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'* Penso F. CuflISTOPHERSEN, Historio Consti tucionul Argeniinu, Guillermo Kraft Ltda., Buenos
Aires, 1942, p. 48.
DE RE C H O CON ST I T U CI O NA L B O L I V ÍA NO 103
" JosE MzefA OTS Cxrqe9ul, Eí Estadn esyaíiol en las Indios, El Colegio de México, 1941, ps.
53-54.
T04 C I R O FE L I X T R I G O
* Jose Mznfs Ors CaenEQUI, Manns I de Histuriu del Derecho español en las Indi‹is. Ed. Losada,
S.A., Buenos Aires, 1945, p. 354.
"‘ Ois CxPneQui, Ob. Cit., p. 49.
106 CIRO FELIX TRIGO
" Cir. OT OTS C eorqul, IvIunuuI de Hi.storiu del Derecho e.sf›aí'ir›I en Iu,s lndiu.t, p. 403.
108 C I RO FELI X T RIG O
'" Luis Paz, Lu Corte Sup remo de Justicia de Bolivi‹i, Sucre, Imp. Bolf var de M . Pizarro. 1910,
p. 13.
"* Ops CxrDzouf, Áfcniiuf de Historia, etc., p. 357.
Ops C enzoul, Manual de Historia, etc., p. 357.
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todo más de trescientos mill pesos de a ocho. Toda esta riqueza con
este carruaxe se ha encaminado a Potosí por sus jornadas, y en distancia
de cien leguas tardan dos meses, por no poder caminar más aprisa el
ganado ni sus hijuelos, que de seis a cinco años llevan a pie. De toda
esta comunidad y riqueza que sacan de la provincia de Chuquito, no
vuelven a ella dos mill almas, y el resto, que serán cinco mill, parte se
muere, parte se queda en Potosí. Otros se van a lo valles más cercanos,
y la razón que para esto tienen, es que cuando se quieren volver no
tienen ganado ni comida para el camino.»
“Y no terminaba aquí su calvario. Por que los indios que quedaban
en sus hogares y aldeas iban poco a poco reduciéndose en cantidad y
por lo tanto iba tocando a mayor frecuencia entre los restantes el
servicio de la mita, hasta el punto de que ya en lugar de un año cada
siete se consideraba como bueno el no tener que servir más que uno
cada tres. Aquí también, vemos a la Corona y a sus virreyes laborar en
pro de los indios, mientras que los hacendados y mineros miran por
sus intereses, con harta frecuenci a indi ferentes a los intereses y
derechos de los indios y aun a la humanidad más elemental. Alfonso
Messía, autor del documento ya citado, describe con desnudez estos
hechos lamentables en el mismo documento diri gido a don Luis
Velázquez. El Año de mita significaba para el indio arrancar de cuajo
del suelo natal su hogar, su familia y su ganado. «Si por esto y el
trabajo tan excesivo de seis meses y los cuatro de minas, trabajando
doce horas al día, bajando sesenta, y algunas veces cien estados, donde
es una perpetua noche, pues es siempre menester trabajar con candelas,
el aire grueso y de mal olor encerrado en las entrañas de la tierra, las
bajadas y subidas peligrosísimas subiendo cargado con su taleguillo
de metal estado en las espaldas, tardando en salir cuatro o cinco horas
por pasos, que si discrepan de poner bien el pie caen cien estados; y
que después de haber subido reventando, hallan por abri go un minero
que les riñe, porque no salieron más presto, porque no trajeron mayor
carga, que luego en un punto les hacen vol ver; y que por todo esto y
cuatro meses que quedan dichos de peregrinaciones, se les de solo
cuarenta y ocho patacones, ¿a quién no causará compasión?»
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del virreinato del Perú, para ser agregados desde entonces al de Buenos
Aires, estando desde muchos años antes en posesión de una audiencia
y bajo autoridades que en todos los asuntos de interés dependían
directamente de la corte española, tomaron desde muy temprano las
proporciones de un cuerpo individual, aunque informe.”
El Alto Perú constituía, evidentemente, un cuerpo político distinto,
con nítida fisonomía de una nacionalidad incipiente, a la que vino a
cimentar el decreto de Sucre. La noble finalidad de la revolución fué
organizar la vida independiente de nuestra patria, para lo que no hubo
sacrificio que no se consumara, soportando quince años de sangrienta
y desi gual lu cha en la que los puebl os to maron para sí la
responsabilidad de mantener siempre encendida la antorcha de la
libertad.
3. Proclamación de la República.- El decreto del Mariscal de
Ayacucho señalaba Oruro como sede del congreso, que debería reunirse
el 19 de abril. Por falta de elecciones en Chuquisaca y Potosí, se
postergó la inauguración para el 25 de mayo, fecha en que tampoco
pudo efectuarse. El 10 de junio de 1825 en la ciudad de La Plata,
Charcas o Chuquisaca, se reunió la Asamblea de Representantes del
Alto Perú para deliberar acerca de la suerte que correría éste. La idea
que tenía mayor arraigo era la de erigirlo en estado independiente.
Pero, varios y graves fueron los obstáculos que se oponían a tal anhelo.
El Alto Perú, que durante el coloniaje estuvo bajo la dependencia
del virreinato del Perú, primero, y del Río de la Plata, después, tenía
vínculos de los que precisaba desli gar se. El Congreso General
Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, por ley de
8 de mayo de 1825, acordó que las cuatro provincias del Alto Perú
“queden en plena libertad para disponer de su suerte, según crean
convenir mejor a sus intereses y a su felicidad”.
En cambio, el Libertador Bolívar, por decreto de 16 de mayo de
1825, expedido en Arequipa, consignaba varias disposiciones, siendo
las más graves las relativas a la validez de la deliberación de la
Asamblea de Representantes del Alto Perú, que “no recibirá ninguna
sanción hasta la instalación del nuevo congreso del Perú en el año
pró ximo” y que estos territorios “no reconocer án otro centro de
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"" HUMBERTO VAZQUEZ M ACHICADO. La procIam‹ición de lu Repíib lica, “La Razón”, La Paz, 6 de
agosto de 1946, p. 8.
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de las listas de seis a diez candi datos que le proponían los cuerpos
electorales. Las atribuciones de las mencionadas autoridades, debían
determinarse por ley; les estaba prohibido todo conocimiento judicial
y eran responsables por los abusos que cometieren en el ejercicio de
sus funciones. Los jueces de paz, con período de un año, no eran
reelegibles sino después de dos desde que cesaren en sus funciones.
La fuerza armada hall ábase compuesta por un ejército permanente
de línea y la escuadra, con cuerpos de milicias en las provincias y un
resguardo militar para evitar el comercio clandestino.
En cuanto a la reforma de la Constitución, se establecía una cláusula
especial adoptando el sistema rígido. La Constitución podía ser
modificada sólo después de cumplidos diez años desde su juramento.
Para ello, la proposición debía hacerse por escrito, firmada por una
tercera parte como mínimo de tribunos y apoyada por dos tercios de
los miembros presentantes de dicha cámara. Tal proposición, leída
por tres veces, con intervalo de seis días de una a otra lectura, tenía
que someterse a la deliberación de la Cámara de Tribunos, la que podía
aprobarla o desecharla, siguiéndose en lo demás lo preveni do para la
formación de las leyes.
Sancionada por las Cámaras la necesidad de la reforma, “se expedirá
una ley por la cual se mandará a los cuerpos electorales confieran a
los diputados de las tres Cámaras, poderes especiales para alterar o
reformar la constitución, indicando las bases sobre que deba recaer la
reforma”. En las primeras sesiones de la legislatura siguiente, se debía
considerar la reforma y io que las Cámaras resuelvan se cumplirá,
consultando al Poder Ejecutivo sobre la conveniencia de la misma.
En el último capítulo, se consagraban los derechos y garantías
individuales. Se establecía que todos los bolivianos gozaban de la
libertad civil, la seguridad individual, el derecho de la propiedad, la
igualdad ante la ley; la libertad de expresión por palabra o por escrito
y la de publicar el pensamiento por la imprenta sin previa censura,
bajo la responsabilidad que la ley determine; el derecho de permanecer
o salir del territorio de la república según convenga a cada cual llevando
consigo sus bienes; la inviolabilidad del hogar doméstico; la repartición
proporci on al de las contri buci ones; el pri vi leg io tempora 1 de
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"'* C. AcAMO IBARRA, Lu Constitución de Bnlívur po«r fe République if ni porte son nom (Thése
préseniée a la Faculté de Droit de I‘Université de Genéve pour l'obtention du grade de Docteur
en droit), Genéve, Imprimiere du Comerce. rue Bergalonne 8, 1922, p. 27.
ENRIQUE FinOT. Nuevo Historia de Bnlivio (ensayo de Interpretación Sociológica). Imp. López,
Buenos Aires, 1946, p. I99.
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antes que haya cerrado sus sesiones la Asamblea, que se reúna inmedia-
tamente después de su cesación.
La justicia se administraba por la Corte de Casación, las Cortes de
Distrito y demás tribunales y juzgados que las leyes establezcan.
Las atribuciones de la Corte de Casación se determinaron en forma
precisa, enriqueciéndose este capítulo con nuevas normas, entre las
cuales figuraba el conocimiento de los negocios de puro derecho, cuya
decisión dependa de la constitucionalidad o inconstitucionalidad de
las leyes.
Perfecci onándose lo estatuído en la Constitución precedente, se fijó
un precepto aparte, consignando al final del texto constitucional, lo
que Sigue: Art. 86.- Las autoridades y tribunales aplicar án esta
Constitiición con preferencia a las leyes, y éstas con preferencia a
cualesquiera otras resoluciones.
La Constitución de 1861 es, indudablemente, la más avanzada con
la que se contó hasta entonces y la que contribuye con un mayor aporte
doctrinal al perfeccionamiento de nuestras normas fundamentales.
Distribuye adecuadamente las materias, determina mejor los derechos
y garantías ciudadanos, amplía las atribuciones de los poderes públicos
y pone en evidenci a la cap aci dad y el domini o de la doctrina
constitucional de quienes inter vinieron en su el aboración. A la
Asamble a Constitu y ente de dic ho año concurri er on eminentes
publicistas como don José M. de la Reza, don Tomás Frías, don An-
tonio Quijarro, don Agustín Aspiazu, don Evaristo Valle y don José
Manuel Gutiérrez.
7. Constitución de 1868.- Sancionada el 17 de setiembre de 1868,
fué promul gada el 1 de octubre del mismo año por Mariano Melgarejo.
El sistema bicameral fué puesto en vigor, estableciéndose una
Cámara de Senadores y otra de Representantes, que debían reunirse
cada dos años: el período del mandato de diputados y senadores era
de 4 años.
Los re prese nt antes na ci o nal es no pod ía n ser a pre hendi dos,
demandados ni citados judicialmente desde el día de su proclamación,
durante las sesiones y cuarenta días después, salvo in frngnnfí delito
sujeto a pena corporal,
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funciones que no les competen; así como los actos de los que ejercen
jurisdicción o potestad que no emane de la ley.
Se prescribe que los diputados durante el período constitucional de
su mandato, podrán diri gir representaciones al Poder Ejecutivo para
el cumplimiento de las leyes y resoluciones legi sl ativas; podrán
representar las necesidades y medios de mejora de su distrito electoral.
Las sesi ones de 1a Asamb lea debían rea li zarse cada bieni o,
renovando su personal por mitad cada dos años.
El número de miembros del Consejo de Estado se reduce a 9
di puta dos el egi dos por dos terci os de voto de la Asamb l e a,
desapareciendo el Tribunal Supremo Contencioso-Administrativo.
El período presidencial se fija en 4 años, no pudiendo ser reelecto
el Presidente de la República sino pasado un período. En caso de
renunci a, destituci ón, inhabilidad o muerte del Presi dente de la
República, llamábase a desempeiíar sus funciones al Presidente del
Consejo de Estado, hasta la terminación del per íodo constitucional.
En 1a Asamblea Con stitu yente de 1871 se aprobó una Moci ón
presentada por los convencionales Félix Reyes Ortiz, Daniel Calvo,
Eleodoro Camacho, Jose Mier y León, Pedro José Aramayo, Manuel
A. Serrano y Crispín Andrade y Portugal, que decía: “I ncítase a la
Comisión de Constitución para qi:e en el término más breve posible
preste su dictamen sobre esta cuestión: ¿Es el sistema federal o el
unitario, el adaptable para la Constitución del país?”
Se debatió ampliamente la cuestión, habiéndose presentado dos
corrientes opuestas: la unitaria y la federal. Sobresalió como 1íder del
unitarismo don E varisto Val le, que enfocó el cambio de forma del
Estado bajo dos aspectos primordiales: político y económico. “Sostenía
que la federación no convenía porque no existía espíritu público, ni
ilustración, ni riquezas; porque habiendo salido del más duro coloniaje,
no hemos podido emanciparnos de nuestra degradación y porque es
preciso que primero venga el vapor a cambiar la faz de nuestro suelo.
Una raza degradada —arg timentaba— forzada al trab ajo por sus
señores, sin artes ni industria de ningún género, no podía dejar de ser
lo que hoy es; que los 45 años de independencia, lejos de mejorar, la
h‹In empeorado porque ha adquirido vicios consiguientes a la licencia
D E R E CHO C O N ST I T U C I O N A L B OLI VI A NO 153
''" Redactor de la asnmb/en Constituyente del aito 1871, La Paz, Litografías e Imprentas Unidas,
1927, ps. 742 y 773.
"‘ redactor de la Asamblea Constituyente del año 1871, La Paz, Litografías e Imprentas Unidas,
1927, ps. 385, 786 y 787.
154 CI RO FE L I X T R I GO
''" Redactor de lo Convención N icionul del aito 1880, t. I. Litografías e Imprentas Unidas, La
Paz, p. 56.
156 CI RO F EL I X T R I G O
'' HeaNANDO SILES, Derecho Parlamentario de Bolivia, 1. 1, La Paz, 1917, Imprenta y Litografía
Boliv íana, ps. 35 al 48.
DERECHO CONSTITUCIONAL BOLIVIANO 159
’°° Anuario fiegisínlivo de 1932, compilado por Agustín de Rada Litografías e Imprentas Unidas,
La Paz, 1933, p. 101.
164 C F RO F E L I X T R I GO
Los Corislitiiciones de Boli yin, compilación de Ramón Salinas Mariaca, Imprenta y Editorial
Artística, La Paz, l 9d7. Estudio Preliminar del Dr. Tomás Manuel Elío, p. IV.
Ob. cit., p. XV,
DERECHO CONSTITUCIONAL BOLIVIANO 171
''" Para profundi zar en el anális is de los factores étnicos, geográficos e históricos son muy
recomendables las obras Lu democruciu en nuestr‹i Histnriu, de B xUiisi’x Ssnvt:nRA. C¡onzúles
y Medina, Libreros Editores, 1.a Paz, 1921, principal mente en el capítul o intitulado “La
Herencia”, así como La Ré gime Parlumen tuire en Bolivie de FR»NKI.IN ANTEZnNA Paz, Les
Éditions Doma-Montchresiien, París 1933, en su Primera y Segunda Parte, ps. 14 a 47.
“’ Ob. cii., p. 38.
" JOSÉ ORTEGA Y GxSS£T, ffinoriu como sistema y deí lmy erio› R‹›in‹ino, “Rev ista de Occidente”,
Madrid, 1941, “El Estado como piel” ps. I 55-159.
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