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Adolescentes y WhatsApp

http://www.menoresenred.com/adolescentes-y-whatsapp/

El número de adolescentes que usan un smartphone va en aumento. Un estudio realizado por la


operadora de móviles Orange en Francia, Reino Unido y España (Orange Exposure 2012/2013)
muestra que un 95% de los adolescentes cuentan con un smartphone, lo que supone un 65% del
total de los que se usan en este mercado. Y el 43% prefiere usarlos antes que otro dispositivo para
acceder a Internet o como terminal multimedia porque es de su exclusiva pertenencia y de nadie
más, por lo cual pueden acceder cuando lo deseen.

Es decir, que cuando hablamos en la actualidad de acceso a la Red por parte de los adolescentes,
al menos en España, habrá que comenzar a cambiar el “chip” en cuanto a consejos,
recomendaciones y precauciones. Lejos quedan ya aquellas máximas de que el ordenador debe
estar en un lugar público del hogar, no en la habitación del adolescente, o la de la conveniencia de
instalar alguna herramienta de control parental en el equipo… Por supuesto, pueden seguir siendo
consejos válidos, pero con la conciencia de que serán de aplicación ya muy restringida porque los
más jóvenes tienen ya sus propios dispositivos, caracterizados por su autonomía y movilidad.

Hasta no hace mucho, en las charlas dirigidas a adolescentes en los centros de enseñanza, lo más
normal era hablar de los ordenadores, de Tuenti y ya en mucho menor medida del Messenger.
Hoy en día hay que hablar sobre todo de los móviles, del WhatsApp, del Twitter y del Tuenti. Los
sistemas de mensajería de los smartphones, como WhatsApp son ya la forma principal de
comunicación entre los adolescentes. Y de ellos quería hablar en este artículo.

El uso de WhatsApp –o cualquier otra aplicación similar, como Line– por parte de los adolescentes
plantea nuevos problemas a tener en cuenta. El primero de ellos es la adicción. Estar pendiente de
la respuesta de un mensaje que acaban de enviar o revisar continuamente la lista de contactos
para saber la última hora de conexión o ver si han visto el mensaje que se envió anteriormente,
son comportamientos muy habituales no ya sólo de adolescentes sino también de adultos. Y esto
puede interferir en la atención que deben prestar en determinados momentos al estudio, a las
tareas habituales o incluso a otras formas de ocio.

El segundo problema no es algo nuevo ni exclusivo del WhatsApp: el sexting o envío de fotos
comprometidas. El hecho de que en la actualidad no sea necesario contar con un ordenador ni
tener que transferir las imágenes captadas con otro dispositivo a otro equipo conectado a
Internet, hace que casi no haya espacio para la reflexión. En un par de pulsaciones se graba la
imagen y con el mismo dispositivo se cuelga en la red o, lo más frecuente, se envía a través de
WhatsApp.

El tercer problema que comienza a aparecer en esta aplicación es el acoso, algo ya viejo en
Internet, y que no hace otra cosa que aprovechar este nuevo canal de mensajería instantánea. En
los diferentes medios comienzan ya a abundar las noticias de casos de acoso a menores a través
de WhatsApp.

Las recomendaciones para padres, madres y educadores son las mismas que usábamos para el
resto de servicios de Internet. Para comenzar, de nada valen las prohibiciones, y mucho menos
ahora que los adolescentes son propietarios de estos dispositivos que se conectan desde cualquier
sitio. Burlarían la prohibición muy fácilmente y con consecuencias más negativas que el problema
que se pretendería atajar.

No se trata de un problema de tecnología ni de que estas aplicaciones sean “monstruos”, sino que
es un problema de educación, y la educación se aplica a todas las esferas de la vida personal. Hay
que hacerles ver que no es correcto para una relación personal el estar hablando con otra persona
y al mismo tiempo estar pendiente del móvil, y que hay que cuidar las relaciones personales
(entendidas como relaciones cara a cara, físicas) de la misma manera que se cuidan las relaciones
digitales. Y como en cualquier otra actividad en la vida, hay que dedicarle el tiempo correcto: no es
lógico que un adolescente tenga el teléfono activado durante la noche, mientras duerme, igual
que durante las clases o mientras realiza tareas escolares.

Naturalmente, todas estas recomendaciones tienen sentido si se acompaña del ejemplo de los
adultos. Porque el mal uso de la mensajería instantánea en los smartphones no es exclusivo de los
jóvenes. Y si un padre o una madre no es capaz de corregir a un menor que está operando con su
móvil durante la comida, será muy fácil que ese mismo menor caiga en conductas de riesgo en el
resto del tiempo.

Y en lo que toca al envío de imágenes, hacerles ver ejemplos de mal uso de estas prácticas.
Abundan ya en prensa. La foto que hacen hoy y a la que no le dan importancia, puede tener
consecuencias muy negativas en el futuro. Y la persona en la que confían hoy puede ser un
enemigo resentido tiempo más adelante.
Por último, hacerles ver el riesgo de la inmediatez: antes, el enviar una imagen implicaba tomarla
con una cámara o móvil, llegar a casa, encender el ordenador, conectar la cámara, transferir las
imágenes, entrar en la red social y enviarla o colgarla. En todo este proceso daba tiempo a
reflexionar y echarse atrás, algo que no ocurre hoy en día. La imagen que envían en un momento
de euforia, quizás amparados por el grupo, puede costarles cara al día siguiente.

Finalizando: una herramienta muy útil y con muchas posibilidades siempre que se haga un buen
uso de ella. Separemos las “debilidades” humanas de las herramientas de comunicación. Hay que
reconducir esas “debilidades”, no satanizar las herramientas.

Adolescentes cada vez más adictos al WhatsApp


http://www.latercera.com/noticia/adolescentes-cada-vez-mas-adictos-al-whatsapp/

Autor: Cecilia Yáñez

La forma de comunicación de los más jóvenes está cambiando, lo que antes se decía en forma
oral, hoy las nuevas generaciones lo prefieren escribir. Eso los hace cautivos del teléfono al punto
de generar una adicción que los aísla de la familia y evitar el contacto cercano con amigos. Un
estudio mostró que sólo el 1% invita a una fiesta en persona. El resto prefiere las redes sociales.

Adolescentes cada vez más adictos al WhatsApp

Un estudio realizado en EE.UU. a 400 adolescentes entre 13 y 15 años reveló que la mayoría de
ellos se comunica por mensajes escritos a través de sus teléfonos, lo que está creando
dependencia y disminución del rendimiento escolar.

Kelly Lister-Landman, autora del artículo y académica de Delaware Community College adaptó un
cuestionario que se aplica a ludópatas y lo presentó a estos adolescentes: “¿Cuál es tu relación con
el teléfono? ¿Te sientes ansioso cuando no está cerca? ¿Te sientes obligado a mirarlo siempre?”
eran algunas de las preguntas.
inRead invented by Teads

El análisis mostró que los jóvenes tienen mucho en común con los jugadores compulsivos, pierden
horas de sueño por este hábito y mienten respecto de las horas que lo ocupan.

En Chile, la situación no es tan distinta. Un estudio publicado en 2015 por Tren Digital de la
Pontificia Universidad Católica (PUC) a más de cinco mil estudiantes entre 7º básico y 4º medio,
también mostró que la forma favorita de comunicarse es mediante mensajería como WhatsApp,
Line o Facebook, más que el contacto en persona. El 57% dijo que para contar algo a un amigo
usaba WhatsApp y sólo 12% lo hacía en persona. Para invitar a una reunión o fiesta, el 50% dijo
que lo haría por WhatsApp y 46% por redes sociales. Sólo el 1% lo haría personalmente.

Cuando se preguntó por el tiempo que dedican a enviar mensajes, el 37% dijo que más de 150
minutos y el 8% entre 100 y 150 minutos al día.

Daniel Halpern, académico de la Facultad de Comunicaciones de la PUC y uno de los autores del
estudio, explica que los jóvenes están acostumbrados hacer “multitasking”. Comunicarse con
textos les permite ser menos invasivos porque el receptor puede contestar en cualquier momento.
En todos los estudios que han realizado se ve que los jóvenes se sienten más cómodos cuando
escriben, se atreven a decir más cosas y toleran mejor la frustración cuando se produce un
conflicto, pero negocian menos que si tuvieran que hacerlo cara a cara.

La comunicación grupal que permite la tecnología, es otro factor que ayuda a su preferencia. “Hoy
se puede coordinar y facilitar la comunicación grupal sin necesidad de coincidir en el mismo
espacio y tiempo de los demás, se puede tener una conversación social no interpersonal”, destaca
Halpern.

Con estas cifras la dependencia acecha. Otro estudio realizado por Tren Digital y Microsoft mostró
que el 82,6% de los jóvenes no puede controlar el uso de las redes sociales y que el 79,6% retrasa
sus actividades diarias por pasar tiempo en plataformas online.

Solange Anuch, psicóloga de Clínica Alemana, señala que hay personas que son más proclives a los
trastornos de dependencia y en ellos la adicción al teléfono es una posibilidad común. En el caso
de los adolescentes, para ellos es más difícil autorregularse y son particularmente sensibles a los
estímulos cotidianos que causen su interés y el uso de comunicación por texto reúne estas
características. “El adolescente está en una etapa de pertenencia al grupo. El liderazgo se hace a
través de la tecnología. Ocurre además un fenómeno cultural, cuando el tiempo es escaso para
compartir con otros, se refuerzan los vínculos a través de la tecnología, te mantienes en contacto
con los que necesitas y en ese sentido, es útil tener esta alternativa”, dice Anuch.

¿Cuándo se vuelve adicción? Cuando se desarrolla el síndrome de abstinencia, es decir, si no se


tiene el teléfono o la aplicación, cuando siente el sonido o la vibración de un mensaje pero no ha
llegado nada, si hay una necesidad constante de revisar el teléfono y responder inmediatamente,
cuando no se conecta con el medio y se aisla para mantener la comunicación solo a través del
celular, explica la psicóloga.

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