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Sociología

Tema 1. Métodos y técnicas de la Sociología.


Todas las ciencias, incluyen teorías e hipótesis acerca de cómo se comporta la
realidad. Aunque esto no deja de ser una simplificación, podría decirse que las hipótesis
de las ciencias naturales relacionan fenómenos. Si llevamos esto al terreno tan de
actualidad de la pandemia del COVID19, podríamos decir que también hay teorías e
hipótesis: el virus se transmite por el contacto, se transmite por el aire. Y estas hipótesis
relacionan fenómenos: una persona contrae el virus, y ha estado en cercanía de otra
persona con virus, aunque no se hayan tocado. Claro que éste ejemplo nos pone de
manifiesto que las fronteras entre lo que son “Ciencias Naturales” y las “Ciencias
Sociales” no son siempre tan claras como nos gustaría.
Podría decirse que mientras que las hipótesis de las ciencias naturales relacionan
fenómenos las de las ciencias sociales relacionan conceptos. El “concepto” es una cosa
que nos regalaron los griegos hace unos cuantos miles de años. Un ejemplo de una
hipótesis propia de las Ciencias Sociales podría ser: “En España hay tanto paro por las
rigideces del mercado de trabajo”. Como se puede ver, se ha puesto como ejemplo una
afirmación especialmente controvertida, y sobre la que generalmente partidos de
izquierda y de derechas, periodistas y el público en general no acaba de ponerse de
acuerdo. Lo que sirve a mucha gente para decir que “las Ciencias Sociales no son
verdadera Ciencia, no son más que ideología disfrazada de Ciencia”. En realidad, como
iremos viendo, algunas de las disputas denominadas a menudo “ideológicas” son en
realidad disputas acerca de los conceptos, y si dos personas tienen una mentalidad
abierta pueden llegar a un punto de acuerdo, las discusiones, a menudo, tienen que ver
con que no se utilizan los mismos conceptos para hablar, es lo que habitualmente se
denomina un “diálogo de besugos”.
En la Metodología de las Ciencias, uno de los criterios para dar por válida una
investigación es lo que se llama validez de constructo. Lo que queremos captar y
comprender son conceptos abstractos. Pues los conceptos se desglosan en dimensiones,
y éstos a su vez en indicadores, que son, por así decirlo, aquellas cosas que podemos
“tocar” (medir). Si una investigación estará bien diseñada, los indicadores responden
adecuadamente a las dimensiones y éstos a los conceptos, por lo que, efectivamente, las
investigaciones permiten contrastar hipótesis. Pero no siempre sucede así. Lo que
queremos poner de manifiesto es que a menudo los indicadores no buenos indicadores
de aquello que se pretende estudiar. “Los datos nunca hablan”, siempre hay que
interpretarlos. Pero eso no quiere decir que no sirvan para nada, o que sean “relativos”.
Lo que es “relativo”, no son los datos, sino la interpretación de los datos.
Profundizando un poquito más en la epistemología de las Ciencias Sociales, es
importante hacer la distinción entre validez y fiabilidad. Pues bien, cuando la gente dice
“las estadísticas se manipulan y no sirven para nada” a menudo no se tiene esto en
cuesta. En realidad, sabemos que ninguna medida es una “fotografía exacta” de la
realidad. Pero, a pesar de las “inexactitudes”, las estadísticas ayudan a descubrir
tendencias. En realidad, yo diría que se podría asimilar, a quienes dicen “las estadísticas
no sirven para nada” en el campo de las Ciencias Sociales con los anti vacunas en el
campo de las Ciencias Naturales.
Los ejemplos que acabamos de poner nos ayudan a introducir un elemento que
diferencia a las Ciencias Sociales y las Ciencias Naturales. Imaginen por un momento que
yo les dijera, por ejemplo, que, de acuerdo a los últimos avances en Geografía Natural, el
clima de Canarias no se considera “subtropical” sino “mediterráneo seco”, o que les digo
que se ha demostrado (y perdón por poner un ejemplo absurdo) que se ha descubierto
que un ave que se pensaba que no vivía en climas cálidos también habita en climas
templados. Ustedes me dirán “pues vale”. Ahora imagínense que les digo “los últimos
avances en Ciencias Sociales han demostrado que la idea de que la formación puede
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considerarse una inversión es falsa”. En ese caso podrían darse tres posibilidades. Habrá
quien me diría: me da igual, no estoy estudiando esto porque piense que vaya a ganar
más dinero con ello, sino porque me interesa. Claro que eso es más habitual en carreras
como Historia, Bellas Artes o incluso Sociología, si quieren, que no en los grados del área
de Economía y Finanzas (aunque yo, personalmente, creo que es apasionante estudiar
Economía y Finanzas para comprender cómo funciona el mundo, aunque no vayan a
obtener un beneficio económico con ello). Otra posibilidad es que cojan ustedes la puerta
y se vayan: quizá ya tienen un Ciclo Superior de FP, y ahora que han entendido que un
Grado Universitario no va a incrementar sus posibilidades de encontrar trabajo, o de
ganar más dinero, deciden abandonar la carrera, o no estar de acuerdo y discutirlo.

El interés del ejemplo no es más que subrayar un hecho: si un científico natural les
dice “las cosas son así”, el público en general dice “pues si lo dice el biólogo, o el médico,
o el físico, será así”. Sin embargo, cuando es un científico social quien hace una
afirmación se tiende a decir “ah, pues eso será su opinión, pero yo no lo veo así”.ç

La disputa del método en las Ciencias Sociales.


La diferencia entre Sociología y Economía es más una cuestión de matices del gris
que no de blancos y negros. Hasta mitad del siglo XX la diferenciación no existía la
diferenciación tal y como ahora la conocemos. Los padres fundadores de la Sociología
(Max Weber, Émile Durkheim y Karl Marx), así como otros clásicos se movían
indistintamente entre lo que hoy se tiende a llamar economía y sociología. Se cuenta que,
en la institucionalización de la sociología norteamericana Talcott Parsons, sin duda uno de
los sociólogos más influyentes del siglo XX, mientras estaba en la universidad de Harvard
hizo un pacto con los economistas para repartirse poder y áreas de influencia: “you take
value, we take values”, lo que vendría a asumir que los economistas se deberían de
centrar en estudiar el valor y los sociólogos en estudiar “los valores”. Pero lo cierto es que
la una no puede entenderse sin la otra, como iremos viendo a lo largo del curso. De
momento, y para ir terminando con esta primera introducción sobre el “método” y pasar a
los “métodos” de la Ciencia, es cierto que las diferencias, y no sólo entre Sociología y
Economía, sino también con otras disciplinas cercanas como la Antropología Social,
históricamente, han tenido que ver más las técnicas y las “manías” de cada grupo social.
Así, mientras que la encuesta como técnica de investigación ha sido usada por todos los
científicos sociales (economistas, ingenieros, psicólogos y demás) hay otras técnicas,
como las entrevistas y/o los grupos de discusión, la observación y la etnografía, que son
comunes en Sociología y Antropología y que normalmente hacen que los economistas
arruguen la nariz (al final de curso podremos, con un poco de suerte, ver ejemplos de
etnografías de bancos de inversión en Wall Street, dentro de lo que se denomina
“Sociología de las Finanzas”. Aunque lo cierto es que la Economía y la Sociología a
menudo comparten instrumentos, como, por ejemplo, en nuestro contexto, la EPA
(Encuesta de Población Activa). Quizá, como irán viendo a lo largo de sus estudios, las
diferencias tienden que ver con matices, como que, por ejemplo, los economistas tienden
a dar los datos de la EPA como “hechos”, y a partir de ellos realizan complejos modelos
matemáticos (las ecuaciones estructurales, por ejemplo, es algo que está ahora mismo
bastante de moda), sin reflexionar acerca de cómo y por qué se han obtenido los datos,
mientras que los sociólogos tienden a reflexionar más sobre estas cuestiones. Aviso a
navegantes: no porque les presenten un estudio lleno de ecuaciones y fórmulas griegas
es más “científico” que otro en que se usan técnicas cuantitativas (más en el próximo
capítulo).

Ciencias Sociales y Big Data

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Al hablar de “Ciencias Sociales” al inicio de la tercera década del siglo XXI es
necesario hablar de uno de los grandes temas de moda el “Big Data”. Para hablar de
ciencia hace falta conjuntar dos elementos, “teoría” y “contrastación empírica”, una de las
promesas de los “científicos de datos” es que “con suficientes datos no hace falta teoría”.
El Big Data es un intento por parte de determinados grupos sociales de ampliar sus
ámbitos laborales. Ahora hay quien dice que toda organización moderna debería contar
con un “científico de datos” (Data Scientist) y que entre el Big Data y la Data Science
encontrarán la solución a todos los problemas de la humanidad, y conlleva a menudo una
actitud de precaución epistemológica.
La enorme cantidad de datos que existe actualmente permite hacer un tratamiento
estadístico de los mismos. Que exista correlación entre dos variables no implica que
exista relación causa- efecto entre ellas (la correlación es un término estadístico). Si
definimos dos variables estadísticas que sean “número de nacimientos nacidos” y
“número de cigüeñas que anidan” quizá podríamos encontrar una correlación
estadísticamente significativa. Y los matemáticos y estadísticos nos podrían hablar con
fórmulas griegas (“test de Chi Cuadrado, y cosas por el estilo) para ver si la diferencia
entre los valores de una variable y los de la otra es significativa o no, y habrá quien llegue
a firmar que hay correlación (estadística) entre el número de niños nacidos y el de
cigüeñas que anidan ¿Quiere eso decir que a los niños los traigan las cigüeñas? Por
supuesto que no. Con la enorme cantidad de datos que existen en la actualidad es posible
cruzar miles de variables y encontrar correlaciones entre ellas.
En definitiva, parte de la “promesa” del Big Data es que haya incluso quien ha
llegado a hacer afirmaciones del tipo “cuando hay tantos datos no es necesario tener
teorías”. Y claro que hace falta, por supuesto, quienes afirman esto carecen de formación
en metodología científica y piensa que tan sólo porque haya muchos números algo es
científico, cuando lo cierto es que no lo es si no hay teoría.
Para terminar con esta consideración somera sobre la relevancia del Big Data para
las Ciencias Sociales, hay que tener en cuenta que, dentro del ámbito amplio de las
Ciencias Sociales, parece que muchas de las tareas que anteriormente hacían
profesionales de la Sociología, el márketing y otras disciplinas afines, se pretende asignar
ahora a matemáticos, informáticos y data scientist. Durante muchos años, empresas y
organizaciones gastaban mucho dinero en profesionales del márketing, los estudios de
mercado y otras profesiones relacionadas en un sentido amplio con la Sociología para
que les ofrecieran datos del tipo “¿qué tipo de producto piden ahora los consumidores?”
Parte de la promesa de las disciplinas asociadas al Big Data tiene que ver con la idea de
que, actualmente, la gente produce de forma voluntaria tantos datos que ese tipo de
trabajos ya no es necesario. Se plantea, por ejemplo, que no haría falta preguntar a la
gente si les gusta o no un determinado producto, basta ver en las redes sociales si lo
comparten. Se ha llegado a plantear que una de las tareas que tradicionalmente se
asociaban a los sociólogos, la realización de sondeos de opinión y encuestas electorales
puede realizarse de forma mejor y más eficiente a través del análisis de las redes
sociales, los twitter que la gente publica y otras cuestiones similares. Una de las
supuestas ventajas de este tipo de técnicas es que se consideran “técnicas no reactivas”.
Es decir, cuando yo hago una encuesta o una entrevista, puede que el mero hecho de
hacer la pregunta condicione la respuesta. Por ello, al principio las técnicas de Big Data
se presentaron como la panacea: la gente se expresaba libremente sin la presión de un
investigador. Pero el desarrollo de este tipo de técnicas ha contrastado un hecho: lo que
“la gente” se anima a publicar en Internet no se puede considerar una muestra
representativa de lo que “la gente” piensa sobre un tema. Quienes están muy a favor de
un tema se expresarán vehemente en Internet, mientras que quienes son más indiferentes
posiblemente no lo hagan. Esto contribuye a la polarización que ha generado Internet.

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Investigación en Ciencias, Ciencias Sociales y Sociología.
Hasta aquí han ido saliendo distintos tipos de métodos y técnicas de investigación
sociológica, como la encuesta, que pese a que durante un tiempo se tendió a considerar
la “técnica” por excelencia de la Sociología es una técnica usada también profusamente
por otras disciplinas, como la Economía o la psicología, y hay una fuerte tendencia a que
ésta sean cada vez más de carácter virtual (sobre esto volveremos posteriormente). Otras
técnicas utilizadas habitualmente por la Sociología son las entrevistas en profundidad, los
grupos de discusión, las historias de vida, las etnografías y la observación, participante o
no, que son también más o menos compartidas con otras disciplinas.
Las técnicas de investigación en Ciencias Sociales suelen clasificarse en
cuantitativas (encuestas) y cualitativas (entrevistas, grupos de discusión), y esta
terminología es un tanto distinta de la que se suele usar en otras disciplinas más
matematizadas, en las que la diferenciación entre técnicas cualitativas y cuantitativas se
hace más bien en función del tratamiento estadístico que permite cada tipo de variable. Es
también habitual en Sociología clasificar a las técnicas como “distributivas, estructurales y
dialécticas”. En su gran mayoría, las personas que cursan estudios del área económico-
empresarial no van a realizar estudios de investigación social, pero sí que van a ser
usuarios de la información creada por ese tipo de estudios. Por ello, el objetivo de una
somera introducción a la materia sería el de advertir de los efectos secundarios de un mal
uso de la investigación. Y quizá eso se entiende mejor a partir del paradigma que dominan
las universidades en el siglo XXI, el modelo de revistas de impacto propio de las Ciencias
Naturales.
En principio, nos fiamos del sistema, y entendemos que si una revista científica con
cierto prestigio publica un artículo, nos fiamos de ello ya que proviene de una revista
conocida que la consideramos una revista de impacto.
Pues bien, a pesar de que muchos cuestionemos (yo mismo) que este modelo se
pueda replicar adecuadamente en las Ciencias Sociales es lo que ha acabo sucediendo.
Pues, siguiendo un mecanismo similar al anterior, quizá nos encontremos que un equipo
de investigadores de Yale ha publicado en la Harvard Business Review una fórmula (o
logaritmo) que, introduciendo X variables se puede estimar si quien solicita una hipoteca
terminará pagándola o no. Los seres humanos, biológicamente, somos igual aquí que en
Pekín, y lo que cura a los chinos nos curará también a nosotros. Sin embargo,
culturalmente no somos iguales, y no sólo porque los japoneses se hagan una reverencia
en vez de chocar las manos, lo que evidentemente ayuda a no propagar virus. Sino que,
volviendo al ejemplo que acabamos de poner, quizá la religión en que se ha criado una
persona, o la universidad a la que ha asistido ayude a estimar su probabilidad de impago
en Estados Unidos, pero puede que eso no sirva en España. Ese es el mecanismo que
actualmente ha acabo predominando, así que el interés de tener formación en técnicas de
investigación en Ciencias Sociales es prevenirnos sobre los efectos secundarios de
consumir “información defectuosa”.
Así que lo único que haré a continuación será dar algunos consejos, que tienen
que ver fundamentalmente con la conceptualización y con el muestreo, entendidos en
sentido amplio, para valorar en qué medida considerar fiables o no a los resultados de la
investigación. En primer lugar, y antes de entrar en cuestiones propiamente de las
técnicas, una última aclaración acerca de cómo funcionan las revistas
científicas, de los ránkings y de la manera en que todo esto ha llegado a condicionar la
comunicación científica (y la propia ciencia) en la actualidad.

Ránkings, revistas y comunicación científica.


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Si las universidades fueran equipos de fútbol sería relativamente fácil clasificarlas :
aquella con más partidos ganados sería la primera del ránking. Quizá como jóvenes que
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están entrando en la universidad tiendan a pensar que aquellas universidades que
preparan mejor a sus titulados para encontrar empleo, mejores empleos, son las mejores
universidades. Así, por ejemplo, si un 30% de los titulados en Contabilidad y Finanzas de
la ULL, tres años después de haber terminado sus estudios siguen en el paro, mientras
que, entre los titulados de la Universidad Carlos III de Madrid sólo un 10% de los titulados
están en paro una vez terminados sus estudios en Contabilidad y Finanzas tenderíamos a
pensar que “la Carlos III lo hace mejor que la ULL”. En realidad, la cosa no es tan fácil.
Por un lado, podría pasar que los titulados de la Carlos III encuentren empleo más
fácilmente que los de la ULL sencillamente porque en Madrid hay más trabajo en banca
(buena parte de los bancos españoles tienen sus oficinas centrales allí), y además tiene
menor nivel de desempleo. También podría pasar, cuando comparamos universidades
públicas y privadas, que el alumnado de las primeras tenga una red de contactos
familiares que les facilite el acceso al empleo que no tiene el segundo.
Pues, para empezar, conocer un poco cómo funciona el sistema nos ayuda a poner
las cosas en perspectiva. Pero la validez de las afirmaciones que pretenden tener validez
científica depende del método por el que se ha llegado a una conclusión o
descubrimiento, no del prestigio u otras cuestiones sociales asociadas a la persona o
institución que realiza la afirmación. El mecanismo mental que utilizamos sería el mismo
que cuando vamos al médico: "yo no sé de medicina, y no sé si tal pastilla o tal otra es
buena para lo que yo tengo, pero si me creo que el médico sabe, tenderé a creer en su
receta, sin necesidad de conocer en detalle el método por el cual el método ha llegado a
su diagnóstico”. En definitiva, de forma muy somera, y teniendo en cuenta que ustedes,
más que hacer investigación, van a ser usuarios de investigación remarcaré dos
cuestiones clave a la hora de considerar la validez de la investigación, o, dicho en plata,
hasta qué punto le hacen caso a los resultados de un estudio. Lo primero es la relación
entre universo y muestra, y lo segundo la validez de constructo o teórica.
En cualquier tipo de investigación en Ciencias Sociales que se encuentren, ya sea
mediante encuesta, grupos de discusión, estudio de casos, análisis estadístico u otro tipo
de técnicas se encontraran “algo así como el “universo”. Se podría decir que el “universo”
es el conjunto de personas, empresas o lo que quiera que sea analizamos sobre el que
queremos analizar y llegar a conclusiones. El otro concepto clave sería del de muestra,
que vendría ser aquella parte de ese conjunto más amplio que finalmente se analiza y de
la que se extraen conclusiones. Un ejemplo típico: “Una investigación realizada muestra
que las empresas españolas consideran clave la comercialización a través de Internet de
cara a su supervivencia”. Cuando entran a ver cómo se ha hecho la investigación
encuentran, por ejemplo “a través del DIRCE, Directorio Central de Empresas del INE
(Instituto Nacional de Estadística) se seleccionó una muestra de 850 empresas
representativas del tejido empresarial español. Se les envió un cuestionario a través de
correo electrónico, y respondieron 374. Del análisis de los cuestionarios se deduce que...”
Pero, vamos a ver, ¿a nadie se le ha ocurrido pensar que quizá las empresas que
consideran importante estar en Internet tienden más a contestar una encuesta sobre el
tema que aquellas que no? Por increíble que parezca, cosas de éstas se ven publicadas,
lo cual les obliga a no abdicar nunca de la capacidad de pensar, valoren si lo que les
están diciendo tiene alguna lógica.
En cuanto a la validez de constructo, tiene que ver con lo que vimos anteriormente
acerca de que las hipótesis de las Ciencias Sociales relacionan conceptos. Si los
conceptos no son buenos indicadores de lo que quieren medir, por más que luego se hga
una investigación con un aparataje estadístico complejísimo, no es más que una farsa.
Por otro lado, mi idea es que la idea de “excelencia” que tienen los gestores (publicar en
revistas de alto índice de impacto) no es la que tiene el público en general.

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Tema 2. Cultura, sociedad e individuo: Nos acordamos de Santa Bárbara
cuando truena.
“UNA DE LAS IDEAS QUE DEFINEN NUESTRA CULTURA ES LA DE QUE
PODEMOS SER CUALQUIER COSA QUE NOS PROPONGAMOS, QUE PARA SER
UNO DE LOS GANADORES EN ESTE MUNDO QUE NOS HA TOCADO VIVIR SÓLO
TENEMOS QUE PERMITIRNOS SOÑAR, PONER NUESTRA MENTE A ELLO Y
ESFORZARNOS LO BASTANTE. LA IDEA ES LA ERA DEL PERFECCIONISMO. ES LA
CAUSA DE QUE MILES DE MILLONES DE SERES HUMANOS SUFRAN UN
MALESTAR PERSONAL Y PSICOLÓGICO INCALCULABLE.PERO ES QUE ERES UNA
PERSONA LIMITADA, IMPERFECTA, Y NO HAY NADA QUE PUEDAS HACER AL
RESPECTO”
Sobre sociedad y la cultura, el individuo se suele acordar de la importancia de la
cultura para comprender la realidad socio- económica que le toca vivir cuando vienen
tiempos de tormenta.
La banca tiene que someterse a los criterios de regulación de capitales de la Unión
Europea . La economía y las finanzas no dejan de ser un modo en el que unas personas
se relacionan con otras a través del dinero. La economía y las finanzas se basan en la
naturaleza humana y en la naturaleza de los grupos humanos. Por ello, entender cuál es
la naturaleza humana, y cuál es la naturaleza de las relaciones humanas, es un primer
requisito para construir unos cimientos sólidos sobre los que construir nuestro estudio de
la contabilidad, la economía y las finanzas.

De la Biología a las Ciencias Sociales.


El ser humano es un animal social (lo que ya decía Aristóteles). Los últimos
descubrimientos de las neurociencias y de la antropología y psicología evolutivas, algunas
de las disciplinas confirman esta idea. Ciertos mitos culturales relacionados con el
individualismo y la competitividad, pretenden ahora hacernos creer que los seres
humanos nos podemos desarrollar como lobos solitarios. Y olvidan que también los lobos
viven en manada.
Desde un punto de vista biológico se ha señalado que el que la evolución ocasionara que
los homo sapiens tuviéramos un cerebro tan grande implicó que tuviéramos que tener un
parto prematuro. Los seres humanos nacemos indefensos y durante mucho tiempo somos
completamente dependientes de la sociedad que nos acoge. Muchos animales nacen y
en un tiempo relativamente corto son capaces de buscarse alimento por sí mismo,
mientras que los seres humano tardan más en independizarse. Los cachorros de seres
humanos sean durante tanto tiempo dependientes no sólo les afecta a ellos, sino a toda la
estructura social que es necesaria para que la especie sobreviva. Ahora nos parece que
para una madre es complicado conciliar la vida familiar y profesional sin apoyo social.
Durante la mayor parte de la historia de la humanidad los seres humanos vivimos como
cazadores y recolectores y la madre que tenía que amamantar a su hijo también tenía
problemas para “ir a trabajar” y el apoyo de la tribu para sacar adelante a la descendencia
era fundamental.
Para pasar de la biología a las Ciencias Sociales basta recordar que la cultura es,
según Wikipedia, “conjuntos de saberes, creencias y pautas de conducta de un grupo
social, incluidos los medios materiales que usan sus miembros para comunicarse entre sí
y resolver necesidades de todo tipo” , lo que, como pueden comprobar por ustedes
mismos, no es muy distinto de la definición de cultura que pueden encontrar en cualquier
manual de introducción a la sociología o antropología. Lo que interesa remarcar ahora
mismo es que el que los seremos humanos vivamos en sociedad y tengamos una cultura
podría decirse que es un “hecho natural”, que no es una construcción social ni cultural.
Los descubrimientos más recientes de la antropología y psicología evolutiva señalan que
cuestiones como la preocupación por el lugar que ocupamos en la estructura social, por el
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estatus o el prestigio tienen una base natural. Mientras que el resto de animales se
adaptan al entorno, los seres humanos, a través de la cultura, lo que hacemos es adaptar
el entorno a nosotros.
La cultura es el modo de vida de una sociedad, y en las sociedades de cazadores
recolectores sólo se podían desempeñar a tiempo completo dos profesiones. A medida
que las sociedades se fueron complejizando aparecieron nuevas “profesiones”. A la hora
de hablar de cultura se suele diferenciar entre “cultura material”, es decir, aquellos
artefactos que nos permiten interactuar con el medio (azadas, arados,etc) y “cultura
inmaterial”. También es importante diferenciar la cultura en el sentido que se les suele dar
en las concejalías, consejerías y ministerios de cultura, que se suelen encargar de las “las
manifestaciones más excelsas del espíritu humano” de la cultura en el sentido sociológico
que le estamos dando; y también, se suele diferencia a menudo entre “alta cultura” y
“cultura popular”.

De la cultura a la sociedad.
Desde un punto de vista sociológico toda cultura está compuesta de normas,
valores, lenguajes y símbolos. En la Wikipedia se define a la norma social como “conjunto
de reglas que deben seguir las personas de una comunidad para tener una mejor
convivencia, a las que se deben ajustar las conductas, tareas y actividades del ser
humano” . Sus padres les han inculcado a ustedes “normas sociales” de la misma forma
no muy distinta de aquella en la que un cazador- recolector se las transmitía a sus hijos.
Las normas pueden ser proscriptivas (prohíben lo que hay que hacer) o bien prescriptiva,
es decir, de la que establecen lo que hay que hacer.
Podría decirse que las normas de una cultura se derivan de los valores de la
misma, y que los valores son como una especie de “radiografía” que nos dice lo que para
una sociedad es importante. En la Wikipedia con valor (ética) se nos informa acerca de
que el valor ético tiene que ver con qué acción o vida es mejor realizar o vivir. Los valores
cambian en distintas sociedades y a lo largo del tiempo. Las normas nunca son cosas
“para siempre”, siempre son convenciones sociales acerca de cómo se han de cambiar
las cosas (vista sociológica).
Es conveniente tener presente que la cultura tiene que ver con lenguajes y
símbolos. Los símbolos, que son los elementos básicos del lenguaje, son “cosas que
significan algo”. Las cosas, para distintas culturas, significan cosas distintas.

De la sociedad al individuo.
El estudio de la cultura es enormemente importante para comprender las empresas
y organizaciones contemporáneas. Uno de los ámbitos de investigación más fértiles en los
últimos años es el de la “cultura organizativa”. Se habla, por ejemplo, de la cultura
corporativa de google. Hay una “cultura de sector” en la banca en que, spoiler alert, los
papeles se invertirán para chicos y chicas. Cuando hablemos de sociología de las
finanzas y la economía entraremos en más cuestiones relacionadas con la cultura
organizativa de la banca y las finanzas, entre otras cuestiones, de momento el interés en
estudiar el tema de “cultura, sociedad e individuo” tiene que ver más bien con comprender
cómo la cultura condiciona quienes somos.
El proceso de socialización, volviendo a recurrir a la Wikipedia , podríamos definirlo
como: “el proceso mediante el cual el ser humano aprende, en el transcurso de su vida,
los elementos socioculturales de su medio ambiente y los integra a la estructura de su
personalidad bajo la influencia de experiencias, sucesos y de agentes sociales”. Es
importante diferenciar entre socialización primaria y secundaria, que se diferencia entre
agentes explícitos e implícitos de socialización y que otro concepto importante es el de
resocialización. Es importante diferenciar entre los conceptos de personalidad e identidad
(identidad social).
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Tema 3. Socialización, familia y escuela. ¿Cómo hay que ser para trabajar en
banca privada?
El proceso de socialización podría definirse como el proceso mediante el que los
“cachorritos” de seres humanos van interiorizando la cultura de la sociedad en la que
viven. Vimos que la cultura, que podría definirse como “la forma de vida de una sociedad”
incluye elementos como normas, valores, lenguaje y símbolos, y que al interiorizar una
cultura aprendemos nos permite comunicarnos con otras personas que comparten esa
misma cultura. Comprender una cultura es comprender un lenguaje en un sentido un poco
más amplio. La definición que da la Wikipedia del proceso de socialización es “el proceso
mediante el cual el ser humano aprende, en el transcurso de su vida, los elementos
socioculturales de su medio ambiente y los integra a la estructura de su personalidad bajo
la influencia de experiencias, sucesos y de agentes sociales.
Dentro del campo de la psicología de la personalidad, se conoce como “factores de
la personalidad” a los factores de la inteligencia, tenacidad, etc. Puede ser que si los
estereotipos culturales en los que nos movemos sean otras nuestras percepciones
sean distintas.
Por el proceso de socialización hay agente con la misma personalidad que se
dedica a diferentes ámbitos. A partir de las normas que has creído entender de cómo
funcionaba el mundo, y de los valores que te han inculcado en tu familia, combinando eso
con la percepción que tienes de tu propio yo, te acabas decantando por unas opciones u
otras. Aunque el proceso de socialización nos condiciona enormemente no implica negar
aquella frase tan tópica del sentido común de que “cada uno es como es. Por ello, lo
primero que será necesario, siguiendo el recorrido habitual de pasar de lo “natural” a lo
social, es empezar diferenciando entre personalidad e identidad.

Psicología de la personalidad.
Según las teorías científicas más aceptadas en la actualidad (Psicología de la
personalidad) el concepto científico de “personalidad” si bien se parece a la idea que
popularmente suele tenerse del término no resulta del todo coincidente con ésta, pues a
menudo se mezclan los conceptos de temperamento y personalidad. De forma coloquial,
a menudo se puede decir de alguien “es que es una persona con mucho carácter” cuando
en realidad estamos hablando de que tiene un determinado tipo de personalidad.
Podríamos decir que la personalidad es la manera en que tiende a comportarse nuestro
sistema psíquico, y que tiene una base biológica.
La teoría dominante en la actualidad sobre la personalidad, corresponde al
acrónimo OCEAN, por sus iniciales en inglés, plantea que la personalidad de todos los
seres humanos puede comprenderse como una diversa combinación de cinco grandes
factores . Por simplificar explicaremos dos de estos rasgos, que a menudo se tienden a
pensar que son opuestos. La extraversión (también llamada a veces extroversión, o
sociabilidad) podría definirse como “elevada sensibilidad a los estímulos positivos”.
Las teorías actualmente aceptadas en psicología de la personalidad plantean que
todas las personas “puntuamos” en cada uno de los cinco grandes factores. Todos
tenemos los cinco rasgos, lo que pasa es que unos puntúan muy alto en una cosa y otros
puntúan muy bajo. A lo largo del ciclo de vida la personalidad sufre ciertos cambios, de
manera que las personas suelen alcanzar su “pico de extraversión ” en la adolescencia.
La estructura básica de nuestra personalidad es constante a lo largo del tiempo, y
depende de la genética.
Pensar en términos sociológicos quiere decir pensar en términos de a qué grupos
sociales pertenecemos, y cómo eso condiciona la vida que vivimos. Los conceptos de
“personalidad” (psicología) e identidad (sociología) no son contrapuestos sino
complementarios, a través del proceso de socialización vamos interiorizando no sólo la

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cultura de la sociedad en que nos criamos sino también nuestra propia identidad social, es
decir, el lugar que ocupamos en la misma.
Socialización y sociedad.
A lo largo del ciclo vital de las personas la intensidad y la importancia de la
socialización varían, y se distingue entre la socialización primaria, que se produce en la
infancia (cuatro- cinco años) y durante la adolescencia-juventud, es la más fuertemente
arraigada y la que más influye, pues en ella se interiorizan los elementos socioculturales
más importantes y significativos de la sociedad. Durante la socialización primaria se
tiende a conformar la identidad de base de las personas, que es más difícil cambiar
posteriormente. No es tanto que se “construya” nuestra personalidad, pues ésta tiene una
gran parte que es genética y hereditaria, pero sí que se construye la percepción que
construimos de nuestra propia personalidad.
El concepto de socialización secundaria se da entre adultos que ya se han
socializado de manera primaria, y que se socializan en nuevos ámbitos sociales
(submundos de valores y normas más específicas y concretas). El motivo principal por el
que suele darse tanta importancia a la socialización primaria es porque en función de la
cultura en que nazcamos interiorizamos unas normas y valores. Esto, generalmente,
viene determinado durante la socialización primaria. Y por eso es importante empezar a
hablar de agentes de socialización.

Agentes de socialización explícitos: familia y escuela.


Los agentes de socialización explícitos son la familia y escuela. Se consideran
explícitos porque entre sus objetivos manifiestos están justamente ésta de “lograr que las
nuevas generaciones aprendan cómo vivir en el mundo en que les toca vivir”.
Necesitamos interiorizar la cultura de la sociedad en que debemos vivir, para que
podamos hacer algo. Pues la familia y la escuela, que son los agentes de socialización
primaria explícitos que más intervienen en la socialización primaria.
Lo primero que tenemos que considerar a la hora de analizar el papel de la familia
como agente de socialización primaria es que si la cultura es “la forma de vida de una
sociedad”, que está compuesta de normas, valores, símbolos y utilizan lenguajes, y que
diferentes culturas pueden tener distintas normas, valores y símbolos, cabe decir que
distinta familias tienen distintas “culturas”.
La familia es el primer agente de socialización en casa es donde primero
aprendemos cómo debemos de comportarnos en sociedad. Generalmente tiende a
pensarse que la familia juega un papel clave en la transmisión de valores, pero esto ha
ido cambiando y podría considerarse un planteamiento un tanto conservador y que no
necesariamente es así. Los cambios sociales en los últimos dos siglos han tendido a
debilitar el papel de la familia como agente de socialización y a reforzar el de otros
agentes (fundamentalmente la escuela). También hay que remarcar el hecho de que la
propia familia ha cambiado. Es importante recordar respecto al papel de la familia como
agente de socialización que, en cualquier caso, no es éste la única función social que
cumple la familia. La familia no sólo transmite valores: también transmite patrimonios, y
posiciones sociales.
Respecto al segundo agente de socialización explícito, la escuela, su papel es
cambiante en función de los países y los distintos cambios que se han dado. Hasta hace
poco más de años la mayoría de la población no accedía a la escuela o pasaba poco
tiempo en ella, por lo que el papel de la misma como agente de socialización era menos
importante que en la actualidad.
La escuela cumple una función socializadora básica, pues si entendemos la cultura
como “herramientas” con las que nos desenvolvemos en el mundo en que nos ha tocado
vivir, es obvio que muchas de estas herramientas las adquirimos en la escuela.
Aprendemos o desarrollamos el lenguaje, y muchas de las normas, valores y símbolos los
9
incorporamos en la escuela, pero esto se hace de una manera informal y/o poco
estructurada.
El papel de la escuela como agente de socialización tiene que ver no sólo con los
contenidos “objetivos” que se aprenden en ella como con lo latente (lo que en Sociología
de la Educación se llama a veces “currículum oculto). Así, cuando el alumnado llega a la
universidad la cuestión que suele preocuparles más es si las personas que vienen de
unos centros u otros traen una mejor o peor formación, lo que les va a permitir tener éxito
en sus carreras universitarias y posteriormente en la vida.

Agentes de socialización implícitos: grupos de iguales, medios.


Los grupos de iguales (grupos de amigos), los medios de comunicación y otros
ámbitos como pueden ser asociaciones varias (un club deportivo, por ejemplo) se
consideran agentes de socialización implícitos, porque si bien sus objetivos manifiestos
podría ser divertir, entretener o incluso “socializar ” no lo son el contribuir al proceso de
socialización como aquí los hemos definido . Su objetivo declarado no es adaptar a los
individuos a la cultura en que han de vivir, transmitiendo normas, valores, símbolos y
signos, si bien es cierto que a menudo se tiende a pensar que determinados “ámbitos de
socialización”, contribuyen a transmitir valores y actitudes que son claves para la vida. Sin
embargo, aunque esto no sea su objetivo manifiesto, de manera implícita o latente, sí que
contribuyen al proceso de socialización.
No son pocos los estudios que sugieren que el resurgir de actitudes sexistas que
se creían superadas tiene que ver con que en la socialización en el ámbito de la
sexualidad cada vez tiene menos importancia el grupo de amigos y más los medios (la
familia no es un agente muy importante en ese ámbito para muchas personas). Muchos
jóvenes se socializan en la sexualidad a través de la pornografía. Si recordamos que el
proceso de socialización era el proceso mediante el cual los jóvenes interiorizan la cultura
de la sociedad en la que viven, y que la cultura incluye normas, valores, símbolos y
lenguajes las conclusiones parecen evidente. Quizá las ideas que van interiorizando los
jóvenes sobre lo que hay que hacer y lo que no en el terreno de lo sexual no son las
propias de la “cultura” general en la que viven, sino de la “subcultura” de quienes
consumen ese tipo de productos. Se suele diferenciar, entre “contracultura”, como aquella
cultura que tiene normas y/o valores opuestos a la cultura dominante y “subcultura”, como
aquella cultura cuyas normas y valores, no desafían tan abiertamente los de la cultura
dominante. El papel de los medios es muy importante en todos los ámbitos. Los medios
de comunicación, las películas, las series, las noticias y la manera en que éstas se
presentan no sólo nos entretienen o nos cuentan lo que pasa en el mundo. También nos
ofrecen modelos acerca de lo que podemos querer ser y hacer, nos hacen ver que unas
cosas serán mejor vistas que otras.

¿Nos hacemos los suecos?: Tipos de sociedad y cambio social.


Introducción
En esta parte de la asignatura lidiaremos con lo que en Sociología suele
denominarse “Estructura y cambio social”. Es innegable que las sociedades cambian.
Pero, a la vez, es innegable que las sociedades hay innegables continuidades, la vida de
las personas que componen la sociedad tiene siempre elementos comunes. Aunque a lo
largo de la historia cambian las formas y las costumbres hay siempre elementos comunes
en lo que hacemos los seres humanos.

Antes de empezar: Comte y Spencer: orden, progreso y evolución.


El término “sociología” fue creado, en 1837, por el francés Augusto Comte,
combinando dos palabras, una de raíz latina (socio) y una de raíz griega (logia). Comte
fue un filósofo encuadrado dentro de la corriente del positivismo, que es una corriente que
10
plantea que todo conocimiento sólido debe de fundamentarse en el método científico.
Comte vivió en la primera mitad del siglo XIX, y asistió a todos los cambios acarreados
por la Revolución Francesa y la Revolución Industrial, que alteraron para siempre la
manera en que las sociedades europeas se habían organizado durante siglos. Tras la
revolución, las guerras y el imperio napoleónico y la restauración borbónica absolutista en
1815 se dieron distintos distintas revoluciones (1830, 1848), que dieron lugar a nuevos
regímenes políticos, en primer lugar la monarquía constitucional, con sufragio muy
limitado, de Luis Felipe de Orleans, entre 1830 y 1848, y tras la revolución de ese año la II
República. En 1852 se proclamaría el II Imperio Francés, tras el golpe de estado de quien
era presidente de la república, Luis Napoleón Bonaparte, sobrino del famoso Napoleón
Bonaparte que había sido emperador entre 1804 y 1814 (Primer Imperio Francés).
En ese contexto, la idea de Comte era que, la sociedad debería de organizarse
siguiendo criterios científicos. Así que si ya existía una física que estudiara la materia,
había que crear una disciplina científica que estudiar la sociedad, y tras optar en primer
lugar por el término “física social”, optó en 1837 por acuñar el término sociología. Comte
es considerado a menudo el “padre putativo” de la Sociología, pues si bien le dio el
nombre a la disciplina, en realidad practicó poco lo que predicaba acerca del “estudio
científico de la sociedad”. En su “Curso de Filosofía Positiva” expuso algunas de sus ideas
acerca de cómo se organizaba y debería de organizarse la sociedad. Consideraba que la
familia era la unidad social esencial, y que las sociedades evolucionaban siguiendo lo que
llamó la ley de los tres estadios (teológico, metafísico y positivo). En el estadio teológico
las sociedades se organizan, y las personas buscan explicaciones, en base a dioses que
explican cómo y por qué pasan las cosas.En el estadio metafísico, las explicaciones se
basan en entes abstractos. Por último, en el estadio positivo la organización de la
sociedad, al igual que las explicaciones a los fenómenos, tienden a hacerse en base a la
Ciencia.
Comte se consideraba un “reformista conservador”. Su lema era el de “orden y
progreso” (que ha formado parte de la bandera de Brasil). A través de la Ciencia las
sociedades podían organizarse bien, evitando conflictos y revoluciones que tanto malestar
habían traído durante la época en que él vivió, partiendo de la idea de que la sociedad era
un todo organizado. Dentro de esta forma de pensamiento, Comte pensaba que debería
de haber una “religión de la humanidad”, de la cual los sociólogos serían sus sumos
sacerdotes.
Otro autor que tuvo mucha importancia fue el británico Herbert Spencer
(1820-1903), que es considerado el padre del denominado “darwinismo social”. Spencer
intentó aplicar la evolución a la sociedad, a través de la idea de “la ley de la supervivencia
del más fuerte”. En los últimos decenios los campos de la psicología y la antropología
evolucionista han estudiado la psique y la cultura humana desde un punto de vista
evolutivo pero han llegado a conclusiones bastante distintas a las del autor inglés.
Spencer fue sub- editor del semanario “The Economist”, fundando en 1843 que plantea la
idea de la “competencia” como un fenómeno natural. De la misma manera que en la
naturaleza las especies compiten, parte del pensamiento liberal sugiere que el mercado
libre es un ámbito en el que también impera “la ley del más fuerte”. Este enfoque tiene
que ver con lo que se ha dado en llamar “darwinismo social ”. Esta corriente no sólo se
utilizó para justificar el imperialismo europeo de finales del siglo XIX y principios del XX,
sino que ideas asociadas al mismo, basadas en la superioridad de una raza fueron
llevadas a cabo por el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial.

Marx (1818-1883) y los marxistas (que no marcianos).


Marx es considerado unánimemente como uno de los “padres fundadores” de la
Sociología, ya que, sus estudios, contenidos fundamentalmente en la obra “El Capital”,
ayudan a comprender el surgimiento de la sociedad industrial. Marx desarrolló una
11
concepción de la historia basada en el materialismo histórico y la dialéctica. Marx puede
considerarse un pensador que tiene una visión evolucionista del desarrollo histórico de la
humanidad, es decir, que la historia de las sociedades humanas constituye un paso por
distintas etapas. Así como la evolución natural había conducido al desarrollo de distintas
especies de cada vez mayor complejidad, que habían desembocado finalmente el
surgimiento de los primates, y como último eslabón de la evolución en el ser humano, al
menos desde la manera en que a mediados del siglo XIX se interpretaba la teoría de la
evolución, los pensadores evolucionistas plantean que la historial (la “historia social”)
puede entenderse también como un camino evolutivo.
Marx planteaba que en la historia de la humanidad se habían dado distintos
“modos de producción”, es decir, la interacción entre los medios de producción y las
relaciones sociales que se tejían en torno a esas tecnologías. Lo primero constituía lo que
Marx llamaba la “Infraestructura” (la base material de la sociedad), mientras que Marx
denominaba “superestructura” a todas las ideas (la política, la religión, el derecho) que se
creaba en torno a un determinado sistema de producción para “legitimarlo”. El primer
modo de producción fue el modo de producción esclavista o antiguo. Marx planteaba que
las contradicciones de un modo de producción (síntesis) generaban alternativas (antítesis)
que eran superadas en una nueva síntesis. Como resultado de las contradicciones del
sistema de producción esclavista surgió el modo de producción feudal, que dominó en
Europa hasta los inicios de la Revolución Industrial, basado en una base material y
económica y en una serie de relaciones y de ideas.
Marx fue el gran analista de los inicios del capitalismo. Marx redactó su obra más
amplia, “El Capital. Crítica de la Economía Política”, que fue publicada en 1867 y que
constituye un vasto ejercicio de análisis de cómo funciona (o funcionaba) el sistema
capitalista, por lo que puede considerarse que atañe tanto a la Sociología como a la
Economía.
Marx tomó posición política. Y es que, detectando las contradicciones del sistema
capitalista, abogaba por la superación de las mismas en lo que denominó una sociedad
comunista, en que no habría propiedad privada, pues había identificado la propiedad
privada como una de las contradicciones más importantes del capitalismo. Marx participó
activamente en la Asociación Internacional de Trabajadores, creada en Londres en 1864,
que fue la base de las distintas “Internacionales”. Posteriormente a la muerte de Marx, los
distintos partidos comunistas que ha habido se consideraron herederos de sus ideas. En
torno a las ideas de Marx se ha generado lo que a veces ha sido visto como un “culto”, de
manera que hay una “versión oficial” de las ideas de Marx, que es lo que se conoce como
“marxismo”. Pero dado que las ideas del autor alemán eran mucho más amplias, no son
pocos los que contraponen el término “marxiano”, es decir, ideas que pueden extraerse de
la obra de Karl Marx, al de “marxista”.
La influencia de las ideas de Marx en el mundo contemporáneo ha sido
extraordinaria. Desde el concepto de la historia como evolución hasta la idea de que la
economía es la base material de la sociedad

Max Weber (1864-1920).


Max Weber fue un académico que nació antes del fallecimiento de Marx y falleció a
causa de la gripe española de 1918- 1920. Weber se centró cómo las ideas acaban
influyendo en la economía. Entre las obras de Weber destacan “La ética protestante y el
espíritu del capitalismo”, donde expone cómo el surgimiento del capitalismo se asocia a
las ideas desarrolladas dentro de la versión calvinista del protestantismo y “Economía y
Sociedad”. La obra de Weber ha sido tan importante que tiene herederos y continuadores
hasta la actualidad.
Nos centraremos en la idea de la burocratización- racionalización como idea central
de Weber para comprender la evolución de las sociedades. A través de sus conceptos de
12
“tipos ideales” Weber desarrolló contribuciones clave a las Ciencias Sociales, como los
tipos de autoridad (tradicional, carismática, legal- racional) y tipos de racionalidad. Lo que
en las facultades de Economía suele considerarse “racionalidad” es lo que Weber
denominaba “racionalidad instrumental, medios fines o racionalidad económica”. Es el tipo
de racionalidad que se encarga de adecuar los medios para conseguir unos fines dados,
desentendiéndose de los fines. Por el contrario, la racionalidad sustantiva o respecto al
valor es la que se centra en los fines a alcanzar. Podría decirse que la tesis de Weber es
que el desarrollo de las sociedades modernas se caracteriza por un rol cada vez mayor de
la razón a la hora de situarse en el mundo, de ahí que a menudo se cite que una de sus
ideas es que la modernidad produce el “desencantamiento del mundo”. Donde las
sociedades tradicionales acudían a explicaciones “mágicas”, las sociedades
contemporáneas recurren, cada vez más, a la aplicación del pensamiento científico
racional.

Emile Durkheim (1858-1917)


El francés Emile Durkheim es considerado junto con Marx y Weber uno de los
padres fundadores de la Sociología. Sus trabajos, como “Las reglas del método
sociológico” contribuyeron a establecer la disciplina como tal, y a través de los conceptos
que desarrolló, como los de “conciencia colectiva”, “hecho social” o “anomía” sirven para
comprender tanto las sociedades contemporáneas como las posibles evoluciones del
mismo. Durkheim es considerado generalmente como un representante del paradigma
“estructural- funcionalista”. Este paradigma plantea que la sociedad puede entenderse por
analogía a un ser vivo que está compuesto de diversos subsistemas que cumplen
distintas funciones. Al igual que en el cuerpo humano, por ejemplo, tenemos un aparato
digestivo, un aparato locomotor o un aparato reproductor, en toda sociedad hay distintos
subsistemas que cumplen funciones parecidas a las anteriormente mencionadas.
Durkheim tenía mucho interés en definir la Sociología como disciplina específica,
distinta de otras como la psicología.. Desde su planteamiento la Sociología debía de
estudiar los “hechos sociales”(“maneras de pensar, sentir y actuar que son exteriores al
individuo y que se le imponen, coaccionando su comportamiento”). Porque Durkheim
pensaba que al igual que un organismo no puede entenderse meramente a través de la
agregación de sus partes, una sociedad es más que una suma de individuos: los
individuos, al agruparse, se comportan, y tienen cualidades, que no son iguales a la mera
agregación de los individuos. Podemos pensar, como ejemplo de “hecho social” en “estar
enamorado”. Aparentemente nos parece algo muy “persona” y “subjetivo”. Pero lo cierto
es que en cada sociedad las personas que entienden que están enamoradas se
comportan de manera que no siempre coinciden. Porque, al fin y al cabo, se trata de una
manera de sentir y actuar, que, aunque cada persona las experimenta de manera
individual, son exteriores al individuo, y se le imponen, coaccionando su comportamiento.
Durkheim planteaba que en toda sociedad existe lo que denominaba “consciencia
colectiva”, que puede definirse como algo así como “el mínimo común múltiplo de los
valores de una sociedad”. Es importante saber que participó, a partir de 1870, en la
reforma escolar que contribuyó a dar forma a esta consciencia colectiva. Lo apliquemos a
un nivel más macro o a un nivel más micro, esta idea de la consciencia colectiva sigue
siendo de gran interés para comprender las sociedades contemporáneas y su evolución.
Un grupo social, desde este punto de vista, sería un grupo de personas que comparten
una determinada consciencia colectiva, una serie de valores. La sociedad occidental un
conjunto de personas que creen en una serie de valores comunes: que las sociedades
deben de gobernarse mediante el la democracia y el diálogo. Que los individuos tienen
ciertos derechos que son inalienables y que no se les deben de quitar nunca o sólo bajo
ciertas condiciones. Por comparación, podríamos decir que las sociedades “islamistas”.

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La idea general de Durkheim es que la evolución de las sociedades había pasado
desde aquellas sociedades en que la conciencia colectiva era muy amplia, es decir,
grupos sociales en los que el acuerdo era casi total a otras en que ésta era más baja.
Durkheim denominaba “sociedades de solidaridad mecánica”. En ellas, lo que mantiene
juntos a los individuos es que son unos iguales a otros. Por el contrario, en las sociedades
que él denominaba “sociedades de solidaridad orgánica” la conciencia colectiva dejaba
más espacio a las diferencias individuales. En este tipo de sociedades lo que nos
mantiene juntos no es que seamos unos iguales a otros, sino que necesitamos unos de
otros.
En su estudio “Las formas elementales de la vida religiosa” planteó la hipótesis de
que toda sociedad desarrolla algún tipo de culto religioso, que no es más que el culto al
grupo, sólo que de forma abstracta y camuflada.
Y la última de las aportaciones que señalaremos de Durkheim es su famoso
estudio “El Suicidio” en el que desarrolló el concepto de “anomía”. La idea es que toda
sociedad ha de proveer a los individuos una especie de “guía moral”, unos patrones
mínimos acerca de cómo comportarse, pues de lo contrario, en ausencia de normas (a-
nomía) el individuo puede acabar tan desorientado, que en ocasiones acaba quitándose la
vida. Las de Durkheim han sufrido la mala fama de ser tildadas de reaccionarias y/o
conservadoras.

Tema 4. ¿Por qué unos tienen y otros menos? Estratificación y clases


sociales. Introducción
A comienzos de la tercera década del siglo XXI la desigualdad social es quizás más
evidente que nunca. Los medios de comunicación y las redes sociales nos transmiten
constantemente ideas acerca de cómo viven otras personas que, por lo general, suelen
hacerlo bastante mejor que nosotros. Aunque debido a lo que se ha dado en llamar el
“filtro burbuja” (véase Pariser, 2016) Internet tiende a presentarnos una imagen del mundo
que no es ni mucho menos representativa de cómo el mundo es, a nadie se le escapa que
distintas personas tienen distintos accesos a los bienes y servicios. Esto no es un
fenómeno nuevo. Desde el mundo del sentido común tendemos a pensar que siempre ha
habido ricos y pobres, y que siempre los habrá.
Distintas personas tienen distinto acceso a los recursos. Y esto parece darse en
todos los lugares, en todas las épocas históricas. Tendemos a pensar, por tanto, que la
estratificación social, aunque no conozcamos exactamente el nombre que le dan los
científicos sociales al término, es un fenómeno natural. Pero, como nos recuerda la
Sociología, muchas cuestiones que pensamos que son naturales en realidad no lo son,
son un producto social. Y aunque en todas las sociedades ha existido siempre algún tipo
de estratificación social, no en todas las sociedades se dan las mismas diferencias, ni en
base a los mismos criterios. Tendemos a pensar que es un fenómeno “natural” que
existan pobres y ricos, que existan personas que posean más recursos que otras. Pues, al
fin y al cabo, los seres humanos no somos iguales, y esto lo venimos comprobando desde
que vinimos al mundo y empezamos a relacionarnos con otras personas. Nuestra
sociedad, que cree en la ideología meritocrática cree que las diferencias de recursos entre
los distintos grupos sociales son el resultado de las diferencias entre las capacidades de
las distintas personas.
En cualquier caso, basta hacer un somero repaso por las distintas sociedades que
han existido a lo largo de la historia de la humanidad para darse cuenta de que los niveles
de desigualdad, los motivos que generaban la desigualdad y las justificaciones que se
daban a la misma han ido variando. Los primeros seres humanos. Quizá, por motivos
relacionados con el estatus, a unos miembros de la tribu se les tendía a reservar una
parte algo mayor de la caza, o a tener un cuidado especial con ellos. Las investigaciones
más recientes de la Antropología y la Psicología Evolutiva sugieren que la estratificación
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social no sólo ha existido en todas las sociedades, sino que puede decirse que, hasta
cierto punto, los seres humanos estamos “genéticamente programados” para prestar
atención a la misma, para estar pendientes de cuál es nuestro estatus, es decir, qué tal
nos consideran el resto de miembros de la tribu. Pensemos que en aquellas sociedades,
que la tribu pensara mal de ti, y que te condenara al ostracismo (a vivir apartado de la
tribu) equivalía en la práctica a una condena de muerte, pues fuera del apoyo del grupo
un ser humano que vive en solitario tiene pocas posibilidades de sobrevivir.
Con la revolución neolítica y la aparición de la agricultura y la ganadería surgieron
las grandes diferencias sociales, ya que algunas pocas personas lo tenían casi todo y
otras personas tenían tan poco que a menudo no tenían ni derechos sobre la propia vida,
ya que, en cuanto que esclavos, eran propiedad de otras personas. Con el advenimiento
de nuevos tipos de sociedades las diferencias se han incrementado, y la Revolución
Industrial en el siglo XIX generó tal incremento de la desigualdad, facilitando el
enriquecimiento de unos y el empobrecimiento de otros.Y la desigualdad ha seguido
evolucionando desde entonces.
Puede que ahora la diferencia entre los americanos y europeos ricos sea mayor
que la que existía hace medio siglo, pero como la diferencia entre el americano o europeo
medio y el resto de habitantes del planeta se ha reducido podría decirse que, la
desigualdad no ha aumentado.

Sistemas de estratificación: abiertos y cerrados, movilidad y pobreza.


Estratificación social como el sistema por el cual distintos grupos sociales tienen un
acceso diferenciado a los recursos. Que se trata de un fenómeno universal pero variable,
es decir, que en todas las sociedades ha habido algún sistema de estratificación social, y
se han dado diferencias en el acceso a los recursos entre los distintos grupos sociales.
Pero esto no quiere decir que en todas las sociedades las diferencias hayan sido
comparables. Ni que los criterios por los que unas personas son más ricos que otras, ni
de justificación, hayan sido los mismos en todas las sociedades.
A la hora de estudiar los distintos sistemas de estratificación social es clave ver si
se trata de sistemas cerrados o abiertos. Es decir, si una vez que socialmente se
considera que un grupo social o individuo pertenece a un estrato permanece durante toda
su vida en él (sistemas cerrados de estratificación social) o bien si es posible cambiar de
estrato (sistemas abiertos de estratificación social). También es importante analizar los
procesos de movilidad social, que puede ser ascendente.
Con estos conceptos ya podemos empezar a hacer un análisis de la estratificación
social que supere a lo que habitualmente se hace desde el mundo del sentido común,
basta considerar estos conceptos para entender que, si bien es posible que el desarrollo
socio- económico puede hacer posible que se eleve el nivel de vida general de la
población, de forma que “todos ganen”, cuando hablamos de estratificación social se trata
de un juego de suma cero, de forma que lo que unos ganan otros lo pierden. Se tiende a
afirmar que se ha elevado el nivel de vida porque bienes y servicios que antes eran
accesibles a sólo unos pocos son ahora accesibles a muchos.
Se suelen diferenciar entre pobreza absoluta, que se entiende como la situación
que sufren las personas que carecen de recursos que les permita atender un mínimo de
necesidades materiales básicas y pobreza relativa, que es la que sufren las personas
cuyos recursos están por debajo de un determinado porcentaje de los recursos medios de
la sociedad en la que viven. Si combinamos todos estos conceptos podemos empezar a
pensar acerca de la estratificación social en las sociedades en las que vivimos de forma
mucho más fructífera que lo que suele hacerse desde el mundo del sentido común.
La desigualdad social puede incrementarse incluso cuando se eleve el nivel de vida
general, esto cundo el rico tiene un nivel de vida 1000 superior al más pobre, aunque
estos puedan cubrir las necesidades básicas, mientras que antes, los más ricos tenían un
15
nivel de vida tan solo 100 veces superior al más pobre. Es importante diferenciar entre
movilidad social y desigualdad social. El concepto de movilidad social hace referencia a lo
que sucede cuando los que “están arriba” pueden pasar a “estar abajo”, cuando los hijos
de los que “están abajo” pueden llegar a estar arriba (y viceversa). Por el contrario, el
concepto de desigualdad social hace referencia a la diferencia entre las posibilidades
vitales de quienes están arriba y las de quienes están abajo. Mientras que el concepto de
desigualdad social hace referencia en qué tan mal viven los que están abajo en
comparación con los que están arriba, el concepto de movilidad social hace referencia a
qué probabilidad hay de que quienes empiezan su vida “abajo” terminan arriba (y
viceversa).
En general, los grandes cambios de modelos productivos pueden tener que ver o
no con cambios en la desigualdad social, pero suelen asociarse a cambios en la
movilidad.

Capital, empleo y capital humano como determinantes de clase.

Sin entrar en tecnicismos parece claro que no es exactamente lo mismo “tener


unos ingresos muy elevados” que “tener mucho dinero”, una cosa es tener un sueldo de
5.000 euros y otra tener en el banco 5.000 €.
En todas las épocas históricas las riquezas se han acumulado de distintas formas,
y por lo general quienes eran propietarios de riquezas tenían derecho a ingresos que se
derivaban de la propiedad de esas riquezas. También son ingresos derivados de la
propiedad los que surgen del pago de dividendos por parte de las empresas: yo tengo X
euros, le doy esa cantidad de dinero a la empresa Y, que lo dedica a cualquiera que sea la
actividad a la que se dedique, y al finalizar el ejercicio fiscal y contable la empresa me da
a mí una parte de sus beneficios proporcional a mi participación en el capital social de la
misma. La otra fuente de ingresos que todos podemos entender de manera intuitiva es la
que se deriva del propio trabajo.
Aunque todo esto se ha complejizado enormemente en las sociedades avanzadas
del siglo XXI podría decirse que esas no son sólo las fuentes de valor sino también los
medios mediante los cuales alguien puede obtener ingresos que le permiten adquirir
bienes y servicios útiles para la subsistencia. A medida que las sociedades se van
complejizando surgen medios de producción. Y, al surgir distintos tipos de propiedad,
surgen también “modos de vida” que no necesariamente pasan por el trabajo,
especialmente no por el trabajo entendido en su sentido estricto inicial. Hasta dónde se
tiene constancia, en todas las sociedades humanas ha existido “algo así como el ocio”.
Siguiendo las ideas de los clásicos de la Sociología, en la especialización funcional está
una de las claves que iniciaron el desarrollo de sociedades cada vez más complejas como
las modernas.
A lo largo de la historia de la humanidad han existido distintos sistemas de
estratificación social, como la esclavitud, y hasta cierto punto las sociedades estamentales
de la Europa feudal pueden considerarse como un tipo especial de sociedades de casta.
Todos estos sistemas de estratificación eran básicamente cerrados. Si nacías en un grupo
te morías en ese grupo. Sin embargo, el sistema de estratificación social imperante en la
actualidad, las clases sociales, es un sistema abierto, lo cual quiere decir que la posición
que el individuo ocupa en la sociedad es construida, al menos en parte, por el propio
individuo que constantemente reproducen los medios), si bien estaba condicionada por su
origen.
Karl Marx, decía que existían básicamente dos clases sociales: los capitalistas,
propietarios del capital, que podían vivir de las rentas, y los proletarios, aquellos que no
tenían otra riqueza que su prole y que tenían que vender su fuerza de trabajo para
subsistir. Si bien Marx planteaba que, tras pasar por el socialismo la llegada del
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comunismo traería una sociedad sin clases, la idea de que “ya no existen clases sociales”
es muy difundida en la actualidad más bien desde posiciones políticas cercanas a la
derecha. Debido a la gran transformación que han experimentado las sociedades
contemporáneas, ya no tiene sentido dividir a la sociedad en sólo dos clases, propietarios
y capitalistas, sino que existe todo un amplio abanico de posiciones en función del nivel
de ingresos y de riqueza de las personas.
En el siglo XXI tiende a pensarse que la idea marxista de que existen dos grandes
clases sociales, los trabajadores, y los capitalistas, ya no describe la situación actual. Se
tiende a pensar que la mayoría de los ciudadanos han de trabajar para vivir, no pueden
vivir de las rentas del capital que poseen, con lo cual no existiría, o sería muy reducida, la
clase de “los capitalistas”. Por otro lado, el hecho de que muchas personas puedan vivir
muy bien de su trabajo, el que la mayoría de las personas que tienen un buen empleo
pueden acceder a un buen nivel de vida parece desmentir la hipótesis de Marx de que el
desarrollo del sistema capitalista conduce al empobrecimiento de la clase proletaria hasta
unos niveles cercanos a los de subsistencia. Según Kahneman, que fuera premio Nobel
de Economía, los seres humanos juzgamos la frecuencia con la que sucede un suceso en
función de la facilidad o dificultad que tenemos para recordar situaciones en que el suceso
se ha dado.
Según un informe del Banco Credit Suisse podría estimarse, para el año 2018, que cerca
de un 2% de la población española podía vivir con cierta comodidad de las rentas, al
poseer un capital de cerca de un millón de euros, que puede generar con relativa facilidad
unos ingresos de entre 30 y 50.000 euros anuales, lo que se acerca al salario medio de
un profesional . Desde el otro extremo de la estructura social, es relativamente fácil
encontrar información, para cada sociedad, acerca del porcentaje de población que, bien
porque carecen de empleo o porque éste les provee de unos recursos muy limitados
apenas tienen cómo subsistir. En general las posturas de derechas tienden a plantear que
lo importante es “crear empleo”.
En cualquier caso, el argumento de Piketty para remarcar la importancia del capital
en el siglo XXI, y cómo el poseer o carecer de éste puede condicionar en gran medida las
posibilidades vitales de las personas se centra en lo que él denomina “la emergencia de
una clase media patrimonial”. Por ejemplo, pueden tener un patrimonio de un millón de
euros quien posea, por ejemplo, una casa (en la que habita) de 250.000 euros, bienes y
enseres (coches, muebles) por valor de otros 100.000 euros, y otros cuatro pisos de
150.00 euros cada uno que alquila a estudiantes por la módica cantidad de 600 euros al
mes, con lo que obtiene unos ingresos de 2.400 y, podría decirse, no necesita vivir para
trabajar. Pues bien, si cerca de un millón de personas poseen un millón de euros podría
estimarse que no es mucha la gente que, en España, puede considerarse “clase
patrimonial”: un 25 de la población. Sin embargo, es mucho mayor el número de personas
que poseen, además del piso en el que habitan, de otro que alquilan, y con el que pueden
pagar los estudios de sus hijos, y en el futuro dejarlo en herencia a sus hijos. Pues bien, la
idea de Piketty es que a lo largo del siglo XXI las posibilidades vitales de quienes hoy en
día empiezan unos estudios universitarios van a venir determinados no sólo por su
esfuerzo y logro educativo, sino también porque hayan nacido en una familia que les va a
permitir heredar 4, 2 o ningún piso.

Destrucción, regulación, inflación y reproducción.


Para tener una buena posición el día de mañana. Tal como refleja Piketty en su libro “El
capital en el Siglo XXI”, mientras que en el siglo XIX se tendía a pensar que la única forma
para conseguir llevar una vida desahogada era mediante el matrimonio, el crimen u otros
medios como la lotería que permitieran acceder a la clase capitalista, las personas
nacidas en el siglo XX han tendido a creer, y a hacerles creer a sus hijos, que sólo
mediante el esfuerzo y el trabajo es posible tener una vida desahogada.
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Podemos entender esto con dos ejemplos. Si hoy tienes un millón de euros y un
café te cuesta un euro te podrías comprar un millón de cafés; si dentro de 20 años los
precios han subido tanto que un café cuesta 4 euros, sería como si tu capital se hubiera
dividido por cuatro: tu dinero ya sólo te permite adquirir la cuarta parte de lo que podías
comprar hace 4 años. Desde ese punto de vista es importante tener en cuenta que las
políticas de contención de la inflación que son predicadas como la “ortodoxia” por todos
los economistas y bancos centrales actuales favorecen al capital (a los ahorradores),
mientras que son indiferentes para el trabajo.

Conclusiones: ¿Jobs, Gates, Bezzos o las Kardashians?


Si hacemos caso a lo que plantean autores como Piketty, el peso del capital será cada
vez más importante a la hora determinar las condiciones de vida de las personas que
nacieron después de 1990. Si entendemos que vivimos en un sistema económico cuyo
objetivo último es que el dinero genere más dinero, no es sorprendente que resulte más
fácil que dentro de 20 o 40 años tenga más dinero quien ya hoy lo tiene que quien no lo
tiene. En el sentido sociológico, se entiende por ideología a un conjunto articulado de
creencias que, entre otros elementos, incluyen una justificación de la desigualdad social
que se dé en una sociedad.
Diversos analistas han puesto de manifiesto que la elevada desigualdad social que
existe en las sociedades de principios del siglo XXI obedece a que es necesario crear un
sistema social que incentive la iniciativa y premie la emprendiduría. Así, afirman sus
defensores, gente como Bill Gates, Steve Jobs, Jeff Bezos o Amancio Ortega, aunque
ganen muchísimo dinero, se merecen todo el dinero que ganan porque gracias a su genio
la humanidad ha logrado grandes beneficios. Claro que cuando empezamos a escarbar
un poco resulta que las cosas no están tan claras, y que algunos de los mitos que se nos
ponen como ejemplos (las Kardashian) son, en el mejor de los casos, hijos de personas
que pueden haber hecho contribuciones importantes a la sociedad, pero estar por ver qué
han hecho ellas/as.

Tema 6. Finanzas y sociedad: la financiarización de la sociedad.


Introducción
En los últimos tiempos se ha generalizado el uso del término “financiarización”,
tanto en ámbitos políticos y mediáticos como académicos. Como suele suceder a menudo
con los neologismos que alcanzan el favor del gran público, este término se suele usar de
manera un tanto ambigua y a menudo contradictoria, de manera que en ocasiones es
difícil saber de qué se habla cuando se habla de financiarización. Aun así, parece existir la
promesa implícita de que se trata de un concepto fundamental que permite entender gran
parte de las dinámicas fundamentales de las sociedades contemporáneas. Si entendemos
en qué consiste la “financiarización de la sociedad” podremos comprender y analizar
muchos de los fenómenos que están dando forma a las sociedades contemporáneas,
desde la crisis económico- financiera de 2007-08 a los procesos de deslocalización
productiva y globalización, los cambios en la importancia de los distintos sectores
productivos, ocupaciones y grupos sociales e incluso la emergencia de países o grupos
de países. En palabras de Lapavitsas “la financiarización es una de las ideas más
innovadoras surgidas de la economía política radical en los últimos años, cuyo atractivo
teórico reside en la capacidad para conectar la crisis actual con el crecimiento de las
finanzas. Puede arrojar luz sobre las transformaciones estructurales de las economías
capitalistas en los últimos treinta años, con sus implicaciones sociales, pero aún no se ha
definido adecuadamente”. En definitiva, la idea subyacente a la hipótesis de la
financiarización de la sociedad es que el rasgo definitorio de las sociedades en los últimos
años sería la financiarización. Si en el pasado reciente los fenómenos que han dado
forma a la sociedad han sido los procesos al desarrollo y evolución de la industria, y para
18
el análisis de los mismos se crearon conceptos como los de sociedades modernas,
industriales, de modernidad líquida, postmodernas o postindustriales en la actualidad lo
que estaría dando lugar a nuevas formas sociales y económicas serían los procesos
asociados al auge de las finanzas, y la financiarización sería el proceso que permitiría
entender todos estos procesos.
Como sucede en el caso de todos los grandes cambios macro- sociales la
financiarización tendría causas tecnológicas y sociales, que se interrelacionan de forma
que resulta prácticamente imposible separar unas y otras. Al igual que sucedió con la
revolución agrícola o la revolución industrial, los cambios se relacionan con cambios
tecnológicos. La que se ha dado en llamar revolución en las tecnologías de las
comunicaciones está en la base de los cambios hacia la financiarización de la sociedad,
pues ha hecho posibles formas de relacionarse socialmente a través del dinero
anteriormente impensables. No hace tanto, el movimiento de capitales implicaba
movimiento físico, para llevar dinero de un lugar a otro había que transportarlo
físicamente, mientras que ahora el “movimiento de capitales” es una expresión que alude
a una movilidad “virtual”. Pero los cambios sociales nunca son consecuencia directa,
inmediata e inevitable. Los cambios en la regulación son un elemento clave que determina
el sentido social de los cambios en la tecnología. Los avances tecnológicos hacen
posibles determinados cambios, pero son los usos y la aceptación social lo que acaba
determinando el sentido de los cambios.
El significado sociológico de la financiarización tiene que ver con un cambio en la
manera en que las personas se relacionan a través del dinero, que se da tanto en el
ámbito espacial como en el temporal. En el ámbito espacial establecemos relacionas
financieras con personas muy distantes, en un grado y con una intensidad nunca vistas.
En el ámbito temporal establecemos relaciones financieras a corto plazo; pese a que esto
tiende a naturalizarse, las relaciones financieras no tienen por qué ser intrínsecamente a
corto plazo.

El concepto de financiarización: definición.


La financiarización podría definirse, como el predominio del mundo de las finanzas
en la sociedad. La financiarización es planteada a menudo como un nuevo orden social,
en el que un nuevo sector económico (las finanzas) sustituye a la industria como motor
del crecimiento económico y espejo en el que se mira el resto de la sociedad para copiar
formas de ser, de hacer y de ver el mundo. Nuevos actores sociales sustituyen a los
antiguos en los puestos de mayor relevancia social y los industriales e ingenieros del
capitalismo industrial se ven en la actualidad desplazados por banqueros y analistas
financieros como referentes en el imaginario colectivo. En las épocas de las sucesivas
revoluciones industriales la aplicación tecnológica de los conocimientos de ciencias como
la física o la química estaban en la base de las decisiones productivas, lo que permitió el
desarrollo de sectores productivos. En la época de la financiarización lo que se presenta
como soluciones “técnicas” de una supuesta ciencia
“económico- financiera” constituye el discurso en base al que se legitima la toma de
decisiones. La asociación entre las tecnologías (Internet, telefonía móvil) y los procesos
productivos que éstas facilitan (deslocalización; nuevas formas de financiación, etc)
transforman las estructuras productivas, sociales e incluso mentales de las sociedades
contemporáneas.
En este sentido la financiarización ha sido definida como “el incremento del poder
financiero en lo económico, lo político y lo social, hasta tal punto que (...) el complejo
entramado de mercados, actores, agencias, fondos, bancos, empresas, consultoras,
intermediarios, vendedores y comisionistas (...) han conseguido troquelar el
comportamiento de los demás agentes e instituciones públicas y privadas hasta llegar a
decretar qué es lo legítimo e hasta incluso qué es lo “real” (Benito Alonso y Fernández
19
Rodríguez). En definitiva, la financiarización tiene que ver con la creciente importancia de
las finanzas en la economía, la sociedad y la política. En lo económico la creciente
importancia de las finanzas se traduciría en una participación cada vez mayor del sector
financiero en el Producto Interior Bruto, el empleo y otras variables económicas clave. En
cuanto al creciente peso de lo financiero en la sociedad, se reflejaría en la preeminencia
social, en términos de salarios, estatus y legitimidad en el discurso que se otorga a las
profesiones asociadas al sector financiero. Esto se refleja, entre otras cuestiones, en el
número de estudiantes que se matriculan en estudios “financieros”, en el tratamiento
mediático que reciben las acciones de la banca e incluso en el surgimiento de obras de
ficción dedicadas a ensalzar el rol de algunos financieros. Por último, la influencia lograda
por el ámbito de lo financiero en lo político se traduciría en dos fenómenos relacionados.
Por un lado, la influencia de lo financiero en la política se refleja en la capacidad del sector
financiero de influir en la política, y en este sentido un ejemplo especialmente
paradigmático son los condicionantes que el pago de la deuda impone a las políticas
públicas. Por otro lado, esta influencia de las finanzas en lo político se ve también en que,
cada vez más, se tiende a ver como socialmente deseable o incluso necesario que los
puestos más importantes de una sociedad los ocupen profesionales de las finanzas o al
menos personas con formación en el área.
En definitiva, la financiarización sería una nueva fase de la historia en que la
financiación se convierte en un elemento clave en cómo se articulan las sociedades
humanas. La financiarización no tiene que ver con que la financiación se convierta en una
cuestión social clave, sino con que ésta se da a través de unos canales determinados. De
hecho, un elemento clave de la financiarización es el oscurecimiento del hecho de que la
financiación es una cuestión intrínsecamente social. Pues, en términos sociológicos, la
financiación no es más que el proceso mediante el cual los recursos de unos grupos
sociales permiten a otros grupos acometer actividades que no podrían hacer de tener que
limitarse con sus recursos propios. En Sociología Económica existe una larga tradición de
estudio de los tipos de relaciones que se dan en torno a la economía y que permiten la
transferencia de recursos entre grupos humanos (reciprocidad, redistribución, relaciones
de mercado; al respecto véase Mingione, 1994). Al plantear sus tipos ideales de
capitalismo, Weber recordaba que uno de los mecanismos mediante el cual los recursos
de unos grupos sociales pueden financiar las actividades de otros es a través de la
apropiación mediante guerra o rapiña. En cuanto al crédito como mecanismo de
financiación, es un tipo de relación social con más de 5.000 años de antigüedad. Por lo
tanto, lo novedoso en la financiarización no es la financiación, sino el carácter que ésta
toma.

La financiarización: origen del concepto y diferentes tradiciones.


El concepto de financiarización intenta reflejar cómo el fenómeno de la financiación, un
tipo de relación social que se ha dado en todos los tiempos y culturas, se empieza a
manifestar de una forma significativamente distinta a partir de finales del siglo XX en las
sociedades capitalistas más avanzadas. El concepto de surge a finales del siglo XX en el
mundo académico anglosajón para dar cuenta de los importantes cambios sociopolíticos
que atravesaba la primera economía mundial. Tiene dos fuentes teóricas diferenciadas, la
economía política y la sociología económica, que se interrelacionan sólo parcialmente y
que son periféricas respecto a la disciplina hegemónica en la construcción del discurso
dominante sobre la realidad socio- económica, la corriente principal de la economía neo
clásica. Como plantea García-Arias, para el pensamiento económico convencional el
término es difícilmente distinguible del concepto de finanzas. No distinguir la
financiarización de la financiación implica ver los importantes cambios que se han dado en
la manera en que se hace efectiva la financiación en los últimos años como una cuestión
meramente técnica (económico- financiera), soslayando las importantes consecuencias
20
sociales, en términos de desigualdad y de nuevas formas de hacer políticas públicas y
empresariales, que acaban teniendo importantes consecuencias para la vida cotidiana de
las personas.
El término “financiarización” carece de una definición de consenso y no ambigua en
la literatura académica, como remarca García- Arias (2015). Existen fundamentalmente
dos tradiciones en el análisis y conceptualización de la financiarización. Por un lado, la
tradición de la economía política, sintetizada en la obra de Lapavitsas (2013). Por otro, la
tradición de la Sociología Económica, sintetizada en la obra de Van der Zwan (2014). Son
dos tradiciones que se relacionan sólo parcialmente porque, tal y como plantea Beckert
(2013), compartiendo el distanciamiento de las premisas de la economía clásica y el
interés por los fenómenos socio- económicos, las tradiciones intelectuales de la economía
política y de la sociología económica difieren en el ámbito de análisis que se privilegia
(macro frente a micro, respectivamente), en las cuestiones a analizar (regímenes de
acumulación frente a sistemas de gestión u orientaciones temporales) y en las técnicas y
enfoques que se aplican, por lo que no es sorprendente que estudiando un mismo
fenómeno se llegue a conceptualizaciones ligeramente distintas del mismo.
Desde el punto de vista de la Economía Política la financiarización sería “una
transformación sistémica de las economías capitalistas maduras que comprende tres
elementos: en primer lugar, las grandes corporaciones no financieras han reducido su
dependencia de los préstamos bancarios y han adquirido capacidades financieras; en
segundo lugar, los bancos han expandido sus actividades de mediación en los mercados
financieros, además de prestar a los hogares; en tercer lugar, los hogares se han
involucrado cada vez más en el ámbito de las finanzas, tanto como deudores como
titulares de activos financieros (Lapavitsas)
Desde un punto de vista más cercano a la Sociología Económica, van der Zwan (2014)
define a la financiación como un conjunto de cambios en las economías y sociedades
contemporáneas con tres manifestaciones distintas en función de los ámbitos de análisis.
En primer lugar, a nivel macro, la financiarización se relaciona con la emergencia de un
nuevo régimen de acumulación, siguiendo la tradición de la escuela francesa de la
regulación, y de las aportaciones que desde la economía política marxista. En segundo
lugar, a nivel meso, la financiarización se concreta en un nuevo paradigma en la gestión
empresarial: las empresas pasan a gestionarse en función del shareholder value. A mitad
de la década de 1980 por sociólogos tan influyentes en la teoría de la organización
norteamericana como Fligstein, la financiarización se asocia con cambios en los
equilibrios de poder en el seno de las grandes empresas, que son, cada vez más,
propiedad de una multitud de accionistas, entre los que juegan un papel clave los
inversores institucionales, los fondos de pensiones o de inversión que canalizan los
ahorros de muchos pequeños inversores. Esto cambia la forma en que se elaboran las
estrategias empresariales, que se orientan cada vez más al corto plazo. Por último, en
tercer lugar, la financiarización tiene que ver también con lo que se ha dado en llamar “la
financiarización de la vida cotidiana”: la penetración del ámbito de lo financiero en más
aspectos de la vida cotidiana de un número cada vez más amplio de personas en todo el
planeta.

La financiarización como financiarización de la vida cotidiana.


Como podemos ver existe consenso acerca de la idea de que la financiarización
constituye una transformación de las economías y sociedades contemporáneas. Pero
existe bastante menos consenso acerca de en qué consiste esta transformación. De los
tres elementos señalados por Lapavitsas (2013), sólo uno resulta coincidente con la
caracterización que desde un enfoque más cercano a la Sociología Económica se hace
del fenómeno, lo que se ha dado en llamar “financiarización de la vida cotidiana” (Van der
21
Zwan, 2014; Kornrich y Hicks, 2015). A mitad del siglo XX, el número de personas que
poseían cuentas corrientes y medios financieros de pago (tarjetas de crédito y débito),
que poseían activos financieros y/o que se relacionaban con la banca en cuanto que
deudores era muy limitado. Lo que es nuevo no es el fenómeno en sí, sino su extensión,
tanto geográfica como entre las distintas clases sociales.
Desde la perspectiva sociológica la financiación no deja de ser una manera en que
unas personas se relacionan con otras. En este sentido, la financiarización de la vida
cotidiana implica que, mantenemos relaciones con otras personas muy distantes
geográfica, social y económicamente, y en un sentido que a menudo se escapa a los
sujetos que mantienen estas relaciones.
En la medida en que la sociedad se va financiarizando, las relaciones económicas
se van despersonalizando. En lugar de pagar un alquiler a una persona concreta, a
menudo pagamos una cuota por una hipoteca a un banco. Cuando la actividad de la
banca era fundamentalmente local y no existía la titularización, ello implicaba que
estábamos pagando, de manera indirecta, una renta a los ahorradores o capitalistas
locales.
Como muestra Van der Zwan existe una importante literatura que estudia de
manera empírica las formas que ha ido adoptando esta financiarización de la vida
cotidiana mediante estudios de casos. Así, se han analizado cómo han ido surgiendo una
“popularización de las finanzas”, que ha incorporado a las clases medias y bajas en los
mercados financieros. Como plantean Kornrich y Hicks (2015), el concepto de
financiarización, originado en el entorno académico anglosajón, responde en parte a las
particularidades de dichas sociedades, por lo que se cuestiona a veces su aplicación a
escala planetaria. En este sentido podría decirse que la popularización de la inversión,
sea en fondos o directamente en acciones, es un fenómeno más generalizado en los
países anglosajones. Pero los otros dos fenómenos que se asocian a la financiarización
de la vida cotidiana, como son los créditos al consumo y las hipotecas tienen una gran
transcendencia para el conjunto del planeta. Por último, en países en vías de desarrollo
otros instrumentos financieros como los microcréditos juegan quizá un papel más
importante en la financiarización de la vida cotidiana.
En cualquier caso, este fenómeno ha sido posible por importantes cambios
tecnológicos e institucionales. Los avances en las tecnologías de la información han
hecho posible que todo tipo de personas se conviertan en inversores. Al mismo tiempo, ha
sido importante el papel de intermediarios jugado por la banca, el desarrollo de productos
novedosos como los derivados financieros, modelos matemáticos y teorías económicas
que legitiman estas prácticas e instituciones globales que los monitoricen. Por último, la
financiarización de la vida cotidiana implica la generalización de unos determinados
esquemas mentales. Van der Zwan pone de manifiesto como la financiarización se ha
dado en paralelo a la generalización de un ethos caracterizado por discursos de asunción
de riesgos, auto gestión y auto satisfacción. Boltanski (2015) señala que la en los últimos
treinta años se han dado cambios importantes en los mecanismos de evaluación
financiera, que han entronizado a determinados métodos de evaluación financiera . Para
esta autora, la financiarización tiene que ver con la colonización de métricas y
razonamientos propios de una determinada concepción de las finanzas, lo que ella
denomina “evaluación financiarizada” de ámbitos de la vida de los que hasta entonces
estaba ausente. La evaluación financiarizada podría definirse como el uso de procesos de
evaluación basados en los modelos, instrumentos y representaciones mentales de las
corrientes dominantes entre los profesionales de las finanzas en los últimos años.
Siguiendo a Boltanski, la evaluación financiarizada colonizó en primer lugar las
actividades financieras. Estos sistemas de evaluación se han desarrollado recientemente,
ya que históricamente las propias actividades financieras han usado criterios de

22
evaluación distintos de los que ahora tienden a presentarse como únicos. Posteriormente,
esta evaluación financiarizada ha colonizado todo tipo de actividades.

La financiación y los nuevos paradigmas de gestión.


La financiarización suele entenderse también como la extensión de un nuevo
paradigma de gestión empresarial basado en el shareholder value y, en paralelo a esto,
en la función cada vez más importante que juegan los profesionales de las finanzas
(entendidas en una manera determinada) en la gestión de las empresas. Se trata de un
proceso que, si bien se inicia en las grandes empresas americanas se extiende
posteriormente como modelo a seguir para el conjunto del tejido empresarial.
El concepto de valor para el accionista (shareholder value) es una teoría de la
gestión empresarial que prioriza al accionista frente a otros agentes que intervienen en
empresa. Van der zwan, señala tres significados distintos que se dan a este concepto. En
primer lugar, el shareholder value ha sido definido como una concepción financiera de la
empresa en la que la eficiencia empresarial se redefine como la habilidad de maximizar
los dividendos y mantener
elevados los precios de las acciones (Fligstein). En segundo lugar, el concepto de
shareholder value se ha asociado a un determinado conjunto de prácticas de negocio,
como la introducción de estándares internacionales de contabilidad y la orientación al
corto plazo, lo que acaba influyendo en cuestiones clave como la externalización de
actividades productivas por parte de las empresas. Por último, esta idea de “valor para el
accionista” o shareholder value ha sido conceptualizada también como un constructo
discursivo, un lenguaje de expectativas de los mercados financieros que opera de manera
independiente al rendimiento de una empresa, en la línea de los trabajos de Froud et al.
La preocupación central última de este enfoque de la financiarización como
shareholder value es cómo la evolución de los mercados financieros influye en la gestión
cotidiana de las empresas. Esta influencia puede darse a través de tres mecanismos. En
primer lugar, para las empresas que cotizan en bolsa, la influencia de los mercados
financieros en la gestión cotidiana de las empresas pasa por la manera en que los
primeros han evolucionado en los últimos años. Las tendencias en los últimos años, como
la automatización del comercio o trading y la liberalización del mercado de capitales han
ocasionado que, en la actualidad, quienes poseen acciones las mantengan durante
períodos de tiempo mucho más pequeños que antiguamente. Esto implica un nuevo modo
de gestionar las empresas. Cuando las acciones pueden comprarse y venderse
fácilmente en el mercado de capitales, y especialmente cuando la remuneración de los
gerentes se relaciona con las participaciones en el capital (stock options) la gestión se
centra, más que en lograr incrementar los dividendos que se pagan por cada acción, en
lograr que se incremente el precio por acción:.. En principio esta nueva manera de
gestionar las empresas afectaría de manera directa tan sólo a las grandes empresas cuyo
capital está repartido en acciones que cotizan en bolsa, y sus valores son por lo tanto
fácilmente intercambiables.Siendo este estilo de gestión originario de los Estados Unidos
cabe pensar que existen importantes diferencias entre países. Van der Zwan muestra que
existen diferencias importantes entre países, y parece que estudiar el caso español podría
contribuir a rellenar un vacío en el conocimiento.
En cualquier caso, este nuevo paradigma de gestión empresarial, se extiende
también a otro tipo de empresas que no cotizan en bolsa. Para aquellas que, para
financiarse, recurren fundamentalmente a la banca, la presión puede pasar por la manera
en que se solicitan los documentos para acceder a la financiación, lo que acabaría
teniendo un efecto disciplinario. Por último, los nuevos paradigmas de gestión
empresarial, inspirados en empresas que cotizan en bolsa y en las cuales los gerentes
son directivos profesionales que cobran parte de su remuneración en forma de
participación en acciones se convierten en una moda que los centros de difusión del
23
pensamiento difunden por todo el mundo, y que se tiende a enseñar y/o asumir como
modelos a imitar también para la dirección de empresas que podrían gestionarse también
de modo distinto.

La financiarización y los nuevos regímenes de acumulación.


El primer significado que Van der Zwan, otorga al término de “financiarización”( la
definición más sistemática) es la financiarización como un nuevo régimen de acumulación,
en el que los beneficios se obtienen fundamentalmente a través de canales financieros y
no a través del comercio y la producción de mercancías. Desde este punto de vista la
financiarización se traduce en que no sólo se incrementaría el peso de la industria
financiera en el PIB de las economías más avanzadas, sino también en que los beneficios
que se consiguen a través de intereses, pago de dividendos y ganancias de capital son
mayores, para las grandes corporaciones no financieras, que los que se obtienen a través
de la inversión productiva. Este enfoque, que sigue los planteamientos de Arrighi (1994)
sobre el declive de las economías, relaciona la financiarización con una ralentización de la
acumulación. Esta conceptualización de la financiarización surge del análisis de la
economía norteamericana. Los fabricantes norteamericanos externalizarían la producción
a empresas extranjeras para rebajar los costes. Las ganancias de la productividad no se
reinvierten en las empresa, sino que se usan para adquirir productos financieros o se
redistribuyen beneficios a los accionistas.
Soener realiza un análisis empírico en firmas del sector textil y del calzado en
EEUU para comprender los motivos por lo que las empresas se financiarizan. La
financiarización la considera la estrategia por la cual los beneficios empresariales, que
antes se dedicaban a fines como la reinversión, tienen en el nuevo escenario dos destinos
principales: un mayor reparto de beneficios y la re- compra de inversiones financieras a
corto plazo.
Álvarez define la financiarización como dos procesos interconectados: por un lado,
la ascendencia creciente del sector financiero y su dominio de la economía; por otra parte,
la creciente participación de las corporaciones no financieras en los mercados de
capitales y en los servicios financieros, y analiza en qué medida esto puede influir en la
desigualdad salarial. Para el caso de Francia deduce que, en la medida en
115
que las empresas dependen de los beneficios financieros en mayor medida, tienden a
disminuir la parte de los beneficios que dedican al pago de salarios. Flaherty plantea que
en términos de estructura de clases la era de la financiarización se relacionaría con el
ascenso de una “élite del poder financiero”, que obtiene su riqueza de los beneficios
financieros e inmobiliarias y de los pagos ejecutivos. Por último, Hager explora la
concentración de la deuda pública en las empresas financieras, y plantea que ésta
concentración se da en paralelo a cambios en las políticas gubernamentales que
benefician a estos poseedores de deuda pública.

Conclusiones: financiarización y peformatividad.


De acuerdo a los datos expuestos por Godechot (2015), el peso del sector
financiero en el PIB se ha multiplicado por 1,7 desde la década de 1980. Aunque se trata
sin duda de un crecimiento importante, no es comparable al experimentado por la
industria durante los procesos de industrialización. A raíz de la Revolución Industrial el
grueso de la población activa de los países avanzados pasó de trabajar en la agricultura a
hacerlo en la industria. En este sentido es difícil plantear que la financiarización sea una
transformación estructural comparable a la industrialización. En teoría, el concepto de
financiarización tendría su razón de ser en que ayudaría a comprender las
transformaciones estructurales de las economías contemporáneas. Van der Zwan: el
término surge a partir del análisis de la sociedad y la economía norteamericana y, como
24
pone de manifiesto los trabajos de la literatura de las “variedades del capitalismo”, es
posible que los fenómenos que pretende recoger el concepto de financiarización se den
de manera relativamente distinta en otros países del mundo. Por lo tanto, parece
pertinente plantearse en qué medida el concepto puede aplicarse a todo el mundo y en
dónde residen las claves de su éxito, si tiene que ver con su potencialidad para
comprender las sociedades contemporáneas o con otros factores. Y, sobre todo, es
importante analizar en qué medida este nuevo concepto ayuda a comprender mejor las
sociedades contemporáneas.
La “financiarización de la vida cotidiana” es mucho más intensa en países como los
Estados Unidos o el Reino Unido que en otros como Marruecos, Colombia o España. El
rol que desempeña la cultura norteamericana en la cultura mundial contribuye a difundir a
escala planetaria fenómenos originariamente anglosajones, y parece por tanto que un
cierto grado de financiarización está presente hoy en todas las sociedades del mundo. La
“financiarización” puede considerarse “la fase actual del capitalismo”, en la medida en que
es un proceso que implica la mercantilización, monetarización de cada vez más ámbitos
de la vida. En cuanto a la “financiarización como un estilo de gestión” tendría un canal
directo y otro canal indirecto de difusión. Por canal directo nos referimos a que muchas
compañías transnacionales han acabado desarrollando estilos de gestión cercanos al
paradigma del sharholder value. Pero es que, éste paradigma se convierte en una moda
de gestión, que pueden acabar copiando e implementando gestores de empresas que no
cotizan en bolsa y cuyo entorno puede estar por tanto sólo indirectamente influenciado por
los mercados financieros.
Por último, respecto a la financiarización como un nuevo régimen de acumulación,
creemos que las aportaciones que hace al respecto Lapavitsas , apoyándose en el
concepto de Marx de “capital monetizado” son clarificadoras. Puede que las finanzas
tengan un peso cada vez mayor en la economía, pero no pueden considerarse un sector
productivo porque no producen, solamente dirigiendo el capital hacia unas inversiones u
otras. La idea de que “la acumulación se da cada vez más a través de canales
financieros”, que hace referencia al concepto Keynesiano del “rentista”, alguien que tiene
su capital invertido tan sólo medios financieros olvidaría el hecho fundamental de que en
último término las inversiones financieras tienen una contrapartida en inversiones reales.
“La clase capitalista” estaba compuesta antiguamente por personas cuyo capital eran
activos tangibles (edificios, etc) mientras que en la actualidad podemos encontrar una
clase capitalista cuyos activos son cosas tan aparentemente intangibles como “fondos de
inversión”. Pero no hay que olvidar que todos los activos intangibles tienen contrapartidas
tangibles. Y es que, esos fondos de inversión se acaban convirtiendo en activos bien
tangibles ya que se utilizar para comprar bienes para la empresa. Nuestra propuesta de
investigación es considerar la financiarización como una nueva manera mediante la cual
las personas se relacionan entre sí a través del dinero. La novedad sería, en cuanto al
sistema de acumulación del capitalismo, no tanto que la financiarización constituya un
sistema de acumulación enteramente nuevo, sino la existencia de rentas, promovidas por
la desregulación financiera.
El éxito académico y mediático del concepto se debe según Godechot a las
denuncias del movimiento Occupy Wallstreet (otoño de 2011) acerca del excesivo peso de
las finanzas en la economía y del enriquecimiento de la parte ya más rica de la población
enlazaba con el programa de investigación desarrollado en la década del 2000 en torno al
concepto de financiarización. Un repaso a las figuras más prominentes en el campo
teórico de la “financiarización” refuerza la idea de la conexión entre lo político y lo
científico. Lapavitsas publicó en 2014 un magistral artículo de opinión en dicho periódico,
bajo el título “Finance’s hold on our everyday life must be broken” en que explicaba en
pocas palabras los significados de la financiarización, cómo ésta se había convertido en
una de las causas principales del aumento de la desigualdad y abogaba por medidas
25
concretas para revertirla. En definitiva, desde el punto de vista político- mediático, el éxito
del concepto de financiarización tendría que ver fundamentalmente con dos causas. Por
un lado, es un concepto que permite canalizar las preocupaciones por una sociedad más
justa y por otro lado, el éxito del término tiene que ver con el papel mediático que han
sabido desempeñar sus productores. Parafraseando a Lenin, podría decirse que la
financiarización es la fase actual del capitalismo.
En cuanto al ámbito académico, el creciente uso del término tiene que ver con la
posición que ocupan algunos de los autores y revistas que han sido pioneras en el uso del
término, y con lo que podría considerarse un consenso creciente entre los científicos
sociales de que las transformaciones clave de la socio- economía contemporánea se
entienden mejor bajo el paraguas de este concepto. Neil Fligstein, uno de los sociólogos
estadounidenses más influyentes, fue uno de los pioneros en desarrollar la idea, a través
de trabajos empíricos en empresas norteamericanas. Boltanski, figura de la sociología
francesa y europea que en los noventas estudiara “el nuevo espíritu del capitalismo”
publicó en 2015 un artículo titulado “Financialization of Valuation”. Godechot, co- director
de un centro de investigación conjunto publica el trabajo “Financialization is
Marketization!”. La prestigiosa Socio- Economic Review, una de las revistas académicas
con mayor factor de impacto en las áreas de Sociología, Economía y Ciencia Política
dedicó un número monográfico a la financiarización. En la actualidad, los académicos de
todo el mundo se ven obligados a seguir un modelo de publicación en revistas indexadas
con factor de impacto, ya que las universidades son evaluadas públicamente con criterios
cercanos a los financieros.
Lo primero que cabe decir al respecto es que financiarización y globalización son
dos fenómenos que se interrelacionan. La financiarización, en primer lugar, trata de un
fenómeno fundamentalmente anglosajón y de aplicabilidad limitada a sociedades
La financiarización implica un cambio en las maneras en que las personas nos
relacionamos a través de las relaciones de financiación.
En la vida cotidiana es prácticamente inevitable no interactuar, en muchos casos,
con grandes corporaciones. Sin duda, la gestión de estas empresas, y las vidas cotidianas
de las personas que trabajan en las mismas, se ven influencias de manera directa por la
extensión del paradigma del shareholder value. Pero también hacemos nuestra vida
cotidiana relacionándonos con organizaciones que no son empresas cotizadas en bolsa.
La influencia del mismo pasa más bien porque quienes se forman ahora en gestión de
empresa y organizaciones dentro de unos años intentarán gestionar estas empresas
siguiendo modelos que fueron creados para otro tipo de empresas. En nuestra vida
cotidiana podemos interactuar con empresas en que el régimen de acumulación y el
paradigma de gestión han cambiado significativamente. También, con empresas cuyo
estilo de gestión puede haber cambiado, en parte por las modas. La universidad pública,
que no es una empresa, se ve cada día más colonizada por modas provenientes de una
determinada visión de las finanzas. La universidad, prácticamente sin sonrojarse,
considera a sus profesores un “activo”. Pese a los aspectos loables que pueda tener dicha
iniciativa, en la medida en que pretende realizar “balances del bien común”, no deja de ser
la colonización de la vida cotidiana por las formas, el lenguaje y la lógica de la
contabilidad. No sólo es que se pretenda que evaluemos nuestra vida como un balance
contable: con activos y pasivos, previsiones de ingresos futuros y demás. Sino es que la
financiarización pasa porque veamos nuestra vida como un balance contable y que para
analizar el mismo utilicemos unos métodos que no son los únicos posibles, y que de
hecho se han generalizado tan sólo recientemente.

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