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El VIAJE DEL FARAÓN HACIA LA OTRA


VIDA
Las leyendas sobre las aventuras de Alexander y su búsqueda por
la vida eterna que se diseminaron por la Europa de la Edad
Media contenían elementos claramente extraídos de los relatos
sobre los antepasados inmortales, como cavernas, ángeles, fuego
subterráneo, caballos y carrozas de fuego. Sin embargo, antes de
la era cristiana, la creencia generalizada (también de Alexander,
sus historiadores o ambos) era que quienes deseaban alcanzar la
inmortalidad necesitarían imitar a los faraones egipcios.
Fue debido a esa creencia que la alegada semi-divinidad de
Alexander tuvo que ser atribuida a una complicada implicación
con una deidad egipcia en vez de él simplemente alegar una
afinidad cualquiera con un dios de su región. Es un hecho
histórico, no mera leyenda, que el rey de la Macedonia halló
necesario, así que rompió las hileras persas en Asia Menor,
seguir para Egipto - y no perseguir el enemigo -, donde buscaría
la confirmación de sus supuestas "raíces egipcias", pudiendo
entonces comenzar su búsqueda por el Agua de la Vida.

Mientras los hebreos, griegos y otros pueblos de la Antigüedad


contaban leyendas sobre algunos pocos hombres que escaparon
del destino de los mortales por que habían recibido una
invitación divina, los antiguos egipcios transformaron ese
privilegio en un derecho. Y no era un derecho universal, ni algo
reservado a los excepcionalmente virtuosos, sino un derecho
restricto al soberano egipcio por el simple hecho de él ocupar el
trono. El motivo, según las tradiciones de Egipto Antiguo, era
que los primeros reyes de aquella tierra no habían sido hombres,
sino dioses.

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Esas tradiciones egipcias afirmaban que en épocas inmemoriales
los "Dioses del Cielo" llegaron a la Tierra, venidos del Disco
Celestial. Cuando Egipto sufrió una gran inundación, "un gran
dios que vino (a la Tierra) en el más antiguo de los tiempos"
llegó al país y literalmente lo elevó de bajo las aguas y lodo,
represando el Nilo y haciendo extensas obras de drenaje y
contención. (Era por eso que Egipto tenía el nombre de "Tierra
Elevada".)
Ese antiguo dios se llamaba Ptah - "El Constructor". Se contaba
que él era un gran científico, maestro ingeniero y arquitecto, el
Principal Artífice de los dioses, que hasta había contribuido para
la creación y formación del hombre. Su cayado frecuentemente
era mostrado bajo la forma de una vara graduada, bien parecida
con la usada por los agrónomos modernos en la medición de
tierras.(fig 7)

Según las tradiciones, Ptah se retiró hacia el sur, donde pudo


controlar las aguas del Nilo por intermedio de las compuertas
que hubo instalado en una caverna secreta localizada en la
primera catarata del río (el lugar de la actual presa de Assuán).
Sin embargo, antes de dejar Egipto, Ptah construyó su primera
ciudad sagrada y le dio el nombre de An, en honra al Dios del
Cielo (la bíblica On, que los griegos llamaban Heliópolis). Allí
instaló como primer gobernante divino del país a su propio hijo,
Ra (así llamado en honra del globo celeste).

Ra, un gran "Dios del Cielo y de la Tierra", mandó construir un


santuario especial en An para abrigar el Ben-ben - el "objeto
secreto" que hubo transportado a la Tierra.

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Fig. 7
THE CELESTIAL DISK AND THE Gods OF EGYPT
1. Ptah
2. Ra-Amen

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3. Thoth
4. Seker
5. Osiris
6. Isis with Horus
7. Nephtys
8. Hathor

The Gods with their attributes;


9. Ra/Falcon
10. Horus/Falcon
11. Seth/Sinai Ass
12. Thoth/Ibis
13. Hathor/Cow

Con el pasar del tiempo, Ra acabó dividiendo el reino entre sus


dos hijos, Osiris y Set, pero el gobierno conjunto de los
hermanos no dio resultado. Set estaba siempre intentando
derrumbar y matar a Osiris. Después de muchas marchas y
contramarchas, Set finalmente consiguió engañar a Osiris
haciéndolo entrar en un ataúd, que inmediatamente mandó sellar
y hundir. Isis, hermana y esposa de Osiris, consiguió encontrar el
ataúd, que había flotado, yendo a parar a las playas del actual
Líbano. Esta escondió el cuerpo del marido y partió para pedir
ayuda a los otros dioses que podrían resucitar Osiris. Set, sin
embargo, descubrió el cuerpo y lo cortó en pedazos,
dispersándolos por los cuatro puntos de la Tierra. Auxiliada por
su hermana, Néftis, Isis consiguió reunir todos los pedazos
(excepto el falo) y, recomponiendo el cuerpo mutilado del
marido, lo devolvió a la vida.
Osiris, resucitado, fue vivir en el Otro Mundo, entre los otros
dioses celestiales. De él las sagradas escrituras egipcias hablan:

Él adentró los Portones Secretos,


La gloria de los Señores de la Eternidad,
Al lado de aquel que brilla en el horizonte,
En el camino de Ra.

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El lugar de Osiris en el trono de Egipto fue asumido por su hijo,
Horus. Cuando él nació, su madre, Isis, lo escondió entre los
juncos del Nilo (exactamente como, según la Biblia, hizo la
madre de Moisés) para mantenerlo fuera del alcance de Set. El
niño, sin embargo, fue picado por un escorpión y murió. Sin
perder tiempo, Isis apeló a Thot, un dios con poderes mágicos,
que acudió en su socorro. Thot, que estaba en los cielos, vino a la
Tierra en el "Barco de los Años Astronómicos", de Ra, y la
ayudó a traer a Horus de vuelta a la vida.
Al crecer, Horus desafió a Set por el trono. La lucha se extendió
por varios territorios, los dioses persiguiéndose por los cielos.
Horus atacó a Set desde un Nar, término que en el antiguo
Oriente Medio significaba "Pilar Flamante". Las ilustraciones del
Periodo Pre-Dinástico de Egipto muestran ese coche celestial
como un largo objeto cilíndrico con una cauda parecida con un
embudo y una punta rombuda, de la cual salen rayos, un tipo de
submarino celestial. (Fig 8) En la parte delantera, el Nar tenía
dos faros, u "ojos", que, de acuerdo con las leyendas egipcias,
cambiaban de memoria, pasando del azul para el rojo.

Fig. 8
Hubo marchas y contramarchas en las luchas, que duraron varios
días. Del Nar, Horus disparó un "arpa" especialmente proyectado
contra Set. Este se quedó herido, perdiendo los testículos, lo que
sólo sirvió para dejarlo aún más furioso. En la batalla final, sobre

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la península del Sinaí, Set disparó un rayo de fuego a Horus y
este perdió un "ojo". Los grandes dioses solicitaron una tregua y
se reunieron en consejo. Después de mucha vacilación e
indecisión, el Señor de la Tierra se decidió a favor de Horus y le
concedió Egipto, declarándolo legítimo heredero de la línea de
sucesión Ra-Osiris. Después de eso, Horus pasó a ser
representado con los atributos del halcón, mientras Set era
mostrado como una deidad asiática, simbolizado por el jumento,
el animal de carga de los nómadas.
El ascenso de Horus al trono unido de las Dos Tierras (Alto y
Bajo Egipto) se mantuvo, a lo largo de toda la historia egipcia,
como el punto donde la realeza recibió su perpetua conexión
divina, pues todo Faraón era considerado sucesor de Horus y
ocupante del trono de Osiris.
Por motivos inexplicados, el gobierno de Horus fue seguido de
un periodo de caos y declive. No se sabe cuanto tiempo él duró.
Finalmente, alrededor de 3.200 a.C., una "raza dinástica" llegó a
la región y un hombre llamado Menés ascendió al trono de un
Egipto reunificado. Fue entonces que los dioses concedieron al
país la civilización y aquello que hoy llamamos religión. El
reinado iniciado por Menés continuó por 26 generaciones de
Faraones hasta la dominación persa en 525 a.C. y después
atravesó los periodos griego y romano (cuando reinó Cleopatra).
Cuando Menés, el primer faraón, estableció el reino unido,
escogió un punto medio del Nilo, un poco al sur de Heliópolis,
para en él instalar la capital de los dos Egiptos. Imitando las
obras de Ptah, mandó hacer un terraplén elevándose por encima
de las aguas del Nilo y en él construyó Menfis, dedicando sus
templos a Ptah. Menfis perduró como centro político-religioso
del país por más de mil años.
Cerca de 2.200 a.C., hubo grandes disturbios en Egipto, cuya
naturaleza no está clara para los estudiosos. Algunos creen que
invasores asiáticos dominaron el país, esclavizando al pueblo y

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