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SEMINARIO 2.

CLASE 2 “SABER, VERDAD, OPINIÓN”

Una clase que lleva por título Saber, verdad y opinión, términos que no son abordados
directamente, sino de manera indirecta a través de un recorrido de los filósofos, en
especial Sócrates y el diálogo con Menón. La intención es profundizar en la teorización
del Yo desde Freud. Para él, el Yo en la perspectiva freudiana tiene un valor funcional
distinto al que se le había asignado clásicamente
Comienza explicando que el Yo ha sido concebido de distintas maneras a lo largo de la
historia y menciona a Sócrates quien había concebido al Yo enlazándolo con la
excelencia (areté), tal concepción cambia, porque se dudaba de la autenticidad de lo
anterior, para sostener tal afirmación Lacan utiliza el pensamiento de La Rochefoucauld
que había ya mencionado en la clase 1, quien explica que toda acción desinteresada tiene
una raíz hedonista y por tanto es una muestra de que en el humano este comportamiento
es engañoso, inauténtico. Lo anterior trae consigo un cambio de perspectiva en la noción
de lo que podía ser el bien y Lacan se hace la pregunta de si esto significa un viraje en la
relación del hombre consigo mismo o una simple toma de conciencia. Puesto que el
psicoanálisis asume que se trata de la relación del hombre consigo mismo una fusión con
la psicología cuyo planteamiento es sincrético, es imposible. Al contrario de un partidario
del sincretismo que asegura que “Los conceptos analíticos no tienen ningún valor, no
corresponden a la realidad”, Lacan contrapone que no se puede captar la realidad si no la
designamos empleando nuestro vocabulario, por tanto, si el psicoanálisis no es los
conceptos con los que se formula y se transmite, no es psicoanálisis.
A través del análisis del diálogo de Menón y Sócrates, Lacan asegura que no hay
episteme de la virtud, no hay episteme de aquello que el humano (el esclavo) realiza a la
perfección.
El núcleo de la clase es mostrar que la episteme moderna pese a que está constituida de
un modo diferente al de Sócrates, sigue siendo una cierta coherencia del discurso. Para
constituir el discurso de la ciencia no hay necesidad de saber tanto, además de que el
paso de lo imaginario a lo simbólico es realizada por el amo, el clivaje entre el plano de lo
imaginario y la función simbólica cuya introducción en la realidad constituye un
forzamiento.
Dice que hay un error presente en todo saber que radica en olvidar la función creadora de
la verdad en su forma naciente, es decir, creer que lo que la ciencia constituye mediante
la intervención de la función simbólica estaba ahí siempre. En el análisis, lo que se
descubre está al nivel de la orthodoxa, es anterior a la constitución del saber, que por otro
lado, no impide que operando en ese campo hayamos constituido un saber que resultó
muy eficaz.

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