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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA

DE CAMPECHE

FACULTAD DE MEDICINA

LICENCIATURA COMO MÉDICO CIRUJANO

PSIQUIATRÍA

RESUMEN: SUICIDIO

DOCENTE: FRANCISCO A. LEON CRUZ

ALUMNO: ERICK A. RODRÍGUEZ BALAM

8VO SEMESTRE GRUPO “A”


SUICIDIO
Es un acto letal que representa el deseo de morir de la persona. En psiquiatría, el suicidio es
la principal emergencia; el homicidio y el hecho de no diagnosticar una enfermedad médica
subyacente potencialmente mortal también son urgencias, aunque menos frecuentes.

Epidemiología: En Estados Unidos se atribuyen cada año unas 30000 muertes al suicidio.
Se ha estimado que la ratio entre los intentos de suicidio y los suicidios consumados es de
25 a 1. Aunque durante el último siglo se han observado cambios significativos en los
índices de suicidio en determinadas subpoblaciones (un aumento en adolescentes y un
descenso en los ancianos).

Factores de riesgo
 Diferencias entre sexos. La frecuencia del suicidio en los hombres es cuatro veces
superior a la de las mujeres, independientemente de la edad o la raza, a pesar de que
los intentos de suicidio o la ideación suicida es tres veces mayor entre las mujeres
que entre los hombres.
 Edad. En todos los grupos, el suicidio antes de la pubertad es excepcional. Los
índices aumentan con la edad, lo que pone de manifiesto la importancia de la crisis
de la mediana edad. Las personas mayores intentan suicidarse con menos frecuencia
que las jóvenes, pero consiguen su objetivo más a menudo. Aunque los ancianos
representan solo el 13% de la población, cometen el 16% de los suicidios. Con todo,
el índice de suicidios está aumentando entre las personas jóvenes. El suicidio es la
tercera causa de muerte entre los 15 y los 24 años de edad.
 Raza. El índice de suicidios en hombres y mujeres de raza blanca es
aproximadamente dos o tres veces mayor que en afroamericanos, en cualquier franja
de edad.
 Estado civil. El matrimonio disminuye el riesgo de suicidio de forma significativa,
sobre todo cuando se convive con los hijos. Las personas que nunca se han casado
presentan un índice global que casi duplica el de las casadas. El divorcio aumenta el
riesgo de suicidio, y los hombres divorciados tienen tres veces más probabilidades
de suicidarse que las mujeres divorciadas. Los viudos y viudas también muestran
índices más altos.
 Empleo. El trabajo, en general, protege contra el suicidio. Cuanto más alto es el
nivel social de una persona, mayor es el riesgo de suicidio, pero un descenso en la
escala social también aumenta el riesgo.
 Suicidios de médicos. Los datos actuales respaldan la afirmación de que los
médicos de ambos sexos tienen unos índices elevados de suicidio. Se calcula que
cada año cometen suicidio unos 400 médicos.
 Salud física. La relación entre la salud física y la enfermedad con el suicidio es
significativa. Los cuidados médicos previos son un indicador que se relaciona
positivamente con el riesgo de suicidio: sobre una tercera parte de los suicidas ha
recibido atención médica en los 6 meses anteriores a su muerte, y se ha calculado
que la enfermedad física contribuye de manera importante al suicidio en cerca de la
mitad de los casos.
 Enfermedad mental. Casi el 95%de las personas que se suicidan o lo intentan
presentan un trastorno mental diagnosticado: los trastornos depresivos suponen el
80%, la esquizofrenia el 10%, y la demencia o el delírium el 5%. De todas las
personas con trastornos mentales, el 25% presentan también dependencia del
alcohol y tienen un diagnóstico dual.
 Pacientes psiquiátricos. El riesgo de suicidio de los pacientes psiquiátricos es de 3
a 12 veces mayor que el de las personas sin problemas mentales. El grado de riesgo
varía en función de la edad, el sexo, el diagnóstico y si el paciente está ingresado o
no.
o Trastornos depresivos. Los trastornos del estado de ánimo son el
diagnóstico que se asocia con mayor frecuencia al suicidio.
Aproximadamente entre un 60% y un 70% de las víctimas de suicidio
presentaban una depresión significativa en el momento de su muerte.
o Esquizofrenia. El riesgo de suicidio de los pacientes con esquizofrenia es
alto: de hasta un 10%. Se ha calculado que en Estados Unidos se suicidan
cada año 4000 esquizofrénicos.
o Dependencia del alcohol. Hasta el 15% de todas las personas con
dependencia del alcohol se suicidan. Se calcula que el índice anual de
suicidio en alcohólicos es de 270/100000.
o Dependencia de otras sustancias. Los estudios llevados a cabo en diversos
países han demostrado un mayor riesgo de suicidio entre las personas que
abusan de sustancias. La tasa de suicidios en personas con dependencia de la
heroína es unas 20 veces superior a la de la población general.
o Trastornos de la personalidad. En una elevada proporción de los suicidas
se observan diversos trastornos o dificultades de personalidad asociados.
 Conducta suicida previa. Una tentativa de suicidio en el pasado es quizás el mejor
indicador de que el paciente presenta un riesgo elevado de suicidio. Los estudios
muestran que alrededor del 40% de los pacientes con depresión que se suicidan lo
habían intentado antes. El riesgo de una segunda tentativa es máximo durante los 3
meses posteriores a la primera.

Etiología
 Factores sociológicos:
o Teoría de Durkheim. Con la intención de explicar los patrones estadísticos,
Durkheim dividió los suicidios en tres categorías sociales: egoístas, altruistas
y anómicos. El término suicidio egoísta se aplica a las personas que no están
bien integradas en ningún grupo social. El término suicidio altruista se aplica
a las personas cuya tendencia al suicidio deriva de su excesiva integración
en un grupo, por lo que este es producto de dicha integración, como sería el
caso de un soldado japonés que sacrifica su vida en una batalla. La expresión
suicidio anómico se aplica a las personas cuya integración en la sociedad
está alterada hasta tal punto que no pueden seguir las normas habituales de
conducta. La anomia explica por qué un cambio drástico en la situación
económica hace que las personas sean más vulnerables que antes de que
cambiase su fortuna. En la teoría de Durkheim, la anomia también se refiere
a la inestabilidad social y a una desintegración general de las referencias y
los valores de la sociedad.
 Factores psicológicos
o Teoría de Freud. Freud afirmaba que el suicidio representa la agresividad
dirigida hacia el interior contra un objeto de amor introyectado,
ambivalente- mente catéxico. Freud dudaba de que pudiera haber un suicidio
sin el deseo previo reprimido de matar a alguien.
o Teoría de Menninger. Concibió el suicidio como homicidio invertido
debido a la ira del paciente contra otra persona. Este asesinato retroflejo se
dirige hacia el interior o se utiliza como excusa para el castigo. Describió un
instinto de muerte dirigido contra uno mismo y tres componentes de
hostilidad en el suicidio: el deseo de matar, el deseo de ser matado y el deseo
de morir.
 Factores biológicos. La disminución de las concentraciones de serotonina en el
sistema nervioso central (SNC) está implicada en la conducta suicida.
 Factores genéticos. La conducta suicida, como otros trastornos psiquiátricos, tiende
a presentar una incidencia familiar.
 Conducta parasuicida. Este término se introdujo para describir a los pacientes que
se automutilan (se hacen cortes en la piel), pero que no desean morir. Se calcula que
la incidencia de autolesiones entre los pacientes psiquiátricos es más de 50 veces
superior a la de la población general. La mayoría se cortan con delicadeza, y no
toscamente, y lo hacen en privado, con una hoja de afeitar, un cuchillo, un trozo de
cristal o un espejo. Los cortes afectan principalmente a las muñecas, los brazos, los
muslos y las piernas; es poco frecuente que se corten la cara, las mamas o el
abdomen.

Predicción: Los médicos deben evaluar el riesgo de suicidio en cada paciente concreto a
través de la exploración física. En el suicidio se distinguen factores de alto y de bajo riesgo.
Entre los de alto riesgo se encuentran la edad superior a 45 años, el sexo masculino, la
dependencia del alcohol (la tasa de suicidios es 50 veces mayor entre los alcohólicos que en
los que no presentan esta dependencia), la conducta violenta, la conducta suicida previa y
las hospitalizaciones psiquiátricas anteriores. Es importante plantear, a menudo de manera
directa, preguntas sobre sentimientos y conductas suicidas. Preguntar a un paciente
deprimido si ha tenido pensamientos de querer matarse no significa plantar la semilla del
suicidio. Por el contrario, es posible que sea la primera oportunidad que haya tenido el
paciente de hablar sobre una ideación suicida que haya estado presente durante algún
tiempo. La American Psychiatric Association (APA) ha formulado unas directrices
prácticas para tratar a los pacientes con conducta suicida, y enumera una serie de preguntas
que pueden ayudar al médico a valorar el riesgo de suicidio.

Tratamiento: La falta de planes de futuro, la donación de las propiedades personales, la


redacción de un testamento y el sufrimiento reciente de una pérdida implican un mayor
riesgo de suicidio. La decisión de ingresar a un paciente depende del diagnóstico, de la
gravedad de la depresión y las ideaciones suicidas, de la capacidad de afrontamiento del
paciente y de su familia, de las condiciones de vida del paciente, de la disponibilidad de
apoyo social y de la ausencia o presencia de factores de riesgo de suicidio.

Tratamiento hospitalario frente a tratamiento ambulatorio: La decisión clínica más


importante que debe tomarse es la de ingresar o no a un paciente con ideas suicidas. No
todos necesitan hospitalización; algunos pueden tratarse ambulatoriamente. No obstante, la
ausencia de un sistema de apoyo social sólido, los antecedentes de conducta impulsiva y la
existencia de un plan de acción suicida constituyen criterios de ingreso. Para determinar si
es factible un tratamiento ambulatorio, los médicos deben adoptar una estrategia directa:
pedir a los pacientes en riesgo que accedan a llamarles si pierden la confianza en su
capacidad para controlar sus impulsos suicidas. Los que llegan a este acuerdo con el
médico en el que confían se reafirman en la creencia de que tienen la fuerza suficiente para
controlar estos impulsos y buscar ayuda. A cambio de este compromiso por parte del
paciente, el médico debe estar disponible las 24h del día. Si un paciente al que se considera
seriamente suicida no puede llegar a este compromiso, está indicado el ingreso hospitalario
urgente, y debe aconsejarse tanto al paciente como a sus familiares. No obstante, si el
tratamiento va a ser ambulatorio, el terapeuta debe anotar los números de teléfono del
domicilio y del trabajo del paciente por si hubiera una urgencia; en ocasiones, el paciente
cuelga de forma inesperada durante una llamada a altas horas de la noche o da solo un
nombre al servicio de mensajes. Si no acepta la hospitalización, la familia debe asumir la
responsabilidad de estar con el paciente las 24h del día.
Muchos psiquiatras creen que se debe ingresar a todos los pacientes que hayan intentado
suicidarse, con independencia de su gravedad. Aunque la mayoría ingresa voluntariamente,
el peligro para uno mismo es una de las pocas indicaciones claras de hospitalización
involuntaria que se aceptan en la actualidad en Estados Unidos. En un hospital, los
pacientes pueden recibir los fármacos antidepresivos o antipsicóticos que estén indicados;
disponen de psicoterapia individual, de grupo y familiar, y gozan del apoyo del servicio
social del hospital y de una sensación de seguridad. Otras medidas terapéuticas dependen
de los diagnósticos subyacentes. Por ejemplo, ante una dependencia del alcohol asociada,
debe dirigirse el tratamiento para mitigar este problema. Aunque los pacientes considerados
suicidas agudos pueden tener un buen pronóstico, los suicidas crónicos son difíciles de
tratar y agotan a sus cuidadores. La observación constante por parte de personal de
enfermería especializado, el confinamiento y las medidas de contención no pueden evitar el
suicidio cuando el paciente está decidido a llevarlo a cabo. En algunos pacientes con
depresión grave puede aplicarse TEC, y pueden precisar varios ciclos de tratamiento. Una
medida útil para el tratamiento de los pacientes ingre- sados con depresión y riesgo de
suicidio consiste en realizar un registro personal y de sus pertenencias a su llegada en busca
de objetos que pudieran utilizar para suicidarse, y repetir el registro durante las
exacerbaciones de las ideaciones suicidas. Lo ideal sería que los pacientes ingresados con
depresión y riesgo de suicidio permanecieran en una sala cerrada y con ventanas
irrompibles, y que sus habitaciones estuvieran cerca del control de enfermería para facilitar
al máximo su observación por el personal de enfermería. El equipo de tratamiento debe
evaluar el grado de restricción a que debe someterse al paciente, y si son necesarios
controles regulares o una observación directa continua. Debe iniciarse un tratamiento
intensivo con antidepresivos o antipsicóticos en función del trastorno subyacente. Algunos
fármacos (p. ej., la risperidona) ejercen efectos antipsicóticos y antidepresivos, y son útiles
cuando el paciente presenta signos y síntomas tanto de depresión como de psicosis. La
psicoterapia de apoyo llevada a cabo por un psiquiatra demuestra una preocupación y puede
aliviar parte del intenso sufrimiento de un paciente.

Suicidios que implican otras muertes


 Homicidio precipitado por la víctima. El fenómeno de utilizar a otros,
normalmente a la policía, para quitarse la vida es bien conocido por los agentes de
la ley. Como describe Marvin Wolfgang, el ejemplo clásico es una persona que
asalta una gasolinera o una tienda que abre las 24 h con un arma, que amenaza con
utilizar contra la policía cuando ésta acude, y le disparan, pues consideran que lo
hacen en defensa propia. La psicología de estas víctimas no está clara, excepto que
parecen creer que esa es la única forma que tienen de morir.
 Suicidio-homicidio. Los suicidio-homicidios reciben una atención desproporciona-
da, debido a que son trágicos y dramáticos. Salvo que se trate de un pacto entre dos
adultos con consentimiento pleno, estos sucesos atestiguan la enorme carga de
agresividad inherente en muchos suicidios, además de la depresión. Además, lo que
parece ser un pacto es a menudo, de hecho, una coacción (o di- rectamente un
asesinato) más que un auténtico acuerdo entre iguales. Los pactos tienden a
establecerse con mayor frecuencia entre mujeres o en parejas ancianas.
 Suicidios terroristas. Los suicidios terroristas con bomba constituyen una categoría
especial de suicidio-homicidios, en la que la cuestión no es la voluntad de la víctima
y en la que las víctimas son desconocidas para el perpetrador, excepto en algún
grupo genérico (p. ej., judíos, occidentales). Algunos expertos en suicidios no los
clasifican como suicidios «reales», puesto que difieren en demasiados aspectos de
los suicidios típicos.
Suicidio inevitable No todos los suicidios pueden prevenirse; algunos pueden ser
inevitables. De hecho, más de una tercera parte de los suicidios consumados se dan en
personas que reciben tratamiento por algún trastorno psiquiátrico, por lo general depresión,
trastorno bipolar o esquizofrenia. Parece razonable asumir que algunos de estos pacientes
habían recibido el mejor tratamiento posible, aunque sus suicidios no pudieron evitarse.
Para considerar un suicidio en particular como inevitable deben coincidir algunos criterios.
El más importante es un potente antecedente de suicidio genético en uno o más miembros
de la familia, así como una importante carga genética de enfermedad mental. Aunque al
suicido consumado se ha asociado una diátesis genética importante, no resulta en sí mismo,
y por sí mismo, suficiente. También deben estar presentes otros factores de riesgo,
numerosos, y patológicos en extremo. Entre los muchos factores de riesgo (como ya se ha
descrito) se hallan los antecedentes de abuso físico, emocional o sexual, en especial durante
la niñez; un divorcio; estar sin trabajo; el sexo masculino; haber sido dado de alta
recientemente de un centro psiquiátrico; presentar tentativas previas de suicidio;
alcoholismo o abuso de otras sustancias; ante- cedentes de ataques de pánico, y la presencia
de afecciones médicas. Son particularmente peligrosos los pensamientos suicidas
persistentes, en especial unidos a un plan. Como se ha mencionado, la inevitabilidad supone
que estos factores de riesgo son numerosos y graves, aunque presentan varios niveles de
gravedad. Finalmente, para considerar el suicidio como inevitable el paciente tiene que
haber sido tratado con el mejor tratamiento disponible, y este haber fracasado. La
inevitabilidad supone, entre otros muchos factores, que a pesar de haber hecho todo lo
posible, y correctamente, el paciente murió.

Sobrevivir al suicidio: La expresión superviviente de un suicidio se refiere a quienes han


perdido a un ser querido en un suicidio y no a alguien que ha tratado de suicidarse, pero
sobrevivió. La carga de los supervivientes de un suicidio es mayor que la que se asocia a
cualquier otra muerte, principalmente debido a que las oportunidades para culparse son
mucho mayores. Los supervivientes sienten que el ser querido se quitó la vida de forma
intencionada y por su propia voluntad, y que, si ellos hubieran hecho algo distinto de lo que
hicieron, el fallecido todavía estaría vivo. Como este no puede contradecirse, los
supervivientes se encuentran a merced de sus conciencias, a menudo implacables. Lo que
suele ser más exacto es que los fallecidos no actuaban totalmente de forma voluntaria, sino
que eran víctimas de su propia predisposición genética o, por las experiencias de su vida, a
la depresión y al suicidio. Para los niños, de manera especial, la pérdida de un progenitor
por suicidio se siente como un vergonzoso abandono del que pueden culparse. En los
padres cuyos hijos se han quitado la vida, su amargura no solo se debe a la pérdida de una
parte de sí mismos, sino también a su fracaso en lo que perciben como su responsabilidad
por todo lo que sienten sus hijos.
BIBLIOGRAFÍA
Sadock BJ, Ruiz P, Sadock VA. Sinopsis de psiquiatría: ciencias de la conducta, psiquiatría
clínica. Barcelona: Wolter Kluwer; 2015.

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