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República aristocrática

La “Bella Época” peruana, ¿se logró aprovechar?

Durante los años 1899 y 1919, el Perú vivió una época dominada por las clases altas
con pensamiento señorial, caracterizada por una democracia limitada, el nepotismo
descarado, el cual generó un poder monopolizado, segregando a las clases populares,
hechos que generaron violencia y un levantamiento de la clase obrera. En este ensayo
nos enfocaremos en la situación política, económica y sociocultural del periodo
denominado como República Aristocrática.
La republica aristocrática consistió en el gobierno de los oligarcas, quienes eran
miembros del Partido Civil (primer partido del Perú), aunque hubo algunas
interrupciones de las que se hará mención más adelante. En el Perú, la oligarquía era
la minoría, compuesta solamente por 40 familias.
El término ‘República Aristocrática’ fue acuñado por el historiador Jorge Basadre. “El
nombre es algo equívoco, puesto que quienes dominaron la política y la economía en
esa etapa, estaban muy lejos de ser aristócratas con reminiscencias tradicionales. Se
trataba de un grupo reducido y relativamente cerrado que justifica el nombre de
“oligarquía”, pero defendían ideas liberales, el positivismo científico y la modernización
del país. El civilismo encarnaba el proyecto de hacer del Perú un país europeo, lo que
significaba una nación ordenada, próspera y culta según los cánones occidentales”.
(Carlos Contreras Carranza y Marcos Cueto, 2013, pág. 197).
El reto que había aceptado el Partido Civil era enorme, debían de gobernar en un país
que hace poco había sido el perdedor de una guerra, con falta de unificación, de
infraestructuras, de organizaciones, el desánimo de los ciudadanos, etc., problemas en
todos los ámbitos.
De esta etapa surgirían grandes figuras para nuestra historia. “Élites provincianas con
educación, militares de origen mesocrático, así como profesionales e intelectuales
emergidos de familias distintas a la oligarquía que llegaron a la universidad, a la
prensa y al parlamento nacional, trayendo consigo críticas a la poca apertura política
de la oligarquía y proclamando la necesidad de un nuevo programa económico. Este
debía reivindicar los intereses nacionales, poniendo límites a la rapacidad de las
empresas extranjeras y volver más equitativas las relaciones entre el capital y el
trabajo. Estas ideas se dieron la mano con nuevos planteamientos artísticos y
culturales como el indigenismo, que revaloraron la cultura quechua y el papel de los
indígenas en la historia peruana.” (Carlos Contreras Carranza y Marcos Cueto, 2013,
pág. 24).
La literatura peruana no era ajena a la situación del país, siempre ha sido un reflejo de
la situación social, una forma indirecta e intelectual de crítica. Durante este periodo se
desarrolló la corriente del realismo siendo uno de sus mayores representantes Manuel
Gonzales Prada, un hombre adinerado con ideas anarquistas provenientes de su
estancia en España, que sería una figura influyente durante la república aristocrática
ya que apoyó a los obreros en su lucha por sus derechos laborales.
Hubo un total de 7 presidentes. Muchos consideran a Nicolás de Piérola como parte
de la república aristocrática, pero eso sería históricamente incorrecto porque Piérola
era del Partido Demócrata. Las dos interrupciones mencionadas inicialmente fueron
los gobiernos de Guillermo Billinghurst y Óscar R. Benavides, el primero por tener un
presidente populista y el segundo por tener uno militar proveniente del golpe de
estado.
En el aspecto político, se puede hablar de una estabilidad política comparada con la
de todos los gobiernos previos. Durante aproximadamente 20 años, entre los años
1876 y 1912, el Partido civil (Partido político fundado por Manuel Pardo y Lavalle)
gobernó el Perú, usando el “respeto de la ley, la búsqueda del orden, la paz y el
progreso económico” como principal bandera, obteniendo como aliados a grandes
comerciantes, financistas de la costa y muchos profesionales e intelectuales,
encandilando así a la plutocracia del Perú, entre ellos a Manuel Candamo, quien
posteriormente se volvería presidente democráticamente, todos ellos motivados por
obtener una gran tajada de ese gran pastel llamado “progreso económico”,
desarrollando un hegemonismo político para conseguirlo.
Durante la época se cumplió con la promesa del crecimiento económico, se
impulsaron las exportaciones incrementándose en más de 1000 % considerando las
exportaciones desde el año 1899 hasta el año 1920, siendo una de las características
principales de estas exportaciones, su diversificación, las cuales se componían de
minerales, azúcar (dominado por los barones del azúcar en toda la costa norte del
Perú), caucho, petróleo, algodón y lana (proveniente del sur del país). Esta mejora
económica se debió principalmente a la expansión de las líneas férreas hasta Cerro de
Pasco, Huancayo y Cuzco, facilitando el transporte de los minerales y las lanas de
esas regiones, además de la apertura del Canal de Panamá en 1914 y la Primera
Guerra Mundial (1914-1918) que creó una coyuntura favorable para las exportaciones
peruanas en los mercados internacionales.

El aspecto social tuvo tanto sus pros y contras. Fue un periodo de una relativa paz
social, con un incremento de oportunidades de trabajo que generó aumento de las
migraciones, y una mayor integración de la nación, sin embargo, fue esta última la que
remarco las desigualdades entre los peruanos. “La brecha entre la élite empresarial de
la capital, las ciudades de la costa y los campesinos autárquicos que vivían en las
punas altoandinas no sólo se reducían a niveles de bienestar material, sino que
involucraba las diferencias en el ejercicio de derechos políticos y sociales
elementales.” (Carlos Contreras Carranza y Marcos Cueto, 2013, página 24). Mientras
los oligárquicos se hacían de riquezas, la situación del Perú profundo era lo opuesto,
los indígenas vivían en una situación de miseria debido a la explotación laboral por
parte de los gamonales de la sierra y empresarios caucheros en la selva, la injusticia
social, las más de 12 horas de trabajo y demás, de lo cual los oligarcas eran
conscientes, pero hacer algo al respecto representaba para ellos una disminución en
sus ganancias.
Toda la injusticia de la época generaría protestas por parte de grupos
anarcosindicalistas conformados por obreros, panaderos y trabajadores textiles, dichas
protestas iniciaron en 1904 con la asociación denominada “La estrella del Perú”
(fundada en 1887), “durante la lucha, la policía tenía la orden de actuar con violencia,
apresando a la mayoría de los dirigentes y deportando a varios de ellos, denotando
una violencia desorganizada y sin dirección” (Denis Sulmont – El movimiento obrero
peruano (1890 – 1980, página 24) . Posterior a ello, no sería hasta el año 1913 que
vieron un rayo de luz para su lucha debido a que el presidente Billinghurst decretó la
jornada laboral de 8 horas, y beneficios contra accidentes de trabajo para los
trabajadores del callao, pero no sería hasta el 15 de enero de 1919, presionado por las
huelgas, las mismas que fueron apoyadas por personajes como Manuel Gonzales
Prada o un joven Victor Raúl Haya de la Torre, que el presidente José Pardo en su
segundo gobierno, decretó la jornada laboral de 8 horas, dando fin a esta extensa
lucha.
Podemos concluir que todos estos hechos, fueron generados principalmente por un
pequeño grupo social, amparado en la ley electoral de 1895, que dividía al país y que
sólo permitía que un 4% de la población pueda votar, se mantuviera en el poder,
aprovechándose de forma económica y social de todo un país, impidiendo el desarrollo
exponencial de nuestra nación considerando todos los beneficios económicos que se
generaron durante esos años.
Es importante recordar estos acontecimientos puesto que un pueblo que no conoce su
pasado, está condenado a repetirlo. La república aristocrática tuvo todo para hacer del
Perú, un país próspero, los oligarcas aparte de capital, tenían el poder absoluto en
todos los poderes del estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial).
Se critica la mala gestión, que aun teniendo todo a su favor nunca hicieron un proyecto
de desarrollo que incluyera al todo el país, no quisieron el éxito de los demás peruanos
porque ello hubiera significado pérdida para ellos, además de las ideas racistas y de
superioridad de la época. A pesar de tener todo en su contra, los peruanos
trabajadores se levantaron y lucharon hasta el final por el cumplimiento de sus
derechos, logrando su cometido. Tomemos esto como una lección de vida, como la
historia nos permite aprender del pasado para que de esa forma no cometamos los
mismos errores y avancemos como país y agradezcamos a todos esos hombres y
mujeres que lucharon por sus derechos laborales, porque es gracias a ellos que ahora
las 8 horas laborales se dan en todo el Perú.

Referencias bibliográficas:

- Historia del Perú contemporáneo - Autores: Carlos Contreras y Marcos Cueto


- Nación y sociedad en la historia del Perú – Autor: Peter F. Klarén
- El movimiento obrero peruano (1890 – 1980) – Autor: Denis Sulmont

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