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TEMA 1: LA HISTORIA DEL GENERAL ELOY ALFARO

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Curso: EDUCACIÓN VIRTUAL 2022 / CÁTEDRA ALFARO -- J -- 20231-2 Día: viernes, 31 de marzo de 2023, 20:34
Libro: TEMA 1: LA HISTORIA DEL GENERAL ELOY ALFARO
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Tabla de contenidos

1. BIOGRAFÍA DE DON JOSÉ ELOY ALFARO DELGADO


1.1. LOS ESCRITOS DE ALFARO
1.2. DON ELOY ALFARO ESCRITOR
1.3. MENSAJES OFICIALES
1.4. HISTORIA DEL FERROCARRIL DE GUAYAQUIL A QUITO
1.5. PRIMER GOBIERNO: DESDE EL 17 DE ENERO DE 1897 AL 31 DE AGOSTO DE 1901
1.6. SEGUNDA ADMINISTRACIÓN: 23 DE DICIEMBRE DE 1906 A 11 DE AGOSTO DE 1911

2. FILOSOFÍA DE SU GOBIERNO
2.1. HISTORIA DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL
1. BIOGRAFÍA DE DON JOSÉ ELOY ALFARO DELGADO

José Eloy Alfaro Delgado (Montecristi, 25 de junio del 1842 - Quito, 28 de enero de 1912) fue presidente de la República de Ecuador en dos
ocasiones en períodos que comprenden entre 1895 a 1901 y 1906 a 1911, general de división del Ejército del Ecuador desde 1895 y líder de
la revolución liberal ecuatoriana (1895-1924). Por su rol central en las batallas de la revolución y por haber combatido al conservadurismo por
casi treinta años, es conocido como el Viejo Luchador. En ninguno de sus mandatos llegó al poder político por elección popular, siempre fue por
medio de golpe de Estado dado por los revolucionarios, luego de lo cual se llamaba a asamblea constituyente para legitimar el poder.

Sus padres fueron: Manuel Alfaro González, republicano español natural de Cervera del Río Alhama (La Rioja), nacido el 18 de diciembre de
1796, quien llegó al actual Ecuador en calidad de exiliado político (hijo de Antonio Alfaro Colmenares y de su esposa Leandra González
Larrañaga y nieto paterno de Antonio Alfaro y de su esposa María Manuela Colmenares), y María de la Natividad Delgado López, nacida en
Montecristi el 8 de septiembre de 1808, hija de Rafael de la Cruz Delgado, que fue en repetidas ocasiones regidor del Cabildo colonial de
Montecristi, y de su mujer María de la Cruz López Prieto.

/
José Eloy Alfaro Delgado recibió su instrucción primaria en su lugar natal y al concluir esos estudios, se dedicó a ayudar a su padre en
los negocios. En su juventud fruto de una relación amorosa tuvo un hijo ilegítimo llamado Rafael.

Al enterarse, el joven Eloy Alfaro, de que el presidente Gabriel García Moreno había pedido el protectorado a Francia, se unió a las filas liberales.
A los 22 años de edad empuñó las armas contra García Moreno, pero tuvo que salir del Ecuador porque la conspiración urdida por el general
Tomás Maldonado había sido sofocada. Corría 1864. Al año siguiente regresó para combatir junto al general José María Urbina en el Combate
naval de Jambelí (1865). Alfaro inició su lucha contra los conservadores católicos desde los años 60 del siglo XIX, las fuerzas revolucionarias lo
nombraron Jefe Supremo de las provincias de Manabí y Esmeraldas, durante su rebelión en febrero de 1883, rebelión que terminó el 11 de
octubre del mismo año cuando fue organizado un gobierno provisional que restauró el conservadurismo en el poder.

ELOY ALFARO - BIOGRAFÍA | JG

El 5 de junio de 1895, el pueblo de Guayaquil se pronuncia en contra del presidente interino Vicente Lucio Salazar y lo nombra jefe Supremo, por
lo que Eloy Alfaro vuelve al país desde el destierro en Panamá y se da inicio a la Revolución liberal y a una corta guerra civil con la que conquista
el poder político. El 17 de enero de 1897 es nombrado presidente Constitucional con Manuel Benigno Cueva Betancourt (tío del futuro
presidente Isidro Ayora Cueva) en el papel de vicepresidente, hasta el 1 de septiembre de 1901, con lo cual entre sus principales logros estuvo
la separación entre Iglesia y Estado. Después de su primer gobierno, apoyó a su sucesor, Leónidas Plaza Gutiérrez, pero poco tiempo después
surgieron diferencias entre ambos. Se opuso contra el gobierno de Lizardo García el 1 de enero de 1906 y a pocos días, el 17 de enero, se
proclama jefe Supremo y gobernó hasta el 12 de agosto de 1911. En el segundo período de gobierno de Alfaro se realizaron varios cambios,
entre los cuales consta la legalización del divorcio, la construcción de numerosas escuelas públicas, se instauró la libertad de expresión, se
instituyó el laicismo, el derecho a la educación gratuita, así como el matrimonio civil. Sin embargo, se considera como el mayor logro de este
período el haber finalizado la construcción del Ferrocarril Transandino del Ecuador que unió las ciudades de Guayaquil y Quito. Esto ayudó a la
creación de la empresa ferrocarrilera dirigida por el empresario quiteño Marco Antonio Benavides; que se convirtió, años después, en la mano
derecha de Eloy Alfaro. Después del cese de sus funciones, durante el gobierno de Emilio Estrada Carmona, Alfaro cuestionó severamente la
administración del presidente y pronto los coidearios de Alfaro, empezaron a organizar una serie de sublevaciones militares. Alfaro fue
desterrado a Panamá durante el gobierno interino de Carlos Freile Zaldumbide. El 4 de enero de 1912 volvió al país y pronto se propuso dialogar
con el Gobierno, sin embargo, el general Leónidas Plaza lo encarceló en el ex penal García Moreno. El 28 de enero de 1912, un tumulto de
personas en Quito ingresaron a la cárcel donde estaban detenidos Alfaro, sus familiares, y amigos, y después de un linchamiento, arrastraron los
cuerpos de los líderes liberales por las calles de Quito hasta el parque "El Ejido" donde finalmente los incendiaron. Se considera que su legado
más importante fue la defensa de los valores democráticos, la unidad nacional, la integridad territorial del Ecuador, el laicismo, la modernización
de la sociedad ecuatoriana, la educación, y los sistemas de transporte y comunicación. La Escuela Superior Militar del Ejército Ecuatoriano lleva
su nombre, así como el buque insignia de la Escuadra Naval, instituciones educativas (colegios, escuelas y academias) y múltiples avenidas, calles
y plazas en todo el Ecuador. Alfaro es considerado en la historia del Ecuador como uno de los gobernantes y líderes más sobresalientes y con
mayor impacto en la vida del país.
El patrono de la Universidad es nativo de la provincia de Manabí donde la Universidad tiene su sede. Fue hijo de un republicano español Don
Manuel Alfaro y González que llegó al Ecuador en calidad de exiliado político y su madre es nativa de esta provincia Doña María Natividad
Delgado López. Fue un autodidacta y en su vida tuvo la oportunidad por razones políticas de vivir muchos años fuera del país, el conocimiento
de una realidad internacional y las dificultades que tuvo que vivir, ayudaron sin duda en su formación de una sólida personalidad.

Eloy Alfaro fue un joven rebelde influenciado por las ideas de la Revolución Francesa: “libertad, igualdad y fraternidad” que tuvieron mucha
influencia en el siglo XIX, él nació bajo la vigencia de esas ideas, dedicó su vida a luchar contra el abuso, la corrupción, el fanatismo y las
injusticias de los gobiernos conservadores que dominaban el Ecuador en aquella época.

Ello lo llevó a rebelarse y a emprender una lucha que la comenzó a los 22 años para combatir esta clase de gobiernos que él reprochaba. Su
lucha le hizo ganar simpatías sobre todo en los sectores campesinos que lo apoyaban y la justicia de su enfrentamiento contra los gobiernos
de turno hizo que a su causa se unieran distintos sectores sociales; por eso lo apoyaron los grandes hacendados, los pequeños y medianos
productores y comerciantes, amplios sectores del campo, incluyendo en ese apoyo personas de creencias católicas, es decir fue una lucha
convocante de gente honesta sobre todo de la región donde el hizo su base de combate, las provincias de Manabí y Esmeraldas. La lucha que
libró Alfaro hizo que tuviera muchos destierros y exilios políticos hasta que un 5 de Mayo de 1895 Chone un importante poblado de la
provincia de Manabí desconoció el gobierno de ése entonces y proclamó Jefe Supremo de la República al General Eloy Alfaro, proclama que
fue respaldada luego por Guayaquil (la más importante región del país) el 5 de Junio de 1895, en la cual se decide invitar a Alfaro que regrese
al país desde Centro América donde estaba exiliado y asuma el poder del país, como en efecto lo hizo llegando a Guayaquil en buque, luego
de lo cual acompañado de sus coidearios emprendió su caminata a la capital del país Quito para asumir la Presidencia de la República, en el
trayecto debió librar luchas contra fuerzas leales al gobierno recibiendo a su paso el apoyo ciudadano entre los que destacaba el sector
indígena. Eloy Alfaro en síntesis fue un gran estadista, es uno de los grandes líderes de la Historia de América Latina y El Caribe, en el ejercicio
del poder obró con gran honestidad y desinterés procurando siempre favorecer al conjunto de la sociedad.

💀 Muerte ELOY ALFARO - | Asesinato General Eloy Alfaro …

Fue un patriota, un humanista, un hombre visionario, con una gran lealtad a sus ideales y principios, esas cualidades de líder auténtico lo llevó a
realizar ser una magna obra dictando una Constitución Política que ha regido la vida del país durante todo el siglo XX, hizo una amplia y
consistente reforma de diversas leyes para dar seguridad jurídica a los ciudadanos, estableció un Estado laico separando el poder político de la
influencia eclesiástica, procuró por todos los medios la unidad nacional, le dio principal atención a la educación creando Normales para formar
nuevos profesores con nueva mentalidad y actitudes, hizo una verdadera revolución educativa, creó nuevos Colegios de enorme prestigio como
el Colegio Mejía en Quito, Colegio Olmedo en Portoviejo, Colegio Eloy Alfaro en Bahía de Caráquez, Normales como el Manuela Cañizares para
mujeres y el Juan Montalvo para varones en Quito, creó el Conservatorio de Música, la Escuela de Bellas Artes, institucionalizó las Fuerzas
Armadas y creó el Colegio Militar, dotó de agua potable a Quito y canalización a Guayaquil y cuando tuvo la ocasión defendió con entereza la
soberanía nacional en la que pronunció una de sus frases históricas “Tumbes, Marañón o la Guerra “.

Apoyó la equidad de género y por primera vez nombró a una mujer para un cargo público, creó una red de ferrocarriles para unir todo el país,
fue en definitiva el gran constructor del Ecuador moderno del siglo XX durante el ejercicio de la Presidencia del país por dos ocasiones de 1895 a
1901 y en 1906 a 1911.

José Martí lo calificó como uno de los pocos latinoamericanos creativos. La lucha de Alfaro no fue perdonada por los traficantes de los intereses
del país y fue cobarde y brutalmente asesinado junto con su hermano Medardo y otros tres de sus más cercanos coidearios, siendo arrastrado
desde el Penal García Moreno hasta el Parque “El Ejido” en Quito, donde una turba embriagada y pagada incineró su cadáver y de sus 4
acompañantes en la más negra página de la historia del Ecuador.
1.1. LOS ESCRITOS DE ALFARO

Cuando se veía obligado a mostrar sus manuscritos, en solicitud de correcciones o advertencias, lo primero que decía era: “Yo no soy escritor”.
Era tan amante de la verdad, que el significado de un solo vocablo era asunto de muy larga discusión: “Esa palabra no expresa bien lo que
quiero yo decir, argüía; busquemos otra”. Y no se detenía, mientras no daba con la propia. “De mí sé decir que él me enseñó a escribir con toda
la verdad posible en mis narraciones históricas”. Así Roberto Andrade, en su capítulo “Omisiones”, defendiendo a Alfaro en contra de sus
detractores, continúa: Los enemigos de él aparentan hasta ahora la creencia de que todo cuanto escrito publicaba era obra de otro, y de que su
ineptitud para escribir era absoluta. Uno de aquellos a quienes más había protegido, sostuvo por la imprenta en Buenos Aires, que Alfaro era
verdadero analfabeto. Los escritos de Alfaro tienen un mismo estilo, desde el primero hasta el último, son muchos, todos acerca de política, y los
escribió y publicó en varios parajes de América: quien tenga un dedo de frente, y síntoma de buena fe y rectitud de juicio, no ha de suponer que
el guerrero ecuatoriano andaba con su plumita atada a la pretina. En sus escritos resalta su carácter. Escritos militares, 1882-1885 En1882 Alfaro
escribe con La Campaña de Esmeraldas su primer relato político militar. El estilo es sencillo. Aporta ciertos detalles interesantes sobre sus
pequeñas fuerzas militares y sobre la dificultad de mantenerlas en campaña: Las fuerzas que estaban a mis órdenes se componían de
propietarios, artesanos, agricultores, etc., etc., gente toda difícil de sujetarse a una vida dilatada de cuartelía y marchas y contramarchas.
Frecuentemente sucedió en Esmeraldas, al presentarse un hombre, que al armarlo con un fusil o escopeta decía francamente que si no le daban
un rémington se desertaba; y como no podía mejorarle el armamento, tampoco podía evitarle la deserción por ese motivo. “Ímproba labor es
organizar voluntarios”, como dice. Casi todo el folleto consiste en una narrativa militar; se refiere a los de Veintemilla como “muditos” pero no es
muy insultante. ¿Cuál era el objetivo para invertir plata y tiempo en escribir estas historietas? Como bien dice Loor: “… la obra de sus machetes y
fusiles tenía que contarla en el periódico, el folleto o la hoja suelta para que cualquier hazaña, grande o pequeña, no la tragase el olvido”. Dicha
observación sugiere mucho. Para llegar a tener importancia, hay que empezar por algo, y Alfaro se empeñaba en crear su propia figura. El lector
actual debe tratar de imaginar el efecto que sus escritos causaban en el lector costeño de hace cien años. Los relatos militares tienen siempre su
drama, no importa si son mal escritos y peor editados: a la gente le interesa quiénes pelearon, por dónde pasaban. Se leía el folleto de Alfaro
como más recientemente se lee el Diario del Che. Alfaro enaltece su propia figura, y prepara ambiente para otros esfuerzos en el futuro.
1.2. DON ELOY ALFARO ESCRITOR

Eloy Alfaro como pensador o historiador. ¿Se podrá justificar la presencia de su nombre en una colección del pensamiento nacional destinada a
editar los “clásicos” de la historiografía? ¿Será un homenaje justo que el caudillo aparezca en los estantes de las bibliotecas, al lado de los
intelectuales de oficio, los hombres de pluma? Tal vez los académicos y los bibliotecarios se inclinarán a negarle un puesto en esta lista, y no
aceptarán el reto de clasificar a Alfaro como pensador o escritor. Alfaro pensaba, como todos los hombres piensan, y escribió sus proclamas,
panfletos y mensajes oficiales, además de las cartas a su familia y a sus amigos. Pero eso no es suficiente. ¿No escribió cartas y mensajes el mudo
Veintemilla? Este razonamiento no carece de fuerza, pero me parece que los académicos y los bibliotecarios no tienen toda la razón, ni la justicia
a su lado. Tratar de Eloy Alfaro como pensador me pareció siempre un reto, pero después de estudiar su época, sus obras y algo de su archivo
estoy convencido de que es un reto que vale la pena aceptarlo.

Alfaro no era un político cualquiera, fabricante vulgar de panfletos y mensajes, ni sus enemigos más ciegos pueden negar su valor
representativo. Sus escritos, por ocasionales que sean, son fuente legítima de investigación para aquellos interesados en el pensamiento de su
colectividad y de su época. El estudio del pensamiento de una época ya no debe limitarse al análisis de su liderazgo intelectual: debe ser más
comprensivo, debe incluir los olvidados lugares comunes, ideas corrientes, mentalidad del pasado. Y muchas veces los rasgos de estos se
encuentran en material que muchos historiadores desdeñan por su falta de originalidad o profundidad intelectual. El historiador debe a veces
leer malos libros: su trabajo queda incompleto si elude esa obligación. Puede quedar no solo incompleto sino también incorrecto. Leyendo a
Alfaro y a otros radicales de su tiempo, y preguntándonos qué era el radicalismo, llegamos a conclusiones diferentes de las que aparecen en
ciertos esquemas modernos. De su lectura surge una pregunta inmediata: ¿hasta dónde es útil calificar a la revolución de 1895 como revolución
burguesa? Parece que la representatividad de Alfaro buscaba y hallaba ecos en otros sectores, y aún más en otras clases. Alfaro sin ninguna duda
fue una figura representativa, y sus obras deben leerse para poder apreciar la naturaleza de la índole de su movimiento. Tienen un interés
adicional: a Alfaro le fascinaban ciertos intelectuales. Su propia educación fue escasa, de niño rebelde y alumno díscolo. Según Roberto
Andrade, su padre Manuel Alfaro y un comerciante francés de Montecristi trajeron “de Europa a un profesor de segunda enseñanza” para sus
niños, “pues no había colegio en Montecristi”. “El aprendizaje era principalmente comercial. Así comenzó la educación de Eloy Alfaro, con todas
las comodidades posibles en aquel medio ambiente tranquilo y silencioso”. Las comodidades posibles no deben haber sido muchas, y ni alumno
ni ambiente fueron del todo tranquilos. Wilfrido Loor comenta a Andrade:

Es indiscutible que Eloy Alfaro era ignorante y difícilmente puede concederse que haya terminado la enseñanza primaria. A cambio de esta
deficiencia en la instrucción, tenía gran sentido práctico e inteligencia clara adquirida en los viajes y en el ambiente mercantil de su pueblo… La
lectura de ciertas obras y el ambiente de la época le habían llevado a una concepción estoica de la vida y a manejar la pluma con relativa
facilidad en cartas o comunicaciones confidenciales. Sin enredarse en teorías acertaba enseguida con la solución de problemas difíciles en
momentos que personas mucho más instruidas que él estaban a ciegas y no sabían qué rumbo tomar. No obstante, la deferencia de Flores con
su padre, desde niño aprende a odiarlo. Urbina es su ídolo y lo será durante toda su vida. Es el único presidente a quien en los días de su
infancia ve hacer algo por Manabí, por lo menos en los papeles, aunque no en la práctica. Es él, también, Urbina, el que da fin a la esclavitud de
los nacidos antes de 1821…La mente juvenil de Eloy Alfaro se ve influida por la libertad bullanguera de 1845, libertad que se grita mucho quizá
porque no se la vive… A principios de los años cincuenta, Urbina fue la figura más prestante en el horizonte político del joven Alfaro. En
septiembre de 1851 tocó en Guayaquil, en un barco inglés, otra figura más grande: el héroe del sitio de Montevideo y de la defensa de la
República Romana, Giuseppe María Garibaldi. Su gira estaba suscitando mucha atención en la prensa sudamericana. Si la noticia llegó a
Montecristi no se sabe, pero de todos modos la coincidencia es sugestiva. Una de las primeras biografías de Alfaro lo llama “el Garibaldi
Americano”, un título tal vez más adecuado que lo que su autor adulador pensaba. Alfaro tenía mucho de Garibaldi: el don de mando, el
desinterés material, el don de gentes, la clerofobia; ambos tenían cierta nebulosidad mística que hace muy difícil definir con precisión su
pensamiento político, y la peligrosa ambigüedad que en sus vidas hizo temblar a los burgueses, y que siguen ambos casos constituyendo un
rompecabezas para los marxistas. Muy singular fue el ambiente del Montecristi de la juventud de Alfaro. La Iglesia allí tenía poca influencia:
“sacerdotes regalistas… no hay gratos recuerdos por la pureza de su vida… Ramírez y Fita, cura de Montecristi, vive a los pies de Flores y Urbina
gozando de sus favores”. Los padres de Alfaro no se casaron sino cuando en 1863 un decreto de García Moreno ordenó el matrimonio o la
separación. El predominio de la raza blanca tampoco era muy claro: … en Montecristi los indios se imponen sobre los blancos desde el comienzo
de la Independencia y reclaman igual posición e iguales derechos no en teoría sino también en la práctica… Los indios en Montecristi tuvieron en
general preponderancia sobre los blancos como quizá no ha sucedido en otro lugar de la República. En1853, v.gr., el pueblo estaba dividido en
dos bandos, los Atahualpas (indios) y los Pizarros (blancos), encabezaba a los primeros Calixto Quijije, que funda el 4 de abril de 1853 el
periódico El Montecristense para combatir a los segundos… Alfaro mismo recordaba, como la única ocasión en la cual practicó el juego, el día de
la elección del “presidente negro” del pueblo: una mera fiesta folclórica, pero que como todo el folclor tenía su significado sociopolítico.
“Atahualpas”, “presidentes negros”, concubinato y mestizaje, Calixto Quijije y su Montecristense, Urbina, el libertador de los esclavos, con sus
“tauras” y sus “canónigos”, Garibaldi de paso, las conocidas aventuras de su juventud, todo esto nos ayuda a reconstruir un ambiente bastante
democrático, sin fuertes jerarquías, sin marcada estratificación. Es importante también añadir que el comercio de la Costa tenía lazos estrechos
con los puertos del Pacífico desde Valparaíso a Panamá y más al norte. Nunca existe comercio sin noticias, y no hay noticias sin ideas. Alfaro pasó
su juventud en tierras propicias para el radicalismo. ¿Pero qué clase de radicalismo? ¿Quiénes fueron los maestros de la juventud de esa
provincia y de esa generación? Para precisar más, sería necesario hacer una búsqueda por la prensa de la Costa de esos años, prensa que
mencionaba nombres, imprimía secciones de literatura, y aun tenía avisos de libros para la venta. Sin correr mucho riesgo de equivocarnos,
podemos poner en la lista de tales nombres a varios franceses, Lamartine y Víctor Hugo a la cabeza, Eugene Sue… No exageremos en supuestas
precisiones: la sola evidencia sobre Alfaro lector es su admiración por Montalvo, y los libros que dicen que Alfaro pedía prestado a la Biblioteca
Nacional en Lima para pasar tiempo de espera, inculpando a Flores como responsable de la muerte de Sucre. Lo importante es tratar de
reconstruir las probabilidades en la formación intelectual de un hombre de acción, que fue poco “intelectual” en el sentido moderno de la
palabra, pero que sí fue un hombre cuyas convicciones merecen un análisis más cuidadoso: no fueron estas convicciones ni accidentales, ni
parcas en sus consecuencias. La historiografía moderna ha sido hasta ahora poco sutil en el tratamiento del liberalismo y de sus variedades. Los
autores marxistas no están mucho más felices con el estudio de Víctor Hugo, tal vez el escritor más importante para los hombres del “partido del
progreso” en América Latina del siglo pasado, que con el de Garibaldi: la reacción común es de inmediato de tratar de reducir ambos a un limbo
romántico burgués, con la esperanza de que con darles este epíteto no van a molestar más. Lo que importaba, según los marxistas, era el libre
cambio, la formación de capitales… El asunto me parece mucho más complicado y, confieso, mucho más interesante.

Aún más, el asunto es interesante desde el punto de vista teórico: la evidencia sugiere que la política, la “superestructura”, tiene mucha
autonomía, y que sus avances frecuentemente tienen muy poca correlación con progresos o necesidades económicas. En las palabras del
historiador francés Maurice Agulhon, quien ha estudiado fenómenos similares en la provincia francesa del siglo pasado, “la democracia llega
antes que la modernidad”. Más adelante, veremos con más detalles las implicaciones de esta línea de pensamiento cuando analicemos la
Revolución de 1895. Por el momento, recordemos al lector que hubo muchas variedades de liberalismo, diferentes escuelas, unas mucho más
“burguesas”, otras mucho más románticas. El radicalismo, la corriente de donde deriva el alfarismo, tenía aspectos que asustaban a muchos
burgueses de la época: clerofobia, igualitarismo en el trato social, agresividad de palabra, atmósfera de bohemia… Aunque ni las biografías de
Alfaro ni su propia obra escrita en ninguna parte muestran sistemáticamente las influencias intelectuales que obraban en él, en ambas se pueden
detectar ciertas indicaciones. Se puede formar una lista de escritores. El primero, en importancia y en tiempo, está Juan Montalvo. Después
vienen los colombianos Juan de Dios Uribe y José María Vargas Vila, el cubano José Martí, el venezolano César Zumeta…Esta lista sugiere un
ambiente intelectual algo distinto del de Montecristi, donde Alfaro pasó su juventud: el ambiente del periodismo conspirador peripatético en
que esos señores ganaban mala vida y a veces peor reputación. Cada una de estas influencias merece un examen más cuidadoso en este
contexto.
1.3. MENSAJES OFICIALES

Los mensajes de Alfaro son cortos y claros. Se dice que siempre se interesaba mucho en perfeccionar su estilo, en buscar la palabra exacta. Si
esto es cierto, entonces Alfaro escribía mejor, dictaba mejor, cuando estaba en el poder. Los mensajes captan el interés del lector de hoy mejor
que los folletines. Alfaro sigue dando palo al enemigo, y señala los límites de su programa de “Perdón y Olvido”. En el caso del general Leónidas
Plaza y de las elecciones de 1901, su ataque es netamente partidista y personal. Pero en todo va rápido al grano, y los mensajes muestran cómo
el alfarismo en el poder se concibe a sí mismo. Obviamente omite los excesos y los errores del régimen, hecho que el historiador debe tomar en
cuenta al leerlo. La pasión ferrocarrilera se nota, por el espacio en los textos que los asuntos de ferrocarril ocupan y por el tono con que Alfaro
los trata: La evolución liberal en el Ecuador tiene que ser esencialmente social, y sin el ferrocarril, sin esa liza abierta a todas las aptitudes, a todas
las inteligencias, a todas las actividades mediante el desarrollo amplio, descomunal de la agricultura, la industria y el comercio, no se alcanza ni a
concebir la transformación moral, intelectual y física que la ley del progreso demanda para el triunfo de la vida radiante de la verdadera
democracia. Sin ferrocarril, pues, he tenido siempre para mí que es efímera toda revolución, ineficaz, risible todo conato de progreso, y de ahí
que mi sueño, mi delirio, mi único programa está concertado en este solemne término: FERROCARRIL. Su enfoque no es exactamente burgués,
ni muestra el cuidado de un contador: “… los trenes tendrán siempre carga en abundancia de productos natura­les, que no exige más trabajo
que el tomarlos, como el carbón mineral, la piedra pómez, la nieve, en cuanta cantidad sea necesaria para abastecer el Litoral, aparte del tráfico
obligado que tiene que imponer el incremento del comercio y de la agricultura y el movimiento de pasajeros”. Parece cuestión más de fe que de
economía. Estos trenes alfaristas, llenos de piedra pómez y de nieve, quedarían bien en las páginas utópicas de Fourier. ­La nota apasionada se
escucha fuerte y clara. Los menajes abundan en materia interesante. Alfaro los dicta, si es lícita la metáfora, con brocha gorda, y los detalles de
su programa no están en los mensajes presidenciales. Sin embargo, el lector fácilmente puede aprender de ellos las bases del liberalismo
alfarista. Nunca dejan de ser obra de un partidista decidido: El apoyo del adversario, sea espontáneo o requerido para resolver cuestiones de
incumbencia doméstica de una comunidad política, no puede ser desinteresado, dadas nuestras circunstancias y nuestros antecedentes
históricos. Los cambios políticos radicales no se improvisan; y de una comunidad como el partido conservador ecuatoriano, sobre el cual pesa el
atavismo fatal de tres siglos de espíritu absorbente, autoritario y tradicionalista, no surge de improviso un partido eminentemente democrático.
Gobiernos de transacción, de compromiso, no son todavía para nuestra educación política. Las fusiones, tenemos ejemplos próximos, palpitantes
y vivos, desmoralizan los partidos y envilecen a los pueblos.
1.4. HISTORIA DEL FERROCARRIL DE GUAYAQUIL A QUITO

La historia tiene forma de carta escrita a “Mi recordado amigo Barrerita”, fechada en Panamá, el 28 de octubre de 1911. La carta fue inspirada
por la noticia de la muerte de Archer Harman: “Me ha sorprendido dolorosamente la noticia de la muerte de don Archer Harman de la manera
trágica que dicen que ha sucedido. Yo la deploro en el alma porque sin la honradez, inteligencia y actividad de ese amigo, los cargos espantosos
lanzados por los enemigos del Partido Liberal, con ocasión del ferrocarril, habrían quedado aparentemente justificados”. Según la carta de Carlos
Andrade, Riobamba, 20 de febrero de 1912, que Olmedo Alfaro inserta en su “Nota al lector”, el manuscrito le fue dado por Don Eloy mientras
estaba en “un departamento de la Municipalidad” esperando la última etapa de su “calvario” a Quito: … me entregó un rollo de papeles, escritos
en máquina, en presencia de los demás prisioneros, y oficiales de tropa que los custodiaban. “Te encargo esto”, me dijo, “que me ha tenido muy
preocupado durante el viaje, por temor de que se me pierda, no de que me roben, porque felizmente estos muchachos son muy honrados”. (En
el tono de la voz se notó la ironía de la última frase.) “La maletita en que los he guardado a cada rato se me confunde; y en tus manos los
papeles quedan seguros. Es la historia del ferrocarril… Es la vindicación del pobre Harman a quien tanto se ha calumniado… Aunque la obrita no
debe considerarse como la historia verdadera del ferrocarril ni de la actuación de Harman, las cuarenta páginas merecen la calificación de “muy
interesantes, sería una lástima que se perdieran”. Junto con las Narraciones históricas, se evidencia la continua lucha política que Alfaro tuvo que
enfrentar, desde lo que llama con ironía la “feroz tiranía” de su gobierno. Muestran a Alfaro ahora más enterado de los problemas del
financiamiento externo que el autor de la Deuda Gordiana, aunque no proporciona la oportunidad de apreciar toda la historia financiera de la
construcción del ferrocarril en este escrito informal. Alfaro, como siempre, escribe combativamente. Introduce al personaje enigmático Sir James
Sivewright, “millonario filántropo que daba protección a toda empresa honrada que se le presentare, por lejano que fuere el lugar donde se
realizare”: Cerciorado el filántropo inglés de los antecedentes y pureza que habían mediado en la negociación, tomó parte como accionista en
nuestro ferrocarril y este apoyo entrañó la realización de nuestra obra redentora, base eficaz del desarrollo industrial de algunas provincias
andinas del Ecuador.

🚂 FERROCARRIL DE ALFARO - Historia del gran proyecto …


1.5. PRIMER GOBIERNO: DESDE EL 17 DE ENERO DE 1897 AL 31 DE AGOSTO DE 1901

La crisis originada por la Venta de la Bandera originó una serie de levantamientos en el país, provocando la renuncia del presidente Luis Cordero
Crespo en 1895 y asumiendo interinamente el poder ejecutivo el entonces vicepresidente Vicente Lucio Salazar.

gobiernos liberales

El 5 de junio de 1895 estalló la Revolución Liberal de Ecuador, cuando en una asamblea popular reunida en Guayaquil decide desconocer al
gobierno interino de Vicente Lucio Salazar y nombrar como Jefe Supremo de la República a José Eloy Alfaro Delgado, que regresando del exilio
lideró con éxito a las fuerzas rebeldes en la batalla de Gatazo (14 de agosto de 1895) lo que le permite asumir el poder político como dictador al
derrotar a las fuerzas gobiernistas. La primera medida fue exonerar a los indígenas del pago de la contribución territorial y del trabajo
subsidiario, y gobernar con todos los sectores del liberalismo. La segunda, aplacar a la Iglesia católica: escribió al papa León XIII para presentarse
y le pidió que canonizara a la quiteña Mariana de Jesús de Paredes. El Papa le contestó con paternal bondad, pero la Iglesia local no estaba
dispuesta a la paz. "Rechace el Señor a los espíritus infernales (del liberalismo)", arengaba el huido obispo de Manabí, que dirigió una invasión
desde Colombia, mientras el desterrado obispo de Loja lo hacía desde el Perú. Los conservadores se sublevaban en el norte, en el centro y en el
sur de la Sierra. Los predicadores incitaban a la guerra santa. Hubo abusos y desmanes: el coronel Manuel Antonio Franco, el hombre duro de
Alfaro, expulsó a los capuchinos de Ibarra. Las tropas liberales asaltaron el Palacio Arzobispal de Quito, quemaron la biblioteca y el archivo,
injuriaron al arzobispo González y Calisto, paladín de la cruzada antiliberal, e hicieron la parodia de fusilarlo si no gritaba "!Viva Alfaro!". El
arzobispo respondió que "¡Viva hasta que muera!". Se persiguió a los hermanos de la Salle, a los padres salesianos y redentoristas y se apresó a
algunos sacerdotes y religiosos, sobre todo, a los dominicos. Y expulsó de la misión del Napo a los jesuitas, "destruyendo con un sólo mandato
sacrificios, beneficio y costos sostenidos durante muchas décadas, interrumpiendo así... la defensa del territorio oriental", como señala el
historiador Luis Robalino Dávila. El coronel Antonio Vega Muñoz al mando de fuerzas conservadoras tomó Cuenca el 5 de julio de 1896. Cuenca
estaba psicológica y militarmente preparada para resistir. Por las noches, indios, sirvientes, patrones y sacerdotes salían en procesión de
antorchas cantando la letanía: "Del indio Alfaro, líbranos, Señor". El propio Alfaro tuvo que tomar la ciudad al mando de un poderoso ejército. La
campaña duró dos meses. Se peleó calle por calle y casa por casa. Cuenca se defendió hasta con agua y aceite hirviendo. El 23 de agosto de
1896, la ciudad se rindió. Hubo 1250 muertos. En Quito, la represión a los conservadores fue durísima: la Universidad y sus profesores fueron
ultrajados y los periódicos, clausurados. En el cementerio de San Diego, el periodista Víctor León Vivar daba el adiós a los restos mortales
de Pablo Herrera González, académico de la Lengua y prominente político conservador. Cuando abandonaba el cementerio, fue cazado entre las
tumbas por soldados alfaristas y acribillado a balazos. Pese a esta guerra religiosa y regionalista, el Gobierno dictatorial gobernó: canalizó
Guayaquil, construyó el mercado de Quito, reformó los aranceles, suspendió el pago de la deuda externa, apoyó la independencia de Cuba ante
la reina de España, María Cristina, convocó un Congreso Internacional Americano en México para fomentar la unión latinoamericana, que no
tuvo éxito, y llamó a elecciones para la asamblea constituyente para restaurar el orden jurídico. Casi todos los elegidos fueron liberales y
gobiernistas. La asamblea se reunió en Guayaquil el 9 de octubre de 1896. Cuatro días antes, un tercio de Guayaquil había sido pasto de las
llamas. Las pérdidas llegaron a 18 millones de sucres. La asamblea trasladada a Quito por el incendio eligió a Eloy Alfaro Delgado Presidente
Constitucional de la República el 17 de enero de 1897 por 51 votos, más 12 votos en blanco, y promulgó la undécima Constitución el 14 de
enero de 1897. Ésta consagró la libertad de cultos, abolió la pena de muerte, estableció la igualdad de los ciudadanos ante la Ley y quitó el
privilegio de fuero para los delitos comunes. Cuatro cuidados principales ocuparon la atención de Alfaro en este período: las relaciones con la
Iglesia católica, el ferrocarril, la obra pública, la paz interna y externa. La libertad de cultos violaba el Concordato con la Santa Sede. Alfaro
intentó renegociarlo de modo que Roma aceptara la separación entre la Iglesia y el Estado. La Santa Sede se mostró más flexible que la Iglesia
local, pero no se llegó a un acuerdo. El Congreso Extraordinario de 1899 resucitó el Patronato real, que sometía la Iglesia al Estado. Lo hizo para
impedir que el clero participara en la política partidista y para "inducirlo a vivir nuestra vida republicana... mediante el ejercicio sublime, pero
exclusivo, de su ministerio", como dijo Alfaro. En 1900, se estableció la Dirección General de Registro Civil, Identificación y Cedulación con lo que
se arrebató a la Iglesia católica un instrumento de información y control ciudadano. Los cementerios pasaron a ser administrados por el Estado.
Entonces el delegado apostólico de la Santa Sede para América del Sur, monseñor Pietro Gasparri, negoció con el canciller José Peralta, cabeza
ideológica del radicalismo. Conferenciaron en Santa Elena, Guayas, y firmaron protocolos de reconciliación, que, al tiempo de ser ejecutados por
el nuncio apostólico Bavona, fueron desconocidos por Peralta. El secretario de Estado de la Santa Sede protestó. En 1897, Alfaro celebró un
contrato con el empresario estadounidense Archer Harman, de confesión protestante, para la terminación del ferrocarril Guayaquil-Quito. Desde
Durán había construidos 70 kilómetros de línea estrecha.
Todo el mundo se le opuso: los comerciantes y banqueros porque había contratado con una compañía extranjera, y había que renegociar la
deuda externa y gravar con impuestos el comercio exterior. Los latifundistas de la Sierra, por la deuda externa y los trastornos que el ferrocarril
acarrearía al mercado interno; la Iglesia, porque el contratista no era católico y porque con el ferrocarril llegaría la disolución de las costumbres.
Alfaro se mantuvo firme: "Don Miedo nunca fue buen consejero. El decoro nacional no consiente un paso atrás", telegrafió a Luis Felipe Carbo,
su ministro en Washington. Se sancionó la Ley de Instrucción de 1897, que reservaba al Estado el control de todo el ciclo de enseñanza, incluida
la universitaria; la educación debía ser laica y gratuita, y la primaria obligatoria; entregó la recaudación de impuestos en la Costa a una compañía
privada, la Sociedad de Crédito Público; adoptó el patrón oro como base del sistema cambiario y norma referencial para el comercio exterior;
reorganizó las Fuerzas Armadas, abrió la administración pública a la clase media, y las oficinas del Estado a la mujer trabajadora. En 1900,
Ecuador concurrió con éxito a la Exposición Mundial de París; se trasladaron solemnemente a la catedral metropolitana los restos mortales del
Mariscal Antonio José de Sucre, descubiertos en el subsuelo del Carmen Bajo de Quito. La paz interna fue perturbada por sucesivos
levantamientos de los conservadores. Primero en Riobamba, en 1897, lo que dio pie a excesos en el colegio San Felipe: El padre Víctor Emilio
Moscoso Cárdenas, superior del colegio, fue asesinado por las tropas alfaristas, que profanaron las hostias consagradas. Al año siguiente, se
levantó en Cuenca el coronel Antonio Muñoz y fue derrotado por el coronel Ullauri, liberal. En 1898, la lucha fue en Taya y Guangoloma,
Cotopaxi. Se mutilaron las orejas de los prisioneros reincidentes, vencidos en Taya. En 1899, fue derrotado en la Batalla de Sanancajas,
Chimborazo, el general conservador José María Sarasti. Los desterrados al Perú atacaron Loja. Las mutuas intromisiones de liberales ecuatorianos
apoyados por Alfaro en Colombia y de conservadores colombianos en Ecuador causaron tres batallas entre 1898 y 1900, que, aunque localizadas
y sin consecuencias internacionales, fueron sangrientas. En la de Tulcán, el 22 de mayo de 1900, murieron 800 combatientes, en su mayoría
colombianos. Destacó en este conflicto la doctrina del obispo de Ibarra, Federico González Suárez, que se opuso a los invasores conservadores
de la llamada "Restauración Católica", aduciendo que no era moral sacrificar los intereses del Ecuador por querer salvar los de la religión.

En este período, el presidente Eloy Alfaro también dio impulso a la educación laica. El 19 de mayo de 1896 su mano derecha, el coronel Luciano
Coral Morillo, inaugura el Instituto Tecnológico Bolívar de Tulcán siendo el primer colegio laico del país, el 1 de junio de 1897 el Instituto
Nacional Mejía, el 14 de febrero de 1901 el Colegio Normal Juan Montalvo y el Colegio Normal Manuela Cañizares, el 11 de agosto de 1901
el Colegio Vicente Rocafuerte de Guayaquil.
1.6. SEGUNDA ADMINISTRACIÓN: 23 DE DICIEMBRE DE 1906 A 11 DE AGOSTO DE 1911

El golpe de Estado de Eloy Alfaro contra el presidente Lizardo García en 1906 produjo una atmósfera de conflicto en todo el país. Después de
asumir el poder político como dictador por segunda vez después de derrotar a las fuerzas gobiernistas de Lizardo García en la Batalla de Chasqui
(15 de enero de 1906), Eloy Alfaro llamó a elecciones para la asamblea constituyente para restaurar el orden jurídico.

Segundo Gobierno de Alfaro

La asamblea se reunió en Quito el 9 de octubre de 1906, eligió a Eloy Alfaro Delgado Presidente Constitucional de la República el 23 de
diciembre de 1906 por 41 votos, más 13 votos en blanco, y promulgó la duodécima constitución política.

El 9 de diciembre de 1906, el general conservador Antonio Vega Muñoz levantó a Cuenca contra Alfaro. Vega esperaba refuerzos conservadores.
Fue derrotado por el general liberal Ulpiano Páez en Ayancay, entre Azuay y Cañar. Vega murió de un balazo cuando entraba a pie en Cuenca
como prisionero de las tropas alfaristas. Los gobiernistas dieron la versión de que Vega se había suicidado; pero lo más probable es que fue
asesinado. Este hecho aumentó la impopularidad de Alfaro. Vega era un ciudadano distinguido y respetado en Ecuador. La impopularidad creció
cuando en el mismo mes de diciembre el batallón Vargas Torres saqueó la ciudad de Loja con la connivencia de las autoridades alfaristas locales,
y cuando el desmán quedó impune. Muchos liberales radicales se pasaron a la oposición. Había descontento contra los abusos del Ejército, cuyo
liderazgo iba escurriéndose de las manos de Alfaro, quien, débil y achacoso, permitía que el poder se repartiera entre los favoritos y sus familias.
Consultado el nuevo arzobispo de Quito, Federico González Suárez, sobre qué hacer contra estos y otros abusos, aconsejó votar por personas
capaces y patriotas. En 1907 se constituyó un Club Político Universitario en Quito para luchar por la libertad de sufragio en las elecciones del
próximo Congreso, en las que preveían el fraude electoral, por lo que el pueblo se levantó para apoyar a los universitarios y el 25 de abril de
1907 se dio un choque sangriento con varios muertos y heridos entre los estudiantes. ​Este hecho provocó que Alfaro perdiera el apoyo de un
amplio sector de los intelectuales. Un poco más tarde, el 19 de julio del mismo año, se fraguó un intento de asesinato contra Eloy Alfaro en la
gobernación de Guayaquil, escena en la que murieron ocho de los oficiales que lo defendieron, y se fusiló a ocho de los 16 complotados que
habían sido reducidos a prisión tras las investigaciones. El 6 de noviembre de 1908 se promulgó la Ley de Beneficencia, más conocida como "De
manos muertas". Su primer artículo decía: "Declárense del Estado todos los bienes raíces de las comunidades religiosas establecidas en la
República". Y el segundo: "Adjudícanse las rentas de los bienes determinados en el artículo primero a la beneficencia pública". La mitad de las
rentas producidas por esos bienes fue para la sustentación de los religiosos y religiosas despojados de ellos, y la otra mitad para hospitales y
obras sociales. En 1910 se promulgó una ley que autorizó la venta de los terrenos adyacentes a las iglesias y conventos con el objeto de financiar
la defensa nacional y se autorizó la creación de la Cruz Roja Ecuatoriana. El sector bancario tuvo una rápida expansión: se fundaron en Quito los
bancos del Pichincha (1906), de Crédito (1907), y de Préstamos (1909), y en Guayaquil la Caja de Préstamos y Depósitos La Filantrópica (1908).
La llegada del ferrocarril transandino a Quito el 25 de junio de 1908 fue el triunfal Domingo de Ramos para el acosado presidente. El arzobispo
de Quito ordenó echar a vuelo las campanas. Hubo fiestas populares y oficiales. El regocijo fue intenso. "Día", dijo Alfaro, "el más glorioso de mi
vida porque es la realización de los más grandes ideales del país y que han sido y son los míos propios". El laudo arbitral del Rey de España
estaba próximo a pronunciarse, y se supo que iba a ser desfavorable a Ecuador. "El Perú había comprado con oro, derramado pródigamente, a
todos los españoles que tenían que tomar parte en el proyecto del laudo", opinaba González Suárez en una carta privada. Y aunque el laudo
hubiese sido favorable a Ecuador, Perú había declarado por boca de sus representantes en Madrid y de su propio presidente que "si peruanos
ocupaban (ya) todo el Oriente, estas tierras son y serán peruanas contra todas las declaraciones del mundo". Los ánimos populares se
encendieron. El 3 de abril de 1910 fueron atacados en Guayaquil el Consulado del Perú, algunos establecimientos comerciales y un barco
mercante de ese país. Hubo desmanes parecidos en Quito. Ecuador dio satisfacciones, pero el Perú respondió con un ultimátum incumplible
para el honor nacional. Alfaro encargó la presidencia y se puso al frente de un Ejército de 25 mil soldados y una reserva de 20 mil voluntarios.
Todo el Ecuador lo respaldó a través de Juntas Patrióticas Nacionales. No se llegó a combatir porque mediaron Argentina, Brasil y Estados
Unidos. En la segunda presidencia de Eloy Alfaro, se realizaron las siguientes obras públicas: se inauguró, por el centenario del primer grito de la
Independencia, un monumento conmemorativo en la Plaza Grande de Quito, y se realizó una Exposición Universal. Para sede de esa exposición
se construyó el Palacio de la Exposición, actual sede del Ministerio de Defensa del Ecuador.
2. FILOSOFÍA DE SU GOBIERNO

Eloy Alfaro Delgado fue y ha sido siempre identificado con la corriente política de ideología liberal radical, el pensamiento filosófico del laicismo
y la práctica revolucionaria, que justificó su vida y le valió la muerte a manos de sus enemigos, que hoy identificamos claramente como los
enemigos del pueblo, del progreso y de los cambios radicales progresistas en beneficio del Ecuador de ayer y hoy.

En está guía encontrara la faceta política y filosófica del Masón Eloy Alfaro Delgado, la coherencia y permanencia de su pensamiento a lo largo
de su vida y desde el inicio mismo de esta y la transcendencia de sus actos.

La revolución, entendida como el cambio total de las normas y estructuras del Estado, se logra dependiendo del momento histórico y social por
diversos medios. La época de Alfaro es aquella de las luchas libertarias, de las revoluciones armadas, de las tomas del poder por las armas, de las
guerras armadas contra los tiranos y las tiranías.

El pensamiento político de Alfaro fue siempre opuesto al conservadorismo que promulgaba una estrecha relación del ente público con la iglesia
y mantenía estrechos lazos y restricciones de poder limitados a grupos económicos dominantes de la época.

EL PENSAMIENTO FILOSÓFICO ECUATORIANO.

Al hablar de filosofía en Ecuador y en general en América Latina, muchos tratadistas aducen que no es congruente dicho término en el ámbito
del desarrollo de esta ciencia, pues manifiestan que lo único que se ha hecho en Latinoamérica con respecto al aprendizaje y desarrollo de un
pensamiento filosófico en estas regiones, no es más que el estudio crítico de teorías ya planteadas por representantes europeos, que
enmarcaron la Filosofía para sus fines y por el bien de sus pueblos, y las acciones de pensadores latinoamericanos resultan vanas frente a
ideologías extranjeras bien estructuradas y sustentadas.

En cuanto a la Filosofía del Ecuador, no distinguen mucho los criterios extranjeros, sin embargo, es uno de los objetivos más importantes del
trabajo en curso dar a conocer cuán fundamental es el reconocimiento y estudio de la filosofía y sus representantes nacionales, contextualizando
una etapa de historia en específico como la de la Revolución Liberal.

Arturo Andrés Roig (1992), señala:

Muy poco es lo que se ha investigado acerca del desarrollo de la Filosofía en el Ecuador a pesar del interés que ofrece en sus principales
momentos y autores. Los condenados de la tierra han presentado hasta hace poco, como característica su incapacidad de autovaloración de su
pensamiento, y, esto ha limitado su posibilidad de adquirir identidad a la que solo se llega con la autoconsciencia. (p. 86).

En el Ecuador, según Carlos Paladines (1999), “Filosofar ha sido una forma de enfrentar la realidad, a través del discurso de denuncia, y de buscar
las causas de los problemas. Eso se ha hecho en el seno de otras disciplinas científicas” (p. 155). Por eso, Paladines encuentra desarrollos
filosóficos en las obras pedagógicas de Eugenio Espejo, Juan Montalvo, Eloy Alfaro. Ideas que están, por decirlo así, vestidas con ropaje político,
ideológico, sociológico, pero que constituyen un cuerpo filosófico en sí.
Generalidades de la filosofía ecuatoriana del siglo XIX.

Una vez que se analizó la perspectiva general de la filosofía ecuatoriana, esta guía se centra generalmente en el siglo en el que se desarrolla el
pensamiento liberal reformista en el país, es decir finales del siglo XIX y principios del siglo XX, con el objeto de detallar cada una de las
nociones filosóficas argumentativas que contribuyeron los pensadores e ideólogos de la Revolución Liberal.

De esta manera a inicios de la vida republicana del Ecuador surge en cambio la necesidad de democracia plena y de participación, ya que como
bien lo señala la historia, los gobiernos oligarcas predominaron en el país, y mucho más cuando se instauró el gobierno represor de García
Moreno y el catolicismo era una forma de vida obligatoria para todos los ecuatorianos. He ahí la necesidad de una filosofía romántica y
liberalista producto de las necesidades del pueblo ecuatoriano. Esto a pesar de que el romanticismo nace en Europa como una protesta
emergente al absolutismo monárquico que para ese entonces se evidenciaba en dicho continente. En cambio, en América Latina y en especial en
el Ecuador existía una hegemonía del catolicismo como forma de dominio social y político.

Cabe mencionar lo siguiente, la Filosofía del Ecuador del siglo XIX se centra esencialmente en el romanticismo, que se desarrolló en América
Latina de 1837 a 1900 como corriente filosófica y que en Ecuador tuvo como sus mayores representantes a los pensadores como Juan Montalvo,
así como también al ideólogo José Peralta.

En el país las ideas filosóficas románticas surgen después de que Vicente Rocafuerte consolida la edad republicana. Pero luego adviene el
garcianismo despótico. Este régimen garciano ataca a Flores y a Urbina, a este último porque decretó la manumisión de los esclavos; no
obstante, se notó una madurez de la clase media y el malestar de los más pudientes por los fuertes impuestos que se les implantó. Por ese
tiempo aparece la oposición inteligente de Montalvo y la figura del luchador Don Eloy Alfaro.

El liberalismo, por su parte, concebía su acción y su doctrina como una regeneración de la patria, que había permanecido durante varios siglos
en las redes del dogmatismo; una regeneración que llevaría al Ecuador al Estado ideal, igualitario, justo y democrático. Por esta vía romántica los
liberales también encontraron sus ideólogos principales en Pedro Moncayo, Juan Montalvo y José Peralta, quienes defendían, en un plano
filosófico y más allá de sus posiciones concretas o circunstanciales, la necesidad de un horizonte de comprensión secular; por eso eran
anticlericales, y libres; de igual manera por eso se les atribuye el término de antidogmáticos.

Ayala Mora (2008), manifiesta al respecto:

En el plano político, la pugna liberal conservadora era una pugna por el poder, y si el conservadorismo tuvo su momento de poder y de
hegemonía ideológica con la restauración garciana, el liberalismo lo tuvo con el triunfo de la Revolución Liberal en el año de 1895, con Eloy
Alfaro. (p. 152)

Montalvo, romántico e idealista, fue testigo de la desigualdad económica, política y social. Su liberalismo condujo y operó al reflexionar sobre los
rezagos coloniales y las injusticas de la república, por lo tanto, sus ideas transformadoras se plasmaron en realidad con Eloy Alfaro.

Por estas consideraciones, Arturo Andrés Roig (1982), relacionando liberalismo y filosofía, manifiesta:

No nos equivocamos si decimos que el liberalismo ha sido y es una de las corrientes que con mayor fuerza y volumen ha tendido a organizarse
como pensamiento, a manifestarse como cuerpo doctrinario. Justamente este hecho es uno de los que hacen del liberalismo un apasionante
tema de estudio para quienes se interesen por la historia de las ideas. El pensamiento ecuatoriano, como en toda América Latina, si bien con
diferencias regionales podría ser pues periodizado en relación con las etapas que muestra el liberalismo, desde las formas del pensamiento pre-
liberal visibles ya a fines del siglo XVIII, sus inicios, su momento ascendente o emergente, su momento de consolidación y las primeras crisis
posteriores de este último. (p. 38)
La revolución liberal ecuatoriana.

La Revolución Liberal ecuatoriana de 1895 fue inicialmente un movimiento nacional, patriótico, que por el desarrollo de los acontecimientos
devino en liberal-radical, cuando los liberales ganaron la hegemonía en virtud de su consecuencia con la causa inicial, mientras que los
conservadores o progresistas, el clero especialmente y otros elementos de derecha, se retiraron del movimiento una vez que el presidente Luis
Cordero abrumado por la protesta nacional que había ocasionado la conocida “Venta de la Bandera”, acontecimiento que daría por terminado la
presidencia de Cordero para dejar a libre albedrio la cúpula presidencial.

El Jefe del Partido Liberal, Eloy Alfaro, caudillo que venía combatiendo por la causa liberal durante seis lustros, desde el combate del Colorado en
Montecristi, Manabí, el 5 de Junio de 1864 hasta que fuera reconocido como tal el 5 de Junio de 1895, que triunfara en la Batalla de Gatazo en
los días 14 y 15 de agosto del mismo año y entrara victorioso en Quito el 4 de septiembre siguiente, asumiendo el poder con el respaldo de la
lucha armada y la voluntad de los pueblos que se pronunciaron uno tras otro, a todo nivel, desde las aldeas hasta las ciudades de todas las
regiones del país.

Miguel Aristizabal (1895), manifiesta que: El pueblo ecuatoriano ha investido de un poder omnímodo al General Alfaro: es el Jefe Supremo de la
Nación, cumpliéndose así el sueño dorado del viejo proscripto, el ilustre Pedro Moncayo, es decir, que el Ecuador tuviese un poder de hecho
para destruir y aniquilar todos los elementos que ha dejado en pie la tiranía. (p.p. 5 y 6).

La revolución alfarista va desde sus inicios considerando la fecha clave el 5 de Junio de 1895, hasta los inicios del siglo XX, concretamente hasta
la fecha en la que gran parte de la ciudadanía ecuatoriana sería testigo de uno de los crímenes más atroces y de lesa humanidad, muchas de
esas personas no solo actuaron como tal, sino que fueron participes del violento hecho que terminaría con la vida de uno de los más grandes
personajes de la historia del Ecuador como lo fue el Gral. Eloy Alfaro Delgado, específicamente nos referimos a enero de 1812, cuando un día 28
del mes en mención Alfaro moría asesinado por un grupo de turbulentos e ignorantes conservadores que tras la absurda e insolente frase “Viva
la religión y mueran los masones” llevaron a cabo dicho asesinato en el Centro Penitenciario García Moreno, una vez que Alfaro fue trasladado
desde Guayaquil conjuntamente con varios de los patriotas que fueron gestores de esta gran revolución, de esta manera también fueron
trasladados, Flavio Alfaro, Ulpiano Páez, entre otros. Irónicamente la historia de nuestro país relata que la obra más relevante del alfarismo, tal
como lo fue la construcción del ferrocarril serviría de instrumento para llevar a cabo uno de los hechos conocido por los ecuatorianos como la
hoguera bárbara, la muerte de Alfaro, pues fue en su misma obra infrastructural que Eloy Alfaro fue trasladado del lugar en el que se le
sentenció por presunta traición a la patria al lugar en donde le darían muerte.

Alfredo Pareja Diezcanseco, (2003) concluye respecto a Alfaro:

Bien se dice, que se puede perder varias batallas, pero la guerra es la que determina, quien será el vencedor, Alfaro, conocido también como el
General de la Derrotas, luchó incansable, por el derrocamiento de los malos gobernantes, innumerables ocasiones fue derrotado, sus estrategias
para que su conspiración contra el gobierno, culmine con éxito, sólo tuvo como resultado, ser apresado, exiliado y maltratado. Hombre
incansable, siempre miró hacia el futuro, sin importar, la desesperanza que su pueblo mostraba. (p. 166)

En estas circunstancias se levantan las voces liberales de Juan Montalvo, Eloy Alfaro y otros intelectuales, quienes pensaban que la autoridad se
funda en la naturaleza social del hombre, basada desde luego en el criterio de comunidad, es decir, un gobierno que se 16 fundamenta en el
consentimiento popular. Dentro de este contexto histórico, se desarrolló un movimiento político-radical en el Ecuador conocido como
liberalismo, entiéndase por liberalismo como el conjunto de ideas, principios y doctrinas practicadas por los partidarios del sistema liberal,
quienes fijan la propensión a las libertades, principalmente políticas fundamentadas en la organización social y la vida de los Estados.

Esto señala una perspectiva del alcance que tenía en el pueblo ecuatoriano de aquel entonces la ideología liberal de Eloy Alfaro y la propuesta
de una revolución popular que busque el bien común para el pueblo en general.

A partir de ese momento se multiplicaron las protestas e insurrecciones populares en todos los rincones del país, desde los movimientos
llevados a cabo en Ibarra y Cayambe, hasta el lugar en el que tuvo lugar el gran estallido revolucionario. En todo el país adquirían armas y se
preparaban para la lucha, siguiendo la convocatoria hecha por Eloy Alfaro desde Managua, los liberales asaltaron los cuarteles de Guayaquil y
proclamaron a Eloy Alfaro como el nuevo Jefe Supremo del Ecuador, era el 5 de junio de 1895 y había empezado la Revolución Liberal.

Para más información envío un video, donde nos explica todo lo relacionado a la revolución liberal. Accede a través de la siguiente dirección
web:
Historia de la Revolución Liberal
2.1. HISTORIA DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL

La Revolución Liberal, como ya se señaló con anterioridad es un proceso de carácter social e histórico que ha llevado varias décadas de
antecedentes y hechos que consumarían esta, así como también actores y protagonistas que llevaron a cabo dicha revolución enmarcados en
una sociedad en la cual predominaba el conservadorismo y pensamiento religioso a la par de las costumbres sociales que nos impuso la religión
católica.

Enrique Ayala Mora (2008), historiador ecuatoriano, acerca del proceso de la Revolución Liberal manifiesta lo siguiente:

En 1895, con la Revolución Liberal liderada por Eloy Alfaro, se inició la implantación del Estado Laico, que trajo cambios profundos en las
relaciones de poder, la modernización del país en varios aspectos y la consolidación del Estado-Nación. En medio de un duro conflicto, se
rompieron relaciones con el Vaticano, se separó la Iglesia del Estado, se creó el Registro Civil, se secularizó el matrimonio y se estableció el
divorcio, se permitió el ejercicio de otros cultos y garantizó la libertad de conciencia. (p. 208)

Son imprescindibles las observaciones que aquí destaca el autor, pues da a conocer las transformaciones sociales que dicha revolución provocó
en la sociedad. Representa un contexto en el cual se dio esta insurrección y específica una realidad social de la cual fueron parte los ciudadanos
ecuatorianos de la época.

La historia de la Revolución Liberal también constituye un proceso en el cual prevalecen pensadores e ideólogos antecesores a la insurrección
popular, tal como lo fueron Montalvo, Moncayo, Peralta, Carbo, entre otros; los que serían parte de esta y los que vendrían después de ésta,
entre los cuales destacan Belisario Quevedo, Andrade y demás personajes ilustres. Ese es el contexto epocal en el cual se desarrolló la Historia de
la Revolución Liberal, una historia marcada por hitos importantes, acontecimientos, hechos y personajes, que han aportado a conveniencia o no
de la misma con sus ideales y acciones.

Para más información envío un video, donde nos explica todo lo relacionado a los acontecimientos de la revolución liberal. Accede a través de la
siguiente dirección web:

La Revolución Liberal y su legado en la historia

Acontecimientos relevantes que se dieron durante la Revolución Liberal.

Varios fueron los acontecimientos relevantes que dejó la Revolución Liberal ecuatoriana, algunos de ellos muy significativos y de trascendencia,
con supremo impacto en la sociedad, así como también otros, de quizás no mucha importancia para la sociedad pero que sin duda alguna han
consolidado la historia republicana del Ecuador. Resultado de estos acontecimientos históricos surgen las numerosas transformaciones sociales,
económicas, políticas, entre otras. Recalcando lo expuesto, el aspecto más visible y conflictivo de la Revolución Liberal fue la confrontación
confesional, aunque no fue ni mucho menos el único, por lo que se ha destinado un tema en específico para dar la importancia debida a cada
una de las mencionadas reformas.

El historiador Luis Robalino Dávila (1968), acerca de la Primera Constitución alfarista se refiere de la siguiente manera:

Con el triunfo de la Revolución Liberal de 1895, la Asamblea Constituyente que funcionó en Guayaquil y Quito, se dio a la tarea, como en otras
ocasiones aparentemente similares, de redactar la nueva Constitución. El espíritu que la animaba se puso de manifiesto en el hecho de que
tomara como modelo la Constitución de 1878, descartando la que inmediatamente había estado vigente. (p. 96)

Para octubre de 1900, el Congreso aprueba la Bandera y el Escudo del Ecuador. Se crea el Registro Civil, con lo que se le quitó a la Iglesia los
medios de información y control sobre los ciudadanos. El registro de nacimientos y la administración de los cementerios pasaron a manos del
Estado. El 31 de agosto de 1901 Alfaro culmina su primer periodo presidencial y lo sustituye el 1 de septiembre del mismo año Leonidas Plaza
Gutiérrez; pese a que Alfaro proponía la candidatura de otros miembros del liberalismo. El partido se dividió entre alfaristas y placistas. A pesar
de que Plaza no fue un mal presidente y cumpliera con muchas de las obras que propuso en su candidatura, se especuló mucho acerca de un
nexo de este con el eje conservador, por lo que el Gral. Alfaro pidió la renuncia a Leonidas Plaza Gutiérrez con el pretexto de que no quería que
el liberalismo sea traicionado, sin embargo, este llegaría a cumplir su mandato presidencial que culminaría el 31 de agosto de 1905.
Durante este periodo de trance en que el alfarismo no se pudo concentrar con total plenitud debido a las debilidades que mostraba el gobierno
de Leonidas Plaza Gutiérrez, el 3 de octubre de 1902 se dictó la Ley de Matrimonio Civil y Divorcio. Para el 13 de octubre de 1904 se aprobó la
Ley de Cultos, mientras que el 26 de junio de ese último año había producido un enfrentamiento armado en el puesto fronterizo con el Perú de
Angostero y el 28 ocurrió otro peor en Torres Causana, pero no se llegó a la guerra con el mencionado país, para lo cual el presidente de aquel
entonces actuó con mucha solvencia y fue muy cauto al tomar las decisiones correctas y no desatar una guerra con el Perú.

Es necesario recalcar que durante esta presidencia la obra ferroviaria iniciada por García Moreno y continuada por Alfaro, avanzó hasta el sector
de Alausí, siendo esta la obra más representativa de este periodo de la Revolución Liberal precedido por el mandante Leonidas Plaza Gutiérrez.

El 15 de enero de 1906 Lizardo García, quien hasta ese momento era presidente del Ecuador es derrocado por un golpe de Estado que llevó
nuevamente al poder a Alfaro. El 23 de diciembre de 1906 se promulga una nueva Constitución, en la que no se incluyó el reparto de tierras a los
campesinos. Aunque se estableció la separación de la Iglesia y Estado, quitándole el control de la educación al determinar el laicismo.

Enrique Ayala Mora (2008), manifiesta en cuanto a la Constitución de 1906, lo siguiente:

La Asamblea Constituyente de 1906 recogió fielmente el pensamiento de Alfaro y, al no incluir el famoso artículo sobre la religión oficial,
determinó la separación del Estado y la Iglesia y sentó bases sólidas para que el Ecuador se convirtiera en adelante en un Estado Laico, en el cual
las creencias religiosas ya no incidieran en la actividad política. (p. 122).

Entre varios aspectos relevantes que también determinarían el proceso de Revolución Liberal hay que señalar también el ocaso del alfarismo
como tal, de ahí que para el 11 de agosto de 1911 el Gral. Eloy Alfaro renuncia al cargo en medio de protestas y se refugia en Panamá, de donde
regresa al país para intentar alivianar las cosas y mediar en una guerra civil, pero es encarcelado, enjuiciado y trasladado a Quito en el ferrocarril
que él mismo había inaugurado. Una vez trasladado al Panóptico que llevara el nombre del presidente que mandó a construirlo, el Dr. García
Moreno, con juntamente con varios de sus seguidores y protagonistas del proceso revolucionario, como Ulpiano Páez, Flavio Alfaro, y Pedro J.
Montero son asesinados brutalmente por la muchedumbre inculta y seudoderechista que se habían tomado el centro carcelario. A Eloy Alfaro lo
asesino José Cevallos, un personaje más de la típica mediocridad popular que en aquel entonces predominaba en el país, bajo la influencia del
pensamiento clerical y conservador que se empeñó en derrotar a Alfaro. Él y sus aliados fueron sujetados del cuello y de los pies, una vez ya
fallecidos, los arrastraron desnudos hasta el popular parque quiteño “El Ejido” y los quemaron sobre una hoguera de leña y combustible.

Santiago Cabrera Hanna (2012), toma el relato de Cristóbal Gangotena quien fue testigo del asesinato de Alfaro, el mismo que manifiesta lo
siguiente:

Había ahí, a las 4 y media que llegué, cuatro o cinco piras ardiendo. En el número 1 estaban Eloy Alfaro y Luciano Coral. En el 2 el general
Manuel Serrano, en el 3 el general Ulpiano Páez, en el 4, Flavio y Medardo Alfaro, en el 5 había sido puesto Medardo, pero como se apagó,
habían trasladado el cadáver a la hoguera en la que estaba Flavio. A la hora en que yo vi este terrible espectáculo, el fuego estaba ya casi
apagado. No había llamas, sino apenas brazas de candela, los cuerpos medio carbonizados con la propia grasa entretenían al fuego expirante, lo
que producía mucho humo, de un olor nauseabundo. En la primera el que estaba más consumido por el fuego era don Eloy Alfaro, Coral
también estaba irreconocible, los dos tenían carbonizadas las cabezas y el flanco del cuerpo y los muslos, don Eloy tenía una canilla enteramente
carbonizada, los pies y las manos de los dos, contraídas horriblemente, estaban casi intactas. Esta hoguera parece ser la que más combustible
tuvo, y por ende, la que más destruyó los cadáveres. (p. 143).

Alfaro y el estallido revolucionario.

La Revolución Liberal del Viejo Luchador, Gral. Eloy Alfaro, la única, verdadera y auténtica revolución ecuatoriana, fraguada con ideas, sangre y
acciones, hizo estremecer con su poderoso golpe doctrinario y estallido revolucionario las seculares bases de una 27 vida colonial, oscura y
conventual, que se había prolongado con sus características de resignación y monotonía hasta las primeras épocas de la República.

El historiador Enrique Ayala Mora (2008) se refiere acerca de la Revolución Liberal de la siguiente manera:

La Revolución Liberal significó un gran salto. El predominio político e ideológico del latifundismo clerical fue desmontado por la burguesía y sus
aliados, cuyos mecanismos de dominación y reproducción ideológica suponían el establecimiento, al menos en principio, de ciertas garantías de
libertad de conciencia y educación. De este modo, el conflicto político se dio entre el Estado liberal, que expresaba los intereses de la burguesía
y consolidaba su poder gracias al soporte del ejército y grupos medios, y la Iglesia católica, dirigida por el clero y la vieja aristocracia,
respaldados por sectores artesanales organizados. (p. 32)

El pensamiento político y filosófico de Eloy Alfaro puede entonces perfectamente resumirse, en una palabra. REVOLUCIONARIO.

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