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Umberto Eco

EL INFORMALISIMO COMO OBRA ABIERTA


Aldo Solari
SOBRE EL TERCERISMO
Alain Bosquet: PROBLEMAS DE LA
TRADUCCION POETICA - Benito Milla: OCTAVIO
PA Z: ENTRE LA POESIA Y LA HISTORIA
Nelson M arra: SANTA MARIA, CIUDAD-MITO,
EN LA LITERATURA DE ONETTI - Rodolfo
Alonso: ALGUNOS POEMAS - Fernando Ainsa:
LOS OBJETOS DE SU PRESENCIA - Carlos H.
Filgueira: TIPOLOGIA Y ANALISIS DE LA
SOCIEDAD INDUSTRIAL - Alberto Paganini:
IRACUNDIA Y CATOLICISMO ALEMAN
Domingo M. R ivarola: PARAGUAY, AHORA
Crítica - Notas - Libros

ABtIL-MAYO 1 96 6
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as r e v i s t a de cul t ura
Director Responsable: BENITO MILLA
Secretario de Redacción: Hugo García Robles
Distribución: Editorial Alfa, Ciudadela 1389, Montevideo

ABRIL - MAYO 1966 - No. 6

Artículos
3 Humberto Eco
EL INFORMALISIMO COMO OBRA ABIERTA
18 Aldo Solari
ALGUNAS CUESTIONES COMPLEMENTARIAS SOBRE TERCERISMO
25 Alain Bosquet
PROBLEMAS DE LA TRADUCCION POETICA
29 Benito Milla
OCTAVIO PAZ: LA POESIA Y LA HISTORIA
32 Nelson Marra
SANTA MARIA, CIUDAD-MITO, EN LA LITERATURA DE ONETTI
Poesía
35 Rodolfo Alonso
ALGUNOS POEMAS
Narrativa
38 Fernando Ainsa
LOS OBJETOS DE SU PRESENCIA
Crítica
42 Carlos H. Filgueira
UNA TIPOLOGIA Y UN ANALISIS DE LA SOCIEDAD INDUSTRIAL
46 Alberto Paganini
IRACUNDIA Y CATOLICISMO ALEMAN
Crónica
50 Domingo M. Rivarola
PARAGUAY, AHORA
NOTAS
53 Jesús C. Guiral: EL OLVIDADO “GRAN PISCATOR DE SALAMAN­
CA” Y SU HOMENAJE A CERVANTES. — Hugo García Robles: JOHN
CAGE, TERESA VILA Y LA OBRA ABIERTA. — Luis Mercier Vega:
UNA TESIS INSOLITA: LA PEQUEÑA BURGUESIA VANGUARDIA DE
LA REVOLUCION. — Roberto Fabregat Cúneo: UN ASPECTO EN LA
LITERATURA NEO-PERONISTA.
58 NOTAS VARIAS.

N E C I O S : Uruguay, $ 20.00 - Argentina, 100.00 - Otros Países: U$S 4.00 un año (6 números)
Con este número 6, Temas cumple un año de vida literaria. Una so­
mera aproximación a esta prim era etapa de tareas indica, entre varias in­
suficiencias, dos hechos positivos: la creciente inclusión, en sus sumarios,
de escritores de varios países de América L atina y la sistemática incor­
poración de jóvenes escritores uruguayos a sus páginas. Aspirando, como
dijimos en el prim er número, a estim ular la confrontación y el diálogo
en la vida cultural de nuestro país y d-el Continente y a destacar los va­
lores nuevos de su cultura, habernos acercado en alguna medida a ese
propósito justifica y recompensa el esfuerzo realizado.

Estamos lejos, sin embargo, de la meta. La vida cultural uruguaya


conoce, paradójicamente, uno de sus momentos más fecundos en el plano
de la creación —lo atestigua la intensidad de su movimiento editorial, la
importante y creciente participación de sus artista s plásticos, la irrupción
de jóvenes valores en la poesía y en la n arrativ a—, pero también conoce
la confusión política, el sarampión ideológico, el terrorism o crítico y la
demagogia verbal como sustitutivo innocuo de la acción. Esos elementos
negativos y distorsionantes neutralizan en parte los aspectos positivos y
creadores de su aportación al movimiento de la cultura universal.

El movimiento de la cultura es profundam ente libertario. Por eso no


participamos del infantilismo que aqueja a algunos seudointelectuales de
esta zona, que sostienen anacrónicamente, que la libertad es un prejuicio
burgués y se han embarcado alegremente en la empresa de destruirla.
Creemos, contra ellos, que hay que defenderla y ensancharla, incesante
tarea del espíritu verdaderam ente revolucionario, en la que seguiremos
participando a nuestra medida y sin descanso. Por eso, esta revista se­
guirá adscrita al movimiento de apertura cultural, de desmilitarización
ideológica, que es a nuestro entender el más positivo de esta hora del
mundo, mal que les pese a los nostálgicos epígonos de la guerra fría.

Temas
Umberto Eco

El In fo m a ta o como obro abierta


Hablar de una poética de lo informal co­ un personaje o un asunto en momentos su­
mo típica de la pintura contemporánea im­ cesivos de su desarrollo: es la técnica adop­
plica una generalización: “informal”, como tada en el frontispicio de la portada de
categoría crítica se convierte en califica­ Souviilac con la historia del clérigo Teó­
ción de una tendencia general de la cul­ filo, o la de la Tapisserie de la Reine Ma-
tura de un período, de tal modo que com­ thilde, de Bayeux, verdadera narración
prende al mismo tiempo figuras como Wols “fílmica” hecha con muchos fotogramas
o Bryen, los tachistes, los maestros de la yuxtapuestos. Se trataba, no obstante, de
action painting, el art autre, etc. Así la una representación del movimiento gra­
categoría de informal entra bajo la defi­ cias a estructuras sustancialmente fijas; el
nición más amplia de poética de la obra movimiento no involucraba la estructura de
abierta ( 1 ). la obra, la naturaleza misma del signo.
Obra abierta como proposición de un Actuar sobre la estructura quiere de­
“campo” de posibilidades interpretativas, cir en cambio, moverse en la dirección de
como configuración de estímulos dotados Magnasco, o de Tintoretto, o mejor aún
de una sustancial indeterminación, de tal de los impresionistas: el signo se hace im­
modo que el gozador sea inducido a una preciso y ambiguo, en el intento de dar
serie de “lecturas” siempre variables; es­ una impresión de animación interna. Pero
tructuras, por último, como “constelación” la ambigüedad del signo no hace indeter­
de elementos que se prestan a varias rela­ minada la visión de las formas representa­
ciones recíprocas. En tal sentido lo infor­ das: sugiere una connatural vibración in­
mal en pintura se vincula a las estructu­ terna, un más íntimo contacto; el ambiente,
ras musicales abiertas de la música post- pone en crisis los contornos, las distincio­
weberniana y a la poesía “novísima” que nes rígidas entre forma y forma, entre for­
de informal ha aceptado, admitiéndola sus mas y luz, entre formas y fondo. Pero el
representantes, la definición. ojo, no obstante, está siempre determinado
Lo informal pictórico podría verse co­ a reconocer aquellas —y no otras— for­
mo el último eslabón de una cadena de mas (si bien ha sido ya inducido a dudar
experimentos dirigidos a introducir un de la posibilidad de una disolución even­
cierto “movimiento” en el interno de la tual, de la promesa de una fecunda inde­
obra. Pero el término “movimiento” pue­ terminación, asistiendo a una crisis de las
de tener distintas acepciones, y es también configuraciones tradicionales, a un llama­
búsqueda de movimiento aquella que va do a lo informe como se manifiesta en las
al mismo paso que la evolución de las ar­ catedrales del último Monet).
tes plásticas, y que encontramos ya en las La ampliación dinámica de las formas
pinturas rupestres o en la Nike de Samo- futuristas y la descomposición cubista su­
tracia (búsqueda, por lo tanto, de una re­ gieren sin duda otras posibilidades de mo­
presentación, en el rasgo fijo e inmóvil de vilidad de las configuraciones; pero por úl­
un movimiento propio de los objetos rea­ timo la movilidad es permitida precisa­
les representados). Otra forma de movi­ mente por la estabilidad de las formas asu­
miento la tenemos en la repetición de una midas como punto de partida, confirmadas
misma figura en el intento de representar de nuevo en el momento en que se nie­
gan a través de la deformación o de la
Elle texto Integra el libro OBRA ABIERTA, que descomposición.
tuvo una excepcional repercusión cuando apareció
en Italia 7 posteriormente en la traducción fran- En la escultura encontramos otra deci­
ctia. Acaba de aparecer en español ba]o> el sello
editorial Seix Barral 7 configura una notable apor­ sión de apertura de la obra: las formas
tación a la clarificación de los aspectos más esen­
ciales de la estática contemporánea. plásticas de un Gabo o de un Lippold in-
vitan al gozador a una intervención acti­ guardia más joven, llevan a las extremas
va, a una decisión motriz, en favor de una consecuencias estas premisas (4).
poliedricidad del punto de partida. La for­ Y he aquí que junto a estas direcciones
ma está construida de modo que resulte form ativas tenemos las de lo informal, en­
ambigua y visible desde perspectivas di­ tendido en el sentido llano que ya hemos
versas en distintos modos ( 2 ). Cuando el definido. No ya obra en movimiento, por­
gozador rodea la forma, ésta le parece va­ que el cuadro está ahí, ante nuestros ojos,
rias formas. Es lo que ya había parcial­ definido de una vez por todas, físicamen­
mente ocurrido con el edificio barroco y te, en los signos pictóricos que lo compo­
con el abandono de una perspectiva for­ nen; ni obra que exige el movimiento del
mal privilegiada. Es obvio que la posibi­ gozador —más de cuanto lo exija cualquier
lidad de ser vista desde distintos puntos cuadro que pide ser visto teniendo en
de perspectiva pertenece a cualquier obra cuenta las varias incidencias de la luz so­
de escultura, y el Apolo de Belvedere vis­ bre las asperezas de la materia, sobre los
to de costado resulta diferente del que se relieves del color. Y sin embargo obra
ve de frente. Pero, fuera del caso en que la abierta con pleno derecho —casi de modo
obra está construida de modo que exige más m aduro y radical— porque aquí ver­
la exclusiva visión frontal (pensemos en daderam ente los signos se componen como
las estatuas y columnas de las catedrales constelaciones en las que la relación es­
góticas), la forma vista desde varias pers­ tru ctu ral no está determinada, desde el ini.
pectivas tiende siem pre a hacer converger ció, de modo unívoco, en el que la ambi­
la atención sobre el resultado total —res­ güedad del signo no es llevada de nuevo
pecto del cual los aspectos distintos de la (como en los impresionistas) a una con­
perspectiva son com plem entarios y perm i­ firm ación final de la distinción entre la
ten que se los considere acum ulativam en­ form a y el fondo, sino que el fondo mismo
te. El Apolo visto desde la p arte posterior se convierte en el tema del cuadro (el te­
deja adivinar el Apolo total, la visión fron­ ma del cuadro se convierte en el fondo
tal confirma una vez m ás la precedente, como posibilidad de metamorfosis conti­
la una estimula el deseo como com plemen­ nuas (5).
to, aunque sea imaginativo, de la otra. La De aquí la posibilidad —por parte del
forma completa se constituye de nuevo po­ gozador— de escoger las propias direccio­
co a poco en la memoria y en la im agi­ nes y los propios vínculos, las perspectivas
nación. privilegiadas por elección y de entrever, en
La obra de Gabo vista desde la p arte in ­ el fondo de la configuración individual, las
ferior, en cambio, nos hace in tu ir la coe­ demás individualizaciones posibles, que se
xistencia de perspectivas variables que se excluyen pero se comprenden, en continua
excluyen entre sí. Nos satisface y nos de­ exclusión - implicación recíproca. De esto
ja insatisfechos al mismo tiempo, con la se originan dos problemas, implicados no
curiosidad de poder im aginar la totalidad sólo en una poética de lo Informal, sino
de las perspectivas (lo que de hecho es en toda poética de la obra abierta: 1 ) las
prácticam ente imposible) (3 ). razones históricas, el background cultural
de una decisión formativa semejante, la
Calder da un paso adelante: ahora la visión del mundo que ella supone; 2 ) las
forma se m ueve ante nuestros ojos, y la posibilidades de “lectura” de tales obras,
obra se convierte en “obra en movim ien­ las condiciones comunicativas a las que se
to”. Su movimiento se compone con el deí someten las garantías de una relación de
espectador. En rigor no deberían existir dos comunicación que no degenere en el caos,
momentos, en el tiempo, en que la posición la tensión entre una masa de información
recíproca de la obra y del espectador pue­ puesta intencionadamente a disposición del
dan reproducirse de igual modo. El cam ­ gozador y un mínimo de comprensión ga­
po de las elecciones no es ya una sugeren­ rantizada, la adecuación entre voluntad
cia, es una realidad y la obra es un cam­ del creador y respuesta del consumidor. Co­
po de posibilidades. Los “vetrini” de Mu- mo se ve en ambos problemas no se plan­
nari, las obras en movimiento de la van­ tea la cuestión de valor estético, de la “be-
lleza” de las obras en discusión. El pri­ caciones y delimitaciones de su significado,
mer punto presume que las obras, para de modo que se pueda determinar en qué
manifestar de modo preciso una implícita medida el empleo del término tiene valor
visión del mundo y los vínculos con toda sugestivo o metafórico. Es muy cierto que
una condición de la cultura contemporá­ quien se escandaliza y teme por la pureza
nea, deben satisfacer por lo menos en par­ del discurso filosófico cuando se encuentra
te las condiciones indispensables del par­ frente al empleo, en estética o en cualquier
ticular discurso comunicativo que se suele otra disciplina, de términos como “inde­
definir como “estético”. El segundo punto terminación”, “distribución estadística”,
examina las condiciones comunicativas “información”, “entropía”, etc., olvida que
elementales sobre cuya base se puede lue­ la filosofía y la estética tradicionales se
go plantear una comunicativa más rica y han valido siempre de términos como “for­
profunda, caracterizada por una fusión or­ ma”, “potencia”, “germen” y así sucesiva­
gánica de múltiples elementos, que es pro­ mente, que no eran, en origen, sino térmi­
pia del valor estético. Una discusión sobre nos físico-cosmológicos pasados a otro
las posibilidades estéticas de lo Informal campo. Pero es también verdad que preci­
constituirá por consiguiente la tercera fa­ samente por causa de estas mezcolanzas
se del discurso que se quiere emprender. terminológicas la filosofía tradicional ha
podido discutirse con actitudes analíticas
más rigurosas: por lo que, tomando ésto
La obra como Metáfora Epistemológica en cuenta, al encontrar un artista que em­
En el primer aspecto de lo Informal se plea determinados términos de la metodo­
conecta decididamente con una condición logía científica para designar sus intencio­
general de todas las obras abiertas. Se tra­ nes formativas, no nos aventuramos a ima­
ta de estructuras que aparecen como me­ ginar que las estructuras de este arte re­
táforas epistemológicas, resoluciones es­ flejen las presuntas estructuras del univer­
tructurales de una difusa conciencia teoré­ so real, pero señalaremos sólo que la cir­
tica (no de una teoría determinada, sino culación cultural de determinadas nociones
de una persuasión cultural asim ilada): re­ ha influenciado particularmente al artista
presentan la repercusión, en la actividad en cuestión de tal modo que su arte quie­
formativa, de determinadas adquisiciones re ser y debe verse como la reacción ima­
de la metodología científica contemporá­ ginativa, la metaforización estructural de
nea, la confirmación, en el arte, de las ca­ una cierta visión de las cosas (que las ad­
tegorías de indeterminación, de distribu­ quisiciones de la ciencia han hecho fami­
ción estadística, que regulan la interpreta­ liar al hombre contemporáneo). En este
ción de los hechos naturales. Lo informal sentido nuestra búsqueda no tendrá el ca­
pone así en discusión, con los medios que rácter de inspección ontològica sino de
le son propios, las categorías de la causa­ una más modesta contribución a la histo­
lidad, la lógica de dos valores, las rela­ ria de las ideas.
ciones de lo unívoco, el principio del ter­ Los ejemplos son múltiples y se podrían
cio excluso. sacar de los diversos prospectos de exposi­
No es ésta una indicación del filósofo que ciones o artículos críticos ( 6 ). Como un
a toda costa quiere ver un mensaje con­ ejemplo particularmente llamativo nos re­
ceptual implícito en la actitud de las for­ ferimos al artículo de George Mathieu,
mas del arte. Es un acto de autoconcien- D’Aristote a l’abstraction lyrique (7) en el
cia de los mismos artistas que traicionan, que el pintor trata de delinear el paso pro­
en el mismo vocabulario que utilizan pa­ gresivo, en la civilización occidental, de lo
ra declarar su poética, las influencias cul­ ideal a lo real, de lo real a lo abstracto y
turales a que reaccionan. Muchas veces el de los abstracto a lo posible. Es una his­
uso acrítico de la categoría científica para toria de la poética de lo Informal y de la
caracterizar un comportamiento formativo abstracción lírica, y de las formas nuevas
es muy peligroso; llevar un término propio que la vanguardia descubre antes que la
de la ciencia al discurso filosófico o al dis­ conciencia común las haya integrado. La
curso crítico impone una serie de verifi- evolución de las formas aparece a Mathieu
paralela a la de los conceptos científicos: la pintura abstracta; entre los intentos de
“Si asistimos al derrumbe de todos los va­ axiomatización de la geometría de Hilbert
lores clásicos en el dominio del arte, una y los primeros intentos del neoplasticismo
revolución paralela igualmente profunda y del constructivismo: “Por último la Teo­
tiene lugar en el sector de las ciencias, ría de los Juegos de Von Neumann y Mor-
donde el jaque reciente a los conceptos so­ genstern, uno de los acontecimientos cien­
bre el espacio, la materia, la paridad, la tíficos más importantes de este siglo, se
gravitación, el resurgir de las nociones de ha comprobado particularmente fecunda
indeterminismo y probabilidad, de contra­ en sus aplicaciones al arte actual, como
dicción, de entropía, plantean por todas Toni del Henzio ha demostrado magistral­
partes el despertar de un misticismo y las mente a propósito de la action-painting.
posibilidades de un nuevo trascendentalis- En este vasto dominio que va ahora de
mo”. lo posible a lo probable, en esta nueva
Estamos de acuerdo en que en el plano aventura del indeterminismo que rige las
metodológico una noción como la de in­ leyes, de la materia inanimada, viviente o
determinación no plantea ninguna posibi­ psíquica, los problemas planteados por
lidad mística sino que permite describir Cavalier de Mere a Pascal, hace tres si­
con lá cautela debida algunos aconteci­ glos, han sido tan superados como las no­
mientos microfísicos; y que no debe conce­ ciones de hasard-objectif de Dalí o de me­
derse, en el plano filosófico, asumirla con ta-ironía de Duchamp. Las nuevas relacio­
demasiada desenvoltura: pero si el pintor, nes de lo casual con la causalidad, la in­
Mathieu en este caso, la acoge de este mo­ troducción de lo anti-casual positivo o ne­
do y si hace de ella un estímulo imagina­ gativo, son una confirmación más de la
tivo, no podemos dudar sobre su derecho a ruptura de nuestra civilización con el ra­
hacerlo. Será preciso examinar, en cam­ cionalismo cartesiano”. .
bio, si del estímulo a la estructuración de Pase por alto el lector indulgente las
signos pictóricos se conserva una cierta aventuradas afirmaciones científicas del
analogía entre la visión de las cosas implí­ citado pintor y su persuasión metafísica de
cita en la noción metodológica y la que que el indeterminismo rige las leyes de
manifiestan las nuevas formas. Como ya la materia inanimada, viviente y psíqui­
hemos dicho en otro lugar, la poética del ca. Pero no puede pretenderse que la cien­
barroco reacciona en el fondo de una nue­ cia introduzca cautamente conceptos váli­
va visión del cosmos introducida por la dos en un preciso ámbito metodológico y
revolución copemicana, sugerida casi en que toda la cultura de un período, toman­
términos figurativos por el descubrimien­ do su significado revolucionario, renuncie
to de la elipsis de las órbitas planetarias a adueñarse de ella con la violencia salva­
realizado por Kepler —descubrimiento je de la reacción sentimental e imaginati­
que pone en crisis la posición privilegiada va. Es verdad que el principio de indeter­
del círculo como símbolo clásico de per­ minación y la metodología cuántica no nos
fección cósmica. Y así como la posibilidad dicen nada sobre la estructura del mun­
múltiple de perspectivas del edificio ba­ do, sino sólo sobre un cierto modo de des­
rroco resiente esta concepción— ya no geo­ cribir determinados aspectos del mundo:
céntrica, y por lo tanto ya no antropocén- pero nos dice en cambio que algunos va­
trica, de un universo ampliado en direc­ lores que se consideraban absolutos, váli­
ción del infinito, también hoy, como hace dos como armazones metafísicos del mun­
el mismo Mathieu procediendo en su ar­ do (el principio de causalidad o el del ter­
tículo, es en teoría posible establecer pa­ cio excluso), tienen el mismo valor con­
ralelos entre el advenimiento de nuevas vencional que los nuevos principios meto­
geometrías no euclidinas y el abandono de dológicos asumidos, y sea como fuere no
las formas geométricas clásicas realizado son ya indispensables para explicar el
por los Fauves y por el Cubismo: entre la mundo o para fundamentar otro. De aquí,
aparición en la escena matemática de los en las formas del arte, no tanto la instau­
números imaginarios y transfinitos y de la ración rigurosa de equivalentes de los nue­
teoría de los conjuntos y la aparición de vos conceptos, cuanto la negación de los

E
antiguos. Y al mismo tiempo el intento de un llano o al borde de una escollera, sino
sugerir, junto a una nueva actitud metodo­ que estamos además aferrados al cuadro
lógica frente a una probable estructura de constantemente, a una superficie constan­
las cosas, una imagen posible de este mun­ temente llana en la cual no ha sido utili­
do nuevo, una imagen que la sensibilidad zada ninguna de las técnicas tradicionales.
no ha hecho aún suya, porque la sensibi­ Pero esta visión múltiple es enteramente
lidad lleva siempre un retraso respecto de normal: así se ven las cosas en un paseo
las adquisiciones de la inteligencia y aún al campo mientras se escalan montículos
hoy tendemos ancestralmente a pensar que o se siguen caminos sinuosos. Esta tenden­
“el sol se levanta”, aunque desde hace cia a ver las cosas colocándose alternativa
tres siglos y medio nuestros antepasados o sucesivamente en diversos puntos del es­
aprenden en la escuela que el sol no se pacio indica también evidentemente una
mueve. relatividad, o una presencia simultánea del
De aquí la función de un arte abierto co­ tiempo” ( 8 ).
mo metáfora epistemológica: en el mun­ ‘‘Fautrier nos pinta una caja como si el
do en el que la discontinuidad de los fe­ concepto de caja no existiera aún; y, más
nómenos ha puesto en crisis la posibilidad que un objeto, una lucha entre sueño y
de una imagen unitaria y definitiva, ésta materia, un andar a tientas hacia la caja,
sugiere un modo de ver aquello en que en la zona de la incertidumbre donde se
se vive, y, viéndolo, aceptarlo, integrarlo tocan lo posible y lo re a l... El artista tie­
a la propia sensibilidad. Una obra abierta ne la sensación precisa de que las cosas
afronta de lleno la tarea de darnos una podrían ser de otro m o d o ...” (9).
imagen de la discontinuidad: no la narra, “La materia de F autrier... es una ma­
es ella. A través de la abstracta categoría teria que no se simplifica, sino que va
de la metodología científica y la viva ma­ siempre adelante complicándose, captando
teria de nuestra sensibilidad, ésta aparece y asimilando significaciones posibles, incor­
como una especie de esquema trascenden­ porándose aspectos o momentos de lo real,
tal que nos permite comprender nuevos as­ saturándose de experiencia vivida...” ( 1 0 ).
pectos del mundo. “Bien distintos y asimismo precisos los
En esta clave es necesario interpretar atributos que es necesario asegurar a la
los emocionados protocolos de lectura que representación (de Dubuffet): en primer
la crítica nos da frente a obras informales, lugar los atributos de la in-finitud, de la
casi entusiasmándose por las nuevas im­ in-distinción, de la in-discreción (tomando
previstas libertades en que se admite la los términos en su significado etimológico).
imaginación ante un campo de estímulos Mirando de acuerdo con la óptica de la
tan abierto y ambiguo: materia significa, en efecto, ver cómo se
"Dubuffet se ocupa de las realidades pri­ rompen los perfiles de las nociones, cómo
mordiales y el “mana” las corrientes má­ se disuelven y desapareecn aspectos de co­
gicas que ligan los sujetos humanos a los sas y personas o, si aún subsisten corpúscu­
objetos que los rodean. Pero su arte es mu­ los, huellas, presencias provistas de una de­
cho más complejo que cualquier tipo de finición formal cualquiera, discemibles a
arte primitivo. Ya he aludido a las múlti­ la vista, semejante óptica impone una cri­
ples ambigüedades y zonas de significado. sis, una inflación multiplicándolos, confun­
Muchas de éstas son creadas por la com­ diéndolos en un corro de proyecciones y
pleja organización especial de la tela, por de desdoblamientos” ( 1 1 ).
la buscada confusión de las escalas, por la “El “lector” se excita por lo tanto fren­
costumbre del artista de ver y represen­ te a la libertad de la obra, a una prolifera­
tar las cosas bajo distintos ángulos con­ ción activa infinita de la misma, frente a
temporáneamente. .. Se trata de una expe­ la riqueza de sus añadidos internos, de las
riencia óptica muy compleja porque no só­ proyecciones inconscientes que ella invo­
lo nuestro punto de vista nunca cesa de lucra, a la invitación que le hace la tela
variar y no sólo hay una gran cantidad a no dejarse determinar por los nexos cau­
de impasses ópticos, de perspectivas que sales y por las tentaciones de lo unívoco,
evocan una calle que termina en medio de empeñándose en una transacción rica en
descubrimientos cada vez más imprevisi­ l’image foncière. Au niveau de la peinture,
bles. une cybernétique, comme on dit vulgaire­
De estos “protocolos de lectura” quizá ment, se manifeste. Nous aurons enfinu
el más rico y el que más puede preocupar­ l’oeuvre d’art s’abhumaniser, se délacer de
nos, es el que se debe a Audiberti cuando la signature de l’homme, accéder a une
nos cuenta qué ve en la pintura de Cami­ mouvementation autonome, que même les
lle Bryen: compteurs d’electrons, pour peu qu’on sut
“Finalement, il n’y a plus d’abstrait que au juste ou les brancher, se feraint un jeu
de figuratif. L’intime semoule du fémur de mésurer” ( 1 2 ).
des ibis, et meme des plombiers, recèle, En este “protocolo” tenemos conjunta­
comme un album, comme un abhomme de mente los límites y las posibilidades de una
famille, toute sorte de carte postale, dôme obra abierta. Si la mitad de las reacciones
del Invalides, gran hotel New-grand a Yo­ anotadas no tienen nada que ver con un
kohama. La réfraction atmosphérique ré­ efecto estético, y son puras divagaciones
percute dans le tissu minéral les mirages personales sugeridas por los signos, tam­
les mieux composés. Des hordes de staphy- bién este hecho debe sin embargo tenerse
lococques submédulliers s’allignent pour presente: ¿es éste un límite del “lector”
dessiner la silhouette du tribunal de com­ en cuestión, más interesado en los libres
merce de Menton ( . . . ) L’infini de la pein­ juegos de la propia imaginación, o un lí­
ture de Bryen me parait plus qualifié que mite de la obra que asume aquí la fun­
s’il se bornait a illustrer l’habituel rap­ ción que puede tener, para otro sujeto, el
port de l’immobile peinture courante avec peyote? Pero fuera de esos problemas ex­
ce qui précédé et ce qui suivra. Je répété, tremos, hemos señalado aquí, elevadas al
il le faut, qu’a mes yeux elle a ceci, pour grado más alto, las posibilidades de una
elle, qu’elle bouge vraiment. Elle bouge libre inspección, de una inagotable men­
dans tous les appels de l’espace, du coté ción de contrastes y oposiciones, que pro-
de passé, du coté de l’avenir. Elle plonge liferan a cada paso. Hasta tal punto, que,
sur la végétation poisonneuse du fond ou, así como el lector escapa al control de la
au contraire, hors des abimes de la carie obra, en un cierto momento parece que la
dentaire des moucherons, elle monte vers obra escapa al control de cualquiera, inclu­
le clin de notre oeil et la poignée de nos so del autor, y que discurre sponte sua,
mains. Les molécules qui la composent, de como un cerebro electrónico enloquecido.
substance chimique picturale et d’energie No queda ya entonces un campo de posi­
visionnaire a la fois, palpitent et s’adius- bilidad, sino lo indistinto, lo originario, lo
tent sous la douche horizontale du regard. indeterminado en el estado bruto, el todo
On prend ici sur le fait le phénomène de y la nada.
la création continue. Une “plume”, une Audiberti habla de libertad cibernética y
peinture de Bryen n’atteste pas, comme la palabra nos introduce en lo vivo de la
tout autre, comme toute chose ici-bas, la cuestión: la cual puede aclararse precisa­
jonction permanente des ordres de Bour­ mente mediante un análisis de las capaci­
se, de l’exocuticule des araignées et des dades de comunicación de la obra en tér­
bois crieurs des cobalts, non. .S Alors qu’ minos de teoría de la información.
achevée, présentable et signée, amenée a sa
proportion sociale et commerciale, elle Apertura e Información
attend l’attention ou la contemplation de
celui qui la voit et dont elle fait un voyant, La teoría de la información, en sus for­
les formes ou les non-formes qu’elle pro­ mulaciones al nivel matemático (no en sus
pose au premier abord se modifient dans aplicaciones prácticas a la técnica ciberné­
l’espace en avant de la toile et de la feuille tica) (13), nos habla de una diferencia ra­
et en avant, aussi, de l’ame de ce voyant, dical entre “significado” e “información”.
en avant! Elles accouchent, petit a petit El significado de un mensaje (y es men­
l’astre fait son nid, de décors et de profils saje comunicativo también la configura­
secondaires tour a tour prépondérants. En ción pictórica que comunica precisamente
couches transparentes ils se placquent sur no referencias semánticas, sino una dada
suma de relaciones formales perceptibles rriente: lo comunica de un modo particu­
entre sus elementos) se establece en pro­ larmente concreto puesto que organiza tér­
porción al orden, a lo convencional y por minos escogidos cuidadosamente de acuer­
lo tanto a la “redundancia” de la estruc­ do con leyes inesperadas y relaciones ori­
tura. Tanto más el significado es claro e ginales, fundiendo así estrecha y genialmen­
inequívoco cuanto más me atengo a reglas te el contenido semántico con los sonidos y
de probabilidad, a leyes de organización con el ritmo general de la frase, para ha­
prefijadas —y reiteradas a través de la re­ cerla nueva, intraducibie, vivaz y persua­
petición de los elementos previsibles. Recí­ siva (capaz por consiguiente de dar al
procamente, cuanto más improbable se ha­ oyente una gran cantidad de información
ce la estructura, ambigua, imprevisible, que sin embargo no es información semán­
desordenada, tanto más aumenta la infor­ tica, tal como para enriquecer la concien­
mación. información entendida por lo tan­ cia de las referencias externas implicadas,
to como posibilidad informativa. sino información estética, información que
En ciertas condiciones de comunicación se vierte sobre la riqueza de esa forma da­
se persigue el significado, el orden, lo ob­ da).
vio: es el caso de la comunicación a uso En cambio el poeta contemporáneo que
práctico, desde la carta al símbolo que in­ dice “Plaines, dont j ’ai dépassé la nuit”, si
dica en las carreteras, que tienden a ser bien realiza la misma operación que el
comprendidos unívocamente sin posibilidad poeta antiguo ( organizando en una parti­
de malentendidos o interpretaciones perso­ cular relación contenidos semánticos, ma­
nales. En otros casos, en cambio, se per­ terial sonoro, ritmos), persigue evidente­
sigue el valor información, la riqueza no mente una intención distinta: no reconfir­
reducida de los significados posibles. Es es­ mar de modo “hermoso”, de modo “agra­
te el caso de la comunicación artística y dable” una lengua aceptada e ideas adqui­
del efecto estético —que una búsqueda en ridas, sino romper las convenciones de la
clave de información ayuda a explicar sin lengua aceptada y los habituales módulos
fundar por lo demás definitivamente. de concatenación de las ideas, para propo­
Se ha dicho ya que cualquier forma de ner un uso inopinado de la lengua y una
arte, aun si adopta las convenciones de lógica no habitual de las imágenes, tal,
un discurso común o símbolos figurativos que dé al lector un tipo de información,
aceptados por la tradición, funda su pro­ una posibilidad de interpretaciones, una
pio valor en una novedad de organización serie de sugerencias, que son el polo opues­
del material dado que constituye en cada to del significado como comunicación de
caso un aumento de información para el un mensaje unívoco.
gozador. Pero a través de vuelos origina­ Ahora el discurso que hacemos sobre la
les y rupturas provisorias del orden de las información lleva precisamente a este as­
previsiones, un arte “clásico” tiende en el pecto de la comunicación artística, inde­
fondo a reconfirmar las estructuras acep­ pendientemente de las demás connotacio­
tadas por la sensibilidad común a la que nes estéticas de un mensaje. Se trata de
se dirige, oponiéndose a determinadas le­ determinar hasta qué punto esta voluntad
yes de redundancia sólo para reconfirmar­ de novedad informativa se concilia con las
las de nuevo aun cuando sea de modo ori­ posibilidades de comunicación entre autor
ginal. En cambio, el arte contemporáneo y gozador. Consideremos una serie de
parece que persigue como valor primario ejemplos musicales en esta frase de un pe­
una intencionada ruptura de las leyes de queño minuet de Bach (del Notenbüchlein
probabilidades que rigen el discurso co­
mún poniendo en crisis los supuestos en el
momento mismo en que se vale de ellos
para deformarlos. El poeta que dice “Fe
es sustancia de cosas esperadas” adopta las
leyes gramaticales y sintácticas del len­
guaje de su tiempo para comunicar un
concepto ya aceptado por la teología co­ fr Anna Magdalena Bach) podemos inme
diatamente notar cómo la adhesión a una ces, sin embargo, este intervalo no se pre­
convención probabilística y una cierta re­ senta como un semitono, como segunda
dundancia concurren a hacer claro y uní­ menor (la cual, en general, es aún esen­
voco el significado del mensaje musical. La cialmente conductora, melódica, un “con-
regla de probabilidad es la de la gramá­ catenamiento”, y reclama siempre la de­
tica tonal, a la cual está habitualmente formación elástica de un mismo campo
educada la sensibilidad del oyente occiden­ armónico antes descrito), sino bajo la for­
tal post-medieval: en ella los intervalos no ma ensanchada de la séptima mayor y de
constituyen simples diferencias de frecuen­ la nona menor. Considerados y tratados
cia, sino que implican la realización de como hilos elementales del tejido de rela­
relaciones orgánicas en el' contexto. El oído ción, estos intervalos impiden la valoriza­
escogerá siempre el camino más simple pa­ ción sensible y automática de las octavas
ra aprehender estas relaciones, de acuerdo (operaciones siempre al alcance del óído,
con un “índice de racionalidad” basado no dada su simplicidad), hacen “desviar” el
sólo en los datos llamados “objetivos” de sentido de la ordenación de las relaciones
la percepción, sino sobre todo en el supues­ de frecuencia, se oponen a la imagen de
to de las convenciones lingüísticas asimila­ un espacio auditivo “rectilíneo...” (14).
das. En los primeros dos tiempos del pri­ Si este tipo de mensaje es más ambiguo
mer compás se tocan los grados del acuer­ que el precedente —e involucra, con un
do perfecto de fa mayor; en el tercer tiem­ significado menos unívoco, una riqueza
po el sol y el mi implican una armonía mayor de información— un paso ulterior
dominante que tiene el fin evidente de re­ será dado por una composición electrónica
confirmar la tónica con el más elemental donde no sólo un conjunto de sonidos se
de los movimientos de cadencia; en el se­ nos presenta fundido en un “grupo” en el
gundo compás, en efecto, la tónica es pun­ cual le es imposible al oído distinguir las
tualmente rebatida. Si ésto no ocurriera — relaciones de frecuencia (ni el compositor
en este comienzo de minueto— deberemos pretende que se identifiquen, sino que se
pensar sólo en un error de impresión. To­ aprehenda el conjunto en todo su conte­
do es tan claro y lingüísticamente conse­ nido y ambigüedad), sino que además los
cuente que incluso un oyente puede infe­ mismos sonidos presentados constan de fre­
rir, por esta línea melódica, las eventuales cuencias inéditas, que no tienen ya el as­
relaciones armónicas, y como sería el “ba- pecto familiar de la nota musical, y nos
sso” de esta frase. De modo bien diverso transportan, así, fuera, netamente, del
acontece en una composición serial de We- mundo auditivo habitual en el que la pre­
bern: una serie de sonidos se presenta co­ sencia de probabilidades recurrentes nos
mo una constelación en la que no existen lleva a menudo casi pasivamente al camino
direcciones privilegiadas, invitaciones uní­ de los resultados previsibles y adquiridos.
vocas al oído. Lo que falta es la presen­ Aquí el campo de los significados se hace
cia de una regla, de un centro tonal que más denso, el mensaje se abre a resultados
obligue a preveer el desarrollo de la com­ diversos, la información aumenta conside­
posición en una sola dirección. A este pun­ rablemente. Pero tratemos ahora de llevar
to los resultados son ambiguos: a una se­ esta imprecisión —y esta información—
cuencia de notas puede seguir otra cualquie­ más allá de su límite extremo: exaspere­
ra que la sensibilidad no sabe prever, sino mos la presencia de todos los sonidos, ha­
al máximo —si está educada— aceptar gamos más densa la trama. Tendremos el
cuando le sea comunicada: “Desde el pun­ sonido blanco, la suma indiferenciada de
to de vista armónico, ante todo (con lo todas las frecuencias. Ahora bien, el sonido
que nosotros entendemos como las rela­ blanco, que siguiendo la lógica debería dar­
ciones de altura en todos sentidos, simultá­ nos el máximo posible de información, no
neos y sucesivos) se constatará que cada nos informa ya en absoluto. Nuestro oído,
sonido, en la música de Webern, tiene in­ encontrándose carente de cualquier indica­
mediatamente próximo, o casi, uno de los ción, no es ya siquiera capaz de “escoger”.
sonidos, o incluso los dos, que forman con Asiste pasivo e impotente al espectáculo
él un intercromático. Las más de las ve­ del magma originario. Hay, pues, un umbral
más allá del cual la riqueza de informa­ mento de redundancia; tampoco parezca
ción se hace “ruido”. peregrina la observación, porque en el di­
Tengamos bien en cuenta que también bujo de un pintor moderno a veces puede
el ruido puede convertirse en un signo. En bastar un solo ojo para sugerir un rostro
el fondo la música concreta y ciertos ejem­ visto frontalmente; que aquí los ojos sean
plos de música electrónica no son sino una siempre y rigurosamente dos significa que
organización de ruidos que los evidencia se asumen y se siguen determinadas con­
como signos. Pero el problema de la trans­ venciones figurativas, las cuales, en térmi­
misión de un mensaje de tal género con­ nos de teoría de la información, son leyes
siste precisamente en esto: el problema de de probabilidad en el interno de un sis­
la coloración de los ruidos blancos es el tema dado. Tenemos, pues, aquí, un men­
problema mínimo de orden que se aporta saje figurativo dotado de un significado
al ruido para conferirle una identidad, un unívoco y de una cuota de información
mínimo de formas espectral (15). limitada.
Un hecho no distinto tiene lugar también Tomemos ahora una hoja blanca de pa­
en el campo de los signos figurativos. Un pel, doblémosla por la mitad y echemos en
ejemplo de comunicación redundante de una de las mitades una serie de ¿nanchitas
acuerdo con módulos clásicos, que se presta de tinta. La configuración que resultará
singularmente a un discurso en términos de ello será casual, enteramente desorde­
de información, nos lo da un mosaico. En nada. Plegamos ahora la hoja de modo que
un mosaico cada una de las partes puede la superficie de la mitad manchada coin­
ser valuada como una unidad de informa­ cida con la superficie de la mitad aún
ción, un bit y la información total nos la blanca. Reabriendo la hoja nos encontra­
da la suma de las unidades individuales. mos frente a una configuración que ha re­
Ahora bien, las relaciones que se establecen cibido ya un cierto orden a través de la
entre las partes individuales de un mosaico forma más simple de disposición de acuer­
tradicional (tomemos por ejemplo II corteo do con las leyes de la probabilidad, de
dellTmperatrice Teodora en San Vitale, en acuerdo con la forma más elemental de re­
Ravenna) no son en absoluto casuales y dundancia, que es la repetición simétrica
obedecen a precisas reglas de probabilidad. de los elementos. Ahora el ojo, que no
La primera entre todas es la convención obstante se encuentra frente a una confi­
figurativa para la cual el hecho pictórico guración ambigua, posee puntos de refe-
debe reproducir el cuerpo humano y la fencía, aun siendo los más obvios: encuen­
naturaleza reall convención implícita, tal­ tra indicaciones de dirección, sugerencias
mente basada sobre nuestros esquemas ha­ de relaciones. Es aún libre, mucho, mucho
bituales de percepción que induce inme­ más que ante el mosaico de Ravenna, y sin
diatamente al ojo a ordenar las partes in­ embargo es inducido a reconocer algunas
dividuales de acuerdo con las líneas de figuras en vez de otras. Son figuras distin­
delimitación de los cuerpos, mientras, por tas, en cuyo reconocimiento él involucra sus
su parte, las partes que delimitan los con­ tendencias inconscientes, y la variedad de
tornos se caracterizan por una unidad cro­ las respuestas posibles es signo de la li­
mática. Las partes no mencionan la pre­ bertad, de la ambigüedad, de la potencia
sencia de un cuerpo; a través de una dis­ de información propia de la configuración
tribución altamente redundante, por medio propuesta. Sin embargo existen algunas di­
de repeticiones en cadena, insisten en un recciones interpretativas, tanto que el psi­
determinado contorno, sin posibilidad de cólogo que propone el test se sentirá de­
equívocos. Si un signo negro representa la sorientado y preocupado si la respuesta del
pupila, una serie de otros signos dispues­ paciente va más allá del campo de res­
tos ordenadamente, reclamando la presen­ puestas probables.
cia de las cejas y de los párpados, reitera Aquellas unidades de información que
la comunicación en cuestión e induce a eran las partes de un mosaico o las manchi-
identificar, sin ninguna ambigüedad, la tas de tinta se convierten ahora en los mi­
presencia del ojo. Que luego los ojos sean núsculos pedacitos de grava que, distribui­
dos, simétricamente, representa otro ele­ dos uniformemente, llevados a un punto de
gran cohesión y prensados con fuerza por un que marco con un cuadrado de yeso una
rodillo compresor, constituyen la pavimen­ hendidura en un muro, la escojo y la pro­
tación llamada “macadam”. Quien mira pongo como configuración dotada de al­
una calle así pavimentada aprehende la guna sugerencia, y en ese rasgo la creo
presencia de innumerables elementos dis­ como hecho de comunicación y como obra
tribuidos casi estadísticamente; ningún or­ artificial. Incluso, en ese momento hago
den probable rige su unión; la configura­ más, la caracterizo de acuerdo con una di­
ción es extremadamente abierta o al límite rección más o menos unívocas de “lectura”.
posee el máximo de información posible, Pero otras veces la modalidad puede ser
puesto que estamos en grado de vincular mucho más compleja, interna a la confi­
con líneas ideales cualquier elemento a guración misma, las direcciones de orden
otro sin que ninguna sugerencia nos obli­ que inserto en la figuración pueden tender
gue en sentido distinto. Pero aquí nos en­ a conservar el máximo de indeterminación
contramos en la misma situación del ruido posible y sin embargo a orientar al gozador
blanco que antes mencionamos: el máximo a lo largo de una determinada serie de
de equiprobabilidad estadística en la dis­ posibilidades, excluyendo otras. Y el pin­
tribución,, en vez de aumentar las posibili­ tor se empeña en una intención del género,
dades de información, las niega. Es decir, aun cuando dispone la más casual de sus
las mantiene en un plano matemático, pero configuraciones, aun cuando distribuye sus
las niega en el plano de una relación co­ signos de modo casi estadístico. Creo que
municativa. El ojo no encuentra ya indi­ Dubuffet, ofreciendo al público sus más
caciones de orden. recientes Matériologies, en las que el recla­
También aquí la posibilidad de una co­ mo a pavimentos o a terrenos sin cultivar
municación tanto más rica cuando más como intentos de orden es bastante eviden­
abierta reside en el delicado equilibrio de te —y que por lo tanto quieren poner al
un mínimo de orden permisible con un gozador frente a todas las sugerencias de
máximo de desorden. Este equilibrio marca una materia informe y libre de asumir cual­
el umbral entre lo indistinto de todas las quier determinación—, sin embargo que­
posibilidades y el campo de posibilidad. daría asombrado si alguien reconociera
Este es pues el problema de una pintura en su cuadro el retrato de Enrique V. o de
que acepte la riqueza de las ambigüedades, Juana de Arco y atribuyera esta improba­
la fecundidad de lo informe, el desafío de bilísima forma de ordenación de sus signos
lo indeterminado, que quiera ofrecer al a disposiciones de ánimo que tocan lo pa­
ojo la más libre de las aventuras y, no tológico.
obstante, constituir de cualquier modo un Herberí Read en una perpleja diserta­
hecho comunicativo, la comunicación del ción sobre el tachisme titulada Un arte
máximo ruido, marcado no obstante por sismográfico (16), se pregunta si el juego
una intención que lo califique como signo. de reacciones libres que se prueba frente a
Si no, tanto valdría para el ojo inspeccionar la mancha en el muro es aún una reacción
libremente un pavimento y manchas en las estéticalU na cosa es un objeto imagina­
paredes sin tener que llevar al marco de tivo, dice, y otra cosa es un objeto que
una tela estas libres posibilidades de men­ evoca imágenes; en el segundo caso el ar­
saje que la naturaleza y la casualidad po­ tista no es ya el pintor sino el espectador.
nen a nuestra disposición. Tengamos bien Falta pues en una mancha el elemento de
en cuenta que la simple atención vale para control, la forma introducida para guiar la
marcar el ruido como signo; la simple tras­ visión. El arte tachiste, pues, renunciando
posición de una tela de saco al ámbito de a la forma - control, renunciaría a la be­
un cuadro vale para marcar la materia lleza tendiendo en cambio al valor vi­
como elem entolPero en este punto inter­ talidad.
vienen las modalidades de lo que se indica, Confesamos que si la dicotomía, la lucha,
la persuasión de las sugerencias de direc­ se establece entre el valor de la vitalidad
ción frente a la libertad del ojo. y el de la belleza, el problema podría de­
A menudo la modalidad de lo que se jarnos indiferentes: si en el ámbito de
indica puede ser puramente mecánica: yo, nuestra civilización el valor vitalidad, en
cuanto negación de la forma, resultara pre­ eliminada entre obra y apertura de sus
ferido de hecho (y por consiguiente pre­ lecturas. Una obra es abierta mientras es
ferible de acuerdo con la necesidad irra­ obra, más allá de este límite se tiene la
cional de las vicisitudes del gusto) al valor apertura como ruido.
belleza, no habría nada de malo en el Cuál sea el “umbral”, no toca a la esté­
renunciar a la belleza. tica establecerlo, sino al acto crítico for­
Pero aquí el problema es distinto: está mulado en su momento sobre un cuadro,
en juego la posibilidad de la comunicación el acto crítico que reconoce hasta qué
de un acto de vitalidad: la provocación punto la plena apertura de varias posibili­
intencional de un cierto juego de libres dades de gozo está sin embargo intencio­
reacciones. Nosotros vivimos en una civili­ nadamente vinculada en un campo que
zación que no ha elegido la vitalidad in­ orienta la lectura y dirige las actitudes de
condicionada del sabio Zen que contem­ elección. Un campo que hace comunica­
pla beato las libres posibilidades del mun­ tiva la relación y no la disuelve en el diá­
do circundante, el juego de las nubes, los logo absurdo entre un signo que no es
reflejos en el agua, las huellas en el suelo, signo, sino ruido, y una recepción que
los reflejos del sol en las hojas mojadas, no es recepción, sino fantasía solipsís-
aprehendiendo en ellos la confirmación de tica (17).
un triunfo incesante y proteiforme del todo.
Nosotros vivimos en una civilización para
la cual la invitación a la libertad de las Forma y Apertura
asociaciones visuales e imaginativas se
provoca aún a través de la disposición ar­ Encontramos un típico ejemplo de ten­
tificial de una manufactura de acuerdo con tación de la vitalidad en un ensayo de
determinadas intenciones sugestivas. Y en André Pieyre de Mandiargues dedicado a
las que se pide al gozador no sólo seguir Dubuffet (18): en Mirobulus Macadam &
libremente las asociaciones que el com­ C., dice, el pintor ha alcanzado su punto
plejo de estímulos artificiales le sugiere, extremo. Lo que señala a nuestra atención
sino también juzgar, en el momento mis­ son secciones de terreno en el estado ele­
mo en que goza de ellas (y después, refle­ mental, vistas perpendicularmente; no se
xionando sobre su gozo y verificando en trata ya de ninguna abstracción, sólo la
segunda instancia), el objeto artificial que presencia inmediata de la materia para que
le ha provocado esa dada experiencia de nosotros podamos gozar en toda su concre­
gozo. En otros términos se establece aún ción. Aquí contemplamos el infinito en un
una dialéctica entre la obra propuesta y estado de polvo: “Dubuffet, poco antes de
la experiencia que de ella tengo, y se pide la exposición, me escribía que sus textu-
pues, implícitamente calificar la obra sobre rologies llevan al arte a un punto peligro­
la base de mi experiencia y controlar mi so donde las diferencias se hacen sutiles
experiencia sobre la base de la obra. Y, entre el objeto susceptible de funcionar
al extremo, encontrar las razones de mi como máquina para pensar, como pantalla
experiencia en el modo particular en que de meditaciones y videncias, y el objeto
la obra ha sido hecha: juzgando del cómo, más vivo está desprovisto de interés. Se
de los medios usados; de los resultados comprende fácilmente que las personas
obtenidos, de las intenciones adecuadas, de interesadas en el arte se alarmen cuando
las pretensiones no realizadas. Y el único se lleva éste a un punto límite en que la
instrumento que tengo para juzgar la obra distinción entre lo que es arte y lo que no
es precisamente la adecuación entre mis es ya nada corra el riesgo de ser emba­
posibilidades de gozo y las intenciones razosa”.
implícitamente manifestadas, al formarla, Pero si el pintor individua el punto
por el autor. límite de un equilibrio precario, el gozador
Por lo tanto, aún en el afirmarse en un puede aún empeñarse en el reconocimiento
arte la vitalidad, la acción, el gesto, la ma­ de un mensaje intencional, o bien abando­
teria triunfante, la plena casualidad, se narse al flujo vital e incontrolado de sus
establece una dialéctica que no puede ser imponderables reacciones. Y es este se-
gundo camino el que escoge Mandiargues (21), en la que “el signo marca la dilata,
cuando pone en el mismo plano las sensa­ ción de la materia”.
ciones que experimenta frente a las textu- Y hasta en las más libres explosiones de
rologies y las experimentadas ante el curso la action painting, el pulular de las for­
fangoso y riquísimo del Nilo; y cuando nos mas, que asalta al espectador permitiéndole
llama al gozo concreto de quien inmerge una máxima libertad de reconocimientos,
las manos en la arena de una playa y deja no queda como el registro de un aconte,
correr el ojo por el fluir de los mi­ cimiento telúrico casual: es la indicación
núsculos granos entre los dedos, las palmas de un gesto. Y un gesto es un trazo que
acariciadas por la tibieza de la materia. tiene una dirección espacial y temporal,
Llegando a este punto, ¿por qué nos diri­ del que el signo pictórico es el resumen.
gimos entonces al cuadro, tanto más pobre Podemos recorrer el signo en todas direc­
de posibilidades que no la arena verdadera, ciones, pero el signo es el campo de direc­
el infinito de la materia natural a nuestra ciones reversibles que el gesto —irrever­
disposición? Evidentemente porque es sólo sible una vez trazado— nos ha impuesto,
el cuadro el que organiza la materia bruta, a través del cual el gesto original nos
subrayándola como bruta pero delimitán­ dirige en una búsqueda del gesto perdido,
dola como campo de sugerencias posibles; búsqueda que termina en el encuentro del
es el cuadro el que antes de ser un campo gesto, y de la intención comunicativa (22).
de elecciones por realizar, es un campo de Pintura que tiene la libertad de la natu­
elecciones realizadas; tanto que el crítico, raleza, pero de una naturaleza en cuyos
antes de iniciar su himno a la vitalidad, signos podemos reconocer la mano del
inicia un discurso sobre el pintor, sobre creador, una naturaleza pictórica que, como
lo que éste se propone; y llega a la contro­ la naturaleza del metafísico medieval, ha­
lada asociación sólo después que su sensi­ bla continuamente del acto original. Y
por consiguiente comunicación humana,
bilidad ha sido dirigida, controlada, cana­
paso de una intención a una recepción; y
lizada por la presencia de signos que. ñor
si bien la recepción es abierta —pero por­
libres y casuales que sean, son sin embar­ que era abierta la intención, intención no
go fruto de una intención, y por lo tanto de comunicar un unicum, sino una plurali­
una obra. dad de conclusiones— ésta es fin de una
Nos resultará, pues, más a tono con una relación comunicativa que, como todo acto
conciencia occidental de la comunicación de información, se rige por la disposición,
artística la inspección crítica que tiende por la organización de una cierta forma.
Por lo tanto en este sentido Informal quie­
a identificar, en lo vivo de lo accidental y
re decir negación de las formas clásicas
de lo fortuito de que la obra se alimenta, de dirección unívoca, no abandono de la
los elementos de “ejercicio” y “práctica” forma como condición base de la comuni­
a través de los cuales el artista sabrá sa­ cación. El ejemplo de lo Informal, como
car las fuerzas de lo casual en el momento de toda obra abierta, nos llevará pues, no a
justo, haciendo de su obra una chance do- decretar la muerte de la forma como con­
mestiquée, “una especie de pareja motriz dición base de la comunicación. El ejemplo
cuyos polos no agotan entrando en con­ de lo Informal, como de toda obra abierta,
tacto, sino que dejan subsistir intacta la nos llevará pues, no a decretar la muerte
diferencia de potencial” (19). Podrán ser de la forma, sino a una más articulada no­
en Dubuffet las aspiraciones geométricas ción del concepto de forma, la forma como
con las que se interviene para cortar la campo de una posibilidad.
texturologie, para imponerle un freno y En este punto descubrimos que este arte
una dirección; por lo que será siempre el de la vitalidad y de lo casual, no sólo se
pintor quien hará “jouer sur le clavier des somete a las categorías basilares de la
évocations et des références” (20). Podrá comunicación (estableodendo su informa-
ser la presencia del dibujo de Fautrier, tividad sobre la posibilidad de una forma-
que integra y corrige la libertad del color, tiv id ad ): sino que, encontrando de nuevo
en una dialéctica de límite y de no límite en sí mismo las connotaciones de la orga-
nización formal, nos da las claves para en­ Así nos damos cuenta de cómo se ha
contrar la misma posibilidad de un reco­ establecido, sobre la base de una informa­
nocimiento estético. Miramos un cuadro de ción cuantitativa, un tipo más rico de in­
Pollock: el desorden de los signos, la de­ formación, la información estética (23).
sintegración de los perfiles, la explosión La primera información consistía en sa­
de las configuraciones nos invitan al juego car de la totalidad de los signos la mayor
personal de las relaciones que pueden es­ parte de impulsos imaginativos (de suge­
tablecerse; no obstante, el gesto original, rencias) posibles: la posibilidad de inte­
fijado en el signo, nos orienta en direccio­ grar en el complejo de los signos la mayor
nes dadas, nos conduce de nuevo a la in­ parte de integraciones personales compa­
tención del autor. Ahora bien, esto se lleva tibles con las intenciones del autor. Y éste
a cabo sólo y precisamente porque el gesto es el valor perseguido decididamente por
no permanece como algo extraño al signo, la obra abierta, mientras que las formas
un referente al que el signo remite con­ clásicas lo implican como condición nece­
vencionalmente (no es el jeroglífico de la saria de la interpretación pero no lo con­
vitalidad que, frío y reproducible en serie, sideran como preferible, ¡incluso tienden
nos llama convencionalmente a la noción intencionadamente a reducirlo dentro de
de “libre explosión de la vitalidad” ) : gesto límites determinados.
y signo han encontrado aquí un equilibrio La segunda información consiste en rela­
particular, irreproducible, hecho de una cionar los resultados de la primera infor­
feliz adhesión de los materiales inmóviles mación con las cualidades orgánicas que
en la energía formadora, de un relacionar­ se reconocen como su origen; y en encua­
se recíproco de los signos, tales que son drar como adquisición agradable la con­
relaciones formales, de signos, pero al mis­ ciencia del hecho que se está gozando como
mo tiempo relaciones de gestos, relaciones resultado de una organización consciente,
de una intención formativa; de la cual cada
de intenciones. Tenemos una fusión de
reconocimiento es fuente de placer y de
elementos —así como en la palabra poética
sorpresa, de conocimiento cada vez más
del versificador tradicional se alcanza, en
rico del mundo personal o del background
los momentos privilegiados, la fusión en­
cultural del autor, de los mismos valores
tre sonido y significado, entre valor con­ teoréticos que sus módulos formativos im­
vencional del sonido y emoción, señalando plican y suponen.
la pronunciación. Este particular tipo de
fusión es lo que la cultura occidental re­ Así en la dialéctica entre obra y apertu­
conoce como la característica del arte, el ra, la persistencia de la obra es garantía
resultado estético. Y el intérprete que, en de las posibilidades comunicativas y al
el momento mismo en que se abandona al mismo tiempo de las posibilidades de frui­
ción estética. Los dos valores se implican
juego de las relaciones libres sugeridas, y están íntimamente vinculados (mientras
vuelve continuamente al objeto para en­ en un mensaje convencional, en una señal
contrar en él las razones de la sugerencia, en una carretera, el hecho comunicativo
la maestría de la provocación, en ese mo­ subsiste sin el hecho estético, de tal modo
mento no goza ya sólo la propia aventura que la comunicación se consuma aprehen­
personal, sino que goza la calidad propia diendo el referente, no se ncs induce a
de la obra, su calidad estética. Y el libre volver al signo para gozar en lo vivo de la
juego de las asociaciones, una vez que se materia organizada la eficacia de la co­
reconoce como originado por la disposición municación adquirida). La apertura, por
de los signos, entra a formar parte de los su parte, es garantía de un tipo de gozo
contenidos que la obra presenta fundidos particularmente rico y sorprendente que
en su unidad, fuente de todos los dinamis­ nuestra civilización persigue como un va­
mos imaginativos consiguientes. Se goza lor entre los más preciosos, puesto que
entonces (y se describe, no hace otra cosa todos los datos de nuestra cultura nos lle­
cualquier intérprete de una obra informal) van a concebir, sentir y por consiguiente a
la calidad de una forma, de una obra, que ver el mundo de acuerdo con la categoría
es abierta precisamente porque es obra. de la posibilidad.
para un budista cu a lq u iera ... Podría decirse que
(1) Asumir el térm ino inform al como etiqueta cada uno de los m iles de ángulos bajo los cuales
general de toda una serie de corrientes de la pin­ se considera una estatua debería tener una vida
tura actual deriva de una elección convencional. propia (Brancusi m e permitirá decir: una vida di­
De hecho otros prefieren lim itar esta designación vina) . . . A un el adorador exclusivo del arte más
a una sección restringida del arte contem poráneo, execrable adm itirá que es más fácil construir una
confiriendo incluso al térm ino una connotación estatua que guste si se considera desde un ángulo,
vagam ente despectiva. Es el caso de GILLO DOR- que hacer una que pueda satisfacer al espectador
FLES en su U ltim e tendenza d ell’arte d’oggi desde cualquier ángulo que la mire. Se comprende
(Milán, Feltrinelli, 1961) que lim ita la definición com o es más d ifícil comunicar esta “satisfacción
de “inform al” a “las formas de abstractism o don­ form al” con la ayuda de una sola masa, que pro­
de no sólo falta toda voluntad y todo intento de vocar un interés visual efím ero por medio de com­
figuración, sino que falta tam bién toda voluntad binaciones m onum entales y dram áticas...” (Testi­
de signo y sem ántica” (pág. 53). En este ensayo, m onio sobre Brancusi que apareció en “The Little
no obstante, donde se trata de las formas “abier­ R eview ”, 1921).
tas” del arte de hoy, cuyos parámetros orgánicos
parece que a veces no entran en la noción tradi­ (4) Citamos, junto a los célebres vidrios de Mu-
cional de “form a”, nos parece oportuno hablar nari, ciertos experim entos de la última genera­
de “inform al” en un sentido más amplio. Y es el ción, com o los Miriorama del Grupo T (Anceschi,
criterio que se ha seguido en el núm ero único de Boriani, Colombo, D evecchi) y las estructuras trans­
“II Verri” dedicado a lo inform al (junio 1961), don­ form ables de Jacov Agam, las "constelaciones mó­
de aparecen, junto a una nutrida serie de inter­ v ile s” de Pol Bury, los rotoreliefs de Duchamp
venciones de filósofos, críticos y pintores, tres (“e l artista no es el único que cumple el acto
densos ensayos de G. C. Argan, R. Barilli, e . Cris- de creación, porque el espectador establece el con­
polti. El presente escrito, que apareció en el mism o tacto de la obra con el mundo externo descifrando
número junto a los trabajos citados, no tom a, por e interpretando sus cualificaciones profundas y así
lo tanto, en cuenta tan im portantes contribuciones añade su contribución al proceso creador”), los ob­
a la discusión sobre lo inform al, y rem ite a ellos jetos de com posición renovable de Enzo Mari, las
para una ampliación de horizontes y un com ple­ estructuras articuladas de Munari, las hojas movi­
m ento de los temas. bles de D iter Rot, las estructuras cinéticas de Je­
sús Soto (“son estructuras cinéticas porque utili­
zan el espectador como motor. Reflejan el movi­
(2) En apariencia, las declaraciones de poética m iento del espectador, aunque no sea más que el
de un Gabo no se concilian con una idea de obra de sus ojos. P revén su capacidad de movimiento;
abierta. En una carta a Herbert Read de 1944 solicitan su actividad sin constreñirla. Son estruc­
(que reproduce READ, The Phisosophy of Modern turas cinéticas porque no contienen las fuerzas que
Art, Londres Faber and Faber, 1952), Gabo habla la anim an. Puesto que las fuerzas que las animan
de absolutism o y exactitud de lineas, de im ágenes tom an en préstam o su dinamismo al espectador",
del orden y no del caos: “Todos nosotros construi­ observa Claus Brem er), las máquinas de Jean Tin-
mos la imagen del m undo como quisiéram os que gu ely (que deformadas por el espectador y hacién­
fuera y este nuestro mundo espiritual será siem ­ dolas rodar dibujan configuraciones siempre nue­
pre lo que nosotros hagam os y cóm o lo hagam os.
Es la humanidad sola la que lo form a en un cier­ vas).
to orden, fuera de una masa de realidades in co ­
herentes y enem igas. Esto es lo que considero cons­ (5) De tal modo, aun sin estar constituido por
tructivo. Yo he elegido la exactitud de m is lín eas”. elem entos m óviles, el cuadro informal perfecciona
Pero referim os estas afirm aciones a lo que el m is­ la tendencia de la escultura cinética de diversos
mo Gabo decía en 1924 en el M anifiesto d el Cos- tipos, convirtiéndose de objeto en “espectáculo",
truttivism o: orden y exactitud son los parámetros com o observa ALBINO GALVANO en Arte como
con base en los cuales el arte adecúa la organi- oggetto e arte como spettacolo (“II Verri”, número
cidad de la naturaleza, su interna form atividad, sobre lo Informal, citado, págs. 184-187).
el dinamismo de su crecim iento. Por lo tanto, el
arte es una imagen conclusa y definida, sí, pero (6) Véase, por ejemplo, la declaración de los
tal que produce a través de elem entos cinéticos jóven es artistas de "Miriorama” : “Cualquier as­
ese proceso continuo que es el crecim iento natu­ pecto de la realidad, color, forma, luz, espacios
ral. A sí como un paisaje, un pliegue del terreno, geom étricos y tiem po astronómico, es el aspecto
una mancha en una pared, la obra de arte se distinto del darse del ESPACIO1-TIEMPO o mejor:
presta a visualizaciones diversas y presenta p erfi­ m odos distintos de percibir la relación entre ES­
les cambiantes; el arte refleja en sí mism o, gra­ PACIO y TIEMPO. Consideramos, por consiguien­
cias a sus características de orden y exactitud, la te, la realidad como un continuo devenir de fenó­
movilidad de los acontecim ientos naturales. Es una m enos que nosotros percibimos en la variación.
obra definida, podem os decir, que se hace im agen D esde cuando una realidad entendida en estos tér­
de una naturaleza “abierta”. Y Read, por lo d e­ m inos ha ocupado el sitio, en la conciencia del
más desconfiado para con otras formas de am bi­ hom bre (o solam ente en su intuición), de una rea­
güedad plástica, observa: “La particular visión de lidad fija e inmutable, nosotros advertimos en las
la realidad com ún al contructivism o de Gabo o de artes una tendencia a expresar la realidad en sus
Pevsner no se deriva de los aspectos superficiales térm inos de devenir. Por lo tanto, considerando
de la civilización mecánica, n i de una reducción la obra como una realidad hecha con los mismos
de los datos visuales a sus “planos cúbicos” o elem entos que constituyen la realidad que nos ro­
“volúm enes plásticos” . . . sino de una visión del dea, es necesario que la obra misma esté en con­
proceso estructural del universo físico como lo tinua variación.” Otros artistas hablan de la in­
revela la ciencia moderna. La m ejor preparación troducción de la dimensión tiempo en la vida in­
para la apreciación del arte constructivista es el terna de la obra. En otra parte se ha hablado an­
estudio de W hitehead o de Schroedinger.®. El arte tes de relación de indeterminación planteada en
—es su máxima función— acepta la universal m ul­ el dominio de la imagen ya por los mismos cubis­
tiplicidad que la ciencia investiga y revela, pero tas. Se ha dicho incluso a propósito de Fautrier
la reduce a la concreción de un sím bolo plástico” que “él establece un nuevo espacio intersideral y
(pág. 233)H participa en las búsquedas científicas actuales”
(Verdet). Y en varios lugares se ha oído hablar
(3) Una impresión de tal género señala Ezra de realidades nucleares representadas por la nueva
Pound ante las obras de B rancusi: “Brancusi ha pintura. M athieu ha hablado de épistémologie du
escogido una tarea terriblem ente difícil: reunir décentrem ent. Todas las expresiones no verificadas
todas las formas en una sola; es algo que exige pero que califican de todos modos estados de áni­
tanto tiempo como la contem plación del universo mo que no pueden dejarse de tomar en cuenta.
(7) En “L’Oeil”, abril 1959. Milán, II Saggiatore, 1960. Véase en la pág. 67 el
(9) A. BERNE-JOFFROY. Les Objets de J. Fau- análisis de la oposición continua entre el bullir de
selas, 1958, pág. 43. la materia y el límite de las formas y la diferen­
cia planteada entre la libertad del infinito, suge­
* (9) A. BERNE-JOFFRY, Les Objete de J. Fau- rida, y la angustia de un no-límite visto como po­
trier, en "NRF”, mayo 1955. sibilidad negativa de la obra. En la pág. 97: “en
estos Oggetti el contorno es independiente de la
(10) G. C. ARGAN, Da Bergson a Fautrier, en cantidad de color que, no obstante, constituye un
"Aut Aut”, enero 1960. claro dato de existencia: es algo que supera la
materia, designa un espacio y un tiempo, es decir,
(11) R. BARELLI, J. Dubuffet, Metériologies, Ga­ encuadra la materia en una dimensión de la cons­
lleria del Naviglio, Milán, 1961. ciencia”. Quede claro, por lo demás, que éstos son
sólo ejemplos de particulares lecturas críticas de
(12) JACQUES AUDIBERTI, L’Ouvre-Boite, Ga­ las cuales no se pretende obtener aparatos categó­
llimard, Paris, 1952, págs. 26-35. ricos válidos para toda experiencia informal. Otras
veces cuando esta dialéctica entre dibujo y color
(13) En relación con las aclaraciones que siguen, no existe ya (pensamos en Matta, o en Imaí o en
y, el ensayo anterior. Apertura y teoría de la in ­ Tobey), la búsqueda debe dirigirse en otro sentido.
formación. En el último Dubuffet las subdivisiones geométri­
(14) HENRI POUSSEUR, La nuova sensibilità cas de la teturologie no subsisten ya, y no obs­
musicale, en “Incontri Musicali” núm. 2, 1958. tante se puede realizar sobre su tela una búsque­
da de direcciones sugeridas, de elecciones realiza­
(15) V. todo el párrafo La información, el orden das.
y el desorden en el ensayo precedente.
(22) PEn esta pintura el gesto tiene una parte
(16) The Tenth Muse, Londres, Rutledge & Ke- importante, pero dudo de que éste nazca de im­
gan, 1957, págs. 35 y ss. proviso, sin control o reflexión, sino que hay ne­
cesidad de hacerlo de nuevo, ese gesto, una vez
(17) El problema de una dialéctica entre obra y tras otra, hasta que no se haya creado una forma
apertura pertenece a la serie de cuestiones de teo­ que posea un significado propio. En cambio, se cree
ría del arte, que preceden toda discusión crítica comunmente que este tipo de pintura es el resul­
concreta. La poética de la obra abierta indica una tado de un breve momento de inspección y vio­
cierta tendencia general de nuestra cultura, lo que lencia. Pero bien pocos son, en Nueva York, los
Riegl llamaría un Kunstwollen, que Panofsky de­ que trabajan de este m od o... Un ejemplo de esta
fine mejor como "sentido último y definitivo, que confusión lo tenemos a propósito de la pintura de
puede encontrarse en varios fenómenos artísticos, Jackson Pollock. Cómo es posible, nos pregunta­
independientemente de las decisiones conscientes y mos que un pintor haga gotear el color sobre una
actitudes psicológicas del autor”. En ese sentido tela (colocada en el suelo) dibujando y componien­
una noción del género (por ejemplo, precisamente, do de ese modo un cuadro- Pero el gesto dibuja­
la dialéctica entre Obra y apertura) es un concep­ do no es menos deliberado e intencionado, tanto
to que no indica tanto cómo se resuelven los pro­ si el pincel toca la tela como si no la toca; diga­
blemas artíticos sino más bien cómo se proponen. mos que Pollock ha hecho el gesto en el aire so­
Lo que significa que tales conceptos se definan a bre la tela y que el color que gotea del pincel si­
priori, sino que se legitiman a priori, es decir, gue su gesto”. (DAVID LUND, Nuove correnti della
propuestos como categorías explicativas de una ten-, pintura astratta, en “Mondo Occidentale”, septiem­
dencia general: categorías elaboradas después de bre 1959).
una serie de observaciones realizadas sobre diver­
sas obras. Cómo una dialéctica dada, así propuesta, (23) Un ejemplo de esta relación se tiene en el
se resuelve luego caso por caso, es tarea del crí­ arte figurativo clásico entre significado iconográ­
tico definirlo en concreto (v. ERWIN PANGFSKY, fico y significado estético total. I-a convención ico­
Uber das Verhältnis del Kunstgeschichte zur Kuns- nográfica es un elemento de redundancia: un hom­
theorie, 1920, en La prospettiva come "forma sim ­ bre barbudo que tiene junto a él un muchacho y
bólica’’, Milán, Feltrinelli, 1961, págs. 179-214). al lado del cual aparece una cabra es —en la ico­
nografía medieval— Abraham. La convención in­
(18) Jean Dubuffet ou le point extrem e, en siste confirmándonos de nuevo el personaje y el
"Cahiers de Musée de poche”, núm. 2 pág. 52. carácter. Típico es el ejemplo que da Panofsky
(Zum Problem del Beschreibung und Inhalstdeu-
tung von Werken der bidenden Kunst, 1932, en La
(19) V. RENATO BARILLI, La pittura di Dubuf­ prospettiva come “forma simbólica”, op. cit.) a
fet, en “Il Verri”, octubre 1959, en donde remite propósito de la Giuditta e Olofeme de Maffei. La
también a los textos de Dubuffet, Prospectus aux r>tujer en la representación lleva una cabeza de­
amateurs de tout genre, París, 1946, y en particu­ capitada sobre un plato y una espada. El primer
lar a la sección Notes pour les fins-lettrés. elemento haría pensar en una Salomé, el segundo
en Judith. Pero, de acuerdo con las convenciones
(20) Recuerda de nuevo BARILLI (art. cit.) : iconográficas barrocas, no se da nunca el caso de
"Les tableaux d’assemblale (1957), explotan metó una Salomé con espada, mientras no es raro ver
dicamente, como se ha dicho, el choque, el shock a Judith llevando la cabeza de Holofernes en un
entre la actividad de la texturologie y la inter­ plato. El reconocimiento es, pues, favorecido por
vención, con censuras y esquemas lineales, del fa- otro elemento de redundancia iconográfica, la ex­
ber; de ello resulta un producto que converge con­ presión del decapitado (que hace pensar más en un
temporáneamente hacia los dos límites (en sentido malvado que en un santo). Así la redundancia de
matemático); por una parte el aliento cósmico, el elementos aclara el significado del mensaje y con­
caos germinal pululante de presencias; por otra, fiere una información cuantitativa aunque sea li­
el rígido hermetismo del concepto; la resultante mitadísima. Pero la información cuantitativa inter­
es precisamente, como se mencionaba en otro lu­ viene para favorecer la información estética, el
gar, un infinito, por así decir, discontinuo, o sea, gozo del resultado orgánico total y el juicio sobre
una embriaguez lúcida y controlada, obtenida por la realización artística. Como observa Panofsky:
una densa multiplicación de elementos, cada uno “quien concibe el cuadro como la representación
de los cuales mantiene, sin embargo, una clara de­ de una muchacha dada a los placeres con la cabe­
finición formal". za de un santo en la mano deberá juzgar también
estéticamente de modo distinto de como juzgaría
(21) V. el análisis llevado a cabo por PALMA el que ve en la muchacha una heroína protegida
BUCARELLI, en Jean Fautrier, Pittura e materia, de Dios con la cabeza de un sacrilego en la mano”.
Aldo Solari

Algunas cuestiones complementarias


sobre el tercerismo
i Alguna vez he pensado que es una ex­
cepción a este principio el caso en que la
No es ocioso recordar que el estudio del crítica comporta un ataque personal. Cada
tercerismo puede situarse en varios pla­ vez me siento más inclinado a creer lo con­
nos. En mi libro ensayé colocarme en el trario. El ataque personal solo hace daño,
de lo que ha sido el tercerismo en sus va­ moral e intelectualmente, a quien lo utili­
riadas manifestaciones y las dificultades za, no al que es objeto de él.
que enfrenta. Dentro de éstas he tratado Por eso es que no puedo dejar de deplo­
de insistir en aquellas que son dificultades rar los extremos personales a que ha lle­
para sus propios adherentes porque no lle­ gado la polémica, en este caso por la clara
nan o llenan muy difícilmente sus expec­ iniciativa del Dr. Ardao. Los pequeños, tris­
tativas y aspiraciones o porque crean ten­ tes y parroquiales ataques personales que
siones internas entre los diversos valores sus primeros artículos contenían contra mí,
que se aceptan. He tratado de abstenerme no son nada frente a los que llevó contra
de discutir la cuestión de lo que el terce­ Real de Azúa. Me permito creer que éste
rismo debería ser por falta de competen­ no debió dejarse conducir a ese tema y
cia para ello y por razones de método. contestarle a él. Parece imposible que al­
En esta tesitura general me mantengo en guien que escribió regularmente más de
este artículo. No intento ni inmiscuirme en, quince años en Marcha sea atacado desde
ni contestar, a los argumentos dados en ella por un pasado de todos conocido y
la larguísima y desmensurada polémica a que no impidió antes disfrutar de su cola­
que el libro ha dado lugar (1). Lo que me boración. Toda la cuestión ilustra, me pa­
importa es el tema y su esclarecimiento; rece, que Angel Floro Costa reconocería
por lo cual me permitiré precisar mi punto muy bien al Uruguay en donde, según
dé vista en algunas cosas que se han dis­ apuntó hace tanto tiempo, la polémica de
cutido como con respecto a otras que no ideas se convierte rápidamente en quere­
se han rozado siquiera y que me parecen lla de personas. Ilustra también que hay
importantes.1 algo de verdad en lo que se dice en mi
libro: la pureza es la propiedad más pre­
ciada de los intelectuales de izquierda en
(1) Por principio general me inclino a creer que el Uruguay.
el autor de un libro no debe polemizar con sus
críticos, entre otras razones por respeto a la fu n ­
ción de éstos. Un libro publicado se desprende y II
se objetiviza frente a su autor, se supone que éste
ha dicho todo lo que tiene que decir y que lo so­ Se ha dudado de la legitimidad, o por lo
mete a la discusión pública. Es un derecho y un menos del sentido, de limitar el estudio
deber de los críticos mostrar todos sus errores y
todas sus insuficiencias. Tal procedimiento es, ade­
del tercerismo al Uruguay como me lo pro­
más, benéfico para el autor a quien puede ense­ puse. Real de Azúa ha apuntado incisiva­
ñar muchas cosas y para el conocim iento del te ­ mente en su tercer artículo que el terceris­
ma de que se trata. El que cada crítico se viera mo se perfila, como política, más clara y
enfrentado antes de escribir a la seguridad de una decisivamente en zonas claves del mundo
polémica con el autor obraría inevitablem ente una
pérdida de tiempo que lo inhibiría de ejercer re­ a las que el Uruguay no pertenece. Esto
gularmente su función de tal. es exacto; pero nada dice en contra de
la legitimidad ni del sentido de estudiar
el fenómeno en el Uruguay. El tercerismo
uruguayo podrá no ser una importante Real de Azúa ha señalado los equívocos
contribución al tercerismo mundial, si es que envuelve toda polémica sobre el impe­
que puede hablarse de éste en algún sen­ rialismo, todo esfuerzo de distinción de
tido unívoco; pero es muy significativo matices, etc. La explicación en gran medi­
para comprender al país y sobre todo a al­ da está en que la cuestión no se juega en
gunos de sus sectores. Más aún, la verdad un solo sentido. Todo esfuerzo de análisis
del aserto de Real de Azúa no haría sino científicos está cercado permanentemente
más interesante su estudio. Es ciertamen­ por las consecuencias políticas de ese aná­
te una de las originalidades la cuestión lisis. Toda ideología llama a una lucha de
que sea justamente en el Uruguay, que no aristas salientes, en la que se está o no
es ninguna clave del mundo, que no juega se está, sin matices intermedios. No creo
ningún papel importante en materia in­ que sea posible negar la necesidad de este
ternacional en donde se haya desarrollado fenómeno; pero no aparece tampoco pres­
un tercerismo tan importante para ciertos cindible el esfuerzo de análisis objetivo.
grupos y desde donde se haya dictado El que lo hace corre riesgos muy grandes
cátedra a otros países acerca de lo que de ser percibido como traidor por los ideó­
debían hacer en nombre de la ideología. logos; pero si tiene razón, y esto no quiere
No puede dejarse de reconocer que un mis­ decir que yo esté seguro de que la tenga en
mo impulso espiritual, sean cuales sean las este caso, hará a la larga, un buen servicio
distancias ideológicas y éticas de sus au­ a la revisión de la ideología y a la crea­
tores, anima a los que le enseñaban a Ken­ ción de una versión más realista de ella.
nedy como no dejarse engañar por los rusos Que el imperialismo existe me parece tan
y a quien le reprochaban a Fidel Castro no evidente como el que bajo el término englo­
ser fiel al tercerismo. En ambos casos, la ban los más variados fenómenos cuyo de­
función rectora del pensamiento uruguayo nominador común es el efecto de domina­
en lo internacional es afirmada con clari­ ción, designación vaga a falta de otra me­
dad. Me parece sumamente curioso el fe­ jor. Tener presente esas variedades es tan
nómeno y que requiere explicación esa importante como saber lo que puede haber
afinidad, justamente porque se da entre de común en ellas. Abre, por otra parte,
grupos de ideologías tan contrapuestas, que el camino a entender que muy diversas
se odian tan claramente. ¿Es que ambos no posturas políticas frente al imperialismo
adhieren a valores comunes acerca de la son éticamente legítimas, aunque puedan
función del Uruguay? Creerlo, no significa ser, y esta es otra cuestión muy diferente,
minimizar la importancia de las diferencias desigualmente eficaces o totalmente inefi­
que lo separan, quizás sea legítimo morir caces.
por ellas; pero significa apuntar a una Cuando un pueblo lucha por obtener su
cierta ideología común, a un transfondo independencia política frente a una nación
de clases medias que parece ineludible te­ colonial, las corrientes antiimperialistas
ner en cuenta para comprender a la socie­ sostienen que hay que apoyarlo porque se
dad uruguaya. Reconocerlo deja intacto por trata de una parte esencial de la lucha por
otra parte, la cuestión de la verdad, false­ la liberación de los pueblos. Una vez obte­
dad, eficacia o ineficacia; implica simple­ nida la independencia política, muchas co­
mente dar un pequeño paso en el conoci­ rrientes antiimperialistas hablan como si
miento que tenemos. eso no significara nada, puesto que queda
Una indagación sobre el tercerismo uru­ la explotación económica y esto es lo fun­
guayo no solo es legítima y necesaria, lo damental. En un momento la independen­
lamentable es que se haya demostrado tan­ cia política es esencial, luego ya no tiene
to y que sea todavía tan incompleta como mayor sentido. Que esta duplicidad de jui­
lo es, aun en el más optimista de los juicios cio sobre la importancia del mismo hecho
sobre mi pequeño libro. sea una parte muy explicable de la estra-
tegia de un movimiento antiimperialista gan. La cuestión es mucho más compleja.
global es perfectamente razonable. Una Los ingleses obtuvieron, pase a todo, ganan­
ideología para mantenerse viva y triunfar cias razonables; pero mucho menores que
debe sacrificar a menudo la coherencia de las que obtuvieron en otros países. Este re­
sus ingredientes. Pero la cuestión es que sultado no es menospreciable. Para lograr­
muchos, no digo que todos, los intelectua­ lo contribuyó la política de construcción de
les de izquierda en el Uruguay trasplantan carreteras que evitó al monopolio del ferro­
esta necesidad ideológica al plano de la carril. Existieron, y existen todavía, países
explicación intelectual y convierten al im­ latinoamericanos en donde el ferrocarril,
perialismo en el casi único motor de nues­ en manos inglesas o americanas, tiene un
tra historia. Es esa mezcla constante de monopolio absoluto de hecho sobre el
ciencia e ideología la que no creo que bene­ transporte de mercaderías y personas para
ficie ni a una ni a otra. ciertas regiones. Puede decirse que la polí­
Todo sistema social es permeable a la tica de carreteras se orientó así en un
influencia externa. Los cambios que sufre sentido distorsionador desde el punto de
a causa de su presión se internalizan en vista económico. Si el imperialismo no hu­
ei sistema; pero a su vez, todo esto solo biera existido esa política podría haber
es posible mediante un fuerte proceso de sido más racional y redituable para el
adaptación. Tan verdadero es un fenómeno país a largo plazo. Pero aparte de que,
como el otro, tan absurdo es, desde el pun­ como en todo razonamiento ucrónico, no
to de vista científico, desconocer a uno sabemos si la sociedad hubiera tenido el
como al otro. Nadie podría dudar de que aliciente necesario para hacerlo de no te­
A tendido de líneas férreas fue un sub­ ner que responder al desafío imperialista;
producto del imperialismo inglés y que esa parece innegable que existe una gruesa di­
presión central explica que en las más di­ ferencia entre un país que no ha tenido
versas regiones periféricas, casi en la mis­ ninguna o casi ninguna capacidad de reac­
ma época, se construyeran ferrocarriles. ción y el Uruguay. Que una ideología colo­
Pero me parece grotesco creer que todas que todo en un mismo saco me parece nor­
las consecuencias objetivas de la instala­ mal y explicable, pero que los intelectuales
ción de los ferrocarriles hayan sido favora­ lo hagan si es explicable convoca a otras
bles al imperialismo inglés. Quizás la m a­ razones.
yoría lo fueron en el corto plazo, que es al
que normalmente llega la previsión del im­ IV
perialismo como lo de todos los seres h u ­
manos; a largo plazo la cuestión es mucho
más compleja. Aparte de ese análisis cuida­ Este es el punto crucial en que me pa­
doso que habría que hacer de las funciones rece necesario insistir, del cual el libro ha­
y disfunciones del ferrocarril desde el punto bla tanto como del tercerismo o le da por
de vista del imperialismo existe otra cues­ lo menos tan ta importancia: la situación
tión. El Uruguay fue capaz de una política de los intelectuales en el Uruguay y la
de reacción. Con menos slogans que en la concepción que se hace de su rol. No puede
actualidad, Batlle y su política trataron de dejarse de constatar, en el plano más es­
limitar las ganancias inglesas por diversas trictam ente objetivo, que en una polémica
vías. Vale la pena recordar que los ingleses desmesurada donde se han escrito más pá­
vivieron quejándose de la nula o escasa ginas que el libro entero, este problema ha
utilidad de los ferrocarriles en este siglo. sido totalmente dejado de lado. Apenas si
Esto era una exageración. Hanson ha mos­ Real de Azúa ha reconocido, lo que le
trado que las ganancias que el ferrocarril agradezco, mi desgarramiento personal
obtuvo fueron razonables. De esta demos­ frente a él. Pero éste no tiene importancia
tración se podría sacar el argumento de más que para mi. En cambio el tema me
que el imperialismo triunfa siempre, sea parece decisivo, aún cuando mis ideas so­
cual sean las resistencias que se le opon­ bre él puedan ser erróneas.
No tendría sentido repetir aquí lo que no ha concurrido a congresos y reuniones
en el libro se dice sobre él. Pero quizás financiadas por el imperialismo. Entonces
convenga señalar otros aspectos que hoy el Dr. Ardao hace una larga lista de las
me aparecen como importantes y que la reuniones internacionales a que ha asistido
misma polémica ha subrayado enormemen­ y de las instituciones que las han organi­
te. Vayamos primero al hecho y luego a zado. Ss trata de una típica indagación
sus explicaciones posibles. macarthysta empezada por uno (la pregun­
Real de Azúa rememoró a los viejos li­ ta ¿Ud. fué nazi? no es en nada diferente
berales del siglo pasado capaces de ofre­ a ¿Ud. fué comunista?) y seguida por el
cer su diario y su cátedra al adversario en otro en el mismo plano. Ambos contendien­
una polémica. Aludió así a un valor que, tes han aceptado las mismas reglas del
con muchos avatares, parece haber desem­ juego, a ninguno se le ocurrió negarse a
peñado siempre una función cardinal en­ contestar como, algunos intelectuales nor­
tre los intelectuales uruguayos: la toleran­ teamericanos. los que ellos mismos han ad­
cia. No es este el momento de estudiar la mirado tanto, se atrevieron a hacer frente
función que tuvo en la sociedad uruguaya a Mac Carthy.
entera, a nuestro propósito basta con re­ Que dos personas de la calidad intelec­
ferirla a los intelectuales. tual y moral de Ardao y Real de Azúa, ca­
Creo que cualquier observador imparcial lidad que nadie razonablemente podría des­
debe anotar la rápida y extraordinaria de­ conocer, han practicado con todo entusias­
clinación que ha sufrido en los últimos mo tales métodos, es un hecho importantí­
tiempos. No ha sido simplemente una de­ simo en el análisis del problema que nos
clinación cuantitativa si se puede hablar ocupa.
ese lenguaje, (menos intelectuales toleran­ Una observación de este tipo corre el
tes o más intelectuales menos tolerantes). riesgo de dar lugar a muchos mal entendi­
Ha sido un cambio cualitativo. La discre­ dos. Por un lado, sería fácil observar que
pancia lleva en forma cada vez más cons­ parece adherirme a un liberalismo finise­
tante, evidente y fuerte al análisis de las cular, que indica mi ceguera para compren­
intenciones, de las vinculaciones que expli­ der todo lo que ha cambiado en el mundo;
can esas intenciones y así sucesivamente. de ahí solo queda un paso a afirmar que
Esto no es ni más ni menos que la caza la tolerancia es un valor burgués funcional
de brujas y el macarthysmo ideológico; el para el mantenimiento del sistema tradi­
que la izquierda lo practique para despeda­ cional de estratificación. Una discusión de
zarse a sí misma, no cambia su naturaleza. este tipo llevaría demasiado lejos y no ten­
Séame permitido usar la polémica como dría sentido expliciíar aquí la que me pa­
ejemplo. Teóricamente se discutía entre rece la solución correcta del problema. Pero
los Dres. Ardao y Real si las ideas sosteni­ aun dando por concedido que la tolerancia
das en mi libro eran exactas o no. Es ad­ tiene una justificación puramente instru­
mitido casi siempre como evidente que tal mental y no en sí me parece que su decli­
cuestión es independiente de mis cualida­ nación es un fenómeno claramente inde­
des morales o de la falta de ellas, o de unas seable. En primer lugar es ambiguo. Los
y otras en los contendores. Pues bien, el grupos de izquierda o que se consideran
Dr. Ardao introduce en la discusión el pa­ tales, se dedican con entusiasmo a perse­
sado del Dr. Real de Azúa, como si su pa­ guir las menores desviaciones que se en­
sado, fuese cual fuese, pudiera demostrar cuentran o se creen encontrar en los de
que estaba equivocado (1). algún modo vinculados a ellos. El ataque
En su contestación el Dr. Real de Azúa personal es mucho más furibundo contra el
introduce la cuestión de si el Dr. Ardao1 disidente que contra el derechista o el sim­
plemente silencioso. En segundo lugar, no
(1) Es extraño desde este punto de vista, que existen en el Uruguay ninguna de las con­
mi pasado y el Dr. Ardao sean bastante parecidos, diciones que podrían justificar, en el su­
lo que no impide que estemos en total desacuerdo. puesto de que alguna vez se pueda justi-
ficar, el sacrificio de la tolerancia. Es po­ sumamente amplia. Pero una izquierda no
sible creer que una revolución no se hace comunista, que se quiera nacionalista, no
sino con la eliminación sistemática de la puede vivir sin repensar constantemente su
tolerancia y que ella lo justifica plena­ situación en la sociedad.
mente. Pero ¿cómo justificarla, cuando no
Ese pensamiento deberá traducirse en
se trata más que de un, o mejor dicho de
una ideología y ésta presidir una acción.
diversos llamados a una revolución hechos
Nada demuestra que los hombres competen,
por diferentes grupos que se consideran ca­
tes para lo primero, sean competentes pa­
da uno como representando exclusivamente
ra lo segundo ni para lo tercero ni vicever­
a la auténtica izquierda? ¿Cómo no creer
sa. En contra de lo que erróneamente ha
que en ese despedazamiento mútuo lo úni­
co que hacen los grupos de izquierda es parecido suponerse por alguien en la polé­
servir mejor al mantenimiento del statu mica alrededor de mi libro, —no sé hasta
quo? ¿Cómo no pensar que en una socie­ que punto puedo decir sobre mi libro—, no
dad donde solo puede haber un golpe reac­ doy al término ideología ninguna signifi­
cionario, tal actitud quita a la izquierda cación peyorativa, sino totalmente neutral,
sus defensas morales, que pueden ser im­ como la que puedo darle a la palabra gru­
portantes, a falta de otras? po o institución. Pero toda ideología puede
analizarse desde el punto de vista cientí­
Puede decirse, en otro plano, que el fe­
fico, pueden encaminarse objetivamente las
nómeno es perfectamente explicable. Todo
contradicciones y las tensiones que com­
grupo sanciona más severamente a los di­
porta, puede indagarse, ya en un plano mu­
sidentes que lo abandonan, o son percibi­
cho más discutible y subjetivo acerca de
dos como en camino de abandonarlo, que
su eficacia.
a los que nunca fueron mirados como per­
teneciendo a él. Cuanto más fuerte es la Un procedimiento de esa naturaleza es
importancia de la ideología, más exigente explicable que despierte las resistencias de
se hace la fidelidad a ella. Esta y muchas los ideólogos puros, puesto que ellas viven
otras explicaciones podrían agregarse. Al­ en la sociedad de su ideología. Pero es
gunas podrían hacerse partiendo, por ejem­ interesante constatar que provoque furias
plo, de la declinación de la economía uru­ análogas entre los que se consideran a sí
guaya. Pero no es esta la ocasión de aden­ mismos intelectuales. Una vez más se plan­
trarse en el problema. tea la cuestión que el libro ha pretendido
Lo que importa es que explicar no quiere subrayar: la del rol de los intelectuales en
decir justificar, como tampoco censurar; la la sociedad uruguaya.
explicación más completa no eliminaría el En todas estas reflexiones hay, sin duda,
hecho de que la querella llevada a esos ex­ una ecuación personal. El único dogmatis­
tremos es mucho más beneficiosa que per­ mo que soy capaz de permitirme es el estar
judicial para la derecha y que pierde toda, contra todos los dogmatismos y el amor
o casi toda, la función de esclarecimiento por la ciencia que trato de practicar no tie­
que podría tener sobre la propia izquierda ne nada que ver con ningún dogmatismo
y que ésta tanto necesita. respecto a ella. Es por eso que, a pesar de
Si cada vez que alguien quiera revisar los haber hecho un gran esfuerzo de objetivi­
conceptos aceptados, no importa si mal o dad en el análisis del tercerismo —con
bien, se expone a que se indague su pre­ éxito o sin él es otra cosa— he sido el
sente, su pasado y se prevea su futuro, se primero en multiplicar las advertencias del
le haga un proceso de intenciones, etc. la carácter tentativo, provisorio e hipotético
izquierda se hundirá en el más grueso del ensayo realizado. Aquí también, ni ten­
conformismo y en la repetición conven­ tativo, ni provisorio, ni hipotético son para
cional de formulas estereotipadas. Un ca­ mi indicación de censura o alegación de
mino como este es menos peligroso para el falsa modestia. Son designaciones que co­
Partido Comunista que puede unir a una rresponden a algo que percibo como obje­
gran coherencia ideológica una casuística tivo.
Lo que hace peligrosos estos temas no es cerismo, aunque es curioso que no lo hayan
el carácter fragmentario y parcial de nues­ dicho antes; pero el análisis no puede
tros, o de mis conocimientos, sino el que prescindir de considerarla. Los autores de
una intolerancia moralizante y simplista esas frases hubieran quedado muy sorpren­
convierta en tabú su análisis. didos si alguien les hubiera dicho que el
tercerismo no era una ideología, sino una
mera posición en materia internacional.
V
Tal minimización del tercerismo debe ha­
Otra cuestión importante es la de las ber sorprendido a todos los terceristas. Su­
diversas formas del tercerismo. No he ana­ poniendo que fuera exacta, representaría
lizado todas y de las que he analizado me una corriente dentro del tercerismo, segu­
he detenido más en aquellas que más in­ ramente muy minoritaria, a la cual no po­
fluencia han tenido, entre ellas la que ha dría jamás limitarse el análisis.
sido representada por Marcha. He tratado
de ocuparme de lo que el tercerismo ha VI
sido, no de lo que debería ser, lo que esta­
ría fuera de lugar y mi análisis se detiene Una cuestión muy importante ha sido
prácticamente después de la ruptura chino- soslayada en la polémica con el procedi­
soviética. No se puede, en una labor de ese miento de argüir que critico el “terceris­
género, sustituir a lo que han dicho los mo” desde el ángulo de una entusiasta ad­
partidarios del tercerismo por las preferen­ hesión a lo que ha dado en llamarse el “de-
cias o posiciones personales del autor del sarrollismo”. Cualquier lector puede com­
análisis. Se ha dudado de que el terceris­ probar que si hay algo de adhesión pro­
mo sea una ideología. Dejando de lado una fesada, lo que me permito dudar, es cual­
polémica de definiciones que a nada con­ quier cosa menos entusiasta. Me limito a
duce, es un hecho que importantes sectores señalar un problema que requiere respues­
del tercerismo, por lo menos, no han acep­ ta no desde el ángulo de un “desarrollista”
tado jamás que éste sea una mera posición sino justamente desde el ángulo de un
en materia internacional, puramente cir­ “tercerista”. Es el problema de la eficacia,
cunstancial, etc., como se ha pretendido. en el sentido de su posibilidad de difusión,
En uno de los textos citados en el apén­ del tercerismo. Parecería que ni el nacio­
dice del libro, página 182 (1) la Federación nalismo, ni el antiimperialismo son bastan­
de Estudiantes Universitarios del Uruguay te desde ese punto de vista. Es verdad, por
dice con todas las letras: “nuestra Tercera otra parte, que en la mayoría de las nacio­
Posición ofrece una plataforma integral, nes consideradas del tercer mundo, el de­
que no elude ningún problema de nuestro sarrollo ha sido una parte importante de la
tiempo, de claro sentido revolucionario y ideología dominante, dentro de la cual el
exacto contenido popular”. Algunos terce­ tercerismo como tal ha sufrido altas y ba­
ristas pueden decir que esto comporta una jas en función de una apreciación que se
concepción profundamente errónea del ter-
interpretaciones diferentes y esta es una de las
(1) Se han mencionado varias veces ciertos ras­
razones que me impulsó a insertarlos; 31?) Lo ante­
gos del apéndice documental. Fue un error mío no rior indica que no intenté hacer una historia com­
aclarar debidamente sus propósitos que son los si­ pleta del tercerismo a través de sus textos. Por lo
guientes: IV) Oírccer una selección de los textos tanto la fecha en que se detienen solo depende del
que me han parecido más típicos del tercerismo hecho de que posteriormnt no encontré textos den­
uruguayo y que contienen sus ideas centrales. Una tro de los muchos que lei, que dijeran algo ver­
selección y no una reproducción completa ni una daderamente nuevo e importante para el análisis.
antología en sentido propio, cosas que estaban ex­ Esos textos reiteraban ideas ya contenidas en los
cluidas por razones editoriales; 2 9 ) Elegir textos seleccionados. Más aún, puede observarse que, a
que al contener las ideas centrales sirvieran de re­ pesar de lo limitado de la selección, en los textos
ferencia para las interpretaciones del libro. Desde elegidos hay varias ideas que se reproducen casi
luego podían servir y sirven de base para posibles exactamente varias veces.
quiere realista de diversos factores. El que Si esa respuesta no aparece, el terce­
el desarrollo sea una parte importante de rismo se condenará a ser, con más intensi­
la ideología, no es un invento de los “de- dad todavía que en el pasado, un movi­
sarrollistas”, —lo sea yo o no, cosa que miento de algunos intelectuales y de algu­
carece de la más mínima importancia—, nos estudiantes. Desbordado por la derecha
sino que es un hecho. y por la izquierda irá perdiendo adheren-
tes, como le ha ocurrido, con cada vez más
Es también un hecho, y no algo que de­ intensidad, en los últimos años. Sin duda
penda de mis preferencias personales, el el fracaso de una ideología no prueba su
que en el Uruguay empieza a expandirse y falsedad; como su éxito tampoco comprue­
que eso constituye otro desafío a las ver­ ba su verdad. Pero si la ideología aspira,
siones tradicionales del tercerismo. Más y muchos textos terceristas lo indican así,
aún, para subrayar el carácter fáctico de a dar nacimiento a un gran movimiento
la cuestión, se indicó expresamente en el popular se vuelve entonces incongruente,
texto que era tanto más grave cuanto más no puede obtenei ciertas cosas sino al pre­
ilegítimos se supusieran los fundamentos cio de sacrificar otras. Es posible disimular­
del “desarrollismo”. Parece ingenuo creer se mucho tiempo esa situación; no es po­
que la demostración, aun dándola supues­ sible hacerlo indefinidamente. Llega un
tamente por posible, de que el desarrollis­ momento, y mi opinión es que ha llegado
mo es una manifestación más del imperia­ hace tiempo para las expresiones tradicio­
lismo yanqui, bastaría para paralizarlo. nales del tercerismo uruguayo que son las
Siempre sería necesario agregar a esa de­ que he intentado estudiar, que hay que
mostración algo positivo: o apoderarse de optar: o se resignan a abandonar toda
la bandera demostrando que pasa a limpias pretensión de convertirlo en una bandera
manos o proponer otra diferente. El análi­ popular, para ser una ideología de círcu­
sis hecho en el libro, que no tendría senti­ los reducidos, lo que puede ser perfecta­
do reiterar aquí, intenta demostrar que ni mente legítimo e integrarse, incluso, en una
una ni otra cosa, ni una tercera o cuarta teoría de la eficacia por la intermediación
que no se me han ocurrido, ha sido hecha. de élites restringidas que por cierto no es
Esta cuestión no se elude acusando al que indefendible; o se transforma en sus demás
la plantea de ser desarrollista, porque aun­ elementos y puede conservar su pretensión
que así fuera, la respuesta es indicar de repercusión popular inmediata, al ofre­
cual es la solución que se le propone sin cer una integración, percibida como cohe­
abandonar el tercerismo y para que éste rente de un programa positivo que respon­
pueda convertirse en una ideología popu­ da a las tan cambiante circunstancias de
lar. Esa cuestión es urgente no para el de­ nuestro tiempo. No decidirse ni a una ni
sarrollismo, sino para el tercerismo. La ur­ otra cosa es, simplemente, el fin. Que ese
gencia y el carácter trágico de que quede fin sea injusto, que sea un daño para el
sin respuesta, es para el tercerismo y no país es perfectamente posible. Pero en este
depende para nada de quien hace la pre­ caso, resignarse, es una forma de renun­
gunta ni con que intención la hace. ciar.
Alain Bosquet

Problemas de la traducción poética


Creemos que la traducción poética sólo algo que tiene por finalidad comunicar un
plantea dos problemas fundamentales: ¿de­ sentimiento poético. De ello resulta, en un
bemos ser fieles, a cualquier precio, al poe­ noventa por ciento de los casos, que, en
ma traducido? ¿Debemos, antes que nada, su acepción tradicional, la óptica universi­
escribir un poema en nuestra propia len­ taria respeta la letra, pero traiciona inva­
gua, fiel o no al original? Los otros pro­ riablemente la esencia lírica, aquello que
blemas nos parecen entonces o bien secun­ está más allá de las palabras —o, si se
darios, o bien debidos a diferentes grados quiere, en las palabras, pero independien­
de acomodamiento, o, si se prefiere, a com­ temente de su función primaria—. Para el
promisos más o menos hábiles, y que en­ universitario, sólo la prosa puede traducir
cuentran su solución ideal en los casos —en al poema clásico, y no se puede hacer de
definitiva, más frecuentes de lo que se un poema en versos otro poema en versos,
piensa— en los que es posible respetar, dado que la rima del segundo se encontrará
simultáneamente, la fidelidad y la poesía. —en las dos acepciones del término— fa­
Examinemos el problema desde un punto talmente lejos de la del primero.
de vista histórico. Pronto veremos que si ¿Dado que, en el caso de un poema ri­
el traductor sigue el desarrollo de la poe­ mado la traición es inevitable, qué pode­
sía francesa —desarrollo cuyas equivalen­ mos hacer si queremos evitar la solución
cias pueden ser encontradas en otras poe­ escolar, solución que no es tal? Nuestra
sías occidentales o europeas— se enfrenta­ posición es de la mayor firmeza: conside­
rá a tres situaciones sucesivas bastante di­ ramos que no hay más que una solución,
ferentes. que consiste en escribir en la nueva lengua
un poema rimado. Lo que significa que la
En un principio, y prácticamente duran­ traducción poética debe quedar en manos,
te cinco siglos, la poesía está íntimamente
exclusivamente, de un poeta digno de ese
vinculada a la música, y el arte del poema
nombre y poseedor de una clara habilidad.
es inconcebible sin el del verso provisto Un pueblo haragán y apresurado en ma­
de una rima. Es, de muy lejos, la situación
más inextricable y más difícil. El traductor teria de traducción poética como el francés
debe adaptarse a dos disciplinas, de las —por el contrario conviene que saludemos
cuales la del sentido literal importa menos muy respetuosamente a los traductores
que la del sentido unida a la del sonido. alemanes, a todo lo largo de la historia—
Comprende que debe elegir claramente la tendría mayor tranquilidad de conciencia si
infidelidad si quiere ser poético; o, por el un Víctor Hugo, un Alfred de Vigny, un
contrario, la no poesía, si quiere ser fiel. Guillaume Apollinaire se hubiesen dedica­
Aquí, la disputa se eterniza y, en realidad, do a una traducción más cuidadosa de
Goethe, del Dante, de Milton o de Leopar-
todos se sienten culpables.
di. Sólo un poeta considerable puede rea­
El profesor universitario no puede sopor­ lizar la traducción ideal, en su aproxima­
tar que la traducción traicione, así sea en ción, que significa transformar un poema
lo más mínimo, al original: exige una su­ alemán o un poema inglés, por ejemplo,
misión absoluta y, antes que una versión en un poema francés, con sus ritmos pro­
elegante pero ligeramente sediciosa, pre­ pios, y sus rimas, que no tienen casi nada
fiere una versión en la cual el genio de la en común con las rimas alemanas o las
lengua ceda frente a una especie de ex­ asonacias inglesas. Para ello, necesita una
plicación de texto en el cuerpo mismo de imperiosa vocación, algunos conocimientos
y una cierta humildad. En términos abso­ Sobre datos precisos, racionales e infor­
lutos, es lo mismo que si se le pidiera que mes, el poeta francés hacía, pues, un poe­
transformase en versos agradables e, inclu­ ma francés. Más tarde, en la obligación de
so, poéticos, un artículo periodístico o un cambiar, aquí y allá tal detalle, y de “fal­
capítulo del Código Civil. Pero, cuando es sear”, en cierta medida, el original, dis­
ferviente, la acrobacia no es imposible. El cutía con Gara sobre los acomodamientos
resultado no tiene por qué ser de un total aportados. Se llegaba a un acuerdo respec­
sometimiento a los elementos de los poe­ to a un poema —al que podemos llamar
mas originales: traspone, a la vez, el sen­ “adaptación”— lo más acorde posible al
tido —cuando esto es inevitable— la mú­ original, y, de cualquier manera, un poema
sica e, incluso, la construcción sintáctica. francés de suficiente calidad. Gara llegó,
Debe lograr un poema francés que, para incluso, a tener el escrúpulo de someter a
el lector, valga en cuanto poema francés. varios poetas franceses a la misma disci­
¿Qué camino debe seguir si no conoce plina, para el mismo texto. El resultado es
la lengua original? Debemos citar aquí un excelente, la inspiración solicitada al poe­
ejemplo que marca una fecha en la histo­ ta es equivalente a la conciencia profesio­
ria universal de la traducción poética. Ba­ nal del lingüista o del profesional univer­
sándose en un gran entusiasmo respecto al sitario a quien, sin duda, le parecerían
pueblo y a los intelectuales húngaros lue­ monstruosas las libertades que se tomaron
go de los acontecimientos de Budapest, de los poetas franceses. Se llega, incluso, a
1956, Ladislas Gara decidió publicar en esta paradoja: el mejor resultado está en
francés una antología de la poesía húngara, función de la libertad que se tomó el adap­
desde los orígenes hasta nuestros días. La tador en el lugar del texto adaptado.
mayoría de los poetas de Francia acepta­
ron colaborar en ella sin que ninguno de En una época más reciente, las relacio­
ellos —salvo escasas excepciones— supiese nes entre el texto traducido y el texto del
traductor cambian. La poesía se ha hecho
una sola palabra de lengua magyar. Se
independiente de la música y de la rima.
procedió de la siguiente manera: una tra ­
Las reglas han adquirido mayor ductibili-
ducción literal, de una fidelidad escrupu­
dad, y si bien el ritmo sigue siendo una
losa, era sometida al poeta francés, y, cuan­
preocupación, al menos esta preocupación
do esto parecía necesario, se le agregaban
se desentiende de sus cualidades mnemo-
alternativas de significado para los deta­ técnicas. El poema no sólo tiene virtudes
lles oscuros o voluntariamente esotéricos. auditivas o visuales. Procede por imágenes,
El poeta, que ignoraba totalmente el hún­ y, en consecuencia, por un juego de con­
garo, recibía entonces una lectura del poe­ ceptos. Y de esta manera, la escritura deja
ma original, ya sea oralmente, o por disco. paso al lenguaje, es decir, a preceptos que
De esta manera, podía hacerse una idea no tienen un arreglo exterior. El surrea­
del ritmo y de la entonación general del lista, en particular, transforma la propia
texto; también se le daban indicaciones de naturaleza de un poema, al que ya no le
gramática general, para que estuviese en basta con cantar o con plegarse a una dis­
condiciones de decidir, digamos, entre un ciplina de contabilidad directa.
endecasílabo y un alejandrino. Con todos
esos elementos, y con la condición de que La imagen no sólo reside en la distri­
se sintiese en simpatía con el poema hún­ bución de las palabras, súbitamente entre­
garo desde el punto de vista del sentimien­ gadas a una vecindad imprevista. La ima­
to y de las imágenes, de las ideas expre­ gen es una óptica de la razón unida a la
sadas, etc..!, creaba, entonces, un poema irrazón. Cuando Elüard dice: “Tes yeux
francés. Insistimos sobre el término: debía son des nacelles d’oü je ne tomberai pas”,
comprometerse profundamente, y exigirse pronuncia una especie de verdad inmedia­
a sí mismo un verdadero esfuerzo de crea­ ta y, naturalmente, inverificable, pero que
ción que consideramos superior al que sen­ puede ser traducida por un número bas­
tían otrora los poetas de corte cuando se tante ilimitado de paráfrasis. A partir de
les ordenaba que compusieran un poema ese momento, importa bastante poco que
de circunstancia. en alemán o en inglés, el traductor diga,
por ejemplo: “Tus ojos son globos de los poemas, al punto de solicitar, únicamente,
que no puedo caerme”, o “Tus ojos son ae­ la intervención de poetas, tanto mejor será
ronaves que no permitirán que me caiga”. la situación de la poesía internacional.
Todo un sistema delirante e ilógico de sen­ Debemos ser implacables en este aspecto, y
saciones se pone en marcha; y con un mí­ no permitir que los llamados hombres de
nimo de comunicación, el traductor puede buena voluntad reemplacen a los únicos
cambiar a su antojo la letra de la imagen. traductores dignos de ese nombre: los poe­
Estamos convencidos de que la poesía tas inspirados por los poemas que traducen.
moderna ofrece las máximas posibilidades Sin embargo, los más recientes fenóme­
de traducción y que sólo vale, precisamen­ nos poéticos nos despiertan una duda. Nos
te, en la medida en que es traducible, dado referimos a los fenómenos de los años 60,
que su valor es casi independiente de la en el aspecto que toman en Francia, en el
lengua en la que se expresa. Si bien al­ seno de una tendencia bastante fuerte, sin
gunos poetas demasiado apegados a las pi­ ser por ello preponderante; tendencia de
ruetas escapan a esta regla —E. E. Cum­ la que forman parte poetas como André
mings o Erik Lindegren, quizá— es noto­ du Bouchet y Michel Deguy. La concep­
rio, por el contrario, que la mayoría de los ción del poema que allí se manifiesta pa­
poetas encuentran, hoy, en otros poetas, rece ser bastante nueva. Evidentemente,
traductores capaces de transmitir toda su toda traza de clasicismo formal ha desapa­
riqueza y su intensidad. La versión inglesa recido. También han desaparecido las imá­
de Saint-John Perse que ha hecho T. S. genes y los entrecruzamientos de conceptos,
Eliot, es un texto fiel y tan válido en in­ o en los poetas cósmicos, tales como Robert
glés como el original en francés. Podemos Sabatier, Jean-Claude Renard, Lucien Bec-
leer a Pasternak y a Seferis en todas las ker. Siguiendo la frase de Nathalie Sar-
lenguas; los ejemplos son incontables a raute, podríamos decir que reina la era de
partir del momento en que la técnica deja la sospecha y ella determina las relaciones
de intervenir con su cortejo de necesidades entre el poeta y su poema. El poeta des­
ineludibles. confía, y no quiere que la palabra traduz­
A causa de su esencia, una imagen tiene ca una verdad experimentada —ni siquie­
varias expresiones cercanas: basta con que ra una verdad experimentable—. Prefiere
el poeta traductor elija, a partir del texto encontrarse frente a su poema, como frente
en el que trabaja, la que mejor le conven­ a un enigma destinado a aplastarlo. La
ga y, forzosamente, la que mejor convenga función de la palabra parece secundaria y
a su lengua. Es ésta una feliz situación: sólo se la emplea como un medio de cono­
a partir de una sucesión compleja y un cimiento futuro y, por lo tanto, aleatorio.
poca sonámbula de metáforas, de imágenes Para el poeta, ya no es más cuestión de
y de alusiones todo un juego de efectos y justificarse, ni de comprenderse. La pala­
de causas poéticas y filosóficas se pone en bra ha dejado de ser un instrumento —ya
marcha. Sólo un poeta puede continuar —o sea de conciencia o de inconsciencia— pa­
transformar, o deformar—. así el pensa­ ra transformarse en un objeto independien­
miento elíptico o iluminado de otro poeta. te, que su propio autor considera como un
Lo mismo ocurría, ya, con la poesía rima­ interlocutor válido, en un inextricable diá­
da; en esta oportunidad, la situación se logo de sordos.
acentúa. Más que nunca, se crea una “ma­ ¿Puede ser posible, entonces, traducir a
sonería” de la poesía, como si ningún tra­ una lengua extranjera algo que merecería
bajo poético pudiese ser realizado más que ser traducido, en primer lugar, a la propia
por los propios poetas. Esto nos parece ex­ lengua? A su vez, este problema no tiene
tremadamente feliz, dado que la re - crea­ solución ideal. Sería necesario que el poe­
ción no pertenece a los profanos y que la ta - traductor supiese cuáles fueron las re­
traducción es, más de lo que se imaginan laciones entre el autor y su poema; entre
los lectores medios, al menos en Francia, el autor y sus palabras. Es posible que es­
un arte en el que el traductor debe tener tas relaciones no siempre hayan sido las
casi tanto genio como el poeta traducido. mismas. Estamos en una época en que pue­
Cuanto más oculta sea la traducción de den ser hostiles, delirantes, cargadas de
desesperación o de irrisión. La palabra es poema. Quizá, en el propio acontecer de
dócil sirviente del poeta, a veces. A veces, su acto creativo, el poeta moderno —el
el poeta olvida el significado de la pala­ poeta más reciente— se haya sentido ins­
bra —y llega, incluso, a negar el signifi­ pirado por la letra “o” de la palabra orilla,
cado de la palabra—. A veces, también, el que le sirvió como punto de partida hacia
poeta vé en la palabra un competidor de nuevos pensamientos; es evidente que si
su propia persona: se entabla una lucha. . . esta letra no existe en la palabra equiva­
También se da el caso en el que la palabra lente, en inglés o en alemán, todo el pro­
ejerce una presión muy particular sobre el ceso de asociación se pierde. Naturalmen­
poeta: alcanza con que este último se sien­ te, el poeta - traductor puede considerar el
ta solicitado, nerviosamente, sensorialmen­ poema a traducir como un objeto indepen­
te, subconscientemente, por una vocal, por diente de las sensaciones que lo motivaron
la unión de una consonante, por la simple en el poeta. No por ello deja de ser cierto
grafía de una letra. La libertad consiste en que, en el seno de este encadenamiento,
ascender y descender incesantemente la es­ pierde motivaciones ocultas, y el malenten­
cala de las sensaciones que produce este dido se agrava aún más.
enfrentamiento entre iguales: el poeta y Se nos ocurre una única conclusión: que
la palabra. El resultado es, quizá, un poe­ los poetas traduzcan a los poetas. Es tiem­
ma, pero ciertamente un fenómeno de es­ po, ya, de que los profesores, los filólogos,
critura —o de lenguaje, dado que la con­ los lingüistas y los filósofos del lenguaje
fusión pasa por un punto culminante— se tomen un descanso. Se les consultará so­
surgido de una única certeza: la palabra bre la técnica. Los fabricantes de colores
ya no es más un signo de acuerdo, sino un nunca fueron pintores. Los historiadores de
trampolín hace reacciones afectivas impre­ la gramática no deben reemplazar a esos
vistas. En estas condiciones, la traducción monstruos, los poetas.
es, de cualquier manera, una negación del (Traducción de Gabriel Saad)
Benito M illa

Octavio Paz: La Poesía y la Historia


Octavio Paz nació en México en 1914. quiere, también, una experiencia nueva de
En ese año se inicia la primera de las dos la realidad mexicana, de la condición in­
guerras mundiales y el peso de la historia dígena, que habrá de trasuntar después en
se hace más sensible, más vertiginoso, más su obra. Y se agudiza y enriquece su sen­
trágico. Otro mundo, otro tiempo empieza. tido de la justicia social, de la solidaridad
Las ideas y las estructuras políticas, socia­ humana. Madura activamente para un nue­
les, técnicas, culturales y estéticas se ven vo acontecimiento que lo sacudirá de arri­
sometidas a un intenso proceso de aleación ba a abajo: la guerra de España. A los sie­
y cambio. Tiempo de rupturas y de inno­ te u ocho meses de estallado el conflicto
vaciones, la pulverización de las formas en la península, Octavio Paz está allí yen­
seculares obliga a una constante reinven­ do de Barcelona a Valencia, de Valencia a
ción que a su vez engendra la pirotecnia Madrid, de Madrid al sur que ya se perdía
de los ismos. Los más ásperos e incitantes para la causa del pueblo. Dice de un com­
extremismos subyugan a la Poesía. Pero, pañero muerto en el frente de Aragón:
¿no es condición del poeta asumir la os­
curidad del mundo y sus más dramáticas “¿Qué tierra crecerá que no te alce?
tensiones? Sólo cuando adquiere concien­ ¿Qué sangre correrá que no te nombre?
cia de ese destino puede re-ordenar en ¿Qué voz madurará de nuestros labios
profundidad un lenguaje significante y co­ que no diga tu muerte, tu silencio,
munitario. el callado dolor de no tenerte?
Hijo de ese tiempo nocturno, Octavio Paz
lo asume y lo ilumina. Escribe: Has muerto entre los tuyos, por los tuyos”.

“Avanzo lentamente Pero la guerra termina y con la derrota


y pueblo la noche de estrellas y del pueblo español uno de los sueños más
palabras” hermosos que los intelectuales del mundo
acariciaron: “Descubrí entonces una posi­
Porque para él la palabra es acto y li­ bilidad para el hombre, y entrevi que allí
bertad. Libertad que se inventa y me in­ se perdía algo cuya reconquista quizás exi­
venta cada día, dice. Palabra original, que giría siglos enteros: la tradición revolucio­
re-crea y libera al hombre desde la hon­ naria no marxista”.
dura de que proviene. Palabra que ilumina
avanzando. Palabra comunitaria, no her­ Aunque en la selección de sus obras, por
mética ni críptica. Porque la empresa poé­ él mismo agrupadas en un solo volumen (Li­
tica coincide íntimamente con la revolu­ bertad bajo palabra, Ed. Fondo de Cultura,
cionaria. Crecido y alimentado en las con­ México, 1960), se dan como fechas gene­
tradicciones del siglo —la primera guerra rales de su quehacer poético las de un pe­
mundial, la revolución rusa, la guerra de ríodo que va de 1935 a 1958, algunos poe­
España—, Octavio Paz aspira, a través de mas incluidos en dicho libro son de 1931,
una inspiración lúcida y dramática, a fun­ 1933 y 1934. Pero en realidad son muy
dar la palabra poética en el hombre mismo. pocos los poemas de los años adolescentes
En esa aspiración está la clave de la rescatados por el autor. Apenas los sufi­
aventura juvenil de Octavio Paz. Antes cientes para dar cuenta de un rigor de
de haber obtenido los títulos universitarios perfección que ya lo habitaba y que iba
parte hacia el Yucatán a crear una escue­ a crecer hasta culminar en esa joya de la
la para los hijos de los obreros. Allí ad­ poesía contemporánea que se titula Piedra
de Sol. Ya en un libro de 1931 estaba im ­ descripción. Lo que nombra vive, crece, se
plícita la premonición de la im portancia agita, relum bra. La palabra es el hombre,
que este poeta iba a tener en la poesía ac­ del hom bre:
tual. Pero allí todavía interroga a las pa­
labras, anticipando esa dialéctica de la luz “La palabra se levanta, ondula, cae
y la sombra que es una de las mayores y es una larga herida y un silencio
constantes de su poesía. Tem pranam ente, sin m ácula”
exclama en un poema de 1931:
En cambio, los objetos, están ahí, pri­
“En llamas, en otoños incendiados, sioneros de su pasividad intrínseca:
arde a veces mi corazón
puro y solo. . . ” “Viven a nuestro lado,
los ignoramos, nos ignoran.
La llama, la luz, se ofrece sólo a veces. Algunas veces conversan con nosotros”
La más ardua tensión del poeta busca con­
seguir ese fulgor, puro instante del poe­ De ahí que en la poesía de Octavio Paz
ma. El poema es luz, instante luminoso los objetos estén siempre secundariamente
para siempre, cuajado en palabras ru ti­ insertos, cautivos en su opacidad ilevan-
lantes e indestructibles. Porque como el día, table. La luz del poema los roza oblicua­
tam bién el poema nace de un costado del m ente sin nombrarlos. Los nombres habi­
hombre y sus versos adquieren la condi­ tados por significaciones profundas no les
ción de la llama. están destinados. Esos nombres vienen ya
de la prehistoria del poema como “impre­
“Detenido esplendor del m ediodía” vistas cifras del mundo” que se profieren
“Inmóvil en la luz, pero danzante” para investirlo, penetrarlo y encenderlo.
“Espada, llama, incendio cincelado” La función del poeta es ésa. En el mila­
“Tu cuerpo que en la luz abre bahías” gro del verso supera la ambigüedad de la
“Porque la luz de sí misma recuerde” p a la b ra :

“ . . .voz exacta
Esta tensión m eridiana en la obra de Oc­
tavio Paz se reencuentra con la tradición y sin embargo, equívoca”
vernácula de los m itos solares, es en la
El verso resuelve esa contradicción por
que se inspira principalm ente la prim era
un instante. Instante que es el día sin tiem­
parte de su obra, atenuándose, filtrándose
po del poema. ¿Puede pensarse un día sin
después y accediendo a una condición más
tiempo, inmóvil en su luz, vivo ya para
dialéctica que el poeta resum e en dos v e r­
siempre? Es prerrogativa esencial del poe­
sos:
ta fija r ese puro instante de luz y trans­
ferirlo intacto m ediante la invención del
“Oh, mundo, todo es noche poema.
y la vida es relám pago. . . ” El poeta rodea de luz sus gestos y cruza
las ciudades y su polvo cantando. Sólo por
Como el relámpago, la vida ilum ina el el canto es ajeno a la destrucción. Pene­
mundo por instantes. El tiempo, fragm en­ trado de tiempo, lo resume en fragmentos
tado, reparte nuestra vida en luz y som­ luminosos, trozos del espejo roto del mun­
bra. Cada instante de luz, de vida, cada do, que él junta para formar el poema. Y
verso y cada poema equivalen al relám ­ ese tiempo cuajado en el poema vivirá más
pago en la noche, de la que nos defende­ allá del tiempo que nos vive. Por eso él
mos con palabras, con poemas. A lo que puede decir: aquel que fui se queda en la
aspira el poeta es a resum ir en ese re ­ ribera. El permanece y el agua heracíitia-
lámpago del verso una profunda experien­ ,no fluye. Perm anece en la hazaña del pre­
cia de vida, rescatada de la sombra y de sente rescatado por el poema y organiza el
la historia por la palabra poética. La pa­ futuro como aventura. Sólo así la historia
labra poética es impacto, no inventario ni deviene, no se erige. Es misión del poeta
derribar los altares donde se mixtifica lo Octavio Paz, no convoca al ritual de la vio­
divino. lencia y del sacrificio, como ha pretendi­
Para Octavio Paz la historia, en térmi­ do el fetichismo hegeliano - marxista, sino
nos de mito contemporáneo, encarna en que es un destino que es también una li­
realidad nuevas maneras del poder. Pero bertad. Por eso su poesía tiende a la su­
el poder es enemigo de la poesía porque peración, mediante el poema, de una re­
es enemigo del hombre. Y ningún poder lación conflictual, dialéctica, entre el hom­
puede abolir el poema sin al mismo tiempo bre y su mundo, aquí y ahora. Es una poe­
destruir al hombre. Roída por el poder, la sía presente, en la que el sufrimiento y el
sociedad moderna está lejos de convertirse combate del hombre contemporáneo son re­
en una comunidad poética. Por eso para conocibles, incitantemente fraternales. Su
Octavio Paz la única manera de poetizar poesía trasciende el discurso, la descrip­
la vida es a través del poema, que no es ción, la adjetivación somera, para fundar
nada sino es comunión. El ha escrito: un nuevo heroísmo : el que necesita el hom­
Frente al nihilismo sin rostro de la téc­ bre actual, que comparte con el poeta la
nica, el poema ha de consagrar a los hé­ incertidumbre del futuro y su aventura.
roes que asumen la libertad de todos fren­ Desde esa incertidumbre compartida, el
te al poder. Sólo que ese héroe nuevo, a poeta descubre lo trágico y con él su pue­
diferencia del prototipo clásico, es nuestro blo y su mundo. Un mundo, para decirlo
semejante. Ni superior ni inferior, ni señor con sus propias palabras, en el que no ha­
ni esclavo: hombre entre los hombres. ya esclavos, ni policías, ni señores, ni al­
En esta libertad la historia encuentra, al ta burocracia, un mundo de hombres li­
cabo, su sentido. Porque toda creación poé­ bres en el que la poesía no será ya poema
tica es histórica. Sólo que la historia, para sino acto diario.

Revista trimestral del


Instituto Latinoamericano de Relaciones Internacionales
Director: Luis Mercier Vega
NUMERO 1 - MAYO 1966
Dr. CARLOS S. FAYT
El fenómeno peronista
Primer estudio sociológico con una serie de
documentos inéditos
Prof. FRANÇOIS BOURRICAUD
Elites y desarrollo
Un análisis crítico de los trabajos del Seminario de Montevideo
Inventario permanente de las investigaciones en
ciencias sociales sobre América Latina
180 pp. Suscripción anual: Dol. US 4
I.L.A.R.I. 23, rue de la Pépinière, Paris Ville
Nelson Marra

Santa María, ciudad-mito, en la literatura


de Onetti
La presencia de “Santa María” dentro de Hay un viejo, un médico que vende morfi­
la literatura de Onetti sirve como factor na. Todo tiene que partir de ahí, de él.
unificante de algunas de sus novelas. Hay Tal vez no sea viejo, pero está cansado,
en ella además de un carácter simbólico, seco. El médico vive en Santa María junto
una realidad permanente y concreta. Este al río” (La vida Breve).
pueblo (o ciudad - pueblo) aparece enfo­ De esta manera, al desvincularse de su
cado desde distintos puntos de vista y ob­ nacimiento directo puede tratarlo en forma
servado con apreciables diferencias en cua­ objetiva, como si ese mundo no fuera crea­
tro novelas: La vida breve, Una tumba sin ción de él, como si fuera un capricho crea­
nombre, El Astillero y Juntacadáveres. dor de Arce y se le impusiera a Onetti, de
Continuando una tradición literaria que repente y desde fuera.
tiene precedentes (Balzac, Stendhal, el El personaje crea ese pueblo como pre­
siempre invocado Faulkner), Onetti tiene texto de un argumento cinematográfico
también un ambiente preferido en el cual que debe entregar, pero poco a poco se va
trabajar y desarrollar su materia n arrati­ consustanciando con su creación, y a ésta
va, ambiente que en definitiva tiene la la toma como una evasión del mundo pe­
fuerza literaria de un personaje más. Al queño y mezquino que le rodea y la tiñe
darle un nombre lo está llevando a un pla­ de la pequeñez y mezquindad de ese mun­
no concreto, como para que no nos ape­ do. Al tom ar esa creación como una forma
guemos a una interpretación meramente de evasión trabaja en ella con un cariño
simbólica. y una avidez muy particulares. Ajusta los
El origen de su nombre podría encon­ mínimos detalles y va poniendo en fun­
trarse en el nombre histórico de la capital cionamiento la vida de ese pueblo (“Yo
argentina (Santa María de Buenos Aires), veía, definitivamente, las dos grandes ven­
donde el novelista pasó gran parte de su tanas sobre la plaza, coches, iglesia, club,
vida literaria; la conformación geográfica cooperativa, farmacia, confitería, estatua,
puede arrancar de algunos pueblos coste­ árboles, niños oscuros y descalzos, hombres
ros que están a orillas del Río Uruguay, rubios y apresurados; sobre repentinas so­
mientras que sus características peculiares ledades, siestas y algunas noches de cielo
provienen de elementos aportados por un lechoso en las que se extendía la música
Buenos Aires de post - guerra con rasgos del piano del conservatorio” (La vida
definidos y que en la obra de Onetti ad­ Breve). Todo esto se desarrolla en una par­
quieren autonomía y se nutren de la vi­ te de la novela, casi diríamos oníricamente.
sión natural del novelista. La manera en que surge Santa María como
Santa María nace en una de sus prime­ realidad concreta es original, rápida, con­
ras novelas (La vida breve) y el lector cisa, como si los hechos se trasladaran del
asiste a la pormenorizada gestación de ese sueño y la imaginación de Arce a su rea­
ambiente. Onetti, con una hábil maniobra lidad y este se viera envuelto como perso­
narrativa, hace que el creador de ese mun­ naje fundamental de su creación.
do imaginario y concreto sea Arce, uno de Al principio vemos la ciudad - pueblo
los personajes de la novela ( “No estoy se­ como algo informe, neblinoso, integralmen­
guro todavía, pero creo que lo tengo, una te embrionario, como una presencia funda­
idea apenas, pero a Julio le va a gustar. mentalmente onírica. Poco a poco la fuerza
de los nombres, de las actitudes, de las es­ creador para ganar en objetividad y para
cenas y de la intervención directa del mis­ fortalecer una presencia que ya ha adqui­
mo personaje creador, hace que ese mundo rido carta de ciudadanía en el mundo na­
muestre una realidad menos onírica que rrativo de Onetti. Los objetos han adquiri­
concreta. Una realidad que se escapa de do un nuevo carácter, se han erigido en
nuestra imaginación y de nuestra imitativa elementos vulgares que tienen un lugar en
tendencia evasiva para forjarse en nuestro la realidad, que exhiben constantemente
razonamiento. Cuando el lector se está su heroico sentido cotidiano. Nos traslada­
comprometiendo con esta nueva realidad mos del plano onírico al plano real ( “Que­
y olvida el espacio real en que se desarro­ damos al sol frente a los ladrillos del Mer­
lla la novela, Onetti, con otra vuelta de cado Viejo. Los vagos sesteaban o se ma­
tuerca, termina “su” novela y establece taban pulgas o discutían arbitrios para la
una deuda que cumpliría en su plenitud próxima comida bajo las chatas arcadas
con El Astillero, 10 años después. coloniales” (de Una tumba sin nombre).
De este nacimiento podemos extraer dos Pero la fuerza de la realidad no pesa
conclusiones: el autor ha utilizado un re­ tanto como para que el escritor no intro­
curso que se aplica frecuentemente en el duzca nuevos elementos en esta creación:
arte (teatro, pintura, cine, etc.), y es el el absurdo, un aire de magia, de magnetis­
de mostrarnos una creación dentro de la mo irracional, de fuerza extraña que reco­
misma creación; aquí vemos el nacimiento rre toda esta segunda etapa de historia
de una novela dentro de la novela. La se­ sanmariana (“Recitó sonriendo, infalible,
gunda conclusión es que Onetti se sirve la historia del chivo recién nacido que le
de la paradoja del creador - creado, ya que había mandado su madre desde una Santa
Arce, personaje del novelista, crea un nue­ María definitivamente mítica. Cuando vol­
vo mundo narrativo. Estos hechos, fruto vió a la pieza, el muchacho estaba tirado
de un pulido procedimiento técnico, no en la cama y el chivo chupaba una col­
son gratuitos, sino que son excelentes me­ cha” (de Una tumba sin nombre).
dios expresivos que servirán para develar Las extrañas relaciones de los personajes
un fin ulterior de significación profunda. acentúan el aire de magia y de símbolo
Porque como anotamos anteriormente, inagotable que representa esta nueva San­
Onetti no se adjudica la paternidad directa ta María. Las relaciones entre la mujer, el
de Santa María para poder observarla con joven y el chivo, las diferentes historias
mayor objetividad, para comprometerse a que acerca de la m ujer se forjan, las his­
través del distanciamiento. Además, por toriar íntimas y retorcidas de los jóvenes
medio de la paradoja del creador - creado, estudiantes, y el ponernos en duda la vera­
el novelista hace intervenir al lector en su cidad de la historia que se nos narra por
materia narrativa, y le hace crear, en cier­ parte del mismo creador son datos muy
ta manera, su novela. Porque asistimos significativos ( “Toda la historia de Cons­
fascinados ante la alucinante presencia de titución, el chivo, Rita, el encuentro con
ese mundo cíclico en que se destacan One­ el comisionista Godoy, mi oferta de casa­
tti - creador, Arce - creado, Arce - creador, miento, la prima Higinia, todo es mentira.
Santa María - creada. Como consecuencia Tito y yo inventamos el cuento por la sim­
nos comprometemos en esa creación y, a ple curiosidad de saber qué era posible
manera de evasión le agregamos rasgos a hacer con lo poco que teníamos” de Una
ese pueblo y creamos nuestra propia Santa tumba sin nombre). Aquí también se rei­
María con rasgos semejantes a la de Arce, tera el tópico ya mencionado en La vida
a la de Onetti. Todos, en cierto modo, crea­ breve, en que el lector puede participar
mos la novela. en la creación, en la medida en que puede
Es recién 8 años más tarde que aparece evadirse de la realidad partiendo de ella
la ciudad - pueblo y esto sucede en Una y transformándola. Hay también una iro­
tumba sin nombre. Este largo período ha nía trágica en los recursos de Onetti: él
servido de maduración para este mundo nos lleva a un derrotero (Santa María),
nacido en La vida breve. Se han perdido nos hace evadir de la realidad, pero sabe
los rasgos de vaguedad, de calor humano que ese lugar al que nos evadimos es una
proyección de nuestra realidad, nuestro in­ Aquí la ciudad - pueblo es un personaje
fierno propio del que no podemos escapar. concreto, visible, diferenciable de todo
La última novela de Onetti (Juntacadá- otro y resulta ser el escenario geográfico
veres, 1965) precedería en la cronología donde se representa la destrucción y caída
particular y arbitraria del escritor a su física y moral de un hombre. Representa
penúltima novela (El Astillero, 1960) que también el implícito sentido de frustración
aparentemente cerraría el ciclo sanmariano. que tiene toda empresa en la concepción
Esta novela presenta semejanzas con Una del mundo de Onetti.
tumba sin nombre y en ella se desarrollan Es un universo poblado de símbolos que
o completan situaciones esbozadas en la comienzan por desconcertar al hombre has­
anterior. ta atraparlo y destruirlo. Larsen ha sido
La Santa María de Juntacadáveres es la echado de la ciudad cinco años antes (Jun­
que tiene más fuerza de realidad, es la que tacadáveres) y regresa al pueblo, derro­
tiene un tono de crónica violenta y en la tado parcialmente, pero en busca de una
que los elementos sociales de una realidad venganza o de una purificación, o de am­
determinada son extraídos en su fuerza bas cosas a la vez y que quedarían expre­
primitiva y se oponen a cualquier tipo de sadas en un solo acto, en el solo acto de
fuerza constructora del hombre. regresar. Larsen quiere destruir su pasado
Hay un oscuro sentido pueblerino en la
embarcándose en una empresa ilusoria, sin
concepción de esta nueva Santa María, hay
embargo encuentra un presente que termi­
una aguda y elíptica crítica social, hay el
parcial fracaso de uno de los personajes na por destruirlo. Quiere alcanzar lo má­
más brillantes de Onetti, su prólogo fatal ximo que le puede ofrecer Santa María y
antes de entrar con unción purificadora a encuentra una m uerte como única forma
la Santa María eminentemente destructora de liberación. Los símbolos le aprisionan,
de El Astillero. le traicionan, le vencen. Santa María arro­
La excelente culminación de esta coor­ ja en su concepción general un saldo de
denada temática estaría representada por destrucción y de evasión (o salvación)
la “Santa María” del Astillero, que tiene frustrada.
una importante relación con la de La vida Es el mundo que ha creado Arce para
breve. Las características generales que ro­ evadirse de su agotadora existencia ciuda­
dean a ambos pueblos son semejantes: el dana, mundo que finalmente le absorbe.
mismo tono de tedio, de rutina, de can­ Es el am biente inventado o recreado por
sancio interior inagotable, determinado por un médico con un idéntico fin de evasión
ese ambiente físico que crece con demesu­ (Una tumba sin nombre) y se convierte en
ra en lo simbólico. el escenario de una extraña y casi mágica
Hay personajes que se repiten, que vi­ relación de tres seres.
ven sus historias atados por un sentido
Por último es el universo purificador,
trágico a la ciudad - pueblo: Arce deja de
vengador, eminentemente destructivo, que
ser el creador mental del pueblo y se con­
vierte en la estatua de la plaza que ce­ presencia la doble caída de Larsen, el ani­
lebra al fundador de la ciudad; Larsen, quilamiento de su pasado y su persona y
brevemente descrito en La vida breve se que le engaña en una verdadera trampa
convierte en el personaje fundamental de de símbolos.
El Astillero. Esta triple significación de Santa María
Los personajes (en ambas novelas) se ejerce una verdadera coherencia en esta
ven pequeños, grises, con un cansancio que narrativa y en definitiva es una proyec­
les viene de adentro y que, en cierto modo, ción de mensajes profundos, es la proyec­
está determinado por la opresiva atmós­ ción de una concepción del mundo pesi­
fera del ambiente que les rodea. mista y madura.
Rodolfo Alonso

Algunos poemas
HAY ALGUIEN

Entre el silencio
y la música
sagrada
una respiración

Afanosa
jadeante

Un aliento
agitado
que aspira
al aire
libre

El fantasma
de una voz
que recorre
anhelante
las paredes
el cuarto
las manos
la memoria

La vida
alguien

Una respiración
desesperada
buscándose
lugar

A SECAS

Hueso
de las palabras

Pasajeras
mortales

Dulces
dañinas
bárbaras
Difíciles
de roer
Comunicantes

CLANGOR

Todos los gallos del mundo abren el día y mis ojos se cierra
O se quedan pensando en la luz parda de un día que nace entre mugidos y
[música de vida
Todos los gallos del mundo saludan la mirada naciente de un día apenas
[niño
Y mis ojos se cierran

RECIENTE IRREPARABLE

Mi amigo está de pie junto a su padre quieto


al breve resplandor de algunas velas y una muerte
Mi amigo está más cerca que nunca de su padre
y llora al verlo lejos
Mi amigo es hoy su padre y el hijo que vendrá
nosotros
los que serán o han sido
todos echados a llorar y reir
como una sombra trasmisible -

VALERIA VIENE

Cielo como en sus días hay en los ojos flamantes de Valeria,


ya rasgados con asombrosa suavidad por la fresca mañana del mundo.
Su padre la empuña como a una flor,
como a una guitarra o un timón,
como a una alegría contagiosa.

TIERRA DE TODOS

Un hombre alza su cara al cielo


como si tal cosa
Un hombre quiere ver el sol
la luna o las estrellas
Amenaza tormenta
¿Quién va a reir con el hombre
quién va a llorar por él?
Un hombre baja la cabeza
lentamente
EL AMANTE DE CINCO AÑOS

Porque la vida cambia a cada rato


como ves
te crees capaz de amar y de sentir
aun
todo como algo nuevo
Pero el amor no cambia

Un niño te destrona
y es tu reino

TIERRA DE LA MEMORIA

Tierra de la memoria
pasajera rápida
instantánea
donde se funda el mito
agua madre
madura
fecunda
nube de tiempo
calor
vivo nacimiento

La cabellera de los árboles


la lluvia que cobija
todo lo que fermenta
para ser
vienen de ti
comienzan
en tu claro consuelo
tu fe de roca ágil
tu buena voluntad

Hierba de la memoria
tierra firme

EL DESIERTO

Luz seductora y cruel


que me deslumbras y atas,
¿dónde acaba la sed,
dónde se halla el camino?
Fernando Ainsa

Los objetos de su presencia


Abro el cajón y me la quedo mirando. escuchar esta pregunta: “Sí, estoy seguro,
Está de perfil, con la cara ligeramente le­ porque no aguanto más tus regalos, tus
vantada para evitar que la barbilla rompa cartas, tu manera de estar presente en todo
la línea que proyecta ligeramente hacia momento, haciéndome recordar con algo el
adelante. Está aquí, nuevamente, sabiéndo­ momento anterior.” Pareció mentira, pero
se como siempre atractiva, dispuesta, una así fue. Esas palabras borraron sus modos
vez más, a refrendar con su sonrisa la de­ habituales de estar presente y abrieron la
dicatoria que cruza parte de sus pechos etapa del proceso que ha terminado ahora,
levantados bajo el buzo y el desenfocado la paulatina destrucción de su amor y de
fondo de árboles de ramas deshojadas, in­ los recuerdos que multiplicaba para cada
vernales. Y así, tal como la veo, soy capaz uno de sus actos, para cada uno de nues­
de tomarla en mis manos y romperla en pe­ tros encuentros en ese desesperado intento
queños pedazos que arrojaré, finalmente, de fijarlo todo y darle la trascendencia
a la salivadera del rincón de tal modo que que solo la ratificación del tiempo tenía
nadie, entre las colillas y el agua amari­ derecho a darle. Ha terminado en la sa­
llenta en que flotan, se animaría a tomarla livadera donde ya flotan en el agua sucia
y a intentar reconstruirla tal como se me parte de sus pechos partidos, su cara ras­
apareció hace unos segundos en la foto, tal gada, el fondo invernal que la resaltaba
como era realmente. He sido capaz y tengo a sabiendas, dividido. Y tengo miedo.
miedo: acabo de term inar con todas sus
múltiples presencias que arrumbé hará un
par de meses en el cajón del escritorio de Meses sin verla hicieron posible que yo
mi oficina. Acabo de dejar totalmente lim­ pueda mirar, como hago ahora, el cajón
pio, impersonalmente lleno de papeles de vacío y recordar, sin estremecerme, como
comunicados gremiales de ANFP, sobres estaba al principio: lleno de autos de ju­
vacíos de liquidaciones de sueldos, algunas guete, fiel reproducción a escala reducida
anotaciones, una goma de borrar y un lápiz de viejos originales (“Models of yesterday
sin punta, lo que fue su último reducto: - 1911, Renault - N9 2 - Made in England
el cajón de este desvencijado escritorio. by Lesney y el “Spyker, 1904 . N<? 16 de
Llegar a este instante en que su cara ha la misma serie y el Panhard y tantos otros
sido recorrida por un corte irregular y que ya no recuerdo), de longplays con can­
luego, una y otra vez, se ha ido fraccio­ ciones marcadas con una cruz de birome
nando en el montón de pedazos que se hun­ para intentar asaetarme con la frase pre­
dirán o flotarán, alternativamente, en la cisa de un bolero, de una canción de Edith
salivadera que alguien mañana vaciará en Piaff, con un tango de Piazzola recitado
la boca de un caño cualquiera, me ha cos­ con versos de Borges y sobre ellos, desorde­
tado mucho. No ha sido fácil y, por eso, nados, los libros de aire penoso como aquel
todavía la miro y me siento estremecido con las selecciones de poemas de Rubén
por el residuo de la última impresión que Darío o la serie de poetas, para mí desco­
tuve de ella cuando me llamó una noche, nocidos, periódicamente editados en los
casi a principios de este invierno, y me pre­ libritos de “Aquí Poesía” y que élla, en un
guntó: “Gordo mió, ¿estás seguro que ya homenaje que parecía necesitar a la cultu­
no me querés?” y yo le dije, con la seguri­ ra nacional en boga, me regalaba con gran­
dad que solo podía darme el hecho de haber des dedicatorias y los versos que podían
sido despertado a las tres de la madrugada adecuarse a alguna situación nuestra su­
con el temor de que alguien más pudiera brayados en rojo y con signos de admira-
ción a sus costados. Sí, reconozco que fue —es cierto— con billetes escritos en papel
difícil irse desprendiendo de todos estos de servilleteros de bar, diciendo: “Gordo,
recuerdos que tuve que llevar un día apu­ son cursis, ya lo sé, pero el amor es cursi
radamente a la oficina, pero, al fin, ha sido y yo sé que vos, en el fondo, también lo
posible. Empecé tirando los libros al ca­ sos.” Y así, con el pretexto inventado en el
nasto de los papeles, después de arrancarles primer billete, se fueron multiplicando:
la dedicatoria y hacerlas arder en los ce­ “Gatito rico igualito al que vimos aquel
niceros. Luego fui vendiendo los discos en día (pobrecito!) pasando frío en la Ram­
un viejo comercio de la calle Colonia, sin bla”; “Gordo, gatito mío, allí va el Cerro
que me llegara a importar lo que hacía desde donde miro, todos los días, ponerse
luego con el dinero obtenido de ese modo. el sol”. Y, finalmente, entre angustiada y
No le devolví nada: lo fui sistemáticamen­ segura, envió el billete definitivo, aquel
te destruyendo en la medida que mis re­ que precedió su retorno y nuestra segunda
cuerdos y los restos de mis sentimientos época: “Gordo, ¿por qué no me volvés a
lo fueron haciendo posible, aunque debo querer? Si vieras como te necesito.. . ”
confesar —en honor a la verdad que me
exijo ahora— que hubo momentos fáciles. Lo que realmente valió la pena fueron
Por ejemplo, cuando desmenucé las posta­ sus fotos. Era hermosa y lo sabía y pre­
les que me envió del Cerro Pan de Azúcar, sentaba así su perfil ante cualquier pre­
de Punta Fría o de la costanera de Piriá- texto y lo fotografiaba: un balcón, un li­
polis, con esa tenacidad sistemática que le bro de poemas abierto, un montón de ho­
dió el hecho de irse en pleno invierno al jas recién caídas, un perro de felpa de
chalet de una amiga a tratar de olvidarse ojos brillantes que yo una vez le regalé
y lo único que obtuvo —según me escribió y que élla olvidó en la habitación de una
al dorso de esas mismas postales y luego oscura pensión a la que fué a parar cuando
me dijo varias veces tendida boca arriba, huyó de mí al descubrir, por primera vez,
desnuda, inventariando como hacía siem­ que me quería, muchos meses antes. Pero
pre después de poseernos furiosamente, los esa desesperada condición de fotografiar,
momentos en que me había querido más— anotar, recordar insistentemente, la llevó
fué tener más claras y representadas las a una progresiva fijación de lugares e ins­
razones por las cuales decía necesitarme: tantes vividos que me hicieren temer llegar
mi cara tendida hacia ella, mi cuerpo su­ a ser una mera rememoranza, un montón
mergido en ella, mi búsqueda permanente de fotos referidas a una misma cara, cartas
de cariño volcada en su atractivo y mul­ y papeles en relación al mismo amor, en
tiplicado cuerpo siempre abierto a mí, a una filmación de nuestras propias vidas en
mi pasión encrespada en abruptos arran­ común que se me obligaba a presenciar
ques y depositada en sus labios, en sus apenas quedaba sin ella. Venían en grandes
pechos, en sus muslos, en su sexo tibio, sobres, venían en los momentos más ines­
en toda su paciente disposición a lo que perados, llegaban precedidos sus paquetes,
viniera de mí. Y después de las postales, sus envoltorios, de la sonrisa cómplice de
cuando más parecían arreciar los recuer­ todos quienes fueron sabiendo de su pre­
dos de nuestros primeros encuentros, las sencia secreta, en definitiva mal ocultada.
salidas subrepticias por las viejas calles de Y en todos esos modos que utilizó para
Pocitos y el paulatino descubrimiento del estar presente en las horas de mi trabajo
amor jadeado en los portales, en las rocas en esta oficina, en los recuerdos y anota­
donde termina Avenida Larrañaga, sobre ciones que me persiguieron y preocuparon
el mar, en las mismas arenas de las pla­ en los puntos normales donde pasaba sin
yas que fuimos recorriendo, llegaron los élla —el café, el club, alguna vez mi casa—
ceniceros hechos con almejas y figuras de estaba lo que élla sabía era mi debilidad:
gatos absurdamente sonrientes a su alrede­ mi pasión por los objetos, mi necesidad
dor, llegaron con cierta oprobiosa insisten­ de estar rodeado por ellos, la inseguridad
cia, vía encomienda ONDA, los recuerdos que me adjudicaban buenos observadores
para turistas reproduciendo malamente el y que me hace llenar, donde estoy, pare­
Cerro de San Antonio. Justificó los envíos des con grabados, fotos y hasta simples re-
cortes de diarios, chistes y postales que atormentadas dudas felizmente clausura­
clavo en un gran panel de corcho que ten­ das, archivados con el último recuerdo
go en la pared, sobre mi pequeña y raleada roto. Libre sí, firmando la tarjeta de sa­
biblioteca. Allí estuvieron los objetos de lida y dispuesto a asumir gustoso mi des­
su presencia hasta que tuve que traerlos, tino y mis obligaciones declaradas y cono­
apuradamente, al cajón de este viejo y cidas públicamente. Libre sí, de las fotos,
desvencijado escritorio de oficina. De aquí de los recuerdos cursis, de las cartas escri­
fueron saliendo para su empecinada y sis­ tas con birome en hojas de cuaderno ra­
temática destrucción. yado. Libre sí. ..

La verdad es que si esto ha llegado a ser Debí dormir aunque no fuera más que
posible fue porque he tratado de desligar­ los cinco minutos que le han permitido
me del tibio y desesperado círculo de des­ vestirse, pintarse las grandes ojeras, echar­
conformes que la rodeaban. Allí la había se el pelo sobre la cara, sentarse al pie de
conocido y de allí tuve que salir para li­ la cama y mirarme, mientras murmura:
brarme de ella. Desconformes que vestían “Gordo, ¿me seguís queriendo, verdad?”
saco de cuero en las horas libres y traje Me doy vuelta sin contestarle y hundo mi
de confección en las horas de trabajo; preo­ cara en la almohada y la recuerdo sorpren­
cupados que no llegan a intelectuales, pese dentemente hermosa, detenida en la puer­
a su desproporcionada ambición por serlo ta de la oficina con su gran cartera-valija
y a llevar libros bajo el brazo y a tener en la mano, ensayando lo que me dijo, sin
semanarios abiertos en la página de crítica bajar los ojos, al verme desconcertado
cinematográfica. Se lo dije un día, an­ abrochándome el sobretodo: “Gordo, por
tes de colgarle el teléfono abruptamente: favor, te necesito”. Y como la recuerdo
“Rompen con la sociedad, pero se crean desafiando mi turbación, mi imposible se­
un medio con mayores, más estrechos lu­ guridad, mi desconcertada respuesta: “No
gares comunes; con más dogmas, más in­ puedo, me esperan, ¿sabés?”, con su voz
sostenibles, y rigideces más intransigentes”. tenue: “Me imagino gordo, pero arréglalo,
Pero ella se reía y tenía derecho a hacerlo. como otras veces arreglaste” y el “No pue­
Porque además de los libros y del semana­
rio, ella era capaz de llevar en la gran do” cada vez más entregado ante su cons­
cartera, tipo valijita, cosas tan inconcebi­ tante “te necesito gordo, es difícil no te­
bles como un termo lleno de café (como el nerte tanto tiempo, compréndelo, ¿que-
que traía cuando me esperaba en la ram ­ rés?”, por eso, por todo eso, me doy vuelta
bla e íbamos a la playa y nos hacíamos el y hundo mi cara en la almohada. Ahora
amor acostados al lado de un viejo bote y su mano me recorre la espalda desnuda y
luego nos bañábamos desnudos,; nos besá­ llega hasta mi nuca en el preciso momento
bamos y charlábamos hasta que ni el café en que asegura, triunfante y definitiva:
del termo podía evitar que nuestros pár­ “No te preocupés gordo. Yo te ayudaré a
pados se cerraran y entonces volvíamos que me quieras mucho de nuevo.” Y me
hacia nuestras casas), un viejo pull-over deja y se levanta y va hacia la mesita de
negro o el baby-doll con que dormía ne­ luz y abre su gran cartera y saca lo que
cesariamente en las casas de huéspedes. Y yo debí imaginar desde el momento en que
ahora estoy libre. Sí, felizmente libre de rompí la última foto y la arrojé a la sali­
todas las incongruencias, las sorpresas aga­ vadera hará tres horas largas: “Un albúm
zapadas en cualquier momento vulgar de gordo, un álbum con todas las fotos que me
mi existencia de funcionario y de todo ese saqué desde el día en que me dijiste por
factor de intranquilidad permanente que teléfono que no me querías más. Y mi
era toda ella. Libre sí, con la última foto diario escrito con todo lo que pensé y sen­
que he roto hace una hora flotando ya en tí desde ese día. Quiero que lo leas, para
aguas sucias: irrecuperable el último ob­ que veas como sufrí. Lo escribí por vos,
jeto de su presencia. Libre sí, bajando las leelo y guárdalo”. Y cuando me río me
escaleras de la oficina, silbando con las río inconteniblemente, con la desesperación
manos en los bolsillos, con tres meses de de ver todos sus minutos de tres meses
agazapados en dos gruesos cuadernos de te lo puede descubrir tu mujer, ya sé. Pero
espiral, me toma la cara con sus manos y tu amor pensó en un escondite lindo para
mientras me mira fijamente con los ojos guardarlo. ¿Te acordás del viejo bote de la
que se le van llenando de lágrimas sin playa del Buceo a cuyo resguardo tú y yo
querer, me dice: “No gordo, no te rías. Ya nos queríamos? Pues, bueno... justo allí,
sé que no lo podés llevar a tu casa donde yo pensé. . . ¿sabés? . . . ”

2) Los trabajos serán recibidos hasta


el 15 de Agosto de 1966. Podrán
ser enviados a: “Premio de la Ciu­
dad de Tacuarembó”, Ocevedo
Díaz 1600, apto. 203, Montevideo, o
entregados a esa misma dirección,
todos los días excepto sábados y
domingos en el horario de 15,30 a
18 horas.
3) El jurado estará integrado por
Wàshington Benavides, Domingo
Luis Bordoii y Angel Rama, y se
expedirá el 30 de setiembre de
“Los directores de “DEL AUTOR AL 1966.
LECTOR”, página literaria de LA 4) Hay un único premio, el cual no
VOZ DEL PUEBLO, organizan un puede ser declarado desierto, y
concurso de cuentos para autores que consta de dos fases:
uruguayos o extranjeros que, resi-
“Los directores de “DEL AUTOR AL a) $ 15.000 (quince mil) en efectivo
diendo en el país, posean ciudadanía al ganador, que le serán entrega­
legal. dos en el correr de los tres prime­
ros meses de 1967, en un acto a
B A S E S
realizarse en la ciudad de Tacua­
rembó.
1) Los participantes podrán presen­ b) La publicación de la obra ganado­
tar una o más colecciones de ra en forma de libro, para cuya
cuentos, no recogidos en volumen. primera edición los directores de
Cada colección no podrán supe­ “Del Autor al Lector” se reservan
rar las doscientas páginas, forma­ todos los derechos.
to carta, mecanografiadas a dos 5) Los cuentos de la sotras serán pu­
espacios, con margen de cinco blicados, previo acuerdo con su
centímetros y escritas de un solo autor, en diarios y/o revistas en
lado. Se deberán presentar dos carácter de colaboración. En caso
copias, firmadas con seudónimo y de ser publicados en forma de li­
acompañadas de un sobre, donde bro, se acuerda a su autor un cin­
conste la identidad y datos perso­ cuenta por ciento de las ganan­
nales del autor. cias que devengue.
Carlos H . Filgueira

Una tipología y un análisis de la


sociedad industrial
A lo largo de dieciocho lecciones o ca­ tem a de hipótesis alternativas de la Teoría
pítulos, el sociólogo francés Raymond Aron de la Historia de Karl Marx; de allí que el
desarrolla en su libro, recientemente publi­ tono ideológico y polémico que ha invadido
cado en español, el tema de los regímenes la literatura económica y sociológica y la
económicos y el crecimiento en las socie­ específicamente política, ha predominado
dades industriales. (1) Si bien estas leccio­ en muchos casos sobre las consideraciones
nes se presentan hoy bajo la forma de libro, de carácter técnico.
originariamente fueron dictadas en los cur­ Esta carga valorativa que se asocia a los
sos de la Sorbona del período 1955/56. estudios del futuro de las diversas socieda­
Según lo expresa el autor, la decisión des contemporáneas ha dificultado igual­
de llevar estas lecciones a un libro corres­ mente la búsqueda del apoyo empírico que
ponde a una motivación diferente a la que podría haber sustentado las hipótesis alter­
condujo a la realización de los cursos. El nativas.
estudio más que imponer respuestas dog­ R. Aron, presentándose a sí mismo con
máticas —dice Aron— disipa mitos, el de la intención manifiesta de disipar mitos,
una evolución necesaria del capitalismo h a ­ desarrolla un estudio de las formas y ca­
cia el sovietismo, el de una convergencia racterísticas que puede adoptar la socie­
inexorable de los dos tipos de sociedad in­ dad industrial contemporánea a la vez que
dustrial, el mismo que corre el riesgo de intenta señalar las dificultades del pronós­
alimentar el ensayo de W. W. Rostow y el tico histórico en esta área específica del
carácter homólogo de las diversas formas conocimiento.
del crecimiento, cualesquiera sea la época La sociedad industrial aparece como el
y el régimen político. concepto inicial de lo que el autor llama los
Es oportuno señalar esta referencia al momentos sucesivos de la teorización, sus
libro de W. W. Rostow —contemporáneo otros momentos estarían representados or­
en ese entonces— por cuanto contribuye a denadamente por los conceptos siguientes:
representar con mayor precisión la pro­ tipo de sociedad industrial, modelo de cre­
blemática central alrededor de la cual gira cimiento, y fase de crecimiento.
el desarrollo del estudio a la vez que nos La sociedad industrial definida como “la
dispensa de extendernos innecesariemente sociedad en que la industria, la gran in­
en la aclaración y definición de sus obje­ dustria sería la producción más caracterís­
tivos. tica” podría ser dividida en dos tipos de
Las cinco etapas del crecimiento formu­ sociedades; el régimen capitalista occiden­
ladas por W. W. Rostow —sociedad tradi­ tal y el régimen planificado soviético. Am­
cional, condiciones previas al impulso ini­ bas se diferenciarían de acuerdo a las ca­
cial, el impulso inicial, la m archa hacia la racterísticas que adoptan en cinco dimen­
madurez y la era del gran consumo de siones:
masas— han sido formuladas, sin duda 1. Forma de apropiación de los medios
alguna, con la intención de crear un sis- de producción.
(1) Dieciocho Lecciones sobre la Sociedad In­
2. Centralización o descentralización de
dustrial, Editorial Seix Barral, S. A.. Barcelona, la regulación de la economía. Decisión
1965. planificada o tanteo de mercado.
3. Forma de relación de la fuerza de tra ­ trial. Esta conceptualización se encuadra
bajo y de la propiedad. dentro de la abundante bibliografía que
i. Móvil predominante, beneficio o inte­ h a abordado la definición de las socieda­
rés colectivo. des contemporáneas en conexión con los
5. Forma de distribución de los recursos, procesos de evolución o cambio y desarro­
según sean librados a la fluctuación de llo económico. Sociedad moderna - socie­
los precios o sujetos a los objetivos de dad tradicional, urbana industrial - rural
un sistema planificado. tradicional, sociedad urbana - sociedad folk
A la vez, el crecimiento de estos regíme­ y muchas otras tipologías han sido concep-
nes —entendido como la transformación tualizadas con vistas a detectar los polos
cualitativa cuyos resultados son m ensura­ opuestos sobre los que se establecería un
bles— obedecería a modelos diferentes los continuo de posibilidades empíricas de ubi­
cuales se definirían por dos aspectos; en car las sociedades contemporáneas.
primer lugar por la distribución diferente Las dos preguntas que cuestionan la va­
de la mano de obra, en segundo lugar por lidez de tal operacionalización y que pare­
la distribución también diferente de la in ­ ce pertinente tenerlas en cuenta al evaluar
versión. Mientras que en el régimen occi­ el presente libro se refieren, en primer lu­
dental la distribución de la inversión en gar, a la capacidad de los tipos construi­
el de comercio y servicios representa más dos de medir o de representar la gama de
de la mitad de la inversión total, en el ré­ variaciones empíricamente observables y,
gimen soviético la industria —en particular en segundo lugar, a su poder de explica­
la industria pesada— recibe el porcentaje ción de la dinámica del proceso, o lo que es
mayor de la inversión. lo mismo, si los tipos definen etapas, mo­
Finalmente estos modelos de crecimiento mentos o secuencias históricas por las cua­
se encontrarían y podrían evolucionar h a ­ les ineludiblemente deben pasar o hay pro­
cia determinadas fases o etapas. En este babilidades diferenciales de que pasen las
sentido, la autodestrucción de los regíme­ sociedades consideradas, en su transición,
nes económicos —occidental y soviético—, desde el polo “tradicional” al polo “mo­
el estancamiento o la disminución de la ta ­ derno”.
sa de desarrollo y el crecimiento acelerado, La respuesta a estas preguntas depende­
constituyen los temas discutidos alrededor rá por lo tanto del éxito o fracaso de estos
del último concepto de la teorización de sistemas conceptuales para explicar e im­
Aron. ponerse a la realidad que se desea aprehen­
Las conclusiones derivadas de la conside­ der.
ración de éstas últimas fases del desarrollo El esquema del libro antes señalado es
de las sociedades industriales conduce a la abordado por R. Aron desde una perspec­
afirmación de que no es posible predecir tiva estrictam ente económica. El aspecto
sobre la base de datos objetivos que ambos de mayor interés y mejor desarrollado se
sistemas o regímenes económicos tiendan refiere a la descripción de los regímenes
a converger como así también no perm iti­ occidental y soviético y a los componentes
rían afirmar que un régimen deba, nece­ o factores que sirven de base a ambos sis­
sariamente, desembocar en su opuesto. temas. Las determinantes económicas y su
La construcción de tipologías y modelos relación con los regímenes de partidos mo-
de sociedades han participado en la litera­ nopólicos y constitucionalismo pluralista
tura sociológica contemporánea como ins­ es analizada exhaustivamente. De la mis­
trumentos conceptuales o categorías an a­ m a forma las implicaciones económicas de­
líticas que permtieran aproximarse a la rivadas de los mecanismos de mercado y
realidad empírica. En este sentido la So­ del régimen planificado y las consecuen­
ciedad Industrial para R. Aron aparece de­ cias de las formas de regulación de la ofer­
finida por oposición a la sociedad tradicio­ ta y la demanda en ambos regímenes, es­
nal, la cual se determinaría por el predo­ tán claramente señalados y sirven de ba­
minio de un tipo de producción no indus­ se a una serie de conclusiones comparati-
vas referidas a las posibilidades de creci­ a otros países del área occidental; en parti­
miento de ambos sistemas las cuales con­ cular el Canadá, la modernización occiden­
cluyen en la viabilidad económica de su tal del Japón y los “despegues económicos”
desarrollo. de algunos países periféricos, parecen re­
Los capítulos V, VI, VII, VIII, IX y X, querir de un enriquecimiento de los con­
constituyen un resumen aunque elemental, ceptos básicos sobre los que opera la teoría.
muy preciso y acertado de los regímenes Las conclusiones que intenta derivar R.
estudiados. Aron con respecto a los límites y posibi­
Sin embargo, cuando el análisis intenta lidades de crecimiento de ambos regímenes
operar con los conceptos básicos —sociedad son resultado de un énfasis en los aspec­
industrial y tipo de sociedad— en relación tos internos de las economías pero descui­
al proceso de crecimiento, se hacen noto­ da el marco de referencia internacional de­
rias ciertas diferencias derivadas de la par­ finido por la interrelación de las economías
cialidad de la perspectiva adoptada. En mundiales o de los subsistemas occidental
efecto, la teorización limitada a los aspec­ y soviético. El segundo lugar si bien R. Aron
tos económicos parece funcionar en tanto destaca la importancia de los factores no
tipología descriptiva de las sociedades eu­ económicos de índole social o política, en
ropeas, norteamericanas y soviética, pero la los procesos de crecimiento, estos no for­
dinámica de los procesos —hipótesis bási­ m an parte de la teorización. Como bien lo
cas del libro— no parecen ser captadas señala, la relación dialéctica entre los Es­
igualmente sin la introducción de conside­ tados Unidos y Rusia, el conflicto de po­
raciones sociológicas o políticas inexisten­ tencias y de ideología entre esos dos Es­
tes en las etapas previas de la teorización. tados forman parte de la realidad concre­
En los últimos capítulos se hace notoria ta. Podría agregarse además que la diná­
una constante referencia a aspectos no eco­ mica de crecimiento, expansión y desarro­
nómicos —Cap. X III al XVII— introduci­ llo de los países, individualmente conside­
dos “ad-hoc” en el sistema de variables rados, depende también de factores esen­
elaboradas en las etapas iniciales del tra ­ cialmente político-sociales, considerados a
bajo. Podrían anotarse dos razones por las nivel nacional e internacional. La priori­
cuales el análisis elabora un sistema con­ dad económica en la teorización no apare­
ceptual que solo parcialmente puede captar ce apoyada por las consideraciones finales
la dinámica del crecimiento de ambos re­ del libro.
gímenes.
En primer lugar la tipología construida En resumen, y para ubicar en sus verda­
incluye como polo moderno —sociedad in­ deros términos los alcances de la crítica
dustrial— un conjunto de situaciones hete­ correspondería señalar que el estudio con­
rogéneo y a la vez parcialmente integrado. tribuya a clarificar —y desde este punto de
Tanto con respecto a occidente como para vista es un verdadero aporte— los aspec­
el llamado régimen soviético esto parece tos económicos internos de los países in­
claro, el concepto de sociedad industrial no dustrializados —con especial énfasis en Eu­
parece ser lo suficientemente inclusivo ni ropa Occidental, Estados Unidos y Rusia. A
matizado como para abarcar la gama de la vez discute acertadamente las implica­
situaciones existentes a la vez que desco­ ciones de los diferentes regímenes en cuan­
noce que estas situaciones —o países— se to a sus posibilidades de crecimiento o au-
encuentran unidos por determinados lazos todestrucción, pero al reducir las unidades
de interdependencia o dependencia que a compartimentos estancos funcionando
constituyen también la base sobre la cual solamente en términos económicos, parcia­
puede funcionar el sistema. Las ejemplifi- liza y algunas veces equivoca las conclu­
siones extraídas]
caciones de R. Aron son referidas a las so­
ciedades europeas o a Estados Unidos pero El presente libro, conforma una trilogía
cabría tener ciertas reservas en cuanto a que se continúa con el tema de las clases
las posibilidades de generalizar el esquema sociales en los mencionados tipos de socie-
dad industrial y con la naturaleza de los para ello, parece necesario ampliar el mar­
regímenes políticos. La introducción de es­ co de referencia de las hipótesis al siste­
tos factores no económicos puede contri­ ma internacional de economía y conside­
buir a clarificar algunas de las considera­ rar a la vez la relativa autonomía entre los
ciones que no aparecen plenamente justi­ sistemas o regímenes económicos y los fac­
ficadas en el presente libro. Sin embargo, tores socio políticos.

LA REVISTA SOR CUMPLE XXXV AÑOS


N? 298-99: Enero-Abril 1966 Número especial Aniversario

S U M A R I O

JORGE LUIS BORGES": Sobre los clásicos


VICTORIA OCAMPO: Comienzos de una autobiografía
MARIA ROSA OLIVER: Años de plácida inquietud
EDUARDO MALLEA: Infima Parte
ROGER CAILLOIS: Soles inscritos
SILVINA OCAMPO: Monólogo
EDUARDO GONZALEZ LANUZA: Es posible una historia del arte?
ADOLFO BIOY CASARES: La cara de la verdad
GUILLERMO DE TORRE: Neorrealismo
ALBERTO GIRRI: A un lector de Keats; A lo que el mirar con atención revela
FRANCISCO AYALA: La noche de San Silvestre
FRYDA S. DE MANTOVANI: América y el espectador
ERNESTO SABATO: Reflexiones sobre la obra de arte
ALBERTO SALAS: La ventana y otros lugares
JUAN JOSE HERNANDEZ: Fin del amor
ENRIQUE ANDERSON IMBERT: Originalidad y expresión en Hispanoamérica
MANUEL PEYROU: La Doradilla
FEDERICO GORBEA: Poemas

Documentos
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Impresiones de España (Dos cartas inéditas de CARLOS PELLEGRINI)
Crónicas - Notas Bibliográficas - Artes Plásticas - Los Trabajos y los Días

Suscripciones
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Alberto Paganini

Iracundia y catolicismo alemán


1. Un día de crisis en la vida de Hans y la Letanía Lauritánica (ese hermoso poe­
Schnier, un cómico ambulante, protagonis­ ma en honor de María, la bella muchachita
ta de la novela Confesiones de un payaso, judía). Y canta esto, porque no sabe can­
por Heinrich Boíl, publicada por Seix Ba- tar otra cosa. No por católico. En general,
rral en Biblioteca Breve, 1965, 245 págs. el payaso Hans Schnier tiene un mal con-
Un cómico ambulante, un payaso, para de­ cepto de los católicos alemanes, pese a la
cirlo sin rodeos, y en el estilo directo, in­ bondad y parsimonia de la Iglesia, que sólo
cisivo y cáustico del autor. El payaso se se pronunció contra el nazismo en junio
resbala, se lastima la rodilla, mientras tra ­ de 1945, y pese a que el Concordato von
ta de imitar a Chaplin —está borracho des­ Papen - Pacelli es de fecha muy temprana
de hace tres semanas—, la mujer lo ha en la historia del nacional - socialismo
abandonado, definitivamente, dado que (20 - julio - 1933). (Ver William I. Shirer
apenas era su concubina y prefiere casarse Le Troisieme Reich, etc., tomo I, págs.
por la Iglesia con ese tal Züpfner, figura 256-57, Stock, Paris, 19-63). Antes bien,
brillante de la nueva generación católica. tal parsimonia no debe hacerle mucha
El pobre cómico de la legua llega esa ta r­ gracia al payaso, que no sólo no es cató­
de a su apartamento, y se queda solo —ese lico, ni siquiera democristiano (“Dice el
apartamento que le ha regalado el abuelo, Papa Juan: “No votes / por la democris-
pero con la condición de que no podrá tiandad / mira que la caridad / consiste
ser arrendado ni enajenado bajo ninguna en no hacer más pobres” —proclama su
forma—, sin más compañía que un telé­ cancioncilla), ni tiene un pelo de nazi, des­
fono. Schnier convoca en torno de sí los de que vio m orir a su hermana Henriette
recuerdos de diecisiete años de vida, o más, en el frente, el penúltimo día de la gue­
desde la tarde en que los americanos (los rra, y a un niño, Georg, entrenándose con
“judíos yankis”, como decía la Sra. de un fusil antitanque que le estalla en la
Schnier, la mamá del payaso, actual orga­ mano y lo hace volar en mil pedazos, y
nizadora del Comité para Entendimiento desde mucho antes, en realidad; desde siem­
Interracial), desde la tarde en que los ame­ pre. Y no se lo confunda: Hans tampoco
ricanos alcanzaban las lomas del Rhin, es comunista.
hasta el presente, presumiblemente marzo
de 1962. El payaso no tiene aún 28 años Convicciones políticas o religiosas apar­
de edad, pero, a rigor de trabajo (una es­ te, el payaso, aunque tenga sus 28 años,
pecialidad alemana) es ya un hombre gas­ no es tan viejo. Tiene un papá millonario,
tado, fatigado, cuando menos; en el peor propietario de las acciones del lignito (ese
de los casos, un hombre próximo ya al fin;: combustible albergado en el seno del San­
y el fin de todo payaso es el arroyo. No sé to Suelo Alemán, como decía la Sra. de
qué correlato germánico tendrá esta ex­ Schnier, convocando a los adolescentes pa­
presión tan castiza, el arroyo, pero lo cier­ ra la última batalla del Reich, y enviando
to es que en la escena final de la novela, a su Henriette al frente, donde ha de morir,
el payaso se sienta en la estación de Bonn, el penúltimo día de la guerra); tiene un
extiende su pierna enferma, se pone a ta­ papá que le propone mantenerlo y pagarle
ñer la guitarra, canta y mendiga. Tal vez al mejor profesor para que de veras apren­
en el próximo tren llegue Marie, su ex da el oficio de payaso, y entonces pueda,
concubina, desde Roma, donde ha pasado sí, labrarse un porvenir.
la luna de miel y ha recibido la bendición Y hay algo que la novela no explica,
del Papa Juan. Lo que canta el payaso será pero que el lector se verá forzado a com­
alguna cancioncilla y luego el Tantum ergo prender: por qué el payaso abandona su
familia, por qué se niega a casarse por la Pero donde Boíl es auténticamente inno­
Iglesia (amando, como ama a su esposa vador y audaz, y no tiene mentores o pre­
Marie —María—), por qué abomina, en decesores literarios, es en la actitud que su
fin, de Alemania. (De la Alemania nazi, payaso —modelo secreto del buen católi­
se entiende). co— asume frente al mito mariano. “Tam­
2. Como escritor católico, Heinrich Boíl bién usted puede amar a una mujer sin
es un continuador de Greene y de Waugh, vivir con ella — dijo Sommerwild. (Predi­
no tan hábil como el autor de The heart cador afamado, bien parecido, atlético, or­
of the matter, ni tan feroz como el Waugh gulloso de su participación en ambas gue­
de A handful of dusl o The love ones, rras.) — Lo que faltaba, respondió el pa­
aunque sí amigo de la paradoja apologé­ yaso, ahora se pondrá usted a hablarme de
tica. (Porque Boíl es, también, católico, y la Virgen Mari a”.
su ataque, verbalmente furibundo, no va El culto mariano —además de ser tal—,
más allá, sin embargo, de disociar los con­ es, asimismo, el síntoma de una neurosis
ceptos de Vaticano e Iglesia, dos elementos sexual. No se precisa ser demasiado freu-
que ya para el antiguo Alighieri —hasta diano ni demasiado germánico para adver­
ahora, el mejor escritor católico—, no po­ tirlo. (Conste que una cosa es el culto
dían mezclarse sin riesgo de detonación mariano, y otra, la dulce doncella judía,
(Véase Infierno XIX, v. 115 y ss.: “Ahi, frecuentada por el Arcángel.) El culto
Costantin, di quanto mal fu matre / non mariano glorifica y salvaguarda esa cono­
la tua conversión, ma quella dote / che da cida neurosis que consiste en dividir a las
te presse il primo ricco paire/”). Por su­ mujeres en dos grupos. Por un lado, la
puesto, en algún momento de su diatriba mujer idealizada que es madre, pero ha
contra la hipocresía vaticana, Boíl pierde guardado su virginidad. Por otro, la mu­
la noción de decoro, y uno de sus perso­ jer que para alcanzar la maternidad —o
najes dice que la Iglesia es apestosamente el simple y previo amor— debe despojarse
rica (el calificativo es de Boíl, pág. 190). de su virginidad, actitud que resulta algo
Yo no creo tal cosa. La Iglesia es pobre vulgar, tal vez no muy limpia, probable­
como el payaso Hans Schnier (que tiene mente sospechosa de prostitución. La ma­
un papá rico). Al payaso le queda una sola dre o la prostituta, sin más alternativa. He
moneda, un solo marco, reluciente, livia­ ahí el infierno de muchos católicos, y mu­
no, intangible, pese a lo cual lo arroja por chos no-católicos que han sido educados
la ventana, y se va entonces al arroyo, a por nuestro mundo occidental y efectiva­
mendigar. El payaso de la última escena, mente cristiano y mariano. La madre o la
solo como un perro, vencido, agonizante, prostituta. Nunca la mujer, la mera, estu­
es, en realidad, según Boíl nos sugiere, la penda mujer. Siempre la triste división
verdadera imagen de Cristo y de la Igle­ del amor. Lo que los católicos de Boíl mu­
sia. Un Cristo muy a la manera del milagro sitan y no se atreven a decir en voz alta
alemán. Una Iglesia que es, efectivamente, es que el amor es pecado. Pero Boíl, sí,
la Iglesia del Silencio, la Iglesia que ento­ denuncia esa torpe y sucia impostura: “Us­
na en la vía pública el Tantum Ergo y la tedes encajan a la naturaleza por una vía
Letanía, y se acompaña de una guitarrita a la que llaman adulterio, y cuando se me­
que responde con el monótono Ora pro te por la vía del matrimonio, ustedes se
nobis. ponen a sentir miedo. Confesión, absolu­
El recurso apologético es innegablemen­ ción, pecado, y así sucesivamente ( . . . )
te bueno, pero la paradoja ya fue registra­ Sommerwild se rió. Una risa llena de ba­
da a nombre de Graham Greene, desde El jeza. — Schnier —dijo—, ya veo lo que le
revés de la trama. A lo largo de estas pá­ pasa a usted. Al parecer, es usted monó­
ginas de Boíl, llenas de improperios y exa­ gamo como un asno. —Ni siquiera sabe
bruptos, uno añora al Alighieri, al propio usted nada de zoología, y menos aún del
Claudel, reaccionario a carta cabal, pero homo sapiens. Los asnos no tienen nada de
gran poeta. Aunque un escritor es bueno monógamos, aunque su aspecto sea de bea­
si evoca, aunque más no sea por oposición tos. Entre los asnos reina la más completa
de ideas, a tales maestros. promiscuidad. Son monógamos los cuervos,
los gasterósteos, los grajos, y, a veces, los de ver en él al propio Boíl confesándose
rinocerontes. —Marie, por lo visto, no lo al lector. Mencionemos a Marie, desvaída,
es — dijo el padre Sommerwild. Debió no­ frígida, formalista, sólo interesada en sa­
tar lo que me afectó esa breve frase, pues ber si ese pobre niñito que no alcanzó a
continuó en voz baja: — Lo siento, Schnier” nacer y que no recibió el bautismo estará
(pág. 129). en el Limbo o en el Paraíso; preocupada
Cuando Sommerwild habla de Marie, se por saber, cuando un buen cura le habla
refiere, obviamente, a la Srta. Marie Der- de la caridad de Dios, que es infinitamente
kum, no a María. mayor que el pensamiento jurístico de los
3. Otro de los problemas que se debaten teólogos, deseosa de saber, con precisión,
en la novela es Alemania. No sólo de sus dónde pasa la línea divisoria entre la ca­
co - rreligionarios tiene Boíl un mal con­ ridad y la ley; mencionemos a la Sra.
cepto. Al parecer, no son mejores las ideas Schnier, multimillonaria que escatima el
que se hace de sus compatriotas. pan a sus hijos, o desciende al sótano a
devorar, furtivamente, una rodaja de ja­
El libro es una requisitoria anti - alema­ món —que sin duda se escatima a sí mis­
na (anti-nazi, entiéndase). Y aquí no hay ma—, o se preocupa más del alcance del
apologética ni paradojas. La Alemania que seguro contra incendios que de la noticia
presenta Boíl es una nación laboriosa, prós­ de la muerte de su hija Henriette, y si vi­
pera, apretujada, ahíta, dividida, fatigada, niese otra guerra, la mandaría otra vez al
acérrima. “Trabajar o morir, y trabajar frente, el penúltimo día de la guerra, con
hasta morir”, parece ser el lema que le un par de sandwiches, una palmadita en el
han impuesto a este payaso. Pero ui. tra ­ hombro y un “Pórtate bien”, o da una pro­
bajo que ahogue y que no dé respiro. “R i­ pina de céntimos al cartero, a fin de año,
gor, inflexible rigor” —exclama un perso­ y al otro día —tenía que suceder— dentro
naje. Por eso, la idea, el hecho de la fes­ de un sobre, recibe la propina, rechazada,
tividad, le parecen a Ilans algo tan enor­ y con estas líneas: “Querida Sra.: verda­
memente seductor. La festividad, la vaca­ deramente, no tengo el propósito de hur­
ción, el juego, la inmediatez: son los ins­ tarle nada”. Mencionemos a Blothert, ese
tantes paradisiales dé este payaso. El mero inefable católico cuyo perfil traza Boíl con
no-hacer nada: jugar a la oca (¡-!), entre­ estas palabras: “Aparentaba veinticinco
garse al acto del amor, no tener que ensa­ años; si alguien le miraba hacía una mue­
yar ocho horas diarias, no estar, a los vein­ ca, al hablar hacía rechinar los dientes du­
tidós años, como lo estuvo, horriblemente rante medio minuto, y de cuatro palabras
fatigado, y encima, luego del trabajo, reci­ que decía, dos eran “el canciller” y “los
bir la andanada catequística de los católi­ católicos”; y entonces se veía de repente
cos, que no pierden el tiempo y militan que pasaba de los cincuenta, y mostraba el
hasta en un simple party. Jugar a la oca aspecto de un bachiller envejecido por vi­
y hacer el amor, hasta perder la conciencia cios secretos. Inquietante personaje. A ve­
de sí mismo. Y si no, ni estudiar, ni tra ­ ces se quedaba rígido tras pronunciar dos
bajar: ser un mendigo, en el arroyo. La palabras, comenzaba a tartamudear y de­
mendicidad. Este es otro símbolo profundo, cía: “el ca, ca, ca, ca” o “los ca, ca, ca, ca”,
no sólo de lo que debe ser el verdadero y sentía yo compasión por él hasta que con­
catolicismo, sino de lo que es la propia seguía expectorar el restante “nciller| o
Alemania: porque el hijo del propietario “tólicos”. Marie me había dicho que ver­
del lignito no tiene más remedio que ha­ daderamente “era inteligente de un modo
cerse payaso o mendigo si quiere asumir sensacional”. Nunca tuve pruebas de tal
su verdadera dimensión humana, si quiere aserto, sólo en una ocasión le oí hablar
ser un hombre y no un prosélito, o un en­ de que lo aborden y se pongan a conversar
granaje, una rueda del molino social. más de veinte palabras: cuando en el gru­
4. Donde sobresale el arte novelístico po se habló de la pena de muerte. El “es­
de Boíl es en el trazado de caracteres. No taba a favor, sin restricción alguna”, y lo
nos referimos ya al payaso, un personaje que me maravilló en esta declaración fue
tan vivido que uno no se resiste a la idea sólo el hecho que no dijera hipócritamente
lo contrario. Hablaba con una expresión alemanes de cierta edad”, de los cuales el
de triunfo en el rostro, volvía a atascarse autor, casi en voz baja, confiesa su temor
en su ca, ca, y sonaba como si a cada ca con él, porque indefectiblemente hablan
decapitase a alguien”. Y como la mención de la guerra, y cuando están completamen­
no puede ser taxativa, recordemos hasta te borrachos, encuentran que “aquello” fue
los últimos partiquinos, “esos borrachos magnífico.

evistos ica
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Apartado Postal 441
MEXICO 1, D.F. (México)
Domingo M . Rivoroia

Paraguay, ahora
Es evidente que los paraguayos —sobre visiones que esta nación ha construido de
quienes inciden tantos factores de confu­ sí misma. Pero diversas circunstancias han
sión y discrepancias— hoy poseen una modificado sustancialmente las perspecti­
impresión que al parecer está llamada a ser vas de este pequeño país, que se ve con­
compartida unánimemente: el inevitable movido por un profundo desgarramiento
desmoronamiento de las bases tradiciona­ físico y espiritual proveniente de la rotura
les en que se ha venido asentando la vida de su tradicional insularidad a través de
del país en lo ideológico, económico y so­ un ensanchamiento brusco y pertinaz de
cial. Esta insoslayable vivencia constituye su primitiva área de contacto, efectos de
una vertiente subterránea cuyos síntomas una ininterrumpida migración, de la aper­
han venido aflorando en los últimos tiem­ tura de numerosas vías de comunicación
pos con creciente regularidad y persisten­ interna e internacional o de la profusión
cia, si bien carente del impacto suficiente de las modernas técnicas de difusión cul­
como para revelar sus reales dimensiones. tural. Lo cierto es que las fronteras reales
Sin embargo, la ausencia de signos espec­ en las que se ubica cada paraguayo impli­
taculares como aquellos con que otros pue­ can un cambio sustancial en relación con
blos están manifestando sus graves desajus­ un pasado casi inmediato. Sobre todo por­
tes, no excluyen las alternativas críticas a que ha tomado con nuevos valores, pautas
que estará expuesto indefectiblemente el de conducta, formas de vida, incitaciones
país en el futuro. ideológicas, organizaciones y movimientos
La tradición, los conflictivos ¡intereses sociales, etc., que confieren un trasfondo
de poder, las desventuras históricas con comparativo amplio ante el cual se empie­
que los intereses foráneos han contribuido zan a cuestionar y cotejar la mayor parte
a la conformación de su azaroso destino, del acervo interno disponible hasta el pre­
han conformado y superpuesto un sinnú­ sente.
mero de imágenes cuya estereotipada sín­
tesis ha servido por largo tiempo para que Si esta confrontación de valores —los
el Paraguay se sintiera a sí mismo y ofre­ que recibió de su medio tradicional y los
ciera una representación explícita de su que se le abren por vía de los nuevos ám­
propia figura. En un bosquejo precario de bitos de sus relaciones contemporáneas—
esa compleja visión vigente es posible por ha sido determinante para un paulatino
lo menos resaltar dos dimensiones funda­ proceso de autoexamen. Este “redescubri­
mentales sobre la que se proyecta aguda­ miento” de las condiciones reales que de­
mente los efectos de la crisis: en lo cul­ marcan su existencia ha venido gestándose
tural, la pertinaz retroacción hacia el pa­ también por conducto de otros elementos
sado que obnubila toda captación inme­ sociales, que no por permanecer impercep­
diata de los hechos operantes, y en lo so­ tibles han dejado de evolucionar e inciden­
cial la inflexible contracción estructural tal* el curso de los acontecimientos.
que impide el ensanchamiento de las posi­ En este sentido cabe mencionar el carác­
bilidades de participación social a amplios ter marcadamente estacionario de su es­
sectores de la sociedad. tructura económica. País eminentemente
Indudablemente que de haber persistido agrícola, los dos últimos censos —que
las antiguas condiciones históricas dentro abarcan el período de 1950/1963— revelan
de las cuales se encuadraba la vida para­ cómo las condiciones de esa actividad bá­
guaya en el escenario latinoamericano y sica no sólo presentan caracteres estacio­
mundial, no podría esperarse el deterioro narios, sino insuficiencia manifiesta para
y agotamiento de las antiguas y fantásticas absorber la población activa y vegetativa
dependiente de esa rama económica, con instancia todo responde y sirve a quienes
el consiguiente flujo de la población hacia ocupan esa privilegiada y aguda cúspide
los centros urbanos que han acrecentado en que culmina esa magra base social que
su expansión como consecuencia de esta le ha servido de dócil e indefenso asiento.
corriente de expulsión rural. Estas locali­ Frente a la disposición de cambio que
dades —especialmente Asunción, que ha implica el creciente rechazo de la situación
sido la principal receptora— asumen for­ actual, ¿cómo puede explicarse la aparente
mas destacables por las derivaciones so­ estabilidad del sistema imperante? Por una
ciales que presentan: casi el 2/3 de la po­ parte es de fundamental importancia la
blación activa de la capital usufructúan misma estratificación de poder que hace
cargos del Estado o dependen de él directa posible que se establezca un complicado
o indirectamente. Y en un cotejo de los sistema de dominio, que atraviesa institu­
niveles de ingreso se comprueba que ape­ ciones políticas, ejército, Iglesia, familia,
nas el 10 % de la población activa retiene etc., y que en último término deja un co­
para sí el 80 % de los recursos disponibles, ciente mínimo de “controles” que conver­
y el 90 % de la población restante se sos­ gen casi todos en ese pequeño círculo que
tiene con el exiguo margen del 20 %. To­ controla, a través de la propiedad rural,
davía más: si de nuevo se indaga en la los capitales básicos o el poder del Esta­
estructura de esa privilegiada cúspide de do, los niveles de cúspides de la sociedad
la pirámide social que constituye el 10 %, paraguaya. Esos sectores, consciente e in­
nos encontramos que apenas el 2 % retiene conscientemente coaligados en el curso de
el 70 % de los ingresos que pertenecen a toda la historia paraguaya permanecen co­
dicho nivel. mo un bloque, integrados funcionalmente
El análisis de la conformación de poder y ligados por un complejo sistema de víncu­
proyecta mayores ideas sobre la situación los y coordinaciones. Y por supuesto, per­
paraguaya. En este plano es donde con manecerá en esa posición de predominio
mayor evidencia resaltan las intenciones en tanto los sectores marginados, divididos
de sostener y afianzar una oligarquía —en­ e inconscientes de su orfandad y servidum­
tendida como el dominio arbitrario de unos bre, no integren sus propias fuerzas, aglu­
pocos— cubriéndola con una legitimación tinen las que se van manifestando y exal­
aceptable interna e internacionalmente. En ten los líderes que expresen ideas políticas
el panorama nacional la legitimación ha y sociales acordes con la situación que pre­
recaído en métodos tradicionales de caris- tenden interpretar y cambiar y no sean
ma y mesianismo. O sea preeminencia ex­ meros reflejos de los intereses creados y
clusiva e indiscutida del grupo social que manipulados sutilmente por los grupos tra­
se adjudica para sí la herencia de los “cons­ dicionales de poder.
tructores” de la nación y exclusión total La última década ha sido significativa
de los demás que representan “intereses en cuanto a la búsqueda de una respuesta
foráneos a esa tradición y legado”. Y para efectiva a la necesidad de cambio, pero las
contrarrestar las pautas democráticas que márgenes no rebasaban mucho los límites
se insinúan por doquier, no se ha hecho meramente políticos del problema, por lo
sino fraguar aparatosamente fachadas de que las soluciones incidían fundamental­
las instituciones democráticas, que por de­ mente en ese particular aspecto. Puede de­
más, muchas esferas altamente responsa­ cirse que el período 1950/1960 ha sido el
bles y ufanas de practicarla han consumido de la exaltación de un tipo predominante
con curiosa y deleznable facilidad. Así han de cambio: la sustitución radical del sis­
surgido los “parlamentos democráticos”, tema de poder político por la fuerza e ins­
"la prensa libre”, etc., todo cuidadosa y tauración de las instituciones democráticas
deslumbrantemente etiquetado y apto para capaces de realizar los ajustes requeridos
servir de ornamentos endebles a una es­ por la nación. Por lo menos si no existía
tructura de poder rígida, cerrada, intole­ unánime seguridad sobre los logros y la
rante, coercitiva y asentada cada vez más sinceridad de los que gestaban estos mo­
en su mero predominio físico y en la ayu­ vimientos e ideas, la coincidencia en cuan­
da exterior. Pero es claro que en última to a los métodos de desembarazamiento

V* 51
coaligaba a muy amplios sectores de la Re­ una prematura y angustiosa gestación. Lo
pública. Sin embargo, luego de cruentos y único verdaderamente seguro es que la
repetidos intentos, el desgaste, la escasez imagen pretérita de la que los paraguayos
de recursos, el poder de represión, la he­ se servían habitualmente para ver, sentir,
terogeneidad de los grupos revolucionarios, ubicarse y adoptar relaciones con su cir­
la intervención exterior, etc., minaron y cunstancia, indefectiblemente se verá des­
agotaron considerablemente este camino de plazada por experiencias e ideas que aun­
innovación. que todavía borrosas y carentes de la sim­
Es, pues, lógico que ante la imposibilidad plicidad de las antiguas fantasías vigentes,
de la extirpación radical del sistema, el di­ están en cambio más directamente unidas
lema girase en torno a dos alternativas bá­ a la posibilidad de percibir correctamente
sicas: el escape, la indiferencia, la adap­ lo que acontece y existe alrededor.
tación pasiva o el aislamiento por la mi­
gración hacia medios más propicios para
concretar las aspiraciones y necesidades o
por otro lado el intento de nuevos cami­
nos de innovación marginando las vías di­
rectas y apelando a métodos inductivos
menos inmediatos a través de alteraciones
provocadas en la estructura social, econó­
mica o cultural. En realidad, puede ase­
gurarse que estas alternativas —utilizadas
unilateralmente aunque repetidas veces
coexistentes— definen las motivaciones
profundas que agitan la vida paraguaya. APE^
Ya que mientras vastos sectores se van al
exterior, incapaces de lograr una ubicación
aceptable y llevadera en el sistema social Boletín Pedagógico de Artes Visuales
nativo, otros ensayan nuevas formas de Director: Humberto Torneo
cambio “políticamente, asépticas” tendien­
tes a disgregar esa rígida estructura impe­ Publica:
rante en lo cultural, social y económico.
Menos violento el enfrentamiento —con el EDUCACION
convencimiento de los poderosos de que ARTES
son inmunes a impactos de esa naturaleza
y con una acrecentada fe de quienes creen ARQUITECTURA
que sólo instaurando nuevos valores, cono­
CINE
cimientos y métodos de acción social es
posible el cambio— se ha iniciado esta DISEÑO GRAFICO
sorda y tensa lucha donde es dable obser­
var la disparidad de motivaciones y méto­ DISEÑO INDUSTRIAL
dos, e igualmente el hecho de que muy po­ T. V.
cos perciben todavía lo poco que cada uno
podrá salvar de lo que quedará de la con­
frontación. Distribución gratuita
Solicítelo en Librerías y en
¿Cuál será la vía más eficaz y contun­
dente? ¿Qué suerte aguarda a estos nuevos “La Platense S. A.”
“tecnócratas” del cambio que están emer­
giendo sobre los apocalípticos líderes de la Correspondencia a:
pasada etapa? ¿Qué alteraciones surgirán Marco Bruto 1428, Ap. 103
provocando nuevas disposiciones institucio­ MONTEVIDEO
nales y de liderazgos? Son interrogantes
cuyas respuestas, al parecer, todavía palpi­
tan en las incertidumbres y dificultades de
pular fam a nacional en vida. (E incluso,
NOTAS postumamente, a la internacional, ya que
en el Almanaque de 1756 predice con toda
exactitud la Revolución francesa)*.
El olvidado "Gran Piscator de Tal vez sea el clamor de esta populari­
dad (más que el no muy ortodoxo concur­
Salamanca" y su homenaje a so en el que participa) el que le asciende
Cervantes a catedrático de M atemáticas en la por
entonces desprestigiada Universidad de su
Diego de Torres Villarroel (Salamanca Salam anca natal (1726). Y de aquí nace
16939-1770) ejemplifica el caso del sempi­ otro Torres Villarroel. El psicólogo innato.
terno olvidado de nuestras letras. Desubi­ El estilista. El prestigioso Astrónomo dedi­
cado, desplazado de su época, Torres gol­ cado a su clases, a sus predicciones y —
pea —sin fruto— a una sociedad seca, dé­ por fin— a las letras.
bil. Tan demacrada ya intelectualm ente Por fortuna son las letras las que lo ga­
que ni fuerzas encuentra para la sonrisa. n an esencialmente. Dos preocupaciones
Mucho menos para reir y pensar ante la atosigan al catedrático salm antino. 1) La
causticidad de las agudas moralejas satíri­ degradación de su contemporaneidad lite­
cas de Torres. raria. 2) La pureza idiomàtica. De ahí que
Las ideas de Torres Villarroel no rehu­ la prim era visita (en Sueños Morales) que
yen la estirpe quevediana. Sus mejores p á­ hacen él y Quevedo, su guía, sea a las li­
ginas (Sueños Morales y Barca de Aqueron- brerías m adrileñas de la época. Allí “en
te) reeditan la voz de su maestro, “el in ­ breve rato verás la incultura y la negli­
signe Quevedo”. El esquema de los Sueños gencia de las almas de esta infeliz ciu­
Morales, reaviva el eco de los famosos “Sue­ dad”. Una ciudad donde era “condición de
ños” de Quevedo; la estructura de Barca bien criado la ignorancia” y los libros se
de Aquerontc, el de las “Zahúrdas de Plu- juzgaban meros “ladrones del tiempo” (Sue.
tón”. Aún más: Torres sigue consciente­ Mor., Visita y Visión 19).
mente el sendero estilístico de Quevedo, Su plum a profundiza en la estrechez
aquel “sabio de los siglos, veneración mía, m ental de “los escritores de viejo” (ib., vis.
pasmo de la esfera, padre de la verdad, y vis. 5$). Se asquea ante los abundantes
gracioso y prudente despreciador del m un­ “satíricos que descubren linajes y levantan
do”. (Sueños Morales, Sueño introdud.). testimonios” (ib., vis. y vis. 0*) y los “en­
Hasta la sincerísima autobiografía de To­ cubridores de sátiras e impresores a h u rta ­
rres recoge claroscuros parecidos a la fic- dillas” (ib., vis. y vis. 79). Se siente im pla­
cional del Buscón don Pablos. cable ante “los escritores que comen y vis­
Desde luego que con veracidad. Ya que ten de blasfem ar” (ib., vis. y vis. 89).
hasta 1726 la vida de Torres Villarroel acu­ Por otro lado, Torres se levanta como un
mula autenticidades picarescas. En suce­ purista innato de la lengua. La desidia en
sión alucinante Torres es estudiante, bai­ el habla diaria, los extranjerismos innece­
larín, curandero, guitarrista, torero, cómi­ sarios inundan ya el idioma. En vida de
co de la legua, bordador, contrabandista, Torres la paupérrim a galería de las letras
sirviente de un ermitaño, soldado, doctor españolas apenas podía m ostrar con orgu­
en Medicina y —ante todo— andariego llo un nombre: Feijóo. La sátira moral del
irreductible. Son años de un vivir “parco “Piscator” va más allá de lo costumbrista,
en dineros”. Pero no en inventiva. Porque a en consecuencia. Se centra en el intento
partir de 1721 encuentra el filón definitivo. de gritar constructivamente sobre las rui­
Aparecen los anuales almanaques y pro­ nas de todo un acervo literario que muere
nósticos, firmados por “El G ran Piscator sin remedio ante la ineducada autosufi­
de Salamanca”. Sus predicciones —acier­ ciencia de una sociedad en decadencia.
tos como el del futuro motín de Esquilache Y ahí es, precisamente, donde aparece el
o la muerte de Luis I— le llevan a la po­ homenaje límpido a Cervantes. Un curio-
se tributo en la época de Torres, Homena­
je a un reposado genio —que iba siendo John Cage, Teresa Vila y la
arrinconado— hecho por un inquieto gran obra abierta
olvidado. Cervantes saltó ese pozo ruinoso
del siglo XVIII hasta nosotros. Torres fue El día martes 10 de mayo en el salón del
uno de los que se quedó en él. Por eso re­ Centro Uruguayo de Promoción Cultural
salta más sincera su alabanza. En 1713 se tuvo lugar una interesante experiencia: la
había fundado la R.A.E. por Real Decreto. “conferencia a cuatro voces” de John Cage
Torres apoya entusiasmado el esfuerzo. Pe­ “Qué estamos haciendo y hacia donde va­
ro sólo si realmente lo que iban a hacer mos”. (1) El compositor norteamericano
los doctos académicos era “buscar las vo­ dispuso aquí como medio expresivo cuatro
ces que estaban desterradas en las escri­ lectores que simplemente se enfrentan al
turas antiguas de los príncipes castellanos, público con la mera lectura de un texto
como eres tú (Quevedo), el Cervantes, Al- redactado por el propio Cage. La lectura
derete, Covarrubias, G óngora...” dura aproximadamente unos 35 minutos a
Torres no es amigo de citar nombres. lo largo de los cuales las voces se escu­
Precedidos del artículo y juntos, como prín­ chan en varias combinaciones de manera
cipes del idioma, volverán a aparecer, sin que la “pieza” funciona por momentos co­
embargo, Quevedo, Góngora y Cervantes en mo monólogo, a veces se convierte en dúo
sus páginas. En la Visión y Visita 6^ de los y pasa también a ser terceto y cuarteto.
Sueños Morales será para dolerse de la John Cage es un impenitente descubri­
suerte de todos ellos. La “infernal lengua” dor de nuevos recursos. Desde el famoso
de los satiristas suele enterrar “la fam a... “piano preparado” que perseguía la nove­
hasta que acaba el infeliz ingenio rodeado dad tímbrica, convirtiendo al instrumento
de miserias y oprobios, como te sucedió a tradicional en una réplica del “gamelang”
tí (Quevedo) y al Góngora, Candamo, Cer­ javanés, no ha agotado su afán de búsque­
vantes, Salazar y las mejores plumas del da. Discípulo de Schoenberg, casi toda su
orbe; y este es, martirio más o menos, el música se inclina por vía no-temática y
fin y premio de los más florecidos y exce­ no-armónica, con una intención crítica
lentes ingenios de España”. ácida que corroe los moldes y fórmulas
Como homenaje testimonial de un perío­ consagrados.
do decadente de nuestra lengua, Cervantes Aparentemente esta nueva obra o expe­
podía sentirse satisfecho de la vos que lo riencia —mejor lo segundo— se encuadra
saludaba tan honestamente. Desde aquel ■entro de los lincamientos generales de su
mundo peninsular difícil y agotado donde estética. El lenguaje hablado ce transfor­
era “condición de bien criado la ignoran­ ma en vehículo sonoro, aunque por mo­
cia”. mentos el sentido “gramatical” del texto
Jesús C. Guiral(*) sea inteligible es evidente que el mayor pe­
so de la empresa está puesto en el juego
(*) He aquí la predicción: de las voces que se encuentran o alejan,
“Cuando los mil contarás se suman u oponen, y, lo que es una cons­
con los trescientos doblados tante im portante en todo Cage, se callan
y cincuenta duplicados a veces. El silencio juega un papel desta­
con los nueve dieces más, cado también en esta ocasión y permite
entonces, tú lo verás, respirar mejor a una pieza que de todas
mísera Francia: te espera maneras puede aceptar como justo el re-
tu calamidad postrera proche excesiva duración. Después de los
con tu Rey y tu Delfín,
(1) La "Conferencia a cuatro voces” de John Cage
y tendrá entonces su fin fué realizada por N elly Pacheco, Pablo Car-
tu mayor gloria primera”. doso, D aniel V iglietti y Conrado Silva. Este
(Véase, “Sueños Morales y Barca de Aque- último fué autor también de la traducción
ronte”, Pub. Españolas, Madrid, 1960, p. 15) al español del texto de Cage.
primeros 20 minutos parecería que nada se verifica la naturaleza abierta: en este
nuevo pueden aportar los minutos que res­ caso es la obra misma que en su propia
tan. estructura propone las mutaciones.
El resultado es desde el ángulo de cada Una reflexión final que se puede extraer
oyente distinto. No se trata aquí de la im­ de este paralelismo está aludido precisa­
presión subjetiva y personal que todo indi­ mente en el título de la conferencia de
viduo tiene de una obra, sino que, en este Cage “Qué estamos haciendo y hacia don­
caso, es la obra misma, por su construc­ de vamos”. Estas interrogantes implican
ción la que alienta y estimula esta posibi­ incertidumbre. El universo unívoco ha de­
lidad múltiple de entendimiento y com­ saparecido en el horizonte del hombre ac­
prensión. Puede intentarse seguir el sen­ tual. La ciencia que ha visto desmoronar­
tido del texto confiado a una de las cua­ se uno tras otro los sistemas más coheren­
tro voces, puede desafiarse inclusive a tes y rigurosos, ha formulado a través de
nuestra capacidad de atención intentando Heisenberg un “principio más coherente de
seguir más de una voz, puede abandonarse incertidumbre” que hubiera sonado a con­
simplemente a la sugerencia del sonido trasentido a los científicos del siglo an­
que proviene de los cuatro lectores y con­ terior.
vertirse así el discurso en una pura ma­ El arte entonces, en la medida que se
nifestación sonoro-auditiva. A veces, cuan­ propone a sí mismo como “abierto”, “mo­
do son las cuatro voces las que actúan, se vible” o “aleatorio”, cifra una coyuntura
llega a pensar que la intención puede es­ crítica del hombre actual. Y en un plano
tar puesta en explotar un verdadero con­ más general es un llamado a una actitud
trapunto de timbres vocales. responsable que obliga a estar abierto an­
Parecería que todo este mecanismo que te la realidad, en su más completa suma,
da un resultado bastante aleatorio estuvie­ como compromiso con la más honesta ne­
ra igualmente pensado con escaso ajuste o cesidad de entender.
rigor formal. Sin embargo no es así. La
obra está escrita minuciosamente a cua­ Hugo García Robles
tro voces y cuida el orden de entradas y
correspondencias temporales con la dedi­
cación del que alguna vez ha manejado
también el pentagrama y las barras de Una tesis insólita: La pequeña
compás. El carácter abierto, tal como lo b u rg u e sía vanguardia de la
define Umberto Eco está entonces en el
oyente, que puede construir con los datos revolución
que John Cage le propone infinitos de ob­
jetos sonoros. Desde hace medio siglo, el término “pe­
Un paralelismo sugestivo y estimulante queño burgués” había adquirido en toda
plantea en la misma sala del Centro Uru­ la izquierda política y más aún en los sec­
guayo de Promoción Cultural la pintura de tores revolucionarios un carácter peyora­
tivo, incluso insultante. Resulta, pues, ex­
Teresa Vila, presente en las paredes mien­ traordinario comprobar que actualmente
tras se realizó la conferencia de John Cage. surge una tesis que otorga a la pequeña
La pintora ha llamado a sus cuadros “mo­ burguesía las virtudes de una vanguardia
vibles”. Están resueltos de manera que ca­ revolucionaria.
da uno de ellos comprende dos o más sec­ Ha acabado por reconocerse la constante
ciones separadas que es posible disponer de contradicción existente entre el vocabula­
variadas maneras resultando así otros tan ­ rio europeo empleado por los militantes
tos cuadros. Aquí la “obra abierta” se for­ nacionalistas del Tercer Mundo y su per­
mula con la objetividad que se desprende tenencia social. Cada día resultaba más di­
precisamente del carácter mutable de los fícil continuar hablando de clase obrera
elementos que integran el cuadro. No es —y de su función dirigente— en países en
a nivel de la conciencia del observador que los que no existe industria, así como de
movimiento campesino —y de sus virtudes ble. A su parecer resulta posible franquear
de vanguardia— en regiones donde la base las etapas rápidamente, puesto que el pro­
de la economía está constituida por la cría greso depende del desarrollo de las fuer­
de ganado y la simple recolección. zas productivas, condicionado a su vez por
Los animadores de los partidos, de los la naturaleza del poder político, por la cla­
grupos y de las fracciones revolucionarias se de Estado, por el carácter de la clase
son en su gran mayoría intelectuales sen­ dominante.
sibles a la miseria de las poblaciones y a Esta teoría, en gran parte “voluntarista”,
la desigualdad social, aunque las más de halla su aplicación en los países subdes­
las veces sin experiencia personal sobre las arrollados, en los que “el único sector so­
penalidades de los hombres, conscientes cial capaz de comprender la realidad de la
sobre todo del papel que podrían desempe­ dominación imperialista y de dirigir el apa­
ñar en una sociedad nueva desembarazada rato de Estado heredado de esa denomina­
de los antiguos juegos de privilegios y de ción, es la pequeña burguesía del país”.
dependencias. Son, en efecto, partidarios (Las citas, así como el resumen de la ar­
de una total transformación social, por es­ gumentación, corresponden al texto publi­
tar convencidos de la necesidad de elimi­ cado por la revista francesa Partisans, en
nar las estructuras impuestas por las po­ su número especial dedicado a América La­
tencias coloniales y los sistemas imperia­ tina.)
listas. Sin embargo su situación primera, Al dirigente guineano no se le escapa el
los diversos factores de cambio y su con­ carácter ambiguo de la pequeña burguesía,
cepción de la nueva nación no correspon­ por lo que considera que a ésta se le ofre­
den en modo alguno a las doctrinas y a cen dos caminos: enriquecerse, transfor­
las fraseologías surgidas en las sociedades marse en seudoburguesía nacional y adap­
industriales europeas a finales del siglo tarse al neocolonialismo o bien reforzar su
XIX. No obstante las fórmulas de alianza conciencia revolucionaria, “suicidarse” co­
y de unión pronunciadas en reuniones cu­ mo clase para mejor identificarse con las
yo único común denominador es la polí­ aspiraciones más profundas de su pueblo.
tica de bloques, no existe parentesco al­ Basta con traducir esta construcción teó­
guno entre las numerosas corrientes pro­ rica en términos políticos para advertir
gresistas, como no sea una vaguísima con­ que lo que en realidad se formula son las
cepción del futuro “socialismo”. condiciones de hecho de la lucha anticolo­
El primero que ha planteado en térm i­ nialista. Son los hombres que benefician
nos claros la necesidad de definir la natu­ “de un nivel de vida superior al de las
raleza de clase de la vanguardia revolucio­ masas”, que tienen “más ocasiones de ver­
naria en los países coloniales es Amílcar se humillados” a causa de la mayor fre­
Cabral, animador de los movimientos de cuencia de sus relaciones con los agentes
liberación nacional en Guinea y Cabo Ver­ del imperialismo y poseen “un grado, de
de. Su exposición en la Conferencia Tri- cultura más elevado” que la mayoría de
continental, celebrada en La Habana a co­ la población, los que forman el grupo so­
mienzos de enero último, ofrece un carác­ cial capaz de aspirar, de conquistar, de
ter original. Después de haber establecido asumir la dirección del Estado que reem­
que la historia no puede ser completamen­ plazará al sistema colonialista.
te explicada por la lucha de clases y que La tesis es nueva, al menos en los me­
las fuerzas productivas son el factor motor dios de la izquierda progresista que se re­
—concepción que se adapta difícilmente a claman del marxismo o que se acomodan a
los esquemas del marxismo vulgarizado—, él. Lo que resulta sorprendente es que con
Cabral desarrolló la idea que la sucesión gran prudencia, en forma menos precisa y
a través del tiempo de las fases del des­ con toda la retahila de citas de Lenin obli­
arrollo social —de la sociedad comunitaria gada en esta clase de publicaciones, una
primitiva a las sociedades agrarias feu­ hipótesis pareja sea lanzada en Problemas
dales y a los sistemas industriales burgue­ de la Paz y del Socialismo (enero de 1966,
ses, luego a las formas socialistas y comu­ año IX, n? 1), órgano controlado por los
nistas— no es ni automática ni indispensa­ comunistas fieles a Moscú y publicado en
Bogotá. En esta revista nos encontramos
con un estudio firmado por el periodista Un aspecto en la Literatura
jordanés Anwar Ramsi y el economista so­ Neo-Peronista
viético Alexei Levkovski y que se titula
“Las masas pequeñoburguesas y los movi­ En materia cronológica, previene Mauri­
mientos revolucionarios del Tercer Mundo”. cio Maeterlinck contra la sagacidad a pos-
Dos citas serán suficientes para que se teriori: interpretar una situación dada
comprenda el tono y el espíritu de este cuando se conoce bien lo que ocurrió des­
texto: “La promoción de otra clase a la
pués. En aspectos parecidos, ha subrayado
vanguardia de la nación en una serie de
países del Tercer Mundo se ha producido, con humor Ernesto Sábato: siempre es cer­
en primer lugar, allí donde la burguesía tero el pronóstico del pasado. Y parece
nacional y sus organizaciones políticas eran indudable que la continuidad lógica o me­
realmente débiles, o donde su gestión de cánica de los hechos se encuentra solo en
gobierno llevó a tal agudización de las con­ los textos de historia; en mirarlos desde
tradicciones sociales que culminó en la pér­ atrás, según la perspectiva que nos impone
dida de su dirección política. Con frecuen­ el presente. A todos nos resulta hoy muy
cia pasa a situarse a la cabeza la pequeña racional el hecho de que Carlos V abdica­
burguesía, representada por sus diversos ra, y muy justificado el que Eduardo VIII
destacamentos”. Y luego: “El ambiente so­ abandonase el trono por su relación con
cial de clase propicio para la adopción de Mrs. Wally Simpson. Pero —léanse los dia­
las ideas del socialismo científico se ha am­ rios de la época— dos años antes cualquier
pliado y ha rebasado el marco de la clase inglés hubiese apostado su dinero a la
obrera. No sólo ha surgido la posibilidad chance opuesta. Y en igual tesitura se h a ­
de fusionar el socialismo científico con los brán encontrado a su tiempo los súbditos
movimientos revolucionarios de la pequeña del emperador hispano-alemán.
burguesía, sino que en algunos países cada En los casos de memorias o auto-biogra­
vez aparecen más síntomas que en cierta fías, este duende histórico que metamorfo-
medida esta fusión se está realizando en sea, justifica y embellece los acontecimien­
la práctica”. tos pasados, es particularmente alborotador
Los “doctrinarios” soviéticos multiplican y exigente, hasta el punto de erigirse en
empero las precauciones: “La desigualdad clave ineludible. Uno de los ejemplos mo­
de estos fenómenos es colosal” y “los mo­ dernos más convincentes —que llega a lo
vimientos revolucionarios de las masas pe­ maníaco— es el libro “La Razón de mi
queñoburguesas necesitan cada vez más vida” de la señora Eva Perón, best-seller
dominar la ciencia social más avanzada, el argentino de 1951/1952, y seguidamente
socialismo científico, y aplicarlo con espí­ texto oficial de enseñanza primaria, secun­
ritu creador”. Lo que hablando en plata daria y universitaria.
significa que no puede existir “ciencia so­ En ese libro se apoya principalmente el
cialista” fuera de las consignas de los par­ escritor Juan José S'ebreli para elaborar su
tidos comunistas sometidos a Moscú y que reciente obra Eva Perón ¿aventurera o m i­
el comportamiento de las organizaciones litante? La sediciente perspectiva biográfi­
pequeñoburguesas será juzgado según un
ca de Eva Duarte reaparece en sus páginas,
criterio de política internacional.
De todas maneras henos, pues, lejos de complicada con una dialéctica económica,
la seguridad mental y de las verdades ab­ política e incluso freudiana. No faltan los
solutas que caracterizaban la época stali- arrebatos místicos ni la indiscutibilidad del
nista. Por su parte, los observadores debe­ carisma, o las periódicas visitaciones que
rán revisar las fórmulas simplistas que la historia hace a sus elegidos.
tienden a asimilar todos los movimientos La propia señora Perón, a través de las
nacionalistas a un modelo único y a unirlos citas de este libro, nos comunica esos ine­
a un único centro de operaciones. fables sentidos de la historia. Por ejemplo:
“Los genios no tienen explicación en el me­
Luis Mercier dio que nacen. No son los pueblos ni los
siglos las causas de los grandes genios. Por Tal interpretación llega al extremo cuando
eso, muchas veces la historia tiene que re­ se trata del matrimonio de la protagonista:
signarse a dar, como única explicación del Sebreli no vacila en meter en el ajo a Je­
genio, la que dio de Napoleón, llamándole sucristo y a Santa Teresa de Avila: “Eva
simplemente el hombre del siglo, el corso Perón tiene frente a Perón la actitud pasi­
singular, o el escultor de su tiempo” dice va y contemplativa que tiene el místico
en una conferencia donde parangonaba a frente a Dios. Se trata de un matrimonio
Perón con Bonaparte. místico, donde la devoción no se diferen­
Una vez justificado el papel mesiánico cia demasiado de la erótica: Santa Teresa
de su marido, la señora Perón comienza a no tiene, al fin, expresiones menos sensua­
explicarnos la legitimidad del suyo pro­ les respecto a Cristo (el marido ideal) que
pio, al parecer de raíz biológica. Hondos Eva Perón respecto a Perón”.
presentimientos sociales la conmovían des­ Si tales son las conclusiones del método
de niña: “Recuerdo muy bien que estuve dialéctico-marxista preconizado por el au­
muchos días triste cuando me enteré de tor, más vale atenerse a las pintorescas re-
que el mundo había pobres y había ricos; revaluaciones a posteriori de la biografia­
y lo extraño es que no me doliese tanto da: “Dios no permitirá que mienta si
la existencia de los pobres como el saber yo repito en este momento una vez más:
que al mismo tiempo había ricos”. Porque no concibo el cielo sin Perón”.
“Ha nacido conmigo una particular disposi-
sión del espíritu que me hace sentir la in­ Roberto Fabregat Cúneo
justicia de manera especial, con una rara
y dolorosa intensidad”. Una verdadera
anunciación del futuro justicialismo. La La industria Cultural
trayectoria que la llevó hasta él es obra del
destino, nunca del azar ni de contingen­ En un reciente libro de Hans Magnus
cias: “No, no fue el azar la causa de todo Enzesbergcr, Einzelhsiten, ahora traducido
esto que soy, en mi país y para mi pueblo. al francés, se mencionan los resultados de
Creo firmemente que he sido forjada para * un sondeo realizado por la editorial ale­
el trabajo que realizo y la vida que llevo”. mana Rowohlt sobre la venta de los libros
“Creo que nací para la Revolución”. Así de bolsillo, del que se desprende que:
llegamos hasta la clave suprema, la razón —el lqctor de bolailibros es, general­
de toda una vida: “Si yo no hubiera lle­ mente, un habitante de las grandes ciuda­
gado a ser lo que soy, toda mi vida hubiera des;
quedado sin explicación”. —de cada tres lectores, dos pertenecen al
Al seguir este libro por considerar que sexo masculino;
“refleja auténticamente la personalidad y —la mayoría de los consumidores de bol-
la visión del mundo de Eva Perón”, Sebreli silibros se reclutan entre personas de 18 a
ha entrado puntualmente en la misma 25 años;
trampa: pronosticar el pasado, homologar­ —los obreros no son más del 3 % de los
compradores de bolsilibros;
lo con el presente. Incluso el traslado de
—en casi la mitad de los hogares alema­
la señorita Duarte desde Junín a Buenos
nes no se encuentra un solo libro y en los
Aires —realizado a la vera de Agustín Ma- hogares rurales, si se encuentra, es la
galdi— resulta un hecho cargado de presa­ Biblia.
gios socialistas, futura lucha de clases, m ar­ Enzesberger saca sus propias conclusio­
xismo incipiente e históricas razones de nes de estos datos: buena parte de los que
fundamento hegeliano. Los posteriores ava- compran libros de bolsillo no los leen, pero
tares de la señorita Duarte como actriz, se hacen la ilusión de que, teniéndolos,
señora, compañera Evita, Santa Evita y participan de alguna manera en los mitos
Jefa Espiritual de la Nación son cual in­ de la cultura. Para este autor, “la historia
dispensables capítulos de una “historia sa­ no conoce otros lectores que aquellos que
grada” que no podía dejar de cumplirse. pertenecen a una minoría”.
nir la situación del escritor en la sociedad
¿Jomes Bond o Roy Bradbury? socialista, ya sea en los países así llamados
o en los que así puedan llamarse en el fu­
En uno de los últimos números de la turo. Entre los varios aportes positivos a
revista argentina “Hoy en la Cultura” dos esa clarificación está el encendido y no por
autores oponen al fabuloso personaje de eso menos lúcido artículo de Mario Vargas
Ian Fleming el héroe de Ray Bradbury, Llosa en Marcha del 4 de marzo de 1966
Montag. Inserto ya en la promiscua mito­ y en cuyo párrafo final puede leerse: “Nos­
logía contemporánea, James Bond repre­ otros debemos luchar porque la sociedad
senta la inversión de valores auspiciada socialista del futuro corte todas las vendas
por la masificación industrial y el poder, que a lo largo de la historia han inven­
de ahí que su estereotipo reúna los más tado los hombres para tapar la boca locuaz
característicos elementos de la sociedad y majadera del creador. No aceptaremos
capitalista, fundada sobre la ambición y la jamás que la justicia social venga acompa­
eficacia. Su expansión masiva entre los ñada de una discreta resurrección de las
lectores y espectadores cinematográficos parrillas y las tenazas de la Inquisición,
del presente demostraría hasta qué punto de las dádivas corruptoras de la época del
nuestro mundo es sensible a los prestigios mecenazgo, del menosprecio en que se tie­
de esa mitología. Bradbury, en cambio, ne a la literatura en el mundo subdesarro­
opone en su literatura de ciencia - ficción llado, de las malas artes de frivolización
una concepción anarquista del futuro pre­ con que se inmunizan contra aquella las
visible y Montag es el anarquista que en­ sociedades de consumo. En el socialismo
tra en colisión con el orden social de ese que nosotros ambicionamos, no sólo se ha­
futuro, el individuo marginal y rebelde, brá suprimido la explotación del hombre,
que afirma frente a la masificación del gé­ también se habrán suprimido los últimos
nero humano la calidad inefable de ser al­ obstáculos para que el escritor pueda es­
go y alguien en particular. La mirada de cribir libremente lo que le da la gana y
Bradbury está puesta, como utopista, más comenzando, naturalmente, por su hostili­
allá del inmediato mundo de los hombres - dad al propio socialismo. Varios partidos
robot9 y de las diosas - máquinas, que él comunistas, como el italiano y el francés,
describe con anticipado horror. Montag admiten el principio de que una sociedad
aparece, en ese mundo de mañana, como socialista consiente en su seno prensa li­
un hombre de transición. En su rostro reú­ bre y partidos de oposición. Nosotros que­
ne los rasgos del conspirador y del visio­ remos, como escritores, que el socialismo
nario, los rasgos del anarquista por exce­ acepte la literatura. Ella será siempre, no
lencia. Su exilio al mundo marginal prefi­ puede ser de otra manera, oposición
gura una voluntad de futuro y ese futuro
está designado por su rebelión contra el
mundo sin alma en el que vivió. Partiendo
del horror entrevisto del mundo ciberné­ El revés y el derecho
tico, Bradbury inventa ya a los soñadores
que habrán de destruirlo en otro intento Contra la imagen uniforme que cierto
por instaurar el verdadero reino del hom­ antiyankismo sistemático propaga por el
bre. . mundo, se alzan algunas realidades que,
por provenir de los mismos Estados Uni­
dos, tienen un valor mucho más singular.
Así lo reconocen algunas revistas que no
El dedo en la llaga se caracterizan, precisamente, por su obse­
cuencia a la idílica imagen del modo de
El juicio a los escritores soviéticos André vida americano. De que no todos dicen
Siniavsky y Yuli Daniel no sólo ha puesto amén a la política del gobierno norteame­
de relieve las insuficiencias del régimen ricano en materia internacional da prueba
jurídico imperante en la Rusia actual sino la revista Hoy en la Cultura} que escribe
la necesidad de discutir, actualizar y defi­ en un editorial: .. . “El 2 de junio los pe-
riódicos de Nueva York publicaron una xicana El Corno Emplumado, agrega: “A
carta abierta de Robert Lowell, Premio mediados de octubre se realizó en Nueva
Pulitzer, al Presidente, en la que el céle­ York una manifestación para pedir el cese
bre poeta se negaba a tomar parte en el inmediato de la guerra en Vietnam. Datos
festival (en la Casa Blanca) porque la po­ conservadores revelaron que había en ella
litica exterior de Washington le causaba cerca de 30.000 personas, la mayoría de
un enorme horror y desconfianza. Otros las cuales pertenecían a la clase media,
escritores invitados al festival, John Hersey amas de casa que empujaban los cochecitos
y Saúl Bellow, también condenaron la po­ con sus niños, y hombres que ese día aban­
lítica exterior del gobierno. Un numeroso donaron el trabajo. No faltaron, por su­
grupo de escritores, poetas, dramaturgos y puesto los artistas y los jóvenes. Allí esta­
pintores se adhirió a la carta de Lowell, ban, tres filas adelante de nosotros, el poe­
censurando la política norteamericana en ta Robert Lowell y los pintores De Koonig,
Vietnam. . . Por su parte, la revista me­ Larry Rivers, Motherwell, e tc ....”.

EDITORIAL ALFA
Concurso Literario

para autores uruguayos

Conmemorando los primeros 100 títulos ALFA

1*) PREMIO NARRATIVA (Novela o cuentos) ($ 8.000.00)

2?) PREMIO ENSAYO ($ 5.000.00)

3?) PREMIO POESIA ($ 2.000.00)

Los originales deberán entregarse hasta el 31 de agosto a las 19 horas


en el domicilio de la Editorial, donde también podrán ser solicitadas las
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Ciudadela 1389 - Montevideo


MUNDO NUEVO
REVISTA DE AMERICA LATINA
Sumario del N9 1

DIALOGO
Situación del escritor
en América Latina Carlos Fuentes
RELATOS
Pjentz Abram Tertz
El y el otro Augusto Roa Bastos
VALORACIONES
Martínez Estrada frente
a la Argentina César Fernández Moreno
POEMAS
Araña Vicente Gerbasi
Electra en la niebla Gabriela Mistral
El Río Antonio Fernández Molina
TESTIMONIO
Notas sobre Cuba François Fejtô
ARTE
De la pintura de objetos
a los objetos que pintan Severo Sarduy
La caricatura integral de
Saúl Steinberg Damián Carlos Bayón
TEATRO
“Los biombos”, de Jean Genêt Oswaldo López Chuhurra
LIBROS Y AUTORES
El memorial de Isla Negra E. Rodríguez Monegai
Perspectiva de sesenta años Javier Fernández
La Trompetilla de Evelyn Waugh Cristián Huneeus
REVISTAS
SEXTANTE
DOCUMENTOS
novedades alfa 1966
LITERATURA URUGUAYA DEL MEDIO SIGLO
por Emir Rodríguez Monegal

LA NOVELA ESPAÑOLA DE POSTGUERRA


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En el extranjero las ediciones ALFA pueden adquirirse en:

MEXICO: Avándaro S. A., México D.F. — ARGENTINA: Tres Américas, Li­


bros, Buenos Aires. — CHILE: Editorial Universitaria S. A., Santiago de
Chile. — PERU: Librería Juan Mejía Baca, Lima. — ESTADOS UNI­
DOS: Stechert Haífner Inc., Nueva York. — ESPAÑA: Editorial Seix Ba-
rral S. A., Barcelona. — PUERTO RICO: Librería Hispanoamericana, Río
Piedras. — INGLATERRA: International Book Club, Londres.

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