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Así fue el final de la película, es una pequeña descripción, que nadie esta exento de morir por el
SIDA, cualquiera sea su sexo, lengua, religión o cultura.
Frente a esta situación, y no sólo sobre la base de las implicaciones económicas, sino frente a la
calidad de vida y de la atención en los servicios de salud, en diferentes ámbitos se ha venido
planteando la necesidad de implementar programas de prevención primaria y secundaria,
fortalecer el diagnóstico temprano, definir y aplicar protocolos de tratamiento, frenar la transición
del VIH al sida y disminuir los costos de hospitalización y complicaciones, la incapacidad y la
mortalidad.
Es muy importante resaltar que con un tratamiento adecuado, la gran mayoría de los pacientes
VIH positivos, diagnosticados oportunamente pueden desarrollar su vida sin limitaciones. Por
ello, debe estandarizarse la práctica clínica bajo los parámetros más estrictos de calidad en el
manejo de los pacientes, mediante pautas validadas y considerando las recomendaciones basadas
en la evidencia científica.
En España, desde 1981, año en que comenzó la epidemia, hasta el 30 de junio de 2001, se han
acumulado un total de 61.028 casos de sida, pero en más del 53% de ellos se ha notificado ya su
fallecimiento. Hasta este día se ha recibido información de 2.326 casos diagnosticados en el año
2000, entre los cuales siguen predominando los hombres (77,6%).
La vía de transmisión más frecuente ha sido el uso compartido de material de inyección para la
administración de drogas inyectadas (55%), lo que se confirma tanto en hombres (58%), como en
mujeres (48%). La transmisión por relaciones heterosexuales no protegidas asciende al 22%, pero
adquiere especial relevancia en las mujeres, donde representa el 40% de los casos. La tercera vía
de transmisión más frecuente han sido las relaciones homosexuales no protegidas entre hombres,
suponiendo el 12% de todos los casos y el 15% de los casos en hombres.
La prevención es la única manera de frenar la transmisión del VIH. Las estrategias sanitarias de
ámbito comunitario encaminadas a la prevención del VIH y otras enfermedades de transmisión
sexual (ETS), han contribuido a contener la epidemia en los países industrializados. La
prevención comunitaria, sin embargo, tiene sus limitaciones. Su mensaje con frecuencia no
alcanza las necesidades individuales, generalmente no llega a personas con riesgo, en situaciones
precarias o marginales y no puede aprovechar oportunidades de actuación.
Desde hace ya varias décadas existe consenso de que las condiciones para la salud se
relacionan con el entorno, el estilo de vida, la carga genética, y en menor medida con los sistemas
de salud. El interés de los investigadores, principalmente en países desarrollados, por entender las
causas por las que las personas con diferentes características socioeconómicas experimentan de
manera diferente la salud y la enfermedad ha llevado el debate hacia un nuevo enfoque que ha
sido denominado como el de los “Determinantes Sociales de la Salud”. Desde esta perspectiva se
reconoce que el estado de salud de las personas está determinado por factores sociales
conductuales y estructurales.
Entre los llamados factores conductuales que afectan la salud están por ejemplo: la nutrición, la
crianza de los hijos, la práctica de ejercicio físico y el abuso de sustancias como el alcohol. Entre
los llamados factores estructurales se encuentran el desempleo, la calidad del empleo, la
educación, la calidad de la vivienda, la calidad de la vida temprana, las condiciones de vida y de
trabajo, así como el ingreso y su distribución (1).
Las desigualdades en salud generadas por las limitaciones y las diferencias en las oportunidades
que tienen los distintos grupos poblacionales para acceder a los beneficios que el desarrollo
ofrece, se convierten en inequidades, al no ser un reflejo de diferentes elecciones tomadas por la
población (2).
Referencias bibliográficas
1 Wilkinson R, Marmot M, editores. Los determinantes sociales de la salud: los hechos probados.
Edición española. Ministerio de Sanidad y Consumo; 2003.
2 Kawachi I. Income inequality and health. En: Berkman LF, Kawachi I, editors. Social epidemiology. New
York: Oxford; 2000.