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Dra. Daniela González, Félix E. Sarria Deheza, Pablo Sonzini Astudillo, Jorge F. García Pinna
El dolor (del latín dolere) se define como una expresión de malestar físico o mental ya sea por una
causa externa o interna. Si hay algo que nos motiva a consultar es el dolor. Por tanto, no sorprende
que sea uno de los principales motivos de consulta de los pacientes, sobre todo cuando este es
intenso, persistente o recurrente.
No hay un dolor. Es una vivencia individual condicionada tanto por factores fisiológicos, como
psicosociales y vivenciales, generándose una experiencia única.
Todo el cerebro primitivo está comprometido en la fisiopatología del dolor. La corteza cerebral, en
cambio, es responsable de la localización dolorosa, de las experiencias acumuladas de esa
sensación, de las formas de comportamiento frente a las mismas, y por lo tanto de la particular
subjetividad en circunstancias distintas. De aquí dependen las diferentes manifestaciones o
interpretaciones del síntoma que analizamos en situaciones especiales, como pueden ser la
demencia, la hipnosis, el debilitamiento orgánico general, el grado cultural, el estilo de vida, la
ocupación u oficio, el combate o la competencia deportiva, el sentimiento religioso particular, etc.
El dolor atraviesa todo el quehacer sanitario pudiendo ser parte del motivo de consulta, factor
importante y a veces único en el planteamiento de hipótesis diagnósticas y/o ser el objetivo
terapéutico final, por lo que el conocimiento de sus características es de alto valor en semiología.
Clasificación
Existen múltiples maneras de clasificar al dolor siendo la de mayor valor la basada en un criterio
clínico y en la organización neuroanatómica del sistema sensitivo.
El dolor somático, superficial o epicrítico es aquel que se produce por el daño de tejidos
superficiales y tiene una directa relación temporal y de intensidad con la noxa y es identificado en la
zona precisa donde actúa la noxa con límites precisos.
El dolor visceral, profundo o protopático es aquel que se origina en estructuras profundas
(vísceras toracoabdominales) y es mal delimitado por el paciente y su ubicación generalmente no se
condice con la ubicación de la estructura que lo origina (dolor referido).
El dolor neuropático es un tipo de dolor con características especiales generado por la lesión de
vías nerviosas (periféricas o centrales). La etiología del dolor puede ser evidente (por ejemplo la
sección de un nervio en un muñón de amputación [dolor fantasma] o inaparente [neuralgia del
trigémino])
Dolor agudo y crónico. En cualquier localización que se considere, el dolor puede ser agudo o
crónico. El primero es de aparición reciente y abrupta, con tendencia a alcanzar pronto su máxima
intensidad. El segundo, por el contrario, se origina en circunstancias imprecisas, más o menos
alejadas o como resabio de un dolor agudo previo, con oscilaciones en su rigor y sin alcanzar los
niveles del anterior. El dolor agudo se comporta como una señal de alarma protectora. El crónico es
habitualmente un síntoma integrante de un cuadro más complejo que configura una enfermedad
determinada. Los dolores crónicos despiertan temores e ideas obsesivas, los cuales provocan
manifestaciones de ansiedad y depresión en un trasfondo de sufrimiento prolongado. Un dolor
agudo puede evidentemente transformarse en crónico, y viceversa, un dolor crónico presentará a
veces reagudizaciones.
Dolor orgánico y dolor psicógeno. Corresponde, por último, diferenciar lo que es el doler orgánico
en contraposición al dolor psicógeno. En el primero se incluyen todos los que acabamos de
describir, en los cuales generalmente es posible identificar y diagnosticar la causa real productora
del síntoma en coincidencia con el cuadro general del paciente.
En el dolor psicógeno no se encuentra la causa buscada y sí, en cambio, se evidencian
características especiales en la personalidad del enfermo.
Fisiología del dolor
Estímulos capaces de producir dolor: En la piel, los estímulos que producen dolor son aquellos
que lesionan los tejidos, como pinchazos, heridas cortantes, quemaduras, congelación, etc., aunque
estos mismos tienen escaso efecto si son aplicados en las vísceras huecas, ya que éstas responden
con dolor frente a otro tipo de estímulos, como distensión, isquemia, espasmo, inflamación de la
mucosa y tracción sobre los mesos.
En el músculo cardíaco, la única fuente de dolor es la isquemia, mientras que en el estriado puede
ser inducido, además, por desgarros de las vainas conjuntivas, necrosis y hemorragias.
Las arterias son sensibles a los pinchazos y a la inflamación de sus túnicas, a la tracción y a la dis-
tensión.
Las articulaciones, por otra parte, son insensibles a punciones y secciones, y producen dolor cuando
la sinovial está inflamada u ocupada con sangre o líquido a tensión.
Umbral para el dolor. Se denomina así a la intensidad mínima de un estímulo capaz de ser
reconocido como dolor. Se supone que es aproximadamente igual para el común de las personas; es
disminuido por la inflamación y aumentado por los anestésicos locales, lo mismo que por lesiones
del sistema nervioso central y analgésicos de acción central.
La distracción, la sugestión y la hipnosis actúan apartando la atención del componente doloroso.
Receptores del dolor. A nivel de la piel, se disponen, de acuerdo con su ubicación, en dos plexos:
uno superficial, situado en la parte alta de la dermis, y otro más profundo, ubicado en la misma
dermis.
Las áreas de piel con pelos poseen terminaciones nerviosas libres y otras más complejas en forma
de cesta, que envuelven el folículo. Las zonas desprovistas de pelos, como palmas y plantas, tienen
además receptores más diferenciados.
Un solo estímulo, por limitado que sea, estimula simultáneamente varias terminaciones nerviosas,
ya que cada terminal receptora cubre un área determinada que se superpone con las contiguas.
En las estructuras profundas residen terminaciones nerviosas libres y receptores especializados,
pero la densidad en las terminales es inferior que, en la piel, pudiendo ser estimuladas aisladamente,
lo cual explica la diferente calidad de la sensación dolorosa de los tejidos profundos, que dan lugar
a un algia sorda y difusa.
Anexos
Anexo n° 1 Características del dolor tipo neuropático:
• Carece de toda utilidad o sentido de alarma o protección.
• La estructura nerviosa se activa de forma espontánea (sin estímulo interno o externo).
• No responde a tratamiento analgésico común; son de utilidad psicofármacos como
anticonvulsivantes o antidepresivos.
• En su génesis y permanencia participa el sistema nervioso simpático (el caso más
característico es la distrofia simpática refleja).
• Tiene una topografía regional que no siempre respeta la distribución conocida para una raíz
nerviosa.
• Es permanente o intermitente; sufre refuerzos paroxísticos o “llamaradas”.
Bibliografía
1. De los Santos, A. (2009) “Dolor”. En Argente, H. y Alvarez, M., Semiología médica. (Pgs.
59 – 71) Editorial Médica Panamericana, Argentina.
2. Goic, A. (2010) “Dolor” En Goic, A., Chamorro, G. y Reyes, H. Semiología médica (Pgs 19
-27) Editorial Mediterráneo, Chile.
3. Imágenes obtenidas de:
• Goic, A., Chamorro, G. y Reyes, H. Semiología médica (Pgs 19 -27) Editorial Mediterráneo,
Chile.
• Clase “Dolor”. Dr. Sergio Bozzo, Universidad de Chile. 2007.