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República Bolivariana de Venezuela

Universidad Pedagógica Experimental Libertador


Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio
Coordinación Local de Investigación y Postgrado
Extensión Académica El Tigre
Programa: Doctorado en Ciencias de la Educación

POLÍTICAS PÚBLICAS Y LA RELACIÓN CON EL TRABAJO DOCENTE Y SOCIAL

Facilitador (a): Autores:


Dra. Iris Godoy Blanco Virginia
Brito Carmilia
Gómez Cruz

El Tigre, Julio de 2023


POLÍTICAS PÚBLICAS Y LA RELACIÓN CON EL TRABAJO DOCENTE Y SOCIAL

La política, entendida desde el contexto social, elaborada por los gobiernos, es


decir la política pública, resulta ser un concepto muy polémico, con una amplia variedad
de definiciones, algunas de las cuales se presentan en las líneas siguientes; éstas
polémicas decisiones del Gobierno (políticas públicas) en el campo educativo, tienen su
afectación en el trabajo que aborda el Docente y más allá, en la sociedad misma, pues
es pertinente recordar que el trabajo docente es de carácter social. El presente ensayo
argumentativo tiene como propósito reflexionar sobre las políticas públicas educativas y
su relación con el trabajo Docente y social.

Con respecto a las políticas públicas en el campo educativo, es propio definir


primeramente la conceptualización de políticas públicas, desde el aserto de lo que es
una política; según Pineda (1994) una “política es una relación causa efecto, y
viceversa” (p. s/n) que se manifiesta como un conjunto de leyes y principios orientados
hacia un fin concreto. Bajo este concepto podemos decir que las políticas públicas para
algunos autores como Dye (2008), Meny (2010) y Thoenig (2010), citados por
González (2014):

Son el conjunto de decisiones del Estado o del Gobierno de


ejercer o no algún tipo de acción, y cómo ello está determinado por
situaciones y condiciones específicas que así mismo se relacionan con el
proceso de implementar la decisión tomada. (p.233)

Igualmente, Vargas (1999), sostiene que las políticas públicas se relacionan con
el régimen político, y las define como “el conjunto de iniciativas, decisiones y acciones
del régimen político frente a situaciones socialmente problemáticas que buscan la
solución de las mismas o llevarlas a niveles manejables” (p. 57). Al amparo de tales
aseveraciones, en el ámbito educativo, la política educativa se define como:

El conjunto de preceptos impuestos por un Estado en calidad de


principios rectores del accionar del sector educativo (tanto público como
privado, aunque especialmente del primero) dentro de su territorio con la
participación de los actores educativos para responder a los intereses
públicos de la sociedad civil. (Avendaño et al, 2017, p s/n)

La política educativa se materializa a través de los sistemas educativos, por lo


tanto, el sistema educativo asume así la puesta en marcha de la política educativa,
expresando los cursos de acción o los programas de acción del ámbito educativo. De
igual forma las políticas educativas van a depender de cada país en particular, de sus
intereses y de las necesidades de la sociedad, no es igual la política educativa de, por
ejemplo, China, Finlandia o Japón, a las políticas educativas de países
subdesarrollados como por ejemplo Haití, Etiopía, entre otros.

Ahora bien, los programas educativos o los cursos de acción que diseñan las
políticas públicas educativas y que direccionan el sistema educativo, ejercen un papel
preponderante en el devenir del trabajo docente. Se entiende por trabajo docente:

La categoría de análisis que posibilita el estudio de los sujetos que


participan en el proceso educativo (en sus diferentes posiciones), a partir
del trabajo como concepto clave, lo que permite la comprensión de la
experiencia docente frente al empleo y sus condiciones de trabajo
(Oliveira et al, 2010, p. s/n)

Recordemos que el trabajo docente es de carácter social; la actividad que ejerce


el Docente puede ser vista como un proceso que permite la socialización de personas o
individuos, a través de la transmisión de conocimientos. Es por ello que las políticas
públicas en materia educativa, representan un recurso primordial para atender las
necesidades de carácter social, modelando la sociedad que queremos a futuro. En este
orden de ideas, es propio citar a Escalante (2011) cuando plantea que debe existir una
vinculación entre la política pública en materia educativa y el desarrollo de la educación
como proceso social, ya que la política educativa impacta al individuo y por ende a la
sociedad. Por lo tanto, el trabajo que aborda el docente es complejo, y está
influenciado por la política educativa, el sistema educativo, la formación del Docente,
las instituciones, el nivel educativo en el cual desarrolla su práctica y las condiciones o
medio ambiente de trabajo.
Ante este contexto, cabe plantearse la afirmación de que las políticas públicas
en materia educativa condicionan el trabajo docente y finalmente impactan en la
sociedad. Argumentando esta aseveración, se considera oportuno darnos un paseo por
las diversas decisiones en materia de política educativa ejercidas por los diferentes
Gobiernos que ha tenido Venezuela, y cómo éstas han impactado en el trabajo del
Docente y finalmente en el ámbito social.

En los años políticamente coyunturales de Venezuela, cuando ocurre la


separación de Venezuela de la Gran Colombia, por los años 1830, en tiempos de la
Cosiata, el contexto educativo no era considerado como preponderante. Con el primer
gobierno constitucional de José Antonio Páez (22 de septiembre de 1830) las políticas
públicas estuvieron orientadas a la recuperación de Venezuela, puesto que el país
estaba viviendo un episodio de gran inestabilidad política y social, por lo que las
políticas de gobierno no impactaron el escenario educativo. Posteriormente, en el año
1870, el Presidente Antonio Guzmán Blanco, toma en consideración dentro de las
políticas públicas, el sector educativo; con este gobierno se experimentaron cambios
sustanciales en el sistema educativo del país y en el trabajo docente. Durante este
gobierno se emplea la política conocida como el decreto de “instrucción pública gratuita
y obligatoria, en el año 1870, dividiendo el sistema educativo en dos grandes bloques:
la educación primaria y la instrucción libre y voluntaria, según aseveraciones de Colina
(2010).

Con las políticas educativas del Presidente Guzmán Blanco, se buscaba “formar
ciudadanos republicanos, capaces de sustentar el modelo económico del liberalismo, a
la vez disciplinarios para orden y progreso” (Colina, 2010, p. 34); la intensión de esta
política no solo enmarcó el trabajo docente sino que también buscaba la transformación
de la sociedad, a través de la educación. No obstante, el impacto de esta política no
satisfizo los objetivos planteados, dado que el docente no fue formado para enrumbar a
la población estudiantil hacia el horizonte planteado.

Sin embargo, todos los avances logrados en el campo académico con el


gobierno de Guzmán Blanco, fueron revertidos con la dictadura de Juan Vicente
Gómez (1908-1935), puesto que las políticas públicas de Gómez estuvieron orientadas
hacia el sector económico, por lo que la formación académica fue abandonada para
cumplir actividades del campo, la agricultura y la industria petrolera, lo cual aunado a la
clausura de la Universidad Central de Venezuela, impactó significativamente el trabajo
docente, ocurriendo una importante reducción en la matricula escolar, y en la sociedad
marcada por rebeliones estudiantiles.

Culminada la dictadura de Gómez en 1935, Eleazar López Contreras reconforta


el sistema educativo al incrementar el presupuesto público asignado al sector,
enfocando, según Colina (2010), sus intereses de gobierno hacia la alfabetización y la
formación académica del Docente, cuyo foco de atención era la educación rural y
agropecuaria, con el fin de preparar a la sociedad para afrontar la actividad económica
básica del país. Una característica predominante de su política de gobierno, en el
campo educativo, fue la fundación de la Escuela Normal Rural “El Mácaro” (Izarra,
2009), puesto que Venezuela venia de una educación fundamentada en el aspecto
rural, por lo que la creación de las escuela normales (educación más allá de lo rural),
fue la nota predominante.

El propósito de la política educativa del Presidente Eleazar López Contreras,


estaba orientado a preparar profesionales de la Docencia en el área rural, para de esta
forma cubrir con las expectativas del contexto rural predominante en el país, para ello
se crea una política complementaria trayendo del exterior Docentes cubanos
preparados en el área rural, para formar al Docente venezolano y al educando, para
esta importante área económica de la época.

Por su parte, en 1941, Isaías Medina Angarita, establece políticas educativas de


fortalecimiento del sistema educativo y del trabajo Docente, al afianzar la formación
universitaria a través de la reforma de la universidades para formar maestros,
veinticuatro (24) institutos fueron aperturados con este fin. De esta forma se produce un
importante cambio en el sector universitario del país, ya que se incluyeron diversas
carreras y ya no solo era para formar maestros. En 1945, cuando es derrocado Medina
Angarita, se genera una gran inestabilidad política y social, estableciéndose en 1952 la
dictadura de Marcos Pérez Jiménez, gobierno en el cual las políticas públicas
estuvieron orientadas hacia la creación de infraestructuras, ejemplo de ello fue la
creación de la sede actual de la Universidad Central de Venezuela, entre múltiples
planteles educativos, mejorando la condición de trabajo del Docente y de los
educandos.

Con el Gobierno de Rómulo Betancourt se aplica una reforma constitucional en


1962, en la cual se establece que la educación debe ser un derecho irrenunciable y que
el Estado debe ser garante del cumplimiento de este principio, no obstante, el
presupuesto asignado para el sector educativo fue insuficiente, por lo que esta política
no tuvo un impacto significativo. Por otro lado, en el primer gobierno de Rafael Caldera
en 1968-1973, el sistema educativo experimentó un cambio sustancial, puesto que las
políticas públicas se orientaron al rediseño de los modelos de enseñanza, impactando
tal situación en el trabajo docente. Citando a Izarra (2009), se crearon políticas tales
como la regionalización de la educación, las Oficinas Centrales de Educación (ORE),
zonas educativas de la actualidad, se creó la Oficina de Planificación del Sector
Universitario (OPSU), y dada la escasez en la matricula, se cierran las escuelas
técnicas.

En el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez en 1973, la nacionalización del


Hierro y el Petróleo, originó mayores ingresos en el país, se crearon las becas Gran
Mariscal de Ayacucho orientadas a brindar apoyo a los estudiantes universitarios
otorgándole créditos educativos para estudios de pregrados y postgrado, a nivel
nacional e internacional, sin embargo, la formación docente no recibió gran beneficio,
puesto que por temas de corrupción y despilfarro de recursos, la asignación
presupuestaria para el sector educativo no fue significativa (Izarra, 2009).

La ineficiente administración del gobierno anterior, generó la devaluación de la


moneda durante el gobierno de Luis Herrera Campins (1978-1983) para pagar la deuda
externa, lo cual impactó, no sólo las políticas públicas dirigidas al sector docente, sino
también las condiciones de trabajo y el poder adquisitivo de los Docentes, y la
estabilidad socioeconómica de los estudiantes. Sin embargo, se crea la Universidad
Pedagógica Experimental Libertador (UPEL) y el Programa Experimental de Formación
Docente (PROEXFORDO), también se crea la política de entregar título de carácter
universitario a la carrera Docente en el país.
Por otra parte, en el gobierno de Jaime Lusinchi (1983-1988), se rediseña el
sistema de enseñanza, enfocándolo más hacia el aprendizaje social; el ministerio de
educación establece la resolución Nro. 751 en el año 1986, según la cual, el diseño
curricular queda estructurado en educación primaria, segunda y tercera etapa de
educación básica y el ciclo diversificada, en cumplimiento del nuevo modelo educativo
orientado hacia las relaciones sociales. Se incrementa en este período la matricula
escolar, por lo que se deben preparar más Docentes (Izarra, 2009), transformándose el
PROEXFORDO en PRONAFORDO, es decir, Programa Nacional de Formación
Docente. Impulsándose de esta forma la formación del docente y finalmente el trabajo
docente.

No obstante, Venezuela para esta época, se encontraba sumergida en una


profunda crisis socioeconómica y política, la cual es asumida por el gobierno de Carlos
Andrés Pérez en el año 1988, cuyas políticas económicas no fueron representativas en
cuanto al trabajo docente y el sector educativo en general. Este gobierno se caracterizó
por tener una asignación presupuestaria hacia el sector educativo insuficiente, que
aunado al contexto económico y político del país, impacto la capacidad adquisitiva del
Docente, propendió la deserción de los mismos y la deserción estudiantil.

En el año 1993, regresa al gobierno Rafael Caldera en el período 1993-1998,


creándose la resolución fechada del 15 de enero de 1996, establecida para la
formación del Docente que se desea, resaltando el rol del Docente como promotor
social, orientado a lograr objetivos educaciones de integración de la comunidad con la
escuela. Esta política no fue evaluada debido a la terminación del período de gobierno
de Rafael Caldera. Posterior al mandado de Rafael Caldera, llega al poder Hugo
Chávez electo en el año 1998, quien revolucionó no solo el devenir político del país,
sino también las políticas públicas en general.

¿Cómo fueron las políticas públicas educativas del gobierno de Hugo Chávez?,
En la reforma constitucional de 1999, establece en su artículo 102 que la educación es
un derecho humano y un deber social, democrático, gratuito y obligatorio, artículo
constitucional del cual se desprenden una serie de políticas educativas que
reconfiguraron el sistema educativo venezolano y el trabajo docente. En primer lugar
tenemos que con la constituyente de 1999, se crea el Proyecto Educativo Nacional,
basado, según Bravo (2006), en la inclusión social, en la atención del educando, y en la
transformación del currículo. El trabajo docente se ve altamente impactado pues debe
ubicar como epicentro de su accionar al alumno, como sujeto protagónico y central de
la realidad educativa y social. Bajo la perspectiva del gobierno de Chávez, la escuela
es el punto integrador entre la comunidad y la sociedad, siendo denominada esta como
el centro del quehacer comunitario.

Con el Proyecto Educativo Nacional nacen las escuelas bolivarianas, que según
Bravo (2006), “son las escuelas bolivarianas el primer signo de gran política educativa
que emite el gobierno que arranca en 1999. Cierto que no es el único, pero si lo que
alcanzó mejor elaboración y resonancia nacional” (p. 26). Dicha política trajo como
consecuencia una división del sistema educativo venezolano hacia dos grandes aristas,
por un lado la educación bolivariana representada por los simoncitos, escuelas
bolivarianas, liceos bolivarianos y universidades bolivarianas; y por el otro la creación
de misiones educativas: se crearon las misiones educativas tales como Misión
Robinson I y II, Misión Ribas y Misión Sucre. Es importante acotar, que las misiones
educativas atienden los diversos subsistemas de educación, así Robinson atiende a
personas que no cursaron educación primaria; Ribas, educación secundaria y Sucre
para los estudios universitarios.

No obstante, estas últimas políticas no representaron una mejoría en la


formación docente, ni en el trabajo, puesto que, fundamentado en Bravo (2006) el
producto resultante de éstas fue la formación de educandos con énfasis en el contenido
político más que académico o vocacional, desmejorando la condición laboral y de
trabajo del Docente e impactando en la formación de la sociedad.

En segundo lugar, el discurso político de Hugo Chávez, orientado a la


construcción del socialismo del siglo XXI, implementó políticas educativas que giraron
en torno al modelo bolivariano, creándose el Currículo Nacional Bolivariano, que según
la perspectiva de Hernández (2012) “este nuevo diseño curricular está orientado hacia
el compromiso educativo de preparar a individuos sociales e integrales, bajo los ideales
de libertad, justicia, igualdad, fraternidad, unidad, originalidad y emancipación” (p. 69).
Con esta política, se pretendía que los docentes manejasen todo el cuerpo teórico-
filosófico para poder llevar a cabo su trabajo, enmarcado en el modelo bolivariano, sin
embargo no se consolidó definitivamente en todas las instituciones del país,
principalmente por la escaza formación hacia el docente en cuanto a este nuevo
modelo.

Posteriormente, se realizaron varios intentos en la aplicación de este currículo,


no obstante, se retomó el currículo de 1986 en virtud de las debilidades presentadas al
momento de ejercer la praxis en las respectivas aulas y al momento de evaluar
(Hernández, 2012). Pues este nuevo modelo curricular trajo cambios sustanciales en el
sistema de evaluación principalmente. Por otra parte, el resto de las instituciones
universitarias para formación de docentes (universidades no bolivarianas) no recibieron
ningún tipo de formación en relación a esta propuesta de diseño curricular, por lo que
muchas continúan hasta el día de hoy con diseños curriculares desfasados.
Fundamentado en Hernández (2012), el problema o la debilidad de este modelo
bolivariano para su aplicación de forma extensiva, se debe principalmente a que no
toma en cuenta las necesidades e intereses reales de la sociedad venezolana, y por
otro lado se trata de una política educativa que se lleva a cabo paralelamente al
sistema educativo tradicional.

Cabe mencionar, que durante el gobierno del actual Presidente Nicolas Maduro
(electo el 14 de abril de 2013), las políticas educativas han seguido la misma senda del
socialismo del siglo XXI, en consecuencia, no se han presentado cambios significativos
en las políticas educativas, sino se evidencia una continuación de las políticas que
habían sido promulgadas en los periodos de gobierno del Presidente Hugo Chávez.

Un aspecto importante de abarcar, en cuanto a las políticas públicas educativas


de nuestro país, que impactan neurálgicamente en el trabajo Docente, es el aspecto
salarial. El descontento o la desmotivación en el Docente venezolano, por el tema
salarial, es más que evidente y generalizado; en este particular es propio citar a
Ramírez (1999) quien sostiene “tal situación se ha traducido en renuncias masivas,
bajo rendimiento, resistencia al cambio, constantes paralizaciones y huelgas en
búsqueda de mejoras salariales, etc.” (p. 17), con lo cual se afirma el impacto que el
salario tiene sobre el trabajo del Docente, pues es uno de los principales ejes de
motivación. Citando a Ramírez (1999), se aprecia que además de los bajos niveles de
remuneraciones, el descontento del Docente venezolano se debe además a otros
factores:

Pésimas condiciones de trabajo, ineficientes mecanismos de


seguridad social, incumplimiento por parte del Ministerio de Educación de
los compromisos contractuales adquiridos, poco o nulo reconocimiento a
la labor realizada, mecanismos de ingreso y ascenso que obvian las
credenciales profesionales, la excesiva partidización de los gremios, la
desvalorización creciente de la profesión por parte del sector oficial, etc.
(p.17).

Para concluir el presente ensayo argumentativo, ante la afirmación planteada


inicialmente, sobre de que las políticas públicas en materia educativa condicionan el
trabajo docente y finalmente impactan en la sociedad, podemos inferir que queda
evidenciado a través de la historia de las diversas políticas públicas, que las directrices
educativas implantadas por los gobiernos de turno no solamente enmarcan el devenir
del trabajo docente, sino que están orientadas a direccionar a la sociedad, según el
contexto político, social, económico, o coyuntural del país. Frente a esta situación
podemos ver como las políticas educativas han sido cambiantes a lo largo de los años,
pero al final el resultado es poco alentador, ya sea por carencia en cuanto a la
formación del docente para adaptarlo a la nueva política, por la descontextualización de
la política en sí con respecto a la necesidad de la sociedad, o bien por el factor
económico-presupuestario, que al ser insuficiente frena el desarrollo de una política
eficiente.

En nuestra postura, el Estado deben otorgar prioridad a la educación como


acción de gobierno, a la formación del Docente como modelador de la sociedad del
futuro, al rediseño y modernización de los currículos educativos, y a la asignación
presupuestaria la cual debe ser acorde con la situación económica del país y garantizar
un salario Docente digno. Se requiere, en definitiva, un proyecto educativo de largo
alcance, incluyente, innovador, el cual cuente con la plataforma financiera necesaria
para poderse llevar a cabo, para optimizar la infraestructura del sistema educativo del
país, el salario de los Docentes, y que integre además objetivos, estrategias y
procedimientos que incluyan a todas las instituciones educativas del país, en todos sus
niveles, para responder adecuadamente a los embates y desafíos de la sociedad del
futuro.

REFERENTES

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