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ISU UNIVERSIDAD

Doctorado en Educación

Actividad de Aprendizaje 2: Definición de conceptos.

Política y legislación en educativa

Presenta: Jorge Luis Reza Keb

Asesora: Dra. Rosario de Montserrat Añorve Salmerón

Mérida, Yucatán, a 11 de marzo de 2023.


Definición de conceptos

Haciendo revisión de la literatura, se pudo constatar que el término “política”


es polisémico; sin embargo, partiendo de su definición etimológica la palabra
política proviene “del latín politicus adjetivo de político; del griego polítikòs, de los
ciudadanos; de politês ciudadano; y de pòlis ciudad” (Gómez, 2001 p. 552). En
una propia conceptualización, basándome en la definición que expresa Norbert
Lechner (1986, citado en Jiménez, 2012), el concepto “política” en sí se entiende
como una actividad humana la que se abordan los asuntos inherentes a todos los
individuos inmersos en la sociedad, y en ella, la política, es donde se concretarán
las constituciones, leyes, normas, estatutos e instituciones basándose en los
valores y creencias, que servirán para legislarlas, cuidarlas y hacer que todos los
sujetos, gobernantes y gobernados, es decir, la sociedad entera, las cumplan
debidamente sin manipulación alguna, para vivir en un verdadero Estado de
Derecho donde prevalezca el orden social y la prosperidad. En pocas palabras,
política es aquello que involucra a los ciudadanos y los asuntos públicos.

Ahora bien, para establecer una definición de “políticas públicas”, se partió


de un análisis y comparación entre las definiciones dadas por los autores Pulido
(2017) y Velásquez (2009), con las cuales he podido concretar que las políticas
públicas hacen referencia al conjunto de decisiones y acciones que lleva a cabo
un gobierno, partiendo de los intereses y necesidades de una sociedad con el fin
de solucionar problemáticas detectadas que son consideradas como prioritarias y
concluyen con la evaluación de los resultados obtenidos para valorar su eficacia y
eficiencia.

Por último, para concretar una definición de “política educacional”, se


consideraron las definiciones de Pulido (2017) y Capella (s.f.). Sin embargo, para
poder establecer una definición de política educativa, antes se tuvo que discurrir a
lo expuesto por Mainardes (2015). Este autor considera que el objeto de estudio
de la política educativa no es un elemento tan claro y preciso que haga posible
delimitarlo de una vez y para siempre. Más bien, el espacio simbólico que rodea
este significante es abierto y amplio en espectro. Entonces, considerando lo
anterior, se consumó que la política educativa (vista desde el enfoque de la
política pública) alude al conjunto de leyes o decretos gubernamentales que
determinan, orientan cómo debe aplicarse la educación por todos sus actores con
la finalidad de mejorar la calidad de vida y bienestar futuro de las naciones.

Estos autores fueron tomados de referencias (entre muchos) debido a que


consideré que sus definiciones daban un panorama amplio al considerar varios
elementos que me permitieron un análisis profundo para su entendimiento y así
poder concretar una interiorización de las mismas. Además, las aportaciones de
estos autores parten del análisis de definiciones dadas por otros autores y
terminan por difundir los elementos esenciales que deben ser considerados para
dar una definición completa de los tres conceptos anteriores.

Para conocerla interrelación que existe entre estos conceptos, primero hay
que considerar que las políticas públicas son dispositivos mediante los cuales las
autoridades públicas actúan, primero reconociendo problemas socialmente
construidos en el seno de una comunidad, y luego, mediante la incorporación,
programación y ejecución de acciones dirigidas a su solución o manejo. En este
sentido, teniendo como foco de atención la escuela y el sistema educativo,
observamos que una característica de nuestro sistema educativo es su naturaleza
“pública”. Por ello hablamos de la “educación pública” y de la “escuela pública”.
Por esta razón, una buena parte de la investigación educacional se genera con el
propósito de influir en la práctica escolar, así como en el diseño e implementación
de políticas educativas (Santibáñez, 2007, como citado en Zorrilla, 2010). Así
contextualizada, la política educativa se nos presenta como la actividad del poder
público dirigida a solucionar los problemas sociales de la educación, por lo que, en
el fondo se convierte en un conjunto de medidas de la política general cuyo
objetivo específico es, en todas sus dimensiones, el educativo. Por ende, la
política educativa es un proceso político.

De acuerdo con Zorrilla (2010) las políticas públicas en general y las


políticas educativas en particular (también públicas) representan el conjunto de
decisiones gubernamentales que buscan modificar (enfatizar, eficientar,
desarrollar) uno o varios de los componentes de un sistema y de la relación entre
ellos (salud, vivienda, desarrollo rural/urbano, educacional) con el propósito de
producir cambios o nuevos equilibrios en el sistema. Estos componentes tienen
que ver con insumos, procesos y resultados, así como también con actores,
instituciones y sus relaciones que se producen en un contexto determinado.

Una política educativa emerge de las problemáticas que emanan en un


sector de la población, es decir, de sus intereses y necesidades. Un ejemplo
práctico de esto serían los problemas de gestión dentro del sistema educativo. La
falta de compromiso con el sistema educativo, e incluso la misma falta de
preparación en materia de educación de los servidores públicos y directivos, recae
en una gestión muy por debajo del mínimo deseable. El problema, finalmente, es
la baja calidad educativa, a raíz de una disidencia sindical, mal manejo de capital
humano (especialmente en el área docente) y mala logística administrativa, lo que
desencadena: el inicio de clases sin profesores, libros de texto y, por tanto, niveles
muy bajos de motivación estudiantil. Esta problemática es demandada por algunos
actores en cuestión (docentes, padres de familia y alumnos) que exigen al
gobierno una pronta resolución. Ate esto, el gobierno está obligado a diseñar,
implementar, ejecutar y evaluar una política que satisfaga esta problemática social
a nivel educativo.

Reporte acerca de las políticas educativas en México y sus resultados.

Los resultados de las políticas educativas en México están lejos de reflejar


las esperanzas de bienestar, cambio y transformación que sobre la educación y el
conocimiento se ciernen. El grado de importancia que el gobierno y la sociedad
han asignado a través de la historia a la educación, pierde sentido en la medida
que se conocen las graves y paradójicas consecuencias de la política educativa en
nuestro país (Flores, 2008).

La nueva ley de educación de 1980 fue un esfuerzo importante para


reformar el sistema educativo. Dicha ley contempla la extensión de la educación
básica de 6 a 9 años, el mejoramiento de la formación docente, la modernización e
integración de los currículos. El currículum de los 9 años de educación básica se
organizaría, de acuerdo a la Ley de 1980, en 3 ciclos de 4, 3 y 2 años. El primer
ciclo (instrumental) consistiría en unidades altamente inter-relacionadas,
enfatizando el lenguaje y matemática, y a cargo de la misma maestra. El segundo
ciclo (de consolidación) presentaría materias más diferenciadas, cada grado
tendría al menos 6 profesoras. Se enfatizaría la formación de valores. El último
ciclo (de independencia) enfatizaría ciencias y formación para el trabajo, las
unidades curriculares serían altamente diferenciadas, con una profesora
especializada para cada asignatura (Trujillo, 2015).

En la práctica, sin embargo, la crisis económica que afectó al sector y al


país durante la década pasada, y las ineficiencias de una burocracia altamente
politizada, explican que el espíritu de la ley haya tenido muy poco efecto en la
realidad de las escuelas y de las aulas.

En el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) se reforma el


artículo tercero de la Constitución y se instituye la Ley General de Educación
(Gómez, 2017). La reforma educativa denominada el “Acuerdo Nacional para la
Modernización de la Educación” Básica (ANMEB) es el acuerdo político entre el
gobierno federal, los gobiernos estatales y el SNTE que dio lugar a la
descentralización de los servicios educativos de la federación hacia los estados, a
partir del 18 de mayo de 1992, día de su formalización (Gómez, 2017). La Política
de la Modernización Educativa, se visualizó con la modificación de los contenidos
curriculares y el replanteamiento de las relaciones entre educación y trabajo.

Las directrices y objetivos que guiaron la Política de la Modernización


Educativa, se plasmaron en el Plan Nacional de Desarrollo 1989-1994 y
destacaron los siguientes objetivos: mejorar la calidad del sistema educativo en
congruencia con los propósitos del desarrollo nacional, elevar la escolaridad de la
población; descentralizar la educación y adecuar la distribución de la función
educativa a los requerimientos de su modernización, y; fortalecer la participación
de la sociedad en el quehacer educativo (Trujillo, 2015).

Según Del Castillo (2012) la importancia del ANMEB radicó en que


constituyó, al mismo tiempo, una estrategia política y otra de política educativa. En
cuanto a lo primero, el acuerdo y su formalización en la LGE, en 1993, delinea y
define los ejes (reorganización del sistema educativo, reformulación de los
contenidos y materiales educativos, y revalorización de la función magisterial) que
han orientado las reformas de las políticas y que aseguran los intereses del actor
sindical; pero también establece, por medio de la LGE, los procedimientos para la
implementación de algunas políticas estratégicas derivadas de esos ejes; es el
caso de la política de formación continua y el sistema de incentivos para el
magisterio en servicio que se conoce como Programa Carrera Magisterial (PCM).
La firma del ANMEB sucedió en medio de una coyuntura que conjugaba una crisis
económica aguda y una situación política delicada para la estabilidad de México,
lo que ocasiono su ineficacia y poca credibilidad.

Según Zorrilla (2002) La reforma educativa del presidente Salinas dado su


contexto y su temporalidad tenía como objetivo remediar las precariedades de la
educación básica en México, lamentablemente no pudo lograr sus metas. Esta
reforma evidenció las deficiencias y el agotamiento al que había llegado el SEM,
por lo que no fue posible lograr con lo mismo los propósitos de calidad y equidad.

De 1994 al año 2000 las políticas educativas dieron continuidad al ANMEB


destacando que la educación básica (primaria y secundaria) era de 9 años. Se
registró un aumento en la cobertura de la educación y en la eficiencia terminal. Un
aspecto sobresaliente en este periodo fue la reforma curricular en primaria,
propiciando la renovación de libros de texto gratuito mejorando su calidad, así
como la publicación de libros en lenguas indígenas (SEP, 2015, como citado en
Gómez, 2017, p. 146).

Para el sexenio 2001-2006 se elabora un documento denominado “Bases


para el programa sectorial de educación 2001-2006” el cual incluye tres puntos, a
saber:

1. Se propone una visión de la situación deseable a largo plazo (2025), así como
se definen mecanismos de evaluación, seguimiento y rendición de cuentas.
2. Reforma de la gestión del sistema educativo que contiene puntos comunes a
todos los niveles, tipos y modalidades educativas relativas al aspecto estructural.

3. Subprogramas sectoriales que contemplan por separado la educación básica,


media superior, superior y para la vida y el trabajo (Martínez, 2001, como citado en
Gómez, 2017, p. 146).

Posteriormente se dio la reforma educativa conocida como “La Alianza por


la Calidad de la Educación” (ACE) se suscribió en la Cd. De México, el 15 de
mayo de 2008, en el marco de los festejos del “Día del Maestro”. Mediante esta
reforma educativa se buscaba ya establecer el ingreso y la promoción de los
docentes por la vía del concurso de oposición; sin embargo, “las normas
establecidas fueron laxas, los organismos creados, débiles y el examen no se
institucionalizó. La ACE no se institucionalizó y no modificó prácticas, rutinas,
hábitos y comportamientos (instituciones informales), que inhiben el cambio
institucional (Barraza y Barraza, 2016).

El ACE fue un intento fallido de separar lo laboral de lo profesional. El fracaso de


la reforma se debe justamente a la falta de separación de estos dos ámbitos de la
actividad docente, pues ello inhibió la posibilidad de generar incentivos que
mejoraran el desempeño profesional de docentes, directores y supervisores de
educación básica y media superior.

Finalmente, durante le sexenio de Peña Nieto (2012-2018) se dio la reforma


educativa denominado “El Pacto por México”, fue el producto de un pacto entre las
principales fuerzas políticas del país. esta Reforma Educativa de supuso la
modificación de los artículos 3º y 73 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos y de la Ley General de Educación, así como la expedición de la
Ley General del Servicio Profesional Docente y de la Ley del Instituto Nacional
para la Evaluación de la Educación; todo esto en un breve lapso de tiempo que
inició el 10 de diciembre de 2012, fecha en que se envió la iniciativa a la Cámara
de Diputados, y terminó el 11 de septiembre de 2013, con la promulgación y la
publicación de las leyes secundarias(Villalaz, Moreno y Ramírez, 2020).
Dicho acuerdo político tenía el objetivo de impulsar los cambios que la
nueva administración quería desarrollar, entre ellos una reforma legal y
administrativa en educación, con la que se buscaba alcanzar tres objetivos:
aumentar la calidad de la educación básica que se refleje en mejores resultados
en las evaluaciones internacionales como PISA; aumentar la matrícula y mejorar la
calidad en los sistemas de educación media superior y superior; y que el Estado
mexicano recupere la rectoría del sistema educativo nacional, manteniendo el
principio de laicidad(Villalaz, Moreno y Ramírez, 2020).

La Reforma Educativa 2013 introdujo cambios importantes en la regulación


de la trayectoria laboral de los docentes de educación básica del sector público. El
eje de dichas modificaciones fue la evaluación obligatoria, ya fuera para la
incorporación al Servicio Profesional Docente, para permanecer en él o para la
promoción a puestos directivos; lo cual fue también uno de los ejes de la oposición
magisterial. Esta reforma incorporó la evaluación docente, específicamente la de
desempeño, como el corazón de la reforma, cuando ni el sistema educativo, ni los
docentes, ni siquiera la misma autoridad educativa estaba lista para realizar una
evaluación de este tipo; eso definió como punitiva y errónea a la Reforma
Educativa 2013 (Trujillo, 2015).
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