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ENRIQUE AYALA MORA ESCRIBE

Enrique Ayala Mora Doctor en Historia de la Universidad de Oxford y en Educación de la


PUCE. Rector fundador y ahora profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede
Ecuador. Presidente del Colegio de América sede Latinoamericana. Actualizada: 16 Jul
2023

Desde la fundación de Ecuador en 1830, la conspiración y la acción periodística se juntaron


en la “prensa de combate”. Los incipientes grupos políticos publicaban periódicos para
promover candidaturas, influir en los gobiernos, denunciar irregularidades o tumbar
presidentes. El Quiteño Libre fue el más representativo de ellos. Al inicio del gobierno de
Juan José Flores se reunía en Quito un grupo de opositores alrededor del coronel Francisco
Hall, militar inglés discípulo de Jeremy Bentham que participó en las guerras de
Independencia. Había sido adversario de la dictadura de Bolívar y cuando llegó a Quito,
terminó de enemigo político de Flores. El grupo fundó la Sociedad ‘El Quiteño Libre’ en abril
de 1833. El general José María Sáenz fue nombrado presidente y José Miguel Murgueytio,
secretario. Eran socios, entre otros, Manuel Matheu, Ignacio Zaldumbide, Roberto Ascázubi,
Manuel Ontaneda, los coroneles Wright y Hall, y Pedro Moncayo, editor del periódico de la
sociedad. El primer número de El Quiteño Libre apareció el 12 de mayo de 1833. Su
orientación fue abiertamente oposicionista. Denunciaba los manejos de Flores con los
fondos públicos. El presidente respondió con una acción legal contra los redactores y
financió varios órganos de prensa que lo respaldaban. Pero creció la corriente de opinión en
su contra. En la elección de junio de 1833, el gobierno fue derrotado. Electo diputado,
Vicente Rocafuerte se convirtió en el principal opositor de Flores. Reunido el Congreso, en
septiembre, Flores pidió facultades extraordinarias. Le fueron concedidas y varios
integrantes de El Quiteño Libre fueron apresados y enviados a Guayaquil. Otros lograron
esconderse. Rocafuerte envió una filípica al Congreso, que le valió su descalificación como
diputado, su apresamiento y destierro. A principios de octubre, una insurrección estalló en
Guayaquil. Su jefe, comandante Pedro Mena, promovió a Rocafuerte como jefe supremo del
Departamento. En Quito se reactivó la oposición. Flores salió de la capital, pero dejó
instrucciones para reprimir intentos subversivos. La noche del 19 de octubre, los
conspiradores se juntaron en el centro. La gran mayoría no llevaba armas. Creían que iban
a tomar el cuartel en forma pacífica. Cuando pasaban por el pretil de la catedral se abrieron
las puertas del cuartel y salieron los soldados armados de lanzas, matando e hiriendo a
todos los que pudieron. Hall fue la primera víctima. Cayeron también Echenique, Albán,
Conde, Camino y otros. Al amanecer del 20, varios de los cadáveres fueron colgados de un
poste. Flores intentó eximirse de responsabilidad, pero indudablemente fue el autor
intelectual del crimen. Meses después, luego de una fracasada revuelta, Sáenz y
Zaldumbide, fueron cercados en Pesillo. Se rindieron ante las fuerzas gubernamentales,
pero fueron asesinados en el acto el 21 de abril de 1834. Junto con los demás muertos de El
Quiteño Libre, fueron considerados héroes de la causa liberal y del periodismo crítico.

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