Está en la página 1de 608

JYM ES W.

C O R N M A N - E E IT H L E H R E R
iiE O R C E 5. PAPPAS

INTRODUCCION A LOS
PROBLEMAS Y ARGUMENTOS
FILOSÓFICOS

tirad ucctán d e

G a b r ie la C a s t il l o Estejel, El iz a d e t ii Con ral P e ñ a


y C lau d ia M a r t ín e z Ubuea

U N IV E R S ID A D N A C IO N A L A U T Ó N O M A DE M É X IC O
M £ x iC O 19^0
Titulo ori|{i.nnl;

ClibHfAnil J'raMnu anri ,1'fnnml!' An JfiDurfiirEfpfl,


I lu n i f i l h i o n . M a i m illó n P n liliih ln R Ç a . . I "Hit,
1¡o p y rijjlii © I 9 H ü r Itíjc rn tlJ.iri P u l il u h i ii g C a , I d c ,
C n p fr ijh l @ 1DB7. l l i c L e l l P u fa b ih iiig C n L13nc.

ffWfVUiJ, Hfl |Mr UÍ LllÉAb^ak |&»y ^ |p|VJmIhekJ a f UH1 h|LIUe| Im

m ■ fbcm a r ln 6 ii iu iii , c h e 11 nn r idc n h in n i I h IihI ¡a g i>llnirTn|i*ipg,

rMUHEfly. ai 1 D7 InJiür auilc^i iti-rig» ■iul u n btf*l ifiu m , wii Witit |^nn m u i
im i«imuiv (mn jni* ih?

P r im e n e riiijín i cn tip tA a l; IUW)

IJR £] l'ÍHU, ¡ln itn iiib il NsdimalAuUkHnn:< Ir Ménko


i f í S T m 'T O DE IN V E S T IG A C IO N E S F II jOSÓFICAS
Circuito M in o de l.i Cuevi
Ciudad de Ja lnw*i(f^niVn i turrKinklxIe?
C a ^ n t i i i , Ü 4 S 1 0 M é t k o , [I. F.

I rapreso y hecho en Mexicn


I S B N 9 G S -5 & -1fí9 7 -6
PR E FA C IO A L A T E R C E R A E D IC IÓ N

Para es a edición se introdujeron diversas modificaciones con el


fin de lograr que el libro no dejara de calar actualizado y con
el fin de subsanar unas cua mus deficiencias. En cada tino de los
capítulos se llevaron a cubo alguno» cambios menores en el es-
lila, por lo general con el propósito de simplificar argumentos y
d e sc rip ció n « de diferentes pu ntos de vista. En los Capitulo« 3 y
■I se introdujeron cuadros, Lambión con el propósito de simpli­
ficar y conseguir mayor claridad. Respecto a cuestiones que no
atañen d estilo, Los Capítulos 1, 5 y G se a lie r r o n ligeramente.
En el Capítulo I se hicieron unas cuantas a d icio n o para la dis­
cusión de las forma* de argumento y de inferencia inductiva. En
el Capítulo 5 "<* dísrutieron can mayor amplitud tos ara unien­
te« del misticismo y de la contingencia en lávór de la existencia
de Dios. También en esc capitulo se hizo m is extensa la e x p o ­
sición de la afirmación de L<nt r>'«pecio a que "existe” no es
un predicado real. En el Capítulo G se puso mayoi atención al
método usado para evaluar criticamente los teorías éticos norm a­
tivas. Adcmíis, se presenta un nuevo arrúm enlo en favor del re­
lativismo ¿tico y se relaciona directamente con el método recién
mencionado De igual manera, en este capitulo se ha ampliado y
aclarado la explicación de Hume y el problema det ser-deber.
En los capítulos restantes se hicieron cambios mAs sustanciales.
El Capítulo 2 se redujo considerablemente, sobre todo por la eli­
minación del material sobre la teoría causal de la creencia percep-
tu,i] asi como el concerniente al fenomenalismo. Al oponente del
escepticismo ya no te le considera un dogmático, sino más bien,
p.tra acuñar una nueva palabra, un episttmista. La conclusión del
Capitulo 2 también difiere de sus predecesoras inmediatas en
H P R E F A C IO A LA T E R C E R A E D IC IO N

q u e la posición d el c u é p iic u es finalm ente rechazada en fr v u r d e


l.i ilcl epuieuiista. El C apítulo 3 coatiene n uevo material tabre
la polém ica entre el libertario y el determ inista, adem ás d e que
se aum en tó considerablem ente el n u m ero d e páginas que cate
capítulo tenía originalm ente. Tam bién aparece en ¿I ud nuevo
argu m en to con ipatibiü su que, se afirm a, hasta p ara establecer
esa posición. En el C apítulo -I los cam bios ligeros en las d efin i­
ciones de térm inos técnicos requirieron cam bios com pensatorios
a lo la ig o de sus páginas. Tam bién se te d io más espacio a las dife­
rencias relativas entre las posiciones del m aterialismo reductivo
y el elim inador. Finalmente, la teoría d e la identidad neutral se
describió y se d efen d ió con nuiynr am plitud.
Deseam os a grad ecer a G eo rge Schum m *us valiosas su g e re n ­
cias respecto d e cierto n ú m ero d e tenias discutidos en el libro. En
especial, estamos en d e u d a con los com entarios críticos de Bcnip-
min A rm stro n g y de R o b e n Audi, y m is en d e u d a aún con A u d i
p o r sus ú liles observaciones críticas al penúltim o borrador.

K. L.
8 . S. P.
PR E FA C IO A I A P R IM E R A E D I C I Ó N

Jnscph Conra<l dijo que su objetivo a) escribir era antes que


nada hacer w r". El nuestro es, ame todo, hacer ftmsar. Ouere-
mos hacerle a usted pensar sobre los problemas que los filósofos
han discutido. Esperamos también que esta introducción a la fi­
losofía lo prepare para pensar acerca de otros problemas. Para
alcanzar nuestro objetivo, nos cerníamos en cinco problemas fi­
losóficos básteos, procurando presentar y examinar cuidadosa y
cabalmente las razones m is plausibles a favor y en contra de Lis
soluciones que los filósofos han propuesto para estos problemas.
Cada problema se discute en capitulas separados y virtual men­
te independientes. Sin embargo, cada discusión depende del ma­
terial del prim er capítulo, donde se discute la naturaleza del ra­
zonamiento y la argumentación y donde se explican algunos tér­
minos filosóficos básicos. Asi pues, el prim er capítulo es esencial
para una comprensión cabal He los capítulos subsecuentes, y debe
Iccnw: antes o al nmmo tiem po que los otros.
En la conclusión de cada capitulo presentamos una solución
al problema sometido a discusión Pero a causa de la naturaleza
misma de los problemas, y cuino éste es un libro introductorio,
ninguna de c-slas soluciones debe considerarse como definitiva.
Se trata, a nuestro pareccí; de las conclusiones más razonables a
que se puede llegar sobre la base del material presentado. Pero,
al igual que todos aquellos que se han encargado de hacer un es­
tudio sobre estos tópicos, ni presentamos ni examinamos lodo el
material para solucionar estos problemas de una vce por todas.
Para hacer hincapié en que debe usted pensar en estas solucio­
nes más que aceptarlas, algunos de los ejercicios al final d r cada
I(J IM fliFA CIO A LA P IU U K R A E IH C JÓ N

capítulo plantean preguntas acerca d e las cuestiones que se loca*


mn O tro * están pensados p ara servir com o repaso y así p o n e r a
p ru e b a su com prensión del material. Para aquellos :uyo interés
se haya visto estim ulado y quieran leer más sobre los diversos te­
mas, p ro p o rcio n am o s una bíblrografta anotada al fina] del texto.
L o s esfuerzos conjuntos produ cen con frecuencia resultados
q u e caen en la com pon en da. Para evitar las inconveniencias de
tales resultados, cada u n o d e nosotros ha asum ido la responsabi­
lidad total d e tres capítulos, el señor I.e h rc r d e los tres p rim eros
y el señor C o rn m a n d e los tres últimos. Los lectores advertirán
diferencias de estilo, p e ro esperam os que tam bién p u ed an encon­
trar un im portante rasgo com ún el intento d e evalu ar el objeto
d e estudio en form a desapasionada, justa y cuidadosa.
Si bien hem os delim itado nuestras respectivas respon sabilida­
des. com partim os el deseo d e a grad ecer a muchas personas que
han leído, criticada y hecho contribuciones a este libro- Dos de
ellas, con quienes estamos especialm ente agradecidos, son Lew is
W. Bcck y John D. M oorc, que leyeron cuidadosam ente todo el
libro haciéndole valiosas criticas. Tam bién querem os hacer m e n ­
ción de aquellos qui nos a y u d aro n de diferentes m aneras. Ellas
son: Jcan H op son , C o re Lía K opclm an . Joel Levinsoo, Natalie
T arbct y Pctcr van 1im agen .

J W. C,
K- L_
I

EL C O N T E N ID O Y LOS M É TO D O S DE LA F IL O S O F ÍA

¿QUÉ ES LA FILOSOFIA?

Cuando se trata de asuntas académicos, ya sea en las ciencias o


en las humanidades, suele ocurrir que la manera más satisfacto­
ria de descubrir sobre qué versa la materia sea enfrascarse en el
estudio de las cuestiones y problemas característicos del campo.
Con Ercruenaa. [as descripciones generales de un campo son o
bien tan abstractas que no logran dar información, o tan idio­
sincrásicas que ma[informan. Sin embargo, vale la pena intentar
una caracterización d e la filosofía, aun cuando sólo sea de tipo
histórico, para proporcionar al lector una mejor comprensión de
la naturaleza de la investigación filosófica. Una de La. principales
razones para hacerlo aaf es explicar la función predom inante que
tienen la discusión y la argumcniación en el estudio de los pro­
blemas filosóficos. P<tra tal fin, sin que pretendamos ofrecer una
definición precisa, presentaremos alguna información sobre la fi­
losofía en tanto disciplina con el fin de proporcionar una orien­
tación general respecto al campo que aquí estudiaremos.
Em peguem os con algunas palabras aceres del desarrolle his­
tórico d e la filosofía como campo de estudio. Hasta hace poco
tiempo, todas las disciplinas científicas eran consideradas parte
de la filosofía. L a filo& fia de ¡a moleña abarcaba lo que ahora co­
nocemos com o física y química; la filosofía de la mente comprendía
los Lemas d e la piicología y d e áreas adyacentes. En resumen,
en oíros (iem|.os la fílosaBa estaba configurada tan ampliamente
que cubría cualquier campo d e la investigación teórica. I labrfa
sidn una rama de la filosofía cualqi L r disciplina en la que hu­
biera podido proponerse alguna teoría para explicar su conte­
nido. Sin embargo, uua vc2 que el campo de estudio a lta n a b a
iR H lN TE N ttX ) V MfcTtllt' i t)k JjS KltOSOflA

el pu n to en qu e predom in ara ¡dgiiua teoría a partir de la cual se


‘ It i-irrollaran los m í todos estándar ile rrh h a y confirm ación. cn-
lonccA dich o cam po se separaba de| cam po m adre di: la filosofía
y se volví;» in d ep en d ien te
Por ejem plo, en otros tiem pos lo» filósofo» presen taron una v a ­
riedad d e teorías para ex p lica r la naturaleza de la materia. U no
sugirió que io d o estaba hecho d e agua, o tro, algo más apegadu
a las concepciones actuales, pri>pu t» ^tie la materia estaba co m ­
puesta de dim inutos átom os h om ogén eos r indivisibles U na vez
q u e ciertas teorías de la m alcría, al igual iftie los m étodos e x ­
perim en tales para p robar dichas teorías, Herraron a estableo rs^
sólidam en te en la com unidad d e estudiosos, la filosofía d e la ma­
teria se con virtió en Lis ciencias d e la (t ic a y la quím ica. O trn
e je m p lo de un problem a filosófico que se ha co n v ertid o en uno
cien tífico es el d e la naturaleza de la vida. En una ép oca se c o n ­
je tu r a l» qu e la viriii era una cnúdüd espiritual qu e entraba en el
cu erpo en el m om en to de Wwret y salía He él en e l m om ento de
morir, y en otra se consideraba qnc era una fuerza vital especial
q u e ¡MTiivabii el cuerpo. En la anualidad, la naturak-va d e la vida
se explica en térm inos de bioquím ica
Aai. es una peculiaridad de la filosofía el q u e una vez q u e los
argum entos v d i cu: iones nos conducen a alguna teoría a co m p a ­
ñada d e la m eto d o lu ^ !» adecuada para en fren ta r con éxito algún
tem a d e la filosofía, la teoría v la m etodología se Arparan d e la filo ­
sofía y se consideran pai ec d e otra disciplina. Algunas disciplinas
están actualm ente en transición. U n e je m p lo de e llo es el cam po
d e la lingüística y, d e m anera más particular, la scm dntica d e n ­
tro de esle cam po, L o » filósofos han articulado una variedad de
[finí ías para ex p lica r có m o las palabras pueden tener significados
v quC constituye el significado d r las palabras. Las explicaciones
se d iero n en tírn iin o s d e imágenes, ideas y otros fen óm en os fi­
losóficos. l’b r lo general, los filósofos y los lingüistas exp lica n el
significado en lórm in os de la función d e las palabras en el dis­
curso v d e hts caractciísticas semánticas subyacentes, las cuales
d e s e m p e ñ a n en L is v m a n tJ L a un p apel sim ilar al qu e desem peñan
la« caiacicrusticas d e las partículas atómicas en la física. En este
cam p o no hay una dtMiiicion m arcada en tre u n filósofo y un lin ­
güista. Am bos aplican m étodos recien tem en te desarrollados d «'
Linálisif gram atical y sem ántico para articular leves y teorías que
ex p liq u en la esm ictu ríi y d con ten ido del lenguaje, Hs típico d e
J<jU£. ÜS LA FILOSOFÍA? 13

un cam pa cu transición q u t se cuestione si u a investigador es itu


filósofo o un científico. En ti loso lía, el d e sa rro lla exitoso de un
área lleva a m en u d o a la indepen den cia y auton om ía d e b p;i rte
desarrollada. Es p o r ello q u e p ro b ab lem en te cualqu ier especifi­
cación d e la Gloso fia en térm inos d e su m ateria d e estud io sea hoy
u n a controversia y m añana algo pasado d e m oda.
Sin em bargo, las onsideracioncs .interiares explican un ntsgo
relativam ente constam t d e la filosofía, a saber, e l estado inestable
d e la disciplina. Las cuestiones estudiadas en Eilosolia se encaran
m ediante m étodos dialécticos d e argum entación y c o m m a rg u -
melitación. V e n ocasiones el estudiante p u e d e s e n iir q u e n ada ha
q u e d a d o establecido tras una latga y difícil investigación. Esta im ­
presión se d e b e en parte al hecho d e que. en u n m om ento d eter­
m inado, la filosofía p u e d e estar rraian d o con esos p roblem as inte­
lectuales q u e aú n no han sido articulados d e un m odo tal q ue c u a ­
lesquiera teoría y m etodología solas p u ed an en cargarse d e su sr>
Ilición. C u a n d o e l intelecto h um an o se d e b a ie en algún pro blem a
intelectual com plejo y no hay u n e n lb q u e experim en tal estándar
y establecido, se p u e d e esp erar qtie el p roblem a se encuen tre
d e n tro del cam po d e la filosofía. U n a ve? q u e la investigación
intelectual conduce a Li articulación d e u n a teoría estándar junto
enn un m étodo d e investigación ex p erim en tal aceptado, en ton ­
ces, con toda segu rid ad , el p ro b lem a ya no será eoiL.ider,<ilu< orno
parte de la filosofía. Por el contrario, d irho p ro b lem a se a trib u ir!
a algu n a disciplina independiente. Así. la filosofía p ierd e algunos
d e su& temas de estudio a causa d e su p ro p io ¿xito.
Sm em bargo, la caracterización an terior n o d e b e r á hacer p e n ­
sar q u e iodos los p roblem as filosóficos son potencialniente e x p o r ­
tables m ediante un procesam iento exitoso. A lgu n o s p ro b lem as y
cuestiones se resisten a tal exportación en virtud d e su carácter
q u i n a l y fundam ental, l'o r ejem plo, en lodos los «a m p o s d e in­
vestigación la gente busca el conocim iento. Pero es en la filosofía
d o n d e u n o se p regu n ta qué c í el conocim iento v si c u realidad
existe btl cosa. S e m e ja n !» pregun tas pertenecen a esa ram a d e la
lil< isotii) d en o m in a d a epistemología. En algu n os cam pos, por e je m ­
p lo en econom ía y en política, las personas estudian las consc­
i Liciii iiis causales d e tíivcrsas acciones y política». En filosofía uno
sr p re g u n ta q u é r;isgus generales hacen que las acciones y La*
pn lílk as sean correctas o incorrectas. Preguntas d e este tipo p e r ­
tenecen a la H it ti- Para p o n e r otro ejem plo, los críticos, la gente
1-1 C O N T tN ID O Y M Í T O D O S D t. LA F IL O S O F ÍA

dei cam po literario, Las c o m p o s ito ra y tos artiaiui se p regu n tan


ti algúr u b je l» ca un a a b r a d e arte. L o * rildsuE » se ocupan de
la pregu n ta más (¡¡cncrj] respecto d e qu¿ hace que atgo ,wa una
o b ra de arte. Kittu son problem as de La estítica. Otras pregu n tas
sobre el carácter d e la libertad, d e la m ente y d e Dios p arecen ser
objeto d e estu dio p e re n n e d e la filosofía p o rq u e todas son p re ­
guntas m uy básicas y generales.
Por otra parte, el tratam iento exitoso d e un p ro b lem a d e n ­
tro d e un cam p o p u ed e g en erar muchos problem as nuevos Por
ejem plo, u n a explicación d e los fenóm enos fínicos en térm ino«
d e leyes y teorías hacc su rgir la p regu n ta d e sí el m ovim iento de
los cu erpos h um an os, q u e form an parte del universo físico, tiene
lu g a r de u n a m anera pu ram en te mecánica q u e nos en gañ a en
nuestra im presión de q u e som os agentes libres q u e determ in a­
mos nuestro p ro p io destino p o r deliberación y decisión. D e ma­
nera similar, el éxíro d e la neurofisiología p ara ex p licar nuestra
conducta liare su ig ir b p regu n ta d e ai los pensam ientos y senti­
mientos s>n algo m fc q u e procesos físicos. N o contam os con los
medios pan » contestar estas p regu n tas recu rrien d o directam ente
a ex p erim en tos o a u n a teoría firm em ente establecían, Por el con­
trarío, tenem os que ap oyarn os en los m étodos d e la investigación
filosófica ■—el exam en cu idadoso d e los argum entos ofrecidos en
defensa d e posiciones divergentes y el análisis d e los térm ino* im­
portantes q u e están ani contenidos.
Fin filosofía no es necesario tener m iedo a la « c a s e s . El objeto
d e estudio d e la filosofía está Limitado solo p o r la capacidad d e
la tnente h um an a p ara hacer nuevas preguntas y p ara r ;(6 rm u -
ln r d c m anera n u n a las viejas preguntas. P ro c e d e r de este m odo
pro v e e d e contenido adicional a) único cam po que acoge a to­
dos esos huérfanos intelectuales q u e otras disciplinas rechazan n
causa d e sus form as difíciles y n o reglam entadas. L a filosofía es
el h o g a r d e esos problem as intelectuales a los que otros no p u e ­
den hacer frente. En consecuencia, la filosofía esrA henchida de
la excitación intelectual d e la controversia f la discusión q u e se
en cuen tran en las fronteras d r la im e stig a d ó n racional.

C h ito frfobltm oi filo s ó fu o t

D espués d e u n a introducción a la m etodología d e la a rg u m e n ­


tación. nos ocu parem os d el exam en d e cinco problem as filosófi-
>!y¡L't ES |A nUJSOKlAÍ 15

lüs. Estos proble tuas lian sido la preocupación de lus filósofosdel


p a c id o y catán en el cul u ó n d e la controversia filosófica actual.
Asi. lo» C apítulos 2 a fi propo rcio n aran ejem plos p arad igm íU k os
d e problem as y argum ontos filosóficos. U n estudio cuidadoso de
eMos capítulos lo recom pen sará a usted con una clara concepción
d e la invest igacion filosófica actual
El p rim e r pro blem a qu e enfrentarem os es el del conocim iento
y el escepticismo. Básicam ente considerarem os si se justifican las
afirmaciones, d e conocim iento que, en g en eral, la m ayor parte de
Les personas d a p o r sentadas. Por ejem plo, la m ayor parte d e las
personas su p o n e q u e sus sentido* constituyen una fuente d e co-
iiui ¡m iento, que al ver, tocar, etc., llega a conocer la existencia de
cíe rio n ú m ero de o l jetos familiares. Pero algu n os filósofos han
d u d a d o d e q u e nuestros sentido» p u e d a n ser la fuente d e tal in-
íónnat ion, v han d e fe n d id o convincentem ente la conclusión de
ípte no tenem os n in gú n conocim iento d e mies cuestiones. Asi, el
p ro b le m a inicial q ue enfrentarem os es el d e investigar Ion méritos
del escepticismo.
Resulta a p ro p ia d o y útil em pe/ar nuestro estudio d e ln filo-
solía con sid eran d o el pro blem a del conocim iento, p o rq u e este
lem a está en trelazado con otros. N os estarem os constantem ente
p regu n tan d o si algu n a creencia tiene justificad ¡■'m. sin im portar
ron qu é p ro ble mas nos en fie m em os y, al con siderar el pro blem a
d e l conocim iento y el escepticismo, lograrem o s un m ejor c u n a -
itim icnto d e cóm o una creencia p u ed e estar justificada, o m ostra­
re m uí q u e n o ln está.
En stjpi ndo lugar, considerarem os el p ro b lem a d e la libertad
y el dcicrm m i&m o Por lo com ún suponem os, al menos algunas
vetes, q u e actuam os librem ente. Esta lleva a ln creencia dr. q u e
internos alternativas g e n urnas enirc las q u e podem os elegir, y a
pesar tic lo tpie d e hecho escojam os hacer, podríam os d e igual
m nnrr.i haber e legid o y actuado d e form a totalmente diferente.
Sin cm lw rg o , tam bién supon em os q u e hay causas p ara tod o U>
>jo > sui Lílct incluyendo nuestras propias elecciones > accionen.
1 ,i ililu idtad radica en que esta creencia en la causalidad u n iver­
sal p a r n é d el todo incom patible cotí Li creencia d e q u e actuam os
librem ente, p o rq u e la p rim era creencia tiene to m o coavccuen-
r u rjtit iiHtas nnestrn» acriones sean resultados inevitables d e los
p ro cev w causales. El pro blem a consiste en d eterm in a! si está más
justificado tener una u otra d e estas creencias
10 CONTENI DO V Mf.TOUüS 31KIA KILOSOFÍA

El icrccr pro blem a está estrecham ente relacionado con e! sc-


yun.lu. B i l pro blem a tic lo m ental y tic la físico Las persnn^f
san d istin ta He Lis cusas inanim adas p o rq u e tienen pen sam ien ­
tos. sensaciones y em ociones q u e son fenóm enos mentales carac­
terísticos. F^. razonable p re c in ta rs e exactam ente d e <¡uc n u n c ra
están relacionados eslt>¡i estados mentales ton ciertos profesos
físicos que o ru rre n d en tro de nuestro* Cuerpo*; por ejem plo, los
procesos nciirales <jur (icnen lu g a r en el cerebro, A lgu n o s sostie­
nen que hay cicrtn con exión entre nuestros pensam ientos
y lo t¡uc pasa ilen tro de nuestra* i abrzas. Pero tos filósofos han
presentada argum entos en (ovoi d e lo contrario, y e n consecuen­
cia hiin defen dido lir;i teoría alternativa so b re la relación entre
ln mentid y lo lisie o. Pm c u m p lo , algu n os filósofos han sostenido
la H-9Ís d e q u e los pensam ientos wm sim plem ente estad os c e re b ra ­
les, v p o r lo tairtu <pie lo mental es idéntico a algún aspecto o n
ulgiu... paite de 11*. flsioLi, en 111 gítr d e estar catua*,uniU conectado
con el El problem a t:s decidir cuál de estos teorías rivales es la
que se juiufica.
Posterior men le d Íscti tirem os el pro blem a d e justificar la creen­
cia en la existencia d e Dios. Este problem a requiere poca des­
cripción I.a m ayor parte de la gente, va se trate d e teístas, ateos
o agnósticos, en un m om ento d a d o d eb e d e p reguntarse si hay
algu n a form a de justificar la creencia en la existencia de un ser
suprem o. Estudiarem os en detalle los argu m en tos im portantes
q u e los filósofos y los teólogos han ofrecido.
Para finalizar, nos introducirem os en el cam po de la ética, y
aquí nos ocuparem os d el pro blem a de cóm o tina persona p a e d e
justificar sus ¡uicios Éticos relativos a lo que es bu en o y to que es
m alo. I m entarem os encontrar alg u n a regla o n orm a m oral en
térm inos de lo qu e p odem os ju z g a r razonablem ente q u e son los
méritos éticos d e varias lincas d e acción. L a investigación partirá
d e una consideración de los argum entos q u e se han ofrecido ya
sea a favor ya sea en contra de diversas n on n as éticas diferentes
y rivales q u e los filósofos u otras personas han propuesto

L o s MÉTODOS DE IA FILOSOFÍA

Antes de discutir los problem as que acabam os d e esbozar es ne­


cesario considerar los m étodos y técnicas d e la filosofía A veces
se dice que la filosofía es una disciplina dialéctica. Esto significa
1A tJÓGItlA 17

que la filosofo p roced ep or medio de un mecanismo de argumen­


tación y contrai* rgu mentación. Por supuesto, todas los disciplinas
dependen en alguna medida de la argumentación, pero en la filo-
uifla el razonamiento lógico desempeña un papel especialmente
predominante La explicación de esto es que la filosofía traía de
responder a preguntas tan fundamentales que es difícil encon­
trar algunos hechos empíricos específicos que resuelvan los pro­
blemas. Cuando dos personas no están tic acuerdo sobre algún
tema filosófico, el línico camino d e progreso abierto a ellas es
considerar y evaluar los argumentos y las objeciones de ambas
partes Por k) tanto, la investigación filosófica debe ser critica y
lógica si ha de resultar de algún provecho. Para facilitar tal inves­
tigación debemos aprender a formular preguntas críticas sobre
l<>* argumentos con tos que nos topamos y a exam inar Lis res­
puestas con perspicacia lógica Éstas son cuestiones de lógica y
d e semántica. Presentaremos una breve introducción a la lógica
y a la semántica con el Fin de acercarnos a los restantes problemas
d e la filosofía con esas habilidades lógicas que son el requisito de
l.i investigación inteligente y rigurosa.

L a L ó c ICA

Si conoce como lógica, o lógica formal, al campo cuyo objeto ea la


ar/rumnttartan, t.a prim era pregunta que ha de contestarse en este
campo es: ¿qué es un argumento? Paia nuestro» propósitos, un
argumento es un grupo de enunciados de los que se afirma que
uno de ellos, la condusión, se sigue de los demás. Consideremos
por ejem plo el siguiente argumento: todo es causado y, siendo
usi, nari Je actúa libremente, liste argumento, cuyos méritos serán
evaluados en el Capítulo 3, debe enunciarse de manera más for­
mal como sigue:

I Si todo es causado, entonces nad ie actúa libremente


li. t<hÍo e s c a u sa d o ,

M>r lo lanío

3. Nadie actúa libremente.

I -i Inise ‘por lo tanin que precede al enunciado (3) indica que


In í|ue viene después de ella es la conclusión de la <pie te afirma
que w Mgue de los enunciados anteriores. Los enunciados (1 ) y
18 O O fíT E N H X J ¥ M t / lu D o s li| M U L O S O f U

(2) sí>n ins raiüiit liadas para concluir (3), y tales enunciados se
Ib man fw nm ai. Así, tilda argumento a iti u de una conclusión t
d e una o itiAs premisas de las que se afirma que se sigue la con-
tluston.

Solidez ti jaltdei

P o r lo g e n e r a l, h ay d o s clases d e a rg u m e n to s: inductivos y dediu


thw M i s a d e la n te c o n s id e ra re m o s lo* a r g u m e n to s in d u ctivo s,
p o r o pt m ic r o mis c o n c e n tra re tu o * en los a r g u m e n to s d e d u ctiv o s ,
d e Itrn cu a le s a c a b a m o s d e p r e s e n ta r un e je m p lo . S e d ic e q u e u n
■itg u tn rn to diduciiito es sólido c u a n d o bus p re m isa * so n verd ad e­
ras y el a r g u m e n t o o válido. D e c ir q u e un a r g u m e n t o ea %Al id o
e q u iv a le a d e c ir q u e es ló g ica m e n te im p o sib le q u e su » p re m isa s
ric.m v e r d a d c ia s y la c o n c lu sió n falsa U n a m a n e r a m e n o s p r e m a
p e í a i m u i u v a m e n te c la ra d e p la n te a r e sto c o n siste e n d e c ir q u e ,
e n un a rg u m ctttü . . d i J o . j í las p re m isa s so n v e r d a d e r a s , e n to n c e s
la o tid u s ió n d e b e se r v e r d a d e r a A p a rtir d e esta d e fin ic ió n es
fd< ií v e r q u e el a r g u m e n m p re c e d e n te es v á lid o y, »i * u l p re m isa s
son v e r d a d e r a s , e n to n c e s u m b i C n d c l e s c i sólídn. Si la*- p re m isa s
i Si tod o es causado. rnlonccA m idie actúa librem ente,
v
2. T o d o es causado.

s*’ n verdaderas, e n lo m e s imtilitéri d eb e ser verd a d ero q tic


V N a d ie at lúa librem ente.

I’ür simple lóf'L'a es imposible que las pi ciuisas ( I ) y (21 sean


verdaderas v la conclusión (Si lalsa. La inipor tan ic señalar que el
hecho de que este argumento sea válido no prueba que la con­
clusión sea verdadera. La valide/ es una característica hipotética
o condicional; nos asegura que Ja conclusión del argumento es
verdadera íí las premisas ío son.
P u rd e decirse también q u e el argum en to es vá lid o en virtud de
»u forma Podem os representar la form a ílc l argu m en to a n terior
merltíinre el siguiente esquem a:
(ALÓ G ICA 19

Si P, e n i i o i n (¿
P
l\it Jo latito
ti-

Esta form a de argumentación se llama Maivs peam s. T o d o ar-


m> intimo de esta lórma es válido, y asi podemos dccir que la
lorma del argumento por si misma es válida Consideremos el
unjuinanto siguiente:

Si Dios ha muerto, entontes todo eslA permitido.


Dios ha muerto.
Put tu lanío
'I o d o e s tñ p e r m i t id o .

Rsiii argumenm. como el preredente, « válido pnrquc tiene la


forma del M odus ponmx. Podemos obtener estos argumentos u
parür del Atudiu fanmi sustituyendo las oraciones. apropiadas del
español poi tas Ícíras P y Q e n Ili formn de! argumento. Si siiü-
ninunos la oración "Dios ha m uerto“ por la letra P y ti ora« i6n
"Tod o estíl perm itido" por la l tía (¿ en I» Forma del rtrgtimrnto,
ulnendremos el argumento válido que acabamos de citar Siem­
pre que una forma de argumentación sea válida, obtendremos un
.iigum entó válido si lo sustituimos de eMa tnuaera.
l~as siguientes son otras forma» de a rg » mentación válidas:

Modus tnllens Silaginw disyuntivo


Si P. entonces Q O P o £?
N oC Í Na P
fhjr lo tanta Por ¡o lantt)
No P Q

Silogumn hipoMua C o n t r a p o n nm
Si P. en ton tes Q Si /', entonce» í¿
Si [j , ciHorif es ii ftir lu tanto
/ V lo tanto Si no entontes no P
Si P mentum es. H

I m;i li*ta d e formas de argumentación no es completa tii d efi­


nitiva, Sin embargo, al considerar varios argumentos d e esta» fot -
in a» p ix lc u im icitci una idea intuitiva de cómo ca un ¡irgumcnlu
i.tlitlo Uncí Ve mosi rarve que muchos argumentos m u i v d l k l u j , ha-
i h hdn las aMiciat iones apropiada* con la» forma-, d e argum m -
20 C O N T E N I D O y u é t u d o s d e l a F IL O S O F IA

tac ión am inores. En algunos casos tendremos que recurrirá m is


de una (orina de argumento para r io iim f que un argumento es
válido. Por ejemplo, Consideremos el siguiente argumento:
Si Dios no existe, entonces iodo está permitido.
Si el asesinato no está permitido, entonces no iodo está per­
mitido.
E l asesinato no está p e rm itid *
Por lo tanto
No es el caso que Dios no exista

Para mostrar que este argumento c* válido, observemos primero


que de

Si el asesínalo no está permitido, entonces no todo está per­


mitido,

y
El asesínalo no está permitido,
podemos concluir por Modu* ponetu que
No rodo está permitido.

rodemos ahora tener esic enunciado, que es la conclusión det


argumento anterior, y usarlo como "n a premisa en otro argu­
mento. De la premisa

Si D'ns no existe, entonces todo está permitido,


y ¡a nueva premisa
N o tixlci está p e r m itid o .

Podemos concluir por Modus totíens que


No es e] caso que Dios no exista.

Esto muestra que de ¡as premisas uu^inales podríamos deducir


válidamente la conclusión de ese argumento recurriendo «i las
formas de argumentación antes enlutada. Una lección que debe
aprenderse del argumento que acahamon de considerar a que
cualquier cosa deducida válidamente a partir de un conjunto de
premisas, lal como el enunciado
No todo esta permitido.
I A L JCllLA 21

p u e d e a íin d ir s e 1 1.» p ic m u ia i o rig in a le s con e l p ro p ó s ito d r h a c e r


o i t a i dcxlticciunca

Ej e r c ic i o s

l'uede trn»irar3r qu e los siguiente* irgum cntra san validen recurriendo


j las (o rtllU d e argumenta' i.'in e n ju ta d » prcrvúimcnic. Dccida que fur
fpj» d e afgum cnU i(i¿n tiene cada uno d e Ion siguientes argumentan

I. Si el pensum irrita necesita del cerebro, entonce* rl pensamiento


iie m p iv ocu rre en la cabeza
Si el pensamiento siem pre ocurre en U cabeza enluncc» ningún
espíritu un u crpo piensa alguna vez
P o rta tanto
Si d p c n u m im ia n a a m d e l c e re b ro , e n to n c e « n in gú n espíritu
sin c u e rp o piensa algu n a vea.,

2- Sí las raiatlca son las causas d e Lis acciones, cu ton ccs l o d » Ua


acciones racionales san causada*-
P o r lo lanío
SI no tudas b s acciónr» racionales son causadas, cnionces no es el
cuso que lai ratone* ir.m la oiusa de Li* acciones.

9, O te evitan las g u e r r a o sufre el inocente.


N o se e v ita n las guerras.
Por le lanío
Sufre el tríncenle.
-I. Si ¡oH a* laa persunus p u e d en estar eq u ivoca d a s n i lia q u e n t t n ,
enton ces to d a s tu* p e r u n a f carecen d e co n o c im ie n to
liib .ii l.i» p c n n i a i p u e d en oten i cqu ivDcada» cu lo q iir rrren.
P or ía ionio
ludas li> p a to n a s c a r a : en d r c o n o c í mienta.

Muenire q u in ad a una d e II* arrúm enlas siguientes ts v jlid o recurrren­


I n r n m de a r g u m e n U i. f in vítida*
d í i i Ij

I O *n m itán Liib g u e r r a o ttulrc rl in o cen f


Vi w evitan Lu t¡u c r i* s e n i u n m le du U g en ir imn Ib p n
Mu limjfl la fje n le ama la par.,
f í i t ta tañía
Sufre el in o crm e.
22 CO.NTENII» V MÉTODOS Ut Mí Kll.fWOflA

? S i i i i i i ^ l i i ü i k n ítió n t-5 li l jr c . r i i l o n r e s l u d i r r a r e s p o n s a b l e d e í u *
accionn.
Si pail ir n rcsjxmsahk de sus acriolles, entonces nadie m n'ecesrr
tua [igucb,
N inguiu acción es lifarr.
f a t la lanía
Marín? m n eer sci i ¿ntitil li p
S iri ìnacrntc aulire, entonces el ni umici no es perire lo
Si D i® « H i p . rn im iL a e l m u i u l o « pcrleclo.
Por lo itatia
Si ri inixenlr aufir-, iiuancrs Dkw nn existe

O í t i í í form as vdíidas tir arguvwHlacián

O b te tic im » algu n os argum en to* validos a pariit de las form as d e


a rru m e n lar ii ì 11 su ititnyendo e n citai e x p r e s io n o q u e no m u ora-
LÍones, Fina ver la razrin d e cato, considerem os el argu m en to si
guíente:

T o d a » Lis ac. innes c&rrc. tas. son acciones q u e tienen buenas


consecuencia»
l!hri¡L' las steirm es q u e licnen buenas consecuencias son a r­
ciones q ue aum entan la felicidad y d ism inuyen e l dolor.
fon i " tanto
roda* las acciones co n ectas son acciones q u e aum entan la
felicidad y dism inuyen el dolor.

U n a b i^ v c reflexión nos convencerá d e q u e si las prem isas d e


catr ardim iento *On v c rd iílc ta í, entonces la concluskin también
d e b e * r r v erdadera. Eaii arg u m e n to n o es d e la lorrna M o d ín po­
nen.t dì de lai atra« turmas antes consideradas. El argu m en to es
valido en virtud de que es un argu m en to d e la formn siguiente:

'lo d a A a I1
lo d a K « Z
A ir lo tanto
T oda X es Z .

T odos los argum en to* d e e&ia form a son válidos O bten em o s un


d ig u m c m o d e esta form a sustituyendo las exp resion es que des­
criben clases d e cosas poi la* variables X , Y y Z Si sustituimos ía
e x p resió n 'acciones correctas* poi X , ‘acciones q u e licn en buenas
LALÓOrCA 23

consecuencias' por J , y ’acciones que aumentan la felicidad y dis­


minuyen el dolor', por Z, en m n ea obtendremos el argumento
rrcicn considerado, (yiras lormiis validas d e argumento de este
tipo son;
Ninguna X n J1 lúdas ü i X sen Y. Todas las X son Y
rxJax h> Z iüh X M||uius X san Z A lg u tu t X nu Z
P o t lli tanjo ! ‘or lo tiínto P o r lo tantu
Ninguna Z m Y . Algunas Y son Z Algunas > no son Z

Iales ¡inhúmenlos son conocidos c o m o ítiogumoi caitgórtcoi.

Validez y verdad

L o s a r g u m e n to « q u e tie n e n una fo r m a vá lid a son v á lid a s aun


c u a n d o sean c o m p le ta m e n te ¡tb s u rd w P o r cjcm |jlu. es v á lid o e l
a rg u m e n to s igiiicn u

lo d a s liis m u jeres son gatos,


lo d o s loa ga tos son h om b res.
/ W lo lanu>
T o d a s las m u jeres son hom bres.

ftsfe a rg u m e n ta tie n e p re m is a * falsa* ¡al m en os co n s id e ra d a s liie-


ra lm c n tc ) y co n c lu s ió n falsa E sio p o n e d e m a n ifie s to el ca rá cter
h ip o té tic o d e la v a lid e n A lo q u e e q u iv a le la v a lid e z d e eslos a t r u ­
n ien tos s a l a garanLiii d r q u e la con clu sión d e b e r á s e r v e r d a d e r a
«i Un pren u sas son v e rd a d e ra s .
Si un a r g u m e n to p u e d e ser v á lid o au n te n ie n d o u n a co n clu -
■■ion lid íc u b u n c n tc (a lia . íq u é tien e d e b u e n o la va lid ez? '.Por
q » £ h a b ría m o s d e o c u p a rn o s d e la v a lid e z ? L a respu esta es q u e
n n a rg u m e n to v á lid o es un con serva d or d t la verdad. L a v e rd a d
■ 11 lits p re m is a * d e un a rg u m e n to v á lid o está c o n s e rv a d a e n la
c o n c lu s ió n Por su pu esto, sj p a ra e m p e z a r las prem isas no son
v e rd a d e ra s , e n to n c e s in clu so un a rg u m e n to v á lid o no p u e d e ase­
g u r a r q u e la con clu sión sea v e rd a d e ra . Pe i o sólo los a rg u m e n to s
vá lid o s c o n s e rv a n la v e rd a d . U n a a n a lo g ía p o d r ía a y u d a r a es-
< h i e c e r este p iin ln . 13c un m o d o g e n e r a l, los a rg u m e n to s v á lid o s
i <u loe iv a n l.i v e itla d c o m o los In icu os c o n g e la d o r e s co n s e rv a n la
■o m id a Si la c o m id a q u e se co lo c a e n un c o n g e la d o r está d es e o m -
l>iiejtiji d e s d e un p rin c ip io , en to n c e s ni s iq u ie ra un b u en c o n g e -
I.iilíir p u e d e c o n s e rv a rla IV r o si la ro m td a puesta e n un Im cii
21 CONTENIDO v MÌTLfflOS DE LA FILOSOFIA

c o n g e la d o r está fresca, c m o n c c s e l c o n g e la d o r la co n sevíin i. L o s


b u en o s c o n g e la d o r e s y los n rg u m e n to » v á lid o s c o n serva n los a li­
m en to s y la v e rd a d re s p e c tiv a m e n te . P ero asi c o m o e l p r im e r o
n o p u e d e c o n serva r la c o m id a c u a n d o ésta está d escom p u esta ,
itti e l segM rtd >n o p u e d e c o n s e rv a r la v e rd a d c u a n d o Lts prem isas
son falsas. S in e m b a rg o , vale la p e n a le n e r c o n g e la d o r e s d e co ­
m id a y a rg u m e n to s validos, p o r q u e co n serva n a lg o b u e n o cu a n d o
se tien e, v sin e llo s u n o p u e d e term inili* con a lg o p o d r id a aun
cu a n d o e n e l p rin c ip io cuera A lgo im p eca b le. A jsÍ, d e b e desearse
la v a lid e z y e v it a n e la in v a lid e z.

t i nütodo del rmtrtwjmipla

I Ic m o s c o n s k lc n u li ■v a n a s In im a t válidas d e a rg u m e n ta c ió n Sin
e m b a r g o , estas fo rm a s io n s ó lo a lgu n as c n ir e m uchas. Para nues­
tros p ro p ó s ito s n o es n ecesa rio, au n c u a n d o sería útil c o n o c e r
tod a s las fo rm a s vá lid a s d e a rg u m e n to ; p o r el c o n tra rio , d e b e r e ­
m os c o n fia r en un e x a m e n tnás in tiiiiiv o p a ia la v a lid ez. P r im e r o
n e cesita rem o s un e x a m e n para la in v a lid e z , esta es, un m e to d o
p a ra nnjstriir q u e la con clu sión d e un a ip u m cn rn rio se s ig n e va ­
lid a m e n te a p a rtir d e las p rem isa s L a técn ica q u e a d o p ta re m o s
se c o n o c e c o m o e l m ctn ib lir t c m tra e jrrn p lt).
La afirm ación d e q u e u n argu m en to es válido p u ed e refutarse
em i ¡rutando un ejein pki d r una situación en ti que las premisas
aertn v rd a d en u y la conclusión L ita , Más tilín y eMO es clave, el
ejem p lo sólo d e b e s er sobre algo posible N o d eb e ser un eje m ­
plo sobre algo qu e ru m ai lia o cu rrid o o d e a lg o qu e difícilm en te
ocu rrirá. Se refutara la a lii mación d e validez sólo en e l caso en --I
qu e el ejem p lo describa claram ente a lgo posible, y describa cla­
ram ente un estado d e cosas en e l q u e la conclusión sea falsa y las
premisas verdaderas.
Para v e r c ó m o fu n cion a e l m ít ix lo , con ski órese e l a rg u m e n to
iig u ie m e :

T o d o s lo » com u n istas se o p o n e n al ta p it ilism o.


P é r e z se o p o n e n] cap italism o,
[\ )r la t e lilo
Pérc/.cs un comunista

Üa bu ib im o d e s c rib ir un c o n tra c jc m p lu q u e i m i t i l i e q u e Ifl


con clu sión d e csl* a rg u m e n to n o se sigu e ríe las prrm isaii Su­
I.A LÓGICA 25
p o n gam o s qu e Pérez es un a person a q u e cree q u e la riqueza y
Iüs p ro p ie d a d e s (Jetarían ser poseídas y controladas p o r su fa­
milia y traspasadíis p o r herencia. Asi. ét rechaza tam o d capita­
lismo com o c| com unism o en favor del pcrectsino, u n a doctrina
económ ica hasta ah o ra desconocida qu e sostiene qu e todo d e ­
bería pertenecer a los Pérez. L o que se describe en este ejem plo
es posible y, su p o n ie n d o qu e tanto la prim era prem isa com o la se­
g u n d a sean verdaderas, es un ejem p lo en el q u e las prem isas son
verdaderas y la conclusión falsa. I*.sie c am racjcm p lo m uestra q u e
au n si las prem isas del a rg u m e m o son verdaderas, no se sigue
q u e la conclusión sea v erdadera. El argu m en to es inválido. Por
lo tanto, no tiene sentido d e fe n d e r la conclusión de] argu m en to
sosteum odo q ue las prem isas son verdaderas. Se n e c e s a r ia algú n
argu m en ta totalmente diferen te p ara establecer esa conclusión.
H em os m ostrado la invalidez de un argu m en to al en con trar
u n contraejenipio. A retes e s más fácil encon trar un ejem p lo se­
m ejante si p rim ero ic considera la form a d el argum ento El a r ­
gu m en to an terior e ra d e la siguiente forma:

I o d o C es O.
P es 0 .
P o r lo tanto
P c iC
U n argu m en to d e esta form a es inválido p o rq u e las prem isas d e ­
jan abierta la posibilidad de q u e a lg o q u e es O p o d ría no ser C. y
si se deja abierta esta posibilidad, entonces obviam ente es posible
q u e las prem isas sean v erd ad eras y la conclusión falsa.
L o s señalam ientos anteriores m uestran cóm o se aplica el m é­
todo d e l contracjcm plD a los argum entos. Esencialm ente os un
m étodo p ara establecer la invalidez. Podem os com plem en tar esta
p ru e b a p a ra la invalidez con otra. Así com o hay form as válidas
d e argum entación, hay tam bién algu n as f( raías mváltdas d e a r ­
gum entación. Dos form as inválidas d e argum entación m uy im ­
portantes son Lis siguientes:

Negación d*i anltctdent* Afirm ación del conucxutU r


Si P , entonces Q Si P, entonces
No P z
P o r lo tanto Por lo tanto
NoQ P
CO N TE N ID O V MÉTODOS DE LA FILOSOFÍA

Cu alqu ier a ta m ie n to d e cual<pi¡tfra (Je estas form as ca inválido.


H acem os hincapié cu estas ilns formáis inválidas de argum ento
p o rq u e a m enu do estamos tentados a usar un argu m en to de al­
guna ríe estas formas, y tam bién p o rq u e uno se tripa frecu ente­
m ente con nTgumcntf-iS rjuc otros usan y que tiene n estas formas.
Oc esta manera, renem os un exam en en dos pasos para la inva­
lidez. Prim ero, determ in am os si el argum en to en cuestión lien e
una d e esas termas inválida» fie argttm em arión Si es asi, el ar­
gu m en to es inválido. Si el argum en to no tiene una ríe las form as
inválidas de urgí une ito, p ero seguim os sospechando d e su inva­
lidez, p odem os aplicar el m étodo d el co n irie je m p lo . Si podem os
pensar en una posible ¡titilación en la que las premisas sean v e r­
daderas v la conclusión falsa, entonces el argum ento es invalido.
T<ji uttu lado, tenem os también un t u rn e n para la validez.
P rim ero, si el argu m en to tien e una de las Turmas vá lid a » de ar
gü ilien to citadas en las páginas 18-23, entonces es un argum ento
válido. Segundo, pu ede (ilustrarse q u e un argum ento es válida
par el uso repetirlo de las furnias de argum entación T ercero, a l­
gunos nrgumcntn* son obviam en te válidos, ann cuando no ten ­
gan ninguna d e las form as discutidas Por ejem p lo, d e un en u n ­
ciado com a

1 Tomás tenía un pensam iento picaro

podem os obviam en te c o n ílu ir ron laljdcK

2. Iumás tenía un pensam iento.

El argum ento en cuestión es válido siem pre y cuando est£ p re­


sente alguna d e estas tres condiciones.
D esafortunadam ente, habrá todavía argum entos qu e no en ­
tren en ninguno de los procedim ien tos atpif señalados. En tales
casos, nnestro procedim ien to será el siguiente considerarem os
inocente un argum en to de esc tipo mientras no se pruebe su Cul­
pabilidad F.s decir, podem os aceptar com o válido tal argum ento
mientras no pensem os en algún contraejem plo que pruebe su
invalide*:, Por supuesto, este procedim ien to no d eb e aplicarse
irrellcx iva y acráticamente. D ebem os preguntarnos si es posible
que este argum ento, o un atgu incnto de esta form a, sea refutable
m ediante ti n cnnti aejem plo. Si después d e pensarlo cuidadosa­
m ente condum ios qu e no pueden encontrarse contracjcm plns.
LA LÓGICA 27

p o d e m o s aceptar e n forran ten tativa qu e el a rgum en to es vá lid o .


M lc es el p r o c e d im ie n to q u e a d o p ta re m o s

Ej e r c i c i o s

k iH -'u e n L rc [ a n l r a e j r n i p l u i p i r a lo e a r r ú m e n t e l a u g u i r - n l n R c c ik tlÍc
q u e u n a rg u m e n to v ifid o p u e d e t e n e r p r e m is a « í k i o s . u sf q u e u n e je m ­

p lo q u e m u e stre q u e u n « d e su * p r e m is a s e s f a t a fu in s t it u y e u n c o n -

t r a c je m p lo q u e m u e s tr e q u e e l a r g u m e n t o e s in v á lid o ,

1. Si 1-EipEx es el ladrón, e m a n a s Pérei culi involucrado en el cri­


men
Lúpez na es e l ladrón
P o t Iíj laido
Pérez rto eslá involucrado en el crimen.
2. T o d i la gente espera tener em pleos hien pagadem.
ju an a es una persona que tiene ej trabaja que deseaba tener.
P o r lo lanío
Juana tiene un em pleo bien p a c id a

-> Kl cambio social siempre produce violencia.


L i Vr^l es mala.
I r lo ta tito
El cambio social es malo,
I S| lu í» persona c o n o c e a lg o , en ton ces d e h r ten er una idea d e d io .
F i n ¡o ta n lo
I Iido ti que algunas personas conocen es sus propias ideas.
"i Lea i Lcntiir » descubren constuniemente que toda« Lis lensacin-
n n nnn H u n d u p n r p ro ceso ! n cu roló gio os
ftf. ¡0 mniü
14i ic lu a c ia n n no Han « n o procesos &icoa.
b "ir - ni seguridad que eximo.
Ni - ■( ron seguridad üi existe alguna casa Fóaca,
í'p i (<• tanto
Ni >muy Utia n w linca.

3 Níj >1- lid ciicnntrii<Iü ningún argumento que pruebe que Dios
i i i

fkt h lanía
llu w i t n r m l r
‘28 CONTENIDO y MÉIODOS DE 1.A FILOSOFÍA

Argum e n t o s d e p e t i c i ó n d f. p r i n c i p i o

Hay otros rasgos d e un argumento, algunos de tos cuales ya he­


mos señalado, que podrían llevarnos 3 rechazar un argumento
aun cuando lo consideremos válido. Por ejem plo, podría saberse
que las premisas del argumento son bisas. O tra ratón im pór­
tame para rechazar un argumento es que podamos ver que el
argumento comtt* una pfítnán d f principio. Un argumento cornete
una petición de principio cuando una premisa del argumento es
simplemente un replanttramiento de In conclusión.
Supongamos que.' un filósofo ¡irgumema que no debería casti­
garse ningún acto involuntario El argumento siguiente comete
(lagraniem enie una petición de principio:

lodos los actos que deberían castigarse son voluntarios.


Por (o tanto
Ningún acto involuntaria debería castigarse

h ile aigumcDln es d e iiquellos en l o s que l a conclusión y la p re­


misa dicen lo mismo d e manera diferente. Así, si In conclusión
d el argumento es lo quccAtá en cuestión, e n t o n c e » el argumento
comete una pctkión de principio.
Algunas veces la prcinua que enuncia la concluMon en un ar­
gum ento de pctkión d e principio está mejor disfrazada. C o n ­
sidérese el argumento siguiente:

l . N o deberla castigarse un acto que no obedece a la volu ntad


de la gente,
S. Un atto involuntario es un acto que no obedece a la volun­
tad de la gente.
Porto lama
3. No debería castigarse un acto involuntario.

Se descubre que con este argumento se comete una petición de


principio cuando preguntamos qué significa decir que un acto
"n o obedece a la voluntad d e la gente", porque una ve* que re­
flexión urna sobre esa curiosa expresión, se hace evidente que
significa nada mAs y nada menos que “ involuntario". Así. se des­
cubre que la premisa ( I ) del argumento, cuando entendemos lo
que significa, afirma exactamente lo mismo que la conclusión.
(HHAS iMMKRVAnONES SOB1U IA VFJIDAD V LA VALIDEZ 2$

Kl s ig u ie n te e i m i e je m p lo tic un a rg u m e n to iju e n o c o m e te
p ritc io n d e p r in c ip io y q u e tie n e Ia m ism a con clu sión :

t N in g ú n a cto in v o lu n ta ria es n u lo

2. N o d e b e r la castigarse un acto a m en o s q u e fu en t m alo.

!\it lo tanto
:i. N i» d e b e r ía castigarse n in gú n acto in v o lu n ta rio .

N in g u n a tic estas pfr m isa» es una re fb rrm ila c ió n d isfra za d a d e


lii im u lu s ió n D e c ir q u e un acto es v o lu n ta rio es to ta lm e n te d ife -
n nu- .< de cir q u e es m a lo , p o rq u e m uchos actos v o lu n ta rio s san
io l. ilDiente b u en os. P o d ría n p o n e rs e en te la d e ju ic io las prerni-
*.n ilc ta le a rg u m e n to v á lid o , p e r o ésa es La única m a n era en qu e
u lgu ien que lo d iscu tiera p o d r ía escap ar a la con clu sión

O I RAS OBSERVACIONES SOBRE I.A VERDAD Y LA VALIDEZ

V i h rm n s &eíi¡dndc q u e un a rg u m e n to v á lid o p u e d e te n e r p rc-


■ n i * . t i l » » « y q u e p n r c U « td la rA al esta b lecer la v e rd a d d e su
■<>m I u í í A ü Sin e m b a rg o , es ig u a lm e n te esen cial señ a la r q u e un
iiig u m c n l» ca ren te d e s o lid e z c o m o ése, a u n q u e (a lie a l es ta b le ­
cí- i l¿> v e rd a d d e su con clu sión , p u e d e n o o b sta n te te n e r una enn-
■ Iiih i A n v e rd a d e ra . F.n con secu en cia, m o&irar q u e un a rg u m e n to
t . n c t c d e s o lid e z p o rq u e tien e a lgu n as p rem isa s b isas, n o bas-
i .ii l.i para p ro b a r q u e la con clu sión d e l a rg u m e n to es íalsa.
Pura iliü n n r estos aspectos co n s id e re m o s d os a rg u m en to s, u n o
ii i . i .i v « i r a a teo, q u e, a u n q u e válidos, tien en con clu sion es con -
■i h u í» Kl a rg u m e n to d e l teísta es e l sig u ie n te :

I El n iu n du e x h ib e pru ebas con clu yen tes d e un d iseñ o.

3 Si el m u n d o e x h ib e p ru eb as co n clu yen tes d e un d u e ñ o , en -


ti me es e l m u n d o tie n e un d iseñ a d or, q u e es Dios.

A ir lo tanto
I-1 in u n d o tie n e uh d iseñ ad or, q u e es Dios.

I I »'i^ m id o Lirgu rúenlo podría ser p la n te a d o por el ateo:

Ij Si lYiut e x iste , h a y un s e r o m n ip o te n te , o m n isc ie n te y to ta l­


m e n te b u e n o q u e e r e * el m u n d o .
C O N T E N ID O Y M É T O D O S D E U n iX JS U fÍA

Üo. Si hay un ser om nipotente, omniscK me y totalmente b u e n o


{]u c creó el m u n do, entonces el m u n d o está libre d d m »l.

&i- Ll nutrido no está libre del mal

Pay lo larito

4 a . Dios no existe.

fc.suis dos ¡irgmncutos. tienen conclusiones dram áticam ente


opuestas. I a conclusión d<M p rim e ro es incom patible con la c o n ­
clusión de] segun do; asL un o d e lo& argum entos d e b e tener un a
conclusión Falsa. Am lrm argum entos son perfectam ente válidos.
L a conclusión d e cada u n o d e b e ser v e rd a d e ra ji ti» prem isa* son
verdaderas. De esta m anera, uno de k » a r g u m e n t o s . a u n q u e v a ­
lido. tlchc c i r e c d fie s u lid ti. A ] m enos itna d e las ptciniiíK de
unn d e los argum entos dehe ser Eolsa.
Los ateos, fjin- h.in atacado el prim ar argu m en to, han ioste
n ulo que Iiu dos prem isas d el p rim er a rru ín e n lo -orí falsas. Man
negarlo (juc haya p ru e b a » concluyentes d e l diseño > han a rgu -
nicniaiio (J in bifn I|nc incluso si huhu ra tales pruebas, hdcgsa-
rfan en su ím ^nu* p o r garantizar q u e Dios es el c re a d o r o d iseñ a­
d o : ci¡:| m undo. Los Itísms rara vez hnn n e g a d o todas las prem isa*
d el scgM lldo argum en to, p e ro han atacada la se g u n d a O la Icrccni
¡] remisas. A lgu n o s han afirm ad o que un >er om nipotente, o m n is­
ciente i totalmente b u e n o bien p od ría crear un m u n d o con mal
— p o r ejem plo, el mal d el q u e son rcponsablcs los svres h u m a n o »
y otros agentes libres. O tros han a rg ü id o q u e, a pesar d e las a p a ­
riencias contrarias, no hay mal. L o qu e a la gente le pareen malo,
le p arece d e c s c m odo a causa d e nuestra limitada ra p a r id ad paro
discernir la v e rd a d e ra naturaleza d e las cosas q u e percibim os.
Más adelante, en el C ap ítu lo 5, considerarem os lo» m éritos d e
estos argum entos. N o obstante, es im portante señalar a q u í q u e
los críticos d e ««A «.« a rgum en tos p u ed en estar en lo correcto. L o s
dos argum entos p u e d e n contener algunos prem isas falsas, y en
esie caso estos argum entos carecerían d e solidez. Esto ilustra el
liccho de cpic el carácter d e V á re m e d e solidez’ d e u n argu m en to
no m uestra (pie la conclusión del argu m en to sea falsa. De hecho,
es p ro b a Mu que uno d e los argum en tos tenga una conclusión v e r­
d a d e ra , au n cu an do arríboi argu m em os carezcan d e solide*. Por lo
tanto, cu an d o atacamos un argum en to sólo p o d em o s establecer
q u e el argu m en to i a re te d e solid z, A partir d e eso no p o d em o s
P O S in iL lI M D A N A l m c i I I A J * V E:ONSI5TENC3A 31

inosi raí q u e la conclusión »e a fals*. Pur o tro lado, al presenUir un


argum ento qu e es sólido y q u e j>o com ete petición d e prin cip io,
podem os establecer qu e la conclusión d el argum ento es v e rd a ­
d era Asi. construir argum entos sólidos, si bien es más difícil qu e
p o n e r al descubierto los (alacias d e los argum entos de los otros,
c» la larea qu e p rod u ce los resultados más rícos.

POSI A lU llA D , ANAUT1CIDAD V CONSISTENCIA

Ai d efin ir la noción d e valide/, usamos a m enu do la palabra "im


posible*. Este tírm in o u en e m u ch o» usos, p e t » sólo un uso tic
este térm in o es el que ahora nos interesa. Va indicam os o »le uso
cu ando hablamos d e la im pasibilidad lág*ra L j idea intuitiva d e
imprmbslidt»d lógica es la siguientr pu ed e dem ostrarse q u e hay
algunas cosas imposibles recu rrien d o únicam ente a la lógira v al
significado d e los térm inos. Dichas cosa» son lógicam ente im p osi­
bles. Q u e Dílts exista y no exista es lógicam ente im posible, ya q u e
us una verdad de la lógica qu e nada cxiM e y no existe al inLuim
tiem po. Un enunciado describe a lg o lógicam ente im posible sólo
■ ii el caso en el que e l etium lado sea contrad ictorio o incom paü
ble. De hecho, d ec ir qite un en u nciado describe a lgo lógicam ente
im posible equ ivale a d ec ir que el en u nciado es con trad ictorio o
incom patible. Los siguientes son ejem plos de enunciados contra-
"fl icio ríos ■

1 P érez aprobará filosofía con d ie í y Pérez no aprobará filo­


sofía con diez.
2 lodos Jos futbolistas son »(Jetas peno algunos futbolistas no
w n atletas.

3, Un hermano es una mujer.

Tom ados literalm ente, no es posible que algu n o J c estos en u n ­


ciados sea verd a d ero. Pero se tictestian algunas consideraciones
lii¡c.á m en te d iferen tes para dem ostrar « o en cada caso. El prí-
mei en u nciado es lina contradicción perfectam en te explícita. El
segu ndo conyunto d e la conjunción niega con la paiabra “ n o ' lo
q u e .ifii mil el prim ero. El segundo enunciado, aunque evid en te-
m enic contradictorio, d ifie re del p rim ero En e l segu n do en u n ­
ciado. lo qu e st afirm a cu el pritllc-T convun to no se niega en el
urgundo um frifm nU r con el liso d e la palabra “ no". Para inostrat
32 LXWTENllKI ¥ MÉTOÍWS DE LA FILOSOFÍA

(|iil e l s e g u n d o e lu n c ia d o es c o n tra d ic to i«u , n ecesita m os con si-


ik. ar el s ig n ific a d o d e Lis pulaLras “ a lg u n o s " y “ t a d m ". ¡isí c o m o
el d e la palabra “ n o " E s lls tres palabras a j. j recen en e l lé x ic o d e l
Jrigiro y se c o n sid era n “ palabra? l ú g iia » " p a r q u e a p a re c e n e n las
fo rm a s validas d e a i^ u m c n ta c j n d e Ja lógica fo rm a l
ILI te rc e r e n u n c ia d a , a u n q u e d e n u evo c o n tra d ic to rio , p r é s e n ­
la un p r o b le m a un tan to d ife r e n te Para m o stra r q u e e? c o n tr a ­
d ic to rio , u n o d e lje , ad em ás de r e c u r r ir a l;i J/igita Inrruul, c o n s i­
d e r a r lantbicn el s ig n ific a d o o d e f u i t iún de I1<' rin i w h erm a n o ’,
esin e i , unu d e h e ¿uliev tjue una p e rs o n a ¡i la , p i se le a p lira el
(¿ t m ia o c t p o r d e fin ió ju h o m b re y rjn m u je r I lííHi Vez q u e e sto
(|uoda cJaru, d e b e m ojitra ia e <]ue e l e n u n c ia d o a fir m a q u e una
p e rs o n a ts y no es m u jc i C o m o m e m cu esiiu n d e ló g ic a , « n o es
im p osib le. Sin e m lja rg o , e l lettninci h e r m a n a ' n o es un tt r iiu n o
(f L- Eójj.ra fo rm a l. es tin 1¿ tu m o d e s c rip tiv o . A lg u n o s filó s o fo s n ie ­
ga n (jui- la c iríd n rin n e n tr e ifr m n m s d e ló g itu y té rm in o s d e s c r ip ­
tivos ten ga im p o rta n c ia filosófica , ya rpie so stien en q u e , e n ú ltim a
tru tillltia . ti d lslm i ion resulta a rb itra ria y ürtiffii iaJ Para n u estros
p r n p n .ila v b a c a r á can d .iü m s m e n t a d e q u e con el Tin d e mos-
i ra r q u e cscrin* c n u n d id o s son contraH ictnrins, c o m o los a n t e r io ­
res en u n c ia d o s f 2j y (3 ), es fu n d a m en ta l c o n s id e ra r e l s ig n ific a d o
o la d e fin ic ió n d e los (¿ n n in o s i lave d e l e n u n c ia d o

Necesidad y anuliíicidad

I.os enunciados que descrílucn algo lógicamente imposible son


contradictorios v por lo tanto con sólo recurrir a la lógica y al
significado de los términos puede demostrarse que son falsos.
También puede demosírarse que hay enunciados ivrdaderos sólo
con recurrir a la lógica y al significado d e los términos. Tales
enunciados describen algo lógica mente necesario y a menudo son
l|am¡)dos enunciados analíticos. I j negación de algún enunciado
lógicamente imposible es un cm im uido lógicamente necesario y
viceversa. Por ejemplo, el ennnviado

la N o es el caso que Pí k i aprobará iilosolia con die* y que al


mismo tiempo Pérez no aprobará filosofía con diez.

es Li negación del enunciado (1) y es lógicamente necesario. De


manera NimiLir, los enunciados
D EFINICIÓN 33

2a. No es el caso q u t indos los futbolistas sean atletas y que al­


guna* futbolistas nosean atletas.

y
3a. N o es el (¡un que un hermano sea una mujer,

que son negaciones de (2) y (3). respectivamente, ion ambos nccc-


viiio s lógkam em e o analíticos. I j nrccsklad de estos enunciados
puede hacerse aún más evidente cuando se los re formula Por
ejem plo, ( l o ) y (3a) son equivalentes, respectivamente, a

Ift. O bien Pérez aprobará filosofía con diez o bien Pérez no


aprobará Filosofía con diez,

y
2b O bien todos los futbolistas son atletas o bien algunos íutltfH
listas no son atieLiv

t í totalmente obvio que todos estos enunciados *on lógica rúen­


l e necesarios; la necesidad d e (2b) y (3a) puede hacerse aún más

explícita al considerar las definiciones de los términos 'todos', 'al-


guntís’, 'herm ano' y'm u jer'. Con el lia de entender con precisión
cómo podría realizarse esta, consideraremos ahora el tema de las
«Jdinic iones.

D EFINICIÓ N

1lay muchas maneras de explicar el significado de una palabra.


Algunas veces se puede hacer por medio de un ejem plo, o ton-
lando un cuento, o d e muchas otras formas Pero una manera
muy importante de expresar el significado de una palabra es dar
una definición de ella. Cuando se define una palabra se dan algu­
nas otras palabras que. juntas, tienen el mismo significado que la
palabra que »e tstá de finiendo. Por ejemplo, podríamos definir
l,i palabra ‘hermano' usando las palabras ‘sibling masculino’, es
fin ir, la palabra 'hermano' por definición es igual a las pnlnhras
'síblmg masculino’.*

' En n liH lk u rsprcialiuilaa job rr el p i M l i x o je utiliza el l/rmino ir>jgl6i


nMinf p i n referirte i l coiaceplo de tiernuino in dlMtncrfnde lexp. (V d itla i T \
CONTENIDO ¥ MfTODOS DE LA FILOSOFÍA

Dtjinxwrus tiiJorrnjiUva*

K man d< liníciones son un informe de un significado común de


umi palabra. Por ello, llamaremos informáticas a estas tíefiilicio­
nes Si una definición informativa e s precisa, en la mayoría d e I els
oraciones 5C pueden susiimir Lis palabras que sirven para ríe finir
por la palabra de finida sin cambiar el sentido de la oración. Por
ejemplo, considérese la oración

1 El hermano de Juan heredará c| dinero.

C om o la patabru 'hermano* puedr definirle como 'sibling mascu­


lino', podemos sustituir con ístas 3 aquella en la siguiente oración
y obtener

i a . I I sibling masculino de Juan heredará el dinero,

que es equivalente en significado a (1), Resulta bastante fácil ver


por i.|u¿ m I »usiitución nu alteraría el significado de la oración. Si
el antro cambio que hi'cemn» en una oración es remplazar una
palabra de la oración por otra que tiene el mismo significado,
entonces no liubrfamos ¡dtrrado el significado de la oración.
Sin e m b a rg o los sefu d .in te n to s s ig u ien tes resp ecto a la su m í

u ifíó n r e q u ie re n d e úna restricció n im p ó rta m e . A lg u n a s veces


una p a la b ra a p a re c e en una o ra c ió n c u tr e com illas, p o r lo q u e
se a firm a a lg o a cerca d e tu palab ra m ism a. P o r e je m p lo , e n la
o ra c ió n

2. L a p ala b ra 'h e r m a n o ' tie n e s ie te letras,

la palabra 'hermano' aparccc entrecomillada pues se afirma algo


acerca de la palabra 'herm ano' y no ¡iccrcn de un hermano. En
los casos en t a q u e una palabra aparece entrecomillada, podemos
cambiar el sentido de la oración sustituyendo la palabra entreco­
millada por algunas otra» palabias, aun cuando los palabrai que
sirven para remplazar a la original son por definición iguales a
ésta. Por ejem plo, si en la oración (¡2) sustituimos hermano' por
'sibling masculino1, tendremos

2a. La palabra 'sibling masculino' tiene siete letras,


que difiere en sentido de ln original
P o r o tra p a r if, n o d e b e zo n s id c n irs e la su stitu ción d e l tip o q u e
acab am os d e d e s c rib ir c o m o un m é to d o p a r a p r o b a r d e fin ic io n e s .
d e h n h i ó n

L a ra zó n d e ta to es q u e h abrá o ra c io n e s q u e c o n te n g a n tunco el
te r m in o d e fin id o c o m o e l té r m in o q u e v a a d e fin irs e , v tales o r a ­
c io n e s nos lleva rá n a un c írc u lo vicio so si in ten tam os e m p le a r la
su stitu ción c o m o un m é to d o p a ra p ro b a r d e fin ic io n e s P o r e je m ­
p lo , s u p o n g a m o s >jur n o* r»rcgu n ia n io s si ‘tr iá n g u lo ’ está d e fi-
n id o c o r re c ta m e n te c o m o 'fig u r a pilona de tres la d os' Si se v a a
usar la » u j I Í I i k i o i i fu m o p ru e b a , en to n c e s d e b e m o s d e c id ir si e l
s ig n ific a d o d e la o r a r ía n

S, A lg o es un i ruin g u io ni y s ó lo sí es una fig u ra p la n a d e i r «


lad os

ca m b ia rá si e n esta u ración sustituim os la p a la b ra triá n g u lo ' jvor


las pnlahras ‘ fig u ra plana d e tres lados'. A l h a cer es o te n e m o s la
o ra c ió n

3a. A lg o es una Figura p la n a d e lie s L id o * si y s ó lo si es una


fig u ra plan a d e tres lados.

Sin e m b a rg o , es e v id e n te q u e (3 a ) tien e el m ism o s ig n ific a d o q u e


13 j s ó lo «i la palab ra 'iriá n g u lu " es igu al p o r d e fin ic ió n a las p a la ­
bras 1fig u ra p la n a d e tres lados*. L a u ltim a es a n a lítica o n ecesaria
ló g ic a m e n te y p o r lo la n ío , si las d o s o ra cio n es tie n e n el n w m o
Minificado, la p r im e r a ta m b ién d e b e s e r n na tilica. Así, pu n í d e -
icr m in ar si las d o s o ra c io n e s tien en el m is m o sig n ific a d o , p r im e r o
d e b e m o s d e c id ir si la d e fin ic ió n es precisa. C o m o s ie m p re es p o ­
d id o co n stru ir tales o ra c io n e s en fad osas, e l m é to d o d e sustitución
nos lle v a rá s ie m p r e a un c irc u lo vicioso si in te n ta m o s u sarlo c o m o
una p ru e b a p a ra las d e fin ic io n e s .
Sin e m b a rg o , e l p r o b le m a q u e a c a ta m o s d e c o n s id e ra r n os
p r o p o r c io n a un in d ic io d e la p ru eb a a p r o p ia d a p a ra las d e fin i­
cion es in fo rm a tiv a s H e m o s señ a la d o q u e e l t é r m in o 'triá n g u lo '
e * p o r d e fin ir ía n igu al a 'fig u r a plana d e lie s h td o s 's ó lo e n e l caso
de q u e la o ra c ió n

A lg o es un triá n g u lo si y s ó lo si es una fig u ra plana d e tres


UuIoa

m -,1 an alítica o n ecesaria ló g ic a m e n te E ita ú ltim a o ra c ió n es ann-


ln iia o n ecesaria ló g k a m n te s ó lo en caso d e q u e sea n ecesa rio
ló g ic a m e n te q u e los té rm in o s ‘tr iá n g u lo 1 y 'fig u r a p la n a d e tres
I id os' se a p liq u e n e x a c ta m e n te a las m ism as coaas o, p a ra d r i b l o
CONTENIDO ¥ M ÉIUIXH PK l > FILOSOFÍA

e n o tro s palabras, s ó lo en e l caso d e q u e iu e ra ló g ic a m e n te im p o ­


sible q u e uiici d e los té rm in o s se a p lic a ra a a lg o a l o q u e n o » c a p li­
cara el o ir o té rm in o . C u a n d o discu tim os la v a lid e z a d o p ta m o s un
p io r c d im ic n j p a ra d e c id ir si ciertas cosas son ló g ic a m e n te im ­
posibles, a s a b e r el m é to d o d e l cnnrrncjetnpln. P o d e m o s e m p le a r
e l m ism o m é to d o p a ra p ro b a r Lis d e fin ic io n e s .
A m e s (tu i moa q u e e n fo rm a tcm a tivn c o n s id e ra re m o s ló g ic a ­
m e n te im p o s ib le q u e un e n u n c ia d o sea v e r d a d e r o y q u e un se*
g u n d o e n u n c ia d o sea falso sí, d esp u és de. una r e fle x ió n cuida*
(¡osa , no p o d e m o s p en sa r en algú n c o n tra jc m p k i p o s ib le en el
q u e e l p r im e r e n u n c ia d o sea v e r d a d e r o y e l s e g u n d o fa b o . D e
m a n e ra sim ilar, aqu i c o n s id e ra re m o s ic n ta iiv a m e m e q u e una d c-
finú-ión es. sa tisfa cloria si, d esp u és d e u na re fle x ió n cu id ad osa.
□ n p o d e m o s p en sar en algú n c je m p l i p o s ib le en el q u e o b ie n la
palubrn d e fin id a se a p lica v e r d a d e r a m e n te a a lg o p e r o no lo h a ­
cen las palab ras u tilizadas p a ta d e fin irla , o b ien las p a la b ra * q u e
se u tilizan p a ra d e fín ir se a p lica n v e r d a d e r a m e n te 11 a lg o p e r o
lio lo h ace la p a la b ra d e fin id a . C u a n d o p o d a m o s p en sa r en un
e je m p lo hLibrem os e n c o n tra d o un c o n tr a e jc m p lo a la d e fin ic ió n
e n cu estkm <il m ostrar q u e n o te n e m o s una d e fin ic ió n in fo r m a ­
tiv a p recisa. si » o p o d e m o s e n c o n tra r un c n n ira c je m p ln p a ra la
d e fin ic ió n , e n to n ces p o d e m o s c o n s id e ra rla in o c e n te m ien tra s no
se e n c u e n tre un c o n tr a e jc m p lo q u e p ru e b e lo c o n tra rio .
U tio 11 d o s eje m p lo s ayu d a ra n a e s c la re c e r esto. P a ja r e to ­
m a r u n o q u e ya h e m o s c o n s id e ra d o , d ig a m o s q u e no s e re m o s
capaces d e e n c o n tra r a lg ú n e je m p lo p o s ib le d e una p e rs o n a q u e
es un h e rm a n o p e r o n o un sibling m ascu lin o, o viceversa . En
con secu en cia, p o d e m o s d e fin ir ‘ h e rm a n o ' c o m o 's ib lin g m ascu ­
lin o '. P o r o tra p a rte, s u p o n g a m o s q u e a lg u ie n a le g a to n ta m e n te
q u e p o d e m o s d e fin ir 'h e r m a n o ' s im p le m e n te c o m o s ib lin g '. Ks
m u y fik il p en sar e n e je m p lo s d e p erson as p a ra q u ie n e s es v e r ­
d a d e r o q u e e l té r m in o 's ib lin g ' se ap lica, p e r o falso q u e se a p li­
q u e e l té rm in o 'h e r m a n o ', a saber, pa ra todas las s ib lin g fe m e ­
ninas. A si q u e te n e m o s m u chos c o n tra e je tn p lo s p a ra esia d e f i­
n ición . C u a n d o una d e fin ic ió n es d e fic ie n te e n e l s e n tid o d r q u e
e l té rm in o d e fin id o n o se a p lic a a a lg o a lo q u e se aplican las p a la ­
bras u tilizad as p a ra d e fin ir, c o m o e n e l caso q u e acabam os d e c o n ­
siderar, se d ice q u e la d e fin ic ió n es d e m a s ia d o a m p lia . P o r o tra
p a rte, si a lg u ie n so stien e q u e p o d e m o s d e fin ir ‘ h e r m a n o ’ c o m o
DEFINICIÓ N 37

sibling masculino ca&ado', de manera que tos términos deflnito-


rios no v- apliquen a ü i m i a las que el término definido sí se aplica
— asab r. hermanos solteros— . sediccqu c L* definición sostenida
c& demasiado reducida.
Una definición puede Lcncr el deftatortunado defecto de ser
a la vez demasiado imptia y demasiado reducida. Por ejemplo,
ai alguien ingiere que definamos 'hermano' corno 'el décim o *¡-
bling en cdad‘. entonce* esta definición sería a la vez demasiado
reducida y demasiado amplia. Obviamente la definición es d e­
masiado reducida porque hay hermanos que no son los décimos
siblings en edad Sin embargo, es igualmente cierto que la d efi­
nición es demasiado amplia, ya que cualesquiera que sean las cir­
cunstancias de la vida, es al menos posible que haya un décimo
sibling en edad que »ca mujer y por lo tamo no sea un hermano.
l)e nuevo, e* esencial recordar que para tener un contraejcmplo
sólo necesita nía* encontrar un ejem plo lógicamente posible t i
ejem plo no tiene que ser de algo leal o de algo vero*im¡]. Así.
definir ‘hermano* como ‘el décimo sibling en edad' es presentar
una d efin irá n a la vez demasiado amplia y demasiado redunda.
(Jna deGnición informativa precisa es aquella para la que no hay
ningún ejem plo posible que muestre que es demasiado amplia o
demasiado reducida.

F-JEKt ic io s

E n cu en tre co n lra e jrm p lc i* para la; siguieniea d efu n cion es in form ativas:

I . "Religión* ra igual, pin dcGu.<‘iñn, * ‘un s s id d i de valores bastea

2 '(^omunnnK)' n igual. par definición, a ‘un sistema en e l que el


gob iern o i tm iroU L econom ía'

3. 'Ciencia’ es igu I, p ord efin icióh , a 'tu t»lw|ucdj d e U verdad'

-1 ‘ Buen periódico' ra Íj u a I, por definición, j 'un periódico que im­


p rim e lodd» Lis noticias que e* conveniente im prim ir’

í. 'Buena música' ra i^ u il, por dcfininán, a 'música ¿prueban


ks critica*.
<i. ‘ Ü c v a b t ' es por definición, a 'algo iju r e » d a o c l o 1.

7, 'Padre' c i igual, por definición, a ‘un progen itor que nunca se


{ ip h in u j'

8 'Agua' es igual, p a r d e fin ic ió n , a ‘ H s O ’


C O N T E N ID O V M É T O IX JS DK I A H L O S O F ÍA

Üffinurwnes euipulativ&s

! l * f a ahora nos hem os o c u p a d o d e I;» definiciones in form ati­


vas, d e fin ic ió n « qu e internan ser inform es precisos del uso real.
J’e ro éste es sólo u n o d e los cipos d e las definiciones im p o rtan ­
te». H a y un ¿ c h in d o u p o d e definí' ión, que no d e b e confundirse
con c| pt Uñero y q u e d e se m p e ñ a u n p apel im portante en lo » es­
crito» filosóficos. Este tipo d e definición « o intenta ser un in form e
preciso q u e d e hcchftse utilice, sino, p o r el contrario, una estipu­
lación d e uso especial o técnico. A lgu n as veces es conveniente y
■ntelífero usar algun as p a la b ra » d e una num era técnica con el fin
d e alcanzar una m ayor precisión o realizar una clasificación. En
late» casos se p u e d e cstípu lar sim plem ente el significado especial
asign ado a la palabra Llam arem os estipulauvas a las definiciones
d e este lipo,
Casi [«lo?, los libros sobre tenias técnicos em pican definicio­
nes citip u laü vaj U n libro d e quím ica defin e ‘m ezcla’ y ‘solución-
en form a técnica p o rq u e es útil hacerlo asi en quím ica. N osotros
licmtHi d efin id o ‘valkfe¿' en form a técnica p o rq u e es útil hacerlo
así para nuestros propósitos. Siem pre y ru a n d o las definiciones
csúpulniivas no se co n fu n d an con las definiciones informativas.
CGtuLiLuycn convenciones perfectam ente legítimas y útiles.
Es im portante reconocer q u e u n a definición estipulaiiva no
p u e d e rechazarse m ediante un co m raejem p lo; cu a n d o una p e r ­
sona estípula q u e va a defin ir un térm ino de cierta m anera, p o r
ejem plo, si estipula q u e va a definir ‘linca recta' ro m o ‘la trayec­
toria d e la tu ;’, entonces eso es lo q u e ella quiere decir con el
térm ino y no tenem os nada qu e decir al respecto. N"o será ver­
d a d q u e en su uso rl térm ino d efin id o se aplique a alg u n a cosa
a la q u e los térm inos d e finito ríos no se apliquen ya que, p o r es­
tipulación, estos se aplican exactam ente a Lis mismns cosas. N o
hay cnntraejcm plos p ara las definiciones estipula«>van Por otro
lado, el térm ino p u e d e ser sustituido p o r los orros en cualquicr
oracion, y d a d o q u e no aparece entrecom illado, Ui oración o r i­
ginal y la oración q u e resulta d e la sustitución ten drán precisa­
m ente el mismo significado, De esta m anera, está claro q u e la
estipulación es u n artificio conveniente.
N o obstante, hay una form a de em p le a r mal la definición es-
npulativa cu un argum ento, la cual es tan com ún v falaz q u e
m etete una consideración especial. L a técnica consiste en hacer
m o n ic ió n 39

v e r d a d e r o a lg ú n e n u n c ia d o co n W o v iíru b le , in clu so a n a lítico, es­


tip u la n d o una d e fin ic ió n p a ra a lg ú a té rm in o cla ve y lu e g o soste­
n er q u e se ha m o s tra d o q u e e l e n u n c ia d o o r ig in a l t s v e r d a d e r o .
C u a n d o esto pasa, una d e fin c ió n e s t ip u la b a se d is fra za d e d e f i ­
n ición in fo rm a tiv a . N o s r e fe r ir e m o s ¿ e s te d u d o s o p r o c e d im ie n to
c o m o la fa la c ia de la r é d ffh iirió n
U n e je m p lo d e la falacia sería e l s ig u ie n te : los filó so fo s han
d is c u tid o s o b re l:i v e rd a d d e la tesis d e q u e ca d a mi ceso tie n e una
causa. I.os d e fe n s o re s d e esta tesis se c o n o c e n Con t:| n o m b re d e
d fh jm m M a i. S u p o n e m o s q u e un d e te rm in is ta a rg u m e n ta q u e
ra d a su ceso tien e una causa d e fin ie n d o p r im e r o la p a la b ra su­
c e s o ’ c o m o 'o c u rre n c ia q u e tien e una causa', y c o n c lu y e n d o lu e g o
q u e cad a su ceso tien e una causa. Esta e s tra teg ia d ille lím e n te e n ­
g a ñ a ría a a lg iiic n , p u es estíl c la ro lo q u e se h a h ech o . A l e s tip u ­
lar u n s ig n ific a d o esp ecia l a la p a la b ra 'su ceso', e l d e te rm in is ta
lia c a m b ia d o el s ig n ific a d o d e la tesis c o n tro v e rtid a - En la fo rm a
c o m o é l usa la p ala b ra 'su ceso', la trsis se re d u c e p o r sustitución
al L-nunnado triv ta lm c n ie v e r d a d e r o : cada o c u rre n c ia q u e tien e
uluí causa, tie n e una causa. Es p o t o p r o b a b le q u t éste fu era el
o b je to d e la c o n tro versia . C o m o el d e te rm in is ta se a p r o p ió d e la
pala b ra ‘su ceso' p a ra este uso esp ccial. un o p o n e n te d e b e I ) o
b ien señ a la r q u e esta d e fin ic ió n esfip u la tiva c a m b ió e l s ig n ific a d o
d e l e n u n c ia d o en dispu ta, 2 ) o bien fo rm u la r e l e n u n c ia d o io n
inras palabras, 3 ) o am bos. P o r e je m p lo , p o d r ía re p lic a r:

Es verdad, dada su idiasuicrásic» definición de la p a U tr j ' i u í c s o ',

que todo suceso tiene una causa. Pero estoca Lotalmrnie irrd rva tiic.
ya que d e b manera com o com unm ente se usa la palabra 'tu rra «’,
n o rs parte d e bi definición d e un Suceso' que éste ara a lgo que se
i .iiíjcl Quizá la m ejor manera d e aclarar c] problem a cu discusión,

ihniM que usted ha estipulado un significado para la palabra ‘su-


ir ir * , i r j rrtorm ular la tesis. Preguntemos ahora \¡ cada am m íififl
Uriie una cauu. Esta pregunta queda abieru , aun cuando acepte­
mos su detnuL,ón estipulada d r sucese*, y d e hecho es la cuestión
que mis K p ira .

Ésta es la m a n e ra d e tra ta r la falacia d e la re d e fin ic ió n . 1.a t i ­


la* in tw is iM r t-ri r e d e fin ir a lg u n a palab ra m e d ia n te estip u la ció n
■■u una icsis s ig n ifica tiva y con e llo v o lv e r la e n te r a m e n te trivial.
I t.i c í una falacia p o r q u e n o se ha m o stra d o , c o m o se a firm a.
40 CONTENIDO V MÉTODOS I1R LA rlt OSOflA

que sea verdadero c! enunciado original, sino que por el con­


trario fue suplantado por otro enunciado que no es en ¡iM lu t o
el objeto de la controversia. El antidoto para este procedim iento
consiste en mostrar que. al cambiar el significado del enunciado,
la discusión simplemente se hit desviado de la tesis en cuestión a
alguna verdad irivia] <¡uc no es el obteto de l;i controvenia.

Drfmkiá» i lágita

Ahora caEámos en posición de ver cómo las definiciones p u d e n


usarse para mostrar que algún enunciado es lógicamente im posi­
ble a lógicamente necesario tierno« dicho que un enunciado que
describe algo lógicamente imposmlc es un entmrtado 00ni<tulic-
torio cuya bibedud puede mostrarse simplemente con le c u n ir a
la lógica y a las de dnit iones. H ay ¡i Igunos enunciad os cuya false­
dad puede mostrarse recurriendo a la lógica y evitando recurrir a
las definiciones Hay enunciados cu^asola/arma es suficiente para
garantizar su labedad Por ejem plo, un enunciado de la forma

U n a X no can na X,

debe ser falso sin im portar lo que A’ sea. De nuevo, un enunciado


di la forma

P y no P
debe ser falso sin im portar lo que P pueda ser N o necesítame»
recurrir .1 la definición de ningún término para saber qué enun­
ciados de caras formas son falso Se dice que tales enunciados son
contradicciones forrnalps
Sin embargo ya antes, hemos mencionado que algunos enun­
ciados contradictorios no son contradicciones formales. Por ejem ­
plo, el enunciado

Un hermano es una mujer

es contradictorio, pero no es una contradicción formal. Cuando


se recurre a las ocliniciones. y se hacen tas susmliciones apropia
das, es posible reducir citccnunceido a una contradicción formal.
TVjd riamos definir 'herm ano' como silríing que es hombre y no
mujer". Esta definición es un lamo redundante, perú es una de
ímiLirn informativa precisa. Si harcmea uní) sustitución, ya que
DEFINICIÓN 11

crtíi ilclinirtAn nos lo permite, el enunciado antcrkir se convierte


en

Un sibling que es hombre y no mujer es mujer.

Este enunciado tiene la forma

Una X que es una 1' y no una Z es »n a Z,

lo que es una contradicción formal. Cualquier enuociado de es-la


lo i ma es fabo sin importar lo que sean X, Y y Z. Asi, em peza­
mos con u d enunciado que no era una contradicción formal y al
tustiuiirlo con una definición, como tenemos perm itido hacerlo,
rr du|irnos el enunciado original a uno que » una contradicción
loiinal De esta manera, la definición puede emplearse para mos­
trar que algunos enunciados son contradictorias.
Señalamientos similares se aplican ni enunciado analítico que
describe algo lógicamente necesario. Puede mostrarse que estos
enunciados son verdaderos simplemente recurriendo a la lógica
v a bis definiciones, y puede mostrarse que algunos d e ellos son
■enludcros recurriendo únicamente a la lógica. Estos últimos son
cnuctadm cuya sola forma garantiza su verdad. Por ejemplo,
enunciados d e la forma

LinaX es una X,
o
Si P entonces P,
o
OPonoP

deben ser verdaderos sin importar lo que X o P puedan ser Tales


enunciados son verdades formales.
Los enunciados que no son verdades formales pueden a veces
r*d u riñ e a verdades formales recurriendo a las definiciones. EJ
enunciado analítico

Un hermano es un hombre,

que ti» es una verdad formal, puede reducirse a una verdad for-
tiutl recurriendo a La definición de 'hermano* como 'sibling que
es masculino' y haciendo sustituciones para obtener el enunciado

Un stbiihg que es masculino es masculino.


12 C U N T Í NT D O Y M P T O O C » D E L A F IL O S O F ÍA

E sc e n u n c ia d o , de la fu rn ia

U n a A' q u e es una } ' c , una V.

es u na v e rd a d fo rm a l. Este p r o c e d im ie n to p u e d e parecer, d e s d e
e l puntLi d e visia d e una co n s id e ra c ió n su p erficia l, sim ila r a la
falacia d e la r e d c fin ic ió n m e n cio n a d a a n te r io r m e n te e n este ca­
p itu la , p u esto q u e e n am bus casos se m u estra m e d ia n te e l uso
d e d e fin ic io n e s q u e un e n u n c ia d o es triv ia lm c n tc v e r d a d e r o . Sin
e m b a rg o , la d ife r e n c ia cla ve es qu e e n las casos r e c ié n c o n s id e ra ­
dos, e l e n u n c ia d o triv ia lm c n tc v e r d a d e r o tien e el m ism o s ig n ifi­
ca d o q u e e l e n u n c ia d o o r ig in a l. Así, e l e n u n cia d o o r ig in a l es tan
triv ia lm c n tc v e r d a d e r o c o m o e l Gnal. aun cu a n d o eso no era e v i­
d e n te en un p r in c ip io P o r e l c o n tra rio , en e l caso d e la falacia d e
la rc d c fim c ió n , se usa una d e fin ic ió n p a ra ca m b ia r e l s ig n ific a d o
d e a lgu n a p ala b ra y, pan tu ta n to, d e l e n u n c ia d o c o m p le to . Esto
n o es en sí m ism o ile g itim o , p e r o si »c sigu e a firm a n d o q u e se
ha d e m o s tra d o q u e e l e n u n c ia d o o r ig in a l es v e r d a d e r o , en to n ces
se a rg u m e n ta d e una m a n e ra to ta lm e n te falaz Se e v ita esta fa la ­
cia cu an d o, c o m o en el caso q u e a ia b a m o s d e co n sid era r, no se ha
d a d o n in gú n c a m b io e n el s ig n ific a d o c o m a resu lta d o d e e m p le a r
la d e f in í ión la m in en p u e d e ev liarse esln talacia, aun cu a n d o se
d é tin cam b io J e s ig n ific a d a p o r el u so d e u n a d e fin ic ió n esti-
pu lariva s im p le m e n te ab& en icu dose d e sacar con clu sión a lg u n a
soh rc la verd a d o falsedad d e l e n u n c ia d o r u a n d o éste tien e rníSs
un li^ niñ eado o r d in a r io q u e u n o técn ico. Es p e rfe c ta m e n te a c e p ­
ta b le re c u rrir a las d e fin ic io n e s es ti punitivas p a ra m o s tra r q u e
un e n u n cia d o es c o n tra d ic to rio o a n idifico, d e la m ism a m a n era
c o m o hem ns r e c u r r id o a las d e fin ic io n e s in fo rm a n veis, d a d o q u e
es c la ro q u e c i e n u n c ia d o re d u c id o a u n a co n tra d ic c ió n fo rm a l
o a u n a v e rd a d fo rm a l tien e un s ig n id e a d o técnicu Si esto esiá
c la ro , la red u cció n p u e d e re s u lta r fru c tífe ra e ilu m in a d ora.

Defnw.ién, T tfa rn u ü > d e n o t a c ió n

M asía shora h e m o s [o m id e r a d u un asp ecto d e la s c i i r f n t i o , »


rea ria d e l s ig n ific a d o , a saber, la d rlin íc iü u Sin e m b a rg o , a d em á s
d e c o n s id e ra r la d e fin ic ió n d e una p alabra, c u tí frecu en cia es im ­
p o rta n te c o n s id e ra r ta m b ién su re fe re n c ia A lg u n a s p ie g unías li-
lusrjfica'i s m ^ e n cm i relación a s i un té r m in o se r e fie r e a a lg o , aun
n rn N ic ió N 43

cuando la definición del término sea totalmente clan». Por ejem ­


plo, los filósofos no lu n c cid o de acuerda respecto de ni la e x ­
presión ‘ proceso físico" puede referirse 3 la misma cosa a la que
sr refiere el término pm nan mental'. Si estos dos términos no
pueden referirse a la misma cosa, entonces los procesos me niales
no pueden ser procesos Ositos. De ser esto así, el pensamiento no
podría ser ningún proceso físico que se lleve a cabo en el cerebro o
en cualquier oirá parte del cuerpo, fcn consecuencia, l t » filósofos
y p&icológos. que afirman que los proceso» m enú les son cerebra­
les. deben defender también et punto de vista de que las palabras
proceso menml' y ‘ proceso lisico' se refieren algunas veces a la
misma cosa Sin embargo, no tienen que sostener que estas do«
expresiones se definen de la misma manera. Es evidente que estas
expresiones significan algo por completo diferente, aun cuando
a veces se refieran a la misma cosa.
Puede aclararse esta última cuestión considerando un ejem plo
mAs común. Las expresiones‘futbolista universitario' y ‘ miembro
de Fi Beta Rapa' tienen sin duda significados totalmente d iferen ­
tes, Pero podrían referirse o aplicar«: a las misma1« |>ersonas, pe>i
ejem plo, a Juan l’órc¿, quien resulta ser uno de esos raros indi­
viduéis que tienen suficiente cerebro y músculo pnni distinguirse
tanto atlética enmn académicamente. Kstos términos se definen
d e diferentes maneras, pero ambos pueden referirse a la misma
persona.
Ademas d e hablar de esas cosas individuales a las que se re­
fiere un término, es conveniente tener algún término p.na le
1er ir se a todo el grupo o clase de cu^is al que el término se re
lii-rir. Siguicndn un uso estándar sobre este aspecto, llamaremos
limalla rían de un término al grupo de cosas al que se refiere un
termino. AsíTJuan, Cuillermn. RoTnirto, etr..cnkclj\¡ imentcceun
ponen h dcnntaeiün de la palabra 'persona'.

I mjilícttr.iífn

P.rt ' H-tc momento c* esencial introducir un término que aparece


i on mucha frecuencia en los escritos filosóficos. Se traía del ter-
lEiikui 'Implica*, L ile se usa en tín »entklH lérnirn en filosofía para
deu ritui una retsriéfi entre enunciados. y puede definirse en
ft-rnijijos de La norióu de calidez. Decir que uno <» mas etunicia-
diis implican Ijj i i u conclusión cqmvuta a decir rjiic Lie mclusiin
4-1 CONTENIDO y MÉTODOS DK LA FILOSOFÍA

se sigue válidam ente d e esos enunciados. D e m anera más precisa,


' P im plica es igual a la definición <> se d e d u c e válidam ente d e
P \ Así, p o r ejem plo, los enunciados

Si todas las personas son perversas, entonces nihguna p e r­


sona es de confiar

y
Todas las personas son perversas

ju n tos implican el en un ciado

N in g u n a p e r s o n a es d e con fiar,

p o rq u e este últim a se deduce válidam ente d e los prim eros. P o r


otro lado, el en un ciado

Jodas tas personas son perversas


no implica

N in g u n a person a es d e confiar,

p o rq u e el últim o n o se d e d u c e válidam ente d el p rim ero Es <il


m enos lógiram em e posible q u e algunas personas perversas sean
d e ton fiar.
Los diferentes térm inos q u e hem os ío iro d u cid o están in ierre-
lacionados d e diversas m aneras, podem os e x p lo ra r algun as de
estas relaciones y al m ism o tiem po elucidarem os con m ayor p r e ­
cisión la noción de implicación, con sid eran d o las diferentes m a­
neras equivalentes en las q u e podríam os defin ir el térm ino ‘im ­
p lica1. Al investigar estas form ulaciones equivalentes serem os ca­
puces d e resum ir y quizá esclarecer esta cuestión.
U n a segu n d a form a d e d efin ir el térm ino ‘im plica’ consiste
en decir que u n a o inás prem isas im plican una conclusión si y
sólo si es lógicam ente im posible q u e las prem isas sean v e rd a d e ­
ras y la conclusión (a b a L o últim o equivale a decir que un e n u n ­
ciado sería contradictorio «i aseveráram os que las p r e m ia s son
verd ad eras y la conclusión falsa. U n a tercera m anera d e definir
el term ino consiste en d ecir qu e las prem isas im plican una c o n ­
clusión sólo en el caso en q u e sea lógicam ente necesario q u e ;i
las prem isas^on verd ad eras, entonces la conclusión tam bién sea
verdadera. Esto últim o equivale a decir q u e es analítico un e n u n ­
ciado q u e afirm a «|ue si las prem isas son verdaderas, entonces
la conclusión es v e rd a d e ra P or último, decir que las prem isas
LO ,1 m i M i Y LO EMTÍRiCO •15

im p lic a n una c o n c lu s ió n e q u iv a le a d e c ir q u e p w l c m w m ostrar,


s im p le m e n te re c u r r ie n d o a Ui ló g ic a y a los d e fin ic io n e s , q u e si
las prem isas son v e rd a d e ra s , en ton ces la con clu sión es v e rd a d e n »
y no t i Isa, Las c u a tro form a s d e d e fin ir e l té r m in o 'im p lic a 1 son
e q m .'alentes, d a d a la m a n era e n qu e h em os d e fin id o los té rm in o *
'ló g ic a m e n te im p o sib le', 'ló g ic a m e n te n ecesa rio ’ , ‘c o n tr a d ic to r io ’
y ‘analítico*. En este ca%o, sería un e je rc ic io p a rtic u la rm e n te útil
q u e el le c to r e x p lic a r a d e m o d o p reciso p o r q u é esto es así.

LO A P f í l O R I Y 1.0 E M PÍRIC O

l o s e n u n cia d o s q u e son o b ien an alíticos o b ien c o n tra d ic to rio s


»c llam an tru d ic io n a lm c n lc en u n cia d os <3 p r io r t. U n e n u n c ia d o a
fjr itm se d escrib e algu n as veces corn o a q u e l cu ya v e rd a d o ñdsc-
d ad p u e d e c o n o c e rs e an tes d e re c u rrir a c u a lq u ie r e x p e r ie n c ia .
Sin e m b a rg o , esta ca ra cteriza ción no in tern a s u g e rir q u e la e x ­
p e rie n c ia sea irrc íc v a n te p a ra d escu b rir o sa b er lo q u e s ign ifica
e l en u n c ia d o . A vcccs n ecesitantos sab er la d e fin ic ió n d e algú n
in m u n o cla ve con e l fin d e sab er si el e n u n c ia d o es a n a lític o o
c o n tra d ic to rio , y este c o n o c im ie n to d e p e n d e d e la e x p e rie n c ia .
I’c r o una ve z q u e el s ig n ific a d o d e tal e n u n c ia d o ha e n te n d id o ,
n o se necesita n in g u n a e v id e n c ia e x tra íd a d e la e x p e r ie n c ia o d e
la o b serva ció n p a ra ju s tific a r la a firm a c ió n d e q u e se sabe si el
e n u n c ia d o es v e r d a d e r o o falso. C u a n d o sa b em os lo su ficien te
para e n te n d e r e l s ig n ific a d o d e un e n u n c ia d o y d e las palabras
q u e c s r in con ten id a s en é l, p o d e m o s saber si son v e r d a d e r o s sin
re c u rrir a la e v id e n c ia e m p íric a . T ales en u n cia (Jos son a q u ello s
i ii y ¡i v e rd a d o falsedad p u e d e c o n o cerse j p r w n . L o * en u n cia d o s
an alíticos y los c o n tra d ic to rio s , c u iw id e ra d o * an tes e u las pp . 31
*13. son e je m p lo s d e « t e tip o d e en u n ciad os.
O p u e s to s a los en u n cia d o s a p t io r it son to d o s a q u ello s e n u n c ia ­
d os cu ya v e rd a d o falsedad p u e d e c o n o cerse s o b re la base d e la
e v id e n c ia o b te n id a d e la e x p e r ie n c ia y la ob serva ció n . Estos son
l i « en u n ciad US <t p r^ ífriú ri O em p íric o s . L o s sigu ien tes son c jc in -
plns d e e n u n cia d o s em p íric o s :

I llrn g o cabe/a-

íi, 1.a L u n a tie n e crá teres,

3. Algunos hongos son venenosos.


•16 CONTENIDO V M fn.HK M IJK IA FILOSOFÍA

4. Todas las mutas son eun t ik i,

Estos em ttuuidos no sólo san em píricos sino q u e tam bién se p ie n ­


sa que son verdaderos Si en los cuatro enunciados precedentes
se sustituye con las palabras 'cola', viñedos*, 'm anzanas' y ‘m u je ­
res1 los térm inos 'cabeza*, 'cnitcres’, ’b o n go s' y 'm uías', respecti­
vam ente, se o bten drán cuatro en u n ciados em píricos qu e se c o n ­
sid eran falsos.
Los filósofos se han pretftitiladu si tos en un ciados em píricos,
cn caso d e ser verdaderos, » 1 1 v erifk ablcs concluyentcm ente m e­
diante la observación, d e la nTistna m an era cn q u e los enunciados
q u e describen lo q u e u n a prUk.m.i p u ed e observar im plicarían
q u e son verdaderos. listo frac a colación la pregu n ta re la m a a si
la observación y la deducción, consideradas ju m as, son suficien­
te!. para d e sc u b rir l.i verdad de lodos los enunciados em píricos
q u e d e hecho son verdaderos. C onsiderem os los cuati o en u n cia­
d o s m encionados antes. MI en u n ciado ( I ) es vcrilkatile en form a
concluyente, resulta m ir fácil p ara mí ohservar q u e tengo ca­
beza. Sería más difícil hacer oltscivarioncs que im plicaran q u e
( í ) y (A) son verdaderos, pero es posible que esto tam bién p u ­
diera hacerse N n obstante, el en u n ciad o («I) no es verificahlc en
fa rm a conclusivo a p.ittir d e la observación; no hay nada q u e una
persona p u d ie ra uhscrvnr q u e im plicara la verd ad de este e n u n ­
ciado. N o im porta cuantas m uías estériles olisei-venina. La prem isa
d e q u e las hem os observado nunca im plicaría (pie todas las ínulas
son estériles, va que sigue sirm lo lógicam ente posible que haya
una nuda que aún no li.iv.imu* observado que resultara no ser
estéril.
l’.tra acia c r e s t a s ¡ I .»e tvarionts considerem os1k id ile rc n c iu c n -
tte un argu m en to en f.ivor tic ti vcn lail del tercer en u n ciad o ,
iu w premisas li:r+^h sido reunidas a partir d e la olwcrvai iín . y
un argum ento en Ln. jr tle ¿¡■ verdad d el cuarto eftiin rjado ru y a»
prem isas pm verj^an iíc- !n Liiiim.l turril e.

I . I Rlirjns rth-serviiflu ;i ittgm us personas ¡¡ni m nitan Ir )ni;tus y


tam bién se filiservrt qu;.- *# en venenaron a taima de ello
t b r l o Ip iU ti
A lgunos lumgMs son venenosos.

Ü, lie m o s p)>scrvntln m uchas mirlas y se ha ob&crvada que ti>


d as son estériles.
LL3APRIOR! VLO EMPÍRICO ■17

itorfo tanta
I o il as las ruulas son cstérili j .

O i . i n d o s e u s a e l t é r m i n o 'o b s e r v a r ' d e ta l m a n e r a q u e d c c i i
O ne iin .i p e r d o n a o b serva q u e a lg o e s e l ( A s o im p lic a q u e c le c t i v a -
tu r u le e s c a l g o e s e l c a s o , e l a r g u m e n t o ( 1 1 s í d e d u c e e n fo r m a
v il x ln . í j i ló g i c a m e n t e im p o s ib le q u e o b s e r v e m o s a p e r s o n a s <¡ u c
mi fr e n e n v e n e n a m ie n t o c o m a r e s u l t a d o d e c o m e r h o n g o s y q u e
i h o n g o s n o f u e r a n v e n e n o s o « . S i n e m b a r g o , e s ig u a lm e n t e e v i-
il t m e ip ie e l a t g u m e n U ) ( 2 | e s d e d u c t iv a m e n t e in v á li d o , yti q u e
■•» I i ji t á m e n t e p o s ib le q u e t o d a s Uü m u ta s q u e h e m o s o b s e r v a r lo
r .m e s i í r i k - s , a u n c u a n d o ih j lo » c a n to d a s la s m u ía s .
I j i [ □ n c lu b ió n q u e d e b e e x t r a e r s e d e e s t a s c o n s i d e r a o n e s es
q u r n u t o d o s lo a c t t u m « d o s a p o sterio r! o e m p ír ic o s s o n c o n c lu -
■■■• iit e n ie n t e v c r i f i c a b le s a p a r t i r d e la o b s e r v a c i ó n . N o lo s o n lo s
■tim i in d o s u n iv e r s a le s c o m o ‘ (od<"w la s n m b s s o n e s t é r ile s '. S in
iiiIm i|;ci. la ic a e n u n c i a d o s , s i s o n la lífis , s o n c o n c lu y e n t c m e n t e
¡at\n h ifíi a p a r t i r d e l a o b s e r v a c i ó n , e s d e c ir , a lg u n a » o b a c r v a c io -
iii , q u e p o d r í» h a c e r u n a p e r s o n a im p li c a r ía n q u e e l e n u n c i a d o
>n fa lto . Ptoi e j e m p l o , s u p o n g a m o s q u e o ly s e r v o u n a m u ía q u e
l i m e p r o g e n ie . E n t o n c e s p o d r ía m o s f o r m u l a r e l s ig u ie n t e a r g u ­
m e n t o q u e m o s t r a r la la la ls e d a d d e l e n u n c i a d o (4 );

i . I l e n u » o b s e r v a d o m illas q u e tie n e n p r o g e n ie
f i n lo lau to
F!s Cliso q u e tod as las m uías sean estériles.

i’o r u tro lado, e l e n u n c ia d o (5 ), q u e e n c o n tra m o s c o n c lu y e n te -


in rn ie v e n fic a h lc . n o sería c o n c lu y e n te m e n te Calcable au n c u a n d o
lnnra falso- C o n s id íT c s e e l s ig u ie n te a rg u m e n to :

I I le m o s o líic r v a d o a m uchas p erso n a s q u e c o m ía n h o n g o s y


n o vr o b s e rv ó q u e a lg u n a s u frie ra e n v e n e n a m ie n to a causa
<ic el|o.
for b tumo
I ji I.i Iíh > q u e a lg u n o s h o n g o s sean v e n en o so s.

I «< a ig u m e n t » es in v á lid o , es ló g ic a m e n te p o s ib le q u e oluserve-


iiii i'- g e n te q u e c o m e h o n g o s q u e n o son v e n e n o s o * a u n q u e h a ya
o l i n » h o n g o s q u e wran venenosos.
A m . e n u n c ia d o » u n iversales, lales c o m o (4 ), son c o n c lu y e n tc ­
m e n t e laU ablcs p e r o n o c o n c lu y e n le m e n tr v , n f i ¡ íbJ p o r ot>-
■18 CONTLNllXJ Y M n o n n s OE LA FILOSOFÍA

scrvaciú ii, y tfin iiitiiiiltía c o m o (3 ), q u e se llam an e n u tic ia d o s / 'jr-


t k u la ttii. SOii c o n c lu y e m c fu en te vc rilirn b lc s p e r o n o co n clu y en -
tó m e n le (¡ik ab les p o r o b serva ría n , l-lity o tro s en u n cia d os com o
e l e n u n c ia d o ( I ) , (ju c sen tan to c o n c lu y e n tc m e n te hiUnhlcs c o m o
verifica b les p o i o b serva n ú n , D ecir o t o no s ig n ifica q u e e l e n u n ­
c ia d o ( I ) es ta m o v e r d a d e r o to rn o falso; s ó lo sig n ifica q u e si es
falso, u n a p e rito na p u e d e o b s e rv a r es(o , y sj « v e r d a d e r o , n nn
persona ta m b ién lo p u r d r o b s e r v a r D e e sia m an en t, los e n u n c ia ­
d o s a p o.tirrw f* qu e h em o s c o n s id e ra d o hasta a h o ra son c o n c lu ­
y e n tc m e n te ve fifi cables, o c o n c lu y e n tc m e n te falsa bles p o r o b s e r ­
vación , o am bas conus.
¿Podem os concluir que lodos los anunciados em píricos son
conc luyentem ente vcríficahlcs o fallib les por o b se rv a d ó n , o a m ­
bas cosas? D esafortunadam ente. esta c o n d u sió n estaría injusiib-
m da U n y enunciados de los que r n caso d e q u e p u ed a saberse
cjuc son verdaderos, pu ede salieise ijue son v erd ad eros sobre la
base de la evídem i, de la experiencia, pero q u e no son conclu­
yentcmente vcrílicublcá ni concluyentem ente ía Isa bles p o r o b se r­
vación. U n eje m p lo es el c n u n d a d o 'Toda sustancia física tiene
un solvente N o hay m anera d e saber si calo es verdad aparte d e
observar q u e lícitos sustancias, tajes to m o el oro, se disuelven en
algíi i« solvente, com o el tu¡iui regia. Así, el en u n ciado es em p írico y
a fw sim tiri. Por oino lado, nada que pudi éramos o bservar falsaria
o vctifiB iiia t i c t n m ió a d u Es tanto universal (e-, ai eren de todas
las su sta n cias v p or ln tatito, no es veriG ca b lc p o r o b se rv a c ió n ),
cointi p a rtic u la r ft-s ace rca d e algún so lv e n te y, p o r lo ta m o , no es
lalsablc p o r o b se rv a ció n ).
P a r a v e f c o n m a y o r oforidad q u e esto es así, p r e g u n t e m o s có m o
se p o d r ía i n te n tai u n a v erificació n d e l e n u n d a d o . S e p u d r ía o b ­
s e r v a r ta s e sta n c ia u n o , la s u s ta n c ia d o s , y ;wJ su c e siv a m e n te h asta
u n m illón d e su stan cias, y e n c o m ia r un so lv e n te p a r a i a d a su s-
tatiL a A n n c u a n d o h a y a m o s o b s e rv a d o q u e un m illó n d e s u s­
tancias tien en s a lv e n te. no p o d e m o s d e d u c ir v á lid a m e n te d e esta
p re m isa la co n clu sió n de q u ctada sum jekíu tiene u n so lv e n te . 1.a
p re m isa no im p lica e sa c o n clu sió n , es ló g ic a m e n te p o sib le q u e
a lg u n a sus u n c ía , q u e no csl ¿ in clu id a e n el m illó n q u e h em o s
o b s e r v a d o , no te n g a un s o iv c n tc . Asi, iiuFviuiLilriiicnu' rallará el
in ten to d e v e rific a r la hipótesis p o r o b se rv a c ió n .
( Q u é p a s a r ía c o n u n i m e ¡uro p o r lá ls a r la h ip ck csis? ¿ P o d r ía
i c n e r éx is ü ? S u p o n g a m o s tju c o b s e r v a m o s Iíí r e a c c ió n L-ntrc c ie r ta
tA INDLÍOCJÍÍtTj

sustancia y cad a solvente- fM H m tw t q u e p o d a m o s en co n tra r, con


c| resu lta d o d e q u e n in g u n o d e ello s d is u e lv e la sustancia. U n a
vea q u e h e m o s o b s e rv a d o esto, ¿p o d e m o s d e d u c ir v á lid a m e n te
d e caca p re m is a la co n c lu s ió n d e q u e es falso q u e to d a sustancia
le n g a a lg ú n s o lven te? D e n u e v o la p re m is a n o im p lic a la c o n ­
tusión ; es ló g ic a m e n te p osib le q u e exista a lgú n liq u id o , to d a v ía
n o o b s e rv a d o , q u e sea un so lv e n te p a ra la sustancia e n cu estión

L a INDUCCIÓN

L a discu sión a n te r io r m u estra q u e h ay a lgu n o s en u n c ia d o s a pos*


I m o n q u e n o son c o n c lu y e n te m e n te lals.iblcs o v e tific a b le s p o r
o b serva ció n P o r lo tan to, si es ra zo n a b le a cep ta r tales e n u n c ia ­
d o s so b re Li base d e la e v id e n c ia d e la o b s e rv a c ió n , en to n c e s es
ra zo n a b le a c e p ta r esos en u n c ia d o s c o m o c o tid u M o tic » d e a ig u -
líten lo s e n los q u e las prem isas n o im p lica n las con clu sion es. T a les
m g n m c n to s no son a rg u m e n to s d e d u c tiv o » v á lid o s y no nccesa-
11,u iic iitc son c o n s e rv a d o re s d e la v e rd a d . T ra d ic io n a l m e n te estos
a rg u m en to s se lla m a n a rg u m e n to s n u lu rírvo s .
M u chas d e las ro n clu sk m cs o h ip ótesis q u e conrndcram ns ra­
zo n a b le a cep ta r estAn a p o ya d a s s ó lo p o r a rg u m e n to s in d u ctivos.
Na tienius c o n s id e r a d o a lgu n o s ( i r los en u n cia d o s más inusuales
Une, d e t e ñ i r a lg ú n a p o y o , lo tie n e n in d u ctiva m en te. H a y m u-
i líos en u n ciad n i d e este tip o . L o s en u n cia d o s te ó ric o s d e la cien -
i kh cn tp iricA — p u r e je m p lo , en u n c ia d o s s o b re p artícu las subnn-
i to s fó p k a s in o b serva d aa— n o son ni lalsablcs e m p íric a m e n te ni
v e r jfk a b lc s c m p ir ic a m c n u . C k m sióercm os a lg ú n e n u n c ia d o d e
■ u n c ía e m p íric a q u e tien e q u e v e r c o n la con d u cta o cotí las ¡ ji^o -
pit düdcs de p a n íc u la s t o m o lija n etilrin o s, N a d a i|iie p o d a m o s
o b s e rv a r d e n tr o o lu c r a d e l la b o ra to rio im p lica ría íju c e l ncu-
■riñ o lie n c las p r o p ie d a d e s q u e se le a trib u y en . S e ría a l mr-noü
tó x ic a m e n te p osib le q u e las lectu ra* m étricas y o tro s lettótn vn os
ni isc-rvabtcs p u d ie ra n o c u r r ir y q u e n ocK ÍsE Ícra n in g ú n ncu trin o.
I s Irtgu a m e n te p osib le, au n c u a n d o sea cie n tífic a m e n te im p la u -
siblc. im p o n er q u e la cKplicin. mn c o rre c ta d e l fe n ó m e n o q u e o b ­
servam os d e n tr o riel la b ó ra lo h p sea tal q u e n o d e p e n d a d e la
hipóle-sis d e q u e existan los ncutrinon, sinn más bien ile tina te o ría
.tiiii no c o n ceb id a y tal v e z no soñ a d a q u e serú p ro p u e s ta d e n tr o
d e tu n d io s .u 'h » P o r o t r o la d o, si la h ip ó t L s » d e l ncu i riñ o lle g a ra
.i i « h .im rse en l¿i cien cia , e llo n o serfa un resu lta d o d e nuestra
50 c o n t e n id o y « tro n o s o f. La n u > s o r t . \

observación d e a lg o q u e im plicara la falsedad d e la hipótesis d e l


neutrino. A l m enos seguiría sien do lógicam ente posible c|ue nues­
tra teoría actual fuera corréela, qu e e l neu trino realm en te e x is ­
tiera. sin im p ortar lo qu e observam os, l^a h ip ó le s » d el n eu trino
tío es ni verificable Concluyentem ente ni lalsuble p o r observación.
Por supuesto, estos señalam ientos n o intentan su gerir q u e los
resultados de Li investigación ticntífica sean m eras quim eras, me*
ras adivinanzas Prir el contrario, las teorías y Lis hipótesis q u e los
científicos aceptan están en muchos casos bien apoyadas y ju sti­
ficadas p o r Ui evidencia d e ia observación, ñero el pro blem a es
q u e la evidencia c » inductiva, com e lo e j bi inferencia ;i partir d e
ella, A d eiiU b, fiM rpnineim losa jtw.tffDfln qu e no son ni veríficablcs
ni fali i b i « ronchi yenieincnte rio son la fínica clase d e e n u n cia­
ci f]iic ¿ucpiamcm solite la líase d e la evidencia inductiva. Por el
contríirio, la m ayor p a n e d e los enunciados q u e son vcrifìt'.iblea
o fabablca i onr luyen teniente p o r ol»ervacirtn tam bién se accp-
i;m sobre la base tic la evidencia inductiva. ],a ra/ón de esto es
m uy sim ple I lay m uchos en u n ciad o* qu e futrirían ser Irisados o
verificados p u r reservación p e ro son de tal tipo q u e nn «ta m o s ,
en condiciones <,!<■ oliservar Lis cosas en cuestión, (Considerem os
a lgu n os rrmtu tid>j* acerca d el paaado; por ejem plo. q u e cierta
p erson a n a j ó <:| 10 d e c u e ro d e 103f». EJ herhn de que haya na­
cido e n esa Jbctiu es algri q u e p u d o observarse, p ero, obviam ente,
esa pej'sona no está en cund tt; iones p a ra o b servar ese sa g ra d o s u ­
ceso Si ittrpia rl enunciado, entonces su aceptación del mismo
dcln: iiasarse en !s evidencia inductiva del tipo usual. Ea p a L ü r a
d e s ú s p a iir a , I ¡ iífiíorni^cióij de su acta d e nacim iento, y cosai
p o r eí estilo. De lira1lio, tocios los enunciados acerca d e cosas q u e
pasan en otras epm .is y lu stres son enunciados que, si los acep­
tamos, lo hacernos sobre Li base de una evid encia qu e no im plica
la v e r d a l d e lo » mismos.
Los e n u n c ia d o s u n i '« r a le s , ai se a c e p ta n , im n ljir n dclien í c r
¿ icc p la d u s s o b r e la base d e u n a e v id e n c ia in d u c i iv a . j w r q n c n o
v c r ific a b le s c o n c lu v c n le m e n t c p o r o b s e r v a c ió n , v lo s c n u n -
c ü i d í » p a n n (llares, si se s o s tie n i: q u e s on fa ls o s , d e b e s o s te n e r s e
q u e Id s o n s a tir e Ea b a s e (te i.i e v id e n c ia in d u c t iv a , p u r q u e n o suri
fa i s a b le s conrlu v e n te [n e n ie jw>r ü W n a c i ó n . C u a n d o c o n s i d é r e ­
n lo s e l a m p l i o n ú m e r o d e cosas q i i e c re e n n u i, prr>u to d e s c u b r ir e ­
m o s N|ite la in d u c c ió n « la garn n tJa d e la rrutyor p a r t e d e ellfts
E s M iro o b t e n e r p r e m is a s a p a r t ir d e la o b s e r v a c ió n di: la » q u e
IA INDUCCIÓN 51

uno p u e d a d e d u c ir válidam ente l:i verdad d e esos argumcnfcis


a ftoitfria ri en k»s que un o c r « . La deducción falla casi sietnple.
|uto la fuerza de la razón h um an a se n iega a ser r e fr in g id a por
Ion límites del razonam iento deductivo C u a n d o un a rg u m c w n
deductivo no sii-ve para d efen d er nuestra! creencias, a u n q u e no
oUntanic la e vid enera parece sólida, entonces a b inducción le co­
rresp on d e en fren tar nuestras necesidad^ s Por lo tanto, es esen-
i i.il q u e logrem os a lgu n a com prensión de esta variedad d e la a t-
gum entación.

I f icüCiA miwcUi'a

I ,ii un ju ra m e n to inductivo, las prem isas son la f v id m e ia e n lii-


»it.it d e la conclusión o htpotej,u. A diferencia d e un argu m en to
deductivo sólido en d q u e las prem isas im plican la conclusión, la
evidencia d e un argu m en to inductivo sólidt im plica la h ip ó le s »
mlt'i ida d e él. í Entonces qu é es un argu m en to inductivo sólido?
i u.i condición d e la solidez es q u e la evidencia conste d e e n u n -
< indiis verdaderos. Ésta es u n a condición qu e com parten loa ar-
jl'.i mriiLOS deductivos. Ffcro si la evidencia no implica lógicam ente
U liipr'vins in lcn d u (le ella, ¿cuál es la condición para la solidez
de IJn argum enten inductivo* q u e corresp o n d e a la condición de
iilid'.-z en el caso d e los argum entan deductivos?
Debe a d rn iim c d e inm ediata q u e cu alqu ier respuesta a esta
I ic g u u ia s c rá objeto d e controversia en lórm inos d e la actual in-
■.i Migación en la lógica indut tiva. I a lógica indut liva es u n o de
lo* tan qjos de invcsiigatíAn en Jr*t que sigu en sJn resolverse al-
jíiifnii problem as fundam entales. M ás aú n , unn d r n o s p ro h lt-
u n a es cóm o resp o n d er lu p regu n ta con la que ah oru nos en fren -
ivtimt* ¡V; h ed í o, aJ^uuos filósofos d u d a n d e que liavn algu n a
i puc<-ffl tHitisfociom y, en consecuencia, rechazan totalmente la
i ti ,i i uri.i líb ic a intim en < Sin em bargo, una v e ; ñatada la
■ mu i i^ c rsía ctt la q t i e c s i a in m e rso este tetna, in ten ta) em o», no
o I xhahil !, fo rm u la r u n a s e g u n d a c o n d ic ió n d e s n l k i e i p a ra los a r-
n ú ni! iifus a& tliiruv¡w A c t u a r d e o tra m a n e r a se ría i g m i r i r e l g r a n
iiiitim iii i t f a ig iim e n t a s d e este tip o ■o n los q u e t n e n ia s que Iru-
u i tanto e n ítsutito« p rtk iiccK c o m o e n la in v w i ig a d ó i i filoso lira
Iu iwso si una inferencia inductiva de u n a hipótesis a partir
■i ■ una evidencia nu necesaria ni en te conserva h verd ad , esto es.
mirpie sea lógicam ente posible q u e la evidencia sea v e rd a d e ra
52 C O NTE NID O Y M FTO PO S PT. I A n i . o s o f U

y la c o n clu sió n fíils-a. tal in fe re n c ia es sólid a s ó lo si es n ■


’ tm a b lr
pctusir (jutf b in fe re n c ia co n serva la v e r d a d , « decir, es ra z o n a ­
b le p en sar (ju c lu liij üiesis es v e r d a d e r a si la e v id e n c ia k> es. I n
a r g u m e n to d e d u c tiv o s ó lid o es a qu el cuyas prem isas san v e r d a ­
d eras y c ü e l q u e j í Lis prtr misas v i n verd a d e ra s , la co n clu sió n
d c lic ser v e r d a d e r a , t h i a rg u m e n to in d u c tiv o s ó lid o es A qu el en
el q u e kis en u n cia d oh d e la e v id e n c ia son v e r d a d e r o s 7 en e l q u e
si Lis p rem isa s son ve rd a d e ra s , en to n c e s es ra zo n a b le a cep ta r la
h ip ótesis c o m o v e rd a d e ra Asi, la segu n d a c o n d ic ió n d e la ilid c z
d e un a rg u m e n ta in d u c tiv o , a la q u r lla m a r m as e fic a c ia b u iu c-
iñ ü . pucd>. p re sen ta rse d e la sigu ien te m a n era : si la e v id e n c ia
e s v e r d a d e r a es ra zo n a b le a cep ta r ta m b ién c o m o vertí a d e ra a la
h ip ó tesis

I t if ia d r> n im irta ra u tn a b lr

E l te r m in o 'r a ío iia b í 1 se usa a q u í e n un s e n tid o esp ecia l, c o m o


fu e e l casa d e l tci m in o 'p o s ib le ' en nuest ra d e fin ic ió n d e la v a lid e z
d e los ni fo m e n t o s d e d u ctivo s. D e p e n d e d e n u estros p ro p ó s ito s
el q u e sea ra zo n a b le p en sa r q u e un e n u n c ia d o es v e r d a d e r o . A
algu n a p e rs o n a 1c p u e d e h acer feliz p en sa r q u e es v e rd a d q u e
Dios. e x is te y. si su p r o p ó s ito es c o n s e g u ir le lin d a d pe ru a n d o tales
cosas, con ese Gn q u ir .1 sea ra zo n a b le p en sa r q u e es v e rd a d q u e
D ios ex is te . P e ro esto n o tie n e n ad a q u e v e r con los a rg u m en to s
in d u ctivo s d con e l tip o d e ra c io n a lid a d q u e e llo s r e q u ie re n . P o r el
c o n tra rio , e l tip o d e ra cion a lid a d r e q u e r id o p a ra un a rg u m e n to
in d u c tiv o d e b e te n e r c o m o fines únicos la v e rd a d v í a p re v e n c ió n
d e l e rro r. U n a rg u m e n to in d u c tiv o d e b e ser a q u e l en e l q u e, si los
en u n c ia d o s d e e v id e n c ia son v e rd a d e ro s , e m o m es es ra zo n a b le
a c e p ta r c o m o ve? id atierra la h ip ótesis in fe rid a con el p r o p ó s ito d e
a c e p ta r h ip ótesis v e rd a d e ra s v p r e v e n ir la a cep ta ció n d e h ip ó tesi*
falsas.'
N o ob stan te, d c ljc r ía señ alarse q u e los fines d e a c e p ta c ió n d e
e n u n c ia d o « v e r d a d e r o s y d e p re v e n c ió n d e e n u n cia d o s falsoscs-
r fn d e a lg u n a m a n era en o p o s ic ió n U i m a n e ra más s im p le d e

1 t it a euplicnciún rtr i n d u a d n d ilie t r tic la ele Isaac. L rv j, p ero e s lí en


' I í u i I i enn í l . Gaiiif íinfl i v l t ThclA. un Etiay on f t fw d n n ¿nd Ih -timi o f S 'n fn rf,
.U frrd A. Knnpl, tnc., N u r v i V o rt y tu u it n lg c & K r g m Paul, I.lil., I>oiulre=»,
l»7 .
M INDUCCIÓN 53

i vit.u la a cep ta ció n d e en u n c ia d o s IjiLvis constóle en no a cep ta r


n in gú n en u n cia d o . AJ h acer esto, n o se a cep ta nada falso. P o r
<>rtí» lado, p a ra m e p ta r lo q u e es v e r d a d e r o , la lorn u i niiis sencí
ll.i o insiste en a c o p ia r lo d o s los e n u n c ia d o s p o rq u e , al h acerlo,
>< »r e p ta r á n to d o s tus cn iin ciad ris v e rd a d e ro s . P o r su p u esto, e l
p in h lc m a d e a cep ta r in d os tos en u n cia d o s, au n c u a n d o u n o p u ­
d ie r a a cep ta rlo s, ra d ica en q u e se aci.piaria ta n to en u n c ia d o s fa l­
sos c o m o en u n c ia d o s v e rd a d e ro s . En fo rm a sim ilar, el p r o b le m a
d e m> are p ia r e n u n c ia d o s la d ic a en q u e c o n eso se re n u n c ia a
la p osib ilid a d d e acep tar e n u n c ia d o * v e r d a d e r o s Kl p ro b le m a
e*t;l en e n c o n tra r un b alan ce e n tr e estos d o s e jc'retnos d e la a c e p ­
ta* ti'm d e lo qu e es v e r d a d e r o y al m ism o tie m p o p r e v e n ir la a c e p ­
t a n ^ » d e lo q u e es falso.
Asi, un a rg u m e n to in d u c tiv o s ie m p re c o r r e el rie s g o d e fraca-
i-.ii al c o n s e rv a r la v e rd a d , d e Llegar a tina h ip ótesis Taha a p a rtir
d e en u n c ia d o s d e e v id e n c ia v e rd a d e ro s . L o q u e h ace q u e va lg a
la p en a e l rie s g o d e l e r r o r es la p o s ib ilid a d d e a c e p ta r a lg o v e r ­
d a d e ro . L a ta rea d e la ló g ic a in d u ctiva es fo rm u la r reglas q u e
m » r ip a ritc n p a ra d e te r m in a ! c u á n d o es ra zo n a b le el riesgo . Sin
e in h iu g », c o m o h e m o s in d ic a d o , este p ro b le m a está in m e rs o en
cnutrovicrsinj P ó d e m e * ilu strar e l p r o b le m a v al m ism o tie m p o
a p r e n d e r un p o r o d e ló gica in d u ctiva c o n s id e r a n d o algu n as f o r ­
mas esp ecíficas d e la a rg u m e n ta c ió n in du ctiva.

h> m ui i de a rgu m en tos in d u ctiv o s

11ii» va ried a d c o m ú n d e l a rg u m e n to in d u c tiv o es un a rg u m e n to


'-kiailtsncD e n e l q u e la e v id e n c ia n la h ip ótesis es un e n u n c ia d o
i-n.idislicc> resp ecto d e l p o rc e n ta je d e cosas d e una clase q u e son
itr rura U n e je m p lo d e e n u n c ia d o estad ístico es el e n u n c ia d o q u e
»tir in a q u e e l fi7 p o r c ie n to d e ios ga tos d e A ib a r tien e rabia. Este
e n u n c ia d o p u e d e ser una h ipótesis d e un a rg u m e n to in fe r id a a
p a rtir d e la e v id e n c ia d e Li o b serva ció n . T a m b ié n p u e d e usarse
i f ui h. e v id e n c ia p a ra algu n a con clu sión so b re la salud d e un g a to
d e l que 110 se ha d e te r m in a d o este factor. I-as sigu ien tes son d o s
Inrin-v d e q ig u m en ta ció n q u e p o d ría n e m p ic a r s e :7

' i n rxplimciijii dr Lia furmwidt i i p i n n i r i c r ^ ' ’sWti&UCJt (|Uf .K|UÍ rc < l»


fiirrn ifiri fnrma rriiica r « l i TmnArla de W fiiííf C. t i «J I V f lt jír
i l.ill. Kujtlnvood Ch(U, N. J . . Lfl'75, aptiLklo 3.
54 C O h JT T .N in t) y m t r o n o s t a La F t i n s í f f A

I n d u c c ió n p o r e n m m f k a >ió n

X |jor cíenlo d e los m iem bros c u lm in a d o s d e A es B.


f t r lo tanto
X p o r cierno d e leu m iem bros d e A es R.

S il o g is m o e s t a d ís t ic o

X por cienifi de las miembros de A es /í {siendo X mavor a


50).
O o u n m iem bro d c A q u e na h a sid o exam in ado.
P a r lo tanto
O a u n m icm liro d e S.

Los siguicnten dos argumentos ejemplifican cata* Cormas:


El Ii7 p o r ciento de lus gatos c u lm in a d o s de A ib a r tiene ni-
biu.
ñ i r l i i tanto
El t í l p o r i iento d e loa gaius d e Ai b a r rJcne rabia.

y
El 67 p o r ciento d e los gatos d e A ib a r tiene nibiu
El gato q u e me m ordió es un gato d e Ai bar q u e no ha sido
e x a m iando.
P o r lo tanto
El gato q u e m e m ordió tiene rabia.

Estos dos argu m cn im ilustran form as m uy (am illares d e a r g u ­


m entos cstidísiicns indiiciivoi |*js evidente que l<m hipótesis in-
Icridas d e la evidencia n o se ded u cen válidam ente d e ellos. Es
lógicam ente posible que lo qu e hem os o bservad o com o v e rd a ­
d e r o en cierto porcentaje de galo s de u n a muestra, no sta ca­
racterístico d el m ism o porcentaje de gatos en la población total
d e A ibar, y es lógicamente posible q u e lo q u e es característico de
cierto porcentaje de gatos d e A ibar no sea característico d e un
gato particular no exam inado. Existe una excepción q u e d ebería
señalarse Si tenem os un silogism o estadístico en c| q u e la e v id e n ­
cia m uestra q u e et cien p o i ciento d e los m iem bros á c A es B, y 0
es un m iem bro d e A (e x a m in a d o o na), cnlonces, p o r supuesto,
se sigue deductivam ente q u e O es un B. Sin em bargo, salvo p ara
este caso extrem o , debem os añ a d ir otras restricciones p ara haccT
plausible la afirm ación d e qu e argum en tos d e estas form as son
inductivam ente eficaces.
LA INDUCCIÓN 55

l.a restricción más im p o ru n tc etc los argum ciX «.» q u e tienen


1.« form a m ducaón fwr rnurntratión rínlk:a en que la m uestra de
m in n b ro s ile A e lim in a d o s d e b e n a ser representativa d e cosas
i(iie %nti .1, al m enos con respecto a la cuestión d e si tilles cosas son
/] h it ejem plo, im aginem os q u e nuestra m uestra exam in ad a (1c
*;.ni>.<, canela em úram cniu '.Ic gatos q u e fueron capturados tras
moi d e r a alguien. A h o m liten, la m ayor parte de nosotros, sobre
In liiise d e t¡i evidencia que tenem os acerca d e ios a n i m a l « rabio-
•< i-., i (incluirá que lo& galos rauiosos m uerden a tas pcrsrmas ron
mu« lia m a p r frecuencia n u c loa gatos q u e no tienen rabia. Si esto
w ii< ep ia com o razonablem ente v erd ad ero , entonces la muestra
iiMiijjinada d e gatos exam in ados no es representativa d e la clase
■ K¡i(ns q u e concierne al p roblem a d e si lates galos tienen rabia
A unque L.i definición p recen d e una m uestra representativa es
mi tema controvertido, ki evidencia con relación a las muestras
d r l.is q u e tenemos razón p ata creer qu e na son representativas,
un liare eTicaza la inducción p o r enum eración. N o será razonable
tu rp ta r una liipóteis com o v erd ad era sobre la base d e lal e vid en ­
cia
I a form a a rgu m en ial del silogism o estadístico requ iere tam-
l»iín una m ayor restricción Volviendo d e nuevo a nuestro ejeni-
pUj d e los gatos d e j\jbar. supongam os qu e se sabe qu e nuestro
K-u d no exam in ad o fue vacun ado contra la rabia, aun c u an d o un
pnicctitaje m uy p e q u e ñ o d e l¡i población felina fie A ib a r fue va-
i un.ido. Entonces, el argu m en to antes fo rm u lad o no sería e fk n í,
•mn c u an d o el gato q u e me m ordió no haya sido exam in ad o para
determ in ar si tenia rahla. N o seria razonable aceptar com o verda-
■Iriü la hipótesis d e qu e el galo que me m ordió licnc rabia, sobre
l.i base d e la evidencia. L o que aquí se necesita es a lg ú n re q u e ri­
miento d e evidencia total, un requerim iento en el se n a d o d e q u e
la rviilencia incluya tod o lo q u e es im portante para la hipótesis
cu cuestión.

Una ttMomviienaa

| j » d in form as d e argum entación citadas están entre los can d i­


d a « » más plausibles p ara ser lo riñas tales d e argum entación in-
iluitiva. q u e si los enunciados d e la evidencia son verdaderos, en-
■■ •lie« es razonable aceptar las hipótesis com o verdaderas. Pero
•-»i.«* form as argum éntales, a u n q u e son los candidatos más fuer-
CONTENIDO V WKTOTXW Dt LA FILQBOFU

u s, no logran obtener el cargo. Más aún. poaicrinres restricrinncs


y ¿jtrÜHiPtoü n o rcciificarán ía situación i iay un vacio fatal.
Para ver en t|uí con satc ¿»te, «volvamos al eje m p lo d e tm g a ­
tos d e Ailiai S u po n gam o s que hay I DO OÍK) gato i en Aih.ir y <|nr
hem os ocamiif ido una muestra representativa d e 10 (JÍK* gatos,
d r los n iales el fi7 p o r ciento tiene rabia. A h o ra «u pn n gain os que
localizo un g a lo , u rm q u c m r es totalmente cxi r a ñ « cuyo n om bre
es ( ’.ico. P a r sim ple en um eración concluyo q u e el G7 p o r d e n lo
de loa gatos de A ib a r tiene rabia, lo m a n d o ah o ra esta conclusión
com o evidencia, concluyo por silogismo estad i*[ico que l.lc o nene
ra b í». A lio ra supo ligamos, e m p e za n d o p o r la m ism a e v i d i u i a
inicial scgiin la cu.il el G7 p o r clchio tic lus (^uos Je Aibar lienc
rabia, que m n&tniyo series d e nilogjnmas estadísticos. d e hecho
90 000 d e ellos, cada u n o d e lus cuales tiene com o se g u n d o cm in-
c a d o d e evidcncUi y que h ih i d e los guiña n n exam itu.dos es un
ga to d e AíImi', y en cada silogism o concluyo que el gato tío c s a -
tn i tundo t>c nc rabia. Asi, por silogism o estad Lsticn haliré in ferid o
d r cada uno d e los í>0 000 gatos no ex am in ad o s que licnc rabia
Ksre ron junto d e conclusiones, c u a n d o « : tom an junto con nuet.
tra evidencia respecto a ta m uestra de galos exam in ados, tiene
com o rcaulLadt) que inris tic] 90 p o r ciento, el 90.70 p o r ciento
p a ra ser exactos, d e los gato» d e Aibar tiene rabia, I j i conclusión
es, poi ai »puesto, iónicamente incom patible con una prem isa de
nuestro silogism o estadístico, a saber, qu e ci 67 p o r ciento d e los
gatos d e A ibar tiene rabia Asi, d e los enunciados d e evidencia
v e rd a d e ra respecto a una m uestra d e gaio s exam in ad o s obicn e-
mos, p o r tas form as d e argum entación d e inducción p o r e n u m e ­
ración y silogism o estad buco. un con jun to d e conclusiones in ­
com patibles C o m o resultado d e la inducción p o r enum eración
c o n d u m io » que el 67 p o r ciento d e los gatos d e A ibar tiene rabia.
Entonces, p o r silogism o estadístico, usando la conclusión com o
evidencia, inferim os un conjunto d e hipótesi* so b re los gatos no
exam in ad os que implica q u e el 96,70 por ciento d e los gatos d e
A ib a r tiene rabia.
Ai percatarse del pro blem a los lógicos inductivos han p ro*
puesto una variedad d e .sugerencias p a ra tratarlo Prim ero, se
ha su gerid o q u e el razonam iento inductivo, a diferencia del ra ­
zonam iento deductivo, es no conjt& lnm . Si tenemos u n a serie de
argum entos deductivos volidos q u e tienen Lis conclusiones (>. R
y S. p o d em o s d e d u c ir la ronju nción d e esos tres enunciados, esto
LA IN D U C C IO N 57

es. el enunciado £¿ y R y S. d e un conjunto d e prem isas d e los ar-


Kuificnlosonginalcs. Pero, se afirm a, esto m ism o no es ve rd a d e ro
en el caso de la inducción l’odcu ios tener una serie d e a igu m en *
los inductivo» eficaces para la 1 ,pótesis Q , R y S c u an d o no hay
un argum ento inductivo eficaz a partir d e en un ciados d e evklcn-
ria d e los argum entos originales p a ta la conjunción d e H y S.
Debería afum arse, en térm in o» d e nuestro ejem plo y a la luz del
principio de la no conjunción d el argu m en to induttivo, q u e a u n ­
que podem os inferir inductivam ente q u e cada u n o d e los galos
no exam inados, Cleo, Ibm.is y Don G alo , ele., tienen rabia, no
poden tos inferir inductivam ente la conjunción d e estas, hipótesis,
decir, que tollos, C leo, Tom ás y D o n Gato, ele., tienen rabia Eli
rnnsecucnci» no p od ríam os in frrir inductivam ente q u e el 96.70
p o r cíenlo d e los gatos d e A ib ar (iene rabia.
Ll m íenlo anterior p o r evitar una paradoja, au n q u e licué de-
Iciisores distinguidos, no es tfectìvo, va q u e aun c u an d o nu p o ­
dem os inferir inductivam ente el em m e -(dn de q u e el 96.70 por
tiento de los gafo* d e A ib a r tiene rabia, M se siguen consecuencias
tatuici A partir de nuestra evidencia o rigin al sobre los gaton de
Aibar, df" que hay 100 000 d e ellos y en u n a muestra rep resen -
lauva d e 10 000 gatos se encon traron 6 700 rabiosos, inferim os
inductivamente p o r inducción p o r en um eración q u e el 67 p o r
< ienfo d e los galos de A ibar tiene rabia.. Ai lo m ar esa conclusión
i finto evidencia inferim os p o r series tic sílngismns estadísticos q u e
. ,n|u uno d e los 90 000 g a l i » no exam in ados tiene ra b ia . Pero
■tuno ntera cuestión de aritmética, n o es posible q u e las con clu­
siones d e estos silogism os estadísticos sean todas posiblenicnie
vt'rtlüdenu, si los enunciados de ev id e n n a en esos argninctitus
son verdaderos. Asi, ente conjunto d e enunciados inferidos p o r
inducción es lógicam ente incom patible con la evidetn w d e la q u e
.«■ infieren. Kste resultarlo frustra nuestro objelivo d e evitar el
m o r . t ffc conjunto de enunciados contradictorios, incluyam os o
mi una conjunción d en tro d e ¿I, delie d e cuntencr algún error.

hutHCn/n y ptnlxxbihdfid: la jniradaja del sorteo

V I ,11 güiliento a n terior ilustra un p roblem a líp k o q ue en fren ta ci


inii uto de p rop orcion ar form as argum éntales para la lógica in-
iln tiiv . I U y una dificultad subyacente q u e g en era el p roble uta
I > n.uim il asum ir q u e así to m o un argu m en to deductivo válido
58 CONTENIDO V M Fm D U SIffi 1A PILriS' 'FU

es aquel en el q ue * Lu p t m i « * m u vcn lik icn u , entonces ia con­


clusión d c lK ser v erdadera, así un ai^ u m cn to inductivo eficaz es
aqu el en el q u e ni Ida en u n ciad o« (le evidencia son verdadero«., c u -
to iu e » la hipótesis es ¡nnhahit. L a noción ü e probabilidad es una
noción com pleja q u e discutirem os en el C ap itu lo 2 Pero es esen­
cial Item ionai aquí q u e Li p robabilidad. incluso l;i alta prob.ibí*
lidad, no bastará p ara La eficacia inductiva. I l i n u en la inducción
p o r enum eración com o cu el silogism o estadístico podem os s u p o ­
ner que 1^ hipótesi inlcrida es p robable, incluso ¿trámente p r o ­
bable, sobre la base d e In evidencia. Así, uno se inclina p o r la idea
d e q u e la fo rm a argum enta) es efícag. Pero esta línea natural d e
razonam iento lleva directam ente a Ih inconiiuifnc.a
D isponem os de un argum ento taás g e n e ra l p ara m ostrar q u e
la p ro b a b ilid a d . inclu.su La mu v alLa p robabilidad, d e u n a hipótesis
sobre la base d e lu evidencia no l ^ i a |¿ara la eficacia Inductiva.
Esta d e p e n d e de ijiic considerem os so n c o s justos q u e nos p e r­
mitan u p ccificiii l;u pru íjabilidadc» con precisión. S u pon gam os,
p o r ejem plo, q u e p d is a in o i ¡ Lie a lgu n a hipótesis tiene una p r o b a ­
bilidad d * 99/1OÜ, o m ij, w jbre la ba&c d e la evidencia que p u e d e
im eriníc eficazmente a partir d< b evidencia por inducción. Im a­
ginem os q u e tenemos un soitco q u e contiene 100 boletos n um e-
raíios consecutivam ente del I al 100. Im aginem os q u e un b o k t o
ha salido y q u e d soncos es justo, lix lo esto es nuestra e v id e n ­
cia. A h o ra considerem os el boleto « m el n ú m ero 100. H ay una
probabilidad sobre 101) d e q u e éstí haya salido. E*(o significa
q u e la probabilidad d e que haya salido algún o tro boleto es de
9Í^1ÜQ. A su m ien d o que ésta es u n a probabilidad su(icientem ente
alta para u n a infcr- iii ia inductiva eficaz, p od em os inferir eficaz -
m ente a partir de la evidencia q u e h abril salido algú n b o k t o d ife ­
rente de! boleto 100. f a m e n d o d e ti m ism a evidencia, podríam os
usíit un argu m en to d e la misma fo rm a p ara inferir q u e habiíi
salido algú n otro boleto diferente d el 99, q u e habrá salido oixo
q u e no sea el Elfi. y asi sucesivantcnic, En cada caso la hipótesis
tend ría u n a probabilidad d e ÍKVl 00 sobre la evidencia. Asi. para
c u ta boíetn p od ríam os inferir eficaz mente q u e h a b rá salido cu al-
q u ie r o tio boleto. llera entonces el conjunto d e conclusiones sería
incom patible con nuestra evidencia original, p o rq u e el conjunto
d e conclusiones nos diría, para cada boleto, q u e no salió, y sato
es incom patible con nuestra evidencia d e q u e salió un boirm , Kn
resum en, el con m n io d e hipótesis inferidas inductiva m ente im ­
1AINTJUCCJÓW 59

plica q u e do sale cada uno d e los toletes ücl I al 100. mientras


que nuestra evidencia nos dice q u e tale u n o d e ellos.*
Es im portante señalar que este argu m en to no d e p e n d e esen-
rialm em e del n ú m ero <3í)t'100 Si alguien piensa q u e »la tin a alta
p robabilidad basiará para la eliracia inductiva, sirm p re y cu an do
el n ú m ero sea m en o r q u e 1, podem os reconstruir la p aradoja
p ara refutarlo con sideran do sim plem ente un M in e n más am plio.
t*or ejem plo, si esc alguien piensa que una p robabilidad de
999 999/J 000 000 es siifiricntpmeDte am plia, sólo necesitamos
considerar un »a r ic o de 1 000 000 d e boletos y la hipótesis de
q u e saldrá el boleto con el n ú m ero 1 000 000. L a probabilid ad
d e que salga otro boleto es de 999 999/1 000 000, y la p ro b a b ili­
d ad d e qu e n o salga otro boleto es la misma.
El argu m en to an terior muestra q u e no son eficaces los a r g u ­
mentos inductivos qu e tienen la siguiente form a:

I NDUCCtÓK POR PROttABIMlMD


fcs altam ente p ro b a b le q u e P.
I b r lo tanto
P.
N o son eticaccs p o rq u e talca form as argum éntales van d e cn u n -
■ Lados d e evidencia verd ad era a enunciados in co n cien te.!. H e -
mus dicho q u e un argum ento inductivo eficaz es aqu el en el q u e
m Im enunciados d e evidencia son v e r d a d e r o ', entonce» es razo­
nable aceptar la hipótesis com o v erd ad era con el fin d e aceptar
hipótesis verdaderas y evitar errores Al aceptar un conjunto in-
consistente d e enunciados aseguram os qu e a lgu n o d e los e n u n -
i unios qu e aceptam os será errón eo. Por lo tanto, la* form as ar-
r u mem;«les inductivas no son eficaces cuan do garantizan la in­
ferencia d e un conjunto inconsistente d enunciados a partir d e
enunciados d e evidencia verdaderos.

t } v ojio y comftrlmsvi

R l a r g u m e n t o a n t e r io r ilu s tr a la d ific u lta d p a r a lle g a r a e q i e e i -


lli ¡ir c u .ilq ni ¡c t fn r m n d e a r g u m e n t a c ió n q u e s e a in d u c t iv a m e n t e

' E »íe r e r jli-id o íe d t b t i H . E . Kvbujrpt. ] r„ a n d ih e [jig ii a j frofii-


N.id n.-lir) Wrsd u n I'm vrrJiiip P rrw M iddlctow n, C vqn ,, l ! w l . p 197
60 CONTEN!IXJ V MÍTTOriOS DE 1A FILOSOFÍA

e ik a L POüctuos. obten er una explicación m ejorada d e eficacia in­


ductiva it-Q jkunío l.i im p u ru n c ia del concepto i!c w m jp tritíia t ú-
u c las. h ip í resis com o un rasga d e la iiid m a ó ti. El que sea n u u -
n a b lr aceptar un cn n m iatk ) ro m o v e rd a d e ro d e p e n d a (Je cuales
nitros enunciados com piten con cl. así com o d e ti probabilid ad
ilcl e n u n c ia d o revprtio fie l.i evidencia Para en ten d er esio. co n ­
sidere runs d e nuevo la conclusión d e la inducción p o r c in u n o
ración en el caso d e k)s gaírjs. [<u hipótesis inferida induciiva-
mentjc fue que el G7 p o r ciento d e ]us gati>a d e A ibilr tenía rabin.
¿Es razonable aceptar esa hipótesis sobre la base de la evid en ­
cia? Líi respuesta a la p regu nía d e p e n d e d e con cpit e n u n c ia d la
se considera ujuecnm pitc ln hipótesis, Si In c o m p e l e n ^ consta
de otros e n u n c ia d m íiu r especifican el porcentaje exacto de r^bia
lie (os pU fis d e A lta i, entonces sería más ivwonable íiceptar cs;i
h ¡púiesis ¡pie i u a d u je r a d e las uiras p o rq u e es m is p robable q u e
cualr' ier otra. Par otro lado, si la com petencia no sólo incluye la
hipótm iá respecto de porceniajes exactos, sino también hipótesis
mcmis esa.tras — p o r ejem plo, el en u n ciado d e qu e el porcentaje
lltlctúíi e n ire Cl 00 y el 80 p o r cien to - . entonces el pro blem a ha
cam biado radicalm ente L a hipótesis d e que el porcentaje fluctúa
detitro d e esc intervalo es m ucho más p ro b a b le q u e la hipótesis
m ás exacta qu e especifica cl porcentaje en u n a sola cifra d en tro
de ese intervalo.

U n r jt mplo filosófico la existencia de los seres humanos

F.l m ism o tipo d e p roblem as surge en contextos más directam ente


filosóficos. T a m b ítn a q u i es central el concepto <ie com p eten ­
cia p a ra en ten d er ct razonam iento inductivo eficaz. C o n sid e re ­
mos un ejem p lo d e ia/.onamieiito inductivo q u e una vez llevó
a los filósofos y a lira científicos a la conclusión d e q u e cl u n i­
verso fue diseñ ado p o r algú n agente. Para ap reciar el razo n a­
m iento inductivo que lleva a esta conclusión, es im portante re ­
cordar qu e antes d e q ue fuera concebida la teoría de la evolución
h abía un fenóm eno q u e constituía un pro h lem a intelectual fun ­
dam ental: la existencia d e los seres hum anos. A un cu an d o se
tenían teorías de la marería adecu ad a« p ara d a r cuenta d e m u ­
chos rasgos d e l universo físico, la existencia d e Jos seres hum anos
seguía siendo un enigm a. La existencia d e anim ales presentah,»
ii n contraste so rp re n d e n te con la m ateria inanim ada, p e ro a u n -
LA IN D U C C IÓ N Lll

•[tic .ilgiinus filtisuloiquerían c o n sid e ra ra Insanim alescr>m o m e-


■.inbiiifií físicos com plejos, .sacar la m ism a conclusión r e s p e « * ' lie
1
‘ws h íes liu manos rcsuliabii re p u g u a n (e Q u irálit ntzón pim cipal
par ¡i esta aversión en* la e u c e n c ia del pcn^ami' rnro consciente y
¡Ir la reílcKian racional U n filósofa que rechazaba de b u en a ijjana
Lt iiioíi J e qu e lo « anim ales inferiores pensaran y razonaran no
l'-'rif.L n egar que Cl mismo cstatia p en san do y razo n an d o cu an d o
>r o cu p aba d e o o » mismas acLr da,des. Asi. la existencia d e los
liiiuiLiiiciH, acre» pensantes y rajtonames, constituía d e hecho un
Inin-mcno problem ática. N atu ral mente. Li c u c s ü o íi surfjpú a p a r ­
tir ilc tóm u exp lic ar esto.
Podem os .rm ular esta cuestión p re g u n ta n d o qiifi hipótesis
m ria razonable aceptar como v e rd a d e ra p o r inducción a p aitir
i; Li evidencia Para algunos pensadores parecía q u e había sólo
■I n . s hipótesis en com petencia i>r ac u e rd o con una tos seres h u -
m.inos i l c ^ r o n A existir com o mi m ero caso d e suerte o accidente
«'■sínico. D e acu erd o con la otra los seres h u m a n o » llegaron a
t*XLstir com o resultado d e iilioui diseño o plan . Por lo tanto, de
l.i m anera com o estos pensadores consideraban cl asunto, las dos
hipótesis siguientes com petían para que se les aceptara en este
t o t il c x io :

I Los seres h um an os llegaron a existir p o r suerte.

'¿ L o » seres h um an os llegaro n a existir p o r diseño.

Ilatío qu e éstas eran tas dos hipótesis entre las q u e había qu e cs-
r.cigor, no es d e so rp re n d e r q u e la segu n da, en m ayor m edida
i|uc la p rim rra , fuera considerada más p ro b a b le du d a la cvtdcn-
i i,i Tarccia extrem adam en te inverosím il q u e algo tan m arcada-
ii ii m e intrincado y com plejo com o un ser h u m an o h u biera lle­
nado a existir p o r suen e. De hecho, la intrincada y com pleja
oigan i/arión de los seera hum anos aparecía sorpren den tem en te
n r flo g a a las intrincadas y c o m p it a s características de los obtcios
d isr ñudos p o r los seres hum anos. Estic argu m en to p o r analogía,
que considerarem os de nuevo más tarde (C ap itu lo 5), era p o r
lu p n e s io Inductivo, pero también se basaba en un con jun to más
Ijic n lim itado d e hipótesis alternativas. C on la com petencia limi-
Uii l.i d e esta m anera, no es en disoluto so rp ren d en te q u e algu n os
de |o& más agu d o s y crílícos p en sadores d e l pasado consideraran
62 C O N T E N ID O Y M É IO D O S I)í. LA F IIX JS O F ÍA

la hipótesi» (2 ) com o la q u e se infería inductivam ente a partir de


la evidencia.
A h o ra el k c to r ¿ututo p u ed e haberse percatado d e que, estríe-
lam ente hablando, u n » persona q u e considera las hipótesis ( O y
(2 ) d eb erla, p ara ser com pletam ente scm aia, con siderar tam bién
otra hipótesis, a saber, la hipótesis d e q u e ni (1 1 nt (2 ) fueran c o ­
rrectas Asi, tam bién podríam os considerar la «¡gu íen te hipótesis
negativa:

3. Los seres h u m a n e » llegaron a rsíislir p o r algo d iferen te ;i la


suerte o el d ú c ñ o .

E1 h echo d e «pie esta hipótesi* q u e d a rá hiera d e la cnm pcicncia se


justificaba p o r su nnturjleza no inform ativa. N o ofrece n in gu n a
explicación d e lo » fenóm enos observado». A u n q u e bien p u ed e
s e ; verdadera, si se está buscando una hipótesi» p ara explicar la
existencia del h a m b re , la hipótesis (3 ) no com pite para ese papel.
U n a pro p o rción iu iil Ih j m enor d e Filósofos y cicn iifitos co n si­
d eraría hoy eficaz la .{gerencia tic la hipótesis (2 ) a p a rtir d e la
evid en cia. Pero udíi razón para cstr es que en la actualidad lio
Coti-.idctamo5 que B la s dns hipótesis sean las únicas alternativas
e n com p eten cia Eslá, por supuesto, !.i hipótesis evolucionista:

4. Los seres hu n a n o s Ilexicón a exu tir p o r evolución.

A q u í es d e su m a im portancia no co n fu n d ir la hipótesi» in fo r­
m ativa (4 ) con l-i hipólcais no inform ativa (3 ) hipótesis (3 )
í siá lógicam ente im plicada p o r (-1). pero la justificación de (3 ) d e ­
p e n d e en su totalidad d e l:i cG iatia d r l argu m en to inductivo en
lavo r de (-]>. i na vez q u e se ro n tebió la hipótesi» evolucionista,
la com petencia incluyó no sólo a ( I ) y a (2). sino también a (4). Ya
q u e m uchos científico« y filósofos, quizá la m ayoría, considerarían
q u e |a hipótesis ( t ) es la más p ro b a b le d e las tres en com p eten ­
cia, considerarem os q u e es eficaz la inducción de c u hipótesis a
partir d e la evidencia.
Es im portante señ alar l.i diferencia entre la hipótesis (3> y la
hipótesi* (4). L a prim era es negativa y no explica el fen óm en o
en cuestión, ^ e x is te n c ia d e los seres hum anos. L a segu n da, p o r
el contrario, ofrece una teoría m uy sofisticada y com prensiva, la
i corla de la evolución, com o tina explicación p ara ese fenóm eno.
E * p ^ r esa ru/on q u e una persona q u e no considerara la hipótesis
IA INDUCCIÓN

(3 ) com o competitiva, consideraría q u e la hipótesis (4 ) es una


com petidora y, de hecho, una com petidora con éxito.
L e « argum entos a n t e r io r a llevan a una serie d e c o n c lu s ió n »
im portantes. Prim era, la eficacia d e un argu m en to inductivo d e ­
p en d e en parte d e cuáles son tos otros enunciados con los que
com pite la hipótesis del argum ento. S egu n d a, ron q u é enuncia­
dos com pite una hipótesis d e p e n d e de cuáles son las hipótesis
que se h an concebido y, d e esta m anera, del contexto d e la i m e s -
ligación. Podem os decir a q u í a lgun as otras cosas sobre la noción
crucial d e com petencia. Va se ha señalado que Lis hipótesi» en
com petencia d e b e n ser informativas, lis decir, si son verdaderas,
d e b e decirnos cada una algo sobre el m un do MAs aún, cada una
d e las hipótesis en com petencia d e b e ser furtinente pan i U» evid en ­
cia de la q u e disponem os. L a hipótesis d e que la existencia de hu-
n n n i » k d e l*: a U evolución es pertinente pura la evidencia (la
evidencia es que la gente existe y tiene ciertas p ro p ied ad es lisicas
v psicológicas), mientras q u e la hipótesis de. qu e algunas criatu­
ras m arinas s «n m a m ífe ro s no es en absoluto pertinente para esta
evideh ia. Estas consideraciones d e p e n d e n del contexto de inves­
tigación y así apoyan el punta d e visin d e que son asuntos dile-
renlcs a la form a d e un argu m en to inductivo los q u e determ inan
su eficar ia. O tro factor ¡tn p m rjn ic es la re presentad vidad d e las
muestras m encionadas antes, en las pp. 54—56, y p o r supuesto
c'íUa va ru r.t a m en udo d e contexto a contexto. U n a inueftni q u e
s-jri» representativa en un contexto tío lo sería en otro, p o r e je m ­
plo cu an d o tenem os una nueva evidencia. Finalm ente, se consi­
d era qu e las hipótesis con las que cualquier hipótesis d a d a com ­
pite d e p e n d e n de la situación en cuestión. F.l argu m en to a partir
ile la evidencia p ara l.t hipótesis (2 ) p u ed e h aber sido eficaz en
una situación en la que la única hipótesis en competen* ia era (1),
Pero eso no significa que tal argum ento sea eficaz en un conit xtu
en el que (4 ) tam bién se incluye en la com petencia.

E f tt a a a m d u eltv a romo c o m p r im a n rxtíota

Concluim os que la eficacia inductiva d e p e n d e d e m anera esen ­


cial d e l contexto e v id e m ia l y conceptual del razonam iento, r o ­
d em os d a r una definición de la eficacia inductiva en térm inos
de la noción de com petencia d e la siguiente m anera: un a rg u ­
m ento inductivo a partir de la evidencia para Li hipótesis es in-
ñ 'l C O N T tN in O V MÉTODOS DE LA MIjQSOH a

ductivam cntc eficaz si y sólo si la hipótesis es aquella que, «le todas


tas hipótesis en com petencia, tiene la m ayar p robabilid ad d r seí
v e rd a d e ra sobre la líase de la evidencia. Así, el q u e una hipótesis
sea razonablem ente v erd a d e ra si lo* enunciados d e eviden ría son
verdaderos, está d eterm in ad o p o r el hecho d e q u e esa hipritcsu
sea la más p robable con hase en la evidencia co m p arad a con a q u e ­
llas con la« q u e compite.
L a conclusión q u e hem os alcanzado nos p ro p o rcio n a u n a m e­
todología p ara p ro b a r la eficacia d e un argu m en to inductivo.
Frente a un argu m en to inductivo uno d e b e rla plantear dos p r e ­
guntas derLsiva.Hr

1. ¿Con qué enunciados com pite la hipótesis del aigum ento?

2. ¿Es más p ro b a b le La hipótesis q u e todas aquella» hipótesis


con las q u e compite?

Só lo si es «firmativa, Ir respuesta .1 la segu n d a p re g u n ta p o d e ­


mos considerar q u e el argum en to es pilcar. M ás aún. 110 hay una
pru eb a m irm iátira o una regla form al p o r la cual u n o d¿ una
respuesta a cualquiera d e c r U i preguntas. í’ani resp o n d er la pri-
m era dehem os hacer uso d e todo» las rccuncos intelectuales a
nuestro alcance. Kl fi arara al considerar a lg u n a com petidora p a ­
ra u n a hipótesis p u ed e llevam os a aceptar alg u n a hipótesi* q u e
sea totalmente irrazonable aceptar. Sin em bargo, si hem os bus-
. .«do diligentem ente una com petidora, y con la c ra d o con serie-
d a d la p robabilidad d e cada una, entonces podem os, en Inrma
tentativa, considerar un argu m en to i mi 11 d iv am en te eficaz cu an ­
d o la conclusión es la más p tobablc en tre todas las com petidoras
q u e podem os concebir.
la u c a r una com petidora más probable p ara refutar la eficacia
inductiva es com o buscar un contraejem plo p a ra refutar la vali­
dez deductiva. ÍS'o en con trar un contraejem plo no p ru e b a qu e
no haya ninguno. D e m an era similar, no en con trar u n a hipótesis
com petidora más p ro b a b le no p ru e b a qu e no haya n in gu n a M ás
aú n , estos m odos d e refinación no son más efectivos q u e la p e r ­
sona q u e los em plea. I'or último, p ara decidirnos a aceptar un
argu m en to com o deductivam ente válido o inductivam ente eficaz,
n o vam os a d e p e n d e r d e 11 mgiiti procedim iento autom ático, sino
d e nuestra inteligencia c integridad. Esto no es un delecto. T o d o
el p ro g re so en La ciencia y en las h um an idades d e p e n d e en ultim a
tL JE Jtd C lO S 65

instancia d e este» elem entas. N o hay m etodología q u e trascienda


o an u le el intelecto hum ano.

EJERCICIOS

1- ¿En qu é consiste un argumento? ¿Qué f i un aryum ento válido?


¿Qué es una form a d e argumentación válida? (C ó m o se deriva un
argum ento válido d r una Forma de argumentución válida? ¿Qué
es un argum ento sólido?

2. Considere los siguientes u g u n ie n ia :

La v a lid o no t im r importancia. U n argum ento puede tener


premisas bisas y seguir siendo i lid o. D r hecho, puede tener
premisas falnu y conclusión falsa y seguir siendo válido. Por
lo umro, no hay relación entre verdad y valiilí 7 Asi. « * vr q u f
b validez es im rlevam e para la verdad y por lo u n to para la
investigación filuBÚfica.

¿C óm o respondería a este argumento? ¿Cuáles son los enunciados


c o m e t o * del argum ento y cuáles loa incorrectas'

3. ¿C óm o sirve el t n í M o d e l contraejem plo paro probar la invali­


dez? ¿Par qu é un c u n ir» ejem p lo muestra que un argum ento es
inválido? '.V e r qu é un a r g u m e n t o « válido ai n o tiene conlraejnn-
p k »? ¿Qué procedim iento se p rop on e para decidir ai se acepta o
n o que un argum ento es válido? ¿Cree usted qu e a un procedi­
m iento razonable? IP n r qué?

¿Qué es un argum ento de petición d t principio? ¿Por qué debe


evitarse?

5. (P u ed e un argum ento inconsistente tener una conclusión verda­


dera? ¿Por qué? ¿Puede un argum ento inconsistente p ero válido
tener una conclusión verdadera? ¿Por qué?

6. Considere el siguiente argumento:

T c ú u i y teólogos han ofrecid o cierto num ero de argum ento*


para probar la existencia d e D io» Sin onburgo, ninguno de
éstos e » «insistente AI gim e* tienen premisas falsas y otro* son
inválido*, p ero lod cs tienen uno u o tro d e esto* defectos Por
lo Lanío, podem os concluir válidam ente que Dios no exisir.

:Ea sólido este argum enio? CPar qué? Supongan» < que toden leu
enunciados que p r ifc d m a la conclusión son verdaderos, ¿seria
sólido el argumento, en vista d e esa suposición? ¿Par qué?
^ n M T F V U lO V M É T O D O S D i LA F IL O S O F ÍA

7 ¡HJué h 11 ti m u ni w rto ló g ic a m e n te im posible? ¿ Q u é es un en u n -


ctDfio l ú j i a t n r n ie n e r a a r io ? D e q u é m j n m están ir b i'ia r u ir ia t
c s ta i dos tipos d i cnu n cLldu «? ¿Q ue tip o d e e n u n c ia d o es c o n ­
tra d ictoria y cuál a nal fi ico? ¿ C ó m o p u e d e usarse una dcfin icóci
puri) m ostrar q u e un E nunciado en ig iu m c n lc n r (M J r i o fjn c c s
ló g ic a m c n lf im p o iib lc?

9. -Q ué es una definirían infnnNJii ivj? ¿Qué principia d e sustitución


■al á f*m„m]/adt> por una definición Infirm a tita? f C óm o d eb e cali-
tn .i r x l l l prin(ip¡i<r CP ir qué no puede usarse el prim ip¡i ■d e iui-
tituciín camrj p -u rb i |Hira l.i > dcfitLicionCa? íQ u é proccdi mien to
podeifir «a d o p ta r para probar bs definiciones? (C u an d o una d efi­
nición n d r n u iia d '' -I rilplia y cu; Iidu dem asiado rrduricia? ¿Pue­
d e tina definición tcru’r w t n* dos defctfoti? ¿Cómo?

'Q t i f n un i iJ d 'm k iá i a iip u L q * i ? : P o rq u é na puede rcchazarK*


uiui definición rui|.u!üiiia iwcdmnic un com racjrm plo? ¿Cóm o
puixic itScirsr mu] una definiciion G tipulaiiva p ira producir U Fa­
lacia d e la i rdcFinn ion? ¡Fu q n f iu n s fc e esa Falacia y cóm o debe
lr*rar*er

10. cXJuc es una m n ir a d ir n ili ¿R ir qué no lodas tas contra-


diíVuiiiM Mjn contra diríicmes formales? ¿Cóm o es una definición
t^ue3e emplea p;ira redw dr una contradi«: ¿ m a una contradicción
form al" ¿Es pasible una redurrión similar a i el aü ú de lu* enu n­
ciados ¡mídítircM? ¿Cómo?

t 1 C o n s id e re e l siguiente argum ento

/Uguitis personas sontirnm que H uxÚtlismD es un sistema que


ayuda a k »p o b re s . Sin em hargotr| signifirodudc Li p.tlabra 'io -
-.ialwtuo' es lO U lü líiU rd irerrn lr d e i significado d r la* paLibr*
‘sistcirij queayuda a li k pobres'. í'cir lo tamo. Ls prim era p.ila-
br.i no t; fi< re a b misma una que d últim o gru p o d r p j ti Cuas..
Podemos, pues, ain clllir que el socialismo no d un i|i|( nu q u r
ayuda a los pobres,

(Cual es e l p ro b lrm a Con d r argu m en to? ¿L d u n c ió n q u e ettl-


p i r u con la e x p re s ió n 'por lo u n to * te sigu e d e la orm iiún qu t1la
p reced er1 ¿Por qué?

12 ¿C o in o « e d r f i r if la palabra 'im p licó'? ¿ Q u r [orinas alternativas


hay para d e fin ir esta palabra? ¿Por q u é lod as esLas d td im c ia n a
son equ ivalen tes?

13 ¿Qué es un c ti uní lado a f n v n ^ ¿Qué es un enunciada a p osU ñ on ?


¿Son to d i» los enunciad™ apóstriion em píricam ente verilicablca o
EJERCICIOS 67

c m p i r k i m c n lr falsablrs? i Por que? N a o lv id e dar e je m p lo s pura


a p o y a r sus p u n io s d e vista

H ¿Q u ¿e* un ..rcurtiíaiio inductivo? ¿C óm oted istin gu e ti inducción


d e la deducción? ¿Cóm o *e d efin e la eficacia inductiva? ¿C ó m o sr
diferencia de |j validez?

15 ¿Cuáles san las dos formas d e argum ente» inductivos atadcFtirrn


[|uc Ittv jn a concluüiones inconsistente*? (C á fflb surge la incoa-
sistemia? ¿El principio d e la no conjunf ívidad del argum ento in­
ductivo nos repunta para evitar la inc-orvsistcnru? ¿Por qué?

10. ¿Qué íiicoru-incncia se baw en uiia consideración d e sorleus? ¿Que


prueha la inconsistencia respecto d e La eficacia d e las formas argu­
mentóles inductivas?

17. ¿Cuál q la importancia del concepto d e competencia para la e fi­


cacia inductiva? ¿Cóm o ilustra el problema d e la explicación de
la existencia tic Itrs neres hum aras la importancia del concepto de
com petencia para r l rajnnam ienlo inductivo?

18. ¿Q ué m étodo nr p ropon e para probar U eficacia d r l argum enta


inductivo? ¿Cóm o están los conceptos de competencia y probabi­
lidad incluidos rn el método? ¿Cóm o puede desaprobarse la e fi­
cacia inductiva?

19. C onsidere el argum ento siguiente'

1,0 que importa en filosofía es que uno lo g re la verdad. Si su


opinión es verdadera y correcta, entonces poco importa ni pue­
d e defen der la con un argum ento o un.i réplica al argum ento de
otros. FV>r o tro lado,si su opinión es falsa, entonces *ólo estará
ajustando sus errores para defender > > opinión con argum en­
tos y atacando los aigumentcai d r personas con mayor claridad
d e pm saim etiia que pu w rn la verdad Asi. r l argumentu tí»
«•relevante para la investigación filosófica.
Discuta c ite argumento,

20. ¿Se ha ca ra cterim la adecuadamente la noción d e competencia


que se presentó en el lexio? ¿Pueden los enunciado« analíticos
com petir ron |ns enunciados cfXitingenies? ¿Pueden competir los
enunciados autocontradictarios? Si dos enunciados com pilen rn-
iré sí, ¿deben estar relacionad™ el uno con el otro d e alguna m a­
nera?, por ejem plo, ¿deben ser lógicam ente incompatibles el uno
con rl o tro o lógicamente mdt'pc-ndimti-s el uno d rl otro?

l!f C o n s id e re el a rg u m e n to sigu ien te


CONTENIDO Y MÉTODOS DE LA FII jOSOFIa

Podría d eíirsc que U explica cV>n d e La eficacia inductiva des­


crita cu d ic x id sucumbe ta m b a r a la paradoja del s a rto j La
razón r t ésta: piense en un sorteo d e i 00 holeto* y considere
que sr sata un prim er boleto. Par re m a que loa enunciadas "E l
prímcT boleto qu e sesaque serf et ganador" y “ El prim er bok'to
que se saque no será el garu dar'' compjt -n el una con el curo
t W la presente explicación de í d c i m c t i inductiva e C cu , con-
cluiríam o« que es razonable aecpU r la última ya que, con hsse
en la evidencia, es m is probable qu e su com petidora. Prr o obte­
nemos un resultado sim ib r >t i msr lonim os el segundo boleto
que salga: el enunciado "E l boleto con el núm ero 2 no será el
gan ador" es m is probable qu e su com petidor, a sabcr( "E l bo­
leto con el núm ero 2 ser» el ganador". L o mismo será verdad
de cada uno d e los 98 enunciado* rota n tes (“ El boleta can el
núm ero 3 n o será el ganador,. , ", "El boleto con d núm ero 100
n o icril el ganador"). C id a uno es m i i probable que llt com ­
petidor. a saber, el enunciada d e que ene boleto específico será
el ganador Asi, parecería que ya qu e es razonable creer cada
uno de estes 100 enunciados individuales, también es razona'
ble creer que ningún boleto »en* d ganador Esta conclusión,
sin em bargo, es contraria a lo q u e podem os asumir com o parte
d e lü evidencia, a saber, que es un sorteo justo qu e tendrá exac­
tamente un ganador.
F,Vfliúc este argumento. ¿Acaso m u a lm que la explicación d e e fi­
cacia inductiva introducida en este capítulo es defectuosa? Si es
aat, 41a explicación puede srr reparada?

Parecería posible, para m is de un enunciado entre todas la« que


com piten respecto d e alguna evidencia, que resultara *er mas prv-
bable que todas lew dermis com petidores. ¿Es a t e un problem a a]
qu e a necesario enfrentarse' ¡C ó m o debería ser tratado li fui ,1
un p rob lrm i?
II

E L P R O B L E M A D E L C O N O C I M I E N T O Y EL
E S C E P T I C IS M O

H ay m uchas form a» y variedades d e escepticismo. I a filósofo «


escéptico respecto a cierto tema si niega q u e Li gente conoce lo
qu e ésta com únm ente dice qu e conoce. Por ejem plo, la m ayoría
d e las personas su p o n e q u e a d q u ie re conocim iento p o r m edio
d e los sentidos. S u p o n e q u e ve. toca y siente objetos, oye, h u ele y
saborea cosas y que, p o r m edio d e esns percepciones sensoriales,
obtiene conocim iento d e los objetos percibidos. A u n a d o a esto, es
típico s u p o n e r q u e las personas perciben las cualidades sensoria­
les d e las objetos v q u e m ediante esta percepción a d q u ie re n co­
nocim iento d e tas cualidades sensoriales. Así. una p erson a q u e no
es un escéptico sostendría, *j estuviera m iran d o en este m om ento
mi mesa, q u e e n ella ve u n a mitquina d e escribir y, basándose en
q u e la ve ahí. q u e sabe q u e huy una m áquina d e escribir sobre
la me i Adem ás, insistiría en q u e ve el color gris d e la m áquina
d e escribir y, con b:tsc en esa acción d e ver. que sabe tanibión
q u e b a y u n a m áquina d e escrujir gris sobre la mesa. En otras p a ­
labras, sostendría haber obtenido conocim iento d e la existencia
d e la m áquina d e escribí) y d e una d e sus cualidades sensoria­
les. con base cu su concepción visual, pero m uchos filósofos han
sido c s c lp ik o s en el sentido d e q u e lian n egad o q u e la* p ersonas
conozcan in d u ra hechos ian com un es to m o éstos.

L o s MOTIVOS DEL ESCEPTICISMO

M u v bien p od ríam os p re g u n ta r q ue motivos p u ed e tener 1111 filó-


io fo p ara n egar qu e conocem os lo q u e pensam os qu e conocem os.
1 a motivación más d i r t x u su rg e d e la teoría y la especulación.
70 EL PROBLEMA PEI. CONOCI M] ENTÜ V EL P-SCÍ. m ClSM O

C u a n d o u n a investigación filosófica lleva ni filósofo a conclusio­


nes que entran en conflicto ro n ln q u e las person as co m ú n m e n te
dicen conocer, aquól se in d i ti.ira a e d ia r a b ajo las a firm ar iones
adversos p a ra a h rií paso a esta teoría. platón fue un filósofo e s­
peculativo q u e llegó a la conclusión d e < ju e la realidad el objeto
pro p io d el conocim iento, no consistía en lus o b je to s q u e a p re h e n ­
d e m o s con nuestros sentirlos, sin o en o bjetos inteligibles a p r e ­
h e n d id o « p o r m edio del iniclecto.* listos objetos inteligibles in ­
cluían lo s o b je r o s d e las m ate n u i l j a i s — m iniaros, tri.m gy lark M d y
co n g ru e n c ia — , de la m ora! — justicia, bo n d a d y h o n o r— . y o tro *
elem entos igiuduiciiLc abstractos. A rg u m e n ta b a 4 11 c esos objetos
intcbviblcs e ra n constantes y eternos, en contraste cmi lus o b je ­
tos tic U e x p e rie n ria sensorial que e-iniLian constantem ente y se
desvanecen K> chazaba lo» ibjeEos tic la e x p e rie n c ia sensorial poj
n o ser aínn som bras tic (a realidad de Ilis (urinas inteligibles, tía
p o r ello que Platón Ucgtfi a ncgai que ten gam os t'u n odm ien to de
objetos sensoriales, L s ln c o m u mesas, estrclLiso in d n w j p, ti líenlas
ile polvo, Su escepticism o fue un in g re d ie n te de sn teoría e sp e -
i Tit.iüi i especio a La naturaleza in tdigiljh itc la re.ilnl.ul
L.l. lu m ias usuales del escepudatm i su rgen a m e n u d o d e la
teut ij i d e espctuiai ión i le. militas. P o r e je m p lo , la luz d e una
estrella distante re q u ie re d e a lg u n o * a ñ o * p ara llegar a nosotros.
Asi qu e n u im o s totalm ente equivocados cum ulo, I ver el cielo en
un a noche clara, pensam os q ue vem os tilia estrella i.il com o es en
el m om en to en q u e la vem os y, en consecuencia, sabem os .il m e­
nos algo acerca de cóm o se ve en ese m om ento. P u ede Set q u e la
estrella ya no exista, y qu e lo q u e vem os ah o ra sea la lu z em an ad a
d e ella bacc b u en n ú m e ro tic aftoi A h o ra bien, K crtran d Kussell,
al reflexion ar sobre este hecho, hizo notar q u e incluso tos objetos
cercanos, d ig a m o s una »illa qu e c s lí a un o» citamos m etros de
nosotros, se consideran tam bién com o resultado d e las on das d e
luz que chocan con el ojo, y qu e esas o n d as lum inusas necesitan
algú n u e in p o p ara viajar d e l objeto .1 la superficie d e l ojo. Por
lo tanto, argu m en taba RusseU, »in d u d a p od em os c.-u.ir rqu ivoca-
tlos *i supon em os qu e cata m u» viendo el ubjeto t d tu m o es y qu e
sabem os a lg o accrca tic cóm o se ve ahura. líl objeto p u e d e sufrir

1 l’ U l A n , HrpúbJúa p p . 1 7 G - - I7<J. !M í? - 5 1 I . ( E j i u i n u m e r o » d e
giiu son leu números m arjiru lr» que cofcuinmenlc ic dan rn lo» texto* iir PL
lAn )
L O S M O T IV O S D f L t i » - t m C I S M O 71

a lg ú n ca m b io a u n en ese c o rlo p e r ío d o <lc tiem p o q u e necesita la


lux q u e e m a n a d H o b je to p^rn lle g a r al ojo. C on secu en tem en te,
es pi.isihlc q u e ahora n o sea igual a c o m o no» parece (p ie ea, Rus-
sell con cluye q u e n o salw m oü si los objetos son d e la fo rm a q u e
parecen , sí ki silla es n e g ra , p o r ejem p lo , o a p a rtir tic esto, sj los
o bjetos q u e vem ns en esie m om en to existen. Así c o m o u n objeto
p u e d e cam biar en el c o n o p e rio d o d e lic in p o q u e necesitan las
oiida^ d e Iiiíc p ara lle g a r a nuestros ojos, d e lii m ism a m an era el
o bjeto p u e d e d e stru irse d e l io d o e n ese m ism o lapso d e tiem po.
E n e n e r aso, una teoría cienuG ca q u e tenga q u e ver con las on das
d e lu/ y f o » la filosofía d e lu* procesos p ercep tu ales p ro p o rc io n a
Lis prcmL*ii¿ p ara I j argu m en tació n escéptica.
O tro e je m p lo d e teoría científica q u e co n d u c e a conclusiones
« í é p i i r a s cíi:í Irisada e n los escritos d e W ilírk l S e lla n . Sellar»
piensa q u e nuestras convicciones d e sen tido c o m ú n se o p o n e n
3 Lis conclusiones r ie n iít if ;« relativas a los colores d e los o b je ­
tos S u p o n g a m o s q u e ten em os un c u b o d e vidrio tran sp aren te
q u e c u a n d o se c o ila cu id ad o sam en te parece ser rosa d e lad o a
lado JV>r lo comrt.fi, c o u s id e ra r ¡am os q u e el c u b o es un cu bo Ito-
lljo g ín c o S egún S elláis, < sto n o es asi. La ciencia nos d ice q u e el
cu bo está h ech o d e áto m o s, los q u e son incoloros, d istribu id os en
espacio y u em p o . C o n s id e r a d o en el nivel atóm ico, no hay ea «tc
terísiica d el c u b o q u e d ig a q u e fotc es h o m o g é n e o d e lado a lado.
A causa del p o d e r exp licativo d e la ciencia, S e lla r» concluye q u e
d eberíam o s aceptar la teoría atómica y rechazar la idea d e q u e
e| cu bo es h o m o g é n e a m e n te rosa.* D e esta m anera, C ellar» lle­
g a rla a rechazar Iíh afirm aciones d e conocim iento con base en el
se m b lo c om ún q u e h a b la ría del color h o m o g é n e o d e los objetos
I sit u n o d e a c u e rd o o no con csto> argum entos, ellos ilustran
un rasgo fiindaitienial d e la m ayor parte de la filowfÍH del es­
cepticismo, a saber, q u e ésta recibe su m ayor ap oyo tic la e s p e ­
culación id a c iu n a d u co n otros asuntos- M en cion am os las teorías
científicas y filosóficas q u e guiaron a los Glósofos p o r el sen d ero
d el escepticismo. IV m tam bién las teorías religiosas h an evocado
m aquinaciones « j ópticas. I n fundíim enm lista, □ cu alq u iera que

• ElriIi.iikl Ruifirll, The ,4iuJutt of Afinii. Alien k U h iin . Lom lirs, 1021.
pp 1 2 í-tñ 0
1 V r illt iií I''. K c l L i n . . f c T j r h i Ptir/prton, and M d v . H u m a m U fs . N i j t v j Y o rk .
tíMS. pj), 'JS-29,
72 El. PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO V « - ESCKFnClíMCi

crea c b hi revelación d e la verd ad m edíante Fuentes sobrenatu-


mies, p u e d e llegar a rechazar las afirm aciones d e sentido com ún
sobre el conocim iento, flor ejem plo, si creem os, con liase en la
interpretación bíblica, que la tierra só|n ha existido desde harc
unos cuantos miles d e añas, tendrem os q u e rechazar, p o r mor
d e Id fe, esos supuestos q u e Li m ayoría d e la g c n ie cree conocer,
según los cuales la tierra ha existido d esd e hace m illones d e años.

F.scfpttcmrw dogmatismo

Sin em b a rg o , el escepticismo es im portante c u an d o se le consi­


d e ra independientem ente d e esas teoría» q u e sirven p a ra los fi­
nes d e la especulación filosófica, científica o religiosa, va que hay
posibilidades d e q u e el hecho d e ser o no escépticos influya en la
m anera en q u e disertem os c investiguem os sobre la verdad. Si un
h o m bre dice que sabe la respuesta a algú n p roblem a, y luego no*
d ice k> q u e sabe, su afirm ación en el sentido d e q u e lo sabe tiene
p o r objetiva d a r p o r term inada la discusión del tema en cucstión.
Si nos pregu n tam os si todos los líquidos se e x p a n d e n cu an d o
están congelados, com o lo hace el agu a, o si se trata d e u n a ca-
r.icuírísuai especial de| agua, y algu ien afirm a saber qu e se trata
d e una característica especial del a gu a y q u e los otros líquidos no
se com portan d e m anera sañilar, ese alguien está haciendo una
afirm ación cuyo fin es d a r p o r term inada la investigación de ese
problem a, A m e n u d o d am o s la bien ven ida a tal liberación de la
¡n eerridum bre epÍM ím ica. p e ro vale la p en a pregu n tarse si tal li­
beración d e la d u d a es siem pre saludable d esde el punto d e vista
filosófico. U n a vez qu e se ha a d v e n id o q u e una afirm ación de
conocim iento tiene una intención conclusiva, podem os volver­
nos razonablem ente cautos sobre la aceptación d e tales a firm a ­
ciones, IV m anera sutil, cales afirm aciones .son dogm áticas. N o
es cotmin considerar Lis dogm áticas, al menos no en cuestiones
m un dan as peto, una vez q u e tratamos con cuestiones fu n d a m e n ­
tales, d o g m a y conocim iento vienen a estar inextricablem ente en»
trcla¿ados fo t ejem plo, cu an d o a la m ayoría d e las personas se
les p re g u n ta qu£ consideran un dogm a, inm ediatam ente m encio­
nan esas enseñanzas religiosas d e la h dad M edia en las que, m e­
diante la autoridad religiosa, se resolvían tudas las cuestiones de
naturaleza gen eral, así com o m uchas mAs especificas. I*or e je m ­
plo. eran d o gm as Ioü principios básicos, tos relativos a tos d e m o -
U K MOTIVOS DEL ESCEPTICISMO 73

mus. la posesión d c in «maca y rosas relación .idas Se decía q u e


esto se sabia p o r rcveUnión. Se consideraba que la revelación era
la fu c n lr ú ilin ia d c conocim iento, fo to ilustra un aspecto básico.
N ii csiras suposiciones fundam entales. las que dam os p o r ciertas
autom áticam ente y sin concederles un m om ento d e reflexióu, in­
fluirán en lo qu e pensam os que sabem os y en la m an' ra en q u e
pensam os q u e lo sabemos. Nuestras convicciones respecto a la
fuente de conoc ¡miento, es decir, respecto a cóm o es q u e sabem os,
son un p ro b le m a d e d o g m a . K.n cierta ¿poca, creer q u e el conoci­
miento p roven ía d e la revelación constituía uú d o g m a . U n a p e r­
sona q u e acepte tal d o g m a p o d ría pen sar qu e sabe q u e alguien
esta poseída p o r el d em o n io cu an d o presenta las alteraciones en
mi person alidad y e n su conducta que- caracterizan a una posesión
dem oniaca, Si partim os d e suposiciones distintas, negarem os que
lal p e re o n a e x p e u m e n ta una posesión dem oniaca. P erú es im p or-
lantt a d v e n ir cuán dogm áticas son nuestras afirm aciones. E m p e ­
gamos con una suposición d ife rc m c , d ich o crudam ente, d e q u e
la ciencia em pírica es la fuente d e conocim iento y, u n a vez a d o p ­
tado ese d o g m a , rechazam os esas afirm aciones de co n o cim icn i»
basadas en mi posiciones rivales.
En sum a, cada p e rio d o d e la hi*ioria intelectual tiene algún
d o g m a q u e en cu- m om ento no es con siderado com o tal, « n o sim ­
plem ente cohk> a lgo q u e es rv td m u D a d o q u e Lis personas bus-
i an tilx'rarse d e los razonam ientos y d e Lis justificaciones inter­
m inables, se agarran d e algú n p rim a r principio o d o g m a básico
afirm an d o d e ahí en adelante q u e es algo q u e saben q u e es ver­
dad ero . Si la revelación religiosa Fue el d o g m a d e l pasado, el e m ­
pirism o científico es el d o g m a d e hoy, Fu un esfuerzo p o r e n ­
tender el d o g m a que autom áticam ente asum im os com o conoci­
miento, em p ren d em o s un estudio del escepticismo e n relación
con los sentidos. S u p on em os q u e p o r m edio d e nuestros senti­
d as sabem os d e la existencia y d e las características d e los objetos
q ue percibim os. Q u e la percepción y la creencia perceptual son
Tucntes d e cohueimientes es algo d e lo que nunca d u d a el h o m ­
bre d e ül calle, el hom bre o rd in a rio t o n sentido com ú n Pero
hem os M igeridn que el hom bre o rd in a rio es dogm ático, \sum e
dogm áticam ente g,us creencias perrcpiuales, muchas de Lis c u a ­
les -constituyen en alg u n a m edida cu no imten i o. D ebem os co n ­
siderar en qu¿ m edida ¿ti£ afirm aciones tienen mérito. Poi n ira
p.irte. au n si el csccpiinfolio respecto a loa sentidos im pera en
7-1 ti. PUOIILV-MA P I LC O N O C IM IIN TO Y tLlLSCF-PT ItlSMO

la actualidad, es preciso q u e no veam os en esto algo desconcer­


tante. Si acaso resid íala qu e nuestras afirm aciones usuales acerca
del conocim iento no p u e d e n garantizarse, es decir que. estric­
tamente hablan do, no sabem os la q u e dreim os y creem os saber,
d e esto no se sigue d e n in gu n a m anera q u e la mayor parte de
nuestras creencias son equivocadas L o único q u e se sigue es qu e
el term ino dogm ático d e la investigación in corporado a micsLtas
afirm aciones sobre conocim iento no constituye una garan da. Kn
este caLsu, la invratigación de la verdad d eb e considerarse más
com o u n a b ú fq u c d a interm inable que com o una investigación li­
mitada. Cditid ya lo sugerim os, no hay n ad a innoble y d escora­
ra n ad o r en la idea d e q u e la investigación tiene siem pre limites
abicim s. C o m o htmua sc iijla d o , lns antecedentes históricos ya
han su g e rid o ral concepción

U n nnútiiis d d túnociwienhi

A n t r s d e e x a m in a r los argum entos del escepticismo, y e n particu­


la r los relativos :d conocim iento perccptiial, debem os con siderar
brevem ente Jo q u e se q u iere decir cuan do se afirm a que una p e r ­
sona co n o ff algo. A l tratar d e d e fin ir esta noción, considerarem os
eJ p ro b lem a desd e la perspectiva d el sentido com ún, internando
q u e nuestra dcG m tión s e ajuste a nuestro lis o o rd in ario d e la p a ­
labra. y sólo después plantearem os la pregu n ta respeíto 3 si son
g a ra nlíza bles nuestras convicciones d e sentido com ún sobre es­
tos asuntos. N o hay n ada incierto en o t e procedim iento. N u e s ­
tra estrategia consiste en em pezar d efin ien d o el conocim iento
d e ac u e rd o co n las suposiciones del sentido com ún. Después de
plan tear esta concepción d el conocim iento, c e n t r a r e m o i nuestra
atención en tas afirm aciones del escéptico. Si se p u e d e construir
uu Argum ento escéptico sólido con base en esta concepción del
conocim iento, entonces el escéptico h abrá m ostrado que no hay
conocim iento en el sentido ordinanu de La palabra Si lo hiciera de
o tra m anera, el escéptico correría el riesgo d e defin ir el conoci­
m iento d e u n a form a especial q u e conviniera a sus fines, y así se
le acusaría d e com eter U falac ía d e la redefinición.
Entonces, ¿qué .significa decir q u e una person a conoce algo?
P ara contestar claram ente esta p re g u n ta p rim e ro tenem os q u e
especificar d e m anera más precisa q u é se está p re g u n ta n d o , ya
l.CK M c m v o e DEL ESCEPTICISMO 75
q u e bt p alabra 'conocer'* tiene g ra n v ariedad d e usos y significa­
do s diferentes. Por ejem plo, se p u e d e decir q u e una p e rs o n » »abe
ju g a r golf, tam bién se p u e d e d e c ir q u e conoce P a rlí y. finalmente,
se p u e d e decir que sahe q u e la U m vcrisd ad d e San M arco* es la
imis antigua d e l hem isferio occidental t i últim o uso d e la p a la ­
bra 'conocer' es el q u e está relacionado más directam ente to d la
verd ad y es el objeto usual d e la crítica escéptica. Decir q u e una
p erson a sabe q u e la U n iversidad d e San M arcos es la más antigua
d el hem isferio occidental equivale a decir que sabe que es vrrda-
Aera qu e San M arcos es la universidad niás antigua del hem isferio
occidental, liste u p o d e conocim iento tam bién se llam a teórico o
discursivo. Sin em bargo, el rasgo distintivo d e tal conocim iento
e\ q u e su objeto es Li verd ad : es el conocim iento d e la verdad-
C o n io verem os, el escepticismo afirm a q u e algo, acerca d e lo cual
casi toda la gente su p o n e co m ú n m en te q u e sabem os q u e es v e r­
d ad , es en realidad a lg o cuya v e rd a d no conocem os. Thl conoci­
miento puede form ularse tanto d ic ie n d o que u n a p erson a conoce
X com o dicien d o q u e sabe q u e X es verdadero, Estas d o s m aneras
d e e n u n ciar afirm aciones de conocim iento son equivalentes. Así,
la verdad es una condición necesaria d e tal conocim iento; si un a
person a sabe q u e a lg o es d e cierta m anera, entonces d elic ser ver­
d a d e r o q u e sea d e esa m anera.
Adviértase que es frecuente qu e u n a p erson a aftrm * saber qu e
alg o es d e cierta m anera cu an do n o lo es. p e ro au n q u e afirm a
tpie sabe, no sabe. D e hecho ig n o ra la verdad. Por ejem plo, si
una persona añ rm ara saber q u e la U n iversid ad d e H a rv a rd es la
m.ls an tigu a d e listad os l 1nidos estaría equivocada, ya q u e eso no
es v erdad, Esa persona no sabe lo q u e a firm a saber. C u a n d o un a
persona está equ ivocada y cree lo q u e es falso, entonces carece de
conocim iento, lie m o s visto a h o ra q u e una condición necesaria
p a ra que alguien c o n o «;a algo es q u e sea verd ad ero . O tra c o n ­
dición necesaria es que la p e rso n a d e b e p o r ío me no: creer la
cosa en cuestión. Es obvio que u n a person a no sabe q u e algo es
v erd a d e ro si m siquiera cree q u e es verdadero, Entonces, ¿po­
dem os sim plem ente igu alar el conocim iento a la creencia v e rd a ­
dera? ¡En lo absolulol Para ver p o r q u é no, considerem os a una

* Pira lo* propOsm» tic o le aptiuli), uidunmiH *u knnar" puf “conocer"


u ‘ u lifr " aicndiendo a lu c n (rn c iii del conlcxlo. es (tcar, como h en español
UniMn k traían de un mío vtrhn, (N. de ha T-1
7G E l . PRU-HiXHA UKI. CIONÍJCTW] EM TO í E L ESCfcíTICIEWO

persona q u e ticpc un presentim iento y cm onees crac que el m ar­


cador 11nal del ju e g o d e fútbol d e la arm ado c o m í » !. m arina d el
p ró x im o año sen* tin em pate a 21. Por oi.ru parte, su p ó n g a n lo »
c¡ue la persona ignoro p o r com pleto el resu liado ele los enJrrnLa-
m ictitói anterioras y otros d alos importantes. Finalm ente, imagí
tiernos que. p o r un m ero r<olpc de Jucite, resulta que esa persona
está en lo correcto Q u e se trata d e un m ero g o l p e d e tuerte se
ve en el liecho He que con frecuencia tiene tales presentim ientos
snbre Jos m arcadores finales d i los juegos d e fui bol, y q u e e;wí
siem pre se equivoca. Sil rreentiji v e rd a d e ra acerca d « l resíllenlo
dt-l ju ego entre Lt arm ada y la m arina no delierfa fu m a r com o
conocim iento. Fue una conjetura a fo rtu n a d » y nada más.
■¡Cómo m distingue el conocí míen lo d e ía m era creencia ver­
dadera? 1j m ayoría d e I™ filósofa*, incluyendo a los escépticos,
han arj;m ttcm ..d > qu e el (pie la creencia veril atiera sea con side­
rada com o conorím lento d e p e n d e d e q u e M nta JfuiüBíkarión tiene
la person a para creer en lo q u e cree. L a person a ípic tiene una
creen ría v erd ad era sobre el ju e g o entre la arninda y la m arina do

tiene jii^tiñcaciún a lgu n a p a ra creer lo q u e cree, ya que en reali­


d ad no tiene ni ra jó n ni justificación para creer q u e el m arcad or
será un em pate a 21 f’o r otro lado, u na persona q u e ve el ju ego y
escucha el sil balen final q u e indica la term inación d e! ju e g o , está
absolutam ente justificada p ara tener tal creencia y p o r lo tanto
sabe q u e el m arcador final es d e 21 p ara cada equipo. Así, p o ­
dem os asum ir qu e \ina persona carece d e conocim iento a m enos
q u e tenga justificación, y d e hecho plena justificación, p ara creer
lo q u e cree. Adem ás, lo q u e p o r lo g en era! determ in ará qu e una
p erson a tenga la suficiente justificación p ara su creencia es la cali'
d a d d e la evidencia q u e form a la base d e su creencia. La evidencia
d e la person a q u e está en las grad as viendo el ju e g o es totalmente
ad ecu ad a, mientras q u e la evidencia d e la person a que conjetura
es m ínim a.
Se requ iere un rcquisiio más. U n a person a p u e d e estar total­
m ente justificada para creer lo qu e cree aun cu a n d o esa justifi­
cación esté basada en alg u n a suposición b i s a / Por ejem plo, si
u na persona estaciona sil coche en un estacionam iento público

* Edmund Ge lije r. “ 1*1 uauhed Truc B rlirf K n iiw lrtl((t?“ . .<fuifou, Vol. 33
(10691, f.p, (2 I-J 2 3
U J S M O T IV O S fflvL t S C e i ' t í c i S H ü 11

d u ran te unas cuantas huras, riene so b rad a justiüratióii para asu-


nnr. £Hiitida regresa p o r su c arro y no observa ninguna alteración,
q u e el m otor d el coche sigu e d en tro d el cofre Jv>r supuesto, si a l­
gu ien ha Tobado el m otor mientras el d u e ñ n del coche no estaba
ahí, entontes su creencia de q u e hay un m otor den tro d el cofre
u o a k iu iz a aseT conocim iento sim plem ente p o rq u e n o c s verd ad
e|iic el m otor esté ahí. N o obelante, im aginam os que desp u és de
r<A)pido el nuilor. un am igo lle g ó y al notar q u e se lo habían lle ­
vado arregló, antes d e (jue el d u e ñ o det coche regresara, q u e le
punieran otro m otor p ara rem plazar el ro b a d o y así evitar al p r o ­
pietario la angustia de encontrarse con q u e se habían ro b ad o su
motor. Entonces, m a n d o el d u e ñ o regresa, está totalmente en lo
correcto al creer que hay un m otor d en tro d el c ofre d e su carro.
M ás aún, se justifica plenam ente q u e ¿I crea eso. Sin em bargo, la
creencia d e l pro p ietario estará basada en una mi posición fiiLsa, a
vilK-r. q u e el m otor qu e estaba en el cofre d e su carro c u a n d o él
se fue seguía estando ahí. Esta suposición falsa lo lleva a la co n ­
clusión v e rd a d e ra d e que hav un m otor en su cofre, pero la única
justificación p ara q u e crea eso csiá basada en u na suposición bisa.
IVir lo tanto, n o p o d em o s decir q u e la person a sabt q u e hay un
m otor d e n tro d e l cofre d e su carro
D ebem os p e d ir no ji)k> q u e una persona tenga b u en a ju tifi-
carión cii lo que cree, sino también que su jiistifujación no d e ­
p e n d a e itiicv tin u n l* d e a lg u n a suposición fcdsa, d e otra nu n cr. 1 ,
no p u e d e decirse que una person a conozca Lite requisito debe
c»tar articulado d e diversas m aneras P equcrirctn os q u e u n a p e r ­
sona cate totalm ente justificada en creer ul^n con el Dn d e s a l ) «
q u e lo que cree ta v e rd a d e ro , y tam bién qu e su > istíficación no
d e b e ser anulada p o r n inguna suposición falsa.
En conclusión, una persona salic a lg o sólo cu an d o su cre e n ­
cia es v erd ad era, com pleta mente justificada y la justificación tío
p u e d e anularse. U n escéptico que plantea su caso en este m arco
d e análisis de Conocimiento p u ed e argü ir respecto a esas cosas
q u e la gen te com únm ente asum e que sabe (1 ) que ni siquiera
creem os esas cosas. (’2) qu e esas cosas lio son verdaderas: (3^ que
no e r a m o s com pletam ente justiücatlos en creerlas, o (4 ) q u e
nuestra justificación, a u n q u e cúm plela, es an u lad a p o r a lgu n a s u ­
posición falsa d e la q u e d e p e n d e de m a n e n esencial. El p u n to
m is segu ro para q u e el escéptico consiga un m ayor sostén es
la condición (3). Por ejem plo, un escéptico q u e desea d e fe n d e r
78 El. PKOHLKMA 1>KJ CONOI'I M1ENTi i V KL t s f F T H I n Mi >

alguna fo rm a m uy am plia ríe escepticismo, al sostener q u e no


• o W m a s si algu n a d e nuestras i re e n c i:» p e rrc p tiia k » es verd a-
«lera, 'ia u m e n ta rá sobre todo ( p e la condición (S ) del arrfli>is no
q u e d a satisfecha por dichascrcenrias. Por supuesto. 61 p u ed e ios-
tener <]iic indas las croan rías de esa índole non íaLsas, p e ro si c o n ­
cede f|iic' tenem os plena jus(jHicatión en nuestras crcenci.n per-
cepm ales, |c scr.1 sum am ente difícil convencer a sus detractores
dogm át icos d e los n w íritosdcsu escepticismo. Tara pndei m ante­
ner mi posición sería necesario, com o p rim e r paso, qu e a rg u m e n ­
tara qu e u le s creencias no están com pletam ente justificadas.

D O G M A T IS M O V E P IS T E M IS M O

En una p arte anterior d e este se g u n d o capitulo hablam os d e I .»


d iteren tes form as d e dogm atism o y de <1¡Minios dogm as. U n d o g ­
ma, tal comí» usam os el térm ino, es una suposición q u e u n o hace
en form a ¿u l Dirá, sin n ingún intento d e ]iisiUicación reH txiva, y
m íe uno sientu q u e es totalmente evidente, nlgo q u e no requ iere
n in gú n ex a m e n serio. 11n d o g m a sem ejante sería la suposición
i licuestionada. con siderada com o totalmente evidente, d e q u e nl>-
(r jiíin o s co tiíx im ic n t» ( le la evistenria y d e tas t a r .u t n fsn< i* sen-
soriulcí d e lus objetos ordin arios p o r m edio d e diversos u p o » de
percepción Entoncci, ai este re s p e iM im d o g m a n ta sen a una p e r­
sona cpie iiieptara csia aupram ¡ón »iti lii estío ni) une ni o i y la c o n ­
siderara com o Eutalineiiie evitlenic, to m o a lg o cpic no requ iere
[lingñn ;ipoyo csfH t ¡al
Sin c m lu rg o . no necesarunlíente es dogm ática nn*i person a
{p ie acepta la afinimcióiii d e que nhl crie titos conocim iento d e los
objetas a m u i r d e l.n percepción, ya qu e tal persona p o d ría ser
totalm ente critica y itrilexiva acerca d e esa suposición y d e he­
d ió jwisíener qu e hay buen;is r u o n e s para s<»tcncrla o aceptarla.
A cu n em os una nueva palabra para el tipo de person a pie lio es
pro p iam en te dogm ática con rrla> ion a este asunto. D irem os que
ii ti r p iittm tia (e-pis-J/w-isui) respecto del conoí ¡miento pereep-
tual es aqu el q u e no sólo acopla la afirm ación d e ipie obtenem os
conocí m iento m edíanle l.i percepción, sino quien lam hi^n piensa
q u e hay m uchas buenas razones en favor d e esa afirm ación El
escéptico, en contraposición, insiste en qu e hay buenas ra/^nes,
y d e hecho m ejores, p ara negar t.il suposición. E ntenderem os la
siguiente discusión cotilo un intercam bio q u e se da entre el epis-
til. fcaCFJTlClüMv |HtSPFÍírvi Ut LOS SENTIDOS 7a

(enlista y el escéptico, más q u r c n lie el dogm ático y el escéptico.


El d ogm ático ya no es u n o p on en te tan apreciad o com o p o d ría
»ci Ja ese escéptico to ia lm e n lL dogm ático q u e M m plevttiiU supone
q u e no hay cosas tales com o el conocim iento pcrceptual.
U n eptstcmista sostendrá qu e la suposición del conocim iento
pcrccptual (la suposición d e qu e obtenem os conocim iento d e los
objetos m ediante la p ercepción ) se apoya en el sentido com ún
t if íe m e . A q u í la klea es q u e la suposición d el conocim iento p er-
re p in a l es un rasgo d e l sentido com ún , p e ro q u e no sólo es eso.
C u a n d o u n o c o m id e ra y reflexion a seriam ente so b re la s u p o ­
sición, y trata d e pensar en consideraciones q ue tenderían a m os­
trar q u e o bien es falsa o bien a] m enos du d o sa, uno encuentra
q u e no b ay consideraciones d e c*Lc tipo. Al no encon trar razones
tales contra la suposición, tras consideraciones cuidadosam ente
reflexionadas, el epistemista sostiene q u e tiene al menos alguna
razón para aceptar la suposición d el conocim iento pcrceptual. El
sentido com ún reflexivo, no dogm ático, constituye el a p o y o posi­
tivo a favor d e la afirm ación d e que a m e n u d o obtenem os con o­
cim iento d e los objetos m ed ían le la percepción

F,L ESCEPTICISMO RESPECTO t)E LOS SENTI DOS

N o s ocu parem os ah o ra d e exam in ar el argu m en to escéptico re s ­


pecto d e la creencia perceptual. AJ hacer eso considerarem os se­
ría y am pliam ente una objeción a una d e las suposiciones más.
fundam entales del m edIb intelectual com ún, a saber, q u e o b te n e ­
mos conocim iento del m u n d o m ediante ta exp erien cia sensorial,
p o r observación y percepción. Las etapas iniciales del argu m en to
p u ed en p arecerle» miste. josas y desorientad oras. Eso es previsi­
ble. C u a n d o nuestras suposiciones y presuposiciones fu n d a m e n ­
tales se presentan ante la corte d e 1a evidencia y encontram os q u e
son inadecuadas, nos sentimos a b an d o n ad o s en nuestra inccrti-
d im tbre u n algo q u e nos apoye. Y entonces, a p esar d e lo con vin ­
cente que p u e d a ser el argum en to, p o d em o s repudian a la corte
p o r injusta. Tal respuesta es al m ism o tiem po natural y Carente
d e garantías. U n escéptico q u e a firm a qu e nuestras creencias p er-
ceptuíücs no llegan a ser conocim iento, no necesita s u g e rir q u e
éstas d eb en ser aban don adas. S iem p re y cu an do esas creencias
sigan siendo más p robables que aquellas con las qu e com piten,
hay razón suficiente p ara m antenerlas. Pero si el escéptico gana
El. l'ROBLf MA DÍ.L CONOCI MI Í-N IU Y F.l. F-'iCKnTCISMO

Ij p o n id a, entornes incluso U*s creencias p e r c p t u a le s m uy ra­


zonables ilclien .sojiencrse con m ente abierta v e x p o n e rle ijcncn
rosam ente a lu rnticít v »1 debate E x p on erla* al escrutinio y si
exam en , aun cu an d o en un principio resulte molesto — com o m

exp u siéram os nuestro p ro p io c u erp o a lu i i lem enro»— pron to se


convierte en una rutina y, adem ás, provee un vigorizante sentido
d e bienestar. C o n estas palabras tranquilizadoras e m p re n d e re ­
mos nuestra investigación sobre d escepticismo con respecto a
los sentidos.
N uestras creencias perceptuales acerca d e lo q u e oím os, to-
1 .11110 Í y ve inris t e basan en la evidencia. Pu ede ser (pie esto no
parezca obvio en un principio p o rq u e tal evideiuta rara vez se
Ibi'mul.t en palabras Por lo com ún no justiGr-inios nuestras
crcen dn s pereep tunlcs - por ejem plo mi creencia d e q u e veo una
m ancann roja cd mi mano— .¡pelatul o a alguna otra creencia o
iiscvcnctón. Sin c m h u i^ ), cm.c> ■ reencias no cnroccn de eviden
fia Es la evidencia no IbrtDtikida de nuestros sctitjfjc*, la e v id e n ­
cia d irw i .i c iiim edLila d e laestimul-urtón sensorial, la que asu m i­
rnos q u e jusülica nuestras rrefctifirti p e r c e p t u a l«. I1t>t ejem plo,
im agín en lo* qu e una persona cree en un d eterm in ad o ntomentn
q u e ve una man/aro* roja- LJor lo general, asum im os que lo q u e
jiuttilKü rMii r re c u d a es La experien cia visual q u e ella liene en
ftic m om ento, La exp erien cia p ciccju iial visual d e una m angana
roja tíjt usual que no fortiiulentos y enunciem os explícitam ente
tal “evidencia". p o rq u e usualm cnte no tenemos razonen para h a­
cerlo. N o obstante, p o r lo gen eral <l .<i i i )Í iiio s q u e esia evidencia
las ocurrencia.* de cxpctknc<as perccpluales d e objetns \ d e sus
cualidades sensoriales, justilica nuestras creencias percepluatcs.
L a cuestión que ahora debem os considerar es si esta “evid en cia“
p ro p o rc io n a total justificación p a ra e^Uts creencias

U n a rp ty v n ln tic é p iM

Volvere tnos a Platón para u n c u i nuestras consideraciones sobre


el escepticismo. C o m o dijim os, Platón negó que sepam os q u e
el lápiz qu e venios es am arillo, o que cualquier cosa observable
icrijjii e no cualquier Arracterística observable. U h argu m en to
presentado p o r Platón p ara d e fe n d e r su esccpticismi fue u n »
b a s ó lo en l.i relatividad d ej observador. S iip o n ^ m i ^ que a lgo
í L E S C E P T IC I S M O K E 5 P I C T O P R L O S l íf -N II tX S S 81

o itíiiiu n mis ó ig a n o s s e ñ o ria le s y q u e veo a lg o rojo. P u ed e m -


ccdcr q u e el objeto tam bién estim ule los órgan os sensoriales de
alguien m is, qu ien ve un objeta d e color diferente, p o r ejem p lo
verd< Im agin em os q u e el objeto de hecho es blanco, q u e hay un
plástico rojo transparente entre el objeto y yo, y un plástico verde
entre el objeto y el otro observador. Si ni el otro ob serv ad o r ni yo
sabem os d e la presencia d e esos plásticos, entonces cada u n o de
noKiUüs p u e d e estar totalmente convencido d e q u e ve la cosa
del color q u e realm ente es. Este ejem p lo más bien m añoso tiene
m uchas im plicaciones generales, ya qu e si pon em os cuidadosa
atención a lo que vemos, se vuelve plausible afirm ar que dos p e r ­
sonas nunca ven el m ism o objeto exactam ente d e la misma m a ­
nera. P o r ejem plo, considerem os un p en iqu e o rd in a rio d e cobre.
Ponga usted m ucha atención a lo q u e ve cu an d o m ira este p e n i­
que. Si el p en iq u e se m antiene inm óvil mientras usted se m ueve,
o si se m ueve mientras usted se m antiene inm óvil, lo q u e usted ve
cam biará constantemente. Asi. c u a n d o usted ve el p en iq u e desde
un á n g u lo será a lg o casi perfectam ente re d o n d o , p e ro si usted k

m ueve hacia otro ludo y ve el pen iqu e d esd e u n á n g u lo más o b li­


cuo, verá ¡tlgo elíptico. D e esta m anera, d o s personas q u e ven el
penique dcade án gu los diferentes n o verán b misma cosa, Estos
son hechos fam iliares d e experiencia pcrceptual. ¿QJtno p u eden
usiirsr p ara servir a los propósitos del estíptico?
EL ejem plo d el penique pu ed e utilizarse p a ra m ostrar q u e al
m enos u n a d e las dos personas involucradas no ve el p en iq u e
com o es. El p en iq u e no p u c d c > e ra t mismo (le m p o perfectam ente
re d o n d a y elíptico. Asi, sí sucede que tos dos personas ijcn cn una
creencia perccptual, u n a con el cfccLo d e q ue vio un p e n iq u e re­
d o n d a y la otra con d c í « U » d e que vio un p en iq u e tlr (orina
elíptica, entonces al m enos u iw d e < lia. estará equivocada. P o r lo
tanto, al m enoa un a d e ellas na sabrá q u e su creencia perccptual
es v e rd a d e ra con base en su percepción. A h o ra bien. |xir ?o g e n e ­
ral las p ersonas fo rm an creencias perreptu ales q u e están basadas
en sus c upe ríe netas p e rcep tu ak a y que co rre sp o n d e n a e lía v Asi,
h person a q u e ve el p en iq u e directam ente d a u lr arriba y qu e
d e acuerdo con ello ve un objeto red on d o, se form ará b creen-
cci pciceptual d e q u e ve un p en iq u e re d o n d o . De m anera sim i­
lar. u n a p e rso n a q ue ve una silla q ue parece verd e se form ara la
creencia perceptual d e que ve u n a cilla verd e. El hecho de que
la p ercep ción sea relativa, d e q u e lo que u n o ve exactam ente o.
8Í* t t m on l e m a u e l c o n o c im ie n t o y e l e s c e p t ic is m o

e n otras palabras. percibe, cam biará con los cam bios d e otros fac-
l jre s diversos (la posición d e l observador, la ilum inación. In con-
d r ion d e l o b s e rv a d o r y cosas sim ilares), basta p a ra m ostrar q u e
sie m p re (|uc sc fo rm u la u n a creencia p ercep tu al, u n o es capaz
d e estar co m etien d o u n erro r, ya q u e ge n e ra lm e n te fo rm u lam o s
creencias p e icep tu ales q u e c o rre sp o n d e n con lo q u e percibim os,
u con ti m a n e ra com u ap a re c e n las cosas en un m om en to d a d o .
la m ed id a en q u e esta últim a siem pre esté c am b ian d o , p o d e ­
mos con clu ir q u e a veces com etem os e r r a re s en nuestras c re e n ­
cia* p e r c e p t u a l» .
Mor supuesto, un cptslcmtMa p u e d e aceptar esta conclusion
c o n ecuanim idiu I I a natural q u e ¡i veces com etam os e rro re s p e r-
ct'ptuíiles Pero no p o d e m o s in ferir a partir tie esto q u e no haya
con ocim ien to [K r ic e p tu a l. Del hecho d e q u e a veres fracasam os
a! o b te n e r conoc im iento «I*-* objeto- m edíam e la percepción,
d i líe ü ilie n l e 3 c sigue q u e siempre fracasam os al o b te n e r tal c o n o -
r in iiic n lo p u r esos medios.
[m ¡i in J rïciu ia p u e d e re to ñ a rs e con facilidad a ñ a d ie n d o una
prem isa perteciam cntc v e rd a d e ra . Puesm q u e con se g u rid a d p o ­
des rn * arnidii qtm.- si una person a conoce algo y q u e , p o r lo u n to ,
eilíi c o m p lu a iiu n te juM ÍÍk.id;» p a r a c reer e n ello, n o es posible
q u e este equ ivocada en su cre e n c ia Si una p erso n a dice q u e cree
algo p e to adm ite que p o d ria estar equivocada, entonces con eso
ha .idrnujcln q u e n o líene plena ju sii litación en su creencia y no
sabt si in q u e tree « v erd ad ero . l>e m anera similar, si decim os
q u e otra pcT>ona podrtn csiar equ ivocada, tam bién hem os a fir­
m ad o qu e ella ra.rece d e to n e » ■m iento acerca d e esa m ateria. I n ­
cluso cu a n d o u n a person a n o cmA equ ivocada, si p u tlirra csiarlo,
e n io iu es ella no sabría si lo q u e 1 rte es verd ad ero , Así. » n a p e r ­
sona sabe a lg o s i lo si p u e d e no esiar equivocada al r recrío
L u im p o it a n d » tic lus conic m a n o s anteriores es indudable^
SeiVilam os q u e a veces !;i creencia p c r c e p u u l d e tma person:! xrni
e rró n e a en p arte p o r la rcLitivuiid de tn percepción. C o n s e g u ri­
d a d en taics casos ta person a no oficie ne conocim iento perceptu al
Esto m uestra q u e es posible q u e u n a person a se eq u iv o q u e e n su
creencia perceptu al Después d e todo, si de hetha a veces la gente
se equivoca cu tales creencias, entonces es claro q u e es pasible (pie
esté e q u ivo cad a acerca d e esas crccrn ias A dem as, tenem os plena
justificación p ara llegar, a partir d e la prem isa d e q u e la gente a
vcccs está equivocada cu a n d o rre e q u e ve (o, en otra» palabras.
m. E s c t r n c iS M i i RF-srFíTm nt: t e * s e n t ii* k

p ercibe), a la conclusión g e n e ra l d e q u e esto s ie m p re es pasible


Yíi q u e. o bien la prem isa d e q u e la creen cia p c rc c p tu a l d e una
jversona q u e p e rc ib e u n a cosa con rierta cu alid ad scn .iblc, i m p l i n
q u e hay u n a casa con esa cu alid ad , o bien n o lo im p lic a C o m o
.1 veces c o m c ic n v » e rro re s en las creencias p e r o p iñ ales d e esta
clase, es o b v io q u e b im plicación n o se sostiene. Si b im plicación
n o se sostiene, entonces b p rem isa d e qu e u n a p erso n a tiene una
< i rcn cia p erceptu al de d e te rm in a d o tipo no im plica q u e b creen
cía p c rccp tu al m a v e rd a d e ra , y, p o r lo tanto, sie m p re cü ni m enos
lúgicam enic pcntibli q u e u n a p erso n a d e b a ten er u n a creencia
p iT fc p tu a l y q u e sin e u ib a rg b creencia e s lí eq u ivo cad a
A l h a b e r c s ia b le d d o l«>s p u n io s preceden te*, p o d e m o s a h o ra
reconstruir el a rg u m e n to d e l escepticism o, S itn ip rc q u e u n a p e r ­
sona crea lo q u e ve en p osible q u e esté equ ivocada. Si u na p erso n a
con oce algo, m ixtures tu.» es posible q u e esté e q u ivo cad a P or lo
tin to , c u a n d o nnn perso n a r r r e a lgo qu e ve, tío lo conoce Esta
conclusión se clrriv» correctam ente d e las p re r u i s « d e fe n d id a s
p reviam en te.
Cor otra parte, el a rg u m e n to e m p le a d o p ata m ostrar q u e n a ­
d ie sabe nu)u<t si un o bjeto ücne a lg u n a c ualidad sensible p u e d e
COnvinten lím e n te g c n e n lia ii< t: p a ra m ostrar q u e nunca n ad ie
sabe si existe algú n objeto sensible. Ya q u e asi co m o a vcccs n o so ­
tros vem os a lg o co m o si tuviera a lg u n a cualidad sensible cu a n d o
n o |;iTiene, asi a vcccs vem os a lg u n a cosa sensible c u a n d o l.i cosa ni
siquiera existe. L a » alucina* iones son exp erien cias d e esta clase
Ll na p erson a q u e sufre Irim u m tirm tn s, o u n a q u e ha to m ad o una
alia dosis ric L 'iD , a veces ve cosas — p o r eje m p lo ratas rosadas —
c u an d o no b s h ay Así q u e u n a person a p u e d e creer q u e lo q u e
ve existe y estar com pletam ente eq u ivocad a en lo q u e cree. V er
u n o tjc to n o equivale a saber que ese objeto existe I na p erson a
q u e %ibe a lg o n o p u e d e estar equivocada.

Itssum m del argum ento. U n a prem isa c b v c d e l argu m en to p rece­


d en te es q u e las creencias perccpiualcs, creencias en lo q u e una
p erson a ve o perc ibe con m a lq u ie ra d e tos otros sentido*, d a n lu­
g a r a e rro re s tanto cualitativo« com o existcnriales. S im plifican do
esta prem isa, p e e m o s ah o ra fo rm u la r un a rg u m e n to p ara el e v
c ep ticism o d e b siguiente m anera:

1 A v etes estamos equ ivocados en nuestras rrcenrins p ereep -


males,
o -i elprublem a D E L C o N o c iM iE p ím y i i

2. Si a venes estamos equivocados en nuestras creencias p er-


eeptuaJea, entonces siem pre en lógicam ente pasible qu e
nuestras t ic e n cita pcrccptuaics sean lahas.

3. SI siem pre es lógicam ente pasible que nuesLrxi creencias


perceptuides sean falsas, entonces nunca sabem os si a lg u ­
nas d e nuestra* creencias perceptualcs san verdaderas.

Par ¡o lauta
■i. N osotros nunca sabem os q u e algunas d e nuestras cree ni « s
p e ttc p lu a lc s san verdaderas.

Esta conclusión se d ed u ce validam ente d e las tres p re in c a que


se a c a ta n d e defender.

O l'jrá á n a tí. segunda, prrm ua

El escéptico lia a d op tad o Ubi iram entc la prem isa

2. Si íi veces catarnos equivocados en nuestras creencias p e r-


ttpruales, entonces siem p re es lógicam ente posible q u e
nuestras creencias percepm ales sean falsas.

En eso* casos en loa que nuestra* creencias p crceptualea ¡ph trisas,


obviam ente es postblt q u e sean Bolsas, pero, ¿eso cóm o p ru e b a que
n< itfn i es posible que nuestra» creencias percepitiales »can Elisas?
Pu ede ser q u e haya algun as creencias percep males verd ad eras
q u e n o pu ed an ser falso*. M ientras n o tengam os olías razones
p a ra p en sar (i J o irá m anera, sin d u d a (encinos justificación para
afirm ar q u e hay Laica creencias percepLuales v erd ad eras y, en con ­
secuencia. p a ra fecha* ar la prem isa (2 ) d e l a rgu m en to escéptKO-
Entonces p o d em o s rechazar tam bién En conclusión cscéptita,

(.Vid réftlico escépiica: ia u ít es la diferencia í

P.i lógicam ente pasible q u e alg u n a creencia pur epiu.il v e rd a d e ra


caté equivocada. C o n frecuencia, cuando u n a persona tiene una
creencia pcrceptual v erd ad era, d ic n » person a n o está en u n a p o ­
sición m ejo r p ara saber si la creencia es v erd ad era q u e cu an d o
su creencia es falsa. C o m o u n a creencia perrep tu al no constituye
conocim iento cuan do es EaL&a, tam poco constituye conocim iento
c u a n d o ca verdadera.
M . E S C E F T IC lN M O » « J U C T O ü £ L O S S E N T I D O S

Para aclarar esta cuestíún supon gam os q u e «los personas mi-


lan a través tic diferentes ventanas, prim era person a dice q u e
hay una esfera en u n a mesa q u e cstd d el otro ludo d e su ventana;
ve <pie la esfera es verd e Ve eso sin im portar d esd e q u í p u n to de
- isla observa las cosa» S u p o n gam o s después q u e la s e g u n d a per-
v ma q ue mira a irtivé* d e su ventana ve y dice ki misma c o ja I as
ít-íw personas tienen cxa c u m c n tc la misma justificación p ara a fir­
m ar q u e 'a b e n que hay una esfera verd e dei otro lado d e sus rcs-
pertivas ventanas I Jna t*t¡l en tan buen a posición p ara saber cMn
com o la otra, y n inguna está en m ejor posición q u e la otra. C o n
seguí <dad la única conclusión corrccin a la que *c llega es q u e
0 anuías personas sallen q u e hay utin esfera verde del ritro latió
d e sus ventanas o q u e n in gu n a de ella* lo valle Sería totalmente
arbitrario, y p o r ln canto irrazonable, decir q u e un.< person a |u
l í i i x y la otra no.
Sin em hargo, es perfectam ente posible q u e u n a d e citas perso ­
nas este equivocada y que la otra no. S u p on gam os q u e la p rim era
p erson a ve 16 que ve p otipie hay u n a esfera d el oirr» lado fie su
ventana. Por <*m> parle, su p on gam os (pie la »e g im d a persona v f
ki t|ue ve jo r q u e se le está en g a ñ a n d o con espejos y dibu jas, y
no hay en absoluto una esfera verd e del otro Lulo de su ventana
Aik-mAs, el en gann está tan bien hecho qu e d e un latió de las ven-
lanas nadie prxíria detectar n in gu n a diferencia con lo q u e se ve
afuera. l„a ún w a conrlusirtn razonable es q u e n m fru n i d e las p e r ­
sonas tiene conocimiento. I na persona está equivocada y la 0 1 ni
p o d ría h aberlo estado.
L o que acallamos de im a g in a ; tiene implicaciones generales
1m agínem os a dos personas q ue ven la misma cosa au n cuantío lo
q u e una d e ellas ve realm ente existe y |n q u e la o tja ve no eviste
l ’n general, las experiencia* q u e u n a pe v in a tiene c u an d o ve
algo que realm ente existe p u ed en duplicarse en tas experiencias
d e otra porsona a la que se esiíi e n gañ an d o . Puesto q u e Lis e x ­
periencias en cuestión p r o p o n intum la única evkten« ia q u e una
p erson a (icne para creer en lo qu e cree, si una person a n o síiIic

lo q u e cree, lo mismo pu ed e pasarle a la o irá Si una eslíl e q u i­


vocada al creer algo, c m o n e o n ira persona q u e tetina una c re e n ­
cia similar, basada en experiencias similares, p u e d e sin d u d a es­
tar equivocada — aun cuando d e hecho no se haya equivocado.
C on siderem os d e nuevo a las d o s personas qu e ven u n a esfera
v erd e a través d e sus respectivas veniana.s. 1.a segu n d a person a
E l. P R O B L E M A D E L C O N O C I M I1 W H >V F.I f « T F , m C l S M í i

está equ ivocada al c rc c rq u e hay una cifcr.i v erd e del otro lado de
su ventana. Esto m uestra <1111 ? la prim era persona, qu e de hecho
no csl.1 equivocada, pod rfa h ab erlo estado. L a »e g u n d a person a
« t o b a equivocada y la prim era n ■ tenía más evidencia a Livor d e
lo qu e creía q u e la q u e tenía la segu n d a persona. Al tener la clase
d e evidcncid q u e tenia, la p rim era persona p o d ría h a b e r citad o
equivocada L a p ru e b a es q u e la se g u n d a person a ifc-nc exacta­
m ente esa claie d e evidencia y estaba equivocada. L n qu e fue de
esa m anera en el p rim e r raso pod ría h aber sido así en el otnc El
a i^ u mentó a tivn r d e l escepticismo no requiere o tra suposición.

E l ARGUMENTO ESCÉPTICO MODIFICADO

Entontes p odem os concluir con una form ulación ligeram ente


m odificada del argu m en to a la v o rd e l escepticismo. Las prim eras
d o i prem isas del argum ento, q u e difieren d e las prem isa* inicia­
les d e l preceden te argum ento escéptico. son las siguientes

L L as experiencia* d c una persona qu e tiene u n a creencia


p ^ irep tu al v erd ad era pu ed en duplicarse en las e x p e r ie n ­
c i a d e una p erso n a cuya creencia p erceptual c se x a c L ím e n ­
te sim ilar p e ro falsa.

2, Si las exp erien cia* d e una persona q u e tiene u n a creencia


percep iu al v e rd a d e ra p u ed en duplicarse en las e x p e r k u
rirt» d e una persona c u y a c re e m ia p e re e p iu jt 1 3 c jcatim ien ­
te -similar p e ro folsa, cuta rices s in n p re es lógicam ente p o ­
sible que cualesquiera d e nuestras creencias pcrccpruíiles
sean falsas.

L a siguiente prem isa es ía mism a q u e en el argum ento .ulte­


rior:

*J Si siem pre es lógicam ente posible q u e cualesquiera d e n u e s­


tras creencias perceptuaíe* sean falsas, entonces nunca sabe­
mos st algunas d e nuestras creencias p e r c e p t u a l« son »e r -
d ad e ra ».

t>c estas tres prem isas p o d e m m d e d u c ir ía conrlusión « c íp iic it :

I N a d ie sobe nunca que algunos d e sus creencias pereep tu ales


son verdaderas.
L * Al.LICI NACIAN V KUCURtilRlNÜ 87

( k m o b je ta n : W p io b U m a d¿ la g r ttfr a íiia c iá n

I I .iigu in en io precedente puctlc c u m io n a rs c sobre la base d e


q u e se obtiene tina conclusión ge n e ra l a partir de u n ejem p lo
particular. Es ciertD que las dos personas q u e tmran a traves de
« i s respectivas ventanas puc ten tener c:isi exactam ente la» mis-
iii.is experiencias, au n cu a n d o una d e ellas está equivocada y la
n ira cstü en lu corrcctc Q u iz á cstu muestre que amlias personas
p u d rían hkiber estado equivocadas y q u e n in gu n a d e ellas conoce
lo q u e cree. Sin em bargo, aceptar n i c argu m en to no sigmíUM
aceptar la conclusión más gen eral d e qu e siem pre q u e alguien
vea algo qu e de hecho sea el caso, sus experiencias p u e d e n ser
exactam ente sim ilares a Lu exp erien cia* tic otra person a que ve
la m ism a ccua, a u n q u e de hecho esté equivocada. Pov c jemplfi
considerem os a una persun.i i|uc sostiene directam ente frente a
ella el o bjeto q u e ve. ¿Cóm o p od rían sus experiencia? d u p lñ a rs e
en I .» experien cias d e alguien que no tiene ante si tal objeto? Si
110 p u d ie ra n duplic.irse sus experiencias, entonces p od ría recha­
zara: Li prem isa ( I ) del a rgu m en to escéptico a n te rio r

O tros a r g u m e n t a s a favor d e i. e s c e p t ic is m o : i a
ALUCINACIÓN Y EJ CF-RFBKINO

Lji cIjisc d e experiencias que u na p erson a tiene cu an d o realm ente


c s ti frente ál objeto que ve en gen eral p u e d e ser idéntica a las
O tpcrkJicias d e u n a persona qu e no está frente a esc objeto. Sc-
fi.ilaiucH en nuestro exp erim en to que am bas personas ven lo q u e
et n q u e es nna esfera verde a u i v a d e su ventana. Mero quitar
l.i vcntan.í, au n q u e p o d ría ay u d ar a esa» d o s peí sonas a descubrir
el truco que se le hizo a una d e c 11.lv, no alteraría la fuerza p rim a-
ña del argu m en to lo d o s nosotros vem os el tuundo a trav¿» d e
la “ventana” de nuestros sentidos y, com o resultado d e ello, una
p erson a que ve ulgn q u e existe p u e d e en g e n e ra l tener la ni i» til a
experien cia q u e algu ien que ve a lg o que no existe

E l arpttntnto basado en tas uiurviutioncs

L a d y M acbeth p ro p o rcio n a el ejem plo mfts claro de lo que esta-


mus tratando de probar. En un m om ento dado, después del a se ­
sinato d e ’ tunean. ella ve sa n g re en sus manos. A dem ás, tam bién
Kí FHODLEMA L1ELCONOCIMÍENTO V I L KSCIX11CÍSMO

sieriLt ta san gre. S u s m anos p arecen estar cubiertas p o r ta san ­


g r e d e i hincan L a d y M acbc^h se vuelve loca P a rle tle s » locura
i-o n s b ic c n v e r y s c n ü r w n g i c c n süí tiianos. Por su puesto, ésta es
nn.n alucinación. Sus m an os csián perfectam en te lim pias. P ero Lis
exp erien cias q u e ella tiene c u a n d o está a lu c in a n d o p o d tía n ser
D ia ria m e n te sim ilares a las ex p erien cias q u e tuvo c u a n d o re a l­
m ente tuvo sa n a re en las m anos. A s í co m o ella p o d ría estar e q u i­
vocada en el últim o m o m en to al c reer q u e había sa n g re en sus
m anos — d e h ech o e^ta e q u iv o c a d a — tam bién p o d r ía estar e q u i­
vocada ;Ü c re e r ta mis mi en m D q ic n k » ¿ m e n o re s. Ln am bos ca-
m ií, L a d y M acbcth tiene Lis tn'^mas e x p erien cias p a ra c reer eso
D esde ti perspectiva d e sus p rop ias - xpericncíaa, ella n o estaba
en una posición m e jo r para c reer q u e había sa n g re en sus m anos
en m om en tos anteriores q u e la po¡¡icion q u e tenía en el ultim o
m om entn. Ja evidencia o b ten id a de la exp e rie n c ia no p r o p o r ­
cion aba u n a razón m ejur p ara crccr eso en un m om en to y no
en el turo En consecuencia, *eriíi arbitrario» irracional y e p ís ie -
mológicít m en team idem ocráticQ s u p o n e r q u e L a d y Macbct h sal»e
q u e tiene san.gr ■en las m n tia sc n el m om en to a n te rio r p e r o n o
en el últim o m om ento.
U n alucinaciones d e este u p o m uestran q u e las ex p e rie n c ia »
que u n a persona tiene c u a n d o v e a lg o qu e existe p u e d e n dupli*
can teen las experien cias q u e tiene c u a n d o ve lo q u e no c xiste. Por
otro lado, adem ás d e ser víctima d e un e n g a ñ o p o r p a n e d e u n a
exp erien cia visual, el su|eto d e Lis alucinaciones p u e d e tam bién
ser victima d e un e n g a ñ o p o r parte d e la exp erien cia táctil, así
cotno p o r la e ¿ponencia d e los otros sentidos. Podem os im agin ar
que una vez toca. I-ady M acbcth no sólo ve, sino q u e lam bían
siente y huele la sa n g re en sus m anos, a u n q u e en ellas na h a va
nada. Tal alucinación es com pleta y sistemática respecto a iodos
los sentidos, A diferen ¡a d e la alucinación d e M acbcth, qm en ve
u na d a g a q u e no p u e d e tocar ni sentir, q u e es una alucinación
parcial v no sistemática > que sólo afecta a u n o d e sus sentidos, la
alucinación d e L a d y M acbcth se extien d e a todos los sentidos v
tam bién es com pleta y sistemática.
El ejem p lo qu e acabam os d e con siderar implica tanto el e rro r
cxistcncial co m o el cualitativo. L a d y M acbcth cree errón eam en te
q u e hay s a n g re en ous manos c u a n d o n o la hay — un e r m r exis­
tencia!— y cree q u e sus m anos csLln rojas y huelen a san gre c u a n ­
d o ni están rojas ni huelen a san gre — u n e r r o r cualitativo. Fitas.
LA ALLICI N A C IO N y e l c e r e b k in o

u c e n c ia s p c i c c p i u a la im plican e rro re s tanto existencialcs com o


cualitativos y, p o r lo tanto, n o constituyen conocim iento.
S in em b a rg o , a u n c u a n d o las creencias percepLuales d e L a d y
Míicbcth sean correctas (in m ed iatam en te d e sp u é s d el asesinato
d e D u n c a n ), is la s se basan en ex p erien cias sensoriales q u e más
tarde se re p ro d u c e n c u a n d o L a d y M acbcth está a lu c in a n d o y sus
creencias perccptuales son e rró n e a s Así, nuestra defen sa d e la
prem isa

1. L as exp erien cias d e u n a perso n a q u e tiene u n a creencia


p e n e p t u a l v e rd a d e ra p u e d e n d u p licarse en las e x p e r ie n ­
cias d e u n a p erso n a cuya creencia p c rc c p lu a l es ex a c ta m e n ­
te sim ilar p e ro falsa

es q u e tal duplicación d e las ex p erien cias p u e d e ser siem p re el


resu ltado d e alucinaciones. Es o b v io q u e las creencias p erccp tu a-
les e rró n e a s b asad a« en exp erien cias alucittatorias n o constituyen
conocim iento, y la ex p e rie n c ia no c o rro b o ra m ejor las creencias
pcrceptuales correctas. Por lo tanto, las creencias perceptuales en
g e n e ra l, sean v e rd a d e ra s o errón eas, no constituyen nu n ca c o n o ­
cim iento,
U n a vez más, es im portan te c u id arse d e los m alentendidos. A l
distin guir entre los casos q u e conllevan alucinaciones y los q u e
no, el escéptico n o se contradice al s u p o n e r q u e nosotros sabe­
m os cu án d o se trata d e un caso y c u á n d o d el otro. T o d o lo q u e
el escéptico necesita su p o n e r es q u e algu n as creencias acerca d e
tales asu nica son v erd ad eras y otras falsas. E l esc é p tk o n egarla
q u e L a d y M acbcth sabe q u e tiene san gre en sus m anos in m ed ia­
tam ente desp u és d el asesinato d e D un can . p e ro p o d ría con ceder
consistentem ente q u e ella creía eso y q u e su creencia e ra v e rd a ­
d era. N osotros p odem os, sin caer en la inconsistencia, tanto estar
d e ac u e rd o e n q u e hay una distinción entre la alucinación qu e
evoca u n a creencia perceptual falsa y la exp erien cia o rd in a ria
q u e evoca una creencia p e rc c p u ia l verd ad era, com o nesgar que
sep am os q u e la p rim e ra es falsa y la segu n d a verdadera. Tal es la
posición que adopta aquí el escéptico.

Una objeción de umiido coim ín ison ru m fn r f » tibíes ios alutrnaeúmest

N u e stra objeción al a r g u iir o t o an terior del escéptico es exacta­


m ente an áloga a nuestra objeción a su a rgu m en to basado en el
el r t u > n i.t M A o il o o n o c im iín t o v tL e s c r m c is M t)

( (cniplo d e la persona que ve u na esfera verd e inexistente. Hn ese


caso objetam t» q u e el escéptico llegaba con u n solo e;emp|o a « n a
conclusión totalmente general. Señalam os q u e éste es un p ro c e ­
dimiento com pletam ente ilegitimo. A u n q u e concedernos q u e las
experiencias del hom bre q u e ve la esfera verde existente p u ed en
duplicarse exactam ente en las experiencias d e la persona q u e ve
una esfera verde inexistente, negam os que las experien cias de
la persona que ve algo que realm ente existe p u e d a n sumpr-' d u ­
plicarse en las experiencias d e u n a persona q u e ve algo q u e no
existe. Aceptam os lo q u e se dijo sob re ese eit triplo p a n ¡ u lar. pero
negamos la conclusión general d erivada de él.
De nuevo nos enfrentamos* con un caso similar. El escéptico
elabora un ejem plo: l^vdy M acbcth con y sin m anos e n sa n g re n ­
tadas. I.as experiencias que ella tiene c u an d o ve a lg o qu e existe se
reproducen bajo la lorm a d e alucinaciones cu an d o ve al^o q ue no
ñ u t e . C oncluim os q u e ru a n d o u n a person a v t alg o q u e existe,
sus experiencias p u ed en m uy bn*n duplicarse b a jo la form a de
alucinad mes cuando we .dgn q u e no existe. Pero, ¿cómo se sigue
una conclusión general d e ese único ejem plo? i Por a u é m edios
va .1 p ro b a r el cscéplico q u e siem pre es posible d u p lic a r b ajo la
fb n n a de alucinaciones las experiencias sensoriales q u e tenem os
cuando nuestras creencias perceptuales son verdaderas? ¿Cóm o
dem ostró él que las alucinaciones siem pre son posibles, sin im ­
portar cóm a senn nuestras experiencias? I lasta ahí no llegó la
dem ostración, por lo tanto, no tenem os razones para aceptar la
conclusión del escéptico.

/VJmij del estrptitiivu) lo uno y lo m tiiíifiU

H ay ¿iqui una pregu n ta respecto a d ó n d e se encuentra el peso d e


la prueba. Si u n o concede q u e una alucinación com o la d e L ad y
MíicLwHh es posible, ¿qué razón hay p ara n egar q u e cualqu ier otra
alucinación sea posible? C u a n d o creernos v e r a lg o en nuestras
propias manos, ese es e] ijp o de creencia (pie com únm ente a c e p ­
tamos con la m ayor con lianza y ecuanim idad C u a n d o creem os
q u e vem os algo a distancia, o cu an do nuestra visión se e n c u e n ­
tra limitada d e cualquier otra m anera, podem os tener algu n a
duda Pero cuan do vem os a lg o en nnesrntt m anos y tam bién lo
sentimos y tn filemos, entonces nn tenem os dudas. Por el con-
irarirt, nos sentimos seguros d e que la cosa existe. Si las e x p e -
I.A AU IIW AC 1Ü H V EL CÍ.RKJIRINO Ü1

nencias d e este tipo p u ed en ser pro d u cid as p o r alucinaciones. y


si Lis creencias perceptualcs resultantes son u n error, entonces
ccóm o podem os ncgaT razonablem ente qu e cualquier e x p e rie n ­
cia pu d a ser p rodu cida por alucinaciones y, consecuentem ente,
verse a com p añ ad a d e creencias perceptualcs equivocadas? C icr-
lam cntc no p od em os n egar esto. L a gam a d e experiencias q u e las
alucinaciones p u e d e n p ro d u c ir no tiene límite. Y el argu m en to u
favor d e l escepticismo es perfectam ente sólido

Una defensa dr sentid» común la coherencia y W itstiinanw de otros

El argu m en to d el eseeptk:¡sitióque acabam os d e enunciar su p o n e


que las alucinaciones com pletas y sistemáticas siem pre son p o si­
bles. Esta esta p rcm isa q u e e x a m iiia rc iiio s ahora criticamente. A l­
gu n as veces Las alucinaciones o cu rren y nos con fu n den respecto
a lo q u e existe en nuestras propias manos. Pero no estamos total­
mente a til merced epistem ológica d e tales a lu c in a c ió n « ya que
te n em e» m aneras d e descubrir cuán do nuestras experiencias son
alucinatorias. I> hecho, a m enos q u e h ubiera algu n a m an era d e
constatar que tenemos alucinaciones, au n cuantío esas alucinacio­
nes fueran m uy sistemáticas y com pletas, no estaríamos a h o ra en
posición d e afirm ar q u e tales alucinaciones son posibles. Pero si
tenem os alg u n a form a d e constatar si e stamos o no su frien d o u na
alucinación, entonces d e b e h aber algu n as creencias perccptualcs
acom pañadas p o r experiencias q u e descartan la posibilidad d e
las alucinaciones. En este caso, las experiencias en las qu e se basa
nuesira creencia no p u e d e n ser alucinatorias.
Por nica parte, no es difícil explicar qu£ tipo de e x p e rie n ­
cias descartan la posibilidad d e las alucinaciones. Sólo es n e fe -
saiio p re g u n ta m o s Cóm o d escubrim os d e h echa que estamos su ­
frien do una alucinación. U n a m an era de hacer tal descu brim ien ­
to es m o lía n te el testimonio de otras personas q u e saben qu e
nu csirib experiencias m u aluri notorias. M uchas personas esta­
ban cu posición d e decirle a L ad y M acbeth qu e sus experiencias
eran aIiiematufias y, a u n q u e en su locura n o h u biera acep iad o
tal inform ación, esa inform ación esiaba totalmente a su alcance.
Puesto que nosotros no a t a m o s in te rc lu io s prirnordialm entc en
la locura *ino en la norm alidad, es muy im portante señalar que
u n a p erson a n orm al p u ed e descu brir g r a d a s a la ayu d a de los
o u r a q u e algun as d e sus experiencias non alu u n aio rias. M ás aún.
92 Kl. PROBLEMA DHL CONOCIMIENTO V Í L E SC E m C ISM O

cu an d o uno está e n com pañía d e otros y todos coincidim os res*


pec to a lo q u e vemos, es del todo razonable asum ir q u e no w
csiá su frien d o una alucinación. N o obstante, se hace necesaria
una salvedad. A lgu n as vetea, en circunstancias inusuales, s a l « -
mos q u e lo d o un g ru p o d e personas es susceptible d e alucina­
ciones. P b r ejem plo, su p o n gam o s q u e todo u n g r u p o de perso ­
nas ba tom ado una d ro g a que, se sabe, p ro d u c e alucinaciones; o
bi^n s u p o n g a m o s q u e todos loa integrantes d e ese g T u p o lia n sido
p rivad os d u ran te m ucho tiem po de bebid a o sueño jales co n d i­
ciones pu eden p ro d u c ir alucinaciones de g ru p o . Sin em bargo, si
las personas y Lis circunstancias son totalmente norm ales, com o
com únm ente lo son, e n t o n e « un ac u e rd o en la creencia p e rc e p ­
tual desearía la posibilidad d e alucinaciones,
H a y otra m anera d e detec i.ir la» alucinaciones q u e no requiere
d e l testimonio d e otros. Es la q u e tiene que ver con la co h e re n ­
cia entre m iu trro r * pcricncLis. U n a person a q u e sufre la aluci­
nación de estar be itiendo a g u a ru a n d o no hay agu a a su alcance,
p u e d e vci seii'tr e incluso saborear el agu a q u e, a causa d e su a lu ­
cinación. cree errón eam en te q u e existe. Sin rm h argo, sí esa p e r ­
sona ha iH o privada de a g u a p o r m ucho üem po, pro n to se darA
cuenta d e que su sed uo lia ido saciada en lo absoluto. D e lie» bu,
a p artir d e u le s e x p e r t n.'ias his personas han con cluido q u e esta­
ban su frien d o u n a alucinación. En lo sucesivo no se equivocarán.
Asi, en este caao hay una falla cit la coherencia cxpericncial. A l
b e b e r agu a esperam os saciar La sed. y c u an d o tenem os la e x p e ­
riencia d e ver, sentir y b e b e r a g u a pero nuestra sed n o es saciada,
entonces ías experiencias parecen incoherentes e in com pren si­
bles. Por lo tanto, la incoherencia es un signo d e las alucinaciones
y, en cam bio, ta coherencia es un signo de la realidad. D e hecho,
las ex p i ¡encías qu e son su Ocíente inenic coherentes excluyen la
posibilidad de las alucinaciones.
P o r ú lum o, estos criterios d e no-alucinaciones, o d e e x p e rie n ­
cias vcridicai, p u e d e n satisfacerse ¡untos y así p u ed en reforzarse
el u n o al otro mulatamente. C o n frecuencia nuestras e x p e rie n ­
cias son totalmente coherentes y nuestras creencias perccptuales
coinciden d e l todo con Jas i rcc netas d r otras que están con noso^
(ros,
LA A L U C I S'A O IÚ N V £ 1 C E R E tU U N O

D rfrw it d*l mcufitinsTHo íú b rt cóma no cometer una petición de •pniuiftio

El h cth o d e q u e el argum en to an terior recu rra al testimonio de


Ins, dem.is com o im.i salvaguarda contra t u alucinaciones Ucva a
com eter una petición d e principio, ya qu e p ara saber q u é ca el
testimonio del otro, p rim ero d ebem os saber q u e raíam e« sien do
com p arad os con otro y saber lo q u e el otro dice. IV ro conocer
csias c n u s es sal>er alg o al ver o p ercibir de alg u n a otra m anera,
q u e ellas son asi El a rgu m en to descansa directam ente en la su p o ­
sición d e q u e percibir tales rosas constituye un conocim iento. Por
supuesto, los argum en tos d el escepticismo intentan refutar preci­
sam ente esta suposición Más aún. es totalmente posible am pliar
q id ü argum entos d e tal m o d o fju e se ap liqu en al presente cano.
S u p on gam os <|ur l.a d y M acbeth. adem ás d e tener la alucinación
d e ver. sentir y o ler san gre en Mis m anas tambíón tiene la aluci­
nación fie oír q u e los otros le dicen q u e hay sangre e n sus m a m ».
I j experien cia d e oít tal testimonio de q u e hay un acu erd o p o r
parte d e los otros p u e d e duplicarse en experiencias alucinatorias
d e la miMn-i m anera en q u e ocurTe con las experiencias d e ver.
cernir, oler y saborcai
f*!H m i » parte, el se g u n d o argu m en to basado en la co h eren ­
cia experiencial tiene la misma debilidad Ciertas alucinaciones
se hacen evidente» pava su* víctimas p o r a lg ú n tipo d e incohe
rencia p e ro u n a alucinación sem ejante es parcial t> incompleta. A
veces no aparecen rasgos d e la experien cia espetados, y la e x p e ­
riencia se m uestra com o alu d n a to ria al ser dem asiado so rp re n ­
dente Pero, ¿por qu¿ tenemos que asum ir qu e Lis alucinaciones
se presentan siem pre d e esa m anera? ¿Q ué p ru e b a hay d e qu e
Lis experiencias sistemáticas v coherentes no p u ed an resultar de
alucinaciones? N n h a v razón para su p o n e r qu e tales alucinacio­
nes son im posibles. Por k» taniu, tenemos d e nuevo justificación
pai a concluir qu e las experiencias q u e una persona tiene cu an d o
sus creencias perceptualesson v erd ad eras pu ed en repetirse exac­
tamente en alucinac iones cu an d o bus creencias percepiuales son
falsas. En consecuencia, tales creencias nunca tonstituven c o n o ­
cimiento.

E l argumenta d?L t m b r n to

Sin em bargo, d ebem o s detenernos m is en el argum ento d e lojy


críticos p;mt a se g u ra r q u e el escéptico no sea acusado u n a vez más
ti. PROBI.EMA DELCONOCIMI fcNTD 1 F L m m i I hWO
tic pasar dem asiado rápidam ente del ejem p lo particular a una
conclusión general, l'a ra librarnos «le esta objeción recurrente,
c m e g u é m o n o s un poco :i la ciencia ficción y al hacerlo p n l r
inns <lc una vez p o r todas (pie el escepticismo es la posición l o -
rrecta y sostcniblr Im aginem os q u e un siipcrctnnlffico inverna
una máquina, a la que llam arem os “ce re b n n o ", cpie le perm ite
p ro d u c ir alucinaciones en ciertos sujetos. L a m áquina o p e ra in ­
fluyen do en el cerebro de un *ttjcu>quc usa un casco especial, lla­
m ado "casco c c rc b rin n ". C u a n d o el caico c crcb rin o es colocado
en la cabeza d e uit íu jcio , el o p e ra d o r d e l c erebrin o p u e d e afeí ■
la r el cerebro del sujeto de tal m anera q u e p ro d u c e en éste t ual-
qitier alucinación q u e aquél desee. Kl c e ie b rin o es una m áquina
pro d u cto ra d e superalu» maciones Las alucinaciones q u e p r o ­
duce- pueden ser tan com pletas. sistemáticas y coherentes com o
las desee el o p e ra d o r del ic re b rín o
H a y q u e adm itir q u e mi tiay u le s máquinas. Sin em bargo, ti lia
m áqu in a sem ejante es ciertam ente una posibilidad. N o hay n in ­
g u n a contradicción involucrada en la idea d e tal m áquina y, p oi
todo lo q u e sabeittos, de hecho algu ien p u e d e inventarla en el fu -
u r o . ÍQ u é p ru eb a la posibilidad d e sem ejante m áquina Prueba
q u e jas c\j>eriencias t|ue u n a persona tiene c u an d o sus creencias
pcrcep tu ak s son verd ad eras p o d ría n duplicarse en alucinaciones
cu an d o las mismas creencias perccptuales son falsas. Esto m ues­
tra q u e no hay marcas o signos en la experien cia m edíante los
cuales podam os distinguir Lis creencias perccptuales verdaderas
d e aquellas creencias perccptuales falsas q u e son confusiones q u e
residían d e alucinaciones.
IJna analogía ay u d ara a ilustrar la im portancia d t las con side­
raciones anteriores. S u p on gam os q u e estamos frente a un barril
lleno d e m anzanas algun as de las cuales están p o d rid as y otras
no. U su alm em e habrá algú n sign o o m arra gracias al cual p o d a ­
mos d iferen ciar entre las p o d rid as y las q u e están en buen estado.
Las m anzanas p odridas estarán m anchadas o blandas, o tendrán
a lg ú n otro defecto visible p o r el q u e podam os detectar su co n ­
dición. P or o tro lado, las m anzanas en bu en estado estarán d u ­
ras. rujas y adem ás se verán apetecibles. Así p odem os decir «pie
diíercncinm os.entre una itianzarta en bu en estado y una p o d rid a
p o rq u e tenem os signos p ara guiarnos.
Sin eltiuatgo. su p o n gam o s q u e estamos (rente a un barril de
m anganas q u e son totalmente indistinguibles en apariencia, a u n ­
l a a l t x ’.i n a í : i «'j n v f t . c e k u i i i j n u

q u e algun as m anzanas estén p o d rid as d e l centro. Podem os ima-


i-inar qu e n o hay signos extern os p o i los q u e podam os afirm ar
q u e |:t<k m anzanas están podridas. leñ em o s ah ora frente a lio s o
lia s una m anzana de ese barril y te nos ha p ro h ib id o partirla. Kn
este predicam ento, 'i alguien nos p re g u n ta ra si la m anzana está
p o d rid a o no, la única cosa que p od ríam os contestar es "n o lo s é ".
Podríam os a g re g a r "n o hay form a d e saberlo“ ,
D e m anera similar, comí» no hay marcas o signo* en la e x p e ­
riencia p<>r m edio d e los cuales podam os distinguir las treen cias
p t rccptiiato verd ad eras q u e se d a n en la expertrnetn o rd in a -
lia d e las creencias pe (re p u ta le * falsas p ro d u cto d e alucinacio­
nes, si alguien nos p regu n tara si nuestra creencia pcrceptual es
verd ad era o falsa, lo único que podríam os contestar a “no lo
sé". Podríam os agregar, “no hay form a d e nabrrlo". Exactam ente
com o no hay m an era d e saber si las m anzanas de un se g u n d o
barril están pod rid as p o iq u e no tenem os signos cxpcricncialcs
pura guiarn os, d e la misma iorm a n o hay m anera d e afirm ar q u e
nuestras creencias percepì nales son verdaderas puesto q u e no te-
i) m o j sitrnos cxpcrienciales p a ra g uiarn os
N o hay m an era d e constatar p o r m edio d e la exp erien cia si
nuestras creencias perreptu ales son verdaderas, y al no tener más
q ue la exp erien cia com o guia, n o tenem os form a d e desechar la
posibilidad d e e r r o r A u n c u an d o suceda q u e nuestra e x p e rie acia
p c m p t u a l sea verdadera, p od ríam os d e cualqu ier m an era estar
equivocados. IX1 hecho, cu a n d o una creencia perceptual es ver­
dini era. esto se d e b e más a una cuestión d e b u en a suerte q u e de
tem ido com ún l’Or supuesto, n in gun a creencia que resulte set
v e rd a d rrn p o r m era suerte p u e d e razonablem ente ser conside­
rada com o conocim iento.

1/iG objfrián posibilidad » realidad

Kn ki» prim eros argu m em o s e xa mt nados, el escíp lito argum en tó


partiendo d e un solo ejem plo basad o en a l u c in a r io n e s y Uegñ 3
una cu oclusión g o tera!, lo q u e ütn d u d a cu u n a lalar ta; p e ro all evi­
tar ah ora esta ¿lacia, argum enta » partiT de la pósibil .lad para
llegar a la realidad, lo q u e no deja d t ser una falacia Los a r g u ­
mentos presentes parten d e la prem isa d e qu e el ccrcbrino es uiili
posibilidad lógica y de que, consecuentem ente, es una posibilidad
lógica el q u e d eb a h aber alucinaciones coherentes, com pletas v
96 Et, 1'K rm m HA PEÍ. C O N O a M IE N T O V El. fcSCEÍTICISMO

sistemáticas en todos sentidos. De esta prem isa d e la p osibilidad


lógica é l llega a la conclusión d e q u e d r fuvho n o tenem os fo rm a d e
constatar si estam os a l u c i n a n d o o no. ¿ S i g u i e n d o q u é línea d e r a ­
zon am ien to p u e d e d e riv a rse d e u n a prem isa q u e »ó lo se re fie re a
la po sibilid ad , u n a conclusión tecuca? A u n c u a n d o es lógicam en te
posible q u e las a lu c in a : iones d e b a n ser coherentes, com pletas y
sb te m á u as. las alucinaciones d e h ech o no son tan difíciles d e d e ­
tectar. Por lo tam o, la e x p e rie n c ia </* hecho nos p erm ite constatar
si nuestras creencias p c rrc p tu a le s son v e rd a d e ra s o falsas

Una réplica escfipitca cóma pasar de la jm tb ü id a d a /a rrahdud

1-a o p in ió n d e q u e Md e h ech o las alucinaciones n o son tan difíciles


d e d etectar" es el m eollo d e « t e p roblem a. Si el t e re b rin o es un a
posilulidud lógica, entonces ¿cóm o p o d e m o s decir q u e d e hecho
las aíucínatíoiies no son tan difíciles d e detectar? Q u iza , p o r el
con trario, »M iram os constantem ente alucinaciones que no p o d e ­
mos dletctta r. Si ( a tógif intente posible que las alucim u ir nes sean
coherentes, toril ¡«lelas v sistemáticas en todos sentidos, entonces
no hay m anera d e d e le c ta re n n in gú n m om en to q u e no estemos
s u frie n d o u n a [iltLcinacj&u. N u e stro crítico su p o n e q u e hay d e
h echo untchas a lu c in a c ió n » íjuc p o d e m o s detectar, p e ro esto es
secu n d ario respecta aj p ro blen ti básico. El p ro b le m a radica en
e x p lic a r c ó m o es posible c o m ia ia i q u e no «M a m o » alucinando.
N u r s lr o argu m en to a partir del c e re b rin o m e con cebido p ara es­
tablecer que n u n ca p o d e m o s constáis rio, a u n c u a n d o , Ugu ñas ve­
ces p o d am o s constatar q u e estam os alucinando.
Q iic d iir g im ir u lD estableceestw p u n t e verse re fle x io n a n d o d e
n uevo sobre nuestros In rriles d e manzaft is. S u p o n g a m o s q u e es
fácil detectar ¡ticunas m an Hiñas podridas. T ie n e n m anchas calé,
están bland;is. etc. Pero su p o n gam o s q u e es difícil constaiar q u e
otras m anzanas están p o d rid a s v si nos limitamos a un exam en
e xtern o , que esto es totalm ente im posible N o hay signo e x ie rn o
d e la putrefacción d e algu n as m anzana* p o d rid a *. En este caso
sería totalm ente ridículo afirm ar q u e p o d em o s constatar cu án d o
u n a m anzana no está p o d rid a p o rq u e a veces nos d am os cuenta
d e q u e tas m anzanas csián podridas.
U n argu m en to exactam ente a n á lo g o se aplica al caso d e las
alucin ación «». A lgu n as veces p od em os den tar q u e nuestra e x ­
periencia es alucinatoria. I’e ro sería ridiculo concluir a partii d e
LA ALUCINACIÓN Y El. CERE3 RINO 97
cittt q u e sie m p re p o d e m o s constatar c u á n d o u n a e x p e rie n c ia n o
c* alu cin aioria A vetes p o d em o s constatar q u e estam os aluci­
n a n d o . p e r o no tenem os fo rm a d e constatar q u e no estam os a lu ­
cinando.
N u e stro a rg u m e n to p a ra a p o y a r esta afirm ación q u e d a m ejor
p lan tead o b a jo la fo rm a d e u n reto. C o n sid e re m o s a lgu n as c re e n ­
cias p erceptu ales d e las q u e p o d ría m o s sostener q u e n o son el r e ­
sultado d e alucinaciones, ¿ Q u é e x p e rie n c ia o experient. ios g a r a n ­
tizan esto? Es m il, ¿qué exp erien cias nos p ro p o rc io n a n a lg u n a
e iiid m cia d e ello? Señ alem os q u e p a ra c u a lq u ie r e x p erien cia q u e
se in d iqu e, ej a rg u m e n to del c e re b n n o será d e l to d o suficiente
p a ra p ro b a r q u e tal ex p erien cia no es garan tía d e q u e n o estem os
alu c in a n d o . T o d o lo q u e necesitamos h acer es im agin ar q u e ten e­
m os, sin saberlo, u n casco c e rc b rin o en nuestra cabeza. ¡El o p e ­
r a d o r del c ercb rin o está p ro d u c ie n d o exp erien cias alucinatorias
q u e son las m ism as exp erien cias q u e afirm am os q u e garantizan
q u e n o estam os alucin an do!
El paso d e la posibilidad d e las alucinaciones a la conclusión d e
q u e d e h ech o n o hay m an era d e constatar q u e un o no está a lu ­
cin an d o es legítim o, p o rq u e la p rim e ra posibilidad p u e d e usarse
p a ra rechazar c u alq u ier exp erien cia q u e sea tan poco pertinente
convo p ara ser un sign o se g u ro d e la realidad. Pu ede m ostrarse
q u e una exp e rie n c ia sem ejante es in ad ecu ad a p ara esta tarca so­
b re la liase de q u e es perfectam ente posible q u e u n a exp e rie n c ia
tal sea p ro d u c id a p o r alucinaciónes.

E l argum ento del operador maltgrtu

El a rgu m en to an terio r p u e d e reforzarse si dejam os q u e nues­


tros ejem plos se to m e n más fantasiosos de lo qu e han sido hasta
ahora. Descartes im agin ó u n g e n io m align o m uy p o d e ro so q u e
constantem ente se e m p e ñ a en en gañ arn os. H e m o s provisto a
Descartes d e los m edios técnicos p ara este e x p e rim e n to im agina*
rio. Im agin em o s qu e todas las personas están controladas p o r el
cercbrin o y q u e la m áqu in a es m anejada p o r algú n ser m aligno,
el Dr. O , q u ien tram a m antenernos com pletam ente en el e rro r
p o r m edio d e alucinaciones. El Dr. O no desea ser detectado,
asi q u e sum inistra alucinaciones qu e son coherentes, com pletas
y sistemáticas. N u estras experien cias llenan nuestras expectati­
vas y no contienen más sorpresas de las q u e esperaríam os d e la
EL FROGLF-MA Í>Et ( I l f * >C(Ul KNTÚ Y ( L fiSdPTIGtSM O

realidad. Pero no trs l.i realidad {o q u e e x p e rime qra im**i nuestras


creencias perccptu.ilcs acerca d e l inundo son totalm ente e q u iv o ­
cadas, ya (j¡«c La fuente d e nucstias experien cias es una «im ple
m áquina. el cerebrino, q u e crea ahicircacíonci. fc'.n tal pred ica­
m ento p od ríam os tener juntamente la tlasr d e creencia.1
! p e n cp-
tuale» q u e diora tenemos, basadas en experiencias exactam ente
similares a las q u e tcnenio» ahora IV ro m i n t n i creencias p er-
ccptualcs serian totalm rntc üihas.
Ljt ¿lujación im agin ad a no difiere de las nuestras respecto a
luí refirmes o evidencia q u e tendríam os parn nuestras creencias
perccjprüales, La cxp crfcn ria es virtunlmente 1» m ism a en am lxis
c a w s. En consecuencia, si cavar cmns de conocim iento en una si­
tuación, debem os sin d u d a carecer d e ¿I en Las orre». Es obvio
q u e careeem a» d i rwnocimiento cuando som os controlados p o r
el cctc Id 'íin i ya ijiif nuestras creencias perceptuales son en io n -
res I.i Iüíii h w lif tanto, n ih lu ín carecemos tic conocim iento en
nuestra üiiicicióh presente. Dicho de m anera m;fcí precisa, mies-
Iras cicem ius p errep lu ales no pueden con form ar conocim iento
cu vuali|iiicM de los d o « rasos.
N u estamos «u g m e n d o que el ccrebrino exista o q u e estemos
CHiutrobdiA po> él. El argum ento anterior fio d e p e n d e d e qu e
*c crea ;dgo tan ex trañ o com o eso; sólo d e p e n d e de la prem isa
d e q u e clcrta situación es im aginable y, por lo tanto, tónicamente
posible [.ata posibilidad muestra que las exp erien cia» en las q u e
basarnos nuestras creencias pcrccptuales p o d rían llevar tari fácil­
m ente al e rro r com o a la ^trdiiil Si la situación im aginada exis-
itera realm ente, entonces deberíam os ser Hedidos a error. N o so ­
tros creem os que no estamos connotados p o r un a m áquina (al,
y íi som os afb n u ti.id m en esa creencia, entonces, no hay d u d a
d e que m m h as d e nuestras creencias pencepltiales son v e rd a d e ­
ras. Pero d ebem os agradecer la corrección de estas creencias a la
huerta fortuna y no a una bu e n a evidencia. Sontos sim plem ente
afortun ados si n o hay un Dr. O que nos controle con un ccrc-
brino. Nuestras creencias percept nales, cu an do son verdaderas,
resultan serlo sólo com o u n a cuestión d e buen? suerte, ftasadas
naturalm ente en Lis miomas experiencias, esas creencias sím fal­
sas si no tenemos suerte. Si una creencia es verd ad era com a re­
sultado de la suerte, entonces es una conjetura afo rtu n ad a — y
no conocim iento. En sum a, somos afortunadas si no hav un ser
LA ALUCINACIÓN V El CK.RE.BR1NO

m alévolo que nos controla con un rcrcb rin o . y de rsa b u en a fo r­


tuna pu ed e m u lt a r u n a b u en a fo n u n a adicional d e que la nía
yoría d e nu< Trar creencias perceptuales sea v erd ad era Pero ct
sólo cuestión d e su e n e , nada eptM eniolAgitam em e más glorioso
q u e eso.

Rttumun d* te poanon mrtfnica

DcfcndintO! a m a el escepticismo e m p lean d o un a ig u m e n io c u y a


p rim era prem isa fiie

1 Las experien cias d e una person a q u e tiene u n a crccocia


p erccp iu al v erd ad era p u e d e n duplicante en las e x p e rie n ­
cias d e una person a cuya c re e n d a p c rre p iu a l esex actam en ­
te sim ilar p e ro falsa

L>c esta prem isa y d e las d o » siguientes

2. Si las experiencias de una persona que tiene u n a creencia


perceptua) v erd ad era p u e d e n duplicarse en las e x p e rie n ­
cias d e una person a cuya creencia percepiu al es exactam en ­
te sim ilar p e ro falsa, entonces siem pre es lógicam ente p o ­
sible q u e cualesquiera d e nuestras creencias perceptuales
sean falsas

r
3. Si siem p re es lógicam ente posible q u e cualesquiera d e n ues­
tras creencias p erc e p ru a k s sean falsas, entune es nunca sabe­
m os si algun as d e nuestras creenciai p c rc e p tu a ln son v e r­
d ad era*

dedu jim os ht conclusión escéptica

4. N a d ie sube nunca q u e algunas d e sus creencias perceptuales


son verdaderas.

l.os opon en tes d el escepticismo trajeron a colación la prem isa


(1 ) d e l argu m en to y a h o ra nosotros hem os d e riv a d o esta prem isa
d e las siguientes prem isas

5. 1.a hipótesi* del cerebrino es lógicam ente pasible

6. Si Lt hipótesis d e l cerebrin o e* lógicam ente posible entonces


cualquier exp erien cia p u ed e d u p lic a n « en alucinaciones.
100 EL PROBLEMA DEL (X IN U E H H IK N 'II) Y Kí, F S C ltm C lS M B

7. S¡ cualquier experiencia p u e d e duplicarse en alucinaciones,


e n t o n e « los experiencias d e u n a p erson a que tiene u n a
creencia perceptual verd ad era p u ed en ter idénticas a las
experiencias d e una person a cuya creencia perceptwal sea
exactamente sim ilar p e ro laba.

A partir de estas prem isas verdaderas p u ed e d educirse v álid a­


m ente la prem isa (1).

U na oojtt o n : U dtgradacum del Dr. O

Exam inem os la situación q u e estamos im agin an do, a saber, una


en la q u e el genio m aligno, el Dr. O . nos e n g a ñ a a todos, ya q u e
se o c u p a de proporcion arn os alucinaciones con su ccrcbrino. ¿Es
realm ente posible esta situación? C onsiderém osla en térm inos
m u y concretos. Im aginem os <d Dr. O ingeniándoselas p ara engíi
ñarnos. adn. concentrém onos en la experiencia d e un h o m ­
bre, cuyo nom bre es Tom ás, a qu ien el Dr. O qu iere engañar. A l
Cual coQ&itlciaremcM cóm o p o d ría e n g a ñ a r el Dr. O a Tom ás con
el ccrcbrino, pero p rim ero considerem os u n a técnica un tanto d i­
ferente que tiene el Di; O p o ra e n gañ ar a Tomás. Más adelante
resultará clara la im portancia d e esto.
S u pon gam os q u e el Dr. O es ese ge n io m aligno d e quien D es­
cartes escribió:

As/ p ú a , su p on dré q u e hay, n o un v e r d a d e r o Dina — q u e p j Fuente


suprem a d e v e rd a d — , sin o d e r la g e n io m*HgiKJ, n o m enas a n t r o y
e n g a ñ a d o r q u r p o d e ro s o , r l o i a I ha uaado d e t g d » iu industria para
en gañ arm e, ftm s jr é q u e e l cielo, d aire. U tie r r a , k » c olo res, las
figu ra*, IcBSíHiidcB y lasdetnda c tn a ie x te r io r e s r o i o n í i f t u ilusiones
y cnsucficH. d e los q u e éf se s irv e para atrap ar m i c re d u lid a d .*

A h o ra im aginem os a nuestra ge n io m¡ilignn 3 p u n to de ecua*


ñ a r a T o m á i, Nuestra im aginación estará g u ia d a p o r la ingeniosa
nmno d e O . K. B ouw sm a, quien escribe:

L a » mentiras c o o m n a , la» menurillaa d e todos los diaiT Lia peque-


fias, las viejas, n o le provocaban ningún placer. Deseaba algu uuevo

5 K tn í D ts c u tn , M t d ila r im n m etofúicsi ta n otjm m n j m f i u a l u , u a l de


Vidal P fu E & aana Alhguara»Madrid, 1077. p. ¡ i .
LA ALU C IN A C IÓ N y KJ CKRKBtLISO »01

Y algo grande. Explotaba su genialidad; rcvetaha uru. idea Y cm-


barrotialia at ulterior (te su gentada aureola, 'Mañana ki transfor-
man* hxlu, leído, t o l o Transform aré Lai florea, k » aere» humano*.
U » úrbcilra, l u colinas, r I tncli>, r l b i| y tenia lu dein.n, en papel. L e
único que no transformaré a el p jp c l 11.ktiri (lores d e papel, ac­
r a humanos d e papel, 4r h o la de papel. Y loe «eres humanos serán
rnganadem. I’cn ü rá n que hay flores, seres tiunuiiaii, árboles, p e ro
n habrá sino papel. Será gigantaSKii. Y debe Funcionar Después d e
todo, » lo> h n m lirn se le» ha e n g a ta d o sin Untas m a lm iu , H ubo
una vez un m arinero, crco que era bautista, que decía que todo era
agua Y na había m í> a^ua d e U que hay »hf ir. i Y hubo una vez
un em pleado de billar que decía <|ut todo era bolas de billar. Por
supuesto, esto sucedió hace mucho tiem po, mucho antes d e que
abrirían un billar y al escuchar. ot que estatuí lleno del scniiln de
una trompeta. Mis planes on bueiiu*. L o intenta re”
Y el gCTiio m aligna siguió i u i propias instrucciones y o b ró según
sus palabra*. Y esto fue lo que pawV
Im agín em e« a un jo ven , lom as, tan brillante hoy com o lo fue
ayer, acercindcac a una mena rn la que ayer había visto un jarrón
cou ílotcs Hoy, d e pronto le sorprende que no ton fiaren. Fija su
atención en ellas, confundido, desvia la m ir iL j, vu íU 'ea mirar. ¿Son
CSUU flores? N iega con la ca b tzi Se rtc entre d ie n to . "Aja, e» cu­
rioso. -Es cato un truco? Con toda seguridad, ayer había (lores en
ese jarran " Olfatea u a p a h o u , esperanzadamente, perú no p er­
cibe nada. Su naric nc» le ofrccc ninguna segundad Fíciu ü en los
pájaros que vuelan lu cia las iivai del cuadro para picotearla.« y en la
yegua que relincha am e el parecido del caballo de Alejandro. íllu-
lin n n ! Kl cuadro no supuraba ju g o alguno, y el parecida se m an­
tenía fijo. Cam inó lentamente hacia el jarrón con flores. Muvi y o l­
fateó y levantó la mano- G olp eó ligeram ente itrl pt’ ljdo, com o buen
ritmante d e la» (lores, y retroccilió. Difícilmente podía creer lo que
tacaban sus dedos. N o eran llore*. Eran papel.
M ientra» el perm anece parado, perplejo, Milly, amigable y qu e­
rida, entra en la habitación V ién d olo a él ocupado con U » flores,
está j punto d e lom ar el jarrón y u fiK c r lc a él Lis floren, cuando de
pronta nuevamente él « presa de sentimientos de extráñ ela Milly
p a r e « una en orm e muñeca M im m uy tic cerca, tan cerca com o se
atreve, viendo que dríspnés de to d o ésa pu ede ser Milly, Milly, ícrcs
Milly? —« o tío cuadra. I j boca d e ella chasquea cuando la abre,
habla, y se cierra con p r e tiió n . Su frente brilla y él se estrem ece al
pensar en Li de M ine Ttissaud. El cal ello n ü trenzado en forma
uniform e, perfecta, com o el de Milly, pero mientras ella aba una
mano para proteger su arreglo, tocándolo, mostrándose muy satis­
fecha, «usurra com o un periódico. Su» d ie n ta son blanca» com o
102 EL PROBLEMA DEL CONOCI MIF NTO 1 £L ESCÍJT1CISMO

una puhliuciAn mensual ciegan te Sus enrúu san m u y hay un hii-


dajo en su boej. ÉJ pien u en muñccu y en la muívcia de caucho q u e
él ip r tu lu ; tiene t j nintil^n iiul calocidc, jumo « i Lt am civiclid
d r bicspldii, la t|ur i í II m I i» llisLltca d i papell JJíwwmiesI
l o m o ncXa d e im io i n l n itc u lk s , J o l r l l a a d s l c l l o 11 iln t r iln .
Alcanza una lilla para c a l m a « - y ju sto a tie m p o Ella se a c e r o c on
r i ja r ró n con f l o r a y, a ] serie ¡ u . n j d o a é l d. ja r ró n * Ujb brazos d r
rila w s a c u d r n rrprnlLn.imc-Tilr. I , i ílricihil ¡*na d , la suavidad, la r e ­
d o n d e a d r U vida s** h a ido. LTn* K tn r iu crispada ilum ina in a d rru a -
d a m c n ir su rastro. Él e n tie n d e la m a n o para in m a r d ja r r ó n y eui
p r o p io » brazo* se sacuden r c p c n tú u n ie n ir c o m o i n t n le lu n r liu
a los d e rila. T om a r l ja r r ó n y, n iim t ia s lo tu c e , w m m an a. C iti
p á lid a , fresca, nevada. '[émhl*T)í1n>, nr.i e l ja r r ó n , p e r o n o s tr r o m p e
y v i ü g iu n o f c d m i n » IQ u é burla]
S e p m .g .ita hacia la ven L a n a , c s p c n n ilo w e l m untlu rea l t i es-
p c c r j c u l u a el d e uti raren ariu u n lr il. A u n d c u a d ra d e la ventana
ha l i d o tra ía t í o m uy fin a m en te, c u rro p a p e l c e lo fá n A d is U n c ia se
ven Lis lilu r fa s d e h om b res q u e d c^ in b ltU ll, drboíea qu e k sacu den
y .j í í . jjs y p ied ras q u e r iic d n y c o lin a » s o t t el d e lg a d o c o r re trans­
versal d e un rraniiún ru yra r n iplirUw p t a l i t c m hmi j I m o v e rs e . V e
lu id a a rrib a , al cielo, y m i hiijo. H a y un p a rc h e ju .ilo c n c ittu d e él,
una v r la anda lítrlia E ls o l brilla res a lla n d o e n tr e r l azu l c o m o u iu
guia d e placa alem ana. E xtien d e su pálida mancj h a cie n d o cru jir e l
cc ln fá n , y su m a n o toca e l cielo. El c íe lo « * sacude y cacti p r q u r ñ o t
p « Í J i c » de él. cubriendo kU nuñu blanca de confeti ¡Artificial*

|..i lett tón q u e debem os a p re n d e r d e esta historia no es q u e el


m al sie m p re fratasa, sino q u e el e n g a ñ o p resu p on e siem pre la
posibilidad d e que se le descubra. Para d e sc u b rir q u e ha sido
e n g a ñ a d o , todo lo que Tom ás necesita es d arse cuenta d e qu e
lo q u e con sidera que son flores, M i l l y , etc., son en realidad papel.
IV* esa m an era el frau d e es puesto d e manifiesto.
Sin e m b a rg o , el escéptico nos ha p e d id o q u e im aginem os qu e
el Dr. O no se com enta con ;»•k o tan en d eble y d u d o so com o
el p a p e l; p o r el contrario, el ge n io m aligno nos p ro p orcion ará
ex p e rie n c ia s m ediante el cerebrino. Asi, no necesita molestarse
u san d o a lg o p a ra hacernos pen sar q u e eso es o irá cosa. D e he-
íh o , p o d ría m o s m uv bien im aginar q u e lleva a cabo su diablu ra
c u a n d o n o estamos frente a n in gu n a cosa. D a d o q ue el ccrcbrinú

* O . K Bouwima. "D H C irift' Evfl C rn iu »". 7'V l ’hdouiptuial Hmitiu, Val. SO


(1940), p p . 141-142-
LA Al.UCt NACIÓN v B , (3.REDUND 103

es el que pi oduce alucinaciones, no necesitamos su p on er en a bso­


luto qu e existe cu alq u iera d e L u to sa s usuales del m u n d o cu an do
el Dr. O erijfaña a sus víctimas, Por lo u n t a , su p u n ^ im n s que to­
das 'Sis cosas csi.m ilcatruidus. Podem os entonces iluminar q u e
Ib más pcrm anccc solo en un m u n d o vacio, con un ru sq u cieccre-
brin a alad o firme m ente a su tran co. ilo r supuesto, él se e n m e n -
era ajen a a su situm'iói) yu que el [> r O , fiel a su plnn. provee a
T om ás de alucinaciones q u e son idénticas a las experien cias de
su existencia usual. Si Tom ás escribiera en su diario (el que, ipor
desgracia!, ya no existe), p od ría escribir Jo que Bniiw sm n im a­
gina:

"H oy, com o siem pre, n u trí a] cuarto ya M a l a i s el jarrón coh D o m


Kihri U tuna. Me dirigí a Elias, las palpé y lai «Ti IDoy gracias a
Dios por las ílo r n l i'ara m í tía b y nada tan m i com o Las dures.
En d l u ex li la í K n u i ¡(muiría de U s u s ttn ii del m undo. Parecc
indignante p a u a r mcluso en elLi» com o a lgo cren o y ondulante
sobre columnas, d r i a r » iSavial ISaviaf"
Hjibia más solxc este misino tenor, que ivo vik* la pena trans­
cribir Yo podría decir que el gen io m aligno otaba m uy divertido,
d e hecho se reía con deaprcun cuando leía las palabras "U n real” ,
“ esencia1*, “ sirstancia", etc., p era después frunció el ceño y pareció
perplejo. Tomás lig ijio d o c n b ie n d o cóm o M ili) en tró ¡ti cuarta y
Cllin tu Míenlo se p u s ) al verla. Hablaran iu Iv e lu flo r a . Después
Tomás cam inó lucia Li ventana v m iró cóm o el jard in ero lucia un
espacio a poca distancia. El *ol brilla tn pero había unas cuantas
nubes grísea. Alw ió la vtrmana, exten dió la mano y cuatro gran­
des gotas d e lluvia r i ( ir o n su mano. Regresó al cuarto y citó para
M ili" Lina canción de L a ¡ t tpfttad Dijo las palabras correctas y ac
sintió com placido consigo mismo Había escrito m is, p ero esto ea
suficiente para mostrar cóm o toda parecía tan normal. Y, también,
cóm o el gen io m aligno había tenido éxito.7

El íx íto del gen io m aligno es com pleto. E ngañ a a T om ás ha­


ciendo q u e éste crea, m ediante alucinaciones, q u e existe k> q u e el
ge n io había destruido. Las experiencias ;i lucí n.itor tas de Tom ás
duplican exactam ente las experien cias q u e h ubiera tenido si aún
existieran las cotias destruí Jas Es un e n g a ñ o e x tra o rd in a ria m e n ­
te inteligente, p e ro a pesar de este a parente éxito, el Dr. O estuvo
más cerca d e tener éxito al en gañ arse a si m ism o q u e al en gañ ar

’ M . pp. H W 7 .
tL F R O B I .K M A D E L C O N O C IM IE N T O Y E L E S C Í T T I C f S M O

a iOtnás, i P o r q u é o esto así? V olvn m osa la ap aren tem en te varía


« c e n a d e l tiranta.
Im a g in e m o s q u e e l Dr. O , h a b ie n d o e n g a ñ a d o a Tom ás. se
e n fa d a p o r g u e su í x i f o n o luc reco n o cid o y d r ic a , m ientras si­
g u e con e l e n c a ñ o , en terar a lo m á i tic su In gro. A l d ía sigu ien te
■ tiando Tom as tiene Ja ex p e rie n c ia d e e n ria r en el cu arto d o n d e
están las flores, el ge n io m align o sutilm ente su g ie re a Tom ás q u e
n o hay flores. Entonces 'lo m is tiene Li cx p c ric n c ia d e acercar las
llores a su nariz, olerían y tocarlas T om ás se tran qu iliza. N ie g a
q u e h aya un e n g a ñ o . D esp u és de todo, al h aberlas m irado, o l­
fateado, sem id o, con resultados satis laburnos, £qué p u d ría q u e ­
rer d e c ir el ge n io m align o al a Drenar q u e T b m á s « t a h a sien do
e n g a ñ a d o ? A esto, el ge n io itinii«na contesta la siguiente: “T u s
flores n o son sino u n a alucinación". I V r o T om ás no se d e ja p e r ­
suadir. S u * llores son perfecta*. ¿ U n a alucinación? ¡N u n ca!
Kri este m om en to d el d ram a. cJ Dr. O siente u n a tuerte ten*
ra d o n d e g ira r el in terru p to r d e l ccrch rin o y m ostrar el fra u d e
a Tom ás fiero hacer eso eq u iv a ld ría a acabar con el en g a ñ o , lo
q u e n o q u iere hacer *1 causa d e tod o el trabajo q u e ha in vertido
en ello. Así q u e e l ge n io m align a, q u e ah o ra ya no se siente lan
ingenioso, se e n fren ta con un dilem a. O bien m antiene el e n g a ñ o
— e n cu yo caso I^m ás, al no q u e r e r reconocer el e n g a ñ o , n egará
q u e éste existe— , o bien altera su plan — en cuyo caso Tom ás,
al d arse cuenta d e q u e ha sid o e n g a n a d o , con vertirá un e n g a ñ o
perfecto en una f i i r a perfecta. En cu alq u iera d e los d o s casos,
el Dr. O n o lograra alcanza» su meta, ya q u e si el e n g a ñ o co n ­
tinúa. ¿cóm o h ará el Dr. O p a ra qu e Tom ás tenga a lg ú n indicio
d e l engaño?
D esde la perspectiva d e Tom ás, e] e n g a ñ o total no es en ab so ­
luto un en gañ o. U n a vez q u e se lo g ia q u e o c u rra n todas las e x p e ­
riencias usuales, la sugeren cia (le q u e Tom ás está su frien d o una
alucinación resulta sin sentido. Tom ás no p u e d e p en sar eso. Es
sólo un sinsem ido s¡ suponem os q u e som us objeto d e un e n g a ñ o
sem ejante C u a n d o un h o m b re está alucinando, d eb e d e h aber
m aneras para detectar q u e asf o , incluso si ti victima, com o en
el caso d e L a d y M acbeth, no lo g ra d arse cuenta d e ¡a alucinación
p o r esos medios. L n a vez q u e se realizan las p ru ebas ap ro p ia d a s
con el (in d e asegurarse de q u e u n o no está alucinando, no tiene
sentido la sugerencia d e q u e uno p o d ría segu ir alucinando. L o
U A M íC t S A C IÓ N V U. í l t S F .B R I N O 105

q u e q u e re m o s d e c ir c u a n d o afirm am os q u e u n a p e rso n a eslá a lu ­


cin an d o es que a lgiin at d e c*a* p ru e b a s follarán- l-a alucinación
perfecta es u n a burhtija d e in co n gru en cia x m á n t i n q u e d e s a p a ­
rece bajo La p resió n d e l escrutinio sem ántico.
El escéptico a rg u m e n ta q u e n o h ay m a n e ra se g u ra d e d e le c ­
tar u n a alucinación p< rferta, es deciT. u n a alucinación perfecta­
m en te cohcrcntc, com pleta, sistemática. C o n c lu y a que la creencia
d e q u e no estam os a lu cin an d o , si es v e rd a d e ra , no resulta ser m¡Li
q u e u n a con jetu ra a fo rtu n ad a. El defecto en este a rg u m e n lo ra ­
d ica en q u e e! escéptico asu m e q u e u n a alucinación p tric c ta es
posible. L a im aginación, c u a n d o trabaja en exceso, pod t ía c o n ­
ven cern os d e q u e es posible u n a alucinación perfecta, p e ro esto
no p u e d e ser. Para q u e a lg o sea posibl d e b e tener sentido. Sin
em b a rg o , la im aginación no se restringe a los límites d e lo q u e
licn c sentido. Resulta poco difícil im agin ar a lg o au n c u a n d o la
id ea m ism a d e e llo es p o r com p leto un tinsenlido. P od em os im a­
g in a r un gato en un Arbol cuyas partes d esap arecen u n a p o r una,
p rim e ro la cola, lu ego la pata, lu ego el cu erp o , hasta q u e final­
m ente to d o t o q u e q u e d a del gato e n el á rb o l es u n a sonrisa felina.
P odem os im agin ar esto, p e ro la idea d e u n a sonrisa felina sin u n a
cabeza es p o r com p leto un sin sen bdo. L a capacidad d e la im a g i­
nación h u m a n a es u n o d e los gozos d e la vida, pero constituye
u n a tntm pa p a ra la refle xión filosófica. Esto es v e rd a d e ro p re c i­
sam ente p o rq u e e » m uy fácil su p o n e r q u e lo q u e es im agin able es
posible, lo c u al constituye u n a suposición e rró n e a y falaz.
L a alucinación d e u n m u n d o sin m u n d o es precisam ente com o
la sonrisa d e u n gato sin gato. Podem os im agin ar am bas, p e ro
n in g u n a d e ellas tiene literalm ente sentido.
Asi, nuestra réplica al escepticismo es u n a réplica semántica. EJ
a rgu m en to d e l ese óptico acerca del g e n io m align o Se sigue d i la
prem isa d e q u e es posible una alucinación pertecta. Pero la idea
d e u n a .alucinación perfecta carece d e sentido y p o r lo tanto una
alucinación tal no es posible. C o m o el a rgu m en to del escepticismo
p ro ced e d e una prem isa falsa, d e b e ser rechaz^dn,

La explicación d* la ca rm cia de stpuficad o

¿Por qué parece la n p lau sible a firm a r que la hipótesis d e la a lu ­


cinación perfecta carece d e significado? L a explicación d e la a p a ­
rente carencia d e signiGcado d e esta doctrina surge d e una am -
106 EL PROBl-EMA DEI. CONOCIMIENTO V El. ESCEPTICISMO

higiiedad en térm inos tales com o 'sinsentido' y 'carencia <ie sin-


m íicndo' Todos « i o s térm inos se usan Lanu> en un sentido se­
m ántico com o en uno epntém ico. U n a oración es un sinsentida,
o carece d e significado, en el sentido sem ántico d el term ino >ólo
si la oración n o asevera n ada y, consecuentem ente, no es ni v e rd a ­
d e ra ni íalsa. U n ejem plo perfecto d e una oración d e ese tipo es
"Tirotea canil izan clásticam ente". Fsia oración no asevera n a la ,
no es id verd ad era ni falsa, N o esta hecha d e palabras con sig­
nificado. U n ejem p lo d e u n a oración q u e carece de significado
en el sentido semántico, p e ro q u e c a lí Itccha d e palabras con
significad«^ es “ V erbo e n hacer niebla José". El defecto de esia
oral ¡On radica en que ef ^gram atical. Podem os incluso tener u n a
m oción que es g ro m a ik a l y q u e csie Com puesta d e palabras con
significado pero que sin em b arco carezca de significado en el sen­
tid o semántico. U n ejem plo es "L o s gusanos integran la luna p o r
C * hom ogéneam ente cu an d o nwraliisin p ara a n u la r a las in.iri-
Esta oración, com o las precedentes, na asevera riada.
Todita las oraciones q u e hem os con siderada son sinsenüdos v
carecen d e significado p o r ser sertumuta o gram aticalm ente d e ­
ferí uosas, d e tal m anera q u e u n a person a q u e las dijera no es-
íaria, en circunstancias com uñes, aseverando nada. En contraste
con este sentido d e los térm inos 'sinsentido* y 'carente d e sig­
nificado', hay itn sentido epistémico. A veces decim os q u e una
oración no tiene scn lid o p o rq u e , a u n q u e asevera algo, lo que
asevera es descabellado. Si un h o m b re dice “T od o el m u n d o ha
m uerto", podríam os contestar "Tonterías", o, alternativam ente,
“ i Q » é qu ieres decir?" o incluso “ ts o no tiene sentido". N o es
q u e la oración no asevere nada; por el contrario, es p o rq u e la
oración asevera a lgo evidentem ente tilso p o r lo q u e contestamos
lo <|iic contestamos. L a oración enunciada es perfectanienLe sig­
nificativa; lo qu e resulta sinsentido y carente d e significado es que
la person a la haya p ro ferid o . Para plantear el problem a d e otni
form a, digam os q u e podem os darle sentido a la oración, sabem os
lo q u e asevera. Pero no p od em os en ten d er p o r q u e el h o m b re la
enuncia; no entendem os p o r q u é habría d e decirla. Así, cu an d o
usam os térm inos com o 'sinsentido' y ‘carente d e significado* en
el sentido cpisiém ico, el uso conréelo d e ellos requiere sólo q u e lo
q u e ve dice parezca absurdam ente fabo, por supuesto, para q u e
parezca descabelladam ente falso, la oración d eb e aseverar algo, y
así ser verd ad era o falsa.
L A A U K 3 NACIÓN Y EL CtLRilB RIN’n 1(17

tsíOo señalam iento* son directam ente pertinentes para la hi


pátestt d e la alucinación perlccto. L a hipótesis d e la alucinación
perfecta es un "sinsentido" y “carente d e significado" en el sen*
lid o cpistém ico d e csiüs tem im os, y sólo en ese sentido. Resulla
r o r r f cto aplicar tales térm inos a la h ip ó t e * « d e la alucinación p e r ­
fecta p o rq u e parece descabelladam ente falsa. Incluso el excéptico
p u ed e aceptar, com o hien d ebería record arle, q u e la hipótesis p a ­
rece lalsa, N c obstante, para q u e la hipótesis parejura falsa d e b e
ser significativa d e b e aseverar a lgo p ara qu e p u ed a p arecer lalsa.
Si la hipótesis d e la alucinación perfecta es-significativa e n el
.sentido semántico — esto es, si asevera a lgo— entonces el hecho
d e que no sea significativa en el sentido cpistém ico es irrelevante
p a ra las argum entaciones d e l escepticismo. C o m o señalam os a n ­
tes. el escéptico p u e d e conceder, y ser totalmente consistente, q u e
l.i hipótesis d e la alucinación perfecta parece bisa. P u ed e creer
incluso cpiecs lalsa. Es p ro bable que todas tas personas, estípticas
o no, crean esto. Pero a u n q u e todas crcan que la hipótesis es falsa,
el escéptico ¡irgutnenLi qu e nadie sabe que es laL l C oncluye qu e
puesto que nadie sabe que es falsa, nadie sabe si a lgu n a d e sus
creencias perceptualcs es verdadera. Por lo tanto, tales creencias
no consiituycn conocim iento,

.1 taque a otra premisa r¡séptica: fnvbabitidad y no í w t u

-Supongam os qu e el epistemista concede, con el fin d e evitar una


dificultad, q u e la hipótesis d e la alucinación perfecta asevera algo
que es o bien v e rd a d e ro o b ien falso. N u ev am en te nosotros co n ­
cederem os q u e la evidencia q u e tenem os d e la experincia sen­
sorial siem pre es tal qu e es lógicam ente posible que sean falsas
nuestras creencias perceptualcs basadas en esta evidencia
Si hacem os estas concesiones, ¿debem os conceder tam bién el
triunfo al escepticism o- P ara ver qu e no necesitamos hacerlo,
exam in em os una vez m ís con detalle la cstrurtura lógica del a r ­
gum en to d e l escepticismo,
fc'l argum ento es com o sigue:

1. Las expcrieiiciits tle u n » persona q u e tiene m ía creencia


perceptual v e rd a d e ra p u ed en du plicarse en Lis e x p c iic n
d a s d e una persona cuya creencia perceptual es e x a m in e n
te sim ilar p e ro falsa.
IO S El. HJtOULEMA DEJ. CONCICIMIE K ID V t ! . EStf-PTTCISMO

2. Si los experiencias de u n a p erson a q u e tiene una creencia


perceptual v erd ad era p u ed en d u p licarse en las c x p e ric n -
c iasd c una p e rs o n » c uya creencia perceptual e s e sacia m en-
le similar p e ro fíd&a, c n lo ix c s siem pre es lógicam ente po­
sible que cualesquiera d e nuestras creencias perccptuales
sean falsas.

3. SI siem pre es lógicam ente posible q u e cualesquiera d e núes-


tras creencia* p e r c e p t u a l« sean falsas, entonces nunca sabe-
moa si algiim is de nuestras creencias p e r c e p t u a l« son ver­
daderas

Par lo tanto

*1. N a d ie sube nunca que algunas d e sus creencias p e r c e p t u a l«


san verdaderas.

A l d e fe n d e r la posibilidad d e u n a alucinación perfecta, el es­


céptico ha justificada l.i p ren m a 11). M is aún, concedam os Iam ­
bi fn la verdad d e la prem isa {¡¡¡) Para no responsabilizarnos d e las
consecuencias del escepticismo, diiigiiciuíia ah o ra nuestro ata­
q u e contra la prem isa (3). L a defensa escéptica d e la prem isa (3)
p u e d e fundarse en su enunciación d el argu m en to del o p e ra d o r
m align o (pp. 9 7 -0 8 ), d o tld c trata d e atribuir a la suerte la verdad
d t las creencias perceptuslcs Esto le perm ite derivar la prem isa
(3 ) d e

8. Sí es lógicam ente posible q u e aieu n a* d e nuestra» creencias


pereepm ales sean falsas. entonces u n a creencia perceptual
qu e resulte ser verd ad era no es sino u n a adivinación a fo r­
tunada

y
9. Si algu n a creencia perceptual q u e resulte verd a d e ra no es
sino una adivinación afortunada, entonces nunca se sabe si
algunas d e nuestras creencias pcrceptuales son verd ad eras

A u n q u e es válida la deducción d e la prem isa (3) d e (8 ) y d e (9),


d e b e ría rechazarse la prem isa (8). D e esa m anera podem os evitar
aceptar la prem isa (3).
En l.i prem isa (8 ) el escéptico ha asu m ido q u e si es lógicam ente
posible que una creencia sea falsa, entonces cu an d o una creencia
resulta v erd ad era no se trata sino d e una adivinación a fortun ada,
LA ALUCINACION 11 lü.t’ f.KEHHINO

v jhh I» t in t o no e s nuda q u e conozcam os. P o r conveniencia d i ­


quelem os ro m o to rrrg ib l* cualquier creencia d e uti tipo La! q u e .sea
lógicam ente posible q u e Cualquier c re e n c ia q u e entre e n esc tipo
resulte la b ». Así, en la prem isa (3 ) el escéptica qu iere decir q u e
nunca se aabe si es verd a d e ra cualquier creencia c o rre g ib le , L s u
%tiposición d eb e rechazarse decididam ente, pu csm q u e conlleva
implicaciones vastas y perniciosas.
Casi indas nuestra* creencias sobre temas q u e no sean la lógica
y Lis matemáticas son corregibles Nuestras creencias sobre el p a ­
sado, el futuro, otras personas y lugares distantes, para d a r sólo
unos cuantos ejem plos, son todas ellas corregibles. Es bastante
fácil im aginar cóm o el cercbrinn p o d ría usarse pañ i en gañ arn os
en tales asuntos. Más aú n u xla* las creencias que d e p e n d e n d el
argum en to inductivo, en el que la evidencia q u e tenem os no im ­
plica la hipótesis que creem os, son creencias corregibles. Si la evi­
dencia que tenem os no implica que sea v erd ad era la hipótesis
q u e creem os, entonces es lógicam ente posible q u e estemos eq u i­
vocados. Por lo tanto, si aceptam os la suposición escéptica d e q u e
nadie sabe si es v e rd a d e ra alg u n a creencia corregible, entonces
cataremos o b ligad o s a n egar q u e hay alg o com o el conocim iento
inductivo Así, vo lv a m o sa la larca de m ostrar qu e Li prem isa (8),
y con ella la prem isa (3), son tanto dudosas com o peijudiciales.
L a pretcnsión escéptica d e q u e la creencia corregible nos deja
enteram ente a merced d e la s u e n e — to m o to afirm a la prem isa
(8 )— nn es difícil d e refutar con solides. \a evidencia q u e no e x ­
cluye la posibilidad lógica d e e r r o r p u ed o reducir am pliam ente la
p ro babilid ad d e error. M ás aún, c u a n d o la probabilid ad de e rro r
se reduce cotí nuestra evidencia a un g r a d o en el q u e es insigni­
ficante, es a b su rd o decir q u e escapar d< 1 e rro r nn es sino bu en a
suerte Es totalmente razonable creer lo q u e es en e x trem o p r o b a ­
ble y n o creer lo q u e es inm ensam ente im prnbahle. C u a n d o una
person a cree a lg o q u e se torna excesivam ente probable, d a d a Li
evidencia en la q u e basa su creencia, entonces no es una m era
cuestión d e suerte q u e ella este en lo correcto y q u e Su creencia
sea verdadera.
Considérense las probabilidades en un ju ego de a z a r Si yo
apuesto a una alternativa en un ju e g o tal y las ventajas d e esa
alternativa son d e d iez a u n o. mi apuesta calculada no es una sim ­
ple adivinación. M ás aun. cu an d o las ventajas son d e nn millón
a u n o difícilm ente pu ede sostenerse que se trata d e "g ir a r la
EL FROBl.K.MA nH HONOCIMlENTlí Y R iC t m C t íMO

ru e d a tic [a suerte" C u a n d o Ib p robabilidad es suficientem ente


gTM ide, no h;*v necesidad tic adivinar, y de h erh o no hav necesi­
d ad d e suerte- Ij s creencias q u e son ¡suficientemente probables,
au n c u an d o sean corregibles, deberían considerarse rom u c o n o ­
cim iento siem pre q u e sean verdaderas.

Réplica d rí ttftp iir o posibilidad, Jtrnba ' 'hdatl yf r r c n m n a

T o d o intento p o r escapar del escepucism o toca, tarde o te m p ra ­


no, a la puerta d e la p robabilidad. Pero ryo hav ninguna ayuda
tras esa p u e n a . LX- hecho, una ve/ traspasado ese ■■m bnil sin
d u d a nos en eo m m rcm o s en b mtMnfííima g u arid a del escepti­
cismo. Considerem os cóm u echar el cerrojo a la puerta.
Si el upe1,ir a la probabilidad lia d e tener éxito, el opon en te
del escepticismo d e b e afirm ar no sólo que. ntic*Iras creencias co­
rregibles se !>a\an en una evidencia q u e Lis hace altamente p ro ­
bables, siiim q u e lam bían d eb e establecer q u e \abrmt, q u e tales
ciccni iitt win j l L í m e n l e p robable*. N o Ijasia q u e una creencia
i c j áltam e rile probable;, el q u e crea q u e tiene un a creencia d eb e
taller rpic c »io es asi. tic utra m anera, Ui creencia, si es v e rd a ­
d era. será de n u c m una m era cuestión de suerte Para ver esto,
volvam os al ejem p lo d e la mesa de ju e g o . Im aginem os que una
p erson a es invitada .1 ju g a r un partido d e “Millctf". que se ju e g a
com o sigue: hay u n a m áquina q u e cierra u n a ventana cu a n d o se
o p rim e un botAn y después se a b re p ara m ostrar un c u a d ro rojo o
tino v e rd e A dem ás, parte d e la definición del ju e g o involucra la
siguiente regla relativa al com portam iento d e la m áquina; d e b e
ser ajustada p ara q u e el t ti a d ro verd e aparezca sólo un a vez en
un m illón d e jugadas Asi, l:u posibilid.idcs son un a en un millón
d e q u e el c u ad ro rojo de je d e aparecer cu an d o se a b re líi ventana.
Im aginem os q u e una person a es invitada a ju g a r Mitlee p e ro
no le dicen tas probabilidades. Ella p o d ría escoger la apuesta de
q u e el cuadro rojo ap arecerá cu an d o se abra la ventana y por
supuesto c s ia u en lo correcto. A pesar d e las proliabilidadcs a
su favor, estaría plenam ente justificada al decir q u e su creencia
d e q u e el c u ad ro rojo aparecería fue. desde su punto de vista,
u n a adivinación afortunada. 1j razón radica en q u e ella no sabe
q u e las probabilidad es son un m illón a una a su favor. De hecho,
hasta donde sabe, las probabilidades podrían ser cualesquiera.
LA M .U CINACIÚN V f.l, C E R ÍtU tlS O i 1l

I n ausencia d e tal tono* imicnto, c! estar en lo correcto no es sino


uicriL1.
M iuni su p on gam os q u e u n » p erson a cree q u e realm ente hay
un jitoiliate frente a ella y q u e »u creencia se basa en la evidencia
tic la experien cia sensorial o en cu alqu ier otra evidencia inductiva
que h: quiera, Las p robabilid ad es p od rían ser un millón a una d e
q u e la hipótesis resultará v e rd a d e ra r u a n d o se basa en tal e v id e n ­
cia. Pero si l.i persona no sabe q u e c*as son las probabilidades, y
ti. jtilcnL'b, hasta d o n d e sabe, L » p robabilid ad es p o d ría n ser c u a­
lesquiera, e n caso d e estar en lo correcto, no cataríam os h ablan d o
>inu d e una cuestión d e suerte Ianto en este caso com o en el de
l.i persona en Ui mesa de ju e g o , estar en lo correcto es cuestión de
suerte, au n c u an d o las probabilidades estén cmiMde rabie m ente a
lavor d e q u e am bas personas estén en lo correcto. Es cuestión de
su e n e p o rq u e am bas tgnoraíhin b u p rol labilidad es.
Por su p u c»io , Linio el ju g a d o r com o el creyente p eicep tu al es­
tarían en una ptiintii^n Loiuplctaiuente d iferen ic si conociem n la*
probabilidades. Si am lios conocieran Lia probabilidades, entonces
d e n in gun o d r los dos pod ría decirse con exactitud qu e evtfn en
lo correcto sólo p o i suerie. L a p re g u n ta q u e d eb e re sp o n d e r el
escéptico es la siguiente ¿necesitamos su p o n e r que el creyente
perccptiial ign o ra las probabilid ad es a favor d e su crccnciar U n a
persona q u e bata sus creencias en la evidencia q u e vuelve alta-
aieirte p ro b a b le su creencia ¿no p o d ría saber tam bién c u ín p r o ­
bable es su creencia? Para establecer la tesis (iel escepticismo d e ­
bem os probai q u e d c r e y e n t e pcrccptuaí ign o ra ineludiblem ente
tales pro] labilidad es.
C o m o un p rim e r paso, considere mi ks brevem ente cóm o sabe­
m os alga a tc ft i iic las probabilidades Se interpreta el term ino
‘proliabiliilad’ de diferen te» inane ras. p e ro la idea q u e parece mito
portille lite en csir contento cslA telar in n a ta con Ili frecuencia d e
la verdad Si uüa person a d e b e tran?form ar sus creencias per-
i cpluales en o ro epistÉmico. p u r uiedin d e su conoí imientP de
la p robabilidad, d e b e sabeT que üii creencia, basada en la evldcn -
ría (juc tiene, es el u p o fie rreeiicia que es con m ayor frecuencia
— d e hecho, con mui.ha uiaym fte c u c n c b — v e rd a d e ra que íalia
c u a n d o se basa en la evidencia q u e tiene. El creyente pcrccptuaí
dclie salxjt q u e las creencias pertept nales basadas en la eviden -
lia usual d e la experiencia sensorial son con m ayor frecuenc ia
verdai le ras q u e ÜdSSi
HL Ifpn IIII-hMA r>E1 . CO N O C IM IE N TO V EL ESC E l 'I I O SMO

Pero cm p e n o na un puede haber (al cosa, si sólo consideram os


cóm o u n a pí-r^míi salir que « v e rd a d e ra o r a afirm ación sobre
Isi frecuencia El lip » d e frecuencia in volucrada es Li frecuencia
rrj;náv;i; U freruen n n con U que cierta rosa o cu rre es r e la L ^ i n
Iei nciin eiMTiii de Coias deotrti tipo. Por ejem plo. su pón gase q u e
dcscftuutt salxrt qué tan pmhnhle es que u n a person a »in g ra d o
m iivcrsitah < líenme a ganar $ *10,000 dotares al año. Para estable­
cer r ila pi'nt>nh¡li[l;i(!, nlgmeii HcImt d e K i i k i r qué tan frecucn-
tcm in te sucede que una perseibii sin g ra d n universitario ^ in c
J 40,000 dólares I ;i manera tlr Jescubrtf cato consiste en m -
r o n lia r u n » m n u t n i representativa de personas sin g ra d o uní-
vursirario. Su pón gase, pnr sim plicidad, q u e su m uestra conóctw
mil individuos q u e carecen de g ra d o it ni ver 51 La rio v que c x a ria -
iiicnie once de ellos gntuin S -ÍCUWO d ólares al año. Entonces se
deberí.i ron* luii que, tan base en su hallazgo, es razonable e spe­
rar q ue la f t « tienda rclalivn sen n L d a sea d e L 1/t OOQ, Lu m o m a
i i ira es üi probabilidad aproxim ada d e que una persona sin g r a d o
universitario gane Li sunis especificada.
En m u t ile n para d<3( uliriT I i frecuencia con la qu e las cosas
de tipo A resultan ser también tosas d e un tipo 8 , d ebem o s e n ­
contrar u n a rnuesira d e tmas q u e son A y d ts T tn in a r cuántas
de ellas son fí Por lo taino, considérese el p ro b lem a qu e u n a
persona enfrenta cu an d o desea establecer q u e las rrccncías per*
ceptuaJe» basadas en la cvde neja d e l.i experiencia sensorial son
con m ayor frecuencia vetdaderas q u e falsas Para d escu brir « l o ,
ella tendrü que encontrar una m uestra de creencias d e l tipo es­
pecificado y determ inar cuántas de ellas fueron verdaderas. L a
inform ación sobre mi muestra sería totalmente esencial p ara su
descubrim iento de q u e Lu creencias d e este tipo son con tuayor
frecuencia verdaderas que falsas. Pero (¡cómo va a conseguir esta
inform ación? para obtener dicha inform ación, d eb e ser capaz de
determ in ar cuántas d e las creencias d e su m uestra son v e rd a d e ­
ras. P ara determ in ar cuántav d e estas creencias son verdaderas,
d e b e saber cuáles d e ellas constituyen conocim iento y cuáles no.
Sin em bargo, este requerimiento es u n a calam idad, p ues ya h e ­
mos mo.Mr.ido que una creencia p ertep tu al p u ed e constituir co ­
no :im icriiu sólo si Li persona sabe q u e las creencias d e este tipo
son con m ayor frecuencia verdaderas que falsas. A h o ra hem os
concluido q u e con el fin desaber que las creencias d e este tipo son
m C U K N C lA , AI>EC:rAClÓPi V PROBABILIDAD I 13

non m ayor freru cn iia verd ad eras q u e falsas, d ebem os saber p ri­
m ero cuales de esa» creencias sun v erd ad era* y cuáles son falsas
Por lo tanta, antes d e q u e podam os saber si di^una creencia p e r
ccptual es v erdadera, d ebem o s saber fmnwro q u e ciertas creencias
pcrcíptiiaJci son verdaderas. Ésta o u n a situación cpistém ka to­
talmente perniciosa. Más aú n , la única alternativa es el escepti­
cismo. En »urna, o bien sabem os q u e ciertas creencias perceptua-
Ici son verdaderas antes de »a b e r que c u a l q i n r r creencia p e ic e p -
lu al es verdadera, lo cual es absu rdo, o bien no sabem os qu e a l­
gu n as creencias pcrceptualcs son verdaderas. Es obvio q u e d eb e
aceptante La última alternativa.
Revisemos brevem ente el argum ento. C o n e l fin d e e sta p a r al
escepticismo relativo a las creencias corregibles, debe mostrarse
q u e tales creencias se hasan en Li evidencia que las vuelve alta­
m ente probables, v también «pu* sabemos qu e esas creencias son
altam ente ptobables Para saber esto ultimo, debem os saber que
tales creencias, cu an d o se basan e n la evidencia d e una clase es­
pecifica, son con m ayor frecuencia v erd ad era* que falsas. Sin e m ­
bargo, p a ra descubrir que tales creencias son con m ayor frecuen­
cia v e rd a d e ra » qu e falsas, d ebem o s considerar una m uestra de
talca creencias y determ in ar qu é porcentaje d e las creencias de
la m uestra es verd ad ero . Para d eterm in ar q u é porcentaje d e las
c recocías es v erd ad ero, d ebem o s saber cuáles, en cierta muestra,
son verdaderas Por lo tanto, antes d e q u e una persona p u e d a
sat>ct>¡ algu n a creencia corregible, basada en la evidencia in d u c ­
tiva, es v erd ad era d eb e saber si es verd a d e ra cierta afirm ación
de p robabilidad. Pero no p u e d e í»ln ;r si tal afirm ación es v e rd a ­
d e ra a m enos qu e ya sepa que son verd ad eras ciertas creencias
corregibles bauidas en la evidencia inductiva. Por lo u n to , nadie
p u e d e saber ¡ti n verd a d e ra alg u n a cree neta corregible basada en
la evidencia inductiva De hecho, la vía d e escape a través d e la
probabilid ad es un cam ino rá p id o hacia el escepticismo.

E l tPISTEM ISTA RF-SPONDE:


FRECUENCIA, ADECUACIÓN V l’ ROBABI U D AD

I-a réplica básica a este form idable argu m en to es q u e la p ro b ab ili­


dad no es toda ella frecuencia, El argu m en to an terior asi une; q u e
la tesis d e q u e las creencias corregibles basadas en la evidencia ¡n*
ductíva son altam ente probables, viene a ser la afirm ación de q u e
114 E l. P R O B L E M A D E L O O N í X '!M I £ N T O Y E L E S C t m C I S M O

tales creencias son to n m ayor frecuencia v e rd a d e ra s q u e folias


Es tsta prem isa det a rg u m e n to la qu e nos Ueva p o r el s e n d e ro
deJ escepticismo; es la q u e n etlia za ri e! cpisbcmi&ta.
D e hecho, Cíjinn Id p ro b a b ilid a d a m e n u d o siipcicrr la frecu en ­
cia, es m ejo r e x p re s a r Ja tesis d e l cptstcm isla sin usar t i leí m ino
'p ro b a b ilid a d '. L a lesii episicm isia es b »¡gu íen te: a u n q u e es
lógicam ente p osible que c u a lq u ie r c r c c í i i a c o rre g ib le sea íalsa,
cuntido tales creencias win vfn b tií*ra ¿ no siem p re lo son poi o b ra
d e la suerte, ya q u e a lg u n a s veces, las crecnctad están com p leta­
m ente justificadas M á í atín, p o d e m o s * a b c r q u e nuestras cre e n ­
cias corregibles están rompí* t m iente justificadas » n saber p r i ­
m ero con ^ u é frecuencia sen v e rd a d e ra * u tlcscrecncias. [ j i s p r e ­
guntas epistem ológicas respecto a si c seria eviden cia justifica q u e
se crea algo, son ,in.ílnga.<ta]M p re s u m a s ¿ticas respecto a si cier­
ta» condiciones justifican q u e se haga ;il^u. A m b as pregu n tas se
resuelven recu rrien d o ¡i alg u n a n o rm a o enterra. Las n orm as n
criterios n los q u e apelam os no necesitan establecerse m ediante ln
d eterm in ación d e frecuencias. U n a b re v e excu rsión [ » r la ¿tica
d e b e ría a y u d a r .1 esclarecer esta afirm ación.
Im agin em os rjur mi h o m b re ha p ro m etid o a su a m ig o y b e ­
nefactor llevar a ln n p o i u d e ¿str a otra ciu d ad y cu id ar d e q u e
n in gú n dañ o le surtida en la carretera- M ás aú n , su p o n g a m o s
q u e m ientras lleva a e jta m iy er .1 su destino, se d esp iertan las p a ­
siones sexuales d el h o m b re y, com o 61 sabe q u e ella es fiel p o r
encim a d e cu alqu ier posibilidad d e seducción. decide atacarla.
iSc ju itiijiiiba qat el h o m b re hiciera lo q u e hizo? N in g u n a p e r­
sona razonable p o d ría n egar que el h o m b re Fue un b rib ó n y q u e
üii acción fue tanto injustificada com o vulgar. P ara llegar a esta
conclusión no se necesita saber n ada sobre la frecuencia con La
qu e o c u rre n sucesos d e e¿ie tipo o d e Cualquier OLTO. Todo l o q u e
él tiene q u e hacer es consultar sus n orm as d e conducta. N o se
necesitaría saber que las consecuencias d e tales ataques son con
m ayor frecuencia malas q u e buenas. De hecho, cualesqu iera que­
sean las consecuencias d e hacer tal cosa, non injustificables p o r
el tipo mismo d e acciones d e q u e se trata. U n a acción q u e es un a
com binación d e ingratitud, jnG delidad. insulto e injuria es tal q u e
su carácter in>>mo la señala com o tu cam en te aberran te e injusta
íicable.
De manera similar, algun as crocncias son tales q u e su carácter
las señala com o ep id ém icam en te aberrantes e injustificables.. U n a
KUKCU r u c i a . v iü o iia u iu d a u 115

t reenvía contradictoria es u d e je m p lo d e esto, y otro sería u n a


i rcencíii q u e fu era p o r com p leto en con tra d e u n a eviden cia a b r u ­
m adora. U n a perso n a q u e se n iega, en u n a ocasión c u alq u iera
d e su vid.i, a c reer lo q u e sus sentidos la llevan a c re e r y q u e .
.iclepiis, rre e ju stam en te lo contrario, es u n a p erso n a tan irrazo ­
nable e p id é m ic a m e n te com o ¿Licam cnie irra zo n a b le es el h om -
tire am es c o n sid erad o . P o r o tro lad o , está ep id é m ic a m e n te ju s ti­
ficada una p e rso n a que cree precisam ente lo q u e la evid en cia d e
sus sentidas la. lleva a creer
P or lo tanto, así com o u n a acción p u e d e estar totalm ente ju s ­
tificada au n c u a n d o t i agen te no sepa q u e acciones d e este tipo
llcv:ui cun m ay o r frecuencia 3 consecuencias b u e n ;» que a m a-
L.v asi una creencia p u e d e estar c o m p letam en te ju stificada » u n
ru a n d o clk reven tp no sepa q u é creencias d e este tipo son con m a ­
yor lYecuent m v e rd a d e ra s q u e falsas. P o r lo tanto, u n a creencia
p u e d e justificarse pie na m ente con base en la eviden cia q u e le ñ e ­
mos d e ella, au n cu an d o no haya Io n n a d e establecer q u e i-ilc-s
c resurtas son con m ayor frecuencia v e rd a d e ra s que falsas,
Vale la p en a señ alar q u e hay un (ip o d e ¿irtiEi akdad en el ar-
g u m e n to d e t escépüco q u e a h o ra p u e d e e x p o n e rs e p o r com pleto.
Ei escéptico arg u m e n ta q u e antes d e q u e p o d am o s saber si a lg u n a
creencia c o rre g ib le es v e rd a d e ra , d e b e m o s d e te rm in a r p rim e ro
q u e las creencias de este tipo son con m ayor frecuencia v e rd a ­
d eras q u e ftdsas. De hecho, es m uy fcicil d e te rm in a r tales cosas,
d e te rm in a r p o r ejem p lo q u e si una perso n a cree q u e tiene ca­
beza, entonces con m ayor frecuencia esta creencia es v e rd a d e ra
que falsa. S ie m p re es v e rd a d e ra S u p o n g a m o s que el escéptico
replica: * Para d e te rm in a r esto últim o, u n o d e b e d e te rm in a r p ri­
m e ra en u n a muesLra la p ro p o rc ió n d e casos en los q u e esta
creencia fue verd ad era. En consecuencia, p ara m ostrar q u e a l­
g u n a creencia es v e rd a d e ra d eb em o s saber p rim e ro q u e tales
creencias son con m ayor frecuencia v e rd a d e ra s que falsas". Sin
d u d a esta respuesta es a b su rd am en te artificial. C u á n ridículo e
irre levan te es a rg u m e n ta r q u e antes d e q u e p o d am o s sa b e r que
una p erson a tiene cabeza, necesitamos con sid erar una m uestra de
casos en los q u e u n a perdona cree q u e tiene cabeza y d e te rm in a r
en qué prop o rció n tales creencias son verdaderas. O bviam en te,

1 Kodcrick M. ¡ hfcihnlm, Ftrcmtmf A /ViiíuiapAtcii/Sti«fy, Cornrll U ruvrrnl)


Press, L th ic a .N .V . 1957, pp. 31-33
E l. IR O B I-F ,M A D E L C O N O C IM IE N T O Y EL E S C E P T IC IS M O

no necesitamos li-Ker tal cosa para saber que unu persona esta
rom plctam eiitc jiu tiG cad a p.n'.i crccr<]>it d e n “ cal>c¡e», N u estro
conocí m ié ni o d e que estam os com pletam ente justificado? p ara
creer t a ln cosos no d e p e n d e tic nin gún conocimiento anterior
d e frecuencias M u y p o r el contrarío, com o estamos p o r com ­
pleto |u<4ifii; iJos p ara creer cierta» cosas, podem os saber cu án d o
tale* eitfcncin* son verdaderas y en consecuencia d ecid ir con q u é
fic r u c n d a miik vertlatlrtil' liu crecltciiiscu rrcgibln de cierto lipo.
Así, un íMCéptico, p ara g a n a r la batalla, d e b e p ro b a r que hay
a lg o equ ivocad o en las norm as episténucas qu e aceptam os. R e­
sulta cnmpIcLuuiciitc irrclevanie q u e no haya m anera d e sa b e r ii
nuestras t reeii Kii corregibles son con m.iym frecuencia v e rd a ­
deras q ue falsas antes d e ia b e r si algu n as de ellas son verdaderas.
Dailas nuestras norm a* epUtétnicas, estamos p o r com pleto justi­
ficados en muchas d e nuestras creencias inductivas (p or ejem p lo
creencia* pe rcep m ales), antes d e em brollarn o*. y aun »i nunca
llegam os a cm brcdlarons, on mvc-ii ilaciones estadísticas referen -
tesa Jn frerucm.ta d r verdad d e nuestras crernc ¡as inductivas. P or
supuLstci, u le s investigaciones son m uy im portantes p a m estable­
ce* que ciertas c r w n c ú u están com pletam ente ju sü fu a d a s, pero
íiay otltoí creencias, 1« m ayoría d e l a » . nales nos son de lo más fa­
miliares, cuya justificación no d e p e n d e del resultado d e n inguna
investigarlo!) estadística. A l haticr aceptado norm as d e e vid en ­
cia que nos perm iten concluir ;|uc algunas creencias corregibles
(p o r ejem p lo creencias perceptuales) están coinplctam cntr ju sti­
ficadas, dejam os abierta la p regu n ta de ú o ír a i creencias están to­
talmente justificadas Esto p u ed e establecerse d eterm in an d o fre
cuclirios Pcru la idea d e que todas tas creencias d eb en basarse
en ta determ inación d e frecuencias y d e q u e ninguna está justi­
ficada a lítenos que se b.ise en ello, lleva al escepticismo. Sin etn-
bargo, pendemos escapar al escepticismo rechazando la idea a b ­
su rd a d e q u e n inguna creencia está com pletam ente justificada a
m enos qu e se Lase en una investigación estadística.
En rcsunicii, nuestras norm as d e evidencia garantizan que al
m enos algunas d e nuc-jinus creencias co rregibk -j están m m p le -
U n ie n te justificadas. Así, aunque u le s crceiicias son corregibles,
no es nicni rnestión di s u e n e que resulten verdaderas. Para m os­
trar q u e estas afirm aciones son tahas, el escéjuicn de lie d a r a lg u n a
razón p a ra rechazar nuestras norm as d e evidencia, y hasta ahora
na se ha presentado un argu m en to semejante.
h u m e n c ia . a d e c u a c ió n v rrn » r a b ii id m » 117

FA tscépUco replica un d tw flo a m usirás normo.«

Ijis o p c a ila c io n c » d el cpbtcinista se han ap o y ad o en u n » ana-


logia con la é tk a y en un llam ado a bu norm as epistlnticas. ‘filies
llam ados constituyen el refu gio c o m ú n d e lo d o » a q u c ll'» ^iie b u i-
can escapar d e las penas de la investigación y la crítica. Ks tiem po
d e e x p o n e r esta Forma d e razonam iento com o el protectorado in ­
telectual d el íta iiu quo. U n a ve/ expuesto títd , podem os en to n c o
ela b o ra r u n a alternativa esc ¿plica ¡ a r a la conservación dogm ática
d e U opinión aceptada.
E xpon gam os el argum ento del eptstemista, con más Cuidado
d e lo que él ha solido hacerlo, qu e es el siguiente

I A lgu n as de nuestras creencias están com pletam ente justifi­


cadas en térm in o« d e nuestras n o r m » epislém itas d e eva­
luación epistémica.

2. Si algunas de nuestras c m n i i n cM Ín com pletam ente justi­


ficadas en térm inos de nuestras norm as d e evaluación epis-
¡¿mica. entonces esas creencias están com pletam ente |u*iíG-
cadas au n ru a n d o creen* i;t¡ de esc tipo casisicm pi c rem ite n
bisad.

l ’or lo tanto
3. A lgu n as d e nuestras creencias están com pletam ente justifi­
cadas aun cu an do crccm ias d e esc tipo casi siem pre resulten
tahas.

Éste e s e ) a rgu m en to v sin d u d a sólo neresim ser en u n ciad o así


dt escuetam ente para que se vuelva inefectivo p a r » los propósitos
d e la refutación del escepticismo. Al presentar el atgu m en to, el
cp U le trusta ha a traído inteligentem ente nuestra atención hacia
la prem isa (1 ), q u e d r b e estar Lien sostenida p o r la analogía etica
q u e él apoya. Pero su estrategia está predestinada » la m in a p o r la
inadecuación d r la prem isa (£), la cual es necesaria p ara llevarnos
» la conclusión episteinista.
El pro blem a para el epíste mista es q u e d el hecho d e q u e algo
se justifica p lenam ente en tfrmmas i r n w tíra t normas d e evaluación
no se sigue en absoluto qu e esc algo k justifique plenam ente
Es lo es especialm ente claro cu an d o el tipo d e c rc c n n a c n cuestión
resulta casi siem pre falsa. Porque, desp u és d e todo, ¿qué sign i­
fica decir q u e a lgu n a creencia se justifica totalmente en térm inos
EL PHORLLMA ftKI. CONOCI MI £ N T O V LL ESCT.I'nCtSMO

d e nuestras norm as d e evaluación? L o que con segu rid ad sig­


nifica es rjiie nosotros act/ns í t u i ,< un prin cipio d e acu erdo ton el
chíiI las creencias de ese tipo están com pletam ente jusTifkadas,
(’e ro el hecho d e que algún principio sea aceptado no m uestra
d e ningnna m anera que sea v erd ad ero. P or lo tanto, cuando un
p rin cipio tal nos dice q u e una creencia se justifica p o r com pleto,
p o d em o s aún p re g u n ta r razonablem ente si es correcto Jo que el
principio afirma. Si lo que el principio sostiene no es corréelo,
entonces esas creencias tpie él certifica com o total mente justifica­
d a » p u ed en ser refu tada« p o r com pleta; esto es, pu ed en no estar
justificadas.
I os com entarios anteriores q u ed arán m ejor ilustrados con la
ayuda de 1111 ejem plo práctico, .Supongam os q u e una persona ase­
g u ra q u e no son naturales las relaciones sexu iles e m re personas
que no esuin u n id a» p o r el sagrad o m atrim onio. Im agin em os que
cu an d o sui palabras son cuestionadas, ella sim plem ente replica
que rales acciones son antinaturales d e acu erd o con sus norm as
d e cvaluarilm m oral. A h o ra bien, esto es sim ple dogm atism o. Sin
d u d a, un detractor contestará: * T am o p e o r p a ra su j norm as de
evaluación m oral". En tina disputa m oral, una persona no pu ede
ni siqiuri'a fingir q u e apo y a »u,. juicios m urales diciendo sim p le ­
m ente tpie nía n o rm a* m onjíos son l;is que d ebem o s aceptar, l’oi
el contrario, si rila cii^ t raton ar con nosotros, lien c la obligación
d e ofrttfct algún argu m en to a favor d e sus opiniones y sus n or­
mas. Kl rctln u n a hacerlo ¡isf — y es justam ente un recluuo a fir­
mar sim plem ente que j¡u ju ic io está Com pletam ente jnstiñeado
p o rq u e sus norm as m urales ¡tsí lo afirm an — es un re p u d io a la
razrtn y l;i investigar itin
En cs I l- ejem plo hem os escogido un p ro b le m a en el qu e m u-
p r n o n as estarían en desacuerdo con n u csiro tnoralLsta. d o g ­
mático y p o r lo tanto .ktiíii) s e m ille s a la imidccuncioa d e su
recurso. N o obstante, cu mJn casi todns Ilij. personas están de
acuerdo, y nosotros coincidim os con ellas, entonces es m uy p r o ­
bable q u e con fun dam os nuestro ac u e rd o com ún con un p rim e r
principio consagrado. C u a n d o coincidim os, nos sentimos incli­
nados a asum ir q u e nuestro acu erdo se basa en ¡llguna n orm a
d e evaluación que está m is ¡illa d e Ja posibilidad de e rro r o de
critica. Pero las normáis de la m ayoría no difieren de las norm as
de la m inoría. C on clu ir q u e cierta acción o creencia se justifica
plenam ente p o rq u e fe justifica en térm inos d e alguna n orm a d e
nUDCUENCIA. AW-ClMClriN V l'ROBABIU DAD

evaluarir* r que aceptam os, es ofrecer un Argum ento sin ningún


trié uto, ya ñ|nc sim plem ente no se sigue d e n in gu n a m an era que
estemo,. com pletam ente justificados en alg u n a <icci¿n o creencia
solam ente p o rq u e esa acción o creencia se ajusta a alg u n a noi l»;i
«le evaluación. L a n orm a misma p u e d e ser totalmente deficiente.
P u e d e ilustrarse más esta cuesfk'm, y d e m anera m uy útil, al
considerar una ahrm atiÁn epistem ológica controvertida. Im a g i­
nem os q ue una |>cTsntta « l í t o u ln ic n f: convencida d e q u e tiene
p o d eres ext rase nsoría les y, m is csp ccífu\im eM e,quc p u e d e saber
qu é cartas se extraen d e una baraja, au n sin verlas, m a n d o secó n -
centra d e una m anera especial, timonees dicha persona afirm a
repetidam ente qu e lab e qu é carta se ha extraído d e la baraja.
C u a n d o pon em os en entredicho su conocim iento, dice que ¿Me
se justifica plenam ente en térm inos d e sus norm as cp stémicas.
Nosotros señalam os entonces q u e sus afirm aciones son con m a­
yor frecuencia incorrccta-t que correctas; de hecho, p o d ríam o s
incluso señalar qu e no es m ayor la frccucnc ¡a de las o c a s io n o en
qu e o t á en lo correcto d e lo que podriamo:> esp erar de la s u e n e
Entonces esa person a nos m ira con credu lidad desdeñosa y señala
q u e aparentem ente no hem os entendido. Sus creencias en tales
asunto* están com pletam ente justificadas en térm inos d e s ú s nor­
m a* de evaluación cpistém ica, y p o r lo lauto se jusiifican p le n a ­
mente, aun cu an d o las creencias d e este tipo casi siem p re sean
falúas, Ésas son sus norm as y p u m o
N a d ie .» r e p t a r ía q u e esc a rgu m en to merece algún U po de cre­
dibilidad. O bviam ente, del hecho d e que una creencia esté com ­
pletam ente justificada en térm inos d e sus tiorinas n o se sigue
q u e una creencia sem ejante esté ju su u cad a Lsto sigue siendo
válid o cu an do se generaliza. N o im porta cóm o sea la creencia o
l.i n orm a del hecho de que la creencia esté com pletam ente justi­
ficada de acu erd o cotí algu n a norm a, no se sigue que la creencia
esté realm ente justificada. I'tiede no estar justificada en absoluto.
C o m o señalam os, es p robable que pasem os esto p o r alto cuan do
Las norma*. cit cuestión son las q u e aceptam os. Pero el argu m en to
d e l epLstemnta no es m ejor que el argu m en to d e nuestro auto-
proclam ad o e x p e rto en poderes extrascnsoriales. A p e la r a nor­
mas cpistímicdA com unes no es am o un m ovim iento mfts evasivo
que evita la t ram p a del escepticismo, fc'.l epistem istadebe mostrar,
sin recurrir subrepticiam ente a n u norm as de evidencia, qu e las
F J. P R U K M 'M A I l l a C O N O C IM I E N T O Y EL E S C E P T IC I S M O

c rcen cu u preceptúales v h i c o a m ay o r f m u c n tla v e rd a d e ra s q u e


tabas o conceder cándidam ente la derrota.

U n a obstTVúCtén del eputeimsta; la ju s tifica ció n m a r m lt

P u n te c o n c e d e r » q u e re c u rrir a n orm as r p □ r ím ic a s no es elec­


tivo ai algú n a rg u n en to tiene q u e m ostrar q u e Lates n orm as son
correcta.; (P e r o se re q u ie re un a^gum enco lo]? F.t e stíp tic o c o n ­
tin u am en te su p o n e q u e ten em os q u e saber q u e cicrLas rrccuen-
ciai csLin establecidas. o q u e ciertas*frecuencias no lo están, $i
hem os d e saber q u e nne&iras creencias co rregibles son v e r d a d e ­
ras, P e ro lia pu esto et zapato e n el pie episrdm iro equ ivocado.
A lg u n a s creencias co rregib les - - p o r e je m p lo nuestras creencias
p ercep rú ales y nuestra» creencias relacionadas con la m e m o ria—
n o son d e la sq u e huya q u e c o rro b o ra r establee ien do previam en te
q u e las creencias d e a t e Lipo son con m ayor Irecuen a v e r d a d e ­
ras q u e falsas. Por el con trario , a m enos q u e haya a lg u n a razón
p a ra c reer q u e taléis reenvías son con m ayor frecuencia falsas
q u e v e rd ad eras, estam os com pletam ente justificados en ten er ta­
les r r c c u c í OS U n a m an era d e p lan tear el p ro b le m a consiste eo
decir q u e lates creencia:;, sim ep id é m ic a m e n te in óren les mientras
no se p ru eb e su cu lp abilid ad . Están justificadas a m enos q u e se
m uestre q u e están injnsuGcadas.
F or otra parte, a m e n u a o nuestras creencias pcrccptualcs es­
tán tan com p letam cn ie juftitftradns que seria episte m ira mente
inútil, y d e h echo irrazon able. intentar justificarlas a rg u y e n d o
q u e tales creencias son con m ayur frecuencia v erd ad eras q u e fal­
sa: P or ejem plo, si veo el anillo d e bodas en mi d e d o y tam bién
Jo sienta .Jii, mi creencia d e q u e realm ente h a y tal anillo en mi
d e d o no es u n a creencia q u e p u d ie ra razon ablem en te d efen d erse
con un argumcn-in sem rfiinie. Edta creencia está ran c o m p lcla-
m eu ic jusLiGcada que cu alqu ier a t g u m e n o q u e se lo m a ra p ara
d e fe n d e rla p roced ería s-in d u d a d e prem isas m enos evidentes, o
a l rueños n o más evidentes, q u e la conclusión que apoyan, I.d
n tgururntu s ería epist¿nucam ente ínmil. Fai i ju ilif k a r u n a con ­
clusión, algunas d e las prem isas d e l argu m en to d e b e n ser más evi­
d en tes q u e Ja conclusión, y n in gu n a d e Lis prem isas d e b e sei m e ­
nos evidente. S6J» un argu m en to con csias características p u e d e
a ñ a d ir peso e p a té mu J a la c o n d u sló ii. A m enos q u e algu n a* d e
las prem isas sean inicia Im cm e tnris evidentes q u e la conclusión.
FBiCL’KNClA. ADECUACIÓN V FS< ftA Itlíjn A t» 121

no h abría más ra íó n p u ra acep tar las prem isas q u e la q u e h u b o


p a ra acep tar In mncLii.uón. Asi. p ara q u e un a c gu racn io justifique
La conclusión d e d u c id a a p a n ir d e tas premums, del>e al m e n a
ser iiu 'i í ra io n a l)k - aceptar a lgu n as d e bu prem isas o se r éstas más
evklcnijcs q u e la conclusión
Sin e m b a rc o , la rreentria so b re el an illo d e bo d a « t á tan com -
p le ¡á m e n te ¡u n ificad a q r e no hay creencia q u e sea más razonable
o evidente. C u a n d o veo a lg o q u e L a m b a n toco y siento, en atiscn*
tria d e evidencia contraria, la rrcen cia d e q u e tal cosa existe es tan
evidente, tan razonable, q u e serta inútil buscar un a ig u m e n to d e
frecuencia q u e ju stifiqu e la creencia dA q u é prem isas p o d ría yo
recurrir? Sin d u d a cu alqu ier prem isa a la q u e p u d ie ra rccurrÍT
serta m enos evidente, o al m enos n o m is evidente, q u e la c re e n ­
cia m ism a q u e estaba tratando d e justificar, L a creencia está tan
com pletam ente justificada q u e n o p o d ría razon ablem en te d arse
un a tg u m e m o que L. justifique.

fht/ia escépiua: a ifs ttfn d i nu* m n a

El defecto principal d e esta d efen sa d el cpisteinism o radica en la


m an era en q u e se descartan hábilm ente to d a igu ald ad y justicia
en disputa p a ra favorecer al epistem ism o. E m pezam os p r e g u n ­
ta n d o si las creencias p erceptuales están com pletam ente justifica­
das. ¿V cuál es la respuesta a nuestra interrogante? Es la a u d a z
afirm ación d e qu e estas creencias son tan evidentes y están tan
com pletam ente •unificadas en si mismas q u e n ingún argu m en to
p u e d e ofrecerse p a ra sostenerlas. JVro esta respuesta constituye
u n a pciktOn de p rin c ip io totalmente inm ediata y o bvia contra el
escepticismo. El cpisicm ista sim plem ente ha fo rm u lad o q u e d e b e
concederse que lo que parece más evidente y com pletam ente ju s ­
tificado p a ra ¿1, d e b e aceptarse com o com pletam ente utificado
sin a rgu m en to o deleite. Estamos d e acu erd o en q u e las creencias
en cuestión p u e d e n parecer com pletam ente jusuficadas al episte-
mista, de hecho tan com pletam ente justificadas q u e n in gú n a r g u ­
m ento serviría para hacer q u e esas creencias fueran m ás e v id e n ­
tes p ara él. L o qu e nosotros negam os es q u e esas creencias estén
com plétam entcjustificadas, y lo q u e pedim os es algú n argum en to
q u e noi convenza d e q u e esas creencias se justifican gracias a éL
Parece q ue eatamua destinados a p erm an ecer insatisfechas.
122 EL PBOBII MA D tL CONOCIMIENTO V EL ES» i m q i M U

Sí la» cosas perm anecen al nivel d e n egarían y sim ple afir­


mación. hem os llegado a un callejón sin salida, y no d e b e consi­
d erarse d e rro ta d a a n in gu n a d e las partes en d «p u ta . Es esencia)
q u e vayamos más allá d e este nivel de argum entación. Podem os
h acerlo así m uv fácilmente p o rq u e Lis consideraciones anterio­
res ofrecen d e inm ediato la prem isa escéptica n e te u ria . Si una
d i p u t a ha d e p roced er ju sta y equitativam ente, entonces n o d e b e
considerarse qu e a lgu n a d e las partes tiene, d e entrada, la razón
d e su lado. C o m o tam poco d e b e asum irse q u e la» conclusiones
presentadas d e en trada p o r uno d e los disputantes están justifi­
c a d ;« y que las que el otro sostiene están injustificadas.
F.t cpistemisia dure q u e ve q u e hay un lápiz e n su m an o y está
totalm ente justificado p ara creer .que ve eso. Entonces nosotros
presentam os Jltru rías hipótesis escépticas. com o la hipótesis del
ccrcbrino, y acivilamos que, d e ser verd ad era esta hipótesis, é l
no ve que hay un Llpiz en su m ano y. p o r k» tanto, no está total­
m ente justificado c ite iia creencia. FJepistemista contcsta sim p le­
m ente a firm an d o que sit creencia en este asunto está tan justifi­
cada q u e no p u e d e o frc c c r un a rgu m en to q u e apoye su posición.
Pero esto significa q u e su afirm ación perceptual. n egada p o r la
hipótesis escépiica, no está apoyada p o r u n argum ento. N osotros
no asum im os q u e está justificada la hipótesis escéptica. P roced er
así sería com eter una petición d e principio a favor del escepti­
cismo. De man ira similar, el epistemista no d ebería asum ir que
su afirm ación pcrcepiual está justificada, p o rq u e p ro c e d e r así es
igu alm cp tccom ctcr una petición d e p rin c ip io a su favor. U n p rin ­
cipio d e im parcialidad requiere q u e hasta q u e n o se ofrezca algú n
argu m en to jiistificatorio, no asum am os que las afirm aciones de
cualquiera d e las partes están justificadas o injustificadas.
Sin om hargo, y aquí está el problem a, este principio d e im p a r­
cialidad curiosam ente favorece ftl escéptico. Si se asum e qu e ni
las afirm ación es del epistem iita ni las del escéptico están co m p le­
tam ente justificadas, entonces no d e b e asum irse q u e las creencias
pCrccptuidcs del ep utem isia están com pletam ente justificadas. Si
no se asu ine que están com pletam ente justificadas, entonces tam ­
poco d eb e asum irse q u e constituyen conocim iento. D e o l a m a­
nera, la sim ple justicia e im parcialidad en el discurso y La disputa
apoyan la cansa d el escéptico. I.a afirm ación d el episterntsta en el
sentido de qu e ciertas creencias p u e d e n asum irse com o c o m p le­
tamente justificadas hasta q u e no se e x p o n g a a lg ú n argu m en to
RESUMEN PRO VISIO NAL 123

contrario, contradice la verd ad . L a » regla» d e un d ebate e q u i­


tativo requ ieren qu e no asum am os q u e las creencias en disputa
» l á n com pletam cnLc justificadas a m enos q u e se p o n ga d e m ani­
fiesto algún argu m en to ju s ü fk a to rio que las apoye Asi, d ebem os
.u u m ir de en trad a qu e Lis creencias en cuestión, incluyendo las
creencias pe rcc p m a les citadas p o r el epLstemista, n o se justifican
com pletam ente hasta que se presente algú n argu m en to q u e las
i<iilifique. Si &c trata d e m anera justa al escepticismo ante el tri­
bunal d e la evidencia, d eb e reconocerte q ue el pesa de la p ru e b a
descansa enteram en te en el epLstemista.

RESUMEN PROVISIONAL

H agam o s una evaluación. &l cpistemisLa y e l escéptico han estado


discutiendo sobre la verdad o falsedad d e la prem isa (8).

8. Si es lógicam ente pasible q u e a lgu n as d e nuestras creencias


perceptuales sean falsas, entonces una creencia perceptual
que resulte ser v e rd a d e ra no es sino una suposición a fo rtu ­
nada.

£1 e piste mista cuestionó esta prem isa y a legó que m ostraría que
cru falsa
Parecería que hasta aquí este alegato no ha contado con sufi­
ciente« pruebas. A h o ra la prem isa (8 ) fue traída a colación por
el escéptico, ju n to con la prem isa (9)> en un intento por ofrecer
a p oyo a la prem isa (3 ) (v ía s e p. 108'

3. Si siem pre es lógicam ente posible que cualesquiera d e nues­


tras creencias pcrccpi nales sean falsas, entonces nunca sa b e ­
mos si algu n as d e nuestras creencias p e r c e p t u a l« son ver­
daderas,

Por lo ututo, ya q ue el epistemistn no Ingró refutar con éxito (8),


p arecería q u e (3 ) se ha m antenido p o r com pleto intacta, en cuyo
caso la conclusión del escéptico seria totalm ente razonable, Sería
razonable sostener, a decir, d e acu erdo con el escéptico, que

4, N a d ie sal«* nunca q u e algu n as d e sus creencias perceptuales


son verdaderas
121 ÍX P R O B L E M A D E L C O N O C I W E N T O V El. E S C X P T IC IS M O

Un nuevo sesgo d rl ifrultimsla. probabilidad y com prím ela

En el C ap itu lo 1 discutimos .1 inferencia in d u tu v a y ahí sostuvi­


mos q u e una inferencia inductiva eficaz d e un a hipótesis d e p e n d e
d e q u e ta hipótesis sea más pro bable, so b re la base de la e v id e n ­
cia, q u e cualquiera d e las hipótesis rivales. A h o ra podem os p o ­
n e r a trabajar esta idea a favor del epistcm isr-, C on sid erem os d e
n uevo el ejem p lo del lápiz Yo afirm o qu e veo mi lápiz Mi e v id e n ­
cia d e esto consiste en la evidencia visual d e los sentidos; tengo
diversas experiencias visuales d e un lápiz d esd e diferentes pers­
pectivas. A h o ra considerem os dos hipótesis: la hipótesis h, que
es la hipótesis d e que efectivam ente veo mi lápiz, y la hipótesis k,
q u e es la hipótesis de que 1>i teoría del c erebrin o es correcta. Es­
tas d os hipótesis co m pilen entre sí en relación con la misma e v i­
dencia. Pero seguram ente, afirm a el epistemista, h es m ucho más
p ro b a b le que la hipótesis rival, d a d a esa evidencia. Por lo tanto
p u d ría m e » sostener qu e la inferencia a partir de esa evidencia
p ara h es una interdicta in d m iiv a eficaz. Y tam bién p od ríam os
insistir en que. d a d a tal evidencia, es totalm ente razonable c reer
k, a p esar de qu e es lógicam ente posible que csra creencia sea
tilsa. tatos hechos m uestran q u e la prem isa (H) es, después de
lodo. falsa. ya ijuc « totalmente razonable q u e yo crea h . d a d a
mi evidencia; cato no es m eram ente cuestión d e su en e. Por el
c o m u ñ a , es un caso d e creencia em inentem ente razonable.
El e stíp tic o p u e d e tener la esperanza d e objetar este nuevo
a rgu m en to sobre bases sim ilares a las anteriores. Sin d u d a sos­
ten drá q u e con el fin d e q ue sea razonable que yo c r o / i. dad a mi
evidencia, no es su (k ¡e n teq u e h p u e d a xer m ás p ro b a b le q u e c u a l­
quiera d e sus rivales, sobre la base d e la evidencia Ilchíj Uimb>én
miíít que es m is p ro b a b le que ellas, d e acu erd o con el estíptico.
C on el fin de o b ten er este conocim iento, ¿oltcnrlrá el excéptico,
d e b o saber al^o aceita d e las frecuencias apiadas, esio es. con
qué frecuencia son verdaderas hipótesis ío h io fc. dada h e v id e n ­
cia d e lo» scnii'.Im. Pero este requerim iento d a lu gar a md.is I:l<; d i­
ficultades ^ u esefiaU b atn o s previam ente cu Lis páginas 100-1 10 .
respecto al recurso relacion ado con la prübnbilid: d p o r p a n e del
e pistón uta
EJ epistemisía tiene una réplica efectiva p a ra esta láctica es­
céptica. Tanto Ta hipótesis h com o la % sirven para tx p lu a r la evi­
dencia sensorial. Jas experien cias visuales que tengo del lápiz. Sin
MLSHME.N PROVISIONAL 125
rinlntrgo, A e* un+i explicación m ucho m ejor qu e su rival k p o r-
i|uc h cu considerablem ente más sencilla com o hipótesis q u e k.
D espués de todo, I requ iere que su p ó n g a m e « que las e x p e rie n ­
cias p e r c e p t u a l« sean causadas gen eralm en te p o r el industrioso
o p e ra d o r m aligno, un ser q u e constantem ente icndria q u e estar
luchando p ara inducir en form a a p ro p ia d a y cu todo tipo d e per-
lonas las experiencias sensoriales o p o rtu n a». F.n contraste, h sótu
requiere q u e los objetos lisíeos com o los lápices estín relacionados
legítim am ente con las experien cias q u e tenem os d e ellos, y sem e­
jante idea o considerablem ente más sencilla q u e la que com pite
con ella. Más aún, el cptstemisea p u e d e sostener plausiblem ente
q u e en vista d e q u e h es una m ejor explicación d e la evidencia
sensorial qu e su rival k, h a más p ro bable q u e ft, d a d a « a evi­
dencia, De hecho, p u e d e afirm ar que adem ás 61 sabe q u e h es más
p ro bable q u e A, d a d a la evidencia, ya qu e no hay nada q u e le im ­
p id a saber que h es u n a m ejor explicación d e la evidencia q u e k-
Fara saber q u e h es más p ro b a b le q u e t, d a d a la evidencia, uno no
necesita saber absolutam ente liada acerca d e Irecucnc ias relativas
d e la verd ad d e hipótesis com o k, d a d a sem ejante evidencia. E n ­
tonces, la creencia perceptual, au n q u e posiblem ente equivocada,
no necesita ser cuestión d e suerte. Por el contrario, bien p u e d e
ser un caso d e creencia absolutam ente razonable Asi, la prem isa
( 8 ) es, d e hecho, falsa, y el argu m en to a Eivor del escepticismo
relativo a la creencia perceptual se d e rru m b a .

Un « a evo argumento tscjphco;


ramificación total y posibilidad de error

A u n q u e el argum ento escápüco más im portante do haya tenido


éxito, hay otros a los q u e les p u ed e ir mejor. F.n particular, si
recordam os q u e una condición del conocim iento es q u e la p e r­
son a esté totalmente justificada en su creencia, p o d em o s cons­
truir rápidam en te un nuevo a rgu m en to para el escepticismo re­
lativo a la creencia perceptual. Para en ten d er cóm o p o d ría p r o -
cederse e n a t o , considért-se el caso d e una persona, Sam uel, a
qu ie n se le p id e q u e registre cierta casa d e die/ cuartos para ave­
rig u a r si se encuentra alg u n a person a en ella. Im a rin e m o s q u e va
al p rim e r cuarto, a bre la puerta y se asom a y no ve a nadie, L u e g o
hace lo m ism o en el segu n d o cuarto, con el m ism o resultado, y en
el tercero, el e u a n o y así sucesivamente, hasta el décim o y últim o
126 KL P R O B L E M A D E L C O N O C I M I E W I t ) Y R L ESCKFTICISM U

c u a ito v sie m p re t o n c| m ism o r m i l t u l n Mu ve u n a d ie en n in ­


g u n o d e I r » d iez cuartos. P o r lo tanto, í c j a s ti lira p le n a m e n te q u e
el crea q u e n a hay n adie en b casa. S u p o n g a m o s , sin e m b a íg o ,
q u e se Ir dice q u e no ha e lim in a d o rodas la* p ro b a b ilid a d e s d e
e r r o r so b re el asuntn, ya q u e p o d r ía h a b e r g e n te esco n d id a en
los closets, a b a jo o detrás d e los m uebles, atrás d e las cortinas, o
en lu g a re s p o r el estilo Se le en vía d e n u evo a la casa p a ra q u e
bu sq u e una vez mfts en los cuartos.. Esta vez S a m u e l es m u ch o m.1s
cu id ad oso; revisa todos los closeLs, busca d e b a jo d e las cum as y d e
otros m uebles y detrás d e todas las puertas y cortinas. Pitra estar
segu ro , m ira íiu lu su p o r el tir o d e la ch im en ea. D e nuevo, n o
en cu cn tm ;i n a d ir eij n in gú n cuarto d e la ca»a. P o r lo tanto, csfcl
m uy justificado en c reer q u e n o hr y n adie en la casa. D e hecho,
está claro que cstd m ucho más justificado en su creencia a h o ra d e
lo q u e lo estaba desp u és d e su p rim e ra revisión; Sam u el lia re ­
d u c id o am p liam en te la» p o sibilid ad es d e e r r o r con esta segu n d a
revisión tan cuidadosa.
Este ejem plo ilustra un hecho im portan te: c u a n d o la justifi­
cación d e uno p ara tener una creencia se vuelve más y m.ls fuerte,
]o» posibilidades d e qu e !¡i creencia esté e rra d a se vuelven cada
ve i me rmres. Así es totalm ente tiatural s u p o n e r q u e una uistiti-
ración nm piíta p ara u n a creencia d e b e ría ser a q u ella en la q u e
todas ios posibilidad es d e c rro i q u e d e n e lim in a d a As/, y:t q u e el
conocim iento requ iere d e una justificación com pleta en la c re e n ­
cia d e u n o, p o d em o s decir q u e la creencia p ercep tu al de u n a p e r­
sona constituye conocim iento sólo si no hay pnsihihibid a lg u n a d e
que su creencia esté errad a. Y este hecho p ro p o rc io n a al excéptico
la prem isa que necesita p a ra un nuevo a ig u m e m o escéptico.
1.a razón es m uy s im p le L a hipótesis del cerobrino, y otras hi-
p ótesU d cl mismo rorte escéptico, m uestran q u e existe a lg u n a p o ­
sibilidad de q u e nuestras creencias p erccp iu ales sean luisas H a y
AljjtiDii posibilidad d e que la hipótesis del ccrcL rin o sea v e rd a ­
dera, p o r m uy d ébil q u e sea, y p o r lo tanto hay a lg u n a posibilidad
de que nuestras creencias p erccptualc* ordinaria.1» estén errad as
Kn la m edida en que extMe a lgu n a poidbilidatl d e que nuestros
creencias perceptualcs o rdinarias estén erradas, éaias no se ju sti­
fican plenam ente. C o m o n o se justifican p lenam ente, no sabem os
si son verdaderos.
RESUM EN P R O V IS IO N A L 127
Hfiumtn i t l argumenta

El a rg u m e n to (ju e a c a b a itkis d e p re s e n ta r p u e d e e x p o n e r s e d e la
»¡g u íe n te m a n e ra :

I Si a lg u ie n u b c iju e a lg u n a d e sus creen cias p e r c e p t u a l « es


v e rd a d e ra , en ton ces c a li c o m p le ta m e n te ju s tific a d o en su
creencia p e rc e p tu a l.

2. Si a lg u ie n está c o m p le ta m e n te ju s tific a d o en su creen cia


p e rc e p tu a l, entonces su justificación d e su cre e n c ia p e r c e p ­
tual e x c lu y e c u a lq u ie r p o sib ilid ad d e e rro r.

D e estas d os prem isas co n clu im o s

P o r la ta n to

3. Si a lg u ie n s a i « q u e a lg u n a d e sus creen cias p e rc e p tu a le s es


v e rd a d e ra , entonces su justificación d e su creen cia p e r c e p ­
tual e x c lu y e c u a lq u ie r p o sibilid ad d e erro r.

A l lle g a r a esta con clusión , re c u rrim o s aJ m aterial d e u n a ig u -


m entó a n te rio r p a r a alc a n za r nuestra con clu sión escéptica

■1. Si existe a lg u n a p o sib ilid a d d e q u e sea v e r d a d e r a la h ip ó te­


s a d e l c e re b rín o , entonces la justificación q u e a lg u ie n tiene
d e su creen cia p erc e p tu a l no e x c lu y e to d a p o sib ilid a d d e
error.

5. Existe a lg u n a posibilidad d e q u e la hipótesis d el c e re b rín o


sea v e rd a d e ra .

Por to túnto
6. L a justificación q u e c u a lq u ie ra tiene p a ra su creen cia p e r ­
ceptual n o exclu y e toda posibilidad d e error.

D e las ([in clu sion es (3 ) y (6 ) o b te n e m o s u n a nu eva conclusión


escéptica:

7. N a d ie sa b e si a lg u n a d e sus creencias percep tu ales es v e r­


d a d e ra .

P odríam os decir q u e un a VC/ q u e nos hem os p e rcatad o a b so ­


lutam ente d e lo qu e se re q u ie re p a ra q u e la justificación d e un a
creencia sea com pleta, tam bién nos encontram os Con q u e n in ­
g u n a creencia perceptual se en cu en tra realm ente a la a ltu ra d e
esa norm a. P o r lo la m o , no hay conocim iento perceptu al.
E l. P H o E lL íM A P E I, G Q N *'* ;! W IW V t i , J :ü r :Q T l f c :¡* | í <)

N in g u n a pnsihiíidatl jtaru ia hifrite sis d tl re r tim iu .


el tpislsnuiia T t if in d f

Pt dem os aceptar In m ayor p a r ir d e este a r r í m e n la sin acep tar h


conclusión, ya que p odem os titear que haya a lgu n a poiiLilxtad
tic q u e sea v e rd a d e ra la hipótesis del cercbrin o. I lem os conce­
d id o q u e la hipótesis d el cercbrin o o J u ic a m e n te posible, fcrti
la pcjsíbilíil.id Ití^iL.j d e la ve ni ¡id no iniicstm que haya ulgun;t
posibilidad i k que la hipótesis sea v e rd a d e ra A i^ u in u n L ir que
una creencia no csui com pletam ente justificada p o rq u e a ig u m
hipótesis rival es lógicam ente posible, es argu m en tar (alárm en te
Ya am es m ostram os esta. Así, si el c ic c p lim ¡m enta arg u in e n lu r
desde l.i posibilidad li'igica de Ja hipótesis del ecrcbrin o p a ra lle­
g a r a la conclusión d e q ue hay .dgun.i posibilidad de cjue sc ;í v e r­
dadera, su aig u m e n to estará mal fundado, N o hay posibilidad
d e <|ue la hipótesis, lícl cerebt m o sea v e rd ad era; es sim plem ente
absurda.

Una p<rithüidad d* m a r mát retinta el tseéplKo v los gugob

EJ eacépiicn de ninguna m anera concederá q u e no hay p osibi­


lidad d e que la hipótesis dcJ e tre b iin u sea verdadera. Dcspuí-s
de todo, ¿tém a sabe uno que es l a l w Nótese qu e cualqu ier evi­
dencia quL se exh iba a lavar d e la (hlscdad d e la hipótesis p o d ría
explicarse en term ino» d e loa in t c m i» del Dr, O de c o n fu n d ir­
nos para que no pu d iéram os hacer conjeturas sobre aa e.viücn
cía. Sin c m t irgo, ptir m or del aigum en ta, scrñ úiil picscntar
una hipótesis escéptica que tenga, i.iás posibilidades d e ob ten er
un acuerdo m edíam e una c o n s id e ra ra n im parcia! A i i tpie, p o r
újtjmn, «in stru ire m o s una hipótesis que obviam ente t.ene algún.i
posibilidad d e se r corree ia.
Harj- hacer esto inveJit .tremor prim ero u n a hihluriíl cpir q u ií3
sea mas increíble que Ja del D r O. D espués b a rtu lo * uso de eita
hipótesis para c m tru ir una hipótesis eacepltca lf>n respecto la
cutJ, sos Le hemos, d eb e concede rae que tiene a lb in a posibilidad
de « r verdadera.
Jrmi^rceiiu-fl que b Tierra ha sida observada por m iem bros
de una civilización muy avanzada de otro planeta. Im agin em os
que esos seiea son m ucha ni. inteligentes ijue noíotros, ap ro ­
xim adam ente 1CIBQ veces m is inteligentes. Va que ese n úm ero
ha »¡do d r a o minad r gu go l. nos referirem os a esos seres cun ese
RES' M IN PROVISIONAL 129

n o m b re. A h o r a bien, u n o d e le » g u g o ls, d e n o m b re E n riq u e , ha


convertida a lo » terrestres en o b je to d e u n estu d io especial. C o n
la a y u d a d e su notable c o m p u ta d o ra , U egó a u n a co n clu sió n e s­
) rem eted o ra se g ú n la cu al k » terrícolas son científicos e x p e rto s,
p e r o al m isino tiem p o in eptos m o ral y políticam ente. [>c h ech o,
su c o m p u ta d o ra le p ro p o rc io n ó u n a pro y ecció n , c o n u n m u y alto
gríMlo d e p ro b a b ilid a d , segú n la cual tos terrícolas se d estru iría n
j sí u n » mas en m enos d e cien añ os p a r q u e m ostrarían ser ineoni
pétenles para m an ejar la in form ación científica y los p ro g re s o s
tecnológicas q u e e s ta fa n se g u ro s d e p o d e r desarro llar. E n riq u e
se sintió m uy altan d o al sa b e r esto, p u e s le h abía to m a d o m u ­
c h o cariftn b esa civilización un tanto d iv ertid a a u n q u e t r e m e n d a ­
m ente agresiva. N a p o d ía p en sar en a lg u n a solución satisfactoria.
Asi q u e pu so un a n u n cio e n la p re n sa g u g o l y o fre c ió u n p re m io
a la m ejor esir.n cgia practicable p a ra salvar a los terrícolas. U n a
g u g o l llam ad a M aría fue la g a n a d o r a d el p rem io .
M aría o b se rv ó que el cerr-bro d e los terrícolas co n ten ía cierta
área, uti c en tro d e placer, q u e , al ser estim ulada, p ro p o rc io n a b a
un intenso placer a la p e rso n a en cuestión. E xp licó entonces có­
m o o t e cen tro d e placer p o d ia ser estim u lad o eléctricam ente
m edíante u n a fuente d e p o d e r cercan a a la T ie r r a y c o n tro la d a
p o r u n a c o m p u ta d o ra g u g o l. E l p la n q u e ella p ro p u s o e ra e l si­
guien te: a rg u m e n ta b a q u e u n a vez d o m in a d a , en cuestión d e h o ­
ras, la psicología d e los terrícolas, éstos p o d rían ser c o n d ic io n a d o s
p a ra tener ciertas creencias al ser estim ulados sus centros d e p la ­
cer c u a n d o tuvieran tales creencias, m ientras q u e se p o d ría im p e ­
d ir tal estim ulación placen tera en otros casos. M a ría conclu yó q u e
si se estim ulan los centros d e placer d e las p erson as c u a n d o sus
creencias p erccptu ales son ligeram en te e rró n eas, y no e n otros
casos, en un p e rio d o d e tiem po relativam ente corto dich as p e r ­
sonas llegarán a tener creencias casi o u l m e n t e erró n eas, a c o n ­
dición d e q u e el e r r o r no sea tan g r a n d e co m o p ara con du cirlas
a u n a exp erien cia inm ediatam ente d o lo ro sa. Si las p erso n as son
con dicion adas d e esta m a n e ra p an » ten er creencias p e rc e p tu a -
les ligeram ente errón eas, nunca llegarán a esas teorías científicas
ni d esarro llarán esos avances tecnológicos q u e con d u cirían a su
m uerte. Sin d u d a algu n a, loa terrícolas con cebirán m uchas teo­
rías científicas y proyectarán m uchos adelan tos tecnológica«, p e ro
siem pre h abrá la suficiente confusión c incoherencia d e n tro d e su
concepción cientíEca d e l m u n d o com o resu ltado d e sus creencias
13 0 f.l. ren n iJE M A DEL C O N O C lM ltN TO V ¿L t s c c p n c J s M u

p crc e p tu iles defectuosas, así q u e fracasarán e n e n to n tra r esa»


v e rd a d e s científicas q u e k*s destruirían .
A h o r a b k n , a lg u n o s filósofos o científicos d e la 1 ¡erra señ a­
larán q u e incluso las creencias perceptuales ten d rán q u e ser re­
ch azadas en ocasiones p o r el bien d e la teoría. L a ta ió n p o r la
cu al sem ejantes creencias ten drán q u e ser rechazadas radica en
q u e serán de tal m an era e rró n e a s que n in gu n a teoría p o d ría d a r
c ab id a a todas. P ara llegar a su ciencia y tecnología ru d im e n ta ­
rias, re p u d ia rá n algu n as d e sus creencias p e rc e p tu a l'" Pero los
terrícolas m an ten drán su c o m p ro m iso con el em p irism o el cual
tus llevará a revisar huí teorías una y o tra vez en térm inos d e
creencias perceptunlcs q u e siem pre serán errón eas. Por su p u e s­
to, M uría exp licó con u n a sonrisa de satisfacción científica qu e
esos erro re s p crccptualcs son necesarios p a ra su con tin u ada e x is­
tencia.
V así fu e c o m o M a ría g a n ó c í p r e m io y salvó a los terrícolas.
Q u iz á usted p o d ría estar dispuesto a c reer q u e esta historia,
o una parecida, es ve rd a d e ra . Si acepta q u e hay a lg u n a posibili­
d a d d e f i c s c a ve rd a d e ra , entonces hay alg u n a posibilidad, no
rxc Inula p o r la ¡u¡>tifie ación q u e tenem os p ara nuestra» creencia»
pcrccpiuakrs, de q u e nuestras creencias perceptuales sean e r r ó ­
neas p a rq u e lo gu gols nos h an con dicion ado p ara creer d e m a ­
nera errónea. Por otro fado, no im p o n a si la historia parece una
fantasía ociosa sin posibilidad alguna d e resultar verd ad era. El
objeto d e contar la historia, ndcmáa del entretenim iento q u e éstü
p u d L r a p r o p o n » n a r , radica en atraer su atención hacia el hecho
d e q u e n a o t r a supervivencia pu ed e d e p e n d e r d e nuestra ig n o ­
rancia. H a y a l menos a lg u n a posibilidad d e qu e si nuestras c re e n ­
cias p e rc c p iu a k s no lucran ligeram ente erradas, ligeram ente in ­
correctas, entonces d e hecho nos destruir Limos com o resultado
d e los descubrim ientos científicos y del mal uso tecnológico b a ­
sado en ellos. Así, p ro p o n e m o s q u e existe al m enos una p osibi­
lidad d e que las creencias errón eas tengan un valor de su p e rv i­
vencia y, más aún, d e q u e lo e rra d a d e nuestras creencias p ercep -
tuales nos haya salvado d e nuestra destrucción tiem po atrás. I lay
alg u n a posibilidad, p o r pequ eñ a q u e ésta sea, d e q u e lo e rra d o d e
nuestras creencias perceptuales tenga un valor d e supervivencia.
S u p on gam os, a m anera d e ejem plo, que existe algu n a teoría
particular especialm ente peligrosa para la hum an idad. Im a g in e ­
mos q u e algún descubrim iento d e la física —quizá uno q u e nos
M 5UM EN PRt)VISÍl)N\L 131

p erm ita form ular u n a teoría cam plctarm -üic determ inista en el
nivel subatóm ico, y p o r lo lanto reiv in d icad o ™ d r Einstein, q u ie n
a h o g ó a lavor d e u n a te o ría se m e la n te — n o « p erm itiera e n te n d e r
cóm o liberar g r a n d e » c a n t i d a d « d e e n e rg ía en fo rm a sencilla,
con m alcríales com unes. Si p o r otro lado im aginam os q u e tales
dispositivos p u e d e n tener el p o d e r d e las Inimbas te rm o n u c le a ­
res. y q u e c u a lq u ie r p erson a p u e d e a p r e n d e r con facilidad có m o
construirlos a partir d e m ateriales a los q u e lo d o s tenem os acceso,
entonces p o d em o s d e d u c ir q u e tales dispositivos nos p o n d ría n a
tod os a m erced d e p erson as d em en tes y d esesperadas, dispuestas
a destruirse a sí mismas p a ra d e stru ir a los d e m ls , p o r lo q u e el
holocausto resultaría d e la locura d e unos cuantos.
L o an terior no es sino u n a fo rm a en la q u e el descubrim ícntu
d e a lg ú n p rin c ip io p o d ría servir p ara destruirnos. H a y m uchas
o irás qu e u n o p o d ría im agin ar Si el descubrí m iento d e dich o
prin cipio arra sa ra con la vida, entonces seria necesario no d escu ­
b rirlo p ara q u e nuestra existencia continuara, A h o ra bien, u n a
m an era d e evitar c| descubrim ien to d e sern».jante ptancipto sería
el e r r o r perrepruat. Si som os victimas d e l e n g a ñ o al nivel p e r-
cep iu al, nuestros intentos p o r revisar esas teorías q u e p u d ie ra n
llevarnos a lo fatal se destruirían al nivel d e la observación. D e b e ­
mos sentirnos m otivados, a fuerza d e tener observaciones d e fe c ­
tuosas, p ara aceptar algu n as teorías ligeram ente incorrectas q u e
son más probables, en térm inos d e nuestras creencias pcrcep tu a-
les ligeram ente errón eas, q u e estas teorías correctas q u e , a u n q u e
fatales, rechazam os. En sum a, la teoría se basa, va sea directa o
indirectam ente, en la observación y, p o r lo tanto, la observación
im perfecta, las creencias pcrccptuales errón eas, p u e d e im p e d ir
q u e llegu em os a teorías correctas. N osotros p ro p o n e m o s qu e hay
a lg u n a posibilidad, p o r p e q u e ñ a q u e p u ed a ser, d e q u e e n este
m om ento nuestra supervivencia m ism a d e p e n d a d e nuestra im ­
posibilidad p a ra aceptar cicrla teoría correcta, d e b id o a nuestras
creencias pcrceptualcs erróneas. D e esta m anera, entonces, hay
a lg u n a posibilidad ile q u e nuestras creencias pcrceptualcs sean
erróneas, y, d e hecho, d e q u e nuestra supervivencia d e p e n d a d e
ello. Si usted se p regu n ta cóm o ha sido posible q u e el e r r o i no
haya ¿ido detectado, la respuesta es que, d e h a b e t » detectado,
a h o ra no h abría nadie q u e in form ara del resultado
El aig u m e n tn an terior p u e d e abreviarse en form a d e un d e sa ­
fio. Si alguien sostiene q u e sabe q u e nuestras creencias percep-
132 I L n t Q ULEMA tHU. CONLXJMJS.NTD ¥ Et. L S C H m a S M O

tuales no so n erróneas y q u e tal e rro r do tiene valor d e su p ervi­


vencia, hagám osle una pregun ta decisiva. ¿Cóm o sabe u ile d q u e
el e r ro r en nuestras e r n n d a perceptuales no tiene un valor de
supervivencia? L o s estípticos argu yen q u e nadie tiene u n a res­
puesta saüifcctoria a esta pregunta. D e hecbo, no im porta q u é
clase d e creencias escojamos, si pregun tam os a un epistem nta
cóm o sabe respecto a talca creencias que el e rro r en dicha* c re e n ­
cias n o tiene valor d e supervivencia, sólo p o d em o s esperar el si­
lencio comn reap li a l a , Pero ií el e piste mista no p u e d e explicar
cóm o sabe cu as cosas, entonces d e b e ad mitir que aquí hay algu n a
posibilidad d e etTor, y que no sabe l o q u e dice saber.

Hrsttnum del ú ltim o a rg tim m ia t x f f t k a

A b a r a presentam os un resum en del argu m en to precedente. En


nuestro resum en nos referim os a la htp/Hes» d e q u e lo erró n e o
d e nuestras creencias perceptuales tiene valor d e supervivencia
canto en el casa d e la hipótesis d* ta supervivencia. Entonces el a r ­
gu m en to es el siguiente1

I Si alguien sabe q u e cualquiera d e sus creencias p crtcp iu alcs


es v erd ad era, entonces su creencia perceptual tiene plena
justificación.

2. Si alguien üene plena justificación en su creencia p e rc e p ­


tual. entonces la justificarión d e su creencia pcrccptual e x ­
cluye toda posibilidad de error.

f t r io tonto
3. Si algu ¡en sabe q ue cualquiera de sus creencias perceptuales
es verdadera, entonces Li 'unificación d e su creencia p e r ­
cepì ual excluye toda posibilidad d e error,

C ontinuam os el últim o argu m en to estíptico:

4. Si hay alguna posibilidad d e que la hipótesis d e la su p e rv i­


vencia sea v erdadera, entonces nadie está justificado para
p en sar que hay a lgu n a creencia pcrccptual q u e e x luya to­
d a posibilidad d e error.

5 H ay algu n a posibilidad d e que la hipótesis d e ta s u perviven ­


cia sea verdadera.

fl»r to la n ío
n f.V IA n W DEL FASO r»OS

N;i(tic r t á justificado par;i pensar q ue alg u n a creencia p e t-


ccptual excluye tocia posibilidad d e ffrfir,

Entonces, d e las afirm aciones (3 ) y (6), el e sc é p tic o concluye;

7. N í k I ic salxr si a lg u n a d e íu s creencias p c r c c p t u a lc s es v e r ­
d a d e ra .

Si a su vez se le p regu n tara ;d est íp tico por q u é piensa q u e el


paso (5 ) es \ jr d a d e r o , p od em os esperar q u e respon da confuí me
a los lincamientos de su objeción: nadie sabe si la hipótesis d e la
supervivencia es (alia Par lo tanto, hay a lb in a posibilidad d e que
« ;a verdadera, com o se afirm a en (5).

U N A RESPUESTA DEL EPISTEMISTA; El. ESTATUS DF,L P A S O DOS

[ K n in gu n a m ;inera q u e d a claro que un cptstcmisin acepte la v e r­


d ad <tcl p á > [5). Después d e itnlo, ptxlria argum entar, el sentido
de posibilidad" o d e '‘ p ro b a b ilid a d " pertinente pani el paso (5 )
no e* el de la frecuencia relativa L a frecuencia relativa d e qu e
hipótesi* tales rortin la hipótesis d e la su pcrvivencia sean más v e r ­
d a d e ra s que falsas, com parada con la frecuencia d e que sem ejan­
tes hipótesis sean falsas, hasta d o n d e .se sabe, posiblem ente sea
d e cero. A u n así. el aspecto q u e con m ayor probabilidad atacaría
el cpbtenústa seria el paso (2). El pro blem a con esa prem isa es,
en pocas palabras, que el criterio p ara q u e un a justificación sea
completa se ha fijado en un nivel irrealm ente alto. De hecho, pa-
rccciWi que detrás d e la prem isa (2 ) no se esconde más q u e la
idea ya descartada d e que u n o tiene plena ju s u it u u ó n para te­
ner u n a creencia perceptual sólo si es lógicam ente im posible q u e
la crcene ia sea luisa
P ara entender m ejor esta afirm ación d el epistcmisia. con side­
rem os un ejem plo en el que una persona tiene una creencia per*
ceptual tonto resultado d e ver un jitom ate sobre la mesa. I m agi-
nem ot tam bién qu e tiene algu n a evidencia p ara tener esa c re e n ­
cia, espcciBcam rnie la "evidencia d e los sentidos”, discutida a n ­
teriorm ente en este capitulo y q u u á tam bién o tia evidencia. Por
co m o d id ad , d igam o s que esta evidencia es r. Es r la q u e justifica
a la persona en su creencia perceptual sobre el jitomate. S u p o n ­
gam os adem ás q u e t si basta p ara q u e esa persona justifique tom -
pletamcrtte esa creencia perceptual. Eii ese caso, d ad a la prem isa
El. PROBLEMA DEL C O N O C IM IE N TO v EL ESCEPTICISMO

(2), no habría n in gun a posibilidad d e e rro r e n esta creencia p e r ­


ceptual. Itero ahora el cpistcmisui íc pregunta: ¿bajo q u í c o n d i­
ciones no habrá posibilidades d e error, d a d a la evidencia *? C o n
seguridad la respuesta e* que í i i a se obten d rá sólo si t, o |a* o r a ­
ciones q u e describirían la e v id e n tia d e los sentidos, iiüfdica q u e la
persona d e hecho ve un jitom ate sobre la mesa. Pero decir q u e es-
tus oraciones de evidencia im plican la creencia pcrccp lu al es d e ­
cir únicam ente que. d a d a la evidencia, es lógicam ente imposihlr
q u e la creencia p c rc e p 'u I sea falsa. Así. una creencia perceptual
tiene plena justificación, com o ah ora lo vemos, sólo si la evidencia
d e los sentidos ha» c qu e sea lógicam ente im posible q ue esa creen­
cia perceptual sea falsa En ntras palabras, riel ras tic La prem isa
(2 ) está escandida la idea d e qu e si es lógicam ente posible que
un a creencia perceptual sea falsa, d a d a la evidencia de los senti­
dos, entonces la creencia perceptual no tiene plena |usufk ación
Sin em bargo, ya hemns visto q u e t&ta idea escéptica clave es, en
el nitjíir rie los casos, sum am ente d u dosa, sin d u d a nosotros no
hem os encontrado n in gun a buena razón p ara aceptarla De esta
m anera, deberíam os rerh azar la prem isa (2 ) d e este último a r ­
gu m en to cscépiico. Vincular la noción de que no hay ninguna
posibilidad de crroT con la noción d e la plena justificación es sólo
una m anera disfrazada d e rcintroducir un principio cpistémtco
ya desacreditado.

O í r o s a r g u m e n t o s e p is t e m is t a s

L o s argii incntDs a favor del escepticismo respecto al conocim iento


perceptual han recu rrid o a la posibilidad lógica del conocim iento
perceptual equivocado. t.Mo ha su rgido básicamente d e dos m a­
neras O bien el escepUco udli/a una prem isa com o La siguiente

1, Si es lógicam ente posible que sea Citsa mi creencia p e rc e p ­


tual, dad a mi evidencia, entonces nunca s¿ si una creencia
perceptual es verdadera,

o lam inen recurre a algo com o lo siguiente:

2. Si es lógicam ente posible que tni creencia perceptual sea


falsa, d a d a mi evidencia, entonces nunca es plena mi ju s ­
tificación d e una creencia perceptual.
OTROS A R ttU M tííF O S E TlSrF.M IÍ IAS 135

U c una u otra m anera, ya sea abierta y explícitam ente o de


form a c n cu h icru , lo j argum entos ese í p lie os qu e hem os c o m id c -
r¡ldo han d ep e n d id o d e u n o d e cato* dos principias o d e am boi,
tam bién nos hcm iu d ad o cuentn d e que el eptuem ista p u ed e
contraatacar con éxito los argum entos escépticos p o rq u e p u ed e
p m p o rc io n a r la* razones p ara rechazar (1 ) y ( 2 ) o, al menos, de
q u e puede m ostrar que no hay bu en a* razones para aceptarlas.
A h o ra bien, el cpistcnm ta ha sostenido q u e hay al menos una
presuposición inicíala favor d e su posición, ya q u r e le piste mismo
tiene el ap oyo d e l sentido com ún reflexivo. Por supuesto, éste no
es un ap oyo m uy positivo para su p u m o d e vista y sólo es una
ventaja inicial Es decir, es una ventaja que el episte mista tiene
antes de en trar en la discusión con el cscáptico. Asi que es una
c n ta ja q u e p o d ría evaporarse rápida mente si lo» argum entos del
escéptico tu rran claram ente aceptable) y convincentes. Aunque,
com a nos hem os d a d o cuenta, esto no ha sucedido puesto q u e es­
tos argum entos han em picado los dudosos principios ( l ) y (2) Por
lo tanto, el epist elitista está ahora en posición de presentar ap oyo
adicional para su doctrina ya q u e et hecho de que se desecharan
argu m cn los a favor d el escepticismo q ue inicialmcnte se conside­
raban de pera, es seguram ente una razón más pan» pensar que
el epistem ísm o está en lo correcto. Si. con b.tse en la evidencia, el
escepticismo relacionado con el conocim iento perceptual ha de
ser elevado al rango d e un a doctrina más razonable qu e el epis-
tcmisimi, entonces es necesario uno o varios nuevos argum en tos
escépticos. Sin em bargo , no hay razones para p c n .ir q u e a cu a­
lesquiera d e tos nuevos argum entos escépticos les irá m ejor que
a aquellos qu e hem os considerado.
Oc hecho, hay un argum ento adicional a tivor d el cpisteinis-
mo. C o m o ya señalam os antes en este m ism o capitulo, el conoci­
m iento d e b e detinirse d e acu erdo con varias condiciones. Se con­
sidera com o conocim iento la creencia perceptual d e una persona
sólo cuando: (1 ) es v erdadera, (2 ) tiene plena justificación, y (3 ) la
justificación no d e p e n d e esencialm ente d e ninguna suposición
falsa. C o n esto, el c piste mista está en posición d e seguir con la
ofensiva, y a q u e pu ede plausiblem ente sostener qu e una persona
a m en udo tiene plena justificación para creer que cada una de
estas justificaciones está relacionada con algun as de sus propias
creencias pcrccpiualcs. C on siderem os el ya conocido ejem p lo del
jitom ate Sara tiene la creencia perceptual d e que ve un jitom ate
ül i’ R ü m .r m a o e l c o n o c í m u :v t o v r.i. k c k p t i c í s m o

sobre la rnc*a, |icrr> [a m b itn quiere len cr jnayur segu rid ad so­
bre el hecho, a*i q u e cam ina hasta el lu gar en el q u e pictua q u e
hay una mesa y la nica con las manos D iríam os que siente la o r i­
lla. loi contornos y lu superficie; con mayor exactitud. Sara tiene
cxperieticitts u ic t il« sobre l.i (orina d e la mesa al mismo tiem po
que licnc experiencias visuales de un Upo sim ilar Q »i¿ n lam bión
tenqa aiau n a* experiencias auditivas, cu an d o g o lp e a lo q u e con-
s J c r a q n e e s una mesa y, adem ás, experiencias táctiles q u e son el
m u lu d o d e lo que considera que es a g a rra i el jitom ate q u e ve.
¥.n tal caso, se justifica q u e Sara crea q u e su creencia perceptusl
es verdadera, no hay serias d u d as al resperio Pero tam bién se
justi [¡c a q u e eren q ue su justificación p a r í le n e rc sa creencia per-
cep iu al es plena, ya que sin d ud a eslií niiiirk.Rln q ue ella crea q u e
no hay naL.i más q u e p u ed a hacer o ex p e rim e n ta r que d e b a üu-
ru rn tarsu justilicaciñn d e e s a creencia (asum iendo, por supuesto,
q u e las capacidades d e S ara son totalmente norm ales) MAs aún,
to cual es típico d e casos com o ésios. S ara estará justificada para
creer q u e un existe ninguna dependencia esen, al d e su ju stifi­
cación en alguna suposición lai>jp puesio q u e se justifica q u e ella
crea que toda la evidencia pcrceptual d< sus sentidos es una evi­
dencia buena y positiva para su creencia y que, en esas circuns­
tancias. no hay nada más q u e s e a pertinente para la creencia.
En resum en. Tenemos la siguiente situación suscitada p o r el
epistemista: una creencia pcrcep iu al se lom a com o conocim iento
si y sólo si se satisfacen tres condiciones. A m en udo una person a
tiene justificación para creer q u e esas tres condiciones se satis-
fa ten en el caso d e las creencias p ercep tib les que liene en ese
m om ento. Así. con frecuencia la gente tiene plena justificación
p a ra creer q u e alguna.« d e sus creencias pcrrepruales valen com o
conocim iento V éste es un apoyo b u e n o y positivo para el episte-
m ismo; de hecho, un apoyo que es totalmente independiente del
fracaso d e ios argum entos escépticas. F.l epistem ism o no es m e­
ram ente una suposición que iodos hacemos Ks, p o r el contrario,
una creencia bien fu n d ad a q u e casi lodos nosotros poseemos.

Conclusión

La conclusión gen eral a la q u e liem os llegado es que el episte-


mismo es más razonable qu e el escepticismo p o r lo q u e toca a
la creencia pcrcepiual. Sin em bargo, es necesario hacer hincapié
EJERCICIOS 137

en dos aspectos concluyentes. P rim rra , au n q u e a u c t in ie u im c n


del eseeplicismo nos h¡i ic v iic ito a la perspeciiva episirm ísta que
tosí todos nosotros habríam os ad o p ia d o antes d e e m p re n d e r el
estudio de este material, mi debem os pcnitar p o i ello q u e no ha
tenido icru rto el estudio d e los a rgu in en ro' escéptico», o q u e ha
sidra una p érd id a d e tiem po. til e x am en s e r » d r las objeciones
h a c a las doctrinas que u n o p refiere resulta ter con frecuencia
m u excelente m anera d e conseguir m ayor claridad respecto de
dichas doctrinas y, lo q u e es más im portante, de. descubrir exacta­
m ente en q u é se basan esas doctrinas p referid as p o r uno. Este ha
sido el caso d e la dialéctica anterior; se ha aclarado en gra n m e­
d id a el e p jJ .t A u n v y se h an expuesto sus bases. U n a segu n d a y
últim a cuestión c igualm ente im portante D ebe observarse qu e
nuestra t unciustón a lavor d el epistem ism o se basa en la evidencia
total considerada en este capitulo. Pensam os q u e respecto a esa
evjdcnciu, los argum entos del epistem ism o son los más fuertes.
N o obstante, nuestro respaldo ni episiem ism o d eb e considerarse
tcn tativo.de acu erd o con la evidencia disponible. Debe a dm i irse
la posibilidad real d e un n u evo argu m en to escéptko. a pesar de
que es poco p robable q u e cualquier evidencia nueva baste para
inclinar la balanza a favor del escepticismo. A d o p ta r una posición
m is radical q u e la anterior equivaldría a un dogm atism o respecto
al conocim iento percepiual, una perspectiva q u e se o p o n e tanta
a| epistem ism o com o a l escepticismo.

Ej e r c ic io s

1. ¿Quí es el caccpt» n uid? ¿ P » qué les especuladora h in sido d -


cépiicoB «Igunas veces? ¿Es usted un earéptiro, un especulador, o
ambo«? ¿Par qué?

2. Considere b siguiente afirnuc.on:

Padetno» definir el 'canxim leiUD " coma “icner la r a p u m i


correcta**. Cuando un* persona n b c U respuesta, t*enr b res­
puesta correcta, y cuando tiene la r a p u n l j correcta, conoce La
respuesu De modo que U definición dada es totalmente co­
rrecta

¿ Q u é p ro b lem a p b n lr a r ita d efín icjA n ?

3. Considere el siguiente argumenta:


138 EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO Y EL ESCEPTICISMO

Ninguna c n m c u injustificada pu ed e contar com o un caso d e


conocim iento. Por o tra Lado, to d o caso d e conocim iento implica
una creencia justificada. De m o d o q u e no hay diferencia en tre
conocim iento y creencia justificada

¿Qué problema planica ertc argumento?

4 Algunas veces se dice q u e con ocim ien to y verdad son una y la


misma cosa ¿Estaría usted d e acu erd o con esto? E xpliqu e y ju sti­
fique su respuesta.

5. Corcsidcrr el siguiente argum ento:

C uando una persona ve algo, n o tiene ninguna evidencia para


creer lo que ve. Pbc lo tanto, las creen cu s perceptuales son
aquella* para la* q u e no tenemos evidencia.

¿Es correcta esta afirm ación? ¿Por qué?

6. ¿Que es el sentido común reflexivo? ¿El rpistrmista está en lo co­


rrerte cuando piensa qu e algún ap oyo inicial para su posición se
deriva d e l sentido com ún reflexivo? O , m is b«en, ¿el hecho d e que
n o pueda pensar en ninguna rarón para abandonar su posición es
m eram ente una indicación d e que su capacidad imaginativa esti
d e alguna manera limitada?

7. El escéplico sostiene qu e si a veces estamos equivocados en nues­


tra* creencia* perccptuales, rtilonces siem pre es lógicam ente p o ­
sible qu e nuestras creencias perceptualm sean tabas. ¿C óm o em ­
plea él esta premisa para sostener la conclusión escéptica d e que
nunca sabemos si son verdaderas nuestras creencias perreptuales?
¿C óm o pone el ep ¡mitin ata en id a de ju ic io la premisa? ¿Tien e
éxito el cu otioD am iento?

8. En respuesta a una objeción del epiatexnista, i r m odifica el ltg u -


m entc escéptico. Una d e las premisas principales del argum ento
m odificado rs en la q u e se asume que las experiencias d e una peí -
so na que tiene u n » creencia peraeptual verdadera pueden d u p li­
carse en las exp er ieni: u i de una persona cuya creencia perceptua I
es exactam ente similar pero falsa. ¿Cómo defien d e e l o c e p lk o
esta premisa? ¿C óm o la cuestiona d epistemista? ¿Qué <Xra» pre­
misas se necesitan p i n la deducción d e la conclusión escéptica?
¿Se usaron algunas d e estas premisas en un argum ento anterior?

9 ¿Q ué premisa escéptica se defien de apelando a alucinaciones?


¿Cóm o intenta probar el csoéptko que la i alucinaciones son siem­
p re posibles? ¿C óm o responde d escéptico a la objeción d e l epis-
tem istaen cl sentido d e q u e las alucinaciones pueden detonarse al
E J E R C IC I O S 139

aplicar las pruebas de ti coherencia experiencia] y del testim onio


d e otro»?

10. Considere el «gu íen te u p im c n t r del epistemista:


Apelar a alucinaciones para d e fen d er el escepticismo es total-
m enic ¡legitim a A] describir algunas experiencias com o aluci-
n¿ lorias, el escéptico está as um iendo licitam en te qu e podem os
establecer la diferencia entre Las experiencias qu e *on alucina-
torus y aquellas q u e no lo son. Pero si podem os "-stableccr U
diferencia, entonces d n e q iu c u m o es fabo. De m od o qu e el
uso ctccp L J d e las alucinaciones es autoanulatorio

¿Cuál es la respuesta d e l escéptico a ral-»* argum ento? ' Q uien c n i


en lo correcto? ¿Pur qué?

11. El ctcépuco trac a cob ció n el argum ento d e l cerebrin o para d e ­


fender una premisa d e n i argum ento y para r e h u ir una objeción
d e l eptstetnista ¿De qu é premisa se trata y cuál fue la n bjeoon
d e l cp w ein n u .^ ¿De qu é jbjee <n. q u r involucra li distinción en ­
tre posibilidad y realidad, echa m ano el ep^trm ista contra el ar-
gu íñ en te d e l cerebrino^ ¿Cóm o piensa el escéptico qu e podem os
piasar legitima m ente d e la posibdidad a la realidad?

1¡?- Considere el siguiente argumento del eptstrmisLa

La idea d e que una máquina Arm o el cerebrino exista n o es sino


una fantasía ociosa. N o debe lom arse con m is ser—dad qu e lo*
cuento* de Santa Claus. Asi, la idea d e qu e estamos controla­
d o ! por el cerebrino, a la que el eacéptico presenta com o una
hipótesis seria, puede rechazarse sin ningún o tro argum ento.
Rechazar la idea n o« perm ití; rcchazar también bsconclusiones
del rscrpl* _*mo

¿Qué respondería ei escéptico a estos señala mientes?

13. La historia d e l í x n i t y el Dr. O esti destinada a refutar una p re­


misa del argum ento del a cép tico . ¿Cuál es la premisa? Í R x qué
se dice qu e el engaño perfecto no es en absoluto un engaño? ¿Pbr
qu é se dice qu e la alucinación carece d e significado? ¿Es correcto
lo que dice el epistrm ata? ¿Refuta eso al escepticismo?

14. Considérese el wguicnle argum ento del escéptico:

N adie puede im aginar cóm o podría w t aIgo contradictorio.


Por ejem plo, nadie pu ede m u «[mar cóm o seria un cuadrado
redon do Por lo tanto, si podem os imagina! algo, entonces e i
lógicam ente posible y n o contradictorio. De m odo que el m ero
hecho d e que podamos imaginar cóm o teria una alucuución
HO E L P R O B L E M A D E L C O N O C IM IE N T O ¥ ri. E S C E F n i . SMl I

perfecta, « a n o lo hicimos con b historia de 'Itìm fo y del Dr. O.


m ucstn que tal a lu riiu d ¿ n n posible

cCAmo p n d ríi resp o n d er tm c p ix rin U u a a i e i iju m r n io ? i Tc-n-


d rta exilo la r a p u a t a ? (P or qué?

15. ¿Qué e v p lk a n á o d e la lignificati vidad te dehe a la dintincián en ­


tre un sentido epuléniìcc» y uno sem indea d e 'si raen odo'? ¿Re­
alm ente ayuda esta distinción a la causa drl e x fp tic o P ¿En qué
(òrma?

16, Fara vencer a I esceptictf it o el q>iuem iau lETstjCTic que la n id cn o D


q iw nocRcluye la patibolici ¡id d e erra r puede (in em bargo red u d t
ampliamente la proflubilirìad de errar c.Qué prem isi dei a r e i c o
espera refutar et cpistemiau al i f i m i i r a io ? iPn r qué n CSp ed al­
a to n e impcntanur, dradc la poeicion. del epja temisi*. derraLar ? |u
p r e m i» del eircpiicim iD ? J T u n c éxìtn el e p iit c it im í

i7 ¿Qué a iyu n im tn emplea i*l rw é p n e o p;ira mostrar i |ue eJ hscho


d e que ’J rptslcmbta ic c u rn a k proliabilidad m n d u cirf al I
cepticismo? ¿Còma se introduce cn el trgutnentù la cuestión d e
establecer frecuencias cn una mucsira? ¿Cóm o uta ci epbtcmista
una analogia ¿cica: para atarar m e ìrpu mentis del escéptico? ¿A
qué premisa d d argum ento m ienta refuLar La analogia? <ÌHay ocra
premimi del argum ento escéptico vulnerable al ataque?

1S . El ep iniemiata «attiene que puede ju u m in e qu e algunas creencias


están com pletam ente justificadas mientras n o se ofrezca un atgu-
luenio contrario. ¿Cuál «era la respuesta del escéptico a esta afir­
mación? <!Cuí| es p| papel del principio d e imparcialidad en la
n :lp u E lb í ¿Es efectiva la respuesta?

19. El ep inania ta m u r r e a 1a noción d e competencia cn un intento


p o r refutar la premisa (8), ¿CuAl » el argum ento d d cpütcxnísu
en est* Unra? ¿T ien t éxito?

20- Considérese el siguiente argumento;

El escéptico argum rni* que toda posibilidad d e erro r debe e x ­


cluirte anua d e que esterno* totalmente justificadas en una
creencia. Esto lleva a la OHidusión d e que nunca esu m o* to­
talmente justificadas y por lo tanto de qu e n o sabanea nada,
ftrro con seguridad o a conclusión es absurda Consecuente­
mente. d c b r * e r razonable rechazar la premisa en ti que se basa.
Aunque debem ee admitir que una alia probabilidad no bastará
para urta plena justificactú», a pea ¡ble que una alta probabili­
dad más algún o tro factor puedan b#H jr y también perm itim os
E JE R C IC IO S

eludir b pe rudqa fiel ».iricu. El único problem a radie* en decir


cuJI a esc dctd üctar.
¿Que p ic n s usted d e cale ar^um em uf ÍE i plausible? (P u e d e ui-
U *d p r o p o n e r r l f a c t o r C ilL a iU e ?

2[ El último argumenta escéptica se enuncia en térm ino* d e La hi­


pótesi* ilr I» superviven. .1. Sin tTnbdrgo, el epültinista liene una
respuesta a o t e argumento, m p ila L a con ki que ve o p o n e a b
noción d d i s c p t i m sobre la plena justificación ¿Es elcclivo aquí
d argum ento del c p i ífm isU ? ¿H ay alguna ri-¡puesta razonable
q u e e l escéptico pudiera dar y que haya udú pasada pur alio?

22. Considérese e s t e nuevo J ijv m r n iii e s c é p t ic o :


Con el Gn de que tina persona ce n o s a realmente algo, debe
estar totalmente tegvtü d e eso. De m od o que, para que Sar*
sepa que el Ifquid del vaso de laborar ürio es un ícidci, debe es­
tar totalmente segura de que el líquido es un ácido, i'cro para
que « t é totalmente segura de e n . no rlclje haber ningún (m v
tivo imaginable para dudar de que el liquido es un Acido. Aun­
que con E g u r id id ca fácil im aginar m otives para dudar de esa
afirmación. De manera similar, es totalmente sencillo imaginar
motivos para dudar d r cualquier suplícala muestra d e conoci­
miento pcrccptual. Por lo Laneo. ninguna creencia perccplual
ea segura y por to tatito ninguna vale com o conocim iento. FJ
escepticismo ha sido reivindicado.

¿Esir nuevo argum ento tiene éxito don de otros han Tallado?
III

EL PROBLEMA DE I A LIBERTAD Y EL D ET E R M IN ISM O

El pro blem a d e la libertad y el deterrainísrno constituye básica­


mente una paradoja. U n a p aradoja surje cu an do dos supuestos
igualm ente evidentes conducen a resuliados en apariencia in ­
com patibles, Por Id tanto. una p aradoja es racionalm ente in to­
lerable. N in g u n a p erson a racional p u ed e aceptar resultados in-
c u m p a iib l«; d e ahf q u e ninguna person a racional p u ed a aceptar
la paradoja.
iQ u é paradoja está vinculada al pro blem a d e libertad y d
determinisrno? Básicam ente es la siguiente. El detertm itisino es
Ea tesis d e la causalidad universal, la icaii segú n la cusí) todo tiene
un a causa. Por otra parte, la doctrina d e la libertad so» tiene que
algunos d e nuestros ac(ra san libres A m bas concepciones p a ­
recen cicrtai. N o sólo creem os que indo tiene u n a causa sino
tam bién q u e algunas d e n u u c ro s a c io sso n libres.-Sin em bargo,
estas dos creencias conducen a resultados aparen teme ntr incom ­
patibles. Para co m p ro b a r lo anterior, coruidÍFCse el caso d el d e ­
te rm idh m o.

U N ARGUMENTO EN FAVOR DEL DETERMIN'tSMO:


ALGO EN LO QUE TODOS CREEMOS

L o p rim ero q u e hay q u e scñaLar acerca d e la trató deE d c le r m i­


nia rao ea que e d o s creem os q u e es verdadera. Todos nosotros
creem os, o al m enos estamos d »p u e sio s a creer, q u e tialo cuanto
ocu rre tiene una causa. Para con firm ar que efectivamente tTce
esta, considere usted cuál sería su .reacción ante la siguiente si­
tuación: una m añana usted se levan la y sale a en cen der su nuevo
auinm óvil. Miele la llave, o p rim e el acelerador, lu ego el botón d e
IM El 1'ROIlliMA DE LA LIBERTAD V EL DKTtKMtNlSMO

en cen d id o y no pasa nada. Su auto no enciende. Asi que abre el


cofre, revisa Luí bujías, el carburador, el acum ulador, y así sure
BÍvamcnu pero lo d o parvee estar en perfecto orden . V .md cin
la r g o , lo cierto » que el auto no enciende, U n tanto inalhum o
rado p o r la situación, llam a al mecánico quien llega al lu g a r d e los
hechos tiene d e confianza. El com pondrá el auto y lo h ará a r r a n ­
car L o exam ina cuidadosa mente, lo revisa con la minuciosidad
d e un experto, pero ni ¿¡quiera él puede encontrar la razón d e 1.«
descom postura.
l>adu que el a u io es com pletam ente n u era, » « l a s alturas us­
ted ¡k: iiiueMra ¡m pau en tc y llama ¡il representante d e la fábrica.
£sic llega poco ie sp tié » ncaviadu con una iinpccabEe bata blanca,
característica d e su profesión, y em pieza a revisar su auto. U n a
vez term inada una m uy concienzuda investigación, y cuando su
bata ha d ejad o d e ser blanca, usted le pregunta, "¿ Q u é pasa?”
Su respuesta es, “N a d a ”. En vista de que su coche aún no e n ­
ciende. decide a rre g la r el asunto en Dtros términos M í qu e usted
pregunta "B u e n o , ¿cuál es la causa del problem a?" E i entonces
cu an do el represéntam e de fábrica se arregla la corbata y con*
testa cu un tono oficial, " N o hay causa alguna. N o le pasa nada
a su ,uilo. Sim ple me ule no enciende." Y prodigue. “Ésta es una
d e esas situaciones curioiíiS en las que surge un pro blem a que
realm ente no tiene causa alguna. N o hay razón algu n a para que
su auto no encienda. Sim plem ente no enciende, y es todo lo que
p u ed e decirse."
Su inform e es a bsu rdo. Usted seguirá convencido d e que debe
h aber una causa. Del hecho de que el represe rítante de la fibrica
no haya p o d id o encontrar la causa del problem a, no se sigue que
no existe una causa. D ebe haber algu n a causa que el rep resen ­
tante no ha sido capaz d e descubrir. L a r.i2 ón p o r la que usted
encuentra inaceptable el inform e es qu e está convencido d e que
Lls cosas tienen causas. Usted, com o todas las personas con sen­
tido com ún, cree qu e el determ im iin o es verdadero.
Para reforzar cata idea, considerem os un ejem plo más. S u ­
p óngase que la Asociación N acional d e la Salud ha contratado a
un científico para encontrar la causa d e la e n ferm ed ad conocida
com o “recnac". Tras muchos años de investigación, el cicniifico
rin de el siguiente inform e sobre su investigación:
Ai 1 ,0 t.N U1 - 1 0 0 0 6 CRFEMO* 1<5

IIt trina n u d o invcA iganik Jurante* muchos añas b c a n a de! r e í-


n « 1It mns descubierto que tanto lo» ¿miníales com o lo« «eres hu­
manos se ven afretados ocasionalmente por e « ¿ enferm edad E*
una enferm edad rara vez fatal ya sea en los a n im a l«, ya sea en
los hombrra, p ero consta d e una serte »tunamente desagradable de
sintmnaj que ie canuten muy bien.. H abiendo estudiado Us con d i­
ciones biológicas y ambientales del en ferm o — el calado d e U san­
gre, el d e los órganos vitak=, el d el sistema respira torio, el d rl sis­
tema nervioso y el d e lo* genes, asi on n n todas las influencias e x te r­
nas que pudim os aislar— he-mus llegado a b inevitable conclusión
d e «jue U enferm edad na puHW una causa N o* damos cuenca d e
que, tras invertir varios millones d e d ó b r e s e n e l estudio del recnac,
puede parcta- dnaC rtu n iilo h, bcr llegado a este m u lta d o IV ro
debió reconocerse desde r! prmcip u q u f éste era u nucir loe resulta­
dos pcaíbles d e b investigación. Com únm ente, cuando estudian as
una enferm edad, encontramos, larde o temprano* que pcacc una
causa, que c x U e algún germ en o virus o algún otro agente causante
•|uedj lugar a U enferm edad P b u esta enferm edad, el recnac, no
es una enferm edad común. Se produce d e ver en cuando, p ero no
tiene cauta alguna T in sólo existe Sentimos tener que rendir un
inform e que m vichas d e Us víctimas d e b enícrnied.id considerarán,
por razones subjetivas, desalentador. Sin em bargo, no presentamos
ninguna disculpa por nuestra lon clm ión te llegó a elb en forma
objcdva y científica gracias a b m i* cuidadosa y concienzuda inves­
tigación experim ental.

Ustc inform e sería rechazado p o r ser considerado com o un m on ­


tón tic si asentidos pretensiosos. El fracaso de loa científicos para
cncoint.tr la causa del recnac no perm itiría establecer qu e la e n ­
ferm edad no tiene causa alguna. P or el contrario, todos s u p o n ­
d ría m o s que tiene qu e tener una causa, qu e no p o d ría d e ja r de
tenerla.
l ’o r supuesto, en los dos cuaos considerados estaríam os dis­
puestos a aceptar la conclusión d e q ue los investigadores más e x ­
perim entados no p u d ieron encontrar la causa. Ea posible qu e las
causas sean difíciles de encontrnr, p e ro decir qu e una causa es
iti/uU (i* encontrar no equi\ ale n decir qu e la causa no txistt. P o r lo
tanto, t»>dns estamos convencidos d e q u e tanto el hecho d e q u e e l
autom óvil u n encienda com o la en ferm ed ad poseen algu n a causa.
Son tan sólo dos ejem plos d e cosas q u e creem os que son causa­
das p o r algo, p e ro el mismo argu mentó p o d ría aplicante, p o r e x ­
tensión, pata m ostrar que nosotros creem os q u e todas las dem ás
EX. 1’R O filíM A 13R 1A LI IERTAIl V L¡. H tT tB M1NI SM >

cusas tam bién son causadas p o r ¡ligo. C u a lq u ie r costa en l.i q u e


ccn trem o* nuestra atención, c u a lq u ie r cosa aceren J e la cu.il n<w
h ag am o s p regu n ta*, c » u n a casa p a ra la qu e p o d e m o s bu scar la
causa “¿Por q u é su cedió esto?’*, nos p re g u n ta m o s y e sp eram o s
u n a explicación causal N o im p orta lo q u e pase, usted sie m p re
p o d r.l p re g u n ta r "¿ P o r q u ó o c u rrió esto?“ o bien, "ÍC u A l fije la
causa de n a ? “ T odos nos tros creem os q u e scm cjin tcs p r e g u n ­
ta» lien en una respuesta ] .o an terio r m u i J r. q u e iodos estam os
convencidos tic q u e, pase lo q u e pase, todo tiene q u e ser c au ­
sad o p o r algo, incluso quienes no hem os fo n s id m id o el asunto
en térm inos tan gen erales.
C la ro está qu e el h e d ió d e q u e la tesis d e l d eterm im sm o sea
creíd a p o r to d o el m u n d o no la hace ve rd a d e ra , U n a creencia ¿;e-
n c r.i Ii /.ir l,i d e c m c tipo m uestra tan sólo q u e la ( rccncia es p arte
del sentido com ú n > q u e, al igual q u e o irá s creencias d e sentido
com ún, p u ed e ser falsa. Sin e m b a rg o , la creencia de q u e el d c-
rcrm im siuo es v e rd a d e ro es una creencia m tü n a itU , ya q u e cons­
tituye un rasgo d e se ni id o c o m ú n reflexivo. Es decir, a d e m á s de
ser am pliam en te creíd o, el d eter mi milito es una tests en la qu e
todos w f|uim (ií crevtrndo tras ile p en sar e n ella cuidadosa y cons-
cie m e me ntc, tías do cxaitunat tu que significa y de tratar sin éxito
lie p e n s a r e n ro m i;iíjo n i plus. Estos fian o tes tam bién fu eron es-
Kiiinidus en la discusión .interior, y bastan p ara m ostrar q u e el
d e ie rim n u m o c s razonable. P o r o tra p a rte , la t r e m e ia e n el d eter-
iiimiMiio — a d iferencia d e algu n as creencia* d e sentido c o m ú n —
no pitede ser refu tada p ir nuestra im posibilidad p ara descubrir
la cau ^i de alga, K detccm m iám o es una tests que todos creem os
v e rd a d e ra v no p u ed e refutarse m ediante ki im pasibilidad p ara
en con trar Lis caucas que b u fa m o s . S u p o n g a m o s entonces que
terdo tiene una causa. ¡Pur i|ué habría esio de g e n e ra r utia p a ra ­
doja? 'í ^ u í p r u l)l(!iiu íu t j{c a p artir d e estaconvicción »le sentido
coi ii ti n ?

E t ftrobíttíta

S u p ó n g a « : que una persona posee u n a en ferm ed ad h ereditaria


y qu e dith a e n ferm ed ad es el resultado de b e iti res causales sobre
los cuales no tiene ningún control N a d a d e lo qu e pu d o haber
hecho lo habría p reven id o co n tracta e n fe rm e d a d Nto es a lg o que
p osee p o r voluntad p ro p ia; es el resuluido inevitable d e Sucesos
A 1.C O l.N L O í ¿ t > . ID fM JS ( k t l Ml IS

v p ro fe so s que csiaïuii , i ! l , u k ‘ su mlbit'iiM.i. } - 11 inttM itcu


' ta, r j j L o n a b k n i e n i e 110 p o d r U li.n f i s v l e l o p u n s il Jw p < u l e n e r k i
< U n (i ¡i ma d e pl.m tcai ci a-am in c i h sigiiiunii' I I m ut i u in n i
k r iu c i L id nft c i iiljjn q u e u n a |hi von.i li.irt:: no e i su m lu Ks :ilj>o
i |uc le siiccdc. A este rtîip ti lu. lu p c rtn iM o ti.Lsi( . m u n i e pasiva
t C u i l es S i relu víiricij tic e u e cjenqd<> p.ira !u tesis ilcl ■I■ i>-t -
inmlnin»? f r| w n i i i l u h u ii ú i i a iu rn a t|tit iti II* i lu .m in u c t ii ic es
CiUISJílo p o r u l g n Sc s jg w ^ ile Cstli <|UL‘ (m lll ill.mtM IlLi^n il e l l e
«■i causai In pni ¡ i l ^ > p u e s . c u í n 1, 1% r i t t u rpit ncL iiriii l-ii cl
u niverso, ï c c m u t 'n ir . in fi^ni* > yo rcalÍA!. f u i . i ^ i i u u n < j u e
u in c v o cl dcrlo in d irc Lsm v)l-Iic le fie i urr.i 1,1111,1 l*ur oi i,i jMtTit,
sin i m p o m i rui£ i i t I m n i e 1 1 u io vim u uim, t-\if dclu.- o i j t t
a su v c ¿ c a u sa d o put lai i n r o y »u n d i< %ptevins 1 su»
to rto re s t c o n d ic io n e s tlcb h íttm »ci (¡iii> a ilo -> ,i m i i r / poi |îi< t u ­

r c s a m é l i o r é s v n s i s i u c s i v a i i i u liltf 1 >l¿i m - i k * i l e l . u h u t * * i .i<t->.il< '


d ette c x (e u d v r > e itn le fT n id ,.iiJt* n ie IiM j .n r.is i t i r i p .iu ;n ln | ‘ r ir

lo t a m o . cl u io v iit fiin t u île m i t k d o t » c n n i . t d o . e i t û l l f ( u ¡lu c U m -

i l i . p u r f . i r i o r c * q u e e x i s t e n c r i i l p.i-»;idi> t e u i o t u f i n i e s d e « p i c ) u

ifliricv n — e u c r u m -f u e n e i à p u r f i n l m e s > i i l t r e lo-» i n a l e s n o l e n ^ n

iim ^un m m ml.


Siti L'inh.ktuf), si ro m o causer nem la d e la tcii» «Ici tk te im i*
nism o los a n o s «le un.i p erson a w m cl resultadn inevitable «le
p ro c e v ii causales q u e se inici.tron antes «le q u e ella n:u k m y »li­
bre los tu alcs ni » lienc ningfut control, entoures, no in ip oita li>
qu e una persona haga, no pm ln h;il>cr ai lu ad u île u iro m odo.
Nio p u d o halK'r evu-ido q u e su» Setos ocut rieran, com o tam poco
p u d o h a b e r rea! t/ad o cu alqu ier otro neto alternativo l.intrj su
acción com a su inacción son cl resultarlo m evii.iljk de sucesos y
procesos más altó d e su inlliienria \ o u n in alternativa cu an d o
a d u ó . En consecucncin, r;u!on;ilikiuenic nu p u ed e h.ucn*c res­
ponsable a nadie de cunlquiern de sus artos
Para c o m p ro b a r q u e estn conclusión es Inevitable, lo in p a rc -
mos el caso d e la p erson a que posee una e n k i incilad heredita­
ria con cl d e un a persona que acaba de d isp arar lu n u îi o tïo scr
h h m anu v !□ ha asesmnclo. Dijoiios an tcriorin ciiierju e *i una p er-
*on i que tiene una e n ferm ed ad lrcredîuiria in» p u ed e, razo n a­
blem ente. hacérsele responsable d e tenerla p o n p ie u o s e trata de
algo que tiene p o r voluntad p rop ia Pero, -p o r q u é n o ’* por su ­
puesto, la rcspucM a es rjue el ipie ella tenga la en ferm ed ad es el
resultarlo inevitable de factores causales sobre los cuales no tiene
H8 t i PROBLEMA IÍE LA UHER'lAíl V El lf.TT-H.V1 INlSiui i

ningún control. N o ohsianlc, 4C p u d r ía c o n c e d e r e**u titm cm r )<■


n is mo con respcc to al ascsi uO c u a nd o n t jm n r m m q uc e 3ticte r i ni -
B ú m o c s v erdadera. Y a q u e el neto d e disp arar d g a t illu de] a rm a
asesina fue lan ineviialjlc ijnmn cJ hecho d e (c m in c r una e n fe r­
m edad hereditaria N o p u d o evitar disp arar el gatillo d e l;i misma
m anera com o ¡n p erson a en form a tam poco p u d o evitar contraer
l a -:L .fc T n ie d a d . D isparar el gatillo y contraer la en ferm ed ad son
am bos el m u lt a d o inevitable d e proctwíS ü i i ^ i I h q ue se entien­
den hacia atrfo en el tiempo am es d e l nacitmento d e cu alqu iera
d e talas personas. Am lias m u lt a n igualm ente im potente! El ase­
sino. al igual que la persona enferm a, realm ente es m is pasiva
que activa. N a tiene alternativa, ni voluntad p ropia, ni opción
real. En efeetn, í l es más quien es m ovido q u e quien m ueve. En
eoi»ccucnc.iü< el asesina es tan responsable p o r d isp a ra r el gatillo
com o la persona en fe rm a la es p o r contraer Ja e n f e r m é a d .
En a t e p u n to hay q u e hacer frente a u n a objeción Puede p a ­
recer q u e c x m e una im p órtam e diferr ncia entre los dos casos
que Acabamos d e considerar, ya que el asesino d e b ió h aber hecho
m uchas cosas pana encontrarse a n u la posibilidad de dispararle
a iü victima. Tuvo q u t conseguir una pistola, hacer frente a su
victima, a fin ar la puntería, y así sucesivam ente Podría a rg u m e n ­
tarse que et asesino p u d o haber evilado torilmente com eter el
crim en con *d|n om iiir cualquiera de estas acciones p re p a ra to ­
rias. P e r » cítíi es una m era ilusión. C a d a una d e estas acciones
preparatorias fue en si misma la consecuencia causal inevitable
d e condiciones previas existentes antes d e qu e la persona naciera
y, en consecuencia, totalmente fuera d e su control. M ediante el
misino argu m en to q u e utibzam os p a ra m ostrar que el d isparo del
gatillo fue un acto que le e ra im posible evitar, podríam os m ostrar
(¡uc Fue igualm ente im potente para evitar cualquiera de los actos
(ju c c on d u jero n a la acción clirn.iiica N i uno solo d e sus actos es
libre. T odos estin d eterm in ad os p o r cosas totalmente Fuera de su
Control.
C ab e hacer una ultima salvedad. I-temos d ich o q u e la persona
n o tenía alternativa en lo que b a d a . N o d e b e pensarse que esto
sugiere q u e la persona no elige ni decide hacer Jas cosas que hace
Si en un principio csio resulta peculiar, d e b e recordarse que es
perfectam ente posible que una p erson a elija h accT ítlgo cuando,
de hecho, no tiene alterna!iva Ella p u ed e p en sar que hay muchas
ALGO f.N LO QUK TODCH CkKiM ÍJS 149

ip n o n es cuan do en realidad no tas hay U n caso típico d e lo ante-


i »r>r. lo m ad o d e John Locke. e s e l siguiente-1 Supóngase q u e u na
persona es transportada a u n a habitación mientras se encuentra
ilurirnda v que la puerta de dit ha habitación, que es la u n u a vía
■le escape, ha sido cerrada con llave pnr fu tra Pero la persona
mi »abe, y ni siguiera sospcchat q u e la puerta e¡tiA '.errarla con
lUvc. Se despierta, se da cuerna d e q u e está en La habitación y de
que Lienr u n a agrad able com pañía. Sin sal)er q u e ic encuentra
■ ncerrada, la persona p od ría considerar la posibilidad de a b a n ­
d o n a r la habitación p e ro elige perm an ecer en ella. Por supuesto,
realm ente la person a no tiene alternativa, no p u ed e *alir, perú en
verdad está eligien do. Ocasionalm ente, optam os p o r hacer cirrtn
c o u cuando en realidad no tenem os alternativa.
Este aspecto es im pórtam e para ta pasmón <ttiermm><la. C on
este últim o t í r mi no nos referirem os n o sólo a la tesis del d eter­
m i n a n » . sino tam bién a la exigencia según la cual el deterini-
nttniü conlleva que n o existan actos libres, y a la exigencia d e que,
en consecuencia, n in gú n acto sea Libre. Spinoza e ra determ inista
en este « n u d o , y sostenía su a rg u m e n ta ro n d e la siguiente m a­
nera: aneemos que som os libres p orqu e ignoram os las causas de
nuestros actos.1 A l igual que el prisionero, si poseyésem os algu n a
luz sobre ta v erd ad era naturaleza d e n u o t i a situación, veríam os
q u e n o som os Ubres. S egún la posición determ inista, la conducta
h um an a se cncucntra determ in ada d e la misma m anera q u e la
conducta d e un proyectil. Si e l proyectil fuera consciente p o d ría
decirse a sf m ism o mientras vu ela p o r los aires: "S oy libre de
desviarm e hacia 1a izquierda o la d erech a p e ro opto p o r conti­
n u a r viajando en esta dirección." Porsu pu csto, todo esto no tiene
sentido. El proyectil nn tiene alternativa. L a ruta que sigue está
causal menee d eterm in ad a; no p u ed e virar ni p ara la izq u ieid a ni
p ara la derecha. A u n q u e fuera consciente e ignorante d e la de*
term inación causal de m vuelo, el proyectil p o d ría m uy bien co n ­
siderarse a si mismo com o libre. S egú n Spinoza, d ich o proyectil
sería tan necio com o ta m ayor parte d e la gente, ya q u e los m ovi­
mientos que ósta hace no son mAs libres que los movim ientos d e

1 John Lockc. f i u a « <o*t* // mlnuitmarnla humano. Libro II, Capitulo 31.


parágrafo 10
1 &anurh Spinoza, álicm . Parte 1, Apíncbrr, parlgTifo den, y Parir II, P to
po«¿Oftli XXXV. ScJWitm
150 EL P R O B L E M A D E LA U B E R T a D Y E l . D E T E D M IN IS M O

un proyectil. N o som os m is libres d e desviarn o s d e las rutas q u e


tom am os qu e el proyectil lo es d e desviarse d e sil ruta D e b id o a
q u e som os conscientes, e ign oran tes d e la determ in acián causal
d e nuestros artos, creem os q u e som os libres d e v ir a r a la izq u ierd a
o a la d erech a, a u n q u e o p tam o s p o r no v ira r hacia n in gú n lado.
D e ah i la ilusión d e q u e som os libres. E legim o s sólo p a r q u e no
p o d e m o s d a rn o s cuenta de q u e no som os libres. El acto d e elegir,
c u a n d o u n o no tiene alternativa — cu an d o un o no es lib re— , se
basa en La ignorancia.
C la ro , si som os ign oran tes y elegim os c u a n d o realm ente no
ten em os alternativa, to d o esto t a m b a n está d e term in ad o . Si re­
sulta u n a neceoad e le g ir c u an d o no se tiene alternativa, al m enos
nos q u e d a La tran q u ilid ad d e la certid u m b re d e q u e n ad a p o d e*
mos h accr al respecto. Som os im potentes p a ra evitar este estado
d e cosas. En d n sc c u c n c ia , a u n q u e p u e d a p a re c e r necio, no lo es.
L a necedad que n o se p u e d e e viiar no e i n ecedad, es infortunio, y
ésta es la'única form a correcta d e d escribir lo q u e aparen tem en te
es ui&ciuaicz o m aldad. Q u ie n asesina a otra person a es im p o ­
nente para evitar el acto q u e realiza, A I igual q u e un proyectil,
es m ás pasivo q u e activo; sus m ovim ientos son las consecuencias
causales d e procesos y fu c ria s q u e los hacen tan inevitables com o
el m ovim iento de un proyectil.
Resulta ah o ra m uy claro q u e La tesis del determ im sm o tiene
tam bién c o tic e j e netas paradójicas. Ya q u e si aceptam os dicha te-
sis, y todo* p arecem os dispuestos a aceptarla, d ebem o s entonces
aceptar Iiú consecuencias en el sentido d e q u e n in gú n acto h u ­
m an o es libre y, p o r Lo tanta, d e q u e nadie es responsable d e los
actos q u e realiza. N o som os más responsables d e nuestros actos
d e lo q u e lo es u n a p e rso n a en fe rm a p o r tener u n a en ferm ed ad
h ereditaria o un proyectil p o r s e g u ir la ruta que sigue
Esta línea d e pen sam ien to influyó en o rm em en te en e l nove-
LLu. Sam u el B u ü c r L e parecía que no e ra más razonable castigar
a los crim inales d e Jo q u e sería castigar a u n en ferm o, ya q u e los
crim inales na tienen más control sobre su com portam ien to que
el q ue tiene n los enferm os sobre su estado d e salud. A m bos casos
son el resultado d e procesos causales qu e quienes lo sufren son
incapaces d e controlar. P ara rem achar el clavo s o b re e sté asunto,
B utler escribió u n a novela satírica. E r m k m . acerca de un pais
en el que e l sistema penal e ra curiosam ente diferen te al nuestro.
En E rew b o n , Las p ersogas que com eten actos criminales, com o
A L C O E N L O Q U E T O O O S C l t f .E M u S 151

fra u d e * u com p añ ías d e s e g u ro », asesinatos y d c m ls . son tratadas


c o m o n osotre« tratam os a los en ferm o s. Se les en vía a hospitales
d o n d e reciben tratam iento p ara sus dolen cias m orales. N in g ú n
estigm a está lig a d o al hecho d e ser a te n d id o d e esia m an era. P or
o tra parte, las person as q u e están en fe rm a s son procesadas e n la
c orte y castigadas co m o nosotros castigam os a los crim inales. L a
siguiente es la descripción d e u n ju ic io e n E rew h o n :

EJ prisionero fu e colocado en el banquillo d e lo* acusados y loa ju e ­


ces prestaron ju ram en to m u y al estilo ru ru peo: t a ii lo d o « nuestro«
m odos d e proceder eran reproducidos, e x ig ie n d o incluso al pritio-
ñ ero que se d e c la r a r e J lp a b le a ¡n óten le. Éste se declaró inocente y
se proced ió a analizar el caso L » n i i d t n a j d e l íacal era m uy (ó lid i.
p ero d eb o hacerjusücia a la corte adm itien do qu e el ju ic io era abso­
lutamente un parcial, Se p e rm ilió a l p r iiíiiú É r tM n u r con un asesor
legal para esgrim ir todo aquello que pu itera decirse en su defensa
l- i acusación era qu e el prisinnern m a lta «ijnulando una tubercu-
l u í c o i d fin d e defrau d ar a una c o m p a ñ a d e seguros con la que
estaba a punto d e adquirir una pensión anual y que así esperaba ob­
tenerla rn term inas más ventajosos Si se hubiera p od id o com p ro­
bar que fue así, h a b rá escapado al enjuiciatn^m m criminal y habría
sido enviado a un h A p i a l com o rn el caso d e una dolencia m oral
Sin em ta rg o , esta visión no podía sostenerse razonablem ente A p e ­
sar d e loda la ingenuidad y elocuencia d e uno d e Los más famosos
abogados rfd país, el caso cataba dem asiado claro. Y es que el p ri­
sionero estaba a punto d e m orir y era sorprendente que no hubiese
lid o enjuiciado y condenado mucha tiem po antes. Su tos fue ince-
d i l l e durante todo e l ju icio y to d o lo que k a dos carceleras que lo
tenían ta jo su cargo pudieron hacer fue m antenerlo en pie hasta
que todo hubo term inado 5
La recapitulación d el ju e z fue admirabfe. Se esten d ió en todos
l o aspecto« que podían esgrim irse en favor del prisionero, p ero
conform e prcaeguia fue claro que la evidencia era dem asiado con-
v w -ente para idrtuur cualquier duda y la opinión d e la corte era
una en o ía n lo al inminente veredicto cuando el ju rado se retiró a
deliberar. Éstese ausencódurante diez minutos ya su regreso el p re­
sidente declaró culpable al prisionero. H u bo un tenue m urm ullo de
aplauso que fue instantáneamente reprim ido. EJ juca procedió e n ­
tonces a pronunciar la sentencia con unas palabras que no podré
olvidar y que hubiera deseado copiar en un cuaderno La sen­
tencia fue la siguiente "Prisionero, ha sido acusado de un crim en

1 S a m u e l R u tlc r . Etntien. A. C . RÍ6rld. L o n d r e s . 1919, p p . 112-113.


152 EL PROBLKMA DF IA IIBERTAD V EL DF TTJIMI PflSHO

m u y g T » v c q tie es el d e trabajar b ajo lo* efectos d e lina cntuuiteiiWi


p u lm on a r y, tras un ju ic io im p a rtía ! anee un ju r a d o com p u esto p or
sus c o n _ iu d a d a n o », uvted ha sid o d c c ^ m d i culpable. N ad a p u ed u
d e c ir en contra d e la justicia d e l vered icto, La evid en cia en fil c o n ­
tra es con clu yen te y sók i m e qu ed a transmitirle- a usted sem ejan te
sentencia, según co n v ie n e a k * riñes d e la ley. Dicha sentencia d e b e
w r m u y ic v e r a M e d u H e m u c h o v e r q u r alg u ien aún m u y jo v e n ,
y cuyas proyectos e n U vida e ra n p o r o t r o la d o tan e jc trlm ie s , »rít
c o n d u c id o a cala pen osa con riicion p o r una constitución qu e áúlo
puede. c o n te m p la r a m o rad ica lm en te v ir io u ; p e r o el su yo n o es
un « i o q u e m u eva a com pasión. N a « é s t a su p rim e n , ofensa. Us­
ted tía llevad o uiia vida d e r r ím e n r a y ló lo sr ha ip n u v r r h id o d r la
induljreneia q u e » e le ha m o a ira d n e n pasadas ocasione* para nfen-
d p r * ú n iitiim e riim e n u ! Iw Icyts y t i l im titu ciD iiei d e í u p í i i te d U
fu e c n n d íir iilú p o r h r c tn q u iiiim k iic i e l a n o p a sa d o y v e o q u e , a p e ­
la r d e t|Ue ahora sáln tien e vetiü trés años, ha estado en prisión en
n o m f i w i d e c i M r i i cn .u icin n p or e n fe rm rd a d c s d e ín d o le m is o
n ic n o t od iosa, d e hei lio, n o es e x a g e r a d o d e c ir qu e ha p asado la
m ayo r p a rle d e su v¡da e n p risión.1
Es- muy ficit para usted decir que proviene de padre» p o to nalu-
d jbles y que tuvo un p i w ,->cridrnte en su m flex que mino He por
vida fu constitución; excusas corno éstas m u et refu gio ordinario de)
criminal; per o no pueden, ni por un m om rnin, ser p ercib id .» por el
o íd o d e Eajusucu N o estoy aquí para adentrarm e en curiosas c u o -
rjoncj meufúicits relativa» « I origen de esio o aquello — cuestiones
para las que no habría un pu m o final ti *r introdujeran aquí, y que
darían com o reaullado atribuir b tulpia únicamente al tejida de la
célula prim ordial o j toa g j i n d e n ic n u la . N o cabe preguntarse
cóm o se convirtió usted en un le r vil. sólo cabe preguntarse rsto
d a o no un ser vit? Esta pregunta ha lid o respondida afirm ativa­
mente, y ni siquiera puedo vacilar un solo m om ento acerca de la
justicia de uetne^ante decisión Usted n una p en an a mala y p eli­
grosa y lia quedado marcado a loa ojos d r sus m n c iiid id in a s can
una de la* m i » nefanda* ofensas... Podrá decir que no « su culpa
La repu esta a o t o es inmediata y equivale a lo siguiente : qüe si
usted hubiese te» do lin t» padrea saludables y acomodad os y »i hu­
biese recibido buenos cuidarlos ruando niño nunca habría alentado
CMilfa las leyrs He su país, ni se liahria encontrado en U situación
actual. Si usted m e dice q u e no tuvo nada que ver en su ascenden­
cia y que par lo tanto resulta injusto atribuirle la responsabilidad
d e estas c a n , y o le re s p o n d o q u r , íe a o n o su cu lp a U tu b ercu lo­
sis q u e le aqu eja, ea una falla e n usted y es m i d e b e r v ig ila r q u e la

* I h á , pp. I I S - I H .
JUiiO SN Lu QL’t iolX JS ' MEMOS

i r p i i L i k i q v i N l r prcilr^icl.i cdiiUj f a lt a s c o n t o o U T'Hedc U 'iio l d e ­


cir q u e *u cu n d iLÓ n ilc- crim in a l es un in fo rtu n io ; y o Ir re s p o n d o
tjur su c rim e n consiste r n *cr d e n fo r iu n n d o .*

1 .1 negativa riel juez. de adentrarse .1 con sid erar "a in u & tt i m « -


Hoitcs m etafísicas"equivale a la negativa tic ver la iriCíittgl'Ut-tiua
tic %u postura. O bviam ente, acepta la teais ilcl dclcrm m iM Uo; cu
consecuencia, d ebería adm itir que el estar etdettno no es culpa
del prisionero. N o es culpa del prision ero p o rq u e su estado es la
inevitable consecuencia causal d e tic to res i]uc estío a llí de
su control por lo tanto, rcsuiia absolutam ente irracional hacer
responsable al prisionero d e su estado d e salud, o sentenciarlo a
un castiga.
Sin em bargo, si B u ü c r está en lo correcto, nuestro sisietiia p e ­
nitenciario es tan irracional com o lo es el sistema penitenciario
de K rewhon. ya que nuestros jueces dictan sentencias p ara que
las personas sean castigada» p o r actos crim inales cuando que, de
*cr cierta la tesis determ inista, tiene igual culpa la persona que
comete un acto crim inal qu e el prision ero de fc'.rewhon p o r tener
tuberculosis. Tanto el acto crim inal cu nuestra sociedad com o la
en ferm ed ad crim m al en E rcw h on son el r e s a lu d o d e procesos
causales que el crim inal es incapaz, d e evitar N o c í responsabili­
dad de una persona el que ocurran a no estos procesos En con*
secuencia, tam poco p u e d e haccraele responsable de cllo v
Esta linca d e pensam iento ha llevado a ciertas personas a una
visión m uy hum anitaria, Por ejem plo, C laren ce (Jítrrow, fa muso
ab ogad o, con frecuencia d efen día a personas que eran enjuicia­
das p o r un crim en que merecía la ejecución, apelan do a la te­
sts del dctcrin iim m o ft Su defensa se basaba en lo q u r tienen en
com ún el ciu d ad an o o rd in ario y el crim inal Y es que ij la con­
ducta del crim inal es el resultado de Ciciores caúsate* com o la
herencia y el m edio am biente d e la prim era inlaitoa, estos m is­
mos factores d eterm in an la conducLi d e cualquiera de fci*. perso­
nas que ocupan la tribuna del jm a d o Tanto las buenas acciones
com o tas fechorías constituyen coiisctuen i¡is causales de conas
que ocu rrieron en el pasado rem oto y q u e estaban más allá de

* íW . pf 114-115, H7
* h r i cnnxcf lo» punió* de vn b Je Dirrw“, ve.>ui.r Im diuunm ilf <3j-
rence Dunow recogtdoi en AUonvy f t t I b DamvJ. Sunun ¿*nd Hrhuslcr. N u m
Ybrk. IDSí.Aithur Wltintierg (cd,).
15-1 é.l pr ía l e ma nt la unK im j> v t i PíTtJtMrMisMo
l.i influencia d rl causante d e la accioa. Somon el ru iiltatlo afoi
lu n a d n o «lesalortun ad o de u n a cadena causal d e sueestM que * r
inicki j ü tes d e que* cualquiera d e nosotros existiera. C o m o la les.
tío sumos responsables d t nuestras actos. Seria im orrcctn ej**m-
la r ¡l una persona p o r un acto q u e h a com etido, tíon frecuencia,
la defensa de D a rro w p e r s u a d í a] ju ra d o . C o m o podem os ver.
no vari! ¿i en recurrir a curiosas c u e s u o n « metafísicas para salvar
lavida de su
d ie m e

Rea» metí

l a argum entación q u e h em os considerado, I» tlcl dctcnuiiÚMiin,


ha resultado persuasiva para m ucho* filósofa!» A estas a lu n a s
sería mil resum ir las p re m ia n y le» M ip u n im de la :wgii m en ­
tación. O bviam ente. una de las p r e m i a « es

L. ].a ic iir tlc l d e ie rm in ism o es v e n ta lle ,n


Esto equ ivale a In afirm ación d e la causalidad untvcivnl, es decii
a sostener que io d o está causa luiente d eterm in a d o I na segiiiula
prem isa es

2. Si bi test* del d ctem im ism n ls vcrd-u kra, clin mi es m» h.i\


actos Itlip—

Estas d o s prem isas d a n com o com lusión

3. N o h¡iy ¡itto * líbre*.

Esta conclusión ju n io con la tmcvii prem ita

4. Sí no hay actns libres. c iiln iH c s nailic es responsable tic sil i


actos

d a lu g a r a la sig u ie n te con clu sión

b. N a d ie ca rcspon&abti.- tlr mis ¡ictm,

El d e t e r m in is t a , tle » c u e r d a c o n n u e s tra Í iiív l i 'i r l i t t i ñ n d e caía


poscu n i, actrpui Iü » c in c o a fir m a c io n e s ¡in t e r io r e s ,
Es im p o rta n te o b serva r q u e l.t p rem isa (2 ) es to ta lm en te in ­
d e p e n d ie n t e d e Ja p rcm i*;i (I I. C u a lq u ie ra tic. ellas p u e d e ser
v e r d a d e r a s ie n d o la o tra falsa. Por Id ta m o rjuicn d e see n eg ir
la «m c lu s t ó n (S ). es d e tir. a firm a r q u e a lgu n as actos son libres,
p u e d e n e g a r cu a lq u iera d r dos p n m L u i. 1.a prem isa (3 ) no
sostien e q u e e l d etern iu iÍM tio ds v e rd a d e ro , Ks ii)e ru ín e n te lin a
AM-Wp í ti LLI tjDK t O I X * U R Í tM O S

afirm ación hipotética acerca d e lo q u e sucedería ji el determ i-


msm o fucr.i vcrdíHlero A este respecto, la prem isa (2) se parece
a la alin eación "ÍSi llueve nos m ojarem os!" La person a q u e hace

«:#ra ufírnvK irin no ha soM cm do que lloverá o que no» r^ojarem os.
mi afirm ación es m ernm rntc tina afirm ación hipotética acerca d e
lo que sucederá ti llueve I V tal m anera q u e la prem isa ( I ) p u ed e
ser verd ad era y !¡i prem isa (2 ) tilia, pu ede ser que, a pesar d e q u e
la tesis del dcteriiiinÍMTio sea verdadera, haya ciertos actos libres,
[le la m ism a n u n c r », I» prem isa (2 ) p u e d e ser v erd ad era y la p r e ­
misa (1 ) falsa. P u ed e « e r q u e a u n q u e la tesis dcl'tleterm intsm o no
¡ea v erdadera, si In h m a , entonces nn h abría actos libres,
Lu prem isa (,2\ snsuene la incom palibiüdad del arto libre con
la causalidad universal De tal in erte que la posición que hem os
con siderada hasta ah o ra descam a no jó lo en la prem isa d e q u e el
d cte r ni >nitrito es verd ad ero , sino lam bién en la prem isa d e q u e el
determ inism o y el acto libre son incompatibles. Ciertos filósofos
q u e h an rechazada las afirm aciones Í3 ) y (5 ) han acabada recha*
¿ando la prem isa l l ) y aceptan do la prem isa (2), y otros han re ­
chazada la prem isa (2 ) y aceptado la prem isa ( l ) . L a única p o ­
sición q u e hem os con siderado hasta ahora, la del determinista,
es una posición com p rom etid a tanto con la prem isa ( l ) » m o con
ia (2). Utilicem os ciertas etiquetas p ara en fo q u es alternaiivos, y
llam em os a u n a persona q u e rechaza la prem isa (2 ) (y que, en
consecuencia, afirm a ta com patibilidad del acta libre y el d e te r­
m i n e n » universal) un com palibiliita. Y a quien acepta la prem isa
(2 ) podem os llam arlo un nuom patibiluta. Por lo tanto, un d eterm i­
nista, scj^ún el uso q u t dantos al térm ino, es un incompatihílista
q u e acepta la tesis del determ inism o Finalm ente, llam em os a la
person a que rechaza la prem isa (1) un libertario. C ontrariam ente
al argum ento que hem os considerado hasti» ahora, el libertario
afirm a q u e el acto libre existe, p e ro d a d o que acepta ta prem isa
(2), niega la verdad del determ inism o. Podem os ver las diferentes
posiciones que se d esp ren d en con ayuda d e ta tabla que aparece
en la página siguiente.
Claram ente, los tres p rim eros pasos son cruciales ya que las
tres posiciones aceptan el paso (4). Tam bién es claro que tanto
el determ in ó la com o el lib e r t a r » s c iii mcompatilulistas d a d o q u e
am bos accpum el paso (2). Finalm ente, poetemos observar, para
futuras referencias, q u e sólo la posición com panbilista acepta am-
t 56 EL PROBLEMA DE LA LlUFJtTAD V EL DETE RMt NISMO

Pasot del A tgumrnia


inmediatamente a n im e m D/if n n p Liberiano Compútitrihíta

pano ( l ) Teiis d e l acepta reclu/ii acepta


d eterni in ain o

paso (2 J Si la tesis del ir r p u aerpiji rechaxa


determ inism o e*
verdadera, entonces
n o hay acto» libres
paw ( >) N o hay acto* ¡tCepl* rtc h a w rechaza
liVire»

pasa (-/1 Si iio h,i y acic» JtTpU íc c p U acepta


libi es. enltltUT»
n a d ire s i'ttspimsjlilr
<le »lia .ictcta
pata r i i Jíadjc rn respun- acrplfl r r hit/j recluí u
tib ie arint

i'iM íTirnviii iones i íiN li n ra il:« p o r el sentido com ún , a saber, ( I ) y


I-) n r p ir W n d e (SI. P o rq u e acepta In p r e m i a ( 2 ), niega la ventad
I - 1 ric to minfctwv L;i posición libertaria es la q u e con sidcrare-
i i k » :t cnnnrfuntíón

L\ POSIOtllN UBFRTARI 'S

I lem ns ck om in ado los argu m en tos presen tados por el d e te rm i­


nista pai-i [iiosii^ir q u e n o hay actos libres. ¿ Q o í p u ed e decirse de
In concepción libertaria? K1 litiertario sostiene q u e Iü gente tiene
liWre jltíed río, qu e el a irlo libre c\¡M r. v q u e. ctl consecuencia,
U tesis d el tletcrm inutiio es EiUa. líe tal s u e n e que el lib e n a -
iio niega qu e todo* Itiíi ¡utos h um an os tengan una causa Va h e­
m os absci vado qu e parece lina sim ple cuestión d e sentido cottui ti
acep tar la tesis d d detei mmisiuo, Tal parece q u e todos creem os
q u e todo esi:i CMUsaliticme determ in ado. Si esto es u n a sim ple
ciurstión d t sentido com ún. ícóiik. p u e d e entonce* sostenerse ra ­
zonablem ente, siti contrariar el sentido i'Mmñn que hay artos
libres? L a respuesta presentada p o r cierto» IHjertarios — com o
p o r ejem p lo I turnias Reid y C A, Cam pÍH'U— es bastante p r e ­
cisa S egún Caiuplx'-]! y Reíd, desde io d o s los pun to» d e vista, es
cuestión d e convicción de sentido con ni ti crccr q u e actuam os li-
D E U B E M rlO N V CMEENCIA tlF. QUE SOMUS LlflBÆS 157

bre m ente com a k) ts c rccr q u e la tesis d e ) d e te rm iim m o u ni v e n a l


cil ve rd a d e ra .

U N ARGUMENTO LIBERTARIO:
DELIBERACIÓN Y CREENCIA DE QUE SOMOS LIBRES

C o n el fin d e c o m p ro b a r p o r qn¿ estos y o íro s filósofos han p e n ­


sa d o q u e era sim ple cuestión d e sentido com ú n c re e r q u e Lis p e r ­
sonas realizan actos libres, resultará útil e x a m in a r con c ie n o c u i­
d a d o la noción d e acto libre. C o n a n terio rid ad observam os q u e
s egú n el determ inista «m íos som os incapaces d e acu lar en form a
d iferen te d e co m o lo hacem os, [le tal suerte que, se g ú n el d e ­
terminista, cada ve* q u e actuam os, no está en nuestro p o d e r no
actuar, y cada vez q u e no actuamos, no está en nuestro p o d e r
a c tu a r E l liltcn ario sostiene dos op in ion es diferentes. Sostiene
q u e a lgu n as veces c u an d o actuam os, está en nuestro p d e r no ac­
tuar; y a lgu.ias veces c u a n d o n o actuam os, está en nuestro p o d e r
actuar. En pocas palabras, en c im a s ocasiones p o d em o s acuiar
en form a diferente d e co m o lo hacem os. O t r a form a d e plantear
este a rgu m en to es decir q u e algu n as veces está en nuestro p o d e r
realizar o no los actos q u e realizamos. Si esto es cierto, entonces
nuestros actos son actos libres. Por lo qu e decii q u e un acto es
libre eq u ivale a decir q u e p u d im o s h a b e r actuado d e otro m odo,
q u e estábam os en libertad para actuar d e otro m odo, o q u e estaba
en nuestro p o d e r a c tu a rd e o l.ro m odo. S egú n el libertario, todos
creem os q u e realizam os actos libres, en consecuencia, la creencia
d e qu e realizam os actos libres es cuestión de sentido com ún en
la misma m ed id a en q u e lo es la creencia d e q u e la tests d e l d e-
terim nísm o es ve rd a d e ra . ¿Cóm o p u ed e m ostrar el libertario q u t
todos creem os esto?
U n a form a d e m ostrarlo p u e d e ser reflexion ar acerca d e la
naturaleza d e la deliberación. F n un m om ento d a d o , todos n o ­
sotros deliberam os. A lgu n o s d e nosotros podem os d e lib e ra r en
m uy poco tiem po; otros p o d em o s tom ar m ucho tiem po p ara d e ­
liberar. En ocasiones, nuestras deliberaciones p u ed en ser insen­
satas y en otras ocasiones sabias, p e ro es un he^ho com ún q u e
en efecto se d en las deliberaciones. N in g u n o d e nosotros rehuye
la tarea de d elib erar acerca d e la realización o no realización d e
cíe n o s actos. A dem ás, cada u n o d e nosotros p u ed e constatar, m e­
diante simple introspección, que realm ente delibera íl>e q u é m a-
158 Í L PROBLEMA DE LA LIBERTAD V J J . DKTKRHIN[SMO

n c ra m uestra « l e h ech o — el h e c h o d e q u e io d o s d e lib e ra m o s—


q u e creem os tcticr Jibie albedrío? FJ a rg u m e n to es mtiy senci­
llo. E n p arte, la d elib e ra c ió n con lleva la creencia d e q u e som os
librea. Si ye d e lib e ro acerca d e ai d e b o o n o realizar algú n a n o ,
d e b ii c reer q u e d e p e n d e d e mí realizar d ich o a lo y q u e tam bién
d e p e n d e de mi n o realizarla. Si me c rey era in cap az p ara realfenr
o n o realizar el acto, sería a b s u rd o q u e yo d rU b e m m acerca d e su
realización o n o T E a lis ic it in En efecto, si realm ente nic flu y e r a a
mi m ism o incapaz a este respecto, entonces no creo q u e tuviera
sentido d e c irq u e estoy d e lib e ra n d o acerca d e realizar o n o el acm
m en cion ado. P u e d o d e lib e ra r acerca d e si d e b o o no re a liia r el
acto ii d e p e n d e d e mi realizarlo y si tam h ifn de mi d e p e n d e el
n o realizarlo, P ero d e lib e ra r acerca d e lo q u e n no ha ría si u n o no
fu era incapaz no equ ivale a d elib erar acerca d e lo q u e u n o d e b e
harer.
Para esclarecer la relación entre Li deliberación y La creencia d e
q u e som os libres, con siderem os un ("jem plo Concreta S u p o n g a ­
m os q u e una p e rso n a está d elilíer-iu o o si p a g a r o n o Li renta. Esta
p e rso n a si'>pcsa las co n d t iones en am b o s casos. P or ejem plo, r e ­
c u e rd a q u e , en invierno, el casero n o p re n d ió la calefacción sino
hasta m u y avan zada la tarde; recu erd a q u e el casero no re p a ró
la g o te ra d e su b a ñ o ; recu erd a q u e el casero no retiró la nieve
de; la acera d esp u és d e la últrfba torm enta; y asi sucesivamente.
Por o tra parte, recu erd a q u e et casero se m ostró más bien p a ­
ciente cuando, d e b id o a u n a p ro lo n g a d a en ferm ed ad , n o p u d o
p a g a r la renta el pasad o in viern o c incluso q u e el mismo casero
no ha go zad o d e b u en a salud últim am ente. Finalm ente, tras so
p e sa r los pros y los contras, llega a una decisión. Decide, tras
h a b e r con siderado todos los Tactores, q u e d e b e p a g a r la renta.
Por supuesto, si es u n a perso n a consciente p a g a rá la renta, si es
que p u e d e hacerlo, p o rq u e así lo e x ig e el deber. Éste es un e je m ­
plo perfectam ente com ú n d e deliberación. P o r otra parte, todo
jo q u e hem os im agin ad o m uy bien p u d o h a b e r pasado a u n q u e
la person a no fuera capaz d e p a g a r la renta. Im agin em os q u e su
cuenta b a n ta n a está e n ceros, a u n q u e no lo sabe, y q u e no le es
posible obtener el d in e ro suficiente p ara p a g a r la renta. En este
caso, a u n q u e p o d ría d e lib e ra r si p a g a r o no la rc n m , no d e p e n d e
d e ella p a g a rla o no p a g a rla Es perfectam ente posible q u e una
perso n a d e lib e re acerca d e si d e b e o no h acer algo, com o p a g a r
la renca, a u n q u e una de las alternativas no d e p e n d e d e ella-
DELIBERACIÓN V CREENCIA DE QUÉ 5TMCK LUIRIA

N o obstante. c t im p ortan te h acer n o ta: q u e u n a p e rso n a no


d e b e saber o c re e r q u e es incapaz d e p a g a r la rento si lia d e d e s ­
cribírsele com o u n a p e rso n a q u e d e lib e ra acerca d e esc asunto. Si
m odificam os el e je m p lo c im agin am os que la p erso n a sabe q u e su
cuenta ban caria está en ceros y q u e no p u e d e co n segu ir d in e ro ,
entonces no p o d ría m o s describirla correctam ente co m o algu ien
q u e d e lib e ra sobre si p a g a r o n o la renta. P o d ría estar d e lib e ­
ra n d o sobre si p a g a ria la renta si estuviera en üu p o d e r pagarla.
Pero este caso es u n tanto d iferen te d el caso q u e consiste en d e ­
lib e ra r sobre si p a g a r o no la renta. Sería ab su rd o, en v e rd a d sin
sentido, d escribir a esta p erso n a c o m o a a lgu ien q u e d e lib e ra so ­
b re si p a g a r o t i n U renta c u a n d o sabe p erfectam ente b ien q u e no
tiene el d in e ro p a ra hacerlo. P ara juc p o d a m o s d escribir a d icha
p e rso n a correctam en te c o m o a lgu ien q u e d e lib e ra so b re si paga
o n o la renta, d e b e al m enos c re e r q u e p u e d e pagarla, y, p o r su ­
puesto, d e b e c re e r q u e p o d ría d e ja r d e p a garla. D ebe creer q u e
está en su p o d e r p a g a r o no La renta. Este caso d e d e lib e ra lun
es típico d e todos los casos d e deliberación a este respecto La
p e rso n a q u e d e lib e ra so b re si hacer A o B, d e b e c re e r q u e está
en su p o d e r realizar A y que está en su p o d e r realizar B Si cree
q u e u n a d e estas opciones n o está en su poder, entonces nc está
d e lib e ra n d o so b re si realizar A o B Por io tanto, la deliberación
conlleva la c re e n ia d e q u e e s e s libre. 'Io d o s aquellos qu e d e lib e ­
ran d e b e n creer, en el m om ento d e la deliberación, q u e realizan
actos libres-
En virtud d e q u e , e n algú n m om ento d e nuesO a vida, todos
d eliberam o s, es u n a convicción d e sen tido com ú n el h echo d e q u e
realizam os actos libres. Por lo tanto, el libertario sostiene cjut, pov
m era introspección, p o d em o s discernir qu e con frccuenr ia cre­
em os qu e realizam os actos libres. En ocasiones percibim os esto
e n perspectiva, cu an d o n ü i n o s c o n sid eran d o una acción futura,
y en ocasiones percibim os esto en retrospectiva, cu an do co n sid e­
ram o s u n a acción pasada. A d em ás, en am bos c aw s, afirm aría un
libertario, la creencia d e q u e somos libres es un asunto de sentido
c om ú n reflexivo. Si pensam os cuidadosam ente acerca d e estos
casos y consideram os si nos h u biera sido posible actuar d e otro
m odo, d escubrirem os q u e sí creem os q u e p od ríam os h aberlo hi -
chc. L a creencia d e q u e algu n os actos son libres es una d e las
creencias p re te Aricas d el sentido com ún reflexivo. Es, p o r tantn.
u n a creencia q u e pn jee cierto g r a d o d e racionalidad inicial
fcLPftOM-JEKA EIE LA IJ B tiflA t] V KL (ittT K M IN IS M d

Üfyecusnrí ni m gftvtm fa tin trna r;


¡jfíiíflit to n fa rm i a i intuivo indi f u t r ir

Algunos deterministas han desafiado esins p reten d id o s d a te »


d e Li inLmspecririn. Es decir, algu n os dctcnntnìsias han negad n
que realm ente descubram os. m ediante la introspección, rjnc crec
□ios que n i d irnos h aber actuado d e otro m odo. P o r ejem plo.
A d u li G ru nliamn. determ inista, argum en ta com o sigu e;

E xam in em os c u id a d o « m e n t e r| c o n te n id o d e esa ncnsaciún d e qu e


en d e r la o c n iá n p u d im iM haber actu ado en farina d if e r e n t e d c
n in b a r E a ln ir iilF w lu n llla : Q u é encon fram c® ? ¿Acaso la »e m a c k m
q u e ex p e rim e n ta m o s t w » revela q u e p u d im o s haber a c tu a d o dt timi
moda exaziamntf lutto faf hmwís il/ndiciones mvlimaicinales ftiem as • »■
dírmajf N o , H N tien e d Ii r l r r m inuta, o t a «T r a ic ió n s im p le m e n te n>*
re v e la q u e f u í m i S C j p j f b d e a c tu ir d e m i c r d o con n u ^ t r o d (ie u
mis fu e rte e n n r m o m e n to , y q u e efectiva m en te p u d im e a haber
iK lm d o d e Otro m o d o si h u biese fircvjiletid u 1un m o tiv o d ife r e n te
e n ese m á m e n lo

El lem ento clave d e esta discusión está suficientem ente claro. Y


es q u e cada vez q u e reflexionam os sobre una acciAn p a s a d a no
descubrim os que creem os que p u d im o s h aber a c a ta d o d e otro
m odo de com o de hecho actuarnos, sino q u e siem pre actuam os
de acu erd o erm nuestro desea más Fuerte C. A. C a m p b e ll ha res­
p o n d id o que hay algu n os casm en los <¡ue p o d em o s descubrir,
p o r introspección. qut* rio actuam os d e a ru e rd o con n u e stro d e ­
seo más fuerte, a saber Citando "cum plim os con n u e stro d e b e r '
en un « f u e r z o moral, C a m p b e ll sostiene q u e cu a n d o s e e n c u e n ­
tra en una situación en la q u e el cum plim iento d e su d e b e r, X .
entra en conflicto con la satisfacción d e su deseo más fu e rte ,

me doy cuenta de que no puedo evitar penjar quc pu td o cumplir


enn mi deber y degit X; llrvándoMra a b o el "cum plim iento del d e ­
ber" gracias a Ilí que enmún írteme se ¿onoír ctwno “esfuerzo de la
voluntad" y me doy cuenta «demás, si me pregunto a m i mismo
orariamente qué a [o qnr creo CLUltdo creo que "p u e d o “ cumplir
cotí mi deber, que no puedo evitar creer que « t i en mi poder, to­
talmente, Jijuí ]f ahora, cují de düs posibilidades genuinam ente

' Adoif Grunbauin “C tu u lñ y *nd ihe ü o e n a o f Human B c h a v io r” , reim ­


preso pa renalmente tu PiulaittpSx P n b k iu, Mauricr Mandelbaum t i ai (ed * ),
M acra¿Han. N iw v j Kirie. 1997, p JSB.
W ü .iftO W C K V 'í V i a u n c í a n e (¡u p a>M<M l i m i » 161

abiertas adopto; ya tea que yo haga un erfurf/o de la volunud y


elija X o ya sea, por otra parte, que permita qu r mi naturalma an­
helante, rl carácter que Kanta ahera ac ha formado en mi te “miIgn
con la suya" y dija y , rl camino “en la linca de la menor r * «* t n i’
c b ".#

L a respuesta d r C a m p b e ll es la réplica clásica d el libertario a


.ityju m entó* com o l i » d e G n in lu u m . C u a n d o nos encontram os
iihte tuui siniarión d e conflicto mural, segú n el libertario d e b e -
m nj o t a r convencidos de qu e no im porta q u é elección hagam os,
pudim os h aber op tad o p o r actuar d e (4rt> m odo exactam ente en
ta misma situación, es decir, e x a n n m rn tc hajo las mismas co n ­
diciones motivacionalcs extern as c internas En semejantes si­
tuaciones, (tebem ot estar convencido* de que amitos actos están
en nuestro p o d e r y d e q u e el arto que realicem os d e p e n d e rá
d e nnttotiov Por b tanto. sostiene el libertario, la introspección
muestra q u e en ocasione» a t a m i u (o n v c n c k lo s d e que no c « u -
m os actuando con form e a n ucsiro deseo más fuerte y adem ás,
q u e errem o s que nuestro acto es tibíe.
El argu m en to d e C am p bell parccc n o sólo directo sino plau si­
ble N o obstante, el determ inista tiene u na respuesta a lo anterior.
C o m o dice G ru n h au in :

. el determinista no» m u e rd a qur nuestra K n u c K n d r “libertad*1


no revela que, dado* lea n o li vos que rww hiacraii armar en roe
momento y dada cu fin-ría y distribución relativas, pudimos haber
actuado d e otro modo de como en realidad k> Hicirtin Aii como
tampoco «mtiincB que pudimos haber reaccionado d r acuerdo con
el m is débil de los motive» en pugna.. *

D e tal s u e n e q u e encontram os q u e el determ inista sencillam ente


n iega lo que a n im a el libertario: q u e la introspección n o revela
q u e creem os q u e pu dim os h a b e r actuado d e otro m odo.
Para a yu d arn os a salir d e este aparente callejón sin salida, c o n ­
siderem os el caso d e una p erson a q u e se d ebate entre dos deseos
m uy diferentes. U n o d e estos desee», vam os a im aginarlo así, es
más fuerte, más intenso, q u e el otro, y esto es a lg o d e lo q u e la

* C. h. Campbell, “ l* Uie Ptohlem o í Frce WU1 a Rieudo Problemf” , rcin»'


preso en A MaJrm fnlndHtliom la Phjetopky. cdiáAn revisada, Paul Edwirdi j
Arthur Pip (cdi j, The F iw f n » , Nueva York, 1965. p 73.
* Cninh)Uni, H nw a Krtaifaf. p 396-
162 E L P R O B L E M A D E LA I.IB R R T A O V t i . O r T E R M I N I S M U

periM>n.i csiA perfectam ente consciente en c k m om ento, puesto


q u e se siente extrem adam en te atraída p o r el deseo más. fuerte
Q u izá, cu virtud d e un sentido d el d e b e r d el tipo qu e C am p b ell
desrribe, dicha persona se inclina, a p esar d e todo, p o r el d eseo
nids débil. Segúrentem e, en circunstancias com o éstas en q u e la
p erson a se ve seriam ente u n taría p o r la fuerza d e u no d e los d e ­
seos, y e n las q u e actuar sigu ien d o el deseo m enos p o d ero so e x ig r
un gra n esfuerzo d e su parte, en un caso com o éste la person a
creería cjue p u ed e actuar, o que ha actuado, m ovida p o r el dtaw
m á s fu rrU Va que, en u n a situación com o ¿ata, la persona i^cj^ura-
meute creería q u e p u d o h a b e r ce d id o a, su tentación P o r lá ta n lo ,
independientem ente d e lo q u e revele o no revele 1» introspección
o la tetrospccción, iiay suficientes raio n es q u e a p o y a n la posición
del libertario, según la cual con frecuencia creem os q u e p udim os
h a b e r actu ad o d e tro m odo d e com o e n realidad arm am os.
¿Cóm o p od ría contestar un determ inista, com o C ru n b n u m .
a este argum ento? U n a fo rm a d e hacerlo, su g rida p o r el fra g ­
m ento d e K ru n h u u m antes citado, sería la d e sostener que toda
vez q u e u n o actúa m ovido p o r un deseo, tino siem p re actúa m o ­
vido ptrr e^ d eseo m ás fuerte Por la lan ío , este caso sim plem ente
nunca ocurrirá. Sin em bargo, esta respuesta es em píricam ente
folia. E n ocasiones las personas se sobrepon en a su deseo más
Tuerte y actúan m ovidos p o r un d eseo m enos poderoso. A estas
alturas, es p ro b a b le q u e se ofrezca una segu n d a respuesta d e te r­
minista. El deseo más fuerte, afirm ará, ts ju s ta m m U el deseo p o r el
m a l un« p fT io iv i actúa, En efecto, el d e ie r m inuta p u e d e apoyar
este a ig u m e n tó con el recuento d e lo q u e sucede c u an d o u n o p a ­
rece h aber su p erad o el d eseo más fuerte y actúa en fu m ió n del
más débil. Sostendrá <¡ue c u an d o u n o vacila t ntre u n o y otro d e ­
seos, y lo g ra con éxito resistirse al p o d ero so e m p u ie d e ! deseo
m ás tuerte y lu ego subsecuentem ente actúa m ovido p o r el d e ­
seo más débil, uno ha convertido, en este m ism o p r w Q O , al
d eseo más débil en el d eseo dom inante y in ii fuerte. L o q u e
p od ríam os considerar com o un gra n esfuerzo d e la voluntad y
la resistencia a| deseo más fuerte es así, en realidad, un proceso
m ediante el cual el deseo originalm ente m ás d ébil se transform a
en el deseo niAs fuerte, es decir, el d eseo p o r el cual tino actúa.
M ay c k r io ni £ rila e n cara Línea d e pensam iento determ inista
En ocasiones, al internar m ostram os su p erio res a la tentación y
D E L IB E R A C IÓ N Y C R E E N C IA P E Q i J E S O M O S (JD H E .S IBS

actuar con form e a ] d eseo m ás débil para cu m p lir con n u c iiro d e ­


ber, la concicncia d e bi n u bleia d e nuestro esfuerzo arro ja luz
nueva sobTe el d eseo más débil. t.a persona se hincha d e una au -
cosad* facción perfectam ente g a n a d a , y el d e s e o d e cu m p lir con su
d e b e r se convierte en lo m is im portante. En efecto, en algu n os
c a ú i d e este tipo, la persona p u e d e acahar preguntándose, Iras
d e realizar la acción, p o r qué se sentía tan tentada p o r el otro
c u n a d e acción. E l d eseo q u e originalm ente e ra más fuerte ha
Llegado no sólo a parceeT. ú ih j a ser, más débil. N o obstante, esta
i: lase d e transform ación de la situación del deseo no siem pre o c u ­
rre y c u a n d o no ocu rre podem os suponer, con el libertario, q u e
la p erson a actúa con form e al deseo más débü.
[.a afirm ación d e q u e e ld c c s o d c a c u c r d o c n n el ru al uno actúa
s e n c illa m e n t e « el d eseo más fuerte d a lu g a r a u » p roblem a d i­
ferente. U n a form a d e ap o y a r este a ig u m rn to seria establecer
q u e siem p re actuam os conform e a nuestro deseo más gran d e.
N o obstante, ya hem os o bservad o q u e esto p á re te ser falso. L a
única opción que nos q u e d a seria sostener q u e la exp resión 'd c -
íc o más fuerte’ significa, p o r definición, 'deaco con form e al q u e
u n o actúa'. En este caso, toda vez q u e arm am os con form e a un
deseo, estaríamos actuando con form e a nuestro deseo más fuerte,
y este argu m en to libertario fracasaría. D esafortunadam ente, esta
opción hace caer al determ inista en las redes d e la falacia d e la
rcdefinición. Podem os verlo si consideram os dos definiciones:

(1 ) ‘deseo más f u e r t e ' ‘Aquel d eseo que, entre los q u e u n a


p erso n a experim en ta e n un m om ento d a d o , tiene la m ayor
intensidad*.

(2 ) 'd eseo más f u e r t e ' d e s e o con form e al cual uno actúa'

L a definición (1 ) p ro p o rc io n a tanto el significado o rd in a rio d e la


exp resió n com o el significado pertinente p ara el a ig u m entó lib er­
tario. Sin em bargo, la anterior opción determ inista rodea al a r ­
g u m en to libertariosen eiltim cm e susiHuyéndola p o r Li definición
(2 ). N o obstante, com o hicimos notar en el C ap itu lo 1. no se o b ­
tiene n in gu n a v ic to ra real en la argum entación « d e f i n i e n d o un
térm in o clave d e un argum ento. De tal suerte que la afirm ación
determ inista d e q u e nueM.P deseo más fuerte es sim plem ente el
d eseo c on form e al cual actuam os q u e d a s u fu n dam en ta kSn
tfr í EL ra n iu x M A n r l a u p -o t t m * y f,l n rrtU M iN is M a

Pot ki u n t o , pudcm us concluir que <tc hecho a i ic n o q u e lu


g c n lc Con frecuencia e r a ser lihrc y ijuc utgunm d e *iu ü íim
la m b k n lo io n . L o » c.twu en los q u e « h a person a cntá lO futieim :
d e la fuerza de un d eseo m uy fa e n e el cuat, n o obstante, vence,
bastan para establecer la ameróte. En efccu». u n a v e i que per< í-
bimns o l « j . M m b iín p o d em o s percibir que la cuestión ca gen eral
y k aplica a cu alqu ier caso d e delilteracíún K m , Es dccii, ¿culi*
vez que una p e n a na se encuentra su pesando alterna tivdji y caí ,3
consciente d e que existen aminas alternativas y d e que <3 iá rielibe
ra n d r e n n v ellas, {a p e iw n a creerá c m ontes q u e tiene ante sí a l ­
ternativas gen urnas, y pie es liljre d e decidir entre d ía s Eh otras
palabrita, la d eliberación s e n » y consciente implica que b peí
aona crea ser libre, indepen dien tem en te d e qu e Ij delibcrdk'iún
eran lleve cie n o ron ílk tf» m oral

Resumen

Eiagatnos una evaluación d e nuestros resultados £ 1 determ inista


afirm a q u e es m era cuestión d e sentido co m ú n creer q u e la te­
sis d d deterni msruo es verd ad era A h ora hem os descubierto,
iras exam inai Ja postura libertaria, q u e parece ser igualm ente
cuestión d e sentido com ún creer qu e som os libres. ¿En q u é p u m o
nos encontram os entonces?
I temos vuelto a nuestra p arad o ja original. Y es qu e parece ser
cuestión d e sentido couuib creer no sólo qu e la tesis d el d rtc n iu
nismo es verdadera sino m m biín qu e las personan realizan » (t o s
libres. Pero, scjfún las pnsit iones tanto determ inista com o liberta­
ria, esto no pu ed e s e r Vulva m i » brevem ente al argu m en to co n ­
sid erad o anteriorm ente. C o n su iía en dos prem isas; la p rm iera
p re m ú a era

1. L a enis d el deierm m tsm u es v erd ad era

y la segu n d a prem isa era

2. Si la tesis d e l d c t e i m in r n n o n v e rd a d e ra , e n to n c e s n o hay
acLoá l i b e n .

T a m o el libertario roinO el determ inista aceptan Li segu n d a p rc-


mi*.* d e cate argu m en to pero, m ientras el d eterm in ó la acepta l.i
prim era prem isa y, p o r consiguiente, la conclusión d r <|uc na liay
netos libres, el libertario sostiene q ue hay aftas libres y, p o r In c o n ­
siguiente, rechaza La prim era prem isa. I lem as visto ya q u e el sen-
L *. N E C E SID A D D E C REE R EN LA L IB E R T A D 165

(id o com ú n n o se declara en favor d e algu na d e La d os posiciones,


ít x ís le n ciertas consideraciones que perm itan dem ostrar q u e a
niá<¡ razonable aceptar la tesis del dcterm inism o o que es más r a ­
zonable aceptar la creencia d e q u e realizam os actos libres? Hasta
ahora hem os señ alado q u e hay tanto sentido com ún en creer qu e
hay actoi librea com o lo hay en creer q u e la tesis del determ i-
il u l u o es v e rd a d e ra y viceversa Pero d ebem o s ahora considerar
seriam ente ]a p r e g a n la que arábam os d e form ular- H ac ie n d o a
un lado el p ro b le m a d e k> que realm ente creem os, d ebem os h a ­
cernos la p regu n ta d e q u é es razonaM e crccr cu an do la consisten­
cia lógica no» obliga a sacrificar un a d e nuestras creencias. V ea­
mos prim ern q u é clase d e consideraciones p u e d e n hacerse p ara
dem ostrar q u e es razonable sacrificar nuestra creencia e n el d e -
lerm inism o y m antener nuestra creencia d e que realizam os actos
libres.

U NA DEFENSA LIBERTARIA:
LA NECESIDAD DE CREER EN I jN LIBERTAD

U n argu m en to libertario q u e dem uestra q u e es raconabl creer


q u e hay actos libres d e p e n d e d e la prem isa d e q u e n in gu n a p e r ­
sona p u ed e evitar creer q u e algu n o s d e sus actos son libres. El a r ­
gu m en to es e l siguiente. Frecuentem ente o c u rre qu e a p esar d e
q u e creem os q u e cierta cosa tiene una causa — que la tesis d el d e-
term inism ü se sostiene en lo q u e a ese caso particular se refiere—
no obstante p o d em o s perfectam ente rechazar esta creencia. Por
ejem plo, p u e d o crccr q u e mis m ovim ientos corporales están cau ­
salm ente d eterm in ad os y q u e aq u ello q u e los causa está a su vez
causalm ente d eterm in ad o ro m o p a n e d e u n a cadena causal qu e
se extien de indefinidam ente en el pasado. P uedo sentirm e a b ­
solutam ente tentado a convertirm e en un determ inista. Sin e m ­
bargo, p u e d o optar p o r no creer estas cosas. U n o podría, con
la práctica, acostum brarse a renunciar a semejante convicción,
c u a n d o m enos en relación con ciertas cosas q u e ocu rren — es d e ­
cir, e n relación con ciertas acciones human.ts. U n o está acostum ­
b ra d o a pen sar que el d e lc rm in b m o es verd ad ero , a p en sar q u e
siem pre se p u e d e encontrar una causa; p e ro sin d u d a esta cos­
tum bre, com o tantas otras, p o d ría erradicarse con tiem po y d is­
ciplina.
166 E L P R O B L E M A D t LA U H F -K lA D V ti. D F 7 T tK W IN IS M O

Sin e m b a rg o , el libertario se o p o n e 3 esta id e a en lo q u e res­


pecta a la creencia d e q u e realizam os actos libres. A firm a q u e no
p o d e m o s evitar c re e r q u e som os l i b r e . Si el lib ertario p u e d e es­
tablecer su posición, segú n la cual a u n q u e p o d ría m o s a p r e n d e r
a re n u n c ia r a nuestra creen cia en ei determ in ism o no p o d ría m o s
d e ja r d e c reer q u e realizam os actas libres, entonces p a recería ra­
zon able rech azar nuestra creencia en el d e te rn in is m o y co n ser­
var la creencia d e q u e realizam os actos libres
t i arnru m entó libertario q u e p e rm ite p r o b a r qu e no p o d e m o s
evitar la creencia d e q u e nuestros actos ~un libres re q u iere ciertas
con sideracion es q u e ya han sido enunciadas. Va hem os o b se rv a d o
que la deliberación cu n llrva l.t condición d e q u e el d e lib e ra d o r
crea ser libre, q u e crea q u e esuí en sus m anos e le g ir e n íre dos
alternativas. D e ser éste el caso, to d o lo q u e el libertario necesita
establecer p ara p r o b a r q u e esta creencia en la libertac! es inevita­
ble es sim plem ente que lu d elib eració n es inevitable. C iertam ente
resulta d u d o so q u e cu alq u iera d e nosoLros p u e d a escap ar co m ­
p letam en te a la d eliberació n . Está m u y claro q u e todos nosotros
del ibera rnos du ran te cierto lapso, p o r breve q u e éste sea, acerca
d e si d ebem o s realizar L J o c u U acio L o que el libertario a g r e g a a
lo an terio r es la observación d e q u e el acto ocasional d e d e lib e ra r
fo rm a parte d e lu con.iur.ucxjn psicológica d e los seres lm m anos.
En cfccto. esto es lo que, e n parte, los hace seres humanos y nu
tueros ro b o u Líis pcreoi as están psicológicam ente constituidas
p ir a d e lib e ra r ai menos en citrias ocasione!. Por lo tanto, concluye el
libertario, los seres hum anos están p sicológicam ente d im in u id o s
d e form a tal q u e d e b e n c re e r q u e son libres.
P ara reforzar este a ig u m c n lo libertario d e b e m o s señalar, en
p rim e r lugar, q u e con frecuencia las p rrson aa actúan p o r cos­
tu m b re y no (o d io comcL'uettcia d e u n a d eliberación. Pero n adie
actúa p o r costum bre en lo d o m om en to y e n todas las formas; una
criatura q u e actuara m eram ente p o r costum bre cada vez que ac­
tuara p o d ría com p ararse con un robot o un autóm ata y no con
u n a persona. A d em ás, u n a p erso n a no p u e d e a c iu a rsie in p re por
costum bre: d espu és d e todo, laa costum bres tienen q u e infriarse
d e a lg u n a m anera, y lo q u e les d a inicio « , p o r lo g en eral, algú n
acto q u e es el resultado de u n a deliberación. Asi que, si bien es
cierto qu e en ocasiones las personas actúan sim plem ente p o r cos­
tum bre, no siem pre p u e d e n o b ra r d e esta m anera. A veces, d e b e n
LA N E C E S ID A D HE C R W .K EN L A L I B E R I M J 167
actuar co m o restituido d e u n a d eliberació n . y p o r lo tanto, d e b e n
c reeT q u e son librea.
El libertario a g r e g a r á q uc sólo un paso nos se p a ra d e La c o n ­
clusión d e q u e la creencia e n el arto lib re es razon able. Y es q u e. si
a u n a p e rso n a le resulta psicológicam ente im posible evitar c r r r r
qu e es libre, entonces es razon able q u e dich a p e rso n a tenga esa
creencia. N o p ó d e m e » c u lp a r a u n a p erso n a p o r actos q u e n o
p u d o evitar contcier, nos re cu erd an d e b id a m e n te los d elerm m is-
ias. D e tal su erte q u e. no p o d e m o s c u lp a r a u n a p erso n a, ep iste­
m ológicam ente h a b la n d o , p o r c re e r en a lg o q u e no p u e d e evitar
creer. Sem ejantes creencias, sostiene el libertario, son razonables,
y p o r lo tanto lo es tam bién la do ctrin a d e l liben arian tsm o.

U na respuesta dflenrunuta una r w l*ótt d t n n d n u ia

S u p ó n g a se q u e aceptam os, p o r m o r d e l argu m en to . q u e la d e lib e ­


ración es inevitable. ¿Acaso esto nos o b lig a a aceptar la conclusión
d e q u e es razon able reconocer la tesis d el libertario y p o r lo tanto
a rechazar la posición d e l determ inista? P a ra c o m p ro b a r q u e n o
es asi, únicam ente necesitamos e x a m in a r el supuesto especia) so­
b re e l q u e se ap o y a el arg u m e n to libertario. E l libertario ha a su ­
m id o q u e si u n o no p u e d e evitar c re e r algo, entonces esa creencia
es razonable. Este supuesto, y no el determ inism o. es el q u e d e ­
b e ría ser rech azad o p o r m o r d é l a ra u m . Y a q u e lo q u e p o d e m o s o
n o p o d em o s evitar c reer no contriouye a d eterm in ar q u é es razo ­
nable CTeer. L o q u e com ú n m en te determ in a esto últim o es la evi­
de n c ia que tenem os d e u n a creencia. Si contam os con evidencia
ad e c u a d a q u e justifique u n a creencia, entonces la creencia es ra ­
zonable; m ientras q u e si tenem os evidencia ad ecu ad a q u e ju stifi­
q u e lo con tran u , entonces la creencia es irrazon able. Si o c u rriera
q u e no p u diésem os evitar creer alg o a pesar d e q u e tengam os evi­
den cia ad e c u a d a q u e justifique creer lo conrrario, entonces re su l­
taría irrazon able acep tar la creencia. Las observaciones an terio ­
res p u e d e n aclararse m ediante un ejem plo. S u p ó n g a se un in d i­
v id u o cuya perso n alid ad es tal que no p u e d e evitar creer q u e su
m adre lo am a. Necesita, p o r encim a d e cualquier otra cosa, creer
esto y <le ahí qu e no p u e d a alim entar n inguna creencia contraria.
¿Acaso p ru e b a esto q u e es r a w n a b le q u e ¿I crea q u e su m adre lo
am a y q u e rechace cualquier creencia contraria? Si usted se e n ­
cuentra en algú n sentido inclinado a contestar afirm ativam ente
t i . fHO BIXM A DF I A U R U T A D V M t> m «M lN IS M O

a esta p re g u n ia , im agin e q u e La m a d r e e s bailarin a y q u e o d ia a


su h ijo bastardo p o r q u e su na im ícnln m a n c i lló » » reputación y
term in ó con su carrera. P o r otra parte, im a g in e q u e to d o « su.« ac*
tos hacia sii hijo to n m alvados y sádicos. C o n stan tem en te le ^stá
d a n d o todas las m uestras concebibles d e su d esp recio m ientras
q u e él, e! hijo, sigu e c re y e n d o en el a m o r d e su m adre. ¿Está él
a c tu a n d o razonablem ente? Sin d u d a su c o m p o rta m ie .n o es del
to d o irrazon able, y lo es precisam en te p o r q u e é l no p u e d e evitar
c re e r u n a cosa c u a n d o la razó n le e x ig e q u e c re a otra
L a m oraleja d e esta historia es q u e p u e d e s e r irra z o n a b le c reer
a lg o q u e u n o no p u ed e evitar creer. T o d o d e p e n d e d e la evidencia.
E l q u e n o p o d am o s evitar c reer q u e realizam os actos libres no
p erm ite dem o strar q u e es razon able q u e cream os esto, incluso si
p o d e m o s Fácilmente n o c re e r en el d cicrm in ism o , asi com o el h e ­
c h o d e q u e el hijo n o p u e d a evitar c re e r q u e su m a d re lo am a
no perm ite d em o strar q u e es razon able q u e ét crea esto, a u n q u e
fácilm ente p u e d e n o c re e r lo contrarío. Para d em o strar q u e una
creencia es más razon able q u e o tra d e b e p ro b a rse q u e la e v id e n ­
cia en favor d e la u n a e s mas sólida q u e la evidencia en lavor
d e la otra. Por lo tanto, p a ra e siab lcrer la posición libertaria, el
libertario d eb e p r o b a r q u e b eviden cia en favor d e la creencia
en los actos libres es más sólida q u e la evidencia en favor del d e -
(erm in ism a. A ú n no se ha p re se n ta d o n in g u n a evidencia en este
sentido.

U na m p fits te Itberíana: ratón y eanstsim ña

Es cierto qu e lo razon able d e u n a rre e n c ¡a d e p e n d e gen eralm en te


d e la evidencia. Sin em b a rg o , n o es así en todos los casos. P u ed e
dem ostrarse q u e u n a creencia es razo n able p o r q u e aceptándola,
y táio aceptándola, es posible evitar b inconsistencia. S egú n e l li­
bertario, es precisam ente este tipo d e consideración el q u e resulta
p e rd n e n te en esta coyuntura.
U argum entación d e l libertario es aq u í m uy sencilla Sabem os
q u e tanto d libertario com o el determ inista son inccimpatihilistas;
am bo s aceptan b posición segú n la cual la tesis d e l deterniinism o
y b afirm ación d e q u e a lg u n o s acto« son libres son inconsisten­
tes o incompatibles. Pero, d e acu erd o con esta misma a rg u m e n ­
tación. u n o no p u e d e evitar c re e r q u e algu n os actos son libres
D a d o que, consistentem ente, u n o no p u e d e creer p o r un Lado
LA NECESIDAD DE. C ft «.R t N LA LIBERTAD 169

i|iic el d e tc rm in ism o es v e rd a d e ro y p o r el o tro q u e hay actos


libres, u n o p u e d e evitar t u creencias inconsistentes ú n icam en te
le c h a za n d o el d e te rn in is m o y a c ep tan d o el arg u m e n to d e q u e
.iI^iiium k k m son libre*. D e ser asi, resulta razon able aceptar k>
s e g u n d o y rechazar lo p rim e ro ; es decir, es razon able aceptar el
libertarían ismo. El a rg u m e n ta es entonces e l siguiente:

1. Si d e h ech o tenem os creencias incom patibles respecto d e La


libertad y el d e te rn in is m o , y si es psicológicam ente im p o si­
ble re n u n c ia r a la p rim e ra m ientras q u e es psicológicam ente
posible ren un ciar a l se g u n d o , em on ees es razon able c o n ­
servar la creencia en la libertad y rech azar la creencia en el
d eterm in ism o.

2. L a d o ctrin a d e la libertad (d e tos actos libres) y la tesis d el


determ in ism n son incom patibles.

3. D e hecho, creem os tanto en la doctrin a d e la libertad com o


en la tesis d e l deierm in ism o.

P o r lo tanto

I N o so tro s (la » p erso n as) tenem os, d e hecho, creencias in con ­


sistentes pertinente*.

5. Som os psicológicam ente incapaces d e ren u n ciar a la c re e n ­


cia en la libertad, m ientras q u e som os psicológicam viie ca­
paces d e ren u n ciar a la creencia e n el d eierm in ism o.

6. Ks razon able conservar la creencia en la libertad y rechazar


b creencia en la tesis d e l d eierm in ism o.

V im os con an teriorid ad en este capitulo q u e la prem isa (S ) es


ve rd a d e ra , y sabem os q u e ü prem isa (2), si n o es v e rd a d e ra , al
m enos es aceptada tanto p o r el libertario com o p o r el d e te rm i­
nista. Por lo tanto, es perfectam ente correcto utilizar la prem isa
(2 ) en el presente contexto. Finalm ente, a u n q u e la prem isa ( I ) es
m ás bien com pleja, si la analizam os con c u id a d o descubrim os qu e
es tam bién m uy razonable. Por supuesto, es im portante o bservar
q u e la p re m b a ( I ) n o d e p e n d e d el desacreditado supuesto d e qu e
k> q u e u n o no p u e d e evitar creer es autom áticam ente razonable.
Se apoya, en cam bio, en la afirm ación más sutil segú n ta cual si
u n o es incapaz d e evitar tener cierta creencia y si ta única form a
d e evitar tener creencias inconsistentes es conservar esa misma
170 E L PROBLEMA D f LA LIBE R TAD Y F.L D K T fJ lM IN lS M O

creencia, entonces el c o n se rv a r esa creen cia (e n la lü>crtad > es ra­


zonable. Este a rg u m e n to p a re c e m u y razonable.

Ihta réplica dstrrmmvin 4vdss acerca, de la premisa 5

L a prem isa (5 ) tiene d o s partes, y p o r lo tanto sólo es v e rd a d e ra


■i am bas partes son ve la d e r a s . A este respecto el a rg u m e n to d e ­
term inista o q u e La p rim e ra p a rle d e (5 ) es falta, El libertario
sostiene q u e d a d o q u e n in g u n a p e rso n a p u e d e e lu d ir la d c ’ibe-
ración, c u a n d o m enos en ciertas ocasiones, y pu esto que la d e lib e ­
ración im plica tener la creencia d e q u e se es libre, e n t o n e « u n o
n o p u e d e evitar c re e r q u e es libre. P o r lo tanto, u n o n o p u e d e
re n u n c ia r a esta creencia. L a lalacia d e este razon am ien to se da
en la su pu esta co n ex io n e n tre la deliberació n y b creencia d e q u e
se es libre. C u a n d o u n o catá d e lib e ra n d o , u n o cree q u e es libre.
P ero n o hay razones p a ra c re e r q u e u n o conservará esta creencia
a travóa d e l tiem po, y p o r lo la n ío no hay raitfn p a ra c re e r q u e
u n o no p o d ría p e r d e i la creencia con el paso d el tiem po. E l p r o ­
b le m a d el m om ento d e la d eliberación y d e la creencia, sostiene el
determ inista, es crui jal. T o d o lo q u e el libertario ha m ostrado es
q u e psicológicam ente es im posible evitar creer en algún momento
q u e uno es libre. Pero n o se han d a d o razones p a ra a p o y a r la te­
sis d e q u e u n o con servará esta creencia con el paso d el tiem po.
En efecto, p o r lo q u e gen eralm en te sabem os d e las creencias, hay
suficientes razones p ara p en sar q u e , a m enos q u e se vea re fo r­
zada m ediante d eliberación adicional, Li creen 'a d e q u e u n o es
libre p u e d e m uy bien ab an d on arse. Esto basta p a ra refutar b p r e ­
misa (5). POr supuesto, bajo estas circunstancias u n o n o descartarte
volun tariam en te la creencia e n b libertad; p ero, no obstante, se
p erd ería.
U n a fo rm a d e captar el arg u m e n to d el determ inista es im a­
gin ar q u e es im posible p ara cu alqu ier perso n a evitar hacer d e li­
beracion es cu an d o m enos en a lgu n as ocasiones, d igam o s e n tres
ocasiones. En cada u n a d e ¿atas, entonces, la perso n a creerá q u e
es ubre. Es posible, psicológicam ente, q u e esta person a se form e
tres hábitos a partir d e estas tres acciones, y q u e nunca más vuelva
a deliberar, sino qu e m ás bien actúe siem pre en función d e u n o d e
tus hábitos. En tal caso, es razonable su p o n e r q u e dicha perso n a
p e rd e rá su creencia en la libertad sencillam ente p o rq u e las c re e n ­
cias n o reforzadas se p ie rd e n con frecuencia. Y si es razon able
EV ID E N C IA I N T B O S P f m VA EN FAVOR DE I A LIBERTAD 171

cre e r q u e u n a p e rso n a p e r d e r á sem ejan te creencia, en ton ces p o ­


d e m o s con clu ir q u e c * psicológicam en te p osible q u e esto o c u rra .
P o r lo tanto, es p sicológicam en te p o sible re n u n c ia r a la creencia
d e q u e se es libre, csp ecH k am en te, a b a n d o n a n d o la creencia en
la fo rm a c o m o se ha descrito.
Estas con sideracion es bastan p a ra establecer q u e la p re m isa (5 )
d el a rg u m e n to libertario es d u d o s a y, p o r lo tam o, q u e su a r g u ­
m ento no se sostiene. L o s d o s intentos d e l libertario p o r triu n fa r
sin u n a eviden cia qu e lo ap o y e y p o r q u e r e r mostrar, a p e sa r d e
ello, q u e su d o ctrin a es más t a z o n a b le q u e la d e l determ inista hau
fracasado. Es tiem p o d e c o n sid e ra r q u é e viden cia real p u e d e h a­
b e r e n favor d e la posición libertaria.

E l SECUNDO ARGUM ENTO LIBERTARIO:


EVIDENCIA INTROSPECTIVA EN FAVOR DE LA LIBERTAD

Ya hem os o b se rv a d o q u e existen d o s tipos d e arg u m e n to q u e el li­


bertario p od ría utilizar p a ra d e m o stra r q u e su posición es más r a ­
zon able q u e la d e l determ inista. M em os estu d iad o u n arg u m e n to
q u e no plantea el p ro b le m a d e la evidencia p a ra la posición lib e r­
taria y q u e , e n cam bio, llam a la atención so b re lo q u e u n o p u e d e
cre e r con consistencia. Sin e m b a íd o , este arg u m e n to parece h a ­
b e r fracasado. El único cam in o q u e a h o ra le q u e d a al libertario
es m ostrar q u e la evidencia e n favor d e su po* ición es más sólida
q u e la evidencia en favor d el d e te rm in b m o . ¿C óm o p u e d e h a ­
cerlo? Para re s p o n d e r a esta p re g u n ta resultaría útil aclarar has La
cierto p u n to la posición d e l libertario. H e m o s h a b la d o d e la c o n ­
vicción d e q u e som os libres, d e q u e realizam os a<tos libres, d e
q u e som os libres de actuar d e un m o d o o d e otro, y así sucesi­
vam ente. Por econom ía, así com o para aclarar las cosas, fijem os
nuestra atención en una locución qu e p o d e m o s utilizar para e x ­
p resar la idea d e q u e las person as realizan actos libres. Q u iz á la
p a la b ra más ad ecu ad a p a ra realizar esta tarea sea la p e q u e ñ a p a ­
la b ra 'poder*. Toilas las dem ás idea* q u e el libertario busca e x ­
presar p u e d e n e x p resarse utilizando esta p alab ra en sus d iv e r ­
sos tiempos. P o r ejem p lo , en ocasiones el libertario fo rm u la sus
ideas dicien do que si u n a perso n a es libre con respecto a cierta
acción A . entonces está en su p o d e r realizar A y tam bién está en
su podeT n o r e a liz a r á . Esta idea p u e d e e xp resarse c o n bastante
facilidad d icien d o qu e la person a p u e d e re a liz a rá y tam bién q u e
172 EL P1U ’ Dt-EMA UF. LA LIBERTAD V F-L Iir r íliM lS 't S H O

p u e d e , si asi k> desea. no realizar A . O tra form a He p o stu lit l.i


posición libertaria consiste en d e c ir q u e c u a n d o tina p r i v n w «a»
líbre, c u a n d o su acto es libre, entonces es decisión su va realizar <■
no<U h o a c to . N u e v a m e n te , esta idea p u e d e e x p re sa rse d ic ie n d o
q u e la perso n a p u e d e realizar el acto y tam bién q u e p u e d e , si asi
lo desea, no realizarlo, U n a form a nuls d e e x p r e s a r la idea del
libertario es d e c ir q u e u n a p e rso n a es lib re c u a n d o tiene a lte rn a ­
tivas. A h o ra bien, si la p e rso n a realm en te tiene alternativas, cstn
q u ie re d e c ir q u e cu a lq u ie ra q u e sea su elección, p u d o h a b e r ac -
tu a d o d e otro m od o. A sí q u e p o d e m o s e x p r e s a r la idea d e q u e
un a p e rso n a ha realizad o un acto libre d ic ie n d o q u e a u n q u e re ­
alizó el acto, y q u e. o b v iam en te, p u d o hacerlo, uim bién es cierto
q u e p u d o h aber h ech o c u a lq u ie r otra cosa e n su lugar. D e m o d o
q u e u n a p erson a realiza un acto libre si y sólo si p u d o h a b e r h e ­
c h o c u a lq u ie r o tra cosa en lu g a r d e la que hizo.
El q u e ten gam os eviden cia He q u e las p erson as son libres, s o ­
p e sa n d o la evidencia con la q u e contam os en favor d e la lesii del
determ inism o. d e p e n d e d r q u t tan sólida es nuestra evidencia en
ia v o r d e la hipótesis d e q u e u n a person a p u d o h a b e r h ech o otra
cosa en lu g a r d e la q u e hizo en a lgu n a ocasión ¿Q ué lan sólida
ea esia evid en cia .11

Los dalos de ta mtrvspuición

D e h ech o todos d eliberam o s, y c ito significa q u e todos nosoiToi


creem os en cierto m om ento qu e p u d im o s h aber actuado d r otro
m odo. Asi q u e d e b e aceptarse com o un hecho d e introspección
in n egable q u e sf creem os q u e p u d im o s h aber actuado d e otro
m od o. £ 1 p ro b le m a q u e d e b e m o s con sid erar a h o ra es el siguiente
CAcaao el q u e nosotros c ream o * esto constituye un a eviden cia q u e
nos perm ita decir q u e es cieno? C o n frecuencia creem os cosas
qu e son falsas y el q u e crcam iv, q u e son verd ad eras no constituye
evidencia a lg u n a q u e nos perm ita decir q u e io n verdaderas. N o
obstante lo inverso es v erd ad ero . O casionalm ente el solo hecho
d e q u e una p e n o n a cre a a lg o »(con stituye u n a evidencia en favnr
d e la veracidad d e lo qu e cree. Por ejem plo, si soy testigo d e v a
crim en, y yo creo q u e e l asesino es Pedro N av aja, entonces mi
creencia Constituiría una evidencia, qu tiJt evidencia m uy sólida
en realidad, d e q u e P ed ro N a v a ja r s d e hecho el asesino. En este
caso, el q u e y o C re a q u e a lg o es d e tal m a n e r a p rop orcion a u n a
r,V ID U Ñ O A IN T R O S P E C T IV A f-N M V O R D E 1A L IB E R T A D 17»

evidencia a d e c u a d a p a ra concluir q u e es d e tai m anera. íA i í w

n uestra creencia d e q u e som os libres c o r s ü iu v c u n a evidencia


a d e c u a d a d e q u e , d e hecho, som os libres?
A ntes d e tratar d e re sp o n d e r a esta p re g u n ta , es necesario h a ­
cer a lgu n as d is t in c ió n « im portantes. C o n sid é re se nuevam en te al
testigo d e u n crim en ; ¿cuál es,tw evid en cia d e q u e un rrim e n tuvo
lugar? Pues b ien , p o d ría u n o decir, su eviden cia es su e x p e r ie n ­
cia visual real, el h echo d e q u e en realidad ¿I ve cóm o o c u rre et
crim en. Asi que, la creencia d e l testigo d e q u e o c u rrió u n crim en
se basa en la eviden cia d e los sentidos, a saber, e n su p ro p ia e x p e ­
riencia visual d e l crim en Y. ¿qué d ecir d e l resto d e nosotros q u e
no atestiguam os el crim en? Ñ tirU ra creencia d e q u e o c u rrió un
't u n e n se basa en el hecho d e q u e un a p e rso n a cree q u e sí tuvo
lugar, p e ro n o sim plem ente e n esto, Esa perso n a es u n testigo
real y se le con oce co m o tal, o nosotras creem os razon ablem en te
q u e lo es. L a a n a lo g ía q u e el libertario utilizaría es la siguiente.
U n in d ivid u o d a d o , d ig a m o s A , tiene tina evidencia en favor d e
m creencia d e qu e es libre, a saber, cierta clase d e sensación d e
liliertad Esta sensación, pues, es an á lo g a a la exp e rie n c ia visual
d el testigo F.l resto d e nosotros tam bién tiene evidencia d e q u e
A es libre, a saber, la evidencia d e q u e esto es c reíd o p o r A y de
q u e tiene o tuvo la sensación adecu ad a. L o q u e resulta crucial
p a ra el libertario, u n em b a rg o , es la p rim e ra clase d e evidencia, la
q u e p o d ría n lo * llam ar “evidencia p erson al". C u a lq u ie r persona,
com o A p o r ejem plo, ü e n e la evidencia p erson al d e q u e es libre
c a d a vez q u e e x p e rim e n ta d e te rm in a d a sensación d e liliertad, la
sensación d e ser libre p ara actuar d e diferentes m aneras o para
n o actuar en absoluto.
A lg u n o * determ inistas han arg u m e n ta d o q u e esta sensación o
creencia d e q ue som os libres n o constituye evidencia a lg u n a para
c íc c t q u e som os libres, o q u e el d eterin in ism o es falso, hor e je m ­
plo, C ari H e m p e l argu m en ta lo q u e sigue:

En lo fjw ra p e c ü a ia primera objeción il determinisnm, U cual te


refiere a UfU obstinada sensación tic libei Uil de elección, 1^1
no puede contar como evidencia en contra del drterminnmo ya
que, sin dudo, esta cku rde sensación pur*te rev lu r engañ™* De
hecho, Cciniid ero que esla amMclón ra irrrlrvj nie para el prciblrma
de U determinación causal Puesta que. pira decidir si un tipa daifa
de elección « t i e* usa luí ente ilrtermmado, inverna» que rorw*drrar
ii hay un suceso aniecrdcnte ccin el cual la riecciún enrurnir»
174 EL PKOHUCMA DE LA UBEHTAD Y E l DE1 tJtM INISMO

corvctada m tdtanu una try g r m m l e n furnia sencilla. Y. n .11 h-j^ih 1


d a d , iin <^uc loa riatoa o b te n ib le * m i lia n te in trasp ecTióii. a fje c ia l-
m c n ir Ll ob stin ad a scn iacióti d e lib erta d, g t u r d r n te ta c ü n a lg u m
can cu cifiú n . El h o m b re Lúnida, pnr n c in p lu , L|1 ir fo r m a p i r i c
d e l a u d ito rio d e una k i í ú i i d e hipnosia y q u e ae levanta pura hacer
un d is c u n o p u e d e, c a n boda v a iid e z, a rgu m en tar una sensación d e
co m p leta lib erta d a] e le g ir actuar d e caá m an era: esin> resulta m uy
c o m p x ib lr c o n la p osib ilid ad d e b it e su c lc c c tfn le e íiíu t iir a r a c aii-
H l n i m l c d e te rm in a d a (p o r m e d io d e l e y ó grrteraJes f c b c b l l l d M
e o ll l n cTbcIcb d e la h ip lio iú ) pur 1 - indicación (p ie p re v ia m e n te
re c ib ió b a jo los efecto s d e lu h . p n t _ j 10

Ej importante observar que Hcmpcl d o está cuestionando lo que


descubrimos mediante la introspección. Él admite que mediante
la introspección descubrimos <]ut creemos ser libres o que tene­
mos la sensación de ser libres, pero cuestiona la relevancia de
estos dalos derivados de la introspección para el problema de
si nuestros actos están animalmente determinados. Admite que,
mediante la introspección, podemos descubrir que tenemos esta
cree ncia de que somos libres, pero niega que esta creencia consti-
tuya evidencia alguna en (avur de la afirmación de que somos li­
bres. Fot lo un ió, la convím ón libertaria de que en ocasiones pu­
dimos haber actuado de o tro mouo de ninguna manera se apoya,
sostiene I [empel, en el hecho de que en realidad creemos que es
asi. Su argumento básico es que tal creencia puede ser engañosa;
Jos datas producto de la introspección no constituyen una eviden­
cia adecuada para la afirmación de que pudimos haber actuado
de otro modo, porque la introspección puede engañarnos. Por
esta razón sostiene que los datos derivados de la intinspección no
guardan ninguna rciadón con el problema de si nuestros actos
o elecciones están causalmcme determinados por algún suceso
antecedente.
A pesar de lo convincente que pueda resuliat el Arruínenlo de
Hcmpcl, ej bbenario bien podría rechazarlo. En primer lugar,
del hecho de que una persona jn u ie trr engañada al aceptar una
hipótesis sobre la base de cierta experiencia n osesigu c^ n e el que
ella tenga dicha experiencia no logra proporcionarle una eviden­
cia adecuada para aceptar la hipótesis. Las experiencias que nos
10 Cari C. H m i j k I, “Sum-r HeUcutana dd "The o « 1 ítsr Dclcnninisni'" en
nrfrmrnirm t n í Frttdnn m i b Agt « f Modem S iim », New York U nivrriity Prew.
Nueva York, 195H, Sydney Hoq|t (rd , p. 161,
EVIDENCIA IN,IHfflSM!CT1 VA FN 1M‘<JH til lA l l » » l M» I 7í>

p r o p o n to n a n m u e v i d e n c i a arlen n a d a p a r a a c e j i l i r h ip o u - s is s¿>
lir e c u a lq u i e r c a n t id a d d e c o s a s s o n e x p o n e n< u s q v p u e d e n re -
M ilr» r e n g a ñ o s á s . l 'o r e je m p lo , s u p ó n g a s e q u e v e n u n a .silla ( r e n t e
n mí L a s e s p e r ir ," m ía s q u e e s t a y t e n i e n d o m t p r n jm n imiwuIm i
li El li e v iti c n d ia a d e c u a d a p a r a c r e c í q u e iB u i s illa n m ie iiir a
a llí. N a d i e n e g a r ía q u e t w e x p e r i e n c i a s q u e ic h jj í i i o n s i i t u v e n
e n c i c a l o , u n a e v i d e n c i a a d e m a d a e n fa v o r t k e s a lú p ó te s is l’e r o ,
n o o b s t a n t e , c o m o o b s e r v a i|» tft e n e l C a p it u l o 2, e s ta e x j w n e r i r i a
p u e d e s e r e n i j a u o s a . I'n r e je m p lo , u n h ip n o t i* a d o i p o d r ía p r o v o ­
c a r e n in i e x p e r i e n c i a s ju s t a m e n t e d e e s t e l i p o n i n n i l o e n r e a lid a d
n o s e e n c u e n t r a m u m m ia a l L l í e m e .1 m i, A 'i q u e a l ig u a l q u e e l
h ip n o t iz a d o r e n g a ñ a a mu» p e r s o n a h a c i é n d o le c r e e r q u e e s lib r e
iiia u d o no In es, asi lam inen el h.pnoii/ador po«lria eii^íwi.irJi.i
haciéndole creer qu e hay una silla trente a d l.i ( uaurto n o la hay,
Sin em barco, am bas e x p e rie m tas p o d rían constituir una l-vhU li­
ria adecu ada eit favor d e las hip.^iesis q u e [a person a acepta
l'.l argum ento que a la b a m o s de considerar puede: g en erali­
zarse. Las experiencias q u e tir» p roporcion an un í evidclu ia ad t
citada pani aceptar una h i p ó l e ^ .nerca de c ie n » objeto físico
conio la d e q u e hay una stila fíe n le a n o v tu o y ai en a d e alguna
otra persona conio la d e q u i m » cm;í h ablan d o a m w nlrm . y
acerca de a lgú n suceso pasado, com o |;i tic q u e tu » casamos ayer,
todas ésta* ion experiencias que p u e d e n set en^añosar 1 tay c?í-
p e T Í c n c ia i q u e u n h ip n o t iz a d o r p u e d e u l i l i u r p a r a e n g a ñ a r n o s .
D c la m is m a m a n e r a e n q u e u n h ip n o t iz a d o r e n g a ñ a a u n a p e r ­
s o n a h a c ié n d o le c r e e r q u e e s li b r e c u a n d o n o lo c v a.sí la m b id n e l
h ip n iM iu d o r la e n g a ñ a h a n e n d o l e c r e e r q u e h .u u n a s illa I r e n i c a
e lla c u a n d o n o la h ay, q u e e s t á h a b la n d o r o n o t r a p e r d o n a c u a n d o
n o l o r s t á h a c i e n d o , y q u e s e c a s ó a y e r c u a n d o n o lo h iz o N o o b s ­
t a n t e , las e x p e r i e n c i a s q u e la p e n o n a e s t á t e n i e n d o le p r o p o r c i o ­
n a n e n e fe c t o lin a e v i d e n c i a a d e c u a d a p a r a a c e p t a r la h ip ó le s «
q u e e lla a c e p t a , t i b ie n la s h ip ó le s ts %>u fa ls a s .
L a raz/m d e q u e s e m e ja m e s e x p e r ie n t r i» Itr d e n a u ria p e r s o n a
lim a c v i d e i n ia ade» u a r la u n l.n t íi tle s u s c r c e iw tas e s q u e «lJ» lia s
e s p e r i e n e ja s 110 d i f i e r e n e u t n r á c r e r d e la* ■ .-K p crie iicifò q u e l e ­
ñ e m o s ■ n a n d n v e m ifs u n i 'i l l a u t lite a n c iM in i^ iL.rbl.i iikh í c o n
1 ii r 1 p e í ' i >11,1 lj r e t o id a iu n s q u e n os c a v n n o s a y e r.
( o lm i l i m o s e n e l C a p E lu Jo 2. c v is te l-i p o s ib ilid a d d e ip *c e s .
t e m o s e n u n e r r o t c u a n t ío c r e e m o s c a s i 1 u a l q u ie r co ^ a, Y |i 1 a n ­
t e r i o r p u e d e c o n s i d e r a r s e c o lín 1 fu m i.im e n e o p a r a n e g a r q u e su-
176 M l'KUill I VLl W. U Ijn M tT W V M U E Tm M IN I'im ►

bn «o.i, cuan<l<> <. I m nixnuicnto se tuinsirnye i punir de! rpqtmiin


de que se evcluva toda posiiulnlad «le error Pero int Insn si ion
clu nos que la rvjrlciit ia que icneinm en tinelo» u n » rasos no nn*
da conocitnicnin, <ruim ti« l;ira d cvY-pfito. en definitiva lod.rvja
podemos tnanirner 11uc la evidencia nos permite lueprar razema
blcmcmc la. Iiipóindft en ■ nrsin n I .o hip^trnii fttteiím ser fatal*
a pesar de nuestra evidencia. sí bien al^uhn* w>n rairiiMljlcs ;■ p,
sard e tndo. Del liecfoo *leque l.i evidemüt puede engañarnosim
se sigue de ninguna manera que l.i evident id es m adm iail.i para
vulver razonables nuestras creencias. Kl argumento de «pie i.i cvt
dencia puede ser engañosa nf) demuestra. en el caso de los objetos
fbicoi, de otras mentes-. de sncesim pasad ts n d^ un arlo libre, «jut
nuestras experiencia» nognard.m relación con —omvh pcrlmeli-
tes para— el problema de »i es r izoiiahle treer semejan les com*
Soatener que en visia deque un.i expiAium m pindeM.r cnjjañns.i
ésta no proporcionn una cvtrkncúi adecuada acoplar dita
hipóte»», equival? a comprometerse ron una pendón mljilisia
dr ar verde* con La cual casi ninguna rosa ¡¡r ™ razonable
A d c m *. no será k-gítinmquc el deierirnnijwa responda al argn
mentó anterior diciendo (pie el ra^n ilel lilire »difiere tic
los demás casos ea que <i miamos mu laevldeiw inrnrn i ■de (pie
algiinos actos y elecciones tnmiuios están ronerlado* ron sin es/*
anteriores gracia* a una lev de l.i natnrale/a. es decir, cu.tn ran-
»aiincnte determi ruidos V e* ipie csi.i respuesta emplea la mi*ma
lógica del a rgimirólo procedente j.J ipit- algunos de miesirns a< -
lo ic slín causadme 11te deicrinmarim pnr M i r M aniel mu * rui ln
gTa demostrar que iniusirni s m iriu p c itn ^ mi i nnsTtiiisan
una evidencia adm itida para t recr fpiren íHUsi-mci puel uitjr i> (u
I*:i ai liiatLo de nlnt uifidri I ir Ili inania manera. lIq n c la* p n in .
iki.v m iran a v i c o aln< umí i»nes nn prnm ie deumurar ipie nmrs.
'n i* icniiilm im tJtffl prnprhu liman una evidcnt ia adn nada paia
1 eu S.i c iN c im .1 de Jr» itbjcim m aíerulcv hin.dimme |iir
i’n m asiduo nos equivoquemos .n en a de m i , e-.ni p.ividn* m» ki-
K iatlein i^ narqn c la meturirn no n.i> propon iown unatvideuini
•id. . ii,nl,i p.n.i i tcci en lat \ÍMen< ia dem hvs,h p,iv..,|<n A p a n ii
d i la p n in vad e ipu cm'icrl«>f-aM<> p.n i„ »,|ilU-, „ . , v)milí ||t()cs
,ltJ P»'Uwns lkg.lt wdid,lílllTllC .1 I.I i mnlltMnii d r l|U4 I.. minis
p e í m u i hH nr.s p n .p i .n tim a ^ v i i k ncla a d i < m id a d e ,p U-
n m ^ h U re s ,tsi f i t i n a p a r iii d e I., ■ m is,, di- -p ie e n * i e r i , f t l asnv
p f t íi m d a i r í , a n c > r i! i\ v n ia ir ^ 1, n m M i , , n u * in .» r« n i m engnÑ an.
EVIHKNi 14 (NTBCHa'BCTIVAEN FAUOU I1K l A l l l U f i r A H 177

lampofo podemos llegar can validez a la conclusión general dr


que n u n iro i sentidos y nuestra memoria nos nos proporcionan
una evidencia adecuada para la? creencia»que noshacen ;ic ¡ptstr

bna fépiua dtirrvanvta. una inaioria ¿rfvtn\u

El determinista está dispuesto a aceptar que poner énfasis en el


herhode que unapiude ser en gáñ alo por los propios sentimien­
tos resulta ineficaz. No obstante, probablemente cuestione loque
el libertario ha ofrecido como evidencia independiente en favor
de su creencia individual de que es libre. Esta evidencia, como se
recordará, consiste en la sensación de libertad de una persona,
Se supone que esta evidencia justifica el que una persona crea
que es libre, de la misma manera en que la experiencia visual del
testigo ocular sirve para justificar m creencia de quc ocurrió un
asesinato. Pero c o n s i d é r e s e la supuesta analogía con más detalle.
¿Realmente la sensación de libertad es análoga a una experiencia
visual, o incluso a cualquier tipo de experiencia perceptual?1 Para
comprohar que la respuesta es tu, sólo necesitamos observar que
una experiencia perceptual, tal c o m ó la experiencia visual de un
asesinato, es una cosa, y que la creencia de que el asesinato ocu­
rrió c i otra. K1 hecho de que haya dos sucesos distintos aquí, el
d e ver por un lado y el de creer por el otro, es esencial si el pri­
mero ha de ser una evidencia para el segundo. Una sensación
de libertad, sin em hargo.de ninguna manera es diferente de una
creencia de que uno es libre. De ahí que no sea análoga a la e x ­
periencia visual de un testigo ocular En todo caso, es análoga a
la creencia que se forma el testigo ocular sobre la base de su ex ­
periencia y, por lo tanio, realmente no se ha producido ninguna
experiencia mdrpmétfnu Lo que e n un principio parecí» ser e v
tipo de evidencia, a saber, una sensación de libertad, resulta ser,
tras un examen cuidadoso, nada más que la creencia misma de
que uno es libre. Con seguridad, lo anterior no califica como evi­
dencia independiente de que uno es libre.
Pues bien, entonces, ¿existe alguna evidencia independiente
de que somos libres? Por evidencia independíenle emendemos
evidencia en favor de una creencia, que no sea la creencia mis-
ma. es decir, alguna evidencia que consistr en cosas que sabemos
que son verdaderas v que apoyan dicha creencia. Sólo i¡ el liber­
tario puede proporcionar semejante evidencia independiente se
na E L P R O B L E M A í * . 1j \ L IB E R tA D Y t t D F T K R M T N IS M O

justifica que afirme que tenemos una evidencia sólida en b m r


de esa creencia en el sentido de que c* una evidencia pertinente
para eJ problema en cuestión.

T E R C E R ARGUMENTO LIB E R TAR IO ; E V ID E N C IA E M PÍR IC A


DE QUE PUDIMOS HABER ACTUADO DE OTRO MODO

El libertario muy bien podría argumentar que de hecho conta­


mos con semejante evidencia independiente. Resulta muy claro
que en ocasiones tenemos evidencias suficientes en favor de la
hipótesis de que una persona puede hacer algo, ya que con fre­
cuencia vemos a una persona hacer algo, y cuando vcinO» que
lo hace, entonces, por supuesto, asumimos que puede hacerlo.
El problema crucial es »i podemos tener una evidencia indepen­
diente adecuada en lavor de la hipótesis de que una persona
puedr hai sr algo, cuando no la vemos hacerlo y. adenrf*, cuando
no lo hace Examinemos primero el problema de si podemos te-
íler la evidencia irifli pendiente de que una persona puede hacer
algo ruandu no la vemos hacerlo. ¿Cómo (temos de obtener se­
mejante cvidenria>
Ver a una persona hacer atgrt en algún otro momento es una
forma de obtener evtdenci3 d eque puede hacerlo cuando de he­
cho no esramní viendo que lo hace Esto es, si una persona hace
algo hoy, y si k) hizo ayer y anteayer, y si su capacidad para hacerlo
no se ha alterado negativamente, entonces cuando el mañana lle­
gue podemos inferir q u e aún puede hacerlo, incluso si no la ve­
mos hacerlo en ese momento. Por supuesto, el haber visto a una
persona hacer algo no es Li tínica consideración pertinente, pero
es una consideración muy significativa. |.o que debemos pregun­
tarnos ahora es: ¿cuáles son las (Icmls consideración« pertinen­
tes?
Existen otras cuatro considerar iones de gran importancia, Son
las condiciones de propincuidad temporal, variedad circunstan­
cial, similitud del agente y frecuencia simple
Propincuidad temporal. El lapso Transcurrido entre el momento en
que vemos a una persona realiiar una acción y el momento en
que se afirma que ella puede realizar dicha acción es de consi-
derablc importancia. Por ejemplo, si vimos a una persona hacer
cuarenta lagartijas hace veinte años y no la hemos visto hacerlas
PUDIMOS ha BEB u n l AI* <[11 rrruo M< 'T* I

desde e n a n c o , diflcilme*tte se justificaría que ^tirináranin» sa­


lle* rjnt puede hacerlas ahora. í *dt nti /t pane, si ta vimos h<H ;r-
¡a-, ayer, nuestra afirmación icn d rii m uí ha ntttynr cie^ibili dad
Mientras menos sea el lapso tra:iu u ri.d a enere d momcnia rn
i|uc vemos a una penona realizar una acciúri y el momenio en
que afirmamos saber que puede realizarla, más justificada sc rí
nuestra afirmación Esta condición exige un requisito. Ciertos
actos —por ejemplo, correr en cuatro minutos nn kilómetro y
medio— requieren de una resistencia poco usual y, en consecuen­
cia. ai acabamos de ver a u na persona hacer semejante cosa, re-
sulla normal suponer que. por citar cansada, no pod á hacerlo
ahora. Esta condición es pertinente incluso en el caso de tales ac­
tos, pero deltctnas añadir el requisito de que haya transcurrido
un lapso suficiente entre el m omrma en qur vimos a la persona
realizar el acto y el momento en que se afirma que puede realizar
dicho atrtn, para aseeuram ns de i^ue el agente no se encontrará
impedido,
Mientras mayor sen la variedad de circuns­
V a n e ia d d r c iitu ía in r ta t .
tancias bajo las cuates hayamos visto a una persona realizar un
actu. mis se justificará que afirmemos que puede realizarlo. Aquí
también se requiere de una condición En ocasiones, si bien no
hemos veto a una persona realizar un arto en una variedad con­
siderable tic circunstancias, la hemos visto realizar el acto bajo cir­
cunstancian muy .similares a la» circunstancias en que se encuentra
i nandú se afirma que puede realizarlo. En este caso. mientras ma­
yor »ca Li similitud de las circunstancias, mejor sera Li evidencia.
Sirnntuiií d i! agrn te Si bis condiciones del agente se modifican ra-
ditíd lite n te desde c| momento en que lo vimos realizar un acto
bastad momento en que se afirma que puede realizarlo, entonces
nuestra ev idencia de que puede rcali/arcl arto en cuestión puede
verse enormemente debilitada, Por ejemplo, si hemos visto a una
persona levantar unas pesas de noventa kilos, y a continuación
se rompe un brazo, el que nosotros la hayamos visto levantar las
pesas ciertamente no es una evidencia muy solida en lavor de
que puede hacerlo ahora que su brazo esta roto. Asi que, míen*
tras, mayor sea la similitud entre las condiciones del agente en el
momento cri que lo vimos realizar el acto y sus condiciones en
el móntenle en que afirmamos que puede realizarlo, m is mitifi­
cada estará nuestra afirmación. En cierta medida, e su condición.
180 « i FKOHLKMA P f U 11 BfHTAD V FL L>01.KMINI\MtJ

co n » la ¡interior, puede formularse como umdit trtn de variedad


m is que como condición de similitud. Sin embargo, con respecto
a I.t s circunstancias la variedad es mí» mportantc, mientra1» que
con rcspecio a las condicionéis del ajen ie la similitud lo es mih
I-a razón de tu anterior es que con Frcrucncáa cambios considera­
bles en las circunstancias no son muy importantes, mientras fjuc
cambios pequeños en las condiciones del agente resultan muchas
veces cmetales.
Frteumcia iimptt Haciendo a un lado o l f » condiciones, mientra»
mayor sea la frecuencia con que hayamos visir» a una persona rea­
lizar un acto, mis se just ilicará que afirmemos saber que puede
realizar dicho acto cuando no la vemos realizarlo.
E 'L U cuatro condiciones están relacionadas d e varias maneras.
Itar ejemplo, la propincuidad temfHindda lugar a la similitud del
agente ya que par lo general las personas cambian menos en un
lapso menor que en uno mayor. Por impuesto, la variedad cir-
euiut a ricial contribuye a la frecuencia simple y viceversa. Asi que
estas condiciones, que son simples cánones de evidencia induc­
tiva para cierto tipo de hipótesi*, se encuentran inductivamente
mtcrrcladoruidas.
Además, la importancia de las diversas condiciones depende
en gran medida det tipo de acto involucrado. Ckm respecto a los
actos para cuya realización normalmente condenamos la capaci­
dad durante mucho dempo, tales como agitar nuestra oreja, la
propincuidad temporal es menos importante, mientras que con
respecto a los acto» para cuya realización perdemos rápidamente
la capacidad, talca como correr un kilómetro v medio cri cuatro
minutos, la condición de prnpincuidad temporal es mucho mas
importante. Ahora que si todas csias condiciones»: «atisíacen ple­
namente. estamos en posesión de la evidencia empírica suficiente
para apoyar la hjp&csi* de que una persona puede realizar un
acto cuando no estamos viendo cómo |n realiza y. en ausencia de
la evidencia contraria, sin duda se justifica que afir memo* que
la hipótesis es verdadera. £stas condiciones son tan comunes en
los cánones usuales de evidencia inductiva que. sí se .satisfacen,
entonces, de acuerdo con los cánones usuales de la evidencia in­
ductiva, nuestra evidencia es excelente.
El pro blem a que d ebem os investigar ahora es el Mguti-liK-
¿Acaso alguna vez se satisfacen estas Condiciones, estos cánones
I'l'D IM O S l U llk k ACTUADO HV. I f l U C MI U n i IKI

d e evidencia? En o trasp alabra*. ¿ adquirim osen a lgú n nm incm o,


mcdi-intc la satisfacción d e todas estas rondii lonc*. I.i evidení m
suficiente en apoyo de La hipótesis de que tina persona p u d o h a ­
b er actuada d e otro m oda? Son mil. nffe |r<, .<c ins que apenan ve
mOü ¡i un í perdona realizar y casi lumtn vem os a la mi&ma jjc t
sima reali/ardii: líos acto* mas t!c unti ve/. Clon respecto a los ¡icios
poco usuales o p o r !□ gen eral privados, las coaid icio bus que hu­
mos m encionado n o se u iisíaivm calo,;»!inrnrc. N o vurcutus a n tu
p e r» mil realizar can Irtritcn! un un ;n ir, a&í «me la condición de
ü n r u w n »im ple no se M jistaiá. N i» v c ic n im a ] agente realizar
el acto hitjr u n a variedad i iiiLsinlc i .ililc ríe circunstancias. así que
la i.omi li um de variedad circunstancia! tam poco se s:.ififará
Sfo nlwjrinie, hay actos que la gume realiza muchas veces, y
tamhiln es i it-rrn que estos arlos familiares son frecuentcmcnle
los coi upo nemes de atios menos familiares y m is inusuales. Por
ejemplo, considérese el caminar a uraves de una habit tción, le ­
vantar un brazo, mover un dedo u otro* « n o j comunes. Estos
actos efectivamente salhbuen Uw cuatro cánones de la evidencia
Vemos a la gente realizar ilícito* artos frecuentemente y bajo di-
vetsas cotidic iones, y mucha* veten hemos visto nvonientos antes a
una persona que ha cambiado poro, realizar un acto de este tipo
Kárihuente podemos imaginar una situación que satisfaga todas
estas condiciones en una forma paradigmática
Imuginenton que estamos tratando de iniciar un experimento
que demuestre que una persona puede actuar de otro modo en
un momento determinado. Por otra parte, tomemos un acto muy
sencillo como levantar un brazo, para evitar cualquier compli­
cación irrelcvante. Ahora vamos a emprender un experimento
que muestre que en nh momento determinado la persona pudo
hat>cr actuado de otro modu. Elegimos 3 un sujeto que es normal
en todos sentido» c investigamos en qué momento nuestro alí­
jelo puede y no puede realizar et muy sencillo acto en cuestión.
Por ejemplo, podríamos primero indicarle que levante el brazo
cada vet que se lo pedimos, y luego ver que lo haga. Podríamos
después indicarle que levante et brazo cada vez que le pedimos
que no lo haga, viendo que haga cMo. l uego podríattK» pedirle
que haga o no caso de nuestras instrucciones según lo desee y
ver cómo en ocasiones levanta el braito ruando se lo pedimos,
y en ocasione» no. Podríamos entonces hacer este mismo exp e­
rimento bajo una variedad de circunstancias: en interior«:! o al
El. l'R O Ill K M ' I « l A I IllfK T A D V t1. Hi. I t «M1MISMO

■liit libri ii.tjj) presión o en condiciones tranquilas, con algún


|h v i am arrad o a su lu.im , sin impedim enti* Uguno, > ; lsí suce-
sivruijt nit AdcniAs, podríam os llevar un re g lsirn cuidadoso ile
las i inni mh mes dei su (cui d u ra m e iodos nuestras experim entos
ihi.dnu'iiii:, podrium n* variar I .» condiciones ilei su jjin mechante
et iiMi di’ ilmgzts, rie la hipnosis y asi sucesivamente.
A lm i .1 Dicen. s i i p t ' i l i g a s e ( p i e i n s t r u i m o s a l s u j e t o p u r a q u e h a g a

m n o i . i s o i l i - n u c s n . i s i n d i t . i t iu n e s s e g ú n l o d e s o c . v q u e n o s .lsi~

K i i u n n c i h d e cj jti c |<is c o n u T i c k m c s i l e i s « y c u > a s i c o r n o ! j s i t u a c i ó n

c n i| llc s e c ni u e i t t r a s o n f t q n d l a s q u e l i e m o s v i s t n q u e s o n l a s m .1s

l 'i u p i i u n jiiH .i l e v a t i l a ; * 1 ln .i/ c i l’o r n t r a p a r t e . s iu -rttlg a sr: q u e

I" s c i m is lfv jin t.il ■ I hra/n . t lin eai i d e s v i a m o s Li m i r a d a p o r u n

u i o r i ì L 'i L i i i y, s i i b s i g u i e i i i c u i c n i c Ibi v e m o s l e v a n t a i c j b r n w i n u e v a

in c u li' 1 il o l e c o s o . la.cim tifltt i i » n « d e p ro p in c u id a d te m p o ra l,

v . m i e t i . id t:iiL iiíiK |.iii! i.il. s i m i l i ) u d d e l a d e n t e y f r e n i m e l a s i m p l e


miii i l i ii 1 .1 ngiK'iliii .ulti afttìitn Iiìis
l'.n i iniiset tieni i.i. m.-inlli'farnns enlnnres suficiente evidencia
im p il ili! en apoyu ile 1.1 l'iprìlesìs ile qu e el agente p u d o Ital^r
le va anatilo el lira/': d u ran te ese lirtivc lapso en q u e no v-hno» qtic
Iti let.uii.il'-.i Ne justìFH.irÍ.» perfettam ente q u e afirm áram os qu e
la Ji.fiüit.is l * verdadera ¡Vii In innm, es perfettam ente posible
dIfIoih i filli etidem hi, S 'k t i w i a iMiipìriut p e ife n a m c n ie valida,
i li fat ui ili la liipóieMs ile «p ie m ia persona p u d o halier a rm a d o
de «lini Ahucio, l'i ribalde-niegue evie experim en to no ha sido e m ­
p ie i^ hilo ininca, p iT o h ie u p o d i ta h;k.‘crso Al hacerlo, podríam os
ohi e nei la evidencia em pir ira a d e m a d a p ara establecer q u e e l d c -
tei limi tstuo cs falso, p o rq u e coniai iamos con ima solida evidencia
em pirica de q ue una persona p u d o h aber at in ad o ile otro m odo.
L a rellexión en torno a este e sp e rim e n to im agin ado podrid
m u stiam os qu e muchos acios —tauro fam iliaics com o inusuales,
lauto sencillos com o com plejos— son tales q u e. cuantío »ma p e r ­
sona los realiza, tenemos la evi*lcnt:i;i adecuada cn .ipoyo de la
alintiacion d e que dii lia persona p u d o h aber afín .id o tic otro
m odo. Y es q u e la mavot parle d e los acios p o ro usw iles y coin-
piejos contienen, to m o com ponentes esenciales, .idos fam iliares
v sencillos. I’of ejem plo, solvam os al ejem plo del asesino. S u p ó n ­
gase que el arm a q ue uiili/aes una pistola, qu e apunta cuidadosa-
m elile a mi víctima v lu ego api irm el gatillo 1.a arción se ha c o n ­
sum ado: su vid im a lia sido alcanzad .i. N ó i ese q u e un elem ento o
TU PI MUS JLUI LR ACTUADO DE O T R O MODO

I ngisliiuycmc cscncia] d e JU acción es <rl haber disparada el gal i


lía "ii hubiera pnd do m antcncrquicin c»e dedo, también podría
h aber evitado el disparn contra su víctima y con ello evitado co­
meter un asesinato. Así que «i pudo h a b c T actuado de otro modo
í on respecto id acto de m over el dedo, d acto de asesinar pudo ha­
berse evitado. Por supuesto, la acción de mover un dedo es muy
sencilla y familiar. una acción que frecuentemente hemos visto
rratizar bajo una enoTine variedad de circunstancias y condicio­
nes Muy bien podría argumentarse que dichos actos completos
r¡ne consideramos que el agente pudo haber evitado contienen,
catre sus elementos, algún acto sencillo y familiar que saltemos
i|ue, sobre la base de la evidencia empírica, el agente pudo ha-
l*er exilado. De tal mancr» que nuestros juicios en el sentido de
que una persona pudo haber actuado de otro modo pueden lo­
dos ellos apoyarse finalmente en la evidencia empírica con la que
conutinosen favor de la hipótesis de (|ue Un actos familiares y sen­
cillo* pudieron evitarse, de que aunque el agente los realizó, pudo
haber d e s is tid o de hacerlos P o r lo tanto, nuestra creencia —una
creencia aceptada por todas las personas con sentido cormi n— de
que muchas vetes pudimos haber actuado <Ic oiro modo, es una
creencia sólidamente apoyada por la evidencia empírica.

R ts u m m i e l a r p im r n ío

l’ara comprolwr la fuerza de este argumento libertario conside­


remos cómo se deriva la conclusión a partir de las premisas que
hemos defendido. Primero, hemos sostenido que

1. En ocasiones contamos con la evidencia empírica adecuada


de que pudimos haber actuado de otro modo.

Segundo, dado que hemos dicho que cuando una pereona pudo
haber actuado de otro modo su acto es libre, podemos agregar ta
premisa

2. Si en ocasiones contamos con la evidencia empírica ade­


cuada de que pudimos hancr actuado de otro modo, en­
tonces también contamos en ocasiones con la evidencia em­
pírica adecuada de que realizamos actos libres.
181 t i. PROBLEMA DE LA IJBUtTAD V EL. DETCRMINIKMO

A ik 'in ás, ila d o q u e tam bién dijim os q u e si realizam os a rlo * li­


bre*. e n t o n e « la tc¿is d e l d eterm in isin o es falsa, p ó d e n t e muí
lvn.ii acepta*1la prem isa

3. Si en ocasiones contam os con la evidencia em p írica ,tdc-


c u a d a de q u e re alizamos actos libres, entonces cn n lam o* con
ta evidencia e m p in e » a d e c u a d a d e q u e la tests d el determ i
n b m o es falsa.

A p a rtir de estas tres prem isas p o d e m o s d e d u c ir con validez la


conclusión

4. C o n tam o s con l.t evidencia em pírica ad e c u a d a d e q u e la tesis


del rieterm inism o es íalsa.

P o r supuesto, tan sólo d e las dos p rim e ra s prem isas se sigu e que
c t . ocasiones contam os con la eviden cia em pírica a d e m a d a d e que
realizam os ncios libres.

/j répti :a detmntmSts eviarrfia rmpttVa de <¡iit


tai ib jrto i ñcam77tadoi pudieron haber actuada de otro modo

El determ inista pu ed e perfectam ente no q u e d a r p e rs u a d id o con


cace argu m en to, y atacará la p rim e ra prem isa e n una d e las si*
fluientes dos form as. L a p rim e ra (orina consiste en n e g a r q u e sea
pnsible tener u n a evidencia em pírica d e q u e una persona p u d o
h a b e r actuado d e otro m odo. P ara p ro b a r su afirm ación tendría
q u e encontrar algú n defLctn en las condiciones q u e el libertario
ha re u n id o corno sttGócnrcs p ara p ro p o rcio n al nos la evidencia
d e q u e un a p erson a p u d o h a b e r actuado de otro m odo. Es d e ­
cir, el determ inista ten dría q u e sostener q u e . a u n q u e las cuatro
c o n d i d o o u fueran satisfechas, su uhüa (acción n o garantiza q u e
tengam os u na evidencia a d e c u a d a d e q u e u n a person a p u d o h a­
ber actuada d e o tro m od o. L a segu n d a form a d e destruir las o b ­
jecion es d el libertario ron&ísiirfa en aceptar q u e las con dicion e»
son ad ecu ad as fsi en algún m om ento se satisfacen las con dicio­
n o . entonces contam os con u na evklcnc¡a em pírica ad ecu ad a de
q u e u n a persona p u d o haber actuado d e otro m odo), p e ro n e ­
g a n d o que, d e hecho. Jas condiciones p u e d a n en algú n m om ento
satisfacerse.
¿ ]la y razones p ara argu m en tar qu e las condiciones n o son las
adecuadas? Existe una ffnea d e argum entación un tanto i ni ere-
p u d im o s h a b e r a c t u a d o w c r n to modo

vin tc q u e m uestra q u e p u e d e n n o ser las ad ecu ad as. C o n fre ­


nte neta d u irnos q u e alg o p u d o h a b e r « u n i d a , incluso q u e a lg o
p u d o h aberse h ech o, c u a n d o n o p reten d em o s n e g a r q u e la cosa
en cuestión estaba causal m ente d e term in ad a. P o r ejem p lo , s u ­
p o n g a usted q u e su autom óvil está estacionado frente a su casa.
S u p o n g a ad em ás q u e a lg u ie n se está p re g u n ta n d o si hace u n m o ­
m ento usted p u d o h a b e r u sa d o su autom óvil p a ra transportarse a
cierto lu g a r dictante. Usted p o d ría asegurar, co n o cien d o las con*
dickm cs d e su autom óvil, q u e p u d o h a b e r arran cad o . P ero d e c ir
q u e p u d o h a b e r a rra n c a d o no equ ivale a decir q u e el au tom óvil
e ra libre, q u e estaba en libertad de arrancar. FJ c om p ortam ien to
del autom óvil está com pletam en te d ete rm in a d o en u n a form a
d e l todo m ecánica Sin em b a rg o , el tipo d e evidencia presen tada
en a p o y o d e la hipótesis d e q u e u n a p erso n a p u d o h a b e r levan­
tado el b ra zo c u a n d o no lo hizo es exactam ente sim ilar al tipo d e
evidencia q u e m uestra q u e el autom óvil p u d o h aber a rra n c a d o
cu an d o no lo hizo. Si se satisficieran perfectam ente condiciones
co m o tos de variedad circunstancial, p ro p in c u id a d tem p oral si­
militud d e l agente y frccuen ria sim ple to n respecto al autom óvil,
entonces tendríam os la evklencía ad e c u a d a o su Detente d e q u e el
autom óvil p u d o h a b e r a rra n c a d o en virtud d e la satisfacción de
esias condiciones. Si su satisfacción m uestra únicam ente q u e u n a
person a p u d o h a b e r levantado el b ra zo d e 1ü m ism a form a en q u e
el autom óvil p u d o h a b e r arran cad o, cntom s *1 hecho d e q u e se­
m ejante evidencia m uestre q u e la person a p u d o habet levantado
el brazo, no p ru e b a q u e ¿ sta fuese libre, com o tam poco el hecho
d e q u e sem ejante evidencia m uestre q ue el autom óvil p u d n haber
arra n c a d o p ru e b a q u e éste fuese libre. Por lo tanto, la satisfacción
d e las cuatro condiciones previam en te m encionada* no m uestra
q u e una p e rso n a p u d o halier a rm a d o d e otro m odo en el Man­
tillo pertinente para el acto libre F1 argu m en to no lo g ra m ostrar
que p odem os tener !a evidencia em pírica de qu e una person a ha
realizado un a n o libre.

í '»a tibrrta na ■ agenlts y frt.w.i

La respuesta del l i g n a r i o a la objeción an terior es q u e ésia ig ­


n o ra Lina diferencia fundam ental entre hts cosas q ue son agentes
* Uta que no lo son U n ngtíitc hace algn; ¿tana Arjurllu q u e nn
es un agente no hace nada; se acirta &ohre ¿1 Así que hablam os
18(> F.L l'KOnir&IA DE IA LIBERTAD V l’L t>Er*RMINISMí>

tic q u e el co í lie atrancó. p e ro sería más preciso decir que el c o ­


che fue arrancado. El coi he no arranca p o r sí solo; él no inic ia
esc cam bio. Más qu e mit iar el cam bio, es él quien es a rro m a d o
p o r alguien. I)c m odo q u e el coche no es un a ge m e pues no hace
nada.
C u a n d o decim os q u e el coche p u d o h a b e r arrancado, nn es
laníos afirm an do con ello que estaba d en tro d e las p«tsibiltdadcs
del coche arran car N o estamos d a n d o a en ten d er con ello q u e era
decisión del coche arran car o 110 . Por otra parte, cu an do decim os
q u e una persona p u d o haber levantado el brazo, sí afirm am os
<pie estaba d en tro d e sus posibilidades levantarlo. Eslamas d a n d o
a en ten d er que era d a isión su y:« que el brazo se m oviera o tu».
Pero la diferencia reside únicam ente en el hecho d e q u e el coche
n<' es un agente v la persona sí lo es. C u a n d o el coche arranca,
esto no es algo ;pie el coche haga, ponqué no es una acción que
el coche realiza Pero cuan do la persona m ueve el brazo, eso sí
e? algo rpte ella hace; es lina acción que cll.i realiza Asi qu e el
a rgu m en to del determ inista 1'raiasa
Sin em bargo, en la objeción d el dcicrm inisM . hay una im p o r­
tante lección que podem os aprender. Y es q u e hay cierta e v id e n ­
cia, con I.) qu e roiKHm W en el caso d e una persona, d e la q u e
calecem os en el cara d e un objeto inanim ado, que muestra que
u n a persona p u d o haber h ethú tlflo qu e en realidad no hizo 1.a
evidencia com ible en nuestro conorim iento d e que lina p cison a
trnió d e lutcci algo. 1.a pregunta etc si una persona p u d o o no
halicr atin a d o de o it c i tn<n)y p u ed e descansar enteram ente en el
hecho de m tr.uó o no Para c om prnlvir qu e esto es así. s o b a m o s
a nuestro ex p erim en to im aginario S u pon gam os que nuestro su ­
jeto experim ental no levanta el brazo cuando kr pedim os q u e lo
haga después d e q ue le ha sido aplicada una d ro g a especial. En­
tonces nos pregun tam os si p u d o o no haber levantado el brazo.
1.a m ejor m anera de av erigu arlo es p re g u n tá n d o le s) intentó o nn
levantarlo. Si contesta qu e no Im o ningún intento p o r m overlo,
entonces el sim ple hecho de que su bra?.o no se haya m ovido no
proporcion a una evidencia en favor de qu e no p u d o b a b o r m o­
vido. Así que si un a p e m m a no trata de hacer algo, entonces el
qu e no lo haga no logra propo rcio n ar una evidencia d e que no
p u d o haberlo hecho. Por otra parte, si contesta que trairi hasta
d o n d e p u d o d e m over el brazo y q u e sin em bargo no lo logró.
P tr t lt M L K HAtU-Ü AX.1 t . M K J l l t O I'k M M U tjO IK 7

lo anterior constituye una evidencia cxtremadameiiie sólida en


favor de que no pudo halterio movido
La analogía con el automóvil es de nuevo ilustrativa. FJ au­
tomóvil no puede tratar de arrancar por sí solo. No hay nada que
el coche pueda hacer para lograr moverse —es pot otl<■que un es
un agente. Por lo tanto, un tipo de evidencia qtte pode mus lém ur
para mostrar que un agente piulo haber hecho -dg«* algo que no
podemos obtener de un objeto, os el testimonio del ¡i¡>uuic
que si el agente atestigua que cu:mdo su brazo no se movió nn
se di6 el taso de que tratara y no la lograra, el que un |n haya
movido no proporciona una evidenria de que no pudo halterio
movido Adem.ls, esta evidencia es fund.imcmal. l'odiñunos te­
ner una evidencia de que una persona piulo hacer al^o porque
las condiciones de evidencia ante nórmente m c t u i o t i a d . L s podrían
satisfacerse perfectamente pero, no obstante, podríamos fracasar
en nuestro intento por obtener la evidencia empírica adecuada
de que pudo haber actuado de otro m o d o . V es ipie podríamos
también tener una evidencia contundente en I ivnr de <pie no
pudo haberlo hecho, una e.idencia de rpte la pvtsona M a tó h lata
donde pudo y sin embargo lrarasó Ésta es la evirlencia adecuada
de que no pudo haber hecho lo que trató de hacer No obstante,
cuando las cuatro condiciones se satisfacen perfectamente, y
cuando adcmfe nn contamos con la evidencia de que el agente
no pudo halwrr hecho la cosa en mistión (es det ir, contamos con
su testimonio de que no trató y por lo tanto no logró hacerla),
entonces seguramente tenemos una evidencia empírica n< cable
de que pudo haber hecho lo que no hizo

Una srgunda objeción d r t r n in m s ta n u d i p t n a y tttu m i l i t a d

Una segunda objeción que pudría presentar el dclcruúiuMa cutí-


tra el argumento anterior es que la evidencia mencionada por
el lil>ertano no resulta adecuada para establece! l.i bipute*is en
cuestión. Consideremos nuevamente el experimento imaginario
ion iu .is detalle. ¿^)ué evidenna obtenemos a partir del experi­
mento? La evídencm consistía en observar cómo una persona le­
vanta elbra/o en citc unnam ias muy variadas. Variamos tanto Lls
circunstancias externas como las condiciones inicrn.is del agente
Después nos preguntamos si pudo haber levantado el brazo en
un momento en que no lo estaba levantando, y observamos que
18 8 PROBLEMA DE LA LIBERTAD V £1. D ETERM INA MU

la evidencia previamente obtenida apoyaba la hipótesis de que si


pudo haber Irvnoliido el brazo Pero íes esta evidencia ;i(l«ua(l¡i
para establecer £a h ip ó te s i Quizá no lo es. Ya que. en primer
lugar, nótese que la evidencia es perfectamente compatible con la
hipótesi*de que su comportamiento estaba causalmrme determi­
nado. Además, resulta muy ffcil decir exactamente en qué forma
estaba determinado porque ¿abemos muchas cosas acerca de la
operación mecánica del brazo. Sabemos que si ciertos músculos
permanecen inmóviles y no Oexioiudas misturas otro* perras
neceo flexionadog esto serta suficiente para que su brazo perm a­
neciera inmóvil.
Asi que podríamos haber establecido muy fácilmente que en el
momento en que el brazo de esa persona no s e movió, el estado
de sus músculos era suficiente para que el brazo permaneciera
inmóvil P artam o s tener la evidrncia a partir d e l e x p e r i m e m o
y sflbcr también que el estado de su brazo cstaha causal mente
determinado para permanecer inmóvil; era casi imposible que
se moviera. Dado que su brazo no pudo haberse movido, dicha
p e r s o n a no p u d o haberlo movido. Por lo tanto, la evidencia ob­
tenida en el cx p rT Ím t*n ttJ no logra mostrar que el sujeto pudo
haber movido el brazo ruando permaneció inmóvil.

La rípiir.a libertaria control de ¡as condiciones causales

A este argumento el libertario se verá obligado a responder con


prontitud que comete una petición de principio. Puede aceptar
de buena gana que el comportamiento del brazo del sujeto es­
taba causalmcnte determinado por el estado de sus músculos,
pero afirmará que no se sigue de esto que el sujeto no pudo ha-
ber movido el brazo Aunque el catado del braxo estaba causal-
mente detern tinado, bien podría ser que el agente haya podido
alterar las condiciones que determinaban que su brazo perm a­
neciera inmóvil. El estado de sus músculos era causalmeme sufi­
ciente pata determinar que su brazo permanecería inmóvil, pero
ese estado de sus müsculos era una situación que estaba perfec­
tamente bajo su control. Pudo haber movido ciertos músculos y,
de haberlos movido, su brizo no hubiera per nía nocido inmóvil:
se habría movido.
La evidencia del experimento demuestra que el sujeto pudo
haber movido el brazo, y de esto debemos concluir que la evi-
FITUMÍÍ** IIARKR A f'T I'A l* UII i » IttO X in iK l 189

denciu muestra igualmente qrie cualquier condición que deten


minó cau!dliiK'nt( que el bra/n peun:met iera inmrtvil era una
rondición que el agente pudo halirr alterado. Cualquier con-
dkkm necesaria para m tw r d Im i . debió haber sido una condi­
ción que él pudo lijitier provrn ado ponpie, de hcchu. él pudo ha­
ber movido ti bra«>. Cualquier cosa que tina persona pudo
haber Ucrho es tal que obviamente también pudo haltcr hecho
cualquier oirá cov» que nvnffiiiiyrni un medio necesario para
hacer la primera. IY»r lo tanto, la evidencia ron la que frecuen­
temente comamos en lavor tic la hipótesis de que una persona
pudo habet actuado d e o iro modo, en efecto sobrevive en tanto
evidencia .«tlttuada y suficiente para apoyar dicha conclusión.

Segundo ataque del r f / t ™ » ! ! « * , fu tlríermtnantin anrestral

Supongamos que el doictminÍM.i acepta el .indumento anterior


:Quó puede entonce» responder? Recordemos que el detenni-
nismo no sólo implica que un suceso dado esta de hecho deter­
minado, es decir, que existen condiciones previa» que determinan
dicho suceso, sino también que esias condk u nes cst.ín ellas mis­
mas caftKihncntr determinada* por suceso* previos que aquellas
rondit iones cuán a su ve/ determinada« por otro« s m w » ante
rime», y aWsucesivamente en el pava» lo iidcllnid o IY*r lo i. mío, el
comportamiento de una persona nr> só|n cm;í cniisalmcnic deier-
minado sino también, iligatnm. / iw rü riilm s n t? dctcrmiuadn por
una cadena de sucesos (pie se (trigina en el pasado indefinido. Asi
que la respuesta del doiermin sia depender.) del hecho de «me
el dcicrmmi&mu implique no sólo que el comportamiento está
causad mente determinado, sino también que csi.i ancestrahncnte
determinado.
hl argumento es sencillamente el sigme-me l'odi jamos tener el
upo de evidencia tpic imaginamos i-n nuestro experimento para
»[im.li la hipóles» de que una p u so na pudo haber k varilad ocl
brazo cuando, de hecho, su compot [amiento cm.í no sóln causal-
mente determi liado, sino anceM raímeme determina lo, H estado
del l* a ¿o de una pcr&oua w encuentra dtierim nado pm t<| es-
lado de tic ríos músculos de mi cuerpo. Suponemos que el estado
de c>oü músculos esta determinado por rierto» ptoiesns f[»ms
que tienen lugar en el ruerpo, \ sui duda alguna estos prrm;-
í o s físicos están causalmenic denominados p o r p r o c e s u * tísicos
190 KL PB O ftL fcM A tlE ' J , L IB E R T A D V 11. n r i'K K M r N r s M O

anteriores, y catas últimos pnr otros anteriores, y a*i sucesiva


m cniccn el pasado indefinido. En consecuencia, si el movimiento
del brazo de esa persona está no sók> causolmcnic determinado,
sino también anccsiralinentr determinado, cn io n c« está deter­
minado por condiciones que existieron antes de que dicha per­
sona naciera y sobre las cuales ella no tiene ningún control. Por
lo tanto, el movimiento de tu brazo debe estar determinado pnr
condiciones que no pudo controlar.
(.a i olw ervafioncs ¡interiores se basan en d supuesto de q u e
el determ inism D es verdadern P era el clrm en to clave es q u e la
evidencia que obLuvnnos a partir d el experim en to deí lihcnnrm
es perfectam ente com patible con el m ovim iento del b rtw o d c l sn-
¡elo, m ovimiento que está ¡ineest raim en te d c (c rm ¡murió. Es p er-
reciainenTc com patible con Jn verdad d e l (Jctcrmmisino. Si la evi­
d encia en fev.¡i de la !iip£ tests d e que una p erson a pmdo ha­
ber actuadn d e niro m odo es ctm p aiih le con la determ inación
ancestral d d com portam iento ríe dicha persona, entonces obvia­
mente la evidencia no c la ad ecu ad a paro establecer la Inpfitesis
d e q u e una p erson a p u d o haber actuado d e otro m odo Ya q ue si
la evidencia en favor d e nuestro e xp erim en to es com patible con
(a hipótesis de que el estado d e inm ovilidad del brazo del sujeto
estaba ancestralmente determinado, entonces también es com­
patible con la hipótesis de que no pudo haber actuado de otro
modo Dado que la evidencia no logra mostrar que su comporta­
miento no estaba ancestral mente determinado, también fracasa
en su intento por mostrar que el sujeto pudo haber actuado de
otro modo. Por lo tanto, la evidencia de nuestro experimento re­
sulta inadecuada para apoyar la p o n ion libertaria.

R ts u m m d f ¡ o í argumentos a ttítria m

Para apreciar la diatécuca anterior y, con ello, la Rier/a de l¿


pos« ión determinista, es conveniente considerar los argumentos
precedentes en una forma más precisa. Al principio defendimos
la posición determinista que se opone a la «videncia en favor de
los actos libres argumentando que

[. La supuesta evidencia en favor del acto libre es comp iriblc


con algo causalmente determinado v por lo tanto c« una
PUDIMOS HABER ACTUMXJ tJ tO lU O MDUO 19 1

evidencia insuficiente de que el acto no está causa] mente


determinado,
porque con frecuencia suponemos que un movimiento es cau­
sado por el estado de los músculos etc., cuando también comamos
con la supuesta evidencia en favor del acto líbre. A esta premisa
añadimos equivocadamente la premisa
2. Si Lasupucsta evidencia en favor del actD lib r e » una eviden­
cia insuficiente en favor de que el acto no está causalmente
determinado, entonces la supuesta evidencia en favor del
acto libre es una evidencia insuficiente en favor de la false­
dad del determinismo.
Finalmente, añadiendo la premisa
S. Si la supuesta evidencia en favor del acto libre es una eviden­
cia insuficiente en favor de la falsedad del determinismo, en­
tonces la supuesta evidencia en lavor del acto libre es una
evidencia insuficiente en lavar de dicho acto.
concluimos en forma válida de las premisas anteriores que
4, La supuesta evidencia en favor del acto libre es una eviden­
cia insuficiente en favor de dicho acto.
Sin embargo, este argumento resultó ser defectuoso. La premisa
(2) se apoya en el supuesto erróneo de que si la evidencia en favor
de un acto que es libre es suficiente para reiutareldrtcrm inism o.
entonces la evidencia debe ser suficiente para mostrar que el acto
no estaba causalmente determinado. La respuesu del libertario
al argumento precedente contribuyó a esclarecer la naturaleza de
nuestro error La evidencia en favor de un acto libre, la cual es
insuficiente para mostrar que el arto no estaba cauSálmente de­
terminado, es no obstante suficiente para refutar el detet Oiinmno
si es suficiente para mostrar que el acto no cataba antcstralm calc
determinado, La razón es que el determinismo implica que todo
acto está anceatnilmcntc determinado. Sin embargo, ahora pode­
mos modificar fácilmente nuestro argumento para hacerlo válido.
Primero, en lugnr de la premisa (1). establecemos la premisa
igualmente válida
la. La pretendida evidencia en favor del acto libre es compa­
tible con la determinación ancestral y por lo tanto es una
192 E L P R O B L E M A HE LA U B E ltT A D í E L D r t l S M I N i ! MCI

evidencia insuficiente en favor dr que el neto na f 'ui .■i■<■ ■


traímenle determinado,
y en lugar de la premisa falsa (2), csublcccDim la premun venia
Je ra
Za. Si la supuesta evidencia en fcivor del neto libre es un.i evi
d u n a insuficiente en favor d e que el acto no estfi a iu c i
(raím ente determ inado. entonces La supuesta evidencia en
favor del acto Libre n una evidencia íns j f k k n b c e » b u oí de
la falsedad d el d c tc n u m rao.

D e estas d os nuevas prem isas y d e l¡i prem isa (3 ) del aigum cntu
a n terio r deducim os Ja cani 1u ton (■!), Es éste e! riizonanuenrii
cum ra la evidencia en favor del acto libre.

Una rfplkü tibtrtana justificartélt sin {inducción

L a respuesta libertaria a esltr L irg u n itn tO K U c in c ja ¡i Ja respuesta


a la objeción determ inista a la evidencia d e la im rojpecciór La
□ b je d ú n del determ inista a la afirm ación de que tenem os m u
evidencia introspectiva adecuada para csLibleccr q u e una p e r­
sona pudo h aber actuarlo de o iro m o d o consistió en que coda c u
«vid e n c ia es lógicam ente com patible can la afirm ación d e que la
persona en cuestión no p m lo haber actuada d e otro m odo. El d e ­
le m i i nisiu coih luyü que la evidencia no d e p e n d e de la hipótesis
d e que una persona p u d o h aber actuada d e otro m odo, ni tk n c
Tclcvancia p ara dielin hipóicsia
La respuesta del libertarlo — la cual constituye un rechazo a la
premisa (Icé)— es que este argumento tiene ta misma forma que
muchos argumentos irracionales v, como tal, adolece (leí defecto
de ser un tipo de argu memo que, si se generaliza; conducirían un
irruc icruilísmo casi toLil Lo que el aigu mentó del ríete r mi ñuta
»Lablrcc es que l.i evidencia que tenemos en fovur de l.i hipútciis
de que una persona pudo haber mnvido el braio, cuando de he-
chn no [o movió, no mptúa logic.íimfntt esa condusián No obs­
tante, para escapar al ir raciona lamo, el determinista debe acep-
tai que Ij evidencia que n» implica lógicamente un-i hipótesis es,
sin embargo y con frecuencia, evidencia inductiva suficiente para
creerla razonable me n le.
L'na ve* nitli es im portante observar que el determ i Ñisca a ig u -
m c n ia c n una form a que sería rechazada p o r inaceptable en otros
H UDJ Mi » K A H U A í r n j A n a D i. C JT O t) M O LKJ 193

contextos. Dado que la Unica queja del determinóla en contra de


l.i cviilencía rilada por el libertario es que es lóffkamcnte compa­
tible con el rechazo de la h ipóiew que pretende eitablecer, la ob­
jeción del d t T i n i n u t B conlleva la opinión de que ninguna can­
tidad de evidencia es suficiente para justificar una afirmación o
creencia en el sentido de que una persona pudo haber hecho algo
si la evidencia no implica esa conclusión. Esto parecería compro­
meterlo con la tesis general completamente insostenible de que
ninguna cantidad de evidencia inductiva, evidencia que no im­
plica su conclusión, es adecuada o suficiente para sostener cual­
quier conclusión í ' j i d sin duda es absurdo. Todas las hipótesis
que aceptan»* acerca de) futuro y el pasado ic basan en una evi­
dencia inductiva en favor de esas hipótesis. La evidencia que te­
nemos con respecto al pasado (por ejemplo, de que una perdona
se casó ayer) o con respecto al futuro (por ejemplo, de que hxbrá
un eclipse solar en un momento especifico) son hipótesis que Se
sostienen sólo inductivamente. Sin duda alguna, la evidencia en
fovor de estas hipótesis no implica que sean verdaderas. N >obs­
tante, la evidencia indurtiva puede ser perfectamente adecuada
y suficiente para sostener estas cosas.
Por otra parte, podemos ver que ta objeción del determinista
es errónea puesto que re De xión a sobre un casoen el que una per­
sona realiza un acto, demostrando asi que dicha persona podría
realizarlo, en el cual sólo contamos con la evidencia inductiva que
muestra que sí lo realizó. Por ejemplo, sí vemos a una persona
cuyo dedo está puesto en el único botón vinculado a un timbre,
y aunque no la vemos oprimir el botón, olmos sonar el timbre,
entonces tenemos la evidencia adecuada en lavor de la hipótesis
de que efectivamente oprimió, y por lo tanto de que pudo opri­
mir, el bolón. La evidencia con la que contamos no implica esa
conclusión pero, no obstante, bien podría ser adecuada. F.n re­
sumen, la objeción del determinista para no aceptar la evidencia
en cuestión como adecuada para la hipótesis de que una persona
pudo haber actuado de otro modo, descansa en el débil apoyo
de la premisa de que ta evidencia no implica la hipótesis. E-<.
apoyo es demasiado débil. La evidencia muy bien podría ser su­
ficiente para sostener inductivamente esa hipótesis incluso si es
perfectamente compatible con el rechazo de la hipótesis, es d e­
cir, incluso si no implica que la hipótesis es verdadera. Negar to
e l jk o m jm a n e m i i u t a d y e l u t íu im in is m o

anterior equivalí a precipitarse atropelladamente por el rariiuu»


del irraiiotialismo.

La respuesta d/l ietermniiht dtlfTmm, mó im Trrocionahxmó

No debemos aceptar una ■'erutación del Ijbertarianismo a rosta


de adquirir de paso el irrationalumo Pero el determinista uene
aún mucho que decir, no necesita adoptar el (nacionalismo para
rcfuiai la argumentación libertaria de que tenemos 1.1 vid en cia
adecuada de que una perdona pudo haber actuado de otro modo.
Nótese que en muchos caso», a pesar de que nuestra evidencia no
implica la hipótesis, no obstante es al m ena; posible obtener evi­
dencia que la implique. Ks decir, en la mayor parte de ]r>s casas
en que nuestra evidencia es una evidencia inductiva adecuada en
favor de una hipótesis, es al menos lógicamente pc^iblc obtener
i jeria evidentin ulterior que implicaría que la hipótesis es verda­
d e ra Sin duda en tales c ü s o s podemos aceptar la evidencia como
suñcienie y adecuada. Considérese el ejemplo que acabamos de
mencionar, en el que contamos con la evidencia inductiva muy
sólida de que una penona pudo haber tot « k ío el timbre; aunque
nuestra evidencia no implica esa cajtdustóii £stc es un caso en
el que es al nicnn* lógica mente pe mule obtener cierra evidencia
ulterior que implicaría esa conclusión Y es que sin duda esta­
mos suponiendo que la perdona efecifva mente oprimió el botón.
Si efectivamente oprimid el bolón, entonces es lógicamente posi­
ble observar cómo lo nprimió y por lo tanto obtener la evidencia
que implicaría rpie pudn oprimirlo F.n general, cada vezque una
perdona efectj ámente realiza un acto, es al menos lógicamente
posible obtener la evidencia que implique que en electo realizó
y pudo realizar dicho acto, Pero, por otra parre, en aquellos ca­
sos en que una persona no rcalt/a un acto, resulta imposible ob­
tener semejante evidencia t i lógicamente imposible ver cómo
una persona hace algo cuando no lo esi.1 haciendo Fnr lo tamo,
en cualquier caso en que una persona no realiza un acto resulta
lógicamente imposible obtener una evidencia que implique que
en efecto lo realiza, l'odernos concluir que en rales caso» es im ­
posible obtener una evidencia adecuada o suficiente que muestre
que la persona pudo haber realizado el acto en cuestión Esto es
todo lo que se requiere para la posición determinista. V es que
la única pregunta por disruiir es si alguna vez podremos obtener
PUDIMOS H U I R V T * IAIW ñfc tJlTlO MutXJ 195

una evidencia inductiva adecuada en favor de la hipótesis de que


una persona pudo haber hecho algo que no hizo.

La nspmtita libertaria: verdad, falsedad t mdwcián

Para defender el argumento libertario sólo es necesario percibir


tuád arbitraría es la argumentación del determinista. No w ha
dado ninguna razón especial para rechazar el tipo particular de
evidencia que hemos citado como evidencia adecuada en favor
de la hipótesis en cuestión. Además, resultaría peculiar y arbi­
trario sostener que la evidencia mencionada (la evidencia que
podríamos obtener realizando nucí tro experimento) es adecuada
para la hipótesis de que una persona pudo haber levantado el
bra/o cuando en efecto lo levanta, y aun así negar que la eviden­
cia es adecuada cuando no lo levanta. La hipótesis de que pudo
haber levantado el brazo se apoya o no adecuadamente en la evi­
dencia, y el solo hecho de que levante o no levante el brazo en el
momento en cucitión resulta completamente irtelcvante para el
problema de si es adecuada esa evidencia.
Seria útil hacer aquí una analogía Supongamos que contamos
con una evidencia muy sólida de que hay un gato en el arm a­
rio de la sala. La evidencia consiste en haber oído un 'm iau", un
ruido chirriante o cualquier otra revelación Felina involuntaria.
¿Es cata evidencia adecuada cu apoyo de la hipótesis de que hay
un gato en el armario? Sin duda resultaría peculiar sostener que
cu una evidencia adecuada de que hay un gato en el arm ario sj
hay un gato allí, pero que no es una evidencia adecuada si no
hay ninguno. La evidencia en (avor de la hipótesis es igualmente
sólida cuando no hay un gato en el armario que cuando si lo hay.
La pregunta de con cuánta fuerza ta evidencia apoya la hipótesis
de que un gato se encuentra en el armario debe ser contestada
independientemente de la pregunta de si hay o no un gato en el
armario. Si la evidencia es buena m ando el gato está presente, en­
tonces la misma evidencia debe también ser buena incluso cuando
el gato está ausente. De igual modo, si 1a evidencia en favor de la
hipótesis de que una persona pudo haber levantado los brazos es
una evidencia correcta en favor de esa hipótesis cuando de hecho
la persona levanta el brazo, entonces también debe ser una buena
evidencia en lavor de que pudo haber levantado ei brazo cuando
de hecho no lo levanta. En resumen, el que una evidencia apoye
EL PROBLEMA DF. LA U nJFJtTtVD V El. DETiESMIMSMU

o n o una hipótesis, es decir, la a p o y e inductivam ente, n o d e p e n d e


d e n in g u n a consideración u lterio r acerca d e b v e rd a d » falsedad
d e dicha hipótesis.

LA IRKEFt! [Afll UD AD DE LA TESIS DEL DETEÍM INISM O:


U N A R G U M E N T O D E T E R M IN IS T A

A ú n ix3 liem os e x a m in a d o can c u id ad o r l a rg u m e n to m ás fuerte


que p u r d r presen tar e¡ determ inista c u í a n i r a d e todas las o b s e r­
vaciones anteriores. Y « q u e el arg u m e n to m ás sólido e n con tra
d e io d o s los recL m u s Lit " r ía n o s en el u n i d o d e q u e contam os
enn la eviden cia suficiente d e q u e una person a p u d o h a b e r ac­
tu ad o d e otro m odo — y. p o r lo tam o, p ara c o m p ro b a r la false­
d a d d el deiei minuiiKi— « es aquel q u e se basa en tu idea d e q u e
la tesis d el dclerim nbsnio no p u e d e refutarse m ediante n in g u n a
p r u e b a em pírica. C on sid erem os un arg u m e n to de G . J. W arn o ck
en d efen sa de esta conclusión. WariKtck d efin e l.i tesis del d e te i ■
n iin u m o c o tn o Ij tesis sej^ún la cual "p a r a io d o suceso í , existe un
conjunto d e oond inanes antecedentes tales que, cada vez q u e se
obtienen u chas condiciones, o c u rre un suceso d e ) tipo 5 ”. W a r ­
nock llarnu a esta tesis T . Su argu m en tación es la siguiente:

Supóngase entonces que nca hacemos U p r e g a n « : ¿qué tendría


q u e ocurrir para «firm a r que T a filia ? ... Es Cicil im aginar un su*
cesoS,condiciones suficientes para n io c u n e n c u q iir M tu p o n e q u e
siem pre han sido ABC-, y que algún rita a u i condiciones podrían
obtenerse y sin em bargo el suceso S n o ocurre. P rro evidentem ente
esto no refuta T Y e s qi»e se d ijo en 7 que ikmeamcnir existen a rr­
ias condiciones suficientes para la ocu rrcncu d e cualquier suceso;
n o i r a pee i ñc ó cuáles san estes co n d ic io n a en cualquier caso, com o
tam poco te im plicó con estoqu e cualquiera «a he n a «u n a m e n te en
cualquier caso si las condiciones s a n o no suficientes Decir que exis­
ten ciertas leve* d e la naiurale 2a n o implica que cualquiera sabe, o
qu e en realidad ía b r l en algún mom ento, exactam ente lo qu e son.
Y por Id tanto la opc-ración d e T p compatible con el rechazo d e
cualquier afirmación d e ley, y cualquier afirm ación causal qiw* haya
sido, e s o seri sostenida. Si d igo. "Alguien ahora en s u casa tiene el
pelo verd e“ , puede mostrarse que lo que d ig o es falso, ya que pu ede
p cd ín ele a las persona» d r b u cana q u e desfilen para comprobar
qu e ninguna d e ellas tiene el pelo verde. Ftero ii digo, “ H u bo una
v e i, o hay o habrá, en algún lugar del universo, una persona con
e l p e lo verde", no necesito admitir que estoy equivocado. Pbrque
LAlRHEJ'irift&l [.llVUi [it LA TESIS DtTTHUINISTA 197

nunca podrá decirse que ftlEnHi inspeccionada» ttxha kw ruiconn


lict universo « i cualquier teclia posible y que se encontró que no
mctuün a alguna puritana de pela verde. De la misma manera, si
d iirn , "Cierto axijU|»o de roniiiL h c j ABCDEF es s u f ic ic n t r p in
que ocurra S". sería pdihlc mutlrar (juc estoy equivocada Ya que
p o d r í a intentarse el n ú m e r o finito d e combinaciono de números
y sd u e r ía que ninguna sería sufi ¡ml-e pan* que S ocurra. Pero ni
stmpianmtc afirmo que existen cieritu canHirkmra y no delimito
el área de búsqueda de las mumu, nunca necesitaré admitir que
«toy equivocada Pues nunca podría afirm arv que todo factor o
conjunto de Factores concebibles que pnlrun mt condiciones de S
fueron puesto* a prueba y rechazados; de tal suerte que siempre
podría decirse que la combinación correcta de cuntí ¡cierne» no lia
^ □cn ccn lrad a todavía.11

D e esto W am ock concluye:

. , nunca podría ocurrir un suceso cualquiera que fuera necesa­


rio, o incluso natural, describir como un tu m o no causado. Nunca
podría decirse que ninguno de sus complejos e infinitamrnie nu­
meroso* antecedentes pudría ser ^ona riera rio suficiente para que
dkho suceso ocurriera. Y ruó equivale a decir que riada podría
ocurrir que exigiera de noaocrca La afirmación de que T es G il»...
No requiere de ninguna evidencia empírica que la apoye porque
ninguna podría servir en su contra. No puede probarse em p im -
mente, porque ninguna prueba podría fracasar —o mis bien, nada
podría servir como prueba 11

No resulta difícil comproliar cómo las observaciones de War-


nock pueden ser utilizadas para responder al argumento liberta­
rio que hemos estado considerando. Supongamos que Warnock
está en k> Correcto y que la tests del detcrniinismo no puede ser
refutada mediante una prueba empírica; supongamos que nunca
ninguna evidencia empírica resultaría suficiente para refutarla
Según el libertario, existe alguna evidencia empírica que serla su­
ficiente para establecer que una persona pudo haber actuado de
otro modo. Cualquier evidencia que resulte suficiente para esta­
blecer la verdad de una hipótesis es también suficiente para es­
tablecer la íabedad de cualquier hipótesis incompatible con ella.

11 C.J. Warnock, "E w rj Eirni H ** a Carne*, m n ip ra a m Lcgu ¿ i* .


1
(najfí, fcjfunel» K iir, Anthony Flrw ¡ « ), han! BUckvtD Oxford. 1959, p 100
11 SMrf.t pp. 106-07.
198 El. PROBLEMA DF, |> U BES IAI) r El. DFITJIMINISMO

Por lo tanto, p o r ejem plo, ai poseo la evidencia em pírica suficiente


p a ra establecer q u e una perdona en todo el universo tiene el c a b e ­
llo verde, tengo la evidencia suficiente pan » establecer la falsedad
d e cualquier hipótesis incom patible con ella, digam os, la h ipóles i*
d r q u e todas las personas en el universo tienen el p olo ya sea c a lí,
ya am arillo, ya rojo, ya gris. A h o ra bien, si la hipótesis d e q u e
una p erson a p u d o h aber actuado d e otro m o d o es incom patible
con la hipótesis d e q ue su com portam iento estaba anccst raím en le
d eterm in ad o (y, p o r lo tanto, incom patible con la t e s » det d e te r­
m inism o) y sí cuento con la suficiente evidencia em pírica para
establecer la verdad d e la hipótesis d e que u n a persona p u d o h a ­
b er actuado d e otro m odo, esa evidencia será tam bién suficiente
p a ra establecer la falsedad del determ inism o. N o olntante, si la
tesis d e l deicrm inisinn n o p u ed e refutarse m ediante cualquier
evidencia em pírica, entonces n o existe evidencia em pírica algu na
q u e p u e d a establecer su lahe<l:iil. D r ahí que, d a d o q u e la tesis
d el dctrrm in isiuo no p u ed e ser refutada p o r n in gu n a evidencia
em pírica, la evidencia em pírica reunida p o r el libertario en a p oyo
de Ja hipótesis d e q u e u n a person a p u d o h aber actuado d e otro
m odo un pu ed e sct u n a evidencia ad ecu ad a p a ra establecer dicha
hipótesis. C o m o resultado d e Jo ¡interior, el libertario se halla en
un e r ro r al sostener q u e la evidencia em pírica con la q u e cuenta,
y con h que io d o s p o d ríam o s contar, p ara a p o y a r la hipótesis d e
q u e una persona p u d o hal>er actuado d e o í r « m odo, es u n a evi­
dencia ad ecu ad a p a ra sostener esa hipótesis. N o p u e d e ser a d e ­
cu ada p o rq u e no es ad e c u a d a para m ostrar q u e el determ inism o
es falso.

La respuesta nbertana la postbu utad de evidencia inductiva

Es cierto q u e no im porta cuánto tiem po busquem os, y cuántas


veces fracasemos en nuestro intento, para en con trar a u n a p e r ­
sona con el cabello verde, y no im porta cuánto tiem po b u sq u e ­
mos, y en Antas veces fracasemos en nuestro intento, p ara e n c o n ­
trar la causa d e algú n suceso, la posibilidad lógica sigue siendo
q u e existe una persona con el cabello verde y q u e el suceso tiene
u na causa. .Así que W arn o ck está en lo cierto c u a n d o afirm a que
nunca serfa necesario describir itn suceso com o cátenle d e causa
P e ro d ifir lím em e se sigue d e esto qu e n in gu n a evidencia em pírica
p u e d e servir p ara refutar la hipótesis de qu e un suceso no tiene
LA It)H rF V ri'n m IJ IM.II D K I.A T E S * DETERMINISTA 199

causa. Como tampoco « derprend de lo que afirma Warnock


que ninguna evidencia empírica puede »crvir p a n refutar la hi-
p ó ln ll de que e x á le una p e m m con el cabello verde.
rara comprobar qur talo es asi. rcflrxioncmos sobre la hipóte­
sis: "Alguna vez hubo, o hay. □ habrá, en algún lugar d d universo,
una persona que i u y o * o tiene, o tendrá el cabello verde". Por su*
puesto. ci cierto que ni i^ u ic ia toda la evidencia que pudiéramos
o tw n ei por medio de ta observación o la investigación nos lle­
varía en algún momento a concluir que dicha hipótesis es faL»,.
Es decir, no importa cuánta evidencia inductiva logremos reunir
para determinar la falsedad d r esta hipóles», seguiría siendo ló­
gicamente posible, incluso dada esa evidencia, que !a hipótesis
fuera verdadera. Sin embargo, difícilmente se sigue de esto que
nunca podremos tener evidencia inductiva adecuada para pro-
liar su falsedad. En efecto, muy bien podríamos afirmar en este
momento que contamos con esa evidencia. El solo hecho de que
cualquiera que sea la búsqueda, y la investigación, nunca obten­
dremos la evidencia a panir de la cual pudiésemos deducir que
ia hipótesis es falsa, no prueba gran cosa. Lo mismo es válido
con respecto a la tesis del dctcrminismo. Cualquiera que sea la
búsqueda y la investigación, n i obtendríamos una evidencia que
nos llevara a. concluir que la tesis es falsa. No importa cuánta evi­
dencia logremos reunir, aun asísr-rta lógicamente posible, incluso
dada esa evidencia, que la tci& Juera verdadera. Por cuantiosa
que sea esa evidencia em pirka, no o ta re n * » autorizado« para
deducir ti falsedad de la validez de] detcnntnamo. Pero bien
podría ser que coniáram oi con Li evidencia cm plrna suficiente
para establecer inductiva me me Lt falsedad de la hipóles» del “ ca­
bello verde" y -con la evidencia suficiente para sostener la labedad
del detcnníniimo.
Es perfectamente posible que cierta evidencia empírica apoye
índ uctivamente la afirmación de que no existe nad ¡c con el cabe­
llo verde o de que algún suceso carece de c íusa aunque la evi­
dencia deje abierta ia posibilidad lógica de que exisia una p er­
sona ton el cabello verde y de que el suceso tenga una causa.
Una vei indi, el aspecto critico del problema es muy sencillo. V
es el siguiente: que la inducción, y ia prueba inductiva para cual­
quier hipótesis, em pieci donde acaba la deducción. Cuando na
contamos con una prueba deductiva, nos encontramos precisa­
mente en el terreno propicio para la investigación y la pruelta
200 EL PROBLEMA DE LA LIBERTAD Y EL DETERMINISMO

inductivas. De tal m an era q u e , el solo hecho d e q u e n in gu n a e v i­


d en cié em pírica sea ded u ctivam en te suficiente p ara establecer la
falsedad d e l d e te rm in u m o en lo absoluto im plica o d em u estra
q u e c u alq u ier cantidad d e evidencia em pírica es suficiente para
establecer inductivam ente la falsedad d e l d e te rm ín e n lo . Pero si
U falsedad del d eterm in ism o p u e d e establecerse m ediante p r u e ­
bas em píricas, la tesis d e l determ in ism o, contrariam en te a |o q u e
W arn o ck ha sostenido, q u e d a abierta a la refutación em pírica. Por
o tra parte, a partir d e nuestra investigación im agin aria del acto
d e levantar un brazo, resulta perfectam ente claro q u e n o sólo es
p osible o b te n e r evidencia em pírica suficiente p ara refu tar la te­
sis d d determ inism o, sino q u e tam bién es cierto q u e se m e u n te
eviden cia está a n u estro alcance.

¿ a reíptiésut ¿ettrm,mtsU
a lgo debe andar mal en el argum ento libertario

Q u iz á la* respuestas ofrecidas hasta ah o ra p o r el determ inista


finalm ente no ten gan efoeio, A ún le q u e d a una p o d e ro sa res­
puesta. P od rem o s percibí ría m ejor re fle x io n a n d o c u id ad o sam en ­
te sobre la Indole exacta d el in dum en to libertario basado en el
e x p e rim e n to im aginario. El libertario sostiene que a partir d e
este e u p e n m e n ta obten em os eviden cia e m p írica ad ecu ad a p ara
a firm a r q u e u n a p erson a p u d o h a b e r actuado d e otro m o d o de
com o, d e hecho, actuó. Utiliza pues u n a equivalencia d e fin id o -
nal, a saber, que un acto libre es sim plem ente aqu el en el cual ta
p e rso n a p u d o h a b e r a c tu a d » d e otro m odo. D e a h í q u e el liberta­
rio argum en te q ue ha presentado la evidencia em pírica ad ecu ad a
p a ra sostener q u e algu n os actos son libres. Kl siguiente paso es
recurrir a u n a p rem i a en la cual coinciden am bas partes en esta
disputa, a saber, que si la tesis del determ inism o es v erd ad era,
entonces n in gú n acto es libre. Esta última prem isa, a su vez. es
obviam ente equivalente a la afirm a r^n de q u e si algu n os actos
,«m libres, entonces la tesis del detcrm inisnio no es v erdadera.
C on clu y e así, en conjunto, q u e ha p ro p o rc io n a d o la evidencia
con tu n den te en favor d e la afirm ación d e q u e la tesis del d eter­
m in a mo no « verdadera. En eatn es en lo q u e el libertario apoya
su a rru m e n tac i6 n no sólo contra el determ inista, sino tam bién en
favor d r su p ro p ia posición. V lo q u e resulta interesante es q u e
la i R R E n m m L i c u r tw m t >:s is i u t e k m i n i s i a 201

también en esle mismo elemento concluycnt/1 es donde entra en


juegn la respuesta del determinista.
Recordemos qué signilica exactam ente la tesis del delrriní-
nirmo Básicamente se trata de la tesis de la causalidad univer­
sal, es decir, aquella que afirma que todo cuanto ocu rre tiene una
causa. Por lo tanto, si el argumento libertario anterior es correcto
en todos sus aspectos, k> que realmente se ha presentado es la evi­
dencia empínen adecuada de que d e d o acto no tiene une causa.
Sin embargo, insiste el determinista, no k lia presentada nada
semejante. U evidencia obtenida a partir del experim ento no
demuestra, o cuando menos no apoya, conuindcntcmenu. la afir­
mación de que algo que ocurre o deja d r ocurrir no tiene causa, El
determ ínala nos'recomendará que recordemos la naturaleza del
experim ento. This presenciar el acto de una persona que levanta
y baja el brazo varias veces y en condiciones diversas, nos preo­
cupa entonces el que esta misma persona haya podido levantar
el brazo cuando de hecho no lo movió. Momentos antes (véanse
las pp. 188—189), el determinista señaló que las múltiples condi­
ciones de los músculos de dicha persona eran causalmente sufi­
cientes para que su brazo permaneciera sin movimiento. En esto
estuvo de acuerdo el libertario, pero prosiguió su argumentación
sosteniendo que la persona era sin embargo incapaz de contro­
lar y alterar rl estado de sus músculos. Lo que resulta crucial
es reconocer que el estado de sus músculos en ese momento era
can&ajmemc suficiente para que su brazo permaneciera inmóvil.
Y ca que, si en verdad su braas permanece inmóvil, existe una
causa para ello, a saber, el estado de sus músculos. Además, en
d toma-y-daca anterior entre el libertario y el determinista, todo
esto se dio por sentado. De tal manera que difícilmente se ha de­
mostrado que es razonable pensar que cierto acto (en este caso, el
acto del brazo que permanece inmóvil) no time causa alguna. De
hecho, realmente no importa si el libertario aceptó algo. Ya que
claramente es cierto que el estado de los diversos músculos fue
causal mente suficiente para que el brazo permaneciera inmóvil.
Y. dado que el brazo permaneció inmóvil, este fue llevado a adop­
tar esa posición por el estado de los músculos. De tal suerte que
el experim ento no demuestra que resulta razonable creer que
cierto acto carece de causa.
Ahora bien, el determinista puede lanzarse a ti ofensiva en una
forma original. No se ha proporcionado evidencia empírica ade-
202 EL CHUHIXMA Dtl LA U BLlí ¡ AD V E l ItETTH M lM 5M ‘ >

i uada que apoye la afirmación de que cierto acto no til nc causa


■ilguna. Pero, «i el argumento libertaria fuera cotttfiu, enti»m n
la evidencia en apoyo de la afirmación de que el detcrmitmmo n
til«» jrríi una evidencia en apoyo de la afirmación tic que cierto
acto no tiene cauw alguna. El dctcrmitiismo es tan sólo la tesis
»cgún la cual lodo cuanto ocurre lienc una causa. Por lo Lanío,
el determinista sostiene que hay alga que no cuadra eti el argu­
mento libertario, aunque no puede precisar con exactitud t f t U es
exactamente. Esa argumentación, de ser correcta, resultaría en
u na Conclusión —que hay evidencia adecuada en favor de la afír­
mate íiüii de que ciertos actos tío tienen causa alguna— que eviden­
temente rio se fia establecido. Asi que algo debe a mi.'ir m:d en la
argumentación libertaria.

V hii iftf/Htsia hbrrtanu un ftíiimir tomantarw

l.i) respuesta fiel lilierlirtf u esra critica consiste en reiterar su


¿ifirma iirín iiri^in; I, En un principio e stu v o que esta evidencia
era adecuada para apoyar la tes» de que una p e rlin a pudo ha­
ber adunda dentro modo Loque eld ettrm iim ia ha sostenido es
que rala evidcncíu no parece ser de’ tipo que pudiera refutar la
icsis ücrl detcrtiimismo. El liberurio respond e que la ra¿ón por la
cual esta evidencia no parece refutar La tesis del deiermintsmu es
que la hipótesi!,de que un.i persona pudo haber actuado de otro
modo tío es obviamente incompatible con la tesis del dcieiiiii-
nistno. Luevidem ia que permite mostrar que una persona pudo
hal>cr actuado de Otrfi mudo también permite mostrar qtte cual­
quier iiipi'itrsis incompatible con 6sta detx ser falsa Sin embargo,
bien podría dañ e el caso de que cierta hipótesis sea de hecho in­
compatible con la hipótesis de que una persona pudo fia be i ai -
nía tío de otro modo, pero no parece ser incompatible con ella.
En ese caso, la evidencia en favor de la hipótesis de que una per­
sona pudo haber actuado de otro modo, la cual es suficiente en
favor de esa hipótesis, quizá no parezca concluyente para refutar
la otra hipótesis. Sin embargo, iiiinqiic pueda no parecer conclu­
yente es. no obstante, concluyente.
Unit analogía puede ayuda* a esclarecer esta cuestión. L"na
persati;i podría ver un dado sobre su escritorio y obtener asi una
evidem ia concluyentr de que hay un dado en su escritorio. Ahora
bien, un dado es por definición un cubo, y un cubo es algo que
I.A IKREfUTABltlOAD D t LA llS lS D tTtH M IN tS IA 203

tiene doce aristas. Es decir, del hecho de que algo e» un ciilx» p<>-
demos d c d u c iT con validez que tiene doce aristas Sin embargo,
supóngase que la persona que observa el dado en su escritorio,
y que sal>e que es un cubo, no se da cuenta de que del hecho
de que alga es un cubo se sigue que ese algo tiene doce aristas.
Aunque m u ltara aparente para esta persona que cuenta con la
evidencia adecuada para afirm ar que hay un cubo sobre su escri­
torio, puede no resultarle apare me que cuenta con la evidencia
adecuada de que algo sobre su escritorio tiene doce aristas. No
obstante, la evidencia con ta que cuenta es adecuada para esto
último . El que él vea un dado sobre su escritorio le proporciona
evidencia Híñeteme para establecer que el objeto sobre su escri­
torio tiene doce aristas. El hecho d e que no le parezca a ¿I que la
evidencia de ver un dado es suficiente para establecer que hay un
objeto sobre su escritorio que tiene doce aristas es cosa aparte. La
evidencia cssuficiente para apoyar esa hipótesis, se dé o no cuenta
de que n*i es De igual forma. ti la afirmación de que una persona
pudo haber actuado de otro modo es tal que podemos justamente
deducir a partir de ella que el comportamiento de dicha persona
no estalu aiicesLralmcnte determinado y, por lo Lamo, que la tesis
del delermimsmo es falsa, entontes la evidencia de que tenemos
que apoyar la hipótesis según la cual una persona pudo haber
actuado de otro modo es también una evidencia que apoya la
hipótesis de que el determinUmo es falso
tina persona que no se da cum ia de que uno puede justa­
mente deducir la taludad del deierminisnio a partir de la afir­
mación de que una persona pudo hal>er actuado de otro modo es
una persona para la cual la evidencia en favor del establecimiento
de la verdad de la última afirmación no resultaría ser evidencia en
favor del establee mi>c 111r> de la falsedad «leí deferminismo. Pero
sf serla evidencia, y evidencia suficiente, de esto tiltimo y, por lo
tanto, de la falsedad del deterninism o. lie ah i que la evidencia
que liemos obtenido a partir de nuestro experimento imaginario
y la evidencia disponible a partir de los incontrolables aunque
abundantes recursos de la vida cotidiana es suficiente para mos­
trar que una p rsona pudo haber actuado de otro modo y, por lo
tanto, que la tesis del determintsmo es Elisa.
Que semejante evidencia pueda no resultar del tipo que se re­
quiere para refutar la tesis del deierminismo «e deriva del hecho
de que podría parecer que uno no puede deducir con justicia la
201 EL ntOBI-l'M * UC M LIBERTAD V EL DETOtMIN1SMO

falsedad deJ d e te riu in b m o 3 p a n ir d e Ja afirm ación d e que una


person a p u d o haber ¡temado de o iro m odo Sin em bargo, l.i d e ­
ducción es válida y la refutación de la tesis de! determ inism o es
c o n d u vente.

L a p o s ic ió n c o m p a t ib ilis t a

Posiblem ente, u n o p o d ría sostener q u e tanto las observaciones fi­


nales det libertario co m o las d el determ inista tienen cierto mérito.
El determ inista afirm a con cierta p la c ib ilid a d q u e la evidencia
d e q u e n n a p erson a p u d o haber actuado d e otro m odo n o es
ad ecu ad a para re fu lar la tests d e l delerm inism o. En efecto, esto
parece ser cierto ya que si el dctcrm inism o fuese falso, entonces
algo q u e o cu rre carecería d e causa y la evidencia obtenida a par-
ü r d el exp erim en to im agin ario no parece m ostrar que algún acto
carece d e una causa. Por otra parte, sin d u d a d ebem o s estar de
acu erd o con el libertario en que hay evidencias m uy sólidas en
favor d e la hipótesis de que una persona p u d o haber actuado de
otro m odo. Pero si esa hipótesis im plica la falsedad d el deferm i-
nisrao, entonces a todas luces debem os csrar de acu erd o con c]
libertario en que tenem os evidencias sufírientes y «adecuadas en
favor d e Ja falsedad d el d e te rn in ism o .
Em pezam os señ alan do una paradoja aparente: el sentido co­
m ún reflexivo apoya la tesis « I d determ inism o y apoya tam bién
la tesis <lr q u e ciertos actos son libre*. Por lo tam o, es razona
ble creer cada u n a d e ritas ¡iSrmacioncs. Sin em bargo, las dos
afirm aciones parecen lógicam ente incompatibles. En un intento
p o r decidir entre |a i afirm aciones en cuestión, hem os sido con ­
ducidos, en efecto, a tu ra aparente paradoja, a saber, q u e hay una
sólida evidencia em pírica su Hiriente p ara refutar eldeterm in ism o,
p e ro que esa mlsiua evidencia no parece implicar, o incluso a p o ­
yar inductivamente, la afirm ación (Le que ciertos actos carecen de
causa El liccho de que parece h a b e r cierto m£r¡tn m am bas p o ­
siciones. la libertaria y la HriermiuLsta. ha con ducido a algunos
a buscar una concepción alternativa D a d o q u e nuestro intenta
p o r inclinarnos hacia el libertario o el determinista, ha con d u cid a
a otra paradoja aparente, tenem os razones adicionales p a ra bu s­
car una posi ión a lte rn a d la , d e se a n d o con optim ism o encontrar
u n a q u e solucione las paradojas y a la v e i conserve lo q u e parecen
ser los buenos argum entos del libertario y el determinista.
LA N t tilU Ó N COMPATÌ BU JSTA 205

El libertario y el determinista comparten una premisa común:


si el determinismo es verdadero, entonces no hay artos libres o. si
los hay. ctuonccs el determiniamo na es verdadero. En otras pa­
labras. eldeLcrmintsmo y el acta Libre son incompatibles. En con-
icairtii'ia, podemos ver fácilmente que alguien podría rechazar
del mismo moda tanta b poste ¡fin determinista como ia libertaria
rechazando la premisa que lea es común. Nos referiremos a los
filósofos que proceden de esie modo con la palabra cowiftaltbütilas.
en contraste con log deterministas y los libertarios, a los que nos
referiremos en conjunto con la palabra tru^mpaiibmst^^ (Véase la
tabla presentada anteriormente en la p. 156.)
Queda perfectamente claro que la posición del compatibilista
resulta filosóficamente tentadora. Previamente dijimos q u e el
problema de la libertad y el determinismo plantea una paradoja,
porque l¿ tesis del determinismo así como la hipótesi:* de que en
ocasiones las personas actúan libremente, son ambas irirmacio-
lle-i q*ie una persona con sentido común acepta como evidentes.
El que dos creencias qu e son perfectamente evidentes desde el
punto de vísta del sentido común resulten ser ¡ntcimpaiíbles es.
en verdad, un a paradoja. La posición compatibílista es un intento
por disipar la apariencia de inern - Mencia y, con ello, por disol­
ver la paradoja, mostrando que lo que parece inconsistente real­
mente no lo es. La supuesta inconsistencia, según el compatibi­
li»ta, es tan sólo aparente y no real. Además, la otra paradoja apa­
rente utnniéit se disolverá. Ya que. como veremos, la posición
compaubilista nos permitirá sostener razonablemente que conta­
mos con la evidencia empírica de que alguna persona pudo ha­
ber aciuado de otro modo, pero esto no constituye una evidencia
empírica en favor de la falsedad del determinismo y, por lo tanto,
no es una evidencia empírica de que algún acto carece de causa.
¿Cómo se defiende la posición compatibilisia? Parece implau­
sible sugerir que una persona pudo halier actuado de otro modo
aun si su comportamiento estuvo causalmente determinado por
condiciones existentes antes de su nacimiento y sobre las cua­
les no tenía ningún control. No otastantc. ésta es precisamente
la opinión que los compatibilisLas defienden. Su linca de defensa
ha tomado dos direcciones. En primer lugar, alguno* compiiti
b¡listas han intentado mostrar, mediante el análisis de la noción
de determinación causal, que la tei» del determinismo causal no
implica nada que sea incompatible con el acto libre. El defensor
í-L I’ R O ftl.fcM A D E LA U B E J tT A D Y F.L D E T E R M IN 'IS M O

más lamoso de esta idea es quizá ¡ohn Stuart Mili, pero muchos
filósofos han seguido esta linca de pensamiento. En segundo lu
gar, algunos compatibiEbttas han intentado mostrar que la nica de
un arto libre, es decir, la idea de que una persona pudo haber ac­
tuado de otro mudo, no implica nada que sea incompatible con
el determinismo. listos dos enfoques son en realidad dos lados de
la misma moneda. Ya que, por supuesto, si la idea del acto libre
no implica nada que sea incompatible con la tesis del determi-
nismo causal, también será cierto que la tesis de) determinismo
causal no implica nada que sea incompatible con el acto libre Sin
embargo, desde un punto de vista metodológico, uno podría em ­
pezar analizando cualquiera de esta» nociones en un esfuerzo por
establecer esta compatibilidad Finalmente, uno podría intentar
probar la compatibilidad del acto libre y el determinismo sin pre­
sentar un análisis de cualquiera de ellos. h¿tc puede resultar el
camino menos prometedor, pero es un camino que debemos in­
vestigar también.

U n ARGUMENTO COMPATtftl LISTA:


LA CAUSAD tME) COM O C O N STITU YE N TE DE LA ACCIÓN

Cierto» ngüilientos ya expuestos para demostrar la com patibi­


lidad tlcl acto libre y el determinismo son únicos porque tratan
de demostrarla argumentando que el determiniuno es indispen­
sable para el acto libre. F^ta visión ha adoptado cierto número
de formas Una de ellas « el argumento <le que la distinción en ­
tre el acto y la mera pasividad tiene que ver ella misma con (a
causalidad. Anteriormente cuando examinamos el caso del d e­
terminista observamos que, según él, la verdad de! determinismo
implica que Us persona» son más pasivas que activas. Si la acción
humann es el resultado inevitable de fuerzas cau&ales fuera del
control de una persona, parecería que es m is bien un sujeto so­
bre el que p actúa que un actor. La persona que aprieta el gatillo
del arma asesina parece activa, parece estar realizando un acto.
Pero, según alguno« deterministas, realmente no está activa: más
bien está respondiendo pasivamente a fu trías causales que se en­
cu ern an totalmente fuera de su influencia Según ciertos tom-
patibi lista*. esto es una inversión total de La verdad. Porque, tal
y como ven las cosas, la diferencia entre una respuesta pasiva y
una acción debe ella misma delinearse en términos causales.
LA CAU5AU1MD OilMO CON5Tm.l¥F,NT> l)E I-A ACCJIÓN 207

¿Cuál c í la diferencia cn irc un sim plr .v io (como el de levan


lar el brazo) y un simple movimiento del cuerpo (el d d brazo
moviéndose hacia arriba), el cual no es un arto? Una respuesta
compatibilista a esta pregunta es que en el caso en que yo levanto
el brazo, algo que sucede dentro de mi provoca que mi orazo se
mueva hacia arriba. El hecho de que vo realice el simple acto de
levantar el brazo conlleva que mi brazo se mueva hacia arriba en
respuesta, respuesta causal, a aigo que tiene lugar dentro de mi
Los cüuipaübUisias han descrito esto que ocurre dentro de mí de
varías maneras. Por ejemplo, en ocasiones se han referido a ello
con la palabra v o i u m m , en la que la klea es que el que yo levante
el brazo consiste en que mi brazo se mueva hacia arriba como
consecuencia causal de una volición que ocurre dentro de nú. La
volkión bien podría describirse como una “volición-para-qui-un-
bnuo-se-niueva-hacia-arribí. o algo por el eolito. Sin embargo,
el estado, como se ha dcstruo, es aqud de cuya existencia misma
p o d ría —y de hecho así ha ocurrido— dudarse. De níngtin modo
resulta evidente que exista tal cosa com o una volición de levan­
tar un tin a ) dentro de una persona cada vez que ósia leva nía
el brazo. Una volición tendría que ser cierto tipo de ocurrencia,
cieno episodio que ocurre dentro de una persona pero que no
puede identificante medíante ti introspección. V es que no re­
sulta del todo claro que cuando una persona levan tad brazo, ésta
puede detectar en algún momento, mediante la introspección,
que ¡vemejante volición está ocurriendo
La teoría de la volición punte aducirse, sin embargo, en una
forma impermeable a problemas de este upo. Puede ser que la
volición ronsistaen algún tipo bien conocido y hasta común de es­
tad« psicológico E‘or ejemplo, puede argumentarse que cuando
mi braxo se mueve hacia arrilia porque quiero que s e mueva ha­
cia arriba, yo he levantado el bruzo. Asi que el ticcho de que yo
haga algo comiste en que cieno suceso tenga Íugaí porque así
lo quieto. Ksta opinión exige que c x is L a alguna conexión entre
nu deseo de r t a l i u r d acto y su ocurrencia. Esta conexión obvia,
sugiere el compatibilista, es una conexión causal, t i deseo pro­
duce causalmente el acto. Si esta opinión, o cualquier variación
de Li misma, es correcta, entonces el que yo h¡»g¡t algo lequiere
que ese algo sea causado por algún estado psicológico que ocurre
dentro de niE. Un consecurnria, el arto, y por )a tanto e] Acto libre.
20H M. l’ ROD LE MA HE I ¡BFRTAJ1 V Et. DETERM INISM O

ddxr scr compaUblc con In determinación causal pucs conllev.i la


determinación causai conio un consniuvcntc

Una itfihrù tncomjMWbilista tquf controla. Ia causa?

Kste pum o de <*Í5i.i tiene numerosos defbeins, F,n prim er lugui


iU ninguna manera resti Ila ntivinn pari ir de En mirotifwreirtn f|inr
cadn ver que una persona rcalj/a un netn, í* ic « ve acom paña In
de a l c u n a neri:» irl.iti, anhelo, o deseo antecedente, o d e Eii>iLqm ci
o i.o estado psicológico específico Los acl os ocurre ti liajn circuii*
uhiA is muy variada* i que «iguen a difcrcnics lipfw de calado*
psicológicos. Así que resulta inu ialmcme iinpLii^ihlc sugerir que
exo tt u r upo cualqu il riti de esimio psardógirn <Ic itiLrmpcccióri
rpit es mi elemento cónsul mivn fíe ludo ario humano.
Sin L'itilhTF^o inrlusc: si aceptamos un:i n o c tli ile volición que
liti i <Mulini ye ua estado de inirm pca i^u, y dam m i al mía a ti pu-
»iliilmlatl d e q u e ludo .u m hiimatin pueda tenet ionio eJcnunln
mnwllnnjvt) iinesanri ¿ilgún ingrediente de « l e upo, del (jnt nm
¿rutiode tu uní i im e.tr.1 rfinscimTf, el compiuti*dista aun no había
t'anadn l!;i hai al la
l^ara comprobar lo anterior, supongamos rpi«; todo arto utne
un elemcnlo constitutivo necesario, algún n ítid o que hace <¡uc
el arto ocurra lk - umgiin i manera queda claro que In que ;iqu(
estamos supi me min es de al^iín modo inteligible La idea tiene
i kvH*s dele* los interne», l’or ejemplo, si se díte que el esiadn en
nic^iiin es una volición, e m o n io detwmos sentirnos inclinados
a pretil mar « le qué es csi.i voli* iriii? Supongamos que te van tu el
bra/o ¿ tjfM .i volit iein. la funi es un elemento constitutivo de este
uto, ima volinoti de (juc mi hra¿n »c mueva hacia an itki' V \¡ es
una \oli( iòti de rpie mi brazo se mueva hacia arriba entonces tes
Cila Mimici volición u n acto? V si h volición es ella iiil m im un acto,
enionccs ¡debe haber una volición que a mi ve/ ysi itn el* mento
constitutivo nocchino del « fio ; Kn f « caso, cuando levanto el
brato [ciu lib que haber una volieiún para que mi Lira//* se mueva
hacia arriba y, sic mío esa volición miMiia un acto, tendría que le-
ner como muremie lite necesario un.i volición \ aM sucesivamente
Esta regresión podría evitarse negando que las t'utii inn n ion .te­
tas o que todos kw actos tienen m ino firm em os io rtsiit uòvo» vo­
liciones Pero Cualquiera de e^las alternativas permite responder
LA U A U S A L JU A tJ C O M O C X )N ST T M -T V E W T E DI? LA A C C IO N

que podríamos de la misma manera dar por terminado el asunto


con el acto de levantar el brazo como con la volición de levantarlo.
Sea como fuere, incluso si uamos por sentado el supuesto de
que lo» actos »1 tienen cierto ingrediente causal corno elemento
constitutivo necesario, esta opmtun conlleva una abrum adora d i­
ficultad inherente. Consideremos un acto causado por otro acto
Supongam os que levanto una barra empujándola. En este caso,
yo realizo un stcLo (levantar la barra; realizando cierto acto ante,
rior (em pujar la barra). Mi presión sobre 1.« barra es lo que causa
que ¿ata se levante del piso y por I» lanío I» que provora la o cu­
rrencia de mi acto, el levantamiento de la barra. F.n efecto, en
este cas» el que yo em puje la bam i es un elemento co n ju n tiv o
necesario del levantamiento de la misma. Este « un caso perfec­
tamente claro, entonce», de un acto que sí tiene romo .ngred ¡ente
un elemento constitutivo causal. Si no fuera por la relación causal
entre em pujar la barra y el hrrhn de (pie ésta se mueva, ti acto
no habría tenido lugar
Sin embargo, este «imple hechn o perfectamente compatible
con La idea de qut ni el acto de em pujar la barra ni el acto de le­
va riLir la fueron actos Ubres. Supongamos pues que el acto de em ­
pujar la barra Fue el resultado, el resillad o inevitable, de sucesos
sobre Dos cuales yo no tenia ningún conuol, En ese caso, no pude
haber actuado de otro modo. Dado que el hecho de que yo haya
levantado ti barra fue el resultad™ inevitable del hecho de que la
haya empujarlo como lo hice, se sigue que de la misma manera
como no pude hacer otra cosa sino empujar la barra, asi también
no pude hacer otra cosa uno levantarla. I\>r lo lamo, aunque mi
acto de levantar la barra contiene un elemento de determinación
causal, y en realidad requiere de la determinación causai p t .i .■•u
ocurrencia, resulta perfectamente posible que d arto no fuc*c li­
bre. Además, y este es el elemento crurtal, bien pod ri.i ser el caso
que aunque la determinación causal fue un ingrediente esencial
del acto, fuu ln verdad del (ieierniimismo Li que dio por resultado
que el acto no Fuese libre
Para esclarecer este último punto debemos rebordar que se si­
gue de la verdad del dele numisma que todo lo que hago está
causal me nie determinado por condiciones anteriores a mi n.i-
rimiento y sobre las cuales no tengo ningún control, Una afir­
mación ulterior del íncompaúbiFfola es que se ligue de esto q u e
yo no pude haber hecho nada niño lo que hice, que no pude haber
210 E L P R O B L E M A DE U L IB E R T A D Y E L D lC t í RS[|NM¡W1)

actuado de olro moda. Así que bien podría sef el caso que aun­
que la detci ininai ion causal era ncfcw ria para realiicar el ario
de Ir van Mr ln barrj Li verdad del dctcrinintsmn causal universal
implica que el acto mi fue líbre. Del supuesto de que la determi-
nación causal c s un elemento constitutivo necesario de u n a n o
no se sigue que el acto debe ser libre, o que el dcterminUnio cs
compatible con el hecho de que esc acto sea libre. Aun si el arlo
humano tiene como demento constitutivo cierta relación can vil.
podría seguir sucediendo que ese acto libre y el dctcrnimiimm
file tan incompatibles.
El as peí lo crítico de este argumento depende (le ];* distinción
entre la determinación causal j la deicrminncitm a n re slra fU n
acto puede m a r can lím e m e determinade; por ritrios tactores y
no obstante ser libre, :t condición de que d agente mismo haya
controlado los facture* <|ite ki hicieron su rgir Si el acto d e e m p u ­
jar la b arra filtren filis mu algo b.iji uii lonrrol, algo que resultó
un ario libre de nti parre, entonce» atgumus fie Lis consecuen­
cias causales de esc acto serum también acirw libres ríe mi pane.
Si el arto ilc empnjat la barra es un acto libre y provoca que la ba­
rrase levante, c nronres ci que yo la haya levantado es también un
actíi libre f- n g cn cn l, si la rcali¿at ión de cierto acto X da como
resultado causal que yo realice i.imbien cierto acto entonces el
acto aunque determinado iensálmente, puede ser libre .« con-
dición de que el acto X baya sido lihrc. La determinación causal
de un acto cs compatible con el acto que cs libre. Sin embargo, si
el acto esi-1 causalmcntr determinado por cierto acto antetior. y
el acto anterior no es él mismo libre, entonce» el acto resultante
tampoco cs libre. Además, la (csts del detcnninismo implica aún
más que el mero hecho de que un actoesfé cíiusalmenie determi­
nado: implica también que esc acto está .meestraímente determi­
nado. Si iíii acto está ancestral mente determinado, entonces está
causal iiuh ir dele taimado por cosas que ocurrieron antes de que
el agente naciera y sobre las cuales no lefiia ningún control F.n
consecuem ü. el agente no pudo hat>cr actuado de otro modo;
m i acto nu fue un acto libre. Por lo tanto, no puede demostrarse

que la tesis del determmismo es compatible enrt el acto libre mos­


trando que ese acto, y con ello el acto libre, conlleva siempre como
elemento constitutivo la determinación causal del acto debida a
algún estado psicológico
Ls Cj U IS A U D M ' f i 'Mt i C O N S T ft V Y Í.N T K HE |j\ AUGH'jN

i.u respuesta del \:\m¡Mt>hdtsia: raantrsy raíaos


I I argumento incompatibilÍAta anterior depende de la idea d r que
iin afín puede ser la musa de oiro arto. Supóngase que accpia-
mci* que si u n ai tu es la causa de otro, debe tic mostrarse que el
primero es libic sí el segundo lo es y. por lo m ito, mostrar que
Ion acto» so n cansados por acto« no demostrarla que el acta libre
y el dclcrmintstno so n compatibles. No ubslanic. rato no da por
terminada ta discusión. Y es que el argn mentó del compaiibilista
no es u n sólo que kis actos so n causados, sino que so n causados
por algo que en si mismo no es un acto.
Quiatf el paradigma del amo. y del acto libre cu partií ul.tr. es el
acto racional. Un acto racional es aquel para cuya realización el
agenle tiene razones, Alio rabien, supóngase que ulia persona no
sólo realiza un atto, sino que tiene razones para realizarlo. Kstas
razones exp litan por que lo realizó. Así que si se le pregunta a
mi:i persona porqué levantó el brazo y £&ta competa que deseaba
responder a la pregunta que se le hizo. entonces ha realizado un
acto para el cual tiene una raz/m 1 a ra/ón —que deseaba res­
ponder a la pregunta - explica ct ario. C^on frecuencia las razo­
nes implican una causa. peto esto no equivale :t decir que infla
ra/ón es una causa Si alguien expone 1111 argumento, entonces
da razones para las conclusiones fiel argumento pero, al lia» erlo,
obviamente’ 110 ha provocado la conclusión Sin embnrgft, debe
haber alguna conexión entre el contenido de una ra/ón y el atto
del cual es la rayón, de lo contrario la razón no tendría alusoluia-
■nenie nada (pie ver con el an o Manifiestamente. la r.uón estA
conectada en alguna forma con el ¡icio.
l a forma info plausible de explicar la conexión entre el acto
y la razón es deiii que se trata de una relación causal Puede re­
sultar muy dilicil cxpiu-ir en qué forma exactamente la raróti de
una pcrwina cm í 1 anualmente conectada 1 nn mi ario, I'nr ejem"
pío, parece un tanto implausible sugerir que ruando un;* perdona
levanto la mano porque deseaba responder a una pregunta, ocu­
rrió en su interior 11 n deseo de levantar la mano que a su ve* causó
que su brazo se alzara Sin (Imla, ésta seria una explicación cau­
sal sumamente inadecuada ríe por qué id/ó mi brazo. Una exp li­
cación adecuada de la ínrma en que su deseo se c neo ni ral w can-
Miníente relacionado con esle acio podria incluir una referencia
a un conjunto su mámeme complejo de condiciones, además «le
212 EL I k o n : * HA DK LA U BEKTAI) Y Í L DKTEUM INISMi J

f¡u m iiKtl’ií.uticntr aparróles, r¿ue existieron en »q u e ! m onH nio.


I na anatogl;! üiil u la d e frotar un rcriílo p a o encenderlo. N a d ie
■Itiü.i (Je que el frotam iento tic un cerillo está tausalm cntc ennec­
ia d o t o n au t-nreadido, p u ra decir q u e el frotam iento del cerillo
cauitú su encendido equivale a d a r una explicación causal total-
m cnic inadecuada Sabem os m uy bien (p ie el frotar lo« cerillos no
es u n actos ti futiente p;ita lograr que se en rien dan . Debe prevale­
cer roda clase de condiriones adicionales: d e b e haber el oxígen o
adecuado, la presión u b r e el cerillo d e b e ser la su 6 cíe ni em ente
fu e n e , el cerillo d eb e estar seco, y así sucesiva mente. N o obstante,
decir que el cerillo se en cen dió p o rq u e fut fr it a d a resulta inteli­
gible sólo porque hay una con exión causal, quizá ind ¡recta, entre
el Frotamiento d e l cerillo y su encendido. Asim ism o, decir qu e
un a persona levantó la m ano porque deseaba resp on d er a una
pregun ta resulta im ehgible sólo p a rq u e hay una con exión cau ­
sal. quiza indirecta, entre au d eseo d e re sp o n d e r a ti p regu n ta y
el acto d e levantar el tira¿o
Todo esto junto p ro p o rcio n a La base d e la p ru eb a de c o m p a ­
tibilidad entre el acto racional y el determ inism o que escapa al
a rrú m e n lo precoden ie del inrnmpatibili&ta. El argu m en to es el
siguiente. Las razones que u n a persona tiene para realizar cierto
acto no son en aI mismas actos. El tener ciertas razones p ara re a ­
lizar un acto no es tam bién algo realizado En efecto, n o tiene
sentido hablar d e razones de realización. Adem ás, una perso n a
p u e d e n o irn e r nin gún control sobre el hecho d e tener o no cier­
tas razones. Por ejem plo, u n a persona p u e d e ver q u e sucede a lgo
q u e le p rop orcion a razones para un acto, au n q u e la posesión de
esas razones está fuera d e su control. Si vem os q u e algo sucede
q u e nos p roporcion a una razón p ara actuar, entonces no p o d e ­
mos o . u r tener esa razón para hacer lo q u e hacemos. Sin e m ­
bargo, esto no logra m ostrar q u e el acto resultante no es libre
P u ed e ser perfectam ente libre, au n q u e las razones p o r las cuales
fue realizada son razones q u e la persona no p u d o evitar tener.
S u pón gase q u e veo que una viga está a punto d e caerle en la *.-a-
beza a una persona y la prevengo. M i razón para actuar fue qu e
vi q u e la viga estaba a p u n ió d e pegarle a la person a en la ca­
beza. A u n q u e no p u d e evitar tener esa razón, n o obstante el acto
es libre. Por lo tanto un acto p u ed e resultar d e q u e se tenga u n a
razón qu e uno no p u d o evitar tener, n decir, u n a razOn que uno
n o estaba en libertad d e n o tener, y sin em bargo, el acto p o d ría
LA C AU SA LID A D C O M I) T O N S I l í V < K lVIh Oí: A G filí'lH

*cr un n< irj libre. Lo anterior muestra que un -«cío libre puede
resultar cautalmcnie tic aljam a condición ipte el agente r^inhii
imposibilitado para prevenir
No obstam r. esto equivale al colapso de! argumento en fíivnr
de la mcompatibilidad del acm itbre y el dctermmísrno. Ksc ^Tg11“
mentó depende del supuesto d r que si «n arto está causalmcntc
determinada por alguna condición lucra del control (fe! agente,
entonce* el agente no pudo evitar hacer lo que hi/.o, Depende (le
la premisa de que si el acto d t una persona (3i<i anccstnilmente
determinado, no es un acto libre. Pero la forma de refutar esta
premisa es ahora clara. Sí un acto está can sal mente determinado
por alguna ra/dn que la persona no puHo tviiar tener, enmure»
está realizando un acto causalmcntc determinado por condicio­
nes fueta de su control. Pero semejante acto puede, sin embargo.
bci libre. El que yo prevenga a alguien de que una viga esl A a
punto de pegarle en la caliera es justamente «n ejemplo de acto
libre de « t e tipo. Por lo tanto, la respuesta al inrompalibili.stt
es sencillamente que un acto puede ser libre incluso si cstA ances-
traímente determinado, y por lo tanto causalmcntc determinado,
por condiciones sobre las cuales el agente no tiene ningrin con­
trol, Dado que la tesis del dctcrinitmmo no implica nada salvo
que tin acto está ancestral mente determinado, lo cual m u lta in­
cluso incompatible con la idea de que un acto es lihrc. podemos
concluir que el acto libre y el dctcrminisino son en efeeto com pa­
tibles.

ResHmrn d i fas a rgu m en tos a n l m o m

Par¡. identifV nr con precisión la debilidad del argumento incoin-


patibi lista, restahlcíi amns la premisa a partir de Li cual deriva su
roncluükrtn Primero dice, con mucha exactitud,

1. Si el delerm iniimo es verdadero, entonces algunas de las


condiciones que determinan caütalmente los actos csun
fuera del control del agente
p e r o e n to n c e s afirm a ,

2. Sí algunas de las condiciones que determinan causalmcntc


los actos están fuera del control del agente, enionctjs no hay
actos libres
2M M. raO B Lf MA [lE la L! BER1AD V I L DETtHMINISMU

prem isas d e las q ue d e d u c e con validez la conclusión incom p.ul


bfU na

3. Si el determ iaism o es verd ad ero , entonces no hay m to» li


bres.

Pero heñios m ostrado ahora qu e 1a p rc m b íl (2 ) d el argum ento e*


equivalente a la ¡tiirmacion falsa d e q u e si un a n o e » libre, en luí i
cea (odas las c o n d ic io n a q u e causal roen te determ inan dicho actu
d e b e n catar bajo el control d el agente D e hecho, cpm o hom o»
visto, hay actos Ubre» q u e están determ inados p o r condicione«
q u e no están (odas d L u bajo el control del agente.

Una Trphca ineampatibiluta la fíttción de nustfms razones

L a m q n r respuesta al argu m en to precedente proviene d e Jcan-


Paul S an tc, Descansa en la observación d e qu e el q u e uiui
p erson a encuentre q u e algo e$ una razón para actuar p u e d e d e ­
p e n d e r totalmente de su elección. En efecto, según Sartre, ta­
lca cosas siem pre d e p e n d e n com pletam ente de una elección . 1 1
Sin em bargo, considerem os la afirm ación más modesta d e qu e
tu a n d u u n a persona realiza un íU'U libre, cninntcs h u bo a lg a qu e
Fue u n » razón p ara realizarlo só|n porque dicha persona eligió ha­
berla uiui ranJii. C onsidérese a la persona que actúa p ara evitar
q u e una viga le taig.i a alguien en la cabtr? H l y d ertos facto­
res de esta situación sobre los cualct la perdona pu ed e do tener
n in gú n c o n d o l. Por ejem plo, p u e d e no ser rapaz de contribuir
a q u e se crea que la viga está a p u n to d e caerle en la cabeza a la
otra persona de no ser p o rq u e ella está evitando q ue esto ocurra.
Sin em bargo, la p regu n ta _,guc sien do si c] o b serv ad o r considera
o no q u e « t a creencia es u n a razón para actuar. N o p u e d e evi­
tar p ercibir la situación, p e ro es libre d e considerarla carente de
interés Y es que el que a lg o constituya p ara ella una razón de­
p e n d e d e su elección. Ki líbre d e reconocer cierta inform ación
sin p o r ello e le g ir considerarla com o una rasión p ara actuar. H in ­
que friese una p e r s o r a totalm ente insensata y m isantrópica, bien
p o d ría considerar con indiferencia la caída d e la viga y sus posi­

11 Jca n Paul S a n r r . f i n u n n a f u v y h m n i n v Sur. í u m n Airea, 1960


Loaplicmc tunhitn liiK an n c i pcrunrnm en E l í r r j U nada, Lnuyli, But
n » A lie s . 1960
|J1 CAl'SAiJtMDCOMO CONSTITli V K N rt |1F IjS rflb l Óft

bles fcü n » l e c a s o , a u n q u e lii i n f o r m a c i ó n deherfo


c o n K c n e n i 't u .

s e r para actuar, d e h e c h o n ú lo « 3 .
u iiíi r a z ó n

bram os ahora en posición de consiatai que el argumento del


cnmpatibilbia es (»talmente inútil, t j plausible decir tanto que
una persona no puede evitar tener Lis razones que tiene como
que no «talante actúa libremente, pero »rilo porque se ha em ­
paliado una distinción crucial Es cierto que en ocasiones una
persona no puede evitar tener cierta creencia Además, también
es cierto que en una siiu» lón semejante Li persona podría ac­
tuar libremente, siendo esa creencia su razón para actuar. Pero
el que la persona actúe libremente depende enteramente de si
pudo ahilé nene de actuar a pesar de esa creencia- Otra forma
de plomear las cosas es decir que l a pcrsr»na acluó libremente
sólo si pudo convenir su creencia en algo inútil. Convertimos
la* creencias en razones cuando dejamos que inlluyan en nues­
tro cnmporiamienio. Es en este sentido que elegimos que una
creencia se convierta en una razón. Supongamos que una per­
sona t i e n e una creencia y que, c o n » resultado de tener esa creen­
cia, no puede sino realizar cierto acto. En este caso, suponiendo
que tampoco puede evitar tener la creencia en cuestión, segura­
mente la persona no está artuando libremente. Lady Macbcih,
cuando ya se ha convertido en una loca, constituye un ejemplo
perfecto de una persona justamente de este tipo. Ella cree que sus
manos están manchadas de sangre y, por tener esta creencia, no
puede evitar lavarse las manos. Su comportamiento es compul­
sivo y de ninguna manera libre. Debe responder de cierta forma
a una creencia que no puede evitar tener.
Ahora bien, es una consecuencia inmediata del determínenlo
que si una persona cree algo, entonces no puede evitar tener esa
creencia, porque el hecho de que tenga esa creencia está deter­
minado por condiciones sobre tas cuales no benc ningún con­
trol. Además, el que ella actúe como resultado de esa creencia es
um bitn «dgo quc no puede evitar, porque sus actos están también
determinados por condiciones hiera de su control. Por lo tanto, si
el determinismo es verdadero, entonces, aunque podemos actuar
por ciertas razones, nunca estaremos actuando libremente.
Llegado a este punto, tome usted nota de que el argumento
que acatamos de fbrmuLir efectivamente socavará en su totali­
dad ti linca de argumentación que el compatjLdisUd ha seguido
hasta ahora. El compatibilista ha sostenido que el acto libre es
21U t i l’ KUEJUiMA l>t LAUDFHIAD V El. l> n KRMINISMn

compaiiblc con el dcteriuinbnio porque el acto, y:» sea cualquier


an o si un acto ile un ilpo especifico (por ejemplo, l»w ación racio-
11.¡les) dclw ser .u.d ido en términos lüuuilci. La sugerencia es
que ktt atio tcn cuestión tienen dos el? menina constitutivo», t. y
l tiendo fíic último cuando mentís la consecuencia causal indi
recia del primera. Ali ira bien, puede que C sea un acto o que
no lo sea. Si C es un acio, entonces una persona ha realizado el
actn t libiemenu sáfti «i ha realizado C libremente. Así que, »i
bien « r it m o que una persona puede realzar un acto libremente
aun cumulo ésie sea en usntlo por otro acto, esto no demuestra la
CMinp.Lt.jbilid¿d del acto libre v el determinismo. t i acto causado
ca Ubi: súlu si el jclci que lo causó fue libre y, para demostrar la
compatibilidad. debe probarse que tsio tiliimo es compatible con
el ilcieniúimmo-
Ailnua*. so pena de regresión, parcce como m algunos actos
debieran ser básicos cu el sentido de que no son cantados por
!Hti(¿ón olio .teto del agente. Es decir, aunque algunos de tos actos
qucct ageme realiza pueden ser causados por otros acto» que rea­
liza, olio» actos deben sor de ua tipo tal que no son causados por
otros lJo r supuesto, estos actos básicos bien podrían ser causados
por aíf¡o mítü IVro la pregunta que surge entonces y que exige
una ic*puesia es ésta. ¿Ks coTiíístcme decir que hay actos básicos
libveü ^ que el deienninisino c* verdadero- Nuestra respuesta a
esla pregunta es negauva. y el argumento del compatibilista de
que algunos acres son causa de oíros actos es irrelevanto 11
|\ji- o lía parce, si el rompatibilisla afirma que los actos bási
eos son causados por algo que en si inrumo no es un acto, y esto
es del iodo posible, entonces hay otro argumento perfectamente
concluyente cu contra del compaiibilista Y es que, sea cual Tuere
aquello «pie supucsrnnicme causa el acia, el compatibilista debe
responder a dos premunías rclaiiv.ts a la cosa C que causó el acto
fc. Primera, ¿la peisona pudo haber evitado C.} Segunda, ¿pudo
no haber hecho E una ve* ocurrida C? Parece claro que si supo­
nemos que el determínismo es verdadero, entonces la respuesta
a ambas preguntas es negativa v, en ese caso, como lo ilustramos
con el ejemplo de Lady Macbcih b persona debe realizar E De

14 C f. Arthur D^lUn, " F ic c d iim inri Forrbcaranrv , rn Frrtdcm a n d Orienta-


tiiiiw, Kcmi Lt-hrcr (cd V b o d o m Ilounr, Nueva York, 1066. pp, ■47-50
U C ^ I W A U D A D C X J I4 0 C O N S T I T U Y E rJTE D E I A A C C IÓ N 217

ahí que la persona no haya sido libre. £1 que las dos preguntas de­
ban ser contestadas negativamente se debe al hecho de que tamo
la ocurrencia de C como el que la pe rio na realice £ como resul­
tado de C, son ambas cosas que, u el determinismo es verdadero,
estuvieron determinadas por condiciones sobre las cuales la per­
sona no tuvo ningún control.
Rfsvmsn del argumento. El punto medular del argumento anterior
es que si el determinismo es verdadero, entonces todas y toda una
de las condiciones que determinan un acto están ancestralmente
determinadas por condiciones fuera del control del agente; por
consiguiente, ninguna condición semejante está bajo el control
del agente. De tal suerte que nuestro argumento es que de las
premisas
1. Si el determinismo es verdadero, entonces todas las condi*
ciones que determinan actos están ancestralmente determi­
nadas por condiciones fuera del control del agente;
y
2. Si todas las condiciones que determinan acciones están an-
ccmraimeow determinadas por condiciones fuera del con­
trol del agente, entonces no hay acciones libres;
deducimos la conclusión incompatibilista
3. Si el determinismo es verdadero, entonces no hay actos li­
bres.
La segunda premisa de este argumento d ifiere de la segu nda pre­
misa del argumento previamente atribuido al incompatibilista, a
saber;
Si algunas de las condiciones que determinan causalmente
los actos están fuera del control del agente, entonces no hay
artos libres.
Esto último implica que todas las condiciones que determinan
causalmente un acto libre deben estar bajo el control del agente.
Algunas de las condiciones no tienen que estar bajo el control del
agente, como lo muestran k» ejemplos del compatibüista. Sin em ­
bargo, la premisa (2) del presente argumento implica únicamente
la afirmación más débil de que al mflioi algunas de las condirk>-
nes que determinan un acto libre deben estar bajo el control del
£L nirjnt.F.MA o r LA I.IBF.KTAIJ r K r PtfTM M IN ESM( I

agente, Sin iJuíía, este m i puesto es lo Mi^cicmaincntQ caim-lusn


com o para q u e d a r inm une a la d u d a.

f-'H Mguv-do argumento cvtnfuttibilisia


lu t¡ur xureÁrtá, m lo que lurte que suceder

Kl delecto principal en U ¿interior respuesta lom patibiltsi.i es c l


supuesto d e q u e -i cl determ mismo es v erd ad ero , entonces nn.i
p c r w iu i no p u ed e evitnr hacer lñ q ue hace au n cuando o rn e una
ta/ón para hacerlo. U n a persona que actúa com o resultado de
tener una razón p odría. si no es conto L a d y M «cbeth, a b s t e n é is
d e actuar ini luwi con la miMtia razón. V decir esto es perfecta
m ente com patible con la verdad del dcicrm initm o, \ o obstante,
en apariencia nin gún argu m en to establecerá esta posición a me
nos q u e m orirem os qu e es lógicam ente consistente decir tanto
q u e el dctcrm inisnio es v e rd a d e ro roinn q u e tam bién es cierto
que, ¡i veces. -Iíi gente p u d » halier a u u a d n d e o im m odo
Ksiitcn ilra m étodos igualm ente b u e n o » ríe establecer esnj
U n o consiste en considerar ip if es lo que cstií implícito cu an do
dacium s q u e a lg o » c a u c a d o , d orno m usiste en considerar qué
« lo q u e está Implícito cu an d o decim os q u e alguien p u d o h a ­
ber actuado d e otro mosto. '• am os p rim ero la causalidad. H ay
muchas oscuridades en torno al concepto d e causatidad, p o rq u e
Li je rg a can »id tiene m uchos usos y, p o r consiguiente, la palabra
’causa’ tiene muchos sentido*. Sin em bargo, no hay razón para
pen sar com o cl vulgo, aun si con frecuencia nos vem os obligad o*
a hablar con él, ¡tsi que no hay razón para invesrigar loa d iv e r­
sos usos y abusos de este térm ino. C onsiderem os, en cam bio, un
concepto de causalidad ijne está estrecham ente lela« ionado con
la ciencia y más específicamente. con la explicación científica.
El m odelo nuís com ún d e explicación cien lu n a es el m odelo
deductivo. S upón gase que querem os exp licar algunos fen óm e­
nos, digam us. que un pedazo d e h ierro se h u n d e en cl a g u a T r a ­
tam os entonces d e encontrar a lgu n a condición antecedente y a l­
g u n a ley d e la naturaleza tales que, a partir de la prem isa d e que
3a condición en cuestión existe y d e u n a prem isa (pie establece la
ley, podam os d e d u c ir la casa q u e ha de ser explicada. Kn el taso
d e l h ie rro q u e se h u n d e cu cl agua. la condición antecedente c»
q u e el voíum en d a d o ucl hierro pesa más q u e el volum en co m p a­
ra! )JcdcI agua, c * decir, la graved ad cspccfficadcl h iettu es m ayor
U CAUSAL] LIA.L) COMO C O N V im lV KNTT. DE LA « X í í l N

que I-i fiel agua Ln ley es que rada vez que un objflo sólido es
cDlm¡«ln en urt liquida y la tmivedad cspccílka del sólido í * ma­
yor que la gravedad específica del liquido, el olíjetn sólido se pre-
cipm rá por deba» >de la superfít <e del liquido.
Otra forma de plantear lo anterior sería decir que si la con­
dición del objeto sólido es tener una gravedad específica mayor
que La del liquido, esto es condición suficiente para el hundi­
miento del objeto sólido cuándo se le coloca en el liquido, Así
que, si S es explicado en virtud del hecho de que existen ciertas
condiciones C y una ley de la r mírale •a /, tales que S se deduce de
C y de L juntas, entonces debemos decir q u e C es causalinentesu-
fi< li ntc para cxpli mr S. lie modo que la icsi» del determimsmo
implica que hay condiciones antecedentes Suficiente* para lodo
cuanto sucede.
Cuando describimos el determinamo de esta manera, es chito
que no es inconsistente decir que m u persona pudo haber .n -
tundodeoiro modo en ciertas ocasiones, a u n q u ccld ctc rm in ísm o
sea verdadero. Considérese lo que está implícito en el determí­
nenlo: cacaso el dctcrminUn# nos avuda a decidir qué podría o
no suceder? No. Como hace mucho tiem po señaló John Stuart
Mili, lo más que podemos decidir con ayuda del deterrn mismo es
que, dado el conocimiento de ciertas condicione* antecedentes,
existe atgu na ley a partir d r la cual podemos deducir qué m c¿d *rá
en un momento subsecuente,'s Pero deducir que algo sucederá
no equivale a decir que debe .suceder O que ninguna otra cosa
podría suceder en su lugar
Por otra parte, resulta muy claro que semejante predicción es,
en su corijsinto. compatible con el arlo libre Algunas personas
se han inclinado a pensar que si podemos predecir lo que hará
un individuo, entonces se sigue que éste no pudo haber hecho
ninguna otra cosa. Pero esto es una confusión total Kn forma
prccicntifica, con frecuencia predecimos acertadamente lo que la
gente hará aunque esto no logra prohar que sus actos no son li­
bres En electo, a menudo predecimos que la gente hará cosas y
que, además, las havS libremente f’or ejempto, supóngase que sé
que un amigo mío muy querido va a recibir una liera que él ha

" J'ihn Sluart Mili A S1 J1' » nf Ij'p a . Lnnicman». C ite n , Lontlrr*. I -3:1■■
p. 54F
220 EL PROR1-EMA DE. LA UBFJTTAJ) V El. llE HUlMINTSMO

d esead o enorm em ente y para cuva o b len rió n ha trabajado mu


cho. C iertam ente p u e d o p redecir q u e. ru a n d o 1c sea ofrecida ht
beca, él la aceptará. Pói otra parte, tam bién p u e d o predecir q u r
la aceptará librem ente. N a d ie lo o b ligará a aceptarla N a d a I.
im pedirá rechazarla si ése es su deseo. Él actúa librem ente p oi
q u e p u d o h aber actuado d e otro m odo. Pero también actúa cu
form a predecible ya q u e fócilmcnie predecim os la que hizo. Éji.
es el punto m edular d el asunto, p o rq u e bien p o d ría ser el caso
q u e h u biera leyes científicas q u e establecieran qu e cu an d o un.i
person a se encuentra e n ciertas condiciones especificas, realizará
subsecuentem ente cierto acto con libertad. Las condiciones a n ­
tecedentes no sólo p u e d e n ser suficientes para que la pcrsoii;i
realice eJ acto, sino q u e p u ed en tam bién ser suficientes p a ra ase
g u r a r q u e p u d o h aber actuado d e otro m odo. En resunven, un
hay conti adicción implícita d e n in gu n a clase en la idea d e p r e ­
decir que u n a person a realizará un acto incluso si p u d o haber
realizado otro.

Una réplica mcomp&libiluta


fo que tb h t ía a d e r íj a ten ladnito

S u p ón gase que aceptam os la form ulación del determ inism o o fr e ­


cida p o l el com patjbilista y que aceptam os su afirm ación d e que
la predicción d e un acto y u n acto libre son compatibles. A u n así
esto no es concluyente. L a razón es que, d a d a esta form ulación
d el determ inism o, implica más q u e d sim ple hecho d e qu e todo
p u e d e ser p red ith o . U predicción en térm inos de leyes g a ra n ­
t iz a d que digam os, en cierto sentido, q u e ningu na oirá cosa p u d o
h a b e r sucedido. I ma trinemos q u e un ladrillo cayó de un e d iG d o
alto y qu e nada im pidió q u e cayera al piso. S o b re la base d e es­
tas condiciones y d e algunas leyes conocidas, p od em os predecir
q u e el ladrillo caerá Pero sin d u d a no sólo reaulia que el ladrillo
caerá sino tam bién q u e d eb e caer; no p o d ría p erm an ecer sus­
p e n d id o en el aire. Asi que, d e l hecho d e que c ie n » n ú m e ro de
condiciones antecedentes es suficiente para la ocurrencia d e un
suceso, podem os concluir no sólo q u e la ocurrencia d e esc j u íc s o
era predecible, sino tam bién que n in gu n a otra cosa p u d o h aber
su cedido en su lu g a r D e m o d o q u e d e l hecho d e q u e existen
condiciones suficientes p ara lu que sucede podem os concluir q u e
nin gu n a otra cosa p u d o h a b e r sucedido.
1A f ’.A! INAUIliU I C O M l> f*"«N S n T l 'VK V I> l>f I.S At r ((“UN 2 2 1

Una i éplka c o n tfta itb tlis ia ¿Iti ipts ho ¡nulo, ¡nitlof

Supóngase rpic damojr por sentado que si exple nn conjnnm de


romljaonci, situi temei para la ocurrencia detierto mii cso, ciiton»
ics ningmiii oir.ii osa putlo lialirr sucedido en su In gai Podemos
asmiìsiuo afcpiar este argumento porque podríamos definir con
bastante facilidad un sentido sitniiair de pudo’ . No olifan te, in»
eluso si ateptainoA que si ci determinismo cs verdadero cnlum fc
en algún ¿cutido de pmio' ninguna olr-i tm.i pudo haber sure-
tiklo, aún queda un» pregunta cruciai. ¿¿Vaso està implicito el
semillo mismo de ’ pudo’ cuando decimos " I falliendo siificiew-
le.i condiciones » iilc c d c n i» para algo, nin^ulia o(rn cosa pudo
IiìiIht sticctfìdo" «pie m ando decimo» "Sinodo una persona li­
bre, pudo Ii .iIr t actuado de otro m odo'? Si estos dos sentidos
de piulo' no v>u iguales, entume* la primera oración muy bien
pad ría u;i i oiupatiblc ton l.i segunda. Si son compatibles, la afir*
I nación de que una persona p u d o haber acni i r l o de o l i o modo

serta compatible con la tesis del determinismo Kn efecto, ti apa-


riencia de incompatibilidad descansaría nada menos que en un
semillo empleo equívoco de la palabra “pudo1, Seria como en
el taso en el «pie usted afirma que hay un coche en un terreno
abierto v vo lo nic^ú nuestras observaciones paiccin un oinpati-
bles. Supóngase que hay un carni d a ucn en el terreno Si cou la
palabra ’coche' usted entiende río sólo carm de tren sino también
automóvil. v si con la palabra 'coche' y« solo entiendo automóvil,
entonces nuestras observaciones serian i-tiirraniL-nti: compaiiUtis,
a pesar de t;is apai ienews conminas
Asi <pic preguntémonos si el sentirlo ríe 'pudrí' relai otii.hIh
con !:i suficiencia causal cs el mismo sentido de piulo' retín io-
nado con ta libe liad Si son diferentes, en torn o el iirgmneiKo
del mcompatibiliMa descansa en un equivoco respecto de ‘piula
lixivie un argumento muy sencillo que muestra «pie esto e» así
l'reviameiiic, en el Capitulo 3 . aceptamos que un .irlo —•liga­
mos, empujar unas pesas— podría cansar otro aito —digamos
tequila i unas pesas. Además, ambos actos podrían sci lilues, el
agente pudo haber armado de otro modo. Fina)mente, dado que
el irLuiuo acto es causado por el primero, existe cierto nuuicin
de condiciones antecedentes Mifirtcnies para la ocurrencia del
úliiiuo acto. De modo ipie liay suficientes condiciones anteceden­
tes para qiic la peivm a levante la liarra; de ahí que, en el sentido
¡Í2 ¡Í EL l'KOBLKMA l)K IA EIHKRTAD ¥ EL DETKttVlIKISJUU

d r 'pu do* rcLicionixlo ro n la suficiencia causa!. ninguníi otra cosa

p u d o haber sucedido. I\>r lo lam o. leñ em os aq u í un caso en el


q u e tina persona p u d o h aber actuado d e otro m odo, en el sen-
iid o d e 'p o d o ' relacionado con la libertad, aun cu an d o ninguna
oí ni vosa pudii h aber sucedido, en el sentido d e 'p u d o ' relacio­
n ado con la suficiencia causal. Por lo tanto, los dos sentidos de
‘p u d o ’ win diferentes, y la apariencia d e incom patibilidad cutre
el d c ie rm in b m o y la libertad se evapora d e un soplo de clurifi-
f.ichin semántica.

L'nit rtip u fU a incompaubílista. ¡a amhtgürdtut dr 'pudo'

M em os vuelto a u n a cuestión discutida en el C apítu lo 3. E scierio,


d el hecho d e q u e el acto d e una p erson a es causado p o r cierto actu
antecedente o p o r iil^ u iu utnl condición antecedente no se sigue
q u e di ha persona no p u d o huber actuado de otro m odo o q u e
su acto no fue libre. Kxiste una a m bigü ed ad en la palabra ‘p u d o ',
V la afirm ar ion d e q u e un a persona p u d o h a b e r actuario d e otro
m odo, en el sentido d e ’p u d o ' relacionado con la libertad, es com ­
patible con la afirm ación d e cpic n in gun a otra cosa p u d o haber
sucedido, cii el sentirlo d e 'p u d o ' relacionado con la suficiencia
causal.
Sin cim bai^o r según el m rom paiibilista, este pro blem a no está
totalm ente resuello. C on anterioridad observam os que el d e fe i
m intim o im plica no sólo la determ inación causal sino ü m b ié a la
determ inación anrestral. Este aspecto adm ite wna re lo rm u lacio n
y uiui reiteración en leim iiios d e las concepciones deJ detcTm i-
n o in o iilíís precisas t¡ue h e r n a estado con; iderando.
1 .a Riciuiü form ulación d el determ inism n equivale a la tesis de
q ue existen suficiente) condiciones antecedentes p ara io d o c u a n ­
to sucede. Supóngase que la tesis es v erd ad era y q u e cien o-sures»
S o c u rre. Podem os concluir q u e híiy un conjunto de condiciones
antecedente* D suficiente para la ocurrencia d e S.. [■ero también
podem os en n d u ir q u e existe un conjunto d e condiciones antece­
dentes C iu firk n lj p ata la ocurrencia d e £>, y así sucesivamente.
N o obstante, lo q u e e s im portante notar es q u e si C es anlecedcnte
d e l ) y sufk icn ie para la ocurrencia d e D , y si D es antecedente d e
S y suficiente para la ocurrencia d e S, entonces C es antecedente
d e S y suficienu p a ra la ocurrencia d e S. Esto resulta evidente a
LA G A tM A lJE lA U C O M O C l :t í í r t T U Y t N T I Í D i LA A CC IO N 223

partir <lc nuestra definición de suficiente' Dcvir que X es sufi-


ricntc para la ocurrcncin ü r Y equivale a decir que 1’ se deduce
de X y de una premisa que establece los leyes apropiadas. Así que,
si podemos deducir S de D junto con »na o más leyes de la natu­
raleza L\, y pedemos deducir D de C junto con una o más leyes
de la naturaleza t j , entontes podemos deducir S de C junto can
una o m is leyes de la naturaleza. Lo único que necesitamos hacer
es tomar C ju tito con L t v deducir P , y después tornar D junto con
¿ 4 y deducir 5. De modo que cuando tomamos L\ y l/¡ junin con
C, podemos obviamente deducir S.
ÍQué prueba Lenta esta lógica extravagante? Prueba que si el
determiiiHino es verdadero y yo realizo un acto.4. entonce» existe
un conjunto suficiente de condiciones antecedentes pan* que vo
realice/f. y que existe un conjunto suficiente de condiciones an­
tecedentes para esas condiciones, y así sucesivamente, rctroce-
dietidn en el tiempo hasta llegar a unas condiciones que existie­
ron a liltí dt que yo naciera. l.os actos que están determinados
de esta manera, como dijimos anteriormente, no sólo están eau-
salmcntc dctcruiii indos, sino que están ancestralmente determi­
nados A l.i lux del razonamiento precedente, podemos concluir
(jji6 cualquiera de esas condi iones sufirtentes, en la cadena de
condiciones suficiente* resultantes de la realización de mi acto
.4, es en si mema suficiente para que yo realice el acto A . Dado
que algunas de esto condiciones existían antes de que yo naciera,
podemos concluir que. si el determinísmo es verdadero, enton­
ces existen condiciones antecedentes suficientes para que yo re­
alice A , las cuales existieron ames de que yo naciera y sobre las
cuales no tengo ningún control Asi que, si el determinísmo es
verdadero, y yo realizo el acto A , entonces no sólo es cierto que
ninguna nira fosa pudo haber sucedido, sino también es cierto
que ninguna otra rosa pudo haber sucedido dadas ta» condicio­
nes sobre las cuales yo no tenía ningún control. Ése es el aspecto
crucial.
Va que es correcto decir que una persona pudo haber actuado
de otro tüodo cuando existen condiciones antecedentes suficien­
te* para la realización del acto que hizo sólo si tuvo bajo su con-
tiol a lg v n » de las condiciones mismas. Creemos que al menos
algunas de las condiciones suficientes para que yo levantara la
barra, como la de empujar la barra, eran cosas que estaban bajo
mi control. Es por esto que resulta razonable creer que. aunque
214 S í PROBLEMA DE LA. UfiERTATl V EL nETEHM IVISM O

existieran cond¡dones luficicntcs para que yo levantara la barra,


yo pude haber actuado de otro modo. Crvemm que yo pude ha­
ber evitado que ocurrieran algunas de estas condiciones. Sin em­
bargo, nadie puede evitar que algo ocurra antes de nacer. Por
consiguiente, si el determinismo es verdadero, y mis arto» están
ancestral rúenle determinados, entonces siempre habrá condicio­
nes, suficientes para la realización de mí acio, que existieron antea
de que yo naciera y sobre las cuales yo no tenia ningún control.
Pero si cuando yo realizo un acto es cierto que ninguna otra cosa
pudo haber sucedido debido a condiciones antecedentes »¿r/ las
cuaUs no tengo ninpín rtmlml, entonces obviamente no pude ha­
ber actundo de otro modo. Todos k» medios que me hubieran
permitido actuar de otro modo me eran inaccesibles dadas las
condiciones que precedieron mi nacimiento.
Por lo canto, aunque la afirmación de que una persona pudo
haber actuado de otro modo (en el sentido de ‘pudo* relacionado
con la libertad) es compatible con la afirmación de que ninguna
otra co&a pudo haber sucedido (en el sentido de 'pudo* relacio­
nado con la suficiencia cauwl), esto no logra probar que la afir
macuñ deque una persona pudo haber actuado de otro modo es
compatible con la verdad del determinismo. I~a verdad del deter-
minismo tiene una implicación más radical, a saber, que ninguna
otra cosa pudo haber sucedido como consecuencia causal de con­
diciones que yo no pude haber evitado (en el sentido del 'pudo*
relar. mado con la libertad). No tenia ningún control sobre aque­
llo que ocurrió antes de que yo respirara por primera vez.

Una répita eotnfmttbilista rrflfxumes ulieriam sofrtr 'pudo'

La pregunta central de la discusión es ta siguiente: ¿acaso la afir*


mación de que una persona pudo haber actuado de otro mnde i o
compatible con la afirmación de qur existen condiciones su frien ­
tes para su acto y sobre las cuales dicha persona no tiene ninpún
control? Para simplificar la discusión, utilicemos la palabra'pudo'
sólo en el sentido relacionado con la libertad. Ahora concedere­
mos cómo podríamos analizar el significado de b afirmación de
que una persona pudo haber actuado de otro modo. Analizando
esta afirmar"'ín podremos demostrar que La respuesta a nuestra
pregunta es afirmativa.
la C AU SA LID A D III> m o c o n s t i t u í u n t e d * ' a a c c i A n 225

La afirmación de que una persona pudo haber actuado de otro


modo puede je r analizada hipotéticamente. Decir que una per­
sona pudo haber actuado de otro modo significa, ni más ni me­
nos. (¡ur pudo haber actuado de otro modo si c¡cria condición es­
pecífica hubiese existido. Por ejemplo, supóngase que digo que
una persona pudo haber levantado unas pesas. ¿Qué significa
esto? Sin duda, lo que significa es que esta persona hubiera Lo­
grado Icvantai las penas ií hubiese tratado de levantarlas Ahora
bien, consideremos la última afirmación. La afirmación de que
una persona hubiera logrado realizar un acto si hubiese tratado
de realizarlo es perfectamente compatible con la afirmación de
que, siendo verdadero el deterininismo, el hecho de que ella se
comportara en u na forma contraria estaba determinado por con­
diciones previas a su nacimiento. Y es que la primera afirmación
sostiene que, de ser diferentes las condiciones antecedentes (es
decir. si su intento por realizar el acto hubiese formado parle
de la» condicione« antecedentes), entonces el resultado total hu­
biese sido diferente. Esto es perfectamente compatible con la afir­
mación de que siendo las condiciones antecedente* lo q u een rea­
lidad son, ya á t a l a determinado que la persona no realizaría el
acto. Por lo tinto, nuevamente queda demostrado que el deLCr-
mmismo es compatible con el arto libre
Un requisito es necesario. En ocasiones decimos que una per­
sona pudo haber realizado un acu> cuando ho tendría mucho
sentido decir que la persona nató de realizar dicho acto. Por
ejemplo, si decimos que una persona nornuil pudo haber mo­
vido el dedo medio, resultaría peculiar analizar esta afirmar ion
queriendo decir que hubiera logrado mover el dedo medio si lo
hubiese intentado, ya que parece extraño hablar de que una p er­
sona normal trató de mover un dedo. ft>r lo general, movemos
los dedos sin intentarlo. Una afirmación semejante podría ser me­
jo r analizada en términos de una afirmación hipotética diferente
—por ejemplo, queriendo decir que d „h a persona habría mo­
vido el dedo si asi lo hubiese decidido. No necesitamos compro­
meternos con un tipo de análisis hipotético para todas las afir­
maciones relativas a lo que una persona pudo haber hecho. Pero
cada vez que encontramos una afirmación de la forma 'S pudo
haber realizado A \ esta afirmación puede ser siempre analizada
en términos de alguna afirmación hipotética de la forma 'S habría
realizado A si C . '.a condición C podría variar de contexto a con-
236 F.l PROLíLtMA DÉ I A I.IIIEKTU i h F1 PETEItM iNtSM l ■

texto. L o filtro qnc necesitamos 51 a te n e r es cjue siem pre es pretí-


Oír e m p re n d e r ts¡gtm análisis h¡pnl¿Lko sem ejante portjuc, drtdos
estos análisis. icsiíIKi fácil dem ostrar que el ñero libre y el detei -
rmirmnm son prrfcctain en ie compatibles.

I iid n-sfnwila hir<nnf/a.likjkxtd ■ío¡ V, l".-, 'pu?dt i ’ifti carimas.

Si lut’-semos a aceptar el iip o d ca n a lisis propuesto, p o d ría m osd e-


mo$traf la com patibilidad d el acío libre y el dererm inisrno. I’t r o
Iej 1 .iiiálísct son infiatisfartriiioq Las n lim u r-on ca d r In form a ' lí
p u d o haber realizado A‘ nn s*n anaíijHihlcs co m o orat iones de
la lortna Jí hubiese realizado A si C'. Adem as, las ¡tlirnia. iones
d r csl.i última form a ni siquiera im plican la» prim eras afirm a­
ciones S u p ó rta se fjn e un;» persona esiA encadenada a u n muro
p ero quisiera moverse Supóngase a lio n que alguien argum ento
íju e ill lin |iei>ctiiia pudrí lialw rsc IHOvído y que upoyii sil ¡irgLL-
inenün ]ón u n ía a lin iM ción d e que la persona se habría m o vid o
üi no estuviere encadenada Sim [Inda, éste seria nn argm n eiu o
■ilisiiiilo La ijiflin pur [a r¡ne n n l n n i i l o es ijue, »nrr|iic la alir-
Itiiicióti:

U» p e r s o n a se m o v e ría si n o e s t a ñ e s * e n c a d e n a d a ,

es v e r d a d e r a . c ie r ia t m iit c no im p lic a la a firm a c ió n ;

I .i per M>na p u d o linlici.sc tunvido,

q u e es lals.i l.a persona no p u d o balierse m ovido piet ¡viniente


p o iq u e i s u Im en cadenada. Por m ra p arle, la razón por la q u e no
p iu lo h a ljc o e m ovido es q u e no pu ede quitarse las cadenas L a »
con d n iiin c* q u e im piden su m ovim iento están totalmente fuera
d e m i ro m n il
I lasta .diora solo liemos considerado un análisis hipotético de
itii i ahí m.n inri acerra d e lo que u n a persona p u d o h aber hecho v.
.m uque la afirm ación hipotética en cuestión no m iplicadich a afir-
ituii ii m i , ailu e\Lsit l.i posibilidad de analizar la afirm ación acerca
d i lo que mía persona p iu lo haber herlio, en d i muios tic alguna
ulnt afiim .u ió n hipotética
Nm em bargo, el aigu m cn tn p u ed e £<*tW4 aliz»n»c. V es que, yn
sea q u e d ig.uuos q u e una p erso n ase habí ia m ovido si no estuviese
i iu.ulenad.i, m lo hubiese intentado, si hubiese decidido hacerlo.
1Ar.AUSALUJAD !X>MOt 1'NSlTTrYFXtT tVf tA AI -CIÓN 227

si lo hubiere deseado, o cualquier otra casa por el calilo, att n así la


que tligamw no implicará que ella habría podklo moverse. ¿Por
qué no? Porque sigue siendo posible que existan rondkiones 10
talmente lucra del control de dicha persona que le impidan in­
ternar, decidir, o querer haíer la cosa en cuestión. Por ejemplo,
si ciertas condiciones fuera de su control te impiden a una per­
sona tratar (le hacer algo, entonces el hecho de que ella habría
realizado la cosa si lo hubiese intentado no logra d e m o r a r que
la pr n on a pudo haberla hecho
Por otra parte, si el dctermiuísmo es verdadero, entonces exis­
ten condiciones antecedentes sufincitics para lodo cuanto suce­
de, en consecuencia existen condiciones suficientes para evitar
imlo l uanto no sucedió. Además, esas condiciones se extienden
indefinidamente hacia el pasado. Por lo tanto, si una persona no
trata de hacer algo, entonces, si el determinismo es verdadero,
existen condiciones antecedentes suficientes que impiden su m
tentó, y esaü condiciones antecedentes, dado que existieron antes
de que esa persona naciera, están totalmente fuera de SU control.
lie tal manera que ninguna afirmación de la forma ‘S pudo
haber realizado A ' está implícita en una afirmación de la forma
\S habría realizado si C , porque resulta perfectamente posi­
ble que deban existir condiciones que impidan que C ocurra y
que esas condiciones estén totalmente fuera del control de S, Por
consiguiente, es posible que una afirmación de la segunda forma
sea verdadera pero que una afirmación de la primen» forma sea
falsa, Además, si el determínenlo es verdadero, entonces éste sera
siempre el caso cuando C no ocurra, porque existirán condiciones
antecedentes suficientes para impedir su ocurrencia. Las cuales
están totalmente fuera del control de S. En resumen, si el deter-
mutismo es verdadero, entonce» no importa lo que una persona
habría podido hacer si las condiciones hubiesen sido diferentes,
no habría podido hacer ta cosa en cuestión porque las condiciones
no pudieron haber sido diferentes debido a nrcunstanrias sobre
las cuales dicha persona no tenia ningún control. Asi que, una
vez más, m el determinismo es verdadero, enionce» una persona
nunca habría podido actuar de otrn modo. Kn consecuencia, el
determinismo es incompatible con el acto libre.
228 EL PROBLEMA DE I.A LIBERTAD Y EL DETERNINISMO

O tro a r g u m e n t o c o m p a t ib iu s t a ú l t im o a c t o

El argum ento preccdcote incurre en iiim pctK>úi) d e principio.


O bviam ente, si existen con dicion e» suficientes que le im pidan a
una persona hacer algo, cuiontcs ésta no p u e d e hacer esc algo.
Pero no todas la» condiciones q u e son suficientes p ara q u e una
persona realice un acto te im pulm h acer alg u n a otra cosa Así
que, aun ru a n d o existen condiciones antecedentes suficiente» p a ­
ra (¡ iic u n a person a realice d eterm in ad o acto y a u n cu an d o esas
condicione* existieran antes de que la p erson a naciera, en oca-
Alunes es cie n o q u e ¿ s u p u d o haticr actuado d e otro m odo. Si
p u d o haber actuado d e otro m odo, tam bién d e b e sct cierto q u e
no había nada q u e ien n p id ic ra a d uar de otro m odo. De tal suerte
q u e existen condiciones, so bie las rindes una persona no tiene
nin gú n control, q u e son suficientes p ara q u e cita realice u n a ac­
ción especifica, j que no le im piden realizar a cam bio a lg ú n otro
acto. En resumen, no todas las condiciones q u e son tuficicntcs
p a ra algo io n condiciones q u e im piden que otras cosas sucedan
U n ejem plo ayudara a ilustrar este p roblem a. Previam ente
consideram os el caso d e u n a person a que está en cerrad a con llave
en u n a habiiarión p e ro q u e no lo sabe. C om p árese a esta person a
con otra q ue está en una habitación a u e no está cerrada con llave.
En este ejem plo, d a d o que las dos personas creen q u e p u ed en
a b a n d o n a r Ja habitación, arabas p o d ría n d e lib e ra r acerca d e si d e ­
ben aban d o n arla o no. p e ro deciden p erm an ecer en ella. A h o ra
bien. Ja persona q u e está en cerrada con llave está im posibilitada
p ara salir, p e ro la otra no. A dem ás, el ejem plo no se verá alterado
cu n in gú n elem ento im portante si supon em os q u e el co m p o rta­
m iento d e cada una d e ellas es tal q u e existen condiciones sufi­
cientes p ara su ocurrencia, incluso condiciones existentes m ucho
antra d e que nacieran N o todas las condiciones suficientes son
preventivas, sólo a lgun as lo son. com o la d e es Lar en cerrad o con
l i a « en una habitación.
Sin em bargo, do d eb em o s a b a n d o n a r La argum entación a este
nivel p o rq u e el utcam paubilista respon dería q u e si el determ i-
nismn es v erd ad ero , entonces n inguna d e las d o s personas p u d o
h a b e r aecuado d e otro m odo y am bas estaban im posibilitadas para
actuar a causa d e condiciones qu e se sitúan en un pasado rem oto,
cuando no p o r u n a llave en la puerta. En lu gar d e ab an d o n ar
crnio Aur.iiHcNToooMiwniiius'iA 229

la argumentación en o le estado insatisfactorio, consideremos un


argumento fm;d que demuestra la compatibilidad del determi-
nismo y dei acto libre. Deprcmos que Lis cosas se expliquen por
sus propios méritos.
Para percibir en qué consute el argumento, volvamos a uno
que rl libertario utilizó anteriormente El libertario argumentó
que cantamos con la evidencia empírica perfectamente adecuada
que demuestra qnc una persona pudo haber actuado de otro
modo, evidencia que es aceptada por los cánones del método
científico. I m;iginamos un experimento cuidad lisamente contro­
lado para investigar cuándo una persona podía y cuándo no po­
día levantar el brazo. No sólo verificamos sus capacidades bajo
una gran variedad de condiciones internas y externas, sino que
también tomamos nota de los informes hechos por ella acerca de
lo que trató o no de realizar. Posteriormente supusimos que se en­
contraba expuesto a condiciones ideales para levanta re í brazo, en
lo que a nuestro sujeto concierne. Luego argumentamos que si no
levanta el brazo rn d tí ho momento, y que si sabemos, gracias a su
informe, que no trató de levantarlo pero que está seguro de que
lo hubiera logrado levantar de haberlo intentado, entonces con­
tamos con la evidencia adecuada de que pudo haber levantado el
brazo. Así que contamos con la evidencia adecuada de que una
persona pudo haber actuado de otro modo. A este argumento del
libertario, el determinista contestó que semejante evidencia no
resulta adecuada para demostrar que la tesis de] detenninismo es
falsa. Y es que, so&ticnc el determinista, ¿cómo podría demostrar
esa evidencia que nada tiene una causa o que no existen condi­
ciones suficientes para algo que ocurrió? Obviamente, no podría
demostrar una cosa semejante.
Ahora bien, el compatibiloia sostiene que lo que ambas parus
en disputa han afirmado es perfectamente correcto. El libertario
está en lo correcto al argumentar que la evidencia es adecuada
para mostrar que una persona pudo haber actuado de otro modo,
y el determinista está en lo correcto al argumentar que la evi­
dencia no es adecuada para refutar la tesis del determinbmo. l,a
forma de percibir lo anterior, y la forma de percibir la fuerza de
este último argumento en favor del compatibilismo, es volviendo
al argumento libertario en una forma un tanto más precisa. La
primera premisa es, por supuesto, la Mguicntc:
23U E t. 1*1(0 8 1.KMA D E LA L IB E S T A O V E l. DITTER MI NI 5M i i

1 C o m am o s con La evidencia e m pírica correcta en favor d e la


afirm ación d e q u e una p erson a p u d o h a b e r actuado d e otro
m odo.

L a evidencia en cuestión se d eriva d e ] ex pe rim en« □ im aginario


descrito y discutido previam ente, A continuación, se utiliza una
prem isa que d ebería resultar obvia, a saber.

2 U n acto libre ex, pn r drfioición. un ac io q u e una persona


rea lita a u n q u e tiene la opción de p o d e r actuar de o tro m o­
do,

[)c « t a a dos prem isas, podem os concluir que.

3. C oncom e» con la evidencia em pírica correcta en favor d e


q u e a lg u n o «a c to s son librea.

Existe también la prem isa com ún tan lo a la posición libertaria


coligo a La determinista, a satwr,

4. St la tests d el determ inism o es v erdadera, entonces nin gún


acto o libre

y d e (3 ) y ( 1 ) p odem os derivar.

5. C ontam os con la evidencia em pírica correcta d e q u e la tesis


d e l dctcrm tnism o no es verdadera.

C o m o observam os anteriorm ente, en esto apoya el libertario su


argu m en to, pero p u e d e continuarse sigu ien do sim plem ente estas
lineas:

6 . L a afirm ación d e q u e la tesis d el deierm in ism o no es v e r­


d a d e ra es equivalente a [a afirm ación d e q u e es verdad q u e
algo que ocu rre carece d e causa.

D e m o d o q u e derivam os,

7. C ontam os con la evidencia em pírica correcta en favor de


qu e es v erd ad era la afirm ación según la cual algo que ocu rre
carece d e causa.

En esta coyuntura el determ inista aigu m cn tó q u e d a d o q u e (7 )


es falsa, algo d e b e an d ar mal en cJ a ig u m c M o . a u n q u e no p u d o
decir qu¿ exactam ente e ra So que a n d a b a m a l El libertario res­
p on dió que d ad o q u e (3 ) es v e rd a d e ra y d a d o q u e la equivalencia
o bservada en { 6 ) tam bién es verdadera, entonces lam hidn (7 ) lo
a m o A R r . l l M F J 'T t t ) C X J M r A T I B I L I S T A 231

es, aun cuando pueda resultar difícil percibir esto. Ambas pane»
parecen tener razón, pero no pueden ambas estar en to correcto.
Kl argumento compatihilista ya puede ser expuesto. Empieza
coincidiendo con el determinista en un asunto crucial: la afir­
mación (7) es falsa. La raaón es en esencia la que se expresó pre­
viamente, a saber, que el experimento imaginario no hace nada
por mostrar que el acto de mantener inmóvil el brazo no tiene
causa, y que ¿ólo los actos, entre las cosas que pasan, eran per-
unen tes en ese experimento. Pero en lugar de levantar rápida­
mente la mano y dedil', junto con el determinista, "pues bien, algo
debe andar mal en ü a r g u m e n to e l compatibilista va un paso
más ullá y se pregunta qué es, cxactamcntr, lo que anda uud en
el argumento. Consideremos esta pregunta con seriedad. Cierta­
mente el paso (2) es aceptable; todas las partes involucradas en
a t a s cuestiones filosófica* coinciden en ello. Lo momo puede de­
cirse del paso ((i). Nos quedan sóJo ( 1 ) y ( 4 ) como premisas; ( 3 ) y
(5) son conclusiones provisionales o intermedias.
¿Y qué hay de la atirmación <1)? Aquf el compatibilista se pone
del lado del libertario, como debería. La evidencia obtenida a
partir del experimento imaginario es una evidencia cm pfnta só­
lida de que la persona pudo haber actuado de otro modo. De ahí
que nos quede la única premisa que los libertarios y los determi­
nistas han dejado sin examen y sin defensa; la afirmación (4) es
falsa. Por supuesto, cata premisa es la afirmación clave de la tesis
incompalíbílisia; por lo tanto, la tesis ¡ncompatibilista es falsa y La
posición del compatibilista ha quedado «tallecida.
La posición compatibilista consta básicamente de tres elemen­
tos: (a) algunos actos son libres; (b) la tesis de) determinismo es
verdadera, y (c) la afirmación de que (a) y (b) son compatibles.
Su defensa de (a) no es en Lo absoluto original, ya que ha sido
tomada directamente del libertario. Consiste en observar que (a)
se apoya en el sentido común reflexivo, y también en la eviden­
cia producida por el experimento imaginario. Tampoco es suya
la defensa de (b) ya que equivale a la observación de que (b) se
apoya tam bif« en el sentido común reflexivo y en el hecho de
que el mejor argumento m contra de (b) conduce directamente a
una hdsedad nía m Res la, a saber, ta afirmación (7). Lo que resulta
□ ucvn y original en La doctrina compadbilbta es su argumenio
de que estos sólidos elementos en las posiciones libertaria y de­
terminista juntas conducen directamente a (r). y por lo tanto ¡il
232 ¿ L PRODL1MA M LA L tttliC lA D V M|. Eil.TI liM IN I nWi i

cttabluc imic n to general del comp itibilisnin. Así que nuc itr>. apa­
rente paradoja inicial queda resuelta: I » dos doctrinas del sen­
tido común reflexivo na son incompatibles. Asimismo, nda
aparente paradoja —d e que to que parece ser un argumento li­
bertario impecable conduce inexorablemente a una falsedad—
queda resuelta. El argumento su puestamente impecable can be tic
una premisa taba
Si el compattbiliMno, consistente en (a), (b) y (cj es correcto,
entonces tanto Ea posición del libertario'como la del determinista
u n falsas. Quizá la pan e más original del argumento final y con­
cluyente en favor del compadbilismo es que muestra que los po­
sibles be tares sólidos de las posiciones libertaria y determinista,
cuando se les considera en conjunto, presentan el mejor argu-
m nm en Éivordt la falsedad de esas mismas posiciones.

EJERCICIOS

]. ¿Que argumento esgr i mr d determinista p a n mostrar que codos


creejtVM en la ( e ú J d drirmuninno? ¿Acaso d iip iD C n io jllili-
lica Li accptsdán d d detnrm mismo? í Pur qué?

9. ¿Qué problema a paradoja m rgr si iccplsm o* b tesis del d d m n i-


niamo? ¿Cómo procedieron Butlcr y Darraw para que tus razona­
mientos los llevaran de la verdad del rictrmimismoa U conclusión
de que Im crimínale? no k k i responsable* de sus actos?

3. ¿Qué diferencia hay entre La tesis del dctermmísmo y la podddn


determinista?
4 Considere d siguiente argumento:
Algunos filósofas y ahogado* han argumentado que la gente
no es responsable de sus actos porque lorio* |n* arte» hunu-
n c t a iin causal mente determinados por casasen d pan do re­
moto. Este argumento puede rd iita n e bnlm D iie, La ley tíos
dice cuindo una persona es responsable d e sus infracciones;
la ley define la rapatisabtlidad. Mo importa cu il resulte e t
la h¿»Loria causal de un acto, Si d acto es de un tipo a p e tifi-
o d o por la ley —como por ejemplo, d asesinaba— rn(anees d
agente es responsable d e ese arto y merece el castigo especifi­
cado, sin consideración alguna a la forma como llegó a come­
terse d acto asesino, ftw lo tanto, es inútil aigumenütr que la
gm te rata exenta de responsabilidad dada Ll historia causal de
•us crímenes. Un acto que L> ley considera un crimen e* un acto
üjrjtcicios 233

del que U genie es responsable y por el que está expueua a ser


castigada.
¿Que cree uned que Butlnr o Darrow podrían responder a ette
irgu m m lo? (Acaso es v il ido?

5. ¿Qué argumento esgrimen lo« libertarios, por ejemplo Reíd y


Campbell, para apoyar U conclusión de que nuestra creencia en
que sanua lib ra e* una creencia de «m tido común ? ¿Cómo se
introduce en el argumento el problema de la deliberación? íEn
qué forma objeu Grunbaum a este argumento libertario? ¿Fj ade­
cuada la respuesta de Campbell a Grunbaum? ¿flor que?

6. C'orkS\dcrc el siguiente argumenta determínala:


Resulta lícil probar que ludo acto humano es causado. En pri­
mer lugar, lodo acto debe tener un motivo de algún tipo. Puede
mostrarse que incluso los actos aparentemente más fortuito» e
inadvertidos tienen un motivo si uno no e* disuadido por las
apariencia* y si invr—iga a fondo rl problema. Loa psicólogos
^SigmujvJ Freud. por ejemplo— descubren motivos detris de
gotcs aparentemente accidéntala como lo ea un Lapsus verbal.
Así que cualquier a n o tiene un motivo. Ahora bien, si pregun*
ta m o a cnnlinuadún ai un acto es causado, la n s p u o u obvia
e* que es causado por un motivo que motivó el acto. ¿Qué mo­
tivo? Evidentemente, el m is fuerte. En efecto, la prueba misma
de que un motivo es el m il fuerte es que dicho motivo preva­
leció, ése, y no otro, causó el acto, Así *on todos los actos que
resultan sct c u m r ia par el motivo mis fuerte.
¿Qué podría responder un lilicrtario a a te argumento? ¿Quién
tiene razón?
7. ¿Qué argumento isgri me el libertario para mostrar que sólo pode­
mos escapar a la incofisatmcia lógica r c rfu u n d o c l (Ifierm inam o
en Caven' de la doctrina del i t i o l i k c f ¿Cómo define ¿leí acto libre?
¿Es acaso una ddinición razonable?

8. Considere el siguiente argumento:


En cierto memento el libertario recurre a la noción de ronsu-
(fncia lab :a para defender su concliiñárt. Este es SU e fM f prin­
cipal. La consistencia a de paca o ninguna importancia. Ea el
diablillo de las mentes insignificantes. Sin embargo, todo el pro­
blema de la libertad y et determinóme resulta de la supuesta
incoiHHttnrii de las dea doctrinas. Pero, ¿qué si son inconsis­
tentes? ¿Pe* qué hemos de preocupamos por cao? Admitamos
dscaradiimente la inconsistencia y digamos que, a pesar de
33 1 f.L l'flXJBLEMA LIE IJ, I.IRFKTAD Y EL D tTE RM IN ISM O

dlu , jrrpiaictnüB tm bai tiociriim», C on d io habri de quedar


cllterradi <rt pnohlntlia d e La Llirrtad y r i (Ictcrm iniim o.

íQ u c Cí lo qu e pLanlca rsM a l m i d i t u p r c n c a ? ¿Acaso el rech aza


por p u n e de! d r t fm iltllS U d e l □ rj¡¡uincni<i lile r t a n o n t i r c la can-
sisLenda liig ic j (m c n d a iu d o e n ¡J p regu n ta m i r r i a i ) lo c o m p r o ­
m ete a d iÍL n d tT I» i ú tictp ciü n d i q u e la m n i á t c n d i lógica CürKC
d e im par Lsnria? ¿Por qué?

!í. -:Qujé a qgu m en tó, I n u d n e n le » d ates ile La ¡n tresp eccién t esgri m e


d lib e rta rio pura ntnntrar q u e tc n rtiic t la eviden cia adecuada en
íiavor d e l a r io libre? ¿ Q u é nbfrclrtji e s g rim e I lr m p r l a cstr a rg u ­
m en to r i & ataño c o n vin cen te la respuesta libertaría a « i * ob-
jet'jrifl” ¿Por qué?

10. elle h u í argum ento :<■ vale e] llbfiükriu para demostrar que te-
neiticH un? evidencia iin lc p a id in ifr ijiip juttilica La creencia de
que r n lila n ia i actos Ií Ik m ? í f t i r q i i se requiere « l e argumento,
adon is del ai^umcncc- InE^do cii Lía ¡I.iih.h ¡le la InlrcEpctfciún,
para probar In nitie|usi£m lAertjria d e que lenonce la evidencia
idcciu tiji en & *or del acto l i l w 5 (Q u é o b je c ió n « tsgrinie el de-
Icrnunísü en canina rie[ ¿igu m ento libertario relacionado can la
c n d n w ii ¡n d r ft n d im t t m fjvtir d tí u m libre? íQ u í premisa,
dentro del argum ento determinista en r o n ln d e la supuesta evi­
dencia, debió refórnm ljrse? éF*nr que? ¿Acaso es decisivo d argu­
mento •eiLrmuIadn?

II Considere el siguiente Argumento libertario.

El determinista argumenta que debrrútmos aceptar la doctrina


del determ inism o y rechazar la doctrina d e U libertad Plexo, al
hacerlo, revela que ni siquiera ¿1 cree en la tesis que defiende
V es que supóngase que n o somos libres sino que estar"o» d e ­
terminados de Lal m odo que no podem os evitar hacer lo que
hacemos. F.n n r « ¡ o , no tendría snirklu argumentar que d o
hería man aceptar una doctrina en lugar d e otra, porque no p o ­
demos evitar aceptar la doctrina que aceptamos, cualquiera que
ésta sea. Así que si el determinista rs ir r io en su intento por
porsuadirnci» para que aceptemos el determ inunio. entonces
¿I debe creer qtfc podríamo\ aceptar esa doctrina aun si. d e he­
cho, no la accpianius, De m od o que í l debe creer que sónica»
libres, aunque él sostiene que n o lo somos, Asi que ía creencia
(Id determinista rcfiHJ sus palabras

¿Qué podría responder un deterniintsLa a este argumento? ¿Es


volido este argumento? ¿Por qué?
EJIRCICIOS

12 (Q u e a rgu m e n to Je p ro p o rc io n a W a m o c k al d rir r m in is ia r n cou-


ira d e l i afirm ación libertaria d e q u e t c n o n t » U cvtdrn i. j a d e ­
cuada en fa v o r d e q u e una p erson a p u d o haber actuarlo d r o ír o
m udo? ¿Cuál es La respuesta liberta r b ? í Fji decisiva la úllititii ¡ m -
labra (ic i d e te r m ir iita ? ¿For qu é'J

13. ¿Q)ué prem isa, aceptada u n t o por los lib e rta rio ' c o m o p o r los de-
termm iM -it. es rechazada p o r e l compatilTÜisia? Sí el con ipa ilbilisia
acepta Uintn la d octrin a d e l d e irr n m m n K » c o m o la d o c trin a de* 1«
libertad, ¿acaso c a lo nlgrtlfica q u e se Encuentra c o m p ro m e tid o con
u>w p osición inconsistente? :Por q u í habría d e iic j¡* f e l com p ati-
b 'lü u q o e #C en cu entra c o m p ro m e tid o c o n una inconsistencia?

14 N cam pal ib ilisl» d e fie n d e •su p osición sos te n ie n d o q u e la causali­


dad « un e le m e n to con stitu tivo d r l acto. 'ÍC óm o se in irix lu e e la
leoría d e U< volicion es en cale argumente»? íP.n qii£- lo r m ol>it;i4
e l dcterm m U l«* este argu m en to? cfcri qu é form a c o n t r iljliv r t i a fir­
m ación d e l cDinjw|¿b¡lista d e q u e lo» acto - son causados p o r a lg o
q u e en sí muuivti t u m u n i r t c a res p o n d e r a la ob jeción presenl.nl;t
p or e l d e te rm in is ta ? ¿Cuál c& el a rg u m e n to d cte rn iin is t* final en
contra d e ta le a rgu m en to libertario? ¿Resulta in m u n e a la d u d a '

15. C o n s id e re el sigu ien te arg u m e n to iiicom p at iljilista:

L a idea d e q u e las volicion es M n causadas es aLBUrdj Una


c a u v i, si es gen u in a , dt-Ur ser descrita in J c p e n d ic n ir m e m « tic
sus efec to * A s íq u t . p or c,em p ío. n o serviría d ecir q u e la capaci­
dad para ind u cir al *iK-ño d e una p ild ora p rovoca q u e la g en te
d u e rm a , p o rq u e la cap acid ad , *i es una causa g r tu u lia ,d e b e ser
descrita in d e p e n d ie n te m e n te d e »u p r e te n d id o e le cto. A h ora
b ien , supóngase qu e una volición par-« levantar e l b ra zo ocu ­
r re en mi. S e n K ja M c VíJiciAn n o p u e d e »c r una causa g e m ln *
d e qu e yo levan te e l b ra zo, p o r q u e la volición nu w d escrib e
in d e p e n d ie n te m e n te d e su p re te n d id o e fec to , el d e levantar
r l brazo. D e m o d o qu e, la v u lc in n para Irva n la r e l b ra¿o, al
igu al q u e la capacidad d e una p íld ora para inducir al su eño,
n o es una causa g e m n m . es sim p le m en te una pseudoenusa N i
la p ild ora ni la v o lio o n son descritas in d ep en d ic-n tem en le d e l
c fc c to qu e falsam ente -»c su p o n r q u e p ro d u cen

íE s le A rgu m en to Favorece al t ilc r u r io o al [leterm inisLá? íE s c o ­


rre c to e l argu m enta? i Por qué?

10 <Q u e a rg u m e n to c o m p a til«litta se d e riv a d e un análisis d rl c o n ­


c e p to d e lau salid ad en t e r m im » ríe una exp lica ción r i r n l i t a '
íC ó m n c re e el i <itnpalibilista qu e este « n ilis i* dem uestra l.t C om ­
p atibilidad d e la libertad y r l d eterm m ism o? (P o r qu é, scgi n el
236 M, r s o p L ÍH A DE M U&ERTAD Y F.L p n T J IM l NI5MO

in c o m p a t ib ilÍ A i i, la c o iu ia te n c ia d e la p r e d ic c ió n y d e li lib tr u il

n o lo g ra p r o b a r b n m n p ilih iiiH ilH d H (IrIrr tn ín s T T to y U lih o u d í

¿Q u é p re g u n ii c o n t i n ú a s i n r e s p u e s t a i n c l u s i i i t i l u p a n r n m q u e e l
determ m i s m o i m p l i c a q u e e n c i e r t o s e n t i d o d e ' p u d o ' n a d a p u d o
h a b e r o c u r r i d o e x c e p t o k> q u e e n r e a l i d a d o c u r r i ó ? (C óm o c o n ­

t e s t a e ) c o c n p a t i b i b s t a l a r e s p u e s t a ? ¿En q u é I n r m i l a d i s t i n c i ó n

e n t r e la d e t r r t t i i n a a á n c iu u l y U d e t e r m i n a c i ó n a n c e s t r a l consti­

tuye l i base d e u n a m p u s t i i n c a m p a t i b i l n t a ? i Es d ta u i i a res­


p u e s ta d e c is iv a ?

17. C o n s id e re el «¡g u íe n te a rgu m e n to incom patibilista:

El compatíhilista argumenta que el delerminisruo ccmllcvi na­


da menos que U capacidad universal de predecir basada en le-
yD C icn tifiai No obstante, esta noción de dctermtniamo basta
para profcmr la incompatibilidad de la libertad y d deim ní-
ntsmo. En primer tugar, aceptemos rjue lo» actos libres deben
derivarse, al menea en ocasiones, d e una decisión. Asi que la
decbiúfi a E z iiá a l para La libertad Un rasgo de la decisión
q <¡uc nadie puede saber cudl ha Inri de ser mi propia decisión
uiies de ioii)jr|¡i. Una ver que la persona sabe cuál habrá de
set su defirió», ya ba decidido. Sin embargo, el 'determ mismo’
definido tomo ' o p t idad universal p a n predecir basada en le­
yó. cientiñcai' tiene par rc rm n im n j nur es posible que cual­
quiera prediga cualquier com, L o único que uno necesita saber
para hacer una predicción son lis condiciones antecedentes y
Lu leyes apropiadas, ye sa l menos posibleijiie una persona sepa
esto incluso ti de hecho ncEotn» no lo abcrnn t De modo que,
si el detemunismo es verdadero, e* posible que uria persona
prediga cuil habeí de *ct n) propia detúiAn ames de tomarla.
Pirro si hay alguna dcciiÁ^i, romo U libertad exige que La haya,
ea imposible que una penena arpa cu jí habrá de ser su decisión
antes de tomarla P w k> tamo, si el deferminiitmo, como ¡te ha
definido, es verdadero, no hay acto* libres.
¿C^Jmo podría responder un campa tibilipt7 a o t e argumento?
¿Cóm o podría responder si ic c p u < j ü e la decisión a e x n c ia l para
el ic io Libre? ¿Es válido d argumento? Cumpa re el articulo d e Car]
G in rt indicado en la bibliografía.

18. ¿En qué forma argumenta el cumpa tibilista partiendo del a n i lima
hipotético d e 'p u d o' hasta llegar a la compatibilidad d e la liber­
tad y «J determinianio? ¿Qué ejem plo propone el itmoiparibilisLa
com o respuesta? ¿Cóm o generaliza * partir d e cale ejemplo?

19. Considere el siguiente argum ento com patibilisu:


Ejr.RCtCIOS 237

La compatibilidad d e la libertad y d deicrnunksm o p u ed e p ro ­


b a r«- fácilmente El deter m in ia n » rúa d ic e q u e to d o es ti cau­
ta], y en realidad, a n cortrilm cn lr d rlr r m m a d o P ero n o i k »
dice ra ile s ooaai están i d d « e n n i i u d i i y cu ilc a n o Por lo
u nto, supóngale que levanto el brazo y qu e, c o m o lo ex ig e la
libertad, yo pude haber actuada d e o tr o m od o. Pu de haberlo
t v i n b d o hacia un lado. ¿Qué conclusión acerca d e cite *u-
p u a to podcxnca B ear ■ partir d e la I n i i d e l determ inisaia?
L o único que podem os concluir es ( I ) que e l q u e j o levante
el brazo « t i cam al y ancestra m ente d e te rm in a d o y, (2) que el
hecho d e que yo pude haber actuado d e o tra m o d o a t i causal
y ancestro luiente determ inado. Sin cm tu rga, el hecho d e que
a Hitas c d n i k en cu ou ren asi determ inadas es perfecta mente
compatible con su ocurrencia. Por lo tanto, lo q u e se deriva d d
detcrniinum ú en lo que respecta al acto lib re a q u e d a c to )
el que cate u Libre catán causal y anccstralm enie determ ina -
doa. E ko demuestra que el acto libre y el d eterm in u m o son
com pletam ente compatibles.
dQu£ podría responder un ineomparibilnta a cafe argumento?
¿Qué diría usted al respecto?

¿C u il es el argum ento final d el cocnpaiibiltHa? ¿ L o com idera us­


ted vábdo?
IV

EL P R O B L E M A M E N T E -C U E R P O

¿Qu£ es una peí, onaí E o t r e u tras cosaa una persooa ca un sct


complejo que puede hacer muchas casas. A diferencia jc mu*
cboa otros seres se puede mover por si misma; puede airaafrarce,
ramsnar y nadar Está claro que ¿atas son actividades corpora­
les. Por lo tanto, una p c jw n a parece, con seguridad, tener un
cuerpo, en el que tienen lugar muchos procesos y suceso« toles
como ci latido del corazón, el fu racionamiento de los riñones y el
compleja funcionamiento del cerebro. Dichos procesos corpora­
les son esenciales pAra m m tener a una persona v iv a yialu d ab k
De hecho describimos el estado del cuerpo de una persona expo­
niendo la condición en que se encuentran dichas procesos vitales
del cuerpo.
I lav, sil) embargo, muchas otras cosas que puede hacer una
persona que no parecen Ser actividades corporales. Una persona,
a diferencia de mucho* otros seres que pueden moverse par si
mumos, puede pensar acerca (le las cosas; decidir sobre el curso
de una aed ín ; anhelar, desear y soñar con muchas cosas diferen­
tes. Éstas parecen ser actividades mentales, baítSfiií diferentes de
las actividades y proceso« corporales. Parecen, entonces, involu­
crar a una mente en lugar de un cuerpo, una mente con estados
total mente dífercnles de loa estados corporales. Describimos el
estada mentid de una persona atando decimos que está íeliz o
triste, alegre o deprimida, enamorada o llena de odio, nerviosa
o calmada, confiada o asustada. Una persona, pues, parece ser
no sólo un cuerpo comphjn, sino una entidad con una mente
distinta y completamente diferente de su cuerpo.
No sólo describimos a una persona de esta manera; también
tratamos de explicar su comportamiento corporal y de entender
240 Eí I"'r>BI.F.WA Mf N T l-C L EUPO

el funcionam iento de su mente. Y al hacer esto norm alm ente e m ­


pezam os a h acer afirm a* iones sobre las relaciones entre su mente
y s u c u e rp o . Explicarnos, p o rc jc m p lo , kw¡ gritos poco com unes tic
la Sra, P ércza sus hijos, alu d icrtd oa su terrible d o lo r de iab cza o a
los pensam ientos qu e le provocan m iedo. A firm am os q u e la razón
p o r la q u e 1 ¿ p e z n o escalará montaña*; es q u e le tiene un m iedo
m ortal a las alturas, ü q u e el Sr. Sánchez ha d ejad o d e fum ar p o r ­
q u e ha decidido que el riesgo d e contraer cáncer es dem asido
aleo. Tam bién explicam os el com portam iento an orm al d e las per
sonas conm erecto d e sentimientos d e culpa, deseos reprim idos,
o fijaciones neuróticas. Por otro lado, explicam os c] d o lo r de a l­
guien aislando su causa y considerándola com o un d a ñ o co rp oral;
aplicam os inyecciones en su c u erp o p ara dejarlo inconsciente, y a
veces Metamos a cabo operaciones d e l c crcbro para cam biar todo
el estado mental, roda h personalidad d e una persona. Parece,
p » e , q u e cit n o s fenóm enos mentales pu ed en aferiar al cu e rp o
y q u e riertos fenóm enos corporales p u ed en a fe ita r a la mente.
Fiemos descrito a una persona com o una entidad completa con
iinil mente y un cuerpo; una entidad -pie involucra a ti w i su ­
cesos y rila d o s corporales, y sucesos y estados mentales; una e n ­
tidad en \x qmc ríe n o s sucesos corporales rfectan causalm entc a
la me n i" y ctertos sucesos mentales afectan aj cuerpo. Adem ás»
pucaln q u e parece q u e el reino d e lo mental es m uy distinto y d i­
ferente del reino d e lo material, esta descripción parece conducir
a j teoría conocida com o mteratetonistm) duai” ‘ ~. De acu erdo con
esta leoría, una p rrso n a consta d e dos partes radicalmente d i­
ferente», una mente y un cuerpo, cada una d e Lis cuales p u e d e
actuar causulmcrite sobre la otra.
El mteracc tonismo dualista es aceptado p o r m ucha gente. M u ­
chos d e nosotros, al turnos <-n nuestro p ro p io caso, d istin gu i­
mos claram ente entre I « » fenóm enos mentales d e los q u e somos
conscientes, tales com o nuestras propias sensaciones, y nuestro
c u e rp o con todos sus i o nip tejos procesos físicos. Adem ás, un d u a ­
lismo m en ir-cu erp o parece ser esencial p ara la ruavorla d e Lis re­
ligiones. EJ c u e rp o se desin tegrará después d e la m uerte pero,
d e acu erd o con las doctrinas d e mucha* religiones, el alm a, la
p a rle inmaterial d e l o s o u 'd s q u e es com pletam ente distinta y d i*
ferenu de nuestro cu erp o , v i v l r í eternam ente N o obstante, si
bien p u ed e Ser focil explicar la m uy e x te n d id a aceptación del in-
teracekm um o dualista, semejante c xp L r ación no constituye un
D EFINICIO N RE TÉ R M IN O S C LAV i

problema filosófico. E'J principal problema füosóDco constsle en


ver si el inlcmcciohL'nio dualista o cualquier otra posición a la
concepción niás plausible acerca de la naturaleza de una persona
Obviamente, hay muchas alternativa» posibles. 1 lay varia» con­
cepciones monista? el mn¡m alura rrdv'cumifia. que afirma que
ni; híiy mentes. sino sólo cuerpos; el idealismo, que afirma que
no hay cuerpo*, sólo mentes, y una varía neutral, que afirma que
una persona no es ni mente ni cuerpo, sino algo totalmente dife­
rente de los dos También hay teorías dualista* que niegan toda
o parte de la afirmación de que hay una interacción causal entre
menees y cuerpos El fpi/enommalism) niega que la mente pueda
afectar causalmentc al cuerpo porque la mente es sólo un tipo
de subproducto de cienos procesos físicos complejos. Kl parale­
lismo afirma que no hay interacción causal de ningún tipo entre
mentes y cuerpos. Cada uno procede por su lado, paralela pero
independientemente del otro.
Algunas de esins concepciones son plausibles, otras no. Todas
se enfrentan con problemas pero algunos problemas son más per­
judiciales que otros; y puesto que ninguna concepción es obvia­
mente correcta cada una requiere de una defensa razonada si
hrmos de justificarla. Nuestra tarea será evaluar criticamente las
principales posiciones alternativas con la esperanza de que sere­
mos capaces de elegir de entre ellas la que resolte más plausible
que cualquier m ra Empezaremos Con el interaccionismo dua­
lista.

D e f in ic ió n dh t é r m i n o s c i a v e

Aniel de empezar la discusión de marras primero debemos indi­


car cómo deben usarse ciertas expresiones clave que contienen los
términos 'material' y'm ental'. Va hemos discutido sobre los cuer­
pos (objetos materiales)y las mentes (objetos mentales). Ya hemos
discutido lam biín s^bre los sucesos y estados, aiiiboa mentales y
malcríales Entendemos estos dos tipos diferentes de objetos, su­
cesos y estados de la siguiente manera:

Objtío material Objeto (como una piedra) que tiene tama Su,
forma, masa y posición espacial y temporal, y que puede exis­
tir independientemente de cualquier ser consciente.
242 EL PROBLEMA MENTE-CUERPO

Ohjtu> mental: O b je to q u e es o bien un s e r consciente, esto es,


u n ser consciente ile ciertas cosas (com e u n a m ente), o bien
un ser q u e n o p u e d e existir in d ep en d ien tem en te d e a lg ú n
ser consciente (co m o u n pen sam ien to o u n a sensación).

b u i t í o material: A lg o (co m o el m ovim iento d e un b ra z o ) q u e


o c u rre en cierto lapso y consta sólo d e o bjetos m ateriales.

Suceso vtt 'U a l A lgo (co m o un su e ñ o ) que o c u rre e n un lapso y


c o a s u sólo d e objetos mentales.

Estado vm tfria í: C o n d ició n o situación (co m o una infección) d e


a lg ú n o bjeto m aterial.

Esladi w n ta l C o n d ició n o situación (c o rro u n a psicosis) d e


algú n rihjrto mental

Es im portante n otar q u e , com o se ha caracterizado previam ente,


lo m ental y lo m aieiial son radicalm ente diferentes. C u a lq u ie r
c n u que es m eatai d e p e n d e esencialm ente d e la conciencia o d e l
conocim iento, y lo que e i iu.ne.ri.il no. A d e m á s ciertam ente p a ­
rece q u e nada roem al ijene tam año, torma, masa, o lu g a r en el
esp acia. u le s cu alidades p atecen caracterizar sólo .1 lo mate nal.
La ri nica caracrcrU tka q ue parecen tener en c o m ú n lo m ental y lo
físico es cjiic los dos pned ai tener posiciones tem porales. A q u í d e ­
cim os "p u e d e n te n e r" p o rq u e si bien todos los objetos materiales
y lo d a i las m entes h u m an as tienen posiciones tem porales, p u e d e
s e r q u e haya mentes q u e un cxislan en el tiem po, com o p o r e je m ­
p lo U mente d e Dios. D ebe tam bién notarse q u e ha sido usada la
p a la b ra material' en lu g a r d e 'físico', listo es p o rq u e con 'físico'
q u erem o s d e c ir ‘p arte d el objeto d r estudio de lasd cn cias Dsicas ,
v bien p u e d e ser q u e no todos loe objetos físicos sean objetos m a ­
teriales. U n objeto que es u n a p e n o m no es. si los dualistas están
en lo correcto, ni un o bjeto mental ni un objeto material, más
bien es un com puesto d e am bos tipo;) de objetos. Sin em bargo,
un objeto sem ejante cae bajo el cam po d e estudio d e la física. N o
estamos, pues, tan interesados en lo físico com o en lo m ental y e n
lo material, « bien lo Gsico es relévam e p a rq u e u na parte d e l d e ­
bate qu e rodea al pro blem a m ente-cuerpo se refiere a si la física,
q u e supuestam ente p u ed e ex p licar el com portam iento d e todos
INTEJtAlUnOMJSMU DUALISTA 3-13

los objetos materiales, p u e d e explicar lu d a com portam ien to h u ­


m ano.

IN TE R AC C IO N ISM O DUALISTA

La clásica exposición de) ¡ntemccioniMUO d aliiia es la que d io


Rcné Desearles. Según Descartes podemos distinguir claramente
cutre tres tipos diferentes de sustancias: una que es Dios, la sus­
tancia eterna, y las otras dos, que son sustancias creadas por Dios.
Dice: "Podemos, cnionccs, tener fácilmente do« nociones o ideas
claras y distintas, una de la sustancia c ria d a que piensa, otra de
la sustancia corporal, con tal de que separemos cuidadosamente
t o d o s l o s atributos del pensamiento de los d e la extensión" 1

Sin embargo, aunque existan estas dos sustancias creadas radi­


calmente diferentes, una que es extensa y que no piensa (cuerpo)
y una que piensa pero que no es externa (mente). Descartes afir­
ma que él. y pot lo tanto otras personas, son esencialmente sus­
tancias pen an tes. No obstante, piensa que no es sólo una mente,
puesto que dice. “Tengo un cuerpo que se halla indispuesto cuan-
d o siento dolor, y que necesita comer o beber cuando siento ham­
bre o sed, etcétera. Pero no es que las personas sean sólo
mentes que resulta que tienen cuerpos, según Descartes. Sería
mejor llamarlas mente« encarnadas, puesto que él afirma haber
encontrado

que yo no iólo esiuy en mi cuerpo cojtio un piloto en 111 navio, fino


ifue e*toy un fntiraarnrnte unido y como m cicb d o con ¿1, que es
como si formásemos tina 40U cdm. Pun ñ dio no fuer* así, no sen­
tiría yo dolor cuando mi cvrrpa o l í herido, p u s no *oy «ino una
ccsa que piensa, v percibiría csi herida con el soba entendimirnio,
como un pilo« i percibe, por medio de la visia, que algo «<■ r o m p e
m su nave. *

Fistos dos tipí.is de sustancia se entremezclan en cada persona


de tal manera que actúan cnusalmentc una sobre otra. Aunque
pudiera ser que una mente mtcraclu ira por separado con cada

1 Kritf D nuiln. Tkt Philotaphtcai Hbrftj of Dtuarta Dover, Nueva ’iVrtk,


1955, Vot. l.p , S il,
* D c iq rtti, « rin/hrái twalyffTtrv^ mpurlím. liadumAn
<]« Virtxt K m , Ettinwnr» Alfaguara. MaitriH, 1977. p. 6#
* Ibid
244 £L PROBLEMA MENTK C t'IR P O

parte d e su cuerpo, la o p in ió n d e Descartes es q u e la m ente tn-


tcraciúa sólo con el cerebro. Esto coincide con los halLa/gois de la
ciencia con respecto a v a r i » procesos cerebrales que traen c o n ­
sigo ciertos movim ientos corporales y con respecto a ciertos su ­
cesos corporales qu e afectan causalm cntc al cerebro. L a opinión
com ún, pues, es u n a teoría d e la interacción m ente-cerebro. C o ­
m únm ente se sostiene, p o r ejem plo, qu e un suceso material que
estimula causalmente uno d e nuestros cinco sentidos — p o r eje m ­
plo, las on das d r lu í qu e calientan la retina d el ojo— desem boca
en u n a cadena d e causalidad física qu e conduce a cierto proceso
cerebral del q ue resulta cierta sensación. Tam bién se sostiene q u e
p o rq u e cierto com portam iento corporal ha sido p rovocad o afec­
tando al ic re b ro d e cierta m anera, los sucesos mentales actúan en
el cu erp o afectando al cerebro. Dcscartes pensó q u e podía locali­
zar la im tracción m ente-cerebro con m ayor precisión. A firm aba
q u e sólo hay u n punto d e '"ctmtaí'i.o' o interacción inm ediato e n ­
tre m ente y cuerpo. M edidm e este punto d e contacto los electos
de la rcu'nlc san llevados a todas !aa partes d e l cu erp o y {os efec­
to* causales d e todas las partes d el cu erp o son transmitidos a la
mente. C om o dice Descartes, "la parte d el c u e rp o en La que el
alm a ejerce sus f u n c i ó n « inm ediatam ente n o es d e ninguna m i ­
nera el corazón, ni U m inixlad det cerebro, sino únicam ente la
m is interna de todas sus partes, a saber, cierta glán d u la m uy p e ­
q u e r a q u e está situada en m edio d e su sustancia .. D e n u evo
añ a d e q u e

la pequeña glándula que c i La icde principal d e l alma estí im p en ­


dida de u ] suerte entre las cavidades que contienen Ice espíritus,
que puede »er m D v i d j por r i l a s d e untas maneras como diversida­
des sensibles hay en el objeto, pero de tal m odo que también puede
s c t m o v i d a d e d i v c r i a * m anen» por el alma, cuya naturaleza es lal

que recibe en si n. ¿mi. [antas impresiones, es de^ir, que puscr- tan ­


tas percepción« d ífc rn iia , como movimientos d i v e m hay en esta
glándula. Recíproca mente, asimismo, b máquina del cuerpo está
formada de tal s u m e que, por el simple hecho de que esta glándula
sea movida de diversas maneras por el alma, o por otra caíun, cual­
quiera que ésta ara, empuja a leu espíritus que la rodean hacia los
p w o i del cerebro, que Lo« conducen a través de lo» nervica hacm

4 R e ñ í D e s u n e *, L a * p tm tn u i A rt. X X X I
INTKB jV jI'IO N IS M O DliAI.IftTA 2^5

los músculos, pni mcHio de lew cuale» La gU rH gb los hacc mover


ka m»cmbro»

Kstn glándula que Descartes pensó que era la "sede" de La mente


o «tima es la glándula pineal. Funciona, según ¿1, como el inter»
m ediar» que transmite lo* clcctos de la mente al cerebro y los
efectos del cerebro a la mente. Kn esto estaba, sin embargo, equi­
vocado, porque hay r a z o n c i para pensar que la glándula no es
afectada por todos Ion procesos cerebrales que afectan a la mente
ni por todo« los fenómenos mentales que afectan al cuerpo. En
consecuencia, aunque estemos de acuerdo con Descartes en en­
tender al interaccionisnio dualista como una Leoría de la relación
mente-cuerpo, no estamos de acuerdo con ¿1 acerca del papel
de la glándula pineal en esta interacción. Tampoco estamos de
acuerdo con ¿I en otra cosa. Como han afirmado dualistas más
recientes, es un error, para decirlo estrictamente, hablar de men­
tes y cerebros que intcractúan, porque son los itteesoi los que están
cau&almentc relacionados, y no las lutíAwias. De ahí que, aunque
aveces hablemos de mentes y cerebros que intcractúan, y también
de sucesos mentales y sucesos cerebrales que intcractúan, estas
afirmaciones siempre deben significar, ya sea que un m kcso cere­
bral está causando un suceso mental, o que algún suceso mental
está causando algún suceso cerebral.
Podemos formular la teoría d d inirr«. ionismo dualista de
una manera concisa como sigue: primero, esta teoría sostiene,
de un modo suficientemente plausible, que hay cosas materiales
(objetos, sucesos y estados) así Como cosas mentales (obietos; su­
cesos y estados) Segundo, esta teoría sostiene que Lis cosas men­
tirles <on tipos de cosas completamente diferentes de las entidades
materiales. Las entidades mentales, de acuerdo con esta teoría,
son totalmente na-materiales o. como también podríamos dcar,
inmateriales. Por lo tanto no t>enen tamaño, forma, peso, masa, o
lugar en el Pipado. Tal vez uno podría decir que los objetos men­
tales .en oposición a las sucesos o estados) serían algo así como
espíritus puros. Ks este segundo punto lo que hace dualista a la
teoría. No basta con sostener simplemente que hay cosas menta­
les y cosas materiales ya que, como veremos, algunas teorías no
dualistas aceptan esa afirmación. Sólo cuando esta afirmación es

s Ib id .. A t l XXXIV.
546 EL PROBLEMA MENTE-CUERPO

tom ada ju n to con la otra tesis d e q u e las cosas mentales y tas croas
materiales son tipo® de cosas totalmente diferentes, sin q u e las co.
sas m e n t a l« tengan n in gu n a característica material excepto, tal
vez, la d e o cu rrir o existir en tin m om ento, obtenem os el aspecto
dualista d e la teoría. Tercero, el interarciontsmo dualista sostiene
q u e u n a person a n o es u n a cosa d el todo mental, ni tam poco u n a
cosa del todo material; en lu g a r d e ello, en esta teoría u n a p e r ­
sona es una entidad com puesta q u e consta de un objeto mental
(u n a mente inmaterial, espiritual) u n k lo a un ru e rp o material.
C u arto y último, en esta teoría los sucesos mentales jr materiales
ititcractuan causalm cnte, esto es. k afectan causalmcnte uno a
otro. Es este último elem ento el q u e hace que la teoría sea inte-
tracción Bta.
A u n q u e sea aceptado p o r m ucha gente, el interacctonismo
dualista no es d e n in gu n a m anera inm une a objeciones p o d e ro ­
sas, objeciones q u e m uchos filósofos han encentrado tan p e rju ­
diciales que han rechazado esa posición. En general, ha h abido
d o s tipos d e objeciones, las que se basan en las exigencias d e la
ciencia y las q u e se basan en fundam entos filosóficos. Tom arem os
en consideración las tres o bjeciones más fuertes d e cada tipo.

T res o b j e c io n e s f il o s ó f ic a s

A L IN T E R A C C IO N E S O DUALISTA

Prim era oitftcufn fiiosdfka i dónde ocurre ía m írracnónT

De acu erd o con el interacción urna dualista cienos fenóm enos


mentales, com o el temor, causan cierto c u m p o m m irn tc c o rp o ­
ral. y ciertos sucesos corporales, com o LDrcerse un tobillo, traen
consigo causalmcnte sucesos me niales, com o el dolor. Supu esta­
mente. este punto d e interacción entre la mente y el cu erp o está
en el cerebro, p o rq u e loa sucesos mentales afectan directam ente
a los procesos cerebrales. Pero, dice la objeción, ningún suceso
m ental tiene lu g a r en el espacio; ningún suceso mental o cu rre en
algú n lugar. ¿Cóm o p u e d e entonces decirse que los sucesos m en ­
t a l « q u e afectan causalmcnte a los sucesos cerebrales se localizan
en el cerebro? Estar en el c erebro es tener un lu gar en el espacio.
Puesto q u e no tienen lu g a r en el espacio, los sucesos mentales
I W L S O B J E C l f l N t S f l l JU ST IFIC A S 247

no caláo en ninguna cosa. No están, puea, en el cerebro y por lo


tanto no i nteractúan con los sucesos que están en el cerebro
Esta objeción en fatin algo im p o rta n te are rea de tos fenómenos
mentales tal y como los enriende el ime racionista dualista — no
tienen lugar en el espacio, lDónde están los pensamientos de us­
ted, sus deseos, sus sueños, sus sensaciones y emociones? Segura­
mente no están algunos centimentros detrás de sus ojos, en algún
lugar de su cerebro. Nadie que examine su cerebro, na importa
cuán profundo sea el examen, los encontrará ahí No tienen lu­
gar en el espacio. No será de ninguna ayuda hablar de algún lu­
gar como sede de la mente, como k> hi*o Descartes, porque una
sede es un lugar donde algo se localiza espacialmente, y la mente
no tiene lugar en el espacio. Podemos concluir, entonces, que no
hay ningún lugar donde los sucesos mentales intcractúen cau-
salmcnte con los sucesos cerebrales, porque los sucesos mentales
no ocurren en ningún lado. Podemos, en consecuencia, rechazar
la pregunta "¿dónde interactüan la? mentes y lo* cerehros?“ por
constituí un sinsentido. No hay tal lugar.
¿Ptro cómo afecta esto a la afirmación de) interaccionisia dua­
lista? La objeción declara que el ímeraccionista está obligado a
afirmar que la interacción tiene lugar en el cerebro, porque afir-
m i que con lo que ¡ntcractúan los sucesos mentales directamente
es con sucesos cerebrales que están en el cerebro. El centro de La
objeción, es en toñera, que si una cosa interartúa con otra, la pri­
mera debe localizarse donde está la segunda. Esto parece muy ra­
zonable respecto de los sucesos materiales, especialmente cuando
se basan en la doctrina de que no hay acción a distancia. Pero
no hay razón para pensar que es relevante para la acción cau­
sal mente-cerebro Los sucesos mentales, según el interaccionmta
dualista, no están ni cerca ni lejos de los sucesos cerebrales, por­
que d o están en ningún lugar. El interaccionista, entonces, puede
rebatir esta objeción neganuoque está obligada a localizar los su­
cesos mentales en el cerebro. Todo lo que afirma es que los suce­
sos mentales interactüan con cienos sucesos corporales que están
en el cerebro, pero de ello no ic ligue que los sikcsto mentales
tam ban tengan que s t a r en e) cerebro.
1.a primera objeción no es iatal para el ¡nteract tonismo, pero
saca a relucir la misteriosa n aturak/ad e Li llamada interacción
Podría provocar que alguien argumentara que no puede haber
248 EL PROBLEMA M K N T l/ íl i t J U n

u n a interacción m en te-cu erp o p o rq u e los sucedo» cerebrales p u e ­


d e n in fe ra rlu a r sólo can a lg o q u e se localice en a lg ú n lu g a r y
los sucesos m entales n o p u e d e n localizarse e n lu g a r a lg u n o , Esta
'objeción, sin em b a rg o , c ó m e le u n a pedición d e p rin cip io p o rq u e
asu m e q u e lo » sucesos cerebrales sólo p u e d e n in tern o u a r con su-
cesas co rp o rales y este es el p ro b le m a en cuestión. Podem os, e n ­
tonces, ig n o ra r la p rim e ra objeción , si bien d e b e m o s re co rd ar que
hay f a c t o r « m isteriosos in vo lu crad o s en dich a interacción. S on
estos factores los q u e hacen su rg ir la s e g u n d a objeción.

Segunda objeción filosófica : icóm o puede o c u r r ir ía interacción t

L a idea prin cipal destacada p o r ta p rim e ra objeció n es q u e , para


el dualista, los sucesos m entales y los sucesos corporales son ra ­
dicalm ente diferentes, E n consecuencia, p arecería q u e estos dos
tipas diferentes d e sucesos ten drían tipos radicalm ente d ife re n ­
tes d e aptitudes. C on sid érese cóm o los Fenómenos m ateriales se
ven causalrneiut afectados. L o s cu erp o s y sucesos m alcríales se
ven causa lu irm e a l a lados p o r a ]g o q u e d e a lg u n a m anera ejerce
fuerza fcica so b re ellos. M o v e r o cam biar un c u erp o material,
o e m p e z a r o c am b iar a lg ú n p roceso c o rp o ra l hace su p o n e r q u e
d e b e ejercerse alg u n a fuerza física so b re algú n objeto m ateriaL
Perr> puesta q u e la fu e rra física es un p ro d u c to d e la masa y la
aceleración, cu alq u ier cosa qu e p u e d a ejercer fuerza física d e b e
tener masa y ser c ap az d e aceleración, esto es, d e b e ser c ap az d e
cam biar la velocidad d el m ovim iento a través d el espacio. Pero
n ad a m ental tiene masa; nada m ental p u e d e acelerarse, p o rq u e
n ad a m ental p u e d e viajar d e un lu g a r a otro. L u e g o entonces,
segú n e&ta objeción, n ada mental p u e d e ejercer fuerza física; aiif
pues, n ada material p u e d e verse causalm ente afectado p o r a lg o
m ental. (Considérese tam bién cóm o un c u e rp o afecta causalm entc
a otra cosa. C o m o se d ijo an teriorm en te la e lk a t ia causal d e un
c u e rp o es el resultado d e su fuerza física. ¿Pero cóm o p u e d e la
fuerza física ejercerse sobre lo q u e no tiene masa, ni tam año, ni
lu g a r en el espacio? Por lo tanto, si el interacciónism o dualista
es u n a teoría correcta, no existe la acción d e la mente so b re e l
c u e rp o ni la acción d el c u e rp o so b re la mente.
Esta objeción ha sido con siderada p o r C. IX B road, u n o d e
los principales defen sores contem poráneos del interaccionism o
dualista, qu ien la resum e d e la Siguiente m anera:
TRES OBJECIONES FIL OSÙUCAS 24 9

AHüta el argumento filosófico común es que la* menta v l o m ­


u d a mentala san tan extremadamente diferente! de lo» ciu-rpc»
y atados corporales, que es inconcebible que ambón puedan m ar
causalmente conectad« Fji tin duda verdad que, i.i las mcnics y los
iucesos mentale* u n idlo la que parecen ser para La introspección,
y nada mí», y vi In cuerpos y suceso» corporales n n »óJo k> qut-
un sentido común bien informado pierna que son, y tuda mi», am­
bo» ton c*ir irruida mente diferentes. Y se supone que este hecho
debe meatrar que. por muy cercanamente correlacionados que pue­
dan a ta r respectivamente algunos pares de sucesos de la mente y
el cuerpo, no pueden estar causalmente conectados.1

Btoad continúa rehilando este argumento de la manera siguien­


te:

Uno quisiera saher tan sAlo ru in diferentes pueden ser dos suce­
sos antes de que sea impasible admitir la existencia d e una relación
causal entre ellos Nadie duda en sostener que las corrientes de aire
y los resfriados cstin causalmente concCLad™, ii btoi son muy di-
fe r e n t« entre sí. Si la diferencia entrr c o rrie m s y resfriados no
impide que uno admita una conexiián u u u l entre el leu, ¿por qué
la diferencia entre voliciones y movimiento« voluntarios habría de
impedirle a uno malcncr que están causalmente conectado»?7

Broad, pues, está dispuesto a admitir que los sucesos mentales,


como tomar decisione', son muy diferentes de aquellas cosas con
las que se supone que están causalmente relacionados, a saber, al-
güilos movimientos corporales voluntarios. Pero puesto que mu­
cha» causas son radicalmente diferentes de sus efectos, no hav
razón para creer que los sucesos mentales y k » sucesos cerebra­
les no pueden intcractuar causalmente simplemente por ser tan
diferentes
Se le podrían hacer dos réplicas a Broad. Primero, se le podrfa
hacer notar que está en lo correcto si se piensa que la objeción
aGrnkii que la interacción mente-cuerpo es lógicamente imposi­
ble, pero la objeción no debe tomarse de esta manera. Más bien
afirma que la negación de la interacción mente-cuerpo está com­
pletamente justificada. Sin duda es posible que cosas que son ex-
tremad ámente diferentes interactúen causalmente, pero cuando
* C. D. Broid, Tht MtnJ m i lü Piact iit Ntìittrr. Rouilntgc ind Kcgin Paul,
Landre«, IM S, p. 97,
1 Uhi’ . p. 98,
250 EL EttOBt.EMA MENTE CL'tHltJ

son tan diferentes que la única c w b ratita q u e tienen en com ún


es Ja posición tem poral, entonces lo más irrazonable parece ser
afirm ar que en efecto inte tac tú an. & lógicam ente posible q u e
u n a sota h o rm iga m ueva e( m onum ento a W ashington, p e ro sin
d u d a tcnemoa una jm 'iíicariO n al decir, no obstante, que n o la
h ará. V u n a h o r m i g a » más parecida a un m onum ento que un
suceso mental a ud s u e n o corporal.
L n segu n d a réplica q u e se le puede hacer a Drenad es q u e el
argu m en to original, a? les de que Id ret-rín u la ra, no se txisa sim ­
plem ente en La ausencia d e c a r »t e r á t ic a * S líP Ílam , sino, a fin
d e cuentas, r n la aiuventia de caraetcrbiicíu relevantes p ara la
m itrare ión causa]. Si b k n una c o m e n te d e aire y un resfriad a
son com pletam ente d ife n ntta, am bas siguen sien do materia l n
U d resfriado es una condición d e ciertas parces del cuerpn de
una ¡jeraona, y podem os e m e n d e r cóm o u n a corriente. t|ue es
un movktnicnui di™ m o lécu lasd r aire, p u ed e tcnei a lg u n a e sp e c ie
d e cfcclo sobre a lg o corporal. Podem os o bservar ciertos efectos
d el aire sobre b b c u e rp o * u n a y oim vez. U n flujo d e aire o cu rre
en un lugar, ñ en e cierta tem peratura, d e r la h u m ed ad y cantidad
d e pulen y cierta cantidad d e fuerza física. Iíilcs caráeterísticai
son m uy im portante« p ara tener efectos causales sobre objetos
materiales. L a necesidad d e enfatizar la g T a n diferencia entre ios
sucesos mental«. , y los sucesos corporales no está en justificar la
afirm ación d e q u e la diferencia excluye la causalidad, sino en e n ­
fatizar q u e d e todas las características usuales, relevantes p ara la
interacción causal con objetos materiales. La única q u e se en c u e n ­
tra en los sucesos m e n t a l«, segú n el interaccionista dualista, es la
posición te m p o rd , la cual p o r si misma sin d u d a no es suficiente
p ara la acción raufed
¿Qué p u ed e contestar B road a estas réplicas a su afirmación?
A m bas réplicas establecen, esencialm ente, q u e hay una buen a ra­
zón para concluir qu e las m entes y los cu erpos n o interactúan
causal mente. ya sea p o rq u e, según el interaccionista dualista, sólo
tienen u n a p ro p ie d a d en com ún, ya sea porque, cualesquiera q u e
sean sus otras p rop ied ad es, no son causalm ente relevantes para
el otro. Su m ejor réplica p od ría bajarse en ia respuesta d e otro
interacciónisLi contem poráneo, C. J. Ducasse. qu ien dice:

La rdacián de ca un lidad lio prau pon c o í absoluto que su término


TRES OBJECION EX MlXjSÓKJCA«. 251

n t u a y su te r m in o c ie r t o p e rte n ezca n » I» misma categoría on -


to ló g u a , lin o U n * ó lo q u e am bos son sueños.
P or n ü i p arte, la o b je c ió n q u e d u :r q u e n o p o d a rm e e n te n d e r
c ó m o u n s u e n o pitiquín? p o d ría causar u n o fin í«) (o v i m m a ) n o
tien e o í r » I a m q u r e l n o q u r r e r v e r e l h e c h o d e qu e el ‘ c ím o * de .a
c-ausalkWJ es capaz d e Ser o bien m á lfr ÍM O o h itn e n te n d id o s ólo
en lo » casos d e causalidad nainla, nunca e n leu coso* d e causalidad
prútvma. Puesto qu e la p regu n ta acerca d e l “ c ó m o " d e la causalidad
d e un íu c c s o d a d o a p artir d e o t r o t u c o o d a d o , nunca tie n e o t r o
s en tid o q t ir d d r 'v d u n ír ipié pxsos «biimIm m term ítfa n a j u n o causa
al o tro .'

Aquí hay dos afirmaciones importantes. La primera es que el pro­


blema de determinar qué co&as están causalmcntc relacionadas
es completamente empírico; la única restricción es que sean su­
ceso« que estén causalmcntc relacionados. Así que ante» de que
hayamos exam inad» situa<. iones específicas, no podemos impo­
ner restricciones sobre qué tipo de sucesos pueden -iteractuar
causalmcntc Debemos observar situaciones reales y hacer expe­
rimentos reales para decidir esta cuestión. Así pues, debemos ave­
riguar mediante la observación y Ui experimentación si las men­
tes y los cuerpos Lntcractúan, en lugar de proclamar que no pue­
den o que no lo hacen por ser tan diferentes. Tampoco debemos
proclamar qué características son relevantes para la causalidad.
Y debemos averiguar esto mediante la observación y la experi­
mentación. La segunda afirmación r e lia n te hecha por Ducassc
es que cuando nos topemos con causas próximas o inmediatas,
debemos arcptailas como hechos brutos. No hav forma de exp li­
carlas porque podemos explicar cómo un suceso causa otro sólo
cuando la causa es remota y no próxima, esto es, sólo si la causa
trac consigo el efecto por medio ile la intervención de otros suce­
sos. Podemos, por ejemplo, explicar por qué el gas caliente hace
crecer la presión sobre el recipiente que lo conücne. diciendo que
el aumento de la temperatura del gas hace que las moléculas del
gas se muevan más rápidamente y por lo tanto golpeen las pa­
redes del recipiente con mayor Tuerza. Pero si un aumento de la
temperatura es u na causa inmediata o próxima de un aumento de
la velocidad molecular, no podemos explicar cómo funciona esta

* C. J. D ik u h , "tn árlense o í D>b Ihiii , en S. Hook (ed,), Dmmndiu of


AíinJ, CaUirr Baoki, Nueva York, 1961. p. 11
252 El PBOftl.PHA MFNTECUEJLFO

acción causa!. La explicación llega a su 11n con lus causas próxim as


y sim plem ente debem os aceptar q u r Giles causas tirnen los r í e t ­
eos que tienen. En consecuencia, ai bien podem os explicar cóm o
es q u e el deseo d e bclier n r » h aré co g e r un vaso de agun rx -
p lican d a que eJ deseo afecta can sal m ente al cerebro, el rual po [
m ed io d e los nervios afecta causalrúenle a£ b m u i, no p o d em o s
exp licar cóm o un d eseo afecta a ] cerebro p o rq u e este es un caso
d e causalidad próxim a. Ekrbcrm ms, entonces, com o e n todos ios
casos d e causalidad p róxim a, n repta rio com a un hecho bruta, un
hecho ni mds ni m enos misterioso q u e cualquier hccho bruto.
L a respuesta d e Durasse parece ser satisfactoria n realm ente
es verdad q u e la observación y la experim entación p iu p o m n -
n an fundam entos paTa afirm ar que Lis m entes y los cerebros tie­
nen un a relación causal próxim a y n o remota. Ducosse es id en
lo cortcc i d ¡d advertim os q u e no debem os con siderar n in gu n a
si Litación con un a idesi preconcebida d e lo que son los factores
causales rek van ica l*cro a me ni * que p u ed a p ro p o rcio n al ul-
gu n u p ru eb a basad a en la observación d e mentes y cuerpos que
en efecto inte rae ttian causal me me, y que esla interacción causal
es inmediata a próxim a, e n t o n e » tenem os c| derech o d e u v ir
k/S resul nidos [te oirás o b s e r v a iones p a ra ayudarnos a decidir.
E n consecuencia, puesto q u e en iodos los otro* casos d e inte­
racción causal observados qu e involucran sucesos materiales, e n ­
contram os que tanto ki causa com o el cfccto involucran objetos
con masa y posición espacial, tenemos cierta pruetia, p o r p o b re
q u e sea, contra la afirm ación d e (¡tic las mentes inmateriales y los
cu erpos interattúan. Si no hay pruebas en favor d e la afirm ación
p ara o pon erse a esta '-videncia contraria, entonces, a pesar d e las
afirm aciones d e B road y Ducassc, debem os ren d irn os ante la evi­
dencia y concluir q u e las mentes inmateriales y los cuerpos no
¡nteractúan.
L a cuestión decisiva q u e tenem os ah o ra ante nosotros n o a si
lo m ental y lo m aterial interactúan rau&almeutc; e l p roblem a tnás
bien se refiere a si esta relación causal es p o r lo m enos algunas
veces próxim a. Podem os considerar este tópico citando otra ve i
un eje m p lo de B ro ad . Dice éste:

F - S iá p e rfe c ta m e n te c U ro q u e , en e l ca so de la v o lic ió n y e l m o v i­

m ie n to v o lu n ta r ia , hay u n a c o n e x ió n e n tre La c au u y e l c fo e to tju e


n i F í o s j t a o N E s n lo s ó k k m 25.3

n o está prevenís- en o i r t » cojcb d e cauaalidad, y qu< si S » r c plau-


tírale q u e s u tie tlg iD K # (jtic en s i r casa en puurtjcuUr la n a tu ra ln a
riel r íc c ic puetLa ser prevista d e b id o >1 e n e r o r t U t jo e n la. l u t u n l e u
de li m U h La p ecu liaridad d e 'u u vo lic ió n e n ta m o tactor causal
e * q u e trac c o tu ig o c o m a p a rte esencial la idea d d c íc c ic Decir
q u e una p erson a tien e la volun tad d e m o v e r e l I r i z o im plica d e ^ «
qu e tiene u n í idea d e su b ra zo (y n o d e i u p ie rn a o su h íg a d o ) y una
idea de la p o tid ó n en q u e qu ie re q u e c s tt SU brazii E iio ic illu t ie n L c
tnnlr „ e n v is u (le esie h ech o, d ecir q u e n o hay una c o n e x i ó n m í»
o i r e c l u e n tre e l d e s e o d e m o v e r mi b r a io y e l m o v im ie n to d e m i
h r a lo ttu r la q u e hay e n tr e a l e d a c a y e l m o v im ie n to d e m. p iern a
q d e mi h fgad o. N o p o d e man d etectar ningu na c o n e x ió n an áloga
e n tre cam a v c íe cti e n i r i n t i c c i o n « c a ú s a la q u e « m u s cam pleC i-
m en ic d e íd e fu era , tal c o m o e l m o v in iic n U id e una b ola d e bilí a rp cir
un taro. N o c a , p o r b u n i o , d e nin gu n a m anera, irrazon a b le su g e­
rir que, en e l caso d e n u estro» r n o v im ie m e » volu n tarios, p ó d e m e *
v er sin ta p e ra r e l resu ltad o q u e L alo cual volición es u n a cendiciun
n ecesaria d e u l O c u a l m o v im ie n to c o rp o ra l.*

En este pasaje fíroad afirma no sólo que en el caso de los mo­


vimientos corporales voluntarios tenemos la prueba de que las
mentes y los cuerpos están conectados causalmente, sino también
que en tal caso quizá tenemos La mejor prueba disponible de que
hay conexiones causales. Podemos, creo, estar de acuerdo con
Broad en su primera y más modesta afirmación de que hay ve­
ce1" en que decidimos mover uno d r nuestros brazos, y el mo­
vimiento subsiguiente parece resultar claramente de nuestra de­
cisión. Que parezca que experimentamosconexioncs causales en­
tre algunas decisiones y algunos movimientos corporales es itn
duda una evidencia de que hay conexiones causales entre men­
tes y cuerpos. Sin embargo, Broad piensa que pod mas sostener
una afirmación más fuerte, a saber, que tenemos la prueba ade­
cuada (realmente drl todo suficiente) de tal conexión causal de­
bida a un solo rasgo de las decisiones. A diferencia de cualquier
otro factor causal, una decisión implica la idea de efecto. Esta co­
nexión única entre causa y efecto proporciona, según Broad. los
fundamentos para su afirmación más fuerte. Sin embargo, res­
pecto de esto Broad parece estar argumentando contrariamente
a la lección que aprendimos de Ducasse en su defensa de la inte­
racción mente-cuerpo. Esto a . los únicos factores que debemos

* n a , pp. 1 0 2 - 1 0 3 .
2 'H EL ntOQi EMA M ENTÍ tíUtíU'CJ

considerar causalm em e rrlevantcs son aipicllus que con sidere­


mos com o tales p o r m edio d e la experiencia. 1 .a idea que unn p e r ­
sona tiene, p o r ejem plo, del m ovim iento de su brazo d e b e ser d e ­
clarada causalm ente rclevuni.c sólo respecto del moví miento del
brazo, si es que hay p ruebas d e q u e las fenóm enos m en n lcs com o
las ideas son causalincnte relevantes respecto d e lo» f e r í e m e n o s
corporales. Proclam ar que son relevantes no estd más justificado
que p roclam ar q ue no lo son. Asi que B road no puede j u s t i f i c a r
su defensa del interaccionism o apoyándose en la afirm ación de
que tener una idea d e un suceso b*j*i i iertas condiciones (p o r
ejem plo, al d ecid ir) es relevante para U causalidad del suceso.
D eberíam os sin d u d a rechazar la afirm ación más fuerte de
B ro ad . Pero entonces q u ed arla p o r saber si su afirm ación más
dtfbil nos es verdaderam en te útil en el presente contexto, L a a fir ­
m ación más débil dice sólo q u e parece que experim entam os co-
ncxfotici causales en nuestro propio caso entre nuestras propias
dccuiunes y nucsim p ro p io com portam iento ¡.ubsccuente, y esto
es una prueba, d e ulguna manen*, d e que hay conexiones causa­
les entre lo m edial y lo matri jal. S in emb-ir^rt, com o lo señalam os
eti Lis p p. 251—^fi3, e] que l i a p tales rcl.u tunos causales no es e l

prublem a. 1-a cuestión, m á j bien, e s s i L ile s c o n e x i o n e s causales,


eiure lo mental y lo material, son imncdLitaá o próxim as, y el
ejem plo d e B road no se refiere realm ente a esta cuestión.
Sí consideram os cuidadosam ente el ejem plo d e B road, nos d a ­
m os cuenta d e que un suceso mental (u n a decisión o una volii ion )
está causal mente conectado con un movim iento corporal subsi­
guiente. L a relación entre estos dos sucesos, no obstante, no es la
d e la causalidad próxim a, y a q u e h abría m uchos sucesos ncu rules
y m usculares interm edios entre ellos. Considérese, sin em baíd o ,
la cadena causal d r succsosque, podem os .14 uí suponer, com ienza
con el suceso mental Esta cadena causal es una cadena d e suce­
sos. Es razonable p en sar <¡uc el suceso que >ogue inm cdiaUunente
al suceso mental (la decisión) es en sí m ism o un suceso material
Esto es p o rq u e es razonable creer que este suceso p osterior al su­
ceso mental es un succ >0 cerebral o ncu ral, Este último p rod u ce
otro suceso material, y éste, otro, y así sucesivamente hasta qu e
el com portam iento corporal tenga lugar. El putito im portante es
que la relación entre el suceso m ental y c| suceso material qu e
viene enseguida en la cadena causal es una relación de causalidad
inm ediata y próxim a. Así pues, no im porta realm ente si un suceso
I T ttS O B JE C IO N E S n lO W M lC A S

mental, tal como una derisínn o la ocurrencia de un perdimiento,


es en si mismo la cauvi ¡11 mediata de algún Comportamiento cor­
poral- Mientras demos por hecho rjuc hay alguna relación cau­
sal entre el comportamiento mental y el comportamicnin subsi­
guióme. como parece que la hay, podemos argumentar, como en
l¡ií pp. 2 5 1-2 5 3 , que hay una relación de causalidad próxima cu ­
tre un suceso mental y un suceso material. Esta relación existirá
entre el suceso mental y el próximo suceso en la radena causal que
conduce al comportamiento. Por supuesto que no podemos e x ­
plicar este caso de causalidad próxima mejor que cualquier ntro
caso de causalidad próxima, ya sea entre dos sucesos materiales,
o entre un suceso mi mal y uno material.
Aquí el argutneiUn l:s simple y directo. Si estamos de acuerdo
en que lu* sucesos mentales están eausalmente relacionados con
cosas tales como el comportamiento corporal, como por supuesto
deberemos estarlo y 1» estaremos, entonces es plausible sostener
que las relaciones causales entre sucesos mentales en la cadena
causal que conduce al comportamiento y a algún otro suceso ma­
terial de l.i misma cadena, son próximas o inmediatas. Aquí te­
nemos, entonces, unn prueba que contrarresta la prueba que se
opone a la interacción dualista. Nu es. estrictamente hablando,
una pmeba a favor de la interacción dualista Es, más bien, una
prueba a Livor de la afu litación de que las relaciones causales rele­
vantes, entre lo mental y lo material, son próximas, y por lo tanto
es ocioso exigir una explicación de cómo es que puede ocurrir se­
mejante interacción Esto quiere decir que aún tío hemos encon­
trado fundamentos suficientes para rcrba¡tar el interaccionisino
du .lisia,pi ro tampoco liem oscnconir.uU> fundamentos suficien­
tes para aceptarlo. A líe m e queda aún el misterio de cómo puede
tener lagar el imeracdoniiuno dualista, sin contare! hecho de que
no estamos en posición alguna tic explicar cómo ocurre. Al en ­
contrar que dirhns relaciones son causalmente próximas se des­
poja a h objeción íle 5 U fuerza, pero no se disipa del todo la sen­
sación de misterio, p o r consiguiente, la accptaiión del interatClo-
nismo dualista no depende sólo de la gravedad de las objeciones
que queden, sino lambían de si podemos cncdíiintr pruebas ra­
zonables positivas en su Qivor.
tL mOBLHMA MENTE « . 't U P f i

T m a tí abjtetfa ¡filosófica di problrma d* otraí m ^ í

La tercera objeción cm í basada en lo q u e se llam a *?1 p roblem a


d e o í r ; « m rnics d a d a u it v d e nosotros pieaiii <|uc » b e tjuc. hav
or.ias personas, seres to n mentes y con cuerpo*, seres que llevan
a cabo .icios tanto m e n t a l« to m o físicos y q u e están en estados
u n t o mentales com o físicos ftrro si. com o .1 firm a el iuterarcio-
nismo ilualbtfl, Lt m ente es cdinplctanicnte distinta y diferente
del cu erp o, no hay m anera d e justificar la c re e n 'la de que hay
otros seres tan mentes, asi pues, no hay m an era de saber sj se
trata d e otras personas, lo d o lo qu e percibo cu an d o veo 11 oigo
otra entidad es com portam iento corporal: movimientos y son i­
dos. Pero el com portam iento corporal sin d u d a no es mental. Así
que. nunca percibo la mente de o ír o s e r Adem ás, n o hay m anera
de que llegue a dcK ubur como en mi propio caso, si este corn-
potumicQtii corporal está acompañado de algo mental. Puede
ser. pero no tengo manera de averiguarlo. Otros seres que yo
crea que son personas pueden ser tan sólo autómatas El intc-
rínr-iormmo riualtsbi. al concebir las mentes como radicalmente
diferentes de los cuerpos, nos ha forzado a una conclusión con~
irán;* a lo que todos creemos, Seguramente, de acuerdo con esta
objeción, una teoría que pitecia evitar esta consecuencia c* prefe­
rible al intc mccio nismo dualista
El punto central d e este argu m en to p u e d e ser re form ulad o d e
la m anera siguiente: si el d efen sor del dualism o m ente-cuerpo
cari en lo correcto, entonces n in g ú n » aseveración acerca d e l enm-
p o n im ie n t o corporal implica algu n a aseveración acerca de la
menn: Por lo tanto n in gú n argum ento deductivo basado en lo
q u e p ercibo p u ed e usarse para justificar cualquiera d e mis c re e n ­
cias d e q u e hav otras mentes, p o rq u e ninguna prem isa acerca de
lo q u e percibo trae consigo conclusiones acerca d e otras mentes.
A dem ás, si el dualista está en lo correcto, entonces el único caso
en el q u e sé que la actividad mental acom paña a la activ <dad cor'
p o m l es el mió Pero nin gún argum en to inductivo q u e se base en
p ru e b a tan débil es su frien te para justificar m creencia d e q u e
hay otras mentes. P u ed o j u « i I k a r esta creencia sólo d r tres m a­
neras: p o r inferencia deductiva, p o r inferencia inductiva, y sin
inferencia, m ediante la percepción. Entonces, si el dualista está
en lo correcto, no p u e d o justificar mi creencia d e q u e hay otra*
mentes.
TRES OfiJT'.OJONIÍS F I U I ^ F K j W 257

Podem os estar d e ac u e rd o con esta tercera objeción según la


cual, m igualdad de cim inüonfúif, cualqu ier teoría q ue contradiga
lo q u e pensam os que O verdad, d e b e ser d cscan ad a en favor
d e una teoría q u e coincida con nuestras creencias As( que d e ­
bem os re co rd ar esta objeción cu an do e m p ecen **» a com p arar las
múltiples alternativas m ente-cuerpo. Sin em bargo, hay d o » co -
s u acerca d e esta objeción que debem os señalar antes d e conti­
nuar L a prim era e i que no todo el q u e considera el p ro b le m a
d e las otra» m e n t a piensa q u e no tiene solución p a ra e) d u a ­
lismo m ente-cuerpo. A u n q u e la discusión sobre este asunto p e r­
tenece más bien al segu n d o capitulo, p o d em o s describir a q u í un
intento d e solucionar cate problem a. Si estamos d e ac u e rd o con
u n a p erson a q u e sea c v t p l k a acerca d e nuestro conocim iento de
otras mentes, en qu e nuestros cánones d e evidencia perm iten q u e
nuestras creencias se justifiquen sólo m ediante la percepción, la
deducción o la inducción basada e n varias observaciones, enton­
ces tam bién d ebem os catar d e acu erd o en q u e si el dualista está en
lo correcto no existe el conocim iento d e otras mentes. A . J. Ayer,
en un intenta p o r resolver este problem a, asi com o el p ro b lem a
d e nuestro conocim iento d e l pasado, dice:

S I p i r a u n a r g u m e n t o i n d u c t i v o i r r e q u i e r e q u e La g a m i H í i d á n
a l.i q u e con du ce esté b a n d a e n u n a a m p lia v a r ie d a d d e in n a n c ta *
e x p e r i m e n u d u , a m b o s c a n d id a to * r e p r u e b a n e l r u m a i U n o s ó lo
l i c i i c un? e E p e r i c n c i a l i m i t a d a d e la c o n e x i ó n d e l o » e s t a d o s " í n t e r -
nos" m u iu s m i n i l a t a c i a n a e x t e r n a * ; y u n o n o tie n e e x p e r ie n c ia
a lg u n a d>e La c o n e x i ú n d e u n s u c e s o p r e s e n t e c o n u n o p a n d o - f t r o
c s t u n o u n l i m i t a c i ó n » o r d in a r ia s ; l o q u e h a y d e « « p e d í a l o e n
e lla a e s q u e s o n l ó g i c a m e n t e n e c e s a r ia s . L a m o l o h e m o s s e ñ a l a d o
v a r ia a v c c a , o i i M M t if n d n e n u n m i n d > r d e p e r f e c c i ó n i m p o s i b l e
corno ^ e K ^ p iim a d q u ie r e « g u r i d a d 11

El interés de A yer está en q u e el escéptico p id e q u e utilicemos


cánones d e evidencia tan resine tivos q ue es lógicam ente im posi­
ble satisfacer sus requ erí mientra en estas casos ¿Por qué hem os
d e utiltxar los cánones q u e e x ig e el estíptico? i P » r q u é n o a q u e ­
llos q u e p u ed en exp licar nuestras usuales exigencias d e eonoci-
mienio? A u n q u e nc pendem os que el ráp id o análisis d e A yer re-

10 A. J Ajer, I V fretUm ef Ktt&a¿idft, Pengiun Boota, Baltimore. ID65,


p. aas
tíiiíí El. HRÜtiLLMri WtNIf.-CfElil'O

[lile efcctivameritü -il escéptico, p o r Ju menos sugirió J.» cowucii-


n a d e un cam ino que p u ed e rescatar al dualista tic las objeciones
d e l e.vróptico.
Lii que en segu n do lu g a r hay que señalar es que ¿s(a es una
objeción contundente contra el dualism o »Alo si el escéptico eslií
en un errar. TUI vea la o w t u t t ó n correcta es q u e realm ente no
(encinos conocim iento di? film * mentes; lai vez A yer > otro* que
traían de refutar al escéptico son lo* <|ue caían en un error. A u n ­
q ue fueni verdad que, en igualdad d e < ircum tancuu, delimn u
:wept;ir la p o sio a n nn estopara, p -n liia scj que, ro m a sucede
u arm ai m enu: ludo lo derná* rio &ea igu;d. Tal « i debem os sa-
criticar la exigencia de rniiotiiniunio antes que cualquier o n a .
fcn i>lra* p;i labran, la exigen cia d e co nucí tm< uto cssóln tinn entre
oir^s tactores qu e debem os considerar en nuestra evaluación de
la* muli [ p i n p o s i c i ó n « rc flp c c io d e la relación incm c-cuti pn. N n
U cnc un ran go privilegiado.

T r e s o h j k c i o n é s c í e m ^ Th c a s
A H h'TE RACCJ O N 1SMO I> (JA L! STA

Tiernos e n r o m a d o [fes objeciones filosóficas c o n t r a r i inleratciu-


n i'iiio dualista. d o * contra la interacción y una contra el dualism o,
lie m o s visto q ü c ninguna d e ella? ocasiona un daño irrcp.H.i-
l>le. a u n q u e juntas arro jan cierta dmta .sobre lai postura, C o n -
i i j ' rem os ah ora ire » objeciones basfcdas en ciertas afirm aciones
cienlifkus.

l ’jimfTa ukjtribi ru’ntiftra la mtm$seu>a


vutía fi pnnri(>tv d* eowrrvaekin Ht la m rrgia

l a p r m iera objeción científica està basada eti d principio d e co n ­


servación de la en ergía q u e esiablecc qu a la cantidad d e energia
cn mi sistemi flsiio cerrad o perniai ricce constante. Ile acu erd o
con esta objeción, si hay interacción l ausai fili r e lo s sucesos m e d ­
ia l e s j los sucesos corporales, se viola el principio. C u a n d o un
suceso corporal da lugar a un suceso mental. entonces 1a energía
física involucrada cn el suceso corporal se em p lea d e Lai m anera
(pie no .ve tram f ie r e a ninguna otra cosa; la energía se pierde.
C u a n d o un suceso mcnt.il d a lugai .> un suceso corporal, e n to n ­
ces la energia g a n a d a o p erd id a p o r el suceso corporal resultarne
TRES tm jw I()NfcS CIENTÍFICAS

no se: li msftent d e o a a l™ (T.fito fie m anera que t.i cnntid.id roi.il


do en ergía se tram ibrirta. D e acu erdo tnn esta objeción, puesto
<jlic las mentes que actuaran sobre cuerpos y los cuerpos que ac-
m :iran sobre m entes violarían el pnnuipki de conservación de Ui
energía, [t n e m o ) buenas razones para concluir que nn hay tal
interacción
t ! sigu ien te c je m p l" ilu strará esta o h je c ió n Sm d u d a el r e y
C iiu u tij [o in c iia uti ab su rd o al p en sar q u e prniri-i d e te n e r la m a ­
rea »im p ía m e n te d e s e a n d o q u e se d e tu v ie ra ; ig u a lm en te, c u a l­
q u ie r a q u e tratara d e im p u lsa r o p a ra r u n a h ola d e b illa r m e ­
d ia n te uu a c trn ie la v o lu n ta d se fru straría. Im p u ls a r una h ola d e
l>Tllar in c d i.itile ud iU to d e La v o lu n ta d ocasion arla q u e la h ola g a ­
nar;» c n c tg la t i n í l k í i , la cual (p u e s to q t ir nn liic tra n s fe rid a p o r
n in g u n a o ir á co sa ) con stitu iría una gntuVfli <* glnhal d e e n e rg ía
l'a r a r unn 3mla ríe b illa r m e d ia n te un a c io d e la v o lu n ta d o c a s io ­
n a ría rpie la h ola p e r d ie r a e n e r g ía cinética, la cual (pu estn <|uc
fin sería 11a ns fo rm a d a en c a lo r o e n c n e r d a p o ten cia l, ni i i.ins*
fc rid a a n in gu n a o t r a co s a ) co n stitu iría una p é r d id a g lo b a l d e
en ergía . D*; a c u e rd o m n esta p r im e r a o b jc c ió n cien tífica , d ^ d o
q u e la ú tiu a d ¡le r e n d a re le v a n te e n tre im p u lsar y p a ra r una b ola
d e b illa r en m o v im ie n to e in ic ia r y p a ra r un p ro ceso c e re b ra l,
es la can tid a d d e e n e r g ía in v o lu c ra d a , e n to n ces si h a c e r lo p ti-
m e r o v io la el p rin c ip io d e c o n s e n .u ión d e la e n e rg ía , lo cual
es físicam en te im p o s ib le , titm bien lo vio la h a cer lo ie g u n d o , U n
e je m p lo o p u e s to ilustra e l p r o b le m a o p u esto . Si una Ik>1;i d e b i­
lla r lú d a n te * e d e tie n e sú b itarn cn lc tan só lo p o r q u e o c a s io n ó un
succao m en tal, en to n ces, pu eblo q u e la e n e rg ía cin ética d e la b ola
n ó se tra n s fo rm ó en c a lo r ni en e n e r g ía p o ten cia l, n i se tra n í-
Firiá n ni ti gu n a o tr a cosa, La e u e ig ia iisit:* se p ie r d e y d p rin c ip io
la m b tén s e \ io k i. Esto es *in d u d a flMi’ ^ m e n ie im p osib le. L u e g o
en ton ces, d e a c u e rd o con c *ta ob jeció n , d a d o q u e la únic.t d ife ­
ren cia relcv;uLlC c n l i c una hol.i ro d a n te que ocasion a un ¡vuerso
m en ta l y un p ro c e s o c e re b ra l q u e ocasion a un suceso m en ta), es
la cuntid id d e e n e rg ía p e r d id a , en to n ces &i el p r im e r o viola el
p r in c ip io tam b ién lo v io la e l se g u n d o .
lauto Hroad como Ducasse han respondido a esta objcciAn.
Las relim e* 1 k Llucasse para rechazarla son las siguientes:

(A) Una raít'iiirsquc U eonstrrvarión ijit íb t f prinripio .litieti» m>


es jlg n que te srpa vrrdddcro sin cx«rpc(ón, sino qur mlu n , como
260 EL PROBLEMA MENTE CUEKK)

lo ha p re c ia d o M. T Krrlon, un postulado drfinitnrio de la noción


de un mundo fisico complttamtnU ctrmdo .rir m i n m que L> cuestión
acerca de M ocurre U a u s . . i i d p .o -G iiu o físico-psíquica (pero
con diferente* palabras) es U cuestión de si el mundo fb k o u U lo-
ulmcnte cerrado Y b pregunta no queda contestada a) dignificar,
con el nombre de “ principio", 1» suposición d e que el mundo fínico
est i totalmente curado.
(B) De toda* manera», cono k> ha precisado C. D. Brosd, podría
ser el cuo de que cada vez que una cantidad dada de energía des­
aparece de, o «urge en, el mundo Giñco en un lugar, entonce», res­
pectivamente, una cantidad igual de energía emerge en, o desapa­
rece de, c k mundo en otro lugar.
(C) V n i tercer lugar, ai *c considera que "d irig ía " designa algo
mensurable cuper unen talmente, entonces 'energía' te define en
ti minea de causalidad, y no la “ causalidad' en LÉrminca de trans­
misión de energía. Esto es, no se sabe que toda causalidad o, en
particular, la causalidad entre sucesos psíquicos y físicos, involucre
iranamMtán de energía.11

P ó d e m e », me parece, m ostrar ráp id am en te q u e las prim eras dos


razones ti::ncn poca tuerza, m ientras q u e la tercera a con side­
rablem ente más p o d ero sa. Sin d u d a rs verd ad q u e en c ie n o se n ­
tid o el prin cipio d e ■ m scrvación no es una ley científica em pírica,
p o rq u e no es u na generalización d e riv a d a d e observaciones y e x ­
perim entos cuidadosos. Ésa es, pues, la razón p o r la cual, a d ife ­
rencia d e la ley d e B oyle, d e la ley d e H o o k e y d e las d e otros, se
le llam a con m ayor p ro p ie d a d fn m e ip ta científico. Sin em bargo,
n adie ha encon trado u n a razón p a ra rechazarlo, y puesto que
es un in gred ien te esencial en m uchas teorías científicas qu e tie­
nen un g ra n p o d e r explicativo y predictivo, estas teorías, y por
en d e el principio, están sin d u d a justificadas En consecuencia, si.
c o m o se afirm é antes, La teoría d el inieracciim iim o dualista im ­
plica la violación de un prin cipio q u e está justificado, entonces
la teoría ca dudo&a y hay ranunes p ara rechazarla. 1 .a segu n d a
razón d e Ducasse tam bién p u e d e ser rechazada p o rq u e, al igual
qu e la p rim era razón, n o hace más q u e m ostrar la posibilidad
d e q u e a lg o sea v erd ad ero , lo cual p o r sí solo n o p ro p o rcio n a
nin gún fundam ento p a ra afirm ar que es v e rd a d e ro . A sí com o
no hay razón p ara pen sar q u e el principio d e conservación no

>1 Qllcaae< -| „ Pe|rnw o f D u a l . ' , pp. U - U .


T O E S O n jE C I O N E S C l I W T t » C A S

» válido p a n « d universo E sko, tam poco hay raxón p a ra p e n ­


sar q u e, p o r casualidad o incluso int m cion alm cn ic, la cantidad
d e en e rg ía d e l m u n d o fhir.o se m antiene c o n s u n tc c o m p e n sa n d o
p t id id a s y adiciones. P u e d e ser esto lo q u e o c u rre p e n i es m u y
im p ro b a b le q u e m u ch a», m uchas ganancias y p e rd id a s d e en e rg ía
q u e supuestam ente resultan d e m illones d e in trn u x io n es m ente-
cu e rp o . se com p en sen todos, equitativam ente U n a hipótesis tan
im p ro b a b le no p u e d e tener m ucho peso. En consecuencia, sólo
p o d e m o s con fiar en la tercera razón d e Ducasse p a r a salvar al
intcraccionism o de la p rim e ra o bjeción científica
L a tercera razó n d e D ucasse se ba^a en u n a v e rd a d im portante,
a saber, q u e no hay n ad a en la definición d e ‘cau salid ad ’ q u e s u ­
p o n g a q u e lo d o s los casos d e causalidad im p liq u en un a trans­
m isión d e e n e rg ía física. Por lo tanto, es al m enos lógicam ente
posible q u e a lg u n o » sucesos m entales causen sucesos corp o rales y
q u e a lg u n o s sucesos c o rp u ia le s causen nuces o * mentales sin afec­
tar d e n in g u n a m a n e ra la cantidad d e en ergía in vo lu crad a en
los sucesos corporales. ¿Pero p o d em o s aceptar cu alq u iera d e es­
tas posibilidades lógicas, o bien hay alg u n a razón suficiente p a ra
rechazarlas? D ebem os con siderar qada una sep arad am en te p o r ­
q u e cada u n a en fren ta p roblem as específico». 'M a y a lg u n a razón
p a ra rechazar la afirm ación d e q u e u n suceso corp o ral p u e d e c a u -
sar un suceso m ental sin e m p le a r en ergía q u e se p ierd a p a ra el
m u n d o físico? Si, com o se vió con la an alogía de la b o la d e billar,
las causas c orp orales siem pre d eb en com portarse com o u n a bola
rodan te q u e p ierd e en ergía, entonces d eb em o s rechazar esta afir­
mación. Pero no se necesita en ergía física p ara p rovocar un suceso
mental, p o rq u e los fen óm en os mentales n o involucran en ergía
física V i que las causas corporales n o transm iten en ergía a los
efectos m enude*, d e ahí qu e no luiya n inguna matón p ara p e n ­
sar q u e las causas corporales d e los sucesos mentales d n ban com ­
portarse com o u n a b o la q u e se detiene. Dichas causas corporales
p o d ría n m antener su cantidad total d e energía o tal vez transm i­
tirla a algú n otro suceso co rp o ral, constituyendo con ello la causa
d e un suceso c o rp o ral y d e un suceso m ental a la vez. Si algu ien
objeta q u e una causalidad d u a l sem ejante es m uy misteriosa, p o ­
dem os re sp o n d e r reco rd án d o le la naturaleza inexplicable y bru ta
d e tas causalidades inmediatas. D c b c m o » lom arlas com o las e n ­
contram os Podem os, entonces, aceptar com o una posición p la u ­
sible la hipótesi» d e qu e la causalidad corp o ral de sucesos metí-
262 E l. P R O B L E M A M F N T E -C U E K P O

tales no im plica n in gu n a p é rd id a d e cn e ig ía . D e m o d o q u e no
hay n in gu n a razón para p e n s a r q u e la la u sa lid a d fUtco-psIquira
s u p o n e u n a violación d el p rin cip io d e conservación.
(¡Podem os acep tar o, p o r el con trario, d e b e ría m o s rech azar b
a fu n t a a o n d e q u e la causalidad m ental d e aucesos c o rp o ra le s no
afecta la cantidad d e en ergía in vo lu crad a <-n el succ&o corp o ral?
Si, u n a Vez licls, aceptam os la an ak igía d e la b ola d e billar, e n ­
tonces lu b e m o f rechazar la afirm ación . H a c e r q u e a lg o se m ueva
es p asarle en e rg ía cinética, y si es así com o las causas m entales
afectan al c u e rp o , entonces ti causalidad m ental d e sucesos c o r ­
p orales viola el p rin c ip io d e conservación- B ro a d , re s p o n d ie n d o
a esta objeció n , se o p o n e a la an alo gía d e la bola d e billar con u n a
a n a lo g ía p ro p ia. Dice:

Considérele el ca*o de un peso que se mete en el extremo de una


cucTda sujetada m un punto fijo I 4 rncrgia total del peto c* la
nuidiiut en leídas !¡» posiciones dr su trayectoria- Se tr¡i La por lo tanto
dt- un sutrma de conservación, Pcrocntod' momento U dirección y
la velocidad d ri movimiento del peso son di/nenies, y ta proporción
eiitrr 9ti energía clnftici ysu energía potencial está cambiando con»*
Lamemente. F > m cambio» ion caujudts por el jalón de la cue. da,
que actúa cu una dirección dilerentr en n d a m om m lo diferente.
La cuerda no ocasiona, ninguna diferencia sobre ta rnerjjía tota) del
pcaa; pera ocíshúiu toda la diferencia del mundo »obre La manera
panícula r como $e distribuye la energía entre la forma potencia 1 y
la forma cinética
Aquí leñemos entonen un caso claro. ¡nchuo en el reino fie lo
(Meo, en el que el liatentji a de conscrvaciisi, pero que cnntinud-
racnic cslí niaido afectado por algo que nci ¡ia sobre su movimiento
y ¡tabre la distribución de su energía global. ¡Por qué no habría de
mente sobrr el tu e rp o d c e s t a n u n r r j i "
. 'i c l u a r L i

La an alogía d e B ro ad pon e d e m anifiesto q u e hay dos m uñeras


com pletam ente el itérenles en q u e u n a cosa p u e d e afectar cau sal­
mente el m ovim iento de otra. Va sea q u e h.iga q u e cam bie su v e ­
locidad, contó en e] e jem plo d e ta bola d e billar, ya sea q u e afecte
causal me m e la dirección en q u e se m ueve el objeto, c o m o e n el
eje m p lo del pónd uk>. El prim er tipo d e causa cam bia la cantidad
total d e en ergía involucrada: el segu n d o n o necesariam ente Si

'■ Uroari. T ht M in i and ili Pian r*t .Valí*/*, pp- ICTÍ-I Ofl.
T R E S O H J t a O M '- S C l t . S ' T l m A S

la an alo gía dr- B ro a d es a d e c u a d a , en to n tes varios sureros irien-


[ales p u e d e n arctin r procesos ccretírales, no p o r iniciarlos o p o r
deten erlos, sino m ás bien afectan d o su trayectoria. Así q u e si asu
m im os, p ara p ro p ó sito s d e esta discusión, q u e en cad a c e re b ro
o c u rre sólo un proceso en cada m om en to y que éste es iniciado
y d e te n id o p o r otros sucesos co rp o rales, entonces d ic h o p roceso
ce re b ra l es com o un p é n d u lo q u e es iniciado y d e te n id o p o r la
em isión d e e n e rg ía física, Pero d esp u és d e q u e a lg o g o lp e e el peso
e íiiíl íc su m ovim iento, el lu g a r a d o n d e vaya d e p e n d e d el largo
d e la c u e rd a a la q u e esté sujeto. D e m o d o q u e sujetar cu erdas d e
d iferen te largo en relación con e l peso cam bia el cu rso d e l peso
p e ro d e n in gu n a m an era afecta a la cantidad total d e e n e rg ía d el
peso. D e a c u e rd o con esta an alo gía d e b e m o s c o n sid e ra r q u e el
p a p e l causal d e diferen tes sucesos m entales es com o el p ap el cau-
s a ld e los diferen tes largos d e u n a c u erd a. En consecuencia h abría
d iferen tes resultados en el c e re b ro q u e a 4u vez ten dría diferen tes
resii liados co rp o ra le s, d e m an era q u e el c u e rp o seria afectado d e
m uchas m an eras diferen tes h a b ie n d o recibid o la m ism a en trad a
d e en ergía. Pero al m ism o tiem po q u e la an alo gía d e la u e rd a
resuelve u n p ro b le m a , hace su rg ir otro. C a m b ia r la dirección del
m ovim iento sin u n a causa física n o es m enos u n a violación a los
principios científicos q u e violar el prin cipio d e conservación. Sí
las causas m entales d e b e n actu ar co m o cu erd as p a ra cam inar la
dirección d el m ovim iento, entonces la respuesta d e B road a la
p rim e ra objeción no es suficiente. D ebem os, p o r lo tanto, e x a m i­
nar con más detalle la m anera com o, segú n B ro a d , los sucesos
mentales afectan los procesos cerebrales, P a ra hacer esto d e b e ­
mos pasar a su e x a m e n d e la se g u n d a objeción científica.

Segunda objeción curruifua no hay lu g a r para las


causas mentales m la explicación del comportamiento humano

B ro a d phm tca su obieción a la qu e llama el "a rg u m e n to basado


cu Ll estructura d el sistema nervioso", d e ta m an era siguiente:

Se admite que La mcnir na tiene tuda que ver con U causalidad de


flixinne* puramente reflejas. Pero la estructura nerviosa y las pro-
CraOí netvfeaeca bvalucnílcn m U acción deliberada no difieren,
en cuanto a tipo, de lo* involucrados en b acción rcflej*; sólo difie­
ren en el grado de ctmif gidad. La variabilidad que caracteriza a
El. PROÜLUHa MENTF C U tH P n

la acción deliberada se explica completamente por la variedad de


caminos »Hetnaúvws y bis resistencias variables d e las suwpsis De
maneta que no es rajonabie íiipüher que la meme tiene que ver
m is con a i m i j a i n n deliberadla que lo q ue tiene que ver con
causar acciones refleja» ,s

Este a rg u m e n to se basa en hechos fijio lú g ir u . 'Io d o c o m p o rta ­


m ien to c o rp o ra l h u m a n o es p ro v o c a d o p o r p ro c e s o » n eu rales;
q u é C om portam ien to o c u rre d e p e n d e Causal m ente d e q u é fibras
n erviosas son afectadas y d e c ó m o son afectadas. A su vez estas
respuestas n eu rales d e p e n d e n d e l nivel d e tas resistencias d e las
m últiples sinapsis q u e conectan las n e u ro n a s o células nerviosas,
p o rq u e el cam in o q u e tom e un im p u b o n ervioso d e p e n d e d e ta
resistencia relativa d e ciertas sinapsis. T am b ién es cierto q u e el
u p o d e procesos neu rales in vo lu crad o s cu acciones rcfle|,<s (esto
es, acciones q u e claram en te no tienen causas m en tales) n o es a ife -
r c n te d c l in v o lu c ra d o c n otros tipos d e co m p o rtam ien to hu m an o.
E s razo n able, p o r consiguiente, s u p o n e r q u e no h ay lu g a r p a ra
causas m entales inm ateriales en n in g ú n tipo d e c o m p o rta m ie n to
hum ano.
1.a im portancia d e esto es obvia. Si el intcraccionism o dualista
es rorreetn , e m a n e n d e s d e lu e g o hay lu g a r p a ra causas m entales
inm ateriales en el caso d el co m p o rtam ien to hu m an o. Asi pues,
parecería q u e si La causas m e d i a l « fueran satad as d e cu alqu ier
caden a c a u d a l específica q u e c o n d u je r a a l com portam ien to, en -
rnnees habría un hatea en l > cadena. Es decir que en algú n p u n to
habrín un espacio v a d q c n lre d iq eventos m ateriales — este sería
el h u eco resultante d e la su presión d e las causas m entales— y los
sucesos m ateriales a amtius lados d et hueco estarían desconecta­
dos. ¡"tro, s egú n el a r r í m e n l o en cuestión, n o h?y n in gu n a razón
p ara pencar que existen dichos huecos. Las cadenas causales q u e
a q u í nos o cu p an están com pletam ente lle n a s d e s u c e s o s n e u r a lt s
y d e m á s sucesos materiales. De m o d o que ta supresión d e causas
mentafea n « d ejari.. huecos, com o d e b e ría h acerlo si el interac-
c tonismo dualista es correcto. L u e g o entonces, concluim os q u e el
ínicracdcinism o dualista r o e s correcto.
H a y d o s interpretaciones posibles d e esta objeción. L a p rim era
d e p e n d e d e in te rp re ta r‘ no hay lu g a r p ara ransas m entales 1 com o

11 1 M ., p. 1 1 0 .
TRW OHJBUKJNEÜ tlIt-WlHCAS

’n o hay lu g a r en la cadena cqiu¡at p.ir.n can&as m entales', y la se­


g u n d a d e p e n d e d e in te rp re ta rla c<mio 'n o hay tug~.tr en la exp li­
cación p a r a cau sal m entales. B ro ad a firm a q u e el ¡nK:ftif;{.ioriista
está fo rz a d o a a b r ir un h u e c o cu Lis ex p ira cion es d e ciertas ac­
ciones h u m a n a s si n o c o n sid eram o s las cansas m entales, p e ro no
está fo rz a d o a a b r ir u n h u eco en Lln cadenas c a m a l* ' si se om iten las
causas m entales. D e ahí q u e B ro a d pien sa q u e el intcraccionista
n o tiene q u e p re o c u p a rse p o r la p rim e ra in terpretación m ientras
ten ga el c u id a d o d e especificar correctam en te la m a n e ra c o m o las
causas m entales afectan al c u e rp o . Y con tin ú a s u g irie n d o cuál es
esta m an era.

[L a * hechos considerado« en la «egunda ib)eciun] indican que lo


que la mente le hace al cuerpo en U acción voluntaria, si algo le
hace, es aminorar la resistencia de ciertas sinapsts y aumentar U de
« a . El resultado e* que la corriente nerviow sigue un c u n o tal que
produce el movimiento particular que la mente juzga apropiado en
esc momento.14

E n este pasaje B ro a d m uestra cóm o p u e d e ser q u e n o haya n in ­


g ú n h u e c o en la c ad en a cauta! n e u ra l q u e constituya un p roceso
n e r v i o » y q u e un suceso m ental d e b a llenar. L o s sucesos m e n ­
tales, se g d u B ro a d , nn s e r b o partes d e dichas cadenas causales
tales com o M en b F igu ra 1. M ás bien o b ra ría n en las cadenas
afectando la distribución d e la resistencia entre ciertas sin ap su
co m o en Li F ig u ra ? A }l q u e el íntcraccionU m o n o está c o m p ro ­
m etido con a lg o p ara lo cual haya una razón para c reer q u e es
falso, a saber, q u e hay u n hueco e n tre a lg u n o « sucesos n curales y
otros, un h u eco q u e n in gú n suceso n e u ra l llena. D e esta m an era
B ro a d nos dice cóm o p u e d e ser evitada la p rim e ra interpretación,
y tam bién especifica con mfts c u id a d o la naturaleza d e la acción
causal in m ediata d e la m ente s o b re el cu erp o.
N o s q u e d a , sin em b a rg o , la se g u n d a interpretación. En este
caso el inte rae cionista p arece estar forzado a a b r ir u n hueco, u n
hueco en la explicación d e d e r t o com portam ien to h u m an o si
n in gú n suceso m ental está incluido en la explicación, p o rq u e , si
está en lo correcto, parecería q u e n o p o d em o s ex p licar c o m p le ­
tam ente p o r q u é ciertas tinapsis tienen la resistencia qu e tienen

'* iWA.p, m .
266 El. PfcOBLHMA M IS T E C U E RPO

Figuro 1 F^0U,S 2

M,
\

C ■* *uce«o co ip ral
M tu c o to m *nt al
X — * K - X causa V
X ►y = X Urda causiJmr líe a Y

sin r e f e r im o s <i cau sas m e n u k s . Si, p o r lo tanto, e l interaccio*


nista está e n lo c o rrecto , en ton ces las causas m en tales son e s e n ­
ciales p a r a las e x p lic a c io n e s d e l c o m p o rta m ie n to h u m a n o . Esto
nos c o n d u c e a u n p u n to clave. ¿ H a y razo n es p a ra a c c p ia r o p a ra
re c h a z a r la a firm a c ió n de q u e lo» h e c h o s acerca d o fe n ó m e n o s
m en tales son esenciales p a ra c u a lq u ie r cxptkracion c o m p le ta d e
las acciones hum anas? B ro a d trata d e p r o p o r c io n a r razo n es p ara
a c e p ta r la n ecesidad d e dich os (actores m entales a rg u m e n ta n d o
que:

fcti l.t acción t l d i b e n d i , la respuesta varia a p ro fn a d a m e n tí para oo-


incidir con las c ir c u tu ta n c iu c x p c r u lo que s u p u n tin im ic existen
en esc m om en to, o qu e k espei j qu e surjan p oaieriorm cn ie; m ien­
tras qu e la acciún refleja n o varía d e n ta m anera, p ero en cam bio a
ciega y M *i m ccin ica Ijt com plejidad del nutrma nervioso explica
la p o n M td n d d e variación; tía e k p liu en lo n tii m ínim o p o r iju é la
alternativa q u e d e hecho t io ir lugar debería, p ar rt ¿la general, «r r
la apropiada y n o m eram ente fonuiut. V otra vez parece com o ai
algún tactor que se operara rn b acción deliberada no se p reten -
T K fc S O H J B C I O N E S L l f . N T l F K ’iAS 267
tara en la acción refleja; y es razonable suponer que este factor c i l.i
volición en La mente. '

Broael b a s a su a tg u m c n tn e n las d o s p re m isa s s igu icn ics: ( I ) con


tanta* resp u estas p o sib les d a d a la g r a n c o m p le jid a d d e l sistema
n erv io so , d e b e m o s e x p lic a r p o r q u é tan fre cu en tem en te tienen
lu g a r só lo resp u estas a p r o p ia d a s : y (2 ) es ra zo n a b le e x p lic a r la
c u a lid a d d e ser a p r o p ia d o p o r el efecto *le las causas m entales
s o b re la » sinapsis n erviosas a p ro p ia d a s .
Si b ie n p e n s a m o s q u e este p u e d e ser el m e jo r a rg u m e n to p a ra
a c e p ta r la a firm a c ió n d e B ro a d . hay varias razon es p a ra rech a­
zarlo. M u c h a s acciones h u m a n a s no son sim p lem en te acciones
reflejas y n o p a re c e n in v o lu c ra r causas m entales, p e r o son g e ­
n e ra lm e n te a p ro p ia d a s . 1.a m a y o ría d e lo q u e hacem os d u ra n te
la vigilia, tal c o m o nuestras respuestas habituales y nuestro com -
p o iia m ie n t o inconsciente, p a re c e realizarse sin el pensam iento,
la decisión, la volición o c u a lq u ie r o tra causa m ental. S in e m b a rg o
estas nccinnes n o son acciones reflejas. M u y frecuen tem en te son
a p ro p ia d a s p a ñ i la situación, y esta c u alid ad d e ser a p r o p ia d o re­
q u ie re u n a explicación . P e ro sin d u d a p arece, no im porta cóm o
e x p liq u e m o s la c u alid ad d e estas acciones d e ser a p ro p ia d a s, q u e
no d e b e m o s incluir n in gú n Tactor m ental. Y si p o d e m o s e x p li­
car estas acciones sin re fe rirn o s a causas m entales, no hay razón
p a ra p e n sa r q u e u n factor m ental es necesario para explicar ca­
balm en te cualesqu iera otras acciones h um anas, incluso aquellas
q u e llam aríam os acciones deliberativas.
B r e a d , lle g a d o a e s t e 'p u n t o , p r o b a b le m e n te r e s p o n d e r ía q u e
las a c c io n e s h a b itu a le s so n aq u e lla s e n las q u e las sin a p s is h an
a d q u ir id o re siste n c ia s r e g u la r e s c o m o re.ni liad o d e u n a a c c ió n
c a u s a l c o n ü r n ia d e la m e n te , p e r o no h a y ra z ó n p a r a p e n s a r q u e
d ic h a a d q u isic ió n h a b itu a l d e la re sp u e sta d e la sin a p sis r e q u ie ra
d e un<i c a u s a lid a d m e n ta l p r e v ia L a m cp>r ilu stra ció n d e q u e los
fa c ió te * m e n ta le s no se n e ce sitan tu p a r a “ a p r e n d e r '' ni p a r a o b le
ncT la ú n ica r r s p u e s la a p r o p ia d a d e e n tre m u c h a s re sp u e sta s p o -
sih lcs es p r o p o r c io n a d a p o r las c o m p le ja s c o m p u ta d o r a s q u e h oy
vcin o s o p e ra r. N o es q u e sólo a lg u n a s d e estas m á q u in a s te n g a n
d isp o n ib lc u n n ú m e r o e n o r m e d e re sp u e sta s p o sib le s d e cnLre las
c u a le s p o r lo r e g u la r " e s c o g e n " ta a p r o p ia d a , sin o a u e tam b ién

“ I h u i.p . 1 1 2
268 EL PSOEI MA MENTE-CUUtt'O

k ih capaces d e m ejorar en sus res pues las. P u eden “a p re n d e r"


cu an d o ju e g a n ajedrez y p o r lo tanto m ejorar m ju ego T odo
esto requiere de una explicación, p e ro s in d u d a la explicación del
com portam iento d e la m áquina no requiere de un tactor mental
cíiusal. En consetueneta, parece no haber razón p ara p en sar que
tos factores m entales causales san necesarios p a ra e xp licar cier­
ta* accione H u m a n ». Parece no h a b e r nada en la explicación de
laa acciones hum anas q u e requiera la etrrrs m e □ tules. Y. puesto
q u e parece q u e el im cracciooU m o d ualuta necesita q u e exista d i­
cho hueco, hem os encontrado u n a objeción fuerte en contra del
interaccionísm o dualista, una objeción q u e p u e d e inclinar la b a ­
lanza de La evidencia en favor d e a lg u n a otra posición.
B ro ad no ha elu d id o la se g u n d a objeción científica. ¿Cóm o
le tue con la p n m e :a r H e m o s visto q u e p u e d e d a r u n a e x p li­
cación d e cóm o los sucesos mentales p u ed en afectar los procesos
neurales sin violar el principio d e conservación, p e ro n o hem os
investigado cóm o p o d ría r e s p o n d e r á La objeción d e cam bio-dc-
d ire rd ó n . 1 .a respuesta es que, estrictamente hablando, los s u ­
cesos mentales no ocasionan cam bios en la dirección d e las c o ­
rrientes itcuraks, p o rq u e lo q u e inm ediatam ente provocan son
cam bias en la dtu ribu ción d e Las resistencias más que cam bios en
la dirección q u e tom an las corrientes nerviosas. lx> q u e ocasiona
q u e iina corriente tom e cierta dirección son los n iv e lo relativos
d e las reiiniencias. Esto es sin d u d a com prensible. Si usted se p r e ­
gunta, sin em hargo, cóm o loa sucesos mentales p u ed en afectar la
distribución relativa de las resistencias, la respuesta es q u e una
vcx más leñem os un caso d e causalidad inm ediata y, p o r lo tanto,
in exp tirabk , Esto, creemos, a la m ejor respuesta q u e p u e d e d a r
un interacción isla dualista a la objeción. Es .ierto q u e n o es total­
m ente satisfactoria y n o disipa p o r com pleto el misterio d e cóm o
los sucesos m e n t a l» p u eden afectar al cu erp o . Sin em bargo, al
m enos neutraliza en gTan m edida el d a ñ o q u e ocasiona esta o b ­
jeción . N o obstante, m uy bien p u e d e ser q u e a lgu n a otra teoría
m aneje este pro blem a con m ayor facilidad.

Tercum obttnáa ctra iífica : lo tftte tvolu a on a


a par u r d e ftn ó m m o s matinales « material

L a tercera objeción basada en prem isas científicas se d eriva d e


la teoría de la evolución. Em pieza señ alan do que. segiln la ya
ru ts o h jk c io n es a r n H t h a s ‘¿ 6 9

aceptada doctrina de U evolución, los seres hum anas han cvulu


ckm .ulo a través de un largo p e rio d o a partir d e otras (orinas «le
vida m enos com plejas; esto es. Li ascend« ncia d e las »eres h u m a ­
nos p u e d e trazarse hasta sus ante J ir o s primitivos, hasta los m o­
nos, h u siacicru u form as d e vida m arina y finalm ente basta seres
vivos de tina célula q u e provienen d e cieñ as fuerzas materiales
y rjue se d ie ro n en ciertos tugares del universo. 1jas seres h u m a ­
nos, pues, son seres co m p lejo » q u e han evolucionado » partir d e
form as d e vida primitivas. Y estas form as d e vida primitivas a su
vez resultaron d e reacciones físicas y químicas entre rosas no vi­
vientes Los seres hum anos en el fondo, pues, han evolucion ado a
partir d e cosas no vivientes y com pletam ente materiales. U n a p o ­
sible teon a es q u e todo lo q u e hay en este universo p u e d e re m o n ­
tarse a su ascendencia hasta llegar a simples 4tom os d e h id rógen o
que bajo condiciones diferentes d e tem peratura y p re ión diero n
pnr resultad o átom os y moléculas más pesadas y com plejos, a lg u ­
nos d e las cuales se transform aron en la base d e la vida en esic
planeta. Los seres hum anos, entonces, han evolucionado a partir
d e sim ples partículas m ateriales m ediante un proceso continuo
di com plejidad creciente. En consecuencia, según esta objeción,
lea seres hum anos no son d e u n Lipo diferente de cualquier o tio
objeto material. Pu ede ser más com plejo q u e la m ayoría de los o b ­
jetos materiales y estar hecho de tipos únicos de moléculas, p f r o
ha evolu cion ado a partir d e las mismas partículas básicas que los
árboles, las flores, las moscas, las am ibas v los virus. D ebem os con -
flu ir ü j ahí que asi com o estas otras cosas son sim plem ente o b je ­
tos materiales y no tienen mente, tam bién los seres h um an os son
siplcs objetos materiales q u e carecen de mente
lista objeción al dualism o tiene dos formas, L a prim era esta­
blece que, puesto q u e los hum anos han evolucion ado a partir d e
parucuLiu prim itivas q u e sólo eran materiales y no tenían mente,
los hum anos mismos na tienen mente L a segun da form a d e la
objeción establece que, puesto qu e loa hum anns han evolu cio­
nado a partir d e Lis mismas partículas primitivas q u e todos los
objetos materiales que no tienen mente, los hum anos mismos ca-
retcn d e m ente N in g u n a d e las dos form as es convincente La
prim era (orina se basa en La prem isa d e q u e a partir d e objetos
materiales sólo p u e tí-n evolucionar objetos materiales. Esto es,
que loa procesos materiales sólo pueden d a r lu g a r causalm ente a
otros procesos materiales- Pero, com o ya vim os Cuando e Kan u n a­
270 f.L PROBl.F-M/\ MENTE-CinLRro

m os la s e g u n d a objeción íilosóticTi. n o hay razón p a ra p en sar q u e


ciertos procesos m iitríales n o p u e d e n d a r lu g a r causalm cnte a
sucesos m> nratcs asi c o m o a sucesos m ateriales. C o m o D ucassc lo
señ aló, siem p re d eb em o s e x a m in a r u n succso p articu lar sólo para
v er q u ó resultado* causales p ro d u c e . N o h ay razón p a ra p en sar
q u e jos resultados caúsale» d e ciertos suceso* m ateriales n u n ra
son sucesos mentales. Asi q u e bien p o d ría ser q u e en a lg ú n lugar,
a lo ¡.irgo d el cam in o d e la evolución, h u b ie ra s u rg id o a lg o m ate­
rial q u e tuvo e n tre sus resultados ctujviles sucesos mentales. Por
consiguiente, el h ech o d e q u e tos h u m an o s hayan e v o lu c io n a d o
ü partir d e la m ateria n o a rro ja n in g u n a d u d a sobre el d u a lism o
incnLe-cucrpo.
1,3 s e g u n d a form a d e esta n bjrció n p u e d e ser re h ila d a He m a­
n era sim ilar D e n in g u n a m anera es e x tra ñ o q u e tod o lo q u e e v o ­
lucionó a p a rtir d e la m ateria prim itiva, excep to los seres senti­
bles, hiera sim p lem en te m ateria. L o s y r e s sensibles son c o m p le ­
tam ente difcren tes d e otros objetos materiales. Es v e rd a d q u e si
tod o lo q u e t u p ifr a m m acerca d e los serrs h u m a n o s fu era q u e
e ^ ilu c lo n a ro n a partir d e las mismas cosas q u e todas aquellas a
partir d e las cuales evolu cion aron todos los objetos q u e n o tienen
m ente, entonces tendríam os a lg u n a razón p a ra p en sar q u e los
h u m an os son sim p lem en te materiales. Pero todos tenem os otro
c a n o a m ic n m d r los hum anos, especialm ente acerca d e sus h a b i­
lidades y, al merco* en nuestro p ro p io caso, acerca d e sucesos y
estatu s q u e p arecen ser totalm ente diferentes d e los fen óm en os
m ateriales. De m o d o q u e la se g u n d a form a d e la tercera objeción
cíe idílica, así com n la prim era, p ro p o rc io n a escasas razones para
re c h a za re ! d u alism o m en te-cu erpo H u m a n o s con mentes iniria-
te ríales asi com n i nn cu erpos p o d rían m uy bien h a b e r evolu cio­
nado d e tina num era m uy particular a partir d e la m ateria La
teoría q u e describe el cam ino d e la evolución no a rro ja n in gu n a
d u d a sobre el h erh o d e q u e la m ente haya evolu cio n ad o a partir
d e la marcria.
1lem os e x a m in a d o seis objeciones al intcraccionism o dualista,
cu atro contra la interacción y d o s contra el dualism o. N in g u n a
d e las objeciones al dualism o, el p ro b lem a d e otras mentes o la
objeción tic la evolución, es suficientem ente fuerte p ara su p e ra r
lo q u e p arece ser verd ad , a saber, q u e las personas tienen m ente y
c u e rp o y q u e la m ente y el c u erp o son m uy diferentes. t>os d e Las
objeciones contra el interaccionism o — la objeción q u e cuestiona
EL iViRA l J.LJSMO Ü?l

d ó n d e Liguen lugíii las interacciones y la objeción d e l prin cipio


d e conservación d e la en e rg ía — h a n sido u l'ieti d exea ria d a * o
b ie n iicutraliradns hasta ciprin g ra d o . L as otras tJuj> objecion es .i
la interacción — la objeción flIosAfít íi d e la falta d e fa rto rt» tanto
cu Iq& fen ó m en o s m entales co m o en los m ateriales q u e , p ro v e -
n ien do d e unos, a f e i t a » a lúa otros, y la objeción científica d e
ta talla J e un h u e ro cu la e x p lic a r ion fisiológica del c o m p o rta ­
m iento h u m a n o — a rro ja alguna d u d a so b re el ititerauiunLitiwi
dualista. N o tenem os, pues, justificación p a ra acep tar esta p o ­
sición m ientras rm h ayam os e x a m in a d o posiciones alternativas
p a ra a v e rig u a r sí o tra* son m enos din losas q u e el inteiacaoiiLsm o
dualista. V puesto q u e d o s d e las o bjecion es m.1s fuertes u f a n d i '
rígidas contra la interacción causal entre l.i m ente y el cu erp o, un
candidato o b v io p ara constituir una ti-oria m enos d u d o sa es uu
d u alism o que c h u la La interacción. Esta es, en esencia, la posición
d e l p a r a le lis m o .

E l p a r a le lis m o

E l p¡iTcli»m i> e s u n a fo rm a d e l d u a lis m o m c iite -c u c r p o A l ig u a l


q u e e l ím c r a c c io n ls m o a fir m a q u e u n a p e r s o n a lic u é u n a m e n te
in m a te ria l y un c*»erp o. epte c o iu u t d e su co so s y p r o fe s o s n u lí­
ta le s y c o r p o r a le s , y q u e los fe n ó m e n o s im n ia le s y m a te ria le s
so n r a d ic a lm e n te d ife r e n te s . S e d is t in g u e d e l u u c m c c io iiis m n ,
sin e m b a r g o , e n q u e n ie g a q u e h a y a a lg u n a in te ra c c ió n c a u sa l
e n t r e m e n te y c u e r p o . L o s su ce so s m e n ta le s tie n e n t u g a r e n u n
p e r io d o tem poral, a lg u n o s c a u v in d o o tro s, p e r o n in g u n o a fe c ­
ta n d o c a u sa l m e n te a lg ú n su ce so mate tia l Ig u a lm e n t e , lo» s u c e ­
so s m a te ria le s o c u r r e » e n d ife r e m e s lu g a r e s y m o m e n to s , a l g u ­
n o s c a u s a n d o o tro s, p e r o n in g u n o a fe r ia n d o c a u s a ltiic n tc a lg ú n
su ce so m e m a !. A m b o s tip o s d e s u ce so tie n e n lu g a r d e u n a ina-
n e ia c o m p le ta m e n te in d e p e n d ie n te . E n el c a so d e u n a p e rs o n a
in d iv id u a l se a d m ite q u e c ie rto s su ce so * c o r p o r a le s , Liles c o m o
ro m p erse uii b n u n , TegitUrmrntf preceden a c ie rto s su ce so s iii c i il t
les, ta le s c o m o se n tir d o to rt y q u e cie rto s su ce so s m e n t a l » , tales
c o m o d e cid ir, rtgularmrHif pjrc¡'dm a cie rto c o m p o r L im ie n t o c o r ­
p o r a l, tal c o m o m o v e r u n p e ó n e n la y a r d e uti allil. l'e r o e n eso s
c aso s se a firm a q u e no h ay in te ra c c ió n cau : d e n a b so lu to . T c n e i
u n b ra zo ro to no alu.t« d olor, y d e c id ir m o v e r tul p e ó n tío e s cau sa
d e «pie u n o lo m u e v a . H ales su ce so s son m e ra m e n te p a ra lt Ira,
272 F.l UtOULtMA M I-Jill CUI.RI* >

c n c l sen lid i. d e q u c fie r i os sdccm js n ie n u lcfl cstd n ;nr>mpañ;icÍU 5


Ue i ¡c r io s ■-ufrsos c o rp o ra le s y (It q u e d c r t n s su ce so s c o r p o ra le s
están ;H tjn ip :m a f!o s rJecu-rtíVí Sucesos m e n g ü e s E l p ara le lism o ,
p o r lo u n to , e sc a p a a Lis dos o b je c io n e s q u e a rr o ja n d u d a s »o b re
el ¡ n l e r w i o n i ^ i a d i ^ l i s t i , ¿P o d e m o s c m o n e e s c o n c lu ir d e ello
q u e tie b e n m t n p w r p o r e l p ara le lism o e n lu g a r d e l d u a lism o ? Pbr
lo m en us nn i o d a vía, p n rq it* h a y u n a o b je c ió n a l p a ra le liim o q u e
el Jtiteraci ¡¡m ism o no c r m v flta . Si dsia es seria, e n to n ce s lal v e z
tengiiiTK-í q u e re ch a z a r e l p a ra le lism o p o r »er in fe r io r al in tc ra c -
cíonám o.

U na ahtrtiiSn al paralelismo; tin puede


tx p lk a r la i rtgitlondodes observada*

Si el paralclisiifd esiá en lo correcto y los sucesos metí Ui les asi


cr>mo los in^trrutes tienen lu gar d e una m anera com pletam ente
in d ep en d íen le, entonces no h"ay carón p ara que haya relaciones
re g ú la le s entre algu n os d e ellos. N o hay razón p ara que lo que
sign a la Fractura d e un brnzo no sea d o lo r una vez y alegría o lía ,
Podem os e n t e n d ír p o r qué a la fn tciu rj d e un brazo d e b e se­
guirte el d o lo r »i las fracturas d e huesos causan dolor, p e ro una
regu larid ad s e n t a n t e d o n d e no hay una relación causal e x ig e
cié n a explicación. Parece im probable q u e lates regu larid ad es d e
acontecimientos mentales y corporales paralelos o cu rrieran p o r
m era casualidad. En consecuencia, dichas regularidades deben
ser explicadas, ¿pero cóm o p u e d e explicarlas el paralelism o? N o
p u ed e ap oyarse cn el tipo habitual de explicación causal, com o el
q u e usa el interaccionismo, y no parece h aber d isp o n ible ningún
o tro tipo d e explicación. Esta objeción, pues, consiste en q u e el
paralelism o, a diferencia del inleraccionism o, no p u e d e explicar
adecuadam ente aquello qu e requiere d e explicación y, p o r co n ­
siguiente, d ebería »e r rechazada en favor de alg u n a otra teoría,
com o el interacctonistno. q u e p u ed e p ro p o rcio n ar las explicacio­
nes a propiadas.
En el pasado los parale lena* respon dieron a e s a objeción d e
dos m aneras diferentes. Nuestra tarea será v er si a lgu n a d e estas
respuestas es adecuada. Históricamente, los dos tipos diferentes
d e explicación d e las regu laridades m ente-cuerpo que han o fre ­
cido los paralebstas se han basado ya sea en la teoría d e l ocasio-
Kl l-ARAl ÍU 5 H I.1 27S

nalLstuo ya sea en la teoría d e Li arm o n ía preestablecida. C o iu i-


tJeremos cada u n a d e ellas.

U na respuesta, rl ¿racionalismo

El otasw Hilunu). exp u esta p o r el filósofo católico M. ih branche, es


la (curia de ipic cll ta ocasión en q u e ocurren cien os sucesos c o r­
porales, Dios, q u e pu ed e hacer q u e cualquier co»a lea posible,
causa ciertos sucesos me ni ales, y en la ocasión en que o cu rren
c iertre s u c o o s m e n (ales Dios ca usa ciertos sucesor ío r p o rales De
m odo q u e a u n q u e n o haya u n a acción causal entre I;» m ente y el
cuerpo, podem os explicar la regu larid ad q u e hay entre ciertos
suceso* mentales y ciertos sucesos físicas declaran d o q u e Dios,
q u e tiene la m is o rd e n a d a y p oderosa d e las mentes, causa re­
gularm en te el mismo tipo de suceso m ental r a d a v e í qu e o cu rre
cierto tipo d e suceso corporal, y el m ism o tipo d e suceso corporal
cada vez qu e o cu rre el mismo tipo d e suceso mental.

Segunda respuesta la teoría de la armonía preestablecida

L a teoría de la armonía prrestableddú, tal y com o la e x p u so L e lb -


nix, a Gruía que la serie d e suceios corporales y la serie d e su ­
cesos mentales ocu rren según iid plan preestablecido, presu m i­
blem ente divino. Por lo tanto, q u é suceso material se sigu e de
cierto suceso m ateria] está p red eterm in ad o, y q u é suceso mental
se sigue d e cierto suceso m ental está p red eterm in ad o. Adem ás,
hay una ir m oni a p redeterm in ada entre estas dos series in depen -
dientes d e sucesos. Esto es, las dos series in d e p e n d í:m e s están
arregladas d e tal m anera qu e ciertas sucesos en la serie material
van siem pre acom pañ ados d e ciertos sucesos en la serie mental, y
viceversa. Esta situación ha sido com parada con d o s relojes, u n o
d e los cuales tiene carátula y manecillas p e ro no cam panilla que
d é la hora, y otro q u e tiene cam panilla p e ro Carece d e carátula
y manecillas. Si alguien observara que. cada vez q u e las m aneci­
llas d e un reloj están en una posición, el otro d a un a cam panada,
y que, cada ve/ q u e las m anecillas están en otra posición, el se­
g u n d o reloj d a d o s cam panadas, y así sucesivamente, p o d ría c o n ­
cluir q u e hay una con exión causal enure am bos relojes, es decir,
q u e u n o causa q u e algo suceda en el otro. Pero si exam in ara la
27-1 EI. W fflíll.tM AM EN TE Cl.'M tFt >

situación cotí m a y o r c u id a d o se d a ría cu en ta d e q u e nn hay nm -


g n n a relación causal m i r e |ch don relojc-s. L o ú n ico q u e suoctle cit
qu>' lim bos han sid o re g u la d o * y ec h a d o * a a n d a r d e lal m aut-m
q u e c a d a v c t q u e Lis m anecillas d e u n o est¿n en cierta pusiciun,
resulta q u e el « i r o su en a su cam pan illa cieriu n ú m e ro d e vcccs.
E iio t d a s relojes cam in an paralela raen ir y n u o r.ra n un;i tc giiU i'
ridad lo m ú n o n r m o n ía q u e rcsulUi, n o d e un erecto causal d r un
rcliy sobre el otro en ciertos m um entos, ni de la intervención c o n ­
ti m ía fie una fu erza cauüal ex te rn a , si un del efecto causal d e un
ser q u e . e m k r l o m om en to p rev io , p u s o a la m ism a h ora cada re­
loj m d e p e n d ic m c m c n ic , iie¡mcrTC q u e c a d a u n a m in in a d c c jc r lii
m iin riu . A h o ra bien, dice t cibniz:

póng.ise al ¡thtia 'fal cuerpo n i el t u g ir d r rstúsdos reli jes. timiri


ccs *LTJcrdu o aiitjp.uia icudrán lugas d e alguno de les « g u íe n le
tres modo*. R1 hhhí- i 4* ta m fívew aa |H íninacrlonúm i)] n el d r L fi-
lusafk! más CDinún Pero p u n to que t-v [ni|»ii|]lr eoiiccbir e¿pcc*a
o p ;in i:u líi rnalt lüln . ri cualidades til ¡lia! crid e ! q u e p u n b n pasar
de una d r cita» mwtari'iii a U u m , rate punta de v « u debe •*?! re-
c lu u d D . I'.l sreníu ifr la a.iiyrnna lr| ocitioaililiDol o el deJ sistrnu
de I j i i i i u h í ucaíkmalcs Pero yu sostenga que Dto nltrvendría
sólo de la m an rrj rn qur lo haría resp-tid de tod^i lii demás co­
m í n ^ tu n la . Así que sólo cjueda m. hipótesis, es dccir, d modo d i
ta. armonía prmldbUcida tcgiin la cual Di<* ha errado cada un .1 de
o ü s d a » n iiu n cM ! desde el principio d r Lal manera que, aunque
cada una liga <ux propia* ley*», que ha letihido desde el conw ruo,
ambas concuerda» « i t r t » de una m ulera u n completa cw no si
ejercieran una inOrniria mmua ■> cotnosi siempre interviniera la
m an » de Dio», más allá de »11 intervención g m r r il. 11

E s u s d o s posiciones pandelisLas tienen una cosa en c o m ú n : qu e


am bas postulan la e x iilt n c u d e una entidad ínobscrvablc — qu e
llam an Dio®— para exp licar ciertas regu larid ad es observadas e n ­
tre la m ente y el < iicrpa. Dicha entidad es llam ada entidad teótic«
p o rq u e es una entidad inobscTvable postulada cotilo p a rle de
u n a teoría d iseñ ada p ara e xp licar cié r i«s teñóme nos observados.
L eibn iz ju jtífica su postulación partícula en dos pasos, Prim ero,
afirm a q u e es ncccüirio postular a lg u n a cosa p o rq u e las r e g u ­
laridades entre la m ente y el c u e rp o no p u e d e n ser explicadas

** G.w. Lc&n.i ndoHiftAral ftipm unj trU rn . |_ R. l.runt krr («J.), t ivrr-
*ll| o í Chicago Prem. C h ich o , IM S . p. 7.11
H VARAbMJSMO 275

c » m o resultado d e u n a interacción causal m en te-cu erp o . y d o n d e


un.i pos tu Lición es necesaria p a r » u n a e s p in a « i^n c s tí sin d u d a
justificada En s e g u n d o lu g a r ju!.ti¡lr;i sii postulación particular
c o n sid e rá n d o la p re fe rib le a Li de M a lc b r.in th c so b re l:i Ifflíc d e
ijuc Li h ip ó le * is d e éste re q u iere mili acción d e la necesaria p o r
p »M c d e la cn u rfad p o stu lad ». N n cabe d u d a d e q u e d e b e m o s
prntuLir natía más q u e lo q u e es uccesarin p ara e x p lic a r b o b s e r­
vad o. Y puesto qu e las reg u la rid a d e s entre la m ente y e l c u e rp o
p u e d e n ser exp licad as p o stu lan d o a Dios, p e to sin p o stu la r su Ln-
icrvcn ción continua e n cada instanc ..i d e la re g u la rid a d en tre la
m ente y el c u e rp o , I.c ib n iz e s ií justificado p a ra rechazar la teoría
d e M a lcb ran ch c p o r ser in ferio r a ti suya,

U na objtetón a limbo.} isorias postulan un D eu s e x M ach in a

L! prin cipio p ara rechazar el ocasionalism o es q u e si se p u e d e


d a r una explicación sin postu lar algo, entonces esa postulación
n o dube lia re n «' ¿C óm o se aplica este p rin cip io a la sersión d e
L eih n iz sobre el paralelism o? Si. com o él afirm a, es im posible q u e
la m ente y el c u e rp o im em etúen, en ton ce* es necesaria un a p o s ­
tulación p ara la explicación y pot lo tanto esta justificada, l'ero
a u n q u e hem os visto q u e la interacción u icn tc-cu erp o p u e d e ser
m uy misteriosa e incluso im p ro lw b lr. no liem os e n c o n trad o n in ­
g u n a razón p a ra p e n sa r q u e es im pasible- Así q u e n o es necesario
postu lar la acción c a m a l d e u n a entidad inobscrvahle p ara e x p li-
car las reg u la rid a d e s entre la m ente y el cu erp o , y p o r lo tanto
el razonam iento d e Letam e en contra dc| interaccionism o y en
favor d e una causa postulada, fratasa.
¿Podem os ah o ra rechazar la teoría de Lcibni? — y con ella el
ocasionalism o y, p o r lo tanto, el paralelism o— , o hay a lg u n a o tra
m an era p ara justificar la postulación d e u n a entidad teórica q u e
p u d ie ra aplicarse en este caso3 Existe u n a. Si p u e d e m ostrarse
q u e m ediante una postulación particular p odem os, no tan sólo
e x p li ra r los fenóm enos q u e requieren d e u n a explicación, sino
tam bién predecir correctam ente hechos q u e de otra m anera lia
brlan perm an ecido m.id vertid os, entonces p o d em o s justificar la
aceptación d e l poatiihido »o b re la base d e su capacidad p ara in ­
crem entar el conocim iento. Dicho p o d e r predicitivo es im p o r­
tante tamhión en o tra sentido, p o rq u e capacita A lo hipótesis que
276 I X l'R H ll EMA M E N T T C U J J t f o

postula una entidad teórica pura ser p ro b a d a m ediante la oli-


s«rv ación y la experim entación y con ello p ara s « r confirm ada
o desechada. Esta capacidad po ra ser p ro h ad a es esencial para
q u e una hipótesis sea científica. Pero cu an d o una hipótesis ca­
rece d e ella y d e p od er prcdictivo y no es necesaria p ara explicar
nada, e n to n e n « claro q u e d e b e ser rechazada- Seria m eram ente
u n a hipótesis ad h oc, y cualquier entidad q u e postule p a ra e x p li­
car algo sería lo qu e l.cibniz llama un dtits ex machina, a t o es.
u n a entidad teórica cuyo único uso es capacitar a su teoría para
exp licar lo q u e Ésta no p o d ría exp licar d e otra m anera.
<Ea a d koc la hipótesis de Lcitm íz d e la arm on ía preestablecida,
y, p o r k> tam o, pu ed e su afirm ación d e que el ocasionalism o r e ­
qu iere un drus tx maihtna volverse contra su p ro p ia teoría? La
hipótesi» d e Lcibniz accrca de Dios com o causa de las re g u la n -
d a d o entre ta mente y el cuerpo tendría un p o d e r predtclivo
sólo si pu d iéram os leer la menee d e Dios y descubrir qué lip o í
d e regularidades entre la m ente y el cu erp o aú n no observadas
ti p ro d u cirá en el futuro. Pero tal lecLura de la m ente está más
nILi d e nuestra rapacidad. En consecuencia, b hipótesis no tiene
p o d e r prcdictivo y p o r lo tanto no se p u e d e p ro b a r m ediante la
observación y |n experim entación Es ciertam ente una hipótesis
ad fiar, y su entidad postulada es un dtus ex machma. D ebe $tr re­
chazada til) füVor del inlcraccionism o, a u n q u e est;i teoría enrrcnic
sus propios problem as. Esto es especialm ente cierto si, a pesar
d e las dificultades, parece ser el caso q u e en electo los sucesos
mentalr s y los sucesos corporales interartúan causalmcntc No
d é b e m e » rechazar u n a teoría q u e coincide con la m anera com o
las casas paiccc q u e son, en favor d e una segu n d a teoría rival que
sólo üene a su favor el p o d e r d e elu dir ciertas dificultades q u e la
p rim era teoría enfrenta Por consiguiente, p o d em o s techafiir el
paralelism o, ya sea q u e se base en la a rm onía prcesiablecida o en
el ocasionalism o, en tanto candidato p ara rem plazar al interne-
c io n á m o dualista com o la teoría m ente-cuerpo más plausible. El
paralelism o com o intento de elu dir las dificultades dt?| interaccio-
n iím o va dem asiado lejos en su afirm ación d e qu e la mente y el
c u erp o son com pletam ente independíenles.
FJ. FJTFtNOMF.NMJsMi i ¡¿77

El e pi f e n o m e n a l is m o

Si revisamos las objeciones contra d intciuccinnismo dualista p o ­


d em o s rctord.u que una ilc las objeciones n a i tuertea a la in­
teracción cuu&til m cfitc-cucípo es la q u e se basa en la falta de
un hueco en Li explicación fisiológica d el com portam iento En­
contram os q ue iiunquc esta objeción a rro ja a lgu n a d u d a sobre la
existencia d e una causalidad psu'o-fisica. esto es, que un suceso
mental cause un suceso m aterial, no tiene fuerza cu an d o se aplica
a la causalidad físico-psíquica. A sí q u e no hem os r n w tw ra d n n in­
g u n a razón para d u d a r de que ciertos sucesos materiales pu ed an
causar sucesos mentales, y hem os refutado la objeción d e la ev o ­
lución »o b re esta b u « En consecuencia, esta objeción c o m ía la
interacción m ente-cuerpo p u e d e ser elu d id a u n llegar al extrem o
del paralelism o. L o único que leñem os q u e n egar es qu e los su­
cesos mentales afecten causalm enie a loa sucesos corporales. Esto
n o » conduce al epifenom cnaliim io, p u n to d e vista p rop u esto p o r
ThoroaA H uxley. quien afirm a:

En nosotros todos, los estados de conciencia, as. carao en [los bru­


tas], son causado* de manera inmrdtau por cambios moleculares
de la sustancia ctrcbraI Me parece (jur m loe hombres, así como
en Ion bruto», no hay prueta d e q u e algún estado de conciencia tea
U a w ; del cambio que hay m el movimiento de U materia del
organismo. Si estas posiciones están bien fundamcnuidai, n ju c
que nuestras condiciones mentales son simplemente lús símbolos,
cu La conciencia, de Ice cambio» que tienen lugar aute^níticamente
n i el organismo; y que,, para lomar una ilustración extrema, el sen­
timiento que llamamos volición n o d b causa de un acto voluntario,
sino el símbolo de un catado del cerebro nuc es la causa inmediata
del acto. Somas autómatas conycientca... 1

Podem os ver a partir de estit cita q u e el epifcnom cnalÍM iio, al


igual qu e e l interaccionsm n y el paralelism o, es un dualism o
m ente-cuerpo. Los hum anos (y según H uxley, incluso algunas
bestias) son seres conscíenies. Es decir, q u e ciertos sucesos m e n ­
tales les ocu rren a los hum anos Adem ás, p o r suputaLO. ¡as h u ­
m ano* tienen cu erp o. En lo q u e et cpifenom enalism o difiere de

n T, H- Huxley, Mtihc4 a-vi flttulü, Applcton-Ceiuury-Crofii. Nurva York,


U 93. p 244.
EL PROBLEMA M F.NTE CHFJlrtí

los otras d o s teorías dualistas es en la idea ti'ji Licnc d e la relación


c u tre la m en te y d c u e rp o S e g ú n e l epi fen om en al isla un su ced í
m ental es sim plem en te un e p ife n ó m e n o , n, e n otras p.’tohras, un
s u b p ro d u c to (Je L Ív r lfM procesos m a lc fia lr ^ Cuando e s la i p rn -
resoa m ateriales tienen lu g a r causan o tro s procesos m ateriales y
p ro d u c e n su b p ru d u hit que pur sí m ism os no tienen electo so­
bre nírigun;t o tra o m u i. S am ayan a ha c o m p a ra d o t i relación e n tic
lo a sucesos c o r p o r a l « y Ion sucesos mentide* con la re Lición en tre
un a rro y o d e m ó n ta te q u e se precipita hacia un p o z o p o r e m mía
y a lr e d e d o r ilc ilg u n a s rocas, y el b u rb u je a n te so n id o q u e p r o ­
d u c e el ligu a q u e corre. M tañ id o b u rb u je a n re es cau sad o t o m o
su b p ro d u c to d e l a g u a q u e c orre a lr e d e d o r d e las rocas N o afecta
el curso fiel ag u a , cuya velocidad sólo es afectada en su cam ino
p o r las rocas y" d e m á s objetos «pie se atraviesan en su cam ino.
T a m p o c o el b u rb u je a n te su pro d u cto aféela en n in gú n m om en to
ni so n id o q u e resulta d e cualquiet m om en to pcjsterioi. K.I son id o
t^ue se p ro d u c e en cada m om ento es causado p o r la acción d e las
io t a » y el ag u a , p e re c ie n d o sin d e ja r un solo efecto p ro p io . I g u a l­
m ente, cad;i suceso m ental es el su b p ro d u c to causal d e a lg ú n s u ­
ceso in.itenal en la serie in in terru m p id a de sucesos m alcríales.
C a d a suceso me nial es p ro d u c id o , tran scurre y term ina sin alec-
u li causal m em e n in gu n a otra cosa.
E lc p iÍL 'A ü iiiíiU lL s n u ) e s a tra c tiv o p o r v a n a s ra z o n e s. U n a r a ­
zó n . ¡n q u e p ro lia h le m e n te aiTajo a H u x lc y . es q u e v a d e a c u e r d o
co n la Ico ría d e la e v o lu c ió n . M ie n tra s m ás c o m p lic a d o s se v u e l­
v e n los p ro c e s o s lisíeos, m e n o s d ifíc il e s c o n c e b ir a la c o n c ie n ­
cia e v o lu c io n a n d o c o m o tin s u b p r o d u c t o q u e n o a fé e la c a u s a l­
m e n te el p ro ce so m a te ria l e v o lu tiv o básico. 1.a s e g u n d a razó n
es q u e . p u e s to q u e a ü r m a q u e sólr U s u c e s o s m a te riale s son
caiiK iln ie U tc d i c a c e s , el e p ile n o m e n a lis m o e v ita e] p ro b le m a d e l
h u e c o en la e x p lic a c ió n Fisiológica d e l c o m p o r ia m ie n tn h u m a n o
Con el q u e se e n fr e n ta el in te ra c c io n ism o . l*a ( e n e r a e s q u e el
e p ife iio iite iia lism o la in h icn c\ a tra c tiv o p a r a tn u ch a g e n te q u e le
d a u u g r a n v a lo r a la c a p a c id a d c ic t t lílk a d e c o n tro l. S i el e p i-
fc n u m e n a ltsm o e s c o r re c to , no te n e m o s q u e sa b e r n a d a ¿tcerca
d e los su ce so s m e n ta le s p a ra s e r c a p a c e s d e e x p lic a r , p r e d e c ir v
c o n t r o la r el c o m p o rta m ie n to h u m a n o , p o r q u e los miccscjk m e n ­
tales n o d e s e m p e ñ a r ía n n in g ú n p a p e l e n la d e te r m in a c ió n cjum.i1
d e l c o m p o rta m ie n to . C o m o c o n s e c u e n c ia d e e llo , n in g ú n Tactoi
m e n ta l o ciiIlo e s n e ce sa rio p a r a o h te n c r p re d ic c io n e s p re c isa s:
El. En FEWOM Pft"M J fíWI ' 270

U n a n i:\ m ra sa n es rjuc, a diferen cia itcl paralelism o, e! e p í l o


iioincna.i m a no requiere d e un iin ti ex marhina p ara exp licar la*
re gil L in d ad es entre l.i m ente y el cu erp o p o rq u e afirm a qu e cada
suceso m en u d es eí causal d e cierto suceso maiefckj
s u b p ro d u c to
El epi fenomenalismo, pues. clu<k: la más im p ó rta m e d e las obje­
ciones cañera sus do? teorías d u a lis t a rivales. Sin e m b a rg o , c o m ­
parte con am bas una objeción (la objeción a las teorías dualistas
qu e se d e r iv » dcJ p ro b le m a d e otras m en ies) y o tra con el iiu crac-
cionisino (la objeción q u e se d e riv a d e l:i ap a re n te falta d e Licio-
res relés-antes, en los fen óm en os materiales, p a ra causar sucesos
mcuuitcs). N o obstante, puesto q ue no vernos qu e n in gu n a d e ca­
los objeciones sea m uy perjudicial, bien p u e d e ser q u e d e b a m o s
aceptar cJ c p ilc n o m rtu lism o . 3 m enos q u e enfrente objeciones
im portantes q u e a ú n no hem os e x am in ad o . E xam in em o s a h o ra
las tres objeciones nuis im portan tes q u e han su rg id o cu con tia
c’" l c p ifen om cn alism o.

l'n m r r a objeción a l epiftnQtnm<ilumo; rechaza tos efectos


de las mentes de tas personas en el transcurso de los sucesos

S ielcpifcn oin cn alÍM T iocs v erd ad ero , entonces n in gú n fen óm en o


m ental ü cn e algú n efecto causal sobre la historia d e la h u m a n i­
dad D e m o d o qu e n in gu n a esperanza, d eseo, sueño, alegría o
pena d e Ja gen te ha afectado de a lg u n a m an era el curso fie lns
sucesos hum anos. T am p o co es correcto h ablar de en ferm ed ad es
psjcosoni.fiticas, o a firm a r q u e las trastornos pin alógicos afectan
al com portam ien to h um ano. N o dcliem os explicar el com p o rta­
m iento de algu ien rcO ri¿ndonos a su neurosis o a su psicosis. En
realidad, según esta objeción, si el epifbn om cn alism o es v e rd a ­
d e ro , el curso entero d e la historia h u m an a h abría sjdu exacta­
mente el mismo si los seres h um anos no h u bieran sentido alegrías
o penas, si no h u bieran tenido esperanzas o temores, o si no h u ­
bieran liuscado algu n as metas. Pero sin d u d a ésta es una con ­
clusión absurda. Las esperanzas, tem ores y aspiraciones hum a
nos y otros cosas sim ilares están intim am ente conectados al curso
d e los sucesos hum anos El epifen om en alism o debería, entonces,
ser rechazado.
H ay ile h erh o dos ataques diferentes en contra del epitelio
menftlisino expresados en esta objeción, u n o tiene cierta fuct/.i
mientras qu e el otro estíi com pletam ente e q u iv o cad ». El prim ero
280 EL PROBLEMA MENTECirERPO

<■ti r a ía q u e sin d u d a p a rte e qu e el lado m c n u l d e los seres h u m a ­


nos h a d e s e m p e ñ a d o un p ap el causal en la vida d e los seres h u ­
m anos. Esto, co m o h em os visto, o t J m u y p o r d e b a jo d e la p tangi­
bilidad inicial d e l intcratciofiiam o. y tam bién se o p o n e al p a r a le ­
lismo. D eberíam os, entonces, o p o n e rlo tam bién al e p ife n o m e n a -
lismo a u n q u e d e b e ría m o s re c o rd a r asim ism o q u e p u e d e h a b e r
razones im portantes p ara aceptarlo. E l s e g u n d o ataqu e va in ái
allá d e l p rim e ro y afirm a q u e si el cpifenom eoctlism o es v e rd a ­
d e r o entonces el la d o m ental d e lo « seres h u m a n o s es irre le v a m e
p a ra el curso d e los sucesos hum anos. Si bien este cargo p o d ría
levantarse con tra el paralelu ta q u e rechazó tanto la a rm o n ía p r e ­
establecida com o el ocasionalism o, c-tá fu tra d e lu g a r si se aplica
al ep¡fen om en alism o. El e rro r d e esta afirm ación está en q u e del
hecho d e q u e A no cause A , se in fiere q u e ¿ no es d e n in gu n a m a­
n era relevante p ara q u e o c u rra o d o o c u rra B . P e ro esta es u n a
inferencia falaz p o rq u e si B es la causa d e/t, entonces £ sólo o c u ­
rre si A o cu rre. Por lo tanto, si A n o fuera a ocurrir, entonces B no
o c u rriría y el curso total d e las cosas p o d ría cam biar. P o r ejem plo,
s u p ó n gase q u e cierto proceso cerebral causa q u e algu ien ja le el
gatillo d e u n a pi&Loki y q u e tam bién tiene el su b p ro d u c to causal
d el d eseo d e m atar a alguien. Asi q u e , si el asesino d el presidente
Kennedy) no h ubiera tenido ese deseo, entonces ni el p roceso ce­
rebral q u e lo causó, ni U acción sobre el gatillo q u e tam bién re­
sultó d el p roceso cerebral h abrían o u rrid o . D e la m ism a m anera
es t i relacionado el lado mental d e la naturaleza h u m an a con lo
q u e su cede incluso si el cp ifcn om en alisin o es v e rd a d e ro . Asi q u e
p o d em o s rechazar el se g u n d o ataque d e la p rim e ra objeción al
em feoofncnaltsino sin d e ja r d e re c o rd a r el p rim ero.

Segunda objectán al ept/momenaiisino.


la noria hace i mpositJé ru propia justificación

L a se g u n d a objeción ha sido planteada p o r J B. Prati, quien dice:

Decir qur un pensamiento a incluso en grado mínimo una co-rausa


dr! siguiente- pcruamiCTita sería arruinar a! [epifcnutneiulismo]. Cn
el proceso conocido catu¿> razona míenlo, por lo Linio, es un error
suponer que la conciencia de Lu ic Iu ic d h lógicas tim r algo que
ver con el rebultado.». Puede suceder que pensemos lógicamente;
pero si lo hacemos no es porque la lógica tenga algo que ver con
LI. H 'H j'N tlM t-N AlJV H v

nuestra conclusión, u n o p a rq u e tu trwtlccuLt» c c r d m l a t e » p a r ­


een, por u ¡ decirlo, d e una n i n c t i aluriuiiiiüJi b eviden te, por lo
u n to , que purtJe ífirn u n se que ninguna conclusión qu e nosoLrc»
loa hombres podam os akanzür, se b u t en U ló g ic a S iem p re ser j
iinpdsitik (lc m a iL i r q u e alguna irá s se* lógicam ente necesaria.

A partir de esto Pratt c o n d u ve inds adelan te q u e el e p ifen o m en a-


lista c s ii en una positrón d esesp eran zad a p o rq u e q u ie re sostener
que p u ed e O ro b ar su p ro p ia icoria, pero su p ro p ia teoría im plica
que las p ru eb as son im posibles
Ést3 es u n a objeción m uy p o p u la r qu e p o r lo r e g u la r se hace
con tra e l determ inista más q u e contra el cpUcnom enalista. Sin
em bargo , puesto q u e el cpifen om cn altsrao está o b lig a d o a a fir­
m ar q u e todos los fen óm en os mentales tienen una causa, la a fir­
m ación se aplica igualm en te bien, o, p a ra ser m is precisos, ig u a l­
m ente mal, a (I , ya q u e Ésta es una objeción totalm ente d e s a fo r­
tun ada contra am bos puntos d e vista. D em os p o r supuesto que,
p a ra los propósitos de esta discusión, tod o suceso, ya sea m ate­
rial o m ental, está causalm cnte d eterm in ado. De m o d o que, cada
vez q u e yo lle g u e a ú n a conclusión, he sid o llevado a h acerlo p o r
ciertos suceso* anteriores. ¿Se sigue de esto q u e, p rim ero , mi co n ­
clusión no ha sido p ro b a d a y. se g u n d o , q u e yo no la he p ro bad a?
En p rim e r lugar, una conclusión se p ru e b a deductivam ente, p o r
ejem plo, cu an d o se d em u estra q u e se sigu e deductivam ente de
prem isas verd ad eras. N o im porta cóm o se d em uestre, o quién
la dem uestre, o b a jo q u é condiciones. U n a c o m p u tad o ra p u ed e
u s a ! » para sacar ciertas conclusiones, p e ro esto no dem u estra
que la conclusión no haya sido p ro b a d a . U n a justificación d e la
p ru e b a d e u n a afirm ación d e p e n d e de las relaciones lógicas entre
las afir m ariones y no d e relaciones psicológicas y causales entre
pensamientos, o moléculas. A íi que, puesto q u e el c p ife n o m e n a ­
lism o hace afirm aciones acerca d e Tclariones causales y no lógicas,
un im plica que las conclusiones no pu ed an ser probadas.
En se g u n d a lugar, el c p iíen r me tialismo no im plica que los h u ­
m anos do p u ed en p ro b a r o itrlu s in n e s incluso si suponem os que
p ru b a r una conclusión es p r o c e ir r sJcuir ¡ido cíen o s pasos dicta­
dos p o r el libre albedrío, p o rq u e e le p i fenom enalism o no niega ni
que las h um anos son capaces d e p ro ced er siguiendo dit 1 0 paso«

’* J . B. f m t . A t o r om( Spm í , U ic u E a n Pubbshing Co . ínc., N u tv i V firk


19 2 Í
282 kl ph o u lk m a Mr.N rScufr-Rn»

ai que tienen libre alt>edría. I'! ept fenom enalism o im plica q u e me


veo llevado a p ro c e d e r sigu ien do lo* paso* d e una pru eba, peru
esto 11 « im plica q u e no la hagn g u ia d o p o r mi p ro p io libre al­
bedrío. Es cierto q u e « el detcrminibiiH) causal y el libre a lbed río
son incom patibles, y si soy llevado a hacer algo, entonces no lo
h ago librem ente. Sin em bargo, au n q u e el cpircnoiiu.nalism o im ­
plica el d eferm m ism o mental, no im plica que esto es incom pati­
ble con el libre albedrío. Adem ás, com o vim os an teriorm en te en
el C ap ítu lo 3, hay razones p a n n egar la tesis d e ti incom patibili­
d a d . P ódem e*, p o r lo tanto, rechazar la objeción d e Prait. al epi-
h iiom enalism o. L a teoría no im plira que n in gun a teoría pu ed e
ser p ro b ad a, d e m anera q u e el cpifenom cnaliM a p u e d e afirm ar
consecuentem ente que su teoría es dem ostrable y q u e ¿1 pu ed e
p robarla. Sin em bargo, el q u e la haya o no p ro b a d o e s ií» p o r d«>
cid irse.

Tercera objttiAn ni rfñfenomenalismo: necesite g a n rh oí nomoiógicos

Ile rb e rt FeigI lia exp u esto la tercera objeción al epirenom ena-


lismo. Intenta evaluar las teorías opuc tas de la relación mentí-
c u erp o lidrt’jo k » , en com paración, una mayoi Q ic g o r ia , m ;« o
mencw ronm lo liemos c sin d » haciendo, p rim ero I cigI p o n e al
eptknom enalism rj p<pr encim a del interacción ¡.sino, p e ro e n io n -
ces Ju rechaza en lavor de _>tra teoría. J m n ík a mi rcch am del
im ci'aceiunism o afirm an d o que c« incom patible to n un objetivo
l i c i t o tic la ciencia. S e g ú n Fe¡j¡l, la ciencia d ebería luch ar por
alcanzar el p u m o en <jue Ludio com poriain icn io. h u m an o y¡ no
h u m an o , pu ed a ser e xplicado y p red ich o p o r las ciencias físicas
v p o r el com portam iento relevante observable públicam ente Kn
coüscruenc ti, píen-a q u e el rpifenom cnalism o es p rc le rib lc a l in­
Itracción ¡aunó. el cual requiere d e causas p r iv a d a , c* decir in<>b-
scrvahlt*. y es p o r lo lanto un nrapmjhlc con este objetivo d e la
ciencia.
Feigl rc rli*í:i et epiEcnotnenalisnin p o n ju e píen Mi rpic e x ig e
q u e in ie rp i eternos cierra» feyes cienriljras d e un¡i m anera m uy
peculiar Hice:

Arr<p'r;i día i Issw ilr leyes liindanicnlalnu nlr- d ifririm s las le­
y » Citwaltíi Liiiuh s y lan Iryrs d i f> irií»p( milrncu pttcnfisicilojgitvi
Lili Icyw* Rsii-as {(-Jiisalcs) fonecían los miraos en el muildci lis ico
1ÍL EPÜ-fcNl iM LNAIJSM O

.1 Ja ifu n c ii ilc un com pldju [ejido, in ilD tn i [¡ur ku le VIS cir • >
n c s p o m le n c U im p lk jn relaciones di: sucesos ttskios con "g im cln is"
p u rjirK rn w meinalrs. Ksuis Jcvta d r corre s p o n d e n cia mmi [M ü l u t r s
e n e l «e n n d o d e tjn c ilr ix - e ip tr a r e e ijuc p t n liiln i " c f r r : :u " ( b t es*
U i l ' « m entales r a m o variables d e p e n d ie n te s ) qu e p e r sí mismos fio
fu ncionan * u .il m rn os n o p arecen necesiiarse, enrno “ causas" (va ria ­
bles im l ^ p en d ien te») para n in gú n c o m p o r ta m ie n to oh síTv*b|e 111

L a objeción d e Fcigt al cpífenom enalisnio es q u e re q u iere q u e


haya d o s tipos m uy diferentes d e leyes causales I suabnente la»
leyes causales son leyes qu e ex p resan conexiones cánsales entre
sucesos, cada un o d e los cuales es parte d e la serie con iin u a de
causas y efec tos q u e determ in a causal mente lo q u e o cu rre en cada
m om ento D e m anera q u e las leyes causales com unes relacionan
sucesos que, a u n q u e causados, son en sí mismos factores causa­
les q u e determ inan k> q u e o c u rre d espués d e ellos. Sin em b aían ,
si el epilcnom enalism o fuera v erd ad ero , entonces las leyes p^i-
cofLsicas — esto es, Lis leyes q u e relacionan sucesos mentales y
físicos— serían com pletam ente diferentes. Serian leyes q u e e x ­
presarían en cadenas causales una relación causal entre sucesos
líbicos y sucesos mentales que no son ni p a n e d e una cadena
causal ni alertan causalm ente a n in gun a m d e im Eatos sucesos
m e n t a l« serian lo que KeigI lia llam ado “ganchos noinológiccis
— cato es, tu to re s que, a u n q u e sean com ponenti;s intrátales (le
ciertas lejos, se engan ch an inútilm ente p orqu e soti innecesarios
p a ra la explicación y predicción d el com portam iento hum ano,
teigl piensa que cualquier leoría q u e requ iera leyes q u e in vo lu ­
cren g¡in-Lm*¡ noitiológicos es inferior a una teoría q u e requiere
sólo el tipo com ú n de ley. Por consiguiente, au n q u e piensa q u e el
qpi fenom enalism o es preferible al in tcraaio n isn x i, q u e requiere
d e camas no observables, tam bién piensa q u e una teoría que tam ­
poco req i¡ iere d e ejttlns no observables se ría, a Su vez, preferible al
epifcnoinetialism o C o m o verem os cu .indo exam in em os la teoría
d el d o b le lenguaje, Feigl piensa q u e ha en con trado una teoría
semejante.
H a y dos cosas q u e podem os decir acerca d e l ar^uiru-uto de
Feigl. Prim era, que rechaza el interuceion¡Mno p o r razones sim i­
lares a las expresadas en la segu n d a objeción científica. Vimos.

H. Fclul, "Mitid-[Un.ly, tfnt .1 f*scu<l<j|>foblem", en Ilixik. Oiiwiuwih


AfrnJ, p. 97.
EX m ofll.F.M A MENTT CIJEJUW

qu e B ro ad adm ite q u e el in rcracrion U m od eja un hueco c » la e x ­


plicación fisiológica d el com portam iento hum ano, pero aún no
hem os d ecid id o cuán periudirial es este p ro b lem a Segun da, q u e
au n q u e p o d em o s estar d e acuerdo en que si no h u biera más r a ­
zones disponibles para escoger entre las dos teorías — en ig u a l­
d ad d e circunstancias— , entonces d ebem os aceptar la q ue no re­
q u iere d e gain líos nomnlógicos. La objeción de Feigi p o r al mis
n i no parece particularm ente fu erte. Si bien d em uestra que las
U yes psicofuicas serían únicas si el cp i fenom enalism o fuera ver­
d ad e ro , no m uestra que e] epifenom enalism o requiere d e a lg o d i­
ferente a cualesquiera procedim ientos científicos d e observación
y experim entación. T ien e consecuencias únicam ente sobre cóm o
interpretam os las leyes basadas en lo observado. Entonces, una
objeción sem ejante seguram ente no es fatal y ni siquiera terrible­
m ente p erjudicial.

C o m p a r a c ió n e n t r f . e l i n t e r a c c io n is m o d u a l is t a
Y El. EPIFENOMENALISMO

Va hem os rechazado una teoría dualista, a saber, el paralelism o


A cerca d e las otras d os teorías dualistas, el tm cracrion um o d u a ­
lista y el epifenom enalism o, q u e d a poco p o r decir fuera de una
com paración explícita d e am bas. C u a n d o sopesam os las objecio­
nes a cada una, encontram os que am bas com parten do»,

1. L a objeción del p roblem a d e otras mentes.

2. Ln objeción d e la aparente falta d e características relevantes


para la interacción causal.

Tam bién hem os visto q ue el epifenom enalism o enfrenta d o s o b ­


jeciones q u e el interaccionism o elude:

3. L a objeción d e q ue el epifenom enalism o n iega alg o que p a ­


rece verd ad , que los sucesos mentales tienen eficacia causal.

4. L a objeción d e que el epifenom enalism o requiere ganchos


n o filo ló g ico s.

Y hem os encontrado dos objeciones al interaccionismo que el epi-


fenom etialism o elude:

5. L a objeción d e q u e el im craccíontsm o necesita a lgo contra­


rio a la experiencia em pírica, a saber, que hay un hueco en
IV ITR AO TO M SM O M'AI.ICTA Y * H I fN< íMENAIJS%«< > 2H5

un a explicación puram ente fisiológica fiel com portam icnui


hum ano.

6. L a objeción d e que el inlcraccionism o necesita q u e los suce­


so» m e n t a l« afecten causalm ente al c u e rp o d e una m anera
qu e o bien resulta inexplicablem ente misteriosa o bien viola
un principio científico.

¿C óm o h a^rem u d e evalu ar la rc la rv a fuerza d e estas objecio­


nes, y en conM -aiencia, cóm o habrem os d e decidir entre am bas
teorías? Sin d u d a resulta que la objeción (5 ) es la m is g ra v e p o r ­
q u e acusa al interacciontsmo de necesitar a lg o que está en co n ­
flicto con b evidencia em pírica. Parecería, entonces, q u e la g r a ­
ved ad d e (5 ) pesa más q u e la d e (■<), y tal v e t debam os descontar
la aparente eficacia d e los sucesos mentales y p re fe rir a] epifeno-
m enalism o p o r encim a del inlcraccionism o. Sin em bargo, antes
d e tom ar esta decisión veamos otra vez la objeción (5), ya q u e se
ha vuelto clave.
D em os venido aceptando q u e lo q u e dice B ro ad acerca d el
lu g a r d e los sucesos mentales en la explicación d el com p o rta­
m iento h u m an o e x p re sa correctam ente lo qu e el interaccionism o
requiere. H em o s estado su p o n ien d o qu e u n a d e las m aneras más
probables en que los sucesos mentales afectan al c u e rp o es va­
rian d o la resistencia d e determ inadas sinapsis nerviosas c o el ce­
reb ro y cam biando entonces los cam inos d e ciertos im pulsos n e r­
viosos. Parece obvio, p o r lo tanto, q ue d ebem os incluir algo contó
el efecto d e los sucesos men tales sobre la resitencia d e las sinap-
sis si hem os d e explicar determ in ado com portam iento hum ano.
Así que la objeción (5 ) parece convincente. N o obstante, es p o ­
sible que el interaccionisnio p u e d a eludirla. Es verdad q u e si los
sucesos mentales afectan causalm ente al cerebro, entonces una
explicación compteta d e b e incluir causas mentales. Pero n o está
claro q u e u n a explicación ad ecu ad a para todas las necesidades
del (b ió lo g o d e b a ser u n a explicación com pleta.
S u p o n gam o s q u e todo suceso, ya sea material o mental, tiene
una causa. D a d o esto, es posible que cierto tipo d e suceso cere­
bral, llam ém osle C, vaya siem pre segu id o d e cierto tipo d e im ­
pu lso nervioso, llam ém osle N , y tam bién d e cierto tipo d e suceso
mental, M . S u p o n gam o s tam bién que los cam inos d e los im pulsos
nerviosos d e p e n d e n d e las resistencias relativas d e las linapsis, y
q u e los sucesos mentales p u ed en afectar causalm ente a estas re-
L'86 Et. PkUHLEMA MfitfTf, CUt RTO

C - suceso cerebral
M - tuceio mental
N ■ Impulsi. nervk>GO
S “ sinapsii
X — Y = X cauti E
X — Y = X «fotta cauaatmefrte a Y
camino del impulso nervio«:

aÌMcndns. Dati o io d o « id , entonces podemos, ver cótno M p u e d e


str cimsadti p o r C y c6 mu A i p o d ría a su vez afectar caudalmente:
el tatuim i de ,V al aicctar causalm ente la rraiAtcnch d e d e lla * si
nztpsis. COIHO W pücrie ver en Ja Figu ra 3. L a consecuencia de
esto es q u r d a d a Iìi ocurtctucla d e C, re-sulla d r d i o que N tom a
cierto cam ina del mio .il eletto de C sobre \ t y de Hf sabre lai m-
napsii. A partir fk1 lo q u e podrfci observar el n e u ro lm ó lo g o , sin
cm hargo, parecct iii na h.ifici necesidad d e una causa m em a! en
su cxplifttctón d e tas succ&m n-curales l’s rc c c ría q ue C sólo cau­
saría q u e # tom ara un cimixEftn d cicrm in ad o , como se p u ed e ver
cu Li F i g u r a i . U n ncuroritiúiogo podría inei uso lo m a r esto conio
un caso Uc causalidad p ro s i ma y p o i lo tanto con siderarlo corno
un h erh a b ru to inexplicable. De tixias m aneras p o d ría exp licar y
prüdccir lod o cu mpcirta miento b im a n o p ara el que C, N y M h ie­
ran causal mento relevantes sin ninguna necesidad de u n a rauui
incnl.i1 Asi que su explicación es puram en te fisiológica y a la «■ *
d e n lj lítam e nte a d e rita la . Pero en un sentido im portante no es
com pii t i p o rq u e í>mite u n tactor causal, el suceso m ental Al. Por
runsiguieute, el intcraccionisinu dualista es, contrariam ente a lo
que üst.iblucc la o b je d ú n (&>. com patible con la evidencia o b se r­
vada d e qu e no se necesita n in gun a causa mcnt.il p ara las e x -
IPíTTJUCClONISMO lilU t IsrA V » Pltt'NOMJF.NAlJSMC ■ 287

p lira d o ncs d el com portam iento h um an o que satisfaga iodos los


requerim ientos d e l fisiólogo.
El in teram orusm o, entonces, es com patible con q u e no haya
un h u rto en tas explicaciones fisiológicas, y tam bién es conipa
tibie con que h a n huecos qu e requieran causas mentales Esto
lo distingue d e m uchas teorías con las que com pite. Por lo tanto
en lu gar d t la falta d e un hueco observado q u e se o p o n e al in ­
te raccio nismo. la posibilidad d e causas mentales contarla a favor
d el interacctonismo si un exam en ulterior hace evidente q u e hay
un hueco que requiere d e causas m e n t a l«. L o s q u e sostienen la
objeción (Vi pueittn h aberse equivocado al pensar q u e el intcrac-
cirinismo implica q u e el determ inism o causal no se aplica a los
sucesos mentales, d e num era q u e no habría m o d o d e establecer
cóm o M afectaría a tas sinapsis. D e ahí que. d ad as solam ente C y
N no habría m an era d e saber qué cam ino tom aría N . Pero el inte*
ro c o o rusmo es com patible con el determ inism o causal com pleto.
Volvam os sobre nuestra evaluación com parativa del intcrac-
cionism o y el epilenonK niilism o ah ora que hem os rechazado la
objeción (5 ) hecha <t aqu él Si bien el interaccionism o, a d ife re n ­
cia d el cpifcnom cnalisim i. no requ iere ganchos nom ológicos y
p u e d e a d ap tar b creencia plausible d e q u e los sucesos mentales
afectan caus.dmcntc al cuer|M), e lu d e estos problem as e x ig ie n d o
tan sólo un tipo d e efecto inexplicable de lo mental sobre lo físico.
N in g u n a di las teorías es p o r lo la n ío com pletam ente satisfacto­
ria. 'P e r o es una más razonable q u e la otra? H em os aco rd ad o
q ue el intcracL’innisino p u e d e p o r lo m enos neutralizar el p erju i­
cio tic la objeción (n ) afirm an d o qu e lo inexplicable es el efecto
i n mee] Latu d e los sucesos mentales sobre el cerebro, y ningún caso
d e causalidad inm ediata a expli<abk S o bre esta base podem os
concluir q u e el interaccionismo enfrenta objeciones m enos senas
que el cpifenom cnalism o, as^ q u r el interacción ¡sino es el n ü s
razonable d e los dos. A d em ás p odem os concluir q u e el inierac~
ciooism o es el dualism o más plausible, p o rq u e hem os rechazado
previam ente a tubas versiones d el paralelism o. N o obstante, sigue
enfren tan do objeciones que una teoría diferen te tal vez sea capaz
d e evitar. Si hem os d e encontrar dicha teoría, debem os p a s a ra las
teorías monistas, la más conocida d e t u c u a l e s « el materialism o
reduccionista.
288 El. PROBLEMA VtNTECUFRJVJ

EL MATERIALISMO

El tnatembsma es g rn c ra lm e n ic considerado el p rincipal o pon en *


te del inlcraccioim m o dualista. Es la leorfa q u e dice q u e io d o lo
que existe es m aterial y que lo q u e se tiene p o r mental, y p o r lo
canto inmaterial, o bien no existe o bien es total me m e idéntico
a algo matcrLil [<a exposición clásica d e esta teoría aparece en
la filosofía de H oljbes, si bien H obbes. al igual qu e m uebos otros
materialistas, com o verem os, tiene problem as p ara ser com pleta­
mente consisten te. En d centro det m aterialism o d e I lobbes está
tu concepción d e los sentidos, los cuales según él son la fuente de
todos los pensam ientos, im aginaciones, sueños y recuerdos h u ­
m ano», “ya q u e n o hay nada concebido p o r la m ente hum ana
q u e no haya sido prim ero, ya sea totalmente o en pan es, a d q u i­
rid o m ediante los Organos d e los sentidos. L o dem ás se d e r -a
d e ese o rigen Su m aterialismo se hace evidente cu a n d o dice
q u e los sentidos son “cierto m ovim iento interno de lo sensible,
g e n e ra d o p o r c ie ñ e m ovim iento interno d e las p a n e s del objeto
y p ro p a g a d o a travts de todos lo» m edios a la p a n e más interna
del ó rgan o '’ * ’ De m anera que p ara H o b b e s todo lo q u e existe es
o bien un objeto material o bien algú n suceso físico q u e consiste
en algu n os objetas materiales e n m ovim iento. A lg u n o s d e estos
movim ientos Asiros son lo q u e constituye los sentidos y, p a r co n ­
siguiente, toda el ám bito d e lu mental H obbes, pues, no niega la
existencia d e los fenómt nos mentales. MAs bien, parece red u cir­
las a m ovim iento y p o r lo tanto a fenóm enos malcríales.
D ebid a a su reducción de lo mental a m ovim iento lisi o, H o b ­
bes p u e d e ir más allá de tu afirm ación del m aterialism o y llegar
a un a reivindicación d el mecdnicitimo. En su introducción al
vutihttn dice:

Pues la vida n o es s in o d m o v im ie n to d e m i e n h m , c u y o c o nucnao


e K Í e n alguna p a rte in terior; ¿ p o r iju é n o p o d e m o s d e c ir q u e lo ­
d o * loa autóm atas (m J q u iiu i q u e i e m u e le n m ed ia n te reso r í a y e n ­
gran aje* fír in o un relo j) lim e n una vid a arúGoaJ? ¿ P u ri q u é a el
cora ió tt sin o un irw rtf; y loa b í t iw i sin o m u cha» c u m ia s , y b u ir ii-

10 Hahbn, ¿rvulfan, Pjrte t. Capitulo I .


Mofaba, Elemcniq] át fúoufte, Parir IV. Capitulo XXV,
¡LL MATÍJ4LAJ-TKMO 2 8 «!

cillit£i>>nes «ino mucho» tngraiu^r. que hacen que se- m uevj todo rl
cuerpo u l conia fue conceljida por et arúficcr

D esd e este punto-1e vista las cosas vivientes, incluyendo a kn seres


hum anos, no son diferentes d e las cosas no vivientes. En princi­
pio son exactam ente com o m áquinas al igual que un reloj, »i bien
m ucho más com plicadas. Podem os exp licar y pred ecir todos las
m ovimientos d é la s m áquinas y sus partes i.,pilcando las leyes d e la
mecánica a nuestro conocim iento d e la localización espacial y de
la masa (le los objetos y fuerzas materiales relevantes que actúan
sobre ellas. M ediante usos similares de estas leyes podem os, d e
acu erdo con H obbcs, explicar tocio el com portam iento d e las co­
sas vivientes. S egún H obbcs, pues, todas las cosas son objetos m a­
lcríales d e cierto tipo, y la ciencia d e la mecánica es su Retente
para explicar y p redecir el com portam iento d e todas las cosas,
vivientes y no vivientes. H obbcs, por lo tanto, no es solam ente un
materialista, sino tam bién un mecanicista. Sin em bargo, el m eca­
n ic is m o d e llo b b c s no es ese n o l i a su materialismo, puesto que
el materialismo no im plica el mecanicismo. Es p o ú b lc qu e todo
st a materia] y que algunos sucesos sólo se produzcan p o r casua­
lidad, y en consecuencia, no sean explicables o predecibles p o r
la ciencia d e la mecánica. Puesto q u e a q u í sólo estamos intere­
sados en el m aterialism o no necesitamos seguir considerando al
mecanicismo.
D e la solución materialista que H obbcs da al p ro b lem a m entr-
cucrpo s e sigue que la ciencia d e la psicolngfa e s reducible a, o
rcm plazable pnr. Ja física,si bien lo contrario nn es v e rd a d e ro — es
decir, que si la psicología es rcducible a Li lis lía. no se sigue que
las cosas vivientes no sean en principio diferentes d e ]a cosas no
vivientes. L o único que se sigue es que los datos d e la psicología
nú son diferentes de los datos d e la física. Por ejem plo, si se afirm a
que los datos d e la psicología son tan sólo com portam ienio, esto
es, movimientos y sonidos paicntes d el cu erp o hum ano, en ton ­
ce» la psicología bien p u e d e ser teduciblr a la física, en el men­
tido d e que p od ríam os explicar y predecir con leyes físicas tudn
el com portam iento que podríam os ex p licar y p rrd c c ir con le y u
psicológicas.

n L rvu tA n n . I n t r o ü u c ñ á n .
EJ.rHOaL£MA m^w te c v e b po

(J na conce pe ján q u e es claram ente com patiblc con esta idea d e


la psicología ra m a ci enría He la conducta, p e ro <jur es incom pa­
tible con c¡ materialismo, ca c[ cpilenom enalisirio. el cual, coran
a catam os d e ver, afirm a ¡ue mientras q u e rerte procesos mate­
riales causan y produ cen estados y juccmjs trienales, « i r » estadus
y sucesos no tienen ningún efecto solí re lo» procesos m atcriale*
y ni siquiera sobre otros procesos mentales. P o r consiguiente, si
el cpifcn on icn ab m n c s verd ad ero , e n t o n e « u n » psicología enn-
duttista es inficiente p a n exp licar y predecir todo el c o m p o r­
tam iento h u m an a, p e ro e n t o n e « el m aicnalium a es falso. O tros
p u n ios d e vísta compatibles con la psicología coirductiita mas n o
t o n e l n ia lc riilíim o so n , una teoría neutral d e la irleirtidad, la cual
discutirem os en este mismo capítulo, y e„ paralelism o, q u e . a u n ­
que es dualista, niega la interacción m en ic-cu rrp o y p o r lo tam o
e* com patible con u n a explicación com pletam ente física lina det
com portam iento hum ano.
N o obstante, aunque haya b u e n a » razones p ara rU-Mlirar a
H o b b e s entre los materialistas, hay pasaje» en sus estrilos en los
que parece más un dualista d e tipo epitenomcnali&ra Así parece
cuando dice que. "tas sentidos, en todos los casos, no son o rig i­
nalm ente md¿ q u e fanLasta. ocasionada, cuino he dicho, p o r la
presión, es decir, p o r el movim iento de las cosas externas sobre
nuestras ojos, okios, y dem ás órganos a ello destinados".** L o s
sentidos son, pues, fantasía, y la fantasía es, según 1 lobbc*. la a p a ­
riencia d e m ovim iento más q u e el m ovim iento mismo, lo cual se
o pon e a su an terior caracterización d e los sentidos com o m ovi­
m iento Pero si los sentidos son apariencia, parecería entonces
q u e no sólo hay objetos materiales en m ovim iento o en reposo,
sino tam bién apariencias com pletam ente diferentes. Por lo tanto
H o b b c s se enfrenta con el pro blem a central d e los materialistas:
cóm o in co rp o rar a su teoría algo q u e parece serle com pletam ente
ajeno, esto es, apariencias tales com o la& alucinaciones, sueños e
im ágenes mentales, así com o otros fenóm enos tales com o sensa­
ciones, em ociones y pensamientos.
AJ principio d e nuestra discusión sobre el m aterialism o se se­
ñaló q u e un materialista p o d ría tratar d e m anejar los fenóm enos
mentales d e d o s m aneras. Podría admitir, com o lo hiro H obbes,
qu e hay fenóm enos mentales, tales com o las sensaciones, p e ro

9 iL n 'u lh a Parte I, Gjpltufci I


tíX K /tf£tU Al.lS H O

p o d ría ¿Firmar q u e son t^ alm cD ic reducibles a algo m aterial Si


hiciera esto, sería lotguc nosotras llam are moa un materialista " re
duccKini&ta' Sin em barco, p o d ría en cam bia n egar que haya e n ­
tidades mentales. Si h k i^ ra c s id . sería lo q u e llam arem os un n u -
uerialLita "e lim in a d o r" F ic n ic a c llo , ningún en fixjue resulta m uy
p ro metedor. D espués d e roda, com o lo indicam os al principio de
este capítulo, loa (cn6mci¡o^ me males p arecen ser sin d u d a ra¿i-
calm enlt d ifr m tír i d e |oi fenóm enos materiales, tan radicalm ente
diferentes, de hecho, q u e el dualism o parece en principio m uy
plausible EVjt lo tanto, al d ecir que lodos los fen ó m er ü td tlíta­
les sod v erd ad ero s fenóm enos materiales, el m aterialism o fed u c
cionista parece sencillam ente decir q ue algun as cosas q ue son ra­
dicalm ente d ife r e m n d e loa fenóm enos materiales son, después
d e todo, v e rd a d e ra « fenóm enos materiales. Esta afirm ación re­
sulta incoherente Sin e m b a l o , la segu n d a m anera d e m ane­
jar los fenóm enos mentales, es ligeram ente mejor, p o rq u e si c]
materialista reduccionista niega que haya fenóm enos mentales,
parece claram ente n r g a r que haya pensam ientos, sentimientos,
desees, esperanzas, sueño«, e incluso dolores, Pero seguram ente
cu alqu ier teoría q u e niegue U existencia d e dichos fenóm enos es
Talsa, p o iq u e si hay algo d e lo q u e p od em os estar seguros es de
q u e som os conscientes d e nuestros sentimiento*, di seos, dolores,
etc. A dem ás, puesto q u e el solo hecho d e ser consciente es un es­
tado mental, tendríam os qu e negar que alguien Fuera consciente
d e las cosas. Pero, com o lo precisó Descartes, a u n q u e ra d a u n o d e
nosotros p u e d a d u d a r d e la existencia d e casi lo d o , incluyendo
otras mentes, no p u e d e d u d a r d e q u e está d u d a n d o , y si está d u ­
d a n d o es consciente. Así q u e parece u n hecho in n egable e l que
p o r lo m enos un ser está en ei estado mental d e la conciencia.
Si una teoría implica lo contrarío, entonces tenem os una buena
razón para recha&irla. Por consiguiente, la segu n d a m an era en
q u e el materialista p o d ría tratar d e m anejar los fenóm enos m e n ­
tales no resulta mfts mil q u e la prim era.
U n a m an eta d e contribuir a la delim itación d e las perspectiva»
d e t u teorías materialistas es contrastándolas con otras opciones
Podem os hacerlo m ediante la siguiente tabla:
292 El. PROBLEMA MENTE-CU U P O

D w lú a {i* tipo i ) Mmlrnaltima

Objrim mentales cubo lüitidida puramente ] | u i (| ) entidades pu ■


las mentes mmatenalci como r í m e n l e m a l c r í a lo
tai alniM: fu lm e n ­ c o m o lea r r r r h r o » , <r
te carentes de pro­ (2) n ie g a c o m p le t a ­
piedades materia - m e n te que h a ya
le». ■neniea-

O tfoi objew* mentales Enúdadei punmenit Y fie m ; ( l ) e n l d a d e i p u


como Lti •cwiiaa- innuleralci, lalil- ra m e ó te m a lc r ía le s
ne> ncnlr c u en ta de c o m o la s p a r t e s d e l
propiedades mate- c e r e b r o , o ta ] v e í t a i

ríale*. m o v im ie n t o s c o r p o ­
r a le s ; « ( 2 ) m e g a q tte
lu y a d ic h o s o b je t o »

m e m a la

S u a m m ental« S u c o «, como loa sue- Ifc h i : ( l ) i u g n n com o


Aoa, que mnMiten la i su e fia t, q u e non-
totalmente en obje­ a ís le n to ta l m e n te e n
ta! menules mina o b je t o i m a ir r u ln
leeulea. com o la * p a r t e » d e l

C ereb ro : p (2) niega


t o t a lm e n t e que h a­

ya d ic h a i iii( a o t

m e n t a le s .

ga ta d a s m rn u ln , co ­ Goiwliadn o iiiuaüjn tb u : [ l | u n a c o n d i­
m o la p i i c a i i de un objeto m en UJ ción o l í t u i d í n d e
inmaterial o r n o o b je to m ate-
n a l c u n o e l cereb ro
o un cu erp o h u m a­
n o ; f 13 ) m e p ro m -
[d e tim e iilf q u e l u ­
ya d ich o a n t i d n

Hay pocos cusas que señalar acerca de c s li tullía. Prim ero, venios
q u e m d dual b in a ni el m uicrialuino repiien sim plem ente tas
definiciones d e los términos to n los q u e em pezam os el capitula,
tai que am bas upan i c iporfít van más allá d e las definiciones
mínimas d e térm inos tales com o 'objeto ntcniui , s u e r s o mental
y cstiufi: m ental' Segundo, nótese cóm o (Jeslaca la falta d e p lau -
aibilidarf inkri;>ldel mate r& ¡m ito d i riii n ad ar: los dwtim os tipos de
M M A II-H U I.IW it 293

entidades mentales q u e p o r lo gen eral pensam os qu e existen son


sencillam ente rechazados. Esto aparece en la cláusula (2 ) de cada
entrad;i en el lado males ijlisia de la labia. D ebe tam bién notarse
q u e cu an d o el materialista elim inador n irga q u e haya fenómeno:»
mentales, no está sim plem ente d icien do q u e no hay fenóm enos
mentales tal como los concibe el dualista. Esto es, no está sim p le­
mente diciendo que n o hay fenóm enos mentales tnjruürrinUs. T o­
d o s los materialistas afirm an esto. L o q u e se está p ro p o n ie n d o es
la lan atrevida tesis d e q u e no hay fenóm enos metientes, ya sean
interpretados com o entidades inmateriales o materiales. U n a ve/
q u e vem os sencillam ente cuán stTevida es realm ente la tesis d el
materialismo elim inador, tam bién vemos sencillam ente por qu é
m uchos filósofos están dispuestos ¡i rechazarla sin pensarlo más.
Ven en el inaierLitismo elim in ad o r una extravagancia.
A u n así, el m aterialismo elim inador ha sido d e fe n d id o ; consi­
d erarem os dos toorÉLs q u e se han propuesto com o m aneras de
salvar al m aterialism o elim in ador L a prim era, conocida ro m o
conducttsmo analítico o lógico, intenta e lu d ir el p ro b lem a q u e
enfrenta el materialism o elim in ador analizando el significado d e
expresiones psicológicas del lenguaje en térm inos d e expresiones
puram ente fisicalistas. Esta elim inación d e la necesidad d e térm i­
nos psicológicos tiene com o Tin justificar la elim inación corres­
pon dien te d e entidades psicológicas. U n a segu n d a teoría se c o n ­
cern ía en la referencia o designación de térm inos psicológicos,
en lu g a r d e su significado, con el fin d e elim inar entidades psi­
cológicas, fete intento utiliza lo que se llam a “teoría del d o b le
len gu aje", p o rq u e afirm a q u e hay d o s m aneras m uy diferentes
d e reli rirse a ciertas entkindcs físicas Los térm inos psicológicos
y ciertos. términos fisicalistas se refieren a, o d esign an , o nom bran
las mismas entidades, a saber, ciertos procesos físicos del c u e rp o
hurnauo. C a m o p u e d e verse, am bas teorías enfocan una cuestión
filosófica sustancial m ediante un e x am en explícito de ciertas ca­
racterísticas d el lenguaje. En este sentido ejem plifican la reciente
tendencia en G ra n Bretaña y Ealados U n id o « a enfocar a la filo­
sofía desde la lingüística. L a opinión d e m uchos d e estos filósofas
lingüistas c » q u e e] len gu aje tiene la clave p ara p o n e r térm ino a
[os problem as y enigm as q ue du ran te siglos han d e ja d o p erp lcjin
a lo« filósofos.
294 EL PJtÜBLtMJi W K N T E ^ U IR K )

E l CONDUCTISMO ANALITICO y r l m a t e r i a l i s m o e ij m i n a d o r

El conductism o analítico es Li teoría según la cual todas las o ra ­


c i ó n « que usan térm inos psicológicos o mcntalistas se p u ed en
transform ar mediante el análisis d e Jo q u e significan en oracio­
nes q u e no usen térm inos psicológicos, sino sólo térm inos q u e se
refieren a cierto tipo d e com portam iento co rp oral. Esta (corla,
pues, afirm a q u e a u n q u e haya m uchas oraciones verdaderas q u e
usen térm inos psicológicos, no tenem os q u e inferir d e ello q u e
estos térm inos se refieran a objetos, sucesos y estados mr niales,
p o rq u e podem os reform u lar cada u n a d e estas oraciones d e tal
m anera q u e sólo usem os términos q ue se refieran a objetos, suce­
sos y estados materiales Por consiguiente, e [ conductista analítico
adm ite que oraciones tales corno 'M e g u sta s',' L ó p ez crce que esiá
lloviendo' y ‘P é le * padece un com plejo d e in ferioridad', son ver­
d a d e ra s en m uchos i asta, Por lo tanto no está o b lig a d o a d e fe n ­
d e r la poco plausible oración 'N o hay fenóm enos m entales com o
las creencias y los sentimientos'. Pero, h abien d o adm itido cato,
afirm a que p u e d e seguir siendo un materialista consistente p o r ­
qu e adm itir q u e una oración es v e rd a d e ra no es c om prom eterse
con aquello a lo ^u e& e refiere. El conducústa analítico dice q u e las
oraciones psicológicas realm ente se refieren al com portam iento
corp o ral h um ano, e interna m ostrarlo m ediante Li m anera en q u e
anali/a su significado. Parece, pues, q u e al con siderar q u e el le n ­
g u aje "o p e ra en un p h n o se m á n iic o ". el materialista p u e d e elu d ir
el predicam ento q u e acabam os d e describir.
Antes de q u e pasem ns a evalu ar críticamante el conductism o
analítico tenemos que hacer otras dos cosas. L a p rim era es dis­
tinguir al conductism o analítico d e l conductism o m etodológico,
distinción ign o rad a Frecuentemente, y la segu n d a es explicar el
concepto d e análisis relevante p ara el cond uctismo analítico. Al
discutir la posición de H obhcs afirm am os que una psicología con ­
d u ctiva es com patible con el epifenom enalism o y tam bién con el
paralelism o. Tam bién es com patible con la versión determ inista
d e l ínteraccionism o q u e desarrollam os cu an do discutimos la o b ­
jeción al Ínteraccionismo basada e n el hueco supuestam ente nece­
sario p ara la explicación fisiológica. D e m odo q u e u n a psicología
conductista es com patible con todos los dualism os m ente-cuerpo
q u e hem os discutido. Estoca p o rq u e u n a psicología conductista.
u o N i n t c n s M í ) a n a l i n m v m a t e r i a l i s m o ej m i n m x >k 29»

com o vimos, tom a com o único objeto d e estudio d e la psicología


al com portam iento h u m an o corporal, p era no tiene que declarar
que 110 hay fenóm enos mentales L a te o ría q u e p ro p o n e esue tipo
de psicología ha sido llam ada conductism o. Pero puesto que es
una teoría sólo acerca d e la m etodología d e ia ciencia de la psi­
cología. sería m ejor llam arla "conductism o m etodológico". P o ­
d em os ver, pues, q u e el conductism o m etodológico, el con d u c­
tismo relevante p ara la c íc ik i-i d e la psicología, c» coinp.itibk- con
el dualism o m cn ic-cu erpo así com o con el materialismo. De ahí
que difiera notoriam ente del conductism o analítico. El con d u c­
tismo analítico, com o aqu í ha sido interpretado, im plica al m a­
terialismo, en cam bio el conductism o m :todnlógii:a no. p o rq u e
es com patible con.el dualism o. Es verdad que muchos conductis-
las m etodológicas, especialm ente los prim eros q u e hubo, com o
W .iu o n , parecen haber pensado que el materialism o q u e d a im ­
plicado en el conductism o m etodológico, p e ro esto es p o rq u e no
distinguían suficientem ente ctlire las afirm aciones acerca d e los
requerim ientos m etodológicos de la ciencia y las afir ni aciones q u e
sostienen posiciones metafísicas.
A l discutir el conductism o analítico nos interesa analizar lo que
significan ciertas exp resio n e» lingüísticas, y p o r li» tanto nos in­
teresa lo que se llam a análisis d el significado Esie p u ed e d e fi­
nirse com o el m lto d o lingüístico qu e analiza el significado de
u n a expresión lingüistica (el analuandum't d e dos m aneras d ife ­
rentes. 1 .a prim era es propo rcio n an d o otra expresión lingüistica
(eldn ataaru) que es sinónim o d el analxsandum. L a segu n d a es p r o ­
porcion an do expresiones tales q ue ( 1 ) cada una sea sinónim a de
ciertas expresion es clave qu e contienen el anuiuanduw y ( 2 ) que
ninguna contenga a lgu n a expresión sinónim a del tn a lu a n d u m El
prim er tipa d e análisis d e l 'significado es una definición explícita
y el segun do es una definición contextúa! L a distinción entre
am bos es im pórtam e p o rq u e sólo « 1 últim o es relevante p ara el
conductism o analítico, com o algunos ejem plos lo m ostrarán P o ­
dem os d a r una definición explícita de h u m an o ’ d i c ie n d o que
'h u m an o' equivale p o r definición a 'anim al racional', o, enmo |n
expresarem os:

‘h u m an o ’ ~ ^ ¡ 'anim al racional'

Definiríam os explícitam ente 'soltero’ com o sigue:


2M EL KOftl-FM A MINTF.-CI rKRíO

'soltero' = í , f vatón no casado1.

Por otra [acia, p o d r a m o s em pegar a dar una deGm ión con tex­
túa! del [¿rniino ’exu ic iitc ' d ¡riendo que u n a o ra riá n ud conm
'Mutluks casas extrañas son existentes', p u ed e atuilizarse com o;

‘M uchas casas extra fias son exisin n i c s » ^ ‘H a y o i u r l i a j c u m


extrañas'.

A quí en el amlmans no hay ninguna palabra o [rase sinónim a de


'existente'.
Veamos ah o ra por qué sólo las definiciones contextúales son
relevantes p ara el conductisino analítico. Tom em os la siguiente
oración:

L a familia p rom ed io norteam ericana tiene 1 S coches.

S u p o n e m o s que es verdad, que convencem os » alguien de q u e


es verdad, y qu e entonces éste exclam a q u e nunca se h abla d a d o
cuenta d e que. en Estados U n id o s había una familia con una
fracción d e coche. TVaiarfamOA p ü r supuesto d e explicarle que
entendió mal lo q u e quisimos decir. N o estábamos h ab lan d o de
— no nos estábamos relirienrio a— una familia real. A u n q u e la
o ración es correcta, realm ente ihj hay lid familia Ea|o de¡ iría a
nuestro am igo com pleta mente con fu n dida. ¿Cóm o pu ed e ser co­
rre la esa oración y no h aber tal familia? L o que tendríam os que
hacer es m osim rle que la s familias p ro m ed io son d e cierta, num era
elim ina bies a d ílere nria d e las fa m i lia s ordinarias. El p ro b lc m a d e
elim inar ac&ia familia p rom ed io es igu al al del materialista elim i­
n a d o r N o podem os idmtifujtr a esta familia p ro m e d io con una
fon. i lia ord in aria p o rq u e parecería q ue estamos diciendo que rc-
al m u n e hay una familia con 1 . 3 toches. ¿Qué haríam os pura eli­
m in ar esta familia prom edio? T en d ríam o s que volver a exp. resar
toda la oración d e tal n ia n e ra q u e ninguna d é la s expresiones qu e
con iien e parezca referirse a una familia p rom ed io, sino sólo a fa­
milias ordinarias. P ara este propósito una deUilición explícita no
sería de ninguna ayuda. Supóngase q u e sustituimos la oración
an terior la fon lia p rom ed io nortéam e n e m a ' con el siguiente
a n a lú a n i:

¡a [ in ilia norteam ericana que tiene el n ú m ero p ro m e d io de


coches.
C U N I H J C n S M O ANAIÍ1K n V MAlYJtlAUSMO tLI Ml NADOS

A q u í hernia U<gm da propo rcio n ar una definición explícita ¿Ayu­


d a rla 6h3 a nuestro equivocado am iga? En )□ absoluto, p o rq u e el
a naltsatit de 'la familia p ro m e d io norteam ericana" qu e hem os p ro ­
porcionado, «4 viva expresión q u e parece referirse a esa m lu rn
fam ilia extraña. Podem os, sin em bargo, a y u d a r a nuestro am igo,
si definim os conteKt.ua!ineule la familia p ro m e d io norteam eri­
cana' p ro p o rc io n a n d o una oración sinónim a d e la oración que lo
co n fu n d e p e ro q u e no contenga una (rase sinónim a de *la familia
p ro m ed io norteam ericana’. T om em os la siguiente oración:

El n ú m ero d e familias con cuche en Estado» U n id os, d iv id id o


entre c| n ú m ero de familias norteam ericanas equivale a 1.3.

A q u í no ten em o s’la familia p rom ed io norteam ericana' ni una e x ­


presión sinónima. Sólo tenem os expresion es que se refieren a la­
millas ordin arias y a coches, y nadie tiene que asom brarse p o r la
extrañ a familia que tiene una fracción de coche H em o s analizado
un tipo m uy ex trañ o d e entidad m ediante u n a definición contex­
tual p o rq u e hem os m ostrado qu e no necesita utilizarse ninguna
expresión q u e parezca referirle a dicha entidad. Sólo necesita­
mos usar expresiones que se refieran a entidades ordinarias. Asi
q u e si vamos a analizar ciertas entidades, no p o d em o s usar d e ­
finiciones explícitas. Sólo tas d e fin ic ió n « contextúales pu ed en
a y u d a r Veam os si p u e d e n ayu d ar al tu n d u costa analítico.

U n tn iftiio p o r ¡u sú fita r t i etmduelistito analítico:


et criteria de verifica bilidad d tl significado

M ucha gente d u d a rla de que ?ns oraciones que incluyen térm inos
psicológicos p o d ría n ser definidas contextúa]m ente en térm inos
d e oraciones que sólo contienen térm inos ct»nductistas> Otros, sin
em bargo, dicen que no im porta cuftn difícil pu ed a ser encon­
trar definiciones contextual«? adecuadas d e este tipo, de indas
m aneras pu ed en encontrarse Ksta confianza en el coudu. usm u
analítico fue e x p re sa d a por C ari Flem pel, quien en cierto m o ­
m ento afirm ó:

T o d a s U s n p r a i o i t a p s ic o ló g ic a » q u e tie n e n s e n u d o , e s d e c ir , q u e
e n principio son v e r i f i u b b , s o n t r a d u c i b l e » a p r o p o s i i o n r a q u e i m
i n c l u y c n c o n c E p u * p ú c a l á j ^ c u , l i n d ó l o c o n r e p l o d c b fu ic .i-

I
298 tu. PR -iBLEMA MEJÍTE .CUERPO

prnpOÉlúOrta d r Li psicología son en conM cuenda prepe*1 ¡o iia


Gsiea listai. IhI psicología a una parir integral de b fúlica.11

U n ejem plo d t oración psicológica q u e I lentpcl considera vurifi-


Cülilc, y p o r Lo ram o con sentido y traducible a una oración fisi-
calisia, es la a firm afid n de “que el Sr. Pérez padece fuertes senti­
m iento» d e in ferioridad de tal o cual tip o ... ".aj Puesto q u e esta
o rae u n sólo p u e d e ser con firm ada o refutada o bservan d o el com ­
portam iento de Pérez, hi oración "sólo significa esto: tales y cuales
acontecim ientos tienen lu g a r en el cu erp o d e l Sr. Pérez en tales y
cuales circunstancias"'.®0
Es im p ó rtam e señ alar que au n q u e una oración com o ‘Pérez
sufre los sentimientos d e inferioridad a, b y c\ la cual p o d em o s
llam ar oración P . no parece significar o ser traducible a n in gú n
tipo d e oración fisirnlista. dicha oración no p u e d e significar otra
cosa, d a d o el criterio d e significado d e H em p cl, si ha d e conside­
rarse com o una oración con sentido. Podem os p o n e r la posición
de H c m p c l en un argu m en to deductivo com o el siguiente:

1. Las condiciones d e verificación d e P son el com portam iento


de Pérez b a jo tiles y cuales condicione».

2. L o s H enificados d e las oraciones son las condiciones de su


verificación.

P a r la tunta

3- El significad*) <le P es el com portam iento d e P é r c i bajo tales


y Cuales c o n d ic io n o .

Puesto que f no es diferente d e níras oraciones psicológicas, este


a rgu m en to p u ed e g c h c r a liu n e p ara concluir que d significado
d e cu alqu ier oración pAÍtológita es el com portam iento d e a lg 'jn a
persona n personas bajo t ic r t i» condiciones E n c o m n itcm ia,
(ia ilo el an terior argum ento, se sigu e que p ata cada oración psi­
cológica p o d em o s encontrar una oraritm hskjJísia con et mismn
significado. Y puesto que las j raciones luí calatas relevantes veT-
san sobre ciertos suceso» y estados co rp o islcs, p o d em o s concluir

M C I tempe[, "'ITw Logical Ana]yiu of hiyihDloJty" rn 11 Krifll v W. Se liare


|tdij. Jt*edrngi n Piuiattfhi.ai .lu fu u . Apple tan >>nrairy-Crolts. Mueva Y>rk,
J 5 9, p. S7B.
a /M
* ¡Ud
c o N n iJin is R io a n a iÍ n eo v M A 'i i t u \ i i S M n Ei i m in a r o r 290

que todas las o r a c i ó n « psicológicas pu eden ser an alizada* p o r


m edio d e oraciones que sólo utilícen térm inos conduclisias — es
dec¡T, el conducüsino analítico es correcto. Pero, desde lu e g o , lo
im portante es i. d areum . nto d e H e m p e le s valido. Sin d u d a p a ­
rece aceptable ti hay una buena razón para aceptar Ja prem isa
(2), p o rq u e lo único que necesitan-os p ara jusliGiar U prem isa
( I ) para cualquier! oración psicológica partí ular es encontrar la
m anera partí ular com o de hecho la veri6c.irnos cu an do o b se r­
vam os el com portam iento h u m an o Pero la p iem isa (2 ) no e* en
m odo alg u n a obvia,
Si nos D arnos en la prem isa (2 ) podem os ver que representa
una teoría especifica acerca d el significado d e las oraciones. Éste
es el tipo d e teoría que cualquier en foqu e lingüístico sobre el
nivel semántico d e b e considerar. L a teoría particular q u e Hertt-
pcl ofrece es la que han propuesto du ran te tos últimos cuarenta
años los filósofos conocidas com o positivistas lógicos o em pina-
tas lógicos.37 La posición d e estos filósofos es que sólo hay dos
tipos diferentes de oraciones, las cuales son literalm ente o v e r­
d ad eras o bisas. T odas las otras oraciones carecen de valor d e
verdad. Todo el m un do está d e acu erd o en que hay ciertos tipos
d e oraciones que carecen de valo r d e verdad, es decir, no son ni
verd ad eras ni falsas, p e ro el positivista lógico rechaza m is o r a ­
ciones que la m ayoría d e los otros. T o d t » estarem os d e acu erd o
en q ue las oraciones que expresan ó rden es {tales com o '¡C ie rra la
p u n t a l ) , las oraciones q u e se usan p ara hacer pregun atas (tales
com o ‘¿A d ó n d e vas?'), las oraciones q u e exp resan sentimientos
(tales com o ‘iV iva nuestro e q u ip o !’), y muchas otras clases d e o ra ­
c i ó n « no son ni verdaderas ni falsas Pero la m ayoría d e nosotros
piensa que oraciones tale» com o ‘Dios creó el ciclo y la T ie r r a y to­
das las cosas', ’D ebem os a y u d ar a los dem ás', 'Esta pintura es h e r­
m osa’, y 'L a mente es disti nía del c u e rp o '. son verd ad eras o falsas
Esto es, pensam os q u t las expresiones religiosas, ¿ticas, estíticas
y metafísicas, son, en g eneral, verdaderas o falsas. Pero en ello no
está d e acuerdo el positivista lógico, p o rq u e “piensa q u e el único
tipo d e oración qu e tiene valor de verdad es el de las oraciones
em píricam ente vcrilicables o el d e las que son anímicamente v e r­
dad eras o falsas. El positivista, pues, sostiene la op in ión d e que

** Pan la c ip o s n tn cUmu del poativwnci lóyico, vtu c A. J, Ayrr. Lsmgmft.


ThíA and Logic, Owvrr, Nuevz York, 1951.
300 EL PRnni.t MA MKPJTE-CITJCPD

ai una oración n o n analfiiram cnic v erd ad era o tila a y nu hay


tu an tia posible d e verificarla m edíanle ti observa idn cniim res
debemoft concluir q u e la o iació n n o c a ni v e rd a d e ra ni falsa, sino
q u e d e u m p e ñ a o t r t papel d en tm del Icn ^iaje, Dicha toorfa ha
lu lo d en o m in ad a c h im o á t veriftca bilid a i J rl significado. De m od a
q u e m uchas exp resion es éticas, estética», religiosas y n u ia f b io b
□ a son analjtirnm cnie v erd ad era o Ealsa* ni son v erilk diles m e­
diante la observación, d e ahí que los positivistas hayan afirm ad o
q u e sirven para e x p re sa r ciertos sentim teñios o deseos o e sp e ra n ­
zas de tos hablantes y n o fiara e x p re sa r a lg o v erd a d e ro o balso.
f le m p d lia afirm ado cu su ¡segunda prem isa q u e el dignificado
d e las oraciones es La condición d e su verificación, d e m odo q u e
si ni hay m anera d e verificar u n a oración, entonces no lien e va­
lor d e verdad y es lo q u e podem os llam ar cognoscitivam ente un
sinsentido. Así q u e la prem isa (2 ) implica el t riterio d e v erifk ab i-
lidad d e ) significado, p o rq u e si el significado d e ias oraciones es la
cot«l i* ió n d e s u verificación, en ronces Tenias la» oraciones con sen ­
tido, cognoscitivam ente, son verificablcs. P o r consiguiente, si hay
a lgu n a razón para rechazar el criterio d e verilicabilidad, entonces
hay ra jo n e s p ara rechazar la prenj.,,. d e H e m p e l. Y, a propósito,
hay q u e señalar íjiic d criterio de verifírabilidad no implica la
prem isa de H e m p e l, p o rq u e p o d ría ser verdad q u e las oracio­
nes sean em pírica mente veri friables y p o r k> tanto, con sentido.
ro gn o sritiv am en ir. pero p od ría ser falso q u e el significado d e las
□raciones sea la condición d e su verificación. En consecuencia,
incluso si aceptam os el criterio d e vcrificabilidad. la prem isa de
H e m p e l signe enfrentándose con rl pro blem a adicional d e ju stifi­
car au afirm ación acerca de to q ue es el sig niñeado d e u n a oración.
Sin em bargo, puesto q ue hemos de encontrar ntxones suficientes
para a rro ja r alguna d u d a sobre el criterio d e verificabilidad, n o
necesitamos e x a m in a r aquí este pro blem a adicional.
H a y un pro blem a en el criterio d e verificabilidad del sign ifi­
c ad o q u e no hemos d e e x am in ar si bien es m uy im portante. Es
el ¡iguicnic. Se su p o n e que e l criierki debe s e p a ra r unas oracio­
nes d e otras b vsundose e n [a vcnricabilidad em pírica, y au n qu e
pareTca intuitiva m ente evidente d ó n d e d e b e hacerse la división,
mulie lia p ro p o rc io n a d o aiín una definición de la verifk abu id ad
q u e sea plenam ente ad ecu ad a p ara este trabajo. C a d a intento p a r
establecer una definición ad ecu ad a ha sido, o bien tan am plío q u e
CÜNOUCniSMO AN a LÍYI í Xj V «A IT U IA U S W l-J i l lMINAfina.

perm ite que o b v io » si q s í nudos sean considerados corno sí tuvie*


ran sentido, o bien ha sida tan lim iu d o que ha exclu id o muchas
oraciones esenciales para las ciencias empíricas. Así que el crite­
rio d eja d e tener utilidad para decidir si un a oración particular
tiene o no sentido. Pero puesto que aú n no Mr ha m ostrado que
no pu ed e h aber una definición adecuada, no d ebem os apoyar la
discusión contra el criterio sobre este p ro b lem a 2*
FJ pr< ble uta m is grave p ara el criterio de verificabilidad del
significado es que parece ser contraproducente. A firm a qu e las
únicas o r a c i ó n « verd ad eras son las oraciones analíticas y las o ra ­
ciones Empíricamente verificables. Por consiguiente, el criterio
mismo, si es verd ad ero , d eb e ser o b ie n analítico o bien e m p í­
ricam ente verificable. Pero no es analítico, p o rq u e no hay nada
que se autocon iradiga e n ía afirm ación d e qu e algunas oraciones
no-analílicas y n o -v c rific a b l« sean verdaderas. C iertam ente p a ­
recería que la m ayoría d e la gente ignorante acerca d e las teorías
d e l significado rechazaría el criterio c on siderán dolo falso p o rq u e
p iern a i|Ue muchas e x p r e s i ó n « religiosas y éticas, entre otras, son
verdaderas. Kn consecuencia, no parece ser una generalización
basada en ta observación em pírica de las m aneras en qu e d e h e ­
cho la gente usa las oraciones y respon de a ellas. Parece, pues,
no ser ni analítico ni verificable em píricam ente. A lg u n o s posi­
tivistas que reconocen este p ro b le m a han afirm ad o que ésta es
sim plem ente u n a propuesta acerca d e lo q u e d eberíam o s consi­
d e r a r con sencido y han a p o y ad o su propuesta dicien do qu e sin
d u d a es necesaria p ara que las ciencias em píricas tengan un le n ­
g u a je con sentido. Pero a u n q u e bien p o d ría ser q u e el lenguaje
d e la ciencia d iera con un criterio confiable d e verificabilidad del
significado, éste no p rop orcion a n in gu n a razón p ara pen sar que
ninguna otn» á re a d el len gu aje con sentido d eb e satisfcicer re q u e ­
rim ientos similares.
En sum a, hem os encontrado buenas razones p ara rechazar el
criterio d e vcrificabilidad Sólo es aceptable si hay alg u n a razón
p ara pen sar q u e es v e rd a d e ro respecto d e cóm o io n las cosas, o

*® Para ducuionnet detallada« pero diReflti «obre cue problema. V íu t


I. SchefUer, Thr Anatoniy a/ Infutty. Knopf. Nueva Vbrk, 1963, pf> 150-114.
D. Mikiiuon. 'Nidditch'i Defmiuoa o í VemÍuI»lIiIt*. Mini (abril de 1065); f
J, W. Ct>rnman,"lndÍTCctiy Venfiable- E^crpihing or Nothwg*. Ptuimajthtcal Stu
ém (junio de 1067).
302 EL l'RO BIÍM A MENTE-CtlFJtíO

que « u n a p ropuesta válida ru p e c to d e cóm o d eberían *cr lus co­


sas- Pero no hem os encontrado razones para aceptarlo com o una
propuesta, ni una buena razón para rechazar su verdad, p o rq u e
no es ni analítico ni vcrificablc em píricam ente, com o k> exige el
criterio m ism o a u.xlas las oraciones verdaderas. En consecuen­
cia. puesto que la prem isa (2 ) de f Icm pel im plica el criterio d e
verifitabilidad, debem os rechazar la prem isa así com o el criterio
D ebem os renunciar al atajo que lleva al conductism o analítico
y tratar por el cam ino más u r g o y más difícil. Esto es, debem os ver
si el conductism o analítico tiene justificación p ara tratar d e p ro ­
porcionar algu n as de fin.dones c o n te x tú a lo especificas de ora*
cioncs psicológicas particulares. Si loteam os algú n éxito, en ton ­
ces hay u n a bu ^n a razón p ara aceptar el conductism o analítico;
si na tenem os éxjio, entonces d eb em o s rechazarlo.

U n a ob jeción a i ctmducJismo a n a lítico


na p iu d r a n a liz a r a r a n o n a de rfre n n a

U n Gkitr-loque afirm a que el p ro g ra m a d e l conductism o analítico


no se cum pliré es Roderick M Chisholm . C h ish olm ha estado
dispuesto a a p o y a r su discusión contra el :inálisB d e Lis oracio­
nes psicológicas, puestas en térm inos d e oraciones conduelistas,
en la b ita d e habilidad de cualquier persona p ara analizar sa-
tisfactoriamcnic oraciones que contengan algú n 'creer’. En va­
rios artículo* ha m ostrado que iodos los intentos hechos ha&ta
ah o ra han fracasado en p ro p o rc io n a r un análisis ad ecu ad o de
las oraciones d e creencia. L a consecuencia d e ello, desde luego,
es que puesto q u e 'creer' es un térm ino psicológico, el con d u c­
tismo analítico d e b e ser rechazado. Para ver el razonam iento d e
C h ish olm debem os em pezar p o r ejem plos d e cóm o critica ciertos
análisis especificas, í.n <¿da caso m uestra, o bien que el anotad ru
no es sinónim o d e la oración d e creencia, o bien q u e se h a con ver­
tido en sin ón im o sólo m ediante el uso d e algú n térm ino técnico
que do es necesario p ara describir m eros fenóm enos corporales.
L a se g u n d a a rm a del ataque d e C hisholm es tan im portante com o
la prim era, p o rq u e m ucha gente ha tratado de evitar el len gu aje
psicológico no m ediante una traducción a| len gu aje con du ctiva,
sino acuitando térm inos que suenan científicos y q u e sólo p a r e ­
cen tener una función, a saber, evitar térm inos psicológicos. Por
ejckiiplo, algu n os psicólogos, en lu g a r d e decir.
<£¡KnUi:il<M|(P A-fíAtJIH □ V MATS 11ALISMí í I I IMINAIXlK 303

El sujeto (leí ex p erim en tó espera comida,

dicen,

El sujeto d e l e x p erim en to tiene un a expectaüva-C.

C o m o dice Chixholin, no p u e d e considerarse q u e se m ean tes im


eos prop orcion en un análisis conducu&ia de oraciones psicológi­
cas p o rq u e ’'con toda p robabilidad. el psicólogo sólo tiene un
m edio pitra com unicar lo q u e pu ed en significar expresiones ta­
les com o "expectativa-C o incluso ‘expeciaü va-de-corn ida1; es d e .
cir, pu ed e decirnos qu e se p u e d e a ñ im a r q u e un tiinmaí tiene
expectativa-de-com ida si y sólo si el anim al espera c o m id a" ** Asi
q u e sí ciertos térm inos técnicos necesitan usar ciertos térm inos
psicológicos ro m a n e s p ara explicar su significado, el análisis de
oraciones psicológicas q u e contienen dichos términos técnicos no
deberla usarse com o un caso a favor del conduciism o analítico.
Exam inem os los cuatro tipos prin ripalcs d e análisis enndue-
Lista qu e C h isbolm ha considerado, pues con cllu em pezarem os
a ver que el análisis conductista d e las oraciones d e creencia p a ­
rece estar con d en ad o al fracaso.sn C o n sid era en catubio lo q u e
él llama el análisis d e "respuesta especifica", el análisis de “c o m ­
portam iento a p ro p ia d o ", el análisis de "satisfacción", el análisis
d e "respuesta verbal". En cada caso considerarem os un análisis
d e Ca oración d e creencia:

P é r e í cree que hav un incendio cerca.

De a c u e rd o con el análisis d e respuesta-especifica p od ríam os tra­


tar d e analizar c « a oración de la siguiente m anera.

Pérez exhibe piro-respuestas a su am biente inm ediato.

P « o tenemos un térm ino técnico, piro-respuestas', e n este a n á ­


lisis. ¿Cóm o hem os de explicar lo q u e significa? U n conduciista
analítico p o d ría decir q u e :

Pérez exh ibe piro-respuestas,

M R. M. Chislialm. "ItiWMionaJity and iIh Thtory of Sigas', liiímtofih.i m


Sinfín (IQS2)
sl* Raipcclo ■ lí discusión de Chislialtn ubre V » b]XH dr iinAlinit. »fu *- #V>
rnving, Cornell Umvemly P r t », llfaca. N Y.. 1957, pp, IW H 73-
304 EL PROBLEMA M Erm-ctrERPO

significa:

P é re i está exh ibien d o el cnm puriam nto que exh ibe cuando
y sólo cuando hay un incendia.

Pero esto no sirvt, porque implica que PCrez crac q u e ha* u n in­
cendio cuando y sólo m a n d o hay realm ente u i incendio. Pérez,
sin rm b a rg o , com o rodos rosniros, fre c u e n ie m e n ttc rw cosas que
son tilsas. Y. desde lue^n, no sería b u e n o a r u g ln r el análisis d i­
ciendo "cuand o y sólo cuando f í p tm ¡a que hay un incendia' p o r­
que 'p ie n sa 'e s un térm ino psicológica De esta m anera, ( Ihishofíii
refuta el análisis de rcspuesta-especlfka
El and liáis d e com portan! ie nto-apropiado no corre n iept;
suerte. Éste a nal i xa ria:

P é re i cree q ue hay un incendio terca,

com o:

B ajo circunstancias relevantes p itraq u e haya un incendio cer­


ca, P i l e * se com portaría d e una m anera a p ro p ia d a p a ia el
herho d e q ue haya un incendio cerca.

A q u í le n rm ' is un análisis puram ente ccnduciista que no incluye


(írm m n s técnicos especiales. D e m odo que, a m enos qu e haya
u n a raüún p a ra pensar que e i posible que una de las oraciones
sea v erd ad era y [a otra falsa, p o d em o s acepcar este análisis. L o
qu e nccesitam oi h accT , entonces, es ver si podem os pensar en
u n a situación en la qu e una oración fuera v e rd a d e ra y la otra
falsa Esto no es diBciJ de hacer. Podem os concebir un caso en el
q u e P érez estuviera involucrado en un sim ulacro d e incendio y se
com p ortara exactam ente d e la misma m anera en que lo haría en
un incendio real. Su com portam iento es ciertam ente a p ro p ia d o
al hecho d e q u e haya un incendio cerca. Pensemos tam bién qu e
en este misino caso, sin que nadie lo sepa, ha estallado un incen­
d io en el edificio justam ente am es del sim ulacro p ro gram ad o .
Entonces, p o r supuesto, Pérez se e t ii com portando d e acu erdo
con el hecho d e que haya un incendio cerca. Asi qu e eldniiisdiu es
ve rd a d e ra . Pero, Pérez, sabiendo que se trataba sim plem ente del
sim ulacro p ro g ra m a d o , cree qu e no hay un incendio cerca. Asi
que el a n a lu a n iu m es falso y el análisis fracasa. D e esta m anera
C h ish olm refuta al análhis d e com portam iento-apropiado.
« W D U C T IÜ M I > A N A l-fT U X J V MA IT JÜ A U sM f E U M I N M K *

El análisis d e iaiiftfam ¿D p ro p o n e analizar:

P í m cree que hay un incendio cerca,

com o:

Pérez está en u n estado corporal que q u e d a ría satisfecho u y


sólo si un incendio friera a o cu rrir cerca.

A q u í de nuevo, au n q u e tenem os un análisis p u ra m e m e to n d u c-


tuta, podem os concebir num erosos contraej im píos p ara la a fir­
mación de q u las dos oraciones ton sinónim a». Podem os conce­
b ir una situación en la q u e PéTez tiene una u rgencia incontrola­
ble p o r asar malvaviscos en una fogata. T ie n e tos malvaviscos en
una vara y sólo necesita fuego. Asi q u e está cu un estado co rp o ­
ral que q u e d a ría satisfecho si h u biera fuego cerca y sólo q u e d a rla
satisfecho ñ h u biera fuego cerca. Pero concibam os la situación
d e tal m an era q u e Pérez, no tuviera los m edios p a ra en cen der
una fbgaia y h u biera buscado p o r todas partea fu ego pero no lo.
hu biera encontrado. En consecuencia creerla q u e no hay fuego
cerca- A q u í el analisandum es folso y el anatisans verd ad ero , d e
m o d o qu e una vez más el intento d e hacer un análisis con d i n ­
d ita de una oración psicológica fracasa.
E l últim o intento que hem os d e considerar es el análisis d e res­
puesta verbal, qu e es b v o re c id o p o r muchos filósofos lingüistas,
com o R udolph C arn ap . C a rn a p ha analizado o ra r iones tales co­
mo:

Pérez cree q u e hay un incendio cerca,

com o:

Pérez tiene la relación B con 'H a y un incendio certa' en tanto


qu e oración cu español.

L a reacción inm ediata a o t e análisis es precisar q u e usa un tér­


m ino técnico, relación B ', q u e es necesario sólo p ara analizar
térm inos psicológicos. En respuesta a este ataque del análisis, sin
e m b aigo , se ha señalado q u e la gente tiene re la c io n a d e v ario« ti­
pos con diferentes expresiones verbales y que estudiarlas es parte
de la tarea d e las ciencias naturales. Asi que el análisis precedente,
puesto qu e usa una exp resió n qu e describe una relación entre la
306 EL Ph lllLi: MA MENTI! ^TEJtPO

gente y el len gu aje, usa una expresión necesaria ya sea o no uti­


lizada en el análisis d e oraciones psicológicas. N o obstante, a u n ­
que esta p rim e ra objeción p u ed a h a b e r sido refutada, sigue q u e ­
d a n d o el prn blem a d e explicar el significado d e 'relación B ' sin
tener que apovarsc en téim inos psicológicos Esto aú n no se ha
hecho. A dem ás, puesto que no es necesario qu e alguien entienda
« p a ñ o l si ha de creer que hay incendio cerca, la explicación de
la q u e significa 'relación B ' no pu ed e im plicar q u e Péne/, sepa
español. Así que un analisans igualm ente bu en o deberta ser:

Pérez tiene un a relación B con 7f y a u n f e u p r is d 'ic i' en tanto


q u e oración en francés

P odríam os tratar d e explicar el analuatis a firm an d o q u e significa:

Pérez tiene rE’s.puestai-jS a una oración que en su idiom a es


sinónim a de la oración en español 'H a y un incendio cerca'.

Sin em bargo, esu» oración no sólo nos hace retroceder al análisis


d e respuesta-cipccíBca, con todo y sus problem as, sino q u e p a ­
recería q u e la frase "en su idiom a' significa ‘en el idiom a que e n ­
tiende'. y 'en tien de' es sin d u d a un térm ino psicológico. 'la l vez
enticp.de 1 p u ed e ser evitado y ‘respuesta-JS’ e lu cid ad o sin a p o ­
r r e e en térm inos psicológicos, pero hasta a h o ra dichos intentos
tío han tenido éxito. El análisis d e respuesta-verbal, pues, parece
estar destinado al fracaso, si bien hay filósofos que siguen inten­
tando perfeccionarlo.
M em os e x am in ad o cuatro de los intentos más plausibles p o r
p ro p o rc io n a r un análisis con d u ctiva de las oraciones d e cre e n ­
cia y hem os encontrado razones para rechazar el análisis que se
ofrece en cada caso. Podem os concluir con C hisholm q u e parece
m uy im p ro b ab le q u e algún otro análisis conductista corra m e­
jo r suerte. De m odo q u e a u n q u e no hayam os exam in ad o, y no
podam os exam inar, todo posihlr análisis conducUsta de oracio­
nes psicológicas, hem os exam in ad o una m uestra suficientem ente
b u en a com o p ara concluir q ue debem os rechazar el com íuctum o
analítico p o rq u e afirm a que las oraciones d e creencia así com o
todas las oraciones psicológicas p u ed en ser analizadas co n d u c­
tivam ente. En consecuencia, si el materialism o elim in ador ha
d e salvarse com o una alternativa viable del intrraccionism n d u a-
T E O R ÍA D E l. D O B L E -LE N J1IAOE Y MA’IT .K IA U IM O ÍL IM IN A O « 'R 307

lista, entonces tcnd reinas q u e d e p e n d e r de la teoría del d o b le


lenguaje.

La t e o r ía d e l d o l e n c u a j e y
EL MATERIALISMO ELIMINADOR

L a teoría d e l d o b le -le n g u a je ha sido resum ida p o r Feigl, su p rin ­


cipal e xpon en te, d e la siguiente m anera:

A lg u n o term ino* ncurof»io|ógicns d en ou n (se re fie rn i a) exacta­


m ente loe (nninat suceso« que u m b irn «on denotados (referidos)
por Cierto* térm inos fetioménicc* l-i idEnlifiuL'íAii de los objeten
d e esta doble referencia o por supue&to lógicilinriiLr contingente, ti
bien constituye un* M r iQ E r iitiu fundamental de nuestro m undo
tal com o hemos llegado a concebirlo en su apariencia rirn ü fk a ni o
d en u . |Podann« decir] qüe los términos neuraÜs»cs».igic08 y sus co­
rrespondientes té r m in o fenom énico», auni|iic muy diferente* en
cuanto al |t¡gnif¡cado|, y p ar lo Lanío cti cuanta a l i » m od o» de
confirmación d e las orarmrw"* que los contienen, tienen idéntico*
n jt r tn U i. Considero esto* referentes com o las cualidades inm edia­
tamente experim entadas o com o sus configuraciones en varios ám ­
bitos fenom énicos *'

J. J, C, Sm art m antiene u na leiLi m uy p arecida a la d e Feigl, pero


la e xp resa específicamente en térm ino* d e sensaciones y procesas
cerebrales. Dice q ue

en [a n ved id a en q u e “ p o ti-im a g c n " o “ d o lo r'* es u n in fo r m e d e un


proceso, es e l in fo r m e d e un p ro cesa qu*- m u lta itr un p ro c e s o t e ­
rebra i, D r esta se sigu e q u e U tis ii n o ahxm a q u e Us oracion es d e
■ensacáSn p u e d e n ser tm du¿idju e n o » « o n e s acem a tic procesos c e ­
rebrales. Y ta m p o c o afirm a q u e la Ii^gka d e una ora c ión d e sen ­
sación sea la m ism a q u e una o ra c ió n acerca d e procesos cerebrales.
S o lo a firm a q u e en la m ed id a en q u e una o ra c ió n d e sensación a
un in fo r m e d e a lgo, esc a lg o a en e fe c to un p r o c a o cereb ra l. I-»*
sensaciones n o fo n a lg o q u e e t t i p o r encim a d e l o p r o c c s t* c e r e ­
brales.51

91 Feigl, en Hook (cd.), DimrFirew bf Miwi, ofi til., p. 3 Í


A j í C. 5tnirt. *S u » l» M >nl Brain (‘roceMe*", Th PhUtMphtati Rmitai.
64(1959), pf> 144-145-
308 LL FkatlU tM A M E N T E -C lL iajO

H a y tres c a n c u r b u c a i tm p o n an les de las teorías d e e llo s dos


¡tutores q u e d ebem os observar cuidadosam ente.
Prim era, tanto Feigl com o Sm art discuteu c ie r r a expresiones
d d len gu aje y a q u í t e refieren estas exp resion es o d e q u é h a ­
blan Así qu e am bos adoptan un enfoqu e lingüístico respecta del
p ro b le m a m entc-cucrpo. Pero p o r esto no d e b e entenderse que
sólo les im porta el lenguaje, p o rq u e a lo que a r a s expresiones
se refieren no ea a otras expresion es lingüisticas sino a ciertos ti­
po * d e fenóm enos no lingüísticos- De m odo que am bos están in­
teresados en sacar d e d e n o s hechos acerca del lenguaje, ciertas
conclusiones acerca d e la realidad no lingüistica.
S egu n da, am bos aceuiúan el q u e las expresiones psicológica» y
Las expresiones fisiológica* q u e están considerando, d iñ e re n m u ­
cho en cuanto al significado, d e m anera qu e las oraciones psi­
cológica* no son analizables o traducibles a oraciones futüiógicaa.
S61d afirm an q ue e s o » dos dp o * diferentes d e térm inos tienen los
m i s m « TffrreiMtí, p e ro no q u e tienen las misinos S ignificada. A fir­
man. p o r ejem plo, que la expresión 'proceso cerebral' tiene los
m ism o* refere mes q u e la expresión 'sensación', p e ro am bas son
claram ente diferentes en cuanto al significado. En consecuencia,
au n q u e al igual q g c lo* conductúuu analíticos, d io s son c am b an
filósofos lin g d b ta i, no ton conductistas analíticos p o rq u e niegan
que las oraciones psicológicas »can sinónim a* d e las oraciones
conduc listas
T trcera, ii bien Feigl y Sm art san a m b o s teóricos del d o b le -
lenguaje, hay u n p u n ió im portan te en el que no están d e acuerdo.
C o m o se puso d e m an i Ge» to en las d ía s anteriores, tienen o p i­
niones m uy diferentes acerca de los referentes com un es de los
térm inos psicológicos 5?d e ciertos térm inos fisiológico«, Feigl dice
que los referentes com unes son cualidades q u e se sienten de in­
mediato, es dctir, scusaciones no interpretadas o en estado b r u ­
to. Sm art, p o r o t io lado, afirm a que los térm inos de sensación se
refieren a entidades que no son otra cosa q u e procesos ce re b ra ­
les. Éstos sin d u d a no parecen ser sensaciones n o interpretadas.
Ésta es una diferencia muy im portante p ara nuestros propósitos,
p o rq u e la tesis d e Smart, si se generaliza basta incluir todos los
térm inos psicológicos, se convierte en la teoría del materialismo,
p e ro la icorfa d e Feigl no parece ser com patible con el m ateria­
lismo, p o iq u e desde su punto d e vista k » referentes son en tida­
des mentales Puesto qu e aquí estamos discutiendo sobre e l ma~
TEOUlA l l t i DOlllJ LfcNJlUÜ*. V HA1UUAL1SMO lU M I ^ lM I l l 300

tenalistno, d ebem os concentrarnos principalm ente en Ij venítón


materialista d e Sm art d e n U i teoría, la cual com o ahora podem os
ver consta d e dos afirmaciones. L a prim era es q u e las expresiones
psicológicos y ciertas expresion es fisiológicas tienen referentes co­
munes, y la segu n d a es que este referente com ún es en lo d o s los
casos material.
C u a lq u ie r teórico d el doble-len gu aje q ue sostenga las dos a fir­
maciones anteriores es un materialista, p e ro s t o no basta para
determ inar si es un materíalisra elim inador o un materialista re­
duccionista. U n ejem p lo tíos ay u d ará a distinguir entre estos dos
tipos d e materialistas d el d o b le lenguaje. C onsidérese un m ate­
rialista que afirm e, prim ero, que el term ino psicológico ‘e x p e ­
riencia d e dolor" denota, o se refiere a, exactam ente las mismas
cosas q ue el térm ino tieurofoiológico ‘com bustión d e fib ra s-C , y.
segu n d o , qu e estos referentes com unes no son mas qu e com bu s­
tiones d e fibras-C, esto es, ck rtos procesos nctirales en el cere­
b ro que consisten enteram ente en ciertas células nerviosas q u e ­
madas. Sem ejante materialista es un teórico d el d o b le-len gu aje.
Si adem ás afím u i que realm ente n o hay experiencias d e d o lo r u
otras sensaciones, es un materialista elim inador Si. no obstante,
en lu gar de ello afirm a q u e la razón p o r la cual los d o s té rm in r»
tienen referen te» com unes es que cada experien cia d e d o lo r es
idéntica a la com bustión d e fihras-f;. entonce* no es un m ateria-
lisia elim inador, p o rq u e si bis experiencias d e d o lo r son id én u u t,
a procesos ccrebiales reales, e n t o n e » hay experiencias fie dolor
Es nula bien un material Ma reduccionista. Sm art, por ejem plo, es
un materialista reduccionista. A l ir ma no sólo qu e la 'sensación'
y el 'proceso cerebral* tienen referentes com unes, sino tam bién
que las sensaciones n o están p o r encim a de los procesos c ereb ra­
les. esto es, qu e las sensaciones son realm ente redimibles, y p o r
lo iam o idénticas a - -lo mismo q u e — ciertos procesos cerebrales.
H e m e » d e e x am in ar esta tesis más tarde en este mismo capitulo,
p e ro considerem os p rim e ro a l teórico d el d oble lenguaje qu e es
tam bién un materialista elim in ad o r
L a principal objeción contra un materialista elim in ad or es que
tiene que añ rm ar q u e cada vez que alguien d ife , incluso con plcn.i
sinceridad y convicción.”ie n g o un d o lo r a g u d o y p ú n za m e ", lo
q u e está com unicando o a lo q u e d e hecho 1 « está refiriendo,
nunca es a un d o lo r punzante o ag u d o , sino más bien a algo muy
f.l. PttOBf.t MA M KNTECUm PO

d ife r e n te d e un d o lo r, a saber, un p ro ceso ncu il p u ra m e n te fi-


sio toxico t t r o esto para e m p e z a r es e x tr e m a d a m e n te in v e r o s í­
mil, in clu so to ta lm en te absu rdo. (S e r ia p o s ib le q u e h u b iera una
m a n e ra d e d e fe n d e r s e m e p n r e icsis inicial m e m e in vero sím il?

Una dtftnstt di'l M itUrtaHíitu eltmmador.


una analogía t t t l n demantoi y dalortr,

R ich ard Roirty, q u e c í un m aterialista e lim in a d o r, p r o p o r c io n a


u ru d efen sa lu » ic n d o u n a H iió.ogia e n tr e el uso d e d e m o n io s e x -
iranos, en u n a tribu p rim itiva p a ra e x p lic a r Lis e n fe r m e d a d e s y
n u c s iro p re s e n te uso ele Jos d o lo re s y o irá s sen sacion es p a ra ex -
p lic n rc ic rtn rrm ip cm .iT m tm o h u m an o. P r im e r o d e scrib e su tribu
im n gin aria:

Cierta u itw prim niva «tm iu ic la idea d e que lai cnlcrinedadet w n


m iiB c líi por ((rincttikji —un dem onia diferente para rada lijuu de
rllh riticilud Cuando -c le pregunla q u í m ji h l c « c t r c i d r es-
ios dem onial aparte de que i ju s jh cnfcrm edadíS. responden que
rip rn » HiiRiibuM dt- lü iribi] —lo ! médicas bruio*— pueden ver,
d c s p iií» de com er hanjpcu a g u d o s , formas humanoidea variadas
<iri I¿ngible» I scibre y re re » d r Ir m c u rrp ot de lúa pa-ríen[es. Lo* médi-
cc* brujos han *<. ,il>do, por ejem plo, que un d em on io azul con lina
nariz larga acoanpAñ,! ji los. epiléptico*, uno rojo y g o rd o acompaña
x li-w que sufren d e pneumonía, ctc f i a s » conocen hecho» com o
■luprfl dem onio rojo no Ir gusta cu rto upo d e m oho qu e loa medien«
hrtijn» le dan a U g r u ir q u r ticti»- piw moflía Si no* topáramos con
d ic lu tribu, na» iiu ü m rb m M J d t flr le t que Im dem onios ivo cxi.i’
ten L « diríamos que tas enferm edades son c a u sid u por gérmenes,
virui, y umibirrs- Añitdirútmo» que los m édica» brujos na estaban
vien do díTDOnin», iíiihj que sim plctnrntr rilaban tenitrixloalucina-
i-wncí M

Usa e n to n ces la a n a lo g ía para d is ip a r e l a b s u rd o ínu ial tic la a fir ­


m ación d e i|tic n a d ie tien e d o lt n'cs

Jtl ilu lir lo d e rtri [<■ "nadir1ii,* «cutido FULnc.i un d o lo r" nn n rniM ir
q u r d o ir "nadie ti.1 i-¡»to nunca un deriinniti" ki 1enramo una res-
puríin .nlomarla i I.1 pregunta "íq u é estaba com unicando cuando

" K R'1' ! ' "Mlutl Boiit Mt'nuty. F'nvarj, Jinrl Cair^nríri", R/vtrv1o fA M#-
jM tiím Lt3ti5),pp 2G-29
rrO R tA llK M W H U I l'N'l'l M l t Y M A I T K I A 1 I S M O F . U M I N A B O R SI I

d ije q u e »'n tíü un dokiTr*" A e s u p r a g iw M U nrn< ?4 d e l lu iu r o


p u e d e res p o n d er “ n u l a i c o m u n ió n li pjc r r i j i). l.i «x lirír / n u tic
c ie rta p ro c es o cereb ra l, y no* harías U vid a más fácil si e n el luí u m
d ijeras 'mis fibras-C se e M in qu em an d o* r n lu gar 'l e de-i ir 'irn gc i
un d o lo r “. A l d e c ir esto, lle n e un caso p r im a J a c t t uin In ic n o cum u
d d e l cic-ntifieo rjnc responde* ü la p reg u n ta d e l m é d ic o b ru jo “ ¿qu r
estaba com u n ican d o cu an do c o m u n iq u é q u e había un d e m o n io ? "
d ic ie n d o '’estaba* co m u n ic a n d o r l co n te n id o d e tu alucinación, y tj
vida sr-rü más fácil si» en el fu tu ro, d e sc rib iría s lus n p r r i m r i a i en
estos te r u .m o »",”

D e a c u e r d o c o n e s t a c o n c e p c ió n , p u e s , s e r á r a / .o n a b lc e n e l lu -
cu r o e l i im it a r la s s e n s a c io n e s , m c * > m o p a r c c c p r o b a b le , la f \ i n t » n
e x p l i c a t i v a , d e a l g u n a m a n e r a p r im it iv a , t ic lo s t í r m i n o s d e s e n ­
s a c ió n . e s r e m p la z a d a p o r lo s t é r m in o s , m ¡ls a v a n z a d o s , d e la lisin -
lo g i a . A l lle g a r a e s c p u n t o . « H a r e m o s ju s t if ic a d o s en e c h a r f u e r a
las s e n s a c io n e s ta l c o m o h ic im o s c o n lo» d e m o n i o s
Si la analogía con lo* d em on io * que p la n to» R ortv itc-nc éxito,
entonces éste tien e una refutación a la objeción fuerte qu e re­
chaza su teoría; si no tiene éxito, entonces tendremos. razón en
rechazar esta teoría R o n y se da ruentu de qu e hay una d ife ­
rencia im portante entre los dos casos, p ero no p u ed e ver que
d tsL to yr vu dqfcnsa. Rorty le ha p rop o rcion a d o al m ateiialisia
clitnm »idor una respuesta a la pregu n ta acerca d e lo que c o m u ­
nico cu¿indo d ig o qu e ten go un d o loi. pern. a diferencia del caso
del dem on io, no lia p rop o rcion a d o ninguna form a verosím il pam
explicar por qu é está tan ex ten d id o el erro r d e creer y co m u n i­
car q u e hay dolores. Y d eb e p rop o rcion a r dicha explicación en
lugar de una ■.imple respuesta si ha d e re hitar la acusación de
qu e Mi teoría im plica un absurdo. L os len tifkos explican por
qu é los módicos brujos creen que ven dem onios, decLim nd«i que
cDnvci h o n g »* sagrados les causa alucinaciones d e dem on ios, y es-
las alucinaciones engañan a tos médicos b n ip s quienes creen que
se trata d e d e m o n io « reales, Un materialista elim inador, sin e m ­
bargo, no pu ede usar las alucinaciones para explicar p or tju¿ c re ­
em os errón eam en te qu e experim en tam os dolores, p o rq u e au n ­
qu e tuviera sentido hablar d e la alucinación d e un dolor, estas
alucinaciones serian objetos m entales más que estados ncuralcs, v
no se elim inarían ciertas entidades mentales. Adem ás, no p.uíree

yfrik . p p . 3 0 - 3 1 ,
312 EL PKÚB1.KMA M HNIT-CUI'RPO

haber n in gun a otra cosa que c| materialista pu d iera usar para


explicar nuestro e rro r com ún qu e consiste en creer y com unicar
ciertas ocurrencias, que son m eros procesos neníales, com o d o ­
lores agu d os y punzantes. Asi que el atisurdo perm anece, y este
intento p o r d e fe n d e r el m aterialismo e lim in ador fracasa.
C o n el fracaso d e este ult.nio intento, p od em os concluir qu e
el m aterialism o elim inador d e b e ser rechazado. N o parece h aber
m an era d e hacer plausible la elim inación com pleta d e las sen­
saciones. Sin em bargo, el m aterialism o no está con ello refutado,
p o rq u e el m aterialism o reduccionista perm anece ileso. A l afirm ar
q u e las sensaciones no son sino procesos cerebrales y que p o r lo
tanto son idénticas a éstos, el m aterialism o rechaza la aürm ación
d e q u e nadie liene dolores, y p o r lo tanto elu d e la objeción que
m u l t a lata! p ara la verstón elim inadora.

L * TEORÍA DE LA IDENTIDAD Y
EL MATERIALISMO REDUCCIONISTA

L a afirm ación clave del materialista reduccionista es que las en-


lidadet mentales, com o las sensaciones, no están p o r encim a de
ciertas entidades físicas, cales fnttio los procesos cerebrales Esta
afiriti iriún reduccionista e x p re sa más q u e el hecho d e que cada
sensación sea lo mismo que un proceso cerebral, p o rq u e el uso
de la Frase 'n o csid p o r encima d e ‘ tam bién im plica qu e las sen­
saciones sólo tienen Las p ro p ied ad es fisiológicas de ciertos pro ce­
sos c e r e b r a l» . Aai que se supone que no tienen p ro p ied ad es psi­
cológicas, a pesar de lo que p u d ie ra parecer. Esto es claram ente
e s e m h l p ara un materialista rcducJoaLsia p o rq u e éste afirm a
que b u sensaciones san realm ente entidades materiales.
Nótese que alguien puede sostener la teoría d e la identidad
sin tener que ser i mbiéu un reduccionista. Ya h e m e » visto que
Feigl no es u n niaierLllisbi Tam bién tenem os a] (ilúsoin del ai^lo
X V IL , Spinoxa, que íc paree : m ucho a un materialisia reduccio­
nista cuando dice, "la m ente y el c u erp o son una y la m ism a cosa
concebidos _-n cierto m om ento bajo el atributo del pensam iento
[esto es. entendidos com o m entales], y e n otro m om ento b a jo el
atributo de Lacxtcn&ián (estocs, entendidos com o fisicos |" .S5 Pero
Spiitoza está en desacu erdo con los materialistas cu an d o afirm a

39 I). Spiaoti, ¿ íu i, I ti, Prop. 2. Ek o Iío .


IT O It M IJf. LA 11) E tfllD A t) t M A 'm tU U S M tllU 'U U C i IOMISTA

que lo concebido d e caía* dos diferentes m aneras na es ni mental


ai material p o rq u e tiene la m o p ro p ied ad es fijicas com o m enta­
les. Llam em os a esta versiún d e la teoría d e la identidad "teoría
neutral’' p o r q u e p ro p o n e e n t i d a d « q u e u n son n i m entales n i
materiales. Spinoza, pues, a u n leúrico d e la id ealid ad , mas no
un materialista.
Para a y u d ar a en ten der la diferencia entre la teoría neutral d e
la identidad y el m aterialism o reduccionista, serla b u e n o volver
a la tabla utilizada anteriorm ente (véase p. 292). Y a nos hem os
deshecho d e c ie ñ a especie de materialismo, a saber, la versión eli­
m inador. A u n q u ed a el m aterialism o reduccionista. Para encen­
d e rlo mejor, considérese el d ualism o tal com o está representado
en la tabla. A h í se precisa que un dualista sostendrá que los o b ­
jetos m entales son totalmente inmateriales; qu e son objetos q u e
carecen p o r com pleto d e p n p u d a d e i materiales. T bdas sus p r o ­
piedades son o b ie n m entales o bien son p ro p ie d a d e s q u e no son
ni mentales ni materiales. Ejem plos d e este se g u n d o tipo d e p ro ­
p ied ad incluirían p ro p ied ad es norm ativas tales com o las p ro p ie ­
d ades morales. D e m o d o que, laj p ro p ied ad es que son m ora lm m í*
bumas, o qu e son m oralm ente malas, no son p ro p ied ad es ni m en ­
tales ni materiales. Es d e presum ir, si el dualism o es v erd ad ero,
q u e algu n os objetos mentales, a saber, las m entrs, p o d rían tener
tales p r o p i c i a d « norm ativas. ¿Y tam bién p ro p ied ad es mentales?
A lgu n o s ejem plos d e éstas incluirían, digam os, lo d o lo ro so d el do­
lar, o lo am arillo de una p jst-im a g c n visual. Ya hem os m encio­
n ad o en varias ocasiones algu n os ejem plos de p ro p ie d a d e s m a­
teriales. Éstas incluyen p rop ied ad es tales como masa, peso, lu gar
e n e l espacio, carga eléctrica específica, etc.
A h o ra bien, el materialista elim in ad o r insiste en q u e no hay
fenóm enos m entales d e ninguna clase. P o r lo tanto, n iega q u e
haya p ro p ied ad es mentales. Pero un materialista reduccionista
no toma esta posición extrem a; en lu g a r d e ello ad o p ta la p o ­
sición más opu esta al dualism o. M ientras q u e el dualista dice q u e
los objetos m entales tienen p rop ied ad es puram en te mentales, y
tal vez algu n as qu e no son ni mentales ni materiales, pero d t nen­
guna. otra ch u t, el materialista reduccionista a Gruía qu e los o b je ­
tos mentales tienen p ro p ied ad es puram ente materiales (y 'al ver
algun as q u e no son ni m entales ni materiales), p tro d t n m g u iia
otra ciase. Si bien ¿sia no es una posición elim inador, sigue siendo
EL PROBLEMA MEN'JT C U I.im j

una o p in ió n excepcional. C onsidérese cóm o tos materialistas re ­


duccionistas m anejarían una entidad m ental específica, digam os,
un dolor. A diferencia d e un materialista elim inador, estarían d e
acuerdn en q u e sin d u d a hay dolores U n materialista reduccio­
nista o p in a q u e son entidades materiales d e alg u n a clase, p re su ­
m iblem ente d e naturaleza neural. ¿Qué pensaría d e un d o lo r que
es especialm ente fuerte?, ¿qué diría d e esta p rop ied ad m ental del
dolor? El materialista reduccionista tiene al respecto dos opcio­
nes. Puede n e g a r que haya tale» p ro p ied ad es o p u e d e insistir en
q u e la p ro p ie d a d mrotaJ del d o lo r no es otra cosa qu e alg u n a
p ro p ie d a d mateiial. Estas dos opciones se im ponen d ebid o a su
o p in ió n d e que las únicas p ro p ied ad es qu e tiene una cosa con­
creta son p ro p ied ad es materiales, y tal ves otras que no son ni
mentales ni m ateriales com o b u descritas en las p p r $12-313.
Estam os ah ora en posición de ver q u e la distinción entre el
m aterialism o elim in ador y el reduccionista ha salido ¿i la su p e r­
ficie d e dos maneras. Así que, com o qu ed ó descrito en la tabla
(véase p. 292), el materialista tiene la opción d e elim in ar los o b ­
jetas, sucesos y estados mentales o la d e decir qu e cada u n o no
es íinfi un objeto, suceso a estado material, respectivamente. Re­
ciente mente h em n . introducido la n uctóndc p ro p ied ad , y hem os
d ich o q u e hay, o p o r lo m enos q u e parece haber, tanto p ro p ie ­
dad es mentales com o materiales. U n a vez más, un materialista
tiene las m uinas dos opciones. P u ede sostener o bien q u e no hay
p ro p ied ad es m entales o bien afirm ar que las p ro p ie d a d e s menta*
íes tío son m ás que p ro p ied ad es materiales. Desde luego, si uno
piensa que no hay fenóm enos mentales, cualesquiera qu e éstos
sean, entonces uno tam bién p u ed e afirm ar qu e no hay p ro p ie ­
d a d e s mentales. Pero si se adm ite, com o lo hace el materialista
reduccionista, qu e hay objetos, sucesos y estados mentales, e n ­
tonces a lg o d eb e hacerse con sus p ro p ied ad es mentales. V, com o
acabam os de señalar, las únicas opciones del materialista a este
respecto son, □ bien rechazar sencillam ente las p ro p ied ad es m en­
tales, o bien sostener que las p ro p ied ad es m entales no son sino
p ro p ied ad es materiales.
L as siguientes observaciones explican la teoría materialista re­
duccionista un poco más detalladam ente. Pasem os a h o n a con ­
siderar la teoría neutral d e la identidad. Para hacer esto, tom e­
mos otra vez en cuenta nuestro ejem p lo d e un d o lo r especial­
m ente fuerte. La teoría neutral d e la identidad op in a q u e el d o lo r
T T O l l l A tlh LA I D t V I l l M D V M.M I J t lA U S M O R E n tlC C IU P ÍlS T A

es d e hecho una cn u d ad n ru ra l d e determ in ada clase, presu m i­


blem ente una entidad cerebral De m odo q u e identifica la cosa
mental (el d o lo r) con otra rosa (u n a e n u d ad cerebral). Esto, o b ­
viamente, es el factor q u e hacc d e la teoría una teoría dé la idm-
ivLad* Pero ah o ra reconsiderem os lo que hem os descrito com o
la p ro p ied ad mental d el dolor. U n a teoría neutral d e la id^n
tidad insiste en q u e el d o lo i tiene esta pro p ied ad mental, p e ro
müs íidclam e o p in a que esta p ro p ie d a d d el r!o|c?r no es a lg o que
s<" p u ed a elim inar o red u cir a una p ro p ied ad material. Es la se­
g u n d a opinión la q u e distingue la teoría neutral d e L» teoría m a­
terialista reduccionista. U n a consecuencia d e esta lu iría es q u e
cosas com o el d o lo r tienen ambos tipos d e p rop ied ad es: p ro p ie ­
dades mentales COtiio ser doloroso, al igual q u e p ro p ie d a d e s [lid
teriales com o una carga eléctrica específica. C o m o d e acu erdo
con esta co n cfp rK 'n los fenóm enos mentales tendrían am but ti­
p o » d e propiedades, cosas com o el d o lo r no serian cosas p u ra ­
m ente m e n t a l«, canto dicen los dualistas, ni serían cosas p u ra
m ente materia lea, com o afirm an lo» materialistas reduccionistas.
E s este fhcmr el que hace que los fenóm enos mentales ro m o el
d o lo r sean n r u t r a le ¡, tienen ambos tipos d e propiedades, asi que
no son ni puram ente mentales ni p u n im c n fr m a t e r ia l«
Necesitam os ser claros en este últim o punto. A lgu ien p o d ría
decir que hay a lg o m uy e x trañ o en la m anera com o hem os des­
crito la teoría neuLrai d e la identidad. D espués d e todo, si d eci­
mos qu e u n a cosa mental com o el d o lo r es idéntica a una cosa
m aterial fo m o una entidad cerebral, ¿no estamos entonces d i­
cien do que el d o lo r es en parte mental <que tiene p ro p ied ad es
m entales) y tam bién en parte material (qu e asim ism o tiene p ro ­
piedades materiales)? Puesto q ue el d o jo r y otras cosas qu e llam a­
mos fenóm enos mentales' serian p o r lo tanto en parte mentales
y en parte materiales, sería e rró n e o llam arla* ‘neutrales’. G e n e ­
ralm ente ta neutralidad se aplica a algo qu e no es ni una cosa ni
otra, y esto no es lo q u e hem os venido diciendo.
Esta objeción tiene cierta fuerza. Sin etnhargo, lo q u e real­
m ente m uestra e se l peso que trae consigo la p alab ra'p u ram en te*.
Puesto qu e en la teoría neutral d e la identidad el d o lo r tiene tanto
p ro p ie d a d e s m entales com o materiales, no es ni fmrammle mental
ni tam poco put& m m t* material. Es esto y sólo esto lo q u e nos jus­
tifica para hablar d e una teoría tuviral d e la identidad. Tam bién
hay q u e enfatizar que la teoría neutral d e la identidad rut es una
316 EL PROBLEMA M ENTI-CU ERPO

teoría m a ten ¡iluta L a teoría neutral adm ite q u e ei d o lo r tiene,


digam os, alpunas p rop ied ad es mentales com o la d e ser doloroso,
y q u e cstai p ro p ied ad es mentales no son eüm inables o reduci-
bles a p ro p ied ad es puram en te m a lc r ía la El m aterialism o, sin
em b a rg o , bajo cualquiera de sus form as, no es com patible con la
afirm ación d e q u e hay p ro p ied ad es mentales d e esta clase. El m a­
terial una reduccionista d e b e a firm a r q u e cada vez que u n o dice,
inclusa con toda *inc cridad y convicción, "te n g o un d o lo r a g u d o
y punzante ”, d e lo q u e está h ab lan d o nunca es d e un d o lo r a g u ­
d o y punzante, sino más bien d e un d o lo r q u e sólo liene las p r o ­
p ied ad es p u ram en te materiales d e los fenóm e nos cerebrales n r u ­
rales a los q u e es idéntico. Así que aun qu e, a diferencia del m a­
terialista e lim in a d o r p u ed e estar d e acu erd o en q u e frecuente­
m ente hablem os d e nuestros dolores, d eb e negar q u e hablem os
d e a l^ a q u r tenga tas p ro p ied ad es puram en te psicológicas d e ser
a g u d o y punzante, p orqu e loa dolores nunca tienen estas p r o ­
piedades pu ram en te inmateriales. Pero esio e j en un p rincipio
ex trem ad am en te poco plausible, incluso m uy absu rdo. ¿Podría
acaso h a b e r algu n a form a d e d e fe n d e r una t e s » qu e d e en trada
es tan poco plausible?

Una d f fm a : ti mUm. lisno d* filado cm lral

L a única d efensa rem otam ente plausible d e la afirm ación d e qu e


h av sensaciones, pero d e que carecen de p ro p ied ad es puram en te
psicológicas, es la que concibe a las sensaciones com o entidades
postii ladüs p a ra explicar ciertas clases d e com portam iento c o rp o ­
ral, P o r ejem plo, cu a n d o vem os a alguien herido, retorciéndose
y gritando, postulam os que la herida le ha causado la e x p e rie n -
cía d el dolor, y explicam os el hecho d e q u e se retuerza v grite
com o efectos d e estn experiencia. D esde este punto d e visu , tales
experien cias se entienden esencialm ente en tórminos d e l p ap el
q u e d esem p eñ an d en tro d e estas explicaciones causales d el com-
parian ucuto. C o m o dice un materialista, ‘la característica d efin i­
tiva d e toda experien cia com o ésta es su p ap el c a u s a r .54 D a d a
Ja otra prem isa plausible d e q u e todo com portam iento corp o ral
es en prin cipio explicable en términos d e los procesos y estados

* D. Líwu, "An A lfu irítlt furlhr IdcaDtv Theory", Tht Jtmrml t f PhiUaophf,
LXIJI fIBSfi), p. 19
I l i )(ÜA 111 LA IM W n ilA ll V HATtHIAUSMt'J HMU rt W O N m A 317

fm ologiajjLdcl ais u rn a ncn.K isotcntr.il d e tina persona, este ma-


teri.iliMa llega a c o n flu ir que estos estados tisw»lógicos centrales
desem peñ an el papel explicativo causal definitivo etc las e x p e .
1 iqhíj-u, Pnr consiguiente. argum enta, ninguna e x p e rie n c ia e siá
por cih una de! estado m ateriaJuiade un sistema nervioso central,
fcste es el m aterialism o d e estado-central.
11ay i re* objeciones a este argu m etro. P n m e ro , si bie n ge neral -
mente d ig n a m o s p áp ele* explicativos causales a las sensaciones
y experiencias, sin d u d a creem os que en nuestro p ro p io cavo e x ­
perim entam os inm ediatam ente ciertas p ro p ied ad es d e las sensa
ciones. que éstas tienen independientem ente d e q u e tengan o no
relaciones [ü U sitlo ton nuestro com portam iento corporal. Pen­
sar que todas las p ropiedades que de hecho tienen tos dolores
han de ser descubiertas o postuladas p o r la ciencia es tratar a
las propias iones com o si le pertcncicran a otfu. Sin d u d a
cada persona es consciente directam ente d e a lgu n as p rop ied ad es
<lc iU i propia^ sensaciones y experiencia*.
Pero, segun do, iiuluso si asum im os q u e cada estadn psunlógi-
co tiene ciertas relaciones causales definitivas y que la fisiología es
eti principio ad ecu ad a p ara exp licar indo com portam iento cor-
paral no tenem os q u e concluir que estos n u d o s üsiológiros son
id cm in * a los estados centrales. H em o s visto cóm o un intente-
ctonibta dualista pu ede aceptar la adecuación explicativa d e la
fisiología si postula cierto tipo de p ap el causal p a ra las entidades
mentales. C a d a una sería causada p o r algú n suceso cerebral y a
su vez afectaría tam ulm en te otro suceso cerebral de una m anera
<jue no dejara ningún hueco en la adecuación de las explicaciones
fisiológicas del com portam iento.
Adem ás, en tercei lugar, incluso si rechazam os el du alism o y
estamos de acuerdo en que cada o t a d o psicológico es idéntico
al estado d e l sistema nervioso central de una persona, no se si*
g u c de ello que cslos estados sean estados materiales. T endrían
u r n a s p ropiedades fisiológicas d e b id o a su p ap el causal en l.u
explicaciones fisiológicas, pero tam bién p o d ría n tener esas p ro ­
piedades pu ram en te psicológicas que cada persona e xp erim en ta
tan íntim am ente cotno propias Por estas Lres razones, pues, fra­
casa csíe argu m en to en defensa del inatcrialrím o reduccionista
N o licEic éxito cu disij^ai el absu rd o inicial d e la tesis del m ate­
rialista reduccionista acerca d e los d o la re s y dem ás sensaciones
318 EL PROBLEMA MENTE-Ct'EHPO

Ritas con ideracioncs no bastan p ara rechazar el m aterialism o


reduccionista: sólo u n e n para acabar con un a rg u m e n to p la u ­
sible d e esta teoría. Sin em bargo, hay dos factores m is qu e son
im portan les. P rim ero, este .argumento es tan fuerte t a m o cual-
(ju k n i fie los q u e conocem os q u e están a F a v o r d d m aterialism o
reduccionista AdemAs, el m aterialism o reduccionista parece m uy
p o to p U n í ¡ble iridcprndtcnicnietiic d e Lis edu cas en contra d e
¡na argu m en to * a su favor. C on sidéren se, una vez más, las o p c io ­
nes q u e tiene el mal. rialiuia con respecto n p ro p ie d a d e s p u ra -
inerme mentales o psicológicas tajes com o la cualidad q u e tiene
el d o lo r d e ser doloroso. L a elim inación toial d e dichas p r o p ie ­
dades na es n n a o p n ó n razonable d a d o q u e sin d u d a parecem os
e x p e rim e n ta r dichas p r o p i e d a d » rnn bastante frecuencia Pero
reducii las p ro p ie d a d e s inem alcs a p ro p ied ad es p m miente m a­
teriales d e l, digam os. síntoma nervioso central, tam poco es p la u ­
sible 1 j pro p ied ad mema? de ser d o lo ro so no es la misma q u e
esas p ro p ied ad es piara n e m e materiales rpje descubren Ir» ím o-
logistas o que le atribuyen a fenóm enos cerebrales u le s com o las
impulsos nm r.tlcs o la actividad ulDÍctuJ.ir,^' til m aterialism o re ­
d necionista, pues, d e b e ser rechazado,
T am bién pintemos concluir q u e el materialismo, ya sea elim i­
nador o rcdiuccíonista. debe ser rechazado. N o parece h a b e r m a ­
nera d e hacer plausible o bien la elim inación total de las «etisa-
c iones con sus p ropiedades psicológicas, o bien la supresión, en
las sensaciones, d e lo d a p ro p ied ad psicológica. N o obstante, si
bien csia teoría monista h.t sido refutada, la teoría del d o b le le n ­
guaje no lo lia sido, puesto que una versión neutral o no red u ccio­
nista de la teoría de la identidad perm anece indem ne. Al coinci­
dir en que los estado» psicológicos io n estados cerebrales q u e tie­
nen tanto p ropiedades [»sicológicas com o fisiológicas, esta teoría
neutral e lu d e la*, d em oled oras objeciones a las ires teorías m aie-
m listas qu e liemos exam inado. Al apoyarse v ib re la teoría del
d oble-len guaje, no requiere d e un m Uisis coitductrna d e las o ra ­
ciones psicológicas. De m anera q u e elude lo q u e refuta al conduc-
im ito analítico. Y al conservar las sensaciones > mis p ro p ied ad es
psicológicas, elude la» objeciones a la versión tic Kort\ d el mate-

•'7 l'.irj UIU liiwuMíin ullíilüi y uiu dffriuj ilí Pita jfif mínrtn. v^iv
J Cornmjn, /V^v/Hípn, Ct'omitn Srntt andSarn t, Valí l ’tiiwrniiy Ptr*», Nrv. lia-
v rn * 11Í7!». íniicr.
V lk M r iN N í l f PhAl D I I A I t i >Rl A Í>P. LA I t l f V I IJLSll

tuilr u m c lim n *.dot u l rnat^r jlistn o c ltrc M .x lo -tc tn r.il A d en iA *,


<<11110 verem o s, tam bién rinde tndíts nvciucs un,. (Ic las o b je c io n e s
» lis diversas te o ría » dualistas. K i a i co rla n c m r.il es, p u ro , m ás
.iinuiivit.

I a VKRSIÓN NEUTRAL DE LA TEORÍA DE lv\ IDENTIDAD

Veam os lo fácil q u e es p a ra la teoría n eu tral d e la id e n tid a d e lu d ir


las objeciones q u e h an p L ig a d o las m últiples fo rm a s d e l d u a lis m o
me ntc -cu erp o. Esto mnsti ir á claram en te l;n v e n u ja s d e la Ico ría.

I £ f rju je n o m m a lis m o . L a teoría neu tral d e la id e n tid a d e lu d e la*


d o » ul>|« i o n » con Las q u e h e m o s v n íii q u e si se e n fre n ta d e m a ­
n era única el c p ilc n o m c n a lisu io . P rim e ro , e l e p ife n o m c n a lis m o
n iega lo q u e p a rece ser v e rd a d , que lo « s u m a s m entales afectan
causalinetite al c u e rp o . L a teoría d e la id e n tid a d , sin e m b a rg o , al
identificar tas sensaciones y cosas p o r el « t i l o co n tos fe n ó m e n o *
c e r e b r a l « , sostiene q u e lo» suceso* m entales afectan c a u sa lm e n ic
al c u e r p o p o r q u e lo » p roe e sta ce re b ra le s o b v ia m e n te ate ría n al
c u e rp o . S e g ú ra lo , co m o se f u la Kcigl, el ep ifen o m cn aliftm o r e ­
q u ie re d e leyes causales q u e im plican gan ch o s, lo cual hace q u e
c í a s leyes sean diferen tes d e las d e m á s leyes c íc n d íR u » Em ú o ,
dichas leyes Ltnplii .in electos m entales q u e cau&alnx m e n o afec-
Uiri’ a n a d a en absoluto. L a teoría d e la id e n tid a d , e m p e r o , n o
re q u ie re d e gan ch o s n o m ológicos p o rq u e , co m o lo s u b ra y a Fcigt,
la* a r a o o n e s que e x p re s a n relacion es entre íc n 'im c n n s m cm alc*
y físicos, rales c » m o 'L a sensación S| o c u rre sí y sólo si o c u rre
el proceso ce re b ra l C \', n o son l< yt~ causales L as leyes i ausales
e x p re sa n relacion e* causales entre d ife re n te s sucesos. Establecen
q u e c ie rn a sin ^ so s h>h c a t t ü d e sucesos d iferen tes iVrro si la
teoría d e Eta iden tidad es correcta, la* o raem n e* q u e relacion an
,i los suceso* m en iale* enn los fb ifu * n<i rcLn innan los a if n r n t íi
Mitesos q u e ('stau cauaalm ente relacion ados. L,o q u e e x p re s a n es
la ideriíuLíd. la cual, desd e lncpu, tío es u n a relación e n tre suce.
«o s diferentes Asi q u e d k lli o oraciones pflk olí sicas n o son leves
c a u s a l« y im plicaban g a n c h o * si Ja teoría d e la i d e n m ia d es
correelü. P ed ern al ver có m o la teoría d e Li id en tid ad e v iia ) r «
Eafichui i k oLr» m anera. (Jn g a n t l u es un electo q u e n o en p a n e
d e un p roceso causal con tin uo. T ero los procesos ce re b ra le s suri
sin rluda paites He procesos causales, y si. com n lo afírntn l.i (e n ría
d e bi ick u irf*d , los »ucesos m enta le» son l i f i u i m a a Ir« pr<w es™
320 R t.F A O O L U tA MFNTF C L l U t il»

c e r e b r a l« , lo » sucesos mentales son partes d e los procesos causa­


les,

2. E l p a raltlttvw . objerión aplastante al paral rlismo es q u e re ­


q u iere d e un détu t x machina para explicar la* reg u la rid a d e s e n ­
tre la m ente y el cuerpo. Adem ás, al n egar Li intenKción m ente-
cuerpo, se o p o n e a lo q u e parece ser verdad. L a teoría d e la id e n ­
tidad e lu d e fósilmente estas d os objeciones. Puesto que los suce*
*os mentales son ulenficos a lf»s p ro ccsciccrelirales, y piietto qu e
los procesos cerebrales interaciúan causal m ente con otras partes
del cu erp o , scconr.luyc que los sucesos meniulcs m ic ra m n in c a u ­
sa Imente con Eas punca del cuerpo. Y p o r supuesta n in gú n detts
rx m¿uhma es necesario p ara exp licar lis regu larid ad es entre la
mente y el cu erp o , p o rq u e é siai q u e d a n com pletam ente e x p lic a ­
das -it precisar q u e d ebajo d e t:is re gu larid ad es hay i d e n t i d a d «
subyacentes. D o n d e hay id ntidarl d e b e h aber regu larid ad .

3. L l mííTú<cioKi.i7rw riualclm El i□ te rarc tonismo dualir ’a ca la teo­


ría que resulta prt k rib le a qucILu con t¡u cjue la hem os c o m p a ­
rado hasta ahora. Vim os seis ohjeciones d irigid as contra Li teoría,
si bien la m ayoría resultaron len er pocas consecuencias d espu és
de hatn*r precisado euldnda&nmcnte lo q u e la leoria requería. L a *
únicas tres objeciones restantes q u e parecen tener alg u n a fuerza
son, la objeción d e l p roblem a d e otras mentes, la objeción de
la apa rem e falta d e c a m ie risiic a s relevantes p ara Li interacción
causal, y la objeción c mee m ien te a la inexplicabilidad d e la m a­
n e ra com o lo mental afecta al cuerpo, M em os d e e x a m in a r cóm o
la teoría neutral se desem peña Trente a estas tres objeciones, p e ro
p rim e ro veam os en form a breve cuán fócilmente e lu d e las otras
tres. El p ro b le m a d e decidir d ó n d e tiene lu gar la interarción
m en te-cu erp o se soluciona d escu brien do d ó n d e ocu rren esos
procesos cerebrales qu e son idénticos a los sucesos mentales. L q
cu al no plantea ningún pro blem a in su perable Eli p ro b U ma de
u n h u eco en las explicaciones fisiológicas y en las cadena* cau­
sales es e lu d id o d e una m anera muy obvia, p o rq u e si los sucesos
m entales son idénticos a ciertos sucesos cerebrales, entonces nada
q u e no sea fisiológico se requiere, ya sea p ara tener explicacio­
nes com pletas, ya sea para o b te n e r cadenas caúsale* continuas A
este respecto, un teórico neutral podría incluso estar d e a c u e rd o
con nuestro materialista de estado-central en que n e r t r » p ap eles
caudales son e n parle d e fm iln m p ara la experiencia. Pero, desd e
VP NKinUAI. Ü(¡ LA TKOKiA PU M ItlKNI'LDAO V¿ 1

lu ego, Liinilin'ii pocli ja afirm ar que licncn csm » p á p e le * »im ple


nn nic com o imii cuestión tic hecho
I iis objeciones provenientes d e la evolución se r o n d a r restan
iliLiuiuio q u e a u n q u e n m ^ u n a nueva entidad qu< tío se;i fEsii n
evolucionen intvés d e I tiem po, com o sostiene el dualista, algu n os
cuerpos han evolu cion ado d e tal m anera q u e llegan a ten er p r o
pi u a d rs d e un n u e to tipo, a saber, p ro p ie d a d e s psicológicas. Til­
le» p ro p ie d a d e s son llam adas frecuentem ente p ro p ie d a d e s
"e m e q je n le s". p o rq u e sólo em ergen ru a n d o ciertos tipos d e sisic-
tnas lisíeos com plejos han evolu cion ado a p a rtir d e a lg o material
huís simple. Hasta aquí, pues, la tcoi i d e la identidad »e salva
cíe los problem as q u e han afectado a otras teorías relativas a la
relación m ente-cuerpo. Veam os ahora I » » tres problem as m is se­
rios q u e en fren ta el m ieraccionism n d ualisia
L a objeción d e una aparen te falta de características relevantes
p ara la interacción causal en tre los sucesos mentales y los lísteos
n o es más perjudicial p ara la teoría d e la identidad q u e cual­
q u iera d e las objeciones anteriorm ente discutidas, l a teoría d e la
identidad sólo necesita precisar q u e si se p u e d e a se g u ra r q u e los
sucesos cerebrales tienen características relevantes p ara interac-
tuar causaim ente con otros sucesos corporales — cosa qu e todos
podem os a se g u ra r— , entonces no tiene p o r qu¿ h a b e r p re o c u ­
pación alg u n a sobre los sucesos mentales puesto q u e son idénticos
a los procesos cerebrales Esto, adem ás, d i s i p a d m isterio d e cóm o
lo mcQial afecta al c u erp o sin violar prin cipio científico algun o.
C a d a suceso m ental afecta a u n suceso cerebral exactam ente d e
la misma m anera en q u e un suceso fisiológico aféela a otro. T e ­
nem os, pues, dos cosas im portantes en las q u e la versión neutral
d e la teoría d e la identidad es claram ente su p e rio r al inientCi to­
n ism o d u a lU ia Si p u e d e e lu d ir el pro blem a d e otras mentes y no
enfrenta objeciones propias, está claro q u e es la teoría q u e d e b e ­
mos aceptar.
A p rim era vista p o d ría parecer q u e la teoría d e la identidad
p u e d e salvara: d e la objeción d e otras mentes tan fácilm ente co­
m o d e las objeciones dirigid as contra el interaccionism o d uali&ta.
Ila y q ue re co rd ar q u e este pro blem a sun*e p ara el du alism o p u l ­
q u e si éste es v e rd a d e ro , entonces n a d ir percibe otras mentes,
ni tam poco p u e d e in ferir deductiva o inductivam ente q u e It.ij
otras mentes a partir d e prem isas q u e deteriben lo q u e penifoc
Y puesto que la creencia en otras m entes p u e d e justincitrite v«ln
322 EL PROKU.MA MENTE-CUT-Rf* i

d e una d e cata* tres m aneras, entonces esta creencia no p u e d e


jusuGcarse. A h o ra liien. parece q u e si la teoría d e Ja identidad
es correcta, podem os percibir Jos sucesos m e n t a l » p o rq u e p o d e ­
mos percibir, o p o r Jo m enos detectar m e d L n t r la percepción,
aquellos procesos c e r e b r a l « q u e son idénneos a lu- sucesos m en­
tales. Así que. p o r lo visto, cada u n o p u e d e ju n ific a r su creencia
d e que hay otros sucesos mentales adem ás d e las su v o j y por
cDtUiguicutt, d e que huv otras rae otes. SI bien no lo m o s c a p a ­
ces de ¡usUÉcar esta creencia m edíante una inferencia sólida, no
necesitamos ni i guita. p o rq u e si ¡ü [ c o r a de la identidad es v e r­
d a d e ra , podem os justificar la creencia, sin injerencias, m edíante
la percepción d e sucesos mentales.
Sin em bargo, anees de que los teóricos d e lu identidad can­
ten victoria, d eb en ver con m ay o r cuidarlo esta m a n e ra d e resol­
ver el p ro b le m a d e Lia otras mentes. Es verdad qu e si los suce­
sos. mentales son idénticos a ciertos procesos cerebrales, en ton ­
ces penzibimos sucesos m e n t á is c u an d o pe rufo] mus procesos ce­
rebrales. Pero a t o se parece más a ver una con glom eración de
maldcuLu. 11¡0 cuando vemos ag u a , que a ver una hoja blanca d e
pap el ru a n d o vem os la págin a de un libro. A m bos vem os una hoja
blanca y v m a j <¡u í hay una hoja Llanca Pero si bien p o d em o s ver
moléculas H ^ O , nn vemos q\u aq u í haya m oléculas H j O . D ebem o s
in ferir cato d e lo que vemos. Igualm ente, p odem os estar vien do
un suceso metiLd cuando observam os un proceso cerebral, pero
no vem os que esté o cu rrien d o un suceso m ental Debernos in ferir
que cara o cu rrien d o un suceso mental, y esto obviam ente no es
percepción no-inferencia!. A sí q u e p o d em o s con clu ir que algu ien
más ijenc fenóm enos mentales utilizando com o prem isa una d e ­
claración del teórico d e lu identidad:

I El proceso cerebral C| esi;í o cu rrien d o en Pérez (p o rq u e


percibo q u e ocurre).

2. l_a sensación S¡ es idéntica al proceso cerebral C j.


P o r lo tanto

3, Pdrcz c sti teniendo sensaciones .?j,

Podem os, sin e m b a ig o . alcanzar la misma conclusión usando u n a


declaración del mteraccionista en lu g a r de la prem isa (2):

2ü L a sensación S¡ rs causada p o r el proceso cerebral C|.


VK m iÓ N NKUl KAL nK 1A IH >«U [)>', IA IPKNTll>At>

Pero, dcikic luego, prem isas u le s com o (2 ) y (2 a ) son l.i « lave q u e


ataca el esc¿ptico en relación cun otnis mentes, y n in gun a icorin
m is t e m ejor el ataque que b oirá. P or consiguiente, no p odem os
usar el p ro b le m a d e otras ni nica par;» ayu darn os a escoger entre
liis d os loarías.
Y, dicho sea de paso, d e todas las posiciones que hem os e x a ­
m inado, solam ente el conduttism o analítico e lu d e este problem a.
Si esa posición o v e rd a d e ra , entonces las oraciones psicológicas
están im plicadas p o r las oraciones conducdstas, d e m an era que
las conclusiones acerca de otras mentes pu ed en deducirse a p a r­
tir d e prem isas q u e describen cierici com portam iento q u e o b se r­
vam os. Pero, si bien ésta es una característica atractiva del con-
ductism o analítico, no sirve g ra n cosa p ara qu e la te rola se salve
p o rq u e no parece h a b e r tal implicación.
A u n q u e no hayam os visto ni q u e el du alism o más plausible,
ni lo que sin d u d a parece ser la teoría alternativa más plausible,
e lu d a el p ro b le m a d e otras mentes, hem os visto que la teoría n e u ­
tral de la identidad p u e d e enfrentarse con m ucha ta» iliüad a d os
objeciones q u e el interacción ismo es incapaz d e refutar d e una
m an era com pletam ente satisfactoria. ¿Acaso esta clara ventaja nos
perm ite entonces pro clam ar q u e la teoría neutral es la teoría más
plausible sobre la relación m ente-cuerpo? Esto, d esafo rtu n ad a­
m ente, sería p re m a tu ro p o rq u e hay una objeción im portante a
la versión neutral de la teoría d e la identidad q u e a ú n no hem os
considerado.

Una objeción a ¡a teoría de U identidad-


la n o-id m tid a d i e Ioí discernióles

L a objeción más gTave a la teoría d e la identidad ya ha sido m en ­


cionada. Es sin d u d a un t r r o r afirm ar que Ion fenóm enos m e n ­
tales. com o las sensaciones o los pensam ientos, son idénticos a
ciertos Teñóme nos físicos, tales com o los procesos cerebrales, p o r ­
q u e no p o d em o s d ecir d e los fenóm enos m entales muchas d e las
cosas que d éc im o « d e los fenóm enos físicos, y viceversa. Esta o b ­
jeción p u e d e especificarse mas utilizando el principio d e identi­
d a d de los indiscernibles. De acu erdo con este principio, o b jrtm
q u e pu ed en parecer dite rentes entre sí, en realidad son idénticos,
si "a m b o s " tienen las misma* p ro p ied ad es, y, si son idénticos, e n ­
tonces am bos tienen las mismas pro p ied ad es, t'or ejem plo, c im a -
324 E L P P U B L E M a m f n t í .-c u e r p o

d r^gésim o n o ven o estado d e O slados 1 n ido» es idén tico a Alaska.


'uiihos, c| calado c u ad ragésim o n oven o y A J o s -i tienen las mis­
m o» pro p ied ad es, t i l o com o la d e ser el estad a su m ido más al
norte, la d e ser el estado m ás g ra n d e y Ij d e ser el estado q u e está
m í [ tCTCíi d e Rusia. Si n c m b a ig n , et q u in c u a g é sim o estad i no es
idénticu .1 Akiska, p o rq u e e l n u d o quiiurungésim o tiene l.i pro-
pied ad d e ser una isla, p ro p ie d a d que Alaska no tiene. L o » dos
san discerní bles y p o r lo tin to na-idéntico«.
A p liq u e m o s a h o ra ef principio de Id q u e la ic a ria d e la identi­
d a d m cn te-cu erp o afirm a que es idéntico.1* P o r un la d o la a fir­
m ación d e la id e a lid a d cuenta con rraas tales com o sen& adoncs.
dolores. post-im ágenes, creencias y deseos. P o r el o tro la d o h ay
■rieron rn d d a d c á físicas, enpeeialm ente procesos cerebrales y p a r ­
les c o n s t it u y e n tes d e Jos cerebros U iles co m o fibras nerviosas. A t o -
das esta* cnjflfi le« asignam os p ro p ie d a d e s. P o r ejem plo, describí-
m o s W d o lores com o intcnsu*. agu d os, p unzantes, d olo ro so s c in-
snpnrtablco; y deserm im o» )¡li libras nerviosas p o r su localización
en c lc c re b ro , pnr ser públicam en te observables, com o co n d u c to ­
ras d e im p u lse» neurales y constituidas p o r m oléculas. En consc-
c u c u d a « sí Li teoría neutral de In identidad está en lo correcto en
te q u e se re « e r e a la identidad de los d o lo re s y d e las fibras-C a r ­
dientes. entonres. aplicando el prin cipio d e la iden tidad d e los in ­
discernibles. podem os concluir q u e las sensaciones t a l o com o los
dolores, se localizan en el cerebro, son p ú blicam en te observables,
con ducen imputaos nerviosos y están constituidas p o r m oléculas.
Y ta m b iín podem os concluir q u e ciertas fibras nerviosas son in ­
tensas, agudas, punzantes, ilolorosas c insoportable s, Pero sin
d u d a estas conclusiones n o son verdaderas. P o r lo tanto, d e
a cu erd o con esta objeción la rcorÍ3 neutral es incorrecta.
D ebe adm itirse que tas dos conclusiones precedentes son m uy
extrañas, tal v c i se deban incluso a u n m al uso d el len guaje.
C iertam ente las oraciones ‘ mi d o lo r con du ce im pídaos nerviosos’
y ‘mis fibras nerviosas me están d o lie n d o insoportablem en te' se
parecen a h oración 'm i cum pleaños está d o rm id o en la cam a'.
Esta tercera oración parece claram ente un sm icn tido, y p o r lo
tanto ni v erd ad era ni falsa, p o rq u e no lien e sentido a lg u n o d e -

tute uninlD c* dinUüdo con cierLo dctjÜe en J. R. Stcveiboa. “SciuaUons


and Hrain Itoccnci: A rcplytoj J. C- Smjrt". Ttu f ’KitnufhiLitt Rrvuw. 0D(l*)C0),
pp. JSOS-5IO.
W.ltSJñN N l'.in HAt. lie LA IT.OKJA l>». I A U tlN T IO A U 325

n r tal comí acerca d e l d ía en q u e a lg u ie n nació. S e a firm a q u e la


o i w i ú n im plica t u q u e w con oce c o m a un e r r o r en tcgo riaL Esto
m , e n csia o ra c ió n el p r e d ic a d o 'csl¿ d o r m id o rn la canta', q u e
Eitá d e n tro d e cierta c a te g o ría lingüistica, es adscrito al té rm in o
'<utrt|deaños’, q u e p e rten ece a u n a c a te g o ría o f e r e n t e C a d a vez
qu e esto o c u rre la o ra c ió n resultante es u n s iiu e n t íd o .* 9
Si las o ra c io n e s acerca d e d o lo re s y fib ra * n erviosas im p lican
c iT o res t ¿icgorialcs. entonces c arecen d r sen tid o y n a son, p o r lo
tanto, v e rd a d e ra s . P arecería, pu es, q u e esta o b je c ió n se ría m uy
p e rju d ic ia l. Si, n o obstante, la teoría n e u tra l p u e d e e lu d ir estas
o ra u n n e s d e &aiiido e x tra ñ o y a p a re n te m e n te sin sen tido, e n to n ­
ces p u e d e r e h ila r esta o b je c ió n . S u p o n g a m o s a q u í q u e las o ra c io ­
nes carecen d e s en tid o, y v e jm o s c ó m o u n teórico n eu tral p o d r ía
m an eja r í a o b jeció n b a jo esta su posición . C o n s id é re s e la sig u ie n te
o ra c ió n q u e p o d r ía u sar p a ra e x p re s a r su o p in ió n : “ L a m ism a e n ­
tidad q u e « lA d o lie n d o y p u n z a n d o in so p o rta b le m e n te está c o n ­
d u c ie n d o im p u lso s n erviosos y esiií constituida p o r moléculas**.
Ésta p u e d e ser u n a o ra c ió n in u su al p e ro n o es p a rtic u la rm e n te
e x tra ñ a y sin d u d a no carece d e sen tido. A d e m á s, este teórico
p o d r ía incluso co n cebir un n u e v o té rm in o p a ra referirse a d i­
chas e n tidades, p o r e je m p lo , ‘Gbral* P o d r á c n u in c e s iilir iu a r q u e
hay Gbrales, esto es, e n tid ad es con a q u e lla s p ro p ie d a d e s g e n e r a l­
m ente asociadas a los d o lo re s, y tam bién con las p ro p ie d a d e s g e ­
neralm en te asociadas a fib r a i-C ardien tes. P u e d e , entonces, e v i­
tar e r r ó t e * calcgo riales d ic ie n d o q u e lo q u e se su p o n e q u e son
d o lo re s y G bras-C ard ien tes, en re a lid a d so n fibm les. Y un teórico
d e l d o b le -le n g u a je p o d r ía decir q u e lo q u e el 'dolor* d e n o ta es lo
q u e las ‘fibras-C ardien tes' d en o tan , a saber, líbrales
¿ C ó m o sirven estas o b se rv a iones p a r a refu tar la o b jeció n b a ­
sada en la (alta d e sen tido d e ciertas oraciones? S irv en p o r q u e la
objeció n d e p e n d e d e l h ech o d e q u e la id en tid ad neutral se m a­
nifieste en ciertas palabras. L o único q u e íe necesita hacer, p ú a ,
es c a m b ia r las p a la b ra s utilizadas p a ra e x p re s a r la te o n a y así se
e lu d e la objeción. D esde lu e g o no se necesita in tro d u c ir el n u e v o
térm in o 'B b ra l' p ara hacerlo. D ich a táctica es sólo un m o d o e n tre

M Par* uiu distujúón i c c n i de kit cJTorem ia ti*g n ru la víase G Rylr, *Ca-


(egemeiT, ew A. H sw «n Z i ir n r , [UnJ BUtkwell. O xford ,
IW5S, pp. r.’> » I un e&tudio m ¿» extenuó y d eU lU d o. v é u e J. C a n in n n .
" IVprii, CilegOrim, And Noiueiue", Am m -.an PhilautpiutJil (¿uarfrrfy, Motkigrnph
Srrm J iI9SA> pp. 73-U7
3 2 fi EL IrKOBI.F.MA MENTE C l't'RPO

otras d e e x p re s a r la teoría neutral d e ti identidad en palabras


diferentes, d e m in e ra q u e no surja la presente objeción
H a y otro farro i im portante H em os a su m id o q u e oracion es ta­
les com o mis libros nerviosas m e cstin d olien d o in soportable­
m ente 1 y 'mi d o lo r c on d u ce im pulsos nerviosos' carecen d e sen­
tido. P u ede ser, sin em bargo, q u e estas oraciones nos parezcan
0 suenen extrañas o inusuales ahora, p e ro q u e no carezcan d e
sen tido Asi q u e ronsiderese, p o d ría por favor pasarm e el d o -
i i j [o d e sodio, q u iero pon erle un poco a mis papas fritas', o tal
ve*, W l o p o r a d e a gu a, estancada, clara y liquida, es idéntico a
un e n ja m b re d e pan ícu las discreta*. rada una d e las n ia le s está
e n constante m ovim iento’ 1 lu b o mi tiem po en q u e oraciones
c m n esta« habrían sido c o n s id e r a d a m uy extrañas c inusuales.
Si n c m lia rlo , ah o ra nos hemos acost tim brado a o rario n es d e este
tipo A h o ra sabem os que no carecen totalmente d e sentido. El
asunto es q u e i u an d o una tecnia cstA en lo» estadios iniciales de
n i desarrollo, m uchas oraciones parecen extrañas al principio, y
u n o eaiá rem ad o a su p o n e r que no tienen sentido. Sin em bargo ,
el paso d el tiem po m uestra frecuentem ente qu e esta suposición
h abría sido erró n ea. L a analogía con la teoría neutral de la iden-
lidnd deberta estar clarn (i-itas oraciones conccrniem cs al d o lo r
y a las fibras nerviosas sitio nos parecen inusuales ah o ra q u e la
[Coria acaba d e ser propuesta. litro es razonable p e n sa rq tie c o n ­
form e el tiem po pase cada vea p arecerán m enos extrañas. U n a
m oraleja d e esia observación y d e las precedentes es q u e basar
un a raim iento relatio n ad o con u n a teoría no-linginstica en co n ­
sideraciones lingüísticas equivale frecuentem ente a ap oyarse en
ideo precariam ente inestable.

LiN PROI!LEMA IUNAL CÓMO CI.ASI MC¡Ak


l-A PEORIA NEUTRAL l>E IA INFN I1EJAD

1 I v m o » d is c u t id o a m p lia m e n t e las t e o r ía s d u a lis ttt y m a te r ia l iia


l.n s d i t a l k i r a a d m it e n q u e hay d o s tip o s d if e r e n t e s d e e n tid a d e s ,
las m e n ta le s y las m a te r ia le s , 1o s m a t e r ia lis t a ;, p o r o t r a p a r te ,
a d o p t a n una t e o r ía motiúta, e s in es. La q u e s o s tie n e q u e s ó lo h a y u n
t i p o d e e n t id a d c o n c r e t a , a s a b e r, las e n t id a d e s m a te r ia le s . ¿ Q u é
p o d e m o s d e c i r d e la t e o r ía n e u t r a l d e la i d e n t id a d r H a y r a z o n e s
p a r a d e c ir q u e es u n t e o r ía d u a lis ta . lle s p u é s d e t o d o , c o in c id e
e n q u e hay profm'datles p u r a m e n t e m e n ta le s así c o m o p u r a m e n t e
Ct iNCi.ttSlON 327

materiales, au n q u e no haya entidades p uram ente n i c n i a l « (o b ­


jetos, sucesos u estados). Es precisam ente este hecho el que, com o
s e ñ a l a m o s anteriorm ente, hace q u e la teoría neutral d e la identi­
d ad te a incom p;nil)lc con e l m aterialism o.
T am bién íu.y razones p a ra decir qu e la teoría neutra) d e La
identidad « u n a teoría monista. E sti d e acu erd o e n que hay t o ­
vas p u ram en te materiales, p e ro tam bién niega qu e haya cosas o
entidades pu ram en te mentales. U n o p o d ría entonces decir que
lat cosas neutrales, las cosas que no son ni p u ram en te mentales
ni p u ram en te materiales, no constituyen u n upo distinto d e cosa
q u e esté p o r encim a d e las cosas materiales M ás bien, las cosas
neutrales com o el d o lo r y sensaciones d e otrfis tipo, son d e m a ­
siado indefinidas com o p ara ser tipificadas P o r eso decim os qu e
son c n tid ad ts neutrales. Podría u n o d e 'ir , entonce*, q u e la teoría
neutral d e la identidad es realm ente una versión del m onism o;
los únicos tipos distintos d e entidades qu e adm ite son las e n tid a ­
d es materiales.
Pensam os q u e esta es una cuestión puram en te term inológica
q u e p o d em o s resolver condicionalm cnte en cu alq u ier dirección.
O p earem os p o r decir q u e la teoría neutral d e la identidad es una
tcoria monista, a pesar d e que úo es com patible con el m ateria­
lismo. Se acepta, sin em bargo, q u e no es exactam ente la misma
qu e la otra teoría monista q u e hem os considerado, el m ateria­
lism o, ya q u e este últim o excluye las entidades neutrales. P or otro
lado, algu ien p o d ría o p ta r p o r afirm ar que la teoría neutral d e la
identidad es u n a especie d e teoría dualista, Esto está m uy bien
m ientras tom em os en cuenta que sim plem ente representa la d e ­
cisión d e u sar los térm inos ‘d ualism o' y 'm onism o' d e m an era que
a b a rq u e n tanto las p ro p ie d a d e s com o las entidades. A l clasificar
la teoría neutral com o una versión del m onism o no hem os hecho
sino re n u n c ia ra to m ar esta decisión term inológica.

C o n c l u s ió n a c e r c a d e l p r o b l e m a m e n t e -c u e r p o

C o n el rechazo d e aqu ella objeción a la versión neutral d e la teoría


d e la identidad, es Qcil v e r q u e es la más plausible d e las m uchas
soluciones propuestas al p ro b le m a m ente-cuerpo. E lude los p r o ­
blem as propios d e cada una d e la& teorías alternativas y no e n ­
frenta n in g u n o p ro p io . Tenem os, pues, razón p ara rechazar la
teoria q u e al principio del capítulo nuestra descripción d e una
328 El. IKnnLEMA UENTTT.-CUEHtO

p erson a parecía apoyar, a saber, el ¡m crjicrionism o dualista. Sin


t n i b a i jo esa icoria es correcta respecto i q u e haya interacción, si
bien es bits» respecto d e las entidades que interactúan. Tam bién
está en lo correcto acerca de qu e haya du alism o, si bien ea litis*
acerca d e los d o s tipo« d e e n t i d a d « involucrados. H a y en tid a ­
des que sólo tienen p ro p ie d a d e s físicas, M i « corno las piedras y
cierto» ó rgan o * hum anos, y tam bién hay en tidades 'neutrales', ta­
le* com o los 'líbrale*'. (|ue tienen tanto p ro p ie d a d e s físicas co m o
psicológicas Son ejua* en tidades neutrales, m ü sq u e La*entidades
m e n t a l« , la s q u e inter.ichjan con los p roceso« c o r p o r a l« , Los se ­
res hum anos, en ti mees, m u d d c rc m c s d e los objetos m ateriales,
p e ro no poi ir ner mente o espíritu adem ás d e cu erp o.
Esta diferencia entre personas y o h je ir » m ateriales ea in »or­
la ti te Es im portante p a ra decid ir la cuesttf n ética básica d e cóm o
dcliem o* tra la r a las o t r n p e n a n » . pn rq u e parece que los seres
que tienen pcnuartijcntos, servar i unes, sentim icniro y em ociones
no d eb e rían ser i ratadoit r¡ n i p leme n tr com o nbje [ os mate nales si n
sentirme.'n Ira ni p rn sa m ie n lm , tales com o una roca. Esta d ílc rc n -
■ta lam bién tím e un significado religioso. Si la inm ortalidad, o la
vida después de In m uerte, re q u ie re q u e la mente o el espíritu sea
distinto d e l c u e rp o d e u<l m an era qu e sobreviva c u an d o el cu erp o
d esaparezca después d e la m uerte, entonces p ara la le o n a neutral
no hay v id a después d e la m uerte. L a actividad m ental d e un a
p erson a cesa cu a n d o la actividad cerebral, a 1a q u e es idéntica,
cem. -Sin em bargo , p o r molesto q u e esto p u e d a ser, d e todas m a ­
neras es reconfortante saber que sin libras-C ardien tes no h abrá
tam poco d espu és de la m uerte ningún d o lo r o sufrim iento.

Ej e r c i c i o s

1. ¿Cree usírd que las esractenzadoncs d e las fenóm en o* mentales


y materiales d e L » páginas 241-242 son Miisfac lorias? U tilizando
ebLu caractcruarianes clasifique Itx s g u im t r j térm ino». H u m een
cuenta que i l g u n « d c s t o a n o v m ni mentales ni n u trrí le» y i^ue
por lo tanto no pertenecen a ninguna d e las do*clases.) Justifique
sus elecciones.

un wjiiuiu fuerce el nilmcrn >


el colut ni democracia
p U cer corporal i m i g e n a rn un espejo
KjrJtcicios

placer intelectual post-im ágcne»


cIcscub incendio
relámpago mareo
«retar «s moribundo

2 En ki página 2-12 u? afirma que los ohjetna mencalcH fita pareizcti


tener lugar cu el espacto, u hien hablamos de r c p r e it'iilífim c s u
¡s u g tn m mcmialc* “en La cabeza de uno", y hablainos d e dojores,
supuestamente» mentales, que se localizan en d iferen te» lugares
d e nuestro cuerpo, dPueden esta» 'lucalízaeinnca' de lo que parece
mental concillarse con la afirm ación d e Li fwgina 242. a debem os
revkar U» afirmación?

S t n p I pasaje c iu d o en tas páginas 252—353, C. D B rw d i f in u i


que una d e los factores causa les im p lic a d a en los m ovim iento» v »
lu n U rin i tic nu rw ro cuerpo a elfenóm eno d u n U l denom inado
"vu licu n “ . «C re e usted que cuando alguien m ueve un b r*m in­
te ncionalme m e tiene una volición y p or k> tanto "una idea d e su
bricfo (y no d e su pierna □ h ígad o) y una ¡dea d e lia posición en
que q u ie re q iic esté cu brazo"? ■¿Sucede c íio cuando, por ejem plo,
usied n ic n n o g r iiíli una ho¡a o anda en b¡c¡ o nada3 ¿Cóm o cree
que debería responder Rroad a a l u preguntas?

4. Brotad afirma que las cauta* mentales actúan rn cadenas causa -


lea n n i n l o transform ándola re s u r tid a d e ciertas liiw psis en co­
rrientes nerviosas- De o t o concluye q a e no lw y ningún hueco rn
las u d c n n fisiológicas causales. Pero si pensamos en una sinapus
com o si fuera un circuito eléctrico con un reónlato variable, ¿no
se c m íú n energía al "apretar el botón** que cambia Li resistencia?
Ej ( ci es, itómr> puede algo semejante a un site eso mental “ apretar
un bocón" si no em ite energía alguna? ¿Cuál podría ser la m ejor
respuesta de Broad a esto?

5. Relea la cita de Broad d e Us páginas 266-267 G o n a d ere que el


com portam iento de hormigas, ostiones, protozoariosy ciertoa mi-
nIcs auto-dirigibles “ varían de acuerdo C o n .Jertas circunstancia*
capeciales". íD eb e concluir Bro id que todos éstos tienen mente?
í Concluirá que los misiles tienen mente? ¿H ay atguna ropuenta
que Broad pueda dar?

6. ¿ ru ed e usted pensar en üljjjún tipo de com portam iento 'suTiunn


que parezca explicable sólo b ajóla hipótesis de <^ikc ks huniüivtn
tienen mentes inm aterialn? C onsidere el e n » inorarse, c tio ja tv ,
contar c hislea, « c ribir poesía, soñar, ver un espejismo In diqu e ai,
según uslcri, éstas u Dtras actividades humanas requieren exp li­
caciones en términos d e [m u m cn m tncu Lab, o ai no t r noresita
330 EL PROBLEMA M ENTE-Cl’ EAPCJ

t>l n p lic ic ió n d r ningún compcirLamirnto hununo,Juiiiljc¡ur su


respuesta.

7, Suponga que alguien inventa una computadora que se expresa


vertalm enic de una manera muy parecida a com o lo haccun* per­
uana que habla. Suponga también que puede aprender de errores
pasadas y mejorar iu habilidad para Uegar i responder pregun­
tas de mucha* clases. Suponga, jl demás, que le pregunta mas ri
piensa la* preguntas que ae te hacen y xi tiene sentimientos y de*
w » propio«; y que su respuesta es “i f . í Debemos concluir que
tiene mente? Si no, ¿debemos concluir que Lo* humanos también
carecen de mente? Justifique >u respuesta.

S. lia y m u objeción contra la existencia de la mente que no hemos


co n ffiim tlo. Ilemoe Vtitx. que es posible que k> mental haya evn-
luckuudo a partir de lo material, pero d e ■cuo'do can la icaria
d e U rvolucióíL ha y razones pira pensar que nn ha sitio mí. Según
esta teoría, todo* nuestros úrga nos Fuicce cúttcn parque h incón -
tribuida a nuestra'rapacidad para sobrevivir como individúes O
como especia. Es evidente, un embarga, que una. mente no e» ne­
cesaria parí alimentar cata capacidad En Consecuencia, debemos
concluir que ruda d e Jo mental ha evolucionado a partir de una
masa original. material y primordial. ¿Cómo podría responder a
cano un interacción ara ? ¿Y un epücncracnalista ? ¿Qllé podría us­
ted responder?

9. Los interaerjonistas afirman que ciertos sucesos m a ierjles están


causalmenie reLacicnadon con c ie r to sucesos mentalej, ya cea co­
mo causa* o como efectos. Los p a rilc lia t» aGrmzn que ningún
suceso material cMá cimalnicntc relacionado cxm lu cran nicnta­
len, una que algunos sucesos nuleríilcs v»n acompañadas catu-
D n icm cn trde i u c c s ú c mentales. ¿ÍJay alguna manera ¡ i e decidir
medíanle t> observación y la expenm cnución si hay relacione*
causales entre la mente y el cuerpo o ai hay simplemente corre­
lacione» constantes? ¿Hay alguna manera de decidir entre ambas
teorías sobre la baac de la evidencia experimental? 'Puede el rpi-
írnomenilism<>dií'>"!gtiir»r mediante la experiencia d e c x a i otras
don teorías dualistas? Si no, N u iles cree usted que sean la* ccntae-
curnáas para el problema mcnle-cuerpo?

10. Si la respuesta a la objeción (5) en las páginas 284-287 es verda­


dera, entonces podría afirmarse que no hay manera de explicar
“ ’<51tifie ámente cóma es que las sucesos cerebrales hacen que los
imputan« nerviofOa lomen determinado « m in o , p irqu e tal cau­
salidad tendría que BCT co n u J en d i por los científicos como un
EJERCICIOS 53 1

i de eau*alidad próxim a. Paro, podría objetarse, lo d i ca n u li­


dad Esica k explica en ultima instancia en tÉrininai d e ocurren-
cías a iú m io i y subatómica*. Por consiguiente, los científico* na
deberían concluir que U causalidad neurológica escausalidad pró­
xima; d e manera que debería concluirse que la ropuesLa i la ob-
jurlAn (5 ) es fab>. í E i v í l i d i o t a objeción? Explique su r í * p u « t * .

11. Haga una distinción entre el materialismo y el m cranícam o, y e x ­


plique cóm o puede uno ser materialista un ser m c a n k im - <Se
puede ic r tuccam dfia ún ser materialista ? Explique Id

] 2. H lg ü u ih distinción entre el to n d u n u m o m etodológica y d con-


du cü sn o analítico, y expliqu e cóm o pu ede una ser [n n d iK tk b
m etodológico sin ic r (a n d u ctú u analítico. ¿Puede uno ser con»
duelista analítico n n w r conductisl» m etodológico? Explíquclo,

13. Explique con sus propias palabras la diferencia entre una d e fi­
nición explícita y una definición cnniextuaL Dé un ejem plo de
cada u im que n o s r encuentre en e l texto

14. Evalúe el siguiente argumento:


El conductmDO analítico es sim plem ente una tesis acerca d e la»
definiciones contextúales d e loe térm inos psicológico«. Pcir c o n ­
siguiente. no es una posición metafísica, ni implica alguna, p o r ­
que U l posición a acerca de lo que hay, y no acerca de las de-
lin id o n d d e tai palabras. Fes lo U nto, el texto a fabo cuando
declara qu e c| canduetiim o analítico implica al materialismo.

15. D e acuerdo con et criterio d e verificabim lad del dignificada, ¿cu i­


tes d e lai M í d o n a d g u ie n la tienrn, c o g n cscilivim fn le, sentido?
E xplique sin respuesta*

El planrla l'lutón está hecho d e queso verde.


l o d o k? que iu y en el universa mide d doble d e to que medía
ayer,
Juan es n n duda un buen K ija
Dio* exim e o no existe
Por favor m aneje coit cuidada.
H a y vida después d e la muerte.
N o hay vida dcapu£* d e la muerte.

16. Algunas personas afirm an que el criterio de verificabilidad del sig­


nificado es una in ú metafísica. D e ser así, ¿ c u ílo serían las corv
■•cuenca* para el criterio mistoor1

17. [En la página 306) concluunna que es razonable rechazar el con-


ductjim o analítico b u í n d o n « en que loe intento» d e analisis de
332 EL PROBLEMA MF-NTE-CUT-llPO

todas las o r a c i ó n » psicológicas exam in ad as en e l te x to fracasa­


ron. ¿E sti usted d e a cu erd o en q u e cata ranún es in fic ie n te para
rechazar el c o n d u c ia m o analitica? E xp liq u e su r c s p u c iu . ¿ C ree
q u e un análisis cien tíficam en te tnai ‘‘ penetrante** ten d ría éx ito ? Si
asi k> cree, su giera c ó m o se d eb ería p roceder.

18. Considere el siguiente argum ento d e W. V O. Q uine, que aparece


en fiord and Objtcí '"Wiley, N u ev a York. I9G0);

Si hay n i c o u m e n t a lo y o t a d a s m e n u ld , iò ta d e b e d arse el
c a v í d e qu e tu postulación, al igual q u e la postulación d e Lai
m oléculas, ten ga alguna eficacia sistemática indirecta t-n el d e ­
sa rro llo d e la teoria. P ero si se alcanza cierta organ ización d e la
teoría m ed ían te la postulación d e caos estados y lu crsro m en ­
u d o d istin tive* detrás d e l com p orta m ien to íísico, segu ram en te
p o d ría idealizarse fa misma organ ización postu lando sim p le­
m ente en lugar d e ello ciertos estados y suceso« fk.ológictH
c o rre la tiv o s ... L os estados corp orate« existen d e todas m a n e­
ras; epor q u é añadir tns otros?

E» com patible la op in ión d e Q u in e con la teoría d e la identidad?


E xplitju clo Evalúe el argu m en ta d e Q u in e u tilizan do la discusión
d e l tex to acerca ile las sensaciones com o entidades postuladas para
explica r el com p ortam ien to

13. Evalúe U sigu ien te objeción a la teoría d e la identidad:

N a d ie p u e d e ver que siento d o lo r a| ver m i d olor y por lo U n to


nadie p u ed e v e r mi dolor. F it o k s n eu rod ru jan es pu ed en ver
los proceso* celeb rale*, así que h m gu n o d e mis d olores ni les
d e nadie nuís son idénticos a los proceso* cerebrales, l a teoría
d e la identidad es falsa.

20. C onsidere la siguiente n h jeàón a la teoría d e b ¡denudad, hecha


p o r R. Abelson, en "Á U efuiaijon o f M m d -B od y Id en tity", Phita-
ttiphir,al Sluáus, Voi. 21, (1970), pp. 85—89. Es pasible que los ic-
res hum anos puedan p rru ar en algún ti lim ero particular. Peí < la
cantidad d e núm eros es infinita. Así que es posible qu e haya una
cantidad inlimta d e pensam ientos hum ano* diferentes P ero súlu
hay una cantidad Lm ia d e seres hum anos a través del tiem po, y
“ '■Iti hay una cantidad fin ila d e esta das c n cbralcs d ísrretos en cada
persona. De manera que sólo hay una o n l i t l i i i finita d e estadas
cerebrales humanes diferen tis. Abclaon co n citivi a partir d e e s o
qu e hay t n ii ca u d a * neníales posible* que esta Jos cerebrales dis­
ponibles. Ani que alguien pu ed e « T a r en un m a iln mental con el
q u e n i n g ú n e r t a d o C e r e b r a l d i s c r e t o e s t é u n í v o c a m e n t e c a n d i c ía -
( J E R U C líM 333

tudo, ÍV-ro ( im h k b o r n u d o mental na seria idéntico * ningún


« L a d o cerrhraL, así q u e la m u u d e La identidad seria í a l » .

!Tl, La truria neutral de U identidad n d e hrch o muy poco plausi­


ble p arq iK es una "tapetic d e chauvintsmo- Esto e>, ¡dcntifwi lo
que generalm ente tía numen 'entidades tn ru u lc *’ can Lis cntida-
rlcancuraln. h i o n i a conclusiúnse basa ú n u a n im tc e n kicjiieiir
h i d n c u b ie rio arcTca de leu humanos yd c los animales »u p rria rc »
I -•» criaturas m lcriorrs, tale« coibo l a moluscos, sin duda tienten
di ilures, p e ro carecen d e la clase d e estructura ncural qu e iicquicre
lu teoría neutral de la identidad. Además, has I* d on d e sabemos,
puede hülxr todo tipo dt seres extraterrestres con toda ciase de
a ta d o s mentales pero que todos c a r n n n de »niriñan neuraLea.
tzii^nicr» d e b rm a » nrehazar la teoría neutral.

F -v ilú e a U uh|cción * la teoría neutral d e la identidad.

!!ü I j coacluuái) a la que llegamos en o t e capítulo es que, sobre la


lune d e loa d :os discutidos, la verauin neutral d e La teoría d e la
Uentkled t i b paakíún m ú i i m n i b l c ¿Se lian ignorado algunos
dtlú f? cCrcc LMed que itg u n i oira poiiriiSn acá más n t a n ib lc
— íal ves debido a algo qu e aquí se ha ya omitido? Si aif |n a c c ,
haga una breve defensa d e m afiniiación.
V

El. P R O B L E M A D E J U S T IF IC A R L A C R E E N C I A E N D IO S

U n a de las c r e e r á s más d ifu n d id a s en tre la gente es la creencia


en un ser s u p e r n o , un s e r ai ^u e n osotros, seres o rd in ario s, le
debem os la existencia, p e rp cuya existencia no d e p e n d e d e nada.
A d ich o ser lo llam am os Dios. A n te rio rm e n te hem os e x a m in a d o
Cre c u d a s i ota Imente d ife re n te s— -la creencia d e q u e tenem os una
voluntad libre, la d e q u e rod o suceso tiene un a causa y la d e qu e
loa h u m an o s tienen una m ente inm aterial así com o un cu erp o . En
cada caso hem os tratadt 1 d e ser tan claros co m o nos ha sido p o si­
ble acerca de lo creído, y hem os e x a m in a d o entonces la creencia
para ver si se justifica □ no. U n a vez m ás nos encontram os con
wtas d o s tareas. D eb em o s p rim e ro co n sid e ra r q u é es lo q u e está
riendo creído c u an d o a lg u ie n c re e q u e cxisic un ser su p rem o ;
entonces d eb em o s tratar d e d e sc u b rir si esta creencia p u e d e o no
justi Mearse.
A q u í p u e d e objeta rae q u e la creencia en un ser su p re m o es d i­
ferente d e todas las creencias q u e hem os e o m i n a d o p o rq u e el
ser su p re m o es d iferen te de c u alq u ier o u o ser, d e m an era qu e
es la creencia, a diferencia d e nuestras d e m á s creencias, no está
abierta a un exam en. Es v e rd a d que un ser al q u e estuviéram os
di puestos a llam ar D ios sería d iferen te en m uchos aspectos im­
portantes d e la m ayoría d e los seres q u e com ú n m en te creem os
que existen. p e ro esto p o r sí solo no justifica la afirm ación de
que la creencia en la existencia d e D ios d e b e ría q u e d a r exen ta
del e x am en que le aplicam os a creencias más ordin arias. H a y
muchas creencias fantásticas, tales c o m o las creencias en la e x is­
tencia d e brujas, m agos, fuentes d e ju v e n tu d , creencias e n cosas
que difieren en m uchos aspectos im p ortan tes d e los seres o r d i­
narios qu e creem os q u e existen. Sin e m b a rg o , creem os q u e todas
336 EL PROBLEMA DÊ JUSTIFICAR I A CREENCIA EN DIOS

estas creencias d eb en ser cu idadosam en te e xam in ad as para te­


n er bases p ara aceptarlas o rechazarlas. D e m o d o q u e. al menos
Inicialm enic, la creencia en la existencia d e un ser su p re m o pa-
rece q u e d a r abierta al exam en q u e le aplicam os a cu alqu ier otra
creencia, p ara q u e se vea q u e no se justifica q u e nadie tenga tal
creencia a m enos q u e haya a lg u n a razón p ara p en sar q u e dicho
ser existe, o. en últim a instancia, q u e no hay razón para pensar
q u e dich o ser n o existe. D e cu alqu ier m anera, a u n q u e hayamos
dich o q u e esto parece ser en p rin cipio verd ad , tam bién querem os
d e ja r abierta la posibilidad d e q u e desp u és d e nuestro exam en <le
« l a creencia pu d iéram os concluir, sobre la base d e lo que haya­
mos en con trado, q u e la creencia en un ser su p re m o es, después
d e todo, sut generis. o única, d e m an era q u e tal vez podríam os
justificar el sostener dicha creencia aun ante una evidencia que
parczca contradecirla.

E xam en d e l c o n c e p t o d e ser su »rem o

L a p rim e ra tarea q u e anteriorm ente se m encionó es la d e ser tan


claros corno p o d a m o s acerca d e la naturaleza d e la creencia en
Cuestión. P a ra hacer esto d e b e m o s ser tan claros com o nos sea
pasible acerca d e l concepto d e Dios. Procedam os. L o q u e quere­
mos es e n c o n tra r aquellas características o cualidades d e un ser
del que estaríam os convencido* q u e es Dios. Para em pezar, dis-
ti nga mos los tér minus 'd ios' y ' D io s'. Pod em os hablar d e u n d ios o
cíe m uchos dioses, d e dioses m en ores y d e dioses falsos. Esto es, el
térm ino Jdios' es un térm inn genérico, tal com o ‘p e rso n a 1, ’caba­
llo 1 o p ie d ra 1, y como tal p u e d e aplicarse a toda u n a variedad de
entidades. Por otro lado, el térm in o ‘D ios- gen eralm en te se usa
p ara h a b la r d e un ser e s p e c ífk O j a saber, d el único ser supremo.
Así que, no podem os hablar d e m uchos Dioses o d e Dioses me­
nores, p o rq u e si Dios existe, entonces hav exactam ente un solo
ser que es su p rem o . De acu erd o con esto, usarem os 'D io s 1 para
decir ‘el ser su p rem o ' y lo usarem os indistintam ente con ‘el ser
su p re m o ' a lo la rg o d e la siguiente discusión.
E! p ro b le m a q u e tenem os ante nosotros es el d e caracterizar
adecuadam en te al ser q u e llam aríam os Dios. Ya tenem os cierta
idea d e p o r d o n d e em pezar, p o rq u e la p alab ra ‘su p re m o 1 entra
en el concepto q u e estam os caracterizando* N u e stra pregunta «
la siguiente: ¿qué características le estam os atribuyen do a un set
EXA.UtN D a CONCEPTO DE SER SUPREMO 337

al llam arlo suprem o? Podem os pregu n tar, “¿suprem o con res­


pecto a q u é? " Sin d u d a no su p re m o en el mal, o sim plem ente
en tam añ o físico o en valentía, o incluso cu belleza física. P o r lo
general q u e re m o s decir q u e t:l ser su p re m o es su p re m o en a q u e ­
llas características o p ro p ie d a d e s qu e hacen a u n ser más perfecto
Je lo q u e sería si careciera d e ellas, d e m an era q u e llam aríam os
píos a un ser sólo si lu cra el ser más perfecto q u e p u d iéram o s
concebir. En consecuencia, afirm aríam os q u e el ser su p re m o es
el q¡ic es su p re m o en su habilidad p a ra realizar acciones y p ara
sal>er lo q u e ocurre. ; e l que es sin d u d a su p rem o en b o n d a d .
Asi q u e pensam os cq D in» com o el ser q u e es im n ¡bondadoso,
om nisciente v om nipotente. E s lo cs, qu e es su p re m o en b o n d a d ,
saber y poder. Cunsideretnos, pues, estas tres características p o r
separado.

E l s tr supremo es úíimibcmdúdaío

Podem os e n te n d e r que el planteam iento d e q u e el ser s u p re m o cs


omnibCMuladoso significa q u e cu alq u ier cosa qu e el ser s u p re m o
desee, o rd e n e o haga, scrí» lo correcto. Así que c u alq u ier cosa
que Dios decida, h aga u o rd e n e es n ioralm entc correcta. A dem ás,
siem pre licne bu en os motivos p ara desear, h acer u o rd e n a r del
modo co m o lo hace p o rq u e e s u n Dios am oroso q u e se p reo cu p a
por el in u n d o y sus habitantes. Así q u e Dios no hace lo correcto
por m otivos equivocados, ni tiene buen os motivos para hacer c o ­
sas equivocadas. T om em os la afirm ación 'D io s es b u e n o ' con el
significada d e que Dios tiene buen os motivos y d e que cualqu ier
cosa q u e desee, h aga u o rd e n e es m oralm cnte correcta. Hay, sin
em bargo, un p ro b le m a p ara interpretar esto. Podríam os inter­
pretar q u e significa q u e si un ser es el ser su p rem o , y desea, o r ­
dena o hace algo, entonces p o r d tjim ció n esto cs lo correcto. B ajo
un3 se g u n d a interpretación esta afirm ación significa q ue si u n ser
es el ser suprem o, v q u e si desea, o rd e n a o hace algo, entonces, de
hecho, eso es lo correcto. ¿Qué interpretación d eb em o s em plear?
Se ha d ich o q u e n in gu n a d e am bas alternativas cs atractiva p o r ­
que am bas enfren tan un problem a. Si aceptam os la p rim e ra in­
terpretación entonces sería verdad q u e si el ser su p re m o d eseara
u o rd e n a ra q u e algu ien sin motivo a lg u n o infligiera d o lo r a bebés
inocentes, o él m ism o infligiera dolor, el d o lo r infligido a bebés
E L PROBLEMA D E JUSTl FtCAJt LA C R E E N C I A EN DIOS

inocentes seria d e fin id o com o a lg o correcto. A u n q u e n o d e b e ­


m os con sid erar deialIndam ente problem as m orales sino hasta el
C ap ítu lo 6. sin d u d a parece que sí el in lligir d o ío r sin motivo al­
g u n o a bebés inocentes es m o ralm en te correcto, em onees nada
es m oral m ente incorrecto. Y querem os n egar q u e esio p u ed a ser
m oralm cn ie correcto. Sin e m b a rg o , sí el hacer u o rd e n a r de un
ser su p rem o , q u e sin d u d a es pasible. Implica q u e es corréelo, no
podem os justificar dicha n egarió i Si a q u í se o bjeiara que Dios
n o o r d e n a r !» ni participaría en infligir d o lo r sin m divo alguno,
p o d em o s p regu n tar,"¿ p or q u é no?” L a respuesta no p u ed e ser
que n o p o d ría hacerlo p u rqu e él es b u e n o y el infligir d o lo r es
malo. Pues si él infligiera dolor, ciiLonccs se segu iría, segú n este
en fo q u e, q u e hacerlo es correcto. T am poco p o d em o s encontrar
u n a m ejor respuesta. Evite en fo q u e, p o r lo tanto, p á re te en fren ­
tarse con un pro blem a insoluble
Veam os la segu n d a alternativa. S egún este e n fo q u e es posi­
ble q u e la q u e Dios hace s e a incorrecto si bien d e hecho lo qije
liace siem p re rcsulia correcto. Así q u e a u n q u e sea verd ad q u e
si D ios hace n o id e n a un acio entonces es correcto, cié esto no
se sigu e q u e si Dios in Rigiera d o lo r sin m otivo algu n o , entonces
esa seTÍa correcto. Podem os d e c ir que si Dios infligiera d o lo r sin
motivo a lg u n o entonces haría algo incorrecto, p e ro q u e d e he­
cho Dios nunca infligiría d o lo r sin necesidad. Así qu e la segunda
interpretación e lu d e el p ro b le m a q u e en fren ta la prim era. Sin
e m b a r g o , este en fo q u e parece tener una consecuencia q u e hace
q u e p ara a lg u n o s sea objetable. Se añ rm a q u e si Dios no prescribe
un a n o rm a d e lo q u e d e b e hacerse, entonces hay u n a n orm a m o­
ral que existe indepen dien tem en te d e Dios, d e m anera que é¡
p u e d e ser ju zgad o d e acu erd o con ella. Sin d u d a , se dice, algo
a n d a mal con un en foqu e q u e im plique q u e es posible q u e ju z ­
gu em o s el valor m oral d e l ser su p rem o. Sin em bargo, n o queda
claro p o r q u é nadie presenta u n a objeción a un en fo q u e q u e im­
plique q u e es lógicam ente posible ju z g a r las ó rd en es y actos de
Dios d e acu erd o con una norm a. Si este e n fo q u e im plicara que no
sólo es lógicam ente posible sino tam bién m oralm ente permisible
q u e un ser h u m a n o ju z g u e a Dios, entonces bien p o d ría ser obje­
table. Pero este e n fo q u e no implica esta afirm ación. L a segunda
interpretación, pues, parece ser capaz de e lu d ir la objeción que
se le hace. Por lo tanto, definam os la oración ‘F.l ser su p rem o es
o m n ¡b o n d a d o so ' com o ‘T o d o s los motivos del ser su p re m o son
E X A M E ÍÍ P E I O O N C E I 'r O D F S E R 5 1 'P R Í M O 339

buen os y tndcw los artos q u e el ¡ser su p re m o desea, hace u o rd e n a


son, d e hecho, lo correcto1.

El ift sujrrrm ti omnipoimlt

La m an era más lá p id a de d efin ir esta oración es d icien d o q u e


significa q u e el ser su p re m o tiene la capacidad d e hacer a b so lu ­
tamente cu alqu ier cosa. Pero esta dcfm iciún es m uy vaga, p o r ­
que no zanja la cuestión d e si D ios p u e d e hacer algo q u e im p li­
que una contradicción lógica. ¿Tiene Dios, p o r ejem plo, la ca­
pacidad d e hacer qtic el m ercurio de un term óm etro este a una
p ulguda d e la base al misino tiem po q u e está a dos p u lg a d a s de
la base? ¿Tiene acaso la capacidad d e hacer qu e un lago estó co n ­
gelad o y a la vez sin hielo? A lgu n o s h an a rg u m e n ta d o q u e si a fir­
mamos qu e D ios 110 tiene la capacidad d e hacer algo q u e im p li­
que una contradicción lógica, entonces dcben>os con clu ir q u e no
tiene la capacidad d e h acer todo y p o r lo tanto no es o m n ip o ­
tente. Sin em bargo, no parece h a b e r razón para q u e el p o d e r de
Dios q u e d e lim itado al decir t|ue es capaz d e hacer cu alq u ier cosa
que es lógicam ente posible. Esto no e xclu ye n ada d e lo q u e suele
afirm arse qu e se encuentra entre los actos d e Dios, incluida la
creación a partir d e la nada. Sólo excluye actos cuya descripción
im plique una contradicción. Ensayemos, pues la siguiente a fir­
mación: 'E l ser su p re m o d en e la capacidad d e hacer cu alqu ier
cosa q u e sea lógicam ente posible' com o definición d e 'E l ser su ­
p rem o es om nipotente' (to d o p o d ero so ).
A p rim era vista esta definición sin d u d a parece satisfactoria,
pero tenem os q u e revisarla. C on sid érese el acto de sentarse en
una silla en un m om ento en q u e Dios no está sentado en ella. Es
claro que usted, yo y casi todo el m u n d o som os capaces d e sen ­
tarnos en una silla e n un m om ento en el q u e Dios no está sen ­
tado en ella, i Pero p u e d e Dios h arer esto? íP u e d e Dios estar sen ­
tado en una silla al m ism o tiem po en q u e D ios no está sentado
en ella? D esde lu ego q u e no, y, puesto q u e es lógicam ente posible
hacerlo (usted y yo p o d em o s hacerlo), d eb em o s con cluir p o r la
definición p reced en te q u e Dios n o es om nipotente.
N o parece, sin e m b argo , que, puesto q u e ni Dios ni cu alqu ier
persona p u e d e al m ism o tiem po estar y no estar en un lugar, esto
sea una limitación d e su poder. N o es este, pues, el tipo d e in ­
capacidad que p o d ría esgrim irse en contra d e su om nipotencia.
F f P R f >HI f M * PF, J U g n n '^ R M i'KEKN C lA i'.N D IO S

R e v ise m o s, por co n sig u ie n lc. l;i t | ( f i i ) K Í f ) t i c o i i w sig u e : 't i W*


s u p r e m o e s o m n i p o t e n t e - ' K Íg n iltC * ' H **l s u p r e m o lie n * : la c a p a ­
c id a d H e h a c e r c u a l q u i e r c n s .1 q u e - e n . m i e n t e p o s ó l e q u e /i

haga' l 's o n d o e st;i d e f i n í í i ó n p o d e m o s e v ita r c o n c lu ir q u e Dio»


no » o m n ip o te n te d e b id o a l.i in c a p a c id a d antes se ñ a la d a . I-J
o ra c ió n

El ser s u p re m o está sentado cu um i silla en un m o m rn to en d


qu e ¿I lio está sentado en ella

e* una auioton tradicción , (Je m o d o q u e e s lógicnm enie imponible


que Dios realice ese acto.
l a definición que hem os establecida un «M u d u d e rl problem a
precedente, sino q ue también n-r. perm ite resolver un viejo enig­
ma, C on sidérese tina roca ían pesada q u e Dms ho>renga la capa
i idad pitra levantarla 'T ie n e o tin Dios la capacidad d e crear se­
mejante tocar Si iiene cita rapai idad entonces hay algo m.i* que
D k « no tiene la« apacidad d e hacer, a salwr, Un le levantarla Pero,
o bien tiene la capacidad d e c rear d icha mea, o bien no la tiene
IVn In la m o hny a lg o q u e D iot n o lien? la capacidad de hacer, ya
vea [c ía tirar; ya sea c rear d eterm in ad a roca Poi |n tanto Dius n..
es ntnnipnlcnic 1
¿Cóm o p o d ríam o s reh ilar este arg u m e n to 1 L o p> im ero que
hay qu e notar e* q u e contiene tíos conclusiones: q u e hay alguquc
Dios no es capaz d e hacer t. p o r consiguiente, q u e Dios no es om­
nipotente. Sin d u d a d eb em o s aceptar la prim era, simplemente
p o rq u e hay m uchas cosas que Dios no p u e d r hacer (estoes, cual­
qu ier rosa q u e im pliqu e una contradicción lógica). Pero piieuo
que la incapacidad d e Dios p a ra hacer casas que se contradigan
a si mismas nr* limita su pode r, d ebem os c u e u in n a r si podemos
sacar la segu n d a conclusión d e q u e su incapacidad, ya sea paia
crear ya sea p ara lev.inr.ir esta roca, limita su poder. Usando h
definición precedente, el pro blem a essi la ,i film ación fle q u e Din»
lleva a cabo estas turca« se conrradice a sí m ism a Si el q u e higa
p o r lo m enos una d e ellas se contradice a sí m ismo, entonces c*

1 V tjn if docimoncs rrarnin tabre ene pfoblcoLa rn C Mímxlrt.


PiLtilí-»Concrrmng Omiupotrnfi*'. 7 V y ’VÍ(».-^'d//í«iuTi>(!E«'.J). pp B t * W
i H. C. Frankfuil, "The Logic o f Oirnupolrmc1 ", JJlr Pfalowphtuíitn w * l lB t t
pp 565-263
«A M E N DEL CONCEFTO DE SER SUPJULMO

una falacia concluir q u e Dios no es om nipotente. N o parece h a­


ber n in g u n a contradicción en decir q u e Dios crea una roca qu e
no p u e d e levantar, d e m o d o q u e n o tratemos (le e lu d ir este
pro blem a co n c e d ie n d o q u r D io* es incapaz d e crear fs a m ea. El
p ro b lem a es, pues, si es lógicam ente posible q u e D io « levante d i ­
cha roca Esto es, ¿acaso es lógicam ente posible q u e D ios levante
una roca q u e es incapaz d e levantar? Está claro q u e la respuesta
es que es Irtgitamcnic iin p a¡b!e q « e D io* reaitee este acto, y por
lo tamo, sn incapacidad p a ra levantarla no limita su poder. P o d e ­
mos, pues, e lu d ir la conclusión de <juc D ios no es om nipotente al
conceder que Dios es incapaz d e levantar sem ejante roca, p o rq u e
dicha incapacidad no limita su p o d e r
H ay sin e m b a íd o otra objeción eú la d e B o d ó n precedente de
'om nipotencia' q u e vale la p en a con sid erar d e b id o a sus conse­
cuencias p.ira la llam ada "causalidad retrospectiva”. C on sidérese
U siguiente oración.

El ser s u p re m o hace en 1982 q u e E n riqu e V I H tenga exacta


mente una esposa a lo largo de toda su vida.

Esta oración no se contradice a si misma, así q u e . d e a c u e rd o con


la definición precedente, si Dios es om n ipoten te, o cap ar d e h a­
cer cstn Pero E n riqu e V I I I m urió en 1547 desp u és d e h aber
tenido s e » espnsas, así q u e nadie, ni siquiera Dios, es ahora capaz
de hacer q u e E n riq u e V I H haya tenido sólo una esposa en el p a ­
ndo N a d ie es capaz d e m odificar el pasado. Por consiguiente,
dada ta definición anterior, Dios no es om nipotente.
Para en ten der el e rro r d e « ¡ a objeción es im portante distin­
guid entre dos m aneras diferentes d e afectar el pasado. I j p r i­
mer,» es q u e algu ien cam bie ahora la m an era com o fu e el pasado.
Un ejem plo d e esto seria que Dios hiciera ah o ra q u e E n rique
V ll> , que ya tuvo seis » p o s a s antes d e m orir en 1547, h ubiera
(«litio en lo d a su v id a sólo u n a esposa. Sem ejante m an era d e
afectar e| pairado no está en p o d e r d e nadie, ni siquiera en el
de D i)», p o rq u e im plica q u e Enrique tu%o sólo u n a esposa y q u e
taiubii-n tuvo « i í , y rrito es contradictorio. 1.a se g u n d a m an era de
afectar el pasado es hacer q u e o c u rra algo , sm cambiar t t pautdo,
que ocurrió previam ente. A u n q u e esto p u e d e ser m uy inusual,
no se contradice a sí m ismo. Por ejem plo, e* lógicam ente posible
342 EL PROBLEMA DE J U S T IF IC A » LA CREENCIA EN DIOS

que Dios haga ahora que Enrique haya tenido seis esposas, así que
Dios tiene es La capacidad para afectar el pasado.
U n a ilustración diferente p u e d e sernos útil aquí. S upón gase
q u e en un m om ento especifico, a saber, exactam ente a las 12:00
A .M . d e l 4 de m ayo d e 1982, u n in d ivid u o determ in ad o , M aría,
siente u n a p u n za d a en el brazo. G en eralm en te su pon dríam os
q u e esta p u n za d a fue causada p o r sucesos q u e la p reced iero n in­
m ediatam ente: tal vez sucesos n eurales y m usculares fueron las
causas inm ediatas d e la p u n zad a. A d e m á s — y esto es lo im portan­
te“ tam bién su p o n d ría m o s que estos sucesos m usculares y ncru­
rales o c u rrie ro n antis d e q u e la p u u z a d a ocu rriera, tal vez a las
1 1:59'59" A .M . d e la m ism a fecha. A h o ra bien, esto es lo que nor­
m alm ente su p on d ríam os, y esto es l o q u e n orm alm en te sucede­
ría, Sin e m b a rg o es lógicam ente posible q u e la causa real d e la
pu nzada d e M a ría o cu rrie ra después d e q u e ocu rriera la pu nzada,
d igam o s el 5 d e m ayo d e 1982. Sem ejante caso d e “causalidad
retrospectiva" es m u y ex trañ o mas no se contradice a si mismo,
ro d em o s aplicar fácilmente esta ilustración al caso d e Enrique
V I I L Im agin em o s q u e el pasad o es exactam ente com o creemos
q u e fue; E n riq u e V I I I m urió en 1547 y a lo largo d e su vida tuvo
seis esposas. E s lógicam ente posible q u e la causa de q u e haya te-
n ido seis esposas o cu rra ahora, en 1982, y n o en el siglo X V I , de
la m ism a m an era en q u e es posible Itígkam cnt q u e la punzada
d e M aría d el 4 d e mayo haya sido causada p o r un sureso del 5
d e m ayo d el mismo año. Puesto q u e esto es lógicam en te posible,
tam bién lo es q u e ta causa real d e que E n rique haya tenido seis
esposas en d siglo X V I sea a lg o q u e Dios hace ah o ra en 1982.
A sí q u e D io s tiene la capacidad para afee tai el pasado sin modi­
ficarlo- El pasado perm anece igu al p o rq u e sigu e estando como
estaba: E n riq u e tuvo seis esposas, Pero Dios afecta el pasado por­
q u e ahora, en 1982. hace que E n riq u e haya tenido seis esposas
en el siglo X V I . Sin em barco. Dios no p u ed e afectar el pasado
m odificándolo, p o rq u e ese en un acto q u e se contrad ¡ce a si mismo.
I.a objeción precedente fracasa p o rq u e co n fu n d e afectar el pa­
sad o can m odificar el p asado: lo p u m e ro p u ed e o c u rrir si bien
lo s e g u n d o n o p u ed e.

E l ser itip re rm es omnisciente

Podem os e m p e z a r nuestra definición d e la oración 'El ser su­


EXAMEN DEL CONCKf'TO DE SKR SUl'fttMO 343

prem o es om nisciente' com o lo hicimos con la definición an terior


— esto es. dicien d o q u e significa qu e el ser su p re m o lo sabe todo,
l’cro d e nuevo d eb em o s sor cuidadosos, p o rq u e ni siquiera Dios
p u ed e saber a lg o q u e sea falso, De m odo q u e seria m ejor decir
qut el ser su p re m o conoce U nja» l.is verdades. Sigue h abien do,
sin em bargo, un p ro b le m a que hay q u e considerar. Si Dios co­
noce todas las verd ad es «n lo n c c s conoce verd ad es acerca d el tu-
luro, esto es, conoce lo qu e va a pasar, ['ero, se ha afirm ad o , si
Dios sabe q u e a lgo va a p asar am es d e q u e suced a — p o r eje m p lo
que yo voy a escribir las palabras 'd e m o d o q u e ’ al prin cipio d e
la siguiente oración— e n t o n e « se signe que nh I d e b o e scribir ‘d e
m odo qu e' D e m odo que, el conocim iento previo d e Dios y p o r
lo tanto su conocim iento d e todas los verdades, es incom patible
con mi libre albedrío. En consecuencia, o bien nadie tiene libre
albedrío, o bien D ios no p u ed e p rev er todos los sucesos futuros
ni es omnisciente. ¿D ebem os acaso resignarnos a creer q u e los
hum anos no tienen libre albed río para con ello garan tizar la o m ­
nisciencia d e Dios? rodemos evitar esto p o rq u e en la prem isa ‘si
Dios preve qu e yo haga algo entonces d e b o hacerlo', la palabra
‘debo* indica q u e el consecuente se sigu e lógicam ente del ante*
cedentc. D e m anera qu e la prem isa p u e d e volver a form ularse
coma ‘ Es lógicam ente necesario qu e si Dios (o algu ien más en el
mismo caso) p rev é q u e yo haga algo, entonces lo haré'. Pero no se
sigue ilcl hecho d e q u e yo vaya a hacer algo q u e yo dfba hacerlo,
en el sentido d e ser coaccionado o fo rz a d o a hacerlo en contra de
mi voluntad, Así q u e no se sigue d e Ja previsión d e lo qu e haré
que no ¡o Jiaró p o r mi p ro p ia v o lu n tad .*
A estas alturas algu ien p od ría intentar una nueva línea d e ata­
que, Si alguien p r e v i lo q u e h ago, entonces p u ed e p red ecir co­
rrectamente lo q u e voy a hacer. Pero p u e d e p re d e c ir correcta­
mente la que v a y a h acer sólo si lo q u e voy a hacer está causal-
rueme d eterm in ad o y es p o r lo tanto predecible sobre la base d e
leyes causales. P or consiguiente, la previsión d e lo q u e h a g o no es
compatible con q u e lo h aga p o r mi p ro p ia voluntad. L o p rim ero
que se puede d ecir al respecto es q u e la conclusión sólo se sigue si
el libre albedrío y el d eterm inism o causal son incom patibles. Pero

2 Víjh- un jrgurtirnui ubre Ij inrompatibiJidad del libre aibedrfo y la pre-



“uifln.cn N\ Pilic, ‘"Devine Omnivicnrc and VolunUry Artion". 77w Ptuloioptacal
fitvtn,; p p . 2 7 -4 6 .
344 EL PROBLEMA d e j u s t if ic a r l a c r e e n c ia e n d io s

anteriorm ente encontram os u n a r iz ó n para n egar esto.7 En se*


g u n d o lugar, no hay razón p a ra pen sar q u e algu ien p u e d e hacer
un a p redicción correcta basándose sólo en leyes causales. C on
frecuencia predecim os justificadam ente que, p o r ejem p lo , Pérez
decidirá p e rd o n a r a su esposa su liltima infidelidad p o rq u e sabe­
mos lo qtic él hizo en el pasado, no p o rq u e conozcam os las leyes
causales relevantes p a ra p re d e c ir lo q u e va a d e c id ir Adem ás,
no es cla ro q u e la previsión describa correctam ente el conoci­
miento q u e D ios tiene d e m i futuro. Se ha a firm a d o q u e para
Dios la totalidad d e la d u ració n tem p oral d el universo — pasado,
presente y futuro— es com o p ara nosotros un b re v e m om ento,
así q u e Dios sahe k> q u e voy a hacer d e la m an era com o yo sé
lo que estoy haciendo ah o ra. N o hay n in gu n a predicción invo­
lucrada. De m odo que hay razone* para rechazar esta segu n d a
linea de ataque acerca d e la c om patibilidad d e la previsión divina
COn nuestro libre albedrío.
Antes d e continuar d eb em o s con sid erar otro p ro b le m a co n ­
cerniente ;i la om nisciencia de Dios. D igam os q u e en cierto m o-
m em o, wt,. Dios d ecid e p o r p rim e ra vejt h acer a lgo (p o r ejem plo,
c rear un universo p articular). Si en e »c m om ento m* Dios decide
p o r p rim e ra vez crear d ich o m utidn, entonces e n n in gú n m o ­
m ento antes d r n , su p o cuál sería i ti decisión en ese m om ento
nía, p o rq u e si lo h u biera sabida, entonces no lo h a h n a decidido
p a r p rim e ra vez en el m om ento n „. J’c r o s i D ios es omnisciente
entonces no hay un m om ento en el q u e no sepa todas las ver­
dades, d e m anera que si Dios es om nisciente entonces en todo
m om ento antes d e ■&„ supo lo q u e d ecidiría hacer p o r prim era
vez en , Asf q u e si Dios decide p o r prim era vez en el m om ento
W* hacer algo, entonces D ias no es om nisciente, puesto que hay
un m om en to antes de m„ en el q u e no sabía lo que decidiría. Hay
van as m aneras d e evitar esta conclusión U n a «3 n e g a r q u e haya
un m om ento en el q u e Dios d e c id a p o r p rim e ra vez h acer algo-
Se han d a d o d o s razones diferentes en lávor d e ello. L a prim era
razón es que, no im porta cuán to se retroceda en el tiem po, Dios
ya ha to m ad a p ara entonces lod as sus decisiones. La segunda

com isic en afirm ar que, a d iferen cia d e jas nuestras, n in gun a de


las decisiones d e Dios ha sid o tontada en un m om ento deternú*

1 V’ é u c e l C i p I l l l l D S . pairrrw
EXAMEN ORI. COStZ&ITO DF. Sül SUPREMO 345

nado, p o rq u e Dios n o es un m iem bro d el m u n d o d e los o b jeto»


temporales.
l liiy otra m anen» d e chitar o t e problem a. Ésta es n egar que
es im posible que alguien .sepa en un m om ento m„ lo q u e hará, y
en u n m om ento posterior « * + 1 deerdir p o r prim era ve* lo q u e
hará Dicha situación es extraña, pero, d e acu erd o con esta p r o ­
puesta. no es lógicam ente im p o s ib le 1 Sin d u d a parece posible,
por ejem plo, q u e P íre / sepa ah o ra q u e más tarde decid irá p o r
prim era ve/, que p e rd o n a rá a su esposa La última d e un a serie de
infidelidades, si bien está firm em ente resucito a no p e rd o n a rla
ahora Sal>c rato ap o y án d o se en lo que ¿I mismo ha hecho en
el pasado, resolviendo cada v a no p e rd o n a rla p ero term in an d o
rada vez d á n d o se p o r s e n n d o , Si Pérez p u ed e salkrr d e an tem an o
lo que decidirá hacer, en torn e* Dios sin d u d a p u e d e hacerlo. N o
hay en ello n in gu n a contradicción
P o d e m o s finalm ente q u e d a r satisfechos con la definición d e 'F.l
w r su p rem o es om nisciente' Significa q u e el ser su p re m o conoce
todas las verdades.

O tu r fa ia ctem u ca s de un •«rr suprema

H em os discutido tres características esenciales d el ser s u p re m o


— la» características de la sum a b o n d a d , la om nipotencia y la o m -
neapiencia lü pro blem a q u e a h o ra surge es el d e si hay otras
características que tendría un ente en caso de ser el sor su p rem o.
P lu cic h a b e r cuatro p ro p ie d a d e s más. Puesto q u e el ser su p re m o
es im ln p w le ro so . n o p u e d e ser ni c read o ni destru ido y p o r lo
tanto es eterno. A d em ás, es el c read o r d e l "ciclo y d e la tierra y
de todas las cosas" q u e am a y cuida todas las criaturas q u e eren Y
finalmente. D ios es santo. N o hay p ro b le m a a lg u n o sobre el sig-
m ficjdn d e que Dios sea am oroso. A l sei um n ibon d adoso no es
sim plem ente hticnn y justo, sino tamhién ltcn¿volo , piadoso con
sus criaturas, p o r cuyo bienestar se p reo cu p a pro fu n d am en te
F.l úriii o probtrin a a t e r ía de lo que significa el que llam em os al
*ci supt mo el c re a d o r d e todas las cosas es si esto significa q u e
■re ó tudo lo qu e hay « ¡ nthilo (esto es. a partir de la n a d a ) o sí lo
1icn t pai iit d e un caos prim ordial Puesto q u e hay d esacu erd o

1 A t r r a i lr o p in in n n O jiu C iU a n b i r r i l r m u n in v ( j « r C tilA rc , ‘ C i n ih c
Ttr n tin x’p/arui fin í«* f JWül. pp «»-'i'.. yK l^brer, “ L>fi-
'Kjnn ¡and I j u v t " . Tkr f'hshitaph - i jíinru' ( pp. Í2H-S7.
516 EI, PROBI,EMA DE JUSTIFICAR LA CREENCIA f.N DIOS

acerca de cuíU es I» interpretación corréela, dejem os esta cuestión


abierta d e fin ie n d o 'F.l ser su p re m o es el cre a d o r d e l ciclo y d e la
tierra y d e todas Ins cosas’ com o '£ ) ser su p re m o hizo q u e el cielo y
el u n iverso físico existieran en su form a actual'. Así q u e no hem o»
d e c id id o si la creación divin a d e las cosas es o no p o r definición
ex n ih ilo.
H a y dos m aneras posibles d e in terpretar 'F.l ser su p re m o es
etern o' L a p rim e ra es q u e d e hecho no hay un m om en to en que
el ser su p re m o em piece a existir y n in gú n m om en to en qu e deje
d e existir L a se g u n d a interpretación es q u e 'E l ser su p rem o es
etern o ' significa q u e es ló g u a m m i* nteesario q u e no Haya ningún
m om en to en q u e el ser s u p re m o em piece a existir y n in gú n mo­
m ento en q u e d e je d e existir N ótese que n in gu n a d e las dos in­
terpretaciones in curre en la petición d e prin cipio d e si Dios existe
o no, p o rq u e el q u e n o haya un m om ento en el q u e em piece a ser
ni un m om en to en el q ue d eje d e ser. es com patible tanto con que
h a y a e x b t id o s iem p re carao con qu e no haya existido nunca. Hay.
sin em bargo, una diferen cia im portante entre am bas interpreta­
ciones. En la p rim era interpretación es lógicam ente posible que
D ios sea cread o y destru ido, p e r o en bi segu n da, es lógicamente
im posible q u e a lg o cree o destruya a Dios. C aractericem os bu dos
interpreta ció ues d e 'El ser su p re m o es etern o' d icien d o qu e en la
prim era, ti existe entonces siem p re existe, mientras q u e en la se­
g u n d a , st esiste entonces necesariam ente exislc.
¿Q ué interpretarión debernos elegir? A u n q u e algun as perso­
nas han argu m en tad o a fovor d e la p rim e ra interpretación, loque
sigue, que rep ro d u ce el argu m en to om o lò gico q u e verem os m¡b
adelan te en este mismo capitulo, justificará nuestra elección de
la segu n d a. H em os d ich o q u e cu alqu ier ser (ju e llam em os Dio*
d e b e ser el ser sum am en te perfecto, d e m anera q u e sì podemos
p en sar en un ser m is perfecto que algú n ser particular, entonces
no llam arem os a este últim o Dios. A de m is. si « lógicam ente po­
sible que a lg o cree o dea,truja a Dios. entonces p n d e m a i pensar
en un ser más p o d e ro so y p o r lo tam o m is perfecto que Dios. •
lübcr, un ser que « a lógicam ente im posible crear o destruir De
m anera que d ebem o s concluir q u e es lógicam ente imposible que
a lg o crec o destruya a Dios. Q u e re m o s, pues, c a rtK tc ria r a D k »
d e tal m anera que sea lAgrcamcntc im posible c rearlo o desini irlo
Sin em b a rg o , ti su eternidad es sim plem ente u n a contingetici*
EXAMEN DEL CONCf.OTXJ DE SER SLUKEMO M7
tic tica, e n t o n e « es lógicam ente posible que a lg o lo cree o Lo d e s­
t r u í . Pero si es necesariam ente eterno, entonces esto garantiza
q u e no sea posible q u e a lgo lo cree o lo destruya, por lo tanto,
para rener esta eertc/a, usemos la se g u n d a ínterpretación-
t □ últim a característica d e un ser su p re m o q u e leñ em os q u e
con siderar » que d ich o ser en santn. Tal v e z sea la característica
nxAs difícil de d c fin iT , C u a n d o decim os que Dios es sanio esta­
mos tratando d e e x p re sa r ¡tlgn d e n u csiro sentim iento d e q u e
Dios cs d ig n o , incluso más q u e d ig n o , de toda nuestra devoción,
adoración y reverencia, que Dios cs el ser q u e d ebem o s adorar,
hon rar y obedecer. Esta característica cs im portante p ara n u e s­
tro* propósitos p o rq u e p u e d e usarse com o una p ru e b a de la su*
fkientia d e la suina total d e las otras características q u e te hem os
atribuido al ser su p rem o . Si hemos p ro p o rc io n a d o una caractc-
riíjcirtn ad ecuada, entonces la cualidad d e la santidad d e b e ser
totalmente red u n d an te, p o rq u e el total d e las otras características
debería incluir todas y sólo aquellas características qu e harían d e
cualquier ser que las Luviera el ser que veríam os com o el más
d¡gtu> d e nuestra a do ración . D e a c u e rd o con esto, d efin am os 'E l
se s u p re m o es santo' com o 'E l ser su p re m o es aqu el ser q u e es
el tnAs d ign o d e la más com pleta devoción y reverencia p o r parte
de U hum anidad*.
H* mas caracterizado al ser su p re m o com o el ser eterno, a m o ­
roso y santo que creó todas las cosas a partir d e su om n iscien ­
cia, om nipotencia y sum a b o n d a d , y hem os analizado lo q u e d e ­
bemos em e n d e r p o r estos términos. El pro blem a q u e tenem os
ih om ante nosotros cs el d e si hay o no a lg u n a razún p ara p e n -
10 r que este concepto d e l ser su p re m o que liem os tratado cut-
dadosíimeme d e analizar, se apiiea a algo; esto cs, si hay un w r
suprem o en el sentido en el q u e lo liem os descrito. C o n sid e ra ­
mos esto to m o un equivalente de la p regu n ta de si hay algu n a
razón para pensar q u e Dios existe, ya q u e. en las principales Tra­
d ic ió n » i eligios»* d e O ccidente (el cristianismo, el ju d a ism o y el
■»lam), D im ■:* e n te n d id o com o el ser s u p re m o q u e acabam os de
describir y d efin ir Sin d u d a m ucha gente t ie c q u e Dios, o el ser
‘ upremu, existe. Y tam bién es verdad qu e m ucha gen te niega
b a ja un ser su p rem o . Se presenta ante nosotros la cuestión
quiénes son m ü» razonables, si cs qu e unos lo son más q u e
«tw .
t L l>H D B L £ M A D E .jr5 T IF IC A IlIA C R E tN C lA I N D ltK

fc'.s pertinente una acLiradún Final. I lay quien quiere decir con
el termino 'Días' rosas como éstas: 'la (uerzu para que haya amor
en el mundo', o la rauta original de las cosas', o ‘aquello que sos-
i i c n e al universo f í s i c o ' ; o ' e t objeto trascendental de m a y o r im­

portancia'. Frecuentemente *e proponen oíros definiciones igual-


mente %aga» del término 1 Eiio*'. S o esiamos preguntando si Dio»
existe en alguno de estos últimos Mentidos del término. Ni siquiera
eMamoi considerando esta pregunta Sólo nos interesa si Dios,
considerado como el ser supremo, existe

í PL E D E jU S T I PICARSE LA C R E E N C IA EN L A E X IS T E N C IA
DE UN SF.E $UFREMO>
ta
G e n e ra lm e n te cu a n d o querernos ro n vence* a algu ien d e que algo
existe se lo enseñam os cada ver. qu e podem os. Esto es, trátame»
d e q u e lo « a o d e (ju c lo [úque O de q u e d e a lg u n a m anera ex­
p erim en te el ente en cutítiAn H acer que alguien experim ente
algo es la m anera rufo segura d e C onvencerlo d e su existencia. Si,
p n r ejem plo, algu ien d u d a d e q u e h aya un anim al d e cuatro paíai
con pico de pato b m ejor m anera d e convencerlo es enseñándole
un orn itorrinco, y la segu n d a m ejor m an era es que testigos con-
fiables k d igan que h an visto sem ejante anim al. Igualm ente. I.i
p ru e b a m ás hterte d e la existencia de Dios seria la que se basara
en la ex p erien cia que alguien in siera de Dios, a u i es. la que se
basara en el caso d e alguien q u e de hecho h ubiera tenido la ex p e­
riencia d e Dior, C on sid erem os pues, si hay a n o buenas razones
p a ra p en sar q u e alguien ha tenido la ex p erien cia de D í o í , p o r­
que si las hay, e n t o n e « tenem os excelentes razones para creer
q u e Dios existe.

A p e l a c i ó n a l a e x p e r i e n c í a d e d io s

S e han re p e lid o ejem plos d e gente q u e con toda sinceridad afir­


ma haber tenido la experien cia d e Dios. WillLam j a m a en su es­
tu dia so b re la experien cia rcligío&acita relatos ele rarína personas
entre lo* q u e se encuentra el siguienie:

R e cu erd o la n och e, y e ** i d h«g*r p reciso en lu rima de urw «dina,


d o n d e m i alm a i e ib r ió , p o r d e c ir lo así, al In fin ito , y «*l mundo in­
te r n o y M l f f t i o se p re c ip ita ro n u n o t w i a eJ a ltu E r* un profiindn
ILim jtd o Fuu'La lo p r o fu n d o — U p ro fttn d k ia d q u e uní p ro p i* KwJu
APELACIÓ N A I Ji EXPERIENCIA. DS DIOS 349

había conquistado a la que respondía una profundidad insondable,


que iba m is alli de las estrella* Estuve solo con ¿1. que me habú
errado a mí, y i toda la be llera del mundo, y al im pr, y a b tratero,
e incluso a La tentación No L o busqué, pero v n t í U perfecta ar­
monía entre mi espíritu y el Suyo, t i sentido ordinario de las tosas
i]UC me rodeaban k- desvaneció. Por el momento no quedarán mis
que una alegría y un jiibi lo inefables Es imposible describir eomple-
utuente cata experiencia Era como el efecto de una gran orquesta
cuando todas las nocas separadas se han mezclado en uní armonía
raptante que no deja al oyente consciente sino de que su alma ha
sido -levada por los airea y de que can estalla por U emorifin La
perfecta quietud de la noche sr estremeció por la aparición de un
silencio tDÁ» solemne. La presentí* d e la oscuridad te sentía más
|»arque no te veia. Va no habría podido dudar de que f.l estaba ahí
coma tampoco de que yo estaba ahí. Es m ii. sentí que yo era, en
iodo caso, el menos real de lo» dos,*

Aquí, torno p o d em o s ver claram ente, tenem os a una p e rso n a co n ­


vencida, p o r encim a de toda d u d a , d e q u e d u ra n te u n a e x p e r ie n ­
cia mística religiosa llegó a estar e n contacto con Dios. A partir de
clin podem os constTuir la siguiente p r u e b a rá p id a d e la existencia
de tíií»:

1 Si a lgu ien e x p e rim en ta un cnie, entonces esc ente existe.

2, A lgu n as personas h.in e x p e rim e n ta d o a Dios.

pr¡T lo tanto

i Dios existe.
Interpretem os lo que es ex p e rim e n ta r un em e d e tal m anera q u e
podamos e x p e rim e n ta r algo sólo si existe. B ajo esta in te rp re ­
tación ]a prem isa (1 ) es verdadera. Esto, sin e m b a rg o , n o m uestra
también que la prem isa (2 ) sea v e rd a d e ra , p o rq u e hay m uchas e x »
pcricncLis ilusorias en las que la gen te pien sa qu e e x p erim en ta
entes, p e ro en las q u e se equivoca. Asi q u e , si bien la p e rso n a q u e
James cita estaba convencida de q u e h abla e x p e rim e n ta d o a Dios,
pudo haltersc equ ivo cad o : su ex p erien cia p u d o h a b e r sid u iluso­
ria. Obviam ente, pues, la prem isa í2) es En clave. ¿H ay gen te qu e
baya e x p erim en tad o a Dios?

1 W Juna, 7‘jW Utulin •/ Ajftfwu Sjpmrmrr. Callici Baoli. N üpií KiiIl,


» * ! . * G'<
350 ÉL PROBLEMA I » i JUSTIFICAR LACHEENC.lA FN OIOS

La gente q u e cree q u e la p r r m k i (2 ) es v e rd a d e ra general-


m ente señ al» tres tipos diferentes d e experiencias p ara apoyar
su posición: I ;« experien cias mí»ticas re lig in u », 1% revelaciones y
los m ilagros. Kn estos i r o casos, argu m en ta esta gente, o bien lo
e x p e rim e n ta d o es Dios, o bien lo ex p e rim e n ta d o es el rcaulimla
d irecto d e a lg o q u e Dios ha c. Hay, sin em bargo, u n a diferencia
im portante entre las experien cias místicas religiosas y las otras
dos Si en u n a exp erien c a mística algu ien e x p erim en ta a Dios,
entonces, com o en el taso ciutdo, lo hace sien do transportado de
a lg u n a m an era p o r encim a del m u n d o n tu ral hacia la presen­
cia ¿ u p ra m u n d a n a d e Dios, t n el caso de tas revelaciones y de
loa m ilagros, en cam bio, IJins participa interviniendo de hecho
en el cu rso o rd in a rio d el m u n d o n atu ial Por ejem plo, los Diez
M an dam ien tos supuestam ente se le revelaron a Moisés mediante
inscripciones sobre p ied ras ordin arias. L o s m ilagros, tales como
convertir el a g u a en vino, supuestam ente tuvieron testigos en a l e
m u n d o natural D e b id o im portante diferencia entre estoi
tipos d e expcrícnciu religiosa. con siderarem os su relevancia par»
el ai jfu incnto d e la o t p c r k iit ú i religiosa p o r separado.

E l argu.tturn¡» d r la e x ftrn m n a mística

D ebem os em p e z a r p o r dejar clitro lo q ue q u erem os decir con 'ex­


periencia mis tira religiosa'. Podem os hacer una elección para o b ­
tener tal definición. Podem os d efin ir una exp erien cia m lauca re­
ligiosa. va sea com o un a experien cia en la que, e n irc otras cosas,
una person a d e hecho experim en ta a Dios, ya sea co m o lina ex­
periencia en Li que, en tre o irás cosas, u n a p erso n a cree que ex­
p erim enta a D io* I a difei encía c n ire am bas es q u e en el primer
caso inucitits experien cias q u e la gen te cree q u e son exp erien ­
cias místicas no |o son, p o rq u e Dios no es d e hecho experim en­
tado en ellas F_n el te g n n d o caso p o d em o s garantiza! que di­
c h a » experiencias « m místicas, p e ro esto no implica nada acerca
d e que D ios sera d e hecho exp erim en tad o . Puesto q u e en cual­
q u iera d e Iih d o s casos d clieinas justiHcar Ul>U afirm ación, o bien
q u e algunas experiencias son místicas, o bien q u e Dios B expe­
rim en tado en algu n as experien cias místicas, escojam os entonces
el s e g u n d o tipo d e definición. E iio ñus p crm iiirá d efinir teñóme-
nuliSgicnmenle las experien cias m lsucas,sin lerter q u e considerar
si algú n ente es d e hecho experim en tad o .
ApElAClrtN A LA EJCPCSIENdA L»f DIOS 351

Para d efin ir 'e x p e rie n c ia mística' p o d em o s d e n u evo recu rrir


a W illiam Jam es. C o m o resultado d el estudio d e ios relatos d e
cxpericiicQ s místicas com o el qu e citamos. Jam es e x p u s o k> q u e
pensó q u e serían las características esenciales d e tales e x p e r ie n ­
cias. D ijo q u e las experien cias místicas son experien cias inefables,
transitorias y noétkas. en tas qu e la p erso n a in volu crada es más
bien pasiva. C o n sid e re m o s cada u n a d e estas características.

I inefabilidad Las personas q u e han vivido exp erien cias místi­


cas d ic e a q u e sem ejante exp erien cia “desafía a la expresión ,
que no se p u e d e p o n e r en palabras n in gú n relato a d ecu ad o
d e su contenido. D e ello se sigue q u e esa facultad d eb e e x p e ­
rim entase directam ente, q u e no p u e d e im partirse o trans­
ferirse a o tro s".6

2. Cualidad no/tka Aquellos que tienen experien cias místicas


afirm an h aber concebido o recibido ideas p ro fu n d am en te
significativas e im portantes d u ran te las experiencias. De
m o d o que, p a ra la person a q u e exp erim en ta estados místi­
cos, éstos p arecen estados d e conocim iento. Parecen “esta­
dos d e ideas q u e llegan a la p ro fu n d id a d d e ve rd a d e s in son ­
dables p a ra el intelecto discu rsivo ".1 En ei caso d el m ític o
religioso testo « , u n a person a q u e piensa q u e exp erim en ta
a Dios en sus experien cias místicas), éste cree q u e las ideas
o ilum inaciones q ue piensa q u e alcanza son d resu ltado de
u n a confrontación d Lrcctn o u nión con c) ser su p rem o . Para
aqticlíos cuyas experien cias místicas n o san religio&as. las
id fas son con sideradas com o rl m u lt a d o d e u n a m an era
nueva y m ás elevad a de e x p e rim e n ta r el m u n d o q u e nos
rodea, más que un resultado d el contacto con algo s o b re n a ­
tural.

^ Tntnaíonedad C o m o lo señala Jam es, "los estados místicos


no p u ed en ser sostenidos p o r m uch o tiem po. S alvo en raras
excepciones, un a inedia hora, o c u a n d o m ucho u n a h o ra o
dos. parece ser el límite más allá del cual se desvanecen en
la luz d e un d fa c u alq u iera- .1

* Í W . p. 300
352 FA PROBLEMA Df. JUSTIFICAR LA CRfENCJA I N DIOR

4. Paswidad d tl n tjfia Si bien u n a persona p u e d e p re p a ra rse y


co n trib u ir a tener u n a exp erien cia minie a. “ cu ando el tipo
de conciencia característica ha em p e za d o , el místico siente
com o si su p ro p ia voluntad estuviera su sp en d id a, c incluso
algu n as veces com o si fuera sujetado y c o n d u cid o p o r un
p o d e r s u p e rio r" 9

Estas cuatro cualidades han sido ejem plificadas en el relato citado


an teriorm ente. El sujeto afirm a q u e no p o d ría d e srrib ir c o m p le ­
tam ente la e xp erien cia, q u e era consciente d e su autor, y q u e in ­
cluso estaba en arm onía c o n ¿9: q u e la alegría y jú b ilo inefables
q u e aco m p añ aban la ex p erien cia d u ra ro n un m om ento; v que
no buscó la a rm o n ía con si*,autor, sino q u e pasivam ente se d io
cuenta d e q u e « t a b a sucedien do Esto es. pues, un claro r< m plo
de una exp erien cia mística religu n a N u estro pro blem a está en
descu brir si u n a experien cia .semejante p u e d e usarse p a ra justi­
ficar la prem isa (2), la afirm ación d e q u e ¡ilgunas personas han
ex p e rim e n ta d a a Dios. F.I argu m entó q u e nos interesa p u e d e e x ­
p o n e rle com a sigue:

4. A lg u n a s personas h an tenido exp erien cias místicas religio­


sas.

5. En las experien cias místicas religiosas Dios es e x p e rim e n ­


tado.

P o r lo tanto

2. A lg u n a s personas h an e x p e rim e n ta d o a Dios.

Si hay b u en as razones p ara aceptar la prem isa (5), entonces p o d e ­


m os con clu ir justificadam ente q u e Dios existe. Sin d u d a debem os
estar d e a c u e rd o en q u e los místicos religiosas tienen e x p e rie n ­
cias extrañ as m uy parecidas a la descrita, d e m o d o qu e p o d e ­
mos aceptar (4). Pero ¿hay bu en as razones p ara adm itir también
q u e d u ra n te estas experiencias los místicos tienen d e hecho una
idea d e la realidad, q u e exp erim en tan a Dios d e u n a m anera que
no nos p u e d e n describir? ¿ N o p o d ría ser verd ad qu e un místico
fuera com o u n a p erson a qu e está alu cin an d o, com o quien w un
espejism o y cree q u e está e x p e rim e n ta n d o un o bjeto Teal? ¿Cómo

* ihd
itrE lJtC íO N A IJt EXPERIENCIA DE f.HCB 353

vamos a d ecid ir si .il m enos a igu n o s d e los místicos religiosos v e r ­


d a d e ra m e n te exp e rim e n ta n a Dios, o si todos ellos tienen » m p lc -
m ente e xp erien cias ilu »ori¡u excepcionales? N o p o d e m m revisar
Lis afirm aciones de los místicos d e la misma m an era c o m o fr e ­
cuentem ente repisam os posibles caso* d e exp erien cias ilusorias,
tales com a kis espejism os, p o rq u e n o p o d em o s o b serv ai 5 » hay
o no u n objeto ex p erim en tad o . Podem os, p o r e je m p lo , ir al lu ­
gar del desierto d o n d e una p erson a afirm a h a b e r visto un oasis,
c investigar cu idadosam ente toda el aie a , m;i5 no p o d em o s de
ninguna m an era c o m p arab le ir a la "j-cínrtn" en la q u e el místico
afirm a h a b e r esiadc en presencia d e Dios,

Apoyo (m ra W argumento. Dios debe 1r r postulado


rfiMo fX p m m n ita d a o rotno rauta

Püdetnas o b te n e r u n tipa d e evidencia q u e haría razon able a c e p ­


tar la afirm ación d e l imsuco. S u p ó n gase q u e ciertas extrañ as e x ­
periencias místicas son totalm ente inexplicables en térm inos de
loa causas naturales q u e son el objeto d e estudio d e las ciencias
n a t u r a l « c o m o la psicología, la fisiología y la biología. En ese
caso p o d ríam o s tener a lgu n a razón para pensar, o bien q u e el
cute e x p e rim e n ta d o en semciantes experien cias es sobrenatural,
o bien q u e la causa d e la experien cia m üüca es sobren atu ral Esto
es, podríam os ten er qu e postular un objeto e x p e rim e n ta d o so ­
brenatural, o bien ten dríam os q u e postular u n a causa so b re n a ­
tural para tas experien cias místicas, o bien am bas, e n un intento
por explicar dichas experiencias. Podríam os entonces justificar la
existencia de un ser sobren atu ral sem ejante, d e la m ism a m anera
com o justificamos la postulación explicativa de entes teóricos ta­
les com o lo» electrones, protones y neutrones, Estos entes teóricos
son postulados p a ra exp licar cie n o s fenóm enos observables. D i­
cha postulación se justifica sólo si no hay n in gu n a m an era d e e x .
pucar la o b se rv a d o sin postular a lgu n a cosa. Si se p u e d e n d a r e x ­
plicaciones satisfactorias sin postular entes semejantes, entonces,
com o vim os en el C ap itu lo I acerca d e los d em on ios d e los d o c ­
tores brujos, no p o d em o s justilcar la exestenira d e tale* entes 10
L a cuestión entonces es si hay una razón para pensar si a lg u ­
nas experiencias místicas no p u ed en explicarse m ediante causas

14 Wdiue pp ÍW -J I2
S&4 tt P R u B L IM A Di. JUSTIFICAR LA C1EENCIA EN OIOS

naturales d e tal m an era q u e haya u n a razón p a ra postular una


causa sobren atu ral p a ra explicarlas. Si la hay, entonces p od em os
ser capaces d e u sar experien cias místicas p ara justificar b p re ­
misa (2 ). Si no la hay, entonces d e b e n » « concluir q u e ya sea q ue
los místicos exp erim en ten o q u e no e x p erim en ten a Dios, no te*
nem os bases p a ra afirm a r q u e lo hacen, ni m an era a lg u n a de usar
estas experien cias p ara justificar la prem isa (2),
En realidad tenem os qu e con siderar dos argum entos. El p ri­
m ero p u e d e e x p resarse señ alan d o q u e los relatos q u e la gente
hütc de sus extrañas experien cias mística» son en sí mismos muy
poco com unes. Dichos in dividu os afirm an h aberse fu sion ado con
lo U n o , o que en cierta form a h an sido absorbidos p o r u n a uní-
d ad p u ra , o cosas igualm ente extrañas. N osotros, los no-místico#,
□ o tenem os razón p a ra pensar, en gen eral, q u e dich a gen te trata
d e e n gañ arn o s, o q u e está m intiendo. A dem ás, relatos com o los
citados son m uy com unes y se presentan constantem ente. D e ahí
que, continúa el argum en to, la única m an era d e explicar esto«
relatos es postu lan d o la existencia d e un ente igualm ente poco
c om ú n , com o lo es u n ente sobrenatural. Esto es, la única m a­
nera d e exp licar el com portam ien to verbal d e los místicos, y a l
vez tam bién su c om portam ien to no verbal, es postu lan d o la exis­
tencia d e u n ente sobren atu ral q u e han e x p erim en tad o . Enton­
ces, d a d o (a ) q u e la suposición d e q u e ex p erim en tan algo so­
b ren atu ral en eftcia explica su com portam iento, v erb al o n o ver­
bal. y d a d o (b ) q u e esta es la única m an era d e e x p lic a r efectiva­
m ente su com portam iento, entonces se justifica q u e nosotros los
no-m ístico» cream os qu e los místicos exp erim en tan un ente so­
bren atu ral c u a n d o tienen experiencias místicas. D e ahi que pa­
recería que hem os justificado la prem isa (5 ): "E n las experiencia*
místicas religiosas Dios es e x p e rim e n ta d o ”, y p o r k* tanto hem oj
justificado (2 ): "A lgu n as personas han e x p e rim e n ta d o a Dios1
*.
D e m o d o q u e , puesto qu e todo lo dem ás exp u esto en los aigu-
m entos relevantes ha sid o adm itido, habrem os m ostrado que el
im portante paso (3 ) ''D io s existe", ha q u e d a d o justificado.
E l se g u n d o argu m en to es similar. A firm a qu e Lu experiencia*
místicas religiosas son tan extrañas y poco com unes, qu e la única
m an era d e exp licar q u e o c u rra n es su p o n ie n d o q u e su causa o
algo sobren atu ral. Es decir, la única m an era d e ex p licar la ocu­
rren cia y las características d e las experiencias místicas religio­
sas es postulando la existencia d e una causa so bren atu ral d e di­
APELACIÓN A LA EXPERIENCIA DE DIOS 355

chas experiencias- E n to n e n , d ad as d e n u evo (a ) ta suposición d e


q u e una causa sobren atural en efecto explica las ocurren cias y
características d e dichas experiencias, y <b) q u e tal suposición es
la única m anera d e llevar a cabo dichas explicaciones, entonces
h abrem os justificado la afirm ación d e q u e existe c ie n o ente so­
bren atural com o causa d e algun as experien cias místicas. U n a d i­
ferencia im portante entre am bos argum entos se refiere a lo e x ­
plicado. En el p rim e r argu m en to, es el com portam ien to d e los
místicos lo q u e se p re te n d e ex p lic a r m ediante la postulación de
un ente sobrenatural; en el s e g u n d o arg u m e n to es la ocurrecia
real y las características d e las experiencias místicas mis mas lo q u e
se pretende exp licar m ediante dicha postulación.
O ln i diferencia significativa es q u e con este se g u n d o a r g u m e n ­
to no q u e d a claro cuál es el a p o y o q u e se le ha d a d o al paso (5 ):
'E n las experiencias místicas religiosas Dios es e x p e rim e n ta d o '’.
Esto es p o rq u e el s e g u n d o argu m en to habla d e una cansa s o b re ­
natural d e las experien cias místicas, más q u e de un ente s o b re n a ­
tural q u e es ex p e rim e n ta d o en tales experiencias. Sin c m b a ig o ,
podem os salvar este obstáculo en este argum ento. C u a n d o e x ­
perim entam os los efectos (le a lg u n a causa frecueateniente p o d e ­
mos su p o n er q u e hem os exp erim en tad o tam bién La causa* Por
ejem plo, si veo ciertas huellas en la nieve causadas p o r m apa-
cheí. entonces en un sentido tam bién he ex p e rim e n ta d o a los
mapaches D esde lu e g o no es lo m ism o q u e e x p e rim e n ta r a los
animales mismos d elante d e mí. Es experim entar, p o d e m o s decir,
m d n rcia m m t* a los mapuches D e todas m aneras, es un.i m anera
de exp erim en tar algo. De ahí q u e el paso <ñ) q u e d a ría otra ve/
jusrjfi tcÍo y. p o r lo tanto, p o r m edio d e este s egu n d o argu m en to
que implica la postulación, lam bían el paso (2 ). D e c u a lq u ie r m a ­
nera, pues, el a rgu m en to d e la experien cia de Dios, c u an d o se
baui en experien cias místicas, parecería tener una con siderable
probabilidad p ara nosotros lo« no-m is ticos,

ObjettAri no Hay n tm id a d <U postular lo sobrm atural

El punto débil del p rim e r a rgu m en to está en ta afirm ación d e q u e


la única m uñera d e exp licar el com portam iento d e los místicos es
por m edio de la suposición d e que h an e x p e rim e n ta d o un ente
■obrenaiujal. C o n sid érese cóm o explicam os el com portam ien to
verbal y no verbal d e p erson as que inform an h a b e r visro platillos
35G Fl HtOBI-F-VlA DE JUSTIFICAR UA C R £E NCIA EN PIC R

v o lad o res v otros ex trañ os ovnis. 1\>| lo gen eral se señala q u e lo


q u e h an ex p e rim e n ta d o h a n sido aeron aves com erciales y m ilita­
res norm ales vo lan d o en cond k iones d 'm iL ic a j poco com unes; o
q u e h a n e x p e rim e n ta d o form aciones d e n u bes q u e se m ueven y
se tran sportan rápidam en te; o, lal ve*, q u e h a n ex p erim en tarlo
meteoritos q u e caen En unos r u a m o s casos se sostiene, p o r otra
parte, q u e dichos in dividu os n o han e x p e rim e n ta d o n ada en a b ­
soluto. sino q u e h a n ten ido extrañas alucinaciones Estas su p o si­
ciones exp lican el com porta m iento, v erbal y n o verbal, d e dich a
gente en m uchos d e los casos, más bien en la gra n m ayoría d e los
casos en q u e supuestam ente se han visto ovnis. l.a situación d e
los místicos es sim ilar D e m an era q u e en a lg u n o s casos en q u e los
místico» afirm an que o b jeto s'o rd in arío s q u e están en sil m edio
am bien te físico a d q u ie re n características m uy p o c o com unes, u n o
p u e d e argum en tar, con posibilidad d e estar en lo cierto, q u e lo
e x p e rim e n ta d o es sim p lem en te el m edio am biente físico visto b a-
jo confín iones lum ínicas o atm osféricas anorm ales. En casi to d o «
los d e m á s casos, en q u e los místicos afirm an estar a b so rb id o » en
un a unión con el ser p uro, o con lo U n o , a a lg o p o r el estilo, u n o
p u e d e ex p licar q u e lo que se ha e x p e rim e n ta d o n o es nada en
absoluio, p o r el contrario, d ich a g en te ha tenido extrañ as e x p e ­
riencias alucinatonas. Sus alucinaciones p o d ría n se r e x tre m a d a ­
mente ¡m plesionantes y lal vez vividas, y esln ex p licaría su c o m ­
porta m iento subsecuente, p o r Jo m enos tanto co m o la suposición
tic q u e han e x p e rim e n ta d a u n ente sobren atural. D e m an era q u e
la últim a suposición no es r u m a n a p a ra el propósito de obtener
explicaciones satisfactorias.
tV q u t hay d el s e g u n d o argu m en to a favor d e la afirm ación
■Je q u e netervitamus postu lar b existencia d e u n a cauta so b re­
natural d e las experien cias místicas? M ucha gente afirm a q u e
podernos exp licar dichas ex p erien c ias sin referirn os a n in gu n a
confrontación con a lg o so b ren atu ral o d ivin o. Dicen qu e las e x ­
periencia* m[Miras, al igu al q u e m uchas otras experien cias ex-
ira ñas. son realm ente el resultado d e estados an orm ales d e la
m ente, y al igu al q u e otras an orm alid ad es psicológicas, son el o b ­
jeto p r o p io d e la fisiología y d e la psicología. U n a p ru e b a a favor
d e esta o p in ió n está en el hecho d e qu e ciertas experien cias q u e
coinciden com pletam ente con la descripción de Lis exp erien cia*
místicas d a d a p o r James, tienen explicaciones totalm ente natU1
rales. E xperiencias q u e parecen p ro p o rc io n a r intuiciones in d el
APELACION A LA KXPHHIf.NCIA DE DIOS 357

cripiibles d e la realidad han sid o in du cida* p o r la inhalación de


ó x id o d e n itrógen o (gas d e la rú a ), éter v clo ro fo rm o . T am bién se
ha visto q u e cierta?, d rogas, tales com o U m cscalina y el L S D , p r o ­
du cen exp erien cias con las características fenom enológicas d e los
íx p c rie n L ia i místicas Sin d u d i, se afirm a, tocias éstas son sim ple­
mente experien cias an orm ales p rod u cid os p o r causas naturales.
Dadas todas estas pruebas, es razon able concluir q u e m uchas
experiencias místicas üenen causas naturales. Y, d a d o el hecho d e
que p o d em o s e x p lic a r el com portam ien to d e la gen te que tiene
experien cias místicas, d e tal m an era q u e n o se re q u iere d e la su ­
posición d e que entes sobren aturales han sido experim en tados,
p o d em o s concluir q u e el intento p o r justificar el paso (5 ) y con
él Lj ptem isa (2 ). sobre la base d e experien cias místicas, no ha te­
n ido éxito. T en em os que buscar en o irá p a n e p ara o b ten er un
.irgum cnto q u e justifique la cree liria en Ja existencia d e Dios.
Podría objetarse q u e o t a conclusión es d em asiad o rápida y
p rem atura, especialm ente con sid eran d o el se g u n d o d e los dos
argum entos presentados D espués d e io d o , no todas y ni siquiera
la m ayoría d e la experien cias místicas son p ro d u cid as p o r d ro g a s
n oíros agentes s im ila r « - Así qu e nada se ha dich o p a ra m os­
trar que estas exp erien cias místicas, q u e no han sid o causadas
p o r d ro g a s o sim ilares, carecen d e una causa sobrenatural.
Esta objeción pasa p o r alio c| núcleo d e l argu m en to. La idea
clave es q u e m uchas exp erien cias q u e son fen om cn ológicam cn lc
parecidas o, com o p o d ríam o s decir, internam ente parecidas, a
las experien cias místicas, son causadas p o r d ro g a s, gas d e la risa,
cloroform o, L S D v a ge m es similares. N in g u n o d e estos agentes,
sin d u d a , es s obren atu ral. Asi que, puesto q u e estas experien cias
son fcnom en^lógicam ente iguales a Lis experien cias místicas, y
puesto q u e estas experien cias tienen m usas com pletam ente natu­
rales. es razonable pensar q u e Lis experiencias místicas tam bién
tienen causas com pletam ente naturales, Lis cuales con el tiem po
serán descubiertas gracias a los avances en las ciencias de ta psico­
logía v la fisiología. De m o d o que. tam o el com portam ien to sub-
«rcuentc d e la gen te q u r pasa p o r experien cias místicas, com o la
ocurrencia real d e las mismas, snn explicables p o r m edio d e r a u ­
ta» perfectam ente naturales £1 arg u m e n to d e las experien cias
místicas, si bien p o d ría darle a la person a que realm ente tiene
la cxpen cn cLi. una ra/ón p ara p en sar q u e ha ex p e rim e n ta d o a
358 EL PROBLEMA DE J U S T IF IC A * LA CREENCIA EN DIOS

Pico, 114 p ro p o rc io n a justificación alg u n a p a ra el resta d e noso­


tros las n o -m is ík o i para crccr en Dioa, D e b e buscarse a lg ú n otro
argum ento.

E i a rg u m m io de leu revela c^n ts y ¡o í milagros

[-as revelaciones y k » m ilagro* se distinguen d e las e x p e rie n ­


cias mis deas e n que, en c] caso d e los prim erea, a diferencia del
d e las segundas, se piern a q u e Dios interviene en el c u n o del
m u n d o natural. Por 'intervención d e D ios1se en tien de 'u n acon-
tFLimicDtD c u cJ m u n d o natural, que n a es p ro d u c id o p o r cau­
sas físicas, sin o q u e o dircciam an ic caucado p o r Dios'. D e ma­
nera que. d e a c u e rd a con cata definición, a lg o es u n a revelación
o un m ilagro sólo si tiene u n a causa sobreñ al u ral. L a m ayoría de
la gente pro bablem en te estarla d e ac u e rd o en q u e esto es cieno
re s p e c n d e Las revelaciones en las que, p o r ejem p lo , se dice que
una visión q u e aparece e n u n a zarza ardiente q u e nunca se con­
sum e. revela la palabra d e Dios. H a h abido, sin e m b a rg o , un gran
d e sa c u e rd o en leí q u e se refiere a los m ilagros. NJadie niega que
algu n os m ilagros — rales to m o los m ilagros bíblicos d e transfor­
m ar el a g u a en vino, alim entar a u n a m ultitud con unos cuantos
pescados y unas hogazas d e pan, cam inar sobre las aguas y la di­
visión d e las aguas d e l M a r R ojo— serian el resultado directo de
causas sobren aturales, p o rq u e en cada caso a lg u n a ley d e la na­
turaleza h a b r h sido violada. £ h o es, si cada u n o d e estos sucesos
ocu rrió , eso qu iere decir q u e se ha violado a lg u n a ley científica
q u e repetidam en te ha sido co n firm ad a com o universal. Asi que,
si tenernos razón p ara pensar q u e dichos sucesos han ocurrido,
entonces tenem os razones p ara p en sar q ue D ios existe.
Se ha afirm ad o , sin em bargo, q u e no todos los m ilagro» im ­
plican u n a violación d e a lg u n a ley natural q u e d e otra manera
q u e d a ría c o n firm ad a com o universal. R. F. H o lla n d , p o r ejem­
plo, con sidera e l casa d e un niño que se pasea p o r una vía de
tren sin sa b e r que un u e n se acerca desde una curva, d e manera
q u e no hay m anera d e qu e el con du ctor vea a] niño a tiem po para
parar. L a m am á, que lo ve desde cierta distancia y no p u e d e ir en
su ayuda, ve al tren acercarse y detenerse a pocos metro# de *u
hijo.
A P tM C IÓ N A LA EXPERIENCIA DE DIOS 359

L a m a d re a g ra d e c e a Dios r l m ila g r o q u e nu nca d e ja d e c o n sid e ra r


c a tn o u l , li bien a su d e b id o tie m p o se cnürra d e q u e n o había nada
sob ren atu ral m U m an era c o m o i r a p lic a ro n los (re n o s d e l tren.
El c o n d u cto r se había d esm ayad o, p o r una razón q u e n o tenia nada
q u e v e r con La p resen cia d e l n iñ o en U i vú u . y k » fre n a s se a p lic a ro n
j u t o m i tica m en te U n p r o n to r a m o mi m a n o d e jó d e e je r c e r p re s ión
s ob re la p alan ca d e c o n tro l.11

Fue u n a coincidencia extrañ a el q u e un proceso natura] parti­


cular culm in ara en el desm ayo d e l co n d u ctor justam ente en ese
m om ento.
Llam em os a todo m ilagro, co m o el anterior, q u e no viola n in­
gu n a tey d e la naturaleza, un “m ilagro-dc-coin ciden cia", y al q u e
viola u n a lev d e la naturaleza, - m ilagro-d c-violación ". Si bien es­
tos dos conceptos d e m ilagro d ifieren considerablem ente, hay
tres características q u e cu alqu ier cosa d e b e ten er p a ra ser un m i­
lagro. Prim ero, ya sea q u e in tervenga o no. Dios está d e alg u n a
num era in volu crad o en ¿I y es responsable del acontecim iento; se­
gun do, lo q u e o c u rre es e x tra ñ o y poco com ún ; y. tercero, algú n
desastre « evitado, o p o r fe) m enos a lgu ien es a y u d a d o , gracias
al acontecimiento. En am bos casos la característica más relévenle
para nuestro propósito es que Dios está d e alg u n a m anera invo­
lucrado en el acontecim iento. A sí q u e si hay razones p a ra pensar
que ha o cu rrid o aigtina d e las dos clases d e m ilagro, entonces se
justifica qu e cream os q u e D ios existe. Veam os el sigu íen tr a rg u ­
mento:

6. A lgu n as personas han e x p e rim e n ta d o milagros.

7 Los m ilagros so n , p o r d efin ició n , situaciones en las q u e Dios


participa.

P o r lo (am o

2 A lgu n as personas han ex p e rim e n ta d o a Dios.

En este argum ento, a diferencia d e l arg u m e n to q u e im plica e x ­


periencias místicas, lo qu e se p u ed e cuestionar es si realm ente
«u n e n m ilagros, y p a r lo tanto, si la gente lo® ha e x p e rim e n ­
tado alguna vez. Esto es p o rq u e tos m ilagros, a diferen cia d e las

11 R K, Hotland, “The M unuloui“ 1 mean PktítaopMutl (¿u*rUr1i (1965),


PP CMi 1,
ÍV60 EL MtOStXMA m. ]t « m i C A k La C k t e n c í a e n d iíj s

c x p c r ic n c a s m b t ic u , o c u rre n »A lo si I W existe. {T e n r m o i al­


gu n a razón p ara pen sar q u e han o c u rrid o m ilagros? C o n s id e re ­
mos, coda tipo d e m ilagro p o r re p a ra d o .
H a h a b id o m uchos c s k » d e rnineid encías extrañ as en lóc q u e
d e ü M rií* h o rrib le « h an sklo exiladra. ¿'leñem os alg u n a razón
p a ra p en -u r q u e estos son m ilagros-de-coincidencia? T a m b ié n de-
liem os adm itir q u e hay m uchos casos de coincidencias increíbles
d é la s que ha resultado un h o rrib le desastre. ¿ C ó m o d e b e m o s e n ­
ten d er esto? £¡ lay alg u n a razón , en cu alq u iera d e los d o * casos,
p ara recliazar la afirm ación d e q ue estos no son sino coincidencias
m u y raras y altam ente im probables? M ientras í«enejantes sucesos
sean explicables, cada u n o a su m anera, en térm inos d e u n a co*
incidencia de acontecim ientos individuales ordin arias, entonces
no hay razón par.i ver la cninridcncia to m o algo m is q u e eso. na
hay tazón p a ra p en sar que está in v o lu crad o algo so bren atu ral
D a d t o d a s las o p o rtu n id a d e s p ara q u e se d e n coincidencias, no
s o rp re n d e en absoluto q u e e s p o r id Mamen le cosas m uy sorpren ­
dentes o c u rra n d e m anera totalm ente natural. A s [ que no hay
razón p a ra c re e r q u e han o c u rrid a tnilugros-dc-coincidcncia.
v m e m b a rc o . el m iento m is com ún p o r justi íicar h creencia en
Dios ap o y án d o se en los m ilagros, tiene com o prem isa la eximen*
cía d e los m ilagros-de-violación. Si hay algú n fu n d am en to para
creer q u e a lg u n a lev d e la naturaleza c o n firm ad a co m o universal
ha sido violada d e Lal m anera q u e se ha evitado algú n desastre, o
se ha a y u d a d o a alguien, o se ha recibido d e te rm in a d a intuición,
entonces esto es sin d u d a u n s p ru e b a p ar justificar la afirmación
d e q u e Dios interfiere ocasionalm ente en el curso natutal de las
c o i » , ya sea p ara p ro d u c ir un m ilagro, ya sea p a ra revelar algo
¿ lía ) entonres a lg ú n fu n d am en to p ara creer q u e ha h abido mu­
chas violaciones m ilagrosas d e las leyes de la naturaleza? El in-
t m to más célebre p ara n egar dichos fun dam en tos es el q u e hizo
D avid H u m e.

La objectóh de fíumt la m m eia m tos


milagros-de-malación ntd iirmprr injustificada

H u m e dice:

U n m i l a g r o « la vio la c ió n d e U » l e y « d e U n a iu r a ln a . yeo en ou n *
e x p e rie n c ia f ilm e e in a llera W e ha c *ta b lc c id o e s « * l e y » . 1" p fx,e*-
APELACION A LA EXPERIENCIA DE DIOS 36 1

en contra de un m ib gT » per la misiva ru lu ri|r^ ra u n completa


c o d o *c pueda inn^inir (jur cualquier iiju nu rnio de La (x p e rim -
ci» lo » « , Ni d i w csiim» qur sea un müagro »i « u r r e dentro
del curco normal de Li naturaleza N o es ningún milagro que un
hambre en aparentemente buen estado de salud muera repentina­
mente, puta aquella d x ic d t muerte, ítu iqu r m il in lra u e n if que
cualquier otra, de todas forma* ha sido frecuentemente observada.
Pero es un milagro que un hamlwe muerto vuelva ■ b vida, pues
rsto no se ha obtrrvado en ningún piis o ¿poca. Ha de h.iber, par
canto, una rxpt-rimaJi uniforme contra iodo acontecimiento mlla-
Ifrow, p ú a , de lo contrario, tal acometimiento no mrrereria ese
nombre Y como una rxpcnc-nfá uniforme equivale a una prueba,
aqu í hay una prueba directa y c om p leta , d e riv a d a d e la naturaleza
d e t hech o , e n con tra d e La e x ifte n c u d e cu alqu ier m ila g ro , ni p u e d e
d estru irse aqu ella p ru eb a, ni e l m ila g r o hacerse -crrftile. t in o p or
una p ru eb a c on tra ria q u e sea s u p e rio r 11

L a idea de H u m e es q u e tenem os bases p a ra creer q u e cualquier


m e s o p articular es un m ilagro-de-violación , y io m ism o respecto
d e una revelación, sútn si tenem os razones p a ra c reer q u e ei su ­
ceso viola u n a ley q u e ha sido co n firm ad a com o universal sin
excepción- Si una ley que está en d u d a es violada, en ton ce« la
violación p ro p o rcio n aría una p ru e b a más d e que la ley d e b e ser
revisada o rem p lazad a p o r otra que e x p liq u e el suceso q u e violó
la prim era. E^cro una vez hecho u t o , n o hay n in gu n a razón p ara
peruuir que ha o c u rrid a un m U agro-de-violación. p o rq u e d ich o
»uceso viola u n a ley qu e ya no se acepta Por consiguiente, p ara
*er considerado com o u n m ibtgro-de-violación, un suceso d e b e
violar una ley q u e ya se ha visto q u e se cu m p le sin excepción.
IVro, afirm a H u m e , puesto que todas las p ru eb as q u e sean rele­
vantes p ara dicha ley confirm an q u e n o tiene excepciones, todas
Lb p ru ebas relevantes p ara el suceso q u e es con sid erad o u n a v io ­
lación d e la ley van en contra del suceso q u e se su p o n e q u e es un
m ilagro-d c-vioLación
L a p re m u a clave d e l a i^ u m c n to d e H u m e es su afirm ación
d e q u e todas las p ru ebas relevantes pan » el suceso cuentan com o
pruebas en contra d e q u e se trate d e una violación d e la ley. Es

11 Hume, jtn t n fu n Conrmmf Human Ovford Umvrruty


^r**» Oiford. 1955. L A. Sdby-Bl^gc |eil >, pp 114-15. [Traducción lomada dr
U *n w )ii op¿Aslj| de Jume de S a l» Ortuetai U>trr «/ ctmoctwurmia
Alfana Emiliana], Madrid, K M . p. 199.)
362 E l. W O H L Í J t A D E J U S T I F I C A * LA C R E E J K 3 A E N IH C fl

v erd ad qu e toda p ru e b a in d ep en d ien te d e l suceso m ism o va en


co m ra d e la idea d e u n a violación, p e ro eso n o excluye las p ru e ­
bas q u e p ro p o rc io n a el suceso tnisnm y q u e pod r í a n la n ia ra £ vor
d e u n a violación. Sin d u d a , p o d ría afirm arse, sí a lg m -n p e rso n a l­
mente es testigo de un suceso que. tal rom o to describe, o un a
clara violación d e u n a ley, e n t o n e « tenem os u n a b u e n a razón
para pensar q u e ha o c u rrid o u n a violación. Si, p o r ejem plo, ai*
gu ien afirm a h a b e r sido (csu go d e la violación d e u n a ley na tu raí,
tal com o e l regreso a la vid a d e u n a p e rso n a m uerta, entonces
tenem os una p ru e b a d e u n testigo ocular que, co m o podría a r ­
gum en tarse, pesa más q u e una p ru e b a in depen dien te. H um e,
sin em bargo, tiene una respuesta p ara este argu m en to EitA de
acu erd o en q u e decenios s o p e s a r lo s dos g r u p o * d e p ru eb as en
conflicto. L a cuesiiún es, entonces, si es más p ro b a b le que d icho
testigo o c u la r se en gañ e acerca tle lo q u e afirm a h a b e r visto, o si es
m ás p ro b a b le q u e u n a p erson a m uerta haya vuelto a to vida, ¿Es
más m ilagrosa, p regu n ta H u m e , q u e sea lalso lo q u e la persona
afirm a, o q u e u n a persona m uerta vuelva a la vida!1 R esponde:

S f j p o o un m ila g r o en contra d e dito y, d e a c u e r d o c o n la s u p e rio ri­


d a d q u e en c u e n tro , lo m o mi d r c u ió n y iie m p r r r e c h a zo d m ila gro
m ayor. Si la falsedad d e su te s tim o n io fuera m is m ila grosa q u e el
a c o n te c im ie n to q u e reía La, en ton ces, y n o a m e », p u e d e p re te n d e r
o b te n er p ara sí m i creen cia y op in ió n . '*

Y puesto que p a ra cada h u m an o la falsedad d e su testimonio,


incluso cu a n d o es totalmente sincero, es m enos m ilagrosa, esto
es, más p ro b a b le que el q u e una ley d e la naturaleza sea violada,
d ebem os, dice H u m e , creer q u e la p erson a está eq u ivocad a antes
q u e c re e r que o c u rrió un m ilagro-de-violarión .
S ig u ie n d o a H u m e podernos estar d e acu erd o en q u e tai p ru e ­
bas indepen dien tes pesan más q u e el testimonio de alguien. ¿Pero
q u é pasa en el caso en q u e alguien ex p erim en ta a lg o q u e a ¿I
m ism o le parece u n a violación de u n a ley d e la naturaleza? Este
caso es parecido al d el místico. A am bos les parece qu e han expe-
rim e n ia d o un suceso que en m uchas cosas im pártan les es total­
m ente diferen te d e lo q u e ha establecido la exp erien cia común-
Para u n a p erson a que ha tenido cierto tipo d e exp erien cia que
parezca violar u n a ley d e la naturaleza, ¿es razo n able creer q u «

** Ik d . p 115. |/hd , p. HQ ]
APELACIÓN A LA F.XFnt1ENCIA PE DIOS

ha o c u rrid a realm ente u n a violación? M e m o » visto q u e la p e r ­


sona q u e lia ic n id o u n a ex p erien cia mística. n o es insensata a i
c reer q u e ha e x p e rime litado a Dios, p e ro tam bién vim os q u e
hay u n a ranún ¿uñe ¡em e p ara justificar su creencia. EJ t a io de
lm tu (agros, sin em bargo, se distingue d e ] raso d el místico en
u n aspecto im portante. N o hay n in gu n a p ru e b a con tra la a fir ­
m ación d e q u e el místico exp erim en ta a Dios, p o r q u e su e x p e ­
riencia p u e d e m u liar d e causas perfectam ente naturales. Hay.
rn cambín, muchas p ru e b a s en contra d e q u e u n a violación haya
o cu rrid o . A sí que. no sólo no hay u n a razón suficiente p ara justifi-
. ar la afirm ación d e q u e haya o c u rrid o un m ilagro-d e-violación ,
u n a q u e sin d u d a está la cuestión d e si u n o d e b e o no confiar
rn el p ro p io testimonio ante Las p ru e b a s más con tu n den tes con -
ira la violación d e la q u e u n o ap arentem ente ha sido testigo. En
n iim . la conclusión razon able es qu e lo e x p e rim e n ta d o es el re­
sultado d e causas naturales a pesar d e lo q u e p u d ie ra p a re c e r El
argu m en to d e H u m e , p o r lo tanto, parece sólido, y su conclusión
está justificada, esto es, no hay bases p ara c reer e n los m ilagros-
de-violación o en las revelaciones. N o p o d em o s a p e la r a la vio­
lación de las leyes d e la naturaleza, ya sean, m ilagrrvs-de-violación
o revelaciones, p a ra justificar la creencia en la existencia d e Dios,
V, com o hem os visto q u e no p o d e m o s ap e la r a lúa m ilagro s-d e-
com tidencia. d eb em o s ren u n ciar al intento d e justificar Ib e x is­
tencia de Dios m ediante los m ilagros y las revelaciones
N o hemos p o d id o justificar la creencia en Dios a p e la n d o a la
experiencia d e Dios. ¿H ay a lg ú n otro tipo d e ex p e rie n c ia al qu e
p odam os ap e la r p ara justificar esta creencia? A lg u n a s personas
han afirm ado q u e cien o s hechos q u e experim en tarn os en este
m u n d o p u ed en usarse com o base p a ra justificarla, si bien n o son
experiencias d e Dios. C o n frecuencia justificam os la existencia
de otros entes d e la misma m anera, ftor ejem plo, justificam os la
existencia de p an ícu las subatómicas, tales com o los electrones y
los neutrinc», no ex p erim en tán d olas, sino in firien d o su existen­
cia d e la existencia de cosas qu e sí exp erim en tam os, tales com o
huellas visibles en cám aras de niebla. O tro s han a firm ad o , sin e m ­
bargo, q u e puesto qu e el u r s u p re m o yace fuera det rein o d e lo
que p od em os exp e rim e n ta r en este m u n d o , no p o d e m o s ju stifi­
car su existencia con argum entos q u e se ap o y an en lo q u e e x p e ­
rim entam os. Esta gente afirm a que d ebem o s usar lo q u e p u e d e
llamarse, e m p le a n d o la term inología d e Santo T om ás d e A q u in o ,
361 EL PUL « L E M A DE J U S T IFIC A ! tj\ C f c t t N t l A KN tltOS

p ru eb as a fin a n en lu g a r de p T u tltii o p o s im e n L a diferencia etl-


tn: estos d a s tipm tic p ru ebas c i q u e una p ru eb a J po s im a n es una
p ru e b a en Ja q u e por lo m en os u n a p rem isa es un p lanteam iento
a p a ieria ri, y u na p ru e b a a frriari es aquella en to q u e n in gu n a
prem isa e s a p a tien ort, esto o , (o d a * l,ts prem isas ton a p n o ri-**

T re s argu m en to s a p o s r t:R io fii

l.as p ru ebas q u e ya licm o» e x a m in a d o y desech ad o son a pustt-


rw n . A h o ra Leñemos an te nosotros el p r u b k m a d e si hay otras
p ru eb as a postm n n que p u d iéram o s usar p ara juaüG car la cre e n ­
cia en D io »-T o m á s d e A quin o. (|uc p e n u b a q u e n o h abla p ru e b a »
tí prttm d e la existencia d e D io s.p e n sa b a que h abía varias p ru ebas
a poíitrioTt súlidai- C on cibió ( u a i ; o mnneraa o ponim on d ife rc n ie i
p a ra p robar q u e D io s existe, d e las t » a k ¿ con siderarem os ahora
la m ás plausible. Se tra ta d e los a rg u m e n to } d e l m ovim iento y de
la causalidad (qu e ex am in arem o s ju n to s co m o el arg u m e n to d e la
p rim e ra causa). el argu m en te d e la contingencia y el argu m en ta
d el diseño.

E L ARGUMENTO DE IA i .\USa PRIMERA

L o s d o s p rim e ro s argum en tos d e T o m fe d e A q u in o tienen bftsica-


m en ie la m ism a estructura L a diferencia principal en tre am bos
t i qu e en el prim ero , el a q ju m e n tó del m ovim iento, Santo Tomás
em pieza p o r la verd ad a p o tim o n d e q u e algun as cosas están en
m ovim iento, m ientras q u e en el se g u n d o e m p ieza p o r la verdad
d poítm u n d e q u e hay un o rd e n d e causas eficientes. Puesto que
p a ra Santo T om ás el m ovim iento no sólo incluye la locomoción,
es decir, el cam bio d e posición espacial, sino todos los tipos de
cam bio, d igam o s q u e el arg u m e n to d e la p rim e ra causa, tal como
lo en ten d erem os p a r ahora, se basa en el h echo etnpirico de que
existen el cam bio y las causas d e l cam bio. Este argu m en to, pues,
com ienza p o r U verdad a pastsrwn d e q u e hay cam bios que se
están llevan d o a c a l » ah o ra y qu e tienen u n a causa. En seguida
se considera cuál seria el caso si todo lo qu e causa un cam bio fuera
a su vez c am b iad o p o r otra cosa, y se concluye q u e su cadena cau­
sal sería infinitam ente larga. Esto es, no im p o n a cuántos objetos
d e la caden a causal hayan » d o e n u m erad o s, »ic m p rc h abría al

11 Reipecta de ti diitinaón cnlic i phen v ■ juilnvin. v íjn ir bu pp 1 W l


El. AX Ü irM K NTO DE LA CAUSA P8IMERA 365

m enos u n o q u e no lo h abría sido. Pero, continúa el argu m en to,


ti ir ha cad en a causal no p u e d e segu ir infinitam ente, p o rq u e sin
una causa p rim e ra o inicial d el cam bio no habría causas d e l cam ­
bio interm edian y p o r lo tanto n o h ab ría n in gú n cam bio ah ora, lo
( iia) es con tradich o p o r lo* hechos. En consecuencia, puesto q u e
hay cam bio ahora, hay u n a causa p rim e ra o inicial d e l cam bio,
.i la q u e, com o dice S a n io Tom ás, llam am os D i o s 14 Presentem os
este argu m en to con c ie n o detalle p ara q u e lo p o d a m o s e x a m in a r
a fondo:

I Existen a h o ra cosas q u e cam bian y rosas q u e causan cam ­


bios,

2. Si hay a h o ra cosas q u e cam bian y cosas que causan cam bios,


v si a lgo causa cam bios sólo si su c am bio es cau sad o p o r otra
cusa, entonces su caden a causal es infinitam ente larga.

P o r lo tanto

3 Si algo causa u n cam bio sólo si su cam bio es causado p o r


otra cosa, en ton ce» su caden a causal es infinitam ente larga.

■I. N in g u n a caden a causal p u e d e ser infinitam ente larga.

Por lo tatuó

5 May algn q u e causa cam bios p e ro q u e no cam bia, esto es,


hay una causa p rim era, a saber. Dios.

P rm / tii vUtrpTttación. la causa primera


desde el punto de w l t del tiempo

Antes d e em p ezar a evalu ar el argu m en to d ebem os resolver el


p ro b lem a d e su interpretación P a ra la m ayoría d e nosotros hoy
parece obvio q u e el argu m en to d e la causa prim era se refiere a
causas que p receden tem poralm ente a sus efectos y q u e p o r k>
lanío pertenecen a una caden a causal q u e se extien d e hacia el
pasado. B ajo esta interpretación la prem isa (>1) sostiene q u e un a
cadena causal no p u e d e e x te n d e rá « hacta el pasad o d u ra n te un
tiempo infinito, p o rq u e si n o hu biera una causa d e l cam bio tem ­
poralm ente anterior, o prim era, entonces no p o d ría h a b e r c a u ­
la » del cam bio subsecuentes tem poralm ente y no h ab ría cam bio

A a iQ d e l i e x p o l i a d a < J« I a r g u m e n t o d e ü p rim e ra a i » , -' f u e S a n to


Tamil de Aqukrio, Sumé TMágkt. 1) P«rw. Cuestión 2. Ai denlo 3.
3 66 E l PR O U U M A rre j i j s n f i c a * i > c r f .í n c j a f n d i o s

ahora. Sin c iu b ir ^ o , hay d o s razones p a ra rechazar o t a inter­


pretación, L a p rim e ra es q u e ia p re m ila (4 ) parece tatú b a jo esta
interpretación. N o b a y razón p a ra p en sar q u e u n a serie d e causas
q u e se e x tie n d e infinitam ente e n el pasad o es im posible. Es m uy
posible, y a lg u n o s creen q u e m u y p ro b a b le , q u e la m a te ra prim a
d e La q u e el universo, en su presente estado, está com puesto, ha
CKÍstido en u p o u ocra estado d u ra n te un tie m p o infinitam ente
largo, ¿Por q u é el cam bio n o b a b r ía d e p o d e r segu ir d u ra n te un
riem po infinitam ente largo? Solam ente »i e n cierto m om en to a n ­
te! d e ah o ra no h u b ie ra h a b id o cam bio, m icn iras q u e a h o ra ií
lo hay. ten d ríam o s q u e postu lar u n a causa d e l cam bio originaria
tem p oral me m e. P tro si siem p re ha h ab id o cam bio no h u lio una
causa p rim e ra e n e l tiem po y p o r lo tanto n in g ú n cre a d o r ra n i-
h ilo. Tul situación p u e d e ilustrarse c o n sid e ra n d o u n a grabación
d e u n a canción cantada p o r u n a voz h um an a. S u p o n g a m o s que
el disco es u n a g ra b a c ió n d e o tra grabación , q u e a su vez fue g ra ­
b a d a d e otra grabación . ¿Podría esta serte d e g rab acio n es conti­
n u a r infinitam ente? A lg u n a s p erson as q u e rría n a firm a r qu e en
algú n m o m en to en el pasarlo d e b ió h aber sid o graltad o algún
candante h u m a n o . Pero se g u ra me m e es posible que, sin importar
cuan to retro c e d a m i)« en el pasad o , sie m p re en co n trarem os otra
g rab ació n . P a r consiguiente, si d e b e m o s h acer al argu m en to lo
m ás sólido posible, com o d e b e m o s h acerlo sie m p re antes d e eva­
lu a r un arg u m e n to , entonces d e b e m o s bu scar u n a interpretación
más plausible. O t r a ra tó n p a ra buscar u n a m ^ jo r interpretación
es q u e el a rg u m e n to igu ala la causa p rim e ra con Dios, Pero si por
'p r im e r a ' e n te n d e m o s 'te m p o ra lm e n te p r im e r a ' n o hay ninguna
razón p a ra d e c ir q u e la p rim e ra causa d e l c am bio, la cual existió
d e sd e liare por lo m enos a lg u n o s miles d e años, todavía existe
D e m a n e ra (p ie, n o hay ra tó n p a ra ig u a la r a D io » con una causa
t e m p o r i Ime m e p rim e ra .

Segunda mlriprrl«ctíín: ta causa u ltim a

disde ri punto de vista onialógico

¿D isp on em os d e a lg u n a in terpretación m ás plausible? F. C . Co-


plcston e n su lib ro Aipunas d istin g u e d o s m a n e ra s distinta* en
q u e u n a cosa es causalm ente d e p e n d ie n te d e o tra ; p o r con*>
gu ¡ente d i&Lingue d o s clases d iferen tes d e ó r d e n e s causales: unJ
serie te m p o ra l d e causas y u n a je r a r q u ía o m o lò g ic a de c a o » *
EL AAGUMETtTT* (> l CAUSA PRJM£RA

Según C a p Im ton. p a ra San lia T om ás la fiase 'r a u u p r i m e n do


significa p n m e r a en e l o rd e n tem p oral de las c a u m , tino s u ­
p rem a o p rim e ra en el o rd e n o m alA gico d e la» causas ** Esta in ­
terpretación d e 'causa p rim e ra ' com o 'c a n ia ritüm a iDtoIúgica'
y no com o 'c a u u p rim e ra icmpOk *T nos p erm ite e lu d ir u n o de
loa pro blem as q u e e nfrenta la p rim e ra interpretación. U na causa
oiK olúgicam ente ü lüm a estire ah o ra, d e m an era que a d ife re n ­
cia d e {a causa p rim e ra tem p oral, ti p ro b am o s q u e existe no ir -
nerrKfl pro blem a a lg u n o con respecto a su p retente e x ilie n c u
podríam os ¡lu c r a r la diferencia en tre u n a señ e tem p o ral y una
je ra rq u ía o itnltfgica d e t u causas d e la m an era siguiente, G o n -
tid érese una habitación con espejos p erfectam ente re Deja otes en
don m uros opuestos. En el centro d e la habitación a rd e una vela
q u e se refleja en lo» espejos. Podem os im agin ar qu e esta veta ha
venido a rd ie n d o d u ra n te un tiem po in 6 nito. E stoca, d u ra n te un
tiempo infinito ha h a b id o on das lum inosas refleján d ose hacia d e ­
lante y hacia atrás, d e u n espejo a otro, p ro v o c a n d o im ágenes
en am bos. [>c m an era q u e ha estado o c u rrie n d o u n a acción c a v ­
ial d u ran te u n tiem po infinito. Pero, y es a q u f d o n d e el e je m ­
plo se d istin gu e d e l e jem p lo d el fon ó grafo , en tod o m o m e n to las
imágenes del e sp ejo existen sólo si en ese m om en to existe la veta
Mientras q u e la g rab ació n d e u n a v o i p u e d e existir d e sp u é s de
q ue su causa ya no existe, las im ágen es e n un esp ejo no p u e d e n .
Asi q u e p o d ría m o s decir q u e La vela p ertenece a u n o r d e n o n -
toiúgico d iferen te al d e las im ágenes. £stas d e p e n d e n p a ra su
existencia m ism a y en to d o m o m en to d e la existencia d e la vela,
pero la existencia d e la vela n o d e p e n d e en m o d o a lg u n o d e Las
imágenes. B ajo esta interpretación, pues, el a rg u m e n to establece
que Dios es a las cosas d e l m u n d o lo q u e la v ela es a sus im ágen es
leíEejitdsu.
L a p rim e ra in terpretación en fren ta un p ro b le m a q u e a ú n n o
liemos c o n sid erad o con respecto a la in terpretación d e C o p ie s -
Ion. Vim os q u e n o habfa razón p a ra q u e u na s e n e d e causas tem ­
poralm ente infinita n o p u d ie ra o currir, asi q u e la p re m isa (4 ) p a ­
recía cuestionable. <!Y có m o le va a la prem isa (4 ) con la s e g u n d a
inicrpreiación? ¿ H ay en e l m u n d o cosas co m o las im ágen es d e la
vela d e tal m a n e ra q u e c a d a u n a d e ellas p u e d a existir e n u n m o -

^ '* V£mc F. C. Copiotofi, t )» in i Prnguin Booka. bitbmorr. 11137, pp. 117—


368 E.L C H Ú BLEM A DT. J t “X n F 1 C A J l LA O H H í O A t S D IO S

m entó d eterm in ad o sólo si a lg o m uy diferen te existe tam bién en


ese m om ento? Sabem os al m enos que 1« existencia d e cualqu ier
ser h u m a n o e n cu alqu ier m om en to d e p e n d e causabnente d e lo
q u e sin d u d a p o d ría interpretarse com o u n a jerarq u ía d e causas
c »existen tes P o r e jem p lo , su evbtienria d e p e n d e d e qu e la tem-
p e ra iu ra d e la tierra se m antenga d en tro d e ciertn'» m árgenes, la
cual n su vez d e p e n d e d e Li distancia de la tierra respecto d el sol.
q u e d e p e n d e d e las Tuerzas gravfctcional v centrípeta qu e afee*
tan a la tierra, q u e d e p e n d e n d e lai masa.* d e la tierra y d el sol,
q u e d e p e n d e n J e lo » constituyentes quím icos d e la tierra y del
sol* que d e p e n d e n d e la estructura atómica y subatóm ica d e la
tierra v del sol. Tenem os, pues, p a ra cada ser h u m a n o no sólo
una ¿ene d e causas antecedcAlcs q u e lo p reced en , sino también
un o rd e n d e (actores c a u s a l « contem poráneos. Esto no parece
ser, s i » e m b a rg o , lo q u e C op lcM n n qu iere decir, p o rq u e este u r ­
d e n d e causnii rio con du ce ni al infinito ni a n ada q u e llam e­
mos l>ios. Parece llegar hasta las partículas basuras suhatóm as
í Q u t p od ría com cstar i *op lesión al respecto? A firm aría q u e las
pan ícu las bu icassu baióm icM n o son diferentes d e cualquier otra
cosa en el m undo. T a m b ií n d e p e n d e n causalm cntc d e *lg o para
existir p o rq u e su existencia esita ser explicada com o cualquier
Dirn cosa en el m u n d o . En otras palabras. C oplcston p o d ría vin­
cu lar causas y ó rden es causales con explicaciones, co m o Ir hizo en
u n a discusión d e l (cm a ro n B ertran d Kusscll Dijo: “ L a causa es
u n a especie fie razón s u frie n te S ó lo los seres contingentes p u e ­
d e n tunei u n a causa Dios es Su p ro p ia ra?ón suficiente y no es
tiiiíüi de Sí m isino Por razón suficiente en su sentido am plio, e n ­
tiendo tina e x p lic a r a n adecuada d e la existencia d e u n ser p arti­
c u la r- . 1' L o im portante a q u í es q u e si estamos bu scan do la causa
d e algo, estam os buscando una causa suficiente — estoca una e x ­
plicación com pleta— d e sil e x igen cia. Tal ve*, pues, deberíam os
con sid erar una explicación prim era o última d e cóm o es q u e hay
cosas co m o la gente, los caballos, las piedras c incluso los n m -
trinos, en lu g a r d e con siderar las causas prim eras del cam bio. °
causas úliim as ontológicav

*T F C. Copleiton, eM rafdoilr un «1rí>aictn rllrrc e i progiam idr U B n iW 1


IUiMHÍcutin|[ Curp . IÍHS
EL AJtGL’M E V m DE LA CAUSA PRIMERA 369

T n c tra nitetfirrtación tv p lu a n ó n última de ¡m t o a *

En L'i icrccra interpretación tcn cm o i un arg u m e n to que « tunM-


d era b lc m c n te p arecido n cada uno d e lo» paso* del ¡rrjjum enia de
Ij p rim e ra causa. ff.l argu m en to p u e d e e xp resarse d e la n e n íe m e
m anera

I I lav a h o ra cosan qu e existen y cosas q u e explican mi e x is ­


tencia.

2. Si hay a h o ra cosas. q u e existen y cota* q u e exp lican su e x is­


tencia, < cada cosa, S , <¡ue explica otra c o s a .)' exp lica co m ­
pletam ente a )' sólo si ella, , Y , n 3 mi vcj c x p lk ad a p o r o í r »
cosa, entonces la explicación com pleta d e V es infinitam ente
larga.

I ' ot lo tanto

3. S ic iid a c o ia q u e e x p lic a otra co*a com pletam ente. Li explica


Hilo si a su v e r es e x p licad a p o r otra cosa, entonces mi e x ­
plicación com pleta es infinitam ente la .^ i.

f\n b tanto

4. N in g u n a explicación com plera p u e d e ser infinitam ente lar-

Ka -
l\>r h tanto

5. H a y a lg o q u e explica com pletam ente otras cusas y qu e no


es e x p lic a d o p o r n in gu n a otra cosa, e>io es, hay a lg o q u e es
la explicación ultima d e Lis cosas, a saber. Dios

DcIjc notarse q u e en esta interpretación Li afirm ación clave del


argu m en to no es q u e habría un n ú m e ro infinito d e explicaciones
diferentes, sino q u e cualqu ier explicación com pleta seria infini­
tamente la rg a A q u í la idea es q u e sj La explicación d e una cosa
necesita referirse a otra que a su ve/ necesita sel explicarla, cn-
i cinc es la explicación d e la p rim era cosa n ocst .1 com pleta a m enos
q u e la » g u n t l i i r s i í cnm plciarncnic explicada.
U n a consecuencia im p o n a n te d e » l e ín liu it en q u e la e x p li­
cación d e una cosn esté com pleta es q u e es posible d a r un a r g u ­
m ento m uy plausible p ara a p o y a r la prem isa ( ‘I). C o n sid érese cpie
n o llam arla m u i a alg o una explicación a me non qu e p u d ié ra m u *
■ x p re s fria ro m p id a m e n te , p o rq u e la Función d e tina explicación
í l . PHOHUMA P t J l 'KTIFIGAR IA CRFrFJ4CTA EN P l t »

c ' ll;»< e r m(t-li}iihlc .iqtietln q u e explica, v a lg o p u e d e ser inlcligi-


l>lc /ili) m pu ed e *cr ex p resad o , Pero una e x p resió n q u e es in fin i­
tam ente no p u e d e ser exp resad a. t>e m anera qu e ninguna
explicación com pleta p u e d e ser infinitam ente lar$a L a prem isa
(- 1 ), pues, yn no parece cuestionable. ¿Podem os a h o ra aceptar el
.irgiim en io cotrio,v alido? A ú n no. p o rq u e todnvía no hem os e x a ­
minad™ In prem isa 12). que b a jo esta interpretación p u e d e ser ta
cncslíotuilik

U n frrdbtrma: tte n rxph ca ciou ri lom pittas


fin rxfriirtincHir.i c m i l í p c a s a d e m a d a s F

1‘n dem n* mcüii LM que la prem isa (2 ) rs ÍjiLia sí cn con tram as un


L'ft’inplri cu l I^ u c iin o cfcp liq n « n ivn co.s:i refiriéndose a otra d e tal
ni.i qi(L> nim si su p o n em o s q ue c u ta cosa explicativa d e b e ser
exp licad a p o r ntra, la cxpllrat ión origin al es, sin em bargo, com ­
pleta y linifa en cuan lo a mi extensión. Si encontram os un ejem -
pin sciitcjiinic, e n t o n e « incln*o si se requ iriere d e un n ú m e ro in­
finito ilc explicar k m « d ife re n te ' para e x p lic a r tod o lo cpic hay,
w ^ n ii in siendo verdad q u e algu n a* explicaciones especificas de
r a t a » individuales serian com pletas y finitas. de m o d o q u e la p re-
misa ( J) serta falsa
Píiioce m uy í«nü en con trar m uchos ejem plos q u e pu ed an uli-
li/at'M.- p ara dem o strar q u e b prem isa (2 ) es foUa. C onsidérese
fóui>> t:\ p lira rb itin sq iic h u biera m atea alia e n un m om ento par*
licular y cu un lu g a r p a rd c u la r d e un océan o d eterm in ad o. L o
lia ría m o s en parte refirién don os a la posición de la luna en rc-
Lii fón con la localización d e b m area. Si bien b explicación r e ­
sidían le p o d ría p arecer m uy com plicada p o rq u e requ eriría de
leyes matemáticos qu e re b e io n a ra n l.is masas relevantes con la
atracción gravíiacional resultante entre la luna y el océano, es
c b r a m c n le finita. A d em ás parecería que, ya sea q u e la posición
d e la luna se e x p liq u e o no con referencia a otra cosa, com o sin
d u d a sucede, e incluso si la "c a d e n a " d e explicaciones separadas
q u e em picha d e esta m anera hiera infinitam ente larga, la exacti­
tud d e l.i e xplica« ión o rigin al de la m area alta no se ve nfcciada.
l-'s n n a explicación científica com pletam ente ad ecu ad a tal com o
las rosos se presentan, a p esar de q u e alg u n a otra cosa necesite
ser cxpH rad a. Sin d u d a parece entonces q ue Li m area alta q u e d a
c a m p lc tim e m e exp licad a u n a vez q u e se h a d a d o u na explicación
El. ARGUMENTO PE l-SCAl Vi PRIMERA J7l

cienüGca com pletam ente ad ecuada. L a explicación ilc la m arca


, i b n fin iu y p artee ser com pleia incluso si supon em os q u e cada
cosa explicativa d e b e a su w z ser explicada p o r otra. Parece, pues,
q u e la prem isa (2 ) es falsa
N o es difícil im agin ar la objeción a esie ejem plo. I? :irnos q u e
la idea q u e está detrás de esta ind rprctación es q u e al e x p lic a r
algo com pletam ente, todo aquello a lo q u e se refiere la e x p li­
cación tam bién d eb e ser ex p lic a d o com pletam ente, P ero es claro
que esto no p u ed e alcanzarte si se requ iere d e un n ú m e ro infi­
nito d e explicaciones diferentes. Por k> tam o según esta objeción
la explicación d e las m arcas altas es incom pleta p o rq u e no explica
la posición d e la luna, así q u e el ejem plo no refuta b prem isa (2).
L o im portante qu e hay qu e señalar acerca d e esta objeción es q u e
el q ue la hace esta forzado a a d o p ta r la posición d e q ue una e x p li­
cación científica adecu ada d e la m arca alta n o es, sin c m b a i^ . u na
explicación com pleta Esto es exactam ente lo q u e dice C o p l « t o n
en otro tu gar d e su deUttc con Russcll.

R w selt: ¿Pera cu á n d o es ad ecu ad a una explicación? S u pón


q u e esloy a punto d e p re n d e r un cerillo. 1 m in as decir q u e la
explicación a d ecu ad a de eso es q u e lo troto en la caja

CopUston B u en o , p ara propósitos prácticos, p e ro teóricam en ­


te, c ío c ssú lo u n a e x p i a c i ó n parcial. L'na explicación ad ecu ad a
dulie ser en última instancia una explicación total a la q u e no se
1c p u e d a añ a d ir nada.

Rttueli E m e n te * lo único q u e p u e d o decir es q u e esi.1t bus-


>an d o alg o que no p u e d e encontrarse y q u e u n o no d e b e esperar
o b te n c r

Copitsíún: Decir qu e u n o no lo lia en con trad o es una rom ; decir


que u n o no d e b e ría buxtarla parece míi* bien d o gm ático .Ts

¿Quien e ilá en lo correcto en a t e delta le/ RusscH afirm a q u e la


■ ienria es d m edio que tenem os pam e x p lic a r los hechus d el u n i­
verso. C u a lq u ie r cosa q u e la ciencia no p u e d a cxphrarcsrri, según
Russell, m Ai a|li d e l ¿inbito d e la explicación. d t^ io d ebem os
aceptar q u e hay algo q u e estd ni 1.1 d e la explicación? C o n ­
sidérese el am p liam cm c aceptado prini ipio q u e se conoce com o
el “ principio d e n u ó n suficiente", p e ro q u e tam bién p o d ríam o s

» IM
370 f 1 "R O B U MA t 'f J lW T tn C A R LA CKF.F-NC4A E S P IO S

es h acer inteligible aquello q u e explica, y a lg o p u e d e ver inlcligi-


lile sól*i si p u e d e ser e x p r n » l ( i . P ero u n a ex p resió n q u e es infini-
u tiK 'n ic l.u^n no p u e d e w r e xp resad a. I>c m anera qu e ninguna
explicación com pleta p u e d e ser infinitam ente larga. 1 a prem isa
(•I), pues. ya n o p arece cuestionable. ¿Podem os a h ora aceptar c|
argu m en to t o m o sólido? A ú n no. p o rq u e todavía no liem os e x a ­
m inado la prem isa (2), q u e bajo n í a interpretación p u e d e ser la
cueM.innabk:.

f/íi fnnUIrma ímu rxffticariones compelas


ha explicaciones cirnííjuas adecuadas?

P o d e m o s m o s t r a r q u e la p r e m is a ( 2 ) « Taha si e n c o n t r a m o s un
c ju m p lo t*ti e l q u e u n « e x p l i q u é u n a c o s a r e f ir ié n d o s e a o t r a d e tal
m a n e r a q u e a u n si s u p o n e m o s q u e c a d a c o s a e x p lic a t iv a d e b e s e r
e x p lic a d a p o r o t r a , la e x p lic a c ió n o r ig in a l « , sin e m b a r g o . c o m ­
p le ta y Ií i i í m e n ■ u a n r o a tu e x t e n s ió n . S i e n c o n t r a m o s u n e j e m ­
p l o sci u r ja n re, e n t o n c e s in i lu s o si se r e q u ir ie r e d e u n n ú m e r o in-
im iLti t ic c v p lic ít c ío n c * d if e r e n t e s p a r a e x p l i c a r t o d o lo q u e hay,
scf'u u 'fci m í h i l o v e r d a d q u e a lg u n a s e \ p l i t a n o n e s e s p e c ífic a s d e
coüjls in d is id n a le s w i [.ni c o m p le t a s y fin iia s , d e m o d o q u e la p r c -
m ¡*:i (12) s e ria fa ls a .
E'liI'Ui:«- m uv lái J eíiEOnUnr m uchos e jem p lo * qu e p u ed an U*i-
li/ar>L- p.ua dem ostrar fpie la prem isa (2 ) es falsa. C onsidérese
cóniHi explicaríam os q u e h u b iera m area alta en un m om ento p a r ­
ticular s e n un lu g a r particular d e un o c ia no d eterm in ad a. Lo
b a ila m o s cu p a ite refiriéndonos a la posición de la luna en re-
l.u km con la [<x al ¡/.ación d e la m area Si bien la explicación re-
suli.m ic p o d ría p arecer nm v com plicada p o rq u e re q u eriría de
le ye* m alc mai icas que relacionaran Lis matas relevantes con la
atracción gravita« iun.il residíam e en tre la luna y el o ctan o, es
cl.u.m iente finita A d em ás parecería que, ya sea q u e la posición
de la luna *e e x p liq u e o no con referencia a otra cosa, com o sin
d u d a sucede, e incluso si la ‘'cadena'* d e explicaciones separada*
( p i e e m p ie / a d e cuta m a n e r a fu e r a in f in it a m e n t e la r g a , b e x a c t i­
tu d d e t i e x p l ic a c ió n o r ig in a l d e la m a r c a a lta n o se v e a fe c ta d a
K > u n a e x p l i c a c ió n c ie n t ífic a c o m p le t a m e n t e a d e c u a d a ta l c o m o

1 .» c o s a s se p r e s e n t a n , a p e s a r t i c q u e a lg u n a o t r a c o s a n e c e s ite
s e r e x p l i c a d a . S in d u d a p a r e c e e n t o n c e s q u e la m a r e a a lta q u e d a
c o m p l e t a m e n t e e x p lic a d a u n a v e ? .q u e se h a d a d o u n a e x p lic a c ió n
EL AKULfM ENTO DE LA Cj OTSA fR I MESA 371

científica c o m p leiam cm e ¡wlccuitda L a explicación d e ln muren


alia es finita v purece ser riim pícra incluso si si ip en em o s q u e cada
cosn explicativa d eb e a su rez ser exp licad a p n ro rra . Parece, pues,
q u e la prem isa (2 ) es falsa
N n es difícil im agin ar la objeción a este ejem plo, D ecim os q u e
ln idea qu e csi.1 detrás d e esta in fe rp re ia rió n es que al explicar
algo com pletam ente, tod o aq u ello >1 lo q u e se refiere la e x p li­
cación tam bién d e b e ser e x p lic a d o com pletam ente. Pero es claro
q u e esto n o p u e d e alcanzarse si se requ iere d e un n u m e ro infi­
nito d e explicaciones diferentes P o r lo tanto segú n esta objeción
la explicación d e las m areas alias es incom pleta p o rq u e n o explica
la posición d e Ln luna, así q u e el ejem p lo no refuta la prem isa (2),
L o im portante q u e hay q u e scñiilar aceren de esta objeción es q u e
el q u e la hace está forzado a ad o p ta r la p o ste a n d e q u e una e x p li­
cación científica a d ecu ad a de la m area alia no es, sin em lKirgo. u na
explicación com pleta. E sto es exactam ente lo q u e dice C opleston
en otro lu g a r d e su d ebate con Ru.vscll.

Russell «P e ro c u á n d o es ad e c u a d a una explicación? S u p ó n


que esioy a p u n to d e p re n d e r un cerillo. Podrías d e c ir q u e la
explicación ad ecu ad a de eso o que lo froto en la caja.

Capiesum B ueno, para prop<ftítos prácticos, p e ro teóricam en ­


te, eso es sólo u mi explicación p a n tal I luí explicación ad ecu ad a
debe ser en última insLmci.i una es pht ación nual <i la q u e no se
le p u ed a añail ir nada.

R u rié ti E n t o n e « !□ único q u e p u e d o decir es q u e « L i s bus-


candn algo que no p u e d e encontrarse y q u e uno no d c lic e s p e ra r
obtener.

Captrstitn D ecir q u e u n o no lo ha e n c o n trad o es u n a cc *a f d e c ir


que uno no d e b e ría buscarlo parece m íii tiicn tlopindiico 11

¿Quien esta en Jo corrcclo en este d e b a te r R i i s h c II a firm a cpic Jn

ciencia es el m edio q u e tcncm tu p a n e x p lic a r ira Hechos d d uní*


verso, C u a lq iile rc o sa q u e la ciencia no p u ed a e x p lic a r e n <1. segú n
Kuü&cIJ, m is allá d e l ítmbÍLO d e ln explicación. ¿Pero d e b e m o s
aceptar q u e hay alg o q u e e s lí más ¡ill.t d e la explicación? C o n -
sid írese el am pliam en te aceptado prin cipio q u e se conoce com o
el "p rin cip io d e razón ¡Hificicnic“, p e ro q u e tam bién p o d ríam o s

l* itmt
372 F I I'KOIILEMA DE JUSTIFICAR I A CREENCIA F.N T U Í »

ILunar el “p rin cip io d e razón co m p leta". es decir, el p r in c ip i" d e


q u e io d o lo q u e existe u o c u rre p u e d e ser com pletam ente cxpli*
la d o . Si este p rin cip io es v e rd a d e ro , entonce* parecería q u e nada
d e b e ría estar m ás allá del Ambito d e la explicación científica, si es
qu e la ciencia es el Bíed io p ara la expire ación, com o lo afirm a Rus-
sctl .Aquí su rgen inm ediatam ente dos pregu n tas. I’ rim ern. ¿hay
algo q u e la ciencia no p u ed a, p o r principio, explicar? y. segun da,
íe s v e rd a d e ro el p n n u p io d e explicación com pleta? Si bien no
hay n in gu n a rayón p a ra p en sar q u e ti ciencia n o p u e d e llegar a
e x p lic a r c a d a cosa individual q u e o c u rra (c incluso tal vez rep o n -
der algú n 11.1 a las pregu n tas q u e a veces hacen los astrónom os,
com o "cp o i q u é existe este universo particular y no otro?"), hay
otra p regu n ta que parece q u e la cieHTia no p u e d e responder. Esa
p regu n ta es: “ ¿por q u é hay un universo en lu g a r d e irada?" La
ciencia p u e d e ser capa/; d e expli. ai p o r q u é existe este universo
particular refiriéndose, p o r ejem plo, a la teoría d el big-hang sobre
el o rig e n del universo S e g ú n cala teoría este universo es e l resul­
tado ile la e x p lo sió n d e una masa p rim o rd ia l q u e inandó pedazos
en ludas direcciones y form ó las m últiples galaxias q u e forman
el universo I V t o . po r ejem plo, la cícni ¡;i no p o d ría exp licar por
qué, en lu g a r tic ni> haber n;ula en atttoluio, esiaba esta masa p ri­
m o -d ia l esp e ra n d o para ex p lo tar \quí la explicación científica
llega :i un límite, p o rq u e no hay narla con lo q u e se explique
c¡entífiram ente l:i r x k i c w i a d e la masa p rim o rd ia l De tunnera
que, u el prin cipio d e e s p lk a n o n com pleta es v e rd a d e ro , entón­
ete parece habci al m enos una cosa q u e delie ser e xp licad a pero
rpic la ciencia ni p u e d e exp licar C opleston . pues, p o d ría em pe­
zar una de fe mui d e la prem isa (2> o p o n ién d o se al contm ejem plo
q u e liem os tom ad o d e la explicación científica.
í l lay a lgu n a ra jó n p ara p en sar q u e el principio (te cxplít ación
com pleta x a verdadero? C opleston p o d ría intentar vnhear el
prin cipio contra Russell afirm a n d o q u e sin d u d a dicho prinri-
pío es una presuposición d e la ciencia, puesto q u e el progreso
científico se basa en ta doctrina d e que todo p u e d e ser explicada
l'od cm os e s u r d e acu erd o en qu e los logros de la ciencia son sin
d u d a p ru e b a d e c ie n o u p o de justificación d el prin cipio tal como
lo usa la ciencia, pero, ¿debem os entonces esiar d e acu erdo ron
C opleston en q u e la ciencia no p u e d e h acer todo el trabajo? Si­
g u ie n d o a Kussetl. p od ríam os in terpretar el prin cipio d e manera
mI que fuera suficiente para |n* propósitos d e la ciencia, p e r o sin
r.l ajicuwín'to ur. la co ntinc.e ncu 373

Abrirle la p u erta a la explicación no científica d e C o p lrsto n l_a


ciencia explica cosas y sucesos particulares de m o d o tal q u e la
form a del prin cipio q u e la cicncia necesita sea q u e Irsyn una ex-
plicnción com pleta para o d a suceso particular y p a ra cada ente
individual. Así q u e esta versión del principio, mientras q u e p e r ­
mite a Id ciencia tod o lo que ésta necesita, no establece tic n in gu n a
m anera q u e el universo com o un io d o d eb a ser e xp licable inde-
pen dien tem en te d e las explicaciones p a r iic u la re s d e c a d a una d e
las tosas que form an todo c| universo. Si aceptam os esla versión
entonces p o d e m o s estar d e a c u e rd o con Ru.uell en q u e una e x
plicaciún científica com pletam ente a d e m a d a es una explicación
com pleta, y d ejem p lo de la m arca alia refutaría la prem isa (2).
\ o h abría razón, entonces, p ara afirm a r qu e Dios es necesario
para exp licar el m u n d o q u e nos rod ea, ni habría razón para p o s­
tular a Dios com o un ente teórico explicativo. Sin e m b a íd o , la
ciencia no resp o n d e a p regu n tas com o: " p o r q u é hay a lg o en lu ­
gar d e nada?", d e m an era q u e tal v c i d ebam o s estar d e a c u e rd o
en que se re q u ie rr algú n Lipo de explicación no científica. N o
Ol.b clavo c u>il de las d os posiciones es más razonable, asi qu e h e ­
mos llegado a un a io llad cro Podem os, no obstante, sacar una
conclusión acerca d e nuestra principal interés en la explicación
P u c ü o q u e no hen>os sido capaces d e resolver el d eb ate acerca
de l.i explicación en favor d e C-opleston. p od em os con clu ir que,
.iu til] iic la p r e m i a (2 ) pu d ie lá s e r v e rd ad era, q u e d a abierta a u na
d u d a razonable y p o r lo tanto no p u e d e usarse p a ra justificar la
conclusión d e q u e Dios existe. Así q u e d eb em o s rc c h jz a r la ter­
cera y úliim a versión d el argu m en to d e la causa prim n» N o p ó ­
dem e» usarlo pura justificar la creencia en la existencia de Dios.

F -L A R G U M E N T O DE I j\ C O N T IN C E S ’C U

La tercera vin que sigu e SantD 'lomAft es un intento m uy ingc-


nioiui por establecer l;i existencia de Dios. Rmpicea to n l.i verdad
a p o ittn cn d e que hay coa.o rontjngenics, « l o c ». coaaj talca q u e
es posible q u e em piecen a e x ig ir y p osible q ue dejen d e existir, y
concluye dicien do q u e existe un ser necesario, esto es. un ser tal
que c j im posible q u e em piece a existir o deje d e existir. Se dice
374 t i . FRCJRLEUA DE J L B ilF ItA E LA. C U I N C I A EN DIOS

19
q u r d ich o ser c i i i ( c n e c c s in im c n lc y es lo que llin u m o s DtOS
Santo T o in ls va d e la prem isa relativa a la existencia d e las cosas
contingentes a su conclusión al a g re g a r que es im pasible q u e las
c o u s contingentes existan siem pre. D e m anera q u r. dice, si todo
es contingente, entonces en a lg ú n m om ento antes d e ah o ra, no
existió nada. P e ro si en algú n m om ento antes d e a h o ra n o existió
n ada en absoluto, entonces no existe nada ah ora, lo tu a ] es del
todo falso. Por lo tam o hay un ser no contingente, esto es, nece­
sario. a saber. Dios.
C o m o se dijo, la afirm ación clave d e la tercera vía q u e sigue
S a m o T om ás es la afirm ación d e q u e si todo es contingente, e n ­
tonces en a lg ú n m om ento antes d e ahora no existió nada. ¿Par
q u é creerla esto Santo Tomás? En p a n e p o rq u e su pon e, para
los propósitos d e l atgum ento. q u e el tiem po es infinito. C o m o
dice C opies ion, “ Es claro q u e Sanio Tom ás su p o n e la hipótesis
d e un tiem po infinito p ara a p o y a r el argum ento, y su prueba
está d ise b a d a p a ra satislacer esta hipótesis- .10 Im agin em o s que
esto es correcto, y que el tiem po se e xtiende infinitam ente hacia
el pasado. Podem os entonces p re g u n ta r si las cosas contingentes
han existido siem pre, a lo targo d e l p asad o infinito, o si han exis­
tido sólo d u ra n te un tiem po finito. P ara cualquiera d e estas dos
respuestas se a b re n d o s posibilidades T óm ese un tiem po infinito
y ta suposición d e q ue tas Cosas contingentes han existido p o r un
tiem po infinito en el pasado. Esto p u ed e significar u n a de dos
cosas q u e se p u e d e n e x p r e s r d e la siguiente m anera:

a. En tod o m om ento, sin excepción, q u e se extien d e infinita­


m ente en el pasado las casas contingentes han existido.

b. Las cosas contingentes han existido en un m om ento u o t r o a


lo largo d e un tiem po pasad o infinito: a t o es, p ara ru a ip ttrr
m om ento d a d o del pasado algun as cosas contingentes han
existido en a lg ú n m om ento a n lrn o r a ése

Asi q u e. co m o un a ilustración d e (a), im aginem os u n a linca que


se extien de infinitam ente hacia el pasado a partir d e ahora, en el
qu e cada corte d e la línea representa un m om ento del tiempo, y
cada letra c representa cosas contingentes.

'* Con rctpccio al argumento de li canbng en o i de Sanio T i P f c * * * s— 1


IhM|K(, Ut. al. en nou 1.
*• C o p td to n , A f u m i, p. lío.
ei. Alto IW ENTO M LA DONTl HCENCIA 375

--------------------------- — I H IH I H H IIII
----------- C C C C f i C C C C C C C C C C

C o m a p u e d e verse, en cada m om en to de! tiem po q u e t e extien de


hacia el p r a d o hajr cosas ro n [ingenies en existencia. Si d e hecho
fuéram os capaces d e (ra z a r dicha linca con form e fuera necesario,
trazándola infinitam ente hacia la izquierda de la págin a, tendría
un n ú m e ro infinito d e c o t i a p ara los m om entos, y cada corte
tendría la letra c debajo . D e m o d o q u e habríam os rep resen tad o
(a ) en el diagram a. L a diferencia entre (a ) y (b ) es q u e (b ) deja
abierta la postbilidai d e que p o r lo m enos haya un m om ento en
el qu e nada existió. S ó lo necesita q u e para cada m om ento en el
q u e n ada existió, algunas cosas contingentes hayan existido antes
d e ese m om ento Así q u e (b ) d eja abierta la posibilidad d e un a
situación com o la q u e aparece en el siguiente diagram a:

-------------------------------------------------- l U I I H I I I I H H
..................... - - - - - C C C C C - C C C C

C onsiderem os ahora la otra opción, q u e las cosas contingentes


sólo han existido du ran te un tiem po p asad o finito. D e n u evo te­
nemos d o s posibilidades, a saber:

c En todo m om ento, sin excepción, qu e se extien de en el p a ­


sado hasta el m om en to n , . han existido cosas contingentes.

d Cosas contingentes han existido en u n o u o tro m om en to en


el pasado hasta el m om ento m,, esto es. p ara cada m om ento
dado hasta m* i, algun as cosas con Fingen tes han existido a n ­
tes d e ese momento.

A hora p o d em o s construir fácilmente los diagram as d e (c ) y (d )


te lá n d o n o s en los dos ¿anteriores d e (a ) y {b ).
U n a ra j6 n p o r la cual la Tercera Wa q u e sigue Santo Tom ás c i
tan ingeniosa y fascinante es que está diseñada p a ra funcionar
cualquiera que sea Ja opción que elijam os d e {a ) a (d ). Su a fir­
mación clave es q u e d a d a ta suposición d e un p a sa d o infinito,
ctuoncc-v ya sea q u e (a ) o (b ) o (c ) o (d ) sea correcta, entonces en
algún m om ento antes d e ah o ra no exisító nada. Y esto, segiin él,
es todo lo q u e necesita p ara hacer q u e funcione el argu m en to d e
U contingencia. Nótese que a ig u m c n ta n d o d c c s ta m an era Santo
T aiais realm ente no necesita sostener nj ap o y a r n in gu n a p osibi­
lidad de (a ) a (d ). En n u e s tra c x p o a k ¡An d e ] a rgu m en to, las dife-
371. E] PROBLEMA DE J ltS T in C A ll LA CfcfcEífClA EN DIOS

re netas enure (a ) v ( b ) p o r un lado, y entre (c ) y (d> p o r el otro no


están explícitam ente consignada*. t i a rgu m en to esid (I¡sefiado,
com o diurnos, para tener éxito cualqu iera q u e sea la opción q u e
elijam os. El a tg u m e n tó es. pues, esie:

3 O bien ha h ab id o rasas d u ra n te un lirm p n infinito, o bien


ha h a b id o cosa* sólo d u n in ie un tiem po finito.

2. S i h a h a b id o lo ü l \ d u r a n t e u n l í e m p o in fin it o , e n t o n c e » c a ­
d a s u m a to ta l d is t in t a d e e n t e s e x is t e n t e s q u e p u e d e o c u r r i r
h a u c u r r id o a n te s d e a h o r a e n u n m o m e n to u o tr o ,

3 S i la s ú n ic a s c o s a s q u e e x i s t e n s o n c o n t in g e n t e s , c a t r in e e s
h a y la p o s ib ili d a d d e q u e e n a l g ú n m o m e n t o a m e s d e a h o r a
n i n g u n a d e e lla » h a y a e x i s t i d o .

i\)r to liijtlíi

4 S i h a h a b id o c o s a s d u r a n t e u n t ie m p o in f i n it o y las tín ic a s
t o s a s q u e e x i s t e n * o n c o n t in g e n t e s , e n i o it c e s e n ¡i lg i in m o ­
m e n t o a n t e s d e a h o r a n n c x i s i ii r t n a d a (a p a r t i r d e 2 . 3 1 .

5 . S i h a h a b i d o c o s a * s ó lo d u r a n t e u n t ie m p o lin n n s la s ú n ic a s
ct-sas <| iic e x is t e n s o n c o n t i n g e n t a , ( n i o n c a e n a l g ú n m o -
m c n i o a n t e s d e n h o r a n o c \ j ¿ i r ¡d n a d a ,

Por to Uiutó

G. S i la s ú n i c a s c o ^ t & q u c e x is t e n s o n c o n t in g e n t e s , c m o n e e s e n
a l( { iín n lo m e n r n a n t e s d e a h n r a n o e x i s i í ó n a d a (a p a r t i r d e
1 . 1 .5 ).

7, Si en a lg ú n m om ento antes d e ahnra na exitfir} nada. en ­


tonces n a d a existe ahora.

Por tu tanto

8 Si ¡ju únicas fosas q u e ex ¡sien son cont ingenies, entonces


n ada cxbtie ah o ra (a partir d e (i, 7).

9, Es fiilstj q u e no exista nada -h o r a

Pt* ló tan to

10. Es falso q u e las únicas cosas q u e existen son contingentes,


esto es, hay un ser necesario, a saber, Dios (a partir d e 8, 9).

S i b ie n e n la s p r e m i s a s ( 2 ) y ( 3 ) e l a r g u m e n t o c o n s i d e r a ta s c o n s e ­
c u e n c ia s d e q u e la s c o s a s c o n t in g e n t e s e x i l i a n d u r a n t e u n t ie m p o
f 1 AR7.1'MtVTU I>fc L A M tNTINPENÍ'.IA

infinito, tam bién, en la prem isa (5>, considera Lt coíisecuenf¿a de


({iic k¡* m&a» cojh i n g e n io existan sólo d u ran te un iiem p a Imito.
I .<i prem isa (5 ) establece q u e si los coaav han c k i - tirio "óln d u ra n te
un uefiipn finito ¿inte* d e a h o ra , e n 'n n r e s h u b o a lg ú n prim er n ía-
m em o en el que a lg o n n p ^ ió aeNtstir. He im n c m q u e antes d e
tsc nía m enta n o cxiMÍn m.m I íi . Kstn sin d n tla es verdad «i conccdc-
uiLü q n c el tiem po c i infinito, ya sen q u e Ira misas h ayan existido
0 no d u ra n te un ti, m p o infinito -n m m e s (Latta Li su m a tic esta
prem isa y tic ln p r r m iw |1). que es ntin verdad evidente, p o d c -
mrvi (.nncliiir (6), ln cual no cuniienc re Terene ia algim n a n in gu n a
d e la» hipótesis acerca de d u r a n t e m a m o tiem po ha ti existido las
misas D e m an era q u e si hw prem isas (2 ) y (3 ) son v erd ad eras,
entonces según esta versión d el argu m en to d e la contingencia,
p o d e m o s ¿acar m ía conclusión q u e no d e p e n d a de cu*1l d e las
d a s hipótesis sea I» correcta. F.s p o r esto q u e se a firm ó q u e este es
un atgutnento más fuerte qite el basad o en la suposición d e q u e
las cojas hrrti existido d u ran te un tiem po infinito. *in em barco,
lo principal es «i las prem isas (2 ) v (3 ) son v erd ad eras Sm d u d a
pod em os acepta i (9). Li» prem isa (7). si bien no es u n a verdad
ncccsarui, p u e d e refot im itarle com o una versión mtfs g e n e ra l del
pi iticipio tic Ui conservación d e la m asa-ene rgia q u e establece, en
g e n e ra l,q u e en un sistema c e rra d o hitt|f una canitriad d e energía.
1ni. [iivcndo la q u e está en ío n n a d e m¿tsa. p u e d e ser o bien e rra d a
n tiiui destruida. De n um era q»tc, si aparece a lgo nuevo, este p rin -
i ipio .ifirm a q u e no p u e d e halier v en id o d e la nada, sino q u e r e ­
quiere una transferencia d e energía d e a lg u n a otra rosa. C u an tío
ln prem isa (V) a con siderada bajo esta luz parece aceptable.
t s claro q u e (2 ) y (3 ) son las prem isas rlavc. C on sid erem os
i uidadotaincntc am bas prem isn» em p ezan d o por la prem isa <31
que c-y para em pe/ar, m.1s plausible Si tod o |o qu e ha existido es
contingente, entonces es posible q u e ra d a cosa d e je d e c si»tir en
algún m om ento. G en eralm en te las roías d ejan d e existir en m o­
mentos diferentes, asi q u e p o r lo ge n e ra l en cu alq u ier m om ento
algunas d e ellas existen. Pero si restringim os nuestra m uestra
- p o r ejem p lo al p rim e r año d e a lg ú n colegio d e te rm in a d o — , si
bien los m iem bros del curso dejaran de existir en m om entos d ife ­
rentes. llegará un m om ento en q u e torios estos seres contingentes
habrán d e ja d o de existir Si ah o ra exten d em os nuestra m uestra
luuta incluir toda la gente e incluso todos los objetos físicos, p o d e-
m m ver m uy claram ente q u e en esta era del arm am en to nuclear
378 EL r u t )H U MA DE JUSTIFICAR LA CREENCIA EN DIOS

es m uy p osible q u e llegue d im m c n to en q u e no existan ni p e r ­


sonas ni o b je to } físicos K cgiiram cuic. pues, si sólo han existido
co&as contingentes, es jhísiLiIc cjuc en algú n m om ento, q u e (le h e­
cho p u d o h a b e r o cu rrid o am es d e ah o ra, todas aquellas cosas Q'ic
h an existido previa mente han (tejado d e existir y n in g u n a nueva
h a c m p e u td o a existir N ótese qme esto no significa a firm a r que
ha ocut rido, sino sólo tjue n¡ postbie q u e haya ocu rrid o , lo cual es
u n a afirm ación m ucho m is iliíuil,
L a prem isa (3 ) parece aceptable. Pero, ¿lo es? C onsidérese de
nuevo el p rin c ip io de conservación d e la m asa-en ergía q u e » t i­
tilam os com o razón p ara accp iar la prem isa (7). F„%te principio
establece q u e si lom am os al universo com o un sistema cerrado,
entonces n in gu n a cn ctgfa p u e d e crearse o d e su n irse . Pero esto
su en a familiar, p o rq u e p odem os tc fo rm u larlo p ara leer q u e la
en ergía del universo es tal q u e es im posible q u e cierta cantidad
d e la m ism a em p iece a existir c im posible q u e cierta cantidad de
ta misma deje d e exisLir. De m odo que, d a d a la v e rd a d d e la p re ­
misa (9), u n a vez arlupiada p a ra referirse a la en eigía. d c b e m o i
concluir q u e es im posible q u e en al^íín m om en to nnics d e ahora
nada existiera, incluida la en ergía. Esto nos llevará a concluir
que ía prem isa (3 ) es falsa a m enos q u e q u eram o s afirm a r q u e la
m asa-energía existe necesariam ente y n o co n u n gcn tem cn te, p o r­
q u e es a lg o q u e u o p u e d e ser ni cread o ni destruido. Pero este
n o parece ser un cam ino viable, p o rq u e c u a n d o caracterizam os a
Dios com o eterno, decidim os q u e cal o sería in terp retad o d e m a­
nera q u e fuera lógicam ente im posible q u e ¿I e m p egara a exisitir
o il ciara d e existir. D e ahí q u e un ser necesario sea aq u el q u e es
lógicam ente im posible crear o destruir. Por to tanto la energía es
contingente p o rq u e es lógicam ente posible c rearla o destruirla.

O b jtfión . una ambigüedad, posibilidad física


versus posibilidad iófpca

A lgo ha salido mal. Por un Indo, la prem isa (3 ) p a re c e aceptable,


p o r el otro, p a re c e falsa. Sin d u d a p arece posible q u e n ada exista,
p e ro lam bién parece im posible p o rq u e la e n e rg ia q u e hay ahora
n o p u d o h a b e r sido c reada y n o p u e d e ser destruida. Parece que
tenem os un p ro b lem a r e >pecio d e lo q u e es posible y d e 3o que
n o lo es. Para solucionarlo d e b e m o s e x a m in a r el concepm d e p o ­
sibilidad K* im p ó rtam e seAalar q u e hay varios tipos diferentes
EL a r g u m e n t o d e l a c o n t i n g e n c i a 379

d e posibilidad, dos de loa cuales son relevante* p ara m i o i m p ro ­


blem a: la posibilidad lógica y la posibilidad física

A. Ponbtiidad lógica: A lgo es lógicam ente pasible si y sólo si n o


viola tas leyes d e la lógica, esto es. si no im plica lógicam ente
un a contradicción cu an d o se u ne con cu alqu ier oración a n a ­
líticamente v e rd a d e ra y con las leyes d e la lógica. P o r e s o
definición es lógicam ente im posible q u e en a lg ú n lu g a r viva
un a soltera casada.

B. P sibdidad f h ü a : A lgn es tísicamente posible si y sólo si 1) es


lógicam ente posible, y 2) n o viola las l e y « física» d e I» natu-
raleza, esto es, es falso q u e im pliqu e lógicam ente u n a co n ­
tradicción c u a n d o se u n e con u n a oración v e rd a d e ra (con
la q u e es lógicam ente com prnihle) y con las l e y « d e la física
y de la lógica. P b r esta definición es físicamente im posible
q u e u n a vaca salic p o r encim a d e la luna desd e la tierra sin
ninguna ayu d a.

Si reexam in am os la prem isa (3 ), encontrarem os qu e es a c e p ­


table c u a n d o in terpretam os 'p o sible' de una m anera, p e ro q u e es
muy discutible c u an d o la interpretam os d e la otra m anera. C o n ­
siderem os p rim e ro la posibilidad física. D e m o d o q u e la prem isa
(3 ) se convierte en;

3o. Si las únicas cosas que han existido son lógicam ente c o n ­
tin g e n ta , entonces una posibilidad Tísica es q u e en algún
m om ento am es d e ah o ra no existiera nada.

Podem os m ostrar rápidam ente q u e (3 d )e s falsa en relación con el


principio d e conservación. S u p o n gam o s que lo único qu e siem ­
pre lia existido es cierta cantidad d e en ergía, ya sea en form a d e
m:ua o en alg u n a otra form a ra m o el c a lo r K it consiguiente, las
únicas cosas q ue han e x m ¡do son lógicam ente contingentes. N in ­
g u n a es tal q u e s e a lógicam ente im posible crearla o destruirla. Sin
em bargo, n o es Gsintmente p osible q u e en algú n m om en to antes
d e ah o ra no existiera nada. L a en ergía, a u n q u e sea lógicam ente
contingente, es Físicamente necesaria, e s t o « , es tísicamente im ­
posible crearla y d estruirla En consecuencia, (3 s ) c i lálsa. Es
cuan do concebim os la ’posibilidad' c o m o 'p o sib ilid a d física' cu an ­
d o (3 ) parece falsa.
380 ÈL l'H O B U M A PE J lIS tm C A K LA CREENCIA EN I'IO S

A e s t a s a lt u r a s a l g u i e n p m l ría u h je i.ir q u e e s t a m a n e r n i le tra -

tai e x c lu y e c o m p le ta m c w c la a f i r m a c i ó n d e q u e D io s c re ó

el m u n d o mhtla, porqu e L k y d e l . i c o n s e r v a c i ó n t r e l*i m a s a -

e n e rg ía , u l co n to w ím e rp rn a aqui to m o a p lic a b le ni u n i v e r s o

ro m o un todo, im p lic a q u e c ie rta c ítn lid a d *lc e n e r g i a ha e x is­

tid o s ie m p re . Ks verd ad q u e .1 p i l c a r tn l e y d e e s r a m anera hace

f í s i c a m e n t e im p o n ib le la c r e a c i ó n n mhtíc. p e r a e s t o n o e x c l u y e la

c re a c ió n D i c h a c r e a c i ó n e s s i n d u d a u n m i l a g r o y. c o m n t o d o s l o s

m ila g ro s -d e -v io la ría n . im p lica ln lìtic a m e n te im p o sib le . D e m a­

n e ra q u e. a u n q u e estu v ié ra m o s d e a c u e rd o co n 1 l u m e e n q u e Icis

m ilag ro s-d e-v io lac ió n y ln c re a c ió n « nihtio a fmiion v m .i I t a mente


im p e n sa b le s, so b re la b a s e d e l o q u e s e h a e s t a b l e e id o re p e tid a ­

m en te, esto no lo s e x d u v c c a m p i c i . l u i e n t e F.sio es, n n b ate que

sea ló g ic a m e n te im p o sib le ip ie o c u r r a n y. c o m o ra m in o c i Iiciiiih

vu iin , s ó l o s i lo s m i l a g r o s y ti r r e a c it ìn r r »ihjit h ie ra n ló g ic a m e n te

im p o sib le s D io s s e r í a i n c a p a / tic l i b a r l e s a c a ì x i

Puesto tpic (3di, usando !n posibilidad íisk a . no ten drá éxito,


ensayem os con la posibdidad lògica’ , ile m ancm que n i se co n ­
vierte crii

31> Si Lis únicas cosas qu e chisten son lógica ine » l e coni ingentes,
en ton ce! una posibilul ni lógica es q u e en a lg ú n m om ento
am es d e ah o ra no e x o n e r a nada.

R ápidam en te p u e d e 'e r s e que (3fr) es s e rd a d e ra , Si afirm am os


q u e (o d as las cosas son lales q u e ev lógicam ente posible q u e d e ­
jen d e existir, entonce* no hay una contradicción lógica en afir­
m ar tam bién q u e nada c x h ie N o s contradecim os a nosotros mis­
mos sólo si afirm am os q u e algo existe necesariam ente, esto es.
que c x ím c ah o ra y q u e es ló^icaincm e im posible q u e em piece a
existir o d e je d e existir, y afirm ar tam bién que en c ie n o m om ento
nada existe. D ebem os entonces usar (3¿) en el argu m en to d e la
contingencia.
L a p rrm ísa (2 ) es sin d u d a la más discutible, p e ro creo que
podemo% hacerla parecer m.li plausible usando una analogia con
monedas. C on sidéren se ritn m on edas tales q u e sea posible qnc
raigan en ca ra y que sea pusilli? q u e caigan en cruz. ¿Cuáles son
las posibilidades d isp on ibles5 fia s 2 posibilidades, d o n d e « esci
n ú m e ro d e moneda% involucradas. De m anera q u e p ara dos m o ­
nedas hay cuatro p o s ib ilid a d « rara, rara. cara, cruz; c rii;, cara;
cruz. cruz. D a d o un n ú m ero ¿nlinitn d e Innzaruicntos al aire de
t L AR G UM ENTO RE CON TINGE S C I A 381

mui de estas m o n i das. podem os sin d u d a concluir q u e en un o 11


■lío m om en to o c u rrirá cada u n a tic estas p o s ib ilid a d « . Asi qu e
si la p r e m i o (2 ) indican) el lanzam iento d e dos m o n ed as al aire
en lu gar d e la existencia de objetos, p o d ríam o s concluir q u e es
verd ad era Por otra parte, si rnnsideram .iü un m illón d e m onc-
* f,
rías, a u n q u e h u b iera 2 1'“ posibilidades, d ad a una serie infinita de
lanzam ientos ¡il aire d e un m illón d e m onedas, seguiría siendo
p robable q u e tild a una d i las 2 1" posibilidades o c u rrie ra al m e ­
nos una vez en u n a 11 otro m om ento. G’,Lcrtamcnic. sin im portar
idnias m onedas tengam os m ientras el n úm ero sea finito, pare-
rería que, d a d o un n ú m ero infinito d e lanzam ientos al aire, cada
posibilidad o c u rriría al m enos una ve* Si aplicam os a h o ra la a n a ­
logía de m on edas q u e pu ed en ra e r en cara o cruz a objeto* que
p u ed en em p ezar a existir y d e ja r d e existir, entonce* p o d e m o s
vei qu e d a d a u n a cantidad infinita de tiem po, p u e d e h a b e r a l­
gu n a razón p a ra afirm a r q u e cada posibilidad n rurriríí en u n o u
otro m om ento, y así con la prem isa (3 ) concluiríam os, com o con
la (1). q u e o c u rrirá la posibilidad d e q u e n in g u n o d e estos objetos
exista
Si, to m o lo im plica la analogía con las m onedas, p o d em o s acep ­
tar la prem isa (2). entonces la presente interpretación d e l a rg u ­
mento d e la contingencia p u ed e ser acertada, p o rq u e cada p re ­
misa es plausible y el a rgu m en to, v Mielo A lg o qu e nns p u e d e h a ­
cer vacilar, sin e m b argo , es q u e la plausibilidad d e la prem isa (3 )
d e p e n d e d e qu¿ sentido d e ‘p o sib ilid a d 'se use. ¿Cuál e s e l que he-
m m usado p ara hacer plausible la prem isa (2)? Para averigu arlo
considerem os otro ejem plo, esta ve/ u san do una ruleta D a d o un
nú m ero infinito d e vueltas d e u n a ruleta, p arecería q u e la bola
se deten dría p o r lo m enos una vez en cada n ú m ero en el que
M;a fÍM tjm ente posible que se deten ga, no im porta cuíin g ra n d e
sea l.i ruleta. ¿ S edeten d ría lam bión en cada n ú m e ro lógicam ente
posible? C on sid érese una ruleta q u e esté fijada d e tal m o d o que
sea físicamente im posible q u e la bola se d eten ga en el n ú m ero
I Un tal caso, la bola n o se deten dría p o r lo m enos una vez
en rad a n ú m ero en el q u e sea lógicam ente posible que se d e ­
tenga, p o rq u e no hay una co n ira d ic ü ó n lógica en la afirm ación
de una ruleta cuya bola se detiene en el n u m ero t, incluso sí
uno tam bién afirm a q u e la ruleta CMil fijada d e tal m anera que
es ílsicamcnie im posible q u e la hola m: d eten ga en el n ú m ero l .
382 I L PROBLEMA De J tW T T n rA S U l CREENCIA £N P105

P o r consiguiente, si el universo se parece más a u n a ruleta fija


q u e a una ruleta q u e g ira al azar, e n t o n o « algunas cosas q u e son
Lógicamente posibles no ocu rrirán Si bien es lógicam ente posi-
hle q u e a lg ú n día la vaca iaJir p o r encinta d e La lu n a sin qu e
n adie la ayude, sin d u d a es {bícam en tc im posible, d e m anera
que p o d em o s concluir q u e n o ocurrirá. Es la posibilidad fisiea
m ás que La posibilidad lógica la que im porta p ara lo q u e ocu­
rre, Por otra parte, puesto q u e la Ley d e la conservación d e la
m asa-energía pu ed e ser utilizada para, m ostrar q u e ciertas situa­
ciones lógicam ente posibles, tales com o la situación en la q u e nada
existe, son fc k a m c m e im posibles y p o r lo lunfa n o o cu rrirán ii
n o es m ilagrosam ente, d ebem o s usar lii 'posibilidad física" en la
p rem isa (2 ) ai h em os d e hacerla plausible.
D ebem os usar la 'posibilidad Física' en l¡t prem isa (2 ) p ara ha­
cerla plausible, p e ro para h acer plausible la prem isa (3 ) debim os
usar la 'posibilidad lógica'. N ecesliam os usar diferentes ienudos
d e 'p o sib ilid ad ' en estas d o * prem isas para q u e sean plausibles.
El resultado es q u e p o d em o s hacerlas plausibles sólo usando am ­
bigu am en te la palabra ‘posibilidad'. PfcTt> esto invalida el a r g u ­
m ento. p o rq u e para q ue un a ig u m e n tó sea válido d e b e usar todos
sus térm inos unívocam ente, es decir, con un solo sentido. Por lo
tanto el arjjitm entó d e la contingencia se enfrenta con el siguiente
dilem a: si no hay a m b igü ed ad en la p alabra 'posible', entonces
p o r lo m enos una prem isa es falsa y el argu m en to carece de vali­
dez. Si hay una am b igü ed ad cit ‘posible’, entonces el argum ento
es inválido y, e n consecuencia, carente d e validez. A p artir de esto
p od em os c oncluir q u e el argu m en to carece d e validez. N o p o d e­
mos justificar la creencia en Dios utilizando el argu m en to de la
contingencia.

El-ARCUMENTO d e l d is e ñ o

U n o d e los argum en tos más discutidos q u e se ha utilizado para


justificar la creencia en la existencia d e Dios es el argum ento del
diseño, o, com o se le llama, el argu m en to id e o ló g ic o . Si bien este
a rgu m en to es. com o los q u e ya hem os ex am in ad o, un argumento
a p osU n ori, d ifiere d e aquéllos en algo im portante. A diferencia
d e Los argu m en tos anteriores, qu e son todos deductivos, el argu
m entó d e l d u e ñ o es esencialm ente un argu m en to inductivo. Ei
un intento p o r concebir al universo, o p o r lo m enas algunas ca-
EL ARCl'ME VTO DEL 015**10

rnctcrístioai d el universo, (tim a a lg ú n ;« <lc la* r o s a q u e el h o m ­


b re ha d i s u a d o y f f M i o , d e n u n c r a q u e p o d am o s inferir in ­
ductivam ente d e o>ia evidencia del diseñ o que hav un d ise ñ a d o r
>■ c read o r co m o el di&cñadAt ¡nieligente d e Im artefactos h u m a ­
nos, p ero, obviam ente, m ucho m is inteligente. En el núcleo del
argu m en to, pues, d e v a n e a una an alogía entre el universo y las
cosas qu e sabem os diseñadas y creadas p o r seres inteligentes. FJ
argu m en to del diseño, p o r In tanto, ca un argu m en to an alógiro.
y H c U mos, e n t o n e « , e x a m in a r brevem ente la form a d e l a r g u ­
m ento analógico. S u p o n g a m o s q u e hay un objeto y que q u e­
rem os ave rig u a r si tk-nc la p m p ie d a d P ¡ . p e ro q u e n o p od em os
a v e rig u a ilo d e una m anera directa. Si com param os O j con oíros
objetos q u e sabem os qu e tiene la p ro p ie d a d /*( y encontram os
que es ram n aquéllos en varios aspectos y no d ifiere «le ellos
en a s p e c u » im portantes. cn ton re* p o d em o s concluir q u e pn.>tai~
blem cntc O\ tiene la p ro p ie d a d P\ Ks im portante, desd e luego,
que ye considere toda evidencia d ispon ible, p o rq u e p u e d e haber
diferencias q u e hagan im prnliablc q u e 0| tenga la p ro p ie d a d P ¡

Argiw tm lañ irnalógicos

Podem os e x p o n e r la fo rm a ge n e ra l de un a rg u m e n to analógico
de-la m anera siguiente:

I Los objetos 0|.í?a, O * O . tien en las p rop ied a d es /’ u./’j,


/*. en coim'm.

2, I -os objetos C>2 , . (?„ tienen la p ro p ie d a d /’ |.

Por la tanto. pTobabtrmnitt


3. t i objeto 0¡ tiene la p ro p ie d a d

Hemos dicho q u e todas las evidenciáis disponibles deticn ser c o n ­


siderarlas si u n a afjrm actrtacornó (31 d eóc justificarse d e esta m a ­
nera. p o n ju e hav cierto!, U p o de factor?» q u e dism inuyen la p ro -
b¡ muid .id d e la conclusión. T am bién hay, sin em bargo , factores
que a n m m ia n !a p ro b ab ilid ad , fortaleciendo así al argum ento.
Por lo tanto, com o con cu alquici argu m en to inductivo, el re q u e ­
rimiento d e iinliiiir riadas la*cuidenci;ts d is p o n ib le s — llam ado re­
querí nnenü>de ta e v id e n t e toial— es esencial. Para ver la im p or-
lanna ¡le este requerí mié iilft, considérese el ejem p lo siguiente
" i ponga m u» q u e í?| ca un to<hc q u e se qu iere com prar, q u e P (
3 8 -1 EL PROBLEMA DF. JUSTIFICAR LA CREENCIA F.N DIOS

es la p ro p ie d a d d e consum ir gasolina a razón d e p o r lo menos


6 kilóm etros p o r litro, y q u e no se p u e d e p ro b a r el coche am es
d e com prarlo. Se p u e d e tener cierta ¡dea del consum o de gaso ­
lina d t l coche co m p arán d o lo con el consum o d e gasolina d e otro»
coches. M ientras mAs coches haya cuyo consum o sea d e p o r lo
m enos 6 kilóm etros p o r litro — esto es, el m ayor n ú m ero d e co­
ches incluidos en 0 <¡. . . O ñ que tienen la p ro p ie d a d P ¡— es más
p ro b a b le que el coche O ¡ tenga la p ro p ie d a d P \. l’oi otra parte,
mientras más p ro p ied ad es en com ún tengan estos otros coches
Con el coche — tales com o el n ú m ero d e cilindros, el tipo de
transm isión, la m arca del coche, la an tigüedad del motor, etc.—
es m is p ro b a b le q u e el coche O j len ga un consum o d e p o r lo
menos 6 kilómetros p o r litro. Sin em bargo, sí resulta q u e m u ­
chos coches con el m isin o jiú in ern d e cilindros, el mism o tipo de
transm isión, un m otor con la misma an tigü ed ad , etc., no tienen
un consum o de p o r lo m enos 6 kilómetros p o r litro, entonces
la probabilid ad d e q u e el corhe q u e se piensa c o m p ra r ien ba un
consum o de p o r lo menos 6 kilóm etros p o r litro, dism inuirá noto­
riamente. A d em ás si, dad a la m ism a inform ación en las premisas,
uno está interesado en un consum o de 7 kilóm etros p o r litro en
lu g a r d e 6 kilóm etros p o r litro, entonces la p ro b ab ilid ad d e que
el coche le n g a un c o n su n c d e 7 kilómetros p o r litro es m enor
q u e la p ro babilid ad d e que tenga un consum o d e 6 kilómetros
p o r litro.
D e este eje m p lo podem os extraer cuatro tipos diferentes de
factores q u e afectarán la probabilidad de la conclusión Estos y
otros factores relevantes deben ser sopesados en cuan to a su capa­
cidad p ara llegar a c n i afirm ación final acerca d e la probabilidad
o im p ro b ab ilid ad d e una conclusión. Los dos factores siguientes
forratecerán el argum ento, esto es, aum entarán la probabilidad
d e la conclusión:

1. M ientras m is g ra n d e es el n ú m ero d e objetos incluidos en


On . .G „ que tienen las p ro p ie d a d e s P i ... P „ t m is probable
es la conclusión

2. M ientras más g ra n d e es el n ú m ero d e p ro p ied ad es incluidas


e n P ; . . , P n q u e los objetos O , . 0 n tienen en com ún, más
p ro b a b le es la conclusión.

Los dos factores siguientes dism inuyen la probabilid ad d e la con­


clusión:
EL ARGUMENTO DEL DISEÑO

3 . M k ' i u ü i s m iís g r í m e l e c * e l n u m e r o f i e o l í a l o s q u e l i e n u n

l ’n. p ero q u e ne i i e n e n P i, m c u n * p rolia ltlf e s l;t oon-


c l n i l ó n .

I. M i e n t r a s m á s f u c r f c c i l a a r i r m a c W r h w h a c n la r o n r l u s u S t i .

I'l - ]:i t ¡ v ;i a la p r e m i s a , m e n o s p r o b a b l e e s la c o n d u s t r t n .

V o | v ; i m o a a l t t i r a n i a r d i m i e n t o d e l d i s e ñ o . f i e r o m a n í e n g ^ n i n s c u

m e n t e s i i v t c u a t r o í a f l o r c s q u e a f c c t a n la p r n b a i i i l i d a d o - p o s i b i l i -

rln c! r íe la r o i i í I n s i ú n d c lo s a r g u m e n t o s a n a l ó g i c o s d e m a n e r a ( ¡ u c

n o l o » i g n o r e m o s p n r a n o d e j a r d e [ n m p l i r c o n e l r « | l i e r i m i e n t o

r íe la e v i d e n c i a t o i a l . ? í

D til ttfTsianes. d r l H T g iim m ío det diseña

L :iü d o s v e r s i o n e s m i s c e l e b r e s d e l . i r g u m c n i n r ie l d i s e ñ o s e c u

' n c u t j ; m c u lo s Diáfogvi iobrt religión n a f i í r í / d e H u m e y e n la

í p i i m a v í;i d e S a n t o Toihííb d e A r j u i n o . S : i n ; o T c j m á s e x p o n e sil


v c n s ir t u d e la n u m e r a « ¡ g u í e m e :

Vctnm, en efecto, que coías que carecen dr conocimiento, como


los ciici pos n,ituríJí3, obran por un Tin, como i<? compruplxa obser­
vando i|ttc siempre, o csüi siempre, obran de la muma manera para
i-aiiwpiiir loque más les conviene: por donde se comprende que no
van a ni fin obrando al acaso, uno ¡mencionad»mentí Ahora bien,
la que carece de conocimiento no tiende a un fin, ai no lo dirige al-
guien que emienda y conozca, a la manera como el arquero dirige
la flcchíi, Luego existe un ser imehgrnte que dirige todas tas cosas
naturales a ig fin, y a éste llamamos Dios."

L n lo s Diálogos e s C l e a n t e s q u i e n p r o p o n e e l a r g u m e n t o d e la

¿ ¡ g u í e m e m a n e r a ;

Echad una mirarla en torno al mundo; contemplad el lodo y cada


una de sus parteí, veréis que no es otra ccsa sino una gran máquina.
nilxJividitl* en un infinito número de máquinas iná» pequeña» que
* «u vez admiten subdivisiones hasta un grado qur va más allá de
lo que lo* »cutidos y facultades humanas pueden rastrear y expli­
car Todas «Las máquina« y hasta sus panr& más nimia* se ajustan

■' P a ra u n e x a m e n m í » d e ta lla d o d e lo s a r g u m e n t o » a n a ló g ic o », véa se I. C o -

Pl- futinjíiítmn lo I.Dfic. Stiiunilhn, Nueva York. IS>65, capitulo 11.


“ Santa T a n tla A quin o, Suma Jhildgica, loe n i en ñ a u 15; traducaán
'*lr*jR,t'-a p or F. B arbado V ie jo , Biblioteca d e A u lo r c i O d ía n o s . M ad rid.
EL P R O B LtM A DE JUSTIFICAR LA CREENCIA Í N DIOS

e n tr e sí. c on una p recisión q u e arreb ata la a d m ira c ió n tic (o d a s lo*


q u e la « han c o n te m p la d o . La sin gu lar ad a p ta ció n d e lo* m eH ios a
los Tines e n la N a iu ra le za en te ra , se asem eja ex a c ta m e n te, au n qu e
en m u c h o c x c c d c , a loa p ro d u c io s dp i in g e n io h u m an o, a Ion d e lo»
d is e ñ a « d e l h o m b re , d e sus p en sam ien tos, *u s a b íd im » y su in te­
ligen cia. Si. p o r lo U n to , Ir * r íc e lo s se asem ejan e n tr r sí, «L a m e s
o b lig a d o « a in ferir, p o r tocias las reglas d e la a n a lo g ía , q u e Laminen
las c a u w s son sem ejantes, y qu e e l A u to r d e U N a tu ra le za se p arece
en a lg o a la m etu e hu m an a, aun cu an d o sus facu ltad es sean m u ch o
más con sid era b les p ro p o n .io n a la g ra n d e z a d e la o b ra q u e ha
ejecu ta d a . Par ésie. y s ó lo p.ir rs te a rg u m e n to a p o ilrritm , pod em en
p ro b a r al m ism o tie m p o la existen cia d e una D e id a d y su sem ejan za
con la m e n te e in teligen cia hum anas.51

L o q u e am bas versiones tiepen en co m ún es la afirm ación de


q u e en el universo y en sus partes naturales hay evidencia d e un
<1¡seño o propósito, y q u e este diseño o p rop ósito necesita la exis­
tencia d e un ser inteligente q u e dirija el universo y sus partes
tic acuerdo con su propósito. Sin em bargo, hay dos diferencias
im pórtenles entre estas d o s versiones q u e d eb em o s considerar
am es d e ev:i litarlas críticamente. Tara ver m ejor estas diferencias
e x p o n g a m o s form alm en te los a f u m e m o s . Podem os interpretar
la versión d e Santo Tom Js com o signe:

l „ Los objetos naturales que consum yen el universo (esto es,


los q ue no sienten, los no cread os p o r el Siombre, tales como
losárbuies, las rocas, las m ontañas, los plan etas) actúan para
ale,m uir un fin o meta.

2, Si ulgo actúa p ara alcanzar u n fin. entonces es d irig id o h ad a


esc fin p o r a lgú n ser inteligente.

3. N in gíi n objeto n¡iui ral es un ser inteligente.

Por h tanto
-I. Existe un ser inteligente que d irig e los objetos naturales
para .ik an zar un Gn o meta.

5. fc'stc director o Dios.

L n versión d e Cicantes p u e d e e x p o n e rse com o sigue:

I lunic, Diifogos sobrt nthgithi ntfuril, trjd . d t Edmiindofl'Carniail. El


lepiodp Mímico, México. 1913. P it lí II, p. 29.
EL ABC UM ENTO DEL IJISFÑO 387

1. El universo es com o una e n o rm e m áquina hecha p o r el


h o m bre a partir d e muchas m áquinas m enores, salvo p o r ­
que el universo es m ucho más com plejo q u e c u a lq u ie r m á­
qu in a hecha p o r el h om bre.

2. Efectos sem ejantes tienen causa* semejantes.

3. L a causa d e u n a m áquina hecha por el h o m b re es un ser


inteligente.

A>r lo lanló, probabtnnente


4. La causa d el universo es un ser inteligente.

5. Esta causa es Dios.

lin a diferencia, evidente d e inm ediato, es q u e m ientras q u e la


versión d e C lean ícs es clnntincntc un argu m e n to an alógico in­
ductivo, la versión d e Santo Tom ás es sencillam ente un a r g u ­
m ento deductivo. tD ó n d e entíl la característica inductiva q u e d i ­
jim os q u e e ra esencial para el a rgu m en to d e l diseño? Si o bserva­
mos con atención la p rim era prem isa d e cada arg u m e n to p o d e ­
mos ver p o r q u é la versión de Santo Tom ás parece carecer del
carácter an alógico d e la versión d e Citantes. Ijk p rim era prem isa
de Santo T om ás es sin d uda m uch o m ás a m b igu a q u e la d e O lean ­
tes. p o rq u e m ientras q u e Sanio Tom ás afirm a que los objetos na­
turales se dirigen h a c i a un fin. Oleantes afirm a sim plem ente q u e
son com o las c o sa sq n e sabem os q u e se d irigen hacia un fin — p o r
ejem plo, las m áquinas. ¿Qué razón p o d ría h ah er p ara aceptar la
prim era prem isa d e S a n t D Tomás? L a justificación obvia re q u e ­
rirte d e un argu m en to analógico com o:

6 L o s objetos naturales q u e constituyen el universo actúan


com o las cosas q u e se d irig e n hacia u n fin o meta.

P o r lo ¡anta, probabtem m tf

1. Los objetos naturales qu e constituyen el universo actúan


p ara alcanzar un fin o meta.

Para el argumentes d e Santo Tomás, pues, la an alogía con la» co­


sas que sabem os q u e han sido diseñadas, parece ser lo q u e jus­
tifica In p rim e ra premisa. V puesto q u e esta parece ser la única
prem isa am bigu a, siendo aceptables las prem isas (2 ) y ( 3 ) , la a n a ­
logía descansa en el núcleo d el argum ento. Podem os aceptar la
388 El PK O B l.tM A f ) t lUSTIFECAR LA CREENCIA EN DIOS

prem isa (2 ) p a rq u e sin dudn parece qu e sólo tin ser con in teligen ­
cia pu ede plantear una meta qu e alcanuir y la form a d e alcanzarla
p o r varios medios. Por otra parte, puesto qu e hemos visto que por
'objetos naturales' qu erem os decir los objetos que constituyen el
universo q u e no sienten ni son hechos p o r el hom hre, podem os
garantizar qu e l;i prem isa (3) es verd a d era p o r definición,
1.a segunda diferen cia en tre ambas versiones es más im p o r­
tante. Santo Tom ás habla sólo d e un ser in teligen te qu e d irige
los objetos naturales hacia una meta, mié nicas que Oleantes ha­
bla d el ¡tutor fie la naiu raleza. F it o «t. la versión de S am o Tomás
sólo prueba q u e hay un d irc c io r o diseñador muy im eligcn te que
ha plan eado e i curso tic! universo, p ero la versión de Citantes
prueba que un sct extrem ad am en te in íeligen tc creó el universo
d e a cu erd o con un plan o propósito. A ntes d e que exam in em os el
argu m en to debem os decidir que conclusión dctw m ns usar. .Sabe­
mos q u e la conclusión d e Clcantes es más fu erte q u e ta d e Santo
Tom ás porqu e afirm a q u e hay un crea d or y diseñador, mientras
qu e la conclusión d e Santo TbmAs sim plem ente afirm a que hav
un diseñador. Asi q u e la conclusión de Santo Tom ás será más p r o ­
bable que la d e Citantes en relación con el m ism o conju nto de
premisas. Sin em bargo, el propósito del argum en ro es establecer
la cúsLencia d e Dios, y lo qu e llam aríam os Dios rio es sim ple­
m ente el diseñador, sino también el crea d or del universo. Por
consiguiente, si establecem os sim plem ente q u e h ay un diseñador
o arquitecto del universo, queda la duda He si está justificado Hu­
mar a d ich o ser Dios. U tilicem os, pues, la versión de Clcantes
para los propósitos d e una evaluación critica
Podem os p o n er el argu m en to d e Clcantes en la form a d e los
argum en .os analógicos que discutim os a n teriorm en te perm itien ­
d o q u e 0 ¡ — el universo. O? On - varias tipos d e máquinas,
P\ = l . i propied.irl d e tener un diseñ ador y creador inteligente, y
Pn.. ,P„ - varias p ropiedades que ü¡ tien e en com ú n con O? .,
Om Si tom am os com o ejem p lo de máquina un le lo j tal ro m o lo
em plea o tro d efen sor d el argum ento, W illíatn Palé y, podem os se­
ñalar varias p ropiedades en com ú n .2,1 I n reloj tiene engranajes
q u e giran ti.. acu erdo con un ord en en ciertos ejes, algunos de tos
cuales afectan a tros d e m anera q u e producen el conreo regular
d e los segundos, los minutos y las horas. Igu alm en te, podem os

" 1 W is c W PaJcy, En/irves of tkt EtnUntr and AH-nbutn of (A r Dntj


EL ARGUMENTO DEL DISEÑO 389

observar a la [una g ira r a lred ed o r d e la tierra y a la tierra g i­


rar a lred ed o r d e su eje, y también a lre d e d o r del sol, d e acu erdo
con un orden q u e cansa el crecim ien to y la dism inución regu ­
lares d e las m íffras así com o el acaecer regu lar d el d ía y la n o ­
che. La tierra, la luna y el sol, en sus variadas relaciones en tre sí
p rodu cen una serie tem poral regu lar tal com o la d e los en grana-
íes tic un reloj en *u* variadas relaciones. Y puesto qu e el reloj
lic n r la p rop ied a d P\ (esto es, tien e un diseñador y crea d o r in ­
teligente), lo más probable es qu e también la tengan la tierra y
el resto del universo. Éste es, pues, el a rgu m en to que debem os
considerar. Sin em bargo, ésta no es la única analogía posible. Si
tiien hem os seg u id o a Cleantes y hem os c o in p a í¿ d o al universo
con una máquina, tam bién p od em os en contrar un diseño en las
obiíis d e arte d<--l h om bre Las relaciones form ales en tre las fbr-
nt:is v los colores q u e se unen para produ cir el h erm oso discuu
de una pintura son co m o la» form as y colores que se unen para
p rod u cir Ja seren a belleza d e una puesta d e sol reflejada cu un
lago, o ta lum inosa belleza d e un o to ñ o en N u eva In glaterra, con
los colores d e las hojas en contraste con los troncos blancos d e los
abedules. Si tuviéram os q u e utilizar esta analogía, entonces Dios
el artista su prem o y no el in ven tor más gran de. Ten em os,
s e n il
sin em bargo, q i i í segu ir em p lea n d o la an alogía con la máquina
lt- Cleantrs, p o rq u e no parece haber razón alguna para pensar
que la analogía con el arte es m e jo».
A l evalu ar e] argu m en to d e Cleantes no podem os hacer nada
mejor que d irigirn o s a su antagonista en los Diálogos, Filón, res­
pecto a las objeciones más im portantes. Las principales o b jecio ­
nes de Filón apuntan a dos aspectos: a la fuerza d e la analogía y,
por lo tanto, a la fuerza d e la justificación analógica d e (4), y a la
inferencia tle (5) B p artir d e (4 ) — esto es, a partir d e la afirm ación
sostenida p o r la analogía d e q u e hay una causa d e l u niverso a la
conclusión de q u e esta causa es Dios.

Objerión a la analogía d i C U ú iittí


lm rttmas na inteligentes d tl diseño

l.n objeción de Filón a los fundam netos analógicos d e l argu m en to


es esencialm ente un intento p o r m ostrar qu e no hay ninguna
razón para pensar qu e e l universo se parece más a la creación d e
390 EX PROBLEMA DE Jl’SnFKT-AR IJV CRE&NCIA EN PIOS

un ser in teligen te q u e al p rod u cto causal d e fuerzas no in teligen ­


tes. En efecto, Filón trata d e m ostrar q u e muchos objetos tienen
las p rop ied a d es Pg . . . P . en com ún con el u niverso, p ero qu e no
tienen la p ro p ie d a d P j.c s t o es, n o tienen un d iseñ a d or y crea d or
iiX'-Ugcnte. Filón aplica, pues, el Tactor (iii) con e l fin d e dism i­
nuir la probabilidad d e la conclusión hasta el g ra d o d e ya no ser
probable. Filón afirm a qu e, si bien el o rd en y el d u e ñ o que en con ­
tramos en el u niverso pueden atribuirse a la in tcligcn riá, hay p o r
lo m e n o i otras tres causas qu e reclam an lo m ism o. Considérense
e l o rd e n y d iseñ o qu e resultan d e la reprodu cción vegetal, la re­
p rodu cción anim al v el in stin to .^ podem os en contrar un ord en
co m p le jo, diseñ o y belleza en una flor, arbusto o árbol, ninguno
d e los c u a k » es p rod u cid o por un ser in teligen te, sino q u e p r o ­
vien e d e una semilla qu e está en la tierra, la cual recibe agtia y
luz solar. F.n n in gu n o d e estos cu atro factores — semilla, tierra,
agua y luz— hay alguna señal d e inteligencia. C on sidérense, p o r
» t í a paite, un precioso gato p e rv » un pavorreal. un ex ó tic o pez
tropical, a incluso un ser h um ano particular El ord en a m ien to de
las pai tes de dichos organism os, el Funcionamiento im crrelario-
n a d o d c lasparres, la l>eíle^i d e m u ch osd c e llo s , son el resultado
causal d e la fertilización d e un lu ievo en u n acto d e rep ro d uctión
a m im l. A tju f d e nuevo no hay tiingti na razón para pensar q u e la
inteligencia ttenc algún lugar, ni siquiera en e l caso d e los hu­
manos, quienes gen era lm en te usan la in teligen cia para evitar la
fertilización Piénsese También en c[ m aravilloso o rd en y diseño
produ cirlos p o r e l instinto, Líi precisión geom étrica d e las co lm e­
nas d e las abejar, la fumín co m p leja de los ru n des de las h o rm i­
gas, el diseño funcional d e kis nidos de I;ls aves, los diques d e los
castores: todos parecen ser efectos d e fuerzas instintivas m is que
el resultado estu diado d e una pla n ta ción in teligen te. ¿Q ué ra­
zones hay para escoger una causa en tre cuatro causas diferen tes
d el o id t n y el tiiseño? N o es m enos razonable afirm ar, y por lo
tanto nc> es m enos ptobable. (pie la tierra y las otras partes del
universo han brotado d e una sem illa, o m adu rado d e un huevo
fertiliza d o hace m ilenios o d el residuo d e una produ cción instin­
tiva d e algún anim al ex tin to hace mucho tiem po, qu e afirm a r que
es el resultado plan eado d e un ser invisible d e gran inteligencia.

** Víjsc Hunif, ¡ItaUtgvs wb'r rrltpcn naiurtti, P^rtC V lt ,


l-J_ARí-LlMFrNTO DELDtSKSt) 391
I ncluso, com o d ic e Filón, opnniÉnJose a la annlogia d e Cleantcs
con una analogía propia,

Ahora bien, si contemplamosel univrrer», vemos hasLa donde ak'an-


tin tiu m rw conocimientos, que ic u c m q i mucho * un animal o
c u « po orgánico, y párete c¡ue cslí actuando por parccklo principio
d e v i d j y movimiento. Una continua c ircúTarión tic materia en ¿I no
provoca desorden; un desperdicio constante en todas sus partea ne
repon* ide&anientcntc; adviértrer la más cutrccha »imp.itw en iodo
el sistema, y cada una «le la* parte» o miembros, al drsrmpeñar los
oficios que le snn propios, ciprra, tanto a fj vgr de la propia conser­
vación, como a I» del todo Kl mundo. por to tanto, infiero yo, es
un animal, y La Deidad es el alma del mundo, que lo n iá actuando
y por cita c ¡ actuad o,2"

I pisten oirás m aneras en q u e p u ed en o cu rrir el o rd en y e ld is e n o ,


d e 1-t s cuales la más usual es m edian te fuerzas pu ram en te físicas.
Millones de h erm osos diseños extra ord in aria m en te com plejos
son encontrados al e x a m in ar los copos d e nieve y los cristales d e
ciertas sales. L o s copos son efecto d e la tem p eratu ra sobre el va ­
p o r d e agua y los cristales son el efecto d e una supersaturación de
una solución salina. En ninguno d e los dos casos encontram os in ­
teligencia. lil o rd e n y el diseñ o q u e nos rodean son p rod u cid os de
mui has m aneras diFerenles p o r muchas fuerzas diferen tes. Tanta
maravilla pu ede sorpren dern os, e. incapaces dt: creer q u e p o d ría
deberse a un m ero accidente, a veres concluim os qu e d eb e haber
una Fuer/a d ire c triz d e lir ó d e tod o ello. Pero si lal Fuerza existe,
ésta podría ser el instinto, o una fuerza pu ram ente mecánica, o
incluso una com bin ación de muchos tipos d e fuerzas q u e produ -
' en sus propios tipos d e o rd en y diseñ o Nn traería ningún b en e­
ficio tram i de a firm a r qu e todas estas otras causas d el o rd en y el
diseño son el resultado d e la inteligencia o q u e son ia pru eba d e
una fuerza in teligen te, origin a ria v más básica. A u n q u e esta afir-
m arión pu diera ser verd a d era, no p o d em o* suponerla, porqu e
es lo qu e el a rgu m en to intenta probar. A dem ás no hay ninguna
razón para pensar qu e es verd a d era. C iertam en te, si considera­
mos esa parte d el universo que habitamos, com o debem os h acerlo
al establecer analogías con lo q u e conocem os, vem os qu e cada

M ífcJ , Pa/lr V I. pp 73-74,


392 El. PROBLEMA DE JUSTIFICAR LA CR EE M E l EV DIOS

ser in teligen te fu e p rod u cid o p o r una acto particu lar d e re p ro ­


ducción anim al, pero q u r hasta aqui, p o r k> m enos, no h ay razón
alguna para pensar q u e cu alquier caso d e rep rod u cción anim al
es «1 resu l u d o de la inteligencia. De manera que, sobre Ja base d e
la evidencia dispon ible, d eb er luimos concluir q u e probablem en te
La inteligencia na es la cansa origin aria d e l o rd e n y el d iseñ o; ral
vez es m eram ente una d e las cansas resultantes. Esta conclusión
es reforza d a p o r la teoría d e la e v o lu e io n . q u e afirm a q u e los seres
humanos, con su inteligencia, han evolu cion ado du ra n te un largo
p c T io d o a p a rtir d e íorm_u d e vida carentes d e inteligencia. y que
io lian hecho com u resaltado d e la interacción d e factores n o in­
teligentes lales con w la mutación fo m iiia , la escacez d e alim ento
y el instinm d e supervivencia. Si esta teoría es correcta, entonces
la in teligen cia es una añadidura m uy reciente a esas fuerzas que
pu eden p rod u cir ord en y diseño
Con base en la discusión precedente podem os concluir, con Fi­
lón. que. puesto que la inteligencia sólo es una e n tre muchas (osas
en esle m u n do que produ cen orden y diseño, no hay razón para
pensar que d e alguna manera es mAs probable que un ser ¡nte-
lig c n ie haya p rod u cid o el u niverso a qu e una de las otras causas
d el o rd en y el d iseñ o lo haya p rodu cid o. Por consiguiente, si bien
podem os estar d e a cu erdo con Cleantes en que el universo es en
varios respectos com o una máquina que tien e la propiedad P )(
también hem os visto qu e es com a muchas cosas qu e n o tienen la
p rop ied a d P \ , d e m anera qu e la probabilidad d e qu e el universo
renga la p rop ied a d P | es m uy baja. Sin du da es dem asiado baja
com a para concluir qu e d e en tre todas los tipos d e causas del o r­
den y e l diseño podem os escoger una qu e p robablem en te es la
causa del universo y qu e es In inteligencia.

Objeción a la tn frrm á a de que la caitsa de! universo es Dios:


efectos semejantes tienen causas semejantes

H em os visto que la analogía qu e es esencial para el argum ento


d el diseño no p u ed e sustentar la conclusión, es decir, la oración
(4 ): ‘ L a causa del universo es un ser in teligen te'. En cierto sen­
tido. pues, es su perfin o segu ir m ostrando que incluso si la oración
(4 ) ha sido adm itida, el paso d e (4 ) a (5 ) — 'Esta causa es Dios’—
carece d e solidez. Sin em bargo, la objeción de Filón a este paso
EL M*eL¡>1hNTO n i L u ts f í f o

no si'ilo es mU'rtsann: pfir sí misma, sino q u e acentúa ntro as­


p ecto im p on a m e para la sn sicn fófián (Je conclusiones acerca de
cosas desconocidas p o r m edio ríe anaki^ías m u Lo.sas conocidas,
i ¡k n « ü i i l i i qnc si con flu im os ( I ) sohrc b base d e la similitud
etilntr el u niverso y un artefacto hum ano, ia¡ co m o un reloj o un
barco o una c.ixst, chLuih'Cs tenem os que conc luir. d e á m e n lo con
rt prini i pin de que clei lus .semejan ¡ex tienen r:iusa> se Pinjan les,
qu e l¡is cau sa*de los arte lautos y de] universo sim, asimismo, se-
ilít e n lo , En oirás palabras, si liien es verdad qu e m ienln is má*
piirw ¡dos son el u niverso y los a rle forro* humanos, tmís probable
es la pienii'in ( I). también es verdad qu e mientras más parecidos
v m i , m á s p a r e c i d a s s o n s u s c a n s a s . A s í q u e si la s i m i l i t u d e s s u f i -

i i c m ic p . i f f i Iw K lt’ i q u e ( I ) s e a p i o h a h l c . e n t o n c e s d e í s m o s l l c v a t

a c a b o la a n a l o g í a y c o n c l u i r q u e p r o b a b l e m e n t e la s c a n s a s s o n

m u y p t r e t i d : » P e r o si e s a s í, y s i a c e p t a m o s la í n f c r c n r á d e (í> )

a p a r t i r d e- ( < ) . e n t o n c e s , c o m o l o s e ñ a l a K ilr tn , t e n d r í a m o s q u e

n i r i l x i i i tc a D i o s c a r a c t c r i s ú c a s i m i y p o c o d i v i n a s . C o n s i d é r e n s e

lo s s i g u i e n t e s p u n t o s s e ñ a l a r l o s p o r H iló n ;

111 Mas. nun en el raso rlc que esle mundo fuese lina prodm -
nuil hk)o )c perfecta que se quiera, Itwliivía f;ilt.ww s.dx r st
nxJ.ii Lis cxtck-iu ij< (Ir l.> obra purden con juslieAi adsrn-
bicsi rfl elnero. Si contenípiarnos un navki ttpiécxidi.KLi wle.j
,[< liemos foriTMrrttis del injjdiin di-I carpintero que annti una
maquilla un complicada, ú iilylx'lla1 Y que sorpresa dc l* nn>«
es per hacinar cuando triarnos en tai cuenta de qur se tnti.i <l<-
un iniTánico estúpida, que sr limita a imitar » ocros y que
linimmcttlc copia un arte, que. .1 iravís He uní WrRa ■nu rsión
de ed-ades, desput* de múltiples etisjyi'K, errorrs correi rio-
m-s. dclilier.iciurtes y controversias, poco a poco ha ido pro-
gj-eflmiio. Uicu pudieron muchos mundos halx-r sido remen­
dados y csiroptídiisa lo U rgod e un* eternidad, ¡iiifn dequ e
S f Msiema de ahora fursr acuñado; mucho esfuerzo per-
dido, muchos tétenles ensayos, un lenio pero no interrum­
pidla progreso continuado a través de edades infinitas en el
.o te de fabricar mundos F.n asuntos corno estos '.quién puede
deunriínár, 110 y* la verdad, pero ni siquiera conjeturar dón­
de radica 1^ probabilidad entre el gran niimero tle hipótesis
que pueden proponerse, y aún mayor núinrro f)ue pueden
itiMf'iiMrNe^*'

If/'í t'.n if V , p , 6 ft.


El. PROBLEMA DE JUSTIFICAR LA CREENCIA EN DIOS

|2) « Y qu é apariencia d i»argu m rn io,con tin u ó Filón, p u e d rs p ro ­


ducir, partiendo d e tu hipótesis, para dem os ira r la unidad d e
!j Divinidad? Son muchos los hombres que se unen para cons­
truir una rasa o un navio, para levantar una ciudad, para fra­
guar una nación íf t i r que no hemos d e creer que san Varias
la* deidades que intervienen para trazar y arm ar un inundo?
E>to guarda m ayor semejanza ron las cosas d e los hombres

(3 ) F e io aún m is, d e a n trs . Los hombres son mortales y renue­


van su especie por generación, y esto es Comúrt á lorias Lis
criaturas viviente*. ( . . . ] íP o r q u é ha d e excluirse una circuns­
tancia, tan universal y tan esencial, de esas numerosas y lim i­
tadas d e id a d e s ? *

[4] Y - p o r q u é n o c o n v c -fir s c d e una b u ena v e z en un pc-rfecto


a n iro p o m a rfttta ? ¿Por q u é n o a firm a r q u e !a d e id a d o las d e i­
d ad es son corp orales.' v q u e Lienen ojos, n a riz, b oca, orejas.
« e - l... I?**

Filón resu m e su posición d icien d o que la p erso n a qu e ad o p ta la


analogía d e C leam es lid vez p o d rfa ser capaz ilc jostener q u e el
universo es el pro d u cto d e algú n diseñador, p e ro no p u e d e ir más
lejas bnsj'iiidoic en la analogía.

IJasia d o n d e él alcanza, es posible que este m undo sea muy defec­


tuoso c iin perfecto, s ís e le compara, i ■m un patrón superior, v no es
sino el prim er y burdo im e m o d c alguna deidad pu eril,qu ien , mis
tarde, lo abandonó Avergonzada d e una obra u n im perfecta; o bien
es posiU r que sólo sea ]¡t ohra de alguna deidad inferior, objeto de
irrisión para sus »uperiorea; o bien el producto de los muchos años
y la chuchee d e alguna deidad senil, que, drsdc que isla murió,
ha seguido rodan do a toda aventura, a partir riel inicial impulso y
fuerza activa que ella le com unicó.31

E n sum a, si la an alogía con artefactos hum anos es lo suficiente­


m ente cercana com o p ara qtte sea p ro b a b le que un inteligente
creara el universo, es lo suficientem ente cercana com o p ara que
el c read o r sea m ucho más parecido a los seres h um an os q u e a
Dios, p o r lo q u e d ebem o s rechazar la afirm ación hecha en (5 ) de

M ib d , p. 69
29 ¡hi4 , Parte V, p 70.
30 ibiJ
*> A W .p . 71.
A R G U M E N T O O N T O L Ò G I C O V F.R SIÓ N I>F. D E S C A R T E S 395

q u e el c re a d o r dei universo, co m o se estableció en f 1 ). es Dios.


N o p od em os establecer (5 ) u san do el argu m en to d e l diseño.
lie m o s en con trad o dos objeciones a] argu m en to del diseño
que son suficientes p ara d e ja r d e con sid erarlo una justificación
i ini u d iv a d e la creencia d e q u e Dios existe. Éste es el últim o a r ­
g u m e n to a posteriori plausible de la existencia d e Dios. A estas
alturas la tendencia natural es rechazar las p ru e b a s a jx>st£rion y
íifii m ar que si la creencia en b existencia d e Dios se justifica, debe
serlo gracias a u n a p ru e b a a p rio n . una p ru e b a q u e n o use p r e ­
misas q u e se justifiquen m ediante una evidencia o bten ida gracias
a las experiencias q u e los seres hum anos tienen en este m un do.
C o n sid erem o s dicha pru eba.

U n ARG UM ENTO i PRIORI


U n o d e los argum entos más sim ples a u n q u e d e los más in trigan ­
tes y desconcertantes qu e a lgu n a vez han sido concebidos es el
argu m en to ontològico. D esde los tiem pos d e San Anselm o, en
d siglo X I, basta nuestros días, ha sido discutido interm inable-
m em e. U n a y otra vez « ha p en sad o q u e ha sido refutado y que
se le ha d e ja d o de lado, sólo p ara reap arecer tan problem ático
com o sicmpTe Un h abid o d o s planteam ientos clásicos del argu*
mentii, u no h echo p o r San A n selm o y el otro p o r R cné Descartes,
l'rim ero considerarem os ía versión d e Descartes p o rq u e es la q u e
présenla el argu m en to más sim ple y m uestra más directam ente
11 no d e Jos puntos centrales d e la discusión.

F,t. ANGUMENTO O NTO LÒ G ICO . LA VERSIÓN DE DESCARTES

Descurtes a ig u m e m a q u e

si efectivamente ocurre que d i cn p e n sa r mi un ser primero y su­


premo, ycn su idea, por así decirlo, del tesoro de mi espíritu,
entonces sí q necesario que le atribuya coda suerte de perfeccio­
nes. aunque no las enumere toda» ni preste mi atención a cada una
dr ella* rn particular. Y esta necesidad basu para hacerme concluir
(luego de haber reconocido que la existencia es una perfección) que
esc ser primero y supremo existe verdaderamente.1*

5‘ R eñ í Desearle*, Meditoeionn mttaflsicAí con ebjeaoiui y rnpunías, (rm), (te


v Ul4j firflj. Ediciones Alfaguara, Madrid, 1977. p. 56,
El PRODU.M A D£ J l'S T IR C A k lA C .R íyíN C IA EN DIOS

Pude m u s ti vpnnci e l argu m en to d e Descartes d e una m an era sen-


i ül.i com o sigiic;

I T o d n s las p e iT c c t io n c s s o n p r o p i e d a d e s d e l w r s u p r e m o .

2. L.a existencia es una pcrfccción.

Po lo tanto
r

3. El ser su p re m a t ie n e e x is t e n c i a , e s io e s , existe.

Si bien gen eralm en te la p rim era prem isa es adm itida, la segu n d a
ha pasado p o r re peí idos y severos ataques. U n tipo d e , truque co li­
n a l.i prem isa (2 ) lia sido <|ue si ln existencia es una perfección,
entonces es u n a pro p ied ad n característica qu e tienen atgiimis co-
s;is v i|iic no lid ie n otras, y si ln existencia es una p ro p ie d a d de
las cusís, entonces Ili palabra exisicncia' es un predicado. p o r ­
qu e un o se refiere a las p ro p ied ad es de las cosas m ediante p re ­
dicados. I'ern la p alabra 'existencia' no es un predicado, d e ma-
riL-i .i q u e ta existencia na es lina perFección. I,a respuesra obvia a
esta objeción es que la existencia es sin d u d a un predicado, p o r­
q u e p u e d e predicarse d e un objeto en una oración. Sin em bargo,
a q u e ll¡* < [ue twan esta refutación com ra Is prem isa (2 ) no niegan
q u e [a 'evisien ria' sea un p redicado gram atical. Su araqtie tiene
varias form a*, p e io su afirm ación principal es que la ’existencia'
no en inri pred icad o descriptivo. Es decir, no es un p redicado que:
p u ed a ser usado para describir cosas; no es un p re d ic a d o que
p u ed a usarse para referirse a una pro p ied ad que p u ed an tener
l.ii cosas. Si p u e d e nmstrarse que la ‘existencia1 no es un p re d i­
cado sem ejante, entonces hay una buen razón p ara concluir que
la existencia no es una p rop ied ad y, p o r lo tanto, que no es una
perfección.

a ahjertin itr K<inti la Bcuinifia' f i o ti im fntdKúdo

L3 ii u tu to clñsico v lal vez el más fíicrte p o r m ostrar q u e la exis-


ic e k í .Y no u* un p redicado se basa en la objeción hecha p o r Im-
m anticl Kant lince casi doscientos anos. Ésta ha sido considerada
p o r n m d ia gente com o la objeción q u e d e tina vez y para siem ­
p re refutó la versión d e Descartes del argum ento ortológico. La
parte clave d e esta objeción se centra en el concepto de predi*
cad a real, es decir, según Kant. un predicado “que determ ina a
tilia cosa En otras palabras, un pred icad o real es el qu e puede
ARQUMHNTOONTOLÓC.ICO VERSIÓN DE DESCARTES 397

ser usado para a y u d ar a d efin ir lo q u e una cosa es. Es, pues, {o


qu e p odem os llam ar un p re d ic a d o dcfinitorio, Kanl argum enta
d e la m an era siguiente:

Evidentemente, "ser" no es un predicado real, es decir, el concepto


de algo que pueda añadirse al concepto de una cosa Es simple­
mente la po&ición de una cosa o de ciertas determinaciones en sí.
En su uso Ilógico no es mis que la cópula de un juicio. La propo­
sición “ Dwt t i omnipotente" contiene dos conceptos que poseen sus
objetos ''tilos" y "omnipotencia", La partícula "es“ no es un pre­
dicado más, sino aquello que relaciona sujeto y predicado. Si tomo
el sujeto (“Dios") con todos sus predicados (entre lo* que te halla
uní bien la "omnipotencia“) y digo “Dio« es". o “Hay un Dios", no
añudo nada nuevo al concepto de Dics. sino que pongo el lujrtocn
ií m&mo con todos sus predicados y lo hago relacionando el objeta
con mi conctpio.^

Sería d e gra n ayuda interpretar este argu m en to en relación con la


form a en q u e un térm ino p u ed a utilizarse para cam biar el sign i­
ficado d e otro. Esto nos perm itirá interpretar m ejo r lo q u e K a n i
quiere decir con que un concepto se añada a otro concepta. Por
ejem plo, el térm ino 'soltero' se define m ediante dos predicados
rm ¿asado’ y 'v a ró n '. Podríam os, sin em bargo, “a ñ a d ir” otro p r e ­
dicado a la definición tai com o ‘feliz' y d e esta m anera cam biar
el significado d e 'soltero1. C u a lq u ie r p redicado que a y u d e a d é ­
te i minar el significado d e un térm ino de cita m anera es un p r e ­
dicada dcñ n itorjo. Así que un térm ino p u ed e ser un p redicado
d c lin it o m ya sea que d e hecho se use o no en una definición,
El tínico requerim iento es q u e sea posible utilizarlo d e dicha m a­
nera. Podem os a h o ra traducir ei argum ento d e K a n tc o m o sigue:

1. Si un térm ino es un p redicado real (d efin itorio), entonces


p u ed e añadirse al significado d e un térm ino p ara cam biar
su significado.
2. El térm ino 'existe' no p u ed e añadirse al significado de un
térm ino p ara cam biar su significado.

F tirla tanU)

3. El term ino ‘existe* no es un p redicado real.

* Kant. Crdiu át la raid* puro, I, ía- parte, 2a. div.. cap I II, iec. IV (AJ9Í.
&6?6>, trad. de Pedro Ribas, E didonri Alfaguara, Madrid, 1960. p, VM.
t í . PROBUMA IH- JU sìlt'lK A fl LA ChEICNCM EN 0 1 1 *

I_a p r e m is a ( I ) « s in tìn ti a a c e p t a b le . p o r q u e si un p r e d i c a d o
p it c i.lt » M i s e p a r a d e f i n i r itn f i r m i n o , e n t o n c e s p n e d í u sa rs e
p a r a r e d c l i n ir u n t e r m in o y p o i Jo t a n l « c a m b i a r s i ! s ig n ific a d o .
N o es u n c ia t o , sin e m b a r g o , q u e la p r e m is a ( 3 ) sen v e r d a d e r a
K a n i la d e f i e n d e a f i r m a n d a q u e c a d a v e z q u e d ce i m o a q u e nlt'u
e x is t e , si b i e n p r e d ic a m o s e x is t e ' i l e u n t e r m in o . e s ta m o s d i c i e n ­
d o , t i l e f e c t o . q u e e l l ó r t iiín o con r ¡ \ ip iifir a d o <¡ite i i f i i f s e r e f ie r e
a e s u t o s a n a q m .lla . [ l e m a n a r a q u e n u r r a t a m b L im n * e l sig-
n ifii i d o d e u n t i r m i n o m a n d o lo u n im o s p a r a d e c i r q u e a lg o
e n is ic C u a n d o d e i irnos, p o i r je m p f ü , q u e e x is t e n s o lt e r o s f e ‘ i-
c e s . e n n i n g ú n c a s o « L a m o * tr a ta n d n d e c a m b ia r e l s ig u í He m i o
d e la f r a s e 's o l t e r o r e li¿ ‘ . F.n J u g a r d e e s o a lir m a n tu s q u e la fra se
ta l c o n i o e s tá se a p lic a a a lg u n o s c n ic s . Si la d e fe n s a d e K a n i d e
la p ie r ir is a (2 ) es v á lid a , e n t o n t e s p a r e c e q u e h a e s t a b l e c i ó q u e
b 'c x s l c n c t . V tso en u n p r e d i c a d o r e a l o d e f in it o r io .

Si bien este tis vin ardim iento bastante convincente, hay p o r |o


m enos d o s objeciones q u e se p u e d e n d irig ir contra él. Prim era,
incluso si el a rgu m en to es sólido no está claro cóm o m uestra que
la existencia no es una p ro p ie d a d L o m is qu e p u e d e mostrar
es que la existencia no es un a p ro p ied ad definitoria d e algo En
o tra » palatini*, In único q u e m uestra es qu e cualqu ier oración que
a (irm e que a lgo existe es sintética y no analítica, perr> esto no basta
p a ra d em o strar que la cxistrncia no es u n a p ro p ie d a d . Algunas
personas han a rgu m en tad o qu e m ostrar q u e n in g u n a oración de
existencia l-n analítica es suficiente p ara refutar la versión de D es­
cartes d e l arg u m e n to ontològico. Si es asi, cnlonccs esto es su­
ficiente p ara nuestros prop ósito» Esto, sin em b a rg o , es falso. Si
bien en m uchos pasaje* p u e d e interpretarse qu e Descartes afirma
que hi o r a c ió n ‘D ios ex iite ' es analitica, su argu m en to, ya sea como
a p í r t t t en l;i cita o com o lo reconstruim os, no im plica q u e sea
neccsnlio q u e D ios exista Por consiguiente, el argu m en to no im­
plica que "Dios existe* sea analíi ica. Es cierto q u e Descartes afirma
q u e Dios tiene necesariam ente todas las perfecciones, pero no
a firina que sea necesauo q u e la existencia sea una perfección. De
m anera que el arg u m e n to es eom paiible con qu e ‘ Dios existe' sen
lógicam cn ic contingente [no a n a lid ra ) El a rg u m e n to d e Descar­
tes. p o r lo tanto, no p u e d e ser refutado sim plem ente mostrando
q u e 'existe' no es un p re d ic a d o d efin iro n o o real.
AR G U M E NTO O NTO LÒ G ICO - VKK5IÓN DE DESCARTES 399

H a y u n a respuesta a es La p rim era objeción {al argu m en to de


Kant) q u e consiste en añ ad ir algu n as prem isas al argu m en to
d e K an L Éstas son:

la . Si un térm ino es un p re d ic a d o descriptivo, entonces es un


prediendo d efinitorio.

A i com bin ar ( ] « ) con ( I ) obtenem os, vía un silogism o hipotético,

16. Si tm térm ino es un pred icad o descriptivo, entonces p u e d e


ser a ñ a d id o al significado d e un térm ino p ara c a m b u r su
significado.

Entonces, m ediante ( i b ) y (2 ) obtenem os,

3<x. O térm ino 'existe' no es un p re d ic a d o descriptivo.

A h o ra necesitamos otra prem isa, a saber.

i L a existencia es una p ro p ie d a d sólo si ‘existe’ es un p r e d i­


cado descriptivo;

v m ediante !a com binación d e (3 a ) y (-Í) obtenem os la conclusión


q u e Kant quiere,

5. L a existencia no es una p ro p ied ad ,

1.a p rim era form ulación d e la objeción d e K ant conrra el a rg u ­


m ento d e Descartes ñus lleva a la oración (3 ) que, com o vimos,
no era suficiente para refutar a Descartes C o n este argu m en ta
kantiano c o rre g id o obtenem os una conclusión, (5), que. si es co­
rrecta. acaba exitosam ente con el argu m en to ontològico d e D es­
canes.
Ya adm itim os la prem isa (I ), L a prem isa ( l a ) p u e d e ser p la u ­
sible una vez q u e señalem os q u e si un térm ino describe un ente
(de tal m anera q u e et térm ino sea un pred icad o descriptivo) al
referirse a algu n a p ro p ie d a d dc| misino, entonccs p u e d e a y u d ar
a definir un térm ino q u e se refiere a CSC ente. Por supuesto, ( l í )
se sigue de (I ) y d e (l a ) , de m an era que ( l é ) es igualm ente a c e p ­
table. Por otra parte, adm itam os la prem isa (2 ) e n n o m bre del
argum ento sobre la base d e q u e los verbos no se usan p a ra rcic-
rise a las p ro p ie d a d e s d e las rosas y p o r lo tanto no son p r e d i­
cados reales o definitorio*. N o se usan en el tipo d e definiciones
que estamos con sid eran d o aquí. N o s q u e d a p o r e xam inar, pues,
fe prem isa (4Ì.
400 (J. I’ROBLEMA DE J l'ST IFIC A K LA CREENCIA EN DIOS

El hecho d e q u e se conceda q u e el térm ino 'existe' n o es un


p re d ic a d o d e fin c rio real, no es razón p ara p en sar q u e el adjetivo
‘existente’ n o p u e d e usarse en dclininicioncs, P ero si el térm ino
'existente' p u ed e usarse en definiciones, hay razones p a ra pensar
q u e es un p re d ic a d o real, y tam bién las hay p ara p en sar q u e es un
pred icad o descriptivo. C on sid éren se las definiciones siguientes:

Sea el térm ino ‘re d a g a ’ ’d a g a existente1 y el térm ino "norre-


daga*, ‘d a g a no existente'.

P odem os usar estos térm inos p ara decir con cierto sentido, p o r
e jem plo, q u e en su trastornado estado m ental M acbclh veía una
n o rre d a g a p en san d o que veía un a redaga. Y, puesto que p o d e ­
m os usar el térm ino ‘existente' en lales definiciones d e térm inos
nuevos, tam bién p o d em o s usarlo p ara red efin ir térm inos qu e ya
están en uso. .Asi q u e ah o ra hem os en con trado una razón para
s u p o n e r que el térm ino 'exÍM cnte’ es un p re d ic a d o definitorio
real, y pnr lo tanto hem os en con trado u n a razón p a ra su p on er
q u e 'existente' es un p re d ic a d o descriptivo. Pero sí 'existente' es
u n p red icad n d esc r ipi ivo. entonces es razonable creer que la exis­
tencia es una p ro p ie d a d ; los predicados descriptivos se refieren a
las p ro p ied ad es d e la* cosa», H em os, pues, a rro ja d o c ie ñ a d u d a
sobre la prem isa (-4). Pues si el hecho de q u e 'existente' sea un
p red icad a descriptivo c s c r n id ic tfn w f ic im t e , par s i sola p ara que la
existencia sea u n a p ro p ie d a d , entonces el térm ino ‘existe1, siendo
un p re d ic a d o descriptivo, im es una condición ntctiaria p ara que
la existencia sea u na p ro p ie d a d Oc m an era q u e el P laque d e Kam
al a rg u m e n to oncológico de líe s e aries d e s p u é s d e todo- Fracasa.
P u ed e ¡luslr a n c aijul « t e razonam iento con un ejem p lo sa­
c a d a d el be vt)o], Supóngitse q u e alguien dice que u n a condición
necesaria p ara q u e u n a pelota bateada se convierta en carrera
en el VeUT&n't Siadium d e F ila d d íia <-* que la pelota recorra un
m ínim o d e 15a m e im s a la ai tura apropiada. Esta perdona afirma,
enlonces,

U n a p elota bateada es u n a c a ñ e r a en c! [ “e teran't Siadium de


fila d el fia sólo si la pelota recorre p o r lo m enos 150 m etros3
la altura apropiada.

Sin em bargo, de hecho basta perfectam ente con q u e la pelota rt


corra 120 m etros a la altura a p ro p ia d a p a ra qu e se b aga una
ARGUMENTOONTOI jÓCICO’ VERSIÓN D t DESCARTES ■101

c a rrera en esc estadio L a distancia entre la base y la cerra del


ca m p o d e l lad o izqu ierd o es d e m enos d e 120 metros, Así q u e
balear la pelota hacia la izquierda, a una distancia d e 120 metros
a la altura a p ro p ia d a es suficiente p ara hacer una carrera. Por
lo tanto, b a le a r la pelota a 150 m etros de distancia en ese esta­
d io n o es u n a condición necesaria p ara hacer ahí una carrera
L o m ism o p;t*a con nuestra afirm ación v ib r e el argu m en to d e
Kant. Si es razon able creer q u e ’existente', al ser un pred icad o
descriptivo, es suficiente p a ra q u e la existencia sea u n a p r o p ie ­
d a d , entonces es razonable c reer que el térm ino 'existe' a| ser un
p red icad o descriptivo, no es necesario p ara que la existencia sea
u na p ro p ie d a d .

Otra objeción U m n m c ia no « una perfección

H em os visto q u e el p rim e r tipo d e ataque al a rgu m en to ontológi-


co d r Descartes fracasa. C on siderem os otro. A q u i lo im portante
es q u e incluso si la 'existencia' es un p red icad o, incluso si la exis­
tencia es u n a p ro p ie d a d , sin d u d a no es u n a perfección. A quí,
p ara nuestros propósitos, basta con decir q u e una perfección es
una p ro p ied ad que tiene un objeto q u e va ju n to con otras p r o ­
piedades p a ra qu e un ser sea perfecto. De m anera que p o d em o s
com parar dos cosas y decidir cnAl es la m ejor o más perfecta. D e ­
cidiríam os esta cuestión con sideran do las perfecciones q u e cada
una tuvo y d e la que cada una careció. Por ejem plo, algu ien p u e d e
describir a dos personas diferentes con g ra n detalle p e ro sin d e ­
cirnos sí existen o no. Entonces nos p regu n ta q u é descripción
se acerca más a L person a uttat o perfecta. L o decidim os sobre
la base de las p ro p ie d a d e s q u e nos ha descrito. S u p ó n g a se q u e
después d e h;,ibcr d ecid id o nos dice que se le había o lvid ad o d a r ­
nos una p arte d e la inform ación. L a p erson a q u e pensam os q u e
era m enos perfecta d e hecho está viva, p e ro la otra es sim plc-
rncrile un personaje fkliciu ¿Debem os auiso revalorar nuestra
decisión a ta luz d e este nuevo hecho? Parecería q u e no. U n a
persona se acerca más a bi perfección que otra, ya sea q u e exista
o no. L a existencia, p o r lo tanto, no es u n a perfección.
Sin du d a este argu m en to llene cierta fu tría . C u a n d o d ecid i­
mos quién es el m ás g ra n d e d e los presidentes, o el pin tor Ideal,
o Li p erson a más santa, no necesitamos Considerar si existe ah ora
402 EL PROBLEMA d e j u s t i f i c a r l a c r e e n c i a e n d i o s

o ha existido alg u n a vez. Podem os valo rar tan lo a la gen te fic­


ticia com o n la real. L a cxisicncia p á re te ser irrclcvantc para ta
perfección, o p ara constituir u n a cosa ideal d e cierto tipo. Por
consiguiente, d ebem os concluir q u e la prem isa (2 ) de la versión
d e Descartes del argu m en to oncológico es dem asiado discutible
com o p a ra sustentar la conclusión.

E l A R G U M E N T O O N T Ú L O C IC O : l a v e r s ió n DE SAN AN SE LM O

Pasemos ahora a la versión d e San A nselm o, la cual, com o v e re ­


mos, no está tan Intim am ente ligada con la tesis d e q u e la exis­
tencia es una perfección. San A n selm o em pieza dicien do qu e en*
tendem os el concepto d e ser su p rem o ,

y to d o lo q u e s c c o m p re n d e c s tic n U in t c n ^ e n c ia y s in d u d a a lg u n a

e s t e o b je t o p o r e n c im a d d cu al n o se p u e d e c o n c e b ir nada mayor,
¡lo eviste ín !a in t e lig e n c ia s o la m e n t e , p o r q u e , » i a s í fu e r a , s e p o d r ía

suponer, p o r lo m e ro s, c¡bc e x is te ta m b ié n en la r e a lid a d , n u eva

c o n d ic ió n q u e h a r ía a u n s e r m a y o r q u e a q u e l q u e n o t i e n e e x i s t e n ­
c ia m is q u e e n e l p u ro y » im p le p e n s a m ie n to . P o r c o n s ig u ie n t e , si

e s t e o b je t o p o r e n c im a d e l cual n o h a y nada m a y o r e s t u v ie s e s o la ­

m e n te e n la in t e lig e n c ia , s e r í a , s in e m b a r g o , ta l q u e h a b r u i a l g o p o r

e n c im a d e é l, c o n c lu s ió n q u e n o s e r ía le g ítim a . E x is te ,p or c o n s i ­
g u ie n t e , d e u n m o d o c ie r t o , u n s e r p o r e n c im a d e l e tia l no s e p u e d e
im a g in a r n a d a , n i e n e l p e n s a m ie n to n i e n la r e a l i d a d .* 4

A u n q u e históricam ente no sea m uy preciso, p o d em o s desen redar


p a n e d e la com plejidad del argum ento d e San A n selm o rem p la­
zan d o ‘se p u e d e concebir* con 'es posible' y 'n o existe sólo en el
en tendim iento' p o r 'existe'. Podem os e x p o n e r el núcleo del a r­
g u m e n to d e la m anera siguiente:

1. Si el m ayor ser posible no existe, entonces es posible que


exista un ser más g ra n d e q u e el m ayor ser posible.

2. N o es posible qu e exista un ser más g ra n d e q u e el mayor


ser posible.

P o r la tanto

3. El m ay o r ser posible existe.

M San Anselmo, M i f » , Cap. II, tn d . de J. Alameda, O. 5. B-. Bibfio'eca


de A u to r a Cristianos, Madrid, 1953.
AJtGUM r.NTO O N TO LÒ G IC O : VERSIÓN DE SAN ANSELMO 403
D ebe notarse q u e este argu m en to no afirm a ni q u e la existencia
es una perfección, ni q u e la oración (3 ) es una v e rd a d necesa­
ria. Fn consecuencia, no p arece estar expu esto a n in gu n a d e las
objeciones qu e hem os lan zado contra la versión d e Descartes. Sin
em bargo, G aunilo, un con tem porán eo d e San Anselm o, tuvo una
objeción diferen te q u e debem os considerar.

La objtcián i * C a m ilo : la mayor ií/a posibU

C a u n ilo te p id e a Anselm o q u e considere u n isla q u e sea la m ejor


d e las islas y q u e con sidere el argu m en to siguiente:

tío p u e d e s d u d a r e n a d e b n tc d e b e x is t e n c i a d e la is la , p u e s t o q u e

'¡e n e s u n a id e a d a r* d e b m is m a en tu e s p ír it u y p o rq u e es m is

e x is tir en la r e a l i d a d q u e s o la m e n t e e n b in te lig e n c ia , p u e s d e [o

c o n t r a r io c u a lq u ie r a o tra tie rra e x is te n te s e r ia , p a r lo m is m o , m is

im p o r t a n t e q u e e lla .® 8

A q u í G a u n ilo señala q u e e! argu m en to de A n selm o p ru e b a d e ­


masiado, d e m an era q u e ciertam ente carece d e solidez. Podem os
p ro b a r m ediante este argu m en to que el m ayor objeto posible de
cualquier tipo, ya sea una isia o un estudiante o u n atiera o una
cena o lo que sea, existe, y esto es sin d u d a un error. L a respuesta
d e Anselm o fue sim plem ente decir que la lógica d e su argu m en to
sólo se aplica al m ayor ser posible y a n in gu n o otro.

Respuesta a G a u n ilo: u n ser mayor qué la mayor isla posible

¿Estaba justificada la respuesta d e A n selm o a C aunilo? Para ver


lo que am bos qu erían decir, usem os variables en las prem isas en
lu gar d e constantes. H a y sin e m b a rg o d o s m aneras d e hacerlo:
podem os d e ja r q u e 'ser' sea lo rem p lazad o p o r la variable X , o
bien p o d em o s d e ja r q u e 'el m ayor ser posible' sea sustituido p o r
X . Las prem isas diferirán de acu erd o con ello. L a form a A del
argum ento será la siguiente:

la. Si la m ayor X posible no existe, entonces es posible q u e


exista u na X m ayor que la m ayor X posible.

U G a u tü lo , Libro tscriie m favor dr u n in m u o lo , t 7, tn d . d e I. A la m e d a , e d .


tit, J
4 (V I E L PROHI-F.M A r» . J U S T I F I C A * LA Í J t £ £ N C l A EN D IO S

24. N o es posible q u e exista u n a X m ayor q u e la m ayor X posi­


ble.

V la form a B d r l a ig u m c n to wrrá la siguiente:

Ifc. Si X no existe, entonces es posible q u e exista un ser m ayor


que X .

2b. S o « posible q u e exista un ser m ayor q u e X -

Podem os ver q u e p o d em o s sustituir X p o r in n u m erables térm i­


nos en ( I d ) y (2ff), d e m anera q u e p o d em o s p r o b a r que ct m a­
yor objeto posible dt h m Í ij u v t tipo exLstc. Sin d u d a hay algo in­
correcto en este a rru ín e n lo , corno afirm a G au n ilo . Sin em bargo,
ta se g u n d a form a d el argu m en to, B, m antiene [a afirm ación de
Anselm o de q u e su argu m en to sólo funciona p ara 'el m ayor ser
posible' L a prem isa (iíiX 6* v e rd a d e ra c u a n d o ‘el m ayor ser posi­
ble' es s us tm irlo p o r A*, pe jo no hay n in gu n a razón p ara pensar
q u e ca v e rd a d p a ra cualquier otra cosa tal com o la m ayor isla
posible', p o rq u e la oración:

N o c* posible que exista u n « * ' m avor q u e la m a\or Lita posible.

parece fuisa M u ch o * seres, especialm ente los dioses. son sin duda
a e r o m ayores que cu alqu ier p e d a z o d e tierra, por consiguiente,
p arccci la que A n selm o tiene en m ente a lgo asi com o la segunda
form a d el argum en to, de m an era que. com o él m ism o lo afirmó,
su argu m en to no está exp u esto a las objeciones d e G a u n ilo .*1

O tra objeción.' t i set mdí nirw poñble

¿Podem os aceptar esta versión del arg u m e n to d r San Anselmo?


H a e lu d id o todos las objeciones q u e hem os ex am in ad o , y p o r lo
tanto no hem os e n con trad o razón a lg u n a p ara rechazar ninguna
d e las prem isas. Adem ás, la prem isa (2 ) sin d uda es aceptable. Po­
dem os, sin em b a rg o , encontrar una razón para rechazar la pre­
misa (1 ) in terpretada com o ( l i ) , una razón sim ilar a la de G au-
mlo. C on sidérese la form a C d e l argum ento:

Ir. S iX n o existe, cntonccs c í posible q u e exista un ser q u e sea


más K q u e X

* A l S r , L e h r e r i r le d r b r nu m i n e n d e n o i l n r C óp io H q u e
p u e d e e lu d ir L» n b jrc id n d e G a u n ilo
ARi J'M ENTO O N TO I jÓGICO La V i ttSJÓN Dfe SAN M KtLM < •105

2e. N o q posible q u e c ú i i a u n ser q u e acá m ài Y q u e A'.

Aquí h em o * rem p lazad o *tnayr>r* en el argu m en to d e la form a B


por la v e n a b le Y . P ara qu e (2 r) fuera verd ad , A' ten d ría qu e ser
equivalente a "el ser m á s }’ posible1. Pero p o d em o s susiiiuir cual-
tjtiict adjetivo p o r Y y d e esa m anera p ro b a r no sólo q u e el mayor
■le cualquiera d e lo» seres existe, com o trató d e p ro b a rlo Ü a u -
niln. sino tam bién q u e un ser q u e es superlativo abiotulanurrue de
n ia lq u u r manera existe. Asi q u e p o d ríam o s p ro b a r con este a f ú ­
m enlo q u e el ser más feliz o más Irm e , más lim pio o in íi sucio,
más g o r d o o más d e lg a d o , o más ahauxdo o más m alo posible,
existe. En este caso las dos prem isas serian las siguientes

Si el ser más (sucio, absu rdo, mnln, etc ) posible no existr, en ­


tu n e n existe un ser más (sucio, ab su rd o , malo, etc.) q u e el
ser más (sucio, absu rd o , malo, etc ) posible

Y:

N o es posible q u e exista un ser más (sucio, ab su rd o , m alo, etc.)


qu e el ser más (sucio, a bsu rd o , m alo, etc.) posible.

Incluso p o d em o s p ro b a r q u e el ser cuya descripción im plique el


maynr n u m ero d e contradicciones posibles existr. Pero no es p o ­
sible q u e u n ser cuya descripción im plique a u n q u e fuera una c o n ­
tradi« MÓn exista A síq tie m ucho» argu m en tos d e la form a C c a re ­
cen de solidez. Pero, puesto q u e la form a d el a rgu m en to es válida
y las prem isas relevantes d e la form a (2c) son verd ad eras, se si­
gu e de ello que las p re h io a s d e la form a (l e ) son falsai Adem ás,
puesto qu e ( l i ) es (le ) con un a variable m enos, esto ciertam ente
arroja u u a d u d a v ib r e la prem isa (1 ) lo m ad a com o ejem p lo d e
(lfr) Si aquí A n selm o quisiera resp on d ern os, d e u n a m an era si­
milar .i com o le resp o n d ió a G aun ilo, q u e su arg u m e n to sólo se
ap lici al adjetivo 'm ayor', le respon deríam os q u e no parece h a ­
ber ninguna diferencia entre el adjetivo 'm &vor y m uchos otros
relacionados con la existencia. Si un d efen so r del argu m en to o n ­
tològico piensa q u e la hay, entonces a ¿1 le co rre sp o n d e m ostrarla
Tal ve/ es posible hacerlo, pero hasta ah ora n adie lo ha hecho.
Una vez más hem os alcan zado un p u n to en el q u e som os incapa­
ces de justificar u n a prem isa. De m an era qu e si bien la prem isa
puede ser v erd ad era, no p o d em o s usarla en un argu m en to para
justificar la conclusión. D eberíam os, e n t o n e s , rechazar los a rg u -
»0 6 EL I'KdBLLMA l>t JUSTIFICA» LA CREENCIA EN PIOS

m em os ontológfcoti. foiiwi 1*» hem os h c íh o con los utm s, p o r ser


inadecuados p ara justificar la t r « n f ia tic q u e D io » existí?

U N A J U 5 T IF E C A C IÓ N P R A G M Á T IC A DE LA C RE E N C IA EN
KXISTENClA DE DIOS

l lem as rech asoda Lis p rucb-ii a po<urtori y a p tio rt más plausibles


J e ta existencia de Dios, v prjr lo utiLu, n o hem os en con trado
ningu na form a d e justifi i r la crcencla d e qu e Dio* existe. A m e ­
nos que encontrem os alguna rura m anera tic justificar Lis cre e n ­
cias. tendrem os q u e c o n c lu ii q lic cata c recncia no está justificada,
rb d o i lo« argum entos ijiic hem os e xam in ad o han tratado d e ju s ­
tifica i Ja crceni ¡a d a n d o razonen para pen sar qu e la creencia es
verd ad era. Sin em bargo, pragmatistas com o W illiam Jam es han
tratado d e desarrnliat un lipo d iferen te de razón p ara sostener
una i iccih ta A lg u n a s < rcdtn i.m d e las qu e soiuúü incapaces d e
probar si m n v c i d . i í l n j í « fnba* d esem p eñ an un p apel tan im-
p m ia n r e c n nucarntx vida* que, ^ g ü n W illiam Jam es, tenem os
juatilicación p ara creerlas bajo ciertas condiciones Esta ju siiii-
r u r i ó n "p i.-gm ática” de ciertas ireencias. no d e p e n d e , pues, de
n in gu n a evidencia o razón en favor d e la verdad d e lo q u e se
crcc. Jam e», en su artículo " l a voluntad d e creer", lia aplicado
este tipo d e justificación a la creencia d e que Dios existe Exam i­
nem os lo q u e dice;

U ir-sii que defienda, brevem ente e *p u e »w , e* que N u e iim j¡atu-


rnJfta p ju w m l. no ióto p u rtii UgUimamenlt. ano que debí optar por una
dr doi pm potm oM f}, ca ja [ir; qiw i t líate de una opción grm nn a que no
pueda., p or iu natundriu, w r decidida ufbrr fru ir itdríerlualei, p u n to qur

det ir, bap it t l'í furtífuJBUíw "A » drcutas, deja la cuentan a h vrta “, es en
t i mutiui uiw d*et wd» pauimaJ — 1*1 tom o d ecid » rtttrr t í y no— i corr* H
mismu t v ig o de tui ser tardaría n.17

A q u í la frase clave es ‘'op ción g c n u in a ’ . y James la d efin e com o


una elección entre hipótesis alternar -as, q u e es vira, trascenden'
te y forzosa. Por opción iíhm qu iere decir una elección en tre hi­
pótesis entre las cuales p n r lo m enos un a tiene interés para la
person a q u e se encuentra ante la elección. M uch as opciones no

*’ W. J i m » . Ciu^i in lijtn e i. N u m York, I0G0, p. 95.


JUSTIFIC a CJÓN PftACMA lIC A ■107

son vivas, sino, com o Lis llam;i James, muertas, l.a opción entre
t r c c r o no q u e tengo un n ú m ero im par de cabellos en la cabeza
carece *in d u d a d e Iik Io interés p ara casi lo d o el m un do.
D irem os qu e u n a opción t t a u m d m t t es aqu ella en la q u e deci­
dir a favor o en contra d e una de las hipótesis es decidir a favor
o en contra d e a lg o qu e e * m uy im pórtam e. L a op< ión ofrecida a
un astronauta para aceptar o rechazar la asignación d e ser la p r i­
m era person a q u e descienda sobre la luna es una opción trascen­
dente L a última caracú.rÍJU a necesaria p ara q u e u n a opción sea
gen u in a es que la opción sea tnrzosa U n a opción forzota es a q u e ­
lla en la qu e n o hay m anera d e e lu d ir una decisión. U n a person a
encañonada, sin oportu n id ad para escapar, y con la elección * EJ
d in ero o la v id a", está ante una opción forzosa. N o p u e d e e lu ­
dir la elección escapando, o n egán dose a re sp o n d e r al ladrón,
p o rq u e al n egarse d ejaría d e en tregarle el din ero y con ello, en
clccio, accedería a p e rd e r la vida Siri em bargo, la opción entre
ver la televisión o ir al cine no es forzosa p o rq u e u n o p u e d e d e ja i
de h a re r Ll<¡ d o s cosas — p o r ejem plo, leyendo un libro.39

!.a oftáán religiosa i ti, derecha c creer

U n a vez dcfm idoA los térm inos d e J a m a , p od em os ah o ra e x p o ­


ner su argu m en to Como sigue:

I Si alguien está ante una opción q u e es gen u in a y q u e no


p u ed e decidirse m ediante investigación racional, entonces
se justifica que esa persona d ecida d e acu erd o con sus d e ­
seos.

2. Si la opción religiosa es una opción viva p a ra algu ien , e n ­


tonces es una opción gen u in a para esa persona.

'1 l~a opción religiosa no pu ed e decidirse m ediante investi­


gación racional.

P o r lo tanto

** Itriá., PP «a-DO.
408 El. PROBLEMA DE J U S T m C A R LA CREXNCIA E N DIOS

4. Si la opción religiosa n u n a opción viva para algu ien , en ­


tonces se lustitica que o a p erson a decida d e a c u e s t o con
SUS d eseos.

Jam es irguiiicntn, pues, que si alguien tiene ta volunind de creer,


si q u jL rc creer, entonces esa person a d e r e d e re c h o a creer. í’o r
supuesto, si creer q ue Dios existe o q ue no existe no e í de interés
p a ra un a persona, entonce* el argu m en ta d e ja n t e s no se aplica a
» a p erson a. S e aplica a la p erson a q u e q u iere creer, a ta person a
p ara quien esa opción es viva, p e ro q u e se abstiene d e c r e r r por.
qu e no tiene rajo n es para p en sar q u e su creencia « v e r d a d e r a .
Nótese, de paso, que n o sólo el supuesto creyente sin o tam bién el
su p u esto arco p u ed e justificar su creencia. D e rnancra que a al­
gu ien que q u iere creer q u e D in» nú existe p e ro q u e se abstiene de
creerlo por<jue no p u rd *;p ro p o rc io n a r rabones p a ra tal creencia,
el argu m en to d e James tam bién p u e d e serle ü e a y u d a.
A lg u n a s personas se h an q u e ja d o d e q u e el a rg u m e n ta d e la ­
mes p rc jp u m o n a "u n perm iso irrestrk to p ara pen sar lo que se
d e s e e ", pero si ntíramu* d e cerca e l arg u m e n to p o d e m o s v e r q u e
no es así. El a ig u m e n io d e Jam es sólo se aplica a opciones ge-
nuinas que no p u e d a n se r d ecididas m ediante investigación ra­
cional. Esto elim ina la g ra n m ayoría d e las O p c io n n q u e puedan
se r decididas m ed ían le una investigación racional d e los h e c h o s
pertinente* El argu m en to d e Jam es » t aplica a un g r u p o muy
lim itado d e opciones L a cuestión q u e tíos im porta es si se aplica
a lo q u e ja m o s llam a la opción religiosa Para Jam es, c u a n d o nos
en fren tam os con la opción religiosa, ta h ip ó icsn en cuestión n o e l
‘Dios exisie', sino algo más com plicado. L a hipótesis religiosa de
Jam es tiene dos partes, la p rim e ra d e las cuales es, dicha con mil
palabras, ‘Dios existe' y la segu n d a ‘Estamos m ejor a h o ra y sin
d u d a lo estarem os d espu és si creem os q u e Dios existe'. Para Ja­
mes, pues, la hipótesis religiosa es la conjunción (te d o s hipótesis
y la opción religiosa es la decisión d e creer o no en la hipótesis
religiosa.*®
C o n sid erem o s tas prem isas. La p rim era p á re te aceptable p o r ­
q u e si a lgu ien q u iere tom ar u n a decisión im portante, no hay m a­
n e ra d e q u e p u e d a elu dirla, y tam poco hay m an era en absoluto
d e a c u d ir a evidencias o razones para apoyar la decisión, entonce*

* V í u e t n i M . p 105,U «p a n a d a d r J im n (le li hipdtnia rtligio n


j u s t i f i c a c i ó n f r a g m Au c a ■109

sin d u d a tiene el d erech o de decidir com o q u iera N o hay a r g u ­


m ento q u e p u e d a utilizarse par? ro n d en ar dicha decisión ro m o
irracional. N o p u e d e elu d ir la elección. p o rq u e es forzosa; y no
p u e d e sim plem ente ign o rarla p o rq u e es im pnrtanic. En *al caso
se justifica qu e h aga lo q u e q u iera. N o hay n ada relacion ado con
la decisión q u e no tom e en cuerna sus desens.
El p ro b le m a d e la segu n d a prem isa es decidir si la opción reli­
giosa d e Jantes es o n o trascendente y forzosa Si c* am bas cosas,
entonces la prem isa es v erd ad era. Jam e* dice q u e :

v t m » , prim era, q u í L religión ir o f r « í a m o una opción Im t-


tendfiti* Supuestamente ganamos, irttltlíü ih u f i, m ediante nueitra
creencia, y perdem os por n u r ‘ ra falla d ccreen ria, un determ inado
bien viial. En segundo lugar, la religión es una opCH.ni forzosa, en la
medida en que puede v r l o N o pi «le m a » « c a p a r al problem a per-
m a n K irn ilo escépticos y » p e t a n d o m i« claridad, porque, si lie n
evj| arlamos caer en el error rn r! r v o i r ¡pw fa. rrttgyin fu rra f o lia ,
perderíam os el liten, en La misma medida en q u f «c o g ié ra m o s p o ­
sitivamente n o creer, a fuera verdadera *

l'üdetnos estar de a c u e rd o con James en q u e su o p c ió n religiosa


es trascendente, p o rq u e tom ai la decisión d e creer en la hipótesis
es decidir en favor d e beneficios extrem ad am en te im portantes
ah o ra v tam bién en la eternidad q u e sigue a ti m uerte. Sin e m ­
b a r g o n o q u e d a claro p o r qué Jam e» piensa qu e su opción es for-
m u , Parece p en sar q u e si decidim os ser incrédulos respecto de
su hipótesis religiosa, o bien abstenernos d e c reer en ella, e n to n ­
ces hem os d ecid id o , en efecto, n o alcanzar ciertos beneficios p r e ­
sentes IV io esto no es así. Podem os rechazar &u hipótesis re li­
giosa. q u e es una conjunción, sim plem ente rechazando una de
las partes d e la conjunción. D e m anera q u e si rechazam os la se ­
cun da parte, esto es, q u e la creencia no» trae beneficios, p e ro
creem os qu e D ios existe, entonces no hem os rech azado los b e n e ­
ficios. p o rq u e recibirlos requiere sólo d e q u e cream os q u e Dios
existe Igualm en te, podem os abstenernos d e c reer La hipótesis
religiosa sin riesgo ¡ijguno d e perder, si sólo nos abstenem os de
crecí en ia Segunda p a n e . P o r consiguiente, la hipótesis religiosa
que J .in in ofrece no resuíla ic r u n a opción fo n o s a . y p o r lo tanto
la segu n d a prem isa d e l a rgu m en to d e ja n t e s es falsa.

*° Í M . pp. ¡00-106.
-110 EL PROBLEMA DE J U S T IF IC A » Lft CREENCIA EN DIOS

Sin c tn lu rg o , p o d em o s en cn n irar n lra hipótesis religiosa que


conduzca a una opción la m o fn rv n a com o trascendente U hi­
pótesis más sim ple de q u e Días existe xatislará la opción forzosa
Acerca de c rc c r q u e Dios existe o no creer q u e D io* existe. Si roe
absten go d e decidir, entonces. desde luego, en efecto h e d ecid id o
n o creer q u e Dios existe. E h o, desde luego, no es lo m ism o q u e
d ecid ir c re e r q u e D w a no e x b t c L.a opción, em p ero , no es tras­
cendente, tal com o la definim os N o he d e c id id o en favor o en
contra d e ningún beneficio presente, ya sen q u e crea o me abs­
tenga d e c re e r q u e Dios existe — especialm ente si creo, p o r e je m ­
plo, q u e si h u biera un dios, m e recom pensarla n o p o r mi creencia
en ¿1. sino p o r cóm o me p o rto con mis semejantes. Así qu e p u e d o
d ecid ir tratar a los otros con am o r y respeto y con ello d ecid ir en
favor de los beneficios. P u ed o equivocarm e en cuanto a q u é es lo
q u e traeita los be nc [icios-. p e ro en fren to ese riesgo, sin im portar
lo q u e decida. L o im portante, d e todas m aneras» es q u e al decidir
sólo respecto d e la existencia d e Dios, no he d e c id id o en favor o
e n con tra d e los beneficios- L-i hipótesis siguiente, sin em bargo ,
q u e llam aré H , e lu d e cabe p ro b le m a

H . Dios existe, y sólo lois q u e creen en Las enseñanzas de Dios


(q u e incluyen H ) recibirán ciertos beneficios im portantes
a h o ra y tam bién después

En el c a so d c H debem os crccr a tubas p a n e s d e la conjunción con


el fin d e recibir los beneficios, d e m anera q ue si rechazam os o nos
abstenem os d e c re e r en cualquiera d e las partes d e la conjunción,
en efecto, h em os dectdidn en contra d e los ben en fk ius Asi q u e
u n a opción referente a // es forzosa y sin d u d a trascendente.
Aceptem os, pues, la segu n d a prem isa del argu m en to de James
una vez q u e hem os in terpretado la hipótesis religiosa com a H.

T odavía nos q u e d a la tarea d e evaluar la tercera prem isa. N o


hem os en con trad o argum entos sólidos para p ro b a r la existencia
d e Dios, ya sean a p n o r i o a f »n U r io n . Pu ede pensarse q u e esto es
suficiente p ara justificar la prem isa (3 ). p e ro hay oirás d o s for­
m as q u e aún p u e d e n ser refutadas. P r im e n , a lo latgo d e ia dis­
cusión an terior supusim os que o es ve d a d e ro o es falso q u e Dios
existe, y a u n q u e ésta p arece una suposición razonable, ha sido
atacada fuertem ente. Se ha afirm ad o q u e n in gu n a e x p re sió n re ­
ligiosa, incluyendo 'D ios existe', es una proposición; todas son
JUSTIFICACIÓ N PRAGMÁTICA 411

expresion es q u e no ton ni verd ad eras ni falsas. De a c u e rd o con


esla afirm ación, las expresion es religiosas no sirven para hacer
proposiciones acerca d e la* cosas, sino q u e tienen u n a función
lingüística totalm ente diferente. Por consiguiente, es u n e rro r
concluir q u e es v e rd a d e ro o falso q u e Dios existe, y la m b iín es
u n e rro r hablar de u n a opción religiosa q u e im plique la hipótesis
d e q u e Dios existe H a b la r d e esta m anera « equivocarse res­
pecto del len gu aje y p e rd e r»? en p w u d o p ro b lc m a s q u e incluyen
pseudohipótesis 11
L a se g u n d a réplica a la prem isa (3 ) es totalm ente diferente.
Adm ite q u e o es v e rd a d e ro o es falso que Dios existe y q u e no
hay n in gu n a evidencia a favor de la hipótesis de que Dios existe
Declara, sin em bargo, q u e sin d u d a hay evidencias en contra d e la
hipótesis, evidencias q u e deberían llevarnos a concluir q u e Dios
no existe. C on sid erem o s p o r se p a ra d o cada una d e estas d ifrren -
íes réplicas.

Prim rra abjeaán- las expresiones religiosas na son afirm afiones

C onocem os m uchos usos d e l len gu aje q u e no incluyen a firm a ­


ciones. C u a n d o h a c e im » u n a p regu n ta, o d am o s una o rd e n , o
contamos un chiste, o recitam os un poem a, o hacem os m uchas
otras cosas con el len guaje, no estamos afirm a n d o a lg o v e rd a ­
d e ro o falso. Si d igo . “C ie rra la p u e rta " o " P o r favor pásam e la
sal", sería in a p ro p ia d o re sp o n d e r "F.s v e rd a d “ o “Es falso". Ig u a l­
m ente si d ig o , “IQ u é m aravillosa comida!'* o "¡A d elan te e q u ip o !",
estoy e x p re sa n d o mis sentimientos o mis actitudes respecto de
ciertas cosas. L o '^ ie e x p re s o n o es ni v e rd a d e ro ni falso. Se ha
d ich o q u e las exp resion es religiosas no son afirm aciones, sino q u e
funcionan m íb bien p ara expresar, p o r ejem plo, nuestros senti­
mientos d e tem or o ad m iración frente a tos estíranos y m sierio so s
aspectos d e l m u n d o q u e nos rodea c incluso de nuestro m u n d o
interior. ELsia caracterización de Lis exp resion es religiosas p u e d e
ser correcta, p ero , íh ay alg u n a ra jó n p ara aceptarla> El m ejor in­
tento que se conoce p o r justiñcitr o t a concepción « el q u e hiao
A n th on y Klew, quien com ienza su discusión con u n a parábola,

" S o b re o te p u n to de vau acerca dd lcn|iajc r e ü g io » , víate A. J- Ajrrr.


ÍV u lfc a w t j t u p i . D t J ' T r P u b ü o m o í t » I n t . . N u c w l b f k . 1932. p p . I M -
50,
412 EL PROBLEMA DE JUSTIFICAR LA GREEfvCI A EN DIOS

que es la adaptación d e un iirfíttilo d e John Wisctoni, acerca de


un ja r d in e r a m uy peculiar. Dice:

Había un vez dos exploradcnm que ¡Eegaron i un cU ra en la selva


En el claro crecían muchas flores y muchas hierba* Un exp lorad or
dice, “ U n ja rd in e ro debe d e cuidar este terren o” F.i o ir o no esiá
d e acuerdo: “ N o hay jard in ero". Asi que arman su licnda y ponen
un reloj. Nunca ven un jard in ero. "Peno tal vea es un ja rd in ero in­
visible," De manera que ponen u m cerca d e alam bre de púas. Lo
electrifican. L o patrullan con perros policía ( Porque se arurrdan de
c é a io E l hombre int/tstbU d e II. (j. W d ls podía «<r o ir iin H o y locado,
p ero n o podía ser visto.) Pero nunca hay un grito que sugiera que
algún intruso ha recibida la descarga. N o hay ningún m ovim iento
d e l alam bre que tn tkion c a algún escalador invisible. Los sabuesos
n o ladran, A ú ii u i el Creyente sigue sin cpnvrnccrse. “ Pfcro hay un
jard in ero, invbuhle, intangible, insensible a las descargas eléctricas,
un ja rd in e ro que vien e en secreto a cuidar el ja rd ín que ama.“ Fi­
nalmente el Escépueo se desespera, "¿Pero q u í hay d e tu afirmación
ongmnJ? ¿En qué se distingue: lo que tú llamas un ja rd in e ro invisi­
ble, intangible, eternam ente evasivo, d e un ja rd in ero imaginario, o
d e ningún ja rd in ero en «b fo l u to ? «

L a afirm ación d e H le w e s q u c así com o la expresión d e Ir persona


q u e cree q u e hay un ja rd in e ro , al final de la paríihnla se ha vuelto
com patible con cualquier estado d e cosas posible, lo m ism o p u ed e
decirse d e las exp resion es religiosas, A partí rtle cito concluye que
u n a exp resión religiosa no es m ía afirm a c ió n .

D e manera que si la expresión es en efecto una afirmación, nece­


sariamente será equivalente al rechazo de la negación d e la afir­
mación. Y tod o lo que esté en contra d e la afirm ación, o qu e induzca
al hablante a renunciar a ella y a admitir qu e se había equivocado,
debe ser una parte (o el todo) del significado d r la negación de la
afirm ación. Y conocer el significado d e 1* negación d e la afirmación
es, casi com o si no tuviera ninguna función, conocer el significado
d e la afirmación. Y si no hay nada qu e una afirmación putativa nie­
gue, tampoco hay nada que afirme: así que no es realm ente una
afirma ción.-*3

■*2 A. Flew. "Theolngy and Falsifica tío/T. en A, Flew y A. M adntyrc [eds.l.


Non Fisays ttt Phtiníop/iual Theology. SCM Pres», I.a rvd rf, ] 958, p 9B, La pirá Ixjb
de Wudoni aparece en iu artículo “ G od i" en A. Fltw (ed J, Lope andLangvap,
primera serie, Blackwell, Oxford, 1963, pp I<t7-S06,
° Fien», "Theology and Falsificarían". p,
JUSTIFIC ACIÓ N PRAGMATICA 413

Si Flcw es id a q u í en lo corrcctn, entonces es un e rro r decir q u e la


oración 'D io s existe" es v e rd a d e ra o falsa. Así que esta e x p re sió n
no e xp resa n in g u n a creencia (ni v e rd a d e ra ni b is a ) acerca de
ciertos hechos. M ás bien e xp resa sentim ientos o actitudes q ue te­
nemos respecto d e l m u n do, d e m an era q u e si Flcw está en lo co­
n e c to entonces Jam es está en un e r r o r al pensar q u e tenem os
tina opción q u e incluya la creencia d e q u e Dios existe.

Respuesta a la objeción: descansa sobre


uno teoría ambigua del significado

El núcleo d el argu m en to d e Flcw p u e d e plantearse d e la m an era


siguiente:

1. Si nada v a e n contra d e u n a expresión , entonces su negación


n o tiene significado.

2. Si la negación d e un a ex p resió n no tiene significado, en ton ­


ces no hay nada q u e la e x p re sió n niegue.

3. Si no hay nada qu e ta e x p re sió n n iegue, entonces no hay


n ada q u e afirm e.

Si no hay nada q u e 1a expresión afirm e, entonces no es una


proposición, esto es, no es ni v e rd a d e ra ni fotsa,

5. N o hay n ada q u e vaya en contra d e 'Dios existe'.

F ot lo tanto

6. D ios existe' no es u n a proposición.

Las prem isas (2). (3 ) y (4 ) p u ed en ser adm itidas, p e ro ni ( l ) ni


(5 ) son inm unes al ataque. U n ataque contra la prem isa (5 ) es
igual a la se g u n d a objeción a la tercera prem isa d e James, esto
es, hay alg u n a evidencia en c o n lra d e ‘Dios existe1. E x a m in a re ­
mos esta objeción más adelan te en este m ism o capítulo. El otro
ataque surge d e la afirm ación d e q u e ya sea q u e las experiencias
que la gente tiene en este m u n d o estén relacionadas o no Con la
oración 'D io s existe', hay p o r k> m enos un tipo d e experien cia re­
lacionada con esa expresión. Ésta es la e xp erien cia im plicada en
lo q u e H ick llam a "verificación cscatológica", o verificación poste­
■III EL PROBLEMA DE JUSTIFICAS LA CltíUNOjA f.N OIOS

n o r u la m uerte c o r p o r a l . L a ex p resió n Dios existe' p o d ría sin


d u d a ser ve rific a d » p o r m edio d e ( tenas exp erien cias q u e a lg u -
ti;« personas tendrían si es q u e hay vida d esp u és d é la m uerte. líe
la misma m anera, fuera cierto o no q u e cu alqu ier ex p erien cia en
este in u n d o desm intiera o se o p u v e ra 1. la oración ‘ Dios existe',
sin d u d a , ciertas experiencias posteriores a ta m uerte, tales com o
la exp erien cia d e un d e m o n io m align o om nipotente, desm en­
tirían e*c;Hológicám ente la oración 'D k w existe* Asi qu e hay algo
q u e se o p o n e a ’ Dios existe'. Sin em bargo, Flew p u d d a e lu d ir esta
objeción revisando <&) p a ra q u e se refiriera sólo a la evidencia des*
cu briblc en este m u n do, esto es, a la evidencia em pírica. L a pre*
misa (5 ) establecería entonces q u e n ada em p írico se o p o n e a 'Dios
existe', es decir, qu e la oración 'D io s exisíe' no es em píricam ente
desm entible. N o obstante, con el fin d e con servar así la prc irusa
(b ), d ebem o s rc fo rm u la f (1 ) com o signe;

la . Si no hay n in g ú n » evidencia em pírica q u e se o p o n g a a una


expresión , entonces su negación no tiene tem ido.

Pero, si nos dam os cuenta d e q u e ta evidencia en contra de una


e x p re sió n es u n a evidencia d e »u negación, y d e q u e la negación
d e u n a e x p re s ió n tiene sentido sólo en el caso d e q u e la expresión
¡atribién lo tenga, podem os re fn rm u la r ( I d ) com o sigue:

16. Si no hay una evidencia em pírica q u e apoye a u n a e x p re ­


sión. entonces la expresión no U tne significado.

C u a n d o observam os la prem isa ( I ) tran sform ada en 114) « at larn


lo que hay detrás d e este argu m en to — el criteTid d e vcrirMabiii-
d a d d el significado. L a prem isa ( l i ) , la cual, en cfccto, sosüene
q u e si una ex p resió n licne sentido entonces es em píricam ente ve­
ri ficab Je, es realm ente una m anifestación del criterio d e veniiea-
bilidad que. com o vim os en el C ap itu lo -1, es m uy discutible.*5 La
p r e m is a ( |), p u e s.se vuelve m u y discutible e n an d o es enm endad a
para elu d ir Li objeción a la prem isa (5). Por conAÍgutente, puesto
q u e éste y otros intentos p o r establecer q u e las expresion es reli­
giosas no win afirm aciones se han a p o y a d o en el discutible critc-
r io d c veri (H abilidad del significado, p odem os rechazar el prim er

W Véju* J- I Itck, "Thralogy ind Verifía tjan", en J Hirfc {«!,), Tht tníim rt
efObd. MacmilLin. Nueva York, 1964. pp SüS-274
* Le* problemu cao I01 que «■ enfrrntj el murrio de vcrifirabilkiact ion
dácw doi ron á tild dculir en Ui pp 298-503
t i . m a l c o m o e v i d e n c i a c o n t r a l a e x i s t e n c i a HE d k j s 415

aui ^ mc contra ta tercera prem isa d e James. N o hay razones para


d u d a r d e que b oración 'D ios existe' sea una proposición.

Segunda objeción fu y nHdeivtas m contra de la hipóteiu religiosa

IV ro, ¿podem os tam bién rechazar el se g u n d o ataque en contra


d e la prem isa (3)? ¿Podem os aceptar lo q u e tanto Jam es com o
Fkrw aceptan, a saber, q u e n o hay evidencias em píricas re le v a n ­
te« p ara la ex p resió n 'D ios c x r i c '? Si encontram os esto aceptable,
entonces a u n q u e no se salvara al ¡lin im e n to d e Flew. nos p e rm i­
tiría ineptar la tercera prem isa del argu m en to d e |»m es y, p o r lo
tanto* su argum ento. A partir d e nuestra discusión an terior h e ­
mos en con trad o buenas razones p a ra estar d e a c u e rd o en q u e no
hay evidencias q u e apoyen a ta e x p re sió n ‘D ios e x o te ', p e ro no
hem os con sid erad o si hav alg u n a evidencia q u e se o p o n g a a « a
expresión. Podem os, creo, ig n o ra r m uchos hechos d e los q u e la
gente ha afirm a d o qu e están evidentem ente relacionados con la
existencia d e Dios, p e ro hay otros hechos q u e no p u e d e n ser tan
ftcitnicntc eludidos. D e ac u e rd o con m ucha gente, la existencia
de tanto nuil en este m u n d o no p u e d e ser ign orad a, salvo p o r a l­
guien qtie sea can irracional en sus creencias acerca d e D ios q u e
no estuviera dispuesto a con siderar ni siquiera la posibilidad d e
que algo cuente com o una evidencia en contra d e la existencia d e
Dios. O d ie m o s. p o r lo canto, con siderar el p ro b le m a d el mal.

El. M aI.O qM Ó EVIDENCIA CONTRA LA EXISTENCIA DE DIOS

El pro blem a d el m al es u n o d e los p roblem as q u e m is inquietan


a cualquiera que cree que Cxtfte un Dios q u e es o mu ¡bon dadoso,
ammeciente y o m n ip o d ero sn y qu e creó este m u n d o en el q u e
vivimos. Podem os em p ezar a ver este pro blem a d e la siguiente
m anera: Si usted friera o m n iiw n d a d o so , om nisciente y o m n ip o ­
tente. % fu era a c rear un universo en c| qu e h u b ie ra s e n » qu e
sienten —seres q u e csLdn alegres O U iw es. q u e disfrutan d el p la ­
cer, sienten dolor, expresan amor, ira. piedad, odio— ¿qué tipo
üc m undo crearía? Por ser om n ip ó tem e, tendría la capacidad de
crear cualquier m u n d o que fu era lógicam ente posible qu e creara,
y p o r ser om nisciente, »a b ría cóm o crear cualquiera d e estos m u ñ ­
i o s lógicam ente posibles, ¿Cuál escogería usted? O b v iam en te e »-
t o le ría el m e jo r d e los m u n d o s posibles p o rq u e sería om n ibon -
EL 1'RuBU.MA r a JUSTIFICAR LA CRÍJLNCIa í n d i o s

d.idoso v q u e rría hacer lo m ejor en io d o k» que hiciera. C rearla,


entonces, eí m ejor d e los m undos posibles, esto es, el m u n d o q u e
tuviera [,i m enor cantidad d e mal posible. Y co m o los tipos más
obvios d e nial son el sufrim iento, la dificultad y el dolor, crearía
un m u n d o en el que los seres que sienten sufrieran lo m enos p o ­
sible I raie d e im agin ar cóm o seria un m u n d o sem ejante. ¿Acaso
sería com o el q u e d e hecho existe, este m u n d o en el q u e vivi­
mos? ¿Crearía usted un m u n d o com o éste si tuviera el p o d e r y
su p iera cóm o crear cualquier m u n d o lógicam ente posible? Si su
respuesta l*s " n o " com o parece qu e deberla ser, entonces d ebería
em pe/ar a en ten d er p o r q u é los maics del sufrim iento y el dolor
en este m u n d o son tan problem áticos p ara cualquiera q u e piense
q u e Dios creó este m undo. Éste no parece ser el tipo d e m un do
q u e Dios crearía, y sin d u d a no seria el tipo de m u n d o q u e c o n se r-
varia. D ado c*ie in u n do, pues, parece q u e deberíam o s concluir
que es im prestable que haya sido cread o o con servad o p o r cu al­
qu ier rosa q ue llam em os Dios, Así que, d a d o este m u n d o particu­
lar. parece que deberíam os concluir que es im p ro b ab le qu e Dios
— quien si existe creó este universo— exista. Por consiguiente,
La creencia d e que Dios no existe, más que la creencia d e que sí
existe, p arecería estar justificada p o r las evidencias q u e encontra­
mos en este m undo.

O b]ttt¿n la gettu es rr¡ponsabte del mot

E l p roblem a del mal no es sim plem ente un p ro b le m a para al­


guien que, p o r ejem plo, quiera justificar ta creencia en Dios m e­
diante el argu m en to del diseño Es un p ro b le m a p a ra quien q u ie ­
ra afirm ar q u e su creencia en Dios n o es irracional, q u e n o es
contraria a lo q u e debe creerse sobre la base de las evidencias dis­
ponible*. <111av algu n a m anera d e resolver o de e lu d ir Cite pro-
blema? ¿Pedem os d e algú n m odo justificar los m étodos d e Dios
con los seres hum anos, d a d a la m anera com o son las cosas en este
tuu ndo? Dicha tarea constituye lo q u e se ha llam ado teodicea, que
es el intento pur jusitificar la afirm ación d e que. a pesar del mal
que encontram os aquí, éste es el m ejor de los m u n dos posibles
E n cie n o sentido el p ru blem a está en encontrar la m anera de
d b p c n s a r a Dios de La r o p o n u b ilid a d m oral p o r el sufrimiento.
U n intento p o r hacer esto Ir atribuye la responsabilidad, y p o r lo
u n to la culpa, d e ) sufrim iento a Jos seres hum anos en lu gar de
£ L Ma l c o m o e v i d e n c i a oONTsa L a Ex i s t e n c i a n t nos

atribuírsela a Dios. S egú n esta concepción D io » creó a lo* k th

hum anos n su p ro p ia im agen y ésta c* la razón p o r la ru al la gente


ücne libre alb e d río Y puesto q u e la gente tiene libre aibedrfo, es
ella y no Dios b m o ralin en ir responsable p o r todo el sufrim iento
que causa Sin d u d a la actitud d e los h om bres h a c b los hom bres
p u e d e ser bastante horrible com o k> testifica el cam ino qu e va del
canibalism o a la inquisición, los cam pos nazis d e concentración
V el b o m b a rd e o en masa d e civiles. Frecuentem ente los hom brea
parecen más aptos para idear y utilizar instrum entos d e tortura
qu e para reatixar obras d e caridad.

R fsp tu tía : mal moral versus mal natural

L a gente es sin d u d a responsable d e m ucho del sufrim iento in ­


fligido a otra gente, p ero , d e todas numeras, son m uchas las co ­
sas de las q u e n o parece ser culpable. Para ver esto distingam os
lo que se ha llam ado mal m oral d el mal natural. El mal m oral
consiste en todo el mal d el m u n d o q u e es el resultado causal de
aquello» agentes m oralm ente responsables q u e form an parte del
m undo. El m al natural incluye to d o el resto del mal qu e p u ed a
haber. D e m an era que, si bien el sufrim iento m asivo d e A u sc h w iu
es sin d u d a un mal m oral, el sufrim iento tam bién e n o rm e qu e
resulta d e desastres naturales tales com o los terrem otos, in u n d a ­
ciones, sequías, h uracanes y similares, no son el resultado causal
de ningún agen te m oral qu e haya en el m un do. Son m ales natu­
rales, males d e los q u e nin gún ser h u m an o es responsable. A d ­
mitamos, pues, p a ra los propósitos d e esta discusión q u e m ucho
del mal es m oral y que Dios no es responsable d e éste. Pero esto
sólo significa qu e el pro blem a del m al d e b e ser red efin id o com o
el problem a d el mal natural, un p ro b le m a q u e no es más Bcil de
resolver

Objeción Satanás como una causa cM mal natural

A quí p u ed e objetarse q u e si bien h gente no es m oralm ente res­


ponsable de los males naturales p o rq u e n o es causa d e eltos, sin
em bargo dichos males ocu rren com o pruebas, advertencias y cas­
tigos para los seres hum anos p o r los males que sí causan. En c o n ­
secuencia, la objeción persiste, p o rq u e a u n q u e Dios sea la causa
418 E L P k i 'I I I . E M A D i L A C H F .E N C iA I N I l l U S

d e lo* in i l n naturales, esld justificada en c a iu a rlo i d a d a la m a­


nera cum o la gen ic w cn in pon .i con ta g e n tr y con Dint misma
U n refinam iento do esta objeción corwiste en incluir ¡t Satanás
com o causa de tina parte del mal natural, d e m anera q u e adío
ciertos m ales naturales son causados p o r Dios y el resto p o r S a ­
tanás. Esta objeción es im portante p o rq u e nos ay u d a a d e lim i­
tar el p ro b le m a q u e estamos discutiendo. N o nos interesa sa­
b e r si la existencia d el mal qu e encontram os en este m u n d o es
com patihle con la existencia d e Dios (esto es, si hay com in cn cia
lógica), sino rjné efecto tiene sobre la p ro b ab ilid ad d e la existencia
d e Dios, Podem os adm itir q u e sea |i'igican*-nit posible q u e D io«
haya cread o este m u n d o p o rq u e es lógicam ente posible que este
m u n d o , con todos sus males, sea el m eior d< (os m undos posi­
bles.16 Pero hay m uchas posibilidades lógicas im probables y la
afirm ación d e que Dios creó este m u n d o p arece a estas alturas ser
u n a d e ellas. De m anera q u e , a u n q u e lo que la objeción a m erio r
afirm a p u td * ser verd ad , la p regu n ta es si hay alguna razón para
p en sar que es verdad Los niales naturales afligen ¡ndtv rim ina-
d am en le a culpables y a inocente! p o r igual C iertam en te el su-
FHmiento de bebés inocentes dom o resultado de un terrem oto no
p u e d e justificarse, ni siquiera com o advertencia para q u e |a gente
corrija sus costum bres. Si se dice q u e tal sufrim iento es o b ra de
Satanás, podem os p re g u n ta r p o r q u é se le perm ite a Satanás con­
tinuar con su o b ra N o p u e d e ser p o rq u e Dios n » tenga el p o d er
p ara d eten er a Satanfc Esta doctrina m a n d u c a d e q u e hay dos
fuerzas gigantescas, una bu e n a y u n a mala, n in gun a d e las cu a­
les p u ed e pas^r p o r encim a de la otra, es exclu id a p o rq u e Dios
es om nipotente, y sin d u d a es lógicam ente posible q u e Satanás
sea d estru id o o p o r ki m enos limitado. D e b e d e ser que Dios le
perm ite a Satanás usar sus p ro p io » m & o d o s. P ero esto equivale a
q u e alguien tenga el p o d e r p ara d eten er a alguien, y le perm ita a
éste infligir sufrim iento a voluntad. Éste no p a rte e ser el tipo de
cosas q u e perm itiría un ser o m n ibon dadoso.
A l llegar a este pu n to p u e d e replicarse que Satanás, com o los
hum anos, tiene libre albedrío, y q u e Dios, habiéndote d a d o este
líbre albed río , n o q u iere interferir, asf com o perm ite tantos males

** h n i u i detenía <le U < o n ft v t iK u de La c m t i n o i de P i u y drl mal, v í a í


A. flan tragi. "T h e Frt* Wilí D c ic n s ', en M BLick (cd ), P U tiro fA j ra .ta m il.
Alien & Untrin, L o n d ra , 1965. pp. IK 210
El. MM. t O V O EVIDENCIA C O S TTtAI A EXISTEN CIA D I OIOS 419

m orales p o rq u e no «quiere interferir can el libre a lb e d río d e los


seres hum anos. Adm itam os q u e O n s no q u iere interferir con el
libre ejercicio d e I» voluntad d e cu alqu ier person a, ral vez p o rq u e
Éste es el único d a n d e D io* y el más precioso p a ra aquellos qu e
lo nenen. U n » aciirud sem ejante parece claram ente adm irable;
ta m avoria d e nosotros q u iere p o d e r ejercer su voluntad, y m u ­
chos d e nosotros pcn iain as q u e este d e re c h a te pertenece a toda
tii gente. Sin e m b argo , hay m uchas situaciones ch Lis q u e p en sa­
mos q u e la iinica casa m oralm ente correcta q u e se pttede hacer
es limitar la libertad d e algu ien para q u e no p u e d a hacer lo q u e
qutcra. I lay m uchos casos en los q u e debem os con fin ar a alguien
en un hospital p ara en ferm os m entales o en una prisión p ara evi­
tar qu e le h aga d a ñ o a otros. Si. com o sin d u d a parece ser, hay
ca#os claros en los q u e la única cosa c o r n c M q u e se p u e d e hacer
es restringir el libre alb ed río d e alguien, entonces, si Satanás es la
causa d e los males naturales, la única cosa correcta qu e se p u e d e
hacer es restringir a Satanás. D e m anera q u e un ser o m n itxin da-
doso restringiría Lis acciones d e Satanás sí p u d ie ra hacerlo. Y es
claro q u e Dios pod ría, si existiera.

Re\piu,\U r í mal natural n expiifsbtt por causis naturuU t

Parece qu e postular a -».U-iriAs c o m o causa d e cien o s males natu­


rales no ayu d a a rescatar la hipótesis d e que Dios existe. H a y otra
ratón p o r la q u e esto es asi Satanás, com o causa i nobserva ble de
ciertos sucesos observables, d esem p eñ arla el m ism o p ap el q u e los
entes teóricos tales com o los electrones, protones y neutrones, en
las teorías científicas. Dichos entes león cos son postulados p ara
explicar !□ observado. I lem as visto que dichos postulados se ju s ­
tifican sólo si cierto lip o d e ente teórico es necesario p a ra e x p li­
car los sucesos Asi, hem os visto q u e la postulación d e dem onios,
pnr médicos brujos, com o causas d e ciertas en ferm ed ad es, y de
Dios com o la causa d e experiencias mística*, no p u e d e ju s tific a ra
de esta m anera.47 ¿Es acaso diferente el caso d e Satanás com o
causa d e los males observables? Parece qu e no. Tenem os toda la
raión en pensar q u e todos los males naiuialea tienen causas p e r ­
fectamente naturales. N o es. p o r lo tanto, razonable postular una

'■ P in uiu due us An ée los dcmrniKW ramo fu la irán ros « íu a t lu


fcf» 310-318.
420 EL PROBLEMA DE JUSTIFICAA l-A CREENCI A EN DIOS

cam a no natural p ara explicar la ocu rren cia d e aquéllos. L na vez


m is, p u e d e h a b e r tal causa, p e ro no p o d e m o » justificarla d e esta
m anera. N i siquiera p o d em o s justificar la postulación d e la exis­
tencia d e Satanás p ara rescatar la hipótesis d e que D k>» existe.
Podríam os p ro p o rc io n a r unu justificación indirecta sem ejante si
h u biera a lgu n a n u ó n paTa pen sar qu e Dios es necesario com o
ente explicativo teórico, p e ro con el fracaso del a rgu m en to e x p li­
cativo fundam ental n o hay razón p ara p en sar que dich o postu­
lado es necesario. N o p odem os jusiiTicar la postulación d e un ente
explicativo innecesario con el propósito d e rescatar un segu n d o
ente explicativo innecesario.

Q b}tti£n todas h i malts son neersarin

Existe otro intento tradicional para e lu d ir el p ro b lem a del mal


q u e d ebem o s considerar. Esta posición intenta reconciliar el mal
q u e encontram os en este m u n d o con la afirm ación d e q u e éste
es el m ejor d e los m undos posibles, afirm an d o q u e los males que
encontram os en este m u n d o son males necesarios o inevitables,
d e m an era q u e cualqu ier otro m u n d o tendría tnAs males. Esta
afirm ación se basa en la op in ión d e q u e el m ejor m u n d o para
u n ser com o u n a person a es un m u n d o o rd e n a d o en el q u e ésta
p u e d e p re d e c ir el curso d e los sucesos con un g ra d o d e p r e ­
cisión suficiente com o para guiar su vida con segiiridad y p ro s ­
p erid ad . D icho m u n d o d e b e p ro c e d e r d en tro d e la legalidad, y,
d e a c u e rd o con esta afirm ación, esto requiere un m u n d o q u e
p ro ced a según leyes causales. D e cualqu ier universo sem ejante
está d esu ñ ad o a resultar cierto g ra d o d e sufrim iento y dificu l­
tad cu an d o la g en te se enfrenta con fuerzas naturales dem asiado
poderosas p ara ella. L a afirm ación, en sum a, es que éste es el
m ejor d e los m u n d os posibles, puesto q ue todos sus males son
necesarios. Este m u n d o ben e la m enor cantidad posible d e m a­
les naturales com patible con un m u n d o q u e procede segú n leves.
A l igual q u e con la objeción precedente p od em os adm itir q u e es
posible q u e esta afirm ación sea verdadera. Pero tam bién p o d e ­
mos preguntar, com o Filón, si es csia afirm ación o su negación
la más p robable, basándonos en las evidencias recogidas en este
m u n do. Esto es, si pu d iéram o s encontrar en este m u n d o a lg u ­
nos ejem p los d e males q u e sin d u d a parecieran evitables y p o r lo
tanto innecesarios, entonces la afirm ación parecería im probable.
EL M AL COM O K V lD E N d A C O N 'n tA LA EXICTENClA D I IM O « 421

Respuesta: ejemplos de males mnectsanos

Volvam os a n a vez más a Filón, quien en u m e ra varios ejem plos de


lo q u e ¿1 piensa q u e son males c\ itables. Filón se inclina a ad milír
q u e el d o lo r pu ed e Lener u n a Función valiosa al advertir a los seres
q u e sienten d e las en ferm ed ad es corporales, y q u e es m ejor para
la gente q u e el curso d e la naturaleza p ro c e d a en fo rm a ord en ad a.
Pero no encuentra r a z o n a p a ra pensar q u e el d o lo r es necesario
p a ra advertir a los seres qu e á e n te n , o q u e tas leyes causales sean
necesarias p ara q u e el curso d e la naturaleza sea o rd en ad o . Dice:

L_» primera circunstancia qu e introduce el mal. es esa disposición o


economía de La vida animal, por La qu e d dolor, atí com o e l placer,
es (Jn destinado« a excitar la acción d e todas las criaturas, la m a n ­
dola* aleñas en la gran empresa d e la propia conservación Ahora
bien, al entendim iento humano, sólo el placer, en tus diverso* gra­
do«. le parece suficiente para ese fin Iod os lo« animales bien pu­
dieran c s u r en un con su m e e s u d o d e goce, y con ocasión d e verse
u rgido« por cualquiera de las neermidades naturales, u les com o la
sed. el hambre y la fauga, en lugar d e dolor, podrían experim entar
una disminución d el placer, con lo que estarían instigado« a buscar
el objeto necesario a su sustento. El hom bre persigue el placer u n
ahincadamente com o rehuye ri dolor, debió, pues, p o r k> menos,
haber sido constituido d e ese m odo. Parece, par lo u n to , perfec­
tamente pcniblc la continuación del negocio d e vivir, ñn que ínter -
venga para nada el dolor. ¿A qué se debe, entonces, que lo« anim aks
sean susceptibles de «entejante sensación

Puede h a b e r algunos que no estén d e acu erd o con Filón, algu n os


q u e piensen q u e cierto g r a d o d e d o lo r e s m ejor p ara llevar a cabn
el apren dizaje que u n a m era dism inución d el p lacer Sin e m b a rg o
parece m uy irrazonable creer qu e los anim ales necesitan ser tan
susceptibles a u n d o lo r m uy intenso com o lo son los hum anos. U n
m u n d o sim ilar a éste en todos respectos, salvo en q u e los an im a ­
les tuvieran una susceptibilidad a] d o lo r m ucho menor, seria un
in u n d o m ejor y q u e parece m uy posible. De m anera q u e el dolor,
o por lo menos cierta intensidad del dolor, es u n mal innecesario,
o evitable,

** Hume. ¡Jiilcfvi m h f nhgiim wSunsf, ed- Qt . pane Xt. pp 130-131


EL PROBLEMA DE JUSTIF1CAR LA CREENCIA EN DIOS

Por lo q u e concierne a la necesidad de leyes cnusalcs en el me-


jo r d e kt5 m undo.'posibles, y p o r lo tanto en un m u n d o o rd e n a d o ,
dice Filán-

Pero L a p j c i d j d para el d o ler no produciría par ií k jI* d dolor,


*4 no fuera por la ssptnda circunstancia, a u h er: 1* d ire m ú n del
m undo por reglas gen eral«», y rito , en m o d o ilg u n n parece que ica
necesario a un ser m uy per ferio Es cierta que. si io d o dependiese
d e actas volitiva» particulares, el curso d e U naturaleza se vería p er­
petua m ente interrum pido, y el hom bre no podría em plear n i razún
e « la conducía d e *u vida Perru n o podría rem ediarse este m ronve-
m ente por ceros *ctes v o liliv n particulares? En »urna ¿no podría la
Dridad exterm inar l e d o d mal. doquiera i.|uc le bailare, y producir
todo el bien, sin p i t v j j i p re p » ráeteme* o lardón p n x n o t de causas
y cfccxo8?w

L a concepción d e Filón es q u e un ser om nisciente y om n ipoten te


p o d ría con tro lar el curso d e Io í Sucesos m edíam e actos p articu­
lares d e su voluntad en una form a o rd e n a d a fo m n si iodos los
sucesos lu cran parce de cadenas causales continuas s u a ta s a le ­
yes caudales Pct consiguiente, Lis leve* causales no son necesarias
p ara el tipo d e universo o rd e n a d o q u e es mAs conveniente para
los se res h um an o«. Por lo ututo parece claro que dich o ser p o d ría ,
m ediim ie u n a serie o rd e n a d a d e .k tos, evitar y erra d ic a r m ucho
dei m al q u e hay en el m undo.
Por otra parte, in du xo en un universo en e l rjuc el ru rs o de
íns suceso» esiá g o b e rn u d o p o r leyta causales, hay tum os factores
causaJmenre relacionados con Ea m ayoría eje los sucesos, q u e en Ja
m edida en que los seres h u m an o s (o p u ed en ver, los sucesos son
m eras coi n t id c n c i» d e accidentes. C o id o dice Filón:

Ftii lo tftniú, un ic r sj hedor d i iodos los decretes resortes d e l uni­


verso, p od rú C ídlm cnir, p o r a n os volitivo* partkulares, d irig ir to­
dos esoa «c u íd e n lo p a n el Lien d e la humanidad, haciendo a todo
el m undo [d iz, un dcscubririr en ninguna d e sus operac ionca. Una
flota cuya finalidad Fursr u lm jjb lc a La sodedad, cnconlraria siem­
p re vientos favorables-, k » p r in c ip o bueno» gozarían d e «alud y
larga vida, lai p m o n n , nacida* para q r r c r r d poder y ta auto­
ridad, «erian d e buena índole y d e virf unta disposición. Unos cuan­
tos acontecimientos com o a l o » , d irigirle» con regularidad y sabia-

" / M . p 1 5 1 -1 «.
EL M AL CO M O EVID ENCIA CO NTR A LA E XISTENCIA DE DIOS 423

mente, cambiarían «I mundo, y un em bargo, no ( a r e t t que altr-


rürúin en l u d ie l curta de U n am n ileu .coaiocn la actual eronom ¿a
d i Isa m u , donde son n c r r u i l u a u a i y va ra b ie» y cam plcju.10

A u n si I» m ayoría d e los sucesos o cu rrie ra co m o parte d e cad e­


nas causales continuas, au n si Dios sólo actuara ocasionalm ente,
lo p od ría hacer d e una m an era tal q u e seria desconocida p ara
los h um anos. N o encontrarían n in gu n a ru p tu ra en el o rd e n ca u ­
sal, lo q u e a citas les parecería una coincidencia y un accidente
»cría en m uchos casos o b ra d e Dios, quien m uy fácilmente, m e­
diante m ilagros d e coincidencia indiscernibles, p o d ría a y u d a r a
lo» hum anos más frecuentem ente d e lo qu e ah o ra son ay u d ad os
put las coincidencias. U n a vez más, ciertas características d e l u n i­
verso. cadenas causales no rotas qu e frecuentem ente desem bocan
cu d o lo r y otros males, n o son necesarias en el m ejor d e los m u n ­
dos posibles.
Tal vez el eje m p lo más decisivo utilizado p o r Filón concierne a
lo q u e ¿I llam a “la im precisa h abilidad d e codos los resortes y p rin ­
cipios d e ta gra n m áquina d e la naturaleza*.S| A dm ite d e bu en
g ra d o q u e ciertas partes del universo p u ed en ciertam ente ser n e­
cesarias para el bienestar d e los seres hum anos, p e ro algu n o s de
los efectos de estas partes q u e causan sufrim iento no son en m odo
algu n o necesarios.

Así. loa viente* son n c c m r iu para acarrear lo» vapore» por la su­
perficie de la tierra, y para auxiliar al hombre en la navegación,
pero ¿con cuánta frecuencia, lcvaniínd<»e en tempestades y hura­
canes, *e vuelven percijcicsai? La lluvia e* necesaria para alimen­
tar tu planta* y animales de la tierra, pero ¿con cuánta frecuencia
es encasa? ¿con cuánta frecuencia excesiva? El calor es indispensa­
ble a toda vida y vegetación, pero no siempre se da en la debida
proporción De la mezcla de secreción de loa humores y jugos del
cuerpo, depende la salud v prosperidad del animal, pero La* parles
no ejecuta 11 con regularidad las funciona quclesaan propias.11

En suma, si hicn tas corrientes de aire, la lluvia, cierta caniidad


d e calor, v los fluidos corporales com o la s an gre, p u ed en srt n e ­
cesarias p ara la vida h um an a, parece totalm ente innecesario q u e

** I M , p p 1 5 2 -1 3 3
* ' /*«*, p is *,
15 Itmt , p. 138.
424 ÉL PROBLEMA DE J U S T IF IC A * LA CREENCIA EN DIOS

haya h u m e a n « , tornada*, inundaciones, sequías. frío y calor e x ­


trem osos, o males sanguíneos Lales c o r io la leucem ia
A estas al tu ras de la discusión p o d em o s concluir con seguridad
q u e la existencia d e lo q u e fin d u d a parece un m al innecesario en
t s ic m u n d o , p ro p o rcio n a bases inductivas para la creencia d e q u e
Dios no existe, p o rq u e es p ro b a b le q u e si alg u n a vez existió habría
cread o un m u n d o diferente, y q u e si existe ahora controlaría et
curso d e la naturaleza para evitar muchos sucesos perniciosos qu e
ocurren.

Objeción. las fíridencuts de que disponen


tos seres humanos s<m tn.ru/icieniei

Pero sí bien dicha conclusión parece segura, hay todavía una m a­


nera de p o d e r evitarla. H a y m uchos que rechazarían la afirm a­
ción d e qu e lo» h um an os p u e d e n reu n ir p ru e b a s a partir d e lo
q u e saben qu e afectarla la pro babilid ad o im p robabilid ad d e la
existencia d e Dios. C onsidérese la siguiente analogía. S upón gase
que un niño peq u eñ o es c ria d o en u n a sociedad prim itiva en la
que el g ra d o m is n lro d e perfección consiste en ser un g ra n ca­
zad or con notables habilidades físicas S u p ón gase adem ás q ue se
le lleva a una universidad en la q u e hay un gra n matemático re­
conocido. El niño entro en contacto con algu n os de tos resulta­
dos d el trabajo del matemático. M ira e x trañ ad o marcas blancas
q u e han q u e d a d o p o r lo d o el pizarrón. M ira papeles con marcas
igualm ente extrañ a* O casionalm ente escucha a la gen te decir
cudn im portante es c s u persona, p e ro nunca se m e m io n a la ca­
cería T am bién escucha a otros decir q u e no p u e d e n im aginarse
q u é cree estar haciendo este matemática, e incluso otros hablan
d e su falta de ejercicio físico y d e l hecho d e q u e continuam ente
está sentado ante u n esc rilo río S o bre la b a je d e estos fragm entos
d e inform ación, seria totalmente natural q u e el n iño pensara que
esta p erson a es tal vez m uy extrañ a, p e ro q u e sin d u d a no es una
g ra n persona, (‘t r o no qu erríam o s decir que e) niño tiene una
justificación inductiva p a ra a firm a r que b causa d e los resultados
q u e él vio no es un ser notable. Su inform ación era um insignifi­
cante que era insuficiente p ara justificar cualqu ier creencia acerca
d e la g ra n d e z a d e la persona. Si bien la an alogía no es perfecta, se
ha afirm ad o que la inform ación que tienen los h u m a n o » acerca
d el m o d o d e p ro ced er d e Dios e s c o m o la inform ación que tiene
r.l lHAl.t:OMOr.V|PlCNCI A COSTRA L i EXISTENCIA OE DIOS ■125

el niño acerca del matemático, excepto p o rq u e es más insigni-


ficante. ¿Cóm o podríam os entonces p en sar q u e la inform ación
q u e hem os obten ido con nuestras limitaciones es casi suficiente
p ara justificar cu alqu ier creencia, positiva o negativa, acerca d e
la gra n d e za de la cansa d el universo
Si aceptam os c « a analogía entre nuestra t-v «dcncia relacionada
con Dios v la evidencia del niño relacionada con el matemático,
e n t o n e » en lugar d e concluir qu e es im p ro b able q u e Dios exista,
d eberíam os concluir q u e nin gún argu m en to basado en las evi­
dencias d e qu e dispon en los seré* hum anos es capaz de afectar
la justificación p ara afirm ar q ue Dios existe o que Dios no existe
l'am biín dchcriainfts concluir q u e James csfct en ln correcto al
afirm ar que se justifica que cream os en la hipótesis religiosa aun
cu an do no hava evidencias q u e la apoyen D o n d e no hay e v id e n ­
cias en contra d e una hipótrsis d e una opción genuina, está ju s ­
tificado creer en ella Así pues, si podem os aceptar La analogía,
inclusa (rem e a la evidencia aparentem ente contraria p ro p o rc io ­
nada p o r el mal natural presente en este m u n do, entonces no
habría nada irracional eu creer q u e Dios existe.

R tip u rila la f w iir ia de act i f i t i j con la rt:nlm cta total d aponibit

Hay, sin em bargo, una diferencia im portante entre nuestra si­


tuación relacionada con Dios y la situación del niño natitv) en rc-
l.i lón con el matemático, y esta diferencia altera ta relación de la
analogía con nuestro p ro blem a C u a n d o alguien intenta justificar
una c rc e n u a por medio d e un cu erpo d e evidencias, solam cm o
pujttle decirse que ha justificado ta creencia si ha considerado
el inral d e las evidencias d e que dispone. El niño nativo pocha
cL irain cm c hnher encontrado m ía evid en cias i-l.utonadas con
l>< g r a n d e s cid matemático, evidencias que sin d u d a podían ha-
!>rrlii i «in ducido a recon siderar su creencia de q u e n o había nada
g ran d io so en esa persona N o so siro s.sin em bargo, a Citas alturas
tic Li discusión, tenem os buenas razones p ara pensar q u e hem os
exam in ado, prácticam ente, p o r lo menos basta cierto g ra d o , to­
d a » las evidencias disponibles, d e m anera q u e podem os, a dife-
1‘ liria del niño, decir que hetnas cu m p lid o con el requerim iento
la evidencia total C u a n d o alguien cum ple, pues, con este re­
querim iento, no im porta cuán débil sea su evidencia, si inclina la
^alanza, p o r poco q u e sea. en favor de una hipótesis, entontes el
426 EL. FROaiJEM A DEJ U 5 T I F 1 C A K t> CS1E N C I A EN D IO S

c a m in a racion a] ea ic n c r u n a creen cia q u e esté d e a c u e r d o con


esa e vid en cia.

C o n c lu s ió n

Asi pues» ii b ie n las eviden cias resultan tea d e la existen cia d e l m al


e n este m u n d o p u e d e n se r bastante d & iilc s e n relació n con Las
evidencias d e las q u e no d isp o n e m o s, ea suficiente, sin e m b a rg o ,
p a ra inclinar la balan za d e l total d e eviden cias d is p o n ib le s e n fa ­
vor d e (a h ip óte*!» d e q u e D i s no existe. A u n q u e D ios p u e d e
existir, com o cierta me n ir lo p o d ría n p r o b a r evidencias d e las que
no d isp o n e n los seres h u m an os, la c on clu sión q u e c o m o »crea r a ­
cionales debem os sa c a r con base en las evidencias d iscu tid as en
a t e capitulo, es q u e D ios n o existe. y. co m o n o p u e d e ser c re a d o
ni d estru id o, q u e nunca existid y q u e n u n ca existirá.

Ej e r c i c i o s

I De acuerdo con la caracieriutión de Dio* que aparece en el texto,


íc u íl de lu c o u i «i guien ir* ien a É l capuz de hacer? Explínuclo
Hacer hielo caliente Destruirse a ti misma
H accrque un triángulo Olvidar,
tenga cuatro ángulo*. I nfligir sufrimiento
H m c t que 2 m£* 2 toan 5, sádicamente.

£ Evalúe U 'ig u in itc objeción a la afirm ación d e qu e Dicb ea om ní-


potcntc:
Ea p ca M e que en el m om ento « i alguien, a saber, yo, h f i n t r
la piedra que yo levanto en el m om ento M|. Pc to n o a p o i U e
que en el m om ento m Dio* levante la piedra qu e yu lc-n n io en
el m om ento Mi , Pueda hacer algo que D in no puede hacer J
por lo LkRtú Í1 Itú a m i ni poten le

5. En l a E v a n g e lio ae establece que Cruuo le d ijo a ferira. “ E ia


Dúche, antes d e que el gallo cante, me negará* tres » « a " , y que
o w sucedió a petar d e que Pedro aseguraba qu e n o twccdcrfa
É * e p x n r mrr un g o n p lo d e 'xnnnc«encía divina. Explique ii
a rre cjue Pudro pudo haber tenido libre albedrío dado que CruU)
previó lo qu e haría

4 . Discuta el argumento ligu iem e


1 j i e xp erien áu n i i i m u n In ebb la. par lo tanto no pue­
den ttst rlncrim» con precíaióo. Así p«»e». cualquier i/i forme «o-
E JE R C IC IO S 427

b re l u muiiMS a en ga ñ oso y p o r lo tanto n o p u e d e p r o p o r ­


cionar p r u d u a lgu n a d e ninguna afirmación- D e e llo te sigue
tjU c c rn T en Dk>s no p u ede justificarse a p c U n d o i c l p r i a t c t i i
m w ücis

5. ¿Puede usted pensar en alguna posible situación cm la q u e un


c ir a iifk o deba adm itir cam a* s o b re n a tu ra l»? Si a u f, d o c r ib a
dicha siuiactán y ju stifiqu e su conclusión. Si n o, e x p liq u e p a r q u é
no.

6. ¿C ree usted qu e haya alguna prueba histórica — b ib lia o d e o tr o


tipo— qu e apoye, p o r lo m enos hasta cierto gra d o. La afirm ación
d e qu e Dios se reveló ante la gente? Justifique tu respuesta

7. M uestre qué premisas en el argum ento d e la p rim era causa y e n el


argum ento d e la contingencia con a y cuáles son a prum .
(S o n las conclusiones a poítm on o a p n o n ? Si son a postrnon, e x ­
plique qu é evidencia em pírica es relevante para las mismas. Si son
a pnon expliqu e cóm o una oración a fn o ri y p o r lo u n t o n e c e a ­
ría. p u ed e derivarte de prem isas d e entre las cuales unas son a
poil/nori y p o r lo u n t o contingentes.

U pregunta central q u e se discute en la tercera versión del argu -


ntrntode la prim era causa r * si tiene sentido pedir una explicación
acerca d e p o r qué hay algo en lugar d e nada. U n a razón para p e n ­
sar que ea una pregunta legitima es que, puesto q u e tod o lo q u e
hay en el universo es contingente, también l o a d universo. De
manera que la existencia del universo, igual q u e la existencia d e
cualquier otra cosa, debe ser explicada. La respuesta d e B c n ra n d
R u u rll a esto es que el error q ue hay en este razonam iento «■ U fa­
lacia ilustrada por el argum ento 'Todo hom bre tiene una m adre,
por lo tanto la rafa humana tiene una m ad re' Evalúe estas dos
posiciones o p u ^ ü i ,

9 Indique alguno* cj<rmplqu d e cosas qu e sean lógicamente posibles


pero finiramcnlc imposible» ¿Hay algo que sea lógicamente im­
posible pero no fa k a n ie n lr imposible? Considere, por «jeroplo,
1« oración ‘Dios es tm nuciente y Dios no <3 omnisciente'. ¿Viola
esto alguna ley física? ¿Es físicamente imposible d e acuerdo o m Li
definición d r la pjgin a 579?

10. Con frecuencia se afirma que la teoría d e la cvglucidn ha hecho


insostenible el argumento del diseño. Sin em bargo, C o p ta to n .
en mu libro dice: "Si Sanio Tomás hubiera vivido en la
¿poca d e la hipátexii evolucionáis. indudahfemenie habría argu­
mentado que esta h ip ótesi apoya pero no invalida la cm clu n án
t L MtODIJ U * III J lím riC A K L4 CRfifiNGM Í N PIOS

dpi argum ento del |dt*eñt>]" Explique c ó m o Sam o 'lom a* podría


haber usado m j Ir o r íj para m tc iK T r l argum enta d r l d n rlK í

I] Critique d argum ento siguiente:

Dicn es un ic r qu e puede h jeer (o d a i lu cagas que iD g k im c iiir


k i paajblr qu e t í haga, P H o un ser rio existente p o puede ha*
err nada m .ilm lu ln . mucho mrnn« todo lo que c * lógicam ente
potible Por k> tam o D io« ejíistr

12 E x p liq u e » 1 este a rg u m e n to e* « p orim o n o a /wfcn

F j l i claro que la oración ' l a existencia a una p o fe tfiiS n ' n o a


analítica, de manera que □ Una oración con (ingente t no nerc-
s¿ma IVt iie s cu n im gen tc.d rh r 5crapi?>(/niin y t i argum ento
OnLúlógico de D n ariei, que la contiene n x n o una premisa, c*
a p o tím o n y no o p n o n , com o je afirma « i el tcxio,

13. El n i ó » r o francés Pastal propuso que la manera d e decidir entre


creer o no en Dios cousiíle en d o e u b rir qué o mejor, si creer o
na creer, y apostar d e acuerdo con ello Esto se conoce com o la
apuesta de Pascal. Fiscal núá dice que considerem os las proba hi-
lid id o .

Si apestamos que Dio» ejeiste. y existe, p a n a m o la dkh a cierna,


si rvo existe h n o hemos p erd id o nada. Si a p oeu m o« que Dios
no existe, y ckísie . t n to n c a o b lc n c m » la infelicidad eterna;
si n o e x i « e sólo ganamos una afortunada creencia verdadera.
L o o b vio es apostar que Dina existe. Con dicha apuesta tenemos
mucho que gitutr y rmrfa que |>erder F.uo ca muy superior a
una apu nta en la q u r tenemos poco que ganar y m ucho que
perder.

Evalúe cate intenta por justificar la creencia en Dios C om párelo


ron el tn ie n io d e James.

H . En este capítulo ie llegó a b conclusión d e que k » relato« d e va­


rios tipos d e experiencias religiosas no proporcionan pruebes su
fiáenCcs p ira justificar la creencia en Dios. <!Acaso la existencia tic
tale» r e b lo * no podría, d e lodajs manera i, mostrar una diferencia
im pnrianle entre Dios y ’el ja rd in ero eternam ente r v u r r id ilo ' de
FVw.' Justifique su respuesta

15. U n (ip o d e argum ento para justificar la c te tc n c u d e Dios que


no a p j- r r e en este texto es el conocido com o argum ento m oral
Evalúe la breve versión q u e aparece a continuación.
Si Dita do existiera, entonces no habría una Jey n>oral objetiva
porqu e las leyes morales deben * c r decretad** por un ser. un
tjE tC IC lD H 429

■ct iju r t n om i iln n d id c H i fVir otra parir, ninguna ley o b ­


jetiva d t p o l d r lim p lrm rn tc d e un w r hununo P it o n o hay
duda de que hay l e y » m orales objetiva», de manera que D io«
ex u tr
¿E» éste un a rg u m en to « fin e n o a p o ilm o n f Expliqurlo

16- Se tostcnido q u e i n c l u s o el p r o b l e m a d e l mal moral n o t e r e ­


ha

apelando al Ubre albedrío h u m a n o , ya que Dicm l n podría


s u e lv e

liaber cLadr liLrr albedrío a les i r r n hununca y también haber


in te r v e n id o milagrosamente desbaratando p o r I p m m o * lo« crí­
menes m il De hecho. Dios p o d r í a intervenir para d n -
jL r o r r i

baraur l u n u lái inccrvcton« d e manera tal que f u e r a n milagros


d e c o i n c i d e n c i a Asi q u e ninguna ley d e la naturaleza tendría por
q u é ser quebrantada ¿Párete esta afirmación o ia r bien fundada?
Explique su respusu

17, Discuta lo siguiente


El problem a del mal no es para el cnsluinismo ningún p ro ­
blema en absoluto porque cualquier cantidad d e miseria te­
rrenal « literalm ente nada com parad* con la dicha infinita y
eterna que el cristianismo prom ete.

If San Agustín « » t e n ía que aunque pcn tcn jc« que hay males natura­
les, realm ente n o los hay Ptm am n* de esu manera porque nues­
tra propia naturaleza es insuiirientem nitr real ( a decir que n o n
su frien te com o la d e Dios) para aprehender la> cena■ tal com o io n
(esto es, buenas) De manera que si pudiera mea ver un tem blor o
una ph ga a través d e los ojos d e D i « , entonces veríamos que es
exactam ente lo qu e debería ocurrir en un lugar particular en un
m om ento particular. Evalúe críticamente o t e argum ento

19 H ayu tu teoría que explica el mal q»jr h a v m e lm u n d o p o s tu la n d o


com o su creador a un Dios malo. ¿Se enfrenta esta teoría con un
"problem a del bien- correspondiente al problema del mal con el
que se enfrenta el teísta? ¿Por que no puede el ir ú u señalar la
gran cantidad d e bien que hay en el m undo con el fin de explicar
el problem a del mal5

20 Podría o b je ta re que b conclusión d e este capitulo es incorrecta


porque hemos ignorado alguna evidencia positiva im pórtam e, es­
to es, alguna evidencia en favor d e U afirmación d r que Dio* exis­
te ¿H em e* ignorado alguna n d c i , i ' ¿ C liJ I es exactam ente la
evidencia ignorada * i Bailaría con aAadir esta evidencia piara cam­
biar U conclusión d e este capitulo? ¿Cómo?
VI

EL PR O B L E M A DE JU STIFIC A R U N A N O R M A ÉTICA

Existe un tipo d e pro blem a a] q u e coni inuam ente se enfrenta La


m ayoría de la gente. Ejl uno u otro m om ento nos en contram os
ante $a decisión d e q u í ss lo q u e debem os hacer. FrecucnLcm entr
iam bi¿n nos p regu n tam o s sí lo que hem os hccho ha sillo correcto,
y atubam os a loa otros, ca m a a nosotros mismos, d e no hacer lo
t jje se d e b e hacer. En m uchos d e « l o » casos catamos em itiendo
juicios m orales o ¿ticos, estamos ju z g a n d o el valor m oral d e Las
acciones q u e no »o croa, u cutos , hem os hccho o pensam os hacer.
Piense usled en algu n as d e acciones pasadas Probablem en te
en contrará algunas a c c io n o que piensa qu e d e b ió n o h aber h e ­
cho. TaJ vez m entir acerca d e su edad pana q u e le sirvieran alco­
hol en un b a r o haberle echado un ojo a la hoja d e ju n to en un
exam en, o “h a b e r p e d id o prestado* algú n libro d e la biblioteca
indefinidam ente sin registrarlo. Incluso a h o ra p u e d e estar p e n ­
sando en alg u n a linea de acción Futura, co m o usar loa papeles
d e alguien p a ra algú n trámite, o m eterse d em asiad o c u el p to p io
trabajo p ara evitar participar en acciones sociales, o ign orar un
principio p ro clam ad o frecuentem ente p o r usted mismo, con d
fin d e evitar a lg u n a dificultad Bsica. D o n d e h?y una person a q ue
piensa acerca d e lo que ella y otros han h ech o o están haciendo,
en lu g a r d e actuar sin pensar, ahí encontram os una person a q u e
k enfrenta con la decisión d e em itir un ju ic io m oral. Y, com o
con cu alqu ier juicio, cu a n d o lo em itim os nos gusta p en sar q u e
* * el juicio correcto o al m enos que leñem os justificaciones para
pensar q u e es el correcto
C C óm o p o d e m o s justificar nuestros juicios morales? C u a n d o
d e r lim o s lo q u e d e b e m o s hacer nos gustaría basar nuestras d e ­
cisiones en i 3 n D a válidas, si bien, com o e n m uchas otras e m ­
4S2 EL PROBLEMA DE JUCTIFICAH UNA NORMA ÉTICA

presas hum anas, a m e n u d o decid irnos sin p e n s a r G en eralm en te,


cu an d o tratam os de d e té n d e r nuestras decisiones y acciones m o­
rales, lo hacem os rem itiéndonos a alg u n a regla o n o rm a m oral,
tal com o “ N o m atarás” o “ N o es correcto m entir ni h acer tram pa".
Es decir, frecuentem ente justificam os la afirm ación d e q u e una
acción particular es correcta o incorrecta rem itiéndonos a alg u n a
regla o n o rm a ética q u e se aplica a esa acción. Es obvio, sin em -
b a ig o , q u e no p od em os d em o strar q u e una acción es correcta o
incorrecta ap elan d o a un n orm a a m enos q u e hayam os ap e la d o
a la n o rm a a p ro p ia d a . Por ejem plo, tratar de absolver a una p e r­
son a blanca del ascsinaLo de una person a n e g ra a p e la n d o a la
n o rm a d e q u e n in gu n a person a blanca del>e ser d e c la ra d a cu lp a ­
ble d e u n crim en cu an d o la víctima es negra, p u e d e convencer
a algu n as personas, p e ro no sirve p a ra justificar d acto m oral­
m ente. p o r q u e la norm a a p elad a es incorrecta. Por otra parte,
intentar elim in ar la p e n a capital a p e la n d o a la n o rm a d e q u e
n in gu n a p e rson a, o g ru p o d e personas, tiene el d erech o d e q u i­
tarle la vida a otra persona, sin d u d a tiene cierta Tuerza. A q u e ­
llos (|uc d efie n d e n la pena capital gen eralm en te no atacarán la
n o rm a p e m tintarán d e dem ostrar q u e d e b e se r m odificada para
d a r cuenta d e ciertas excepciones. U n a parte im portante d e la
justificación d e u n a decisión m oral particular se basa, pues, en la
n o rm a ótica co rrecta.

Si p o d em o s en con trar alg u n a m an era d e justificar una norm a


o g ru p o d e norm as, entonces la única tarea particularm ente m o­
ral q u e nos q u e d a — tal vez la tarea más difícil d e todas— es la de
aplicar las norm as a nuestra vida. L a segu n d a tarea nos corres­
p o n d e a todos, incluidos los filósofos, quienes no están en una
posición m ejo r p a r a tener éxito q u e c u alqu ier otra persona. Sin
em bargo, los filósofos son particularm ente adecuados p a ra la p ri­
m era tarea, p o rq u e están especialm ente interesados en ella, y cali­
ficados p a ra realizar investigaciones criticas sobre los argum entos
q u e la g e n te p ro p o n e p ara justificar sus acciones y creencias. En
este capítulo exam in erem os las principales teorías q u e p rop on en
y d efien d en norm as m orales particulares, e intentarem os Devara
cabo u n e x a m e n filosófico d e cada una, con la esperan za d e que
p o d re m o s sacar u n a conclusión justificada acerca d e lo qu e son
las norm as ¿ticas correctas.
EVALUACIÓN DE «X 3 Q N E 5 Y DE PEKSONAS 433

E v a lu a c ió n de a c c io n e s versus e v a lu a c ió n d e p e rso n a s

Antes d e q u e considerem os las teorías plicas (esto es, las teorías q u e


p ro p o n e n norm as éticas) d ebem o s p o n e r énfasis en d o s cuestio­
nes. L a p rim e ra es qu e estamos interesados en u n a n orm a q u e
p u e d a usarse p a ra prescribir y evalu ar líneas d e acrión particula­
res, es decir, u n a n orm a q u e p u e d a usarse p ara p rescribir lo q u e
d ebem os h acer y evalu ar lo q u e hem os hecho. N o estamos, pues,
interesados en u n a n orm a q u e d e b a usarse p a ra evalu ar m oral-
mente a las personas q u e realizan acciones, sino en un a n o rm a
para evalu ar las acciones q u e la gen te realiza. Sin d u d a usam os los
dos tipos d e n orm as, puesto q u e no sólo decidim os q u e lo q u e a l­
gu ien h izo fue correcto o incorrecto, sino q u e tam bién elogiam os
o culpam os a la person a p o r h acerlo y a veces la ju z g a m o s mo*
ral o inm oral. A m b o s tipos d e n o rm a son im portantes, p e ro son
diferentes. Parece esencial p a ra la evaluación m oral d e una p e r ­
sona p o r lo q u e hace, que considerem os sus m otivo», sus creencias
y las circunstancias particulares bajo las cuales tom ó la decisión
d e actuar, p e ro no está claro q u e a lg u n o d e éstos sea pertinente
p ara la evaluación d e su acción. P o r ejem plo, m ucha ge n te ha
afirm ado q u e fue un e rro r lanzar la p rim era b o m b a atóm ica en
H iroshim a, y p o r consiguiente c u lp a ro n al Presidente T ru m a n
p o r h aber o rd e n a d o q u e se lanzara la bom ba. Sin e m b argo , estas
dos cuestiones están totalmente separadas. Podem os a rg u m e n ­
tar que fue m oralm cntc incorrecto lanzar la prim era b o m b a en
una ciudad p o rq u e un sitio m enos p o b la d o p o d ría h a b e r sido
igualm ente efectivo. A q u í decidim os la cuestión sin con sid erar
los motivos, creencias y presiones qu e hicieron q u e el Presidente
T ru m an tom ara esa decisión. Pero p ara d ecid ir si el Presidente
es o no culpable d ebem os con sid erar sus motivos, sus creencias
acerca d e la g u e rra y si eran razonables, así com o las fuerzas e x ­
ternas e internas q u e se d a b a n en ia person a q u e tenía q u e tom ar
la decisión. P u e d e ser, pues, q u e la acción q u e realizó tuera in ­
correcta, p e ro q u e no d e b e ría ser c u lp a d o p o r ella. Igu alm en te,
alguien p o d ría hacer a lg o que, contraria m eo te a su intención,
resultara correcto. En tal caso, la acción p u ed e ser correcta p e ro
la persona p u e d e m erecer u n a acusación. P o r consiguiente, d e ­
bemos ac o rd a m o s d e d istin gu ir entre estos d o s tipos d e norm a,
porque estam os con sideran do solam ente norm as p a ra evalu ar ac-
434 * l M »o e l e m a m j u s t if ic a » u n a n o r m a é t ic a

cioncs inórales y p o rq u e no distinguir entre ellas ha c o n d u cid o


a m e n u d o a acusaciones injustas y a sentim ientos d e c u lp a in n e­
cesarios H a y m uchas acciones q u e son incorrectas p e ro q u e no
reflejan n in gu n a c u lp a en el q u e las hace. E n ten d er en lu g a r d e
c u lp a r e s frecuentem ente lo ap ro p ia d o .

M é t o d o para fv a lu a r c r í t i c a m e n t e t e o r í a s é t i c a s

L a se g u n d a cuestión se refiere a los m edios q u e usarem os para


evalu ar críticam ente las distintas teorías ¿ticas. En gen eral, pro*
cederem os co m o en e l C a p ítu lo 4. en el q u e con sideram os va­
rias teorías sobre la relación m en ir-cu erp o Esto es. tratarem os
d e d e sa rro lla r claram ente cada posición, d e con sid erar Los p r o ­
blem as q u e cada u n a enfrenta, y d e decidir entonces q u é posición
e n fren ta m enos objeciones serias. Debem os, pues, e la b o ra r y e v a ­
luar las objeciones más serias a cada teoría, Encontrarem os, p o r
ejem plo, q u e las norm as propuestas p o r algu n as teorías no se
aplican a todas Las situaciones, q u e otras norm as d esem bocan en
conflictos m orales irresolubles cu an d o te aplican a ciertas situa­
ciones y q u e incluso hay otras q u e prescriben lineas d e acción m o ­
ral m ente r e p u g n a n ! « en ciertas situaciones Esta últim a cuestión
a m u y im portante y racrece u n com entario posterior.
A firm arem o s q u e alguien tiene alguna razón para rechazar una
n o rm a q u e es claram ente contraria a lo que, d e u n a m an era aerf-
uca, esa p c n o i u n e n lt rm segundad d e q u e es correcto. D ebem os
dccir algun as cosas p ara aclarar esta idea. Prim ero, n o hasta con
q u e una p erso n a esté in segu ra a te rra d e si es o no correcto lo q u e
la n o rm a prescribe, sino qu e d eb e estar com pletam ente segura, o
tener la certeza, d e q u e lo q u e la n o rm a prescribe no es correcto.
S e g u n d o , esta clase d e situación p u e d e o cu rrir d e varias mane*
ras diferentes. Por ejem plo, una norm a é tk a d a d a p o d ría dictar
q u e una acción específica ra incorrecta m ientras q u e u na person a
p o d ría sentirse totalmente se g u ra de que « a acción es corccta.
D esde lu ego , lo contra rio d e esto tam biíti p u e d e ocu rrtr. A dem ás,
u n a n o rm a p o d rfa dictar q u e una acriún específica es o b lígalo ría
mientras q ue una p erson a se siente segu ra d e q u e esa acción está
ino raím ente p ro h ib id a . D e la misma m anera, u n a n orm a p o d ría
decirnos q u e una acción está m oral mente perm itida, esto es, q u e
ni es obligatoria ni está p ro h ibid a, m ientras q u e u n a person a se
siente se g u ra de q u e esa actión es obligatoria, o d e q u e está p r o ­
MÉTODO PAMA E V ALU A I I T O t l A S ÉTICAS 4S5

hibida Está claro u iA b té n q u e p u e d e n s u q p r o tro * conflictos de


a t e lip o entre lo q u e p rescribe una n orm a ética y lo q u e una p e r ­
sona tiente q u e a c o rre rlo en u na situación específica. El térm ino
'incorrecto' se usó solam ente p ara c u b rir cada u n a d e estas posi­
bilidades.
Im agin e q u e u n a person a traía d e p ro b a r u n a n orm a ética
v ien d o si ésta está de a c u e rd o en lo q u e prescribe con lo q u e esa
person a siente q u e es m oral men te correcto S u p o n ga, tam bién,
qu e esta p erso n a encuentra que hay un a c u e rd o con siderable s o ­
bre el asu m o. D e esto p o r s( solo n o se » g u i r i q u e la n o rm a ética
es aceptabU p a ra c ía persona P u e d e h a b e r m uchas otras rraas
equivocadas en esa norm a. Ni siquiera se sigue q u e esa person a
tenga a lg u n a razón p ara aceptarla. El p ro b le m a es q u e u n a p e r­
sona p u e d e tener creencias m orales inconsistentes. Poca gen te ha
e x am in ad o conscientem ente el espectro d e sus opin ion es y d eci­
siones m orales, y es m uy p ro b a b le qu e m ucha gente sea in con ­
sistente. M uchas personas deciden d e una m an era diferen te en
m om entos diferentes, incluso bajo circunstancias similares, esp e­
cialmente cu an d o la acción involucra a alguien q u e rid o u o d ia d o .
C u a n d o a lgu ien se d a cuenta d e q u e tiene creencias inconsisten­
tes, entonces. incluso si cree e n u n a d e ellas con m ucha fuerza, no
debe usarla p a ra p ro b a r n in gun a norm a. P or consiguiente, una
person a d e b e ap oyarse e n sus p rop ias o p i n i o n « intuitivas d e lo
qu e es correcto, incorrecto, obligatorio, perm isible o p ro h ib id o ,
sólo una vez q u e se siente totalmente segu ro d e esas opin ion es
y d e q u e n in gu n a d e sus otras creencias es incom patible con las
mismas.
Puede objetarse, sin em b a rg o , q u e es un e rro r apoyarse en
cate ex a m e n intuitivo de las n orm as éticas, p o rq u e las op in ion es
éticas d e la gentCj incluso las q u e sostiene con m ayor fuerza, d ifie­
ren m ucho en casos particulares Par ejem plo, m uchos judCoi e n ­
cuentran o tivio q u e son m oral mentes repu gn an tes ciertas accio­
nes que m uchos nazis encontraban totalmente aceptables, t a m ­
bién es claro q u e hay p ro fu n d o s d esacuerdos igualm ente senti­
d o » entre m uchos pacifistas y m uchos dirigentes militares. Es sin
d u d a un error, según esta objeción, apoyarse en un m étodo d e
evaluación q u e perm ita a los nazis y a algu n os d e los d irig e n ­
tes m i li t a r « más insensibles tener justificación p ara sostener una
norm a, p o rq u e éstos n o encuentran q u e ésta prescríba algo m a
-1 3 6 EL PROBLEMA DE JUSTIFICA* UVA NORMA ÉTICA

raím em e rep u gn an te, mientras q u e muchas oirás person as la e n ­


cu en tran c laram ente ah o rn a n te .
Esta objeción tiene cierta fuerza, si bien no tam a com o uno
p o d ría esp erar al principio. A p o y arse en opin ion es intuitivas d e
diferen te* personas, com o io acabam os d e describir, no llevará
p o r sí mismo a n orm as diferentes q u e estén jits tifim d a s p ara p e r ­
sonas diferentes. C u a n d o m ucho, lo q u e se sigue es q u e el cam ino
esié abierto p a ra qu e personas diferentes tengan, cada una, a l­
guna razón p a ra aceptar norm as diferentes. D e todas m aneras se
d e b e con ceder q u e apoyarse, en parte, en las o p in io n es intuitivas
d e diferentes personas perm ite que una person a ten ga algu n a
razón p a ra aceptar la n orm a ética A'i y qu e otra p erson a tenga al­
g u n a razón p ara aceptar la n orm a ATj, incluso c u a n d o N\ y Afy no
son sólo diferentes sino que están en conflicto entre sL Pensamos,
sin e m b argo , q u e toda esta relatividad d e las razones (p a ra d ife­
rentes norm as éticas) es inevitable. Las cuestiones clave son si el
m étodo o exam en propu estos constituyen para u n a perso n a una
justificación d e u n a n o rm a ética q u e está claram ente equivocada,
y si el ex a m e n perm ite q u e norm as diferentes estén justificadas
para p erson as diferentes. H a y tres razones p ara q u e cream os que
es plausible e sp e ra r q u e el m étodo p ro p u e sto no tenga n in gu n a
d e estas consecuencias.
L a p rim e ra razón es q u e este e x am en intuitivo es sólo u n o de
entre varios exám en es o condiciones que d e b e pasar una norm a
ética par ser satisfactoria. M u ch as norm as q u e p ara una persona
particular pasen este e sa m e n no ten drán éxito p o rq u e no satis­
farán las otras condiciones Parte d e lo q u e harem os, mientras
exam in am os varias n orm as él iras p rop u estas a lo la rg o d el ca­
pítulo. será tratar d e descu brir estas otras im portantes condicio­
nes para q u e u n a n orm a sea satisJacloria. H a re m o s esto exam i­
n a n d o principalm ente las razones q u e encontrem os p ara recha­
zar propuestas insatisfactorias. Para c u an d o hayam os acabado,
esperam os h aber encon trado no sólo una teoría satisfactoria, sino
tam bién las c o n d L jn e s y exám en es q u e haya pasado, p ro b a n d o
con ella ser satisfáctoTÍa.
L a se g u n d a razón es que ni siquiera esperam os divergencias
am pliam ente d ifu n didas entre norm as q u e pasen los exám en es
intuitivos. U n a norm a no dem uestra haber p a sa d o este exam en
si alguien encuentra que no le molesta n in gu n a de las acciones
prescritas p o r Ja n orm a q u e la m ayoría d e la g e n te encuentra
M ÉTODO PARA EVALUA» TEO RIAS ÉTICAS 437

nioralm cnte rep u gn an te. D e b e encon trar q u e pasa este exam en


tam bién en u n a am plia variedad d e casos diferentes. P o r eje m ­
plo, m uchos nazis cncorw-artan q u e es m oralm ente re p u gn an te
p a ra cualquiera m e te rá na¿ií leales e n c im a r a s de gas. Pero, b a ja
ciertas condiciones, en diferentes países, dichas acciones pod rían
m uy bien ser prescritas p o r la m ism a n orm a q u e esa person a e n ­
contrarla aceptable en otros casos. D e m an era q u e u n a persona
no d e b e seleccionar p arcialm ente Jos casos q u e utiliza p ara p r o b a r
una norm a. D e b e e x a m in a r u n a am plia variedad d e casos posi­
bles y reales p a ra ver si la n o rm a prescribe algo q u e ella siente
con toda certeza que* es un error. S ó lo una vez qu e haya hecho
csio p u e d e justificar q ue una n orm a pase este exam en particu lar
Sólo una vez que haya hecho esto, una person a en con trará q u e
son m uchas m enos Lis n orm as q u e pasan el e x a m e n d e lo q u e
p od ría h aber esperado.
U n a tercera y última razón es q u e predecim os q u e h abrá un
am plio a c u e rd o entre diferentes personas acerca d e q u e ciertas
acciones son m oralm cn te repugnantes, p o r así decirlo, o m oral-
menre conrcctas. El eje m p lo sobre los nazis utilizado an terior-
m e m e e n la p á g in a 435 p u e d e usarse a q u í otra vez. C o n confianza
predecim os q u e m ucha gente, la m ayoría d e la gen te p o r cierto,
est;>r;'i d e a c u e rd o en q u e la tortura y ejecución nazis d e m illo­
nes d e p erson as inocentes fu ero n m oralm ente incorrectas. D e ah í
que, si u n a n o rm a ética d a d a con siderara perm isibles tales accio­
nes, el rechazo de dicha n o rm a se basaría, al m enos parcialm ente,
en el hecho d e que la gran m ayoría d e la gente estaría totalm ente
segura d e q u e dichas acciones son m oralm ente repu gn an tes. N o
es necesario decir, aquí, q u e no estam os a firm an d o q u e la decisión
d e rechazar o acep tar u n a n orm a ¿tica d e b e ría basarse en la regia
de la mayoría.
Podem os resu m ir esta discusión d e nuestro m étodo d icien d o
que nos ap oyarem os ¿7 ! parte en dos reglas o exám en es, q u e p u e ­
den ser ex p resad o s d e la siguiente m anera;

I Si una person a se siente segura d e q u e u n a acción específica


es m oralm cnte incorrecta, y esta creencia no es incom pati­
ble con n in gu n a d e sus otras creencias, y hay u n a n o rm a
ética qu e dicta qu e esta acción es m oraim en tc correcta, e n ­
tonces esta person a tiene razones para rechazar dicha n o r­
ma ética.
438 fct. r&OBI.rj4A DE JUSTIFICAD UNA NORMA ÉTICA

2- Si u n a p erso n a se lic n ic segu ra d e q u e u n gra n n ú m ero


d e acciones son inonilnvcm c correctas y n in gu n a d e o t a s
creencias es inconsecuente con n in gu n a d e sus otras cre e n ­
cias, y no ha sido parcial ai escoger « t a s acciones p ara su
consideración, y encuentra q ue u n a norm a ¿tica con cu erda
e n todos estos casos con tus creencias, entonces esta p erson a
tiene ra jo n e s p ara aceptar dicha n o rm a ¿dea.

A rabas reglas son com plejas p ero, pensam os, son aceptablem ente
claras N ótese q u e hablan d e tcneT alguna razón p a ra aceptar o
rechazar u n a n o rm a ética Asi pues, n o se está a firm a n d o q u e sí
un a n o rm a ética no lo gra p on erse a la altura d e lo descrito en
( I ), o se p o n e a la altura d e lo descrito en (2), u n o tiene e v id e n ­
cia concluyente e n contra o a favor (le una norm a. U n o tendría
sim plem ente un fragm ento de evidencia pertinente, positiva o
negativa, d e p e n d ie n d o de cada caso particular

É T IC A TEOLÓGICA

M u ch a de nuestra prep aració n y de nuestro apren dizaje éticos


[ic n e lu g a r en un eonutxia religioso. De hecho la ética parece
ser parte esencia] d e ta religión Tanto en et A n tig u o Testam ento
c o u io e n el N u e v o v en la m ayoría d e lo« textos religiosos, corno el
C orán , hay enseñan tas ¿ticas. En el A n tig u o Testam ento los D it t
M an dam ien tos son fundam entales y en el N u e v o Testam ento te­
nem os, entre otras, las enseñanzas del S erm ón d e la M ontaña.
Es natural, pues, asociar la ética y ta m oralidad con la re ligión.
d e m odo q u e también, resulta natumt buscar en la religión n o r­
mas éticas que p o d am o s usar para prescribir y e v a lu a r nuestras
acciones. V si vem os hacia atrás en La discusión sobre Dios en el
C ap itu lo 5. p o d em o s d eriv ar u n a n orm a a partir d e ta discusión
sobre la bo n d a d d el Ser S u p rem o . Esto es. p o d em o s p ro p o n e r
q u e La n o rm a ética correcta es la siguiente:

A q u e llo q u e Dios q u iere es lo q u e d e b e hacerse.

Si ésta es la n o rm a énea corree ta, entonces cada ve/, q u e decidim os


lo que d e b e hacerse o lo q u e d e b e h a b e r sido hecho debem os
basar nuestra decisión en la voluntad d e Dios.
L o q u e d eb em o s h acer p a ra q u e esta n orm a sea aplicable *
situaciones especificas es en con trar alg u n a m an era d e descubrir
ÉTICA TE O LÓ G IC A 439

lo q u e Dios q u e rría e n esa situación. H a y dtw m aneras d e d e s­


c u b rir esto. Prim ero, Dios p o d ría r e v e l a r a « su voluntad c o m u ­
nicándose directam ente con nosotros, o bien p o d ría rev elar su v o ­
luntad a algu ien q u e a su vez nos la com unicara a nosotros. Para
la m ayoría d e nosotros, si acaso se nos revela la voluntad d e Dios,
sólo es indirectam ente, sienda otra p erson a el in term ediario. En
consecuencia, si hem os d e aplicar la n o rm a teológica b asán don os
en la voluntad d e D io » indirectam ente m e l a d a , debem os l e r c a ­
paces d e justificar a lg u n a afirm ación p articu lar acerca de la vo­
luntad d e Dios, p o r ejem plo, los D iez M andam ientos. Pero ya h e ­
mos visto en el C ap ítu lo 5 cuán difícil es p ro p o rc io n a r fu n d a m e n ­
tos para p en sar q u e ha o c u rrid o alg u n a revelación d e la voluntad
d e Dios in depen dien tem en te d e q u e una afirm ación particular
sea correcta.4

O bjtción ¡a i afirmaciones n h gioia s deben


justificarse mediante afirm atianes é tic a

S u p on gam os qu e algu ien afirm a q u e kj q u e D ios q u ie re es q u e


la gente obed ezca los Diez M andam ientos. T en em os a h o ra una
n orm a ¿tica q ue p odem os aplicar a situaciones particulares. ¿Pero
cóm o h abrem os d e justificar la afirm ación d e q u e éste es e¡ crite­
rio correcto? N o p odem os hacerlo sim plem ente a firm a n d o que
Dias le reveló los m andam ientos a Moisés, p o rq u e d e b e m o * ju s ­
tificar la afirm ación d e q u e lúe Dios quien te lo* reveló. C o n ­
sidérese lo q u e haríam os si leyéram os q u e Moisés re g re só con
m andam ientos q u e decían " H a z c la m o r con la esposa d e tu p ró ji­
m o", "R o b a tos bienes d e tu p ró jim o ", “A busa d e tus padres". D e ­
cid iríamos qu e cualquier cosa que haya sido r e v e la d a * Moisés, no
era ta voluntad d e Dios, p a rq u e estes son m an d am ien to« in m o ­
rales N o justificam os que a lg o sea m oral m ostrando q u e expresa
La voluntad d e Dios, p o rq u e la única m anera dispon ible p a ra e v a ­
luar afirm aciones en conflicto acerca d e lo qu e Dios q u iere es e n ­
contrando cuál d e ellas está d e acu erdo con lo q u e es m oral. Así
pues, debem os usar afirm aciones éticas p ara justificar afirm acio­
nes religiosas en lu gar d e fu n d am en tar ta ética en la& afirm aciones
d e algu n a religión.2

1 V t i n r lu p j | i i i u ] i U M
1 Acrrc* ile i [jumental d a r » en contra de la ÍOcj tralúgica» vtuc la día-
440 H . PROBLEMA DE JUSTIFICAR U N A NO RM A ÈTICA

Esto no equivale a n egar qu e la religión sea p a ra m ucha g e n ie


la base psicológica d e la ¿tica. P u e d e ser, pues, q u e la religión
tenga u n a relación psicológica im portante con la ética. T am p o co
equivale a n egar q u e Dios haya o rd e n a d o o prescrito ciertos m an ­
dam ientos m orales. A lg u ie n qu e crea q u e d e b e cu m p lirse la v o ­
luntad d e D ios p u e d e aceptar rodo lo q u e acabam os d e discutir.
Por otra parte, nada d e lo dicho hasta a q u í hace p en sar q u e los
Diez M an d am ien tos no ex p resan la palabra revelada p o r Dios.
Podrían ex p re sa rla . Si lo hacen, tam bién e x p re sa n p o r lo m enos
p arte d e una n orm a ética correcta. L o único q u e aqut se ha a fir­
m ad o es q ue no p o d e m o s justificar q u e ésas u otras n orm as éticas
son correctas a p e la n d o a pronunciam ientos d e alg u n a religión
particular, p o rq u e debernos ¡astificar q u e estos p ro n u n c ia m ie n ­
tos e x p re sa n la p a la b ra revelada p o r Dios m ostrando a la vez qu e
son p ronunciam ientos m orales correctos. Puesto q u e a q u í nucs-
tra tarca es justificar alg u n a n o rm a ética, no p od em os deten ern os
en los p ron un ciam ien tos d e alg u n a religión, incluso si son co ­
rrectos. D ebem os en co n trar a lg u n a m anera d e m ostrar q u e son
correctos, y esto no p u e d e hacerse a p e la n d o a la religión misma.
N o estamos en u n a m ejor posición si tratam os de fu n dam en tar
una n o rm a ética en la revelación directa. P u e d e ser q u e un día
usted tenga una exp erien cia religiosa en la q u e se revelen ciertas
ó rd en es. Usted p u ed e, com o lo han hecho otros después d e e x ­
periencias similares, aceptar esto acriticam entc com o rev elad or
d e La palabra d e Dios y proclam arlo ante todos. Pero a q u í nos
interesa no lo que usted p o d ría hacer, sino si se justificaría qu e
usted afirm ara qu e lia escuchado la pala bra d e Dios. N o basta
con h aber recibido estas ó rden es d e una m an eta extrañ a y única.
H a y m uchos casos d e personas qu e han segu id o sus "voces*' y han
com etido terribles crímenes. En dichos casos g e n eralm en te p e n ­
sam os q u e las "voces" son e l resultado de trastornos psicológicos.
A dem ás, es posible qu e no sólo Dios, sino tam bién qu e el diablo
revele su voluntad a los seres hum anos. P or consiguiente, usted
p o d ría justificar su afirm ación d e q u e ha escuchado la p a la b ra de
D ios sólo si p u d ie ra p ro p o rc io n a r a lg u n a razón p a ra p en sar qu e

cusfin del principia teológico de Jcrrm y B e n t H i m en An f n f n d u M to IV /*nn-


np/n e f Moralt and Ltgislaiien ín 7 V CHiJUnrum, Doublc Day, Carden G ty, N Y,.
1961. John Stuaxi Mili u m b tín d ix u lc La Ética icolágicj en 1/tíhtarianiiM, y tam­
bién en Thé Ulitiíarisni, p, 423,
É rtlrj, T E Q L t o íC A 441

esa p alab ra e x p re sa u n a o rd e n d e D ios y no d e l diablo. U sted n o


p u e d e hacer esto a p e la n d o a su exp erien cia religiosa. Así pues,
en el caso d e revelación directa así com o en el caso d e revelación
indirecta, la justificación d e una n orm a ¿tica no p u e d e basarse en
una afirm ación religiosa
L a conclusión q u e hem os alcanzado es qu e sí bien una religión
p u e d e ay u d arn o s psicológicam ente p a ra d ecid ir q u é es lo q u e se
d eb e hacer, no p u e d e ayu d arn os a justificar lo q u e decidim os h a ­
cer. L a justificación d e nuestras n orm as ¿deas y p a r lo lanto d e
nuestras acciones es in d ep en d íen te d e la religión. En vista d e
caí o, la existencia d e Dios es írrelevam e p a ra justificar norm as
¿ticas. D e m anera q ue ios q u e se d a n cuenta d e q u e ya n o p u ed en
c re e r en Dios no están forzados a concluir q u e nada es correcto
o incorrecto. N o hay n a d a inconsistente en sostener u n a n orm a
¿tica particular y en creer qu e D ios no existe. C o m o se p u so de
m anifiesto anteriorm ente, y c o m o verem os, la evaluación crítica
y la justificación d e norm as éticas se lleva a cabo sin referencia
alg u n a a la religión.
Sin em b a rg o hay u n a opinión am pliam en te d ifu n d id a d e qu e
si no hay Dios, entonces nada es m oral o inm oral, correcto o in ­
correcto. Ésta es la o p in ió n d e q u e si algo es correcto y algo es
incorrecto es p o rq u e así ha sido decretado p o r Dios. N ótese qu e
esta es una afirm ación diferen te d e la que exam in am os p re v ia ­
mente. L a afirm ación an terior es que

Si algo es q u e rid o p o r Dios, entonces es lo q u e d e b e hacerse.

Pero la presente afirm ación es qu e

Si hay algo q u e es k> correcto (lo que d e b e hacerse), entonces


es q u e rid o {p ro c la m a d o u o rd e n a d o ) p o r Dios.

Si bien la p rim era oración es aceptable, la se g u n d a es sin d uda d is­


cutible. En p rim e r lugar, no hay razones p a ra p en sar q u e tudas
las acciones correctas son q u erid as u o rd e n a d a s p o r Dios, p o rq u e
no hay razones p ara pen sar q u e Dios d a ó rd e n e s q u e cu bran to­
das las situaciones morales. Puede ser q u e en cierta situación una
acción particular sea correcta; entonces si Dios tuviera q u e o r ­
d e n a r alg u n a acción en esa situación, o rd e n a ría esa acción. Pero
esta afirm ación no con d u ce a la conclusión d e q u e si no hay Dios,
entonces nada es correcto o incorrecto. E n se g u n d o lugar, p o r
442 EL PROBLEMA DE JUSTIFICAR U N A NO R M A ÉTICA

lo m enos es pasible q u e p odam os ju sü B e a r u n a n o rm a ¿tica q u e


sea correcta; y puesto q u e, co m o hem os visto, dicha justificación
no re q u ie re n in g u n a referen cia a Dios, no hay razón p ara p en sar
q u e la n orm a ética correcta d e b e p ro v e n ir d e Dios. Sin c m b a ig o ,
c u alqu iera que sea la causa q u e la m ueva, la gen te habla d e la de*
cadencia d e la m oralidad y d e la destrucción d e las n orm as éticas
c u lp a n d o d e ello al d ebilitam iento d e la religión. £ 1 resultado de
esto, afirm a la gente, es q u e la m oral se vuelve relativa, d e m an era
q u e nada es correcto o incorrecto, y lo q u e para m í es correcto
h acer es sim plem ente lo q u e q u ie ro hacrr. A u n q u e no es ra ro es­
cuchar tal afirm ación, ta afirm ación misma es m uy rara, p o rq u e
represen ta tres posiciones ¿ticas diferentes — el relativismo ético,
e l nihilism o ético y el egoísm o ético. D e u n a u otra m an era es­
tas posiciones destacan en tre las opiniones acerca d e la ética q u e
se e x p re sa n h oy e n día. P o r consiguiente, cada u n a m erece aquí
atención individual.

RElvVnvrsM O ÉTICO

El relativismo ético parece e xp resarse en 1a frecuente afirm ación:

L o q u e está bien p ara ti no siem pre está bien p a ra mi.

Y puesto q u e esta afirm ación parece ser ve rd a d e ra , m ucha gente


q u e d a convencida p o r el relativism o ético. Pero ésta es un a afir­
m ación a m b ig u a y sus interpretaciones aceptadas no son las q u e
im plican el relativism o ético. U n a interpretación d e 'L o q u e está
bien p ara ti n o siem p re está bien p a ra m f es la siguiente:

L a acción correcta para ti n o siem pre es la acción correcta p ara


mi.

Esta interpretación e s a m e n u d o verd a d e ra p o rq u e d o s personas


son con frecuencia totalmente d iferentes, p e ro eso n o im plica un
relativBm o ético. P o r e jem plo, ti usted es un g ra n n a d a d o r y yo
n o sé nadar, entonces e n la m ism a situación, en la que vem os a un
n iñ o a h o gán d o se, para usted es correcto n ad ar p ara a y u d a rlo y
para m f ea correcto ir p o r ayuda. Pero si bien difiere lo q u e cada
u n o d e nosotros d e b e h acer en la misma situación, sigue siendo
v en lad q u e am bos d eb em o s hacer lo posible p o r a y u d ar al niño.
A q u í no hay n a d a relativo.
r e ia t iv j s m o É neo 443

Relativism o de üt acción v e n u s relativismo de la norma

L o qu e d ebem o s h acer para evitar esta confusión es distin gu ir


entre el relativism o d e las acciones ¿deas y el relativism o d e Las
norm as ¿ticas.

Relativismo de la acción: Las acciones son correctas en algu n as


situaciones e incorrectas en otras situaciones.

fofaltirumú dé la norm a: L a s norm as ¿ticas son correctas en a l­


gun as situaciones e incorrectas en otras situaciones.

H em os visto u n caso d e relativism o d e la acción en el ejem p lo


del niño q u e se es t i a h o gan d o , p e ro ¿se n o e ra u n caso d e re ­
lativismo d e la norm a. Tantn usted com o yo aplicam os la misma
norm a: q u e debíam os hacer lo posible p o r ay u d a r al niño. D e m a­
nera q u e p u e d e h aber relativismo d e acciones correctas sin q u e
haya relativismo de norm as ¿ticas. P o r consiguiente, segú n esta
interpretación

L o q u e es correcto p a ra ti n o siem pre es correcto p ara m í

ex p re sa un relativism o d e la acción, p e ro puesto qu e el relati­


vismo ¿tico c o rre sp o n d e al relativism o d e la norm a, y puesto q u e
el relativism o d e la acción no im plica el relativism o d e la norm a,
cata afirm ación, a m e n u d o ve rd a d e ra , n o im plica un relativism o
¿tico. L o q u e p u e d e resultar confuso es q u e h aya algu n as n o r­
mas ¿ticas tales com o “N o m atarás" q u e afirm en q u e ciertos actos
siem pre son incorrectos, d e m an era q u e p u e d e p arecer q u e lo
que llam am os absolutism o d e la n o rm a im p liqu e absolutism o de
la acción. Pero hay m uchos otros casos tales com o “H o n ra rá s a tu
p ad re y a tu m a d re ” en los q u e n in g u n a acción específica está p r o ­
hibida. A sí pues, aquellos q u e se rebelan contra el absolutism o de
la acción n o están o bligad o s al relativism o ¿tico, p o rq u e la n orm a
¿tica correcta p u e d e p erm itir q u e el q u e u n a acción específica sea
correcta o incorrecta d e p e n d a de las circunstancias específicas en
las q u e se lleva a cabo. C ó m o h on rem os a. nuestros p a d re s en
cierto m om ento d e p e n d e de ellos, d e nosotros y d e las circuns­
tancias particulares.
Otra interpretación de ‘ Lo que es correcto para ti no siempre
« correcto para mT es la siguiente;
4 ‘H V- I ü O ll[E H A D i J U S T in C A * U N A NORMA ÍT IC A

L ó q u e tú piensa» q u e es correcto no siem p re es lo q u e yo


pienso q u e es correcto.

B ajo esta interpretación la afirm ación ciertam ente es v erd ad era.


Pero, entonces, tod o lo q u e exp resa, es q u e a veces estamos en
d e sa c u e rd o acerca d e lo q u e pensam os qu e es correcto y esto
es totalmente com patible con e l absolutism o d e la norm a. Asi
pues, esta interpretación no con d u ce al relativísino étk o . C o n el
fin de Llegar al relativism o ótico necesitamos u n a interpretación
q u e haga relativas a las narmas ¿ticas. O tra interpretación q u e se
acerca m is y q u e a m en u d o se piensa q u e con du ce al relativism o
ótico es la siguiente:

N o siem pre que tú tengas justificación p ara aceptar q u e una


n orm a es correcta yo ten go justificación para aceptarlo.

Esta interpretación, si bien es tam bién correcta, no siem p re con ­


du ce al relativismo ético p o rq u e algu ien p u e d e tener justificación
p a ra aceptar a lg o com o correrto c u a n d o no lo es. Por ejem plo,
sin d u d a estaríam os d e ac u e rd o en q u e algu ien q u e creyera q u e
la velocidad d e tos objetos p u ed e increm entarse indefinidam ente
tem a justificación para creer eso antes d e q u e Einstein p r o p u ­
siera su teoría, Pero tam bién afirm aríam os que, a u n q u e tuviera
justificación, su creencia era incorrecta. Por otra parte, c o m o h e­
mos visto, es posible q u e nuestro m étodo p a ra ev a lu a r norm as
éticas, el cual utiliza las convicciones m orales más fuertes d e la
gente com o una entre varios exám enes, desem bocará en cierta
relatividad d e La justificación d e norm as éticas. Pero al igual q u e
con las hipótesis científicas, si bien distintas personas p o d ría n te­
n er justificación para aceptar norm as diferentes, cualquiera de
ellas, es más. todas ellas, p o d ría n estar, no obstante, equivocadas.
Asi pues, si bien hay un a relatividad d e la justificación, esto no
implica una relatividad d e lo q u e es correcto. A u n q u e las creen ­
cias ju s tifu a d o j difieran con form e cam bia el conocim iento d e ia
gente, esto no afecta el q u e talca o cuales creencias sean verdad*-
rcu o c on ectas. L a relatividad q u e hay en q u e u n a p erso n a tenga
justificación p ara aceptar u na creencia o n o rm a no favorece al re­
lativista ético, el cual requ iere d e que haya relatividad d e las n o r­
mas correctas. El tipo de interpretación q u e necesitamos p a r a d
relativism o ético es el siguiente:
U L A T IV ] 5WO ÉTICO 415

U n o rm a ótica correcta p a ra ti □ □ siem pre a la n orm a ¿tica


correcta p a ra mi.

Esta interpretación im plica d relativism o ótico p o rq u e implica


q u e u n a n orm a tu c a sea correcta en relación con ciertas sim a-
n o n es c incorrecta en relación con otras. Sin e m b argo , bajo esta
interpretación. La afirm ación ya no es obviam en te ve rd a d e ra . D e-
líejiios con siderar q u é razones p o d ría h a b e r p ara aceptarla.

D efin ición del T ttú iiv u w t ético

D efin am os p rim e ro el relativism o ético d e la siguiente m anera:

fírla th 'ism o it it o N o rm a s éticas di re r e n t o son correctas p a ra


diferentes g ru p o s d e personas.

Esta definición es fo rm u la d a en térm inos gen erales p ara abarcar


v a r i « tipos diferentes d e relativism o ébco. Por ejem plo, u n a es*
pecie d e relativism o ético q u e a lgu n os sociólogos y an tro p ó lo go s
están tem ados a aceptar es el n la ito is n o ru ilu ra l, teoría q u e esta­
blece q u e el q u e u n a n orm a ética sea correcta d e p e n d e d e la cul-
tura o sociedad d e la p erso n a en cuestión. T am bién existe el rrta ii-
vuvio dt (lene, cuyas rafees están en el m arxism o, y segú n el cual las
norm as éticas son correctas en relación con la clase económ ica d e
la persona. T am bién hay un relativan io q u e atrae a los historia­
dores, c i Ttlatruism o h is ló n co , segú n el cual las norm as éticas son Co­
rrectas en relación con la época particular en q u e vive la persona.
N m guna d e estas especies d e relativismo ético está más justificada
que la teoría general. Por lo tanto si encontram os alg u n a razón
para rechazar la teoría general, tendrem os justificación p a ra re­
chazar igualm ente cada una d e sus versiones específicas.
C om encem os el exam en d e l relativismo ético con sid eran d o
d o » d e los principales argum entos q u e se usan p a ra justificarlo:
el argum en to d e los ju icios éticos discordantes y el argu m en to de
las diferentes n orm as éticas.

f t argumento de. losjuicv» étkcs discordantes

U n o de los hechos más am pliam en te aceptador q u e son pe reinen-


t í* p ara la ¿tica, es q u e hay, ha habido, y probablem en te h a b rá
siem pre u n d esacu erd o g e n e ra l acerca d e lo q u e es correcto y de
446 g l. PROBLEMA DE JU5T1 JfCAR U N A NORM A ÈTICA

to q u e es incorrecto. N o se traía sim plem ente d e q u e los juicios de


la ge n te d e u n a cultura d ifieran m ucho d e los juicios d e la gente
d e o tra cultura, ni d e qu e los juicios d e la gente en una etapa d e la
historia sean total m c n t e d ifc re n te s d e lo s d e la gente d e u n a época
an terio r o posterio r Encontram os juicios éticos m u y discordan*
lea d e n tro d e una cultura y en un a m ism a época. Sin d u d a , según
esta objeción, ai a lo la rg o d e tos siglo» y p o r tod o el m u n d a la
gen te ha e m itido continuam ente juicios m orales mu y d isc o rd a n ­
tes y a m e n u d o opuestos, entonces las n orm as éticas d e la gente
d ifieren d e lu g a r a lu g a r y d e época a época en relación con las
situaciones e n las q u e vive la gente. Por lo tanto, d e acu erd o con
este argu m en to, las norm as correctas son relativas a las situacio­
nes en las q u e se en cu en tra la gen te q u e aplica las norm as. Esto
es, d ebem os concluir qu e el relativism o ético es v e rd a d e ro .
R esum am os este argu m en to p ara p o d e r evaluarlo críticam en­
te. Pu ede ser e x p re sa d o co m o sigue:

1. L o s juicios ético« q u e em ite la gen te d ifieren m uch o d e p e n ­


d ie n d o d e d ó n d e y cu án d o viva ésta.

2. Si los ju icio s éticos q u e emite la gente d ifieren m ucho, e n ­


tonces las norm as éticas q u e usa la gente difieren m ucho.

Por le tanto

S. L a s n orm as éticas q u e usa la g e n ie d ifieren m ucho.

P o r lo tanto

4. El relativism o ético es v e rd a d e ro .

C o n tra este argu m en to p u ed en hacerse d o s objeciones. Prim era,


si bien la prem isa ( 1 ) es aceptable, hay razones p a ra d u d a r d e la
v e rd a d d e la segu n d a prem isa. Ya hem os visto q u e el relativismo
d e la acción no im plica el relativism o d e la norm a, y q u e hay p o ­
cas razones p a ra p en sar que el relativismo d e l ju ic io im plica el
relativism o d e la norm a. A lg u n o s an tro p ó lo go s y sociólogos, por
cierto, q u e están d e ac u e rd o con ( 1 ), no están totalm ente segu ­
ros d e (2). M u ch os ju icios m u y discordantes p u e d e n ser exp lica­
d o s señ alan do q u e la gen te en cuestión d e n e creencias diferentes
acerca d e lo qu e son los hechos, y no q u e d en e n orm as éticas
diferentes. P o r ejem plo, en u n a sociedad, la gen te tenia la cos­
tu m bre d e m atar a sus p a d re s c u an d o éstos em p ezab an a hacerse
R I lLA TI V 1SM O É T IC O 447

viejo». En la« culturas occidentales u n acto sem ejante es con si­


d e ra d o com pletam ente inm oral. L a m ayoría d e nosotros piensa
q u e m atar a los p ro p io s p a d re s es incorrecto, p o rq u e e m p le a ­
mos la n o rm a d e q u e d eb em o s h o n ra r a nuestros padres. Parece
sin d u d a q u e p o d em o s con cluir q u e la gente d e esa sociedad no
tenia dicha norm a, p e ro esto sería un error. Esa gen te creta q u e
C3 d a u n o d e nosotros vive después de la m uerte en el estado físico
en q u e m uere. D e tal m an era que perm itir q u e algu ien se h aga
viejo y decrépito no seria h on rarlo. Esa gen te hacía lo q u e p e n ­
saba q u e e ra lo m ejor p a ra sus padres, y p o r lo tanto los h on raba
ayu dán dolos a obten er la inm ortalidad en un estado físico a g r a ­
d a b le .3 En este ejem p lo , parece q u e tanto ellos com o nosotros
usamos la misma n o rm a ética, p e ro puesto q u e estam os en des­
acu erdo acerca de los hechos d e la vida desp u és d e la m uerte, los
juicios q u e hacem os difieren m ucho. D e esta m an era m uchas d i­
ferencias d e juicios sobre hechos p u e d e n ser explicadas sin postu ­
lar n o rm as éticas diferentes. A lg u n o s an tro p ó lo go s tienen la espe­
ranza d e d escu b rir q u e ciertas norm as éticas son um versalm ente
consideradas correctas. Si es así. la prem isa (2 ) seria altam ente
discutible.
Sin em b arga, incluso si la discrepancia d e norm as éticas no es
ir n g ra n d e com o algu n os lo afirm an , la evidencia actualm ente
disponible apoya la afirm ación d e q u e la gen te a m e n u d o tiene
creencias diferentes acerca d e cuáles norm as éticas son correctas.
Por consiguiente, p od em os d e fe n d e r la prem isa (3 ) in terp retad a
d e h siguiente m anera:

3 a I^as norm as éticas q u e la g en te cree q u e son correctas a m e­


n u d o difieren.

De m anera q u e puesto q u e p odem os aceptar (3a). tam bién p o d e ­


mos aceptar (4 ) si la inferencia d e (4 ) a partir d e (3 a ) es válida.
Sin em bargo, com o están las cosas, la inferencia es inválida p o r ­
q u e (3 a ) « u n a afirm ación sólo acerca d e lo q u e la gente cru q u e
es correcto y (4 ) es una afirm ación acerca d e lo q u e d£ hecho es
correcto. Ésta es la se g u n d a objeción al argu m en to de tos juicios

5 Este tipo de rjn n p lo ci discutido por Solomon R. Asch cu Socud ftjcV-


togj. P rcn lin Hall. Englcwood Q ifb , N. J.. 195?. Capítulo 13. aprcu lm en ce en
la p. 377, donde u m de m o w a r cómo p r lc tr a i incas tan d t f c m t a pueden
retuluu de creencias objetiva» discordante* y no de norma* éticas diferentes.
■M 8 EL PROBLEMA DE JUSTIFICAR U VA N O R M A ÉTICA

éticos discordantes — es inválida p o rq u e la inferencia d e (4 ) a p a r ­


tir d e (3a)i es inválida. L o q u e d eb em o s hacer es en co n trar u n a
prem isa que, con (3a), nos p erm ita in ferir (1 ). Esto nos lleva al
s e g u n d o arg u m e n to del relativism o ético.

E l argum ento de las normas ¿ticas diferentes

A algu n os p u ed e parecerles qu e si bien la inferencia d e (4 ) a partir


d e (3 a ) es, estrictamente hablando, inválida, se parece a la infe­
ren cia d e ‘Sócrates es m ortal' a partir d e ‘Sócrates es u n a p e rso n a 1
— lo q u e falta es una verdad obvia tal com o 'T o d o s los seres h u ­
m anos son m o r t a l« '. Sin em bargo, la parte discutible d e un a r g u ­
m ento tan en bm cm ático es m uy a m e n u d o esa prem isa fallante.
E xam in em os el presente caso estructurando el argu m en to d e la
siguiente m an era:

3a. N o rm a s ¿ticas q u e la gente cree q u e son correctas a m e n u d o


difieren.

5. Si las n orm as éticas q u e 3a gente crcc q u e son correctas a m e ­


n u d o d ifieren , entonces las norm as éticas q u e son correctas
d ifieren a m e n u d o p a ra esta gen te diferente.

P o r t o lanío

4. L as n orm as éticas q u e son correctas son a m e n u d o d ife re n ­


tes p a ra g en te d iferente, esto es, el relativism o ético es ver­
dad ero .

L o q u e h em os hecha ha sido a g re g a r la oración £5) com o prem isa


fallante p ara hacer val ifi o e] argu m en to. P or eonsigi lente, puesto
q u e hem os visto que (S a }e s aceptable, debem os a c ep iar (41 si p o ­
dem os justificar (5). C o n sid e re m o s (5), q u e es u n a oración d e la
form a:

Sa. Si las jc q u e la gente cree q u e son correctas di tienen a m e­


nudo, e n t o n e « la x que es correcta a m e n u d a d ifiere para
esta g en le diferente,

C u a n d o consideram os (fta) vem os que hny m uchas oraciones de


esa form a q u e son totalm ente falsas. P o r ejem plo, m ucha gente
d ifiere en sus creencias acerca del m u n d o q u e le rodea, p e ro esto
n o im plica q u e en cada caso u n a creencia d iferen te sea corréela.
St yo c re o que el n ú m ero correcto d e planetas es o c h o y usted
r e l a t iv is m o é t ic o 4-19

cree q u e el n ú m e ro corréelo es diez, no es qu e u n n ú m e ro sea


correcto p a ra m í y q u e otro lo sea p a ra usted. En este casa tanto
usted com o yo estam os en un error, nuestras creencias son inco­
rrectas, ya q u e hay u n o y sólo un n ú m e ro correcto d e planetas y
ese n ú m e ro es nueve. En general, oraciones d e la form a (5a) son
(ateas. Por otra parte, no hay razones p a ra p en sar q u e las c re e n ­
cias acerca d e las norm as éneas son significativam ente d iferentes
d e aquellas creencias p a ra las q u e (5 a) es falsa. T enem os, p o r lo
tanto, razones p ara concluir q u e (5 ) es falsa.
Puesto q u e los d os argu m en tos q u e apoyan al relativism o ético
son inválidos, no hem os encon trado razones para aceptarlo. A d e ­
más. puesto qu e es claram ente contrarío a nuestra concepción
ord in aria d e la m oralid ad , hay algu n a razón p ara rechazarlo.
C u a n d o afirm am os q u e m cniir, hacer tram pa y m atar es inco­
rrecto, no afirm am os qu e estas prohibiciones se derivan d e n or­
mas q u e se aplican correctam ente a algu n os d e nosotros p e ro no
a todos. Pensam os que una n orm a ¿tica es o bien correcta o bien
incorrecta p ara uno y p ara todos, y puesto que no hem os en co n ­
trado razón a lg u n a p ara n egar esto p o d em o s se g u ir aceptándolo.

Defensa del T ík tiv is tm ético: vn argumenta modificado

El pleito en tablad o contra el relativismo ético lal com o se aplica


a la.% norm as éticas sin d u d a p arece m uy fuerte y o b ligad o . Pero
podem os h aber ig n o ra d o algu n as cosas que p u e d e n decirse a su
favor. En particular recuérdese nuestra discusión an terior sobre
el m étodo que d ebem os usar en este capítulo, en el q u e dos p r in ­
cipios o exám en es fiteron a p ro b ad o s, u n o concerniente a las ra ­
zones p ara rechazar u n a n o rm a ¿tica y el otro concerniente a las
razones p ara aceptar una norm a. Tal vez p o d a m o s argu m en tan
d e acu erdo con la últim a de estos exám enes, qu e gente diferen te
tiene algún fundam ento para aceptar norm as ¿ticas diferentes, y
de esta m anera crear u n nuevo argu m en to a favor d e l relativism o
ético. Dicho argu m en to p o d ría ser el siguiente:

A m e n u d o las norm as ¿ticas q u e d ife re m e gen te siente q u e


son correctas, d ifieren entre sí.

^ Si a m en u d o las norm as éticas q u e diferen te gen te siente


que son correctas difieren entre sí, entonces esta gen te d ¡fe-
450 El, PROBLEMA DE JUSTIFICAR U NA NORM A ÉTICA

rente nene algu n as razones p ara aceptar norm as ¿ticas d i­


ferentes.

P o r lo tanto

6 . G en te diferen te tiene algu n as razones p ara aceptar norm as


éticas diferentes.

D esd e lu ego , incluso d e ja n d o establecida la oración (6 ), no h a­


bríam os establecido el relativismo ético, Pero el argu m en to p o ­
d ría co n tin u ar con sólo una prem isa más, a saber:

7. Si gente diferente tiene algu n as razones p ara aceptar n o r­


mas éticas diferentes, entonces es razonable c reer q u e el re­
lativismo ético es correcto.
P o r lo tanto
8 . Es razon able creer q u e el relativismo ético es correcto.

Elay razones p a ra pensar que, cu an d o es en te n d id o a d e c u a d a ­


m ente, este argu m en to es válida. L a ex p resió n 'es razonable
c re e r q u e aparece en (7 ) y ( 8 ) d eb e em e n d e re se com o ‘hay a lg u ­
nas razones a su favor'. C u a n d o se entiende (7 ) d e esta m anera,
entonces es m uy plausible. Sin d u d a la prem isa (SA) es v e rd a ­
d era La prem isa (5¿) p u e d e sin e m b arga ser sospechosa, ya que,
después de rodo, la gente se siente .segura d e lo d a d a s e de co ­
sas q u e son com pleta m ente absurdas. Sin em bargo, { ü í } p u e d e
acr re fo rz a d a si la enten dem os en el sen tido d e q u e gen te dife­
rente encuentra q u e n orm as éticas diferentes coinciden con a q u e ­
llo q u e , d e una m anera im p a rd a l, ella misma considera con se­
g u rid a d com o acciones correctas, y cu n in g ú n caso las creencias
q u e esta g e n te tiene acerca d e estas acciones so n incom paiibles
con sus otras creencias. Entonces, d e acu erd o con el prin cipio o
e x am en ( 2 ) exp u esto an teriorm en te (véase p. 438), cada una de
estas personas tiene a lg u n a razón p ara aceptar cada u n a de es­
tas norm as diferentes. En otras palabras, p o d em o s su p o n e r q u e
(5¿) es plausible con tal d e q u e la razón p o r la q u e la gente se
siente segu ra d e norm as ¿licas diferentes sea q u e ha encontrado,
d e ac u e rd o con la prem isa ( 2 ), q u e estas norm as están d e acuerdo
con acciones q u e esta m ism a gen te considera con se g u rid a d que
son correctas. De esta m anera, puesto qu e todo to q u e aparece
e n este a rgu m en to es plausible, hem os descubierto u n a p o y o p o ­
sitivo a Javor d e l relativism o ético.
n ih il is m o é t ic o 451

Sin em bargo, antes d e concluir q u e el relativism o ótico ha q u e ­


d a d o establecido, d eb em o s prestar m ucha atención a lo q u e este
argu m en to m uestra exactam ente. Su conclusión afirm a q u e es
razon able c reer en el relativismo ¿tico, y, com o acabam os d e ver.
esto significa q u e hay alguna razón a favor d el relativism o ético.
Dicha conclusión, sin em baíd o , no equivale a afirm ar q u e el r e ­
lativismo ético a t Á justificada. Para en ten d er p o r qué. sólo nece­
sitamos señalar que, a u n q u e haya algu n a razón a favor d el rela­
tivismo ético, esto es perfectam ente com patible con q u e tam bién
haya a lg u n a razón o razones en contra de él. Y, p o r cierto, esto es
precisam ente lo q u e hem os señalado: el relativismo ético va en
contra d e nuestra concepción o rd in aria d e la m oralidad, es decir,
en contra d e lo qu e gen eralm en te su p o n em o s acerca d e la m o ­
ralidad d u ra n te nuestros m om entos no filosóficos. Dicho factor*
no es en m o d o a lg u n o una consideración decisiva en contra del
relativismo ético. Sin e m h a rg o ,e s un factor negativo q u e sin d u d a
es significativo. Y, cu an d o este factor negativo se com pensa con el
factor positivo señ alado en el argu m en to q u e acabam os d e discu­
tir, venios que el factor negativo com pensa al positivo. D e m anera
que el relativism o ético no h a q u e d a d o justificado, a p esar d e l h e ­
cha recon ocido d e q u e tiene algun as razones a su favor.

El cam ino p arece estar abierto p ara la b ú squ ed a d e u n a norm a


ética que p o d am o s justificar com o la n orm a correcta p ara iodos.
N u estra b ú sq u e d a , sin em bargo, p u ed e frustrarse d e otra m a­
nera. ¿Qué razones tenem os para p en sar q u e hay u n a n o rm a a d e ­
cuada sobre lo correcto y lo inroerecto, ya sea p a ra algu n os o para
lodos? Es verdad q u e cu an d o em itim os juicios m orales actuam os
bajo la suposición d e q u e hay tal norm a, p e ro tal vez nada sea
correcto y nada sea incorrecto; tal ve* no haya u n a n o rm a éüca
correcta. Si e s » es verdad, es una locura esforzarse p o r justificar
que u n a norm a sea correcta. D ebem os, pues, e x a m in a r la afir­
mación del nihilism o ético antes d e e m b a rc a m o s e n un exam en
critico de n orm as óticas particulares.

NIH ILISM O ÉTTOO

Podem os d efin ir el nihilism o ético d e una m an era m uy sim ple


com o sigue:
■152 EU PROBLEMA PE JUSTIFICAR U N A NO R M A ÉTICA

N ihilism o ético-. N o hay nada m oralm en tc correcto y nada m o-


ralm ence incorrccto.

Si esta posición es acertada, entonces, puesto q u e no hay accio­


n o correctas ni incorrectas, nada d e lo q u e hacem os es m oral
y n a d a es inm oral, tod o está perm itido y nada está m oralm ente
p ro h ib id o ni es m oralm entc obligatorio. T am bién se sigu e q u e
no hay norm as ¿ticas correctas, p o rq u e si la* hu biera, entonces
l:is acciones qu e exig iría n serían m oralm entc obligatorias, y las
acciones q u e p ro h ibirían estarían m oralm entc p roh ibid as. Dicha
concepción e » totalm ente contraria a nuestras creencias o r d in a ­
rias, L a m ayoría d e nosotros se siente totalm ente s e g u ro d e qu e
algu n as acciones son correctas y algunas incorrectas. En conse­
cuencia, a m enos que haya razones obligatorias p ara aceptar el
nihilism o ético, p od em os rechazarlo com o lo hicim os con el rela­
tivismo ético. G en eralm en te, el d ebate acerca d el nihilism o étk o
no se centra directam ente cu el problem a d e si algun as accio­
nes particulares son m oralm entc correctas o incorrectas, p o rq u e
rale p ro b le m a p u e d e discutirse m ejor en relación con las norm as
¿Ticas, Si hay huertas razones p a ra p en sar q u e u n a n o rm a ética
es correría,, hay buenas razones p ara rechazar el nihilism o ético.
Si hay buenas r a i n e s p a ta pen sar q u e n in gu n a norm a ética es
correcta, hay a lgu n a razón p ara d u d a r tic q u e algun as acciones
sean correctas o incorrectas.

Ls im portante señalar a q u í q u e es posible q u e las acciones sean


correctas o incorrectas p e r o q u e n in gu n a n o rm a ética sea c o ­
rrecta. l’odernos d e algiin a m anera "ten er la sensación" d e qt«e ac­
ciones p articulares son correctas tal com o tenem os la sensación vi­
sual d e q u e K>s objetos son rojos. Al igual qu e ver, tales "sensacio­
nes" m orales tío d e p e n d e ría n de la existencia d e a lg u n a norm a.
Sin em barco , el nihilista ético argu m en ta en favor d e su opinión
tratando d e m ostrar q u e no hay norm as éticas correctas, p o rq u e
ésta es la m fjo r m an era d e d e fe n d e r su posición. G en eralm en te
d e p e n d e d e dos a ig u m e m o s principales, u n o d e los cuales se p a ­
rece al se g u n d o argu m en to del relativism o ético, p o rq u e está to­
m ad o de! desacu erd o acerca d e las norm as ¿Litas correctas, y el
s e g u n d o se deriva de la falta d e justificación de cualesquiera n or­
mas éticas.
N IH IL IS M O ÉTICO 453

E l arg u m en to d e la s n orm as é i k a s diferen tes

A lgu n as personas afirm an q u e es un e r r o r in ferir el relativism o


ético a p a rtir de la d ifu n d id a y antigua divergen cia d e creen-
cías acerca d e cuáles son los norm as ¿ticas correctas. D icho d es­
acu erd o , q u e ha persistido d u ra n te siglos en todas partes, lesti-
íica más bien qu e realm ente no hay norm as éticas correctas. U n
argu m en to semejante, com o p u e d e verse, no es m ejor q u e el a r ­
gum ento a favor del relativismo ético. Podem os m ostrar esto p r e ­
sentando el argu m en to de la siguiente m an era:

1. Las n orm as éticas q u e la gen te cree q u e son correctas d ifie­


ren en todo el m u n d o y a través del tiem po,

2. Si las norm as éLicas q u e la gente cree q u e son correctas d i­


fieren en tod o el m u n d o y a través d el tiem po, entonces no
hay n orm as éticas correctas.

P o r le tanto

3. N o hay n orm as éticas correctas.

C o m o p u e d e adivinarse, la prem isa (2), que es igual a la prem isa


(5 ) en ei corresp o n d ien te argu m en to d e l relativism o ético, es m uy
discutible. prem isa ( 2 ) es d e la form a:

2a. Si la s < q u e la gente cree qu e son correctas, difieren , en ton ­


ces no hay tales x correctas.

Y m uchas oraciones q u e tienen esta fo rm a son claram ente falsas.


Por ejem plo, hay m uchas creencias divergentes acerca d e la posi­
ble vida en estrellas lejanas, p e ro esto no im plica q u e n in gu n a d e
estos creencias sea correcta. A lgu n as creencias acerca d e la vida
en estrellas son correctas y algunas no lo son. U n o en cu en tra fre­
cuentem ente u n a am plia variedad d e creencias d iferentes acerca
d e u n Lenta difícil, la m ayoría d e las cuales son falsas, p e ro algun as
d e las cuales son verdaderas. Podem os, p o r lo tanto, reth a?ar este
argum en to d el nihilism o ético p o r no ser m ejor que el argu m en to
a favor del relativism o ético.

E l argumento de la fa lta de ju stifica ción

C u a n d o se evalúan críticam ente los candidatos principales q u e


aspiran a ser la n o rm a ética correcta, se hace evidente q u e n in ­
g u n o ha su p e ra d o pro blem as im portantes d e tal m an era q u e no
454 EL PKOBLhMA DF. JUSTIFICAR U N A NO RM A ÉTICA

necesiten justificación. Así pues, segú n este argum ento, puesto


q u e n in gu n a n orm a ¿tica está justificada, lorias están injustifica­
das y p o r Id tanto n in gu n a es una n o rm a correcta. Podem os e x ­
p o n e r el argu m en to d e la m anera siguiente:

l N in g u n a n orm a (tic a está justificada.

Por lo tanto
2 . T odas las n orm as éticas están injustificadas.
3. Si todas las norm as éticas están injustificadas, entonces n in ­
g u n a n orm a ¿tica es correcta,

P o r lo tanto

4. N in g u n a n o rm a ¿tica es correcta (d e m anera q u e el nihi­


lism o ético es razon able).

Este arg u m e n tó es e n cierto m o d o plausible, p o rq u e p o d e m o s o b ­


tener evidencias p ara a p o y a r ( 1 ), p o rq u e la inferencia inm ediata
d e (2 ) a partir d e (1 ) es sin d u d a válida, y p o rq u e (3 ) parece v erd a­
d e ra , Es decir, si no hay norm a ética posible que d em u estre ser
correcta, d e tal m an era q u e todas estén injustificadas, sin d u d a
p arece razon able con cluir q u e n in gu n a d e ellas es correcta. De
m o d o que, puesto q u e las prem isas ( 1 ) y ( 3 ) parecen aceptables y
el argu m en to válido, p arece q u e debem os aceptar la conclusión.
Pero pensém oslo un poco más. H e m o s aceptado (1 ) so b re la base
d e q u e n in g u n o d e los candidatos q«ic asp ira a ser la norm a ¿tica
correcta ha s u p e ra d o los p roblem as, d e m o d o q u e n in gu n a ha
q u e d a d o justificada. Sin em bargo, cu an d o apoyam os (3 ) lo hici­
mos h ablan d o acerca de lo qu e resulta d e qu e n in gu n a norm a
p u e d a ser justificada. H ay u n a diferen cia entre 'aú n no ha sido
justificada' y ‘n o p u e d e ser justificada', ya q u e lo p rim e ro es com ­
patible con una justificación fin u ra p e ro lo s e g u n d o excluye toda
posibilidad d e justificación. El argum ento, pues, p arece im plicar
u na a m b ig ü e d a d d e la palabra 'injustificada' p o iq u e ( 2 ) parece
e x ig ir u n sentido de'injustiftcad a' y (3 ) otro. D e m anera q u e hasta
a h o ra el a rgu m en to es inválida. Podem os im p e d ir la am bigü edad
y h acer q u e el argu m en to sea válido rem p lazan d o la prem isa (3)
con otras d o s prem isas, a saber:

3a. Si todas tas norm as éticas aú n no han sido justificadas, en ­


tonces todas las n orm a* id e a s son injustificables (n o pueden
ser justificadas).
N IH IL IS M O ÉTICO 455

y
Si. Si indas las norm as éticas son injustificables (no p u e d e n ser
justificadas), entonces n in gu n a n o rm a ética es correcta.

C u a n d o hacem os esto es B cil ver q u e (3 a ) es lalsa y tam bién hay


d u d a s acerca d e (3A).
En g e n e ra l es falso establecer que si a ú n no hem os justificado
algunas afirm aciones d e en tre u n g r u p o d e alternativas, entonces
n in gu n a d e esas afirm aciones p u e d e s e r justificada. N in g u n a a fir­
m ación p articu lar acerca d e si hay vida en estrellas lejanas p u e d e
ah o ra estar justificada, es decir q u e no hay evidencias suficientes
p ara a p o y a r con fuerza n in gu n a afirm ación en particular. Pero
esto no implica q u e no sea posible q u e algú n día u n a afirm ación
e sta rá justificada. D e m anera q u e en este ejem plo, com o en la
¿tica, si n in gu n a posición ha sido justificada, no necesitamos c o n ­
cluir que n in gu n a posición p u e d e estar justificada. D eberíam os
rechazar la prem isa (3 a) y con ella el a rgu m en to q u e la contiene.
A u n q u e p ara nuestros propósitos no es necesario rechazar (3A)
ni ( 3 <i), vale la pena precisar que (3¿) se deriva d e la afirm ación
d e q u e no hay oraciones correctas p e ro injustificables. Esto es. se
deriva d e la posK iun segú n la cual si u n a ex p resió n contiene un a
oración ve rd a d e ra , entonces, p o r lo m enos, es posible justificarla,
['ero, com o vim os en el C ap ítu lo 5, es m uy difícil establecer dicha
afirm ación. Incluso si la expresión 'D io s existe’ es com patible con
cualquier estado de cosas posible, no se ha m ostrado qu e la e x ­
presión no sea u n a oración verdadera. L a prem isa (3J), pues, si
bien no es en m o d o a lg u n o tan discutible com o (3a), tam poco es
f n m odo a lg u n o obviam ente aceptable. En cu alq u ier suceso, en
vista de q u e (3 a ) es discutible, tenem os razones p ara rech azar el
argum ento p o r falta de justificación,
N'o hemos en con trad o razones p ara pensar que el nihilism o
ético sea v e rd a d e ro , d e m an era q u e no tenem os razones p ara
pensar q u e nada d e lo que nosotros hacem os, o cualquier otra
persona, es m oral m ente incorrecto. Adem ás, puesto q u e ciertas
acciones parecen claram ente incorrectas y otras correctas, ten e­
rnos razones p a ra rechazar el nihilismo ético. Por consiguiente,
podem os desechar el nihilism o ético ju n to con el relativism o éti­
co.
456 EL P J tO B L IM A D E jrS T m C A ltt."!** N O ÍM A ÉTICA

E s c e p t ic is m o é t ic o

Parece q u e p o d em o s em p e z a r nuestro intento p n r justificar n ues­


tra afirm ación d e que hay n orm as éticas correctas. A n tes de h a ­
cerla, sin e m b a íd o , h ablarem os d e otro en Toque relevante para
nuestros propósitos q u e m erece ser m encionado, especialm ente
p o rq u e a m e n u d o se le co n fu n d e con e¡ nihilism o ¿tico. Es el
e n fo q u e según el cual no se p u e d e saber sí lina n orm a ¿tica es co­
rrecta, p o rq u e n in gu n a opinión es más razonable que cualquier
otra y, en consecuencia, n o es pOGiblcjusüficiirqM e alg u n a norm a
¿tica sea correcta. Estamos, pues, p e r d ie n t e el tiem p o al tratar de
d em ostrarlo. Este es -el escepticism o ático, el cual es diferen te d el
nihilism o ¿tico en que sim plem ente afirm a q u e n o se p u e d e sa­
ber si a lg u n a n o rm a él ira es correcta, o q u e n o se p u e d e justificar
q u e sea correcta, en lu gar d e a firm a r qu e n in gu n a norm a ética es
d e h ech o correcta. Es, pues, u n a afirm ación m is d é b d q u e in del
nihilism o ¿tico. Por otra parte, en m o d o algun u es irrazonable.
De hecho, p o d ría m o s a firm a r q u e tenem os evidencias inducti­
vas p a ia a p o y a r el escepticismo ético, p o ro u e parece que, hasta
ahora, n in gu n a d e las norm as éticas q u e lian sido propuestas a
lo látigo d e la historia ha q u e d a d o justificada. Dicha evidencia,
si es correcta, hace al escepticism o ético más razon able q u e irra­
zonable. y si d ebem o s aceptar esta evidencia y n o encontram os
n in g u n a otra q u e se le co n trap on ga, p arece q u e la posición más
correcta qu e p od em os ad o p tar es la del escepticismo etico Sin
em b a rg o , si hem os d e justificar dicha posición, debem os e x a m i­
nar p o r nosotros mismos dicha evidencia. Esto es, debem os eva­
lu ar críticam ente las n orm as q u e aspiran a ser la norm a ¿tica co­
rrecta. Así pues, si bien el escepticismo ctico p u e d e ser la posición
ética correcta, no podem os justificarlo m ientras no hayam os com ­
pletad o la tarea q u e tenem os ante nosotros.

E coISM O ÉTICO

A veces u n a persona afirm a q u e nadie tiene el d e re c h o d e de­


cirle lo q u e d eb e hacer, p o rq u e p u e d e hacer lo q u e ella quiera
Dicha afirm ación se p a rece a una declaración ta m o de nihilismo
ético corno d e egoísm o, y si a g re g a q ue cualquiera p u e d e hacer lo
q u e tam bién ella q u iere hacer, se parece asim ism o al relativismo
EGOISMO É m c o 457

etico. Pera d ebem o s tener c u idado cn s e p a ra r estas it c s d ife re n ­


tes afirm aciones, p o rq u e tom adas ju n ta s son incom patibles. La
afirm ación d e q u e cada p erson a p u e d e h acer lo q u e q u iera no es
una form a d e relativismo ético p o rq u e es un a afirm ación q u e se
aplica a todos y cada uno. Si ta afirm ación Fuera q u e es c o r r e d o
p ara mi y p ara nadie más hacer k> q u e quiera, entonces sería una
Torma d e relativismo. Pero esto no es lo q u e estamos discutiendo.
L a afirm ación p o d ría ser u n a declaración d e nihilism o ético si
lo q u e se q u ie re decir es q u e estamos autorizados a hacer lo q u e
queram os p o rq u e nada es correcto y n ada es incorrecto. Pero esta
afirm ación, al n egar q u e haya una n orm a correcta, es in com pa­
tible tanto con e! relativism o ético, q u e establece q u e hay varias
norm as correctas, com o con el egoísm o ético, q u e afirm a que sólo
hay una, a saber:

Egoismo ¿tico'. C a d a perso n a d e b e actuar p ara llevar al m áxim o


su p ro p io bien o bienestar.

Por consiguiente, si bien hem os a rro ja d o la d u d a sobre e l relati­


vism o y el nihilism o éticos, nada d e lo q u e hem os dich o arro ja
alguna d u d a sobre el egoism o ¿tico.
Estrkm m cnte h ablan d o, si algu ien e x p re sa una teoría ética
egoísta cu a n d o dice que p u e d e hacer lo q u e q u iera, es más p ro ­
bable que esté sosteniendo la especie d e egoísm o ético conocida
com o h edon ism o egoista, p o rq u e está h ab lan d o d e lo q u e q u iere
o desea. Esta especie d e egoism o a m en u d o iguala lo bu en o con
el p lacer o la felicidad:

Hedonismo egoisti'. L o q u e cada p erson a d e b e h acer es actuar


p ara llevar al m áxim o su p ro p io placer o felicidad.

Interpretem os esta declaración de hedonism o egoísta de la m a ­


nera s.guiente:

U n a persona d e b e realizar u n a acción en un a situación si y


sólo si lo hace con el fin d e llevar al m áxim o su p ro p io placer
o felicidad.

Esto nos d a rá una n o rm a q u e p o d em o s usar n o sólo p ara decidir


toque d ebem os hacer, sino tam bién para d ecid ir q u é es lo q ue no
cenemos la obligación d e hacer. B ajo esta interpretación, si h a g o
algo para llevar al m áxim o mi placer, entonces d e b o hacerlo; si
458 EL PKOD1.EMA DE JUSTIFICA« UNA NOKMA ÉTICA

no « algo q u e hagii p a ra llevar al m áxim o ini placer e n t o n e n


n o es verdad q u e d eb a hacerlo (k> cual q u iere decir q u e me está
m oralrnenie p erm itid o no hacerlo). N ótese q u e la afirm ación es
q u e esta interpretación p ro p o rcio n a tina n o rm a p ara Jo q u e no
estam os o bligad os a hacer, en Jugar d e una n orm a para lo q u e
estam os o b ligad os a no hacer, Fita es una diferencia im portante
p o rq u e , p o r ejem plo, a u n q u e d o estemos o b ligad o s a atam os la
agujeta d e l 2 apato izq u ierd o antes q u e la d el d erech o , esto no
q u ie re d ecir q u e estam os o bligad o s a d o atar la d e l izq u ie rd o a n ­
tes que la del d erech o. L o p rim e ro nos dice q u e d o tenem os o b li­
gación m oral acerca d e l o rd e n en el q ue d ebem os atarnos las a g u ­
jetas, mientras q u e lo s e g u n d o afirm a que tenem os la obligación
m oral d e n o atarlas en cierto o rd en , esto es, q u e n o estam os au to­
rizados a atar la agujeta izquierda antes q u e la d erech a. U sa n d o
la n o rm a d e l egoísm o hedonista averigu am os lo qu e d ebem os no
hacer, lo q u e está m oral mente proh ibid o, e n c o n tran d o las accio­
nes q u e son contrarías a las q u e d ebem os hacer. Por ejem plo, si
d e b o decir la verd ad , entonces está p ro h ib id o q u e no d ig a la ver­
d a d , es decir, n o d e b o mentir. C o n estas distinciones en mente
ex am in em o s b especie más d ifu n d id a d el egoísm o, el hedonism o
egoísta.

H e d o n i s m o e g o ís t a

Antes d e e m p e z a r u n a evaluación t i (tica d e es t i tearia debem os


estar segu ro s d e lo que im plica y d e lo q u e tío im plica, po rq u e
ciertas objecion es a la teoría han su rgid o d e un m alentendida.
Éste es un tipo d e teoría h edon isia y, de este m odo, proclam a
q u e el placer es k> q u e es b u e n o en si mismo. Es decir, proclam a
que mientras q u e ciertas cosas p u e d e n ser buenas com o medios
p ara ciertas otras, el placer es k> b u e n o en cuanto fin, es lo q u e
d e b e ser buscado p o r al mismo. O tras cosas d e b e n ser bu scad a'
ti Soft m edios p a n i c] placer. Asi pues, la m edicina no es buena
com o un fin, p e ro es b u e n a com o un m edio p o rq u e con du ce a)
p la c e r a y u d án d o n o s a aliviam os de las en ferm ed ad es £ 1 placer,
p o r lo tanto, es lo q u e se ha llam ado el ruimnuin Jwnum, o bien
su p rem o . A lgu n as personas han puesto objeciones ai hecho de
que se e q u ip a re el summum bonum con el plarer, p o rq u e equiparan
el placer a placeres corporales tales com o loa que p ro p o rc to n ȟ el
S ex o , la co m id a y la bebida. FVero u n hedonista no está o b lig a d o a
>1F.DONI ÍM O tCO fSTA

sostener u n a posición sem ejante, p o rq u e p u ed e recon ocer ro m o


placeres a los llam ad o» p la c e r a “elevados", tales com o los place­
res estéticos y loa placeres d e la contem plación, la .nvención y ia
creación artística. En consecuencia, un hedonista p u e d e asp irar
a estos placeres “elevados" y así justificar el d esem p eñ o d e activi­
dades q u e son los m ed io» p ara alcanzarlo»
U n hedonista egoísta esiá interesado en hacer lo q u e lleva al
m áxim o su p ro p io placer. M u ch a gente se im agin a a u n a p erson a
sem ejante com o aqu ella q u e a cada m inuto busca sensaciones y
em ociones inm ediatas sin pen sar en el futuro. Esto, sin em bargo ,
es un error, p o rq u e la cantidad d e p lacer q u e algu ien obtiene d e
un acto n o sólo d e p e n d e d e los placeres inm ediatos q u e recibe,
sino tam bién d e las consecuencias a largo plazo d e ese acto. U n
hedonista no tiene p o r q u é ser m iope, p o rq u e p u e d e d arse cuenta
d e que. absteniéndose a h o ra d e placeres, p u e d e llevar al m áxim o
el placer qu e o b te n d rá a lo largo d e toda su vida. U n hedonista
que rechace u n a vacuna contra la rabia, d espu és d e h a b e r sido
m o rd id o p o r un p e rro rabioso, p o r el d o lo r presente de las in­
yecciones, ser [a ciertam ente un hedonista m uy p o b re , p o rq u e el
d o lo r luí-uro d e la e n fe rm e d a d su perarla con m ucho al d o lo r de
las invecciones. U n hedonista, p o r lo tanto, no necesita ser el q u e
el m om en to y busca el p lacer scm u aL P u ed e asp irar a los
placeres intelectuales p la n e a n d o cu idadosam ente su vida diaria,
teniendo la m ira puesta en metas futuras. El h ed o n ism o egoísta,
pues, n o es lo q u e en u n principio p o d ría parecer. Sin em bargo ,
parece ser contrario a nuestra concepción habitual d e la m o ra li­
dad, p o rq u e parece p erm itir un tipo d e egoísm o. En consecuen­
cia. a m enos q u e haya buenas razones p ara aceptar el h edon ism o
egoísta, es u n a teoría q u e d ebem o s rechazar.
Sin em b arga, a la m ayoría d e La g e m e q u e pro fesa e l h e d o ­
nismo egoísta no le inquieta el reto d e d e fe n d e r su posición, por*
que la basa en cierta teoría acerca d e las capacidades y lim ita­
ciones psicológicas de los seres hum anos, la cu al le parece cla­
ram ente v erdadera. Si bien hay varias versiones d e esta teoría,
muchas d e ellas afirm an q u e el qu e u n a person a tenga la r a ­
pacidad d e realizar cierta acción en u n a situación particular d e ­
pende d e cuál d e sus deseos sea el más fuerte en ese m om ento.
Y que, adem ás, en cu alqu ier situación, el d eseo más fuerte de
una p erson a siem pre es increm entar su p ro p io p la c e r o felicidad
460 ti- rBOBI EMA DF J I'S T in rA H UNK NUKMA í OCA

cuanto ica posible. D e nlftíJo q u e en cu alqu ier situación una p e r­


sona actúa p ara llevar al m áxim o su p ro p ia felicidad sin tener en
cuenta n in gu n a otra co&a. Esta teoría es el egoísm o psicológico, v
p u e d e ser d efin id a d e la ¿¡guíente m anera:

EgnLíniíi psicológico; U n ser h u m an o es psicológica mente capaz


de realizar un;i acción si y sólo si lo hace con el fin d e llevar
» 1 m áxim o su p ro p io placer o felicidad,'*

N ótese cóm o el egoísm o psicológico difiere del hedon ism o egofsta


ético. El p rim e ro establece las condiciones p ara aquello que tcne-
m o i la capacidad d e hacer, míen iras qu e el s e g u n d o establece las
condiciones para aq u ello q u e tenemos la obligación m oral d e h a ­
cer. Son. pues, m uy diferentes El p rim e ro es un planteam iento
puram en te Táctico, p e ro el se g u n d o exp resa una n o rm a ¿tica. Sin
em bargo, In afirm ación psicológica. Táctica, tiene el Tin de p r o p o r ­
cionar rizo n es para aceptar la afirm ación ética.

E í argummlo áet tfjpístmp$Kolá¡ñe$

El arg u m e n to d d egoísm o psicológico p uede plantearse d e la


m an era siguicnic: las ú n k as acciones q u e una person a es psi­
cológicam ente capaz d e llevar a cabo son aquellas q u e van de
a c u e rd o con su deseo m is Tuerte, q en otras palabras, aquellas
q u e llevan al m áxim o su p ro p io placer IV ro sin d u d a tenem os la
obligación d e hacer algo sólo si som os capaces d e hacerlo. Es d e ­
cir. d ebem o s hacer algo sólo si p o d em o s h acerlo P o r lo tanto, la»
únicas cosas q u e dclieinus hacer son tas cosas qu e hacem os para
llevar al nulxim o nuestro p ro p io placer. El h edon ism o egoísta es
v e rd a d e ro .
E xam inem os este argum ento e x p o n ié n d o lo d e la siguiem e
m anera:

1. U n a person a tiene la obligación de realizar u n a acción sólo


si es capaz d e realizarla.

* Esta declaración del rgoluno p rcoldjiai no debe I h i e coma l í r m a t a


de que una pcnoiu K m Uxlo lo que pvkoMgH^menir f ) capu de h w r . 1 ient
La furria de "Un irr humano es ptícolágifamtnt# capaz de rraliur una acción n
j idlo ■ lo hace (ti u » n U hace) can el fin de llevar aj nLlnmci iu propio placer
o Irliridjd" H ic r n e i u*o de la veniún simple, m iem da rilo par comodidad
H EDONISM O EGOÍSTA 461

2. U n a p erson a a capaz d e h acer a lgo sólo si lo hace p ara lle­


var al m áxim o su p ro p io placer o felicidad.

/tor lo tanto

3 U n a p erson a tiene la obligación d e realizar una acción sólo


si la realiza p a ra llevar al m áxim o su p ro p io p lacer o felici­
dad .

P o r lo tanto

4 - El h ed o n ism o egoísta i d e o es v erd ad ero.

L o p rim e ro q u e hay q u e notar acerca d e « t e argu m en to es q u e


la inferencia d e (4 ) a partir d e (3 ) es inválida p o rq u e el h e d o ­
nism o egoísta n o sólo afirm a q u e algu ien tiene la obligación d e
hacer algo sóio si lo hace p a re llevar a| m áxim o su p ro p io placer,
sino tam bién q u e d e b e hacerlo ít es a lg o que hace p ara llevar al
m áxim o su p ro p io placer. L a s e g u n d a parte de la afirm ación es
im portante p a ra nuestros propósitos p o rq u e estam os bu scan d o
una norm a o criterio justificable p ara d ecidir lo q u e d eb em o s h a ­
cer. lo fu al q u ie re decir q u e q u e re m o s a lgo q u e sea una condición
suficiente m is q u e necesaria p a ra la obligación m oral. Así pues, el
hedonism o egoísta no p u ed e establecerse sim plem ente a p e la n d o
a Li icaria hcdonisia psicológica Sin em bargo , puesto qu e la in ­
ferencia d e (3> a p artir d e ( I ) y (2 ) es válida, un hedoniata egoísta
puede, si ( 1 ) y <2 ) son verdaderas, afirm ar q u e no tenem os la
obligación d e hacer nada a m enos q u e lo hagam os para llevar
al mAximo nuestro p ro p io placer. Esto es, k» q u e este argu m en to
p u ed e establecer, si es válido, es q u e cualqu ier n o rm a ¿tica qu e
obligue a a lgu ien a realizar acciones q u e no realizarla p ara llevar
al m áxim o su p ro p io placer, es una n o rm a incorrecta. P a r c o n ­
siguiente, cualqu ier n orm a ética c o n e c ta ten dría que prescribir
únicam ente acciones que se realicen para llevar al m áx im o el p r o ­
pio placer, ya sea q u e tam bién afirm e o no q u e d e b a realizar esas
acciones porque son las acciones q u e realiza p a ra llevar al m áxim o
su propio placer. £ 1 argum en to, pues, si bien n o establece el h e d o ­
nismo egoísta, sí nos p ro p o rc io n a u n a m an era d e e v a lu a r aquellas
normas eticas que com piten con el h edonism o egoísta. Y puesto
que parece estar claro q u e la m ayoría d e las norm as a veces p re s ­
cribí rá acciones qu e algu ien n o haría p ara llevar al m áxim o su
propio placer, este argu m en to, si es válido, p ro p o rc io n a m edios
poderosos p ara elim in ar norm as éticas alternativas, quizá hasta
462 EL PROBLEMA DE J U S T IF IC A » U N A N O K M A ÉTICA

el p u n to cti q u e solam ente el h ed on ism o egoísta q u e d e ileso. Es


im portante, pu es e x a m in a r este argum en to.
L a prem isa ( I ), a m e n u d o e x p re sa d a c o m o la sentencia d e q u e
"d e b e im plica p u e d e ”, es u n prin cipio g e n eralm en te aceptado.
G e n e ra lm e n te estam os d e acu erd o en q u e n adie tiene la o b li­
gación d e hacer algo q u e le es im posible hacer, p o r ejem plo, si
tiene a lg u n a incapacidad física. D e esta m anera, en el ejem p lo
del niño q u e se está a h o g a n d o utilizado am es en este capítulo, yo
□ o ten go la obligación d e sallar al a g u a p a ra salvar al niño si n o s í
nadar. Si la gen te me cu lp a p o r n o n a d a r hacia el niño en lugar
d e c o rrer p o r ayuda, p u e d o librarm e d e la c u lp a d icien d o q u e
yo no sabía nadar. Así q u e tendría la obligación d e n a d a r hacia el
n iñ o sólo si su p iera nadar. L a prem isa (1 ) es. pues, aceptable.

Objeción a l egoísmo psicológico:


a veret la g m t f actúa con benemlencta

[.a p arte clave del a rgu m en to es obviam ente la prem isa <2 ), la
cual se d e riv a d el e go ísm o psicológica, Exam iném osla. Podría
afirm arse, no obstante, q u e el filósofo no tiene p o r q u é evaluar
criticam ente la prem isa ( 2 ), ya q u e es u n a afirm ación q u e p e r ­
tenece al ám bito d e la ciencia em pírica d e la psicología Pero si
bien gen eralm en te es verd ad que n o c om pete a los filósofos eva­
lu a r afirm aciones em píricas científicas, hem os d e e n c o n tra r algún
fu n d am en to p ara p en sar q u e si, com o se afirm a, el eg o ísm o psi­
cológico es u n a afirm ación em pírica, entonces su falsedad es tan
m anifiesta q u e n o se necesita una form ación especial p a ra m os­
trar q u e es falsa,
Estam os su p o n ie n d o que, al igual q u e cu alq u ier teoría psi­
cológica com petente, la teoría q u e hem os d e n o m in a d o egoísm o
psicológico es una teoría em pírica científica. C o m o tal d e b e ría te­
n er u n a característica en com ú n con otras teorías em píricas, esto
es, d e b e ría ser e m píricam ente refutable. D e b e ría haber, pues, al­
g u n a situación em píricam ente co m p ro bable q u e si o c u rrie ra re*
hitaría a la teoría, l.o q u e parece q u e necesitam os p ara p ro b a r el
egoísm o psicológico es u n caso en el q u e algu ien no actuara con
ei fin d e llevar a] m áxim o su p ro p io placer o felicidad. Podem os
em plear, p o r lo tanto, u n caso en el q u e alguien actuara sacrifi­
can d o su p ro p ia felicidad p o r la felicidad d e otro, o, tal v c i . algún
caso en el q u e algu ien actuara altruista o benévolam ente. P e r o sin
HEDONISMO EGOÍSTA 463

d u d a las cfulos de gen te q u e actúa con ben evolen cia cioson ram a
S.ilxriiiíi! d e pndrcs q u e tntbajan much-13 h i t í u c ic t n u p a ra c o n ­
tribuir ü Li educación J e j i » hijos, de gen te que d o n a un riitón
p a ra a y u d a r a una p erson a q u e seesid m u rie n d o p o r (alta d e uno,
d e m isioneros <|uc arriesgan su vida p ara llevar a y u d a y con oci­
m iento a g e n le q u e vive a lo s a d a . F.n estos y m uchos otros casos
tenem os gen te q u e actúa con benevolencia p a ra otro* en lu gar
d e actuar p ara si misma. Asi pues, p arece q u e p o d em o s concluir
110 sólo q u e el e go ísm o psicológico es refutable, sino q u e ha sido
refu tado m uy (¿fílm em e. El argu m en to q u e hem os usado c i el
siguiente:

5 Si el egoísm o psicológico es v erd ad ero , entonces cada p e r ­


uana actúa siem p re p ara llevar al m áxim o su p ro p ia felici­
dad.

6 . Sí cada p erson a actúa siem pre p ara llevar al m áxim o su p r o ­


pia felicidad, entonces nadie actúa con benevolencia.

7. A lgu n as p erson as aculan con benevolencia.

P o r lo tanto

8 . t i egoísm o psicológico es falso.

Rttpue.ua la gente achia siempre p o r am or p rop io

Puede esperarse q u e los defensores del egoísm o psicológico res­


p on dan con un con traargu m en to tam bién basado en la prem isa
(6 ) pero con la conclusión de q u e (7 ) es falsa, p o r la razón d e q u e
la gente siem pre actúa p o r a m o r p ro p io o interés en sí mismo
incluso c u a n d o k> q u e hace a y u d a a otros. L a cuestión es q u e, si
bien es v erd ad q u e a m e n u d o la gen te lleva a cabo actos benévolos
(esto es, actos qu e d e h echo a y u d an a otros), no actúa con b e n e ­
volencia (esto es, p o r el bü n d* aquellos a quienes ay u d a ). L a gente
siem pre actúa en función d e su p ro p ia felicidad, incluso cu an d o
to qu e hace a y u d a a otros Esto — u n o d e los argu m en tos p rin ­
cipales m uestra q u e . a p esar d e lo q u e parece, nadie actúa con
benevolencia— p u ed e e x p resarse d e la siguiente m anera

6 . Si coda p erson a siem pre actúa p o r a m o r p ro p io (esio es.


p ara llevar aJ m áxim o su p ro p ia Felicidad), entonces nunca
actúa con benevolencia (esto es, p o r el bien d e otros).
46-1 EL PROBLEMA DE J U S T IF IC A » UNA NORMA ÉTICA

9. L a g e n te siem p re actúa p o r a m o r p rop io.

fhrr (n tanto
10. N in g u n a pe reo na actúa a lg u n a ve 2 con benevolencia [y (7 )
c i Lilia],

E l argum entó de B u llít : a d u a r con b tn etw U n e ia


y a t í m r por am or propio u n compatibles

El a rgu m en to an terio r ha sid o am p liam en te discutido, p e ro su


refutación clásica aparece en las o b ra s del o bisp o Joseph B u d c r 5
L o más en érgico d d ataqu e d e Butter apun ta a la prem isa ( 6 ), 1»
prem isa com ú n a este arg u m e n to y al a n te rio r D e m an era q u e
si su a taq u e es válido am bos argum en tos fracasan B u iie r niega
q u e actu ar p o r a m o r p ro p io o p o r interés en uno m isino es in­
com patible con el h ech o d e actuar con benevolencia, y argu m en ta
q u e a u n q u e siem p re actuem os p o r a m o r p ro p io p o d em o s seguir
actu an d o a veces con benevolencia. Em pieza p o r señ alar q u e ac­
tu ar p o r a m o r p ro p io p u e d e describirse com o actuar para satis­
facer el d eseo d e la p ro p ia felicidad. Pero dich o d eseo no es un
d eseo especifico o particular tal com o el d eseo d e u n barqu illo
d e chocolate. Es un d eseo gen eral, com o el deseo q u e esperam os
en con trar en nuestros políticos d e p ro m o v e r el bienestar gen eral
d e la g c n ir , y asi com o algu ien p u e d e actuar p ara satisfacer el
d eseo d el bienestar ge n e ra l realizan do sólo actos específicos tales
com o a p ro b a r leyes específicas, asi podem os actuar p a ra satisfa­
cer el deseo (g e n e ra l) d e nuestra p ro p ia fclk idad con sólo realizar
actos específicos, tales com o c o m p ra r un b a rq u illo d e chocolate.
N o hay, pues, un acto específico q u e satisfaga el d eseo gen eral de
nuestra p ro p ia felicidad, d e m an era q u e c u a n d o actuam os, siem ­
p re lo hacem os p a ra satisfacer algú n deseo específico, ya sea que
tam bién actuem os o n o p a ra satisfacer el deseo ge n e ra l d e n u esu a
p ro p ia felicidad.
P odem os d istin gu ir dos lipos d e deseos específicos y p o r lo
tanto d o s tipas específicos d e actos. En p rim e r lu gar hay füsro>
dingtdos hacia uno imsmo — tales com o k>s deseos d el ham bre, el
sexo, el o rg u llo y iodos aquellos deseos relacionados con nuestra

* V f j s t J oK p h Butlcr, f l u SmoonJ, Liberal A r a P ic a , Nueva York. 1950.


pp. 12-17 y pp. 49-&S
H E D O N ÍS M O IG O I5 T A 165

salud y nuestro conocim iento. En cada u n o d e estos casos satis-


lacemos u n d eseo específico haciendo a lg o a favor (o en co n tra )
d e nosotros mismos. Y a u n q u e todos los actos egoístas com o, p o r
ejem plo, q u itarle un d u lce a un n iñ or están d irigid o s hacia u n o
mismo, n o p arece q u e todos los actos d irig id o s hacia u n o m ism o
corno, por ejem plo, c o m p r a r « un d u k e en circunstancias n o r ­
males. sean egoístas.
F.n s e g u n d o lu g a r hay desea i dirigidos harta otros, tales c o m o tos
deseos d e ? v u d ar o de lastimar a alguien. En estos casos hacem os
algo específico a favor o en contra d e algu ien en lu gar d e h a ­
cerlo a favor o en contra d e nosotros mismos. C u a n d o actuam os
p o r a m o r p ro p io a m e n u d o lo hacem os p a ra satisfacer deseos e s­
pecíficos dirigid os hacia uno, com o cu a n d o com em os, hacem os el
amor, practicarnos tenis, lom am os pastilLü y a veces c u a n d o lee­
mos un libro. A lg u n a s veces, ciertam ente, actuam os con egoísm o
cu an do hacem os citas cosas Sin e m b argo , tam bién actuam os fre­
cuentem ente p o r am o r p ro p io p ara satisfacer deseos d irigid o s
hacia ntrn> y p o r lo Lamo deseos claram ente no egoístas, com o
cu an do obten em os satisfacción p o r a y u d ar a alguien, en señ ar a
a lg u ie n , o incluso lastimarlo. En los prim eros rasos están »os ac­
tuando específicam ente p o r nosotros m ism o», p e ro en los s e g u n ­
dos no, p o rq u e en los p rim eros estam os actu an d o p ara satisfa­
cer deseos específicos d irigid o s hacia u n o , p e ro en los s e g u n ­
dos actuarnos para satisfacer deseos específicos d irigid o s hacia
olí h>r consiguiente, p o d em o s concluir q u e si bien actuar para
uui>fc 'c r deseos específicos d irigid o s hacia u n o es incom patible
con actuar con benevolencia, porque actuar con benevolencia es
actuar cpecíficam entc a favor d e algu ien mAs, nctuar p o r a m o r
propio v actuar con benevolencia no son incom patibles, p o rq u e
actuar para satisfacer deseos específicos d irigidos hacia o íro s es
compatible con actuar p ara satisfacer el deseo g e n e ra l d e nuestra
propia felicidad. En ge n e ra l p odem os, pues, actuar p ara nosotros
mismos al mismo li- m p o q u e actuam os específicam ente a favor (o
en contrai d e otro«. El a m o r p ro p io no exclu ye eí actuar con b e ­
nevolencia, y la prem isa ( 6 ) es p o r lo tanto falsa
A rstai alturas itn d efen so r d el e go ísm o psicológico p o d ría ir
tan Jejos com o p ara afirm ar dogm áticam ente que nunca actúa-
tnm para sausfaccr d eseo » d irigid o s hacia otros — esto es. p o d ría
afirm ar q u e siem p re actuam os específica me m e a favor o e n con -
tr;i d e nosotros m ism os y q u e p o r lo tanto nunca actuam os con
4 66 EL PROBLEMA DE JUSTIFICAIS U N A NO R M A ÉTIC A

benevolencia, a u n q u e d e sd e lu e g o a veces realicem os actos ben é­


volos. P ero el d ogm atism o no sirve d e n ada p o rq u e parece q u e
la gen te, en efecto, actúa, a u n q u e tal v t i raram en te, con b e n e v o ­
lencia. Por lo u n t o , a m enos q u e haya un arg u m e n to válido q u e
afirm e lo contrario, d ebem o s aceptar q u e la prem isa (7 ) es v e rd a ­
dera. El egoísta psicológico no necesita, sin e m b a rg a , tom ar un
cam ino tan d e sesp erad o p o rq u e , com o hem os visto, la objeción
in te rio r a la prem isa (6 ) no sólo d csiru yc el atg u m e n to contra
(7), sino tam bién el argu m en to q u e usam os p a ra p ro b a r q u e el
egoísm o psicológico es falso, lisiábam os, p o r lo tanto, en u n e rra r
al p e n sa r q u e p o d íam o s usar e je m p lo » de actos ben évolos p ara
refutar el egoísm o psicológico.

Objeción fm aJ: la g m i t no sifjnpn actúa p o r am or propio

N u e stro e r r o r era insistir e n ejem p los de gen te q u e actúa con


benevolencia. Necesitam os, más bien, señ alar ejem plos claros de
gen te q u e actúa d e m o d o contrario a su p ro p ia felicidad, p orqu e
a! c o m p a ra r talos ejem p los con la prem isa (5):

Si el egoísm o psicológico es v e rd a d e ro , entonces inda persona


actúa sicEiipri: para lle v a ra ! m áxim o su p rop ia felicidad.

p o d em o s m ostrar claram ente q u e el egojsm n psicológico es falso.


U n a vez más parece que leñem os ante nosotros u n p roblem a
seneIILímente em pírico, y una vez m ás la respuesta parece sct

q u e hay en iot .jlk lo m enos plausible es a firm a r qu e una


p erson a esiá salisfaciendo un deseo p ara su p ro p ia frlicidad La
gen te a vetes parece sacrificar su p ro p ia felicidad cu a n d o actúa
d e a c u e rd o con un sentido d el d e b e r p ara hacer lo q u e cree que
es correcto. M uchos soldados pam enas están convencidos p o r e x ­
periencias intimas q u e la g u e r r a es el infierno, a u n así son volun­
tarios p ara misiones peligrosas que sin d u d a parecen contrarías a
su p ro p io bienestar y felicidad. T am bién ha h abid o caso* de gente
decidida a la v c iig á n ia , a quien no le im porta en absoluto ¡o que
le su ceda con tal d e d estru ir a alguien. En tales casos parece estai
claro q u e d eb eríam o s concluir que esta gen te actúa p ara satisfa­
cer deseos d ir ig id o « hacia « r o s en lu g a r de d eseo « en beneficio
d e su p ro p ia felicidad. Pt»r consiguiente, una v e ¡2 mas, parece que
d e b e ría m o s concluir q u e el egoísm o psicológico es biso.
HEDONISMO EGOÍSTA 467

Al respecto la respuesta casi invariahle es que la gente actúa


por amor propio incluso en ¡iquellm casos en kis que parece evi­
dente que no actúa por amor propio. Una ve* dado este paso,
el egoísmo psicológico se asemeja a otras dos afirmaciones que
se oytn a menudo (a saber que la gente siempre actúa para sa­
tisfacer nu deseo más Tuerte, y que la gente siempre actúa para
reducir La tensión), en las que incluso los casos contrarios más ob­
vios no contradicen Ja afirmación. Es decir, la teoría se ha vuelto
inmune a la refutación empírica. No se afirma simplemente que
no ha habido casos reales que refutarían la teoría, sino más bien
que ningún caso que pudiéramos concebir la refutaría. A me­
nudo el egoísmo psicológico es sostenido d e esta manera, es decit;
dogmáticamente. pero cuando lo es. ya no es u na teoría empírica
ciendGca abierta a una revisión mediante la observación. Se ha
vuelto compatible con cualquier cosa que pudiéramos observar,
de ahí que deje de ser una teoría de la ciencia empírica de la psi­
cología. Por consiguiente, deja de ser el tipo de teoría que puede
ser justificada mediante los hallazgos de la psicología, de manera
que dicha ciencia no proporcionará una razón para aceptarla.
¿Debemos rechazan esta forma modificada del egoísmo psi­
cológico como lo hicimos con la versión anterior? A diferencia de
esta última, realmente no importa lo que hagamos. Recuérdese
que la versión anterior, de ser aceptable, debía usar&e como ex a ­
men de lo que tas personas pueden hacer y por lo tanto como
medio para rechazar Las normas éticas que prescriben acciones
incompatibles con lo que hacen. Era. pues, muy relevante para la
ética. Pero la presente versión es compatible con cualquier com­
portamiento que pudiéramos observar, y por lo tanto no puede
sci usada para probar las acciones prescritas por normas que
compiten con el hedonismo egoísta. El egoísmo psicológico se ha
debilitado a tal grado que no puede ayudarnos a decidir entre
diferentes normas éticas. De manera que cualquier teórico de la
ética puede aceptarlo. Podemos, si queremos, aceptar también
esta tcisión del egoísmo psicológico, pero si lo hacemos, pode­
mos ignorarlo innied iatameme porque no tiene ninguna relación
con la éüta. o para el caso, con la psicología.
Hcmw>i visto que el egoísta ético no se puede apoyar en el he­
donismo ego ís La psicológico para justificar su posición Si la teoría
e»empírica sin duda parece ser falsa, y si no es empírica no ayuda
a proporcionar razones para elegir el egoísmo ético en lugar de
*168 EL PROBLEMA DE JUSTIFICAR UNA NORMA ETICA

cualquier otra teoría ¿tica. Por consiguiente. el egoísta ético debe


encontrar alguna otra manera para justificar su teoría. £1 único
aigum entó remotamente plausible que queda se basa en el hecho
de que cuando aigmen nos pregunta por qué hicimos algo, a me­
nudo le respondem osdiciendoquelo hicimos porque quisimos, y
eso lo satisface. Por ejemplo, si se me pregunta p o rq u é fui al cine
anoche en lugar de estudiar, pod ría responder que tenía ganas de
ir al cine o que no quería estudiar, y al responder de esta manera
la pregunta queda contestada. Ahora bien, según este argumento,
puesto que dicha pregunta exige una justificación de mi acción,
he justificado mi acción respondiendo a la pregunta De manera
que lie dado unn buena razón de lo que hice refiriéndome a lo
que quería hacer, así que hacer lo que quiero queda justificado y
por ln tanto & lo que debo hacer. Tuesto que este argumento, al
que podemos llamar argumento de las buenas razones, conlleva
dos errores relacionados con nuestros actuales intereses, debe­
mos cxa+mnaT el argum ento con cieno cuidado.

Eí argumento de las buenas ratones

Lo esencial del argumento puede resumirse como sigue:


1. Sí deseo hacer algo (hacer algo para obtener placer), enton­
ces puedo jusüuear el hacerlo refiriéndome al deseo (pla­
cer).
2. Si puedo justificar el hacer algo, entonces tengo buenas ra­
zones para hecerto,
3. Si tengo buenas razones para hacer algo, entonces es lo que
debo hacer.
Por lo tanto

4. Si deseo hacer algo (hacer algo para obtener placer), enton­


ces es |q que debo hacer.

Este argumento, como el anterior, no justifica el egoísmo ético,


pero por razones diferentes. En primer lugar, proporciona sólo
una condición suficiente para la obligación, mientras que el egoís­
mo ético tembién plantea una condición necesaria. Es cierto que
éste no es un punto vital, porque podemos diseñar un argumento
paralelo que nos permita concluir que si no deseo hacer algo
HEDONISMO EGOISTA 469

entonces no es lo que debo hacer. La segunda razón es que el


egoísmo ético se refiere a lo que lleva al máximo mi placer y no a
lo que simplemente me proporciona placer. Podemos determinar
esto, sin embargo, refiriéndonos a lo que debo desear y a lo que
hago para llevar al máximo mi placer. Supongamos, pues, que a
partir de este argumento, junto con el argumento negativo para­
lelo. podemos inferir que el egoísmo ético es verdadero. ¿Pero es
sólido este argumento?

Objeción: dnear kacet algo no justifica ni harerlo

liem os lia&ado la premisa (1) en el hecho de que muy a menudo


podemos responder a un “¿por qué?” diciendo sin más que lo
hicimos porque quisimos. Así que con frecuencia podemos res­
ponderá una exigencia de justificación con dicha respuesta. Pero
hemos inferido de ello que damos una justificación de lo que ha­
cemos cada vez que respondemos de esta nía acra. Hay dos razo­
nes por las que ésta es una inferencia equivocada. La primera es
que, cuando respondo a una pregunta como "¿por qué fuiste al
cine en lugar de estudiar?” diciendo “porque quise" o "porque
me dieron ganas“, mi respuesta no da una buena razón de lo que
hice, sino que m is bien sirve para rehusarme a dar una razón
para afirmar que no se necesita ninguna Funciona más como
"no hay razón", “ nosé", "porque sí” , o incluso como un encojerse
de hombros. .Así pues, cuando alguien responde de esta manera
no está justificando su acción, sino que inás bien está afirmando
que no hay nada que justificar o está rehusándose a dar una ju s ­
tificación. Una respuesta semejante puede impedir que se con­
tinúe preguntando, pero no justifica La acción. Esto puede ilus­
trarse mediante un ejemplo diferente. Supóngase que a alguien
se le preguntara por qué le disparó a tal anciana cuando cruzaba
la calle y que respondiera que le dieron ganas y no dijera nada
más. Igualmente podría haberse encogido de hombros, porque
en ninguno de los dos casos justificaría lo que hizo. En este ejem­
plo no nos satisface su respuesta porque aquí, a diferencia del
primer ejemplo, se le pide una justificación y no da ninguna. De
manera que aunque algunas veces podemos responder, cuando
se nos exige una justificación, hablando de nuestros deseos y de
lo que nos place, no hemos dado una justificación de nuestras
acciones, porque dicha respuesta es adecuada sólo cuando no se
-170 El. i’ftoB LtM A p e j u s t if ic a r u n a n o r m a é t ic a

requiere ninguna justificación. La segunda razó a es que, par otra


pai te, aunque estuviéramos de acuerdo en que a veces podemos
¡unificar nuestras acciones de este modo, el ejemplo del disparo
demuestra que muchas veces no podemos. Hay situaciones en Las
que sólo yo soy afectado, de manera que los lim c c a factores mo-
lilimente pertinente* son mis propias preferencias. Pera donde
otros son afectados hay oíros factores moraJmente pertinentes.
Asi. podemos rechazar la premisa (1) y con ella este argumento
del egoísmo ético.
Antes de con i ¡rutar debemos señalar también que la premisa
{3) es falsa, porque eslo acentúa una distinción importante. Es
verdad que si tengo una buena razón para hacer algo, entonces
me cstd pcrmtndo hacerlo, esto es, no es incorrecto que lo haga,
f t r o de ello no se signe que siempre sea algo que deba hacer- Fre­
cuentemente cuando justificamos una acción mostramos que no
está prohibida y no que e» obligatoria. Por ejemplo, parece que
muchas veces la gente puede dar buenas razones para no ayu­
dar a alguien que es atacado por u na banda de asesinos en algún
rincón de una gran ciudad Pero aunque dichas razones mues­
tren que no cieñe Li obligación de ayudar, y que por lo tanto le
esed moralmente permitido no ayudar, no mostrarían que Lerna
la obligación de no ayudar. LJna ve* más debemos distinguir en­
tre 'no tener la obligación de hacer’ y ‘tener la obligación de no
hacer', para enfatizar que, si bien la persona que en este caso no
ayuda no debe sentirse inmoral, tampoco debe sentirse particu­
larmente moral.

Rechazo del hedonismo egoísta: prescribe


actos moralwunte repugnantes

No hemos encontrado ninguna manera de justificar las especies


de egoísmo ¿tico que hemos denominado hedonismo egoísta
¿Delícmos rechazarlo? Memos estado operando bajo el principio
de que si una norma ética prcscrílie ciertas acciones que una per­
sona considera que son moralmente incorrectas, y creer esto no es
incompatible con sus otras creencias, entonces esta persona tiene
alguna razón para rechazar la norma. En este caso, además, no
hay argumentos compensatorios a favor del hedonismo egoísta.
Por acra parce, las accionen prescritas por esta norma, creemos,
serían aquellas que prácticamente cualquiera considerarla moral-
EGOÍSMO ¿TICO NO HEDONI5IA 471

mcnic incorrecta«. Así pues, considérese a u n sádico o a alguien


que odie a inda una raza. El catálogo de placeres sádicos que se
encuentra en Jutlm e del Marqués de Sade es suficiente para mos­
trar que muchas acciones que le dan placer ? cierta gente son,
no obstante, moralmcntc repugnantes para prácticamente todo
aquel que considere el asunto. El placer que algunos nazis encon­
traban en tnrurar, mutilar y matar judíos, las actitudes de terri­
bles asesinos y los ostentoso» y descarados asesinatos de gente ne­
gra por parte de ciertos sureños blancos, dan testimonio de que
el hedonismo egoísta no sólo pemidría, sino que también haría
obligatorios algunos de los crímenes más horrendos que se han
cometido. Deberíamos, pues, concluir no sólo que hay razones
para rechazar esm norma, sino también que el hedonismo egoísta
debe ser rechazado sencillamente porque, al hacer del placer de
cada persona su guía acerca de lo que es correcto e incorrecto,
prescribe el tipo de egoísmo que ignora la felicidad y bienestar
de cualquier otra persona.

Eg o í s m o é t ic o n o h e d o n is t a

Hemos rechazado el hedonismo egoísta que es una de las formas


del egoísmo éiko , pero ¿también deberíamos rechazar el egoísmo
ético en general? Para responder a esto debemos hacer lo que
hicimos al evaluar el hedonismo egoísta, esto es, averiguar si hay
algunos argumentos que lo justifiquen y averiguar si prescribe
algunas acciones de cuya falsedad estemos convencidos. Hemos
definirlo el egoísmo ¿tico como la teoría que hace la siguiente
afirmación;

Cada persona debe actuar para llevar ai máximo su propio


bien o bienestar.

En relación con la norma que usamos para el hedonismo egoísta


tenemos la siguiente afirmación:

Una persona debe realizar una acción si y sólo si lo hace para


llevar al máximo su propio bienestar (esto es, si y sólo si lo
hace para llevar al máximo su propio interés).

Hemos llegado a esta norma sustituyendo ’bienestar' por 'placer'.


I^or consiguiente, podemos llegar a los argumentos del egoísmo
472 EL 'RUBLEMA DEJUSTÍF1CAH UNA NORMA ÉTICA

ético mediante 1; misma sustitución. I.q que encontramos, pues,


« u n argumento h a^ d o en ia teoría de que siempre actuamos a
liv o r de nuestro pm pio bienestar e interés en nosotros mismos,
y un argumento basado en la afirmación de que podemos justi­
ficar nuestras acciones refiriéndonos al interés en nosotros mia­
mos. Dejaremos que el lector demuestre que lo» argumentos de
esta forma no son mejores que los de la forma anterior. En conse­
cuencia, si la teoría general del egoísmo ético prescribe acciones
de las que estamos seguros que son m o r a l mente incorrectas, po­
demos rechazarlo junto con el hedonismo egoísta.

Objeción ai egoísmo ético: prestnhe acta moralmentt Trpugitanlis

Lo prim ero que hay que señalar al exam inar lo que el egoísmo
ético prescribe es que no prescribe muchas de ias acciones es­
pecíficas prescritas por el hedonismo egoísta, porque lo que me
proporciona el placer máximo a menudo no es lo que lleva al
máximo mi bienestar. Esto es especialmente evidente si idenufi-
camos nuestro bienestar e interés en nosotros mismos con la salud
y las capacidades mentales y Esicas. Algunas personas eligen en­
tre. por un lado, una vida de intensos placeres en la que su salud
se deteriora y en la que no desarrollan sus capacidades, y, por
el otro, una vida de encierro y a menudo ardua y reglamentada
en la que conservan su salud y desarrollan sus capacidades. No
es improbable que el prim er tipo de vida, aun reducida consi­
derablemente por una muerte temprana — especialmente si so­
breviene rápidamente y sin dolor— contendría más placerqu eel
segundo. Pero este último lleva más al bienestar de la persona.
De modo que estas dos normas diferentes podrían a menudo di­
ferir en cuanto a lo que prescriben, de manera que los ejemplos
que usamos contra el hedonismo egoísta no pueden usarse en la
forma presente contra el egoísmo ético. Sin embargo, se pueden
encontrar ejemplos que proporcionarán bases para rechazar el
egoísmo ético. Un ejemplo es el caso en el que tres personas tie­
nen una enfermedad que es fatal a menos que tomen ciertas pas­
tillas. Una de estas personas, desconocida para todos los demás,
tiene las únicas tres pastillas disponibles, y sabe que si una per­
sona toma una ucne 90 por cierto de probabilidades de sobrevivir
a la enferm edad, que si toma dos tiene 94 por ciento de proba­
bilidades, y que si se toma las Tres, liene el 99 por ciento de pro­
EGOÍSMO f i n c o NO HF.RONISTA

habilidades. ¿Qué es lo que debe hacer? Parece claro que debe


dar a cada persona una pastilla. Pero el egoísmo ético prescribe
que lleve al máximo su propio bienestar; que en este caso debe
tomarse las tres pastillas y dejar m orirá Ins. oíros dos.

[.ti tdfa de Platón sobre la moralidad y el mlerts por uno mismo

A estas alturas pnrpce haber sólo una respuesta al egoísta ético y


ésia es l.i afirmación de que tomar las tres pastillas realmente na
redunda tu el propio ínteres de la persona, pero no escá clara
cómo puede defenderse esto. La mayoría de los filósofos moder­
nos no ha tratado de defenderlo y en general ha rechazado el
egoísmo ético. Sin embargo, esto no es verdad en relación cou
el antiguo filósofo griego Platón. Le interesaban los internos por
j.istificar la moralidad o inmoralidad de tas. acciones y pensaba
que una manera de hacerlo, y tal vez la única, era establecer que
las acciones morales benefician al que las realiza y las acciones
inmorales k> perjudican, Esto es. intentó mostrar que actuar mo­
ralmente redunda en el interés del que realiza la acción y que ac­
tuar inmoralmente va en contra de su interés, a pesar de lo que
frecuentemente parece. Si hubiera tenido éxito, entonces podría
afirmarse que tendríamos la mejor defensa posible de la mora­
lidad, porque si pudiéramos convencer a alguien de que actuar
moralnicnte lo beneficia, entonces sería un tonto si no actuara
moralmentc.
Podemos ver el argumento de Platón leyendo un pasaje del d e­
bate entre Sócrates, que expresa el punto de vista de Platón, y Polo
en el diálogo platónico ¿¡orgias. En esta parte del diálogo Sócrates
trata de mostrarle a Polo que lo peor que puede sucederle a una
persona es cometer un acto injusto o inmoral y escapar al castigo
correspondiente. De manera que la persona que comete una ca­
dena interminable de horrendos crímenes contra la humanidad,
que escapa al castigo y vive una vida lujuriosa de tranquilidad
y placer que parece gozar completamente, está, según Sócrates,
en una posición peor que una persona que cometió los mismos
crímenes y que es aprehendida y castigada Además, atnhas per­
sonas están en una posición peor que una persona que siempre
actúa con justicia y que a causa de ello vive toda su vida en un
dolor interminable y trabajando penosamente. Asi pues, según
•174 EL PROBLEMA DE J ttS n n cA R IFNA NORMA ÉTICA

Sóc rales, sin im poriar lo que pudiera p arettr actuar con ju sti­
cia, siempre redunda en el interés de tino. Podemos ver cómo
Sócrates argumenta en tivor de ci(a posición poco plausible a
partir de lat tigiiicnlcs lineas:

Sacíales. Considera de este modo la cosa: ¿ves tú. en el terreno


de b riqueza, algún otro mal que la pobreza?

filio No. no hay mayor mal.

5. Y en el mundo del cuerpo, ¿dirías que el mal es la debilidad,


la enfermedad, iu fealdad v cosas por el estilo? ¿Y no te ima­
ginas que el alma tiene asimismo un mal que le es propio?,
¿ y a « i o lo llamarlas injusticia e ignorancia y coba rd la y cosas
pur el citilo?

P : Seguramente.

S- Pues bien: ¿has hablado de tres males correspondientes a


tres elementos — riquezas, cuerpo y alma— , a los cuales lla­
mamos pobreza, enfermedad e injusticia?, ¿y cuál de los ma­
lta es el más penoso? ¿No es acaso la injusticia y, en general,
et mal de) aJma?

P ; Con mucho, el más veigonioso.

S.1 V sí es el mús vergonzoso, será tambi¿n el peor.

P, 'Q u i quieres decir Sócrates?

S: Quiera decir que lo más vergonzoso, como hemos conve­


nido anterior m erle sin exccpc ttn, es lo que depara el mayor
dolor o el mayor peijuicio o ambas cosas a la vez. Acabamos
de convenir en que lo más vergonzoso es la injusticia y todo
mal del alma ¿No es verdad que es lo más vergonzoso, o bien
porque es lo más doloroso y ocasiona un dolor excesivo, o
bien porque o lo más peijuditiai, o bten ambas cosas?

P : Sin duda.

S: ¿Por lo tanfo, ser injusto, intemperante, cobarde e ignó­


rame. es más doloroso que ser pobre y que estar enfermo?

P : No, Sócrates, e| dolor no p a n ce derivarse de tus premisas.


E c a js H o t n ™ N o h e d o n is t a 475

S t-a m aldad d el alm a, pues, tien d o el más vergon zoso d e lo ­


dos los niales, sin serlo (com o (ú sostienes) en virtud d e su
dolor, su causa d e b e Ser a lg ú n p erjuicio y mal e n o rm e de
m agnitud in en arrab le i Y d e b o asum ii q u e a q u e llo q u e es
lo más g ra n d e en p erjuicio será el m ayor d e loa males?

P Sí.

5 .Así, pues, ¿la injusticia, la intem perancia y en g e n e ra l las


d epravaciones d el alm a, son el m ayor d e los males?

P Evidentem ente q u e sí.

5 Pites bien: ¿qué arte nos libera d e la pobreza? ¿ N o es acaso


el .irte d e h acer dinero? cY cuál nos liltera d e la e n fe rm e ­
dad? ¿N o es acaso el arte d e la medicina? ¿Y cuAl nos a p n n a
de! vicio y d e la injusticia? Si n o eres capaz d e re s p o n d e r d e
inm ediato, p re g ú n ta le ía d ó n d e llevam os a los en ferm o s y a
qu ién acudim os?

P A l m édico, Sóeraics.

S ¿Y n d ó n d e conducim os □ las personas qu e actúan injusta o


intem perantem ente?

P : Ante los jueces, q u e rrá s d e c ir

5 Q u ien es h abrán d e castigarlos, ¿no es así?

P ; Sí.

S: ¿Y no es verdad qu e los q u e castigan reciam ente a otros lo


hacen de a c u e rd o con ciertas norm as d e justicia?

P C la ro q u e si.

5 Así, pues, ¿entonces el arte d e h acer d in e ro lit'cra d e la p o ­


breza. la m edicina d e la e n ferm ed ad y la justicia d e la intem ­
perancia y la injusticia?

P . Es evidente.

6 ¿Y cuál es entontes la m ejor d e las tres cosa»?

P : In ju stic ia su p era con m ucho a las otras dos. a m ig o Sócrates-


•176 Kl. PROBLEMA DE JUSTIFICA» UNA NOllMA ÍTIICA

S. Y [ajusticia, si es La mejor, proporcionará el mayor placer o


la mayor utilidad o a m h a s . a la vez Pero ¿es acaso un plarer
ser curado y gozan aquellos que son curadas?

P - Me parece que no.

S.- EVrno £es entonces útil?

P Sí.

5 Si. porque cJ pacienre se libera de un gran mal. ¿Vale por


eso la pena que soporte el dolor y sane?
P : Sin duda.

S Y ¿quién será el hombre más felie en lo que al cuerpo se


refiere, el que ha sido curado, o el que nunca lia o ta d o en­
fermo?

P Sin duda el que minen ha estado enfermo.

í Sí, porque ain duda la felicidad no consiste en liberarse de


ios males, sino en no haberlos tenido nunca. Y ahora imagina
a dos hombres que tienen un mal en el cuerpo o en el alma, y
que uno de ellos está siendo tratado y liberado del mal y que
el oiro no está siendo tratado y conserva el mat. ¿cuál de ellos
es el más desgraciado?

P Sin duda el que no ha sido tratado.

S Y, cno hemos convenido en que el castigo es la liberación


del mal mayor que es el vicio? Porque la justicia nos corrige
y nos hace más justos y es la medicina para nuestros vicios.
Entonces aquel que no tiene vicias en su alma es quien ocupa
el primer lugar en la escala de la felicidad; pues yn se ha mos­
trado que los vicios son ei mayor de tos males y quien se libera
del vicio, es decir aquel que es amonestado, reprendido y cas­
tigado, ocupa el segundo lugar. Entonces, ¿el que peor vive
es el que. siendo injusto, no es liberado de la injusticia?

P - Así parece sin duda.®

4 Adaptado, con cambio*, de TIW Diaiaguri <jf Plato, B Jowcll | «l ] fLaodom


Haiue, N urvi York. 1037, Val 1, pp. 537-30.
O n S C U f« (ÍN ACERCA DEL EtíOÍSW 1ÍT1OO 477

Dejaicinos que el lector d n cu b ra las FaJLu en el camino por el


que Pulo se dejó conducir hasta la posición de Sócrates, peto (tebe
señalarse aqu( que inclusa i¿ Sócrates hubiera icnkío éxito al jus­
tificar su posición, lo huhrüa tenida sólo despojando al egoísmo
ético de todo valor en tanto norma moral Sócrates afirma que
sci justo a moral es k> mfc benéfico para ci alma y por lo tanto
para leu seres humanos, a pesar de que pareara w r k> contra­
rio Así pues, debemos averiguar qué es lo que redunda en n ucv
ti.i mayor inreres averiguando qué es lo correcto. Esto es, d e­
bemos saber qué es correcto con el fin de averiguar qué es lo
mejor para nosotros mismos, porque sin importar qué pueda pa-
irc.tr más benéfico, no lo es ai es injusto. De manera que en lu­
gar de que el intrrés en uno mismo proporcione el criterio de
la que es correcto como !n exige el egoísmo ético, necesitaríamos
algún ¡i itnrmu ética independíenle para determinar lo que es co­
rrecto con el fin de descrubrir qué es lo que realmente redunda
en nuestro interés. Platón, haciendo de lo que es correcto la hasc
para decidir lo que es más benéfico, ha hecho imposible utilizar
ct egoísmo ético como criterio para decidir lo que es correcto.

C o n c u s i ó n a c e r c a d e l e g o ís m o é t i c o :
DEBE SER RECHAZADO

Pum o que parece d o haber mejor manera de justificar la teoría


general del egoísmo ético que la dejustificaresa rama del egoísmo
que liemos llamado hedonismo egoísta, debemos concluir que el
egoísmo ético debe ser rechazado. Esto es así porque no hay un
argumento válido para apoyarlo y porque prescribe ciertas accio­
nes moral mente repugnantes. Éstas son acciones que, si volvemos
a Ioa ejemplo« pertinentes, encontramos que tienen una carac­
terística moralmcnic pertinente en común. En cada caso la acción
que prescribe el egoísmo ético es moral mente repugnante por­
que la norma ignora Id felicidad y el bienestar de otras persona*
afeitadas por laaccirin prescrita. En suma, la norma del egoísmo
él« o parece estar equivocada porque ignora un ingrediente de
la moralidad que parece ser esencia], a saber, la imparcialidad. Al
decid ¡r lo que se debe hacer parece que cada persona que puede
Krr afectada por la acción debe ser tomada en cuenta. Nadie debe
*cr ignorado y nadie debe tener un rango privilegiado. Pasemos
478 El. PSOHÍ.EMA n c JUSTIFICAR UNA NORMA ÉTICA

a lina teoría que incorpora explícitamente la imparcialidad a iu


norma.

E L U T IL IT A R IS M O : 1 A V E R S IÓ N DE B e >JTHa M

Udlitarismo no es s á b el nombre de una teoría ¿lira particular,


sino que es el nombre de tina doctrina según la cual Lis reformas
sociales deben alcanzarse haciendo o í incidir las acciones de las
personas y de lo» gobiernos con e l principio etico de b ulilidad.
Rite principio, en tamo arma Ética v social para lograr unn ie-
forma, fue expresado con elocuencia por vez primera en la obra
de Jcrein y Bcniham, quien lo definió de la siguiente numera:

P o r p r in c ip io d e u t ilid a d w e n c ie n d e e l p r in c ip io ( jiir a p ru e b a o

d c u p r u r h ) c u a lq u ie r a c c ió n d e a c u e rd o co n la t e n d e n c i a ( ¡ijt p a ­

re ce a u m e n ta r a d i s m i n u i r la fe lic id a d d r U p a n e c u y o m t c r é ie s i

e n c u e s t ió n ; o , lo q u e es lo m is m o , d ic h o co n o tra s p a la b r a * , q u e

p ro m u e v e o se o p o n e a d a fe lic id a d D ig o c u a lq u ie r a c c ió n y p o r

lo u n to n o s ó lo to d a a c c ió n d e u n in d iv id u o p a r t ic u la r , lin o « id a

m e d id a d e g o b ie r n o 7

Como pudo darse cuenta el propio Bcnthatn, seria más perspi­


cuo llamar a su principio ¿tico principio de la mayor felicidad,
en lugar de principio de la ulilidad, porque concierne a ta felici­
dad, al placer y al dolor de las panes afectada* por las acciones.
Y, como ]o dijo en una nota al pie añadida posteriormente,

La palabra 'u tilidad' no indica claram ente Us ideas d e fincer y do­


lor com o lo hacen I u palabra.* 'Felicidad' y ‘dicha*; tam poco no»
con duce a la consideración del minuro de k a interese» afee lados,
el nitarro, en (am o circunstancia que contribuye, en la m ayor pro­
porción, a la formación d e Li norma aquí discutida: norma áe lo e »
m rd 10 d e U cual la conveniencia d e Lt o xid u c u
nrclo f incorrecto, por
hum ana, en ttxla situación, puede ser puesta a prueba convenien­
tem ente.*

Es importante, pues, notar que c| utilitarismo, que a la teoría que


propone el principio de la ulilidad como la norma éiica correcta.

1 BriUham. 7 h ÜAÍHinau, A l d i., pp. 17 - 1® ,


* I M , p 391
EL L r n i J T A l I S M Ü : L a V E JtS lÓ N DE fttrsrn iA M 479

«J,Hipara la Utilidad de alp¡o con íu tendencia a producir felicidad


1 • p.-iecr Así pues, la palabra 'utilidad', como Li usaremos aquí, no
C(|ujvalt a "provecho'. de manera que Cuando coiuidertm ot la
utilidad de algo no calaremos considerando qué uso tiene O cuán
provethota es, sino iu relación con la producción de felicidad.

E i ¡mnctpto dt utilidad.

I catemos de exponer claramente la norma utilitaria. Una pri-


mcT.i aproximación o la siguiente:

lin a acción delie ser realizada si y sólo si lleva al máximo el


placel de lav parte* afretadas por la acción.

Eme enunciado puede, sin embargo, ser m&s preciso si se especi­


fica qué es lo que cucnia como una parte afectada. Para muchos
puede parecer evidente que se refiere a personas, pero Bcntham
se dio cuenta de que el Estado o comunidad como un todo puede
sci una parte interesada y afectada Elay, por ejemplo, crímenes
contra el listado, y algunos jefe» de Filado hnn insistido en que
las iniereses del Estado son difcrem cs de los intereso de las ciu­
dadanas De manera que algunos líderes han exhortado a (os
ciudadanos a sacrificarse por la patria, esto es, a sacrificar su pro­
pia felicidad. incluso su vida, por el Estado. I la habido gente que
afirma que el Estado no es sólo un individuo distinto, sino que
es un individuo de mayor valor que cualquiera c incluso que to­
dos tus ciudadanos. Sin duda es importante, pues, para nuestros
propósitos, si hemos o n od e contar al Estado o a la comunidad, al
formular esta norma, como un individuo afectado aparte. Betu-
ham se dio cuenta de esto y aclaró lo que quería decir con 'parte'.

La comunidad e» un cuerpo ficticio compuesto por Lispcnonat indi*


vaJcul» que se considera que roruü luyen, por decirlo así, tus wurm
trmi, cC u ii r * cTUnnrcj et ínter«» de la comunidad' — l-a lum a clr
I» inirrrso de le* diver»o* miembros que U campontn *

Según lleiitham, pues, no necesitamos considerar al Estado como


una pane afectada que está separada, asi que podemos cambiar
b norma de tal modo que leamos

* /W . p. |*
4H0 EL PPUtlLPJJA DE JUST1 PICAR UNA NORMA ÉTICA

Una acción d e l» sor rcait/ada si y sólo si lleva al raáitimo el


placer de mpiella gente que es afectada por ta arción.

Estíi formulación sigue siendo ambigua, sin embargo porque po­


dría interpretarse que establece que una acción es correcta sólo
si el ptnccr de cada persona afectada es llevado al máximo Esto
na sólo no es lo «pie 3cnüim u qniio decir, sino que es unu norma
que muy raram ente podría cumplirse. En la mayoría de las si*
luaciílnci no t í posible llevar al máximo la felicidad o el placer
dc cada persona involucrada. Generalmente alguien quedará me­
nos que completan]*:ntc satisfecho con lo que pasa. Lo que Bcnt-
ham quiere decir es que la acción que debe realizarse en una si-
Litación particular es aquella que lleva al m<1¿imo la .suma tota]
del placer produr.oo. Así que, si bien en muchas situaciones al­
gunos de las afectadas serán infelices y experim entarán dolor,
podríamos tratar de describir tas acciones correctas como aque­
llas que llevan al mínimo el número de personas infelices y que
experimentan dolor. No obstante, incluso esta modificación no
es totalmente correcta porque una acción que ocasiona que va­
rias personas tengan un ligero dolor de cabeza es mejor que una
acción en la que, hato las mismas circunstancias, só|o una per­
sona sufre un dolor casi intolerable. Lie manera que no debemos
considerar simplemente cuánta gente recibe placero dolor de la
acción. sino lam bií n cuán intenso es cada placer o dolor. Aj.» pues,
sostengamos que el principio considera el monto total de placer
y dolor producidos, donde el monto es una función entre la in­
tensidad rxpci¡m entada por persona y el número d r persona»
afectadas. Podemos ahora establecer el principio de la siguiente
manera:

Una acción debe ser realizada si y sólo si lleva aJ máximo el


monto total de placer de aquellas personas afectadas por la
acción.

Pero todavía no hemos terminado de rectificarlo. Aunque pueda


parecer obvio que el razgo de la moralidad que vimos que (aliaba
al egoísmo ¿tico —es decir, la imparcialidad— está incluido en la
formulación anterior del principio utilitarista, aún queda lugar
p arala parcialidad. Cómo lleguemos al momo total p u e d e depen­
der de varios faenares, incluyendo el que le demos o no el mismo
F.I. UTILITARISM O L * V E R S A N DE HENTH.lM ■181

peso a cada persona afectada. En una sociedad en la que algu­


nas pcrvm iu sean consideradas como ciudadanos de segunda,
alguien que utilice la úlurna versión de este principio podría me­
dir el porcentaje total de placer o dolor at que rontribuye Latía
persona de acuerdo con su condición como ciudadano hecho y
derecho o como ciudadano de segunda. Parece claro que el pla­
cer y el dolor de los negros en muchas partes de Estados Unido»
no se loman en cuenta sobre las mismas tuses que los placeres y
dolores de los blancos. También hay ejemplos en los que los pla­
ceres de 1o& reyes cuentan más que los de sus súbditos. Bcnihaui,
sin embargo, no quiere una división semejante, de manera que
debemos exponer el factor de la imparcialidad explícitamente,
tsio no» proporcionará Li versión final tlcl principio de utilidad:

[ na acción debe ser realizada si y sólo si lleva al máximo el


monto total de lm placeres de aquellas personas alertadas por
la afiló n , contando a cada persona como una y a ninguna
persona como mAs de una.

Usaremos eaic enunciado en nuestra evaluación crítica de la nor­


ma de Bcniham. cuyas prueba* ofrecidas pirra apoyarla pasare­
mos a examinar.

jirgummios ffi favor del priiteiftto de tUil. dad

Conio la notrt Bentham. pueden ofrecerse dos lipos de pruebas


en defensa de una principio ético —a una la llamó prueba di­
recta. a la otra la podemos llamar prueha indirecta. F.l primer
tipo de pruct>.i es una prueba deductiva en la que la conclusión
es el principio mismo. Así que este tipo de prueba argumenta d i­
lectamente a iavordel principio. Eli una prueba indirecta el prin ­
cipio es apoyado indirectamente rehilando objeciones en contra
de ¿I y mostrando que hay objeciones a las alternativas opuestas
Esta es La manera como argumentamos al evaluar criticamente
las diversas posiciones propuestas como soluciones al problema
mente-cuerpo y la manera como hemos enfocada tas diversas
Teorías ¿titas. Obviamente una prueba indirecta no puede pro­
porcionar un argumento tan riguroso o bases tan sólidas, como
una prueba directa. Empece mol por ver si hay algunas pruebas
directas d ispon¡bles para el principio de utilidad
f L PKODI t MA P t JUSTIFICA« f S A NORMA ÉTICA

Pruritos directas eu f a w r del pn n a fru i &t m iltdad:


d m v a cw n d r 'drhe'a fta u ir d f Vi'

Bem haiu que no había p n ic liu d irc c m para su princi­


pio. "porque lo que se usa para probar cualquier otra casa, no
puede por sf mismo ser probado una cadena de prueba* debe
tener un comienzo en algún lu gar".10 Lo que ;t llentham le im­
porta a>|ui el que ¿I o t á proponiendo el principio de utilidad
como l:i norma ética básica o última. Por lo taniD, si bien o i t o s
principius ¿ticos pueden deducirse de su principio, fate no se de­
duce de ningún oiro principio ético Aunque podamos deducir
ciertas obligaciones de ciertas normas éticas y tal vez estas normas
de i.iItíw. el procesa de deducción debe empezar por uno o más
principio* ¿(icos que no »on dediicihles de oíros. Éstos son los
principio* básicos Para Bentham, como para la mavoría de los
teóricos de la ciica, sólo hay un principio básico v éste no puede
deducirse de un principio ¿tico más básico.
A alguien puede ocurrirsclc que si bien c) principio ético básico
no puede deducirse de oíros principios éucos, esto no muestra
cjucel principio bfeico no pueda ser deducido de tur» una pre-
misa en ;iL)soiuio, Por cierto, ¿por qué el principio ¿tico básico
na puede ser deducido de algunas premisas objetivas acerca de
cómo son Jasco saírSc lia i miado de hacer esto. [_a gente ha tra­
tado tic deducir Lis obligaciones morales a panir de la natúrale ¿a
de los seles humanos, de ios hechos de U evolución. o de hechos
acerca de las snt tedade*. culturas y clase» económicos. En cada
casu, la |;ente ha (rau d o de deducir un enunciado normativo del
deber a pal [ir de un enunciado Éklico del ser.

Objeción de U u m t: tungitn ‘d fb t’ s í dtditce de 'es'

Uno de lus prim eitu en arrojar la sospecha sobre la deducción


de ‘delie1 a partir de 'es' fue David Muirte, quien dijo:

F .n u k í o f i a t e i r u m o r a l d e q ta? t u y a [e n id o n o tic ia , h i s t i a h o r a . h e
p o d id n s k -m p r r o b t e r v a r q u e e l a u to r s ig u e d u r jn u ; c ie r to le m p o
el m orfo de t j ¡lu n a r o i a h l t c i c t i d o i i r x i a i e n c u d e D i n a red l¡2i ndu
o tw c r v a á a n e í w b f c lúa q u e h a c e r e s humanos, yi t f e p r o n t o , m e m -
n im t m .m i b ■□ rp rC M d r q u e . en « I d e ] » c d p u lu h ü liilü a lc s d e

10 tbJ . p. 19
EJ. i r n i - I T A i l í S M O |j\ VERSIÓN DF. B f NTHAM

Lis prnponncma: « y no n , no vcr> ninguna proposición que- no


a t é ccmirtjuli con un ürbt o un w drhe b l e cambio n ünpcrcrpti-
ble, prTD r n iilu , un nnbirgü, de U mayor im p oiu n ru t n dettn ,
rri euAtiio c|iir m e debt o no áfbr expresa alguna nurva rrianóti o
afir rtución. rs n w s a r io t|Ur r>u sra observada y explicarla y que al
mismo lirmpn se dé raión de atgo que parece ahscJntammlr iiiron ■
rrtnh)cJa v b e r cómo es poiillie queesta nueva relación sr rlrdurra
dr lotalm rn'e difcrcn i«» 11

I lumc h;*<c aquí la observación lógica de que ningún enunciado


del deber, esto es, aquel que wíío hace una afirmación sobre el
detter y por lo tanto no una afirmación fónica, se deduce ^*»gi-
cámenle de un enunciado Táctico del ser, curo en, aquel que sólo
h.n t- una afirmación (fatua y pnr I» tanto tío u na afirmación nnhrc
el deber Para ver aquí la idea de I Imite, considérense dns [>ro-
pnsiciones ctialev|uicra, P \ Q , c imagínese que es deducible
ic’igii ámente de P Si lo es, emonres se deducirá una aiuoconira
Hk i kiii explícita de lacon|unrión de P y noQ Por ejemplo, sea P
= csl1 lloviendo y eslií nublado’ y sea (¿ = ‘está lloviendo' Dcf>c
sei obvio que P implica (¿ o, dicho de oiru manera, que Q es de-
ducibfc rtc P DcspuCs de tocio. P es una conjunción y (¿ es uno
de lu* conjuticios. Ahora considérese la conjunción P ) »0 (¿ En
palabras seria:

l- r,(.'1 lloviendo y está nublado t no está lloviendo.

Debe estar claro que de esta p ro p o « ión podemos deducir ln .111-


loionltadíidnn explícita,

Kstá lloviendo y no estA lloviendo,

ya que. una vez más. las proposiciones conjuntivas incluyen el


conjunto relevante. F-stu ilustra la idea clave de que si Q es de-
•Ini ible de /*, entonces se deduce una auiocontr.ulKtión de la
conjunción de P y n«J Q
Podemos entender el punto de vista de I lumc utilizando esta
¡tica I-Uve v ra/onandn retrospectiva mente, por asi decirlo. Su-
pAnga.se ijuc leñemos una añrmación puramcnie fín ica sin un

1 D Hume. ,1 Tbsiiir o f Human .Vn/urr. I_ A- Srlliy-Bijge (ed ), OHlnrit Uní-


•rm H I’ rr?». Nueva Vork. 1960, p. 460 T ra d u m in e »p *ftil* ilr Félix Duque.
Edimrj N jon n al. Madrid, 1977. pp 689-90
*J- PRont.KMA de j u s t if ic a » u n a n o Iim a é t ic a

debe’ uü como la proposición A , que es 'Ayudar a k * demAi es


llevar al inixim o Li fe lie klati' y una afirmación normativa sobre
el deber, n<¿ B, que es 'S o debemos ayudar 3 los demás'. Lo pri­
mero que hay que noiar es que la conjunción de A yn o B nota una
auiocontrardicción. |Y>r otra parle, ninguna autoconinidicción se
puede deducir de l.i conmoción de A yn o B tomada en sí misma.
De Lil modo que (aquí es donde entra el razonamiento retrospec­
tivo) dado lo que llamamos l.i 'idea clave’, podemos inferir que B
no se deduce de A . V, (liria Hume, lo que aquí vale para las pro­
posiciones A y R vale en general, esto es, para cualquier par de
proposiciones en el que una de ellas sea una afirmación pura-
menie (acuca y la otra puramente normativa, es decir, una afir­
mación Mibiccl d :bei Ninguna afirmación sobre el deber puede
deducirse de una afirmación puramente táctica De ahí que no
podamos deducir que una arción deba ser realizada a partir de
la premisa d eq u e lleva -d máximo la felicidad general o el monto
IOUlI de placer.
Aún no he mes [legado ¡i una conclusión acerca del principio
de mil dad o de alguna oirá norma ética, porque dichas normas
ge lie ral mente incluyen m u o afirmaciones sobre el deber como
aÍM'UMt iones »tabre elsci (afirmaciones Heticas! Sin embaigo, po*
ílem-’ s usar l.i conclusión de f lume para sacar otra acerca de la*
norma* ¿ucas Su pon gamos que O es un enunciado snbre el de­
ber. que O es un enunciado láctico que consta de una conjunción
de enunciados verdaderos sobre el ser que contienen afirmacio­
nes fátufíiA, y que A/ es una norma ftk a tal que D o algún otro
m um iadci vibre 1 1 debel se deduce de .V, depeudiendo de qué
enunciados rár ticos estrn i o n-«ruados con jV. Ijc* manera cpie si N
hiera el principio de nulidad i O incluyera d en u n ciad o Ú \ ,'A a
tina acción que lleva al nirixínio el monto total del placer', enton­
ces podríarnoi deducir 1>. esto es, ‘A debe *ci realizada' Ahora
liemos visto qtie ningún enunciado sobre el saber es deduciblc
de níngnn enunciado puramente láctico. Pot consiguiente, D no
puede deducirse sólo de O, pero, pnriemo* suponer, D puede de­
ducirse de jV y O. De ello poclenio* concluir que N . Li cuaJ vale
para cualquier norma ÉiicaHno puede deducirse sólo de O, es de­
cir, tic la coniunción (le iodos Ioíenunciados láctico* verdaderos,
tLUTlIJTARJSM O LA VERSIÓN DE BENTHAM 485

Asi pues, ninguna norma ética puede deducirse de ninguna y ni


siquiera de todas las premisas lácticas, verdaderas.12
Aquí el razonamiento es un tanto intrincado Sin embargo,
puede ser simplificado de la siguiente.- manera: supóngase que
N es una norma etica como el principio de utilidad, que O es la
conjunción de todas las afirmaciones [ícticas verdaderas, y que
D es tina afirmación acerca del deber Suponiendo que O incluya
0 1 como un conjuncto, tenemos

1 D puede deducirse de la conjunción de jV y O.

Ahora va sabemos, por un aigumento expuesto antes en las pá­


gina* 18 3 -4 8 1 que ninguna afirmación puramente fóctica trae
consigo una afirmación puramente normativa. Así que podemos
decir:
2. N'o es el caso que D pueda deducirse de O. (Igualmente: no
es el caso que O implique D.)
Dr (1 1 1 (2) queremos concluir que
3. No es el caso que N (u na norma ética) pueda deducirse de O
(el conjunto de todas las afirmaciones Cíclicas verdaderas).

Para ver cómo se puede sacar cata conclusión a partir de (1) y (2).
podemos usar una pruebn indirecta o argumento. E íto cs, pode­
mos empezar suponiendo exactamente k> apuesto a (3). a saber

I jV puede dodiicirse de 0 .
Ahora podemos admitir sin duda que
5. O puede deducirse de O.

Pero, si .V puede deducirae de O, y O puede asimismo deducirse


de O , entonces u m b iín puede deducirse su conjunción. Es decir
tjuc de ( )| y (5) obtenemos

S l a conjunción de N y O puede deducirse de O.


Nótese, sin embargo, que cuando se toman juntos (6) y (1). obiC’
iicnms di reclamen Le
1 D puede deducirse de O.

L: Pira una liucuaa&n t o b f t b deduohilícUd « í d h el Coptlulo I. pp (4—45


EL PROBLEMA DEJVSTtriCAJl USA NORMA ÉTICA

El paso de ( I ) y (t>) no es sino un tipo de siVugiimio hipotético: ti


la conjunción de .V y O puede deducirse de O ( ” (6)J, y l ) puede
deducirse de la conjunción de S’ y O |=(J)J, en ton e« D puede
d iatiicir» de O 1={7)J
Kt cnuncudn (7), sin embargo, es c vacíamente lo opuesto a
(2) Estos dos enunciados tomados junios equivalen a una con­
tradicción. esto es, al resultado de que D punte y no puede d e­
ducirse de O. Derivamos esta contradicción introduciendo (■!)*
la cual, hemos de recordar, es exactamente lo opuesto a (3). De
manera que podemos concluir que (4) es aquí, por decirlo así, el
culpable lógico. De las premisas (1), (2) y (■!) encontramos que
p«-dcm»s deducir una auu>contradicríón. Asi pues, usando exac­
tamente el miütito razonamiento que usamos anteriormente para
dncutir 'es' y 'delie', podemos concluir que (3) puede deducirse
de la conjunción de ( I ) y (2)

Oint objtciott ¡a falacia naturalista (dt la itfm ttiá n )

Heme» visto que ninguna norma ótica última puede deducirse


de ninguna otra nornm ética y que ninguna norma ética puede
deducirse de premisas puramente delira» Parecería, p u « , qtie
podríamos concluir que no hay prueba directa posible para una
norma ética última. Sin embargo, dicha conclusión sería prema­
tura Si bien ningún enunciado .icerca del deber y ninguna nor­
ma ética puede d ed u cir» de un conjunto d i premisas tjue sean
en su totalidad cnum .¿du* lácticas acerca del ser. podría no ba­
lante ser verdad que agregando solamente ciertas premisas ana­
líticas pudiéramos deducir algunos enunciados acerca del deber
o alguna norma ética. Si esto puede haberse, entonce«, puesto
que In premisa adicion.il C5 lógicamente necesaria podemos con­
cluir que es lógicamente necesario que si las premisas objetivas
son verdaderas, entontes también lo es U conclusión acerca del
deber. Fito es. la premisa objetiva implicarla Lt conclusión acerca
del deber, y, después de lodo, ’debe' podría derivarse de ’es*. 8
Para ver cómo puede aplicarse (o anterior a 'debe y 'es', con­
sideremos el seguiente argumento:

'* P i n uiu d iK iu t n « c i u de t i « u lilin iliil <¡Id u n p llc ia 'n . * ( « el O *


pliuLo 1. pp. S L—*5.
El. LTJUTAJHSMO LA VERSIÓN D i BEVTIIAM 487

1 a es una acción que lleva ¡íl máximo el mamo total de felici­


dad.
ftjr lo tatito
2. a debe ser realizada.
File argumento ron tina premisa ohjetiva acerca del w t v una
conclusión acerca del deber es inválido. IVro si añadimos como
premisa:

3. Iodo aquello que lleve al máximo el monto total de felicidad


es lo que debe sor realizado,
entonces el argu metilo es válido. Y sí (3) es un enu nr unió analítico
v por lo tanlo necesaria mente verdadero, entonces podemos con­
fluir <|ue (1) implica (2) Por consiguiente, alguien pod ria ofrecer
el irgumento antcrioi para n»ostr;ir cómo es que 'debe' puede
derivarse de 'es1. Esto. desde luego, hace surgir la pregunta de
si (31 es analítica, es decir, un enunciado cuya verdad puede es­
tablecerse apelando •enlámenle a la lógica y al significado de los
término*- Algunas personas parecen hat>er pensado que asi es. y
esta opinión ha sido atribuida a Bettiham a pesar de que piense
que el principio de utilidad necesita una prueba indirecta. Debe­
mos. por lo tamo, exam inar la afirmación de que (3) es analítica,
porque si lo es. entonces no tenemos que seguir Adelante en nues­
tra búsqueda de una norma ética justit» <*blc.
Algunos podrían argumentar que <3) es analítica sobre la base
de tjue, en primer lugar, es analítico que lo que debe realizar» es
lo que lleva al máximo ln que es bueno, y en segundo lugar, de
que la fclii ¡dad general es, por definición, lo que es bueno. Ésta
es la manera cúmo G E. Moore interpreta a Be ni ha m cuando
afirma que Hentham, como muchos otros, comete lo que Moore
llama la "fularLa naturalista".1'1 Según Moore esta Talaría es corne­
ada por cualquiera que defina un término ético coma ‘bueno',
‘correctiV ti "incorrecto’ mediante términos puramente Ek ticos o
dcst npnvds, y que por ln tamo no tienen una fuerza evaluad era
[>e manera que se comete la falacia naturalista ruando alguien
define términos éticos tales como ’bueno’ usando sólo términos
empíricos tales como placer’. ’ Felicidad’, ’deseo' o interés’. Sin

’ ’ V í « C!. E Moore, l’ nnctpw filma, CUtnbrWgr U nw tw ty P tm , Nurv»


l fa r i. 1960. p p 5 21
•1 8 « FL l’ HOBI.tMA I>r. J t'S ÌIH C A H UNA NORMA ÈTICA

em bargo, la falacia no está limitada a c u i definiciones ipte con­


tienen solamente términos natura listas, a decir. empíricos. Se ha
señalado que esta tafacia podría ILimarse mejor lalacia de Li d e ­
finición porqwc, como d k c el propio Moorc, se comete toda vez
que alguien define un término evaluador tal como ‘bueno' me­
diante un térm ino no evaluador.15 L>c modo que no sólo las d e­
finiciones naturalistas o empíricas, sino también las definiciones
metafísicas y religiosas, implicarían la falacia Así que si Moorc
esld en lo correcto, al definir 'bueno' como 'lo que Dio* quiere',
enmele Li misma Enlacia que si lo define como 'placer'.
Ahora clchcmo* pregim i anuís por qué piensa Moore que cual­
quiera de dichas definii iones es falaa. Su prim era ra/ón es que
cualquiera de dichas definiciones haría de muchas preguntas
abiertas o discutibles, preguntáis cerrada* y triviales. Por ejem ­
plo, si alguien (itfiniei.i ‘trj que es bueno1 como ‘placer’, cnton-
ces la pregunta aparentem ente discutible ‘tfcs siem pre bueno el
placer?" se convierte en nada más que la trivial pregunta "¿Es
placer el placer?* Sin duda vale la pena discutir si el placer es
siempre bueno, pero nadie emplearí:t su riempo en discutir si el
placer es placer. Otra manera de ver esto es dándose cuenta de
que muchos enunciados que usamos para recom endar o conde­
nar que alguien haga .tlgo se convertirían en sim pk* oraciones
trivulm cnle verdaderas v perderían su fuerza evaluadora. Por
ejemplo, si le digo a alguien que debe fomentar la Icltcidad g e­
neral porque fomentar la (eliodad general es fomentar lo que
es bueno, quiero apoyar cierto tipo de acción aprobándola. Pero
si 'lo que es bueno' significa 'la te lie id ad general* en tunees lodo
lo que he dicho es que k debe fomentar la felicidad general por­
que fomentar 1,4 fciicidad generales Ib mentar la felicidad general.
F.Ma úliima afirmación no sólo es alnurda. sino que es claro que
no es un caso de apoyo a algo mediante su aprobación.10 Podría
haber di lio sola me me, "porque matar es matar" o "fomentar la
miseria es fomentar ta miseria“. Pero la afirmación original no es
absurda Por lo tanto la última nn es una traducción adecuada

11 V í a » W Fnnkcm, "TTie N ilu ijtú lk Fallacy", rn W. Sellare |J Mtnprn


( « t i ), Kraéingt m Flhttai TTunry. 2a r«J., Appleton CenturvCrofn. Ntirva York.
1970. pp. 54 62
•* fjira unacluruuAn m i» <iel*U*d4 « r e m flr rtmn ta litara naiur.iInLi Uc«i
A qur U ikilitiii liu m a' w n li m (unain de iptobxiA n. R M U jfr . Thr
l.anfuagt af Munii, Oxfunt LFnivcrot; i'rrs Nueva York. IOS!, Cipilulo 5,
E l trn U T A IU S M O IJtVFRSIÓNDEBENTHAM 1S9

de la afirmación original, y cualquier otra traducción que deje


lucra el elemento evaluador y por lo tanto moral, también será
inadecuada
l.as conseoiencias de esta falacia son importantes. Podemos
ahora declarar que ninguna afirmación ética puede derivara? de
premisas filan as, poique ninguna está implicada en un enun*
ciado táctico. Cualquier enunciado semejante implicaría una fa­
lacia naturalista o d t LHlcñnuióit. Por lo tanto, también podemos
concluir que ninguna norma ¿tica está implicada en un enun­
ciado Cáclico. lie a l a manera hrm os establecido lo que se ha lla­
mado la autonomía de la ética. Es decir que, ningún enunciado
é lk o puede derivarle de ningún enunciado que no sea ¿tico, de
m alicia que ningún hallazgo científico implica un principio ¿tico,
ninguna ¡ifínnaiiAii metafísica implica un pñnupin ¿tico, y nin­
guna afirtiuu íi'm religiosa (que nn sea ética) implica un principio
ético. Na podemos, pues, tener la esperan»! de encontrar una
pl ucha directa del principio de utilidad o de cualquier otro prin­
cipio ético en la cual el principio deba deducirse de premisas que
no sean éticas V puesto que hemos visto que ningún principio
ético último puede deducirse de premisas éticas, podeim « con­
cluir que iVentham estaba en lo correcto: no existe prueba di recta
del principio de utilidad 111 de ningún otro principio clico último.

I j t p n t r b a in d u r e ta d e B e n t h i m d t i p t m a p t o d r u tilid a d

Rcniltam utiliza sólo el upo de prueba indirecta que liemos usado


a lo largo del capitulo, tu primer logar, afirma,

Debidos Li consiiiuciOn ndiur^] de U rctruriuni humana, en U nu-


yorij dr las nrasiofia de >u vida, en g rn m d lo* hambres abracan
c v r principio, iiu peinar rn él; *i no para ordenar »u* propias ac-
rjonrü, s¡ para [faiar de arrimarla», así ccuuo l l t d c Ich d m láí hom-

Es decir que. según fícnthani. el principio de utilidad prescribe


aci iones qued e una manera ¡irrtü ca los seres humanos creen que
snn correctas. Fn segundo lugar, todos los principios que difieren
en m anto a lo que pi escriben del principio de utilidad se enfren­
tan a objeciones suficientes para rechazarlo«. A partir de m a s dos

11 H m l h l l t i, Tiu IM lu n itb , Jip 1 9 -3 0


490 EX. PROBLEMA [>E JUSTIFICAR UNA NORMA ÍTtC A

premisas Bentham concluye que sin duda se nulifica que acepte-


tnm ct principio de nulidad como la norma ¿tica correcta.
Si bien en general Bentham deja que el lector investigue si
su principio está de acuerdo con mientras creencias íiic¡is ordi­
narias, sí proporciona m zon n para rechazar lodos los principios
que se le oponen Diré que cualquier p rin cip io d iferente det suvo
es o bien completamente opuesto a éste, o bien ocasionalmente
opuesto. Al primer principio que se le opone lo llama pnnnfno
drí ascrtvrmfí, el cual, dice Benthani. "al iftu.il que el principio de
utilidad, aprueba o desaprueba cualquier acción de ¿cuerdo con
la tendencia que parezca aum cniar o disminuir la felicidad de
la parte cuyos intereses estén en Cuestión; pero de un modo in­
verso: la aprobación de are iones en 1» medida en que tiendan a
disminuir su felicidad, y su desaprobación en la medida en que
tiendan a aum entarla".1,1 Como lo señala Bentham, si dicho prin­
cipio fuera seguido con consistencia. la tierra se convertirla en un
infierno viviente en muy poco tiempo. Pero el principal ¡naque de
Bentham consiste en señalar qtic lo» humanos son incapaces de
seguir este principio con consistencia. Por consiguiente, puesto
que, como ya hemos visto, debe* implica ‘puede', podemos con­
cluir que ea falso que todo* deban seguir dicho principio. Pode­
mos estar de acuerdo <on Be nlham en que debemos rechazar este
principio.
Bentham agrupa todos lo* princpm s del segundo tipo que se
oponen al principio de utilidjid — (ipoque sólo en algunas situa­
ciones se opone a lo que el principio de utilidad prescribe— L ijo
varias versiones de ln que el llama pnnn pw de la simpatía y ¡a anti­
patía. Con ello quiere decir

aquel principio que aprueba o desaprueba cierta* acciones, no en


U medida en que tienden a aumentar la felicidad, tampoco en U
inedidu en que tienden a d im in u ir la felicidad de la parte cuyos
intereses m i n en cuoitión, «¡no simplemente porque un hombre
se encuentra a tí mismo dispunto * aprobarla* o deuiprcitarla*,
sosteniendo esa aprobación o desaprobación ram o una ratón sufi­
ciente por si misma, y renunciando i la necesidad de buscar uru
b **c extrínsccn.’ *

¡b u l . p. 21
'* Ibtd , p. 28.
EL n II.ITABISMO U VERSIÓN PJ. SF.NTHAM 491

Dichos principios, romo lo se fíala Bcntham. no apelan .1 cualquier


norma que sea independiente de los sentimientos y opiniones de
aquellos que proponen los principios. La apelación es, en lodn
1 aso, a lo que algunos aprueban o desaprueban. Sin duda, nin­
guna iiurin.i etica jwstinrahk puede derivarse de esta manera. Si
Bcntham está aquí en lo correcto, deberíamos no sólo rechazar
el principio que se opone totalmente al suyo, smu todos aque­
llos que se oponen ocasionalmente Sólo quedaría el prinripio de
Bcntham.

Objeeión a la prueba de Brtilhan, no refuta


todas las opiniones que se le oponen

! (ay Jo s puntos en la prueba de bcntham que podemos atacar;


su razón para rechazar todo* los principios que se oponen en
amurca* »ilu sio n e* aJ principio de uulidad, y, segundo, su afir­
mación <lc que ninguna acción presenta por su prinripio es mo-
rnltiu'nie repugnante. En piim ei lugar conMilcrcmos la manera
romo He oliiani caracteriza todas la versiones del principio de
simpatía y antipatía- 'Ninguno de dichos principios, afirma, son
normas independientes de los sentimientos de la gente. Esto, por
supuesto, no es su ficicme para distinguir estos principios del suyo
concernicntc a Li felicidad de Lis personas. Sin embargo, continúa
raractcnzando estas teorías m ales diciendo que sustituyen a una
norma objetiva por una mera confianza en los sentimientos de
aprobación y desaprobación. De manera que, segun Bcntham,
indas estas teorías se reducen a afirm ar que deberíamos emitir
nuestros juicios morales bajándonos simplemente en cómo nos
sentimos en ese momento, rodem os estar de acuerdo con Bent-
hani en que todas las versiones del principio de simpatía y an­
tipatía deberían ser rechazadas, pero io que con toda claridad
parece falso es su afirmación de que todos los principios ocasio­
nalmente opuestos ai suyo son versiones del principio de simpatía
y antipatía. Considérese, por ejemplo, el egoísmo ótico, que a ve­
ces prescribe acciones que se oponen al principio de utilidad de
Bcntham. Está claro que es una norma objetiva aplicable a toda la
Kcnte en todo momento, y no prescribe acciones basándose en lo
que para alguien resulta que es correcto o incorrecto en ese mo­
mento. A veces se opone al principio de Bcniham. pero no es una
versión del principio de simpatía y antipatía La defensa de Be ni-
■192 t i p ¡in m .r h a he ju s t if ic a r Un a n o r m a é t ic a

haiti <lc si» propio principio fracasa, en ronvnucnttn, porque no


ha consideradlo tocios lo» principios rivales,
Bcnrh im podría responder que Id a principios que ocasional­
mente *c oponen al suyo tam hkn frai ¡tsan pnrquc no roruide-
nin a inda la gente involucrada, ("tro sí bien esto es verdad de)
egoísmo, no necesita ser verdad de cualquier olra teoría rival
de! principio de Bentham, porque podrían ser genuinos rivales
y considerar a (oda la gente involucrada en la medida en que no
consideraran sólo la li l i r i d a d de lodos los involucrados. Bent-
harti desde luego, no podrá rechazar los p i . n c i p j n s opuestos ba­
sándose en que no consideran soto La fein klad de todos. Si lo
hiciera. s ó ! d mostraría q u e difieren d e su propio principia, pero
esta no es razón suficiente para rechazarlos. Por lo lanto, esta
parte de la prueba indirecta de Bentham fracasa porque Bcnt-
ham no ha podido mostrar que sólo el principio de uültdad y el
pnndpin del ascetismo anteriormente rechazado son principios
umversalmente aplicables que pueden aplicarse <Je una manera
objetiva.

E l c ilc u lo h td x m isla

Si bien, tome hemos visto, Bentham no ha demostrado que io­


dos los principios diferentes al suyo pueden ser rechazados, o te
fracaso no es vital si. como cree FVcniham su principio, y sola­
mente su principio, no prescribe acciones moralmente repugnan­
tes para los seres hum anos. Sin embargo, si encontramos situa­
ciones en las que lo que su principio prescribe es moralmcnte re­
pugnante, entonces Rcniham estaría en una seria diliculiad T ra­
temos, pues, de pensar en una situación semejante. Para hacerlo
debemos tener alguna idea de cómo podemos llegar a una con­
clusión acerca de lo que lleta al máximo el monto lotal de placer
en cualquier situación. El método propuesto por Bentham a lo
que se ha llamado tAlculo hedoniita, porque propone una manera
de calcular el monto tota) de placer señalando todos los tactores
pertinentes. Según Bentham hay siete factores pertinenics dife­
rentes que pueden d iv id ir» en tres diferentes categorías básicas.
El primer upo de factor es el ¡pie incluye las características per­
tinentes de cada placer y cada dolor producidos por la acción en
cuestión; el segundo tipo incluye la tendencia de un placer o do­
lor particular para ser seguido de más placer y dolor, y el tercer
EL UTILITARISMO; I.A V E R SO S DE BLNTKAM 493

tipo consiste en el método que incluye los cálculo» de iodos los


placeres y dolores que m u lu n de la acción en cuestión. Enum e­
re moi « to s factores de la siguiente manera:
Características mtrínsrcas del placer y del dolor
I Intensidad de cada placer o dolor.
2. Duración o longitud del tiempo de cada placer o dolor.
3. Probabilidad de que el placer o el dolor ocurran después del
acto.
Esto o afectado por:
I, Propincuidad o cercanía m el tiempo del placer o dolor res-
pecio del acto.
Característica! consecuentes del placer y el dolor
5. Fecundidad o prolabilidad de que la sensación sea seguida
por otras sensaciones del mismo tipo.
6. Impuirza o probabilidad de que las sensaciones sean segui­
das por otras sensaciones del tipo opuesto.

Suma de todos los placeres y dolores que resultan del acto


7. Magnitud de los pbccrcs y dolores,20
Podemos ilustrar mediante «n simple ejemplo cómo esloe facto­
res pod rían afretar la suma lotal del placer y el dolor que resultan
de) acto. Digamos que usted, una persona con el dinero apenas
suficiente para comer, se encuentra una cartera que contiene mil
d ó tares y tarjetas que identifican al propietario como mulitmiHo-
nario. Planea regresar la cartera, pero se debate entre regresar o
n oel dinero. ¿Qué debe hacer? Para decidir lleva a cabo el cálculo
hrdonLsta Calcula que puesto que ni usted ni el millonario tienen
personas que dependan de ustedes, no hay que considerar a na­
die aparte de ustedes dos. Sólo debe medir el placer de usted y el
dolor de él si conserva el dinero, contra el dolor de usted y el pla­
cer de él si lo regresa. Podemos sin duda suponer que la intensi­
dad del placer que usted puede obtener al emplear el dinero para
comprar comida, bebida y diversión sobrepasa con mucho a la

” Ea reUaOa con el rn u n ciw )« del d k u lo hedoiuiU d * B rM k im . v í u t


<M ., pp, 37—10.
-19-1 EL PkOBLfcfclA DE JUSTIFICA» UNA NORMA ÉTN^A

intensidad de Li irritación del mi Unna rio por no verle devuelto su


dinero. Adcniát, la duración del placer tic usted probablemente
superará con mucho Li irritación de í l Podemos suponer que es
muy probable que usted obtenga placer y que él se ir rile, de m a­
nera que lúa tactores (3) y (1) no tendrán mucho efecto. También
podemos descontar el efecto de (5) y (6) en el caso del millona­
rio. porque una vez que su irritación haya desaparecido tendrá
demasiada» cosas más importantes en que pensar. Tero si supo­
nemos que probablemente usted beberá mucho como resultado
de conservar c| dinero, podemos decir que el placer es de alguna
manera imputo debido al malestar que h seguirá. Así que d e­
bemos sustraer alguna parle de la totalidad del placer de usted.
Y puesto que dichos placeres generalmente no son seguidos de
placeres adicional«, como d icho malestar, podemos concluir que
su placer no es fecundo en absoluto Sin embargo, esti claro que
si usted conserva el dinero su placer excederá con mucho al dis-
pjacerd cl miEtonarjo, de manera que hay un incremento general
cunskicrable en el monto total de placer. Pero si re g re sa d dinero,
el i¡Rero placer que recibe el millonario apenas supera a la infeli­
cidad que usted sentirá cuando piense en los huenos momentos
de los que se estaría perdiendo. Dado tuda esto, la decisión es
f&cil. Lsted debe, si aplica el principio de utilidad, conservar el
dinero.
Hemos visto un simple ejemplo de cómo el principio de utili­
dad debe aplicarse en una situación específica. La pregunta que
está ante nosotros es si hay ciertas situaciones en las que el prin­
cipio prestrimvía am on es moralmcntc repugnantes. Alguien po­
dría afiim ar que ya hemos encontrado una situación semejante
porque siempre debemos regresar los artículo* perd idos a su pro­
pietario. 5ín embargo, hay excepciones a esta regla, tal como la cj-
iada por Püuón en La que no deberíamos regresar un arma mortal
a su legitimo propicia rio quien se ha convertido en un maniático
homicida. Por otra pane, sj bien el ejemplo que hemos utiüxado
puede parecerle a algunos que es un caso en el que lo prescrito
por el principio de utilidad es incorrecto, lo que prescribe no es
un ejemplo bien definido de un acto moralmente repugnante.
Es, sin lugar a dudas, un claro contraejemplo de b afirmación de
Bcniham de que su principio generalmente prescribe accione*
que van de acuerdo con lo que pensamos que es correcto. Ne-
tir U n iJTM U S M O LA VERSIÓN DE BENTHAM 495

ccs .¡um a un caso más convincente para refalar la afirmación de


Bem ba m

Í.'íia objeción a¡ principio de Brntkam. loi placeres id ditis

Debemos usar el táJculu hudunista para avjeriguar qué es lo que


debemos hacer. de manera que si el cálculo prestribe una acción
rtbviamenie inmoral podemos rechazaT el principio de Btntham.
Tomemos un ejemplo del Marques de Sadc- Hay 'Jn cuarto lleno
de hombres que obtienen un placer extremo de la sádica muti­
lación de b niñajustinc,31 Jim in e padece un gran dolor, pero io ­
dos los hnmbres gozan de u n gran plrtcrr. de manera que la su m í
loEal de placer en este caso es mayor que sí Ir» hombres renuncian
3 su placer permitiéndole a Jm iin c seguir »u camino i leu Si ¡ipli-
i amos el principio de Beniham queda claro una vez más lo que se
debe hacer. Los hombres deben gozar su sádico placer v Ju&tine
fiel« su lrit Pero esto es sid duda maralmcnte repugnante. Algo
ha salido terriblemente m.il si un principio prescribe semejan*
res actos sádicos. Podría objetarse, sin embargo, que puesto que
la m utilación que Justinc padece m: convierte en un dolor pro­
longado, nucHira* que los placeres de lo» sádicos son efímeros,
e' niumo total de dolor supera al monto total de placer. Esta
uhjcción puede eludirse fácilmente cambiando b situación por
una en la que este grupo p a n itu b r uiute iicuiprc al objeto de su
sadismo al Gnal de sus regocijos administrando hábilmente una
droga que nía La rápidamente y sin dolor. Aquí tenemos un ejem ­
plo en erque el asesinato, al cortar en seco el dolor sádicamente
infligido, elim inará, en el principio de ftentham. una objeción
considerándola una injuria deliberada.
Considérese otro ejemplo para ilustrar una vez más cómo el
énfasis puesto en el placer, en tanto que jummitm bomtm, puede
justificar el asesinato. Remplacemos al sadismo por c] culto de
ciertas personas que odian el dolor pero que obtienen un in­
menso placer de La mutilación de un cuerpo humano tibio Este
grupo elige cuidadosamente una víctima que no tenga una fa­
milia cercana o amigos y cuya vida no sea particularmente pla­
centera. Si pueden, tratan de escoger a alguien que padece una
enfei incdnd de ta] modo que puedan eliminar su dolor. Matan a

** FJ MinjutidtSjdr JkKiw.
£L PROBLEMA D E JtisnnC AH U N * NORMA ÈTICA

dicha persona tan hábillítente y sin cansar dolor como los sítdicos,
entonces celebran sus golosos ritos. Diclius asesinas pítTeccn te­
ner justificación, de acuerdo tnn el principio de ¡k'iuftani. pero
está claro que están equivocados. lie una forma u otra, si bien d
principio es, tomo liemos visto, iñipare ai no deja {Je omitir algo
que es esencial a la moralidad Debcríamns, entonces. rechazare]
principio de u o rjdad He Beiuham como hemos rechazado antes
el egoísmo ético, porque no hemos encontrado una rayón para
aceptarlo, pera sí hemos encontrado una razón para rechazarlo.
Esto no significa, sin embargo, que ha vamos encontrado ra­
zones suficientes para rechazar el utilitarismo, porque la versión
de Benthntn es sólo una versión particular. Otra versión, la pro­
puesta por Jo h n Stuart Mili, quien siguió a rtentham eti mis ideas
acerca de la reforma social, es un intento explícito por enfren­
tarse a la objeción que acabamos de plantear. Pasemos, por con­
siguiente, a considerar la teorí.i ética de Mili.

EL UTI LITARtSMO: H VERSIÓN DE MlLL

Jo h n StuarL Mili, cuyo pari re era Jam es Mili, un seguidor y con­


te mporáneo de Bentham, tuvo una amplia oportunidad para es­
tar al corriente fie i o í las las objeciones que surgían en com ía deln
teoría de ¿Sle En Consecuencia, en su libro F í utilitarismo, se pro­
puso plantear y justificar una versión del principio utilitarista
Al igual que Benlham internó refutar las objeciones al principio
y formular objeciones a los principios opuestos. A diferencia de
Beniham, trató de consiruir una prueba de su principio menos
indirecta, pero su prueba m u ltó un obvio fracaso. Aquí estamos
interesados primordutlincnte en su defensa del utilitarismo, par­
ticularmente en su refutación de la ob jeción d e que si i ritamos de
igual manera a todos los placeres, como debemos hacerlo al apli­
car el cálculo hedonisu, entonces los placeres sádicos así como los
placeres meramente corporales deben equipa!arse ton los place­
res de la contemplación, la creación, el descubrimiento, y otros
de los llamados placeres mentales Esto es, es mejor ser un cerdo
satisfecho que un hombre insatisfecho; es mejor en algunas si­
tuaciones que los sádicos estén satisfechos a que no lo estén. Mili
responde a esta objeción como sigue:
EL UTILITARISMO: M VERSIÓN im MIÍ.L ■197

F> perfet Lamente compatible con el principia Hft utilidad reconocer


el hecho de que alguna* cittart de placer son m is íicvahlcs y más va ■
lioso* que otras. Serla ahstndo *upotter q ii« lo* phcc-t es dependen
sólo de la cantidad, siendu ¿m que, .11 valorar traías la* deinrf* cosías,
se loman en consideración la calidad lanío cotilo la cantidad.5‘

Calidad v e r s u s cantidad de placer

F j olm o que. contrariamente a lo que dice Mili, las distinciones


cna lila uvas entre los placeres son incompatibles al menos con una
forma del utilitarismo, a saber, la de IVcnibam- I.as únicas ca-
rílftcrísticas del placer y el dolor íjiic debemos t:on>idcrar 011 el
cálculo hedonista son su intensidad y su duración. No hay ningún
factor disponible para distinguir entre diferentes lipos de place­
res v diFcrcntes tipos de dolores t)c manera que Mili lin tomado
una orientación radical a partir de la teoría de lkrnihatn. Cuán
radica! es su orientación puede verse exam ina rulo el criterio que
propone para distinguir eníre niveles cualitativos del placer Hice.

S¡, de dus placeres, hay uno al cual, independientemente de ctial-


quicí sentimiento de obligación moral. dan una decidida preferen­
cia todcs o casi todo» It* que tienen experiencia de a m i**, 6(0 es el
pLiccr más deseable. Si quienes tienen un conocimiento <1d en u d o
d r ambos, cokicana uno tan por encima del otro, que,aun sabiendo
que han de alcanzarlo con un jp'ado de sati«faie¡ón inerioi, no lo
cambian por ninguna cantidad del otro placer, que *u natitralcva
les permite gozar, está justificado atribuirle al goce preferido una
superioridad cualitativa tal. que la cuantitativa roulta, en compa­
ración, de pequeña importancia."

El criterio de Mili nos dice que decidamos qué placeres son cuali*
tativamente superiores mediante una especio de votación de
aquellos que han experim entado los placeres en cuestión. Esta
parece ser una forma eminentemente democrática de decidir la
cuestión, pero veremos que no lo es. Es posible que los resultados
de dicha voiacíón muesLren simplemente un amplio desacuerdo
o incluso una preferencia por los placeres “ de los cerdos". Mili
sin embargo parece ignorar esta posibilidad inmediatamente, ya

** Jciíin Stuart M ili, E l •UilUvnmn. ira d u c fiA n del in g lfe d r R a m ó n Castilla,


^ íU ila r , B u c n o i Aire*, t y t O , p p . 3 0 -3 1 ,
a Hid . p. SI.
498 EL PROBLEMA DE JUSTIFICA* V f t A NOkMA ÉTICA

que asume que el "veredicto de lo» único» jueces competentes"


será que “ aparte de su intensidad, leu p lacer« derivados de las
facultade5 superiores son específicamente preferibles a aquellos
de que ca susceptible la naturaleza animal, separada de las facul­
ta d « superiores.., "*4 A Mili le parece claro que los placeré* más
nobles, aquellos que están asociados al intelecto de la persona,
ganarán las votaciones ¡obre los placeres corporales más bajos o
“ propios de los cerdos" Así pues, para Mili, el utilitarismo puede
eludir la objeción de que es «na filowfía de cerdas. Para enten-
der por qué MUI está u n seguro del resultado de dicha votación
debemos concentrarnos en ia frase clave, 'los únicos jueces com-
peirnic»' Al usar esta frase Mili quiere decir que la persona que
lia »h o rcad o loa p lacero más elevados pero que prefiere los pla­
ceres corporales es un renegado, una persona de voluntad débil
que no es competente para ju zg ar -Su wato, por lo tanto, no debe
ser tomado en cuenta*
Quizá podamos encontrar alguna manera para justificar la re­
vocación del derecho ni voto de loa habitantes de un barrio bajo
que han raido de algún estado superior previo, pero no está claro
cuáles serian las bases. Sin lugar a dudas está claro, sin embargo,
cómo debemos tratar a los sádicos, masoquislas. incendiarios,
yenrj y otros que podrían preferir los placeres exóticos a los “ no*
bles” . Tal ve/, peni riamos llamar a esta gente, pervertida, y sólo
permitirle decidir a !a gente normal. Pero incluso si pudiéramos
decidir quién es normal sin caer en una petición de principio, se­
guiríamos encontrando muchos hombres, como D. H Lawrence,
quienes, si tuvieran que escoger entre los placeres intelectuales
y los p lacer« sexuales, afirmarían sin vacilar que escogerían los
últimos. Sería muy difícil mostrar que esta gente es renegada o
pervertida Por otra parte, esta gente trata a menudo de justificar
su elección basándose en que, por ejemplo, sin placeres sexuales
la gente se vuelve aislada, solitaria, apariencias huecas sin capaci­
dad para comunicarse con sus semejantes, Esta gente argumenta
con frecuencia que en esta ¿poca de cnuicnacion y automatismo,
la única manera de evitar la deshumanización es a través de una
apasionado vínculo construido sobre la base emocional de los go ­
ces y placeres de los actos sexuales compartidos También hay
muchos otros, incluyendo muchos filósofos, que están de acuerdo

« ÍU á .. p 35
rj. m u t a r is m u ia v e b íú n ni m ii.l 499

L'.*n Mili, p e ro u n a votación difícilm ente constituye ln m an era


.itlcfu ada p a ra m o s l í i f q u e están en lo correcto. ¿Y q u é pa±a
con la |¡ian m ayarla d e la gente q u e a lo largo d e toda su vida
u cn e pocas o p o rtu n id a d e s p a ra e x p e rim e n ta r los placeres sin te­
ner la cu lp a d e ello? A este respecto, dicha gen te no cuenta com o
una y, com o resultado, una vez que u n a je ra rq u ía d e p la c e r a k

ha decid id o, no p o d ría n contar com o una al aplicar e| prin cip io


utilitarista
U n a votación no parece ser la m anera correcta para decidir
tita cuestión, tp erú d e q u é o tra m an era p o d ría decidirse? M u y a
m en udo, r u a n d o se d ebate esta cuestión, el argu m en to p ro ced e
re íiiicn d o se a a q u d lo ro n lo q u e los placeres están asociados o
aquello a lo q u e conducen. L o s placeres cualitativam ente s u p e ­
riores resultan ser aquellos q u e están asociados a lo q u e o mejor,
p o r ejem plo, p ara el intelecto d e una persona o p ara el a m o r d e
u tía person a hacia sus semejantes. Pero una vez q u e se h;i to m ad o
este cam ino, el m ilitarism o se ha a b an d o n ad o , p o rq u e el p r ín a -
pjL> ético básico es e| q u e w usa para distin gu ir la je ra rq u ía de la*
t osas q u e son buenas, y para ello no hay necesidad d e referencia
alguna al placer U n utilitarista n o p u e d e »eiruir esta vía. Si vam os
a ser utilitaristas d ebem o s estar d e ac u e rd o ya sea en q u e todos
los placeres o, si no, que sólo ciertos placeres, son la* únicas c o ­
sas intrínsecam ente buenas. Si tom am os la p rim era alternativa,
entonces su rge la objeción d e q u e el utilitarismo im plica q u e es
m ejor ser un c e rd o satisfecho q u e un Sócrates insatisfecho Si p r o ­
bam os la segu n d a, entonces sim plem ente p od em os cnu m crar los
placeres d o ac u e rd o con una je ra rq u ía cualitativa sin justificar
la litia refirién d o n o s a otra cosa q u e sea intrínsecam ente buena,
l’o i consiguiente, no h abrá m an era d e d ecid ir entre listas a h e r-
nativas y p o r lo tanto no h abrá L a s o p ara d ecidir lo q u e d e b e h a ­
cerse en situaciones particulares. Puesto que n in gun a alternativa
c» atractiva, tal v c j debam o s a b a n d o n a r el utilitarismo y con él la
afirm ación que liem os estado con sid eran d o a partir d e nuestro
exam en del h edonism o egoísta, a vnl>cr, qu e el placer es la única
c o s íi intrínsecam ente buena.
500 E l P R O B I FMA P f. JI.’SMFICAM l'N A N O R M A Ín C A

U N A OHJECIÓN A L u t iu t a r e s m o

DF tIERKS tS P tC IA l.F S

El utilitarismon ifi etn.i oirn* problemas. Tania la versión de Nf¡II


conif) l.t tJc llcmliam cti fremati dos serias objeciones adiciónale*
La primera se lig u e n la incapacidad dej utilitarismo para expli­
car dtheiei esftttinUi, Sin duda parece haber deberes u obligado-
n a que algunas personas uenen, dada su condición particular
y especial, pero que1 oirás perso nu.\ no tienen. Por consiguiente,
eaioi dolieres son difcrenic* de las obligaciones que iodos (ene*
inos, Cülno pui templo, la de llevar al máximo la felicidad. I as
personas que son padres, m aeitios o jueces, por ejemplo, tie­
nen obligaciones espn 'utl» para con sus hmi», alumnos o acu­
sados, respectiva niente, obligaciones tjiu otros no itóncn con la
mÍNiiia jjjcnie 1.1 militai imiw parece M.*r incapaz de explicar estos
deberes Cuando un maestro califica un texto o un examen, no
detkle la calificación b,L\.WIo3C en b* que llevaría al máximo la fe-
líen l.u] global en ese caMJ p.n iji ulai. Traía ile calificar basándose
sola merme en la entidad del trabajo realizado, incluso si la califi-
cacii>n res»litante produce nuW dolor que placer. Si produce más
Helor íestí siendo inmoral. Muflios estudiantes parecen pen­
sa r e>o, pero difícilmente seria correcto dar una calificación de
acuerdo con la iimuctíi como afecta n la felicidad de tos intere­
sados Podemos imaginar .1 un estudiante solitario injustamente
despreciado por sus compañeros v que sería injustamente ti es fa­
vorecido en relac ion con estudiantes fluís populares. Así pues, los
maestros parecen tener, dada su posición única, una obligación
completamente independíeme del principio de utilidad. Los de­
beres especiales, por Iti tamo, presentan otro problema al utilita­
rismo v a la afirmación principal de que solamente los placeres
son iiitríiisecjmienic bueno
1 lentos visto jólo 11 ti ejemplo en el que la aplicación del prin-
cip io de utilidad provoca que alguien sea tratado injuMa mente.
Un problema similar .surgiría si un juez o jurado tuviera l.i ins­
trucción <le decidir si alguien es culpable basándose en lo que
lleva al máximo la foli idad global. F-sto sería ¡musió en muchos
casos, y .punía a lo que tal ve/ es el problema m i* serio con el
que s e enfrenta el utilitarismo, el problema de la equidad y l i jus-
tii.a hste parece ser un problema independiente- de! problema
OTRA OBJECION Al. im UTAfUSMO 501

ilc los deberes especiales poique no sólo los jueces y jurados d e­


ben ser justos; o una obligación que cada uno de nosotros parece
icncr respecto de mis semejantes Puede parecer extraño que la
equidad sea un problema para el utilitarismo, porgue pasamos
del egoísmo «ico al utilitarismo en busca de una norma impar­
cial Rs %x‘rdad que el utilitarismo e» imparcial al tom ar a cada
persona como una y no como n»As de «na, por lo menos rcspctLo
de la cantidad d r placer y dolor, pero éste no es el único tipo de
imparcialidad m oralícenle pertmenie, y íin duda no es el único
tipo que puede ser pertinente para la justicia.

O tra ohjeción al u t ilit a r ism o .


Kl- PROBLEMA t>E LA U’STtClA

El problema de la |»st« i.i «pie enfrenta el uúiiiarismo *c demues­


tra con un ejemplo de un chivo expiatorio Imagínese un pueblo
donde la h>|J de una tamilia prominente h¡i sido secuestrada rc-
cicntctnenie cu plena luz del día, después violada y brutalmente
¿ te in a d a La policía es totalmente burlada, y entre la ciudadanía,
epatada por lu* periódicos locales, hay un desden creciemc ha-
t u |.| policía Cada vez es más dificil para la policía controlar a
l.i juventud del pueblo, los crímenes aumentan, y el pánico se
extiende. Parece que debería hacerse algo para restaurar la con­
fian/a en la lev > en ti policía En esc momento el jefe de la po-
licta decide encontrar a alguien que pueda ser acusado por los
crímenes y sometido a un juicio rápido y decisivo El primer v a­
gabundo del primer iren que pasa es aprehendido, y con falsos
tesoros y un jurado cuidadosamente escogido, es condcnatfa a
muerte. El pueblo respira tranquilo, la policía recibe elogios, la
felicidad y la tranquilidad se restauran — salvo por un patrullero
que sabía que el hombre ejec,ul.ido no era culpahlc. Pero el jefe de
la policía, que no cía conocido anteriormente por su moralidad,
lo tranquiliza inmediatamente dándole un curso rápido de utili-
■artsnio y mostrándole asi cómo la felicidad global ha sido llevada
al máximo.
Éste es mi ejemplo de un obvio desatino de la justicia. Dicho
taso podría ocurrir, como podría fácilmente mostrarse, si ima­
ginamos que la ciudad se enciieitim en el sur de Estados Uni­
dos y que un to el violador como el vagabundo son negros. Sin
embargo, dichos casos 110 deberían ocurrir, y sin duda cualquier
f,[ PÍOBI-tM A nF .JU ÍtIÍ1 am t.'N H NORMA ¿TICA

principio ótico que lo« prescriba es claramente incorrecto. El uti-


ütarisnK», p u ís n que sacrifica Id justicia poi la felicidad global y
por !□ tañía Din ¡fe un ingrediente escorial de la imparcialidad,
debe je r rechazado en favor de una teoría etica que considere 3
U justicia como una pane esencial de la moralidad. Para encon­
trar dicha teoría, debemos pinar a una norma que se distingue
radicalmente de rodas las que hemos elim in ad o hasta ahora en
que no considera pertinenies las consecuencias de un acto para
decidir «i es correcto. Dicha teoría ¿tira ha sido llamada “deon-
tológira" porque lince hincapié en que Li moralidad está esencial­
mente basada en Li relación enrre un acto y las leyes o principios
morales mis que en ¿u relnóún con sus consecuencias.

F T t C A P E O fiT O L Ó C IC A :
LA TEORÍA DE ItAST

todas las teorías lL>. is que lientos exam inado hasta aquí han te-
n«dt dos cotias en común- Proponen algo como el summum bonum
o níiiyor bien, y prescriben que loque debe hacerse sea para llevar
al máximo el m aw r bien, cualquiera que éste sea. Por ejemplo,
tanta el hedonismocgDEsta como el utilitarismo de Bcntham están
de acuerdo en que puesto que el placer, o la felicidad, es lo que es
bueno en sí m^mo, es c\x¿mwumbonum v debemos tratar de pro­
ducirlo siempre que sea posible. En lo que difíeren es en sus afir*
mariones sobre quién es la persona cuyo plater debe ser llevado
al máximo. Para es las teorías lo que es moralmentc importante
es si maestras acciones tienen o no consecuencias que producen
el tnavor bien Las teorías que ponen énfasis rn las consecuencias
de las acciones han sido llamada* teorías éticas ideológicas” .

FJ Arrii mayor: una bitftiti twluHtud


El gran Dlósafo alemán I mmanuel Kitni propuso una teoría n ica
que es muy difícil de interpretar, aunque generalmente ha sido
entendida como el ejrmptu principal de teoría dconlológica, Va­
mos a seguir esla ¡nirrprelación. Kant comen/ó su búsqueda de
un principio ¿tico básico de Eli misma manera como lo hicieron
henthnm y Mili Taiiibiéncm pcwlinijcnLm docnconfrarel mav.n
bien Sin embargo, lo c|ue concluyó fue lan diferente de las con­
clusiones alcanzada* por lo* nirtis, que en su teoría lo que con»-
ÉTICA dEONTtJL¿H.!CA 50 3

tituye el mayor bien pucd« alcanzarse sin tomar cu cuerna Jas


consecuem as de un acto. Para ver cómo llegó a esta conclusión
debemos entender I.1» condiciones que él exigía de cualquier cosa
para que fuera el mayor bien Según Kant. el mayor bien na sólo
debe ser bueno en sí misma, dd»c ser bueno sin restjicción.21 t'sto
quiere decir que no hnv situaciones en las cuales añadir lo que es
el mayor bien hace que la situación sea peor moralmente. Utili­
zando éste como su criterio, Kant puede clim l a r todos los candi­
datos principales que aspiran a ser el mayor bien, porque cuando
uno de éstos se añade a ciertas situaciones las empeora. Kant eli­
mina las facultades “elevadas" tales como la inteligencia y el juicio
porque si una persona con malos propósitos también tiene un alto
grado de inteligencia, los resultados son peores. También elimina
rasgos tales vomo el valor, la decisión y la perseverancia porque
“ pueden volverse extremadamente malos y dañinos si la volun­
tad, que ha de hacer uso de estos dones de la naturaleza, y cuya
peculiar constitución se llama por eso carácter. no es buena".16
Rechaza lo que él Uama dones de la fortuna, incluyendo el poder,
la riqueza, el honor, así como el candidato utilitarista, el placer,
porque éstos también pueden hacer que ciertas situaciones sean
peores de lo que serian sin ellos. Si, por ejemplo, escucháramos
que los verdugos de Auschwitz obtenían placer de sus horribles
acciones, incluso si estamos de acuerdo en que el placer es bueno
en si mismo, no pensaríamos que este placer hacia que la situación
mejorara Pensaríamos más bien que hacía que sus acciones fue­
ran mucho peores. Después de rechazar estos candidatos Kant
propone lo único que según él coincide con su criterio. En un
famoso pasaje dice:

Ni en el mundo, ni. en general, tampoco fuera del mundo, es p o­


sible pensar ruda que purda considerarse cernió bueno sin restric­
ción, 4 no Un mÜu iuu buttul inJunLaA 17

Kant afirma que lo único buen» sin restricción es una buena vo­
luntad, pero explicar 1» que quiere decir con 'buena voluntad'
no es nada fácil. Para miestrt» propósitos bastará con empezar

® K jn l i llm ilr r|t> r * b u en o mii r rilr u n r tn r n la p r i m f f í « r r a í n de funda-


mmiandii it Im nUafínta i* tai íüiípikit m , frlito ru il PnrrQ j M im en , t í í l , p 9.
W I M . p 21.
r Ibid
EL PROBLEMA DE JUSTIFICAR UNA NORMA ÉTICA

señalando que sejjiín Kan( "la buena volnnr.nl no es buena poi


lo que eiettúc o realice, no es buena por su adecuación para al­
e a n » ! algún fin que nos hayamos propuesto' 311 t ilo es porque
lo q ue hacemos como resultado de la voluntad, puede, por casua­
lidad, torpeza o interferencia de otros, ser totalmente opuesto a
lo que habíamos decidido. Sabemos del inepto bien intencionado
y drl villano que, .1 pesar de todos sus planes, de hecho ayuda al
h£roc Kant dice que la voluntad "es buena sdlo por el querer, es
decir, es buena en sí misma".8* Esto quiere decir que el que una
voluntad sea buena no depende de las consecuencias del querer
sino de ti manera de q uerer Esto se pone de ir nnificsto en la
siguiente defi nriAn que podemos mili zar para expresar el punto
de vista de Kanti

5 tiene buena voluntad = 4 ,/ actúa por respeto n leyes m oral».

Esto ligue siendo tan sójn un comienzo porque hemos introdu­


cirlo dos nuevos términos que emplea Kant, fos rúales requieren
una exp licaran : "actiln por respeto a 1 y 'ley moral'. H primero
puede explicarse distinguiéndote de 'actúa de acuerdo con 1 de la
siguiente manera:

S artfia de acuerdo con el prini ¡pío P «¿w S hace algo que es


compatible con lo que P prescribe

5 acUm jwT rfsprsa al principio P = j,f S líate algo por la sola


niíón de que lo que está haciendo es compatible con lo que
P prescribe,

Frecuentemente podemos actuar de acuerdo con un principio sin


ser siquiera conscientes de ¿I c incluso cuando 1 miamos de vio­
larlo, Cuando ti mayoría He nosostroj conduce un coche actúa de
acuerdo con le^es que se reíkren al límite de velocidad, a veces
porque queremos, otras sin tener ningún pensamiento o desc«
ul rcspocio. y otras cuando tratamos de quebrantar la Jcy, si, por
ejemplo, pensamos equivocadamente qtie el limite es m is baje
d c lo q ite e n realidad es. En h i n g u n n de e s to s casos act ti unos por
T c s p c t o a las leyes. Actuamos p o r riapeto a una ley sólo cuando

*■ p si
** itrj
ÉTICA d eo nto ló c ICA 505

nurstra dcciskin de hacer algo se basa en, y sólo en. que Li raidn
de lo que hacemos es compatible con lo que la ley prescribe. De
manera que para actuar por respeio a una ley debemos decidir
b.«»rtdonos solamente en la ra/ón. esto es, sin a p a p rn m en n u a -
ir.LS inclinaciones o d e s e e » . p;ira hacer lo que e s compatible con k )

que la ley prescribe. Si entonces actuamos Irisándonos en nuestra


decisión, se puede decir que actuamos por respeto a la ley.

La Ir, moral 1 ti imperaiiw cattgótiro

l ,i expresión 'lev moral' es más difícil fie explicar. Sallemos tres


cosas:
1 l níl ley moral prescribe lo que debe hacerse.
2 Lo que debe hacerse es producir el mayor bien cualquiera
que fate sea.
3 I na voluntad que aciúa por respeto a las leyes morales es
ct nwyor bien.
I)t !.> anterior pelem os concluir que la ley moral prescribe sólo
una cosa, a saber, que actuemos por respeto a las leyes morales
Esto llene dos consecuencias importantes. La primera es que sólo
hav una lev mora], poique sólo se prescribe una cosa. La segunda
a (jiie, puesto que la ley moral exige simplemente que actue­
mos por respeto a ella misma, es diferente de todos los principios
¿ticos básicos que examinamos previamente, Todos ésto* pres­
criben qué actos debemos realizar, pero éste prescribe cómo d e­
bemos realizar cualquier acto. Por lo unto, no son las acciones
particulares que una ley prescribe las que hacen moral a una ley,
es decir, no es el contenido partit ular de cualquier ley lo que la
hace moral Y puesto que cualquier ley particular consiste sólo en
algiin contenido particular que adopta la forma de una ley, debe
ser esta legalidad lo que hace moral a una ley. Asi que si podemos
encontrar una ley que exprese simplemente esta forma legal de
l>i lev entonces habremos encontrado la única ley moral.
cQué forma tienen todas las leyes p resí «'¡privas? Pueden distin­
guirse de las leyes explicativas, como las leyes cien tifieas, en que
pueden expresarse como impcraüvus acerca de las acciones de la
gente. De manera que las leyes prescriptiva» legales son exp re­
sadas frecuentemente de modo imperativo como en "Reduzca su
506 EL PROBLEMA DF- JU ST IFIC A R UNA NOttMA fT IC A

velocidad" y T ro h iu id o fumar” , V puesto que no hay ninguna


restricción sobre el imperativo moral salvo que expresa hi forma
legal. no hay condicione» que deban cumplirse para que sea apli­
cable. Es. pues, un imperativo incondicional o categórico y es un
imperativo de aplicación universal Asi que la ley moral, al e x i­
gir que actuemos por respeto a ella misma, exige que actuemos
por respeto n ta legalidad universal c incondicional. La ley mo­
ral e*igc que siempre que decidamos hacer algo debemos deci­
dir hacerlo solamente por l.t razón de que hacerlo es compatible
con lo que la legalidad universal e incondicional exige. Y. según
esta interpretación de Kant, la legalidad universal e incondicio­
nal exige que los principios en los que de hecho basemos nuestra
decisión, lo que Katu llama "máximas", deben tener la forma de
las leve» un iversal« c incondicionales. El imperativo moral, por
lo tamo, exige que morntincnir nos estó permitido actuar según
una máxima sólo si nuestra decisión de actuar de acuerdo con ella
es compatible con nuestra voluntad de hacer de la máxima una
ley universal c incondicional que gobierne tas acciones de todos,
incluyendo las nuestras. Kant formula el imperativo categórica
como sigue:

O b ra ífilü icgún uní mínima la I que p it r d » querer aI muino ( icni-


p o q u e wr l o m e Iry u n í t v t ^ l 14

I'ftlMERA FORMULACIÓN DEL IMI'ERATIVO CATEGÓRICO

La roTululación .»menor del imperativo categórico no es la única


dada por Kant, pero es la primera que el deriva. Exam inare­
m o s sil segunda f o r m (ilación m/n adelante en la p f>J | Una cosa
que ambas tienen en coimin es que prcscrilien principios y, por
ende, accione* basadas en los principios, independíenle mente de
las consecuencias de Lis acciones. Una icorfa ética que toma esto
como s u principio ¿lieo bfcico es la leoría dcontológica. Ésta, al
igual que otras teorías ¿ticas, se topa con objeciones, pero an­
tes de exponerlas tenemos que decidir si debemos interpretar
et principio de Kant como una expresión de una condición de
autorización mora) necesaria y su/icientc, o simplemente de una

» ÍAJ . p. s í
PK1ML&A FORMULACION DEL IM PERATIVO CATEGÓRICO 307

condición necesaria d a d a la palabra 'ió lo ', Em o c», p a rte e e q u i­


valente a:

T ien es la autorización d e actuar bajo el prin cipio P sólo a p u e ­


des q u e r e r q u e P sea u n a ley universal.

Por otra partt, si tratam os de interpretarla tam bién com o u n a


condición su (¡tiem e. e n t o n e n su rgen objeciones d e inm ediato.
Si la posibilidad d e que alguien quiera q u e un prin cipio sea una
Irv universal es u n a co rum ión suficiente p ara qu e el prin cipio
sea aqu el bajo el cual d eb e actuar, entonces obtenem os resulta­
dos m oralm ente repugn an tes Prjr ejem plo, un tadom asoquista
p o d ría n o tener n in gú n p ro b le m a al q u e re r q u e el prin cipio que
dice "d a le a L ó p e i cinco latigazos diarios", ie um versalicc en da­
le a toda el m u n d o cinco latigazos diarios“ Pero no d e b e con ­
cluirse de ello que está au torizado p a ra actu ar bajo el principio
d e darle a L ó p ez cinco latigazos diarios. Por lo Uinco d ebem o s
restringir el principio d e m odo q u e e x p re se sim plem ente una
condición necesaria.
N o obstante, u n a v c i q u e hem os rc sirin g id o d e esta m an era el
im perativo categórico, surge otra objeción. E l im perativo restrin­
g id o n o c s d e n in gu n a ayuda en lo sc a so se n q u e p o d em o s q u e re r
que un p rin cip io se unlversalice p e ro en los que no estamos se ­
g u io s acerca de si d ebem os actuar bajo ese principio. L o más q u e
p u e d e d e c im o s el im perativo es que si n o p o d em o s q u e re r q u e
un prin cipio se universalicc entonces no estamos autorizados a
seguirlo, esto es, no dcl>cmo$ actuar bajo ese prin cipio Por c o n ­
siguiente, el im perativo d e K ani, si bien p u e d e ser un elem ento
esencial d e un principio ótico bfcico, no p u e d e ser el p rin cip io
básico m ismo, p o rq u e no es aplicable en m uchas situaciones. De
hecho, pod ría tam bién objetarse, no está claro cóm o se aplica en
c u alqu ier situación, p o rq u e n o está claro cóm o p o d em o s d e r i­
var obligaciones particulares d e un principio tan abstracto. Kant
trata d e refutar esta segu n d a objeción m ostrando có m o d erivar
deberes particulares a partir de su im perativo. L o que intenta
hacer es m ostrar q u e algu ien qu e lleva a cabo un acto particular
basándose en u n a m áxim a in m oral particular caería en un cipo
de inconsistencia sí tam bién quisiera q u e la m áxim a se convirtiera
en tina ley universal. De m an era que la q ue tCnntquic re d e c ir con
"n o p u ed es q u e re r q u e la m áxim a ham la cual aciíin* sea u n a ley
508 t i PROm.f.MA n t JU ST IFIC A R UNA NORMA ÉTICA

universal" Cí (|t)í ii lo h a c a , en ton ce! serás d e a lgu n a m an era in ­


consistente y p o r lo U n to iu decisión será irracional. Pero lo m ar
u n a decisión irracional c* con trario a actuar p a r respeto .1 la ley
m oral, p o rq u e . com n liem os visto, actuam os p o r respeto a 1« ley
m oral ú n k ám en le si tom am os u n a decisión basán don os sólo en
la n u ó n p a ra actuar d e ac u e rd o con la ley m oral.
Exam in em os d o s d e los ejem plos d e Kant p ara ilustrar mi m é­
todo. U n d e b e r fjuc 61 d eriva d e su prim era fo rm u la iió n es el
d ebci d e no hacer un.i L isa prom esa, p o r ejem plo, con el fin de
o b te n e r d in e ro prestado, En este caso, según Kant. la m áxim a
w r ía

C u a n d o m e crea estar a p u r a d o d e din ero, tom aré a préstam o


y prom eteré el p ago , au n cu a n d o sé qu e no lo voy a verificar
n u n ca.*1

Si esta m áxim a se unlversaliza, tendrem os una ley q u e d ig a q u e


cada vez q u e algu ien necesite d in e ro d e b e hacer una falsa p r o ­
mesa con el fin d e obtenerlo, Si ésta fuera una lev q u e g o b e r ­
nara las acciones d e todo el m úralo, entonces, según Kant, nadie
creería una prom esa ticcha bajo tales circunstancias y n adie serta
IL 'v a d o a crccr íitlsits prom esas, i I res u liad o es u n a inconsistencia
em u la intención del m entiroso p a ra e n c a ñ a r a tos d em ás y su
d eseo de u n a le )1universal q u e elim ine el en gañ o. P odem os c o n ­
cluir entonces q u e no debem os hacer falsas prom esas l i e aquí
un p n n rip io ít ic o q u e p ro h íbe actos específicos, d e tal m an era
que. si la derivación de Kant es válida, Kant nos ha m ostrado
cóm o aplicar su principio abstracto a actos específicos. N in g ú n
acto q ue consista en m entir es correcto.
O tro d e los ejem plos d e Kant se refiere a la persona qu e d ecid e
no ayu d ar a algu ien que necesite ayuda. En este eje m p lo Kant
cnik-rtde Id m áxim a d e la siguiente m anera:

N o a y u d a r l a otra person a incluso cu a n d o ésta necesite ayuda.

S i tuviéram os q u e convertir esta m áxim a en ley universal seria la


ley q u e d iría qu e nadie d e b e a y u d a r a c u alq u ier otra person a qu e
necesite ay u d a Pero, afirm a Kant, indos d escam o « que alguien
nos a y u d e c u a n d o nos encontram os en problem as, d e m an era

** )ha , p 40,
ntlMERAro&Hl.iLAaetanEl IMFERATlVOCATEGÓRICO 509

que nuestro d csco d c ay im Ja esta ría en co nflicto con mic±l ro d c w o


He q u e ln an terior sea u n a ley universal q u e g o b ie rn e las acciones
Ilum inas. Así pues, leñem os la ciblignción d e a y u d a r a o li o » en
■¡ai iiaci-mcs específicas cu an d o estos ncccsitan ayuda.

tíó/mifa a la prim/na form u la ción :


iifUé máximos hay tjiu ttiiiversalizar?

I ¡c in c » i e¡la a partir d e los dos ejem plos an teriores q u e e l m étodo


d e Kiiut p ara d e riv a r d eberes espetMicos d e la p rim e ra form u-
Lición (tel im perativo categórico d e p e n d e de la derivación d e un a
inconsistencia cu a n d o <icrtns m áxim as se unlversalizan. H a y d o s
problem as básicos en esta derivación. El p iitn e ro es el p ro b le m a
d e aplicar La prime ni form ulación a las m áxim as. ¿A cuáles d eb e
tplicarsc y a c u á l o no d e b e aplicarse'- El .segundo es el p ro b le m a
de «i Kiiiit p u n te » nn, com o ¿I afirm a, d e riv a r una clara incon­
sistencia ¡il aplicar e « a prim era form ulación. Para ver el prim er
p io h k m a c o tm d ú re se a una person a q u e vive en condiciones mi*
» r n l 4 ' í , m uerta d e h am bre, q u e sabe q u e no p u e d e sostener u na
prom esa h tc h a a una p r s o n a ex trem ad am en te rica, con el fin d e
r>lMeitci d in e ro p ara Com ida y medicinas indispensables. ÍA q u é
riMXtma d eb em o s ap licar el imperativo? : L í a la m áxim a bastante
general d e Kant o n u n a míis restringida, tal com o:

S iem p re q u e me esté m u rien d o d e h a m b re y necesite com ida


y m edicina« y la tínica m an era d e obten erla sea h acien do una
Litsa prom esa. 1c h aré un a (a b a p rom esa a u n a perso n a rica
q u e p u ed a prescindir del din crc.

N a caite d u d a d e q u e ésta es una m áxim a in m oral incluso si la


intención d e la person a al actuar d e ac u e rd o con ella es d e algiín
m udo inconsciente con su deseo d e unlversalizarla
C onsidérese u n universaliióidor m uy astuto q u e rad a vez q u e
hace u n a H il^ p rom esa afirm a q u e su m ín im a c í a lg o así ro m o
!o siguiente:

Siem pre q u e alguien m ida t m etro SO chis, tenga un ojo azul


v otro cafifr, unn cicatriz d e 8 em s en la mejilla izquierda, un
herida d e bala en la palm a d e la m ano derech a, un arete de
o ro en la o re ja izquierda, y necesite dinero, d e b e p ed ir d in e ro
p re s tid o y hacer la falsa prom esa d e pagarlo.
510 EL PROULEAU DEJUÍTlf ICAH UWANOtMA ÉTICA
L o q u e h.«:c astuto a e»ic imivcr^iihEiidi i es q u e la única p e í i d na
q u e coincide con esta descripción es él m ismo. Por otra parte,
aiirmn q u e esta m áxim a a universal Luí com o está puesto que es
d e la form a:

S iem p re que alguien sea X d eb e hacer V

que « la form a d e la m áxim a unlversalizada d e K ani. D r hecho,


la m áxim a se a p lic j a iodo aquel que sea X . Es u n hecho contin­
gente q u e jó lo nuestro astuto u n iv trs a liz jd o r sea X . Por consi­
guiente, ¿stc. q u e usa esta form a con la descripción an terior p ara
tndas sus m áxim as, se encuentra con q u e nada está p ro h ib id o
v nada es obligatorio, p o rq u e in d is sus m áxim as son universa­
les. De m an era que p u ed e aciuai de acu erd o con ellas y q u e re r
q ue sean leyes universales sin caer en una inconsistencia. L a res­
puesta o bvia a esto es decir q u e d e l » pon erse algu n a restricción
respecto a aq u ello que p o d em o s sustituir p o r ‘X \ p e ro no está
claro có m o p erm itir u na frase taL com o ‘d ese sp e ra d a m e n tr nece­
sitado d e com ida', y excluir la frase más larga inventada p o r el
astuto uníversatizador.

Otra ¿bjfciÓH: ho frtiedt dttrjvaT dtbtrts esptcífttoi

Sin em b aíd o , el p rim ero no es el p ro b lem a más serio p o rq u e


p u e d e .ser posible rrsirin gir satis raciona m ente la aplicación del
im perativo, p e ro na está claro cóm o e lu d ir el s e g u n d o problem a.
Es indispensable q u e K ani d erive a lgu n a especie d e inconsisten­
cia. El eje m p lo m fc plausible que d a es el caso d e la falsa prom esa,
p e ro incluso aquí Fracasa su derivación. Solam ente híiv u n a in ­
consistencia si a lg u irn d ecid e e n g a ñ a r a u n a p erson a y también
decide hacer algo que. le im p id a e n gañarla- Pero el e n g a ñ o no se
acabarla ahí si lo único q u e fuera a suceder, fuera q u e las accio­
nes d e cualquiera q u e necesítala d in ero estuvieran g o b e rn a d a s
p o r un ley q u e exigiera hacer liabas prom esas. Si la person a a
la que un m entiroso estaba tratando d e e n g a ñ a r no su piera que
hay u n a ley sem ejante o n o se h u b iera d a d o cuenta d e q u e se tra­
taba d e u n a situación co m p re n d id a p o r la ley acerca d e 3a necesi­
d a d d e d in e ro , entonces h ay m ucha* p n ¡h abilid ad es d e q u e fuera
e n g a ñ a d a , especialm ente si el e n g a ñ a d o r fuera astuto Incluso si
esla práctica Hubiera tenido lu gar um versalm ente d u ra n te sigla»
h abría, com o dice el dicho, “un in gen u a q u e nace cada m in u to1
'.
secuhtfiA raa*d llaci ón üel i h h ^rati yo catecérico 511

M uy a m en u d o h a y d rsalom in .n iA m en te, p o c o p a r e c id o entre le

que La g e n i* q u ie rr creer y La verdad.


EL p r o b k m a a niá* evidente en el segundo ejem p lo , p o rq u e
p a ra llegar a la iflCúfliiitcntia Kant d e b e afirm ar (]u t todos d e ­
seamos que algu ien nos a y u d e cu a n d o nos encon tram os en p r o ­
blem as. Si alguien no tuviera o t e deseo, entonces su u niversali­
zación d e la m áxim a d e no ay u d ar a nadie no sería incom patible
con cu alq u iera d e sus deseo». N o catarla o b lig a d o , en consecuen­
cia, a a y u d a r a los dem ás. Estam os seguros d e q u e hay algu n as
p erson as q u e no tienen este d eseo — gente, p o r e je m p lo , q u e a se ­
g u ra pertenecer a e*a casi mítica ra ía de gen te conocida com o in ­
dividualista rigurosa. Kant p u e d e a firm a r cu a n d o m ucho q u e los
q u e no son 1o í individualLiias rigurosos caeríam os en u n a incon-
sistenua, p e ro au n a q u í ¿urgen p roblem as. P rim ero está, al igual
q u e antes, el p ro b le m a d e restringir !a aplicación del im perativo.
Incluso si en la m axim a sim plem ente especificam os la m an era d e
necesitar ayuda, com o en 'necesita ayu d a para cruzar la calle', a l­
g u n o s d e nosotros som os p o r lo m enos suficientem ente vigorosos
com o p a ra no d esear c s u tipo d e ayuda. En se g u n d o lugar, al a b ­
solver al individualista rigu ro so d e la responsabilidad d e ayu dar
a oíros. K ant parece perm itir lo que p o d ríam o s llam ar la falacia
d e l individualista riguroso: puesto qu e no necesito a y u d a y todo
el m u n d o d e b e ría ser com o yo, no tengo la obligación d e a y u d ar
a nadie. D esafortun adam en te, seam os lo que seam os, la m ayoría
d e nosostros no som os individualista» rigurosos. A v e c e s necesita­
mos, a y u d a y p o r lo tam o hay algu n as veces en q u e otros d e b e ría n
a y u d a n te » ya w a q u e ellos necesiten o no ayuda.
Hay, pues, serias dificultades con las que se enfrenta la p rim era
form ulación de Kant d el im perativo categórico, dificultades q u e
im piden que sea suficiente p ara sostenerse p o r si solo com o el
im perativo m oral básico. Sin em bargo, n o d eb em o s rechazarlo
p o r com pleto, p o rq u e p u e d e ser u n elem en to im p ó rtam e p ara
una ío t m ulación satisfactoria d e d ich o im perativo.

S e g v n d a FORMULACIÓN d e l im p e r a t iv o c a t e g ó r ic o

L n a vez rechazada la prim era form ulación d e K ant alguien p o ­


dría p regu n tarse p o r q u é ram o s a e x a m in a r su se g u n d a fo rm u ­
lación y, p o r cierto, p o r qu é hem os con sid erad o a K ant c u an d o
nuestro propósito ha sido e n con trar u n a teoría é ik a q u e incluya
512 EL PROBLEMA DE J U 5 T 1H C A » t-’ N A N O R M A ÉTIC A

a la justtria Si bien no es obvio q u e la p rim era form ulación esté


relacion ada con la justicia, Kant. al e x ig ir q u e las m áxim as bajo
las cuales actuam os sean unlversalizadas d e m o d o q u e sean igual­
mente aplicables a todos, ha incluido en su im perativa a lg o q u e es
esencial a La justicia. C u a n d o negu em os a la segu n d a form ulación,
sin e m b argo , verem os claram ente cóm o la teoría d< Kant su p e ra
el tipo d e dificultad q u e la justicia le plan tea al utilitarismo.
Kant, al e x p o n e r su se g u n d a form ulación, le d io e x p re sió n a
u n a d e las doctrinas hum anistas más grandiosas. Resum e en un
breve im perativo la doctrina d e la d ig n id a d y valor d e la person a
individual:

O b r a d e tal m o d o q u e uses la h u m an id ad , tanto en tu person a


com o en la p erson a d e cu alqu ier otro, siem pre com o un fin
ai m isino tiem po y nunca solam ente com o un m edio.8*

H ay d o s prescripciones im portantes en este im perativo. D é b e m e »


tratar a las personas corno f iiu * . esto es, d ebem o s tratarla* ro m o
seres q u e tienen un valor intrínseco en si mismos, sin im portar
et valor q u e p u e d a n tener o d el que p u e d a n carecer en t a n )« «w-
rfidj /nra un f t ri T hm poco delvemoü tratar nunca a la gen te com o
cosas q u e son n mplet mtdiai, Fls d ecir q u e si bien p odem os, lo h a ­
cem os, y a m em u ío leñem os qitc tratar » la gente com o un m edio,
al hacerlo tam bién tenem os q u e (retarla i < i i w u n fin. I>c m odo
q u e el g ra n je ro iruia a su a ra d o y m a n e d e olira com o m edios,
un nianu latí u ie ro i r á n ¡i sus innqutn¡u y ira baiad ores corno m e ­
dios. y un cstudian ti trata a sus lib io s y maestras com o m e d b s ,
Pero »i bien es correcto tratar al a ra d o , la m aqu in aría y los libros
n m fitem eiile com o medios, la m an o d e obra, los trab ajad ores y lo s
m n c s iTo s d e b e n tam bién se r tratados co m o Enes. Fisto implica q u e
ningu na p erson a d e b e ser esclava, o rw talm en te discrim inada, o
usada com o :hivo expiatorio. C a d a persona es un fin e n sí misma
y d e b e ser traiada c o m o mi. A q u í está, sin d u d a , la esencia m isma
d e la jtisiicia,
K ant aEtriua q u e esta form ulación es sólo u n a m an era más d e
e x p re s a r exactam ente la m ism a ley m oral qu e aparece en la p r i ­
m era form ulación. Si bien está claro, sin lu g a r a d u d as, p n r q u é
pensaba esto Kant. tal vez lo qu e sigue ay u d ará a e x p lic a r q u é
era lo q u e lenía cu mente. Ya hem os visto q u e Kant sostenía q u e

** I M , p. H - l i .
SECUNDA FORMULACIÓN DEL I MTERATIVO CATEGORICO 513

la b u e n a voluntad es el m ayor bien, d e m an era q u e u n a b u en a


voluntad es un fin en sí m ism o y d eb e ser tratado com o tal. Pero
p od em os tratar la facultad d e un ser com o un fin en sí m ism o sólo
tratando al ser m ism o com o un fin. V puesto q u e sólo un ser q u e
p u e d e actuar p o r respeto a la ley, esto es, sólo un ser racional,
p u e d e ten er u n a b u en a voluntad, se sigue q u e d ebem os tratar a
los seres racionales d e b u en a voluntad com o fines. P o r otra parte,
puesto q u e no p o d em o s sa b e r a partir d e sus efectos si una volun*
tad es bu en a, no p od em os estar segu ros si una voluntad p articu­
lar es o no buena. Por consiguiente, p a ra no om itir nin gún se r d e
b u e n a voluntad, d ebem os tratar a todos los seres racionales y p o r
e n d e a todos los seres h u m an as com o fines en sí mismos D e esta
m anera, p a ru e n d o d e las mismas prem isas, tal com o fu eron usa*
das para lle g a ra [a p rim era form ulación, llegam os p o r un cam ino
ligeram ente diferente a la se g u n d a form ulación. D e esta misma
m anera Kanr p u d o h a b e r llegado a la se g u n d a form ulación y a Ja
conclusión d e que e ra equivalente a la prim era.
O tra raró n q u e Kant p o d ría h a b e r tenido para pen sar q u e las
dos form ulaciones son equivalentes, y p o r en d e q u e son fo rm u ­
laciones d e la irmitui ley, es q u e pensaba qu e los mismos d eberes
p od rían d e r i v a r » d e cada una d e ella» I lustró csio d e riv a n d o los
mismos d eberes d e cada form ulación. E xam inem os cóm o d eriva
los d o s d eberes anteriom entc discutidos. Verem os q u e la d e r i­
vación es riiAs ftcil v plausible en este raso. Kant deriva el d e ­
ber d e no h acer falsas prom esas d e la prescripción d e no tratar a
las p erson as com o m edios a rgu m en tan d o solam ente q u e alguien
q u e está d ecid id o a hacer dicha prom esa “ve aJ punto q u e . .. está
d ecid id o a usar la persona ajena com o sim ple m e d io ".53 En esto
sin d u d a Kant está en lo correcto, p o rq u e e n g a ñ a r a u n a per*
sona con el fin de con seguir a lgo p a ra nosotros mismos es usarla
sim plem ente com o un m edio para nuestro p ro p io beneficio. L a
obligación que tenem os d e a y u d a r a los dem ás se d eriv a d e la
otra prescripción, la cual aparece en la se g u n d a form ulación, a
saber, q u e tratemos a la gente com o fines. Esto q u ie re d e c ir q u e
debem os favorecer el bienestar d e la gente p o rq u e así es com o
d ebem o s tratar a un hicn en sí mismo. En consecuencia, no baata
con que evitem os tratar a la gente sim plem ente com o un m edio;
debem os hacer más que eso.

» Í M . p, «3
514 t i M tClBLtMA DE J U S T IF IC A » U N A NO R M A ¿ T IC A

C irria m rn tr, podría mantenerse U humanidad, aunque nadie con*


tribuyera a I* felicidad d e k w d e m í», guardándose bien d e sustraerle
nada, m ai a una concordancia m eram ente negativa y no positiva,
can U Aununu&J como f in en ií, el que cada cual no te « fu e r c e , en lo
qu e pued*. par fom entar los Tines ji j e n « . * 1

Si bien Kant está lejos d e ser un utilitarista, Uega a u n a obligación


q u e suena m uy utilitarista, a saber, que debernos fom entar la fe­
licidad d e I » dem ás tratando a cada person a com o un fin. Asi
pues, la segu n d a form ulación d e Kant p u e d e p ro p o rc io n a r una
m anera d e reconciliar el principio d e la m ayor felicidad con la
justicia. Sin em bargo, p ara evaluarlo tenernos q u e ver si enfrenta
otros problem as.

U n a ob jeción a la teoría de K a n t
no es a p lica b le a todas las situaciones

H ay tres objeciones q u e arro jan d u d as sobre la segu n d a fo rm u ­


lación d e Kant del im perativo categórico, p e ro todas p u e d e n ser
ad ap tad a* para aplicarse también a la p rim era form ulación: de
m anera íjuc wr>n objeciones reales a la leoría ética kantiana en su
conjunto. V< h em ra visto La p rim era objeción tal com o se aplica a
Li prim ara form ulación. N in g u n a form ulación es aplicable a to­
das las suuaciones. F-ste p ro b le m a »u rg e p ara la se g u n d a irvrmu-
laciñu en d e » lípos d e situaciones. L a p rim era situación es u n »
en La q u e todas las alternativas posibles e x ig e n q u e se trate a a l­
g u ie n sólo com a un m edio, tal com o en el ejem plo d e un bote
salvavidas s o brecargad o d e gen te d o n d e a lgu ien tiene q u e ser sa-
1 1 ifiiadu comti un inctíio p ara salvar a las oíros. F.j im perativo de
K a m no nos p ro p o rc io n a ninguna m an era de decidir I.a segu n d a
situación « aquella en la q u e todas las alternativas nos perm iten
tratar a algu ie n com u un fin, p e ro en la q u e cada alternativa in ­
volucra a diferentes personas Éste es el p ro b le m a con c] que se
en fren ta alguien que está a cargo d e d a trib u ir fon d os tic caridad
tan lim itados q u e no todos loa que necesitan ayuda p u e d e n set
ayudados. Ki im perativo d e K am no p ro p o rcio n a u n a m an era
d e decidir entre, p o r ejem plo, u n a familia con un hijo talentoso,
otra con un hijo q u e necesita atención médica, y atra con un hijo

M ; W , p p 48—19145|.
SECUNDA FO RM ULACIÓN DEL IM PERATIVO CATEGÓRICO 515

que tiene p roblem as mentales y q u e aterroriza a los vecinos. Si


bien en cada u n o d e estos tipos d e casos los decisiones son m uy
difíciles, un prin cipio q u e p ro p o rc io n a ra una m an era d e distin ­
gu ir entre la» alternativas »cría su perior al menos en un aspecto
ni im perativo d e Kant.

Segunda o b jtti¿ n d*htre.s ¡¡hmltUot versus dtberrs prim a focic

La se c u n d a objeción es más seria. S egú n Kant los d eberes q u e d e ­


rivam os del im perativo categórico son d eberes absolutos. Por lo
tanto, Kant está co m p rom etid o con lo q u e anteriorm ente llam a­
rnos absolutism o d e la acción, es decir, q u e ciertos actos son siem ­
p re correctos o siem pre incorrectos. De m anera q u e p ara Kant la
obligación de no m entir es un d e b e r absoluto, asi q u e no d e b e ­
mos m entir bajo n in gu n a condición Esto, sin em bargo, conduce
a cie n o s resultados q u e sin d u d a son m oralm cnte rep u gn an tes
S u p o n gam o s que un d irigen te «ocal nazi de la H o la n d a o c u p ad a
i uiiiln en usted y q u e usted está en c u b rie n d o a un im portante
re fu g ia d o ju d ío que el d irigen te está bu scan do fc*te viene a b u s ­
carlo a usted y, ennfiando en usted, le p regu n ta si está ocultan do
a) i cinglad o. U sted sabe que él se irá sin buscar si le d ice q u e no
oculta a nadie, y q u e no decir nada equ ivald ría a decirle la v e r­
dad Parece claro q u e e n esta situación usted d e b e mentir, p e ro
u n kantiano q u e Tecuende el d e b e r ahsoluto d e decir la verdad
diría que usicd d e b e adm itir q u e está ocultando a un refu giado.
Es cl-Uf» q u e d ich o kantiano está en u u error.
Parece, p o r k> tantoHq u e los d eberes derivados d el im perativo
categórico no delneu ser e ntendidos com o delicrcs absolutos, sino
más bien com o lo que se ha d e n o m in a d o d d je r e s prim a fa c u
Esro es. los d eberes kantianos son d eberes q u e se nos e x ige c u m ­
plir a m enos que sean cancelados □ a n u la d a s p o r otra cosa q u e
ve una exíia, Asi que el d e b e r d e no m e n o r n o es un d e lw r abso­
luto. sino sim plem ente un d e b e r pr\r,w [afir, p o rq u e en algunas
ili n a c i ó n « es a n u la d o p o r algún otro d e b e r prim a/am , tal com o
a y u d a r a u n am igo que merece ayuda y qu e se encuentra en una
g ra n aflicción En una situación particular, ej d e b e r p n m n f a c u

^ Ht i nncrjilo d t dct*f( pnm f ^(KV W ftr ijr D. R i^ . 7Af Rtfhí iíiiJ fV


Oafordt Uruvcrsiy Pin *. Nurifi 'fork. I9 U . pp, I8-Í0.
516 n . w o a u c m a n t j u s t if ic a * u n a n o r m a é t ic a

q u e an u la todos lo,", d e ni As es nuestro d e b e r adecu ado, es dccir,


lo q u e d eb em o s hacer en dicha situación.
Podem os e x p o n e r esta d istinción en tre un d e b e r absoluto y un
d e b e r prima f a c u d efin ie n d o lo » térm inos clave.

A tiene el d eb er pnm a fat.u d e hacer P = */ ■ H a y algo C , que


e x ig e q u e A h aga P

S in c m b a ig o , puesto q u e un d e b e r pnm a fa cw p u e d e se r a n u la d o
y p o r Id tanto nr> ser lo qu e d eb em o s hacer, ic n c m m tam bién q u e
relacion ar 'd e b e r p jim a f u á * ' con ‘a n u la 1y con *debe'.

F.l d e b e r pnm a fa eie de A de hacer P es a n u la d o en las situa­


ciones S H a y a lg o C j q u e e x ig e q u e A h aga P . p e ro hay
a lg o m is C ¡ . d e tal m anera q u e C| y C ¡ jun tos no e x ig e n q u e
A h aga P e a las situaciones 5.

Esta e xp resa lo q u e 1c su ted e a la obligación pnm a fa a e d e decir


La v e rd a d e n el e jem p lo del refu giad o . En esta situación hay nlgo,
p o r ejem plo, una regla kantiana, q u e tom ada en sí m ism a e x ig e
q u e usted d iga la v e rd a d , p e ro q u e tom ada ju n to con la exigencia
contraria d e a y u d a r al refu giad o, no e x ige q ue d ig a la v erd ad . Por
otra parre, en esta situación sin d u d a parece cxigfraclc a usted
hacer a lg o en lu g a r d e dccir la verd ad . L o q u e se le e x ig e hacer,
lo q u e d e b e hacer, lo q u e hem os d e n o m in a d o un d e b e r adecuado,
es mentir. Asi pues,

A d e b e (lic n e el d e b e r a d e c u a d o ) en la situación 5 h acer/'


H a y a lg o C ¡ q u e exige qu e A haga P en la situación S, y n o
hay ningún otro C 2 tal qu e C j y C ¡ ju n to s no exijan qu e A
h aga P en la situación S , u

D e m an era que cualqu ier obligación pnm a fa c u q u e no sea a n u ­


lada en a lg u n a situación es un d e b e r ad ecu ad o y d eb em o s hacerlo
en « a situación.
Podem os ah o ra d efin ir 'd e b e r a bsoluto' com o el d e b e r p ara el
que no hay n in gu n a situación en la qu e a alguien se le exija hacer
algo en lu g a r d e d ich o d e b e r absoluto. Fj . p o r consiguiente, un
d e b e r q u e nunca es an ulado.

■** Kiti minera de drñlúr «U n dutmaonci viene de R M. Ghiihotm, “The


F,lhm o í Requirrmrnl” . cti /imfrvjt* Pluicit>ptiÉC*l Quanrrfy (1964). pp M7-53,
Sf.GUNDA FO RM U LACIO N DEL IM P Í R ATIVO CATCnÓRiOO 517

.-1 ü cn c el d e b e r absoluto d e hacer P mé f - H a y a lg o C\ q u e


e x ig e q u e A haga P , y no hay n in gu n a situación en la q u e a A
se le exija hoccr alg o en lu g a r d e P .

U n a vez qu e hem os visto lo q u e es necesario para q u e un <!ct>cr


sea un d e b e r ahsoluto p od em os v e r tam bién q u e hay m uy pocos
d d w r c s , si acaso hay algu n o , qu e sean absolutos. G en eralm en te
hay alg u n a situación en La q u e un d e b e r es an u lad o , d e hecho
rn la q u e se nos e x ig e hacer otra rosa. L a m ayoría d e nuestros
d eberes, p o r la tanto, son llam ados con m is p ro p ie d a d d e b e re s
prim a fá cie .
Parece qu e los d e b e re s kantianos son descritos con m i* p r e ­
cisión com o dolieres fm tna fa cte q u e com o d eberes absolutos, p o r ­
que. com n hem os visto, hay situaciones en las q u e son anulados.
P odem os tratar el ejem p lo del refu g ia d o d e esta m anera, p e ro si
Id hacem os d eb em o s concluir q u e Li teoría d e K ani no es a p r o ­
piada p o rq u e no p u e d e alojar el concepto d e anulación. El p r o ­
blem a es enfatizado mAs adelante en la tcrcccra y mít* seria o b ­
jeción a la teoría d e K ani.

T n t t t it objeción. no (ruede resolver c o n fu te s entre ¡as debeles

Fl e je m p lo riel re fu g ia d o no sólo m uestra q u e hay un p ro b le m a


en la teoría d e Kant en tanto q u e p arece prescribir acciones m o­
ral me w c rep u gn an tes e n ciertos situaciones, sino q u e tam bién
puede-ilustrar el p ro b le m a q u e acarrean p a ra su teoría esos co n ­
flictos e n ire íos deberes. F.n el ejem p lo del re fu g ia d o la person a
se enfrenta con lo q u e claram ente constituye un conflicto entre
los deberes, p o rq u e tiene el d e b e r de a y u d a r al re fu g ia d o y el
d e b e r d e decir la v e rd a d . En este caso dch erla ser fácil resolver
el conflicto, p e ro la teoría d e Kant no p u e d e hacerlo Si, com o
piensa Kant, su teoría p rescribe d eberes absolutos, entonces en
este ejem p lo la persona d eb e hacer d o s cosas qu e no p u e d e h a ­
cer sim ultáneam ente. .Asi q u e no sólo está o b lig a d o a h acer alg o
q u e no p u ed e hacer, sino qu e tam poco es capaz d e ju siiS car su
elección entre una y otra decisión. Si interpretam os q u e la teoría
p rescribe d eberes pnm a f a n t . entonces, a u n q u e la perso n a no calé
o bligad a a hacer dos cosas coiiiriidiriorias. sigue sin tener m a­
nera d e d e c id ir q u é hacer. P or consiguiente, la i e r o f a d e Kant no
p u e d e ocu p arse d e d eberes en conflicto. Parece q u e Li leo ría d e
518 ei i'K O bLtM A [>f | U s n n c A * i n a n o r m a é t ic a

Kaut lia d iv o r c ia d o d e la) lornm la m oralid ad d e las consecuencias


d e nueslros actos que, en un caso co m o el del eje m p lo d e l re fu ­
g ia d o en el q u e las consecuencias parecen ser m uy im portantes,
no p u e d e ayudarn os.
H e m o s en con trad o tres objeciones a l¡i teoría ética deo n to ló gi-
ca de Knnl q u e, tom adas en conjunto, constituyen una razón su fi*
cíente p ara rechazarla p o rq u e no p ro p o rc io n a un prin cipio ¿tico
básico. Así pues, tenem os q u e co n tin u ar con nuestra bú sq u ed a.
X o debem o s, sin em bargo, sencillam ente rechazar la teoría de
K a m p o rq u e e x p re sa a lgo q u e parece esencial p ara cualquier
prin cip io bfaicu sati Eactorio, la exigen cia d e tratar a la gente
co m o un fin, y por e n d e con justicia. Parece, en consecuencia,
que el im perativo d e Kíim debe ser incluido en cu alqu ier n orm a
básica satisfactoria I I p m b le m a es cóm o incluirlo. U nn respuesta
reciente y m uy discutida es la teoría d en o m in ad a u iiliu rism o r e ­
gu lador.

Kt_ UTILITARISMO REGULADOR

ÍJos d e lci$ principales p ro b lem a» con los q u e se en fren ta la teoría


d e K a m son q u e no p u e d e ocu p arse ele d e b e re s c a conflicto y q u e
hay situaciones en las que no es aplicable. 1*os d e los principales
p ro blem as p ara el utilitarism o son c í d c las placeres inferiores y el
d e la justicia Puesto q u e la leo n a d e Kani p u e d e resolver lo qu e
le causa p roblem as al utilitarista j el m ilitarism o p u e d e elu d ir
lo que a Kant le causa problem as, parece que si los dos p u d ie ­
ran ser abarcad o s p-ir una teoría que elim in ara las debilid ad es
d e am bos c o n s o n a n d o ins puntos fu e lle s d e cada lin o, en ton ­
ces tendríam os u n a icoita m u y saiisfactor*? L a teoría d e Kant
acentúa la im portancia d e las leyes m orales q ue prescriben d e b e ­
res, Esto le perm ite justificar ki justicia EL utilitarism o, p o r otro
tacto, p ro p o n e u n a n o rm a q u e p u e d e aplicarse a toda situación.
T am bién p u e d e aplicarse a Las leyes; esto es. podem os evalu ar una
tey d eterm in an d o si su aplicación tic nd c o n o a l levar al m áxim o la
felicidad global. D e b tc h o . se ha afirm ad o que [a m anera de- eva­
luar cualquier lev ju ríd ica. rt?cien temen le p rop u esta o vigente, es
a p licán d ole el principio ríe utilidad, p o rq u e el propósiuo d el g o ­
b iern o, y p o r e n d e d e las leyc* jtu/dicas, es llevar al m áxim o el
bienestar ,>cncfal.
LTTII ITARJSMO ftíC rU L A lK l» 519

Actos, leyes, jueces y legisladores

I j aplicabiiidad del prin cipio utilitarista 3 Lu leyes ju ríd icas ha


llevado a algu n o s filósofos a p ro p o n e r q ue la n orm a ótica correcta
d e b e construirse d e la misma m anera en q u e el p rin cip io utilita-
m i a se aplica a las leyes jurídica*, Para hacer esto d e b e m o s e n ­
ten d er y distinguir c n ire la relación d e un ju e z con una ley y la
relación d e un legislado? con u n a ley. P, 11. N ow ell-S m ilh afirm a
q u e:

El deber del juez es prnnunriar l-ca vercdirlcs y bu ic n lc n d iH de


Acuerdo con U ley, y [a pregunta "¿qué veredicto y qué sentencia
debe pronunciar?’' w conviene únicamente en 1« pregunta ”tqué
veredicto y qué semenua ion impuesto« por lj ley para tsie cri­
men?” t u tanto juez, no le importan Las cDiUctuenCMI, henifica* o
dañinas, de lu que pronuncia. Igualmente, la pregunta “¿Tur una
*entem:i» ju s u V ' no puedr responderse en relación ion su* conse­
cuencias,. sino loU tn tn ir en relicKSn con la ley.*7

\I juez, com o lo señala N ow cll-Sinith, le interesa decidir cajos in­


dividuales y al hacerlo sólo p u e d e apoyarse en las leyes vigentes.
N o p u e d e , para bien o p ara mal. usar las consecuencias p ara ju s ­
tificar su decisión. El ju e z , p o r lo tanto, puesto qu e sus decisiones
están lim itadas a un con jun to d e l e y « , funciona en c ie n o m o d o
d e u n a m anera dcontoíógica. Sin em bargo, com o dice N o w e ll-
Sm ith.

El deber del legislador n totalmente diferente N o consiste en deci­


dir si uru ip lin d d ir particular de la I r v a j u i u o no, sino en decidir
qué leyes deben ser i d a p u d u y qué penalidades deben imponerse
para Id violación de cada ley. Y estas cuestiones no pueden deci­
dirse de la misma manera como d juez decide qué veredicto y qué
sentencia debe pronunciar.*1

El legislador d ebería evalu ar las leyes p o r sus consecuencias en


lu gar d e evaluarlas tic a c u e rd o con otro con jun to d e leyes, a u n ­
q u e. desde luego, las consecuencias de un a ley particular d e p e n ­
den en parte d e otras leyes ya vigentes. El legislador, pues, puesto
q u e evalúa no p o r las leyes sino p o r las consecuencias, funciona

' P. H Nowetl-Sm ith. £7Atf i. I^n jp itn Boük*. R jlu inore, I Q M .p Í J 6


59 1 M . p. 237.
520 £t. P R aÜ U iW A DE J U S T IF IC A » UNA NORM A ÉTTCA

en l i c m m anera d e un m odo utiliLario. U san d o csía an alo gía con


ía legalidad, N o w ell-S m ith concluye q u e

La obligación de obedecer una regla no descansa, según la opinión


ríe La mayoría de los hombres ordinarios, en las consecuencias bené­
ficas que resultan de obedecerla en un caso particular, ya sea a corto
□ a largo plaza, como casi siempre han supuesto los utilitarista*
I t r o L » r a i j n d para adoptar una regla bien pueden ser del tipo
que sugieren los utílitaristas.w

En oirás palabras. N o w c ll-S m iih p ro p o n e una teoría ítlca que


restringe la aplicación del principio utilitarista a reglas d e co n ­
d u cía en lu g a r d e aplicarlo a acciones particulares. L as acciones
p articulares que realizam os y c¡uc vem os que se realizan d eb en ser
evaluadas m ediante reglas m orales q u e son a su vez justificada*
p o r el prin cipio utilitarista. L lam em os a las reglas m orales ju s ­
tificadas p o r éste “reglas utilitaristas". T enem os, pues, lo que se
ha llam ado vlitiULJTsma wslrhigido, p o rq u e restringe Ea aplicación
de! principio utilitarista, y tam bién utilitarismo tzpiladar, p o rq u e
resLringe el p rincipio a reglas. Esta teoría difiere, pnr |n tanto,
d e u n a teoría que ap liq u e el prin cipio utilitarista a los actos. De
m an era que tliíieve d e las teorías de B en th am y d e M ili q u e h e ­
m os interpretado ro m o veisiones d e l utilitarism o de aetos. P o d e ­
mos en te n d e r m ejor esta diferencia estableciendo un principio
q u e consta d e d o s partes y q u e contiene la doctrina central del
utilitarismo regu lad or.

1. A lg u ie n tiene el d e b e r fyrtma facie d e obedecer un a régla de


c o n d u cía si y sólo si el q u e la regla sea vigente tiende a llevar
al m áxim o la felicidad global d e aquellos a quienes se aplica
(es d ecir qu e la regla es u n a regia utilitarista).
2. A lgu ien tiene el d e b e r pnma faeie d e realizar un acto si y sólo
si el acto es prescrito p o r una regla utilitarista-

Sl£i5 R E Q U E R IM IE N T O S PARA U N A N O R M A É T IC A SATISKACTO KIA Y


UN EXAM EN D E H JT TLJT A R IS M O REG U LAD O R

H em os llegad o al p rin cip io d el utilitarism o re g u la d o r con la es­


peranza d e que in co rp o rará la tuerza d e las teorías de Kant y d e

w 1UÁ.. p m
SE IS REQUERI MI EN fO S PARA UNA NORMA ÉTICA 521

Bcntham elim in an d o sus debilidades. Veam os, pues, q u é suerte


c orre el utilitarismo regulador, pero h agám oslo sacan do a U 17
todos los prnhlem as y objeciones que u»3inos p ara rechazar to­
d as las icorEn* precedentes y lo que, com o resultado, hemos e n ­
co n trad o necesario para una teoría £(¡ ch miisfactoría. C u a lq u ie r
teoría éüca com pletam ente satisfactoria d eb e p ro p o rc io n a r un
p rincipio ético básico:

l Q u e sea aplicable a cualquier situación que exija una elec­


ción m oral. (L a teoría d e Kant y el utilitarismo d e Mili, q u e
no p ro p o rcio n an n in gu n a m an era justificable para evaluar
cualitativam ente los placeres, no pu ed en cu m p lir esta co n ­
dición.)

2. Q u e incluya d e b e re s especiales. (E l utilitarismo d e actos y el


egoísm o ético fracasan en este p u n to .)

3. Q u e resuelva conflictos en tre los d eberes (L a teoría d e Kant


fracasa aqu í.)

‘I. Q u e garantice qu e se trate a las personas com o filies y p o r


en d e que garantice la justicia y la im parcialidad. (A q u í fra­
casan el utilitarism o d e actos y el egoísm o ético.)

5. Q u e tom e en consideración las consecuencias d e las acciones


p ara la felicidad hum ana. (A q u i parece fracasar la teoría d e
K an t.)

C. Q u e no piescriba actos de los q u e estem os seguros q u e son


incorrectos. (FJ egoísm o ¿tico y el utilitarismo d e B e m h a m
intensan en este p u m o .)

Está claro q u e el utilitarism o re g u la d o r cum ple ta condición (5)


y no hay razón p ara pensar que no cu m ple las condiciones (1 )
y (G). si bien es difícil decid ir respecto d e ( l ) y (6 ) p o rq u e se ha
trabajado poco en lo concerniente □ recom en a aciones especificas
p ara las reglas utilitaristas. Sin em b a rg o parece no h a b e r razón
p ara q u e no haya u n a regla m oral utilitarista que :u b m todas las
situaciones y p a ra que 1111 acto prescrito p o r ratas reírlas sea m o-
ralm enie repu gn an te. E n Lodo caso, p o r ah o ra s u p o n g a m o s que
el utilitarismo re g u la d o r cu m p le !¡is condiciones ( I ), (5 ) y (6). Pa­
rece q u e na p u ed e cu m p lir (2), (3 ) y (1 ), p e ro los ubliraristas re­
gu lad o res se han concentrado en m ostrar cóm o su teoría cumptr-
estas condiciones A tjrm an q u e los deberes especiales del padre.
522 EL rRO &LEM A n( J in m U C A R l'N A NORMA ÉTICA

t i lu c í y el m acsira p u ed en *er controlados, p o rg u e hay reglas


u til) (an sias q u e im ponen c siai deberes, esto es, r c g li i q u e p u e ­
d en ser mati fien Has en laniD q u e tienden a llevar al m áxim o la
felicidad global d e los a íiT U v Io i A u n q u e « l o no ha sido entable*
cido, es ni m enos plausible p c iu a t qilc Lu prácticas prescritas p o r
d k h a s leves "c-specialcs" tienen consecuencias benéficas p ara la
gente. Por lo tanto tam bién podem os adm itir qu e el utilitarismo
re g u la d o r p arece c u m p lir l.t condición <2>.
Parece, no obstante, que la condición (3 ) hace su rgir un grave
p ro blem a p o rq u e , com o hem os visto, cu an d o hay varías reglas
m orales tam bién hay conflictos en tre los d eberes El utilitarismo
re g u la d o r se en fren ta con conflicto» en tre los d eberes y, tal com o
hem os e x p re sa d o su principio, no hay m an era d e resolser dichos
conflictos !_■ respuesta a esto del utilitarista re g u la d o r es q u e el
prin cip io « ( A incom pleto tal com o está expuesto. D eb en tom arse
provisiones pitra que. cu an d o haya conflictos entre d e b e r e s pnm a
¡a n f prescritos p o r reglas utilitaristas, el d e b e r a n u la d o , aqu el q u e
dcl>c realizarle, sea d ecid id o m ediante una aplicación directa del
p iin cip in uiilicarisEa a |a a n u ín . D e m anera que c u an d o y srtlo
cuandn a lgu ien se enfrenta a una situación en la q u e d o s o más
d e b e r e s piirnJi f a t i r i ] n c están en conflicto son prescritos p o r reglas
utilitaristas, debe decidir q u é acción realizar m ediante el p rin ci­
pio uiLIiMiitfa. t u todas las dem ás inunciones el prin cipio debe
aplicarse sólo a las regLis. D c m odo q u e se cu m ple la condición (3)
(y en ocasiones, se cu m ple efe m an era tal q u e jusufica la m entira
en el ejcntpln d el re fu giad o ).
Esto nos llc\n al p ro b lem a d e la justicia que tantas dificultades
l e causa al utilitarista d e actos ¿Es capaz el utilitarismo regu lad o r
d e e lu d ir las fallas del ejem plo d e ] chivo expiatorio? El utilitarista
n a ta de elu d irlo s tratando Ja justicia d e la mienta m anera com o
trata los d e b e re s especiales Afirm a qu e la obligación d e ser justo
se sigue de la regla que p u ed a ser justificada ap lican d o el p rin ci­
p io utilitarista IX* m o d o jtu: la práctica que consiste en tratar a
ja gente con justicia es p rc s c ríu p o r una regla utilitarista, p o rq u e
es una práctica q u e lienc co tu ccu cn o as benéficas p ara lo* afecta­
dos, Parece, pues, m uy plausible concluir q u e el utilitarismo re*
g u ia d o r es u n a teoría ética satisfactoria p o rq u e el p rin cip io ¿tico
básico q u e p ro p o n e parece cu m p lir todas las condiciones q u e e n ­
contram os q u e son necesarias par.t cualqu ier teoría ética satisfac­
toria
SE IS R-EQ l/IRl M ILNTOS PAIU UNA NOUMA ÉTICA 523

Objeción a i M ilitarism o regulador: no garantiza la justicia

Sin e m b argo , antes d e concluir q u e hem os en con trado la teoría


qu e hem os estado buscando, d eb em o s con sid erar con m íb d e ta ­
lle cóm o el utilitarismo re g u la d o r co m p re n d e a la milicia. En esta
teoría la justicia está a se g u ra d a solam ente mientras la práctica g e ­
neral de h justicia tienda a llevar al m áxim o la felicidad global.
Es posible, p o r lo tanto, que en algu n as sociedades una regla q u e
e x ig ie ra la justicia no Llevaría al m áxim o la felicidad. Es posible
q u e u n a ley q u e forzara a la gente a trabajos esclavizantes p o d ría
en ciertas circunstanciad llevar al m áxim o la felicidad global, in ­
cluso to m an d o en cuenta la infelicidad d e los esclavo«. En dicha
situación U g a ra n d a d e justicia desaparece. Así pues, si bien el
utilitarismo re g u la d o r p u e d e c o m p re n d e r a la justicia, m ientras
q u e el utilitarism o d e actos no puede, no hay n in gu n a g a ra n d a
d e q u e lo haga. El tipo de justificación d e las reglas exigid as p o r
el utilitarism o re g u la d o r d e p e n d e tanto d e tas circunstancias par*
tu ulares. que no p od em os estar seguros d e q u e a lg u n a regla p a r-
de ular será justificada
¿Uun n o c a la ti nica m an era Como h justicia p u e d e q u e d a r frus-
irnda b asán d ose en la teoría d el utilitarismo regulador, M ediante
c 'ta teoría la re g la d e la justicia es sim plem ente una d e las m u ­
chas reglas justificadas m ediante el p rincipio utilitarista. H em o s
visto qu e d o n d e hay m ás d e una d e estas reglas es p ro b a b le que
algu n as veces éstas estén en conflicto, y c u a n d o lo están d eb em o s
aplicar directam ente e l prin cipio utilitarista a la acción p ara d e ­
term inar q u é es lo q u e debem os hacer. Es p o r lo tanto p ro b a b le
que haya ocasiones en que la obligación prinut fa tte d e ser ju sto
sea an u lad a de m odo qu e en esas ocasiones d ebem os ser injus­
to*. C onsidérese, por ejem plo, u n a sociedad en la q u e u n a regla
justificada m ediante el principio utilitarista sea q u e el respeto a
la aplicación d e la ley d e b e m antenerse. L o q u e prescribe dicha
regla p o d ría fheilmente estar en conflicto con la obligación d e ser
justo. En dicha situación el principio d e utilidad se aplicaría di*
rectamente a La acción y c l p ro b lem a d el chivo ex p ia to rio surgiría
d e nuevo. F.n consecuencia, incluso si una regla q u e prescribe la
justicia está justificada, m uy bien p u e d e ser q u e e n instancias p a r ­
ticulares un trato injusto sea obligatorio. P o r lo tanto, si bien el
utilitarism o re g u la d o r parece preferible a las otras teorías q u e
524 EL PROBLEMA DE JUSTIFICAS UNA NORMA ÉTICA

hem os e x am in ad o , sigue teniendo u n a falla. D ebem os continuar


con la búsqueda.
Parece q u e si q u e re m o s garan tizar la justicia d eb em o s in cor­
p o rarla al prin cipio ¿tico básico en lu g a r d e justificarla d e una
m anera derivada. L a única teoría q u e hem os en con trad o qu e
hace esto es la teoría deontológica d e Kant, Si d e a lg u n a m an era
p o d em o s h acer q u e el principio d e Kant sea básico y tam bién
conservar las características del utilitarism o regu lad or, h abrem os
en co n trad o u n a teoría satisfactoria.
H em os visto q u e la se g u n d a form ulación d e Kant tiene d o s
partes, una q u e prescribe q u e no tratem os a n in gu n a p erso n a
sólo com o un m edio y otra q u e prescribe q u e tratem os a toda la
gente com o u n fin e n sí misino. Si d e a lg u n a m an era p o d em o s d a r
contenido a lo q u e significa tratar a la g en te com o un fin, p o d e*
m os ser capaces d e en co n trar la teoría q u e q u erem os. Y a u n q u e
solam ente lo señalam os de paso, ya hem os visto la pista q u e q u e ­
rem os en e¡ p ro p io Kant. Silbem os q u e al tratar a algu ien co m o un
fin, la exigencia m ínim a es que produ zcam os y consérvenlos las
condiciones necesarias para su existencia continua. Perú al nfuitl
q u e cun c u a lq u ie r cosa que constituye un hri, tam bién d ebem o s
fom en tar su bienestar Según K anr (v ía s e p. 512), tam bién d e ­
bem os m u a rlo d e un¡t m anera utilitarista; debem os fom en tar su
felicidad Esto su giere rpic debem os tom ar el prin cipio d e Kant.
y p o r e n d e la justicia, com o básico y usar el prin cipio utilitarista
p ara d e riv a r ciertos d eberes com patibles con c¡ prin cipio de Kant.
F.n lo q u e el utilitarism o re g u la d o r se equivoca es en hacer a la
justicia d e riv a d a en lu g a r d e básica. De hecho, es m ás razonable
justificar q u e se lleve al m áxim o la felicidad h u m a n a m e d i a n » a l­
g u n a referencia a| principio q u e afirm a q u e los hum anos d eb en
ser tratados com o fines, esto es, d e u ji m o d o kantiano, q u e ju stifi­
car q u e se trate a la gente con justicia m edian Le u n a referencia al
p rincipio t)uc afirm a q u e d eb em o s llevar al m áxim o la felicidad
hvi m ana É sta es m oralrnente im portante p o rq u e los seres h u m a ­
nos son im portante*. Y no es que los h u m an o s sean m oralm ente
im portantes p o rq u e la felicidad h u m a n a la sea.
UN P R IN C IP IO U TILITAR ISTA K A N T IA N O 525

U N A PROPl'ESTA PARA UNA NORMA S A T 1 5KACTORlA


UN PRINCIPIO U TILITARISTA K A N TIA N O

N u e stra Larca « en con trar algu n a m an era d e insertar el p rin c i­


p io utilità risia en la se g u n d a form ulación d e K anL Sabem os dos
tosas: la p rim e ra es que la prescripción básica es, de ser posible,
no tratar a nadie sim plem ente com o un m edio, p e ro si esto nú
es posible en u n a situación particular, entonces dclxrm os tratar
la m e n o r cantidad posible d e g e n ie com o un sim ple m edio. El
ejem p lo d el bote salvavidas sobrecargad o ilustra una situación en
la qu e .alguien d e b e ser sacrificado, es decir, tratado com o u n s im ­
p le m edia p ara salvar a los oíros. En sem ejante situación es obvio
q u e d eb e ser sacri Tirada la m en or cantidad posible de gente. La
s e g u n d a es que d ebem o s tratar a la m avnr cantidad posible de
¡¡¡ente co m o un fin. H e m o s in terpretado q u e esto im plica q u e
ijd w m o s fom entar activam ente el bienestar de aquellos q u e son
afectados p o i la acción en cuestión. Sin em bargo , puesto q u e fo ­
m entar ct bienestar d e tanta gente com o sea posible p u e d e estar
en cunílícto io n ri a u r a t i m en or cantidad posible d e g e n t e com o
mi simple rnt-dío. i puesto q u e el im perativo m is basico es n o tra­
ta ra la ge 11 ¡c com o un sim ple m edio, t i se g u n d o im perativo d e b e
restringirse d e m anera tal t]u¿ sea com patible con el p rim ero.
En este m om ento p u e d e su rgir una objeción. Podem os evi­
tar i rat .'ir a u n a p e rso n a com o un »im ple m edio sin hacer nada
cu absoluto. E’m consiguiente, en cu alqu ier situación p o d e m o s
c ilia r tratar a alguien com o un sim ple m edio. Si aceptam os el
im perativo a m t r io r com o básico, no d e b e m o s sacrificar a nadie
en el eje m p lo d ei b o te salvavidas, p o rq u e eso seria tratar com o
un lim p lr m edio a ¡a m enor cantidad posible d e gente. Pero eso
equivaldría a u n a innecesaria p é rd id a de vidas. D ebem os, pues,
encontrar un prin cipio Itìsico diferente.
Podem os e lu d ir la objeción en ten d ien d o que tratar a algu ien
com o un sim ple m edio incluye no hacer nada p ara a y u d a rlo
cu an d o realm ente necesira ayuda, especialm ente c u a n d o su vida
está en peligro. N o h acer nada para a y u d a r a algu ien en dicha
situación equivale a con siderarlo com o a lg o sin valor intrinseco.
Esto equivale a tratarlo com o un sim ple m edio. Podem os, pues,
interpretar el im perativo básico com o:
526 EL PROBLEMA DE J U S T IF IC A » UNA N ORM A ÉTICA

E n c u alq u ier situación, (a ) trátese com o un sim ple m ed io a la


m e n o r cantidad posible d e gente, y (b ) trátese com o un fin
a la m ayor cantidad posible d e gente, d e tal m an era q u e sea
com patible con (a )

H e m o t afirm ad o q u e fom entar la felicidad d e algu ien es im p o r­


tante p a ra tratarlo com o u n fin. D ebem os, pues, in c o rp o ra r 3
nuestro im perativo la prescripción d e Tormentar la felicidad de
aquellos q u e son afectados p o r u n a acción. Sin e m b argo , puesto
q u e fom entar tanta felicidad com o se? posible a m e n u d o está en
conflicto con el im perativo básico anteriorm ente expuesto, cual­
q u ie r prescripción d e fom entar la felicidad d eb e ser restringida
d e tal m an en , q u e segu irla sea com patible con lo q u e n uestro im ­
perativo básico kantiano prescribe.
Si bien esto p ro p o rc io n a la estructura esencial del principio,
sigu e estando presente la p re g u n ta de có m o d e b e m o s relacio­
n ar el tratar a la m ay o r cantidad posible d e gen te co m o un fin
con fom en tar la felicidad. El p ro b le m a es q u e hay varias m an e­
ras opuestas d e hacer esto. Tratam os a u n a p erson a com o un fin
fom en tan d o su felicidad. Podríam os, pues, e x ig ir la acción q u e
fom enta hasta cierro g ra d o la felicidad d e la m ayor cantidad p o ­
sible d e gente, o bien p o d ríam o s en esc m om ento ser utilitaristas
y e x ig ir que se lleve al m áxim o el m onto total d e felicid ad . con­
tando, desde lu ego, a cada uno com o u n o y no más d e uno. Eli»
ja m o s para em p ezar una interpretación utilitarista d e actos q u e
nos p ro p o rc io n a el prin cipio siguicnie-

Una acción debe ser realizada en una situación si y sólo si

1 . al realizar la acción, (a ) se traía com o un sim ple med io a la


m e n o r cantidad posible d e gente en esa situación, y (b ) se
trata com o un fin a la m ay o r cam idíid posible d e fiem e d e
tal m anera q u e esto sea com patible con (a), 7
2 . al realizar la acción en esa situación se p ro d u c e lauta felici­
d a d g lo b a l com o d e b e ser si se o co m p au ble t o n ( 1 ).

C o m o el lector p u e d e d escu brirlo p o r sí mismo, csic principio p a ­


rece c u m p lir bis prim eras cinco condicione* q u e cu alqu ier teoría
í t k a satisfactoria d e b e cumplir, salvo (3), q u e concierne a tos d e ­
beres especiales. A l a p licar el principia utilitarista d e actos al h e­
cho d e t ra ta ra la gente c o m o un fin hem os perm itido q u e el p ro -
UN P R IN C IP IO u n I.IT A A IS IA K A N T IA N O 527

iilcm a d e Jos d eberes c * p C (id le s d e lo* itu cttro» «u r ja d e n u e v o


Sin em bargo, puc&to q u e este p ro b le m a p u e d e ser tratado p o r
el utilitarismo regulador, p od em os incluir los d eberes especíales
a p liia n d o el prin cipio del utilitarismo regu lad or. A q u í tenem os
q u e hacer otra elección. Podem os su p o n e., c o m o lo hace el utili­
tarista regulador, q u e hay reglas utiJjiariíiaj q u e cubren todas las
-.it unciones q u e im plican una elección m oral. O p o d e m o s hacer
;ilgo respecto a la existencia d e algun as situaciones no Cubiertas
p o r esta» reglas e x ig ie n d o q u e el príncip«? utilitarista de actos
se ap liq u e a estas situaciones. Aceptem os aquí, sin em bargo, la
suposición d e l utilitarista regulador, l-o q u e p o d em o s llam ar el
principio utilitarista kantiano será:

U n a acción d e b e se r realizada en una sil unción si y sók> »i

I al realizar Li acción, (a ) se trata com o un »im ple m edio a la


m e n o r cantidad posible d e gen te en esa situación, y <b) se
trata com o un fin a la m ayor cantidad posible d e gen te de
tal m an era q u e esto sea com patible con <a), j

2- realizar la acción está prescrito p o r cu alqu ier regla utilita­


rista q u e (a) no viole la condición ( I ) en esa situación, y q u e
(b } no sea an uhida p o r otra regla utilitarista q u e no viole la
condición ( 1 ) en esa situación

l’ara e n te n d e r este principio, veam os lo qu e prescribiría en un


CfCHtplu p al (¡ciliar sobre b oles salva\ idas. S u p o n g a m o s que usted
a el capitán d e un barco que acaba d e hundirse, y q u e está a
i a i g o i k l único bote salvavidas restante q u e está so b recargad o de
^cnic, y oir;is tres personas van a lo m a r su tu rn o p ara en trar al
.igua y están colgada') a los lados de! bote. S u p o n gam o s adem ás
que es evidcnLc q u e una torm cnia p eligrosa se está acercan d o
rápidam ente y q u e el barco z o m b ra rá a m enos q u e un m ínim o de
cinco p erson as sea a rro ja d o □ la deriva Usted d e b e decid ir q u é es
lo que hay que h a c e r El principio uiiliiaristn kantiano e x ig e q u e
en esa situación sacrifique a algunas personas, p e ro las m enos
posibles, para s a l v a r » las dem ás De esta m anera, usted trataría
en esta situación a la m en o r caniidad posible d e gen te com o un
»im ple m edio, y a la m ay o r cantidad posible com o un fin.
1 na ver. tom ada esta decisión usted se enfrenta con el pro*
blcnia de en con trar un p ro c e d írn im io p ara decidir qu ién d e b e
ser »aerificarlo U n procedí m iento d e decisión q u e cía ram eóte no
528 El PROBLEMA DE JUSTIFICAR UNA NORMA ÉTICA

trata a nadie com o un sim ple m edio « e ch ar pajas, pern otro n


p e d ir voluntarios. L a exigencia básica kantiana e x p re sa d a en la
condición ( I ) no p ro p o rc io n a n in gu n a m anera p ara escoger e n ­
tre am b o * procedim iento?. De m o d o q«»e d e b e tm ed considerar
cualesquiera de las reglas utilitaristas pertinentes. Para ver quC
regla» aplicar, su p o n gam o s adem ás q u e c inro de las p r im a s del
bote se ofrecen públicam ente com o voluntarias p ara se r sacrifica­
das. C on sid érese ah o ra la siguiente regla:

Siem pre qu e se necesite q u e algun as personas sean sacrificadas


p ara salvar a otras, y q u e algun as personas se hayan ofrecido
públicam ente c o m o voluntarias para ser sacrificad as. en ton ­
ces es tina obligación prim a fa tt/ sacrificar a los voluntarios.

Esta regta se aplica claram ente a esta situación y no viola |o e x i­


g id o p o r la condición basica kam iana P or o tra parte, es razonable
pensar q u e es u n r c »la utilitarista p o rq u e tiende, en rlccin, ¡i lle­
var ai m áxim a la felicidad global d e aquellos a los q u e se aplica De
hecho, es m uy probable que ai esta regla n o fu c ia segu id a cuan do
se p u d ie ra aplicar, h abría m ucha infelicidad, y una fuerte resis­
tencia. o incluso h.tbrfn sublevaciones cu an d o a aquellos q u e no
se o freciero n com o vrilu uta ríos, p e ro qu e saben q u e otros sí lo hi­
cieron, se les pide q u e dejen a la suerte quién serla sacrificado. Y.
d a d a la n ¡ra suposición plausible d e que e*ia ír ^ la no sea a n u lada
en esta situación, b o b ligarían d e usted es p ed ir voluntarios, en
lu g a r d e que los pasajeros echen pajas.
El p rincipio q u e finalm ente hem os alcanzado es com plejo. C o ­
m o p u e d e verse p o r el eje m p lo anterior, exige d e cada u n o que
considere y relacione m uchos factores p a ra decidir lo que d eb e
hacer en cualqu ier situación particular P ara m ucha gente en m u­
chas situaciones es prácticam ente im posible cu m p lir u n a tarca
tan com pleja. C a d a un o d e nosotros del>er¡3 . desde luego, hacer
lo posible, y cu a n d o alguien haya hecho un trabajo razon able­
m ente b u e n o p e ro no haya p o d id o decid ir correctam ente, no se
le d eb e ad ju d icar culpa alguna. C o m o se d ijo al principio de este
capítulo, las norm as adecuadas p ara evalu ar iiio ia lm e n ir las af-
clones son d ije re n tes d e bu norm as adecuadas p ara evalu ar m o­
ral mente a tas personas. Si bien no hem os considerado aquí este
últim o tipo d e norm a, una cosa está '-tara: q u e m uchas accio*
EJERCICIOS 529

re s q u e claram ente son del todo incorrectas no reflejan n in gu n a


culpa d e quien las tóm ele.

C o n c l u s ió n

Mo hem os c o a sid e ra d o si el prin cipio utilitarista kantiano cu m p le


la sexta condición — la cual prescribe q u e no haya actos d e los q u e
estemos seguros q u e son incorrectos. Esla tarea le co rre sp o n d e al
lector S i encuentra q u e cum ple la c o n d tu ó n (6 ), entonces tiene
buenas razones p ara pensar qu e es una teoría ética satisfactoria.
Puede haber, no alistante, u n a teoría m ejor qu e no hayam os co n ­
siderado. Puede haber, p o r ejem plo, m aneras d e aplicar el prin -
c ¡pió utilitarista a la n orm a básica kantiana que no ha> am o» c o n ­
siderado. Por consiguiente, a u n q u e en este lib ro hayam os d e ja d o
d e e x a m in a r n orm as éticas, el exam en mismo n o está concluido.
Pero ha llegado bastante lejos. A l principio d el capítulo en co n tra­
mos buenas razones p ara rechazar varias concepciones: la ética
teológica, el relativismo ético, el nihilismo, el egoísm o, p e ro d e ­
jamos abierta la p regu n ta acerca d e si d eberíam o s aceptar e l e s ­
cepticismo ético. D ecidim os q u e si a l concluir nuestro e x am en
de 1¡» n o rm a , ¿ticas na en con trában la* n in gu n a q u e fuera satis­
factoria. tendríam os bu en as bases inductivas p ara aceptar la a fir­
mación del escéptico ético d e que no h av norm as éticas justifi ca­
bles. Si bien el e x a m e n aú n no está com pleto, tenemos, incluso en
este m om ento, razones para pen sar q u e hem os en co n trad a una
norm a qu e p o r lo m enos se acerca a una n orm a justificable, P o d e ­
mos estar equivocados, p e ro incluso si lo estamos, hay señales d e ­
finitivas d e qu e se ha p ro g re sa d o y d e que se sigu e p ro g re sa n d o ,
ten em o s, pues, bases p ara concluir q u e el escepticismo ético es
incorrecto. A u n q u e la tarea d e m itificar u n a norm a ética es m uy
d ilk d y a m e n u d o d escorazon adora, hem os en co n trad o razones
para seguir intentándolo con la esperanza d e o b ten er éxito.

Ej e r c i c i o s

1. ¿Cuiles de loa siguientes juicios cree usted que ion juicios mora­
les? éCuiles no fc>son' Explique su* r a p u o u i.
1.0 g e n te tien e un d e re c h o in a lien ab le a I i vid a, a la lib ertad y
a U búsqueda d e la felicid ad
Dios castiga a aqucUcu que quebrantan sus leyes.
530 EL PROBLEMA HE JUSniFICAK l 1NA N O RM A ÉTICA

N o nularás,
Robar o ranl r iiÍD a la ley
Sicni p re i Ic I ^ h k a o tic tltn r U ley
F,l u w d f n i r r i k i e « n n o c iv o p a ra la w c ic d a d .
'D e b e ' implica 'puede*.
Natía es correcto o incorrecto m ie n im no prn sru iot que to ta

2 In d iqu e rc jp c c io d e cada litio de los lip iic n t n ejem plos si son


ejem plo* claro* d e relativism o é ik o tal com o « « i d efin id o en el
texto. hxptique h h respuesta*.

La poligamia estaba m oralnirntr perm itida rn tiem p o» de


Ahr.iham p ero ahora a inmoral.
L o q u e a G r in u (jiie o c o r r o : ! " e * í ó l o tu o p in ió n y p a r to u n t o
n o e s m e j o r q u e la d r c u a l q u i e r o t r a p r n o i u .
I jd incnrreeto e » lo que perjudk-4 a la «id e d a d , d e manera que
lo que es incorrecta en uila sociedad ecti frecuencia es cor r e í to
en otra.
El principio uiiJiiiruta puede ser correcto p i n Lis culturas oc­
cidentales, pero fin duda es mear recto para las cultural o rie n ­
tales.
N o hay n o rm u éticas, cada uno d e noiotroa tan sólo "v e " qué
es correcto y qué es incorrecto

3. Evalúe el siguiente argum ento:

El d c lrm iin in n o causal es verdadero, d e lo cual k sigue que


nadie posee libre albedrío, y, por consiguiente, que nadie a
m oralm crile responsable d e lo q u e hace. Pero si nadie es res­
ponsable d e lo que hace, e n to n e n no puede estar obligado a
hacer nada. Es decir que no hay nada que deba hacer; nada es
correcto y nada es incorrecto. Por lo u n ta, el nihilismo fu c o
eaiif en lo cierto,

4. Evalúe el siguiente argumento:

El escepticismo ético « correcto porque, en última instancia,


nadie puede hacer cura cena q q c seguir su propia conciencia en
»»u n ios mora lea, y nada pu ede ser justificado de esa manera.

5. Supóngase que alguien llam ado Per :i ha arriesgado su vida para


».ilvar a un n iñ o q u r w o t i ahogando. Discuta la siguiente e x p li­
cación d e su* acciones:

I’ c ez n o actuó realm ente sin egoísm o, esto a , no a tr a g ó nu


vida por el niño que *e estaba ahogando. Más fcñm, Píre/ e* la
clise d e persona que obtiene satisfacción y placer com o resul­
tado d e ayudar a los demás, y su deseo d e e n e tipo d e pUccr era
fi f í flC lflO S 531

i.in fu e rte qu e s u p e ró a ím <Jm™ He p r o te g e r «u p rn p ia vida


l 'í r c t , p*w lü Linm , n u t u a ir iiu m lo m í m e n t e para o b le n c r el
placer u lterior, n o para s a lv a ra ] niñn.

6. Me h-i i l i r m i i b q u e jlg u n n * p l i c n o i ( ] * : t e je m p lo , los p la t r r m


e u lfl¡c ía ), son m p n l a i n a a ír a s (p o r e je m p lo , los p laceres « c h w
le *) E xplique la q u e ilg u ir n p i d r u q u e r e r d cLir c on dirhn a f ir ­
m ación. ¿Sería r D iu iilc n tr un f lr d o n u li p i k d i ^ g i w v im v ir r ji
rjilr algiin cn p laceres m n spiiptt i--r ca a c irc e ? í Sería i 'a i t B l í n i r i l t !
hedíMiisU étiru? íiu lm iir fo .

7. K! hcdonntnu Ético fue rediazadosotire la b a ie d c q u r n o bahía ar-


gumentraf vilirlu* en su favor y d i-qu e presa iJie acto» m oral meme-
fepugnam ea Suponga que un hrdanisia egoísta respondiera d e
la «igu ien fe m anfra:
Mi teoría rto p rescril»1ir lo s moral mente repugnante* p irq u e
Icn a c m rrp u g tu n tD *on claramente aquellos que perjudican
a «.«ras p e m o fiiv y perjudicar a o tro e » invitarlo a la venganza
O al castigo Planta que n ob via (pie a nadie )e interesa p ro v o ­
car daño ta b re si miimu, entonce» I » en el h rd d n iín ia
Cjjoítln la conclusión correrla es que no debedles perjudicar d
lo» ili-mis. Mi ic o ru . por lo u n to, no prescribe actos moral-
mente repugnantes
t'v a lú e La respuesta d e l h ed u n m a egoísta

8. C onsidere el argum ento d e S A r a ie » (pp -174—176). ¿Tiene justi­


ficación en su afirmación d e qvie cuando una persona es injusta
la ¡nju&icia es una enferm edad de su alma, y en que, com o para
todas Uw enferm edades, la persona estaría m ejor si nunca hubiera
«irlo injusta en ib u lu ia r Cunsidere a una persona que vive “ por
siem pre Telii" gracias a Li> ventajas que le traen sus crímenes. «D e
alguna m a n e n es realm ente rnás miserable que si se hubiera q u e­
d ad o en una pobreza Justa p e ro opresiva?

9. Una objeción .i Ij versión utilitarista d e Bcntham es que supone


un "cálculo hedom rta", esto « , un sistema m ediante el cual va­
r i o dolores y placeres pueden ser sum ade» y re s u d o » ccnnu si se
tratan d e manzanas ci d e naranja» I V tllcjdo que íc t u p x t r que
dr-trinco ser Capaoe* tte Mlllltar r l placer qur usted obtiene d e rea-
li/af un dctcubrim ienio im portante al que yo obtengo d e tomar
b iim vino, v obtener com o rn u lia d o , d ig ím M lo así, tres veres la
canLidad que Pérez obtiene por hacer una finta en polcar menea el
dolor d e cabeza que tórne López. Sin dudit, continúa la obteciún, la
idea mama d e dicho cálculo n absurda Por consiguiente, el prin­
cipio de utilidad de Hentham es absurdo Evalúe cala objeción
532 EL PROBLEMA DF. JU S T IFIC A * U N A NORMA t M CA

10 t i siguietitr partee- ser un cato d e d criv»ci¿*i d e una conclusión


ic e r c i det ‘d eb er’ a partir d e una premisa it c r c i del ' w ' . ¿Re­
futa por lo tanta la «fin n io ó m de H um e de qu e 'debe' no puede
derivarse d e W [o ' « U ' ] ? Explique *u rea pues la

1. La anciana Sr¡», López fH4 necesitad* d e ayuda

Por íéi tanto

2. Si y o debe a y u d ir a Lis mujeres a n e a n js que csU n nexentada*


d e ayuda, entonces debo ayudar a la anciana Sra. López.

11 cEs válida la siguiente derivación d e 'debe' a partir d e una afir­


mación t;:tica? Explique su respuesta

I Migue] dice, "P or este m edio prom eto ayudar a SimAn a » c a ­


par d e la cáreel“ -

2. S) alguien dice prom eter algo, entonces e*L£ obligado a hacer


lo que promete,

3 Si alguien cali obligado a hacer lo q u e prom ete, enConres debe


hacer lo q u * pm m rtc-

Pur (o íúníip

M igu debe ayudar a Simón a escapar de la cárcel.

12 t i t i l a d e lo s e n u n c i a d ™ 's i g u i e n t e s c o m e t e n c l a r a m e n t e l a fa la c ia

d e b definición y c u á le s n o ? ju s t iü q u e iiu re sp u e sta s,

L o qu e es bueno es lo que es orden ado por Din«


La palabra 'bueno' quiere dedLr 'lo que debe ser llevado al m i■
itímo'.
El placer es, en virtud del significado d e las palabras, la única
cosa buena en sí misma.
L o bu en o es, evidentem ente, aquello a lo que apuntan todas
las co«as,
Decir que algo es bueno ea decir que es un objeto d e interés
humano.

13. Evalúe la siguiente objeción al militar amo

D e acuerdo con el principio d e utilidad debem os tratar a cada


persona com o una y na m is de una. De m odo que cada persona
debe recibir igual consideración. Pero si aceptamos el principio
d e utilidad n o podem os hacer « o , p orqu e algunas peruana»
•on m u cb om issen cih lesa I c e p L .e r r « v » k »d o lo resq u ecftra s,
y cuando “ aftadiiDcs" p la c e ra o cjojorc», una persona extrem a­
dam ente n u i b l c tendría m is peso en nuestros cálculo» que la
EJERCICIOS

gente con una K n sib iü d id norm al Así p u o , si u a m a H prin­


cipio d e utilidad no podem os darle a toda la gen te b misma
consideración com o lo ex ig e el principio El principio, por lo
Unto, es inconsistente y no deb e seguirse

1-1. I-ópcz, que n kantiano, decide que cenar a la» 6:00 PM tea *u
regla- Pbr consiguiente unlversaliza esta regla, esto es, la concibe
com o una ley universa I, p ero se horroriza con eJ resultado. Si todo
el m u ndo cenara a las 6:00 P M ., le* servicias m i ¡aportantes se
in terru m p irán , lo« paciente» se quedarían «o b re la m o a d e o p e­
raciones, los aviones chocarían, k * barcos encallarían, etc. Puesto
que él no podría desear estr estado d e croas concluye que debe
rech izar su regla. Prrn la misma o b jm ó n ic aplica a una regla
que prescriba la cena a cualquier otra hora, y entonces em pieza
a m orir»? d e hambre. ¿H; com etido López algún erro r al e m ­
plear la prim era form ulación del im perativo categórico? Si es asi,
ex p tiq u d o cuidadosamente.

I *> Se h j objetado qu e la teoría ética d e Kant ex ig e que U gen te no


tenga sangre en las venas v que sea inhumana. Según esta ob­
jeción, Kant dice que si me encuentro <-on una persona herida ti­
rada en la carretera, sería un error ayudarla por tener compasión
de ella. Eso seria actuar por inclinación o por deseo; en lugar de
ello, d eb o actuar por respeto a la ley m oral, sobre la b ise d e b sola
razón. Si Kanl n l i en lo CDrrnüo, tlcbrtnflB ser Fríos, impasibles y
carecer d e compasión. Den moa ser máquinas altamente morales
Puesta que á u es tin rinda tina repugnante concepción acerca de
cóm o debe actuar la gente, U teoría d e Kant debe ser rechazada.
E v jú e esu objeción.

10. S u p m g s q u e usted quiere d etm ir « hacer o no trampa en un ex a ­


men Encuentre la máxima según la cual actuaría si decidiera ha­
c e r uam pa y póngaLi a prueba c u t í cada una d e b s versiones del
im perativo categórico.

17. C onsidere b siguiente objeción a las i r n r i » éticas utilitaristas, y


c«jm pare cóm o responde ría un milita ruta d e actos con b respuesta
de ufi utilitarista regulador:

Pérez se eslá m uriendo en m edio de un gran sufrim iento y


pasiblem ente le quede un mes de vida lin esperanza alguna
de recuperarse. Pérez no tiene parientes ni a nadie que gane
o pierda a lgo con su muerte. Su doctor, un buen utilitarista,
decide caritativamente darle m uerte Pérez, sin em bargo, te
opone y dice que qu iere vivir cuanto sea posible, por fuerte
que sea su dolor De todas maneras el doctor le pon e fin a ta
531 t i PROBLEMA DE JUSTIFICAR U V A N O ílAlA ÉTICA

vida d e Pérez É js il p ir c r r r U ser d acto que las ir o r u i cucas


militarista* prttcrtlltrian, p e ro es c v id m lr que a in c o rrn to

18 Una cuestión moral que na ir dUcultf en r*lc texto es rl problema


riel castigo Compare tai t r d d ii r l i a i d is u lk lii en el texto njn<
cerm cnln a la ¡m áficjiián de L pena capital. tío üj¡u fe pnito-rtc
rrímenes a l r f como ti h c u h u q , m ía u m bim pora casos de ate*
nnalos en primer g^adn por Ltn¡* pcrtom que ya hajri ik Id sen­
tenciada a cadena perpetua par crtrocnroai. ExpliquecuJtl de Lis
leerla» ít ic a ja c c usted que p o p o rc io c u La puicióit ítihs m a n í-
ble i c c r a d e la pena capifjil.

19 EvuJür m oral lítenle acto« d™ los S ¿ u ie n tn LipíH m ediante la. n or­


ma expuesta en la página 528. Si piensu q u r la miutcián en al-
glllirfe f i n » [Irlir rx p e n e n e con iriajtir detalle, p u p l í hacer cs-
pcaH cilciiin f) r n io iu b la ÍP in c n lic la norma l i g o m oralm ente
repu gn adle en riln tC U O i? S¡ ■—■ I, dcbcitHM r s h f l t a r l i nnrnn?
Explíquelo.

Tener nHacionn s rx u ík í premunía le*.


Kchui.tr ie a icrvir en u n « guerra rjue usted considera injusta
N r g s r ir a delatar a lln in ¡| ¡a al <^t>e je ha calado vien do hacer
tram pa .
V t l t p r t t de alguien que lo ha perjudicado
Robar rn una gran institución ro m o una universidad o una li­
brería.

20. A la luz d e »u respuesta a la pregunta 19 y d e Jos muchas otro»


(actores discutidos en el texto, ¿erre usted que la norma ¿lira e x ­
puesta en la pagina !>28<~wi juM tfkada' Explique su respuesta. Si
p ic m a q u e n o , ¿cree usted que alguna otra norma eatejustificada o
concluye que d e lir a m o s aceptar el escepticismo rt ico? JiMtLfíqiie
*u» conclusiones

21 la s norm a» élica i no ion utilizadas v ili i para la evaluación moral


d e lai accione* d e las indi.tduos, «¡n o también para la evaluación
moral d e bu leyes de lo» gobiern o» y de las sociedades. ¿Hay al­
guna manera de adaptar r l principio militarista lea mía no para
aplicarlo a la< le v « ? Pür ejem plo, considere y evalúe c ríttím e n te
lo u g u irn trq u e i r t u u en la tesis d e qu e ninguna ley debería pres­
cribir que c iialquier persona o gru p o d e personas deba ser i ra u d o
com o un um ple medio, d e m od o que la prescripción h is ira e s q iic
la i leve«, y d e hec ho l o sistemas d e leves, d eh m K T justo»:
Una ley (o>istema d e leyes) e i m oriln ien te j i u i o u ysúlu tt (aj lo
q u e prescribera ju n o para todas Isa personas g r u p a « ko que
ej uta a os 535

•e «pUcd, y (b) e* una regla (o u flc m » d e rc g U t) utilitarista que


r » «on K X u cn te con U oondkián (■).

C onsidere n t t e líjc ííó n j la nnrm i utilitarista lu n lü m :


Lina nerm a « n a que n o puc-rlc * t t u » d c o n d e d i jdad c a r n c
<I»- va lar y debe ser rechaza (la. I'Í cíIdicdic » r c q u c l i regla uti-
litarima k in lu iu n c e c c d c v d a r p o c iju r c iu n cocnplrja q u r al
intrniar usarla d r hecho para decidir <jué hacer, uno queda
u n p i d c m un cálculo infinito. De n u n rri que d c b c i m re-
chazar « t * n o rm i
¿ F i éai.i 1.1 iu m t i c i n i o n i b l c i ta n o rm a u lilita rú ta k i t i l í i i u ? D e­
fien d a su r c s p u a iii
B IB L IO G R A F ÍA '

C a p Ix l lo u s o

i L iìt v ì d i Irid o

I.OS libro* de ic it u iir là tic i son nuoiciüdúH, Sin nnbiirgn, tiay ires intro-
du cciü nn nluY rlttu e n u lt» j la kigica y I» scirri mica: Samuel Gorm Hii
i- Run G W illiam !, Phüaw phtial Hiutíym (N u p v i Ytwlt: Random House,
lur., I965)1“ ; lífr iln C Salmon, ù f i i . S i. od (K njjlcw ftjd C liflt. N.
I . Prcniìée- ! Iili, I r , 1973). c Irving Copi. ì rtíioíiu ú nn lo Logic. 5a.
cd. (Nuc^a Itork: M au iu lL n Publts.ang C o , Ine-, ISTE]1*11' 1 E m ic p
mucho* oitch libros iiu rcdu ciariu i utìles s d ire el [cn u cninc e lit i; E
J Ldbtuoti, Le g ii (L o n d re* NcUon. I965)(' ! fl Clark y R
Wchh, Irdvducftì:» lo i.a g it iVucvi Vbrk Van N entranti Rrinhuld C om ­
pany, ISftÌJ1'*, Patrick Sugipc», inliodur.lìan in (Nueva York; Viin
K o ttn n d Reinhold U im p in V , IÍIÜÜ), W, V O. Quine, M<t/u>di o f l a -
p t (N ueva York; U olil. R itien i ri A: Winston, Inc.. I959l,,iw ; B m io n
Mates, E¿rnu7iloi> f oyv: (N ueva York U l t o i U m vcn ity Fred, l
v M a i Blauk, f'nifcr*/ Thinhtnj? (F n glcw itid CUffr, N J Prcniìre-H sll,
Inc., 1902V 1 Hav líes dnuikigia»rfjt>orada* para un muri introducili*
ria q u e vMi ][v in ¡¡ M C opi y j s m » A. tiw ik l, / ífííiíig i da ì ì j * (N u c v ì
York: M scm i]Un Publishing Co., ine , 1972)¡ Rbtnrt S lei»h . N 'ca sa ry
Truth (Fjigk-wia hJ CtifBt, N j PrrtiiictsHjilI, ln tij 1070^'*; y A drien n e y
K n tli Ijphr-cr, Thmry nf (Engktv-iciíl C lilis, N | P r e m i»-H a ll,
Inc., 19701'*'

' U i obra n A i l i d u « D I "* I ' * FltcuentranPO 11 B ib ü o ir » _D»- E du ardo


•"-arda M jy o c i" d e l IniU lulc de In veiligaà on rt F i l o i i E i » ■!e l.i U N A M t l) tu
i 'I h i d i n ri| ÌM l 1.4* p c ñ ilid u cur ,'‘ 1' ic c n c u c n tn n cd la munta f t f a b a l t a ed
u *^ u coAq n p A a j i y [ » i intliudai cali ' rn trad ucoAn i n j l a i
538 H1BLKX W li
11 Ijb r » ir artific i di mw( t p / a n ia d a
Fara e] cuiudtJHlr i]ilr va p tv rr fie n o cunuciinicnlD de Ea lògica, I n si-
f j j k n lr a d o i libro» dchrrùin r o u I ^ r l r d F i n t n r i RMiltilfCartiap, M ea n -
t n g a i u i f i c a a tfy [Chicani Phoenix Booìu, l i S G f y W V Q. QuLnc, finn
a lo g ic a ! Pqitv o f Tinr (Cinnbridgc, Mìisìì H irv a rd U m v tn iiy Presa,
1961* tu ew e dliim a lib ro (J u in rp la n frj s ig in e » probtenia* atfT M
d e l nsiCLpIù tir AnaliibL itLid q i r h m dcspcriadi) mucha M rncióti Don
lib r o «<!U t*d ittiteli Lt p u ir iu n t ir C illU p M n ; Rxrhard B u trirl. Jr .C a r
n/tp a « jVJi.niiry and Aiutfytitiiv ( L j Itava MutllOh, 1970)'* ‘v Paul Arthur
Schilpp In i i, T h f P h iù m ph y o f Kudutf Carnap (I j Salir» Ili O pen Court
Publishing Gwnpany, 19G4)1*1. Dew iintalpgus ijuc con iicn cn a rfìc n k »
sabre cj signifkada, b inalilici'tud y priJjlemBS ìinnJjircs * parili d e
fuciites i □nirinpor.inraisLun licrlx -n Fi'igl ? W ilfrid V lla r ». fìtadings in
( K u m York: Appìtioti-CeiiLury-Croris, Inc.,
P h iita op fa ail Atuilysu
1919J1*1, y H erbert Fcigl, WiUritl Scalari y Kcith Lehrer, New Headtngi in
Pfuiosophiaii l i b i t i [ N u c u Vork: A p p lc iD n ^ jn iu r v C r o lti, Inc..
1972JW .
Enu n Farnese tjbm, Ward and Object (Cam bridge, Mass M. I T Press.
ISSO)**1. Q u in r dexarrolla y defienrte au punto d e vista O tro libro d e
m trnis y nc tècnico es P V. Strawacin. Iniibduetwn fp l.ogtcnl Theory iLon-
drcs: Mcthutrti altri Co,, 19G0)(,) Para una diKUsión hworin'a acrilica
dei concepii ' d * ver dai I Iteceuria, V&Asc Arthur Pap. i n u n i r i and
iaiy IftU h {N e w Ila v rn . Yale U n iirrn iiy l ’rn s , 1958 V ea ie lamhicit
Alan Pascli, E s p tn tn c t and thè Analytic (Chicago. University a i C hirago
P r o » . 1959)*'*

IH la b m i y arrindtii tob n fnobabiiHod

£1 libro d e H enry E Kyburg Jr,( Probabilità and Induci tur L o gic (Nucva
York: Macmillan PuhLihing Cd., Inc., 1970) con tiene una e iw le n lc
bibliografia tic n i n i iu b rr prohahilidad y lógtea induttiva ha&La 1970.
Otroa libra» y artkulcA im p o r ta r li« v jn !.. Jonathan Cohen, The Impltca-
Iniu o f Induction (L o n d r a : Mei h u m & Co., 1970)1*'. Wesley C. Salman,
T h f Foundation* n fS c itn iifk Inference (Pittsburgh: UmvtTMty o f Pittsburgh
Prts». 1967), i p c s tu d ia lai conrepciutics actuaics ic e tta d e la iumìTi-
c a c ia i rie la intlucctòn v la probabilidad; Im re I jk jic w ird .), The P r o ­
blem o f h f h u lt t * Logie (Amsterdam North-H olland Publishing C o m ­
pany, I968)1’ 1, i|ut* iIb k w ì I o tu n le li» de pm tnbilidad, la i » t i f i « c i i w
d e regLu inductivas d r uifcrnh'ui. el cunocunieTuo probable e incluve
una liifctoria d el pruiilctlu rie li lògica induttiva par parte d e Lalu-
tps; Brwn Skyrnis, Ù tm rt a>id Chant A n ItiitudMcttoa to Inductive L o p e ,
Za. ed., (Bclmcmi, Cauli Dickciram Publishing Company, 1975), un li
bra e ic c le n le 1' 1; Risto Hilpincn, Rultti oj Acceptance and Inductive Logic,
A ria Phdaiopkiea Fìrmitra. Voi. ‘2 2 (Amsterdam North-H olland Puhlish-
O irfT U I.O DOS 539

m g Cínmpiiny, 1ÍK*A); J R Luc-a*. Th* ('o n ff p i o f Pm b^büttj (O xford- C h -


r c n d o » P t ™ , 1970^*'. argumenta q u e sólo n |x»itiU- un anitlíai» co-
rírc to d r l concepto d e probabilidad; Wesley Salmón, “ C ir iu p 'i Induc-
iive I j9 g¡€ ",Ju ‘U Tw ilQ fPhtlaw pfp. Vcil 6 ? (l9 6 7 ),p p 7 2 5 - í# ;C D. Broad.
Ituíttclw n, Pnbahüity and CniutAcn (N ueva Vork llu n ia n itin Prrsi,
l96fl|t‘ l; I m k L evi, C tn ittn fa tiA Thtih; A n Essajan htducttan muí the
af S o fD íi (N u r v j Ifort: A l f r d A- Knopf. Inc., y L im lr n : R n i t W p : Se
kegpji Piul. U d . ¡ÍW7); A. J. Ayer, Pjokabiitiy and E v iá tw i (N u n a York:
Columfcia t j vcrsily Press, |97SJ,*n; Richard C. JrRrcy. T k r lj i g i í o f Gí-
-isi.TTi | N u rti Tifark: HcCraw-J till Boak C om p in y, I9C5). riiman Black-
hurn, fítasan -ind Predsttton (N ueva Vork: Cam bridge U n w e m iy Press.
1973)1*1-, H en ry E. Kyburg, Jr , L o g u a l fctindoluiu o f Statiiiical h ifrrtrv *
Dardrccht.: R e id d , 1974); L J. Cohén, T h t P m m b tt and th t Probable
i hturvz York: O x fo rd UnivETxity h s , 1977);"y R. C a rn ip , “ N t> t» on
í'robabUky arid Inducción", S ynthiif, Vbl. 25 (1973). U n o d e los a u to ra ,
K Lrhrcr, ha publicado a mpfla mente-acerca d e U m fcrcn ru inductiva y
la p ro b ih ilid a . Rectcutcm cnie hü expuesto de nueva cuerna e t m ideas
en Una forma fticioU en R. B a g d in (ed ), K n ih 1/Awf (D o r tfm h t: U n -
del, 1980). El m iim o volum en contiene también G- Pappas, “ Leh rer on
Induction. Evidence and Accrptance". ju n to con la respuesta d e Lehrer.

c a p ít u l o dos

Fu e n t e s c iá s ic a s

Se recom iendan d o » d e lo* dutlogo» d e Platón, el TeetHou*y la R tp ú h ii-


( aw . E d e n muchas ediciones y traducciones, la mayoría de las cua­
les io n vaU~=as, p ero se rcva m .o "Un especialmente U> traduf ciernes al
inglés d e F. M. C o m fo rd U n escritor menas fam oso p e ro m uy im por-
u n ic es S exto Empírico. Para una interesante form ulación del escep­
ticismo, véanK* fus O u tU w i o f Pyrrhonnm en Val. ] d e S n t m Empinrus
iLondres: L ocb CLusical U b n rv , 1933)*** El Discutió iW b A k íí“ 11" y
Las Al/diia™ «/!1'* '1 d e R rn é Drscarte* resultan una agradable lectura¡
aunque D o ra rle s llega en última instancia a conclusiones que n o ton ni
rem otam ente escépticas, en ambos libros sus argum ento» iniciales cons­
tituyen un fundam ento para la defensa del cw rptkiam i Casi cualquier
edición d e D t u obras resultará apropiada Gcurgc B c í l d r v a m enudo
n egó que su» doctrinas condujeran al « c e p t r is n v «, p t o mucho* d e los
argum entes d e su T in Jialripu *ntrr llv ta i j flis m li1'1" 1com placerían a un
cbrépueo David H um e es un defensor m is exp lícito del t-cepticisnio
en su Tratada ¡obre la lutíurulrut humana1' 1*'* y en Hnutju m tir el fntrn d i-
ntvnto Aumviw*'"1*. En am bo» libro», véanse U* K ccion e* titulada* "D el
escepticismo en relación con 1 « sentidas-
540 blnx u » . k.\j ia

Fu e n t e s c o n t e m p o r á n e a s

t, Li' jd¡ tic un ioto autor


Los s j u i c n l a libras sobre tira (y d r l COIHYÍ miento (S lin rscriln* ex p fe-
lim r t llc j i i n ci a lu d ía m e in id iiiu : A. [ Ayer. T h t Probitm o f Kuamí-
td g t (Baltim ore Ptnjjuin B ookj, l& 5 6 )f’; S_ M tíhisholm , Ttieeiy o f
fátowiedg* (Englew ood Clidai, N J : I'retiüre^llall, Inc., 19GG, lia. rd ,
197G;r A D. Woo/ley, Theorj <>f KiMwiedgr ¡Jjnndrcs: H utrhin*on‘i
U n iven iiy Lihrary, LíMS/11! Uavíd P a n , tv'flflí h /inaw ítágrt (Nueva
Yarlí- Ilriip c rfe ft*W- PublidleH, Ihi: , 1 9 7 1 ^ ; u. \v. Ha mi Vil, T Iu T h e o rj
o f K.weU'ieiigi (Ciantcn L'iiy, N. Y : p iiu lilrd it Ciwnpany. Inc.. 1971 y*1;
Br Lite A u iit, A'nauitedg*. M intt. and N a l Lite A ii !>Ur iu ílio n to tfie Thtory
o f K naii'itrfgr aitd thr PhiÍQ!9pk i o f M iw í (N u eY* York. tUndnrn H oiu c,
trac,, 1967); E lk ib r lh tU n id c n E s m o , B tríra n d fí-ust^U't T h ro rt a f Knajvt-
tdge ([jcmciics (Heorgc Alien & Unwin. Ltd.. 1 A d im Murion,
A Cuub Through itu Thtory o f K n tn M d g t (Encino, California. Dickenían,
1977).
A d m i i d e éstas, e x ilie g r iti tiúniero d e libras J n lin a d a i princi­
palm ente a un púbJico profesional p ero que m u lu n inteligible* para
el estudíam e d e d ie d o , Las obr.iü que ponen un énfasis particular en
el lema del o c e p iic is m o van num rtOM '. pero prxas d e ellas coinciden
con el p u m o d e ra ta d d esccpiico. U iw defensa de! escrptir ¡m o que
vale m ucho Ia p e n i leer es el libro d e Beririind Russrll, T h r ProbU m i o f
Fhilo.iophjr (L on d res O xford U n iv c rw y Previ, ] 9 12 )1*'. A rn r en
■Silí^íinífti (Lon d res R ou tlrd gr Se. K tg sn Fau!. 1969)"* coincide con el
escepticismo d e Sexto E m p frk o M is recienitnieníe, Pctei U n g rt ha d e ­
fen d id o el escepticismo d e un Upo muy general, prim ero en una frenr
d e u ú c u lis , y luego en su libro Ignorante (Londres: O xford U n í ver*
sily Press, 1976)1' 1 Algunas libra« recientes eacriiúo de=.de b perspec­
tiva opuesta *un los d e M ithael Slote, R ta jo n etnd SeefHm m (N ueva York:
H u m an ada Press, 1970); Ludv ¡g W itlgerute n r On C tríaitity, textos en
alemán c ingles, e d iu d o p o r 0. t M- Á r«co m b e y G H. von W n gh t“ 1,
traducido p o r Dents Paul y C. E. M, Anscombr (O xford : Basit Black-
well, 1969). S Coval, SÁxphcun and tht F in t Penan (L o n d r a : Mclhucn
8c Co., Lid., 1967); John Krkc-5( A JuUi/vatinn o f R a lu in a iitj 'AJbany, N.
Y.: State Universiiy o f N ew York Pre*«., 1976); O livcr Johnson, Slupueum
and C ogn U vu m (Bcrkete Universiiy o f California P rrtt, 1978); N ic h o
la» Rcxfher, Scrptu m. A C n íica i R ta p p m u a l (O xford : Basrl BlacLwell,
1979); y james C úm nw n, Sktptitiw i, J w iifica tio n and Explanaiton (Dor-
d rech c keidel, I9Ü0)
Algunos libre* más generales acerca d e la teoría del conocim iento
u n Jacob Jashna Roas, Thr Appeal to Ole G ivttt (Londres. O cu rre A ilen &
Unwui, Lid . Nueva York l[Limaniljes Presa, 1970), Tanayoi Bulehva-
rov, T h r Conccpt o f K n ow itégt (Evinstun, l l t : N orthw estern U nivenitV
CAPÌTOLO DOS fH I

Presa, 1070): Robert |. FogrUn, K:ndenee and M eantng (L o n d re * Rotiti-


« i g c ì c Kegan t’dlll, 1967)'"’ ; II. II. P n c c . B elief (L o n d re»: C e iv r jc A llfn
& Unwin L id ,, 1969); Arthur C Danto, Analytical Phsloscphy o f Knowl*
tdgr [L eu id ra ; C am bridge U n ivrrù ty Press, I96811’1; R Aaron, Know­
ing and the f-itnchón a i R ta io n (N oeva York O x fo rd Universily Press,
1970} J. y A J Ayer. RuueU a iv i M o a it The Analytieal U e n la g r (L^n-
[Ijfts: Mac.ntlUn Si Company, Lxd,, 197] )w , Robert A ttc r m m . B rhèf
awJ Knowledge (N u r v j York. Doubledjy, 1972). David Arm M rang, Belief,
Truth and fi■wuiiedge (N ueva York Cam bridge University Presa, Ì973)1' 1;
N ii holas Capi aldi, Human Knowledge (N ueva York: fc-gasu», 1969) R ode­
rick M Chunolrn, Prrcttvtng; A Phìiosophxal Study (1 iliaca N Y : Cornell
University Press, 1957)"’ , Fred Dreuke, Srnn£ and K now ing (Chicago:
University o f Cru^ago Presi, 1969Jt' 1,,l1 l’ai)l Feyerabend , . Met hod
il indica: New l.rft Hook», 1975)**1; Cari G inei, Knou'Udge, Perception
atidM em ory (D ordrecht R c id d . 197 5 V'1; Gilbert Herm an. Though* iPrin-
..f.-trin. Princeton Universirv Presi, 1972)“ '; Jaakko Hinùkk.i, Kwu<iedgt
and B e lie f (Ithaca, N Y : Cornell University Press, 1962); O liver John-
lori, T V Ptvblrm K w ratfdgr (A ilin lic llig h b n d i. N J
Humanities,
I97'1); K filh l^chrcr, Knowledgf (L o n d r a : O xford University Press,
l9 7 -lf’ f; C I Lcwja, A n Analysts o f K nauirdge and laJualwn (I „iu|le, I Hi -
fioji: O p en Court, 1946); Don Locke, i ’rrrephon and O u r KnauJcdge o f the
E lle m u l World (L on d re»: Rautledge ‘t Kegan Paul. 1967), N orm an Mal­
li m. K iw uiedgt and Certainly (E n g tw u a d , Cliffs. N .J .: P ren tire-llall,
I9G3)11" . G. SL M oarr. Some M a in Problems o f Philosophy (Lon drcs: AJIcn
ic Unwin, lSSSV*1, John Pollock, Knowledge a n d Justifn a im n (Princeton;
Pnnccion University Press, 19711“ '. W Qui.-jc y J (/Ilian, The Web o f Be­
lie f (S 'u e v i Yufk: Random H iiiu r, 1978); Anthony Quinton, T h t S '«t u n
»/ Tfungi (L o n d r a : R outledge &.- K c ^ in Paul, I973)l,>; NLrhobs Res­
eller, C ohevnc* Theoiy o f Truth (Londrcs: O xford University Press, 1975);
CoTitrptuttl Id rith itt (L o n d ics: O ki rd University Press, 1973)(*\ Plttiiilble
Remaning (A b e ii Van Goreuni. 1976); Methodological Pragmatism (N ueva
York: N ew York University Pres*, 1977); Bertrand Russell, A'.nowledgt of
the E iu m n i World (L o n d r a : Allen Si Unwin, 1914); Outline of Philosophy
(l.uudres; Allen Si Unwin. 1927); M ea n in g and Truth (L o n d r a : Alien k
Unwin, 1910 Human K tioiiied gt (L a n d r a - Allen & Untvin, 1948); Israel
Schrfiler, C otid ituta o f A'nou¡¿edge (Chicago: Scott, Foresman. 196S)U*;
Stienct ttu i StibjetitvUy (Itidiandpolù B obb»-M errill, 196Ì" W ilfrid I
Sellars, SrwWf, Perception, and lleakty (N ueva York: H u m » ni tini, 1963);
M jrk Stcintr, Metthematieai K notuitdgt (Ithaca. N. Y : C ornell U n iver­
sity Press, 1975); Marshall Swain, Reasons and Knowledge (Ithaca, N Y
C im e li University Prete, 1981), Frederick Will, Induction and ju s tifica ­
tion llihaca. N. Y : Cornell University P r e s , I973)“ 1, Michael Williams,
G tnundlas B tlte j (N ew H aven: Yale U niveruty P ro a , 1977); y FJtzabeth
5-12 m n u n r .H A fiA

Wolgast, f'e ia d o w i o f Knaw irtigr ilih ji .i. N. Y.: Ct>nvrJl IJnivrraitv Press.
1978)''’

[ f . A M olopùis j t i i n i f d t ttxtù

E.xisic buon nùm ero d e iniolD jjiM uliics d e articu lt» publLcados Cual-
t)uicr a lu d u n lc d rd ita d o cnconlrarà cjuc Vale Li perù oblcn cr b anto­
logia d e Uubcri J. Sw arli. Prrcn vtn g, ir iu i^ . and K now ing (O ardrn fjlv .
M- Y- Daubleday & Company, In i , 1965). b iu al ctntK-nr- articu k »
d e a u t o r « ctym cm poraneov Una ji litologia rltflal per*, que m e rrie w r
cxamiruida es b d e li. Feigl y W. Sellini, Readings in PhUuu/phÙal A n o l i ­
sti (N ueva York: A p p leton -Ceni ury-t.rofts; Inc., t9-19)l,t. I o* « p itu k »
E, 3 y fi del libro d e texto d e John H o*pers( h u rvd u riion to Phlosofihi
co l .fpufyfu tEngJovood ClifT*. N J Prentice-Ha II. Int. . 1955) son l i g ­
nea d e « l u t i l o KJ libro d e tir 3Tyc Nakhnikian. A n In trod w lton la Phì-
ItHòphy (N'ucva Yorli A lfred A- Rnopl, Inc.. t967i, Parte 2, discute b
h ip ó t s it d e l "gen ia m aligno" d e DescarlesL Finalmente, alguna* anto­
logia* d e fu en iei ro n tc ìn p o riu ra i *on ljv>rtm<:r Ftjfttcr y J W Swan­
son icds.), Ttteoiy u tili E x p m m e t (Amherst: University a f Massachusetts
Press. I970J|ìjj Kuben R Ammarinai) y Marcus f i Singer (rd s.), B ftu f.
K m u itd g e and Truth; Readmgì rn thè Tktran o f K n o -u M g t (N urva York:
Charles S crib n er* S o r», |970)l,\ Avrum Stroll ¡ed,), F.putrmofogi; AT<nr
Essays in ih* Theory o f K iw u b d g r (Nucva York: H arper & Row, Publishers,
Inc.. I9ii7), M thael D Kfttli y Leun G ali» irti; ), K n m n n g (N ucva York
Random H o iu r. 197G)('\ Roderick Chuholm y R obeti Swartz (e d s ),
E m p irva l KnoufUdgf (K nglcw ood Cliffs. N J P ren tk e-lld l], 1973): A. P
GrifTiths (ed.), K now ltdgt and B e iu f (L o n d re»: O x fo rd University Fresa,
1D67)''1; Charles I Jndesm .in (cd.), The Fà\mdalmn.\ o f K nvw lfdgf (En­
glew ood Clifls, X J. Preniicc-I lalt, 1970); KeiLh I.ahrrr (e d .), Atitìlyn*
and Mrtaphync* (Dordrecht: Reidei, 1975^’ i G eorge Pappas y Marshall
-Swjtm (t'd*,), Eisay, on K n ou frd g t and fustijicatuin (Ithaca, N Y. Cornell
University P ro s , 1978|l,rt; G eorge I v p p » (r<\ ). JwlxjwQtwn and K n ou i-
td g t S fw Siurfiii in Epistemologa (D ordrrch i Rnidrl. I9 79)1*1. y C. Von
Wright (ed,), P ro b le m in t iu Th foiy o f K nou'irdgr <Lj flaya Marunus Nij-
hofT, 1972) F,1 volun.cn jnujtl, M id u rtf Studiti in P h iim a ph j, Voi, 5. sc
titu b ^fu d m rn E fruirmelo ¡pi, contiene gran mi m m deartiru los origina­
l a acerca d e b teoria del ctmociiniento

I I I , A rtitu U n TecifiUa

Sc ha a e r ilo rcmcho recientem cnte Jtcrca d e la naiurateza del conoci-


tniento y acerca d c la t^ue cnnitituyc bu cru i ramncs para c rrrr Alguno*
d e lM in k u lo s d e n t r i de D l l ir e a d e liivntijjaaD n »cm Un d e Edmund
Gem er. “ I* Justified True Bcli^J" Know ledge?". H iu A m , Vo) 23 (1963).
pp 121-123; L Jonathan Cohen. "M o r e Aboui K now ing and Feeling
CAPITULO DOS 543

Sure“ , A nalytu, Vol. 17 (1966), pp. l-J I; Keith I.e h rtr y Thom as Pan-
soil, J r, “ I lie Know ledge. Undefeated J unified Truc B e b e f". J o u rn a l
o f Pkiioiophy, Vol 66 (1969), pp 225~37 [este articulo ha « '• o discutido
por I R. Kr css a i "L e h re r and Pa jcHjii on N an h u ic K n o w lfflg t'.y iiin B i
o f P hilosophy, Vol. 69 (1971), pp 7 8 -8 Í. E rn csto S o u m m e n ló también
j í respecto en “TWo Conceptions a f lú im lcd gc", 0f PhiLot&phty,
Vol 67 (1970). pp 59-66]; jam es Yí. Lamb, “ K n o w U g e and Justified
Presum ption", Jo u rn a l o f Ptútatapkf, Vol Q9 (1972), pp. 123-27; M ar­
shall Sw¿un, “ K now ledge, Causality, and |uau£caUi'ii",y 0UrfKt/ o f Philo
lOphy. Vol. 69 (1972), ppÜ9I-100; Charle» Paiithorp, “ I* Im m ediate
K now ledge Reason Based?", Afinrf. Vbl 7 S (1969), pp 550-66; C harle»
P lillh a rp , "K n ow led ge as Justified True B elief ” , R t v w t>f Mttapkystti,
Vol 23 (1969), pp. 25-47 |vcase Lambién La respuesta de LehrcT a este
artículo, "T h e Fourth Condi (ion o f K now ledge: A Defense**, R n tr w o f
Mttaphytics, Voi 25 (1970), pp 122-28 y la respuesta d e Pail thorp a
l.chrer en esc m i'irto núm ero, pp. 139-33); John Turk Saunders, “ Doe*
K n ow ledge Require Grounds?11, Philtaophiral Stuehfi, Vol. 27 (1966), pp.
7-13; Fred Dretske. ” C onducive Reasons", A u s t r a lia n Jo u rn a l o f P h i
loiophy, Vol 19 (1971), pp. 1-22; Fred Dretske, "R eason! and Conse-
rjurnMa",dHiii>iii. Vol. 28 (I9 6 0 ), pp. 166-68 (hay una discusión d e Da­
vid Finn, “ D retskcon Reasonand ju stifk au on ", .4 na/ysu. Vol. 29(1969),
pp I 01-02], John L. Pollock, “ T h e Structure o f Episicmic Justification“ .
American Philosophical Quarterly M rw g w p h S m e i, editada por N k h ö la «
R acher, Num. 4 (O x fo rd : Basil Blackwell, 1970), pp. 62-78. .Algunas
de los artículos de uno d e los autores son K riih Lehrer, "K n o w led g e and
Probability", jfrmma/ o f Philoiophy, Vol. 61 (1964), pp. 368-72; “ Knowl­
edge, Truth and Esidencc", .ÍTtuwH, Vol, 25 (1965), pp lfifi-75; "B elief
and K n ow ledge“ . Philom phical A n v ir , Vol. 77 (1969), pp. 491-99.
Gilbert Hannan. “T h e In fm m p e lo the B eil Explanation". P h ilo to-
p h u ol R tv u iv , VoL. 74 (1966), pp. 88-95; R. C. Sleigh, J r , "A N o te cm
Some Epistcmic Principles o f Chisholm and M artin", Jo u rn a l o f Philoso­
phy, Vol 61 (1964), pp. 216-18; Cotin Radford, “ K now lcdge-B y Exam­
ple»", Analysu, Vol. 27 (1966), pp 1-13; Peter Ungrr, “ E xperience and
Factual K n ow ledge", Jo u rn a l o f PhUwophy, Vol. 64 (1967), pp. 152-73
[véanse Us observaciones d e Gilbert H arm * , “ U ngei on K now ledge".
Journal o f Philosophy, Vol. 64 (1967), pp. 390-95 J; IV ler Unger. “A n Analy-
m o f Factual Knowiedge^.youms/ o f Philosophy, Vol. 65 (1968). pp. 157-
70; Alvm I. Goldm an, “A Causal T h e o ry o f K n ow in g", Jo u rn a l o f Phv-
ioiophy, Vol. 64 (1967), pp. 357-72; Brian Skyrm*, "T h e Explication
o f 'X know* that P ' " , Jo u rn a l o f Philosophy, Vol, 64 (1967). pp. 373-69
I véase La discusión d e Marshall 5wauir "Skyrm * on Nondcrivativc Know l-
c*l8e 'r, N o te . Vbl. 3 (1969), pp. 227—3 1J; Ronald De Sousa, "K n ow led ge,
C o n s a c n i B elief and S e u -c o n ic n u a ie n ', ycitnu i o f Ptulourpln. Vol. 67
(1970), pp. 66-73; G ilbert Harman, “ K now ledge. In ic íe n te , and Expla-
544 BIBLIOGRAFÍA

nation ",/l m ria in P h tloíop h ietl Q u a iteriy, Val. 5 [1963) pp- 164-75; Man­
ley Th om pson , “ W h o Know s ? ",J o u rn a l o f P h ü o x p fy . Veil. 67 11370), pp.
856-tì8; John Pollock, "C iiiih olm 's D efin ition o f K n ow led ge",
coi Studies, Voi, 17 (1966), pp. 72-76; John Pollock, '"Vfhat [s an Episte­
m ologica! Problem?™, A rnervan Philofophieal Q u a n tity , Voi 5 pp.
183-90; E rdesio Susa. ” Prepositional K n ow ledge", Phüúíúphitai Studies.
Vol. 20 (1969). pp. 33-12; Ernesto Som , “ O n the N ature and O b (eets o f
K n ow led ge", Philosophical R ttn tw , Vol. 81 (1972), pp. 36-1-71: H erbert
H eidclhrrgcr, "Chisholm 's Epistcinic Principles", A’oiis, Voi 3 (1969),
pp. 73-82; David A im is. "A NcHc on L r h r c r 'i P ro o fT h fli K n ow led ge En­
tails B e lie f” , Antdystt, Vol. 29 (1969), pp. 207-208; W. R Abbott, "W hat
K n ow ledge Is N o t", ,4nníjriú. Vol. 31 (1971), pp M 3-44; J a m « Cargilc,
"O n N ear K n ow led ge", Arutlyn\, Vol. 31 (1971), pp. H 5 -5 2 , Carolyn
BUck, "K n o w led ge WithotiL Belici ” , jIíthzívjií, Voi, 31 (1971), pp. 152-
58. Adem ás, en La última d èca d i »e han escrito gran n u tn rro d e artículos
sobre el conocim iento, U justiRqnción y d escepticismo La gran mayoría
de esto« artículos aparece en la bibliografi* preparada por N’ancy Kcbík,
en G eorge Pappas ( e ú ) , Jilstifua tion and Kiiau'h'dj’* (D ordrecht: Reidel,
1979)('\

Ca p ít u l o tres

F u en tes c l á s ic a
Se encontrará una form ulación det deterin inism oen Benedici Spinoza,
É tia ¿ ‘ m , especialmente l i Parte 111, y en la abra del Barón d'Holbach,
Siíietita. de la m ilw m leia. Las fuentes libertarias importantes incluyen el
capítulo d e Thom as Reíd sobre là libertad y la necesidad en íu libro
Esmys on the Powers o f the Human. y e n la obra d r Schopenhauer Essay
on ihe Freedom o f the W ill ( 1&41)(,\ u aducida al inglés por Koirnda (I9 6 0 )
Véase también el famoso ensayo dp William jam es " T h r Dilemma nf
Determ inism ” , en su La voluntad de cireti,,* , \ Existen muchas defensas
dioicas det compatibilisruo Entre ellas están el ¿fniaídn,*1<' ld e Thomas
Hobbes (1651), Capítulo 21; el Ensaya sobre t i entendimiento humanúi> m .
Lib ro II, Capitulo 21 de John I.ockc; el Tratado wbrr la rwturaltza huna-
no1“1*'*, lib r o II, Parteiii,secciones 1--3 e Investigación m í t * e l eniepdimiento
sección viii, ambos de David H um e, y finalm ente Un sistema
de lógica, Lib ro IV, Capítulo 9 d e John Smart Mill. Una Fuente difícil
p ero im portante es Im m anuel Kant, Critica de la ra tón p rie tù a w ' ' '. Libro
[, Capítulo 3.
tA J lT U lO TRES 545

RíEííTES c o n tem p o rá n ea s

I . Antologías, atleccv-Tvrf y libros d t texto

Recientemente ha aparecido buen núinero d e excelentes antologías y


colecciones d e artículos derivadas d e simposios dedicados enteram ente
j| tema d e k libertad y e l determ inism o Dos antologías, Li prim era ed i­
tada p o r S-vdney Morycnbcsser y James Walsh, Fne W ill (F.nglewood
Ciiffs, N .J .: Prenti:c-(Ia.ll, Inc., 1963) y ia segunda editada p o r B ctn ird
B fr o ls t y ,fiw H 'ü la n d Determinam (N ueva York; HarperSc Row.Publish-
rrs, Inc., 1966}, contienen el trabajo d e escritores tam o clásicos com o
co n tcm p rá n ccs. Tres colecciones d e artículos derivadas de simposios
rccienita son Determinara and ftredom m the A ge o f M o d em Science (N ueva
York; N ew York University Press, 1958), editado por Sidney H oolí''^ '1;
Frrrdom and D iíerm n ¡um (N ueva York: Random Hollsc Inc., 1966), edl-
ado por Keith Leh rer'“*; y fitedotti and the W ü l (Landres- Macmillan
iú Company, Luí., 1963), editado pur D. F Pears. Este ultim o contiene
material extraíd o d e transmisiones d e radio destinadas a un público no
especializado
T r n antologías generales que contienen material va Soso sobre el tema
d e la lilxrrtad y el determ inism o son F h tla o p h r Piobtems (N ueva York-
M jcm ilian Publishing Co., Inc., 19571, editado por Mandeltttum , G räm ­
lich y Andcr^cm; A M od em IrUmductwn lo Phtlosophy. edición revisada
iN ucva York. T h e Free Press, 1965), editado por Paul Edward* y Ar-
iliur Pap; y liia s o n and Rtsponsabihiy, 5a, cd, (Belm ont, C a lif. Dicken­
son, 1080). editado por Joel Feinbeig,,J. Véase también RoyaJ lru tu u U
of Philotophy L t c h m i, Vol, I (1966-67); The Hum an Agent (N ueva York:
Se, M anin's Press, 1968); Ktiau'iedge and Sectssity, R<ryal InHUuie o f P h i­
losoph) Leclu n s, Vol. 3 (1968 1969)1*1, p ró lo go d e G. N . A. Vesry (L o n ­
dres Macmillan & Company. Ltd.. 1970), que conttetir ensayos sobre
los problem as del determ inism o y el conocim iento; Robert W BLnkley,
Richard N. Bronaugh y Ausonio Marras (eds.), Agetiis, A d to n and Reason
(Toronto: University o flb r o n t o Press, 1971)t*,), una selección d e obras
d e filósofos contem poráneo«. Dos antologías d e un nivel más técnico
que contienen interesantes artículos sobre este lema son Readingi m P lu
lómphical Analysis (N ueva York; Appleton-Century-Crofis, Inc., 19-19),
r d iu d o por H erbert FeigI y W ilfrid Sellar»**1 y Readxngs in Ethicai Thtory
(Nueva York: Appleton-Cefitury-Crohs, Inc., 1949), editado por W ilfrid
Sellar» y John I lospert.
Los siguientes libro« d e texto contienen capítulos útiles sobre el tem a:
John tlospers, Human Conducl (Nueva York: H arcourt Brace Jovano-
vich, Inc , 1961), Capítulos 9 y Richard Taylor, Metaphysitf, 2a. ed.
ÍEnglewood ClifTs, N. J : Prenúce-IIall. Inc., 1975), Capítulo 4W; R
Ö. Brandt, E lh ita l Theory (Englew ood Clifls, N- J.: P r e n tic e jla ll. Inc.,
<959), Capítulo SO*'*; y Stephan Körner, Whai ti Phtlosophy? One Phüo-
546 BIBLIO GRAFIA

iO phtr'i A n stvtt (L o n d r a ; A llen Lane, T h e Pert ]Jum PfcsJ, 1969). cuya


Parle C u airo e i t i dedieada ¿1 problem s d e la libertad

11. Ltbws de un solo au lor

Los siguicntcs librosestvin print ipalm entedcdicados al tema d e la liber-


tad y el dctcrm inism o: A. Farrcr, T h f Freedom o f the W ill (Londres: A. &
C. Black, Ltd., 1958); A. I M eldcn, Frre /ictwn (N ucv^ York: Humanities
Pres», I9 6 1 );K . W Rankin, Choice and Chance (O xford : Basil Blackwell Sc
Mott. Ltd., 1961/i 11. O fstad, A n Ilupitty inis the fbttdicWt o f ZJn'iiion (Nucva
York: Hum am tjes Press, 1962)*'1; F. Vivian, H um an Prtedam and Rrspon-
¡ability (N u cva York: H arper Sc Row, Publishers, Inc., 1964); S. H am p­
shire, Fntd iim o f the In divid u al i N ueva York: H arper & Row, Publishers,
Inc., 19G5)1’ 1; C. A. U m p li 11, I n Defense o f Free W ill, with Other Philoso­
phical Essays (N ucva York: Humanities P ro s, 1967); Edward D’Arigelo,
The Problem o f Frrtdam amt Determinism {Colum bia: University o f Missouri
Press, 196S). luu obra irttrtxluctaria sobfe cl problcm a cjuc pon e CTliasis
en la oposici6ti determ inism s fuerte lAinus determ inum n suave. M- R.
Ayers. The Refutation o f Determinisms A n Essay in Philosophical Logie (Lon-
dres; M ethuen it Co,, Ltd., 1968); R. L. Franklin, F rtt W ill and D eu m a -
ntsm: A Study in F in u t CotKtpiS o f M a n (N ucva York: Humanities Press,
1958), tjuc cntabla lui ju icio contra ei liberiarism o; Bernard Berofsky,
Deterntiniim iPrinccian, N .J .: Princeton University Piess, I972)1*1; y j ,

T h o rp , fitr' WUi [Londres: R u u ilcdgcan d K cgan Paul, I 9 8 I )1*1.

U l . A r t ic u lo s e o n le m p o rd tie o s

Las antolcgus anteriorm cntc iisiadas eonUenrn uiuchCH d e las articu-


lt?s miB im p ortan tcssob reel tema de La lib eru d y el d eierm in bm o. Los
si^uienLcs son una muestrp d calgu n os a.Uculos recientes: G eorge Pit­
cher, "N ecessiunam sni", Philosophical Quarterly (1961), pp, £01-12; Carl
GLnet, “ Can the W ill Be Gau^cH?” , Philosophical Quarterly (1962), pp. 49-
55 . R. L. Franklin, “ M oral libertarian ism", PhihzjphicaJ Quarterly (1962),
pp. 24-35; J, Wheadey, “ Ham pshire on Human Freedom ", Philosophical
QuaTtfrty (1962), pp. 248-60; D. Gallop, "O n Being D eterm in ed“ , Mliuf
(1962), pp 181-96;J V. Canfield, "T h e Com patibility o f Free W ill and
Determ inism ", PJuIosophtcal Review (1962), pp, 352-68; B Aune, “Abili­
ties Modalities and Free W ill", Philosophy and Phenomenological Research
( 1963-1964), pp, 397-413; R. C. Skinner. "Freedom and C hoice” , M ind
(1963), pp, 463-80; Kurt Baicr, "C ou ld and W ou ld", A n a ly m Supplement
( 1963 )a pp. 20-29, R. N. BrOtiaugh, "Freedom as the Absence o f an Ex­
cuse“ , Ethiis (1963-1964), pp, 161-71; Clem ent Dure, "O n the Meaning
o f'c o u ld h a ve"'. Analysis (1962), pp. -41—43; L Kenner, "Causality, De­
terminism and Freedom o f the W ill", Philoiophy (1964), pp. 233-48; R.
M. Chisholm, H u n a n Freedom and the Self, Lin dlcy I-erture (Lawrence:
CAPÍTULO TRES 547

Um versity o f Kansas Press, 1964); S. K om er, "Science and M oral Res­


ponsibility” , M in d (1964), pp. 161-72; A M. H onoré, “ Can and Can't",
M in d (19G4), pp. 463-79; K. T. Gallagher, "O n C hoosing to C hoose” ,
M in d (196-1), pp, 480-95; Nelson Pike, ''D ivine Om nisciencc and Vo­
luntary Action” , Philosophical Review (1965), pp. 27—16; C. H, Whire-
ley, “ Can” , Analysts (1962), pp. 91-93, R. G. Henson, ‘‘ Responsibility far
Character and Responsibility for Conduct". Australasian J o u rn a l o f P h i­
losophy. Vol. 43 (1965), pp. 311-20; M. F. Cohen, “ Motives, Causal N e ­
cessity, and M oral Accountability",-4ujfra/<wiGTi J o u rn a l o f Philosophy, Vol.
42 (1964), pp. 322-34; D. F. Gustafson, “ Voluntary and Involu ntary“ ,
Phtiontphy and PhenomeiwlogKal Research, Vol. 24 (1964), pp, 493-501;
Daniel Kading, “ M oral Action, Ignorance o f Fact, and Inability", P h ilo ­
sophy and PhejiomenologuaJ Restttrch, Vol. 25 (1965), pp 333-55; Daniel
Bennett, “Action. Reason, and Purpose", J o u rn a l o f Philosophy, Vol. 62
(1965). pp. 85-96; T F. Davcney, “ C hoosing’'. M in d (1664), pp 515-26;
W. Wick., "Tru th ’s Debt to Freedom ", M in d (1964), pp 527-37; Raziel
Abels an, “ Eccausr I Want T o ” , M m d (1964), pp. M O -53; A. C, Dan to,
''Basic Actions". Am erican Philosophical Quarterly (1965), pp. H I —18; A r­
nold Kaufman, 'A b ility", _/purrra/ o f Philosophy (1963), pp, 537-51, L e ­
wis W h ile Bcck, “ Conscious and Unconscious M otives” , M m d 11966),
pp. 155-79; David Gauthier. "llo w Decisions A re Caused", J o u rn a l o f
Philosophy, Vol. 63 (1967). pp 147-51; Nani L Ran ken, “ T h e ‘U n m o ­
ved 1,Agent and (h e G round o f Responsibility", Jou rn al o f Philosophy. Vol.
&4 (1967), pp. 403-408; H enry Margenati, “ Quantum Mcchanirs, Free
W ill, an d D e te rm in is m ", Jo u rn a l t>f Philosophy, Vol. 64 (1967). pp. 714—
25; Frederick SLoutland, “ Basie A ftio tu and Causality", Jou rn a l o f P h ilo ­
sophy, Vol. 65 (1968), pp 467-75; Joseph M; rgolb, “ Purzles Regarding
Explanation by Reasons and Explanation by Causes", J o u rn a l o f Fhiloso
pAj.Vpl 67 (1970), pp. 187-95; Myles Brand, “ Causes o f A ctin g", Jo u rn a l
JfPhilosophy, Vol. 67 (1970), p p 932—47; H a rry G. Frankfurt, "Freedom
o f the W ill and the Concept o f a Person", jo u r n a l o f Philnidphy, VoL 68
11971), pp. 5-20, R E. Ewkn, “Actions, Braiii-Processes, and D eterm i­
nism", M in d , Vol. 77 (1968), pp, 417-19; S I, Benn y W. L . Weinstein,
"B eing Free to Act, and Being a Free Man*’, M m d , Vol SO (1971), pp.
194-21 1; Michael Stockcr, "K n ow led ge, Causation and Decision™, Nous,
Vol. 2 (1968), pp. 65-73; Gerald Dworkin, “Acting Freely", N ous, Vol.
4 (1970), pp. 367—83; Stuart Hampshire, "S pin n iV s T h e o ry o f Human
Freedom “ , The. M o m s l, Vol. 55 (1971), pp. 554-66; Pamela Huby. 'T h e
First Discovery o f the Freewill Problem ” , Philosophy, Vol, 42 (1967). pp.
353-62. Bernard Mayo> “ T h e Incoherence o f D eterm inism ", Philosophy,
Vol. 44 (1969), pp. 89^-100; James N J ord a n ,"D eterm in b m 'f Dik-mma",
Review o f Metaphysics, Vol. 23 (1969), pp. 48—66; Bruce Aune, "H yp oth e-
tieab and ‘Can1: Another Look ", Analysis. Vol. 27 (1967), pp, 191-95; J.
L. Cowan, “ Deliberation and Determinism", A m rn ca ji Philosophical Q uar-
548 BIBLIO GRAFÍA

leríy, Vol. 6 11969), pp. 53-61; A d o lf Grilnbaum , "F ree W ill and Laws o f
Hum an B ehavior” , American Philosophical Quarterly, Vol. 8 (1971), pp.
299-317; A. Aaron Snyuer. “T h e Pajadox o f Determinism” , American
Philosophical Q uartfriy. Vol. 9 (1972). np. 353-56; D F. Pears, “ Ifs and
G ans-II” . Canadian Jou rn al o f PhtUnopbi, Vol. 1 (1972), pp, 36?* 91
Muchcc d r los artículos precedentes han sido discutidos en artículos
«ubstguientu. El articulo d e G inet *e discute en I, T h a Ib r,Tg. "F o re­
know ledge and Decisions in Advance", A n a l-m . Vol. 24 (1964), pp. 49-
14; Andrew O ldm qu ist, "Causes, Predictions and Decisions", .4na/fsu,
Vol. 24 (1964), pp, 55-58; Peter Swiggart, “ D oing and D eciding to Do” ,
A ruiTyfu (1962), pp. 17-19: y Keith 1-chrcr. "Decisions and Causes1,1, Phi
tosophical R e v u u' (1963), pp. 224-27. El articulo de D ore se discute en
David S. Scarrow, “ O n the Analysis o f ‘could h a v e '” , A n a ly iii. Vol. 24
(1963), pp. 118-20. El libro d e A. 1- M elden listado previam ente *e
discute en Bruce CJoldberg, “ Can a Desire Be a Cause?", .‘Ifta/njii. Vbl
25 (1964-65), pp. 70-72 Keith I.ehrer, “ Cans Without lis” . Analysts.
Vol. 29 (1965), pp, 29-32, es una rrspucsu a Aune, "H ypothetical* S;
'Can': Anather Look.". Bernard Mayo, “ O n Lhe Lehret - laylor Analyses
o f 'G in'-Statem ent*", A fi tul. Vol. 77 (1968), pp. 271-78 es una discusión
de l^ehrer y Tavlor, ‘"Tim e, Truth and Modalities**, M in d . Vbl 74 (1965).
Bruce Aune. “ Freewill, ‘ Can and Ethics: A Reply to L e h re r", Analysis,
Vu! 30 (1970), pp. 77-83 esuna rep u esta a Lehrer, “ Cans Without Ifs”
Clcm em Dore, '“O n a Rcccnt Discussion o f I f ’s and Can's", Philcnophtcal
Studies, Vgl, if I ( J970), pp. 33-37 rs una rcsp im la a los articulcH d e Aunr
y Lehrer.. David Bluinenfeld, “ Lehrer's P ro o f o f the Consistency Thesis'',
Phtiófúphtca! Stu/iwi, Vol. 22 (1971), pp. 26-30 es una respuesta a I.ehrer.
''An Empirical D isp roof o f Deter minism?” , Ffredom and D elem in ism , pp.
175-202[Tk. J. F M. Hunter, “Au n e and Others on Ifs and Cans", Analy­
sis, Vod, 28 (1968}, pp. 107-109 es una respuesta a Chisholm, I.ehrer y
Aune.
La b ib lio g ra fía s ob re el lib re a lb e d río d e R. H all, Philosophical QudJ
ieriy (1965), p p. 170—A l , c o n tie n e m uchas referen cia s Valkisas.

IV. Articulen más ncúiues

C. R ipley,"W h y Determinism Cannot B T ru c '.D ia lo g u e , Vol. 11 (1972);


estr articulo Tue discutido criticamente por R. Simon, "Should Reason­
ing Embarrass tlie Determinist?” , iInd. (1973). E Van Inw agen, "L eh rer
on DeEcrminkatn, Free W ill and Evidence", Philosophical Studies. Vol. 23
(1972); J. M cD erm ott, “ I'm Free Because I D on’t Yet Know What I'm
G oing to D o?” . B n tu h J o u rn a l f o r the Philosophy o f Science, Vol. 23 (1972);
R Boyd, “ Determinism, L.twj and Predictability in Principle", Phüotn-
p h y a f S citiu e, Vol. 39(1972); L, Burkholder, "T h e Dcierrninist Principle
as Synthetic A Priori", Kinesis, Vol. 4 (1971); M, Friqucgnon, “ 'lh e Pa­
radoxes o f Deteraiiistiiit", Phil^dphy and Phenomenological Research, Vol.
c a p í t u l o ih e s 549

S3 (1972); rate últim o artículo fue discutida p o r R. Young, “A Spccíous


Paradox", Vol. 35 (1974) y por C. Smith, "M s. Friquegnon on T h e Para­
doxes o f D eterm inism '", ibid , al que Friqucgnoa respondió cn su “ Pur-
jiuing Paradoxes", ib v i .; P Van Inw agen, ”A Furnia I Approach lo the Pro­
blem a f Free W ill and Determinism” , Theona, Val, 40 (1974); D. Lackey,
"A N ew D isp roof o f the Com patibility o f Foreknowledge- a n d Free W ill” ,
Religious Studiei, Vol. 10 (1974); J. Hunter, "Acting Freely and Being
Held Responsible", Dialogue, Vol. 12 (1973); D Rohatyn, “ Choice, P er­
form ance and Free W ill” , Philosophical Studies (Irelan d), Vol. 21 (1973);
H. Richards, "Sellars1 KanLian P trip c rn v e on the Com patibility o f Free­
dom and Dcierm inism ", Southern Jou rn a l o f Philosophy, Vol. 11 (1973); la
misma revista contenía también W. líaskcr, “ T h e Transcendental R efu ­
tation o í Determ inism ” y E. Sehipper, "T w o Concept* o f Human Free­
dom ". De interés también son loe articules d e R. Young, “Com padbi-
lism and Freedom ", M in d , VoL 83 (1974); R. Audi, "M oral Responsibi­
lity, Freedom and Com pulsion", American PhdosophicaJ Quarterly. Vol. 11
(I f>74)¡ E Hausman, "Com patibilism A gain", Canadian Jo u rn a l o f Ph tlo-
mphy, Vol. 4 (1975); y G, Watson, "F ree Agency", Jou rn al o f Philosophy,
Vol. 72 (1975). H ubo un simposio sobre el tema: "T h re e Concepts o f
Free Action" cn cl que participaron D. Locke v H. Frankfurt; véase P ro ­
ceedings o f the Aristotelian Society, Yol
49 (1975). El artículo d e P Van
Inwagen, 'T h e Incom patibility o f Free W ill and Determinism” , P h ilo ­
sophical Studies, Yol 27 (1975) desaló utla discusión en A. Gallot» "Van
Inwagen on Free W ill and Determinism” , Philosophical .Studies, Vol. 32
(1977) y e n j- Narveson, “ Compatibilism D efen ded". u M .,a l que Van In ­
wagen respondió con "R ep ly to GaHois’ 'Van Inw agen on Free W ill and
Determinism' ” , y con “ Reply to Narveson’s 'Com patibility D efen d ed ’ ” .
i htti. Están también R. HannaFqrd, “ W ho's In C ontrol H ere?", Philosophy,
Vol. 51 (1976); J. Lamb, “ On A Proc$f o f In ion ip at ibilism", Philosophical
R tvtru i. Vol. 86 (1977): T H organ, “ Leh rer on ’Could'-Statemeuts". P h i-
loaopkical Studies, Vol. 32 (1977); E Van Inw agen, "Ability and Respon­
sibility". Philosophical Revtcw, VoL 87 (1978); R. Foley, “ Com patibilism ",
M in d , Vol. 87 (1978); R G om berg, “ Free W ill as Ultim ate Responsibility",
Am enran Philosophical Quarterly, Vol. 15 (1978); E- Sankowski, "Freedom ,
Determinism and Character“ , M in d , Vot- 89 (1980); M. Slote, “ U n d er­
standing Free W .Ü " .Jou rn al o f Philosophy, VoL 77 (1980); y E. Sankowski,
“ Som e Problems about Determinism and Freedom ” 1/linmt iin Philosophi­
cal Quarterly, VoL 17 (1980).
550 BIBLIOGRAFÍA

C a f ÍTULQ CUMTtO
FUENTES HISTORICAS

/. Obras angitudet

Para la concepción d e PUtún acerca del alma, véate especialmente el


Ftáthi'rH*\ La posición [Ir Aristóteles puede B w o n lr a n r en De
Enere los antiguos. puede e n ca n tia n e una posición inüierialisb En
ia natúratela á t ¿as coíojfriclel poeta rom ano Lucrecio. La posición aris­
totélica, ddapLada a la teología triiLÍana, puede verse en la Suma tegii-
p c a l,ld e Santo Tomás d e Aijuino. La afirmación tliísic.t d e l interacc j-
n iim a dualista aparece en las M it h ln im iv í''1 y en D t tas pasiones d *¡ aleta
de R eñ í D escarta. Thom as Hobbes sostuve un materialismo mocani-
risca en D * Corporie, que fue L&mhién defen d id o p o r julíen Lam ettrie en
£t kambrv máquina.
El paralelism o es »oritemtfo en su versión o ca sion a ría p ar Nicolás
M alebraachcrn Cpnvrtwcrfiw' sobre m tta jfw o y Tt¡ig!¿TV!^ , yen su versión
de la. arm onía preestablecida p a r Gottfricd Leibniz en Expandén y defensa
d fl nuevo iisltma, Benedicto S p ih ü u expúne la Inrm iilaüán cUijca de la
teoría neutral o del doble aspecto, en su ¿tifa, mientras t|ue Thom as
Huxlcjr ea r l m is famoso defensor d e l epi fenomenalismo, en su Automa­
tismo s n m ú y en sus Ensayos escogidos.

Jí, Colecciones qtte coniumen rrsúmeñtf de obras históricas

Una antología dedicada exclusivamente a la filosofía d e La m ente a Body,


M ind , and Dealh (N ueva York: C row dl-C ollier, 196-1). editada p o r A,
Flevi'**’ Las siguientes antologías, m is generales, contienen 5ccrianes
«cerca d e U Filosofía d e la mente A M od em In ln d u ctton lo Phihsophy,
edición revisada (N ueva York; T h e Free Press. 1965), editada p o r P Ed-
w ardi y A. Pap(<>; y R túian and Rc'-povtihilüf, 5a. ed. (Belm ont, Calif .
Dickrnson. 1980), editada por J. Feinberg(*\

Fuentes r ec ien tes y c o n t e m p o r á n e a s

/, Obras originales

£1 problem a m ente-cuerpo ha recibido una atención cada vez mayor por


paric de los filósofos conform e avanza el presente siglo. A lgu n a« d e los
prim eros trabajos son J B Pratt, Matiz r and Spirit (N ueva York: Mac-
millan Publishing Co.„ Inc.. 1922); G. F Stout, M in d and M a u e r (Cam­
bridge, England: T h e University Press. 1931>¡ C. J. Ducasse, N a tu n , P ro-
btems o f M in d and Dealh (La Salle, IQ.: O pcn Court Publiahing Company,
1951): j. Wiadoni, Pmblettu o f M t » d aiid M á tler (C am bridge, England:
T h e University P ro s . 1934)'**, C. D. Broad, M in d and lis Place m jVaíu*r
C A P ÍT U L O CUATRO 551

(Londres: R outlcdge fc Kegan PhuI, 1962)1**; B Russell, The Analysts


ü f M tn d (Lonrlrrs: Cicorgr Alien Se Unwin, Ltd., 1921); F.. Schrodinger.
M tn d and M a íter (Cam bridge, England: T h e University Press, 1958). Un
exam en y com paración de tes enfoques tradicional y contem poráneo
sobre el problem a m entc-cuerpo aparece en la Parte 1 d e J. C om m an,
M etaphjsicl. {téfetrnct, and I^angvage (N e w Ha ven: Vale Universit»' Press,
I966)w .
Entre los am ores contem poráneos, D. M. Arm strong ha escrito am ­
pliam ente sobre el problema m ente-cuerpo. Algunos de sus libros son
P trífp íw n a n d th e Physicat Worid yBoddy Sensaitons {ambos Londres: Routl-
e d g e 8c Kegan Paul, 196] y I962)(,,|,). Estos dos libro» traían en parti­
cular d e la condición d e las iem aciúnei, una especie de entidad apa­
rentem ente mental. El libro d e J. Cor riman, Malenaltsm and Sensations
(N e w Ha ven: Yale University Press, 1971) se centra también en este
problem a, considerando am pliam ente las diferentes maneras en que un
niaterwlisia podría tratar d e hacer frente a las sensaciones m ediante su
reducción o eliminación. ArmsLrong escribió también A Ala u n a list Theory
tlfthil Af ind (Londres: Routlcdge Se Kegan Paul. 1968y,1<en el que argu­
menta en favor d e una versión d el materialismo rcductivista. una especie
d e teoría de la identidad en la que los estados mentales son identificados
con cstadus del sistema nervioso central. D. C. Dcnnctt, en su Conten:
and Comctousneís (Londres: Routledge and Kegan Paul, 1969), consi­
dera esta teoría d d estado central en detalle, poniendo especial atención
en b forma com o la intencionalidad d e la conciencia podría intervenir.
Más recientem ente. Denn, u ha d efen d id o una versión del materialismo
conocida como/unccoruz/umo en su libro Srainíionru (M om gom ery, Ver-
moni; Bradford Books, 1978).
Dos problemas específicos que han recibido una atención suficiente
cóm o para dedicarles un libro en tero son el problema dif otra J mentff y [a
cuestan d e hacer en máquinas un modelo de la mente. Entre las obras d ed i­
cadas al prim er problem a están J. W isdom, Other Minds (O x fo rd : Basil
BUckwetl, lOSa)*'*; S. Coval, Skcpliasm and the F in í Person (Londres: Me-
thuen Se C oJ( Ltd., 1966); D. L ó e te , Mysetf and Othen (O x fo rd : O xford
University Press, 196$), Entre las obras dedicadas al segundo problem a
están K. Sayre, Consciousness: A Philosophical Siudy o f Minds and Mariones
(Nueva York; Random Hoitse, Inc., 1969): K. Gunderson. Meniality and
M a ch irvi (Carden City, N . Y : Doullleday & Company, Inc., 1971)*’ 1.
Otros hbros recientes que conticsicn discusiones sobre varios aspec­
to« del problema m ente-cuerpo son B. Auné, Knowledgt, M tn d and N a-
íun* (Nueva York; FUndom Hoiise, Inc., 1967); J, Fodor, P iych clopca í
Explanaban (N ueva York: Random House, Inc., 1968)l*) ; J. Fodor, The
Languag* o f Thought (N ueva York: Crowell, I975)*'1; J. W. C om m an,
Perception, Common Senst and Saence (N e w H aven: Yale University Press,
1975/**; j, Teichmann, The M u id attd the Sotíl (Lan dres: R ou tiedge &
552 BIBLIO GRAFIA

K c g jn P ju ], I97-íJ',í; 'I! W ilkcrson, Mrnds, fíra im , and People (O xford:


Ciarendnn Prrss, I ,>7-lV’ 1; K,. Popper, Objective K nauiedgt (N ueva York:
O x fo rd UnivenUry iVesa, 1972}"’ ¡ tt. Popper y j Ecclcs, The S r lf and iti
B rain (Berlín: Springer International, 1977); ÉL
W ilson, Th* M enta! ai
PhytK ul (Londres: Roudctigt: í: Kc-pan Paul, 1979)r**¡ H, Putnam, P kiic
sophicai P a p en , Vot. 8 (Ntusv* Mník. C am bridge U niversiiy Press, 1975);
R. Rorty, The M i n o ) o f JVaiui# (Prinrrttm : Princeton Univcrsity Press,
3979); T. Churchland. Stie.niifie R ra íu m and the Ptaslittíy o f M in d (Nueva
York: Cam bridge (Jmvcr.siLyr Press, 1979); A Clark, Prirfw logira l Madeti
and N e u m l ÜUc/tanisira (O xfordr C larendon Prr-ts, 1980); K. Wilkes, Ph\
sicaJum (Londres: Routlcdgff & Kcgan Paul, 1978); J. M a rg o !», Penons
and Mjttds (D orilrrcht Reidel, 1978); y M. Levin. Metaphyiies and the
M m d-B ody Problrm (fJucva York: Qjcfbrtl U nivertity Press, 1979).
L‘ no de loa libras rccicmcs más influyentes en la filosofía d e la metí te
es el de G. Rylc, The C onctpl g f \ h n d (N ueva York; Barnes and Noble,
]9 4 9 )!>,í en el que RyLe trat* de m i t r a r que la concepción cartesiana
d e la p c to n a e n c u in la m em e p c r y in ilia d ji, lo q u e Rylc llama el “ mito
d e l idnLuma en máquina", esta radicalmente equivocada, rú m o mos­
trará una com prensión cuidadosa d e la lógica del discurso psicológico.
Otra obra influyeme' es- "Ftrsüns" d e P F. .Straw.ion. que fue incluida
ra m o Capítulo 3 a i su libro/wJñ'ir/rufc (Londres; M ethuen & C o ., Ltd.,
1959) Strawson, ai igual que RyLe, afirma que en realidad no existe el
problem a tradicional nKTlte-ciierpo. p orqu e Una persona es una enti­
dad ontoiógicam ente básica y por lo tanto de ninguna manera es reduc-
tibie a una tntTite y/o un cuerpo; también com o Ryle, trata d e establecer
su tesis considerando ciertos rasgos del lenguaje. Ambas obras han sido
objeto d e amplios rnjnr marios en las revistas d e filaeofia. Véase en las
siguientes una muestra d e artículos importantes;
Tanto Rylc fa in a Sirawsou se encuentran entre los muchos filósofo»
q u e recibieron la uifluencia tic la obra tardía d e L, W iiigenstein. Gran
parte d e la discusión sobre el lenguaje privado y sobre muchas otras fo r­
mas novedosas de abordar d tema d<- la filosofía d e la m ente provienen
d e la influencia de W m gensiein. Sus obras más influyentes son las Intits-
tig a tio n n J ile rffru v (Londres? Blackwrll, I953!' 11'1 y Los /ibroí a iu íy café
(Lon d res Blackwell, 1958). O tro* libr ss r e lé a n le s pura la filosofía de la
m en te y qu e recibieron la influencia d e W ittgcnstein son G- Anscombe,
¡M entían (Londres: BLjekwHI. 1957)1"1; P. Geach, M en ta l Acls (Londres:
Routledge & Kej;an Paul, 1957)('\ S. Hampshire, Thoughi and Action
(Lon dres: Cha lid and Windus, 1959); N . Malcolm, ü ira m in g (Londres;
Ruutledge & Ke^an Paul, 1959).

I I Colecciones de artículos y librvf de texto

Cada una d e Us siguientes colecciones contiene articulo« contem porá­


neas dedicado« a la filosofía d e la m ente, muchos d e los cuales son di-
CAPITULO CUATjtO 553

rccU m cn lc relevantes para loe. problemas discutidas en este capitule •


D iw n i 10ni o f M tn d (N ueva York: C o l l i « Books, 1961). editado p or S.
H ook; M odem Materialism: Rtadmgs an M in d -Body Identity (N ueva York:
Harcourt Brace Java novich, Inc., 1969), editado por J, O 'C on n or; The
M in d -B ra m IdfTUny Theory (LondresMacmillan Sí Company, Ltd., 1970),
editado por C. Bors ; S i a im úum and the M in d B od y Problem (Englew ood
Cliffs, N' J Preniice-Haü, Inc., 1971), editado por D. M. Rosenthal'*1;
The Idm itíy Theory o f M in d (St. Lucia, Queensland: University o f Queens*
land Press. 1967), editada por C. F. Presley; T h i M od eling o f M in d (N o ­
ire Dame, Ind.: University o f N o ire Dame Press, 1963), editado por K.
Sayre y K Crosson; The Encyclopedia n f philosophy (N ueva York: C ollier-
Macmfllan, 1967), editada por P Edwards, contiene también muchos
artículo« excelentes sobre el problema m ente-cuerpo M iruI and L a n ­
guage (O xford ; C h ren d on Press, 1975), « l i ú d o p o r S. Guttenplan<#);
Philosophy o f Psychology (N ueva York; Karnes and N oble, 1974), editado
por 5- Brown; y Midwest Studies in Philosophy, Vol. IV, (M inneapolis: U ni­
versity o f Minnesota Prf"ü, 1979), contiene artículos sobre varios temas
relacionadas con el problem a m eíite-euerpo de J. Mackic, J. Kim, G.
Wilsoti, T. Kiirge y S Shoemaker.
Dos libro« de texto introductorios rrcim tcs están dedicados com ple­
tam ente al problema m ente-cuerpo: J. Shaffer, Philosophy o f M in d (E n ­
glew ood Cliffs, X J. Prentice-Hall, Inc. 1968); y K. Campbell, Body a m i
M in d (C arden City, N. Y.: Dou bled j v it Company, Inc., 1970)

¡ I I . Artícidm contemporáneos

Las colecciones ¿interiores contienen muchos d e los articulo« más im por­


tantes *obrc el problem a mente-cuerpo. Lo que sigue es una m u a tia de
esto» y otros articulo* interesantes recientes
La posición sobre d problem a m ente-cuerpo más am pliam ente discu­
tida el) la actualidad « !a ¡to n a de la identidad. A este respecto, lis obras d e
H. Feigl, U. T. Place y J I C. Smart lian tenido uua influencia enorm e.
Las concepciones d e Feijjt se encuentran expresadas en 'T h e Mind*
Body Problem in the Developm ent oF Logical Empiricism", Revue In ■
le m a tio m U d t PhUofophm (1950), "T h e ‘ M ental’ and the 'Physical1
ttesota Studies in the Philosophy o f Science, Vol. 11 (M inneapolis; University
o f Minnesota Press, 1958), "Mirttl-Bcdy, N ot a Pseudoproblem - , Diwim.
iwru o f M tn d , y "S om e Crucial Issues o f M ind-B ody M onism ", ?'*nthise
(1 9 7 1). I j contribución de Place es "Is Consciousness a Brain Proccss?",
la caalse reim prim ió en The Philosophy o f M in d , « lit a d o por Chappell. S-
Munsai discute el articulo d e Placeen “ Could Sensations Be Processes:''’ ,
Afintí (1969); Place responde a Munsat en “Sensations and Processes - A
Reply la M unsat” , M in d (1972). Los artículos de Smart incluyen “Sensa­
tions and Brain Processes'', Philosophical Review ( 1959) y ''M aterialism ",
Journal o f Philosophy (1959). Entre luí articulan escritos com o rrapucsL»
554 BTBUOCRAFÍA

a Ib obra tie Smart sc encuentran: K Bairr, "Smart on Sensations", A us -


tmlasian J o u rn a l o f Philosophy (1962); J. R Stevenson, "Sensations and
Brain Prowsscs A Reply to J. J. Sm art", Philosophical Reuwii' (I9 6 0 ); v
J. Shaffer, "C ould Mental Events Be Brain Processes?", J o u rn a l o f P h ilo ­
sophy (1961), El artículo d e Shatter o rig in ó U respuesta d e R Coburn,
"Shaffer on the Identity o f M ental Sutes and Brain Processes", Jo u r-
tiat o f Philosophy (1965), y la d e J. C or timan, "T h e Identity o f Mind and
B ody" ,Jou rn al o f Philosophy (1962). Shaffer respond ¡ó en ''M en ial Events
and the Brnr\~, J o u rn a l o f Philosophy (1963). Tres artículos recientes que
mientan m itificar la teoría de la identidad analizando 1a* sensaciones
com o entidades teóricas son: D. I-ew u , “A p Argum ent fo r the Identity
T h e o ry ” ¡Jou rn a l o f Philosophy (1966); T. N agel, “ Physicalism", Philosophi­
cal Review (1965); y R. Rorty, “ M ind-B ody identity. Privacy and Catego­
ries’* (reim preso rn Philosophy o f M in d ).
Otros artículos más sobre la teoría de la identidad son: S. J. N oren,
“ Smart's M aterialism ", .'Jttifttt/iuumJo u rn a l o f Philosophy (1970); F. Stout-
land, “ O ntological Simplicity and the Identity H ypothesis” , Philosophy
and Phenomenological Research (1971); D I.ocke, “ Must a Materialist Pre­
tend lie 's Anaesthetized'’" Philosophical Quarterly (1971); W. Lr. Rowe,
“ N m rop h ysiologica i L aw » and Purposive Principles.", Phihttophital R t-
utfn.' (1971); J. Carney, “T h e Com patibility o f the Identity T h e o ry with
Dualism“ , jVJttwf (1971); y R. A be Ison. "A Refutation rtf M ind-B ody Id en ­
tity", Philosophical S tu d ití (1970), para el cual hay varias respuestas en
Philosophical Studies (1972).
AlgUnOs de los articulas más recien l a sobre |a teoría de la identi­
dad son: I- Th albcrg, "A N ovel A pproach (o the M in d-B ody Identity
T h eo ry '1, Philosophical Studies, Vol 33 (1978); S. Rosenbaum, "T h e P ro­
perty Ohjcction and the Principles o fld e n tity ” , Philosophical Studies, Vol.
32 (1977), que fue contestado por J. Cornm an, “ M ind-B ody Identity*
Cross-Categorical or N ot?", Philo.s<fpkKtil Studies, Vol. 32 (1977); D. C o ­
der, “ T h e Fundamental Error o f Central-State M aterialism", American
Philosophical Quarterly, Vol. 10 (1973); F. Epstein, "T h e Metaphysics o f
M in d-B ody Identity T h eories", ibid., P . l-pwis, "Psychophysical and
Theoretical Identifications“ , Am tm la sia n Jou rn al o f Philosophy, Vol. 50
(1972); tres articulas d e L. Muccioln, "T h e Possil ulity o f Typ - M ate J l-
Iism", Metaphilosophy, Vol 5 (1974); “ Scientific Reduction and the Mind-
B ody Problem ", Canadian J quttvlI o f Philosophy, Suplem ento (1974); y
"T h e Identity T h e o ry and Criteria for the M ental“ . Philosophy and Phe­
nomenological Research. VoJ. 35 ( 1974); T Nagel, “W hat Is It Like T o Be A
Bat?", Philosophical Review, Vol. 83 (1974); y N, Swartz, “ Can T h e T h eo ry
o f the Contingent Identity Between Sensation-State* and B^ain-States
Be M ade E m pirk.il'''1, Canadian J o u rn a l o f Philosophy, Vol. 3 (1974).
S. Kripke ha producido alguna« criticas importantes y novedosas a
la »e n tid a d ; véase "Id en tity and Necessity", en M M u n iu (ed.), Identity
CAPITULO CUATRO 555

and Individualism (N ueva York: N ew York University Press, 1971) y “ N a ­


m ing and N cccssitv""1, en G Harman y D. Davidson (cds.), Semantics
o f N atural l.angim ge (Dordrecht: R a d c l, 1972). Igualm ente un portantes
son la» critical a q u e han d ad o lugar lo* argum entes d e Kripkc. A este
respecto, véase K Fcldntan, "K ipke on the Identity T h e o ry ” , Jou rn a l
o f Philosophy, Vol. 7] (1974); W. Lycan, “ K ripkc anti the Materia lists",
tbid . F. Feldman, “ Kripke's Argum ent Against Materialism ", Philosophic
rid Studies, Vol. 24 (1973); j Blum enfe'd, “ Kripke's Refutation o f Mate-
ri lism” , Australasian Jou rn al o f Philosophy, Vol. 53 (1975); L M utciolo,
'‘O n K ripke’s Argum ent A g a in » fh e Identity Thesis", Phtlosophia, Val.
5 (1975); j, Carney, “ K ripkc and Materialism” , Philosophical Studies, Vol.
27 (1975); M. I.evin, "K ripke's Argum ent Against the Identity T h eo ry ",
J o u rn a l o f Philosophy, Vol 72 (1975); G. Sher, “ Kripke, Cartesian Intui-
i ions and Materialism” , Canadian Jo u rn a l o f Philosophy, Vol. 7 (1977); ^ R
Barnette, “ K rip k e'i Pains", Southern Jou rn a l o f Philosophy, Vol 15 (1977)
El libro d e D. M. Arm strong A Materialist Theory o f the M in d 1" , que
argumenta en favor de una versión d e la t « á d e la identidad, ha dado
lugar a res pues tai por parte d e T N’agel, “A rm strcng on the M ind",
Philosophical h n -iew (1970); N- Flem ing, “ Mind as the Cause o f M otion",
Australasian Jou rn a l o f Philosophy (1969); C. Taylor, ‘T w o Issues About
M aterialism ", Phtlosophtcal Qrtarterly (1969); R. Pucetti, “A Materialist Fa­
llacy o f M in d“ , Philosophy ( 1970), al que contestó L. S ieven vm , "An A lle­
ged Materialist Fallacy o f M in d“ , Philosophy (1971). Arm strong d efien de
el materialismo contra un supuesto problema en “T h e Headless Woman
Illusicn and the Defence o f Materialism", Analysis ( 196fi)( al que contesta
K. Ward cn "T h e Headless W om an“ j !969). La obra d e Arm strong fue
■ nucamente expuesta y evaluada p o r C. Pappas en “A rm stron g’s M a­
terialism", Canadian Juiirnal o f Phiosophy, Vol. 7 (1977); y en G, Pappas,
“ Incorrigibility and Central-Stale Materialism", Philosophical Studies, Vol.
29 (1976), al que Arm strong respondió en “ Incorrigibility, Materialism
and Causation", tbid., también resulta relevante el artículo d e G, Shcr,
‘‘A rm stron gand i he In terdepen den ce o f the M enial“ , Philosophical Q uar­
terly, Vol. 27(1977).
Otros articule» posteriores sobre la teoría d e la identidad io n R
Brandt, "Doubts About the Identity T h e o ry ", en £ i i w ü i u o f M in d ; J.
Kjm, "O n the Psycho-Physical Identity T h e o ry ", A menean Philosophical
Q u a rttiiy (1966) y "Materialism and the Criteria o f the M ental", SynM se
(1971); R, Brandt y j . Kim, “ T h e Logic o f the Identity T h e o ry ” ,7ff«ma/
o f Philosophy ( 1967).
En tugar d e argumentar que lo mental es tt -{uj uble a lo físico, algu­
n o« filósofos han argum entado en b w d e l matenalismo thm tnador según
el cual loa. estados y ios sucesos mentales son concebidos com o entida­
des teóricas qu e resultarán innecesarias en el m arco científico último
en términos del cual llegarem os a explicar el mundo. R. Rurty ha sido
556 BIBLJOORArfA

«rl principal expórtente d c csu concepción, presentándola en artículos


com o "Mind-Bi.jdv Identity. Privacy and Categories", listado rn la p.
55-4, "In co rrig ib iliiv as ib e Mark o f the M enial", Jou rn a l o f Philosophy
(1970), e “ In Defense o f Elimina live MalerCtlism", Review o f Metaphysics
(1970) Este u lrm o artículo sc enfrenta -i lo* naques d c Us concepcio­
nes d r Rorty contenidas en J. Cornm an, "O n the Elimination of'S en sa ­
tions* and Sensations", R evin e o fM riip h y s k f (1 9fl8), y R Bernstein, " T h r
C hallenge o f Scientific Materialism ", Itileraalianol Philosophical Quarterly
(1968). A d o n is , el núm ero d r ahril dc 1972 d c 7 he M o nisi csli dedicado
al teína del m aterialam c cn la actualidad ("M aterialism T od ay” ).
In ten sa d os también por el m aterialismo elim inador son W. Lycan y
G, Pappas, "W hat Is Eliminative MatcriaL m í” , Awstmlasian J o u rn a l o f
Philosophy, Vol. &Q ( 1972), así cumo su ‘‘Quine's M aterialism", PhllaiQ-
phia, Vol. 6 (1976), al que Quine ha respondido rn “ Reply to Lvcan and
Pappas", Philosophia, Vol. 8 (1978); E. Husli. “ Uurty Revisited", Philoso­
phical Studies, Vol, 25 (197-1); W. Carter, "O n Incorrigibility and Elimina­
tive Materialism", i&irf , Vol. 28 (1974); S Savin. “ Rorty's D iw ppea ranee
T h e o ry ", ibid.-, P Cam, “ ‘ Rorty Revisited' or 'R orty Revised'?", tbui,, Vol
33 (1978). R. Siltnra, "R orty's New Mark c.iFthe M ental",/Inalyfif, Vol 3fi
( 1975), y del mis me? au tor, “ R orty’s Mark o fth e M en u I and h L Disappea­
rance T h e o ry ” , Canadian Jou rn a l o f PhUoyjphy, Vol 3 (197-1); I) H i ley, “ I*
Eliminative Materialism Materialistic?” , Philosophy and Phrnam em logical
R tfta rch , Vol. 3 8 (1 9 7 8 ): C Donovan, “ Eliminative Materialism Recon-
srderrd",. Canadian Jo u rn a l o f Philosophy, Vol 8 (1978); v R Godow, “ Eli­
minative Materialism and Denotation” , Philosophy and Phenomenological
Research. Vol. 36 (1976), que c* una respuesta a S. Rosenbaum, " Deno­
tation add Eliminative M aterialism” , it/vi
Otra, p ^ ic ifin quf ha recibido considcrablcatcn oón es el conduciumó
analítico. íla sido defendida por H. Carnap en “ Psychology in Physical
Language” , en A. j . Ayer (ed.), Logical Positnism fNueva York: T h e Free
Press, 19S9)1*': H, feint, "Logical Analysis o í the Psycho-physical Pro-
blcm ” , Philosophy o f Science (1934); C. H ctnprl, " 'I lie Logical Analysis
o f Psychology" freirr prcso cn Rtadijigs m Philosophical A ñalyiú (Nueva
Votk: Appleton-C cnw r^-C rofls, Inc., 19-19), editado por H Feigl y W
Sellars)1^; y C A M ace, "Som e Im p lica ü on sorAnalytical Behaviorism",
A n s tcttlia n S om ty Ptiíteedingi (19-tS-] 949). Un fuerle ataque al roitduc-
lism o analítiro proviene d r R Chisholm, “A N o te on Carnap s Meaning
Analysis” . Philosophical Sludtei (1955), "In ieu tioru lk y and (h e T h e o ry o f
Signa", P/iilowphlta!- Studies 11952). i "Sentences about B elieving” (re­
im preso -en Afín mí mía Studies m the Philewphy o f S cieiu r, Vol. II). O tro»
Irlícu lu j relevantes son: J. C ornnu n, “ ¡nlentLonaUty and Intensiona-
lity*\ PhUatnphital Quarterly (1962); y K. H ridclbcrger, HOti Character!-
i.ing the F iycK d o p ca l ", Phtluittphy and Piicw m enolagttal R eica trh (1966).
C A PÍT U L O CUATRO 557

Otro problema que ha recibido considerable atención « el pnblrma


da las otras mentes Algunos de los artículo* más rccicnta sari B. Auné,
"T h r Problem o f Other Minds", Philosophical R / vim (19611; J. L. Austin,
■'Other Mind*", Aristotelian Society Supplement (1946); A. J Ayer, "Other
Minds", Aristotelian Society Supplement (19-16), y “One'* Knowledge or
Other Minds", Throrw (1953); y H. Castañeda, “Criteria, Analogy and
Knowledge o f OLhcr Mil ids“ rJóunud o f Philosophy (1962): H. Fcigl, "O th­
er Minds and the Egocentric Predicament", Journal o f Philosophy (1958).
A. Plant tn^a traLa elpmblrma df las otros mentei en "Induction and Other
Minds", Revtf ur o f Metaphysics (1966| M. A. Slote responde 4 este artículo
en “Induction and Other M ind»“, R t'irw of Metaphysics (1966): Plant in ja
responde a Slote en "Induction and Other Mind», II", fírtw u’ o f Meta­
physics (1968),
Relacionado con cl problema de I»» otra* m e m « se encuentra el pro
btema de lapnvacia de lo mental y el problema resultante de si puede haber
un lenguaje de las entidades privadas Algunos artículos sobre este tema
han sido escritos por A J. Ayer, "Can There Be a Prívate language?”,
Aristotelian Society Supplemrttl (1954), J Carney, "Private Languagc-Thc
Logic o f Wittgenstein's Argument”. M ind TI960); H. Castañeda, "The
Priva te-Language Argument" en Krwuiedge and Expert*net (Pittsburgh:
University o f Pittsburgh Press), editado por C. Rollins; J. CdoIc, "Witt­
genstein on Privacy", Philosophical Review (1965); J Cornman, “Private
Languages and Private Entities", Anstmlonan Journal o f Philosophy (1967);
I Thomson, "Private Languages“, American Philosophical Quarterly
(1964)
El problema de hacer en las mitjuinas un modelo de la mente se dis­
cute e n j E. Tomberlm, "About the Identity Theory", Australasian Jour­
nal o f Philosophy (1965), que se ocupa del articulo de H . Putnam, "Minds
and Machines”, en Dimensions o f M ind El articulo de Tomberlin recibió
una respuesta por parte de R. H. Kane, “Turing Machines and Men­
tal Reports”, Australasian Journal o f Philosophy ( 1966). Otro artículo que
se ocupa de Putnam es el de B. Gibbs, "Putnam oil Brains and Beha-
.ior". Analysis (1969). Se ha c jg in a d o otra discusión en torno a J, R.
Lucas, "Minds, Machines and Code!", Philosophy (1961). Dos artículos
que le responden a Lucas son los de D. Cooper, “G ó d cl* Theorem and
Mechanism". Philosophy (1969) y D. Lewis. “Lucas Against Mechanism”,
Philosophy (19691. Lucas se defiende de « t o s ataques en "Mechanism:
A Rejoinder", Philosophy (1970). Otros artículo« sobre erte tema son los
de B. A. Farrell, "O n die Design o f a Conscious Devicu", Aftnd (1970);
J Webb, “Metamathematics and the Philosophy o f Mind", Philosophy o f
Science (1968); y M. A. Boden, ‘'JnlentionaJity and Physical Systems",
Philosophy o f Science (1970).
La teoría neutral de la identidad CS defendida en el libro de J. Com -
nun, Perception. Common Seme and Science (New Haven; % le Univer-
BIBLIO G RAFIA

■ity Picas, 1975), Apéndice1' 1, y en e l articulo d el m ism o autor, 'A Non-


Rjcduttivc Identity T h a n About M ind jn d B ody", e n j Fcm ljcrg (c d ),
At( w n a n d R tifxin siln itíy 5a cd. (B e Unan i, Calif.: Wad »w orth, 1980 f * .
El inu-nuxionu-mo duahtía en aro diversas formal se discute en I). C.
Long, "Desearles' Argument for M ind-Body Dualism", Phtlciofhacal F<y
mm (1969); R J While, "Materialism and the Conccpt or Motion in
Locke'« Theory o f Sctbc-ldia Causation". S(urfwi in the H uiotj and Phi-
Itnophy of Scwnet (1971); D. Radivrr, “Desearles’ Notion or the Union
o f Mind and B o d y , J w n v U the litstory o f Phtoiophy jI971); C. Kim,
"Cartesian Dualism and the Unity o f a Mind". M tn d (1971); D. O de-
gard. "Locke and Mind-Body Dualism",'Philmnphy (1970); j. A Fos­
ter, "Psychophysical Causal Relations", Ameritan PtaloiophicaJ Quarterly
(1968). Una versión del epi fenomenalismo ha lido defendida por K
Campbell cn Body attdMind (Nueva York: Doubleday, 1970)*'"'*. Ha «ido
críticamente discutido por M Wúodhuine en "A New Epiphcnamena-
Auitralaivan Journal o f Phtlovypkj, Vol. 52 (197-1). ELI artículo de
D. Dcnncti "Current In u i n the PhJoiophy o f M ind", A pencan Phi-
toiophcal Qyutrtrriy, NW 15 (197A) investiga el campo y contiene valioso
material bibliográfico,

C a p ít u l o c in c o

F1_i£NTE5 HISTÓRICAS

/ O b m onginalet

L u c anccpdono de Platón pueden encontrarte cn Las l/yn1*'. Libro y ,


y en la MttafísKa"* de A iá t ó ie la La famosa s filmación del argumento
o n taligicod e San Atuelmo aparece m cl /’ruitopon"’ y las cinco vías de
Santo l o m i » de Aquí no m Suma Uotópeai*m , Pane I René Descartes ar­
gumenta en favor de la exatcnci* de Dio* en la tercera de sus AMuono-
n fi;n i versión de! argumento oncológico a parece cn la quinta M rd tia adn
Baruch Spinnu presenta ill justificación de Dios y la naturaleza como
L única substancia cn Tbulatut ii t Dta tt jSohufv rjiuqw frite Halt, Parre
[, Capítulo I; y G oidrird Leibnu afirma su posición de que Dios e» la
causa de éste, el mejor de los mundos posible*, cn N w v f tm ttyoi tabiw H
m lm d tm im Aununo''*1' 1, Apéndice!, yen la T todicta. La doocctón clásica
del argumento del dueña y U formulación d d problema del mal apa­
recen en los DUlagoí mfcrt la rwUgtón natural1“M'* de David Hum e Hume
discute y refuta Umbi¿n el argumento de los milagros cn Emayo tobn
t i tniendiwornio humara. Sección X, "D e loa milagros". Immanuel Kant
presenta r i refutación de les argum ento tradicionales en lavar de L»
existencia de Dios y propone su propia tentón del argumento moral
en Crfhítt de la n iá n p u n " 1. B611-670, y en Crítica i t la raián prdefted“ 1.
Libro II, Capítulo II, reapccúvamente. En tos Trti tmayoi tobrw rtbgiAa,
t A T fr U L O CIN CO 559

John Sluart Mili ex p o n e >u* cuncepcionei » o t r e La ir o k ig íi natural, el


prnblniM del mal y U c x u ic n a i d e un dios limiiJlriü La formulación
. l i s m del ettutencialisino c r » lu n o fu** expuesta por S. K m k c jM r d rn
Aposttüa incientiftta tenfiuxrtw a las fU o tá fm ii“

¡ l Cotercum n que conltrrifn m ü m m e t de o b m hulóricas

Ü d l una ¡Ir U> siguiente» itllo k ig iu c U Í dcdicidn en su ■nulidad 91


Li liluaofia d r Li religión, y conttrive «clrccttm ei He K iiió n co i
sobre varios ic it m caí rste campo, al(¡ mas de tatas an tilogía* cm tik-
nen también jrtk u lo s y jitt :n u rio s c o n tc m p o r ín m » sobre las traba­
jo » histórico» tjuc incluyen A M od rrn ftra d rt in tfit P tu i ¡op/i' <\f R thgw n
(Nue-va York iVppleton-Cr-niury-Crofta, Inc., 1966), editado por W Ar-
nett; C/ouica/ and te n te m p o m n Rfadmgs m t k t P M o io p h ') o f Religión (En-
glew ootl C liflí, S J P rc n u rr-lljll. Inr . 196-t), editado poi J. Ilick,
(¡o d arui E v tl (Englewoud Cutis. N ) . Prenlirc-H all, Inc.. 196-f), e d i­
tado por N Pike; RtítgttiU i B rltrf (wd PhúmophKaJ Thttughl (N ueva York:
Harcourt Rracc Jovanovich, Im , [ 903), r d iu d o por W Ai*Icnl,' ,; The
Exutenct o f Oad (N ueva York: Mamullan Publishing, Co_. I n r , 1964),
editarlo par | Hick; The Om ologutUAtfpnw w S (Garrfen Cnv N Y Dou-
btcdLsy & Ccunpauy, ln c , 1965), editado por .V P U n lin g a '", Coimoiaptai
/irfiutnfnti (C arden City, N Y : DoubUxUy & Gotnpany, Inc., 1967), ed i­
tado por l ) K. üurrill AJgurMí obras niÁs recientes *un W W ainwright Y
W Rowe(ed*.)< Phtkn>f>hy o f Reltgw ii (Nueva York lU rco u rt lirjK eju vji-
nuvicb. IllC-, lí)73 j; y IS. B io d v (cd ). tieu d m gi in (he f'faioiophy o f Religión
(Ln glcw ood Cl (ís, N j Prem icc-Hall, Inc., 1974)'°

K'F.Nlt* RE< JtNTfcS V COfJTtMpORANEAS

! O b ra cngtnaiei

Entre k » libro* cjuc discuten varíen temas d e la filosofía d e la teligion.


incluyendo algunos d e 1 « discutida! en n t e capitulo, se encuentran
W ] i m n , The tansfirs o f ReligtaUi b.xpmtnc.e (N ueva 'York L o n g m a i».
G fecn & Cbmpany, 1902) v fb * M'iIt Ib ¡U ltm e (I t u e n York Longmarv».
Oreen & Company, 1897), C. J. Durarse, A Phibu>phtad S¿*utitry ó f Re-
lypan (N ueva York: T h e Kiniuld Press C om pan x 1953): ] F Rosa, P h i-
i'omp h x a l Thtultrft (Indiana polis; T h e Bobbs-Merrill Co., lnc , 1969); A,
PU fiLiílgí, God and O th rr M tn d i (Itlu c s , N Y : C orn ell u «uve til.y Press,
1967)’*1. (! R BaeLc, C W u a Th fologf and Metaphy n a (Londres: Ep-
worth Press, 1 y P T G a c h .G o d itn á tH e Soul (N u eva Vúrk Schuckcn
fVx)ks, 1969/p'l ie recam iendaii especialmente los libro* d e K o « y Plan-
tinga; jm bcfl contienen dwcuiianes cxtran adaiD cn ie sofisticadas t ic va-
rus pruebas d e la eusiencia d e Dios, el problem a del mal v, en el cano
d e Ptinttnq*. U rjckm aiidad d e creer en Dio* ún lener una prueba de
su cxMtcneia
560 BIBLIOGRAFIA

Alirunca d e In# libro» importantes y m i i ferientes iún R Swmburnc,


T h r tla b tn jK * a fTh tvm . (Mueva York: O xford University P r r a , 1977); W.
Rowe. Thr Crmnolagual Argum ent (Princeton Princeton U n iv e m lv Press,
1977), A PLaiilinga, Dots G od h a v * A f í o l u r 1 iM 'lm u k K ; M irq u rttc
tJ n ivm ity Press. 1980); y C- S cliln ln ü tt, ftriigtc* and Sctentifu M rthcrd
{D o n d m h c Reidel, 1977)
Vario« libro* m ie n t e * w han dedicada exclusiva men ir al problem a
d e la naturaleza d d conocim iento r e lig ió n y ivi relación can la fe y
con o lt o » típdi d e cnnocim icnu En t ic rib s: G. Mavrades, B t 'v f rn
Coii A Study m the Rfrustrmolagy a f R t i igícn f Nueva Vor] R jn lu m Hnuac,
tnt., 1970); J. LiiU, The Pom büity e f Rr!ip<iu¿ K n cjt'ifd gr [G rand R aid»;
Ecrdnuns, 197 I }■■ W. Blacksione, The Ftvblem o f fíeítgiotu Knowledge (En­
glew ood Curb, N. J Prentice-Hall, Inc.. 19631; H. P Owen, C/triiiian
K ru tw ^ d ft c f God (L im d r a : Athlone Press, I9G9I; j. Elick, Faish and
K n cu 'ifttgf 'Ithaca, N V C ornell University Press, 1957); C M a n iii,^ -
lip o tu R ttk } llt h ic i, N V C orn rll University Fresa, 1959); y P Schinirít,
fttligip ux Knüw ítdgt iNutrva York. th e Free P r e s , 19611.
Ea » obra» qu e tratan jerrea d e t ím n drbe w r con ccb ú b Dim , in­
cluyen: J Guliins, God irt M o d e m P h ú o v f h y (Chicago: H en ry Regrterv,
C o . J 9 W ]I,,;C Ilarishí^Tiir. ÍJ itiiv Rylaii 'fty (N ew 1laven 1 Y ile U niver­
sity Pre»>. IÍH 8). N Pike, C « { ami TinW ^inru iN u rva York: Srhnekrn
Ranks, 1370) II P OH,cn.Corm’^tjfl//>irv (Landrra M anm llan Se Caixi>
pany; Ltd., JM 1 ); R. Ottn, The idea of the Holy (O xford Galaxv Books,
1968 V* * " , F, Son tag, fln itii Pbrfrnturtt. Punible Idem o f God ( \ u rv j York:
H arper & Row Publishers, Inc , 1962); y K. Ward, The Cvneeft o f God
(0 > ln rd : Blackwell, 1975).
£1 problem a del lenguaje religioso y iu lignificación han tidn ob­
jeto d e muchas discusiones desdi qtip lo* p tv iu v b u » lógntn. declararon
que u xlo lenguaje supuestamente Etieiaítsico. incluyendo el lenguaje re-
ligicito,era cogn itivam en tcearcn icd e sentido, I j concepción c U iic a d rl
positivismo lógico es presentada en el C apitulo i d e A. J \vcr, Language,
Trulh and l . i p c {N ueva York D^uer Publications, Irvc . I952)l' ,"'l A este
teína >e le ha dedicado todo un libro en L D ew art, R riígion. Language and
Tm th (Nueva York H erder and Herder, 1970), J M acquarrir, God TalÁ
(N u eva York: Harper & Romi Publishers, Inc., 1967)'*'; b L C lark e,/.dW-
gu tígr tttuí N a tu ra l Theology (La Haya M ouion and C o . I960), I Ramsey,
H -¡tg iou í LaTijnuige (L o n d r a : SCM Press, 1957); F Ferré. Langutigr.. L o
g tf and God (Lon dres: Eyrt & Spotüswoode, Luí , 1962)1" ; y T Sherrv,
Rehgton. Jh JA and Languagt Ganes (Londres Macmillan & Company,
U tL , 1977).
A lg u n o » libro» dedicado» enteram ente a una discusión de las diversas
prueha* d e b existencia d e Dios son,J H ic k , A rpim ents f o r th * E iú U n c t o f
God (Londres: Macmillan & Company, Ltd., 1970) ( Hartshorne, /Ifi
letm 'l Discovery (L a Salle, III.; O p en Court Publishing Company, 1965),
CAPITULO CINCO 561

Afcn'i l ic rio/ (io ti dtld the Luglt úfT h n im (Chicago: W illct, Clark, 1941 ),
The Logic of Prrfetnen (La Salle, III. : O pen Court Publishing Company,
1962); A. Kenny, The Five IVoyj 'L o n d r a ; Kuutledge and Kegan Paul.
1969); H. P O w en, Tht Moral Argument far CAm iun Thrum 'lim drr-s
G c o ig e A llen & Unwin. Lid., 1965); W. Matson, The E m itru i f God (Ith ­
aca, N . Y.: Cornell University Pres*, 1965).
Et problem a det mal también ha dado lugar a varios i rata miemos que
han exupado todo un libro en los último* ano*» Entre elica se encuen­
tran; E. H M adden y P H. Haré, Ei<il atid the Canapi o f God (Springiìckl,
III Charlea C, Thomas, Publisher, 1968), J i\ < l.E in ia n d ih e L o v e o fG o d
iLondren; Macmillan 8: Company, l i d , 196fi);C-S. tj-wis, Tht Pmblem o f
Pain ( N u e . j York: M.<:rmlLan Publishing Co.. Inc., 1962), W Fitch, Corf
and E itl (Londres: Pirkermtf and In giù . 1967); F S orin g, God o f Evd
{N u eva York: H arper S: Row, Publishers, Inc., 1970); P. Geach, Provi­
dence and Ei<il (N ueva York Cam bridge University Press. 1977); J Kiffi-
nig, Pumshxuuil and Deiert (La H a » NijhoiT, 1972); H McCloskcy, God
and E tti (La Haya: NijhofT, 1974), y A- Plan tinga, God, freedom and Evit
iLon drrs: A lim & Unwin. Ltd.. 1975)“ *,
Finalm ente, varios libros dedicado« i critical generates a la religion
B R ow ell, Rrhgum and Sciente (Nueva York O x fo rd U nivesitty Press,
I9,S5 )(,h' 1 y H'M J Am S o l a Christian (N u ev? York: Simon Sc Schuster.
Inc., 1957)"*; K Nielsen. Contemporary CrUiquti o f Rriigwn |Nueva York
H erd er m il H erder, 1971); y H K Rurkle, Son-Existence o f God (N u era
York: H erder in d Herder, I 960).

ÌJ. Coleccione) de qtucuIo i \ libros de texto

Cada una d e las liguientes coleccion a contiene articulas contem porá­


neos d e d ic a d o a la filc «o fu d e la religión, muchen de lo* c u a ln *e rcla-
c » n m direttam ente con las problemas discutido» en este capitulo: S e v
Ejsay? in Philosophical Theology (Londres: SCM Press, 19S8), editado por
A. Flew y A. M acIntyre'*1; Religious Experience and Ib ilh (N u eva York:
New York U n iven ity Press, 1966), editado p or S. H ook10; Setu Esxtys on
Religioui Lanpu.gr (Nueva York: O xford University Press, 1969), e d i­
tado por D M H igh faith and Pkttcíóphy (Grand Rapids: W. B Ertd-
inani Publishing Co.. 1964). editado p or A. P la n tin g . Riltonaltty unii
Belief m God (Englew ood Clifls, N j.: Prentkcc-Hall, Inc.. 1970), ed i­
tado p o r G Mavrodes; The Many-Foceii Argument (Ntitrva York: Macm i­
llan Publishing Co., Inc , 1967), editado por j . Hick y A. C. M cGill; The
Encyclopedia o f Philosophy (Nueva York: Collier-M acm illan. 1967), e d i­
tado p o r P Edwards, contiene también mucha* artículo» excelentes so­
bre filosofia d e la religión.
Dos colecciones d e artículos m is recientes.«xi : S Brown (cd ), Rraion
and Religion (Ithaca, N. Y.. C crn cll University P roa , 1977); y C DeUney
( « ! . ) , RatUinaJtfy and Religious R eluf (N o tre Dame; University o f N otre
562 BIBLIOGRAFIA

D a m e Fresa, i 979). Cada uno d e <y tos volúm enes contiene importantes
m a y o s originales sobre bueh n ü tiiiío d e problemas.discutidos en este
capítulo.
E n tre I w libros ( i r te s to s o b re filosofía d e La r e lig ió n están lo * d e N.
jm a r t , Phtietaphy and fiflig ic w Trulh (N u e v a Y ork : M acm illan Publish­
in g C o ., In c., 1969). y The Philosophy o f R eligion (N u e v a Y ork : S ^ ik Io id
H ou se, Inc.. 1970), los c u a l « tratan va rios lem as m en o s discu tid os, ju n to
« m i los tem as rom u oe a d e li íiluaofía d e ía re lig ió n ; J. E Rara. ínjrvduclum
to the Philosophy o f R fh g io n ( K u w Yfork: M a cm illa n P u b lis h Lng C o., Inc.,
|9G9}¡ j . HUrli., Philosophy o f Religion. 2a c d ,, (E n g te w o o d Q ifls , N , j . :
P r t n ü d c - t lilf, In t ., 19 7 1) ; y W. [. R o w c , Pfttlttutphv t>f R eiigioti (B e im o n t,

C a l i f : W adsw orth . 1978).

M I, HTl|i"94ÍOf

Se han e s crito v a rios articuláis sob re íw fir o r lfT Íih o l] del ser lupTtmQ, n -
p e ciü ljiic fitr sob re et concepto dr omnipotencia , \ l j u n « d e e llo s son G,
B. K e e n e , "A S im p ler Solu tion to tJie P ro b lem o f O m n ip o te n c e ", M ind
(1 9 6 0 )r al q¡ue H. M a y o r e s p o n d ió c on e l a rtíc u lo “ Mr. K e e n e on O m ­
n ip o te n c e ” , M in d (1 9 6 1 ). K e e n e d io su respuesta a M a v o e n "C a p a c ity
L im itin g S tatem en ts", AJirW (1361). C . M a v ro d e s p ro p u s o una solu ción
,il p ro b le m a d e la o m n ip o te n c ia e n “ S o m e P u zzle « C o n c e rn in g O tn n ip o-
!cn f’ c ''hPhitowphical f í n v w (1 9 6 3 ), al qu e H FrsnkFurt a ñ id ió una nota
e n " T h e L o g ic o f O m n ip o te n c e “ . Philosophical R evu w [ 1964), y acerca d e l
cual C. W S a va ge escrib ió " T h e P arad ox o f the S to n e ", Philosophical Rt-
t/MTí. 194i7), O tr o & a r tk u lo i son N . Pike, "O m n ip o te n c e and G o d 's A b ility
to Sin", American Philosophical Q uatitriy (1 9 6 9 ); G M a v r o d e j, "D e fin in g
O m n ip o te n c e ", Philosophttal & Ikíiís, V ol 32 (1 9 7 7 ). D. W a lton , “ T h e
O m n ip o te n c e P a ra d o x ", Canadian J o v m a l o f Philosophy, V o l 4 (1 9 7 5 ); W
M an n , “ T h e D iv in e A ttrib u te s ” , American Philosophical Quarterly, V ol. 12
(1 9 7 5 ); R. Swinburne, "O m n ip o te n c e ", American Philosophical Quarterly,
Vol. 10 (1 9 7 3 ); R La C ro ix , “T h e In c o m p a tib ility o f O m n ip o te n c e and
O m n is c ie n c e ", Analysts, V ol 33 (1 9 7 3 ); G . R osen k ra n tz y J H o ffm a n ,
"W h a t A n O m n ip o te n t A g e n t C a n D o ", In trm a iton a l J o u rn a l f o r Philoso­
phy o f R e h p o n , Vol. 1 1 (1 9 8 0 ); W. M ann , “ Ross on O m n ip o te n c e ", ibid.,
Vol. 8 (1 9 7 7 ); y D- B lu m e n fe ld , " O n the C o in p o ss ib ilk y o f th e D ivin e
A ttrib u tes", Philosophical Studies, Vol. 34 (1 9 78 ).
El concepto de ser nettsano tam b ién ha s id o la rg a m e n te d is cu tid o , fre ­
c u e n te m e n te e n c o n e x ió n c on W argumento de la contingencia. A lg u n o »
articuics al resp ecto son: P. B ro w n , “ St. T h o m a s ’ D o c trin e o f N ecessary
B e in g ", Philosophy Review {1 9 6 4 ); R. Franklin, "N e ce s s a ry B e in g ", Analy­
sts (1 9 57 ); J. H ic k , “ G o d as N ecessary B e in g " .Jou rn al o f Philosophy (1 9 60 );
P. H u tch ins, “ N ec e s s a ry B e in g ", Australasian Jou rn a l o f PhilostypAy (1 9 57 );
T IV n clh u m , “ D ivin e N e c e s s ity ",M in d (1 9 6 0 );J, F. Roes, "G o d a n d L o g i­
cal N ecessity", Philosophical Quarterly ( 19 6 1); J. A B ru n ton . " T h e L o g ic o f
C A PfTU tjO CIN CO 563

tkjd's Ncccssarv Lxislence'1, Initnutiwnai PiUÜíiap/ucal Quartsfty (]970); y


B. R. RcicKmbich, "Divine N ic s 'ily ir d theCbim ologicíiL Aijjumeai",
T h * Atonal (1970>
HI ironstpi£> ti* la m n ú w ilfú Dló* y su relación con cl libre albcdrin
d e Jas personas hft origin ad o artientes d i N . KreLzmaimf “ Omniscience
and Im m utability", JaurrurJ afPhilasophy [1966), a lq u c H. C js u ñ e d a h a
respondido en "O m niscience and In d rx ira l Kcference 'JflTimi/ o f P h ilo ­
sophy (1967); N. Pike. "D ivin e Omniscience and Voluntary A n io n ", Phr
in.viphii.al Revietr (19G5), ¡i) cjücJ. blu n ders respondió cn "O F (V x i and
Freedom ", Philosophical Rcvirtu ( 1966), Han «u rgid o muchos artículos so­
bre el pfoblcm a d e l lib ir albedrío y l.i presciencia. Un enfoque intere-
lante o t i d e C. G in eten "Can the W¡1] Be C aujed?". PhiIBtophical Renew
[1962), el cual recibió, en tre otras, una respuesb d e K. Lehrer, “ D eci­
sions and Cí.uscs” , Philosophical Rrview (19G3) y A. Oldenquist, "Causes,
PrmiLctions and Decisions", ¡nalyíis (196-1) O tra » jr iííu io t interesantes
sobre d concepto d e Dios son D. Bennett, “ D«-ityand E v e n ts ", Jo u rn a l of
PhtltífOphy ( 1967); J Dondecl. "Second Th ou gh ts on the Nature o f G o d ” .
Thought (1971); y S. Coval, "W orship, Superlatives and Con.-ept C on ­
fusion” . M in d (1959) Algunas r e s p u ta »« a este últim o artículo fueron
p m e n u d a s p o rM Fásher. "S. Covan on Worship, Superlatives and Con*
ce pi Confusions1', Mind (I9 6 0 ); R Frsmnlin, "W orship and G o d “ , M ind
(I WO),
£J argum ento en favor d e la c x u ttn cu d e Dios q u « más se ha dis­
cutida cn la literatura actual es el argumento (tn lclegvo Una muestra es
el articulo d e W. Baumer, “Anselm, Truth and Necessary B ein g” , Ph
ioiophy (1 % 2 ); ít Carnes, "D c s c a r t« and the Ontological A rgu m en t” ,
Philosophy and PhevomenoUigirat R/search ( 1963-106-1); J. Findla\, "Can
God's Existence Be Disproved?". Ahrtd 119-13'. F. Fitch, " T lie Perfection
o Feriei:lioi]''j Thi Aloriut (1963); G. HartshornC, "T h e Logic o f the O n ­
tological Argum ent” , J o u rn a l o f Philosophy ( 1961 ); D. Henry, “St, Araelm
and N d h in gn css", Philosophical Quarterly (19^5); N- M akolm , "An«elm 's
Ontological Argum ents", Philosophical fin neyi (I9 6 0 ), que trajo consigo
varias respuestas en T h t Phtiósóphl \l R tz in u ( 961) d e R. Ahrlson. "N o t
Necessarily” ; R. Allen, "T h e Ontological Argum ent"; P líe n le , ''Uses o f
the O ntological A rgu m ent"; T Peneihum, "O n the Second O ntological
Argum ent” ; A. Planting», “A Valid O ntological Argum ent?"; G. Mathew*,
“ O n Conceivability in and M alcolm ” ; y otra* respuestas d e W,
H uggett, "T h e NonexiM ence o f Ontological Argum cnis", Philosophical
Rrvwut (1962); J, Shaffer, “ Existence, Predication and the Ontological
Argum ent", Mtnd. (1962).
Otros artículos m is sobre el a rgum ento son los d e G. Mathews, "Aqui­
nas on Saving 'G ad Doesn't Eicisl' ” , Th r Mgnul ( 1963); y J. F Rom r " L o ­
gically Necessary Existential S (aienienu H./ 0uma/ o f Philosophy (1961).
564 BIBLIOGRAFIA

Más recientem ente, alguno* artículos sobre el argum ento etn ológico
son los d e R Mavdoli , "A Modal Mude) for Proving the Existence o f
G od ", Am tnean Philosophical Quarterly, Vol. 17 (1980); y P Van Inwagen,
"O ntological Argum ent*", Noüs, Vo!. 11 (1977). Puede encontrarse una
b ib liógrafo com pleta sobre el argum ento en T M icthe, “ T h e O n tolo­
gical Argum ent A Research Bibliography", M od em Schoolman, Vol. 54
(1977).
Algunos d e b s artículos qu e tra u n 1a objeción al argum ento ontoló-
gico de que la easternm m t J una propiedad son; W. Alston, “ T h e O ntolo­
gical Argum ent Revisited", Philosophical Review (1960); K Baier, “ Exis­
tence", \m ioleh a n Society Prv crrd m gi (1960-1961); R. Cartwright. “ N ega­
tive Existen tiils" ,Jou n u ll o f Philosophy (I9 6 0 ), C. H artshom e, "Is the D e­
nial o f Existence Ever C ontradictoryr’ ./o-nuiJ 0j phüosopky (1966); M.
Kitely, "Is Existence a Predicate?", M in d ( 196-4); W. Kneale, "Is Existence
a Predicatc?” l Hruíi)tíítdH Socitt'i Supplemetu (1936); G. E. M oore, “ U Exis-
tencea Predicate '",A n s to te lie n SocKty Sufplem rnt (1936); C, Nak-hniliian
y W. Sainton,'' 'Exists' as a Predicate**, Philosophical R e i'im - (1957).
El argumento cosmológico Lunbien ha sido objeto d e discusiones sig­
nification recientem ente Algunos artículos relevantes son los d e W. L
Rowe, "T h e Cosm ological Argum ent and the P rin c ip le o f Sufficient Rea­
son", Man muí World (19G8), "Cosm ological Argum ent". Nods (1971), y
"T w o C ntiL&ins o f the Cosm ological Argum ent", The M onist (1970J, R.
(i. Swinburne, “ W h olea n d Part in Cosm ological Argum ents” , Philosophy
¡1969). W. N , Clarke, H,A C u riom BItndspot in (h r Anglo-Am erican Tra­
dition o f A nti-Theijtic Argum ent", T V ,Wdhú¿ ( 1970). F- B Dillcy, “ Des-
ij r t e i ' Cosm ological A rgu m en t", The Montó tl®7p)i y B. Miller, "T h e
Ccmt'ngc-iicj) A iju m c n t", The Manisl (1970).
A l g ú n « de los articulas sobre t l argument del dueña son lo s d e j. Nar-
'■esoii, "O n a N ew Argum ent from Design", Jou m o l o f Philosophy [1965);
£!. D. Klemlte, “ T h e Argum ent from Design", R a fv (19G9), R. C Swin­
burne, “T h e Argum ent from Design” , Philomphy (|9G8)r A lgu n o« d e Los
artículos más recientes *on lea de ft. Nelson, "Evolution and the Argu­
ment fm in Design” , fiitig io w S tv d u f, VbL H (1978); RLSwinburne, “T h e
Argument From Design - A Defense", R ih g io u i Studies. Vol. b (1972);
Ü, Schíesinger, "Probabilistic Argum ents for Divine Design“ , Phihscphia,
Vol. Í (1973); y B, C ia rle, “ T h e Argument from Design: A Piece aFAb-
ductive Reasoning", IntemarÚHial Jou rn al J ot Philotopk)t o f R eligion . Vol. 5
(1974).
Pueden encontrarse alguna* discus tones de loe a rgu m m loi d i ¡tropas-
cabana tai favor de La racionalidad d t la creencia e n Dios cu W. N- Chris­
tensen y j . King-FarLaw, "G am bling on O th er M inds — Hum an and Di­
vine"., Sophia (19711: P T Lands berg, “ Gambling on G od ", M in d (197 I):
M. B. Turner, "D ecid in g for God - T h e Bayesian Support o f Pascal's W a­
g e r ". P b ilo io p h y ü tid P fiem m tn ó t6 gie "l R ta a rth (1968). El prim ero de estos
CAPÍTULO CINCO 565

articulas dio lugar a respuestas por partí de L. Resnirk, “ Evidcncc, Uti-


lítyand God",/lfu*i,iu (1971); y J, Rudiiiow, "Gambling on Other Minds
and God", Sophia (1971).
Alguno» artículos sobre otros argumentos en favor d e la exulencia de
Dios o sobre los argumentos en general son toa de R Holland, “Th e Mi­
raculous", American Philosophical Qtíarietty (1965); J. Hutchinsort. "The
I sea oFNalural Theoíogy: An Essay in Rcdefinuion",_/f>urr»a/ o f Philoso­
phy (1958);J. F Row, "Did God Create the Only Pcesjble World?” . Review
o f M rta ph yiU i (1962-1963), y “On Proofs for the Existence oFG od", The
M ortal (1970j. C. Cherry, “ Miraclcs and Creation**. Internationa! Jou rn al
f o r Philosophy o f R eligion, Vol. 5 (1974); C. Cherry, “ On Characterizing
[he Extraordinary"', Ratio, to], 17 ¡1975); J Kcllciiberger, “ Miracle»'',
In lrm a tu n a l jo u r n a l f o r Phtloiophy o f R eligion, Vol. 10(1979); y R Oakes.
"A New Argument for the Existence or God” . New Scholasticism, Vol. 54
(19»0)
El lenguaje y la verificación mltpows ha sido ampliamente discutidos,
entre otro», por £ Clark, “ Linguistic Analysis and the Philosophy o f
Religion", The Monist (1963);; P Coburn, "A Neglected Use oF T h e o
lagicn! I.jnguage". \ltn d (1963). J Hick, “Theology and Verification'*,
Theology Ibday ( 1960) trata el concepto de verificación escatológica y fue
contentado por D DuíT-Forbcs, “Theology and Falsification Again“ t.4uí-
tmhinan Journal of Philosophy (1961), B Mitchell. "Th e Justification o f
RtrligiOli* B e lief“ , Philosophical Quarterly (1961); y K Nielsen, “ Escha-
túlogical Vitrifica lian” . The Canadian Journal o f Theology (1963). Otros
artku k* ion: J Lasee, “ Two Proposed Demarcation» for Theological
Statements” , The Monist ( l 963); J Riser, “Toward the Philosophical Anal­
ysis a f Religion1-Statements'’ , The Mortal (1963);J. F. Ross, “A New Thoo-
ry o f Analogy"*, Proceedings o f the Ameritan Cathá/tic Ptulcuaphxc&l An oa a-
tton (1970), y “Analogy and the Resolution o f Some Cogniuvuy Pro­
blems'", jo u rn a l of Philosophy (197Í)); | F. Harris. “Th e Episte^iiic Sta­
tus o f Analogical Language”, International Jou rn al o f Philosophy and Reli­
gion (1970); M. Dvirrant, "God and Analogy", Sophta (1969); J. Donnelly,
“ Moral and Religious Assertions", International Journal o f Philosophy and
firlijp o n (1971); W. Swanson, “ Religious Discourse and Rational Prefe­
rence Rankins'*, American Philosophical Quarterly (1967).
Alguno» artículos sobre la naturaleza del conocimiento, la experien­
cia y la creencia rrltgtosa, y la posible justificación de ésu ante eviden­
cias poco adecuadas, son los de D. Z. Ph lips, “ Religión and Epátemo-
logy. Some Cani ero pora ry Confusions", A w trvlcsia n J o u rn a l o f Phüotophy
( I96G); A. Dull es, "Faith, Reason and the Logic o f Discovery**, Though
(1970). El artículo de N. Malcolm "Is it a Religious Belief That 'God
Exists'" en Fatih and the Philosophers, editado por J. Hick, dio motivo a
una respuesta par parte de K. Nielsen, "O n Believing That God Exists",
Southern Jo u rn a l o f Philosophy (1967). Otra controversia ha surgido en
ILIIM.IOGUAFIa

torno a] argurrientode J Hick t-n fiv o r de la defends d e b "no-evidrncia


tic U racionaM iid dc U crtvncia teLita, prtaen u da cn su libro Phtlvso
pky o f R tk gton A lpjiian dc la* discusionr* «ob re ester tipo d c arguinento
jp a rrc c n cn H A. Oakes. "Is Proliiliility I nappliul)lc-in- Principle [a the
G o d -H y p o th -»»;1", The Neu' Sehoiasttfum (19701; D F. H enze, ” Fai(h, Evi­
dence and C oercion” PhUoiOphy <1967), al que J King-Fartow rcip a n d io
cn "co g en cy , Conviction and Coercion” , International P<mlosopkit nJ Qttar-
tfriy (1968); D, k Duff-Korbes, “ FaitJi, K.vtdcncc, Coercion- , Hiuim/a&n
Jou rn al o f Phtlowphy (1069), c o n tn u d a P ° r J- Hick rn "Faith, Evidence,
C tw c in n Again", .■Jiu/njfeHirn Jo u rn a l of Phduiophy ( 1971),
O tros articulrw sobrc h rrcencia religicwa son los d c J. King-Fark>w,
‘[justification o f Religious Rtriief*", Philosophical Qltarterly (1962); D. M
Levin, ’‘ Reasons and Religious B e lie f” . Inquiry (1969); J Wisdom,
"G od s“ , AnStuUlian Society PtuCerdmgi (1944), y " l hc Mode's o f Thought
and the l.ogit’ o f G o d ", im prcso h i The Fx>*i*ncr of God, e d iu d o por J.
Hick. Dos a rliru lo s d r W isdom han tenido mia cn orm e influcncia entre
lo» flltjBofin ImgOiitas C o a io resu'tudo d e eilos. y tambien ¿m pliam cnte
discutidas son las contriburi«ncs a un debate sobrc toologia y rcfuiacion
dc A, Flew, R. M. Hare, B Mitchell e l M Crom bie, reim p rtso com o el
ca ptiul-o V I d e Awur Essayt m F h iiow ph ia ti Theology, cita d oen la p. 5 6 1®*1.
Sobre d Itm iiw Icmjk, (.im bim 1). 7. Phillips, “ W isdom ’* Gods",
Ph)StiiQp)iical Quarterly (196i’ ).
b j ptoblenui dal mai, cSpeciidmentc Ja itlo lia n dc ii La r k o lr n c ii de
Dios y la del m ales posibte ¿1 m i»n o ij< m p osed iscu teen J. Mat:tie, “ Evil
and O m nipotence” , M iru i (1055>; A Planting*, “ T h e Free W ill Defense",
en Phdosophy tn Airumea (llh a ta , N. Y. {.jjm c lt U nivcrsilv Press, 1965),
ediuido por M Black Un d eb ait cn torno a este arLicub jp a r e t i^ e n el
Jo u rn a l o f Philosophy (1966) entre N Pike, "Planunga on the Free Will
Defense A R eply", v I’ Untinga, "Pike and POHiblc Persons".
E. II. M adden ha escriLO m pliam cillc sobre cl problem a del mal
Enlrc sus articulos cstin "T h e Many Farrs o f Evil", Philosophy and P h t-
numtnologwal Research (1965-1964), “ Evil and the Concept o f a Lim ited
G od ", P h th io p h u a l Stuiiu!' (1967) y, con P II Hare, "Evil and Unlim i­
ted Pow er", Review o f Melctphysui ( 196G), y “ On the Difficulty o f Evading
the Problem o f Evil", Philosophy and Phenomenological Research (1967),
]. King-Farlow ha respondido a M adden en <los artt'culcw, “ Must Ciods
M adden M adden?", Pfuhsophy and Phenomenological Restart h (1969), y
"T h e I-iabiiitics o f Ijm iic d G ods", PhUosophicnU Studies (1969).
Otros art [cuius sabre rl problem ? del m il son los d c K F,. Ysndell,
"E th ia , Evils and Theistn", Sophia (1969); G. H. Kane, “Theism and
Evil” . Sophia ()970J C. F. Kcilkopf, "Emotivism as the Solution to the
Problem o f Evil” , Sophia (1970); C. IV>rc, “An Examination o f the ‘Soul-
Making ‘ rh e o d itV ", Atnertcun Plnlasophital Quarterly (19701; C, M avro-
dcs, ‘‘T h e Problem o f Evil i s a Rhcioric.il Problem ", Philosophy awi Rhe-
CAPITULO CINCO 567

fsrv (1968); R. M Chwbolm , "T h e Defeat o f G ood and Evil", Pmceedings


o f (hr im tn ca n Philosophical A n otu iu on (1968-1969)FJ artículo d c C.
Schlennjjer "H ie- Problt-rn o f Evil and the Problem o f SuiTcring'*, ylro/Ti
can Philosophical QuatlUHy { 196-1J fue contestado p o r J. F. Rjosenbcrg cn
" T h e Problem o f Evil R c v ia ie d ” . y p o r W. W. S h n en “ G od, Evil and
Professor Schlcsingrr” , aioh osen cl Jo u rn a l o f Value Inquiry (1970).
Otras d is c u s ió n « más rrrirn tcs sobre cl mal y D io» in flu yen las d e
K Rcichenbach, “ T h e Inductive Argum ent from Evil", Am erican Philoso­
phical Qriarteriy, Vol. 17 (1980); R Swinburne, “ Natural Evil“ , tbid,, Vol.
15 (1978); H Lafollette, “ PLaminga on the Free W ill Defense", In lm u i
tie m l Jou rn a l f o r Philosophy o f Religion. Vol. 11 (1980); R. Adams, “ Must
G od Create the Best“ , Philosophical Review, Vol. 81 (1972); D. Griffin,
"D ivin e Causality, Evil and Philosophical T h eo lo g y : A Critique o f Ja­
mes Ross” . fntrm arw nal J m r m l f o r Philosophy o f R eligion . Vol 4 <1973); V.
Bennett, “ Evil, G o l and the Free W ill Defense” , A u ifralitiiait J o u rn a l o f
Philosophy , Vol, 51 1197$); K. Yandell, "T h e G r a t e r G ood Defense", So­
phia. Vol 13(197-1); R . O a k « , "G o d , Evil and Professor Ross” , Pltilesophy
and Phertom jfw logital Rfstarch, Vol. 35 (1971); T. Qcndiit, “A Problem for
Theodicists", Philosophy. Vol. 50 (1975); S. Clark, “ God, Uoud and Evil",
P ro c ttd m g í o f the A n stotm a n Society, VuL 77 (1976-1977); J Tom brxlin y
F NfcOuinncss, “ G ood, Evil and the Free W ill D rfcm e", Religious Slwfief,
Vot. 13 (1977); y A Plantings, HT h e Probabilistic A igu m cn l from Evil",
Phúoiüphuai Studies, Vol. 35 i 19?9).
El libro d e Alvin Planting.!, Cod and Othsr M in is (citado en la
p 559)'*'ha sido objeto d e amplios comentarios desde su publicación.
Algunos d e los artículos rek-vflrilcs aparecen enum erados aquí: G. Ma-
vrodcs, m "Sonic Rcccnt Philosophical T h eo lo g y ", ftrtnru> o f SltUtphyncs
11970), discute tam o el libro d e Pl.intinga n m e l d c j . F. R oes, Philoso­
phical Theology. O t f t » artículos acerca d e Plifltiflga; W L Rüwc, ” God
and O ther Minds". No&s (t9 6 9 ); G. J Dore, “ PlanUnga on [h r Free Will
D efense", R n'iew o f M tta p b fs íí (1971); B L. Tapstott, “ Plantings Pro­
perties and ih c Ontological Arguroam ", Philosophy btid PhenomfTKlogieal
R tte a ith (197 I), J. E. ToinbtTltnr “ Is B elief in God jL isifi!rd 1'",_/flurikJ o f
Philosophy i [970), y rtPlá;MÍnya's Pujttdcs About G od and O ther Minds",
P h ilo lóphittil í!)? m ¡ 19691. I H cd m iiis, "D isproofs o f G od’s EKÍitencef1",
Penonaltsi Í197I); yG . E_ H u gh ™ ,“ Pía nungaori the Rationality o f G od's
Existence". Philow phteai Revieia (1970). El lih ro d c James Ross, Philasaphi
r.al Theology (cita d o cn la p 559) h i sido xhora publicado en una segunda
edición (InH u nápulic Hackett, 1980), y e n este nuevo volum en Rras ha
contribuido con un prefacio am pliado cn el que contesta a k » múltiples
critico* que han com entado el material d e la primera edición.
568 BIBLIOGRAFÍA

C a p í t u l o s e is
F u e n te s h is tó r ic a s

1. Obras origínale!

Las p rin cipa les fu e n te » d e rcfc rcn c ia d e la* con cep cion es d e Platón se
en cu en tra n en *us d iá lo g o s , G otpaaw , F m U igorjn 'l ) , y en su ob ra in is
c om p leta , la República1'*. Su refu tación d e la ética Ecológica a p a re ce en
E u tifróvf*1. Las c on ce p c ion es d r A ristóteles p u e d en consu ltarse e n la Ética
n k c maquea''* y en el c o m e n ta r io d e W. P Ross. Aristotle (L o n d re s : M e-
thiven fe C o., L td ., 1923), C a p ítu lo V I L El h e d o p -jm o m ás bien p r u ­
d e n te d e F.picuro se en cu entra en las pocas ob ras con servad as d e este
ú ltim o, c o m o su carta a M c n « w y una forrm il.iciún d e sus p rin cip a les
doctrin.is, para lo cual véase E p icu n a (O x fo r d ( J j r m d r n P re s s 1926),
trad unido p o r C. Bailcy.
Thom as Hobbes expresó su rg o ín n o psicológico en el Ln<vatánM , Par­
t e ! y Joseph Buüer ptcsctitAsu rcfuLición c l j i í u d d egoísm o rn fi/lnn
S tm a n s Opon Human jVaAinr, particularm ente en el sermón XI. Las op i­
niones d e Kant han sido discutidas, entre otro«, por L W. Berk.,/1 Com-
w # t&iy on K a vi's C n tn ¡u t o f P iv rtic a l fíeason (Chicago: University o f Chi­
cago Press, I9É0|“ '; S. Korner. A in í (Baltim ore. Penguin B w k í, Inc.,
1955), C apítulo fi; W, [1 Ross, K a nls Ethical Theory (Londres: O xford
University Press, 1■9^4j; y U J Paion, The Categorval h n fxra ltw . A SHuiy
tn A i ni i Mora! PhümDphy, Ei ed 'L on d res llu trh im o n Sc Co., Ltd.,
I907)t' 1- Utia reacción n ü sú lo rn contra d e Kani sino U m b ién en contra
de toda la tra d itíín d e la m oral occidental se encuentra en la ¿tira basada
en el p od er d e F! Nietrschc en MtL< ailá del bieny del nw^r\ Los principios
uiHitjrios son expuesios pur Jerem y Rendiam en A n Introduction la the
P rin cip le; n f March und I fgisla tion 1* ' y por J. S Mili en VHltlAjiantsm1 - '',
m ientra» qtip H Sidgwick sostiene un utilitarismo intuieioniítíi en The
Methods o f E th iri(t\

//. Coltcctf/ties que. contienen ntrumenes de obras huroneas

Pueden encontrarse útiles selecciones d e tas obras precedentes y de otras


obras en Ethics (N u rva York: Holi, Rinehart & W in*ion, In t., 1965),
ed itad o por O. Johnson; Eíhus (N u rva York: M amullan Publishing Co.,
Inc., 1965), editado por M. Mothersili; Ethical Theories, ía . ed. (E ngle­
w ood Clífís, N . J.i Prcntire-IIall. Inc., 1955), ed itado.por A. M eldcn,
Ethics a n d M f t v ih ic t (N ueva 'iork: St. M artin’s Press, Inc., 1963), editado
p o r R Abelsuti: y Reading .i in Mora/ Philosophy, 2a ed. (Boston: H o u g ­
hton M ifflin Company, 1978), editado p o r A O ldenqu t.
CAPÍTU 1.0 SEIS 569

F U E N T E S R E C IE N T E S Y C O N T E M I A R Á N E A 5

/, Obras originales

Gran p a ite d e loe libros m is influyentes del lig io veinte en malcría de


ética puede agruparse bajo cuatro categoría^: Naturalismo, el intento
d e proporcionar una rr-duccíón objetiva o científica d e la ética; intuí'
cionismo, la afirmación d e que existen propiedades no naturales únicas
intuidas para em itir juicios ¿ticos; emotivism a, la teoría según la cual
las expresiones éticas son no rognitivas porque son principalm ente For­
mas d r expresar ciertas emociones; [Coria d e La* buenas razones, la con­
cepción d e much & filósofos lingüuna.s en virtud d e la cual existe una
lógica del discurso Ético única que, aunque perm ite qu e el discurso é tk o
sea razonable y no meram ente expresión d e em ociones, es m uy d ife­
rente d e la lógica de 1 discurso objetivo.
Los principales natuTiilvtas han sido J Dewey, con Human N a tu n and
Conduct (N ueva \V>rk. H olt, Rinehart Sc Winston, Inc., 1922), y The
Theory o f Valuation (Chicago: University o f C hicago Press, 1939}’, R. B
Perry, General Theory o f Volite (Cam bridge, M a ». H arvard University
Press, 1 9 2 6 )'1; W. T Succ, The Concipi o f Síorah (Nueva York: Macmi­
llan Publishing C o , In c .. 19?7). Una teoría naturalista reciente es la que
ex p o n e P B R k r e n O u r Knowledge (>f Good arui E vil (N ueva York.; Ran­
d om House Inc., 1959) El principal mruicionsta es G. E. M o o re c o n
Prtnapm Ethica (Cam bridge, Inglaterra. C am bridge University Press,
I903}t' ) y con Ethim (Londres; O xford U niversiiy P r c » , 1912). O íros
autores que han traLadu el problem a d e fci ética en forma similar son
A C . Ewing, The Definition a f Good (N ueva York: Macmillan Publishing
Co., Inc., 19-17 í? Prichard, M oral Obligation (O x fo rd : C larendon
Press, 19‘Í9 )(,>; y W. D, Ross, The Right and the Good (Lon dres: O xford
University Press 1931) y The Foundations oj Eihu't (O xford : Clarendon
Press, 1939). La teojvi emotiva en ética fue expresada en un prim er m o ­
m ento por C. O gden e 1 Richards en The Meaning o f Meaning (Londres:
R ou ü edge & Kcgan Paul, 1935). La teoría em odva m is desarrollada se
encuentra en Ethia and Language (N e w Haven: Yale University Press,
1943) de C. Stevenson, y en una colección posterior d e artículos, Facts
anrf Values (N ew Haven: Yale University Press, 1963). J. O, Urmson dis­
cute en detalle la teoría cra tfn t eit The Ernotivi Theory o f Ethics (Londres:
H u Lchinson Sc Co. L id ., 1968)1*1. El enfoque de tas buenas ratoneí en ética se
encuentra en las obras de 5. Toulmm, The Place o f Reason m Ethics (L o n ­
dres Cam bridge liraiveraity Frcsi, 1950^". P H N ow eil’ Smith, Ethics
íBaltimore, Ffcnguin Bóuts Inc., 1955); y C. W ellm an, The Language o f
Ethics (Cam bridge, Mass H arvard University Press, 1961)'".
Otras obras contemporáneas que no entran Fácilmente en las anterio­
res categorías son H. Aiken, Reason and Conduct (‘ ¡ " c v j York: A3 Fred A.
K nopi Inc., 19621; K. Baier, The M o ra l Point o f View 'Ithaca, N. Y.: C o r­
570 BlfiUOOftAFfA

nell I'm vcTsiiy Preso, I958)1*’ ; B Blanshard, Reman and Goodness (Loti-
dres: G eorge A lim & Unwin, lid .. 1961)'**: C, D, Broad, F i i t 7yfxs cf
ElhiCal Theory (Patlerson, N. J, Little Field, Adanw and C o , 1959), Oiras
obras Sabre cl Irma son las Hr P Edwards, Logy, o f M o ra l P iit o iin e ( N u m
York: T h e Free Press. 1955); B. Gcrt. M o ra l Rules (N ueva \brk: H arper
Sc Row Publishers Inc., 1970); G. R, Grice, The Grounds o f M o ra l Judgment
(N ueva York: C am bridge I 'Diversity Press, 1967); E. W Ila ll, What i< Va
/Hi? (N ueva York: Humanities Prns, 1952), J Harrison, O u t Knmi'iedgf
o f R ight and W m ng (N ueva York: Humanities, Press, 1971)<e>; 0 . John­
son, M o ra l Krumiisdgr (La Hava Martinus NijhofF, lOGft)1*1 y M o ra l U f t
(Lon d rrs: G eorge Allen and Unwin, Ltd. 1969' | Kovcsi, M o r a lNotions
(N ueva York: M ilnunitirs Press, 1967); J.-J Kupperrnan, Etl^cal Knowi
edge (N u rva York: H unnnities Press, 1970); D. Lyons, forms and Limas o f
Utilitarianism (O xford Clarendon Press. 1965)**1; M. Mandelhaum, The
Phnw nenoiagy o f M o ra l Experts nee (N u r v j York: T h e Free Press, 1955);
B. Mayo, Ethics and the M o ra l Life (N ueva York: A lfred A. K n op f, Inc.,
19 6 1 H. M McCloskey, M eta Llhttis and Norm ative Ethics (La Hava: M.ir-
timis NijhofT, 1969)**’ ; A, I- Mendel, Rights aitd Right Conduit (O xford:
B si I Blackwell a nd M nll, Lid., 1959); D. H. M onro, E m prnt ism and Ethict
(N ueva Vork C am bridge UTjivcrsiry Pr«-ss, 1967), T Nagel, The Pouibi
¿ay o f A t! iwubi (O xford Clarendon Press, 1970)” ’ . J. Narveson, M o rality
and Utility (Baltim ore: Johns H o p k in s Pres», 1957); A- N- Prk>r. Logie in d
the B&sis o f Ethics (O xford : Clarendon Press. I949)*41; M. Singer, Crn'm
¡n a tion i7i Ethics [Nueva York: A lfred A. tuiopf, In *., 1961); R. Tailor,
Good arid E v il: .i N tv D nrchait (N ueva York: Macmillan Publishing Co..
inc.. 19-70); G. II von Wrighr, The t'knetiesofGoodness fL on d res: Routl-
c d g c & Kegan Paul, 1963)-, y S, Zink, The Concepts o f Ethics {Nueva V o d
St. Martin’s Press, Inc.. i S f i S f 1
A lfu n oil lib rm mas recientcs son j . Bim stcv, The Social Reality o f Eth­
ics (Londre-s: R o u tla lg e fc Krgan Paul, 1973); [_ lic c le r. Ori Jlttiijytn g
M o ra l Judgments (Lou d res; R ou dedge & kegan Paul, 1973^''; ft. Beeh-
Ict, rtfcmV t i f i (O xford ; JSLiulty»cllH1978|; A. Bickcl, M orality o f C oiarnt
.¡New Haven: Yale University Prw s, 1975V. F, EcJi, Lying: M o n ! Choice
jn Public arid P n v a ie Life (Cajnbridgc: H arvard U niversiiv Press, 1978);
C Danitts, The E valuation t>f Ethical T A iirw i (IlaliLiK: Dathouse Un.ver-
siiy Prras, 1975); A. Donagan. The Theory o f M orality (C hicago U niver­
sity o f Chicago Press. 1977)(il; A. Gcivirth, Reason and M orality (Chicago;
U n iveriiiy o f Chicago P ros, 1978)**’ ; G. Harman, The N ature o f M orality
(N ueva York O xford Un, versity Press, 1977)*'1; J. Mackie, Ethics In ­
venting Right and Wrong (Baltim ore: IVnguin, 1977)tol; O- N ell, ^trdng
on P rin cip le (N ueva York: Columbia University Press. 1975); D. Nor*
tan. Personal Destinies (Princclan: Princeton Univrrsity Press, 1976)1*1; J.
*5man y B Williams, UnUtanarusn, For and Against, (N u eva York: Cam­
brid ge University P roa . L973); R_ T rigg, Reason and Committment (Nueva
C A P ÍT U L O SEIH 571

York: Cambridge University Presa. 1973)'*'; L. Blum, Friendship, Altruism


attd Morality (Londres; Rouücdgc & Kcgan Paul. 1980); S. Stoljar, M o ­
ral and Legal Hcasomng (Nueva York: Macmillan Publishing Co Inc,,
1980); y P Quinn, Divine Commands atid M oral Hrqutrrmen/s (Nueva York:
Oxford University Press, ISTfi)1'1,

11 A vtologfa-i y hbws de texto

Algunos amentos recientes han sido reunidos eti Morality and the Lcn -
g u o g ' o f Conduct (Detroit: Wayne Stair U i ¡vcrsii y Press, 1963), editado
p o r H Castañeda y G NjkhnikLm, L lk iti ( N u o a York Harper & Row
Publisher* Inc,, 1968), editado por G, Dworkin y J. J. Thomson; Moral
ilanrtpts (Nueva York: Oxlord Univcrwly Press. 1969), editado por J,
FeLnberg^, Thron e o f Ethics (Londres: O tford University Press, 1967),
editado ppr P F w t'’ , The Is^Ought (Nueva Yor« Si- Martin’s
Press inc., 1969) editado por W D Hudson; Moral Problem. A Collec­
tion o f Philowphical Essays (Nueva York: Harper & Row Publishers, Inc.,
1971), editado por J itachcU. ftradingi in Ethical Theory (Nueva York:
Appleton-Ceniury-CruTia, Inc*, Í952), editado por W. Sellan y J, Hos-
pers y The Morai judgment Readings in Contemporary Meta ethit ( tnele-
wood Clifls, N .J.: Prentice-IIall, Inc., 1963). editado por P Taylor*'
Algunos de los múltiples libros d e texto sobre ética son los de W. A.
Banner, Ethics- An Intnduítion to Morai Philosophy (Nueva York- Charles
Scribner'* Sons, 1968); R. Brandt, Ethical Theories (Englewood Clifts, N.
J Prmtirc-Hall, Inc., 1959); A, C, Ewing, Ethics (Nuc-va York. Colliers
Book», l&62)(,); W. Frankcna, Ethici (Englewood Cliffs, N J, Prentice-
H*1J, Inc-, 19#3);T WdX.CorUeniporary Ethical Theories (Nueva York: Mac-
cmLlan Publishing Co., Ine., I960); J. Ho*peri, Human Conduct (Nueva
York: Ilarcoun Brace Jovanovich, Inc., 1961 )*”*; J D. Nlabbott, An In­
troduction to Elhia (Nueva York; Doubleday .Anchor, 1969). R W. Taylor,
Problem o f M oral Philosophy (Encino. Calif.: Dickenson Publishing, Co.,
1972); J . Wilson, Reatan and Morals (Nueva York. Cambridge Univer­
sity Piew, 1961); F. Feldman, Introductory Etfon (Englewood Clifts, N.
j.: Prentice-Hall, Inc., 1978)'*'; y B Rosen, Strategies o f Ethics (Boston:
Iloughton-MifTlin. 1979).

I f l Artitulos norm es

l.o que ig u e es una sclecciún d e artículos rrcicnics listadas por temas,


generalm ente en e l orden, en el que aparecen rn el capítulo. La obra
T itm lo gita l Eltucs ha sido discutida recientem ente por T C. M ayberry en
dos artículos, "G o d and M oral Aurhnrsty", T h t M a n u t (1970) y "Stan­
ds rda and Criteria: Can G od lie the S u n aard o f the G ood ?“ , M in d
11972 V Ot res artículos sobre este tema snn kw dc W. W, Bartley “T h e Re­
duction o f Mora til y to Religion", jo u rn a l i f Pftilofttphy ( 1970); y P. Brown,
“ Religbou* M orality", M ind (1903); también *cm relevante* lot. artículos
572 tllBUOCiRAKfA

d c R. Adams, "Autonomy and Theological F.lhirs", Rrltgious Studies, IS


(1 979); R. Young, "Theism and M orality", Canadian jo u r n a l n f Phitasophy,
7 (1977); y D. Gauthier, “ W h y Ought O ne O bey G od?“ * ibid (1977),
El ttlalivisnto t el esceptKumo (ticos han f'd a discutidos en K Bene­
dict. "A n lh fo p o lo g y and the Abnorm al” , jo u rn a l qJ fieneral Psychology
( 193-1); J, Jarvis, " In Defense o f Moral A t e o lu in n,yourai/ o f Philosophy
(1958); C, tiluckholn, "Ethical Rclaliv¡ty‘,,yotim¡ií(t^PAiA)i0^ p ( l 955 )¡ L.
G. Miller, “ M o r i! Skepticism'“, Philosophy and Phenomenological Research
(1 96 li-19621; S. Moser, "Som e Remarks About Relativism and Pseudo-
relativism in Ethics", Inquiry (1962). C. Stevenson, "Relativism and Non-
rcliiLivism", Proceedings and Addressfs o f the American Philosophical Asioc.
(1961-1962); E Taylor. ''Social Science and Ethicjl Re]jtK'isn¡",y<)HrTk¿
o f Philosophy, 9 ( 1958/; C W eliim n , “ Ethical Im plication* o f Cultural R e­
lativity'*,yotn-na/ o f Philosophy (1963),
El m/ii/iiino ¿tito ha sido discutido en N Copper, “ M oral Nihilism'',
Proceedings o f the Aristotelian Soaet\, Vol. 71 i 1973-7 I); el n eep tiw m o ético
ha sido discutido recicnu.mcntc en S ScheiTler, “ M oral Scepticism and
ld m ls r jfih r Person” , The Afotmi, Vol. 62 (1979', v C. Cherry, “ Sceptism
and M oralit/', Philosophy, Vol. 48 (1973)
Aiguncm autores que han escrito recientem ente sobre el ntattvnmu
¿tico 5qo: T M cQ inctock, “ T h e Dí-lmiiion of Ethical Relativism“ , Per­
sonalis! (I9 6 0 ), “T h e Basif V a r ic e s o f Ethical Skepticism", Mtlaf/hüoso-
phy (1971j y "Skepticism About Bssif M oral Pi i tic i pies", MetaphHosopky
(1971); P H. N m -ell-^m ilh, "Cultural Relativism", Philosophy o f the So­
cial Sciences (1971); yV . A. H ow ard, "D a Anthropologists Becom e Moral
Relativists by Mistake?", Inamry (1968) Varios articule» han sido reuni­
dos en. el libro Ethical Relativism (Belm ont, C a lif Wadsworth Publishing
Co., 1973), editado por J. Ladd.
Otras discusiones importantes sobre cl rtlaiivvm o ético incluyen: G.
H annan, "M oral Relativism D efended", PküiKOphkal R e iv w , Vol. 8*1
(J 975); este artículo ha origin ado tai réplicas de R. C obu m . “ Relauvijtii
and the Basis o f M orality", tbtd (1978); II. Jensen, “ Gdbcrt Harm ans
Defense oFM orn i R e b iiv iiiti". Philosophical S tu d m , Vol. 30 (1976); y B.
Poatow, “ M oral Relativism A void ed ", P e n c w tln l , Vol. 60 (1979). También
importantes soi, loa artículos de D. Lyons, “ Ethical Relativism and the
Problem o f Incoherence", Ethics> Vol. 86 (1976); R A tdield, "H o w Not
i s b e j Mural ReUlivis-t?", The M om st, Vo 72 (1979) y J. K.cllenbirgcr,
"Ethical Relativism",yptirno/ o f Value Inquiry, Vol. 13 (1979).
Algunos articulas sobre el tema d el tgovfmi) psicotógKo y ético son: R-
Jsckson, “ Bishop Sutler's Refu Lili on o f Psychojogical H edonism ” , Pht-
Uaophy (1945); J, Laird, “ O ther People’s Pleasure and One's O w n ", Phi-
iosopfiy ( J94 I); II. M cQoskey, “ Toward an Objective Ethic” , Ethics (1962-
63); J, Margolis, "Egoism and the Confirm ation o f M etamoraI T h eories” ,
c a p ít u l o strs 573

Amenean Phüoiophttal Q u a n tify (1970): T. McCIintock, "T h e Egoist's Psy­


chological Argument", ATotrican Philosophical Q u a n tify (1971); H. S. Sil-
veraicin, ‘‘ Universa Liability and Egoism“ , Australasian Jou rn a l of Philoso­
phy (1968)'; W Glasgow, '"The Contradict ion in Ethical Egoism", Philoso­
phical S tudUi (196ft); E Mack. "How to Derive Ethical Egoism", P m o n a -
lu t (1071).
Otros artículos sobre el egoísmo son los de: W Quinn, “Egoism asan
Ethical S v s ttW ryourmi¿ o f Philosophy, Vol. 71 (197-1); D Gauthier, "Th e
Impossibility' of Rational Egoism", lAi'd.; G, Carlson, “ Ethical Egoism Re­
considered", Am enran Phtlosophital Quarterly, Vol. 10 (197S); J. Rachels,
“Two Arguments Against Ethical Egoism", PfuIosfipHla, Vol. •) (1974); T
&enditl, “ Egoisms Inconsistencies’1, Personalia, Vol 57 (1956); T. M o
Connell, “ Th e Argument from Psychologicaf Egoism id Ethical Egoism",
liLitTiiiaiiiin Jou rn a l of Philosophy, Vol. 56 (195S>; S, Sanders, "Egoism,
Self and Others", P tm onalut, Vol 5!) (1978); N Brown, "Psychological
Egoism Revisited", Philosophy, 9 (1079), J Sicrba, “ Egoism and Beyond".
Canadian J o u rn a l of Philosophy, 9 il979); E. Regis. "Ethical Egoism and
Moral Responsibility", A menea 7i Philosophm u Quart fiiy . Vol. 16 (1979); y
T Machan, "Roccnt Work in Ethical Egoism", ibia Este último artículo
contiene una investigación y bibliografía valiosas.
E l utilitarismo de actos \ rl utilitarismo de regla* o restringida han »ido am-
pliamente discutidosen artículos recientev F.ntrrcUoa J. Cargile. "L lili*
uriaiiísiii and the Desert-lsLand Problem", .4naím ( 1 — 05); B Diggs,
‘ Rules and Utilitarianism” , American Philosophical Quarterly (1964); G.
£¿orsk>-( "LSu itan.mtsm and Rules", Australasian Jou rn al of Philosophy
11965); J, Mabbot, “ I merpretationüoFMill's‘ Utilitarianism1” , Philosophi­
cal Quarterly (1956); J Margolis, HRule-Uiiliiarianism>",.4ijj/niiasu2n Jo u r­
nal o f Philosophy (1965); "An Examination o f Restricted Utilitartani&m'',
Philosophical Rev m u (1957), J. Narveson, "T h e Dcsen-Island Problem",
Analysis (1962-63); y “ L'tiliurianism and Formalism", Australasian Jo u r­
nal o f Philosophy (1965); J. Smart, "Extreme and Restricted Utilitaria’
nisni", Philosophical Quarterly <1956); J, Rawls, ‘T w o Concepts o f Rules“ ,
Philosophical RtrvieiL (1955); y ‘Justice as Fairness". Philosophical Re-mew
(1958); J. Urnuon, “T h e Interpretation o f the Moral Philosophy o f j . S.
Mill” , Phltosophi ni Quarterly (1953). Muchos artículos han sido reunidos
en la obra Contemporary Utilitarianism (Garden City, N, Y.: Doubleday
Üc Company, Inc., 1968), editado por M Bavles M ill's Uiuitanantsm (Id-
di-na polis: The Bobte-Merrill Co., Inc., 1971), editado por S. Gorovitz;
v M ill's Utilitarianism Belmont, Calif.: Wadsworth Publishing Co., Inc.,
1969), editado por J. Smith y E. Sosa.
El artículo do Rawls “Justice as Fairness“ ha dado lugar a muchos
comentarios incluyendo los de L, Pollock, “A Dilemma for Rawls?", P h i-
fosQphrai Stud' t (1971): R R Wolff, “A Refutation o f Rawls’ Theorem on
Just ice*1,Jou rn a l o f Philosophy (1966); J. O ’Connor, "Wolff, Rawls, and the
574 BIBUOT.R a FIA

Principles o f Justice", Pkitt>.v>ph%eal Studies ( 1 D. W Brock. "Contrac-


(u.itism, Utilitarianism and Social Inequalities’'. Social Theoty in P m th te
(1971).
Otros iiu to m rontemporiincos quc han cscriio sabre c-l utilitansmo,
son: M. Mandelhaum, “ On Interpreting Mill’s Utilitarianism“ , jo urn al
of the lh\iory o f Phitowphs 1196Ji), M . Stoker, “ Mill on Dtsiro and Desir­
ability", Journal o f the History of Philosophy ( 19i39); R, B. Brandt, ”A Uti­
litarian Theory o f Excuses", Phitosophital Review (1969); D. Lyons, "On
Sanctioning Excuscs” .Jou rn al of Philosophy^ (1569); R. T Garner, "Somr
Remarks on Act Utilitarianism” , Ailnd ( 19G9); G. C. Kerni-T, "T h e Inmo­
rality o f Utilitarianism and die Lvcapisnt o f Rulc-t Utilitarianism", Philo­
sophical Quarttrly (1971); R. I. Siltuira. "Unforeseeable Consequences",
^rut/^fu (1969); R. Sarioriui, "Utilitarianism and Obligation", jo urn al
of Philaiophy (1969); R. F. Bales, "Art-Utilitarianism: Account o f Righi-
M aking Characteristics or DcM.uiofi~Making Procedure?1", A mertcan Phi-
faiophicai Quartrrly (1971); 1 Stern. "Deserved Punishment, Deserved
Harm, Deserved RLimc'1, Pkibjtphy (1970); ]. Fcunberg, "T h e Forms
and Limits o f Utilitarianism” , Phtloiop focal Review (! 967), revi»i6n del li-
bro ran d rriismo Lituloflfft D. Lyons'". F! Nowell-Smiih, “ Utiliurianism
and Treating Others as Lpfls", Nmis (1967?; H 1 McCloskey, “ Utilila-
rianiam and Ketribmive l\in«hm cnt,’ iyou™i/ of Pntlofophy (1967); R. G.
Henson, “ Utilitarianism and Wrongness o f Killing“ , Philosophical fteviru
(1971); C. I Sm.ib, "Bentham's Second Rule". Journal of the History of
Ideas (1070); G Vy, Barnes, ‘"Utilitarianisms''. Ethics (1971); D. Brown,
■'Whuil i* Mill’s Principle o f Utility?” , Canadian Journal o f Philosophy, Vol.
3 (1973); R Ilorw ith, "On Calculating the Utility o f Acts", Philosophi­
cal Studies, Vol. 35 (1974); U. Brock, "Recent Work in Utilitarianism” ,
American Philosophical ¡¿uartir/v, Vol 10 (1973); H Silvetsienij “ Utilita­
rianism and Group Coordination” , jVodj. Vol. I3(1979);J 5ni4rt,"Ulili-
tsrunism and Geneva! B cn cvolrn cr’’ , Par.ifu: Philosophical Quarterly, Vol.
1 (1980); R. Frey, ’ Can Aci-Utilitarianism Be Put Into Practice?",Journal
of Value lu x u ry , V o l I I (1977); H Jones, "Mill's Argument for the Princi­
ple o f Utility1*, Philosophy and Phem ntm okgicvl Research, Vol. 38 (1978); G.
Trianosky, "Rule Utilitarianism and the Slippery Slope", _/ot<rna/ o f P hi­
losophy, Vol. 75 (1978); I. Priniorac, “ Utilitarianism and Self-Sacrifice o f
the Innoccnt” Mnff/y«u, Vol. 38 (1978); J. Sobel, " Utilitarianism and Past
and Future Mistakes". Mith, Vol. 10 ( J976); J. Narveson, “ Utilitarianism.
Group Action and Coordination", ibid ; M. Singer, “Actual Consequence
Utilitarianism” , M tnd, Vol. 86 (1977), y j . Temkin, "Actual Consequence
Utilitarianism: A Reply to Professor S inger",»Ind., Vol 87 (1978).
Rccicntcm cntc se ha manifcstado un renovado interns eft el tn fotpu
kanlvino de la ¿tiea, en especial en lo que rcspeeta a la im p o ru n eu d e
U uiuvfrsalitabilidad de las principles morales. AJgunos d e lo « articulofi
sobre estos tcmas son las dci C. Caton, "In What Sense and W h y Ought-
C A F ÍT V U 3S E I S 575

Judgments arc Universal]rabie", Philosophical Quarterly (1963); J. Car*


giíe, "T h e UniversaltM bility on I.ving” . Australasian Journal o f Philosophy
(1965); A. Ewing, “ W hat Would H appen if Everybody Acted Like M e“ .
Philosophy (1953); A O a m tu “A New Look o f the Cat eg anca 1 Im p era­
tive", £fAtc.f (1963-61); R H olm e», '■Gencrali/!»rion",/<mrn3Í n f P M e topky
(1963) y “ Descriptivism, Superveniente, and Universa lizability", J o u r­
nal o f Philosophy (196-6), D. Mitchell, "Are M oral P rin c ip io Really N e ­
cessary?". Australasian jo u r n a l o f Philosophy (1963); R. M o n u g u e. “ Uni-
vcrsalLzability", Analysis (19G4-65); ü . Nakhnikian, "G eneralizaiion in
Ethics” , Review o f MetaphysK* <1963-64); A Ry.in, ‘ T A ii vernaliza bility“ ,
Analys K (196'1—65); M. Singer, “ (leneralization Ln Ethics", M in d (1955),
y “T h e G olden RuIe'1, Pttilowphy (1963); J, Sobel, "G eneralization A rgu ­
ments” , Theoiia 119G4); A- Stout, "B u t Suppose F.veryone Did th t Same".
A ustm lanan j p u m a l o f P h ü oio p h ' (1954); P W inch, “ Universalizability o f
M oral J u dgm en tí", T b t Afonut (1965).
Más r n a c r n c r o r n i e s o b re d miemn L_ma, sc encuentran Ins artículos:
I G. Murphy, 11Kant's C p n icp l o f a Righi A d io n ” , Thr. Moiust (1967); R.
P Blum. "T h e Trui: Function o f the G eneralization A rgu m en t” , In d ia n
11970); J. E. Atw ell, hA j t Kent's First 7wo Moral Principles Fquivalrni?” .
J o u rn a l o f l&e History o f Pkiloiophy (1969); S. B. Thom as. "T h e Status o f die
Generalization Principle", A m tn ca ti Philosophical Q ita reiiy (1968) y 'Je­
sus and Kant: A Problem in Reconciling Tw o D illrrem Paints o f V iew “ .
Mind (1970); D Lockc, "T h e TVivializability o f Universalixability", P h ilo ­
sophical Review (1968); A. Gewirth, "T h e Non-Triviali/ability o f Univer-
saliza bilii y‘‘, A uslraltistan jo u r n a l o f Philosophy (1969); W. G. Lycan, “ lia re ,
Singer and Gewii th on Unlversaliza bilky*', Philosophical Quarterly (1969);
N. Potter, "H o w to A p p ly the Categórica I Im perative'’ , Ph losa ph ia , Vol.
5 (1975); J. Bam ford, "T h e Am biguity o f the Categorical Im p erative“ ,
Jo u rn a l o f the History o f Philosophy. Vol. 17 (1979); y W. Harbison, “ T h e
G ood W ilT , Kant S lu d v n , Vol. 71 (1980).
De gran interés en la actualidad es el problema de la falacia natu-
raluta y t i mtenía de derivar 'debe' de 'es'. La falacia naturalista ha sido
discutida por W. Frankm a, "T h e Naturalistic Fallacy", M in d (1939); S.
Ham pshire, "Fallacies in M oral Philosophy", M in d (1949); W. H Brue-
ning. “ M oore and 'k -O u g h t'", Ethics (1971); E. H. Duncan, “ Has Any-
o n e Com m itted I he Naturalistic Fallacy?” , Southern Journal o f Philosophy
(1970); D. H. Bauinrin, “ I s T h e r e a Naturalistic Fallacy?” , American P h i­
losophical Quarterly (1968); D. P. Gauthier, “ M o o re’s Naturalistic Fallacy” ,
American Philosophical Quarterly (1967); y G. O. Allen, "From the 'N a tu ­
ralistic Fallacy’ to the Ideal Observer T h e o ry ” , Philosophy and Phenome­
nological Research ( 1970).
Dos artículos recientes, "H ow to D erive‘ O u g h t'fr o m ’ Is” 'd e j . Searle,
y “ T h e Gap Between ‘Is 1 and ‘Should’ “ d e M. Black, ambos en la P h ilo ­
sophical Rtview (1964), intentaron cerrar la brecha entre ’ser' y 'deber'.
57 G filb U O ü ftA > ÍA .

Estos artículos han dado lugar a muchas respuestas, entre lis cuales se
encuentran las de M, Cohen, " 'I s and ‘Should’: An Unbridged Gap",
Philosophical Review (1965); A. Flew. “ On N ot D eriving O ught from Is",
Attalysu (1964-65); W Hudson, "T h e ‘ la-Ought’ C ontroversy", Analy­
sis (1964-65); E. Jove, ‘‘On Deriving ‘O u gh t’ From 'I * '" . Analysis (1964-
65); G- M avrodes, ," l J , and 'O u gh t*", Analysis (1964-65); J. McClellan
y B. R o n ifs ii, "O n Deriving 'O u gh t' from ‘ I s '", Analysts (1964-65); R.
Montague, " ' l s r to 'O u g h t'", Analysis (1965-66); D. Phillips, "T h e Pos*
sibility o f Mora] A d vice", A nalyfif (1964—65); P Shaw, “O u gh t and Can” ,
.'Itu/yjM ( 1964-65); J, y j , Thom son. "H o w N o t to D e riv e 'O u g h t' from
*Is’ ", Philosophical ñttrievj (1964); R. Edgeley, " I fum e's Law ” , Pm cetdin gi
o f the Aristotelian Society, suplem ento 44 (1971) y G. Allen, “ T h e Is-Ought
Question Reform ulated and Answ ered", Ethics, Vol. 82 (1972).
N o sc han hecho muchos trabajos recientes sobre el concepto de debt-
ns pu m a fuete, p ero R. Chisholm en "T h e Ethics o f Requirem ent", Ame­
rican Philosophical Quartetly (1964) ha d efin id o esir concepto y otros re­
lacionados con él. Otros artículos reciente» »obre este tema son 1 « d e B.
Rduinrin, "Pruna Facie Duties" y R. Shope, “ Prima Facic Duty” , ambos
en Jou rn a l o f Philosophy (1965); R Jone!, "Doubts About Prima Fade Du­
ties'1, f'hilnsophy (1970). En "A T h e o ry o f M orality", Philosophy ant! Pheno­
menological R m tútzh (1957), H. Castañeda utiliza técnicas form ales en un
intento p o r esclarecer muchos conceptos éticos, incluyendo el d e deber
piTDlü facie.
Ha «u rgid o una m uy v u u literatura e n torno al problema d e los sig­
nificados y tusa tU lo s t f m ir wt morales. Los temas centra Irs aqu í son o bien
si lo s t ír m in os morales expresan m eram ente e m o c io n ó y, por lo Lam o,

tienen un significado m eram ente em otivo, o bien si son también cog­


n oscitiva m en te sign ificativos; si U aplicabilidad d e los Lérm inos morales
n o n o v e r i f i c a b i e , R M. H are, cuyo n o m b r e aparece varias v e c e s en
Los títulos de los siguientes arLiculcE, es el principal exponent*: del pres-
criptivismo, C. L. Strvenson » un emoLivi&ta, Algunos artículos sobre
estos temas son: W. Kneale, "O bjectivity in Morals", Philosophy (1950);
M. T T h orn ton , "H are's View o f M orality” . Aft nd (19711; A. Oldenquist,
“ L’niversalizabtliiy and the Advantages o f Nondescriptivt»tn",yciurnaJ o f
Philosophy (1968), articulo a] que D. G reen lee eom estóen "O ld cn qu ision
M oral Judgments and M oral Principles", Jo u rn a l v f Value Inquiry (1969);
H. M cyncll, “T h e Objectivity o f Value Judgm ents” , Philosophical Quar­
terly (1970); t . F Walter, “ Empiricism and Ethical Reason n g ". American
Philosophical Quarterly (1970), L. W. Summer, “ H are’s Argum ents Against
Ethical Naturalism” ,younio/ o f Philosophy (1967); y C . VVellinan, “ F.moti-
vtsm and E.thkal Objectivity", Am erican Philosophical Quarterly (1968).
O tros artículos que no entran fácilmente en ninguna d e las clasifi­
caciones anteriores son; W. Blacltstone. HCan Science ju s tify an Ethical
C ode?1*, Inquiry (1960); S. M. Brown, "Inalienable Rights", Philosopluc.al
CAPÍTU LO SEIS 577

R e vin o (1955); R. Ehman, “ M oral Judgm ent and Ultim ate Ends". P h i­
losophy and Phenomenological Research (1964-1965); H. L, A, H a n , “A re
T h e re Any Natural Rights", P h ih io p h iia l Review (1955); H, O Estad, "T h e
Ethics o f Resistance lo Tyra nny'\ Inquiry (1961); J. Rawls, “T h e Sense o f
J u s tic c ", Philosophical Rtirtew (1963), L, Foster, “ In d u ítivea n d Ethical Va-
h d ivy ". American Philosophical Quarterly (1971); A. Quinton, "T h e Bounds
o f M orality” . M/taphilosophiy (1970); 11. Terrell, “A re M oral Considera­
tions Always O verridin g?". iu n ra los ia n Jo u rn a l o f Philosophy (1969); R.
L. Holm es, "Som e Conception* o f Analvsts in Recent Ethical T h eo ry ",
M c'apM osophy (1971); J Feinberg, “ T h e N ature and Value o f Rights” ,
J o u rn a l o f W u e Inquiry (1970); C. Dyke, “ T h e Vice* o f Altruism ", Ethics
(1 9 7 1); W. Se llers, "O n Knówin? the Better and Doing the W orse” , ¡n u r-
nationai Philosophical Quarterly (1970); R. Scott, "F ive Types o f Ethical N a ­
turalism", American Philosophical Quarteriy, Vol. 17 (1980); A. Oldenquist,
“ T h e Possibility o f Egoism ", i w D. Huhin, “ Prudential Reasons” , Ca­
nadian J o u rn a l o f Philosophy, Vol. 10 (1980), y B. Rosen, "A M eta-Th eory
Tor Ethical T h e o rie s " , J o u rn a l o f Value Inquiry, Vol. 1$ (1978). La revista
anual, Midwest Studie i in Philosophy, Vol. 3 (1978) contiene unas dos d o ­
cenas d e artículos originales sobre varios aspectos d e la filosofía ética.
Finalmente, obsérvese que desde la publicación de la prim era edición
de este ti oro, han ten ido lugar varias discusiones sobre el pnnctpio kan-
Jkjw i t /o ttitlidad planteado al fina! d e este capítulo. Véase M Martín
y H. Ruf, "A Utilitarian Kanuan Principie", Phitosopha-ai Studies (1970),
en el qu e se presenta un contra ejem plo d e este principio, y H. S. Sil-
versiein. “A Defense o f Cornm an’s Utilitarian Kantian Principle” . P h ilo
iophical Studies (1972). Este debate ha sido llevado más lejos por Martin
y R u len “ Silverstcin's Defense o f C om m an ", y par Silvcrstcin en “ Reply
to Martin and R u f", ambos en Philosophical Studtfí (1972).
Í N D I C E DE A U T O R E S

E i Hitimu'hi lir pá g in a , isgu tjfí p u r tí Un h rTvftr.a g n f t i a uiof f u f rilad} hn ¡a


tib íin ^ in fh i t í Pttfutmi d i página tygaidn pflT títt^ n iiI-Ífíí qur rtf^artííy ¿n tina
ítala ai >Ae.

A Anm U 'u n", I)., 511 b. 55111, 553b

A i r o l l , R .. 541b
Arn rti. W „ 5 5 %

^hhmt, W.. S-I4Í1, Astil. S.. 4-l7n


A iifid d . H., 572b
Abelsan. R „ 547b, 554b, 563b,
SÖBb A Lw d !,J.,5 7 5 b
.V'kírmaii, R . 5-1Ib Audi, k .S .M O b
Adams, II., 567b, 57£b Auntj B., filOb, 546b, 547b, 54Hli,
Aiken, H ., 569b 557b

.Ollen, G., 576b Ayer. A-, 257, 258, 259. 4 0 9 -1 U ,


533h. 54Uh, 541b. 556b, 5&7K
Allen, G. 0 ..5 7 5 h
560b
Allen, R., 563b
A vcts, M,, 5-1tib
Alítan, W., 559b. 56Ib
B
Am merman. R. ,5 4 íb
A in irrw n , A.. 545b Baclz, P., 559h

Annís, D.. 541 b Baicr. K., M fih, 5íi1b. Ü69Í)

Ahaeonibc, G „ JjO b , 5Ü2Í) Qailey. C.r 569 b

An.u.-]mo, San, 395. -102-406, 558 b Pales, R., 57-íb

Acjuino, S in u T u tn ii de, 564-3E1, Bamfnrd, j j 575b


385-389, 550b, 55£h Bjinner, W . , 5 í l l >
A ri.iiíicln , 550b, 5ñhb Darnes, G., 574b
Arirflnong, B.. 8 B a r M lc , R.. 555b
580 fND IÍIK DK ALTORES

B=trmley, J., 570b Brand. M . 547b


Bartley, W ,57 Ib Brant, K , 545b, 5551», 571b, 574b
Baurnrr, W., 563b Qreuning, W .. 575b
Baunirin. B , 575b, 576b Broad, C-, 248-250, 252-254.
Bayk*, M., 573b 259-267, 539b, 550b, 570h

Beck, L h 10, D47b, 56f*b Brock, D,, 574b


Becker, I.., 570b Brody, B.,559b
B eehkx R., 570b B ro n au g h , R , 545b
Bend nt, T.j 5G7b, 573b Brown, N., 575b
Benedict, íí , 575b Brown, P , 57 lb
Bcnn, S., 547b Brown, S., !>53b
Bcnnt'tt, D , 547b, 5G3b Bruitton.J., 562b
Benndt, P, 567h Burge,T.. 553b
Bentham, J ., 4-10. 478-196, 530, Burkholder, L., 548b
521. 5C8b
Burkle, H . 561b
Berkeley, G.. 53<>b
B u rn II, D , 559b
Bernsldn, R., 556b
Bu»b, E., 55fib
BtTofsky, B.. 545b, 5*1Gb
B ljLchuarov. P, 540b
Bickrl, A.. 570b
Butler, J , 464. 56Sh
Binkfoy, R., 545b
Butter. S., 150-153. 232-233
Black, C., 544b
Buirick, R., 538b
Black. M.. 1l8n, 337b. 566b, 575b
Blackburn, S.. 539b C

Bl^ckiioitr, W., 560b Cam, R, 55ib


Blanshard, B,. 570b Campb ¡1 C-, 156. 160. ¡61, 162,
Blum. 1.., 571b 230-233.546b

Blum, R.. 575b Campbell, K., 553b, 558b

Blum enidd. D.r 54flb, 563b Canfield, J., 546b

Blum rnfdd. J.. 555b Capakii, N., 541b


[IcxJiTr,, M .,557b Cargilr, J., 544b, 573H 575b
Bogdan, R., 539b Carbon, G.. 573b
Bnk, S.t 570b Carnap. R., 305. 530b, 539b, 556b
B o r l , C., 553b Q m i c v R . 5G3h

Bouwsnu, O., 100, ]U2n, 103 Carney, J SS4b, 555b. 557b


Boyd, R., 548b Carter, W., 556b
ÌN D fC i DE M T O R E S

Lirtwright, R.. 564h Danto, A , 216n. 5-1 tb, 5 17b


Castaöeda, H., 557b. 503b, 576b Dirrow, C „ 153-154. 232-233
i’jia n , C., 574b DaVrncy, T.r 547b
Cherry, C „ 565b, 572b Davidson, D . 555b
Chisholni, R., ll5n, 302-306, Delaney, C.. 561b
515-5]?, 540b, 54Ib, 54?b, D e n n e y D .S & lb
546b. 556b. 567b. 576b
DeSatle, M.t 47l. 49b
Chrbfensm. W., 564 h
Descartes, R., 97. 100. 243, 244,
Chuchland, P, 552b 247, 2 9 1. 395-103. 539b. 550b,
Clark. A., 552b 553b
CW k. R., 537b DcSousa, R., 543b
Clarke, B., 560b, 564b Dewart, L , 560b
Clarke, W. 56-1b Dewey, J., 569b
Coburn,R , 554b, 565b. 572h D'Holbach. B.t 544b
Cod«r, D., 554b Diggs, B , 573b
Cöhdtl, J . 53Sb, 542b Dillcy, F. 564b
Cohen, M ,, 576b Donagan, A., 570b-

Cohen, M F., 547b Doncecl, J , 563b

Collins, J., 560b Donovan, C,, 556b

Cook.J., 557b Dorc, C,. 5461!, 518h, 566h. 567b

Cooper, D., 557b Drctskc. F , 54 lb, 543b

Cooper, M., 572b Ducasse, C „ 250-253, 259-261,


550b
Cop!, I-, 3S5n, 537b
DufT-Forbes, R., 565b, 566b
Copleston. F. 366-374, 427
Duties, A .. 565b
Cornford, F., 539b
Duncan, E,,575b
Cornman, j, W„ 301 n, 318, 323-
325, 540b, 551b, 554b, 556b, Durrant, M.. 565b
557b, 577b Dwarkin, G., 547b. 57lh
Covai, S., 563b Dyke, C.. 577 b
Cowan, J., 547b £
Crombie, I., 566b
Eames, £., 540b
CroMon, F., 553b
Etcle», J , 552b
D
Kdgekry, R., 576b
D'Angelo, E,, 546b Edwards, fi. 545b, 550b, 561 b
Daniels, C., 570b Ehman, R., 577b
582 I n d ic e p e a u t o r e s

E iim em , \ .151 Frry. R., 574b


Ejnpirica, S., 539b Friqucgnon, M.. 548b, 519b
Epicuro, 568b C
Epstein, K. 55-lb
G.ilis, I... 542b
Ewin, R., 547b
Gall.ighet, K., 547b
Ew mg, A .. 569b, 571 b, 575 b
Gallois, A,, 5l9b
Ezorskv, G . 373b
Gallop. D . 5 16b
F G am rr. R , 574b
KiirrcLI, 1)„ 557b Garneti, A,, S75b
Fairer, A., 546b GauniU), 403^105
Keigt, I I , 282-284, 307, 53#b. Gaiiihirr. O,. 547b, 572b, 573b,
542b. S-ISb, 556b, 557b 575b
icin b cr^ , J., 5l5h, 550b, 558b, (.Veach, P. 552b, 55t»b. 5G ib
57 lb, 574b, 577b Gert, B., 570b
Feldman. F .A W b , 571b Ccitier. E., 7&h. 542b
Ferre:. F , 5 M b {*-w iith. A,, 570b. 575b
Feycrabr-nH. E". 54 lb Gibbs, R„ 557b
Findlay, J.,5 C3b Gill, J ,5G0b
ITnn, D , 5 13b Cinct C., 2U6. 3-l5n. 511b, 546b,
Fisher. M .. Si)3b 563b
Filch, F., 563b tihsj(DW, W., 573b

Fiü-‘h f W p 561b Gotlow. R . 55Gb

Flem ing, N .p555b C^ldbrrg. B-, 54KI>

Flew. A 111-112, 550b. 5Glb, Goldman, ft . M 3 b


570b tjbmbcqg-, r .M Q h
Fodur, J., 55 lb G o r w k i, S „ 5*711, 573b
Fbgefin. f., 5-11b Gould, j , 537b
Foley, tt., 54 9b Granilich, F., 545b
Fool. P., 571b Grcrnler, R., 57fib
Fcwlcr. I , ¡>5flb Crkc, G.,570b
F'osier, I.. 542b, 577b Grinin, D.. *67b
Franken», W., 4Sfln. 57 Lb. 575h Giifliilis, A , 542b
Frankfurt, 11., 34t>n, 5*171>, S491), C ru n ta u m .A 100,101.162,235,
562b 5-tHb
Frtnkiin, R., 546b, 562b. 5631) Gimdcrson, K-, 55 i b
IN D k ~ E P £ M JT O R E S 583

Gusiaftôn, D.. 5‘17b I lubbes. T.. 288-291. 544b,5$0b,


G uttenpUn, S., 5531:» 568b
HufTnun, J , 562b
H
H olland, J., 358-359, 505b
H j II. F... 570b
Mrtlmcii. R., 575b, 577b
H jiII, R . 5-18 b
H on oré, A , 547b
Hamlvu, D,, ¿40b
H o c * , S., 545b, 553b, 561b
Ham pshire, S., 54Gb, 547b, 552b,
I lo p s o n , J,, 10
575b
1îorgun, T., 549b
llan n aford , R., 549b
Hocwfch, P. 574b
Hsrbison, W., 575b
H uspen, J,. 4S8n, 5 12b. M 5 b ,
H are, P.. 5 6 lb. 56(jb
57 lb
i iare, R . 566b, 4 8 8 », 576b
H oward, \ 572b
H u n iiin , G., 51 lb, 54 M \ 55Mj,
Mubin, D..577b
570b. 572b
Huby, 1\ 547b
Harris, J , 5G5b
Hurlson, V\\, 571b, 570b
H a rris o n , J,, 570b
Hart, I I 577b I lu^gc-tt, W., 563b

1lartsborne, C-. 5601). 5fi3b. 561b H u g h r v C.„ 567b

Ilabkcr, W,, 519b Hum e. D , 360-363, 385-395,


421-422, 482-483, 539b. 5 1 1b,
Hausrnan, D., 519
558b
H ctlcn N is I , 567b
Hunter, j. , 548b, 549b
I Icidclbtrgcr, I I , Î> I lb, ?>!>6b
Hutchins. P, 562b
lle m p rl, C „ [73, 171. 23-1. 297-
Hutchinson, J , 565b
i 0 0 , 556b
Huxley, T , 550b
H rn lr, P. 563b
Henry, D.,56Sb J
l ! c n » n , R .r ü4Tb, 574b Jjckson, R.t 572b
I ïe n ie , IX. 56Gb James, W.. 348-352,356.406-109,
H itk, J.. 413-411, 550b. f.fiOb, 544b. 559b
561b. 5G2b. 565b, 5fiSK jjr v ia , J., 572b
High, D., 5 fiIb Jeffrey. R .,539b
1lilf-y, H t 556b Jensen, H ., 572b
H ill. T . 571b Johnson, O ., 540b, 5 lib , 5C8b,
llilp in cn . It , 538-b 570b
Hintilika, J,, 5 4 Ib janes, II,, 574b
581 I n d ic e h e a u t o r e s

J o n a , R, 576b K ripbc, S., 554b, SSSb


Jordan, J., M 7 b Kupperm an, j . t 510b
Jove, E „ 576b Kyburg, H ., Jr., 55n. 53Hb, 539b

K L
Kjk ling. D., 547b Lackey, D.r 549b
Kdnc, G.. 566b L jC r o ix , R,, 562b
K a m , R , 557b Ladd, J,,573b
Kant, E , 396-401, 502-518, 52Q- L afd tctte, 11. ,567b
522, 544b. 55SS, 568b Laird, J . 57?b
Kiiufman, /L, S47h Lakatcn, 53Bb
K « n e , G-r 562h Ijim b , J., 543 b( 549b
Kcwon. M., 260 (.amcttrie, |.r 550b
K r k t s . J ^ 5 4 0 ti Landritnun, C,. 542b
K ellrnberger, J.. 565b, 572h Landsbci^, i , 564b
Kdsifc, N., 544b Lehrrr, A., 537b
Kenner. L.. 54Gb Lehrer, K., S45n, 404 n, 537b,
Kenny, A_, S6lb 538b, 539b. 541b, 5 12b, 5 13b,
545b,348b. 363b
K rm cr, G,, 57-ib
L d b r ■!, G., 274. 550b, 53Sb
K irlk op f, C,, 5661a
Im im o tt, E , 537b
Kierkegaard, S., 559b
L e v i, I., 52n, 539b
Kim, C - 550b
Levin, D.. 5(56b
Kim, J-. 553b, 555b
Levin, M-, 552b, 555b
king-Karlovy j . p564b, 566b
L rv iiw iri.J ., 10
Kitrly, M.. 564b
Lewis, C- 1-, 5 4 lb
Klcinij’ , J , 561b
L e w s , C. 56Ib
K ln n tc , E., 564b
Lewis, D., S16n, 554b, 557b
K lu c k t w ln , C ,P 572b
L d * * e pD ,,5 i 1b.549ti, 5 5 1b.554K
Kncale, W.p564 h, 576b 575b
Knmcsar, B., 5761: L oqk r.J .. t 19, 544b
Kuprlman, L p 10 L on g. D., 558b
Korncr, S., 545b. 547b. 56Sb L a ie r, J „ 565b
Kovcsi, J.. 570b Lucas, J., 539b, 557b
Kre=», I ,543b L u crerb . 550b
Kreizm ann N ., Sb3b Lyran, W . 555b, 55i b , 575b
IND ICE DU A LTO R ES ¡> « 5

Lyons, D , 570b, 572b. 573b M cCann?!!, T , 575b

M M cDerm ott, J., 548b


M c G i!l,A ,5 6 lb
MabboLl.J.. 57 lb , 573b
MeGutnness, F, 567b
Macc, C., 55Gb
H d id c l, A.. 546b. 548b, 5G8h,
M achan,X , &73b 570b
MflcInt>TP, A , 4 l2 n , 5 6 lb M cy n d l. f|.t 576b
Mack, E ,5 7 3 b M iclh r, T., 564 b
Mackie, J., SSSb. 56Gb. S70b Mill, J ,
M acquarrie, J ,. SGOb Mill, J S., 200,219,
M addcn, E-, 5 6 lb, 566b Miller, B.. 564b
Makinaon. D ..Ì7 S , SOln Miller. L-, 572b
Malcolm, N . 54lb, 552b. 563b, M itth d l, B . Sfiflb, 5.75H.
565b
M onro, D , 570b
Malebranche, N .f 550b
M on!ague, R., 575b, 576b
M andelbaum , M-, 545b, 570b,
M ixirr, C., 54 lb, 56 lb, 5G9b
574b
M oore, J., 10
Mann W., 562b
Morgcnht-ssrr, S.f 545b
MargennU, ]!., 547b
M orion, A., 5‘lOb
Aiargdìs, J . 547bj 552b, 572b,
M gsct, S., 072b
57 Uh
M oth cn ili, M-, 56flb
M irra i. A., M Sb
Muccinln, 1_, 554b, 555b
Ma run. C., 5G0b
MuniLt, M.. 554b
M arlin, M,. 577b
Munsat, S., 5&3b
M i ì l ì , B , 537b
Murphy, J., 575b
Maison, W ..5G !b
Madit-ws, G,, 5 6 ib N

M aviodcs, G-. 54Gn, 56Gb, 56 [b, Nicss, A . 540b


563b, 56óh. 567b. 57fih
N a gd , T., 554b. 555b. 570h
Maybcrry. X . 57 |b
Nikhm kinn, G., 5 lib , 5G4b, 57 lb,
M a yd ok , H , 56*b 575b
Maya, B , 547b, S4Sb. 5&2h, 57Qb Narvm on, J,, 549b, &G'1b, 570b,
M tC lrlh n , j..5 7 6 b 573b. 571b

M c C Im io c k .T , S72b. 573b N ell, O ., 570b

M cCbskcy. H.j 56lb, l>70b, 572b, Nelson, K..


57 4b Niclarn, K., 561b, 565b
586 ÌNDICE DK rtUTC?RES

Niciasche. F. Sßßb Fiat™ , 70. 80-81, 5Jt0b, 550b.


N oren. S.. 551h 558b, 5 (38b

N orton, 13.. 57flb iW tock. J.. 51 lb. S43b. 5-Mli, 573b

Nowcll-Smith, P, ÜOSb, 5 'S li F o p p « , K t 5 52b


Fchidw , B.. 572b
O
Foticr, N ,.5 7 5 b
O a J f», K., fitì.lb, 5G6L, 5fi7b
Pran, J., SSO-2S1. 550b
O Connor, J „ 5-53b. 57 3b
Presley, C., 553b
O l f g i r d , D., 558b
Price, H ., 511 b
Ofeiad. H ., 546h, 577 h
Prichard. M., 5G9b
Ogifien. C., 5G9b
PrimuTjc, i.,5 7 lb
O ld e r filial, A.. MBb., 563b, 576b,
577b Prior, A., 570b
O lio, R.. 560b Pucciii, R., 555b
Owen, H.. 560b. Afilli Putnam, li., 552b, 557b

P Q,
fa ilih o rp , C,, 513b Q uine, W , 537b. 5381), 5-1 ] b, 556b
Paley, W f SSS Quinti, P., 571b
Pap, A.. 538b, 545b, 550b Quinn, W., 573b
Pappas. G., 539U M 2b, 541b. Q iiin ion , A., 511b, 577b
555b.556b
R
Pascal, B .r 428
Fasch. A.. 538b Rachels, J 5 7 1 b , 573b
Paion, H ., 568b Radford, C., 543b
P a u l, D,, 540b Redner, D , 558b
Fasson, T., 543b Rimsky, I,, 560b
IVstrs, D., 510b. 545b, 548b Ranken, Nani L., 547b
Pcnclhum, T., 562b, 563b
Rank in. K...546b
Pcrry, R.. 569b
Rawls.J., 573b. 577b
Phillips, I)., 565h, 56Gh, 576b
Regi*. F , 573b
Fi kr, N-, 343n, 547b. 559b, 560b,
Rrtchcubach, B., 563b, 567b
56?b, 563b. 566b
R rid .T ., 156, 231, 544b
Pjtcher, G., 5'( 6b
Reseller. N ,, 540b. 541b, 543b
P la c e . U.. 553b
Plani Inga, A., 41 Bn, 557b, 550b, Resiuclt, L., 565b
560b. 5 6 [b, SfiSb, 566b. 567b Rice, P, 569b
ÍNDICE DZ AUTORES 5 fi 7

Richards, t., 569b Sovitt, S.. 556b


Richards, R .p 5-iííb Sayre. K .r 5 5 lb , 553b
Ripley. C ., 54Sh Sfarrow, D., 548b
Riser, J.f SchrFFIcr, r.. 301 h , 5<]b
Rohatyn, D-, 549b Sch rfilef. S., 572b
Rollins, C-, 5571? Schilpp, J , 539b
Rorty, R., 3LO-311. 552b, 554b. Schippcr, E., 5<19b
5:55b, 556b Schlwingar, f^., 560li. 561 b. 5ti7b
Rosen, ñ., 571b, 577b Schmidt, P. 560b
R cdcnihil, D., 553h Schopenhauer, A . , 541b
Rosenbaum, S,, 554b Sehrddinger. F~, 551b
Rosenberg-, J., 567b Schumm, C., 8
RasenkrjnU , C., 562b Scoit, R . 577b
Ross, J F., 559b, 5G2b, 565b. 567b Seai Je, J., 575b
Ross.J. J.. 540b, 567b Sellars, W., 71-73. 5 lib , 5 I2h,
Ross, W.; 568h, 569b 545b, 556b, 571b, 577b
Roth, M , 542b Shaffer. J , 553b, 554b. 563b
Rowe, W , 554b, 559b. 560b. 5G2b, Shaw, P. 576b
564b. 567b Shea, WJp 567b
Rudinow, J.. 565b Shcr. G.. 554b, 555b
Ruf, H ., 577b Sherry, P, 560b
Russell, B., 70-71, 3G8, 371-372, Shuemakcr, S., 553b
540bt 5*4Ib, 5 5 Ib, 5G lb
Shnpc, R., 576b
Ryan, A,, 575b
Sidgwiek. II., 568b
Rylc, C.. 325n, 552b
Sikura, R., 556b, 574b
S SilveTStcin. I I . 573h, 574b, 577b

Salmon, W., 53n, 537b, 538b, Simon, R , 548b


539b, 564b Singer. M , 542b, 570b, 5 7 1b, 575b
S.inders, S.. 573b Skinner R.. 546b
Sanliowski, E., 549b Sky r ms, H , 538b. 543b
S a n ta y a n a , C., 2 7 8 Sleigh, R., 537b, 5 i3 b
Sartorius, R,, 574b Slotc. M „ 510b, 549b. 557b
Sartre, J. P , ! H Smart, J.. 307-309, 324n, 553b,
Saunders, J,, 543b. 563b 570b, 573b, 574b
Savage, Cl, 562b Smart, N'., 562b
In d ic e p e a l tt o h e s

Smith. C., 5 4 % "Lijlor, C.. 555b


Stnith. C. L , 574b Taylor, P , 5 7 lb, 572b
Smith, J „ 573 h Taylor, R-, 545b, 570b
Snyder, A-, 548b Trichm ann, ]., 551b
Sobel. J . 574fa, 575b Tcm fcin J , 574b
Son Lag . F., 5 60b, 5 6 I b Terrell, H „ 577b
Sosa. E,, S U b , 5*Hb, 573b Ih alberg, [ . 548b, 55 lb
SpinoM , H , 1-19, 312-313, 544b Thom as, S., 575b
¿50b, 558b
Thom pson, M .,541b.
State. W., 569b
Thom son, J., 5 7 lb
Steiner, M., 54 lb
Thornton, J J-, 557b, 5701a
Strrba, J.p 573b
Th orn ton , M., 575b
Surrn. L , 57-lb
T h o rp , J , f 546b
Stevenson, C., j£Qb, 572b, 576b
Tom bcrlln, J , *5 7b, 567b
Stevenson, J.. 3 iin , 554h
Tbulintn S., 569b
S[c»ensan. I_, 555b
Trianosfcy, C-, 574b
Stock«-, M „ 547b. i7 4 b
'IV ig g , R k
Stn)j ir. S., 57 ] b
Tbrner, M , 564b
Stout. A., 575b
Stout, G., 550b U

Stouttand, F., 547b, 551b Lillian, J 51 I b


Strawson, P. 538li, 5 5 ib Unger. P, 540b, 543b
Stroll, A , 5H2b
Urmson, J.. 5C9b. 573b
Summer, L,, 576b
V
Suppcs. P.. 537 b
Sw ain. M ., 54 lb , 5 4 !h , 54Sb Van Inwagcn. P., 10. 548b„ 5-l9b.
564b
Swanson, J., 54 £b
Vesey, C., 545b
Swanson. W., 565b
Vivian, F.j 546b
Sw artz, N ., 554b
Von W right, G., 540b, 542b, 570b
Swartz, R-. 542b
SwigjfarL, P. 548b W

Swinhurne. R-. 5G0b, 563b. 561b. Wainw right, W., 559b


567b
Walsh, J., 545b
T
Walter, E., 576b
T irb et, N-. 10 Waliun, D ,t 562h
fND lCE DE A U T O K S 589

Ward, K-. 555h, 560b W illiam s, R . 537b


Warnock. C*., 106-197. 235 Wilson, E., 552b
W atw n , G., 549b Wilson, G .. 553b
W rbb,J..557b Wilson. J.. 571b
W e in s t e in , W , 5 < 17 b Winch, P., 575b
Wellman, C.. 569b, 372b, 576b Wisdtim, J., 550b, 551b, 5G6b
Welsh, P. 537b Wittgensiein. L.. 540b, 552b

Wheatley, J-, 5*16b Wolgast, E ,, 542b


White, P, 558b W olff. R.. 573b
W h ile Beck, I.,, 5-17b Woodhousc, M . 558b
WhitcJey, G . 547b W ootley, A., 540b

Wick, W , 547b Y
W ilkerson, T , 552b
V a n d r ll, K ., 5 fi6 b , 5 6 7 b
W Ukw, K , 553b
Young, R J( 54 9 b , 5 7 2 b
W ill, F., 541b
Z
Williams, B , 570b
Williams, 541b Zink, S., 570b
ÌND ICI-: UÈ M A T E RI A5

A > d e t rim iri » m o , l- iS s ., 2 0 9 -

2H
,ibiu?lutttraù
y r i p r i n c ip i a d e u iilir ijir f, ^ 7 ) s .
d e l-i a c c i a r i , - H 3 — 1< H
y r a to n e * , 209*
tic la norma.
y v p h c r in n r s , 2 0 f ì i
accìón
jhw:iliilianbi:< de la. 4-13—444 atruar
relativism o fip In, d e fin ito i ile a c u e r r lo rc n d H cb cr. 1 5 9 i

d i- u t . d u . >M 1 h tic u u e r d o co n d in a iv i) m à*»

ICtOS fu tile , 1 5 Ss.

hiintn*, 2I4-SJ7 ¿¿¡ente


causados p o r votir tento, 5 0 6 - ijm Uitud tid ìi pente iq jiin Ei
Ì07 tv id im c ia c m p ir ic -i, 17 9 -18 0
L D n c q j d ó n d e [ S n u d n ih r r - lu s a lu c im e r ó it
aClut rcdrjc.fi V Sin dflitifM - c l ¿ L L 'g u m c n l o « f i p i ì i u lu s a d »
d r», ÌG2-260 e l i L i, S i i ­
tl¡liutieia de Un aciiH I|19c rcali-
la L illlfit u tió ll p rrfrc ta n o H
zan la» persona», 43 2i.
p o s ib ic , 10 S - 10 S
cl principia uiiJiunp ipli< #,!<j j
y c l| x iì[ n n .h ih Ì iI Ì liii, S S Ss.
km, &22-S23
I ì hiptUEsis tjc la a lu c in » d 6 f t
e v a lu itlc * m e d ia n te r r g L i u ti-
p c rfc c u . J 11* 5 I J14 « lt id Q S
liurus. 5 17-5231
e p u n é m ico y i r m i n t ì c a , 107
l i b i a , ! 5 fij.
a n a lis i* c o n d u c ii» ta
l i d i l ì b t n f i d n v Ic e ì c I c s lih r r j,
Ì57*. d e respLicita espetiftea. 3 0 ! -
l ' t i l f n y Ice j m l i i m i r j l r v , U ì - 3 (H

-477 d e ¿Oi il po i l.im ic n lii a p ro p in ilo ,


r i t i e n i l a . 209s itì 1-105
r r lic iu n id n g non Ic jiD m m l f s d e i i a p i t a U «e rtis i, J f r } - ) 0 7
304ft d e M tu fa c e iù n , 3 0 4 -9 0 5
¿-sa ÌNDI HE DE MATERIAS

|o> cuatro tifros principales de valido con conclusiones contra­


análisis segán Chiilioim , rías. 28-41
301-307 y com petencia inductiva, 59s.
a n ñ lifif d « l sign ifica d o y petición d e principio, 27-29
d e fin ic ió n , 23-1-297 a rgu m ento a na lógico
aruiiyíandum caratteri Eadón, 333-386
definición, 2 9 4 -2 % consiste en, 17-18
aitalysaTU a rgu m en io d ed u ciivo
definición y ejem plos, 294s. deducción d e ''debe" a partir
a fw tr n o r i, afirinacióníesl de "es", 432^106
algunas tanto vcrificahlw como en La explicación científica,
falsa bles y orrai ni veriíica- S16-S23
L Ie s n i fa ls a b ie ? . 4 M 9 solidez y v » lid t í de), 16-20
cara eterización, 45-4$ argom ento d e l d iseño
no todas concluyen Lcnicnle ve- comparación en tre T a m is de
r i f i c a b l e s , J! 5 — 4 9 Aqum o y Hume, 336-S89
aposU rw ri, pruebas [a v e r a ú n d e Hu me, 3 84&.
argum ento d e Ja contingencia, ta veríK An d e Tomás d e Aquino,
373-383 3f>4-387
a rgu m en tod eia causa prim cia, y atrib u ción a Dica d e carac­
364-375 terísticas m uy poco divina»,
jr g u m m io del diseña, 381-195 393*.
B pijpn, afirmación argum ento estadístico
u r a a í t i z t í i ó n , 45-16 por enumeración, 54
argum ento por silogismo, 54
d e la contingencia, 373-383 ¿rgu m cn lo induetivaj 49-51
d e la faha d e justiCcacitiri, 1511- eficacia in d u ttivi, caracteriza­
456 ción, 51-52,60- 65
d e la causa prim er.!, 3G4-375 estadística, 53s.
d e .¿a buenas rajones, 468-471 lan ocan ju n tividad de los argu­
d e las normas éticas diferentes, mentes inductivos, 58-57
447-449 evidencia, aceptada sotare la ba­
del diseño, 38L-395 se del, 51
de los juicios éticos dí&cordsn- evidencia en apoyo d e la con­
les, 445-449 cepción libertaria, ]91s.
formas de, lis . evidencia v vertía d a e la h ipó­
genera Líración a partir d e un tesis, 192-154
ejem plo particular, 86-91 formas de, 53-55
inductivo y deductivo, 17-18 inferencia a partir d e hipótesis
m odificado, partí d reb ú vb m o eti competencia, 60-G5
ético. ■147—4 52 inferencia y tipo de racionali­
objeta d e estudio d e la lógica. dad, 52s.
17-22 la prueba d e Bentham del prin­
papel en ía filosofía, 15-18 cipio d e u tilid ad r 4 89-4 93
ÍNDICE DE Mate ItiA3 593

lógi«, 5 1-5 2 no im pliúi transferencia de


lógica y probabilidad. 57-60 energía, 261-262
inconsistencia en el raton i- próxima., 25la.
n iiín to .S W iO remota, E5 1-253
rtion n n iien io en tam a n o con­ -reirc^ptciiva*' y la o r r n ¡poten­
juntiva, 57 cia d r Dios, 34 ! -342
sólidamente inductivo, 19-5-1 titlsà/i)
iri. argum ento deductivo, 51- a c t io n « deliberadas y causas
52 mentales, 263-268
y d e d u ctivo , 17 -18 analogía d e la vela, 367
ycf¡Mcis¡, 606. Copleslon y la dependencia
y el aT^umentn Hcl diseño, 382- causal, 366-374
395 experiencias místicas y camas
aSCetiEmú, principio tíel, 490—191 naturales, 354s.
autonomía d e La ética, 488-490 jerarquía ontològica de bts,
B 369-374
ontològicam ente últimas. 369-
benevolencia
374
y deseos dirigidos hacia otros,
prim era, 364-375
4G5s.
pueden ser diferentes d e sus
y el egoísm o psicológico, 462a,
efectos, 248-255
buenas razones, el argumento de
serie tem poral de, 365-370
Isí, 468
sobrenatural, 353-358
buena voluntad
y determ inism o, 143s
buena sin restricción, 503-504
cerebrino
definición. 501
un argum ento en favor del es­
y l l Segunda fo rm u la c ió n d e
cepticismo, 93a.
K a m d c ¡ im p e r a tiv o ca te g ó ­
compatibilista
rico, 5 11
argumentos del, 204s,
C
d rfricE ón , 155, £0ls.
d l m b h e d a n is ta com pe cencía
caracterización , 4 9 2-4 9 5 e r lr e h ip é la ís en el razona­
y sadismo, 4?5s. m iento inductivo, 6 0 i
careuU:(.H) d e sen tid a y eficacia, 63—fiü
Cngnitivamenle, 300-3^)1 concluyentemente fa bables a par­
errores calcgori.iles, 325 tir de la observación, 47s.
La alucinación perfecta como, concluyen tem ente verificables a
¡00-103 pa rcir de la observación, 4Gs.
causalidad condición d e frecuencia., 11 Os.
l e y « causales innecesaria* para conducta apropiada, análisis d e ¡a,
el arden, 420 —¡21 182
mcnie-cuerpo, 240-271, 277- con ti ucrism o
237. 319-323 vfast c o n d u c tk m o an alítico
5 !M INDICI- P i MATERIAS

mía»? eoíldyaísmo metodolo­ v ri argumento de- la contingen­


gico cia, 37B-SSO
conducUsmü ¡umiilku contingencia, argumento de La,
car<r'leEÌ£ar"-ini 175*. 373-333
concepción de H cm p cl sobre contradicción forni?I.-10-42
ci, 170-170 c o n l r a e j c m p ]u

en tam o riL [inin del m etod oló­ pru eb a de: invaJirter.. Í-I-2 S
gico, 17G pruebú para las definiciones, 35
la objeción de Chiiholm . ISO- y forma, 26-2A
SÌ cpnlnip-Teición, 19
y diLÍliiis de! significado, 176* c r c c n c u lü i

y defin c Lunes cortlc KLuaIe*r COmú Ctnidíiión neersaria de]


L7S*. conocimiento, 75
v el criterio d e v e r i f i c a b i l i djtd corregible, 10(>4.
dc:i signiiù: aHa, I7A-SI j usi ificacion de, 7Gs
y iM le r s I is r a o e lim in a d o r jusi iticadámenle corregible,
175s. 1 I Ss.
conductwm o m etodológico suTijcitiiií'iTií-ntrpcobablc, lite,
concepción de Watson, 2ÍM - y la opción religiosa, 407»,
296 y r.izon es, 214
distìnto del analitico, creencias perceptibles
c o n o c e r
trillar rie supervivencia deterror
caracterización. Í3 -7 S en las, 13 U-
concepción del cpH icm sta y e l h o m b r e o r d i n a r i o . 73
V e p iile in ts iik ). ?8s.
acerca del. 78—79
conocí m irrilo y eseep ¡cismo, 79s,

aiiüüsisdd, 74-78
cualidad noíiica
CTCcnda verdadera unj característica de li expe-
76-77 ríenu» mística, 351
cu Liinto d ìli Litio d e b sim p le D
crerncia verdadera. 75 deber
l i crren cii com o condición nc* el im p e ra tiv o c a te g ó r ic o de
cesjrn dei, 75 Kant y co n flicto s e n tr e d e b e ­
La verdad com o condición nece­ re s, 517
saria del, 75 frnma fa c it, 5 1 5-517
p revio He D i o s , 1-13-3-15 v ía s t lam ban d e b e r a b so lu to y
supuestos acerca, di? la fuente deber adecu ado
del. 72-7-1 y el im p e ra tiv o c a te g ó ri­
icórico o discursivo, 73 c o , 5 1 Os
y creencias s ufu it t] temen te y utilità riam o iv g u h d o r , 518-
probables, 1 10 - 1 1 3 520
conservación d e bt c a r r e a d e b e r ab so lu to
# interacción, 358-263 d e fin ic iú n , 2 9 2
IN D IC E D E M A T E R IA S

deber adecuado definición y defensa de War-


d efi[lición, 516 nock, I96s
deberes «p e d a le s , 500-5QI distinción entre decetminismo
decís ión(cO camal y ancestral. 209-2)0
y volición, 252-255 c intcractionismo, 285-287
definición U evidencia inductiva no con­
caracterización, 33*. lleva falsíiUd d d H200—21>I
ton textual. 295s. la paradoja de la libertad v e l ,
demasiado amphu y demasiado 143*.
reducida, 36-37 y acciones, 147s.
estipulativa, 38-40 yelcccióti, I48v
explícita, 205 v omniscéencis de Dios, 342­
informativa. 34s. 345
y l>-¿íca, 40--4Í v predicción, 218-220
y sustitución, 3 1 y responsabilidad, I 17s.
definición «típ u la ti va, 38—10 determinisu
uso abusivo de b . 39-40 caracterización, 149
definición informativa distinto de la tesis del detcrmi-
carActeriutción, 34-35 nismo, 149»
demasiado amplia y demasiado posición. 149
reducida. 36-37 Dios
prueba p,in U, 35-37 como entidad teórica, 273-27^
d d itic ra c ió n distinto de dícis. 336
conlleva la creencia en la liber­ en tanto im oroKi, 345. 346
tad, 158s. en Mnto causa primera. 364­
y actos libres, 157t. 373
Je notación en tanio creador, 345-340
caracterización, 42 en tanto eterno, 346
deseo en unto santo, 947
(a m o una causa de la acción, evidencia iliMÍicielite en favor
160-165 de la existencia de. 424-425
dirigido hada otros, 465 la hipótesis religiosa de James,
dirigido hacia tino mismo, 464 406-415
y egoísmo psicológica, 4GQs. más poderoso que Satanás, 417
y el argumento de las buCTt¿»S omnibondadoeo, caracteriza­
razones, 46S-470 ción, 337-339
y justUieacLin, 469 omnipotente, caracterización,
decermint! mo 339-342
ancestral, 189*. omnisciente, caracterización,
carácter de indispensable para 342-345
el acto libre, 20fis. omoiógica mente U causa pri­
caracterización, 113 mera, 364—369
compatibilidad entre acto ra­ religión y normas élitaí, 438­
cional y, 310«. 442
596 ÍNDICE DE MATERIAS

y e] argumento del dueño, JÍS- víase tambiin hedonismo ego ¡a,


ta; epeásmo psicológico,
y el problem a d d maJ, 415—426 íg o ts m o psicológico
y la explicación última d e las Butler: la benevolencia y el
c d u í, 369-373 amor propio, 464-471
y U analogía de U vela. S67 dcrinkiún, 460
y la armonía preestablecida. el argumento del, 460-463
273-275 una teoría empírica, 462, 4G7
y le « m ila gros 3S&-366 y benevolencia. 462-468
y el ocasionalismo, 27 3-2 7S elección
vias* lamhtín pot.a lidad lógica; elegir cuando no hay elección,
mal 147*
diseña y determmremo, 14&-
chüms no inteligentes d d , 3H9- y libertad, 17 ls.
392 y razon a, 2145.
d universo análogo a un ani­ enunciados analítico!
mal, S90 caracterización, M i.
véase lam biift argum ento del di- e igualdad de significado, 17
sefin,
e implicación, 23
dogm atism o
reducción a una verdad formal,
caracterización en relación con 21 * .
la teoría d d conocim iento,
y t fría n , 24*
72-74, 7S-79
y forma. Si
dolor
enunciados contradictorios
y d cálculo hcdorúsi^, 492-495
pan»«criación, 31 #,
y d principio de utilidad, 47Bi.
e implicación, 44s
dualismo
y a ^íwrt. 45*.
véase problema mente-cuerpo,
y forma, 40. 42
mteraedonúmo, paralelis­
enunciadas empíricos
mo, epifenomenalamo
caracterización, 45-46
E enunciado* teóricos
eficacia ni vrríficjbld ni filitabicü, 48
caracterización, SI cnuncwddí universales
criterio de, 63-65 baitados en evidencia inductiva,
egoísmo ¿tico 49-51
en contraste con d fiihiti'mo no concluyentemente verifica-
ético y el relativismo, 456 ble* pero bí falsa bles, 45—48
ignora la imparcialidad, 478 epifenomeniliimo
n oh cdon w u, 471—476 comparado con la teoría de ia
Platón y las accione* morales, identidad, 319
472-477 e intcraccioniatno, 284-288
y d principio de utilidad, 491- la concepción de Huxley, 277-
493 279
ÍNDICE DE M ATERIAS 597

I j j m e n te s y e l c u r » d e la h ó - evolución
loria, 279—2fi0
ninguna amenaza para el dua­
□biECian d e Feígl, ÜS&.
lismo, 269-271
objeción de P r ill, 28&-3S2
problemas para el ínteraccio- y epilénomcnalismo, 27 &
H u m o y d . £79 y las causas no inteligente« del
y el problema rnenic-cuerpc, diseño, 3&^-392
277-384
y la versión neutral de la teoría,
y evolución, 282
d é la identidad, 319
y légíca, 580-232
errores c»rrgo r»let, 325-32G existencia
“es" como perfección, 395*.
d problema "debe” -, 482-4Bfl
como un predicado, 396s.
Escepticismo
como un predicado descrip­
el arrúmenlo deí "cercbrino"
en favor del, 93 s, tivo, 39Bs.
loa motivos del, 69-72 explicaddn(es)
respecto de les sentidos, 15,73,
adecuadas tu. completas, 369-
79*
373
un argumento en favor del, 83
y la hipótesis de la superviven' científicas y no científicas, 369*.
cía, lfifls. concepción de Capleaion, 369*.
escepticismo ético
concepción de Russell, 371-373
caracterización, 456
especulación expresiones religiosas
caracterización, 69«. la concepción de Flew, 411-413
y escepticismo, 69s.
no son afirmaciones, 411-415
«ta d o (s )
y la parábola de Wisdom del
interaccionismo dualista y es­
tados materiales y mentales, jardinero, 411
241$, y la teoría de verifica bilidad d d
material, definición, 242 significado, 413-418
mental, definición, 242
F
ética deomológíca
la teoría de Kant, 502«. falacia de la definición
evidencia
véast falacia naturalista,
condicione» de la evidencia em­
pírica para la lihertadi 178— falacia de la redeQnición
184 caracterización, 39
creencias corregihlcs basadas
y verdad formal, 42
en la evidencia inductiva,
I09s, falacia natura lina
independiente, 177-178 concepción de Moore, 486-489
59S IN lifC E DE MATERIAS

fc liíiid fld ilusiones


y cl print, iptu de ulitidad l7Hs )’ c X p ir r ie t lC Í b m ís tic a s , 3 5 5

filosofa im p e r a t iv o c a t e g ó r ic o

campo de la, 13-14 c a r a c t e r iz a c ió n , 5 0 5 - 5 0 6

dancleríiMcla p«r problema*, d e r iv a c ió n de d e b e r e s a p a r t ir

d e l, Ü 0 6 --5 1 1
] E -IG
desarrollo histórico d e la, 11- p r e s c r ib e p r in c ip io s , 5 0 tw .

p t im e r a fo r m u b e io n d e K a n t
14
d e l, 5 0 G
y anjumcnicis, 17
íormn
r e s lr k e io t H » 3 ¡a a p lic a c ió n d e l.

503-1 a
del arrúmenlo. 1&-37
s e g u n d a fo r m u la c ió n d e K a r lt
He las m áxim a» d e Kant,
dcE, 5 1 1 - 5 1 8
dt:l cnuntiinjo, ■Ifl—í 2
y c o n flic t o e n t r e 1 *5 d e b e r e s ,
de un argumenta an¿li>gico,
M 7
383-385
y d e b e r e s prima fací?. 5 1 5 - 5 1 7
f r e o i m t i a s im p le
M in p e tv tr iv Q m o r a l
en la cviricncLa empírica. iSQ
form ulación d e Kiint del, 505s.
C ín n p lb r iñ n
caracterización, 44, 1 9 2 -1 9 5 ,
g a t íis d r A jb a r
I98-20Ü
e jem p lo d e a i^ u ín tiu o i-staciís-
in ip m ib iM a c ! lógica
ucü. 5;-i-6U
caractcr:nación, 3 1 ~32
gldciduE^ pinral
c implicación, 44—1 5
p a p e l e n d d u a l i s m o H e U c s c .ir -
y d e fin ic ió n , 40—42
ics, 2-M-2-1&
y ñ e c a ¡dad lógií-a, 3B-S3
gugoli
y v d lid c í, IÉJ-21
t el argumento de-] «ctpiku,
inconsistente,, e n tin ta d o
!28i_
c a ra c tc riia c ió ii, 3 I*,
H itict'ibiüdatl
liídonisum rgüísin im s r tr a íie r iít iL i d e Id e s p í
h s a tio e n el eg o ism " píícnlógi- rie n c M i m ís tic a , 351-353
cOj 46fc. ir u c r a e e iu n is tiK }

enunciación del. -15R— 3a a n a to g ía d e B r o d d d e 3a

placel' y, ^58s. c u e r d a , '262-2G 3

V ac[La in araim rn lr fcpLlgtiAn- v ía d e in flu e n c ia d e L e ib n í/ - ,

Icí. 17 0 -17 1 2 7 3 - 2 7 5

el p r in c ip io c o n s e r v a c ió n
hipótesi* y d e

d e la e n e r g í a ,
competent ia m tr e las, 60s.
y c p ife n o m c r n a lis n io , 2 3 4 - 2 8 8
I y fis io lo g ía , 284-968
idealismo w asf tam bién iíit e r a c r io n b m o

v e! ptoblrma m en re-cuerpo, d u a L is ia

241 íntcricck>nbimctd v ilin á , Í 4 f*


ÍNDICE [JF.toATHftt«

comparado con ía teoría de la hlxTtad


identidad, 3 19-323 caracirriisctón, 15
concepción de C. I). Broad, l,i paradoja del determ inism o y
248-256 la. 143s
D u lxu c y la relación de causa­ y determiniamo. 25Cs,
lidad. S50-?:")2
y elección, 170s.
el argumenta tic Broad a partir
y evidencia em pírica in depen ­
de la estructura del sistema
diente. 178-218
nervioso, 263-268 y la evidencia de la ¡nitros-
el p r o b le m a ríe o tra s m eneen,
pccción, 171-178
2 5 6 -2 5 8
v la omnisciencia d e Dio«, 213-
s c r ú ií D e s e a r w s . 2 - 1A - ? 16
246
y e l p r in c ip io d e c o n s e r v a c ió n
y predicción, 218-220
d e Li e n e r g í a , 2 5 8 - 2 6 3
y Sa:ani&, 417
y lu g a r e n e l e s p a c io . 2 1 6
libertario
Il/av también e l p ro b lem a ITlct)
lf-c u c rpo. argum ento», 157-204

interés en Uno mismo definición. 155-157


víase m o ra lid a d , lógica
introspección caractcriractón, t7s.
en apoyo de la libertad, 17 Is inductiva y deductiva, 49s.
puede resultar engañosa, 172« M
/creencia en el acto libre, 1&0s
mal
J causas naturales v mal natural,
ju s tic ia llí)
t w u tilita r is m o , u tilita r is m o Dios y el problem a del, 4 135
re g u la d o r , in fligido a lew inocentes, 418
Itu t ifk a c ió n d e la s r e c r íe la s innecesario, 4 2 H 2 4
ju s tific a .u n in o c e n te , l i l i , la gen te es responsable del. 41G
ju Q fic a c ió n p r a g m á tic a d e Ij mal m oral vi. mal natural, I 17
c r e e n c ia en la e x is te n c ia d e
necesario, 120-421
D io s , 1 0 6 - 4 1 5
Platón v el, 473 177
q u e e k lu y e to d a p o s ib ilid a d d r
Satanás com o la causa del mal
e rro r, I2 5 s.
natural, 417$.
y la im p o s ib ilid a d ló g ic a d e la i
maligno, el argum rnto del op era­
c r e e n c ia s e q u iv o c a d a * , 13 3 -
dor, 97-99 panim
134
materia 1
y n o r m a s e p is ic T .iie a s , 1 1 1 - 1 23
distinto d e lo mental. 21 ls.
y o p c io n e s , 4 2 3
la gente evolucioné a partir de
L lo. 268-271
le y m o ral v/ase también suceso«; objetos.
carácter ilación, 50S-506, 51 I Miados.
(500 i n d i c e de M a t t h ia s

materialismo de coincidencia, 339


vfttíif materialismo eliminador, d e viciación, 359
m iierdlisR iQ reduccionista, llUrnr y d r iu ig r o de vio-
miiierulisniD elim inador laciân, 355-164
sepún Ran)> 310-S12 “ M i l i « ’’, el ju e g o de, M 0 -1 IE
E'i. m aterialismo reduccionista. mûtità, experiencia
y CPílduCtisnL analÍLjca, 594?. características esenciales de
V la Lcüría del doble lenguaje, una, 350-353
307s- r d * LO dç una, M S -3 4 9
materlalismo reduccionista y causas naturales, S5S-35S
ca n rtim zzu ó n , 268»., 312-319 modus pontn s, 19
ia, materialismo eíúninadof nwdiií U>lient, 19
y d problema mcnle-cuerpo, monistas, concepciones
2-11, 2SS-204 c id cal am o, 2 4 (M Í4 I
y la defensa d e n ta d o central, »o b re cl ma ce*1i i íísttio, 28Ss.
316-319 y el problem a m cnlc-cuerpa,
y la teoría de la ¡denudad, 3 12- 240-241
319 y la teoría del doble arpéelo.
máxima?, formas d e la», 505-506 240-241
mental moralidad
distinto de lo físico, 242 Platón: sobre e) interés p o r uno
distinta d e lo material, 2 -Jls. mism o y la, 473-477
fenóm enos y m aierialúino, m otivo
286a. víase deseo,
ios sucesos en la teoría d e la m ovim iento
identidad, 3 19s. el argum ento de Tomás de
véase también succsos; objetos; Aquino sobre el, 3G4
estados,
N
m ente(s)
concepción de A yer sobre otras, necesidad lógica
237-258 caracterización, 31-33
el problem a d e otras, 256-258 e igualdad d e significado, 3Ss
epífenom enalism o y el proble­ e implicación, 44—45
ma d e otras, 279 y definición, 40—42
influyen en d curso d e 1« acon­ nihilismo ¿tico, 451-456
tecimientos, 279-280 irgu m en to de la falta d e ju stifi­
la teoría d e U identidad y el cación, 453
problem a de otras, 320-323 argum ento d e las normas ¿ticas
y la teoría d e la evolución, 268- d iíerttK O j 852
271 en contraste con el egoísm o y el
m ente-cerebro, interacción, y el relativismo éticos. 456
dualismo d e Descartes, 243-262 nom ológico«, ganchos
m ilagro caracterización, 282-284
caracterización, 358—360 norm a, absolutismo d e la, 443
In d i c e d e m a t e r ia s SO )

n o rm a m ora l orden
dependiente d e Dios, 438—14 2 y leyes causâtes, 41B-421
independíenle d e Di™, 439-
P
442
norm al eticas palabras lógicas
discrepancia nú m uy ¡jrS n d r en caracterización, 33
las. 447 paradoja
exam en intuitivo de lai. 134s caracterización, 143
no d e d u c iti]« d e prem isa» fie - d e la libertad y el determ i-
cicas verdaderas, 482—'186 nismo, Í43s,
wso d i la-s, 491». del sorteo y el argum ento in­
y la voluntad de Dios, 438-442 ductivo, 58-60
v ía .'j lambían rrlai ivierno, nihi­ paralelismo
lismo, com parado con [a teoría d e la
norm ativo, enunciado, 452 identidad, 319s,
O y el problema mente-cuerpo,
241
crljjcto(s)
v las regularidades observadas,
el interacción « m a dualista y lai
271-272
objetos mentales y materia-
y La leería de la armonía prees­
lea, 242s.
tablecida, 273-275
material, definición, 2-12
y el ocasionalismo, 273-273
mental, definición, 242
parte afectada
ocasionalismo
según Bcniham, 479
según L d b n iz, 273-275
particulares, enunciados
seg-ún Malebranche, £73—273
no concluyentemente faUableí
ontològico, argum ento
sino vcrificablcs, 48
la objeción d e Gannito, 403
pasividad del sujeio
la objeción d e Kant. 396-401
una característica d e la e x p e­
las dos formas del argum ento
riencia mística, 350-351
oncológica según San A n ­
persona
selmo, 403
según Desearles, 305-401 descripción, 239*.
según San Anselmo, 402—103 distinta de sus actos, 433-434
opción petición d e principio
forzosa, 406-407 i'íflit argum ento
genuina, 406-407 placer
trascendente, 406-407 calidad y cantidad, 497-500
viva-muerta, 407 f j , bienestar, 471
oraciones y el cálculo hedonisL», 492-495
psicológicas difieren d e las fi­ y el principio de utilidad, 478*.
siológicas, 308-310 véase también deseo,
psicológicas y física listas, 297- posibilidad física
302 caracterización, 378-379
602 I N P l C f P E M A T E H 'iU i

y f lji ^ u m c n t o i l r U com ngcn- p rin cip ia s)


cia, 378s. prescritos p o r el im p e r a tiv o Ci.
p o sib ilid ad lógica tegórtco, 505a.
y cl arrum en to d r Is coniingrn- “ S actúa d c a r u e rd o con*', d e fi­
cis, 3 7 8 -3 8 2 nición, 504
V e l a rg u m rn to d e l ce re b ri lift, "S aclúa p a r res p e to a ", d e fi­
93s nición, 501
y en u n c ia d la e m p irtro s , -17— p ro ! labilidad
V k om nipotencia dc flu », Ü3Ü- ( i t Uha candnsínn, 383
342 y crct'rci^scorrpgiblcs, 1(XH.
y V erd ad , 127-128
y escepticismo, l ] Os
p ositivism o ló jjito
y toxica inductiva. 57s.
criterio d r v e r il» jbilidad rid
problem a m em e-cnerpo, 2¿l9s.
sign iEkadfv, 297 3 Olí
apro)tujiatioiira lingüisticas de
y rl v.ilo r tic V erdad d r |nj
FH]j] \ Srrwtn, 307-310
cnuncwdu». £07-302
c o n r t p t io iia d u iliiia * acerca
pi'edieadofs)
d d . 2 4 0 -M l
lit "c K is tc n c ia " Luniu tin. 3 9 ft-
Cofte'epc ior e« tn-atustas accrca
tO I
d d . 2*10-211
predicción
conclusión arerra de!, 327-328
y acias libres, 2 1
y l.i ú t n n k ic n c ia d r L)irar 3 'I2 - d problema d c otras mentes v
M5 r); 250-258
prem isa la [curia d c la identidad del,
caracterización, IS ¡na*.
y conclusión, 19 y e l in teracción Limo dualista,
¡•rima fa cie , obligación, 515-51 7 240«.
prin cipio d c ascetismo y evolución, 203-271
véa if ascetism o y paralelismo. 27 I -277
principio básico, lio dedtirible de propincuidad tem poral
utros principio» ¿ticos, 4S2s. en l i evidencia em pírica, 178
principio d e simpada y antipatía, pruebas
4 3tM 0! itfaset t¡ fm trn o n ,
p rin t p ío d c u tilid ad , -179*. “ pudo"
calidad v i. cantidad d c placer, análiíia hipotético del, 224-228
■197-500 rotulación del análisis hipnlrti-
intensidad del placer o del do* co del, 22(iv
b r t 480-181.193 Varios Mentidos d r, 221-228
y el problema "cs'l-"d rh e", *}82-
R
4R6
y c3 sadbmci. -495-196 razonci
principio utilitarista kantiano, v a n o s , 2 13-2 M
525-529 y causas, 211-213
definición, 527 y creencias, 3l4s.
ÍNDICE, DE MATERIAS

referencia SMUOrial, U e x p e r i e n c i a
a la múma cosa, -42s, y el acto libre. I 7-1
y definición, 42*, y el eseep*ícismo, 79s. passtm
y denotación, 42 sentido común reflexivo, 79, 135
y el e n f o q u e l i n g ü í s t i c o a l p ro ­ ser supremu
blema m ente-cuerpo, 307- véait Dio»,
3GS significadlo
reflexión defin ieiórL con textual, 295-296
y deliberación, 108s, definición explícita, 296
relativismo c imposibilidad lógica, 3 Is
t¡éase arción, rcUrivistno d c la, y definición, 33s.
rrU tivism oétira; relativismo y necesidad lógica, 32s
dc La norma v sustit ución, 34
relativism o cultural. 445 silogismos
relativism o dc dase, 445 rstegóricos, 23
relativism o d c la acción, 11 Is.
estadísticos. 54
relativísimo d e la norma, definición
simpada v antipatía
y discusión, -1-13s
véase principia de,
relativism o ético, 442».
s irisen rido
argum ento d c las normas eticas
sentido epist cm ico d d , I 0 G
diferentes, 448
« t i í i d o sema nt ico del, (0 5 - 10i»
argum ento d c Jos juicio« è l i o »
‘H^jrenatural, cama, 353—358
discordante?., 145—448
íóliclo, argum ento
argum ento m odificado en fa­
definición, 18
vor del, 44^-4-11
inductivo y deductivo, 51».
en contraste con el egoísm o y el
su ausrnda no pm eba la false­
nihilism o éticas, 456
dad de La conclusión, 99-31
relativism o histórico, 445
inductivo, definición, Sis.
religión
$t<ceso(s)
y norma* ¿ticas, 438—142
< iusalm ente rcla cin u d cM , ü íS -
responsabilidad
216
y detcrm m isnio, 146s.
interacción tim o dualista y su­
respuesta específica, análisis dc,
cesos mentales y malcríales,
303-301
2 4 3 s ,284-288
revelación
la analogía de la cuerda dc
caracterización, 338s.
Brond y los sucesos mcnia-
v ia it íambt/n milagros
l<=, 262-263
S la teoría d e la identidad v los
satisfacción, análisis de, 305 suceso* mentales, 319i,
sensibles, cualidades lugar en el espacio y sucesos
el escepticismo respecto del co­ mentales, 246-247
nocim iento pereepiual. 80- materiales, definición, 242
84 mentales, definición, 242
604 IN D IC E n t MATE HI AS

p o sició n te m p o ra l y su ceso s ira h s ilo rtp d iri


menta tes, £50 una ca racier [stic* d e la expe-
summum íwnurji, 502 ííenc¿..i místka, 351
y la íikca d e K on t. 502s- U
supcrsivcncu. hipóteus de la
universo
y escepticismo, 128-132
an d logaa j n animal, 3H9-39I
suitancii
utilidad
ta concepción de Descartes,
W s jf prm eipio de utilidad,
045-246
utilitarismo, -17Si­
T
tie- acto», 520
totxlicea la versión de Rentham, 478-
definición, 41 6 490
teoría d e La arm onía pi en la b ie - la versión d e Mili, 496- 502
clda, 273-275 regulador, 51S-525
teoría de [a identidad llene im p a rc ia lid a d , 431
comparada con el eplfenom e- v el pmltlcma de la justicia,
nalisidü, 31 ! - J [9 501-&02
c o m p a r a d a con el in teraccio - y e! pTotlcfflB de 1™ deberes
nbm o dualista, 320-323 capetialcs, 500-501
c o m p a ra d a cooi e l p a ra le lism o , vésut iaaihi/.1i principia d e Uti­
Í20 lidad; normas éneas: pla­
conclusión en fíivof de la ver­ cer; cW'ilor, el problem a "c*"-
sión neutral, 321-828 "d elje"; el principio utilita­
la versión tic SpiiKua, 312 rista kantiano
versión m u í ral (Je la, 3 líi-327 u[iluari«mn regulador, 5 J S -5 2 5
y e] m aterialismo re d u rcio n su , conflicto entre d e b e r « anula­
312^319 dos y d e b e r á firm a f& n t,
r d problem a d e p i n » mentes, 521
321-323
v el problem a d e la jutiiei*,
V la no-identidad de lo* discer­ 523-525
nidles. 323-326 u óiíí lam bvn principio milita­
teorta del doble lenguaje, 2'M. rista kantiana,
307*.
V
co n c e p c ió n d e F eig l, 3ü 7»
co n c e p c ió n d e S m a rt, 30 7», va lîd eï
te o ría * e ticas te le o tó g iras definición, lSs.
ponen énfasis en Las consecuen­ demostrada sustituyendo en la
cias d e las a c c ió n «, 502 forma apropiada del argu­
teórica, entidad mento, 19-23
caracterización, 274 e implicación, 44
d tu i ex machina. 275-277 en virtud d e la forma, I 8s,
Satanás en tanto, 4 17 es una caiaci£rfciica hipotética,
y craus* ichrcnatural, 353-358 16
(V O IC E DE M a t e n i a s 605

y conservación d e b verdad, d u cciá n , 52—53


sa-24 verdad form al
y ri ffHim en m c d b n le un ion- caracterización, 41
Iraejenlplo, 24-27 V la Cuhcia rpdrfinisU , -12
y falsedad d e Las premisas, 23 verifica bilídad
y verdad d e la conclusión, 2 S criterio d e vcrificnbilidad del
variedad circunstancial significado, 297-302
d e acuerdo con b evidencia y expresiones religiou s,
empírica, 179 413-415
verbal, análuts de respuesta, 305- volirkónfes), 200s
306 Broad v los actas deliberadas,
verdad 263-268
com o to n d itió n necesaria del y acciones, 206s,
conocim iento discursivo, 74 y conexión causal. 251».
frecucncla d e la, I 10 b , y d e c is io n «, 2 5 Is.
y carácter razonable en Ja in-
fN n iC F .

P R E F A C IO A L A T E R C E R A E D I C I O N 7

P R E F A C IO A P R IM E R A E D I C I Ó N 0

C A P Í T U L O I. E L C O N F E N I D O Y L O S M É T O D O S D E

Ij \ F I L O S O F Í A II

'M i l i es Ifi Jílosrtfía.'? II


Cinco problonas fifesújkos I J
L o s m étodos de la filosofía 1G
La lógica !7
Solidtz y valiafi 18
HJcrc icio* 21
Otra5formas válidas tí¿ argumentación 22
Valida y v(Tdad 23
El método del contraen1wpfo 2-í
Ejercidos 27
A rgi i itien tos d e peLit iú n d e p ri nc ¡p io 28
O irá s observaciones sobre la vei íííh I y la valide/, 25
Posibilidad, analilieidad y tn n sjífcn d n 31
Nrtesidad y vnaiítkidad S2
Definición 33
Defimcicnts informativas 34
Ejc-rcicios £7
Defímaonts eitipulctit'a5 38
la m a -

O e fiiiìn ù n y lògica -1()


fic jiiiiá ó n , referencia y denotuctàn 12
f w jd u a a d n -13

L o « ¡m o r i y lo e m p i r i c o -15
1 41 i m l u r r i ó n -19
Eficacia ind ttcih a 51
t l'rdad v crem cìa ruitìttaWi 5

Fi’Tinas de argurruitlvi htdticlivoi 53


Una inconsuiteiuia 55
liufuccìón v probabilidad: la jiaradoja dei sorteo 57

E ficacia y rompeicnciù 59
U n ejemplo filosófico; la extíleticía de los seres lui manos 60

E ficacia nidnarvct conio cumjtrìencta exitosa 63


E je r c id o s 65

C \ r i T U 1.0 II, E L P R O B L E M A D E I. C O N O C I M I F'N t'O

Y E L E S C E P T IC IS M O 69

l.oit iTioiivns <k] eiccpt teismo 60


Escejiticumo y dogm atiiim 72

U n undthis del conocimiento 74


Dogm atism o y epistem ìsm o 78
l-.l escepticismo (re p e rto de los sentidos 79
U n argumento rsciplìco 80

Objeción a ¡ú srgunda premisa 8-1

U na réplica escéptica: ¿cuál t í (a diferencia ? 84


F.l argu m en to « d í p t i c o m odificado 8tì
Otra ofijrrtan: el problema de Ai geim ulizacifnt 87
O tros argum entos a tivoi del esreptu ásmo: l;i a]itrin¿ifirtn
y el fcrc'hrino 87

E l argum ento basado m ¡as flu rtn a n o a e s 87


f na cih)fctón íif .,nthdti c ,mún ison siempre p c iib le í la ¡ e íu -
emaciemes? 89
O cfm sq tUf esceptkuarfl; h itao y lo múltiple 90

I
ÍNUICE

! nú defensa ,U jrpmdo común; la coherencia 1 el testimonio


d t oí roí 91

Defalsa del tscefXicutw): sobie rumo no cometer itria petición


á t jft tiir ifn o 93

E l argumento del cerehrmo 93

Una okjrcuht: posibilidad y realidad 9¡>

Una réplica escéptica: cómo pasar de la posibilidad a ¡a. Tea!i*


dad 96

E l argumentó del operador m aligno 97

Resumen de Id posición escéptica 99

Una objeción: la degradación del lh : O 100

L a explicación de la carencia de significado 105

Ataque a otra prrmi*a escé/itiru ptidm lU fidadj no suerte 107

Réplica del escéptico: Risibilidad, probabilidad y frecuencia 110

El epkstcmisi.n responde; ficcticru ia, ad (m a r ió n y p r o b a ­


bilidad 113

E l fic tp tk o rephea: un desajh a rniestnts imrmns 117

Una obsm 'aciún del episifMi.ua la justificación inórenle i 20

Duda escéptica; cuestión de inocencia 121

Resum en provisional 123

U n »iitevo sesgo del eptslemUlo proba luí iditd y competencia 12'1

U n nuftw argum ento esténico: jii,%tificacnin total y jtosibilidad


de erro r 125

Resumen del argumento 137

N in gu n a posibilidad para la hipótesis del cetebrino. el eftiste-


mista responde 1 28
Una posibilidad de erro r rtnis realista: el tscfpfico y los g n gols 128

ñf.rafflfli del último a ig u n tm io escéptico 132

U n a rcspue& u d d cpi&icnmln: el e s t a t u s det paso ríos 133

O tro s a r g n m em os cpistcmisrns 1 3 -i
Conclusión 130

Ejercicios J37
G LO IW LiICE

C A P Í T U L O IH . E L P R O B L E M A D E L A L IB E R T A D Y
EL D E T E R M IN IS M O H3

U n argu m en to en lavar d el determ inism o: algn en In qu e


todas creem os 113
E l problema 1-10
Resum^t 154

Lii posic¡6n libertaria 156

U n argu m en to libertario: deliberación y creencia fie qu e


somos libres 157

O b je c io n e s d argum ento a n u ñ e r : a ctm T c c w f o m e al motivo


más ftttr te 160

ftew m en 164
[ I na d e Tensa libertaria: la necesidad d e c re c í1en !a IHicrrad 165
¡J n n re s p u tila d e te r m in a la : vtja n te iiìS n de e v id e n c ia 167

U na rvspTiesta libertaria: raión y consistencia ! 58


Una réplica, determinista dudas acerca de la prfw isa 3 170

El segu n d o argu m en to libertario: e iid e n ri^ ini raspee! u n


en favor tfc la liberiani 17 j

Los datos de !a introspección ! 72

U na rijflica. dtlerim nisla: una analogia definente I 77

T crcer a i^ im e n t o libertario: evidencia em pírica d e que


p u d im ¡ « li a b e r actuad o d e o tro m odo 178
R e to tw n dei a rgin im i to I 33
L a rèplica deittvtinisfa: ei»deìw ia empirica de <pte los objetas
in a n i nadas pudieron haber actuado de atro modo 184
U na rtspi teita libertaria: agentes y cotas 185

U na wgttnda objeción deiem tiustu, eiùiintcut y causalidad 1 87


La réplira libertaria: control d f la i um dieiants m u s a to 188

Segitmia ataque del delermiiiistii: la determinación ancestral 189

Restarmi de los argumentos a n trrioreí 190


Una réplica libertaria: justificación jtíu drditcciàn 192

L a respuesta del dflen tn n ù ia : determinismo t í » irracional tim o 194


L a respueita libertaria: verdad, falsedad t inducción 195
ÍND ICE

L;i in\'fv]LahiEi<lnd d e la tesis del determ mismo: un a r g u ­


m en ta d eterm inista 196

L a respuesta libertaria: U¡ posibilidad de evidencia inductiva 198


L a Yttpuetla d tim iu n iita : algo dthe andar nuil eti el a rgit-
menta ¿iberia ña 200
Una. ^esputaa Hbenana: un ¡íünno comenta no 202
L a posición m m p a iib ib v a 201

U n argu m en to compat.ibilisu: la causalidad com o consti­


tuyente d e la accián 200
Una réplica incompalibilista: ¿qnJ contrtria ¡4 cansa? 208
La respuesta dtl compútibilishi: ratones ? causas 211
Htsiimtii de los argumenta: anitríóm 213
Una rtphca meampatibilista: Ia tlccCuht de nuestras razona 21 -I
[fu ugundo argum uto compatibüista: io (¡He sucederá-, no lo
t¡tie tíme que suceder 218
Una 7¿plka mrompañbüisla: lo que debe suceder!*# un ladri­
lló 220
Una réplica compalibüista: iio que m pudo, pudo? 221
Una respuesta meompatibilisí-a: la ambigüedad de '¡nido" 222
Una réplica compaithilisia reflexiones ulhnvnvs sobre ‘piído' 22'l
Una respuesta mcompatibüiim. tas 'a', ios 'puede'y las cade­
nas 226
O ir o a rgu m en to com patibilísia: M im o acto 228
Ejercicios 232

C A P Í T U L O IV. E L P R O B L E M A M F N T E - C U E R P Q 239

Definición d e térm inos cía ve 241

ím e ra c o o n is m o dualista 243
T res objeciones filosóficas al ¡ntersccionism o dualista 216

P rim era objeción filo s ó fica : idónde ocurre la interacción? 246


SegllMid objeción fiio ió fie a : ¿cómo puede o cu rrir la interac­
ción? 248
Tercera objeción fdosófica: el problema de otras mentes 256
T res objeciones cienüficas al ¡ntcraeeiónbm o dualista 258
ÍNDICE

Prim era objeción científica; fu interacción viota el p rin cip io


de caniervacr/íji dt la rttergfu 258
Stgim d a objeción científica: >¡n futy tu ga r para ¡as cansas
mentales en (a explicación dei CírtitpOítamenfo humano 2í>3
Ti re.era objecián áenti/iea le tjHf tnw luchna a ¡m tlh ile fenó-
mrtiús ■maSeriale.s í í m aterial 268

El paralelism o 271
U na objecioii til paraíelisina no puede. exfrtiatr fas regulari­
dades chftn'adas 272
U na respuem : el ncasiotutlisnut 273
Segunda respuesta la icaria de la c rvwnío p im la f iir n A i 273
U tia objertiín a ambas í m t í b '- pm iiífan itn D en* ex M achina 275
E l epiíen om cn alism o 277

Prim era úfyf’ctójt al i p i t n w m e v a f l e c h a z a la n fe d o s de ¡as


mentes dt' ¡as personas e?> el irattsnir.to dr fas sucesos 270
S'egitada ttbjecufn al epijieiiomni¡jlirmu la teoiia hace ítiipoii-
bte tu propia jttn ifk a ü tírt 280

Teñera objeción al epifenoi/ieitalisnio: necesita ganchos no­


mo tápeos 282
C o m p aració n entre d inieraecumi'-mc) dualista y el epifc-
nom cnalism a 281
El marcriulismo 288
E¡ canducrism o anal/tiro y el itru c m lism o elim in ad o r 291

U n intento p o r ju s tific a r el rondín tumo anulittro t i criterio


de verifim b iíid a d del significado 297
Una objeción al ton iu ctism o analítica: na puede analizar ora­
ciones de creencia 302

L a teoría d d doblc-lcngwajfí y d m aterialism o elim in ad o r 307


U m defensa det materialismo e/m inador una analogía entre
dentón ios y dolores 310

Lo teoría d e la identidad y el materialism o r o l ncc ion isla 312


Una deftnt¿¡- el materialismo de estada central 316

L a versión neutral d e la teoría de la identidad 319


Una objeción a la teoría de la ulm litU ld; la no-identidad de
los discérnibles 323
INDICE 6 13

U n p r o b le m a f i n a l; t f i m o c la s i f ic a r la ic o ría n e u t r a l d e la
id e n t id a d 3 2 fi

C onclusión acerca d el p ro b lem a inenie-ciierpo 327


Ejercicios 328

CAPÍ i r t O Y E L P R O B L E M A D F J U S T IF IC A R
L A C R E E N C IA E N O IO S 33í>

Kvam en del concepto d e ser su prem o 33f>


El ser supremo es umnibondddoso 3157
El set :,jrprrnt<> es t¡mv}putmle 339
El ,wi' suftremo es omnisciente 312
Otras tamrierisíicas tU vn ser supremo 3 'lf‘
¿Puede justificarar la creencia en la existencia d e un ser
su prem o? 348
A pelación a la ex p erien cia de Dios 318
El tiiqttmsiito d-fi >a experiencia mítica 350
Apay>>p<¡ra el dTgnm¿"ito: Dm« ti, 1mser ¡miniado eoitto rxfw-
rimentado o como cama 353
Objeción; no hay necesidad de postular lo sobrenatural 3Gfi
El argumento de las revelaciones y loa Milagros 358
La objeción de Hume la creencia m lo* mdagtas-de-vtolacn'nt
fUtí sirmpre injustificada 360
Tires a r r ím e n lo s a poitenón 36-1
El a rgu m en to d e la cansa prim era 3fi<l
Primera interpretación, ta causa primera desde ei pstHfü de
vista del tiempo 3t>5

Segunda interpretación: la cansa tí!anta desde el punta de


vista cmtolégtco 3fttí
Tercera, interpretación- explicarían, ultima de las. rosas 3G9
U n problem a1 i son cxjiticacioiies completas las m jtlitu ciofíts
dcnfífiro-S ademadas? 370
El nrgumeíiijft d e la contingencia 373
Objeción: tutu aitihigiltdad: prnitiilifiad física yersiií
ptnihi/tdail lógica 37 ¡J
I n d ic e

El ¿írgninento d el diseño 382


Argum entos analógicos 983

Dos versiones d t! argnmutnto de! dueño 385

Objeción a la andlugia de Cleante*: la i causas no inteligentes


del diseño 389
Objeción a la in fe rm a a de t/ue la causa del universo es Dios:
efectos semejantes tienen causas fe mcjavtes 392

U n argu m en to o p n v ri 395

El argu m en to ontològico: la versjón d e Desearles 395

L a objeción de K a n i: la 'f a le n c ia ' no es rin predicada 396

O tra objeción: la existm da na es una perfección 401

Fl argu m en to o m ó logico: la versión d e San A n selm o -102


L a objeción de C a n n ilo: la mayor isla posible 4Q3

Respuesta. a. C a tm ih : w i ser qur fu mayor isla posible ^03


O irá objecián: el ser rtuis sudo ptuibte # t

U n a justificación p ragm ática d e la creencia en l.i cxísi encía


fie D io s 406

/.4 opción religiosa ì et derecho a creer 407

l 1cimera objeción: la¡ expresiones religiosas na son a frm a tM -


nes A 11

Respuesta a la objeettin descansa tabre unit teoría ambigua


del ñgnifictidt) *í 13

S e ^ n id e objeción hay fiih itttfi& t en co n tra tir la hipótesis


religiasa 4 15

El nial com o cvidcncia contra la existencia <Jc Dios 415

Qhjtcw n la gente es m fv m a b l* del mal -i 1G

Respuesta: mal »to ra l versus m a l natural 417

Objeción Satanás como una causa del mal n a tu ra l -117

Respuesta: el mal na tu ra l es e x c ita b le p or causas naturales -119

Objeción.- todos tos nuiles son necesarios 420

Respuesta: ejemplos de mates innecesarios -121

O bjeción: las evidencias de que disponen tos seres hnmanos s(m


insttficim tes 424
(NDH-.F 615

R i p u n ta la creencia dt anteida con la evidencia total dis-


ptmible 425

C onclusión 425
Ejercicios 126

C A P ÍT U L O V] E L P R O B L E M A DE J U S T IF IC A R
U N A N O R M A É T IC A 431

Evaluación d e acciones versus evaluación d e p ersonas 433


M é to d o p ara evalu ar ín ticam en te tí o lías í-Ekns 434

Etica teológica 438


Oltjfí-k/n Las afirmaciones rrl/potas deben justificarse me­
diante afirmaciones éticas 439

Relativismo ético 442

Relativismo de ¡a accuin versus relativismo de ¡a itúrma (43


D fjh iic itin drt relatkvismo etica 445
l í l argum ento de los juicios ¿tifas discordantes 44a

E l argum ento dt las tmrm/is ¿tiras diferentes 448


Defensa tlrí relativiíw a ético un ai'ginm'HtQ jm ríifjraiíü 4 10

N ihilism o ¿tito 451


E l fíTgiunéntv de las Jtonrtii.i iñ ra s diferentes 453

E t argumenta d f la fa lla dt ]ii%lijicaetán -153

Escepticismo éücü 456


E goísm o ético 45fl

H e d o n ism o cgo íü ij 458


E l argiirnsntn d tI egoísim p.itrniogiet) ICO

Objeción a l egoísmo p iico ló g k ú : a veces fa gente actúa con


benevolencia 462
Respuesta, (a gtrnte actúa su mpre p o r am or ¡rropio 463

E l atgmnertto de B u tlei: actuar con bmex'otenna f a d u a r par


am arptvpw san ccrmpatiMes 464
Objeción f in a l: la gente no siempre actva p or amar pro ¡fío 4G6

E l argumento de tas buenas razones 468


Objeción: df.sear kacer algo tiaju stifica el hacerlo 469
[WOllIE

Rtfhazu d tl W m i i w fg flh li i p m rrtb e arto' ouirníinetne rr-


fmjptantr.i 470
IHgo»n u > c u r o n o ¿ic í Io iiím u -171
Objeftiin a l rfiiíiilío ríttó jiT firu h r lifla í tnttraftilrMr rrpug-
ttunírs -172

La plira (ir i'/afúii sobiv la moralidad y el tnterfi p n r tmn m i.om -173

C'on< lu üii ■11 íH crr;i tic! rj;í»isi¡io ¿tiro: d e b e sct re* ]w + id o H77
El Liiiljiiuisjinr Lt vunirin tic Iíem h áiu '17 R

l l i pw icipso ttr nulidad 479


Argiintrniim en ftitu r dsf de utilaind «líil
P ra rlh ií ih n a tis ftt fa v o r tltl ¡iñtietpia d r uinúlad; d r m ’a a óu
de 'deftt’ u jn n ln d r Vi' "W2
OhjffHÍH de ¡ f u » i r m ugan r¡ebe’ xe dfdufe de >.t* IB2
Otra objreión: Ict fain a a ttttm ralhtá (tle la d t f m r m a ) -18G
/ja jim rltn in tlitrtfa de Brnlftam nW prh tfipia dr utihihid 180
O b ¡m / !» .Jtu jtn ifla í dr ¡irnflmiH un refuta Itvias la.\
ttuf i f I* itfmMeti ‘lí)I

t i l m in tió h rtliititm W2
I j m i tx>;er»¡ii til fm n n fiu ) dt ñeutham io\ ftlarerei iddifüS 4ÍI5

& liiiliu irism «: h versión d e M ili -19C


Calidad ^ ctíh s ratihtlad dr f Jaf f t *JÍ)7

t.'n;i objeción ül m iliiaiisino: d e b e re s cspccinlcs 500


O tra nlijcrirtp ni m ilitarismo: ct p ro b lem a «le l;i instki.i 501

Ktira d cnniolrigif ;i: l:i ico ría tic Knnt 502


El bien mayor; una huma t vi untad 503
ÍJ i les m oral > el ¡mj^er atino cairgánco 505

Pi imcr,t fnrninl.Kiún d t l im perativo entegririrn 506

ObjffiÓH a la prim era fo rm u la ra n ¿/pi/ md vi mas hay tpte


nurversalnar* 50it

Otra objectAn no fm rd r d / iira r ifrherea esperífifos 510

S e g u n d a fnrmiiLición del im pcriiin n cíMcgrtrico 511


Una ob¡rtión a la teoría dt Kan! no rs aftltrahir a lcuia\ hu
itfMariones 51-1
iN D ir » 617

objrftitii Arhrvfs a ln oliitoi versus d tb rrti prim a


fncit- 515
Tercera ol>¡rnon no futedt r r f o h r r conflictos entre los d rb rrri 517
1-j m ilitarism o rc^iil ulor 518
A fitn . / rv «( ¡urct^ v Ic^n/ittlnyei 519
Seis rc([iicninicnu>s |mra una n orm a ¿tica satisfactoria v
un e x am en d el m iliu rism n rt’gid -u lo r 520
Objeción at u tilih in -m o rrgttlatfar »m g a t w i U zji la justicia 523
U n a propuesta pm a u n a nnnnn satisfactoria: u n p rincipio
militarista kantiano 525
Cuni:tii!hi/}ti 529
[•jcrciíios 529

m t U .| 0 (',K A K ÍA 537

IN D IC F . HE A U T tJ R l-S 579

Í N D I C E Or: M A T l-K IA S 591


I W 'í r t r i / t i 1 ö T jT ifn r r t fO i J ü í q i r i/ i f O IC Ic iir lin tì

de bipilnilr cn nrtiilirr dr 2M0 rfl Idi ca-


ÜFiFi tir FatniadAit C r t í b S.A ile C.V..
M iliiE o m i ! 12, rDlunin K iill Rnmcm, Cd
!'i1_£iitm aköyoü 57610, Fjtonici d e M énioo.
l’ari ni unpmJan h utiliza p„ipt>l niltuul
[Ir 90 g r cn ut rampaiiriCn y íoni)KÍál1.
[ruinadas por coinpmaiiura. ir Liütiuroil
ri pragrama ΣS T li| »s Ncv» BiiìfcervìJlc
El nrsjr tjn«an dp |Q{iii ijcmpiare>

También podría gustarte