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VIII.

EL PAPEL DEL MAESTRO COMO LÍDER Y PROMOTOR DEL


CAMBIO

EL PERFIL DEL MAESTRO PARA EL SIGLO XXI

El perfil de los maestros que pueden lograr la transformación que


requiere el sistema educativo exige un alto compromiso hacia ellos
mismos y hacia la comunidad escolar. No es una tarea fácil, o de
medio tiempo o de entrega incompleta. Exige una opción de vida y
una forma permanente de ser dentro y fuera de la escuela.
Ser maestro, emulando a Sócrates, requiere una forma de vida y
una jerarquía de valores con alta orientación a lo humano y a la
construcción de una sociedad más justa, equitativa y colaboradora;
con opción por la paz, de respeto a la vida y la diversidad, y
principalmente de superación permanente en el esfuerzo, en el
trabajo diario, en la construcción del propio destino y el destino
comunitario.
Ser maestro es estar convencido de que el aprendizaje diario, la
búsqueda permanente de los valores trascendentes, la solidaridad
comunitaria y la autorrealización son el camino para construir un
mundo mejor para nosotros en el presente y para la sociedad en el
futuro.
El maestro deberá actualizar su propio papel comunitario para
contribuir significativamente a lo más trascendente que es el
desarrollo personal y social de las nuevas generaciones de niños y
adultos, que en las nuevas circunstancias estarán en continuo
aprendizaje. El papel del maestro del siglo XXI deberá ser el de
agente de cambio, que entiende, promueve, orienta y da sentido al
cambio inevitable que nos transforma a todos. Será un cuestionador
del statu quo que encuentre mejores formas de superación y de vida.
El maestro formalmente enseña una asignatura de ciencias exactas o
de ciencias sociales, de arte o de deporte, pero al fin y al cabo, como
dice Krishnamurti, “lo que verdaderamente enseña un maestro es el
amor por la materia”, es decir, si se dedica a enseñar los conceptos
matemáticos pero no logra infundir en sus alumnos una mentalidad
de medición, una necesidad vital por los números, la enseñanza será
temporal y poco significativa para la vida de los estudiantes y de la
sociedad. Lo mismo se puede decir de la historia o de la física, de la
literatura o de la química.
Tampoco se requiere de hombres o mujeres perfectos, pero sí
comprometidos y en búsqueda. Si esperamos a maestros ideales
éstos nunca llegarán. El cambio lo tenemos que hacer nosotros, con
nuestras debilidades y fortalezas, carencias o virtudes. Lo que se
pide del maestro es compromiso con la superación personal, con el
aprendizaje, con los alumnos, con la creación de una sociedad mejor
y con la revolución educativa y social que se requiere urgentemente.
El nuevo papel del maestro se caracterizará por ser un modelo de
aprendiz, que es el requerido por un mundo de educación
permanente, de actualización creativa y constante, propios de la era
del conocimiento que hemos iniciado; aprendiz de nuevas técnicas,
de nuevos enfoques, conocimientos y destrezas de u n planeta
globalizado cuyo signo es el autoempleo, la competitividad y la
especialización.
El nuevo papel del docente será el de un líder moderno que dirige,
orienta, vincula, da sentido y fortalece los esfuerzos de sus alumnos
hacia una sociedad en continuo aprendizaje; hacia una sociedad con
mayor libertad física; hacia una sociedad de múltiples alternativas;
hacia un mundo cargado de incertidumbre, donde más que nunca la
frase de Heráclito cobra vigencia: lo único permanente es el cambio.
El nuevo papel del maestro es ser un verdadero escucha de los
cambios un escucha de las inquietudes humanas; un escucha y un
estudioso de los cambios culturales que influyen sobre todos
nosotros. Un escucha de las necesidades e inquietudes de sus
alumnos, de sus nuevos y viejos planteamientos, que buscan
aprender lo que tiene sentido, lo que verdaderamente es importante
para enfrentar la vida y que lleva al logro constructivo de su mundo.
El nuevo papel del maestro es el de cuestionador e investigador,
el de enseñar a pensar, a escudriñar los misterios de la vida, a
interesarse por el conocimiento del acervo acumulado a través de los
siglos y a interesarse por los descubrimientos que aún quedan por
develar.
El papel más importante del nuevo maestro será el de filósofo en
el sentido etimológico y pragmático del término; es decir, el amigo de
la sabiduría, el que se hace las preguntas básicas del bien vivir, el
que se pregunta sobre lo importante y lo prioritario para lograr la
plenitud humana; el que se pregunta sobre la relación entre el
progreso, la técnica y el ser humano, el que vive una búsqueda
intelectual y existencial de la felicidad, el bien, la belleza, el gozo, el
placer, la plenitud y la trascendencia.
El maestro es el sintetizador y traductor pragmático de lo
abstracto, que adecua las teorías y los modelos de los grandes
pensadores y científicos a la realidad concreta y balbuceante de los
alumnos en el aquí y el ahora. Es el creador de formas adaptadas a
los iniciados en el conocimiento del mundo y en el camino de la vida.
El maestro deberá ser el visionario que construye proyectos de
futuros integrales (weltanschaung), que ubiquen y motiven el
quehacer de sus alumnos en este mundo. Estos marcos de referencia
ayudan a definir la identidad y el destino de los alumnos en la
realidad concreta de su tiempo y espacio. Lo ubican en la historia y
en la proyección del futuro, en el concierto de naciones y en el propio
microcosmos familiar y social, con una concepción de lo que es el ser
humano y sus posibilidades; lo que es su inmersión en el mundo y su
trascendencia.
En otras palabras, el nuevo papel del maestro requiere de un
liderazgo fuerte y claro que vaya a la delantera del mundo que está
en gestación; que recupere su papel primordial como educador y
formador de las generaciones por venir, responsable de hacer que la
historia sirva como “maestra de la vida”. El maestro deberá volver a
ser el promotor del cambio comunitario en cada municipio, en cada
barrio, en cada colonia, en cada localidad. El maestro deberá jugar el
papel que le corresponde en el compromiso ético de crear una nueva
civilización. El maestro tornará a ser el formador de los líderes del
futuro, indispensables en la creación de las nuevas familias,
comunidades, empresas e instituciones.
El nuevo papel del docente será el de maestro de la vida más que
el de profesor de materna ticas, física, literatura o educación física.

Perfil del maestro para el siglo XXI


 Agente de cambio.
 Modelo de aprendiz.
 Líder.
 Verdadero escucha.
 Un cuestionador e investigador.
 Filósofo, sintetizador y traductor pragmático de lo abstracto.
 Visionario.
El maestro será el facilitador de la nueva civilización que ponga en
el centro los valores humanos. Sólo entonces volverá a tener sentido
la vocación de maestro y habrá recobrado el lugar social que le
corresponde al lado de los héroes y los forjadores de las sociedades.

LA MISIÓN PERSONAL Y SOCIAL DEL MAESTRO

Logrando su desarrollo y dominio personal

Los griegos tenían como ideal de la educación la arete. Este


concepto tiene tres dimensiones vitales. En primer lugar, significa
buscar la perfección que se consigue con la práctica, el
entrenamiento, la técnica y los conocimientos. Requiere de un
ejercicio sistemático y continuo en el dominio total del arte, la
disciplina o la ciencia de que se trate. En el fondo es un camino
siempre ascendente, en el cual siempre se aprende algo nuevo, pues
la perfección nunca se alcanza.
En segundo lugar, arete quiere decir buscar la belleza; es decir,
que en el ejercicio de una profesión, por ejemplo el lanzamiento de la
jabalina o el ser maestro, no sólo es importante realizarla con
maestría, sino además con belleza, es decir, que tanto los
movimientos en el lanzamiento como el atuendo, los ademanes y
todo lo relacionado con ella irradien belleza.
En tercer lugar, arete significa buscar la trascendencia, que los
logros de la disciplina o profesión que se practica den nombre a la
familia, a la ciudad. En términos modernos significa dejar huella, que
lo que uno haga sea importante para otros, para la propia familia,
para la escuela, para los alumnos o para la comunidad.

Dominio y maestría sobre sí mismo y sobre su materia

Dicho de otra forma, el maestro debe ser ante todo un hombre o


mujer en continua superación que busque ser dueño o dueña de su
propio destino. Esta concepción humana del camino permanente de
aprendizaje hace congruente al maestro con su vocación de enseñar.
En primer término es un convencido de que el aprendizaje y la
búsqueda del dominio de su propia persona y de su especialidad lo
hacen al mismo tiempo un maestro y un aprendiz. Además, le dan un
sentido de humildad para estar abierto a nuevos enfoques, a nuevas
experiencias y nuevos conocimientos; le dan un sentido de humildad
para acercarse a los alumnos con hipótesis de trabajo y no con
dogmas; le dan humildad para reconocer que muchas veces el
aprendizaje cuesta y requiere de una gran entrega, con la modestia
de concebirse como un aprendiz más adelantado que sus alumnos,
pero en el camino de la verdad, del conocimiento y de la construcción
del propio destino.
En otras épocas se ha hablado de lograr el dominio personal, es
decir, de alcanzar la perfección personal, y ésta es una de las
características más sobresalientes de todo maestro o líder social
auténtico, aunque la más olvidada por la educación moderna
especializada y tecnificada. Se ha olvidado que la base de toda
profesión, de todo oficio, de toda vida que ha logrado la
autorrealización es el dominio de uno mismo.
La base del dominio personal radica en el conocimiento de uno
mismo, en la vida interior que cada ser humano es capaz de lograr
dentro de su propia persona. La vida interior es la capacidad de sentir
y vivir profundamente las experiencias; es la capacidad de vibrar y
entregarse con intensidad a las tareas y vivencias que caracterizan la
existencia (Casares y Siliceo, 1993). En otras palabras, es la
capacidad de vivir la experiencia de ser, gozar y sufrir; de tener éxito
y de fracasar; de vivir profundamente la relación con los demás seres
humanos y con la naturaleza.
Maslow (1954), en su estudio sobre las personas autorrealizadas,
descubre en ellas la sensibilidad y frescura para sentir y disfrutar las
experiencias más simples de la vida; la capacidad de poder disfrutar
una puesta de sol, una obra de arte o la sonrisa de un niño como si
fuera la primera vez que se perciben; la capacidad para escuchar a la
naturaleza, para captar los matices de la comunicación y la relación
humana únicas en cada vivencia; la habilidad de experimentar en uno
mismo los distintos tonos de la alegría y de la compasión, del dolor y
del esfuerzo. En otras palabras, es estar profundamente vivos o
vitales, sensibles a la voz interior para descubrir las necesidades y los
deseos más significativos que mueven la propia existencia (Casares y
Siliceo, 1993).
Tanto Maslow como Warren Bennis en su estudio de los líderes
han descubierto el poder de esa voz interior que podríamos traducir
en las aspiraciones profundas o la vocación personal. En otras
palabras, significa hablar de las intuiciones existenciales de quel que
se ha inquirido a sí mismo sobre su lugar en este planeta, su sentido
existencial, su razón de ser. Al respecto Víctor Frankl (1987) se
plantea: “¿Cuál es el sentido de la vida? El sentido de la vida no
existe. El sentido de la vida es el que cada quien le quiere dar”. El
sentido de la vida es aquel que cada quien se forja en su interior y lo
va construyendo a lo largo de su existencia.
En esta vida interior, en este autoconocimiento y lealtad a la
propia unicidad presente y pasada, radica la fuerza personal que
integra y unifica todas las energías humanas. En esta congruencia,
con lo que uno es y con lo que maduramente desea ser, radica el
“poder personal” (personal power) que analiza Carl Rogers (1979) y
que es el fundamento de un liderazgo maduro y fuerte.

El autoconocimiento es un proceso

Las épocas de la vida: la niñez, la juventud, la incipiente vida adulta,


la madurez y la vez provocan nuevas perspectivas y experiencias que
van construyendo la imagen de cada persona. Éste es el reto de la
vitalidad y del autoconocimiento: el descubrimiento existencial del
propio ser y de las diversas huellas que va forjando la experiencia
vital en cada ser humano. La vida interior, en la captación de la propia
unicidad y en la reflexión que produce aprendizaje y cambio (Rogers,
1961), es el crisol de la propia imagen personal.

Encontrar un sentido de plenitud y realización a través de la


reflexión
Quizás una de las preguntas existenciales que pueden orientar a todo
ser humano en el descubrimiento de su centro vital sea una que
puede dividirse en dos facetas: una descubre el plano positivo y la
otra el negativo: ¿Cuándo me he sentido más pleno y profundamente
satisfecho conmigo mismo? ¿Cuándo me he sentido más vacio?
Gran número de líderes, especialmente los que basaron su fuerza
en la congruencia y fortaleza interior, han señalado una y otra vez la
importancia del autoconocimiento Jesucristo lo enfatizó de múltiples
formas y en especial en el significado profundo de aquella frase: “El
reino de los cielos está dentro de vosotros”, la trascendencia está en
el interior de cada quien, la fortaleza, la felicidad o el valor más
profundo se encuentran dentro de uno mismo. La belleza, la bondad y
la verdad se descubren en el interior. Esto lo han dicho de una y otra
forma los filósofos orientales y occidentales de todos los tiempos, los
místicos y ascetas, los grandes pedagogos, los estudiosos de la
psicología, los humanistas y los poetas, los grandes maestros de las
artes y los oradores.
La psicología moderna ha descubierto, cada vez con mayor
profundidad, el poder de la meditación y la imaginación como
instrumentos de fuerza para lograr lo que uno se propone. Los
adolescentes y los niños las utilizan para visualizarse en el futuro.
Ensayan en su fantasía la forma como se enfrentarán a situaciones
difíciles, imaginarias o reales, y se visualizan respondiendo de
maneras más eficaces que las realizadas hasta el momento. Este
ensayo interior les permite actuar de manera acertada en la realidad.
Los líderes visualizan ese futuro y la forma como tienen que llegar a
él.
La meditación y la imaginación sana son un excelente medio para
ensayar cambios y llevarlos a la realidad. Los psicólogos, y en
especial Wolpe y Lazarus, han demostrado una y otra vez el poder de
la fantasía para lograr cambios, primero en la imaginación y luego al
transportarlos a la vida real. Asi mismo, los psicólogos rusos han
abundado en experiementos que muestran este poder olvidado en la
concepción racionalista occidental. No así los orientales, quienes
logran controlar el frío y el calor, el dolor y la adversidad con base en
el control mental, del que también aprenden formas de
comportamiento para el futuro. El mismo Víctor Frankl (1996) narra en
su libro El hombre en busca de sentido cómo a través de la
imaginación logró sobrevivir en el campo de concentración y
encontrarle sentido a la terrible adversidad.
En la imaginación, los líderes ensayan alternativas y posibilidades
en distintos escenarios, prevén efectos futuros y los medios para
enfrentarlos. De esta forma se conocen más a sí mismos y
desarrollan potencialidades que no han ejercido antes. También se
fortalecen y preparan para enfrentar situaciones difíciles (Casares,
1994).

Promoviendo la autoestima

Uno de los temas más importantes en la educación y en el desarrollo


humano es el de la autoestima. El nivel de estimación de sí mismo es
el nivel de salud o enfermedad mental. Las personas con alto grado
de autoestima son capaces de lograr una vida personal y social más
gratificante y constructiva.
A partir del conocimiento personal se da un segundo paso en la
madurez humana, que es el de la aceptación propia, en el cual no
sólo se ha logrado conocer la realidad personal, sino que además se
la acepta. Lo contrario a la aceptación personal es la enajenación:
querer ser otro. El que no se acepta a sí mismo se rechaza de una u
otra forma. Se halla en continua lucha porque no está conforme con
lo que le tocó en la vida; su estatura o su color de piel, su
musculatura o su nivel de inteligencia, su forma de ser social,
etcétera.
Este rechazo o falta de aceptación es la base de las neurosis. Las
personas no aceptan el lugar que les tocó en su familia, hubieran
querido ser los primeros o los últimos. Están enojadas
permanentemente porque no nacieron de unos padres mejores que
los suyos. Hubieran querido nacer en familias con mayores recursos.
La salud mental es estar suficientemente satisfecho con uno
mismo, con lo que uno es, con lo que uno tiene y con el intenso
deseo de sacarle el mejor provecho a su ser, a sus cualidades, a su
situación económica o social. La aceptación de uno mismo no es una
actitud pasiva y conformista, sino realista y positiva.
Cuando alguien es capaz de aceptarse y vivir con intensidad su
camino a la perfección, con sentido estético y trascendente, la vida le
retribuye su armonía con la realización personal.
La aceptación de uno mismo lleva a la autoestima. No sólo acepto
mi realidad, sino que me acepto y me estimo como soy. No se
necesita ser otro para estimar las propias cualidades y valores o lo
que uno es y posee. Se tiene en alta estima lo que se recibe de la
vida, de los semejantes y de lo que cada quien logra. La autoestima
es el aprecio de lo que cada uno es y un sentimiento de
agradecimiento con la vida, la naturaleza, o un ser superior.
La autoestima es la base de la seguridad y la confianza en uno
mismo. Sobre el conocimiento realista de lo que uno es y puede
hacer, de las propias fuerzas y limitaciones, se es capaz de construir
sobre terreno firme. La orientación vocacional, que debe iniciarse
desde edades tempranas, busca descubrir cuáles son las fuerzas de
cada quien para utilizarlas como cimiento en el propio crecimiento. La
educación debe propiciar que los alumnos descubran sus talentos,
sus energías, sus intereses, para que sobre éstos construyan su
propio camino.
El modo como nos sentimos respecto a nosotros mismos afecta
decisivamente todos los aspectos de nuestra experiencia en el
trabajo, el amor, la amistad, en la familia, en la pareja, en la
comunidad, así como en nuestro proceder como educadores.
Nuestras respuestas ante los acontecimientos dependen de qué
pensamos de nosotros. La autoestima es la suma de confianza y
respeto por sí mismo.
Desarrollar la autoestima implica desarrollar la convicción de que
uno es competente para realizar un trabajo productivo y se tien la
capacidad para construir relaciones humanas positivas para vivir y
ser feliz. Equivale a enfrentar la vida con mayor confianza, seguridad
y optimismo, lo que nos sirve de fundamento para alcanzar nuestras
metas y experimentar la plenitud.

Escalera de la autoestima
ALTOESTIMA

RESPETO
ACEPTACIÓN

ALTOEVALUACIÓN

AUTOCONCEPTO

Cuanto másALTOCONOCIMIENTO
alta sea nuestra autoestima estaremos:

 Más preparados para enfrentar las adversidades.


 Con más posibilidades de ser creativos.
 Con más capacidad para establcer relaciones enriquecedoras.
 Con más respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás.
 Con más capacidad para dar respeto, afecto, comprensión y
amor a los demás.
 Con mayor plenitud en lo físico, emocional, mental y espiritual.

La autoestima, en cualquier aspecto, es una experiencia íntima de


comunicación y encuentro con uno mismo. Desgraciadamente una
gran cantidad de personas busca la autoconfianza, el autorrespeto y
la autoestima en todas partes menos dentro de sí mismos. La
importancia de una autoestima saludable reside en nuestra capacidad
de responder de manera activa y positiva a todas las oportunidades
que nos presenta la vida.
La estima que una persona siente por sí misma es de vital
importancia para su vida, tanto en el plano íntimo y personal, como
en sus relaciones interpersonales o de trabajo. El logro de una salud
psíquica depende de una actitud positiva hacia sí mismo y hacia los
demás, para alcanzar un desarrollo constructivo de la propia
personalidad y del logro de un aprendizaje trascendental (Tausch y
Tausch, 1987).
En nuestra tarea educativa es de gran importancia fomentar la
autoestima de los alumnos a partir del trato y las actitudes del
docente, tanto dentro como fuera del salón de clases. Los niños y
jóvenes adquieren conciencia de ser personas y ser dignas de estima
o de menosprecio a partir de las manifestaciones y acciones de sus
padres y maestros. En correspondencia con el aprecio o menosprecio
que les manifiesten, ellos se ven a sí mismos como individuos
estimables y valiosos o como personas poco dignas de aprecio
(Tausch y Tausch, 1987)
Nadia puede dar lo que no tiene. Por lo tanto, el maestro debe ser
un especialista en aceptarse y estimarse a sí mismo

Diálogo interior que destruye la autoestima

 Con frecuencia no me gusto como soy.


 Me lastima que otros tengan cualidades que yo no tengo.
 En el fondo no aprecio lo que aporto a los demás.
 Muchas veces me gustaría ser como otras personas.
 Me da vergüenza mi origen, mi estatus y mi situación
económica.
 No me gusta mi físico ni mis capacidades personales.
 Muchas veces me siento inseguro de mis propias ideas y
sentimientos.
 Vengo una opinión negativa de mi mismo.
 Con mucha frecuencia temo no poder comportarme
correctamente.
 Solamente me siento seguro cuando los demás me aprueban.
 Me odio y castigo cuando no hago las cosas a la perfección.

Diálogo interior que refuerza la autoestima

 En general me aprecio y me valoro.


 Siento que tengo cualidades muy positivas.
 Siento simpatía hacia mí mismo.
 Sé que yo solo puedo salir adelante en la vida.
 No tengo miedo de ser yo mismo y decidir mi propio destino.
 En general, me siento seguro en mis relaciones con los demás.
 Me siento bien conmigo mismo aunque no soy perfecto.
 Disfruto bastante de la vida.
 Me gusta que otros compartan mi punto de vista, pero no es
necesario que estén de acuerdo conmigo.
 Me comprendo y entiendo a mí mismo.

Para que pueda ser un promotor del autoconocimiento y del


descubrimiento de las propias fuerzas sobre las que se ha de
construir el futuro de cada alumno. Por desgracia, muchos profesores
creen que agrediendo a sus alumnos y señalando sólo sus defectos y
debilidades cumplen con la misión de educadores, sin darse cuenta
de la importancia de ayudarlos a descubrir sus fortalezas y a
encontrar oportunidades de crecimiento y desarrollo.
Si estos profesores pudieran observar el daño moral que hacen en
la confianza y estima de sus alumnos utilizarían métodos correctivos
que no tocaran ni amenazaran la autoestima.
Los maestros tienen la enorme tarea de fortalecer la autoestima de
los niños del futuro. Ya Samuel Ramos en su libro El perfil del hombre
y la cultura en México, Octavio Paz en El laberinto de la soledad,
Carlos Fuentes, Santiago Ramírez, González Pineda, Gabriel García
Márquez, Mario Vargas Llosa, Ernesto Sábato y muchos otros
autores nos hablan de la debilidad de los latinoamericanos para
aceptarse a sí mismos, de su malinchismo y de su complejo de
inferioridad.
La aceptación de la propia realidad y la autoestima son la base de
la seguridad personal y social. La seguridad personal es la garantía
para enfrentar los retos que nos presenta la vida con una mentalidad
de logro, con convencimiento de poder alcanzar las metas y cumplir
las tareas propuestas. Con esto, las metas serán realistas y
significativas para la vida personal del que se las proponga.

Creando una visión alentadora del futuro

Los educadores y maestros, que conviven con los estudiantes una


gran cantidad de horas durante las distintas etapas educativas, tienen
el reto de proporcionar e inspirar la confianza realista y la fortaleza
interior que sirva de base a los niños y jóvenes para enfrentar su
formación y la vida futura como fundamento de la autoestima. El
maestro debe ser un visionario. Generar visiones integradoras y
alentadores es un signo común de todos los maestros, y lo confirman
las investigaciones a nuestro alcance y la nuestra propia. Warren
Bennis, Meter Senge, meter Drucker, John Gardner, por no hacer
interminable la lista, ponen especial énfasis en esta característica.
Todos los líderes que son entrevistados en el libro Liderazgo,
capacidades para dirigir (1994), concuerdan en el libro Liderazgo,
capacidades para dirigir (1994), concuerdan en que la capacidad de
visualizar el futuro es una de las seis habilidades más importantes
que deben poseer los líderes.
Meter Drucker define como fundamento del liderazgo la capacidad
de

[… pensar y meditar sobre la misión personal e institucional,


definiéndola e implantándola de una manera visible y clara a
los demás. El líder define las metas, propone las prioridades y
define los estándares de actuación. La primera responsabilidad
de los líderes es tocar la trompeta con un sonido totalmente
claro (Drucker, 1992).

La visión es una imagen mental de un futuro deseado que


debe concordar con la misión. La misión es la vocación; es una
idea motriz que incluye los valores y la trascendencia de la
propia entrega. La visión y la misión deben enriquecerse y
fortalecerse armónicamente. La misión hace énfasis en la tarea
permanente; la visión señala la imagen concreta de lo que se
pretende ser en el futuro. Valga decir que tanto la visión como
la misión son percepciones de los objetivos prioritarios de lo
que se desea ser y hacer en el futuro.
La visión es una idea motriz. No es una idea abstracta ni un
objetivo ni un deseo. La visión es una conceptualización
integral concreta, cargada de emoción y fuerza de atracción
para la persona, el grupo o la comunidad (Garfield, 1986). La
visión no es sólo pensamiento y razón, sino que contiene
elementos emocionales inconscientes.
Sólo así se entiende por qué una visión personal puede ser
la base motivacional que inspira toda una vida, o por qué
puede fomentar una gran transformación, y por qué por una
visión se entrega la vida.
La visión es una imagen que se crea conscientemente con el
fin de hacer tangibles los ideales personales, del grupo o del
país. La visión debe articular un escenario realista del futuro,
que sea creíble y atractivo; debe ser una percepción
suficientemente amplia y comprensiva de todo lo que se desea.
Desde luego, tiene que ser positiva, alentadora y motivante.
La visión la proponen los líderes con base en su intuición y
el conocimiento de la realidad; hunde sus raíces en el pasado,
pero abre perspectivas de crecimiento para lograr una
situación mejor que la que existe en el presente. De aquí la
importancia de que los maestros ayuden a crear una visión
positiva del futuro.
Cuando un maestro líder es capaz de fomentar la
generación de visiones poderosas en sus alumnos, les está
ayudando a crear una fortaleza que les servirá para toda la
vida. Gandhi no se dirigía solamente a las motivaciones de
justicia de los pobladores de la India. La visión de Gandhi se
basaba en su religión milenaria, en la identidad nacional y en
las necesidades inconscientes de encontrar el destino propio.
El maestro debe ser un promotor y un forjador del futuro,
que oriente y dirija la reflexión, la imaginación y la energía de
sus alumnos hacia ideales y metas de su propio mañana.
El maestro deberá mostrar la importancia de la preparación
actual en relación con el mundo en el que van a vivir sus
alumnos en el futuro. El docente, como todo verdadero maestro
que ha existido a través de la historia, debe ser un profeta que
hable del futuro, que promueva constantemente una visión
deseable y alentadora de la región, el país o la comunidad. Sólo
promoviendo visiones constructivas del futuro los maestros se
podrán consolidar como líderes del cambio e inspiradores de
ideales más altos. El maestro habla de lo que hoy es, de lo que
ha sido, pero también de lo que puede ser el mañana. Un
futuro realista, pero desafiante; un futuro que exige esfuerzo,
pero que es alcanzable con trabajo, dedicación, estudio y
entrega; un futuro integral, que habla de las ciencias, pero
también de los valores humanos; un futuro que se inicia con
los logros de hoy. Los verdaderos maestros de la humanidad y
los grandes líderes sociales han hablado del futuro. Han
valorado y apreciado el presente; pero han mostrado un futuro
mejor a las nuevas generaciones. Un futuro que no reniega del
presente, sino que lo supera y lo trasciende.
Lo que se ataca del presente es la injusticia, la maldad, la
indiferencia humana, la enfermedad, la miseria y la pobreza
tanto material como espiritual. El maestro es un crítico de la
explotación humana y un profeta de la esperanza a través de la
educación, el esfuerzo, la solidaridad, la razón y el dominio
personal. El maestro debe ser un estudioso de las tendencias
que transforman al mundo, de las variables que afectan la vida
personal, familiar y comunitaria de un mundo globalizado;
debe ser un estudioso de lo que sucede en el presente para
convertir los hechos en oportunidad de aprendizaje y reflexión.
El maestro debe tener una visión de futuro para sí mismo y
su entorno; una visión alentadora, con profunda fe en el
esfuerzo y el potencial humano para que pueda contagiar e
inspirar las visiones del futuro de sus alumnos. Éstos, a su
vez, necesitan subir la mirada hacia metas elevadas de largo y
mediano plazo; requieren tener confianza en sí mismos para
forjar su vida dentro de una perspectiva alentadora.
Hoy, el futuro es un concepto mucho más dinámico que en
épocas pasadas. La tecnología ha hecho que los cambios que
antes se suscitaban en siglos o en décadas hoy se den en unos
cuantos años o meses. La sobrepoblación y los límites de la
geografía hacen que los problemas que tardaban siglos en
llegar, hoy se presenten rápida y masivamente, por lo que cada
vez es más importante la capacidad de generar visiones del
futuro y de construir ideales y modelos a los cuales entregarse
comprometidamente.
El futuro no le quita valor al presente; por el contrario, lo
marca y le da sentido. Los frutos de lo que hagamos hoy los
recogeremos mañana. La vivencia del presente nos garantiza la
vivencia del mañana. El aprendizaje de hoy nos garantiza el del
futuro. No vamos a formar científicos o investigadores creativos
a partir de alumnos que hoy están en un sistema escolar
pasivo. No vamos a formar ciudadanos responsables y
demócratas de alumnos que hoy no tienen responsabilidades
ni participan en las decisiones. La madurez humana no viene
sola. Los líderes del mañana no nacen en ambientes que
impiden el liderazgo de hoy. Ésta es una de las tareas
fundamentales de todo maestro para con sus alumnos.

Compromiso ético: entrega y congruencia

La credibilidad en los líderes radica en su capacidad de


comprometerse con los ideales y la visión que profesan. El
compromiso es parte fundamental del liderazgo y, por tanto, de
ser maestro.
Los grandes líderes parecen obsesionados con la meta que
se han propuesto alcanzar y a esta tarea se entregan en cuerpo
y alma. Los esfuerzos no cuentan, el tiempo no tiene horarios.
Su mente y sus emociones están involucradas
permanentemente.
Por lo general los líderes y los verdaderos maestros se
sienten llamados a realizar una misión a la que se entregan
con entusiasmo. Esta misión los trasciende más allá de lo
cotidiano, los envuelve y apasiona. La consideran su vocación
personal (Maslow, 1979).
El compromiso se extiende a la relación personal con otras
personas que abrazan el mismo ideal, lo cual se transforma en
compromisos grupales y crea el espíritu de equipo que se
genera a partir de la cabeza. Los líderes y los maestros tienen
clara conciencia de que sus colaboradores (o sus alumnos)
serán los que harán germinar las semillas, alcanzar las metas
y cumplir los ideales (Bennis y Nanas, 1985).
Los verdaderos maestros no sólo tienen “buenas relaciones
humanas” con sus alumnos, sino que establecen compromisos
de superación permanente para lograr las metas y los objetivos
propuestos (casares, 1994).
El compromiso produce la sinergia necesaria para lograr las
reacciones en cadena que contagian a todo grupo escolar, y es
la base del sentido trascendente que da la fuerza para obtener
los resultados, que de otra manera parecerían imposibles.
Esta característica no es nueva en nuestra experiencia. La
sabiduría popular nos dice que una acción comprometida vale
más que cien palabras. El ejemplo de los padres para sus hijos,
el de los maestros para sus alumnos, es mucho más fuerte que
todas las arengas para lograr la implantación de ideales,
conductas y hábitos.
Confiamos en la gente que es predecible, en los líderes que
toman posturas claras y firmes, que no cambian con las modas
o los intereses puramente personales. Confiamos en los líderes
que son de una sola pieza y que se dan a conocer en múltiples
situaciones dentro de la misma congruencia que los identifica.
La capacidad de compromiso se inicia con un proceso
interior de valoración personal, de respeto y fe en las propias
capacidades y en las tareas que se proponen como valiosas.
Implica un proceso de pensamiento y emoción para definir la
propia misión y la visualización del papel de uno mismo en ese
reto (Casares y Siliceo, 1993). El compromiso con uno mismo
no se inicia en la adolescencia, con la formación de los valores
que uno considera dignos de ser logrados y vividos.
Para comprometernos profundamente con nosotros mismos
es necesario conocernos, sopesar aquello que nos hace sentir
plenos y que da valor a la propia existencia, que le da un
sentido de trascendencia. Pero también requiere una disciplina
que responda a lo que uno es y a las expectativas que hemos
creado; cumplir con la palabra; ser predecible en las promesas
que uno hace a los demás y desde luego, en las promesas que
uno se hace a sí mismo.
La congruencia y el compromiso requieren una disciplina
para terminar lo que uno se propone; fortalecer el poder
interior para lograr lo que se desea, a pesar de las dificultades
y los obstáculos. Es una actitud ante la vida de lucha y
esfuerzo por obtener los objetivos personales. Sólo así se puede
tener confianza en uno mismo.
Sabemos que para tener este poder personal es necesario
conocer las fuerzas sobre las que se pueden fincar las propias
prometas y los objetivos que se desea lograr. También es
indispensable conocer los propios límites para no
comprometerse a algo que no se puede alcanzar. El poder
personal implica un trabajo interior de automotivación, de
conocimiento de las necesidades físicas, psicológicas y
espirituales que promueven la fuerza suficiente para actuar
sobre las metas deseadas (Kelley, 19929. No es, como sostenía
la psicología racional, tener fuerza de voluntad
independientemente de la propia forma de ser. El liderazgo se
basa en las cualidades y valores propios, a partir de los cuales
se construye la vocación personal.
El compromiso con uno mismo es, en primer término, un
ejercicio de congruencia con el propio ser, enraizado en el
pasado personal. >Los clásicos nos ofrecen ejemplos y héroes
de la mitología que cultivan esta capacidad interior de
congruencia.
Héctor, ante su inminente muerte, sabe que tiene que
afrontar el destino porque es su congruencia personal y se
prepara para ello. Ulises, en congruencia con su ser personal,
no permite que el canto de las sirenas lo desvié y él mismo
controla sus debilidades para ser fiel a su propia misión.
Muchos de los grandes personajes de la tragedia griega, como
Edipo, Medea o antífona, son ejemplos de la lucha por lograr
una congruencia personal y un compromiso con ellos mismos y
su circunstancia histórica.
Los santos y los profetas, desde Moisés o David, san
Francisco de Asís o Ignacio de Loyola, hasta Mahoma o Buda,
nos han mostrado la lucha interior de los líderes en su camino
de congruencia y credibilidad. Ya sea que hablemos de la
historia de Occidente o de Oriente, el liderazgo de los grandes
hombres y mujeres nos muestra la lucha por lograr un
compromiso personal como fuente de credibilidad hacia uno
mismo y hacia otros.
Demóstenes, Cicerón, Einstein o Marie Curie, Galileo o Dalí,
Gandhi o Martin Luther King, la madre Teresa de Calcuta o sor
Juana Inés de la Cruz, Simón Bolívar o José Martí, ya sean
científicos o militares, oradores, estadistas o artistas que h an
mostrado palpable su liderazgo, han dejado constancia de su
lucha interior y de su búsqueda por la congruencia y el
compromiso personal.

La falta de ética de los maestros destruye

El compromosio de todo líder o maestro con su grupo es un


elemento esencial de la relación de influencia. Este
compromiso es ante todo un fenómeno ético (Koestenbaum,
1992). Sin él, las relaciones se vuelven enfermizas y
destructivas y todos, el líder o el maestro y sus seguidores o
alumnos, se menosprecian o lastiman. Aquí está la diferencia
entre el auténtico maestro o líder transformador y el falso.
Freíd nos enseñó cómo los padres pueden llegar a destruir a
sus hijos y cómo las enfermedades psicológicas más graves,
como la esquizofrenia o la neurosis, son producidas en los
primeros años de vida por relaciones insanas. Estas relaciones
se caracterizan por la falta de cariño y amor genuinos, por
exceso de agresividad y hostilidad, por frialdad e indiferencia.
En las relaciones enfermizas se presentan compromisos que
hacen crecer a uno de los participantes en la relación y
disminuyen al otro, o se destruye la dignidad, la seguridad
personal y la auto confianza de uno o de ambos (Laughlin,
1967).
La historia también nos muestra ejemplos de pueblos
destruidos en su integridad y en su dignidad y que fueron
utilizados por sus líderes para beneficio personal.
El liderazgo magisterial no es un fin en sí mismo, sino un
medio, una relación y un compromiso a través de los cuales el
maestro y los educandos hacen un pacto para lograr fines
trascendentes de superación personal, de aprendizaje y de
desarrollo humano que beneficien a la comunidad, el país o la
organización.
Por consiguiente, el magisterio tiene que juzgarse dentro de
un marco ético y de valor. Los valores son fines en sí mismos
que perseguimos y vemos como buenos y convenientes; por
ejemplo, el amor, la amistad, la lealtad, la entrega, la belleza, la
congruencia, etc., son fines que todos consideramos valiosos. Y
también consideramos intrínsecamente negativos todos
aquellos fines destructivos, como matar, menoscabar la
dignidad de otro, robar, engañar o defraudar. Estos principios
éticos están en la naturaleza del hombre o son fruto de la
civilización de la humanidad.
A través de los valores juzgamos nuestras acciones, es
decir, los valores nos sirven de guía para juzgar nuestras
conductas y las de los líderes; pero no podemos, en afán de
conseguir un valor, pisotear otros. La historia nos ha enseñado
que “el fin no justifica los medios”. La conciencia moral se forja
en los primeros años de la vida; por tanto, si por alguna causa
no se desarrolla dicho proceso, la sociedad habrá dado a luz a
socio patas que sentirán lo mismo cuando muevan una silla
que cuando disparen a un ser humano por la espalda.
La autenticidad del docente comienza por ser una persona
sincera en su relación con los alumnos, respetando las
posturas de éstos, buscando un encuentro con cada estudiante
y convirtiéndose en un facilitador del aprendizaje más que en
un instructor.
Ser maestro es hacer cultura permanentemente, porque el
maestro vive, enseña y participa en la creación de los futuros
ciudadanos que serán los participes activos del desarrollo
social y económico.
El aprendizaje renovador y la relación interpersonal mestro-
alumno busca el desarrollo integrador y holístico de la persona
(Maslow, 198/) a su mundo real de aquí y ahora.

Una relación positiva y liberadora entre el maestro y el alumno crea


las condiciones que favorecen el crecimiento y el desarrollo

Lo más importante no es que el maestro cumpla


burocráticamente con las exigencias del programa establecido
por las autoridades educativas, sino que sea coherente y
auténico en su relación con los estudiantes (Rogers, 1991).
Esta actitud positiva es la motivación básica en el
acercamiento entre el maestro y el estudiante; deja a un lado la
actitud defensiva y su relación de poder para dar lugar a un
encuentro de tú a tú con el alumno, como lo señala Buber
(1994).
El mestro será un liberador al realizar un formación
genuina de los alumnos, al asumir un liderazgo auténtico con
un pensamiento personal, original e independiente y con
libertad de criterio y de decisión.
Las actitudes, posturas y reacciones emocionales en el trato
entre maestros y alumnos en todos los aspectos de la vida
constituyen los elementos sustanciales para el logro de las
condiciones necesarias en el proceso de aprendizaje. El aprecio
y la cordialidad son de utilidad e importancia decisiva en las
relaciones interpersonales dentro y fuerza del proceso escolar.
La dimensión emocional en su aspecto positivo puede conducir
a las personas al logro de experiencias constructivas en el
encuentro con el otro.
El maestro del siglo XXI debe conducir al alumno a alcanzar
un aprendizaje significativo; es decir, ayudarlo a que él mismo
asimile lo aprendido, que lo haga propio y lo integre a su
persona y a su vida.
El aprendizaje significativo no consiste en un simple
aumento del caudal de conocimientos, sino que se entreteje
con cada aspecto de la existencia del individuo (Rogers, 1991).
Por ello, en la medida en que los educadores promuevan
aprendizajes funcionales, innovadores, que incluyan a la
persona y sus circunstancias en su totalidad, el aprendizaje
será cada vez más eficaz.

Condiciones para que se dé el aprendizaje significativo

1. El maestro debe ser una persona unificada, integrada y


coherente en su relación con el estudiante.
2. El maestro debe ser él mismo y aceptarse tal como es.
Debe ser congruente en sus sentimientos y sus actos.
3. El maestro debe sentir un interés genuino y cálido por el
alumno.
4. El docente debe tener una comprensión empática,
genuina y real del mundo del estudiante. Esto supone
sentir el mundo privado del alumno como si fuera el
propio, captar con claridad el mundo del otro y poder
comunicar su comprensión de ese mundo.
5. El estudiante debe experimentar, como resultado de este
proceso, congruencia, aceptación y empatía.

Algunas características importantes de este aprendizaje


significativo (González, 1991) son:

1. Se asimila en el plano del ser, en lo más profundo de cada


ser humano, promoviendo el cambio, el desarrollo y la
autorrealización.
2. Se integra a conocimientos anteriores; por tanto, este
aprendizaje no queda aislado, lo cual permite la
posibilidad de revisar y confrontar conocimientos ya
adquiridos facilitando la capacidad de juicio crítico.
3. Se puede aplicar práctica y creativamente a la vida,
pudiéndose utilizar en cualquier momento de nuestra
existencia.
4. Es motivado por interés personal. El aprendizaje se da por
las necesidades sentidas, los gustos, los ideales, las metas
y la búsqueda de sentido.
5. Es un aprendizaje integral y penetrante, que compromete
a toda la persona.
6. Es un aprendizaje que es evaluado por la persona que
aprende, ya que en último término es la única capaz de
evaluar significativamente un aprendizaje.

Creando una cultura democrática formativa

En un mundo cuyo signo principal es el cambio, resulta


apremiante el estudio de la capacidad para dirigir, orientar y
fortalecer el esfuerzo colectivo hacia la innovación y adaptación
a las nuevas circunstancias (Casares, 1994).
Un ejemplo claro de esta cultura democrática formativa es el
colegio Olinda, en la ciudad de México, donde se desarrolla un
programa de civismo para lograr la formación política del
estudiante mediante la práctica de los diversos procesos
democráticos. De esta manera se ponen en práctica procesos
como la conformación de partidos políticos, la realización de
elecciones y la práctica del ejercicio del poder a través de
diversas “secretarías” como Relaciones Exteriores, Relaciones
Internas, Acción Social, etc., que llevan a cabo labores de
relaciones e intercambio con otras escuelas y universidades;
por medio de grupos de estudiantes que realizan actividades de
servicio a la escuela, a los mismos alumnos y a las
comunidades necesitadas. Ésta es una forma enriquecida de
las tradicionales sociedades de alumnos. Se fomentan las
relaciones entre los alumnos y de la escuela con otras
instituciones educativas, con empresas, con las autoridades de
la ciudad y con la cultura.
El articulo primero de la Constitución Política de este
colegio dice lo siguiente: “Es voluntad de la comunidad del
colegio constituirse en una República representativa y
democrática, con el objeto de que todos sus miembros
conozcan, mediante un programa de apoyo vivencial, el sistema
político que rige en nuestra República Mexicana” (Olinda,
1993). Este programa busca propiciar en el alumno actitudes
de responsabilidad cívica y de interacción social, tanto en la
escuela como en su grupo social, que le permitan adquirir una
conciencia de su responsabilidad política y cívica frente a la
realidad del país.
En la creación de una cultura democrática es fundamental
la formción de líderes en todos los niveles, ya que son éstos los
que ayudan a la integración, organización, dirección y éxito de
todo grupo humano. Si el sistema educativo propicia la
generación de líderes sociales alrededor de intereses sociales,
políticos, religiosos, artísticos, científicos, históricos, literarios,
altruistas, deportivos, etc., estará propiciando la formación de
líderes que en el futuro crearán una red social fuerte y
dinámica. En la formación de estos líderes es importante
recordar que la misión básica de todo dirigente es conducir a
un grupo humano hacia las metas deseadas y propuestas. En
ellas se entiende que todo dirigente, para lograr su cometido,
debe moverse entre estas dos variables:
1) saber motivar, promover, orientar, negociar y
re3lacionarse con las personas, y
2) Ser capaz al mismo tiempo de definir, proponer y
alcanzar las tareas y objetivos (Casares, 1994).
Una escuela que promueve grupos organizados y
autodirigidos, grupos deportivos, artísticos, de estudio, de
investigación, de acción comunitaria, de organización interna,
como son las sociedades de alumnos, estará propiciando que
en este tipo de grupos surjan líderes que se responsabilicen de
los fines comunes, al mismo tiempo que estará propiciando la
formación individualizada de acuerdo con los propios intereses
y capacidades.
Estas características que señalamos están integradas en lo
que se conoce como una comunidad con cultura de
aprendizaje, ya que una escuela no es únicamente un espacio
para recibir información y conocimiento en un salón de clases.
La escuela va más allá de eso, por ello implica la organización
de todos sus sistemas, el pedagógico, el administrativo, el
social y el comunitario, orientados a formar una célula micro
social que propicie el aprendizaje de la comunidad escolar.
La participación de padres, maestros, alumnos, autoridades
locales y organizaciones interesadas en la educación,
enriquecerán la vida escolar y la toma de decisiones. Esto
propiciará un ambiente democrático y participativo hacia el
bien común de la comunidad de aprendizaje.
La cultura participativa así propiciada se convierte en una
excelente experiencia educativa en la que se ejercitan las
habilidades de organización, comunicación, relaciones
interpersonales, auto dirección, etc., que serán la base del
éxito en el mundo del futuro caracterizado por el trabajo
colectivo y comunitario.
El logro de las metas se convierte en un esfuerzo colectivo
más que individual. Así, el estudiante, al igual que el maestro-
líder, se convierte en un agente de cambio, en un promotor de
la transformación de su propio entorno junto a sus
compañeros y maestros.

Creando una cultura para un mundo sin fronteras

Se está gestando un mundo globalizado. Hoy, las barreras y los


límites que había entre nuestros países se derrumban debido a
la necesidad de estrechar los vínculos entre las naciones y
satisfacer las demandas de desarrollo y productividad del
mundo actual.
La globalización ha borrado fronteras creando una nueva
mentalidad planetaria y una competencia global que abarca las
ciencias, la tecnología, la ecología, las economías en desarrollo,
la productividad, la apertura cultural, la apertura de los
mercados, y se expande por medio de la internet, el fax, el
correo electrónico y la comunicación vía satélite que en
cuestión de segundos conectan a todo el mundo
instantáneamente. Esta expansión de la humanidad relaciona
de forma cada vez más estrecha las múltiples facetas de la
actividad mundial, lo cual confiere un alcance planetario a los
planos políticos, económicos, financieros, comerciales,
religiosos, éticos y científicos (Delors, 1997).
Poco a poco las actividades industriales y comerciales se
han visto afectadas por esta apertura de fronteras. Los
mercados de cambio difunden inmediatamente todas las
fluctuaciones monetarias hacia los mercados de bienes y de
materias primas y, de manera general, la interdependencia
coyuntural hace del mundo entero la caja de resonancia de las
crisis industriales de los países más desarrollados (Delors,
1997). Por otra parte, la globalización acentúa las grandes
diferencias que hay de una región a otra, de una cultura a
otra. Las necesidades de los países son muy diversas, y aceptar
la globalización como la solución de los problemas locales es
desviar la atención a una solución integral. Ante esta
situación, las naciones latinoamericanas se enfrentan a los
peligros del mundo globalizado, entre los cuales podemos
mencionar.

 La invasión de otros modelos culturales.


 La devaluación de la cultura y los valores de nuestros
países.
 La competencia desleal, económica y comercial entre
nuestras naciones y los países más poderosos.
 La polarización entre ricos y pobres.
 La marginación de grandes segmentos de la población.

La globalización, querámoslo o no, es un hecho que se está


dando. Lo único que podemos hacer es prepararnos para ese
mundo globalizado.
La educación tienen mucho que aportar para preparar a los
ciudadanos de ese mundo globalizado, llevando a cabo una
educación abierta al mundo que sepa aprovechar la riqueza
humana de donde provenga, pero al mismo tiempo que sepa
defender los valores propios.
Como prioridad, se tiene que romper con el nacionalismo
cerrado, que impide el desarrollo de un país y que se centra en
sus logros sin mirar qué sucede a su alrededor. Este
nacionalismo, en lugar de propiciar oportunidades de
crecimiento y desarrollo, más bien significa estancamiento y
aislamiento, pues no atiende a lo que sucede en el resto del
mundo.
El nacionalismo que buscamos es aquel que valora la
propia identidad y sus riquezas, que sabe identificar lo que
cada cultura y cada pueblo ha logrado realizar y descubrir,
haciendo de su nación un crisol de culturas y tradiciones.
Frente a este reto, presentamos algunos valores que el
sistema educativo debe fortalecer en los estudiantes con miras
a enriquecer el desarrollo económico y social globalizado en los
países latinoamericanos:
 La familia.
 Las tradiciones.
 La religiosidad.
 Las relaciones humanas.
 El desarrollo espiritual.
 La búsqueda de sentido ante la adversidad.
 La colaboración social para ayudar a los desprotegidos.

Las instituciones educativas pueden convertirse en


promotoras de la globalización y preparar a sus alumnos para
enfrentar los retos que implica el mundo globalizado, pero al
mismo tiempo deben fortalecer la identidad nacional y las
características locales, defendiendo los valores propios. Para
esta tarea, el sistema educativo requiere abrir sus puertas y
ventanas a otras experiencias no sólo internacionales sino
dentro del propio país.
Una forma que pueden usar las escuelas y las
universidades para fomentar una mentalidad globalizada son
los intercambios estudiantiles entre regiones y países.
Existen muchos ejemplos de experiencias de intercambio
cultural tanto en el ámbito nacional como en el internacional;
sin embargo, queremos resaltar la experiencia del colegio
Olínca, que ya hemos citado anteriormente, en la ciudad de
México, que tiene como meta educativa crear una mentalidad
global solidaria en todos sus alumnos.
Este colegio desarrollo desde 1973 un programa de
intercambio bajo el lema de “Una sola familia, la humanidad, y
un solo hogar, la tierra”.
El objetivo de este programa es que los maestros y alumnos
conozcan, respeten y aprecien diferentes culturas y formas de
vida a través de la convivencia directa con otros estudiantes y
sus familias tanto dentro como fuera del país.
Los maestros y los estudiantes son capacitados para
convertirse en embajadores que den a conocer la propia
cultura y al mismo tiempo se enriquezcan con la experiencia
cultural ajena. Entre la capacitación que se imparte se les
insiste en que deben convertirse en líderes y promotores de la
paz, del respeto a las diferencias y del valor de la persona.
Ya desde el nivel preescolar se inicia el programa de
intercambio. A partir del cuarto grado de primaria los alumnos
participan en el programa conozca México. Visitan distintos
estados de la república acompañados por los maestros,
quienes los orientan y propician oportunidades de compartir
experiencias y reflexiones. Interactúan con otros estudiantes
de la localidad, con las familias de éstos y las autoridades de la
escuela anfitriona. La idea es que conozcan otras costumbres y
formas de vida. Posteriormente, los alumnos en su escuela, con
la participación de sus familias y maestros, serán anfitriones
de las delegaciones que dichos estados envíen a la ciudad de
México.
En el bachillerato, especialmente en el quinto grado, los
alumnos participan en el programa de intercambio,
convirtiéndose en embajadores de la paz en distintas partes del
mundo; actualmente se han organizado intercambios con 15
países a saber. Argentina, Australia, Brasil, Costa Rica, Cuba,
Chile, Ecuador, España, los Estados Unidos de América, El
Salvador, Filipinas, Francia, La India, la República Checa y
Rusia (antes con la Unión soviética). Los alumnos interesados
se seleccionan con base en su rendimiento académico y sus
características de personalidad. Deben contar con la
aprobación y el apoyo de sus padres, y deben establecer un
compromiso de ser familia anfitriona de algún alumno o
maestro extranjero de las delegaciones que posteriormente
visitarán el país.
El programa ofrece un proceso de sensibilización y
preparación para conocer el país y la localidad a la cual irán
los alumnos de intercambio. Los estudiantes preparan trabajos
y materiales que serán expuestos a todos los miembros de la
comunidad en la cual van a convivir. Asimismo, una vez que el
alumno ha regresado de su viaje presenta un informe a todos
sus compañeros del bachillerato. En esta presentación expone
sus experiencias personales, los conocimientos adquiridos y el
impacto en su desarrollo como persona. Durante la estancia en
los países anfitriones son acompañados por un maestro que los
reúne periódicamente y orienta sus reflexiones y aprendizajes.
Las exposiciones son escuchadas y analizadas tanto por los
compañeros y los maestros en varias reuniones en las que se
presentan todas las experiencias de los distintos países en los
que estuvieron presentes los alumnos. De esta manera, los
estudiantes que no tuvieron la oportunidad de viajar son
informados y enriquecidos con las experiencias de los que sí
viajaron.
Según la directora general del colegio, con este tipo de
programas se pretende un encuentro con el sentido común,
con la sencillez, con la igualdad, a fin de rescatar la esperanza
y la confianza en el ser humano.
Programas de este tipo pueden ser adoptados por las
escuelas públicas tanto de la ciudad como del campo para
propiciar en los alumnos una apertura de su visión, para
fomentar nuevas motivaciones y crear una mentalidad que
prepare al estudiante para el intercambio y la globalización.
Las oficinas estatales de la Secretaría de Turismo y la
Secretaría de Educación Pública pueden apoyar intercambios
dentro de los estados y dentro del país. Asimismo, se pueden
aprovechar los apoyos de organismos internacionales, como el
que apadrina el programa expuesto anteriormente. También
existe interés de las embajadas en apoyar dichos intercambios.
Las escuelas públicas, que muchas veces tienen gran
escasez de recursos, deberán tener mayor iniciativa y
creatividad. Pueden iniciar los intercambios con escuelas de la
misma localidad o de regiones vecinas; pueden aprovechar
instituciones La
públicas y privadas,
nueva sociedad comodeseamos:
que todos son museos, clubes
deportivos y diversas instituciones sostenidas por el gobierno y
porempresas,
Más justa, que están ydispuestas
productiva solidaria. a colaborar con el sistema
educativo. El intercambio
 Con una economía más puede iniciarse
equitativa con visitas
y orientada de un día
al crecimiento
a fábricas, otras escuelas, organismos gubernamentales y
compartido.
universidades. Lo importante
 Comprometida con la paz. es ampliar la mente y estimular
el aprendizaje,
 Basada enlael motivación
respeto a losy derechos
la visión humanos
de los estudiantes.
fundamentales.
 Fruto de la armonía en las relaciones interpersonales,
familiares, sociales e institucionales.
 Responsable del medio ambiente.
 Creadora de condiciones sociales que garanticen la
supervivencia y la evolución humanas.
El intercambio brinda la oportunidad de convivir con otros, de
percibir las diferencias y revalorar lo propio. Para los estudiantes con
mayores recursos, es la oportunidad de convivir con los de menores
recursos y encontrar valores que no se dan en otros estratos
sociales. Es la oportunidad de interactuar con personas de distinto
color, nivel socioeconómico o con formas de vida y costumbres
diferentes. A partir de esta experiencia se desarrollan actitudes de
solidaridad, de aprendizaje, de emulación creativa y realista y de
crecimiento personal. Cualquier escuela, independientemente de su
nivel social, puede crear programas de esta naturaleza y convertir a
sus alumnos en embajadores de la paz en sus propias comunidades,
en instituciones públicas y privadas, en pueblos y regiones distintos
de los propios y en otros países. De esta manera, las autoridades
escolares, los maestros y todo el sistema educativo estarán
propiciando en el aula y fuera de ella la formación integral. Este
aprendizaje está orientado a “aprender a vivir”, a promover los
valores que requiere la nueva civilización que todos queremos y a
preparar a los alumnos y a las futuras generaciones para la
globalización. Más aún, este tipo de programas puede favorecer el
fortalecimiento de los valores sociales y comunitarios que requerimos
para la sociedad del siglo XXI.

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