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La obra que más se conoce de Lucio Fontana son sus tajos, obras que
determinaron un antes y un después en la Historia del Arte. Pero toda la obra
de Lucio Fontana es una investigación acerca del uso del espacio en las Artes
Visuales.
Fontana, a diferencia de lo que se espera de la pintura, no trabaja la
tridimensión virtualmente en el plano, ni intenta imitar la realidad
miméticamente. En cambio, transforma el plano en tridimensión a partir de la
incorporación de distintos materiales adheridos a la superficie o en el gesto
decisivo de realizar un corte o una perforación en el plano soporte.
El espacio resultante es cualitativo porque le interesa mostrar el espacio real.
Cada cosa importa por su ubicación en el plano y en éste, su lugar es un lugar
real. Cuando adosa elementos, lo hace de manera real. Ese objeto está ahí. La
materia está ahí. Cuando perfora, hace una perforación real, no una
representación de un agujero. De esta manera, avanza desde el plano del
soporte hacia delante, incorporando materia o se mete detrás, agujereándolo.
Lo que Fontana nos dice, en definitiva, es que hay una única manera de
conseguir la tridimensión en el plano y es quebrando el espacio bidimensional y
mostrando lo que de tridimensional tiene el bastidor en sí mismo. Este espacio,
que trasciende los límites del bastidor y que es puesto en evidencia por la obra
de Fontana, se sustenta no sólo en esas perforaciones y el avance y retroceso
del plano soporte, sino también en el color saturado y monocromático y el tipo
de pintura elegido, siendo muchas veces esmalte sintético, lo que le permite
hacer uso de una variable, el brillo. Juega con materiales más o menos
brillantes, que reflejen más o menos la luz de manera de generar relaciones en
la superficie y hacer que la obra emane destellos. Trabajadas con esmalte, con
apliques de mosaicos, dorados, lentejuelas y vidrios o directamente sobre
chapas de cobre, genera otra vibración en la obra, que se transmite al espacio.
Allí la superficie es el colmo de lo superficial: brillante, plano, pleno. La obra
desmaterializándose en la luz que refleja y encandila.
Para atrapar la luz, utiliza neones directamente, tubos que emanan la luz desde
su interior y de este modo presenta la luz. Y no conforme con eso, los instala
en el espacio.