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Visión Teórica de los Consejos Comunales en Venezuela

El Consejo Comunal ha sido bienvenidos por parte de las organizaciones


sociales populares que se sienten protagonistas del proceso de participación en
las políticas públicas y ven en esta figura la posibilidad de mejorar su calidad de
vida y, sobre todo, de resolver las deficiencias de vivienda y servicios comunales
que existen en los barrios populares. Algunas de las organizaciones populares que
se constituyeron a partir de las preexistentes, consideran que además de
gestionar los servicios comunitarios, los Consejos Comunales son la piedra
angular para construir el poder popular y hacer las transformaciones necesarias
para concretar la revolución bolivariana y, así, arribar al socialismo del siglo XXI, a
pesar de que hasta el momento estos conceptos son sumamente vagos y vacíos
de contenido.
Los miembros de la clase media que se interesan en los Consejos
Comunales opinan que éstos no son realmente una instancia de participación
ciudadana que beneficie el proceso de descentralización y, por el contrario,
piensan que éstos pudieran contribuir al desmantelamiento de la institucionalidad
local del municipio y de las parroquias; destacan también que pueden ser un
mecanismo para el control político a nivel local. Sin embargo, una parte de la clase
media vio en ellos el mecanismo para recuperar los espacios locales
tradicionalmente defendidos por las asociaciones de vecinos y decidió
incorporarse al proceso de constituirlos, aunque lo ha hecho más lentamente que
los sectores populares5.
La actividad principal de los Consejos Comunales, tanto de los sectores
populares como de la clase media, ha sido la formulación de proyectos que
beneficien a su ámbito territorial con el fin de recibir los recursos que ofrece el
gobierno. Desde la oposición política e, incluso, desde algunos de los voceros pro
gubernamentales, se ha puesto en tela de juicio el manejo directo de los recursos
otorgados por el Estado porque ello pudiera estimular el clientelismo y prestarse
para la corrupción ya que no existe ni la experiencia ni la necesaria independencia
de la función de contraloría social, la cual es realizada por los propios miembros
de del Consejo Comunal. También se ha cuestionado su pretendida autonomía y
se duda de su capacidad para incluir a todos los ciudadanos independientemente
de su clase social.
El ámbito territorial microlocal del Consejo Comunal, el cual no se
corresponde ni con el ámbito político-territorial de la parroquia ni del municipio,
lleva a que la democracia directa local que propugnan tenga graves dificultades
para articularse hacia arriba y así, ascender en la escala de decisiones. En el corto
plazo y dada la competencia por los recursos económicos del Estado que existe
entre los Consejos Comunales, también se dificulta el desarrollo de una red
organizativa alrededor de la participación que trascienda este tipo de
reivindicaciones microlocales y sea capaz de definir intereses colectivos a escala
más amplia.
En casi ninguno de los Consejos Comunales, ya sean de los sectores
populares o los de la clase media, se piensa este espacio como el más idóneo
para debatir un proyecto alternativo, democrático y descentralizado de sociedad
En consecuencia, aun cuando estos mismos son percibidos como espacios de
empoderamiento, no lo son en la realidad actual.
Visión Compleja de los Consejos Comunales en Venezuela
En medio del crecimiento y desarrollo de los consejos comunales y
comunas, afloraron profundos debates al interior de las fuerzas que participan en
el proceso de construcción, que develan las tensiones y contradicciones entre el
poder constituido y el poder constituyente. En este sentido, se identifican tres
visiones y prácticas de lo comunal. La primera, es la visión burocrática, que
apuesta a la creación de consejos y comunas desde el Estado y como apéndices
de éste, para garantizar su control, conducción y el cumplimiento de tareas
subalternas; al mismo tiempo para asegurar el control social de los adversarios
políticos desde el terreno local. Es la utilización del saldo organizativo y la potencia
constituyente propia de las comunas para la gobernanza.
La segunda visión es la reivindicativista, se expresa desde lo popular y se
complementa en cierta medida con la visión burocrática, centrada básicamente en
resolver los problemas cotidianos de las comunidades organizadas en consejos
comunales y/o comunas, pero sin vocación de poder, ausente de la visión
estratégica e histórica de constituirse en gobierno para sí. Como fortalezas,
podríamos destacar que, por lo general, las obras ejecutadas por los Consejos
Comunales y Comunas suelen ser terminadas con mayor eficiencia y eficacia que
las estatales; asimismo, es notable la adquisición de saberes en gestión de
gobierno que, aunque a pequeña escala, es un ejercicio que aporta para avanzar
en un nivel superior hacia la construcción de la comuna.
La tercera, es la visión autonomista, supone un salto político, ya que se
asume a los consejos comunales y a las diversas formas organizativas existentes,
integrados y articulados más allá de lo reivindicativo. La comuna es valorada como
base de la nueva organización y de vida, es una forma de gobierno de los
habitantes del lugar, que recupera el espacio local como síntesis del socialismo,
no por una pretensión de modelaje, más bien por la construcción de una nueva
institucionalidad y de ejercicio del poder desde todos los ámbitos que se expresan
en la vida cotidiana, es trascender la ruptura entre la sociedad política y la
sociedad civil.
Dentro de esta visión y práctica de lo comunal que hemos denominado
autonomista, encontramos también contradicciones, básicamente referidas a la
relación con el estado-gobierno-partido. Algunas corrientes autodenominadas
libertarias se plantean el uso del estado venezolano como plataforma para
construir la autonomía, por lo que las hemos denominado anarquismo de estado,
se trata entonces de movimientos que disputan en el campo de lo popular y con
otras corrientes partidistas, cargos burocráticos y pequeños espacios de poder
emanados del Estado, por lo cual, en la práctica, son funcionales a los sectores
políticos hegemónicos.
Las comunidades como espacios sociales de convivencia primarios son una
excelente escuela para fomentar la cultura democrática. Las prácticas de
asambleas comunitarias para discutir los proyectos necesarios de las
comunidades y su posterior aprobación muestran un ejercicio de lo democrático
con amplias repercusiones en la cultura política del país y la sanidad política de la
república. A mayores niveles de participación corresponde mayores niveles de
fortalecimiento de lo democrático. La idea de la representación se va
reconfigurando hacia formas más participativas de democracia.

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