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Universidad Tecnológica de Honduras

Integrantes:
 Edgar Adolfo Mejia Enamorado.
Edgar Ariel Medina Castillo.
 Gabriel David Leiva Rodriguez.
 Cesar Alejandro Figueroa Rivera.
 Cinthia Jasmari Sanchez Chávez.

Catedrática:
Maria Teodora Vargas Gutiérrez.

Numero de Equipo:
#2.

Asignatura:
Español I.

Fecha:
1/02/2022.

Carta de Animo:
Hola. Primero que todo quiero agradecerte el tiempo que te tomas para leer esto, quiero compartirte
algunas cosas de las que me pasaron y de las que sentí cuando tuve depresión. Lo hago porque una de
las cosas que más me ayudó en esa época fué hablar con alguien y con mi psiquiatra, logré encontrar
un espacio muy especial y entendí que muchas de las cosas que sentí y que me estaban pasando eran
parte de la enfermedad, y entender eso es lo que creo que más me ayudó. Hoy te comparto un
pequeño mensaje para compartirte mi historia. ¡Al principio pensaba que era cansancio! que me
encontraba muy cansado y que se debía a que estaba dedicado demasiadas horas a trabajar. Creo que
lo primero que sentí fue que me despertaba más cansado de lo que me acostaba y me daba sueño
todo el día. Cambié de horario, porque sentía que en las noches me rendía mucho más y comencé a
dormir de día (mi trabajo lo permitía). Le dije en esa época a las personas que estaban cerca de mí que
prefería trabajar en las noches porque me concentraba más y que era mi forma de trabajar. No me
daba cuenta que así me estaba alejando de mis seres queridos y de todas las personas cercanas,
reiteraba una y otra vez que era que me rendía más de noche y que me concentraba mucho más con
el silencio. Luego me di cuenta que también estaba buscando enmascarar mis problemas de conciliar
el sueño y me estaba escudando en el trabajo como forma de evitar tener que pensar tanto. El trabajo
era cada vez más difícil y tenía más y más cosas por hacer, comencé a quejarme que había demasiado
que hacer, pero luego entendí que lo que sucedía era que buscaba excusas para estar más ocupado y
tener menos tiempo para pensar en mí y en lo que sucedía. Luego las cosas se fueron complicando, a
pesar de tener mucho pendiente por hacer, no me rendía, sentía que los días eran totalmente
improductivos y comencé a buscar excusas: decía que no tenía buen computador, que me faltaba
música, que el espacio no era el ideal, que me molestaba que otros opinaran de mis horarios, que eso
era normal y que había temporadas en las que no fluía el trabajo, etc. Luego de eso comencé a comer
mucho, el apetito no paraba y empecé a ganar peso, mi excusa ahora era que como mantenía tan
cansado y no dormía bien, me daba más hambre. No me daba cuenta que muchas veces no era
hambre de verdad, sino que era ansiedad, un síntoma que en algunas veces es común en la depresión.
Wow, cuando hablaba con mi psiquiatra de todo esto fue increíble ver cómo pude haber identificado
el verdadero problema mucho más a tiempo pues para esa época ya tenía claramente una depresión:
me sentía más cansado, me alejaba de mi familia, evitaba los planes tradicionales familiares, tenía
insomnio, tenía ansiedad y me encontraba insatisfecho con mi vida. Mi novia en esa época me decía
que no era normal que, si me sentía bien, yo la ignoraba e incluso esa fue el siguiente síntoma:
comencé a tener problemas con mi pareja. Dejamos de tener una relación chévere y para mi todo se
llenó de monotonía, me daba pereza el sexo y evitaba al máximo cualquier momento tranquilo o de
conversación con ella. Siempre buscaba algo que hacer, siempre buscara excusas, siempre decía que
tenía mucho por hacer y en realidad lo único que hacía era pensar en mil cosas frente al computador
fingiendo trabajar. Así pasaron meses. Para mi grupo de amigos siempre tenía la excusa de “mucho
trabajo “y dejé de compartir con ellos. Me alejé de mi mejor amigo porque me dio rabia que opinara
de mi vida y me diera consejos (luego de que toda la vida habíamos opinado uno del otro), de mi
mejor amiga me alejé porque pensaba que ella me transmitía mala energía y malos consejos (¡qué
equivocado estaba!, era yo quien era la mala energía). ¿Saben que es lo peor? que no caía en cuenta
de nada, pasaron meses y meses así. Cada vez era peor: me sentía cansado, me aislaba más de mi
familia, me aislaba de mi novia, evitaba planes con mis amigos, evitaba el sexo, evitaba lo que antes
me gustaba, criticaba a las personas, me alejaba de ellas sin sentido. Todo seguía igual. Yo ni por
enterado me daba, tenía excusa para todo, tenía una explicación lógica para todo, pensaba que todo
era normal para mí y que así era mi vida. Pensaba en mil cosas, creía que nada me salía bien, comencé
a desconfiar de mis amigos, de mi familia, de todos los que me rodeaban. Ya era un año así. Cuando se
me comenzaron a olvidar cosas que debía recordarme me asusté. Se me olvidaba el nombre de
personas cercanas, se me olvidaba que debía hacer en el día. ¿La solución? obviamente en mi mente
era una sola: la tiroides! seguramente todo era explicado por la tiroides, pues había escuchado que las
personas que tenían hipotiroidismo subían de peso, mantenían cansadas y se les olvidaba las cosas.
Pero cómo estaría mi mente de engañada que demoré la cita con el médico más de dos meses para
que me ordenara el examen para comprobar lo que ya sabía y estaba seguro: ¡tenía hipotiroidismo!
Cuando me dieron el resultado lo ignoré y la respuesta mía fue: huy, debería descansar. Organicé unas
vacaciones con mi novia al exterior. Pero mis vacaciones eran ir a dormir. Cuando regresamos al país
fuimos a visitar a unos amigos (obviamente me llevaron obligado porque no quería ir y tenía “mucho
que hacer”), ellos vivían en un edificio de 23 pisos, y su apartamento quedaba en el piso 21 y tenía un
balcón increíble con una vista perfecta. Ese fue el día que descubrí que lo que me pasaba a mí era que
tenía depresión. Lo primero fue que uno de los muchos temas que se hablaron fue de una familiar de
mis amigos que tenía depresión y de cómo había cambiado (sentí que me estaban describiendo y me
alerté), y lo segundo y lo principal es que cuando me asomé en el balcón, quise lanzarme al vacío. Me
entraron unas ganas increíbles de lanzarme por el balcón, lo pensé, ¿lo consideré seriamente y eso fue
lo que me alertó? ¿En qué momento estaba pensando con acabar con mi vida, con al menos
considerarlo? Me hice el loco, me senté y le dije a mis amigos que alguien del trabajo estaba buscando
un psiquiatra y le pedí que me contactara con el, que lo necesitaba para el amigo del trabajo. Pedí la
cita, y fui. Fue la mejor decisión de mi vida. Pensaba que el psiquiatra me iba a dar la solución para
todos mis problemas y no fue así pues entendí que él no me daba ninguna solución ni me daba nada,
que lo único que él hacía era tratarme y ayudarme a encontrar la mejor manera de solucionar mi
enfermedad. Aprendí mucho de este proceso, algunas de las cosas más importantes fueron:
 Está bien sentirse triste, es una de las cosas que nos hace humanos. Es una reacción natural
del cuerpo y de la mente. No hay nada malo en eso.
 Uno no tiene por qué sentir culpa de tener depresión. Es una enfermedad que ocurre por
muchísimas razones y sentirse culpable por tener una enfermedad que tiene decenas de
explicaciones sólo empeora la situación.
 Aprendí que hablar con mis amigos y colegas de trabajo sobre la depresión ayudaba
demasiado, no solo a quien la sentía y la tenía sino a todos alrededor.
 Aprendí que mentirse a uno mismo es un error.
 Aprendí que un psiquiatra no es el que te manda unos medicamentos y ya, es una persona
que te ayuda a ver el mundo con otros ojos.
 Aprendí que el cuerpo se adapta a miles de cosas y que el ser humano es muy fuerte.
 Aprendí que una persona con depresión no ve opciones, no ve salidas y que los comentarios
como “eso no es un problema” o “eso es una bobada” tienen un efecto negativo.
 Aprendí que lo que para una persona es un problema de vida o muerte para otro es una
situación moral y que es normal.
 Aprendí que en el cerebro existen unos químicos naturales llamados neurotransmisores y que
algunas veces el nivel baja demasiado (por mil razones, incluso sin explicación) y sólo por eso
puedes caer enfermo de depresión.
 Aprendí que una depresión no se pasa de un día para otro y que se requieren meses para
superar una depresión.
 Aprendí que, aunque existen personas que son capaces de recuperarse de una depresión sin
ayuda y sin terapia ni medicamentos, esos casos son muy poco frecuentes.
 Aprendí que una depresión es una gran oportunidad para fortalecerse a sí mismo y ser mejor
persona. El aprendizaje que me dejó este proceso es lo más valioso que me ha pasado.
Hoy, años después decidí escribir para que tú, quien puede tener depresión, no cometa mis mismos
errores, Busca ayuda con un psiquiatra hoy mismo, ¡es la mejor inversión de mi vida!

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