 0604442

1. Una constitución es un conjunto de leyes fundamentales y principios que establecen la estructura, los
poderes y las funciones de un país o entidad política. Define los derechos y deberes de los ciudadanos y
establece el marco de gobierno y las reglas para la toma de decisiones. Puede abordar aspectos como la
separación de poderes, los sistemas electorales y los límites al poder del gobierno.

2. tipos de constitución que hemos visto:

Ahora analizaremos los tipos de constitución que han existido en la historia de Grecia, Roma, Francia,
Inglaterra y las revoluciones más importantes de estos países y lugares, desde el punto de vista de su
forma de gobierno, su contenido y su legitimidad.

Grecia

La historia del constitucionalismo griego se remonta a la Revolución griega (1821-1832), en donde las
tres primeras constituciones revolucionarias fueron adoptadas. La plaza Síntagma (en griego: Πλατεία
Συντάγματος, Platía Sindágmatos) en la ciudad de Atenas fue bautizada con ese nombre en honor a la
primera constitución del moderno estado griego. Sin embargo, antes de la formación del estado
nacional griego, existieron diversas formas de gobierno en las antiguas ciudades-estado griegas, como la
monarquía, la aristocracia, la tiranía, la oligarquía y la democracia. Estas formas de gobierno no se
basaban en una constitución escrita, sino en una serie de leyes, cotumbres y tradiciones que regulaban
la vida política y social. Algunos ejemplos de estas leyes son el código de Dracón y el código de Solón en
Atenas, o las reformas de Clístenes que establecieron la democracia ateniense. La democracia ateniense
se caracterizaba por la participación directa de los ciudadanos (excluyendo a las mujeres, los esclavos y
los extranjeros) en las asambleas, los tribunales y los cargos públicos. La democracia ateniense fue una
fuente de inspiración para el pensamiento político occidental.

Roma

La historia del constitucionalismo romano se divide en tres etapas: la monarquía romana (753 a.C.-509
a.C.), la república romana (509 a.C.-27 a.C.) y el imperio romano (27 a.C.-476 d.C.). La monarquía
romana se basaba en el poder absoluto del rey, que era elegido por el senado entre los miembros de las
familias patricias. El rey era asistido por un consejo de ancianos llamado senado y por una asamblea
popular llamada comitia curiata. La república romana se inició con la expulsión del último rey, Tarquinio
el Soberbio, y se caracterizó por el equilibrio entre los poderes del senado, que representaba a la
aristocracia; los magistrados, que eran elegidos por el pueblo para ejercer funciones ejecutivas y
judiciales; y las asambleas populares, que tenían funciones legislativas y electorales. Los magistrados
más importantes eran los cónsules, que eran dos y tenían poderes militares y civiles; los pretores, que se
encargaban de la administración de justicia; los censores, que realizaban el censo y vigilaban las
costumbres; los ediles, que se ocupaban del orden público y los servicios urbanos; y los cuestores, que
se ocupaban de las finanzas. Las asambleas populares se dividían en tres tipos: los comicios centuriados,
que agrupaban a los ciudadanos según su riqueza; los comicios tributos, que agrupaban a los ciudadanos
según su lugar de residencia; y el concilio plebeyo, que era exclusivo para la plebe. La república romana
sufrió varias crisis internas debido a las luchas entre patricios y plebeyos por el acceso a los derechos
políticos y sociales; entre optimates y populares por el control del poder; y entre generales ambiciosos
como Mario, Sila, Pompeyo, César, Antonio y Octavio por el dominio del imperio. El imperio romano se
inició con el establecimiento del principado por Octavio, que adoptó el nombre de Augusto y se hizo
reconocer como princeps (primer ciudadano) y como imperator (comandante supremo). Augusto
mantuvo las formas republicanas, pero concentró en su persona todos los poderes: era cónsul, tribuno,
censor, pontífice máximo y proconsul de las provincias. Augusto inició una época de paz y prosperidad
conocida como el siglo de oro. Sus sucesores fueron designados por adopción o por herencia, y fueron
variando su forma de gobierno desde el principado al dominado, que se caracterizó por el poder
absoluto y divino del emperador. El imperio romano se dividió en dos partes: el occidente y el oriente,
que siguieron caminos diferentes hasta su desaparición. La constitución romana no se basaba en un
texto escrito, sino en un conjunto de leyes, costumbres e instituciones que se fueron desarrollando a lo
largo de la historia. Algunos ejemplos de estas leyes son las doce tablas, que fueron el primer código
escrito del derecho romano; la ley de las XII Tablas; la ley Hortensia, que equiparó las decisiones del
concilio plebeyo a las de las asambleas populares; o la constitución antonina, que otorgó la ciudadanía
romana a todos los habitantes libres del imperio. El derecho romano fue una de las bases del
ordenamiento jurídico occidental.

Francia

La historia del constitucionalismo francés se puede dividir en cinco etapas: el antiguo régimen (siglos
XVI-XVIII), la revolución francesa (1789-1799), la restauración y la monarquía de julio (1814-1848), la
segunda república y el segundo imperio (1848-1870), y la tercera república (1870-1940). El antiguo
régimen se basaba en el poder absoluto del rey, que era considerado de origen divino y que gobernaba
por medio de sus ministros, sus consejos y sus intendentes. El rey era el jefe del estado, el jefe de la
iglesia y el jefe de la justicia. El rey no estaba sometido a ninguna ley escrita, sino solo a la ley natural y a
la ley divina. El rey tenía el derecho de hacer leyes, declarar la guerra, hacer la paz, acuñar moneda,
conceder privilegios y nombrar funcionarios. El rey estaba asesorado por los estados generales, que eran
una asamblea representativa de los tres estamentos: el clero, la nobleza y el tercer estado. Los estados
generales solo se reunían cuando el rey los convocaba, y tenían funciones consultivas y tributarias. Los
estados generales no se reunieron desde 1614 hasta 1789. El antiguo régimen sufrió una profunda crisis
debido a las desigualdades sociales, las cargas fiscales, las malas cosechas, la ilustración y la influencia
de la revolución americana. La revolución francesa se inició con la convocatoria de los estados generales
por Luis XVI en 1789 para resolver la crisis financiera del estado. Los representantes del tercer estado se
negaron a seguir el procedimiento tradicional de votar por estamentos, y se proclamaron como
asamblea nacional. El 14 de julio de 1789, el pueblo de París tomó la Bastilla, símbolo del despotismo
real. El 26 de agosto de 1789, la asamblea nacional aprobó la declaración de los derechos del hombre y
del ciudadano, que proclamaba los principios de libertad, igualdad y fraternidad. El 3 de septiembre de
1791, la asamblea nacional aprobó la primera constitución escrita de Francia, que establecía una
monarquía constitucional limitada por una asamblea legislativa elegida por sufragio censitario. La
constitución de 1791 fue sustituida por la constitución de 1793, que establecía una república
democrática basada en el sufragio universal masculino y en el poder de la convención nacional. Y La
constitución de 1793 fue suspendida por el gobierno revolucionario.

Inglaterra

La historia del constitucionalismo inglés se remonta a la Edad Media, cuando se establecieron algunos
límites al poder del rey por medio de documentos como la Carta Magna de 1215, que reconocía los
derechos de los nobles y el clero frente a las arbitrariedades del monarca. Sin embargo, el
constitucionalismo inglés se consolidó en el siglo XVII, cuando se produjeron dos revoluciones que
enfrentaron al rey con el Parlamento. La primera revolución (1642-1649) terminó con la ejecución de
Carlos I y el establecimiento de una república bajo el liderazgo de Oliver Cromwell, que se convirtió en
Lord Protector. La segunda revolución (1688-1689) fue conocida como la Gloriosa Revolución, y supuso
la sustitución de Jacobo II por Guillermo de Orange y María II, que aceptaron el Bill of Rights de 1689,
que consagraba la soberanía del Parlamento y los derechos de los súbditos. A partir de entonces,
Inglaterra se convirtió en una monarquía parlamentaria, en la que el rey compartía el poder con el
Parlamento, compuesto por la Cámara de los Lores y la Cámara de los Comunes. El Parlamento tenía la
facultad de hacer leyes, controlar las finanzas y exigir la responsabilidad del gobierno. El gobierno estaba
formado por el primer ministro y los ministros, que eran elegidos entre los miembros del Parlamento y
debían contar con su confianza. El primer ministro era el jefe del gobierno y el líder del partido
mayoritario en la Cámara de los Comunes. El rey tenía un papel simbólico y ceremonial, y debía respetar
la voluntad del Parlamento y del gobierno. La constitución inglesa no se basaba en un texto escrito, sino
en un conjunto de leyes, costumbres y convenciones que se fueron desarrollando a lo largo de la
historia. Algunos ejemplos de estas leyes son el Acta de Establecimiento de 1701, que fijaba la sucesión
al trono según la religión protestante; el Acta de Unión de 1707, que unía a Inglaterra y Escocia en el
Reino Unido; o el Acta de Reforma de 1832, que ampliaba el derecho al voto a las clases medias. La
constitución inglesa fue una referencia para el constitucionalismo liberal y democrático.

Estados Unidos

La historia del constitucionalismo estadounidense se inicia con la independencia de las trece colonias
británicas en América del Norte, que se rebelaron contra las medidas impuestas por el rey Jorge III y su
Parlamento, que consideraban injustas y violatorias de sus derechos. En 1776, las colonias emitieron la
Declaración de Independencia, redactada por Thomas Jefferson, que proclamaba los principios de
libertad, igualdad y derecho a la rebelión contra la tiranía. En 1777, las colonias adoptaron los Artículos
de la Confederación, que establecían una alianza entre los estados soberanos, con un gobierno central
débil y sin poderes efectivos. En 1787, se celebró una convención en Filadelfia, donde se redactó la
Constitución de los Estados Unidos, que entró en vigor en 1789 tras ser ratificada por nueve estados. La
Constitución establecía una república federal, en la que el poder se dividía entre el gobierno nacional y
los gobiernos estatales. El gobierno nacional se organizaba según el principio de separación de poderes:
el poder ejecutivo recaía en el presidente, elegido por un colegio electoral; el poder legislativo recaía en
el Congreso, compuesto por dos cámaras: el Senado y la Cámara de Representantes; y el poder judicial
recaía en la Corte Suprema y los tribunales inferiores. La Constitución también establecía un sistema de
frenos y contrapesos entre los poderes, para evitar abusos y garantizar el equilibrio. La Constitución fue
completada con diez enmiendas conocidas como la Carta de Derechos (Bill of Rights), que reconocían los
derechos fundamentales de los ciudadanos frente al gobierno federal. Entre estos derechos se
encontraban la libertad de expresión, de prensa, de religión, de reunión y de petición; el derecho a
poseer armas, a un juicio justo, a la inviolabilidad del domicilio y a la no autoincriminación; y el derecho
a no sufrir penas crueles e inusuales. La Constitución ha sido modificada por otras 17 enmiendas, que
han ampliado los derechos de los ciudadanos y han introducido cambios en el sistema político. Algunas
de estas enmiendas son la abolición de la esclavitud, la concesión del voto a los afroamericanos, a las
mujeres y a los jóvenes de 18 años; la elección directa de los senadores, la limitación de los mandatos
presidenciales y la sucesión del presidente. La Constitución de los Estados Unidos es la más antigua del
mundo y ha servido de modelo para otras constituciones republicanas y federales.

3. Las características de una constitución pueden variar según el país y el contexto, pero generalmente
incluyen:
1. Supremacía: La constitución es la ley suprema del país y está por encima de todas las demás leyes y
normativas.

2. Escritura: La constitución suele estar escrita y se presenta como un documento oficial y codificado.

3. Amplitud: Aborda una variedad de temas, incluyendo la estructura del gobierno, los derechos
fundamentales, la separación de poderes y otros principios fundamentales.

4. Estabilidad: A menudo, las constituciones son difíciles de enmendar para garantizar que los cambios
se realicen después de un proceso riguroso y deliberado.

5. Flexibilidad o rigidez: Algunas constituciones son flexibles y pueden enmendarse con relativa facilidad,
mientras que otras son más rígidas y requieren procedimientos más complejos para ser modificadas.

6. Garantía de derechos: Establece los derechos y libertades fundamentales de los ciudadanos,


protegiéndolos de posibles abusos por parte del gobierno u otros poderes.

7. Separación de poderes: Define la distribución y equilibrio de los poderes ejecutivo, legislativo y


judicial, evitando la concentración excesiva de poder en una sola entidad.

8. Durabilidad: Aunque puede modificarse, la constitución proporciona una base duradera para la
estructura y el funcionamiento del gobierno.

9. Legalidad y legitimidad: La constitución otorga legitimidad al gobierno y sus acciones al establecer un


marco legal para su actuación.

10. Proceso de enmienda: Especifica cómo pueden realizarse modificaciones o enmiendas a la


constitución, lo que puede requerir la aprobación de ciertos órganos, como el parlamento o un
referéndum.
11. Reflejo de valores: Suele reflejar los valores, aspiraciones y principios fundamentales de la sociedad
en la que se aplica.

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