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¿Qué hay de nuevo para decir de la transferencia? ¿Por qué seguimos hablando de la transferencia?

¿cuánto
texto más hay que leer o que escribir para seguir hablando de la transferencia?
Siempre se va a hablar de la transferencia. Nos los dice Freud: motor y obstáculo, porque sin transferencia
no hay dispositivo, y también porque puede haber transferencia más allá del dispositivo. Lo leemos en el
caso Juanito; lo leemos cuando Freud encara la fobia de un niño de cinco años: no labura con el niño. ¿Hay
transferencia? Si. La transferencia es lo que se inventa,
Hay diferentes versiones de la transferencia: al significante, imaginaria, de trabajo. Transferencias que
dentro de una misma institución la gente establece con un área y de ninguna manera con toda la institución;
que se sostienen sólo sobre un grupo de estudio, por ejemplo. Hay transferencias de trabajo que se encarnan
en el maestro, en el docente y que puede abrir a una pregunta: ¿porqué de ahí no se genera una transferencia
de trabajo con la institución? ¿Cuál es el obstáculo?
Mi entrada al Hospital fue primero como pasante: una experiencia que denomino de descubrimiento:
descubrí que era verdad. Que había un equipo y que los psiquiatras trabajan con los psicólogos de manera
conjunta. También descubrí que el jefe del servicio (en adelante el jefe) estaba todos los días, de lunes a
viernes. Su consultorio es un lugar de atención de pacientes, de escucha a los que tenemos preguntas o nos
asustamos con una reacción, o … El jefe empezó a encarnar para mí el lugar de la referencia, de cierta
seguridad.
En francés se usan dos palabras para decir jefe: chefs y patron. La primera acepción es la de quien coordina,
organiza, ordena, reparte tareas, amalgama, combina…la segunda habla de alguien que toma distancia del
resto para, desde la diferencia, ejercer el poder que la tarea le confiere. Pero también el patron es una
medida: la mensura de los compromisos y del tiempo. ¿Cuál es el tiempo de instalar la transferencia, cuál
el de la destitución del Sujeto Supuesto Saber? ¿La destitución siempre es caída?
¿Hubo una transferencia de Lacan a Freud? Podríamos decir que lo toma como padre…en psicoanálisis.
Como al padre que organiza una escuela: la IPA; como las reuniones de los miércoles con Jones, con
Abraham, Ferenczi…. Podríamos decir también que Freud estaba en transferencia con Fliess. Estamos
hablando del dispositivo de análisis y Freud plantea que hay un didáctico, un análisis de control y también
que no hay escuela para la formación de un analista que no sea el análisis mismo. No hay formación de
analistas si no es en análisis. ¿Quién nombra a los didactas? ¿Quién es el autorizado para decir quién es
quién? Hay una crítica al didáctico por el lado de lo que se entiende como entrenamiento. Algo que en
nuestro hospital o mejor: en mi experiencia en el hospital…no se dio.
¿Cómo se liga la asimetría (me atrevo a ponerlo en estas palabras) entre el analista y el analizante que no
deja de ser una asimetría de cooperación, en términos de que si no hay trabajo del analizante el analista no
puede trabajar? Si no habla…si no habla no hay Sujeto Supuesto Saber. El analizante tiene que suponerle
un saber y tiene que poner en juego su propio texto, su propia castración. Podemos decir transferencia
imaginaria a la institución; al respeto; al respaldo; a la imaginería: muchos de quienes se atienden en nuestro
servicio vienen con la recomendación o el recuerdo: mi vecino me dice que acá atienden bien; acá
nació/murió el tío de mi abuelo. El asunto es: ¿cómo se construye el significante?
Lacan habla de la matemática de los análisis y arma el Sujeto Supuesto Saber. ¿Qué es lo que al final del
análisis llega a darse a saber? “En su deseo el analizante puede saber lo que él es: pura falta en tanto que,
- phi es por medio de la castración... Puro objeto en tanto que a obtura la hiancia esencial que se abre en el
acto sexual …yo demuestro, dice Lacan, que esa falta y ese objeto tienen igual estructura”.
Donde hay – phi hay no todo. ¿Hay no todo? El a como resto de la operación de la constitución subjetiva,
como lo que queda como resto y causa. Cuando el a está en el lugar del agente, en el lugar de la pregunta,
de la incógnita, ahí se organiza todo el movimiento del discurso del análisis. Ahí corre, se juega, la
transferencia.
“Hablar de destitución subjetiva no detendrá al inocente” “el analista está en posición de resto al punto de
que es a él (…) al que llamaríamos el participio pasado del verbo. En la destitución subjetiva el eclipse del
saber va a esa reaparición en lo real (con la que alguien a veces nos entretiene).”
¿Cuál es la destitución en el sentido del atravesamiento fantasmático? No solamente en la caída del analista
sino en el sentido de esa maquinaria del fantasma que arma la relación del sujeto con su objeto donde hay
un cambio de posición. La reducción de la neurosis al modelo del discurso analítico implica la producción
de los significantes Amo que lo han mortificado. Hacer entrar, como señalaba Freud, el estado mórbido en
el campo de la acción del tratamiento. La frase de Heine: “enfermo estaba y eso fue de la creación el motivo.
Creando convalecí y en ese esfuerzo sané”. Deseo de saber o de cura, estado mórbido en el campo de la
acción del tratamiento. Es a través del S1, del significante Amo, que se produce un saber en suspenso.
¿Por qué seguir hablando de la transferencia? Porque es motor y obstáculo y porque ahí se arman todos los
vericuetos del dispositivo.
Al comienzo de la convocatoria por parte de Ricardo, no supe por qué me lancé a este tema, porqué dije
que sí a participar. Muchas veces, escuchar a colegas exponer, me permite anotar, puntuar, ir luego a buscar,
seguir leyendo. Pero muchísimas otras, y sepan disculpar, tengo la sensación de que parecemos políticos
hablando a un público cautivo: al público de adeptos que hablan exactamente el mismo idioma y con los
que se va a coincidir sin fisuras.
Empezando a escribir…pensé que el motor es la posibilidad de hablar de algo que me toca de cerca. La
transferencia es en distintos ámbitos, ya lo hemos dicho. Y pasa por diferentes avatares. Comencé mi
trabajo en el hospital porque me invitaron, pero sobre todo porque tenía la necesidad, en ese momento, de
formar parte de un equipo, de pertenecer a una institución prestigiosa, de la que me pudiera sentir parte,
orgullosa. Y de a poco, con algunos temores y muchas ganas, entré al dispositivo de adultos. Los martes
por la mañana desde hace un tiempo considerable, llego al servicio e intento encontrar un consultorio donde
atender a “mis pacientes”, busco las historias clínicas apiñadas entre muchas otras: distinguí a las mías
pintándolas con colores fuertes y un rayado oblicuo. En este servicio aprendí que, cada vez que lo creo
conveniente, consultar el parecer de los psiquiatras a los que también ven los pacientes, es fantástico.
Nuestro servicio cuenta con 80 profesionales y hace unos meses comenzó a funcionar una guardia de 24
horas. Todo el tiempo vemos entrar a otros profesionales de distintos servicios que vienen a realizar
interconsultas. Estoy trabajando con Paula, una paciente que llegó referida desde el servicio de gineco y
obstetricia, porque comenzaba a cursar un embarazo que se consideró de riesgo. Su transferencia fue
claramente con Ailín, su obstetra, de tal modo que llegó confiada a nuestro servicio. La médica confió en
nosotros y nosotros en su criterio. Ahí comenzó nuestro trabajo y aún continúa. Estoy muy contenta de
trabajar allí. Cuando me preguntan qué hago, dónde trabajo, digo orgullosa: en el servicio de Salud Mental
del Belgrano.
Las personas se acercan porque tienen una referencia, tienen de alguna manera, una transferencia previa a
la institución. Yo misma tengo una historia ligada al barrio: mi madre enseñaba a las mujeres corte y
confección cuando yo era pequeña y me llevaba con ella. Luego estudié magisterio y armamos un grupo de
apoyo escolar para los adolescentes del mismo barrio. Cada mañana en las que estoy trabajando, siento que,
si hay una pregunta urgente, un pedido que no puedo resolver, un comentario al fin de la jornada…con un
colega, con el coordinador del dispositivo o …con el jefe, podré hablar. El jefe está todos los días, de lunes
a viernes, desde las 7 de la mañana en su consultorio: orienta, estimula, alerta, ratifica, sonríe y se pone
serio. Cada vez que abre la puerta del servicio, los pacientes se agolpan tratando de anunciarse; de preguntar
cómo hacen para pedir un turno; que se quedaron sin medicación; que vienen a preguntar por un
hijo…blanden cual banderas un papelito que es una derivación con la que muchos creen portar el
abracadabra que abrirá mágicamente las posibilidades de un tratamiento. Nadie se va de esa puerta que
parece un limbo, sin que Ricardo les dirija una palabra. Responde al requerimiento de los que se agolpan
preguntando por otro profesional; a la vista las dificultades en la higiene; llorando con lágrimas
indescifrables aún, pero que no se menosprecian. Nos pone por delante la obligación profesional y la
humanidad se despliega de tal modo que no se puede rehuir. Compele siempre al compromiso: no de
cualquier manera, no sin esfuerzo, no sin interrogarnos por lo que nos causa cada vez.
En una de las últimas sesiones con uno de los pacientes, durante la entrevista y sentado frente a mí, con su
gorro y una campera muy “armada”, prolijo, realizo una intervención y utilizo la palabra deshilachado.
Cuando lo acompaño a la puerta Pablo va detrás de mí y al despedirlo me desplazo a un costado, lo saludo
y lo dejo pasar. Veo su espalda: la campera negra estaba totalmente deshilachada. Mi corazón late
fuertemente. Lo real ahí. El inconsciente ahí. ¿El mío, el de mi paciente? No hay una topología del
inconsciente. No es mío o tuyo. Es la forma en que se estructura el discurso. Es la forma de circular en el
mundo lo humano en el sentido de algo que aparece sin saber. Hubo, claro, un efecto sorpresa. Lo que
aparece sin saber. Por eso no aparece en una dimensión tópica: en un cuerpo o en otro. Aunque haya un
efecto sobre el cuerpo. Quizás nos enteremos aprés coup….Lo crucé a Ricardo. Le conté lo que acababa de
pasar. Me dijo: esto es lo que se da si hay presencialidad, pero no en la virtualidad. Sentí que tuve compañía
en la sorpresa.
Estoy pensando que cuando Ricardo se retire del servicio…y ahora mismo, algo de lo que hay que deponer
será muy costoso para mí.
Gracias Ricardo, por la transferencia.

Lic. Ana María Rossaroli


Agosto de 2023

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