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La sociedad civil y la redefinición de lo público

Margarita Bonamusa, Renata Segura y Rodrigo Villar[*]

La importancia que ha adquirido el concepto de sociedad civil en la teoría política


contemporánea responde a cambios sustanciales en los sistemas políticos, y —
especialmente— al replanteamiento que necesariamente se ha hecho de la
relación entre gobiernos y gobernados a raíz del profundo distanciamiento de los
ciudadanos respecto al Estado, y la crisis global de la política.

Bajo la premisa que construyó las democracias liberales occidentales, que no era
otra que la excluyente elección del postulado de libertad individual, en detrimento
de la igualdad social, no sólo se llegó a un abandono en la pretensión de lograr
una justicia social a través de políticas sociales redistributivas eficaces, sino que
se entendía que el Estado era el único actor legítimo para concebir las políticas de
desarrollo económico y político. En consecuencia, el espacio público era aquel
espacio del Estado que trataba temas de interés general. Un espacio público
estatal, politizado y carente de controles sociales.

El espacio abierto para el ejercicio de la democracia se circunscribía al ámbito


creado desde el Estado para que una variedad de comportamientos políticos
tuvieran lugar sin entrar en contradicciones. Así, las políticas cepalinas convivían
en cierta armonía con las del clientelismo, la violencia política y el pujante
narcotráfico. El resultado ha sido un deteriorado marco político en donde el
equilibrio encontrado entre las diferentes fuerzas se ha roto. La falta de un espacio
público que otorgara reglas de juego comunes a sus actores, unos contenidos
éticos mínimos en el desempeño de la política y una participación de la sociedad
civil en los proyectos de Estado, ha sido elemento decisivo para poner de
manifiesto la crisis actual del sistema político, y para apuntar hacia un modelo
democrático alternativo basado en la participación ciudadana.

En Colombia, la sociedad civil también se ha convertido en los últimos años en


uno de los más importantes referentes, aunque —a diferencia de varios países[1]
— la fuerza de su aparición no responde a la necesidad de sustentar la oposición
a un régimen autoritario. Podríamos decir que la fuerza que ha adquirido en el país
proviene simultáneamente de dos orígenes: uno, la reacción a la existencia de un
Estado cargado de pesados lastres, y que es ineficiente a la hora de cumplir su
función comodefensor de lo público[2].

Dos, la sociedad civil se ha fortalecido por la aparición de un discurso a nivel


global que da prioridad a la participación de la sociedad civil en el manejo de lo
público y que la alienta a tomar en sus propias manos muchas de las decisiones
que antes estaban reservadas para el Estado. Colombia se incorpora así en el
modelo de desarrollo centrado-en-la gente, que se abre camino en todo el mundo,
especialmente desde la Conferencia para el Desarrollo realizada en Copenhague
en 1994. En este nuevo paradigma de desarrollo a las organizaciones de la
sociedad civil se les otorga un papel esencial tanto en el trabajo por mejorar la
calidad de vida de los pobladores, como en proyectos de crecimiento económico y
consolidación de la democracia. Este modelo, en otras palabras, abandona el
paradigma Estado-céntrico y convierte a la sociedad civil en el interlocutor por
excelencia de las políticas gubernamentales, buscando así tanto una
responsabilidad más profunda de las OSC con el desarrollo de sus comunidades,
como la participación de éstas en la formulación de políticas públicas adecuadas
para las necesidades de la sociedad. Además, se ha dado un ambiente interno
favorable a esta tendencia gracias a las transformaciones introducidas por la
Constitución de 1991, no sólo en la reglamentación misma, sino en el régimen
político y el imaginario colectivo colombiano.

La Asamblea Nacional Constituyente (ANC), convocada para transformar la


Constitución de 1886, fue una reacción a este panorama de poca legitimidad de
los partidos y las instituciones, agravado por la presencia de múltiples fenómenos
violentos. Varios aspectos le dan a la ANC su relevancia: por una parte, es la
primera vez, desde 1957, que la sociedad civil desata un proceso de reforma
política sustancial. La amplia participación de sectores usualmente marginados de
la toma de decisiones —indígenas, negritudes, minorías políticas— hace que la
Constitución de 1991 sea una carta fruto del consenso, lo cual es de gran
importancia especialmente para la ruptura de ese sistema político cerrado
existente tradicionalmente en el país.

Pero el peso de la Constituyente no sólo es simbólico: esta Carta abrió


importantes espacios en temas claves para el fortalecimiento de la sociedad civil
como son el reconocimiento de las minorías, la participación, la descentralización
y los derechos humanos. El papel de la Corte Constitucional y de la tutela en la
defensa de los derechos inalienables ha sido vital para la recuperación de la
confianza en las instituciones y en la justicia. Igualmente, la creación de diferentes
instancias para la participación directa de la sociedad civil ha abierto camino para
recuperar la interacción con el Estado. Este proceso de «apertura» del sistema se
ha enfrentado, sin embargo, a grandes obstáculos, como la falta de compromiso
de la clase política, que no ha reglamentado oportunamente la Carta, y la crisis
política desatada por el proceso 8.000, que ha hecho que nuevamente la mayoría
de los colombianos piensen que el Estado es irremediablemente corrupto. Sin
embargo, la ANC dio un empujón al proceso de incorporación de la sociedad civil
al manejo de lo público que hoy es muy difícil de detener, y que cada día se
consolida más.

Esta tendencia hacia la apertura de un diálogo más amplio entre Estado y


sociedad civil viene a reforzar una idea que venía recorriendo camino, y es la
necesidad de dejar atrás el enfrentamiento per se entre sociedad civil y Estado, y
por el contrario, contribuir en la creación de una relación constructiva entre ambas
partes. Se parte de la idea de que la democracia necesita tanto de un Estado
fuerte como de una sociedad civil también poderosa, por lo que es indispensable
generar espacios comunes, espacios de lo público.

Perspectivas de fortalecimiento de la sociedad civil


En medio de la importancia que ha adquirido el discurso sobre sociedad civil a
nivel nacional e internacional, se destaca la falta de univocidad del mismo. El
significado tanto del concepto de sociedad civil como de las razones y estrategias
para su fortalecimiento, varía de acuerdo con las diversas agendas que allí se
expresan. Diferentes concepciones sobre el papel del Estado, sobre los actores
decisivos en la elaboración de las políticas públicas, sobre el carácter de la
democracia y sobre el modelo de desarrollo, están en la base de esa diversidad de
concepciones. En este aparte queremos mostrar algunos resultados iniciales
sobre las perspectivas colombianas sobre el fortalecimiento de la sociedad civil,
que hemos encontrado en el marco del proyecto de investigación sobre el papel
de las ONG en su fortalecimiento[3].

En el análisis de las entrevistas sobre el significado del fortalecimiento de la


sociedad civil, encontramos tres tendencias diferenciadas. La primera tendencia
relaciona el fortalecimiento de la sociedad civil con la ampliación de la dimensión
pública a lo no estatal, y con el fortalecimiento del espacio público como lugar de
actuación y concertación de las diferentes expresiones de la sociedad civil entre sí
y con el Estado. Una segunda, hace del Estado el referente central y relaciona el
fortalecimiento con la mayor capacidad de interlocución, concertación y vínculo
con el mismo. Por último, una tercera tendencia no introduce el concepto de lo
público ni al Estado como referentes para el fortalecimiento, y entiende a éste
como una necesidad válida en sí misma. Cada una de estas tendencias incluye
variantes. Lo que esbozaremos a continuación son los elementos centrales de
cada tendencia, sin entrar a detallar las variantes. En ese sentido, estamos
esbozando perspectivas o tipos generales derivados de elementos agrupables, de
acuerdo con nuestra interpretación, en cada una de esas tendencias; pero como
son perspectivas, no necesariamente se expresan en su totalidad en alguna de las
entrevistas en particular[4].

Queremos profundizar en la primera tendencia, por considerar que en ella se


encuentra un mayor potencial para la orientación de las organizaciones de la
sociedad civil y particularmente para las ONG, en tanto es un discurso que articula
el concepto de sociedad civil con la compleja dinámica de cambios sociopolíticos
de reforma democrática del Estado. De igual manera, nos parece que el horizonte
conceptual que abre esta tendencia corresponde de mejor manera con la apertura
política propuesta por la Constitución del 91 e interpreta de mejor forma uno de los
ejes fundamentales de esta reforma constitucional, a saber, la democracia
participativa.

Fortalecer la sociedad civil como proceso autoreferenciado

Esta primera tendencia entiende el fortalecimiento de la sociedad civil en una


perspectiva sociocéntrica. El fortalecimiento de la sociedad civil no se piensa en
referencia al Estado, ni tiene validez en relación con instancias distintas a la
misma sociedad, bajo el supuesto de que la democracia se realiza al interior de la
sociedad civil y que desde allí se orientan y ejecutan las propuestas alternativas
de desarrollo. Dentro de esta tendencia se pretende básicamente fortalecer las
organizaciones, especialmente las de base, las comunitarias u organizaciones
populares, que se constituyen en los sujetos del cambio y en los ejes del
desarrollo. Las relaciones con otras organizaciones e instituciones, incluso con el
Estado, se entienden como apoyo para este sujeto central que es el actor popular
organizado. El establecimiento de redes, de proyectos coordinados, así como el
desarrollo de una cultura de consensos y acuerdos sociales para trabajar
integradamente y apoyando la organización popular es parte de lo que se entiende
por fortalecimiento.

Lo que más llama la atención en esta perspectiva, es que la equidad social se


constituya en eje central de los planteamientos y se exprese con más fuerza que
en las anteriores tendencias. El problema de la equidad en este discurso parecería
identificado con la realización de proyectos sociales específicos y no con
planteamientos redistributivos donde el Estado jugaría un papel central. De cierta
manera, se plantea un fortalecimiento de la sociedad civil como alternativa al
Estado, en el que la democracia y la justicia social se realizan en los mismos
proyectos de la sociedad civil. En ese sentido, este planteamiento está más ligado
a la antipolítica que a la política. El interés por incidir en la política pública no está
presente.

Las organizaciones populares que se privilegian en esta tendencia, representan


para los entrevistados expresiones de convivencia ciudadana, o posibilidades de
realización de su propio desarrollo. Son las expresiones auténticas de las
dinámicas populares. Promover su desarrollo autónomo está en el centro de la
estrategia. Las ONG son entendidas como instituciones de apoyo a las
organizaciones de base, como entidades promotoras de los sujetos de cambio. Se
enfatiza la centralidad del sujeto popular y las relaciones con otros actores se
entiende en función del fortalecimiento de este sujeto. El fortalecimiento de la
sociedad civil es entonces el fortalecimiento de las organizaciones populares.
El eje socioeconómico es el que esta tendencia privilegia. Lo popular, como
categoría que clasifica un sector social, es de cierta manera una reinterpretación
de la realidad social desde una perspectiva de clases sociales. Pero en este caso,
no se trataría de fortalecer ciertas organizaciones sociales para la acción política o
para la toma del poder, sino para el desarrolló autónomo de proyectos sociales y
para lograr a través de la autogestión la satisfacción de necesidades básicas.

Fortalecer la sociedad civil es fortalecer la relación con el Estado

Una segunda tendencia promueve el fortalecimiento de la sociedad civil en


relación al Estado. A diferencia de la perspectiva anterior que enfatiza las
relaciones entre organizaciones de la sociedad civil, aquí el acento se pone en la
relación directa de la organización con el Estado. Dentro de esta propuesta,
algunos tienen una perspectiva que podríamos denominar Estadocéntrica, o
neocorporativista, en el sentido de que el actor principal y el representante de lo
público es el Estado y por tanto, el papel de la sociedad civil es lograr influir sobre
este, para orientar la política o para que sus intereses queden allí expresados.
En tanto se considera que la orientación y la interpretación del interés público es
prerrogativa del gobierno[5], como representante elegido para ser el vocero de la
comunidad, la participación de las OSC se vincula a proyectos gubernamentales
específicos, ya sea en su diseño o en su ejecución, más que a la participación en
los espacios públicos para la orientación general del desarrollo y es por eso
mismo, una participación más fragmentada y sectorial.

Limitar los poderes del Estado para garantizar los derechos humanos y la
protección ciudadana es otra expresión de esta tendencia. Otra variante, expresa
la relación de coordinación e interlocución entre las organizaciones de la sociedad
y el Estado. Esta última variante se da bajo el reconocimiento de la
corresponsabilidad de las OSC en la búsqueda de soluciones a los problemas
sociales y de la autoconciencia sobre el potencial de las mismas.

El fortalecimiento de los actores o el fortalecimiento institucional dentro de esta


perspectiva, se hace en función de generar capacidad de interlocución
especializada con el gobierno en espacios particulares, para lograr una mayor
presencia en el debate y toma de decisiones de las políticas gubernamentales.
También se propone mejorar la capacidad de las OSC y especialmente de las
ONG, para obtener recursos gubernamentales para la ejecución de sus políticas, o
mejorar la capacidad financiera y de sostenibilidad de las organizaciones, para
incrementar las posibilidades de gestionar proyectos conjuntamente con el
gobierno.

Fortalecer la sociedad civil es fortalecer la dimensión pública

Esta perspectiva relaciona el fortalecimiento de la sociedad civil con el


fortalecimiento de lo público. Plantea el papel de las organizaciones de la sociedad
civil (OSC) vinculado a la dimensión pública, entendiendo la misma, tanto en el
sentido de la defensa de los intereses públicos y de la gestión social orientada por
definiciones públicas, así como de la interacción con otras expresiones de la
sociedad civil y con el Estado en espacios de participación públicos. En esta
perspectiva lo público no se identifica con lo estatal. La definición de lo público, del
interés colectivo, y del bien común no es potestad de las instancias
representativas y del gobierno, sino que la sociedad civil plural que se mueve en el
espacio público no estatal, debe participar en esta definición, así como en la
gestión y control del mismo.

La relación entre gobierno y organizaciones de la sociedad civil se plantea en esta


perspectiva como una interacción mediada por la multipolaridad del espacio
público. No es una relación bipolar entre gobierno y organización, sino múltiple, de
interdependencia entre diversas organizaciones. La concertación entre múltiples
actores de la sociedad civil y el gobierno en espacios públicos y de forma pública
(transparente, abierta), y con control público es parte esencial de esta perspectiva.

Lo público, se ubica entonces como un espacio de mediación entre la sociedad y


el Estado, como escenario de la participación social para la consulta y
concertación de las políticas públicas. En esa perspectiva, la participación en
política adquiere un nuevo sentido. Lo social y lo político dejan de ser esferas
separadas, y la política, no es ahora potestad de los políticos profesionales o de la
rama ejecutiva. La política no es ya el escenario limitado para la acción de los
representantes de la sociedad. La participación directa de la ciudadanía y de las
diversas organizaciones de la sociedad civil en la deliberación de las políticas
públicas se convierte en una actividad de gran importancia en esta perspectiva.

Esta tendencia vincula el proceso de reforma y modernización del Estado y de la


política, con el del fortalecimiento de la sociedad civil. La reforma democrática del
Estado se relaciona directamente con el fortalecimiento de la participación
ciudadana en la decisión y gestión de los asuntos públicos. El fortalecimiento de la
sociedad civil, es dentro de esta perspectiva un proceso paralelo y reforzador de la
democratización del Estado.

En las entrevistas de quienes enfatizan lo público en su perspectiva del


fortalecimiento de la sociedad civil, se hace mención importante a un concepto de
buen gobierno y de gobernabilidad apoyado en la participación ciudadana, en la
democracia participativa. El buen gobierno aquí no se limita a la eficiencia de los
funcionarios públicos, sino que la posibilidad misma de que las propuestas de
política pública se realicen, se relaciona con la participación de las organizaciones
de la sociedad civil en la definición y control de las mismas. La participación
ciudadana y la ética pública, como opuesto a la prevalecencia del interés particular
en los actos de gobierno, en el desarrollo de las políticas y en la asignación de
recursos, deberían, de acuerdo con los promotores de esta perspectiva, estar a la
base de las reformas en la manera de gobernar y de hacer política.

Es interesante resaltar que el fortalecimiento de la dimensión pública a la que se


refieren los entrevistados se relaciona a la vez con la ampliación de lo público a lo
no estatal, y con el fortalecimiento de la función pública del Estado, y la
prevalencia del interés público en la acción gubernamental. Estos énfasis, no
siempre son complementarios en una misma entrevista. Algunos entrevistados
enfatizan en su diagnóstico aspectos relacionados con el uso y apropiación
privada de los recursos públicos (corrupción, clientelismo), y la limitaciones del
Estado de derecho en la historia colombiana, por lo cual vinculan la dimensión
pública que proponen a la necesidad de democratizar el Estado y de orientar la
acción gubernamental y la acción política al interés público, así como a la
provisión gubernamental de bienes públicos. Otros entrevistados enfatizan en el
diagnóstico el cerramiento del sistema político y las limitaciones en el acceso a las
decisiones públicas por parte de la ciudadanía, así como la baja capacidad de
respuesta a las demandas ciudadanas y la carencia de transparencia en la acción
del sector público, lo que les lleva a enfatizar en la necesidad de participación
ciudadana en los asuntos colectivos, en la socialización del Estado.

En términos generales, los entrevistados que ubicamos en esta perspectiva


consideran importante pero no suficiente, fortalecer los actores y las
organizaciones de la sociedad civil, o mejorar su capacidad de ejecución de los
proyectos derivados de las políticas públicas. Lo que enfatizan, más que el
fortalecimiento de cada actor en sí mismo, es la ampliación en el abanico de
relaciones entre los mismos y la generación de capacidad para expresarse y
concertar, en los espacios públicos, con los diversos actores, entre ellos el Estado.
La generación de una ética pública y la orientación del cambio social en una
perspectiva en que prevalezca el interés colectivo sobre el particular, es también
de gran importancia en esta tendencia. La planeación participativa del desarrollo,
la generación de información pública sobre políticas, programas y proyectos
públicos y de capacidad para participar en las mismas por parte de las OSC, la
transparencia en la toma decisiones, así como las veedurías ciudadanas sobre las
políticas públicas son elementos centrales de la estrategia propuesta por los
promotores de esta perspectiva.

En general, tampoco se privilegia alguno de los actores particulares de la sociedad


civil dentro de las estrategias de fortalecimiento, dada la importancia de generar
capacidad al conjunto diverso de organizaciones civiles y a la misma ciudadanía
para que participen en los espacios públicos. Sobre las ONG, se resalta su función
de defensa de los intereses colectivos, y el importante papel que pueden jugar en
este proceso de fortalecimiento, en tanto no están ligadas a intereses sectoriales
particulares o territoriales, como otras organizaciones de la sociedad civil.

La importancia de lo público en el fortalecimiento de la sociedad civil

En este aparte se intenta hacer una clasificación de las diferentes interpretaciones


y motivaciones para el fortalecimiento de lo público, retomando los principales
temas sobre este campo surgidos en las entrevistas de aquellas personas que
enfatizan la dimensión pública, y de la revisión bibliográfica sobre el tema[6]. Se
resaltarán las variaciones que se presentan dentro de esta tendencia.

La importancia que ha adquirido lo público en el fortalecimiento de la sociedad civil


responde a diferentes preocupaciones que nosotros hemos agrupado en tres
instancias: primero, la idea de lo público como un mecanismo para profundizar la
democracia; segundo, la necesidad de construir un espacio público como espacio
para la integración social; y tercero, lo público como un momento ético y de
redefinición de la política.

Lo público como profundización de la democracia

Se parte de la idea de que


"la democracia no es solamente una forma o un sistema de gobierno, sino -1
producto de una relación entre un sistema de gobierno y un tipo de sociedad;
relación cambiante, proceso que responde entre otros a una concepción del
hombre social que evoluciona y se modifica ella también"[7],
por lo que lo público es el punto de encuentro entre el Estado, las organizaciones
de la sociedad civil y en menor grado, aunque también presente, la sociedad
política y el mercado.
Si bien el Estado en América Latina se había erigido como el único actor
históricamente legítimo para llevar a cabo las transformaciones políticas y
económicas que requerían las tendencias desarrollistas, las exigencias que
emergen hoy, tanto en el campo económico como en el político, ponen en duda no
sólo esta legitimidad sino la misma capacidad del Estado para darles respuesta.
Ante el derrumbe del ideario estadocéntrico y la expansión del modelo de
desarrollo centrado en la gente, la reconstrucción de las relaciones entre el Estado
y la sociedad civil se plantean ya no desde las iniciativas del Estado, sino en un
nuevo espacio: el público.

La apelación a lo público no se restringe a que los actores sociales, usualmente


ausentes en los procesos de toma de decisiones, sean tenidos en cuenta y
consultados. Lo que se busca es la reconfiguración de la participación,
trascendiendo la mera aprobación o desaprobación de las iniciativas políticas
provenientes del gobierno o la sociedad política (como ocurre en el caso del
referendo, el plebiscito etc.) y creando, en cambio, una relación en la que se
diseñe entre todos la orientación de las políticas estatales. En Colombia, este tipo
de reconstrucción de la participación de las OSC se ve claramente, entre otras
instancias, en los Consejos Territoriales de Planeación, las Corporaciones
Autónomas Regionales, las Juntas Educativas municipales, departamentales y
nacionales, el Plan Decenal de Educación, y el desarrollo de planes estratégicos
para las ciudades, como es el caso de Bogotá 2000.

Así concebido, las responsabilidades sobre lo público dejan de ser exclusivamente


estatales, desplazándose hacia un espacio común en el cual también la sociedad
civil asume una influencia directa. Lo esencial aquí es la tendencia que se ha
generado dentro de la sociedad civil para fomentar la participación política directa
por fuera de los partidos políticos. Así, la responsabilidad social se convierte en
sinónimo de las responsabilidades públicas, sin quedar intermediadas por los
mecanismos tradicionales. Este tipo particular de interrelación entre los actores de
una democracia es lo que hace que lo público pueda interpretarse como la
vigencia plena del Estado Social de Derecho, el predominio de la legalidad y del
orden jurídico, entendido como reglas de juego construidas de manera colectiva.

Lo público y la integración social

Dentro de esta perspectiva, lo público sigue siendo lo común, pero dirigido a


fundamentar identidades y sentimientos de pertenencia, y por esta vía, un sistema
de valores que sostengan el tejido social y que posibiliten la reconstrucción de un
orden determinado. Esto responde a la existencia de un fenómeno recurrente en
las sociedades de fin de siglo: la desaparición de los lazos de cohesión social. Lo
que caracteriza a la sociedad civil, y que es a la vez una increíble paradoja es que,
mientras ésta crece gracias a la multiplicidad de organizaciones de interés que
aparecen (mujeres, ecologistas, jóvenes, etc.), el predominio de esta misma
diversidad ha hecho que se dificulte la idea de un bien común, y que cada vez las
relaciones sociales estén más fragmentadas. La ausencia de un Estado
consolidado que se constituya en un marco integrador de estas diferencias hace
más grave la cuestión. Este fenómeno aparece en sociedades como la nuestra
con un carácter desintegrador que, ahondado por los actos de violencia que son
recurrentes en Colombia, ha contribuido a la polarización de la población. Por
esto, en este contexto, un llamado a rescatar lo público es a la vez un llamado
para convocar nuevas formas de integración social, tolerantes y abiertas que
admitan en su interior la convivencia pacífica de la multiplicidad de voces que hoy
componen el escenario de la sociedad civil. Se reclama lo público como
sentimiento ciudadano o identidad comunitaria para que esté presente en la
definición de políticas, en la toma de decisiones y en la reforma del Estado.

Esta interpretación de lo público cobra relevancia para el caso de Colombia por


dos razones: primero, la debilidad de las identidades colectivas y segundo por la
creciente tendencia a liberalizar la economía a través de la preponderancia del
mercado. La cuestión de construir el ámbito público entendido como un espacio de
identidades y certezas comunes es una expresión de la lucha de la sociedad civil
por repolitizar las relaciones sociales, des-mercantilizarlas y sustentar con ello el
proyecto Estado-nación. Es indiscutible el papel que ha tenido en este proceso de
desintegración de redes el avance de la sociedad de mercado, especialmente en
sociedades como las latinoamericanas que parten de realidades socioeconómicas
muy complejas, en las que la inequidad y la falta de una cultura solidaria hacen
que la lógica de mercado no responda a las necesidades de la mayoría de la
población.

...Las reformas económicas en curso no sólo restringen el campo de acción del


Estado sino que a la vez fomentan un vasto movimiento de privatización de las
conductas sociales. A la par con el ámbito público también cambia la esfera
privada y esta transformación de lo privado, a su vez, altera la reconstitución de lo
público... En el nuevo contexto de la sociedad de mercado el fortalecimiento de la
sociedad civil obliga a replantear la integración del orden social [8].

Por eso, algunas personas que tienden a priorizar lo público como una manera de
fortalecer la sociedad civil buscan, con ello, llenar de contenido unas relaciones
sociales que permitan reconstituir una integración social, no buscando reproducir
formas caducas, sino adaptándose a nuevas realidades.

El movimiento de la sociedad civil es en sí mismo una nueva forma de utopía: los


principios normativos sobre los que se basa —-pluralidad, publicidad, legalidad,
igualdad, justicia, asociación voluntaria y autonomía individual—, constituyen una
utopía autolimitante que clama por una pluralidad democrática, un complejo
conjunto de derechos sociales, civiles y políticos en una sociedad altamente
diferenciada[9].

Esta nueva utopía es a la vez, un reto para las organizaciones de la sociedad civil,
pues su realización depende del trabajo conjunto y coordinado de estas instancias,
y de su capacidad de relacionarse positivamente con el Estado, para así
reconciliar los intereses particulares con los comunes. Este reto, si se examina
dentro del diagnóstico de fragmentación y dispersión de intereses al que ya nos
habíamos referido, adquiere una mayor responsabilidad a la hora de construir lo
público.

Lo público como lo ético y la redefinición de la política

La política, al menos aquella que es ejercida desde las trincheras de la legalidad


del modelo democrático representativo y ejecutada por la clase política, ha entrado
en crisis. Se ha caído en el abismo del desencanto por cuenta de unas clases
políticas corruptas e ineficientes que han convertido los partidos en vías de acceso
al poder, no para defender los intereses globales sino para perseguir el lucro
propio, transformando su original papel de intermediación entre el Estado y las
agrupaciones de la sociedad civil en una mera instrumentalización de intercambios
—a cambio de votos, favores que satisfagan los intereses privados de la clientela
—. Con todo, estos fenómenos no se han limitado a socavar el papel de la clase
política ante la sociedad, sino que sus consecuencias han llegado hasta el Estado.
La burocratización, las malas prácticas y el aislamiento del Estado y la sociedad
civil, han hecho que éste sea considerado un actor tan corrupto e ineficiente como
la misma clase política que sobre él tiene efecto. Es así como el Estado y la
política dejaron de defender los intereses colectivos y se concentraron en el propio
éxito de aquellos que los representaban, desembocando en una privatización de
los espacios idealmente públicos (el Estado y la arena política) y excluyendo a las
otras voces de la sociedad. De aquí se desprende uno de los conceptos que hoy
está más relacionado con el tema de lo público, y que es señalado por Nora
Rabotnikof:

La publicidad, entendida como visibilidad, cognoscibilidad, accesibilidad y


controlabilidad de los actos de quien detenta el poder supremo es precisamente la
extensión de la metáfora de las luces que consagra el contraste entre poder visible
e invisible, y establece definitivamente este sentido de lo público[10].

Lo público es, entonces, una manera de rediseñar desde la ética el manejo de lo


común que ha sido corrompido por la práctica política; busca devolverle el aura de
transparencia que permita renovar la fe en las prácticas colectivas. Y esto tiene
una influencia directa en uno de los presupuestos que han servido de guía en
nuestro equipo investigativo: entre más se fortalezca este espacio público, más
fuertes serán tanto la sociedad civil como el Estado, lo cual tendrá —a la vez—
una clara incidencia en la consolidación de la democracia. Creemos que es
indispensable que tanto la sociedad civil como el Estado recurran al espacio
público para la elaboración de las estrategias políticas, la planeación y la ejecución
de las políticas públicas. Pero también que el espacio público pueda ser apropiado
para otras funciones no administrativas, como es la reelaboración de una cultura
de convivencia tolerante y pacífica.

[*] Margarita Bonamusa, Renata Segura y Rodrigo Villar son investigadores del
proyecto "El papel de las ONG en el fortalecimiento de la sociedad civil",
desarrollado actualmente por el Departamento de Ciencia Política de la
Universidad de los Andes, el Centro de Investigación y Educación Popular, CINEP,
y Evaluar, con apoyo de la Interamerican Foundation (IAF). Con la colaboración de
Adriana Posada e Ingrid Bolívar (integrantes del equipo de investigación). ««
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[1] La aparición de los gobiernos militares en el Cono Sur en la década de los


setenta hizo que en América Latina la sociedad civil se erigiera como el espacio
opositor a los regímenes dictatoriales; así, en este caso, la palabra civil estaba
ligada a la idea de civilidad, opuesta por lo tanto a lo militar. Fue sin embargo la
caída del Muro de Berlín y el derrumbe del bloque socialista lo que dio el impulso
definitivo a la idea de la sociedad civil como el actor opositor de los Estados
autoritarios y como el actor encargado de vigilar la transparencia y la claridad en
los procesos políticos. «« Volver

[2] Varios fenómenos que aparecen en la historia contemporánea del país han
dificultado la consolidación de un sistema político democrático y abierto, que
permita el fortalecimiento del Estado y de la sociedad civil. Entre ellos,
destacamos en primer lugar la crisis de los partidos tradicionales (Liberal y
Conservador) quienes dejaron de ser los actores cohesionadores de la sociedad
en torno a lo político, debido en primer lugar, a la falta de un discurso identificador,
y en segundo lugar, a la ruptura de los lazos sectarios que ataban a las
colectividades con sus miembros. Este proceso desfiguró el papel de
intermediador que durante más de un siglo sustentaron los partidos y contribuyó
sustancialmente al alejamiento entre la sociedad civil y el Estado. De aquí se
genera un segundo lastre que merece ser resaltado: la aparición del clientelismo
como reemplazo de los lazos entre los ciudadanos y los partidos, y como eje de
las relaciones partidistas. Este fenómeno originó una privatización en la
orientación del bien público y por ende, la ausencia del principio del bien común en
el Estado. Igualmente, con la instauración del Frente Nacional y la criminalización
de la oposición, aparece lo que se conoce como el cerramiento del sistema, que
se concreta en la exclusión de la arena pública de los sectores que se hallaban
por fuera del bipartidismo. Este cerramiento contribuyó entre otras cosas a la
legitimación del discurso de la vía armada como un mecanismo para expresar la
oposición política. Otro lastre que carga el Estado colombiano es la tendencia a
priorizar la política económica que privilegia los intereses de grupos sociales
particulares, por encima del bien común y la redistribución de los ingresos.
Igualmente, hay en Colombia una preferencia estatal por las políticas tendientes al
crecimiento económico sobre la política social y la búsqueda de la equidad, todo lo
cual incide en una débil construcción de lo público. «« Volver

[3] Para esta fase de la investigación se realizaron 21 entrevistas


semiestructuradas a funcionarios gubernamentales, académicos, políticos y
miembros de diversas OSC (ONG, organizaciones comunales, y sindicatos). La
selección de los entrevistados tuvo como criterio básico el que estos pudieran
combinar la reflexión sobre el fortalecimiento de la sociedad civil con orientaciones
estratégicas para el proceso de fortalecimiento. En ese sentido, las entrevistas no
buscaban comprender las "prácticas" del fortalecimiento de la sociedad civil, en lo
cual se hará énfasis en la próxima fase de investigación, sino las perspectivas y
estrategias para este fortalecimiento. «« Volver

[4] Para el análisis de las entrevistas se siguió una metodología que combinó el
análisis deductivo con el inductivo. Teniendo en cuenta categorías y conceptos
desarrollados en una primera fase documental de la investigación, así como la
estructura de la entrevista, a partir de la lectura de las entrevistas se generaron,
ampliaron o transformaron las categorías. Inicialmente este proceso se realizó al
interior de cada uno de los cinco áreas de la entrevista (conceptualización de
sociedad civil, de su fortalecimiento y de las ONG; propósitos del fortalecimiento
de la sociedad civil; oportunidades y limitaciones del contexto para el
fortalecimiento de la sociedad civil; estrategias para el fortalecimiento; y,
resultados esperados de este fortalecimiento). Sobre la base de este análisis se
procedió a identificar tendencias generales. Este artículo es un primer
acercamiento a este análisis. «« Volver

[5] En esta tendencia, los entrevistados utilizan las palabras Estado y gobierno de
una manera tan amplia que es difícil distinguir los énfasis teóricos que hay detrás
de estos usos. «« Volver

[6] Para este capítulo hemos tomado varios elementos de la clasificación


elaborada por Nora Rabotnikof en su artículo "Lo público y sus problemas. Notas
para una reconsideración", en Revista Internacional de Filosofía Política. No. 2,
UNAM - México -1993. «« Volver

[7] Debuyst, Frederic. "Projects alternatifs, democrátie et developpment", en


Projects alternatifs ct democrátie. Ciaco Editer, 1987, Louvain, la
Neive, Belgique. Traducción de Alejo Vargas. «« Volver

[8] Lechner, Norbert. "La problemática invocación de la sociedad civil", en Revista


Foro, No. 28, Enero de 1996 - Bogotá - Colombia. «« Volver

[9] Cohén, Jean. "Interpreting the notion of Civil Society". s.d. «« Volver

[10] Rabotnikof, Nora. op. cit. «« Volver

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