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El SIDA, identificado en 1981 como una entidad clínica distinta en los Estados Unidos, marcó un
hito epidemiológico al afectar principalmente a hombres jóvenes con historiales de relaciones
homosexuales y uso de drogas intravenosas. La presencia de infecciones oportunísticas y
neoplasias atípicas en este grupo de individuos puso de manifiesto la existencia de una nueva
enfermedad. Poco tiempo después, se identificó al Virus de la Inmunodeficiencia Humana
(VIH) como el agente etiológico subyacente, lo cual lo situó como el responsable de una de las
enfermedades infecciosas con la más alta tasa de mortalidad en la historia de la humanidad.
La dimensión global de este problema se ilustra con claridad a través de las estadísticas
proporcionadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que indican que hasta el año
2022, el VIH continuó siendo uno de los desafíos más apremiantes para la salud pública a nivel
mundial. En este año, la enfermedad arrebató la vida de aproximadamente 40,4 millones de
personas. Particularmente, en la región de América Latina, el número de nuevos casos de
infección por VIH aumentó en un 4,7% en el período entre 2010 y 2021. En el año 2021, la
cantidad de personas viviendo con VIH en las Américas se calculó en 3,8 millones, de las cuales
2,5 millones se localizaban en América Latina y el Caribe.
Investigaciones anteriores han documentado que el estigma opera como una barrera
significativa para el acceso y la continuidad de la atención del VIH, contribuyendo a la baja tasa
de supresión viral que persiste en la República Dominicana (Rojas, 2011). La situación se
agrava por un contexto social donde las personas con VIH/SIDA experimentan violencia y
enfrentan la dura realidad del estigma y la discriminación, lo cual impacta de manera
considerable en sus vidas. El proceso de diagnóstico del VIH desencadena una crisis,
resultando en experiencias potencialmente traumáticas que inciden en problemas psicológicos
y en un aumento de vulnerabilidad. Sentimientos de ansiedad, alteraciones en el estado de
ánimo, así como emociones de culpa, vergüenza, desesperanza, baja autoestima y
desvalorización, son consecuencias emocionales comunes.
El estigma relacionado con el VIH no solo promueve la discriminación y el miedo, sino que
también genera desinformación, lo cual dificulta los esfuerzos de prevención, el acceso a las
pruebas y al tratamiento del VIH. Tal y como se observa en otros lugares, en la República
Dominicana el estigma vinculado al VIH afecta a las personas que viven con VIH/SIDA, a sus
familias y a las comunidades afectadas.
A pesar de los esfuerzos emprendidos para combatir el estigma del VIH en el país, estos
generalmente involucran campañas de salud pública, iniciativas educativas y programas
comunitarios. Sin embargo, resulta esencial un entendimiento profundo de las intersecciones
yuxtapuestas en los servicios de salud actuales. La falta de un enfoque integral en la atención
al paciente con VIH/SIDA también contribuye a la deshumanización de la atención. Las
actitudes y comportamientos de los profesionales de la salud se ven modelados por sus
perfiles profesionales, lo que a menudo resulta en la omisión de competencias y habilidades
interpersonales cruciales que podrían fomentar la sensibilización y empatía hacia los
pacientes. El incumplimiento de las políticas de educación continua en las instituciones de
salud subraya aún más esta carencia, afectando la calidad de atención proporcionada a este
grupo de individuos.
JUSTIFICACIÓN
Este tejido interconectado de eventos puede conducir a crisis de índole depresiva y ansiosa en
el contexto de los afectados por esta condición, resaltando la importancia de una red de apoyo
externa para sobrellevar dichos desafíos. Las consecuencias de la discriminación hacia las
personas viviendo con VIH/SIDA se extienden más allá del ámbito social, erosionando el acceso
equitativo a servicios esenciales, incluida la atención médica básica. Esta realidad ha sido
documentada en múltiples investigaciones, las cuales dejan en claro que las barreras a la salud
y los derechos fundamentales son tangibles y se manifiestan con contundencia, ejerciendo un
impacto significativo en la calidad de vida de estos individuos.
El desempeño del personal sanitario en el cuidado de los individuos con VIH/SIDA desempeña
un papel crucial en el proceso de recuperación y la prevención de complicaciones. Es
imperativo que estos profesionales ejerzan un enfoque de atención humanizada, caracterizado
por la ausencia de estigmatización y discriminación. Este estudio se plantea con el propósito de
sentar las bases para la formulación de protocolos de atención integral, programas de
capacitación y concienciación destinados al personal sanitario. La aspiración subyacente es
garantizar que la atención brindada sea personalizada, respetando los derechos
fundamentales de los pacientes y manteniendo un estándar de calidad elevado. Estas medidas,
a su vez, reverberarán en una mejora palpable en el bienestar y la calidad de vida de las
personas afectadas.
En esta tesitura, la presente investigación se erige como una herramienta que posibilita el
análisis de la percepción del estigma social desde la perspectiva de los pacientes con VIH/SIDA
en el ámbito de la atención médica. Los beneficiarios directos abarcan tanto al personal de
salud, quienes se enriquecerán con un corpus de conocimiento crítico para respaldar la toma
de decisiones informadas en su labor, como a los propios pacientes, al mitigar el estigma
asociado con el VIH, una barrera que alimenta la discriminación, el miedo y la desinformación.
En resumen, esta investigación persigue un propósito trascendental en la esfera de la salud
pública. La elucidación de la problemática del estigma y la discriminación en el contexto del
VIH/SIDA, desde un enfoque científico y académico, no solo contribuirá al conocimiento
teórico, sino que también desencadenará acciones concretas y cambio social, allanando el
camino hacia una atención médica más equitativa, respetuosa y efectiva para aquellos que
viven con esta condición.
ANTECEDENTES
En el año 2022, Rodríguez y Lara realizaron un estudio focalizado en las redes de apoyo en los
procesos de estigmatización asociados al VIH en el contexto de Nuevo León, México. El
resultado principal de su investigación fue la identificación de la intrincada interacción entre
factores personales, culturales y estructurales que ejercen un impacto determinante en la
salud psicosocial de los individuos afectados por la estigmatización vinculada al VIH. Los
hallazgos revelaron que el apoyo afectivo y cognitivo, crucial en estos procesos, emerge
principalmente de la esfera familiar y del entorno sanitario. El conocimiento de la prevalencia
del VIH en el ámbito laboral, las situaciones de revelación pública de la seropositividad, así
como la satisfacción percibida con los respaldos recibidos, se mostraron como aspectos
asociados al estigma percibido. La investigación también evidenció cómo el apoyo cognitivo de
las amistades estaba relacionado con el conocimiento de la condición seropositiva en el círculo
social, y cómo la divulgación de esta condición en la comunidad estaba relacionada con la
discriminación percibida.
En 2020, Cruz emprendió un estudio que exploró la naturaleza del cuidado humanizado en el
ámbito de la enfermería. A través de un enfoque multidisciplinario, se profundizó en la
comprensión teórica, permitiendo identificar que la práctica de cuidado sin la internalización
de sus atributos conduce a una atención meramente transaccional y caracterizada por una
relación vertical y unidireccional entre los profesionales de la salud y los pacientes. Esta
perspectiva sugiere la necesidad de abordajes más holísticos y empáticos en la atención de
enfermería para lograr una relación de cuidado genuinamente humanizada.
En la misma línea, Tamayo y colaboradores (2019) dirigieron su atención hacia el estigma social
en el cuidado de individuos con VIH/SIDA, considerando factores socioeconómicos,
demográficos y académicos. Sus resultados destacaron la persistencia de formas de
estigmatización, siendo el trato diferencial una manifestación frecuente. Además, se detectó la
percepción de la necesidad de hospitales exclusivos para este grupo y la errónea creencia de
que la atención a estos pacientes aumenta el riesgo de infección, lo que subyace en la
demanda de aislamiento de los seropositivos.
En 2018, Cardona y colegas propusieron una caracterización del estigma y las discriminaciones
hacia personas con VIH/SIDA en profesionales de la salud. Su investigación se basó en una
muestra de expertos en el ámbito de la salud y mostró carencias en el conocimiento sobre
temas de bioseguridad, derechos de los pacientes y deberes de los profesionales. Aunque no
se encontraron percepciones estigmatizantes hacia los enfermos con VIH/SIDA, la necesidad
de mejorar la formación y comprensión de estos aspectos en los profesionales de la salud
quedó evidenciada.