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LA ADICCIÓN AL WHATSAPP.

Un tilde, dos tildes… ahora están azules. ¿Por qué no me responde si ya ha leído el

mensaje? Esta aplicación puede llegar a ser más que un medio de comunicación. La

adicción al WhatsApp es más frecuente de lo que crees y quizás la estás padeciendo

sin darte cuenta.

Caso N° 1: “Apenas me levanto reviso a mis contactos que están on-line… ¿Cómo

que mi novio está disponible si se supone que en la empresa no puede usar el

móvil? Entonces, si está conectado, ¿Por qué no ha respondido a mi último

mensaje que ya está marcado con las dos tildes azules? Lo tengo que llamar… o

mejor, le vuelvo a escribir. De nuevo las dos tildes… ¿me está evitando?”

Caso N° 2: “Desde que la chica que me gusta y yo estamos hablando a través de

WhatsApp no permito que el móvil esté siquiera en 30% de nivel de batería. Corro

a cargarlo por si se apaga y justo me deja un mensaje. Lo peor de todo es cuando

me aparece el cartel en verde que dice “escribiendo…” pero después desaparece y

no hay mensaje. ¡Lo ha borrado! ¡No quiere responderme!”.

Caso N° 3: “El profesor ya me ha regañado dos veces porque estoy con el móvil en

clase, aunque lo haya puesto en vibrador. Pero mientras está explicando el

Teorema de Pitágoras, siento cómo vuelve a vibrar el teléfono dentro del bolso.

¡Tengo que responder! ¡Es de vida o muerte! ¡No puedo hacer esperar a mis

amigos que están organizando la salida de este fin de semana (claro, porque ellos

tienen un profesor que nos les dice nada si usan el WhatsApp en la clase)!”.

Si te suenen familiares algunos de estos casos “al azar”, quizás estés padeciendo de

una adicción a esta aplicación, la más usada en los últimos tiempos en todo el

mundo. Tal vez estés usando WhatsApp de manera algo “obsesiva”.

Aunque para ti no suponga un problema estar mirando el móvil todo el rato, puede

que sí lo suponga para las personas que te rodean. Personas que necesitan la
atención y la dedicación que le dedicas a tus contactos a través de la aplicación y a

las que les privas de ellas.

Para que una persona sea considerara adicta al WhatsApp, el uso de la aplicación

debe tener una influencia negativa significativa en su vida. La persona adicta no

duda en sacrificar otras actividades que le gustaría realizar o alguna de sus

obligaciones por estar pendiente de sus contactos y de las conversaciones que

mantiene con ellos. Además, esta disrrupción es incontrolable y se ha

mantenido durante un tiempo.

Si estar contestando un mensaje de WhatsApp te hace parecer un zombie caminante

por la calle y puedes correr el riesgo de sufrir un accidente, si no te concentras en tu

trabajo o estudio, si la aplicación es tu compañera imprescindible para la hora de la

cena en lugar de entablar una conversación con tu familia o si estás más pendiente

de los mensajes que de tu propia vida… entonces probablemente tienes un

problema.

Otros “síntomas” de la adicción al WhatsApp son: no dejar de mirar el móvil

cada cinco minutos, creer haber escuchado el sonido que produce nuestro teléfono

cuando revinimos un mensaje, que este sea una extensión de la mano y no lo

quieras dejar ni para ducharte o respondes los mensajes en el instante que llegan,

sin dejar pasar siquiera un minuto.

Pero atención, que si bien puede pensarse que el WhatsApp es una moda o una

tendencia pasajera, son muchas las personas que deben tratarse por su adicción a la

herramienta de las dos tildes azules. Puede causar ataques de nervios, de ansiedad,

de celos, problemas de pareja, de concentración, en el estudio, accidentes en la

calle, desinterés por la vida real, falta de comunicación real con las personas

alrededor, etc.

¿Cómo reducir el uso del WhatsApp?


Si te han dicho en más de una oportunidad que estás un poco obsesionado con esa

aplicación o después de leer lo anterior te das cuenta de que te sientes identificado

con los casos generales o los síntomas, puedes prestar atención a las siguientes

ideas para reducir el uso y la adicción al WhatsApp:

1 – Desactiva las notificaciones: el sonido es una distracción cuando tienes que

enfocarte en otra cosa. Si tu móvil tiene luz de aviso, quítala también. Puedes

planificar un rato al día para comprobar y contestar tus mensajes, pero no puede ser

la tarea que siempre tenga la máxima prioridad y que te obligue a interrumpir o te

impida realizar otras actividades.

2 – Deja el teléfono lejos de tu vista: no lo dejes encima del escritorio o pupitre,

guárdalo en el bolso o mochila, en lo posible en un sitio donde tengas que

levantarte para acceder a él.

3 – Apaga el móvil por la noche: esto además repercutirá positivamente en tu

descanso, ya que las ondas electromagnéticas que recibe de las antenas de la ciudad

no afectarán tu cerebro. También puedes desactivar el WiFi o el plan de datos que

tienes contratado.

Si todo esto no funciona, analiza seriamente eliminar la aplicación, aunque esto

signifique quedar “aislado” del mundo. Piensa que todos hemos podido vivir un

montón de tiempo si aplicaciones de mensajería instantánea, incluso sin mensajes

cortos, incluso sin teléfonos móviles.

En el Centro Azcona te podemos ayudar.

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