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MODULO I.

CONOCIENDO A MI ALUMNO

El proceso de conocer al alumno con el que vamos a trabajar, es largo, es


complejo, pero a la vez encantador y lleno de retos del día a día. Esto quiere
decir que, si ayer trabajaste muy bien con tu alumno, puede ser que hoy no sea
un buen día, pero ¿Por qué se da este fenómeno?, algunas respuestas podrían
ser:

 Índole medico: si el alumno toma alguna medicación indicada única y


exclusivamente por su médico; la mayoría de las ocasiones hay que
realizar cambios en las dosis, ya sea aumentar o disminuir, o bien, retirar el
medicamento y cambiarlo por otro.
 Índole fisiológica: Aquí podríamos observarlo en la regulación del ciclo
sueño-vigilia, así como cambios en su alimentación.
 Índole psicológicos: Cambios en la rutina del hogar, problemas entre los
padres, enfermedad de un miembro de la familia que cumpla un rol
importante en la vida del niño, separación de los padres, cambio de
casa, temores, entre otros.

Durante el tiempo que se está a solas con el niño, uno tiene otra oportunidad
para que él capte si somos francos, honrados, auténticos, rectos, no
enjuiciadores, aceptantes, amistosos. El puede descubrir esto mientras uno
habla brevemente, cuando se le hacen preguntas para una simple ficha de
admisión, cuando uno espera mientras él inspecciona la sala y el equipo,
mientras uno juega con él a algo sencillo, cuando uno lo introduce a una
actividad inofensiva. Tal vez el niño decida en sólo una sesión que uno es una
persona confiable y con la cual se puede relacionar, o quizás necesite tres o
cuatro para asegurarse. Cuando ello sucede, uno lo sabe de inmediato. Si no
llega a producirse, también lo sabremos y quizás deseemos tomarnos el tiempo
para reconocerlo y analizar lo que está aconteciendo entre uno y el niño.
Sobre todo, uno debe comprender que los niños son resistentes y defensivos por
buenas razones.

Es lo que tienen que hacer para sobrevivir, para protegerse. Han aprendido —
de los mundos caóticos en que están envueltos y de las escuelas tan a menudo
severas, indiferentes y ciegas— que deben hacer cuanto esté a su alcance
para cuidar de sí mismos, para protegerse de intrusiones. A medida que un niño
empieza a confiar en mí, comenzará a permitirse alguna apertura, ser algo más
vulnerable. Tengo que moverme calmada, gentil y suavemente.

Conocer sus gustos y sus disgustos, sus tiempos, sus gestos, sus movimientos, su
mirada, son cosas que debemos observar día a día en nuestro alumno y usarlo
a su favor.

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