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DOCENTE CONOCEDOR DE ESTRATEGIAS PSICOPEDAGOGICAS EN

EDUCACIÓN SUPERIOR
Cristal Jael Pinto Gómez
Universidad Pública del Alto – Unidad de Postgrado
Resumen: Los cambios en la educación son innegables por lo que los decentes de
Educación Superior en todas sus áreas deben de conocer y aplicar las distintas
estrategias de enseñanza – aprendizaje entendiendo que existe una diversidad de tipos
de aprendizaje y estudiantes con distintas habilidades y destrezas en sus áreas de
profesionalización la capacitación actualización y pertinencia académica son
importantes dentro de los nuevos cambios en Educación Superior.

Introducción:
Los diferentes métodos de enseñanza aprendizaje actuales como el de la Neurociencia,
teorías de Ausubel con el Aprendizaje significativo, son muy importantes en nuestro
medio pues de una vez se debe implementar el concepto de psicopedagogía en
educación superior, ya que el mismo es un pilar muy importante para formar
profesionales que contribuyan a nuestro País. Se debe buscar la forma de aplicar estas
teorías no solo en carreras prácticas, sino también en carreras científicas. La labor
docente más que una profesión que se enseña en instituciones donde muchas veces
los propios profesionales que fungen como docentes no fueron preparados para
desempeñar el rol, la docencia debe ser más un principio que brote desde la verdadera
vocación, fidelidad y convicción de la labor como tal. En Algunas Universidades en la
actualidad, un profesional egresado, ejerce el rol de docente sin existir en su currículo
de formación, ejes o dimensiones para educarlos a futuro en el perfil. Se cometen
errores institucionales que agreden a la educación, cuando se contratan docentes que
no tienen la suficiente preparación en docencia, en investigación, y que, por ende,
practican y ejercen desde otra profesión la docencia como una simple tarea de dar
clases e impartir contenidos catedráticos.

Desarrollo
Por tanto, es imprescindible que el docente universitario reciba la preparación
psicopedagógica necesaria para diseñar, ejecutar y dirigir un proceso de enseñanza-
aprendizaje que propicie la educación de valores. Concibiendo el proceso de
enseñanza-aprendizaje como un proceso dialógico, participativo en el que docentes y
estudiantes asumen la condición de personas en una dinámica transformadora de
enseñanza y aprendizaje.

En la medida que el estudiante deja de ser un objeto de aprendizaje que repite


mecánicamente la información que recibe y se convierte en un ser humano que
procesa, codifica y descodifica, transforma la información y construye conocimientos a
partir de sus intereses y conocimientos previos, sobre la base de un proceso profundo
de reflexión en el que toma partido y elabora puntos de vista y criterios propios, está en
condiciones de formar sus propios valores.

En la medida que el docente exprese en su actuación profesional y en sus relaciones


con los estudiantes valores tales como la responsabilidad, el amor a la patria, a las
personas y a la profesión, la honestidad, la justicia entre otros, propiciará su formación
como motivo de actuación en los estudiantes”.

No obstante, sólo creando espacios de reflexión en el proceso de enseñanza-


aprendizaje en los que el estudiante aprenda a valorar, argumentar sus puntos de vista,
defenderlos ante los que se oponen a ellos, en los que el estudiante tenga libertad para
expresar sus criterios, para discrepar, para plantear iniciativas, para escuchar y
comprender a los demás, para enfrentarse a problemas con seguridad e independencia,
para esforzarse por lograr sus propósitos; espacios en el proceso de enseñanza-
aprendizaje en los que sean los docentes universitarios guías de sus estudiantes,
modelos de profesionales, ejemplos a imitar, sólo en estas condiciones estaremos
contribuyendo a la educación de valores del estudiante universitario como ciudadano y
profesional, quienes en tal condición, finalmente dirigen, construyen y conviven en el
contexto, (García Hernández y Otros; Bárbara de los Á. Balbuena Díaz, Hilda, 2005).

Estas ideas se vinculan fuertemente con otras preocupaciones que animan el debate en
el campo psicopedagógico: ¿qué tipo de profesional es necesario formar?; ¿qué
conocimientos teóricos y prácticos se requieren?; ¿qué lugar y sentido cobran los
procesos de enseñanza y aprendizaje en la universidad de cara a la actuación en
contextos socio-educativos cada vez más complejos y cambiantes?
A estas legítimas preocupaciones, que bien se pueden convertir en objetivos a asumir,
se contraponen condicionantes como, por ejemplo: que los planes y programas de
estudios sufren la tiranía de tiempos siempre escasos, que hay contenidos relevantes
que sobrepasan las posibilidades de abordarlos en los tiempos de un curso lectivo y
actividades de mayor interés y potencialidad cognitiva que requieren de unas
condiciones que muchas veces exceden a la logística didáctica mejor pensada. Sin
embargo y sin minimizar las restricciones descriptas creemos que hay ciertas
concepciones y dispositivos a los que podemos apelar para recrear situaciones de
enseñanza con un mayor potencial formador para nuestros estudiantes, promoviendo
reflexión crítica y toma de posición fundamentada respecto a intervenciones
psicopedagógicas en escenarios reales. Son principios y estrategias que nos ayudan a
pensar actuaciones profesionales y contextos educativos en la complejidad de sus
manifestaciones y, lo que es muy importante, desde una mirada lo más integradora,
sensible y abierta posible. En tal sentido, vale tener en cuenta que la intervención
psicopedagógica, tal como sostienen Moyetta, Valle y Jakob (2006) “…no se reduce a
un conocimiento técnico o instrumental, de carácter aplicacionista, sino que involucra
actuaciones críticas, estratégicas y reflexivas”.

Conclusión

Por lo tanto, se debería formar a nuestros estudiantes en el desarrollo de la creatividad,


de la capacidad autónoma y responsable de combinar conocimientos y habilidades, con
intuición y fundamento profesional, interpretar adecuadamente la complejidad e
incertidumbre que nos plantean los problemas profesionales.

Uno de los rasgos del docente universitario lo constituye la experticia en el dominio de


un determinado campo disciplinar a partir del cual se construye lo que podríamos llamar
el perfil académico del profesor universitario. Como bien ilustra Martín (2009:205), esta
concepción en su expresión más ortodoxa podría resumirse en una premisa básica: “los
docentes universitarios son expertos en su materia y cada uno sabe lo que debe
impartir”. Los profesores expertos transmiten ese saber a las nuevas generaciones y
eso es lo que legitima y justifica su presencia en la universidad.

“…hay que inventar una subjetividad constituida con el topos de un conocimiento


prudente para una vida decente…imaginar una subjetividad suficientemente apta

para comprender y querer… transformar la inquietud en energía emancipatoria”.

BIBLIOGRAFÍA
Lucarelli, E. (2009) Teoría y práctica en la universidad: La innovación en las aulas. Buenos Aires. Miño y
Davila.
Moyetta, L.; Valle, M. y Jakob, I. (2006) El valor de las problemáticas contextualizadas en el aprendizaje
de la Práctica Profesional Psicopedagógica. En Prácticas en la realidad social. Colección de
cuadernillos para pensar la enseñanza universitaria. 1(10),3-11. Rio Cuarto, UNRC.

Pozo, J. y Pérez Echeverría, M. (2009) Psicología del aprendizaje universitario: la formación en


competencias. Madrid. Morata.
Tardif, M. (2004) Los saberes del docente y su desarrollo profesional. Madrid. Narcea.

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