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Fuente: http://reunionesdelabiblioteca.com
Yo también soy algo caminador como el Dr. Wenk; también voy a ambientar el tema
que he elegido para esta mesa: es la crueldad. La crueldad es el desamparo mayor y en
este sentido, indudablemente, coincide con estas Jornadas.
Hay una figura que yo he tomado trabajando con torturados y que después la he
extendido al ámbito social, a situaciones menos siniestras como es la encerrada trágica.
La encerrada trágica es una situación paradigmática de desamparo, es una situación de
dos lugares, sin tercero de apelación, sin ley, en donde la víctima, tal vez para dejar de
sufrir o para no morir, depende de alguien a quien rechaza totalmente y por quien es
totalmente rechazado, esto en lo referente al Desamparo.
En referencia a la Creatividad, hace un tiempo que estoy trabajando en este tema y voy
a tratar de ver si se puede desentrañar algo acerca de los fundamentos, de los
antecedentes, de los inicios de la crueldad; no ya históricamente, sino en cada uno de
nosotros: la subjetividad.
En este sentido también podría decir que uno de los orígenes, el inicial, no es el único,
realmente no es el único de la crueldad, es el fracaso del primer amparo al que todos
estamos destinados: la ternura; el fracaso o la falencia de la ternura. Voy a decir dos
palabras solamente de la ternura, Freud la define (dijo muy poco, pero es algo
fundamental) como la coartación del fin último pulsional y que depende de un tercero.
La ternura es el primer elemento que hace del sujeto, sujeto social, porque es un
dispositivo social. Esta coartación crea, en cierta forma, una precaria condición de
sublimación en la madre, no en el niño y esta sublimación se traduce en dos cosas: en la
empatía, donde la madre sabe porque llora el niño y garantiza el suministro y en el
miramiento, palabra que yo he tomado del castellano antiguo. Miramiento es mirar con
interés amoroso, a aquel que habiendo salido de las entrañas es sujeto ajeno.
Para entender un poco más esto, parece incluso que la ternura es un sentimiento que
tiene mala prensa, parece un sentimiento blandengue de los aspectos suaves del amor y
la ternura es el formidable escenario donde se constituye, precisamente, el sujeto
pulsional, donde incluso se supera la condición, el precario paquete instintivo (esto va a
ser importante para lo que voy a decir después) y aparece la constitución del sujeto
pulsional.
Qué le sucede a un niño nacido cuya madre embarazada está en cautiverio, sometida a
tormento y será asesinada posteriormente al parto y ese chico será entregado a manos
usurpadoras. Sobre esto teníamos que hacer el peritaje y éste fue precisamente
contextuado, confrontando características paradigmáticas de la crueldad, de la
institución de la crueldad; con las condiciones, también paradigmáticas, de la ternura y
del telón de fondo que nos permitía cierta eficacia en lo que queríamos decir.
Hay una metáfora ecológica que creo que me permite avanzar en el problema de la
crueldad y su génesis en la subjetividad. Cuando venía caminando, vi un perro o un
hombre, un mendigo, un hombre joven y un perro joven, que sacado de su nicho
ecológico y transportado a otro nicho, experimenta tres operaciones: primero se hunde,
se deprime, luego si tiene suerte se anida, luego se anima, pero de las condiciones del
anidamiento dependerá como será su animación, como será su vida. Uso esta metáfora,
porque si bien adelanto que la crueldad no hay que confundirla con la agresividad, la
crueldad es un dispositivo cultural, es un dispositivo orgánico, es un dispositivo
sostenido, después voy a leer breves páginas para mostrar ese dispositivo, pero éste es
implementado por la agresión pulsional del hombre o por la agresión instintiva.
Para entender un poco más, tengo que plantear un pequeño concepto un poco difícil,
larguísimo concepto psicoanalítico, difícil de transmitir tal vez. Antes quiero decir algo,
Freud decía: “El mismo origen tienen las perversiones (empezaba más optimista Freud)
que las virtudes; léase las verdades, la misma puesta por la verdad, que las perversiones;
vale decir que el fetichismo, el paradigma de la mentira, el mismo origen tienen la
verdad y la mentira”.
Pero el concepto que quiero agregar es este: cuando uno trabaja en identidad, yo arribé a
la conceptualización de la crueldad, a través de un trabajo bastante largo sobre los
procesos de identidad trabajando interdisciplinariamente. Cualquiera sea el abordaje
disciplinario con que se aborde el problema de la identidad, siempre hay un mismo dato
irreductible que es la discontinuidad, que se da entre un recorte de identidad y otro
recorte.
El golpeado tiende a ser un golpeador, por lo cual, los valores que recibió este sujeto
tienden a ser a lo largo de la vida, podríamos decir ‘fijos’, que no han habido
experiencias correctoras.
Pero hay otra discontinuidad que quiero plantearles, que se da entre el fragmento
cósmico del recién nacido, del organismo del recién nacido, recién venido, una
representación de lo real y la subjetividad que los cuidados de la ternura, que las
palabras, que el buen trato y el sujeto creando sobre esa balsa cósmica; también ahí hay
una discontinuidad del Psicoanálisis que plantea esto de muchas maneras como hiancia,
como iara, como iatus, como vacío... y que ocurre ahí, que esta discontinuidad entre el
sujeto y lo real que siempre esta presente y esta por fuera, por supuesto tengo en
cuenta aquí lo real, lo imaginario y lo simbólico. Esta discontinuidad que tal vez irá
haciendo del cuerpo , cuerpo erógeno, que tal vez como dice el poeta Yirri cuando se
pregunta, en un poema antes de la muerte: ...“No será lo corpóreo a acontecer y no
sustancia”...
Pero si los cuidados del amparo de la ternura fracasaron, esta discontinuidad que es uno
de los antecedentes (no lo podría sostener demasiado teóricamente de la pulsión de
muerte; porque esa discontinuidad entre el cuerpo y el sujeto, que al final de los días
nos espera, es el real de nuestro cadáver y llamemos como llamemos al sujeto: espíritu,
alma, memoria, sigue otro destino, va a decir que ya está instalada en esa discontinuidad
de la pulsión de muerte.
Sumemos esto y ya tenemos el caldo del cultivo del cruel, tenemos el caldo del cultivo
del fundamentalista, tenemos el caldo del cultivo de lo que podría llamarse, tal vez, la
‘vera crueldad’.
Voy a leer dos páginas para entender esto de la vera crueldad. Precisamente en esos
términos el articulado neutro lo, precediendo al adjetivo: ‘lo cruel’, lo encontramos
absolutamente en todos lugares, no tiene sujeto manifiesto de la crueldad; por supuesto
que tiene sujetos, un tanto remotos, encubiertos, pero no tiene sujetos de la crueldad.
Hace poco y con esto termino; estuve en un Seminario en La Habana sobre: ‘La
identidad transdisciplinaria’; una colega Ana Berecin, me dio un libro muy bueno que
escribió y se llama: “Con los ojos de la oscuridad”. Esta frase en idish, es muy usada
por los judíos; cuando llegaban noticias de los campos de concentración del Holocausto
decían que la tristeza mayor, son los ojos en la oscuridad. Me pidió que le presentara
este libro, que es un ensayo psicoanalítico sobre la crueldad y le dije que sí, que lo leería
después del Seminario.
En el proceso de la crueldad existe una tríada. Ese fetichismo que se ha organizado, esa
reproducción de los valores que se han recibido y que se ve amenazado frente a lo
distinto, frente a lo diferente, frente al negro, frente al judío, frente al comunista, frente
al blanco, frente al semejante distinto y es ahí donde, precisamente, aparece la tríada del
conocimiento del cruel: que es la exclusión, el odio y la eliminación. Seis millones de
judíos, treinta mil argentinos, trescientos mil tal vez, lamentablemente no muriendo en
las cámaras de tortura sino en la calle. En cambio, el otro proceso, el que avanza la
curiosidad como avidez del conocimiento, donde lo distinto, donde esa irreductible
discontinuidad funciona; es el concepto de la innografía, quiere decir: interdicción o
separación y puenteo, en el mismo momento.
El puente que cruza un río, no anula el río; no anula la separación y al mismo tiempo lo
cruza, esta es la la función entre el conocimiento que está opuesto a la tríada de la
crueldad.
Aparece anterior a una situación pre-axiológica, el rechazo del: me gusta, no me gusta;
luego, si se supera esto, aparecen: el tal vez, la escala, la coincidencia de valores; ahí
aparece otro obstáculo, que es: a valores más o menos semejantes, quién conquista a
quién, lo conquisto yo o me conquista él. Si resuelvo esta situación de conquista, recién
aparece el enfrente y diferente, aparece el conocimiento frente a lo distinto, a lo
extranjero, a lo exótico, es largo hablar de esto...
Volviendo a lo anterior, cuando llego a Praga y a ese maravilloso Castillo de Praga, que
tanto nos ensoñó Kafka, y que está reciclado en exquisitas acciones culturales,
musicales; donde en la entrada del complejo hay dos pilares y debajo de cada pilar están
los soldados, los guardias, arriba están lo que se llama: “Los dos gigantes en pugna”,
son dos gigantes en lucha, para ver quién mata más víctimas. Uno apuñalando viejos,
otro rompiendo cráneos de chicos, esto está en las puertas de ésta exquisita muestra de
civilización y es una alegoría; la crueldad siempre esta ahí, uno convive con esto.
La última anécdota que les cuento, transcurrió en Berlín, que es más significante, tal
vez, de la crueldad. Cerca de allí, está “El Palacio de Sans Soussi”; sin preocupaciones,
el Kaiser le puso ese nombre y poco a poco, se convirtió en un hermoso lugar para
comer. Al lado hay una mansión con un parque maravilloso, y una placa extraña. Yo no
sé alemán pero algo iba pescando, después por el guía me entero, que era el lugar
donde se tomó la decisión final, para la exterminación del pueblo judío. Los que no
saben alemán, se sacan allí fotos con este lugar hermoso de fondo..., así convivimos,
con lo cruel.
Fuera de broma.., pensaba contar un chiste, que precisamente, creo que es el paradigma
de la crueldad del saber estúpido, del saber cretino, la demagogia es una de las formas
de la crueldad también. Hay un sujeto que se va a casar y va fetichísticamente a una
virgen y le dice: “Virgencita me voy a casar, si me caso, que mi mujer no me engañe; si
me engaña que no me entere; si me entero que no me importe”. Esta es la construcción
paradigmática del conocimiento que tenemos frente a lo cruel, terminamos cretinamente
sin darnos cuenta y sin asumirnos, por lo menos, como sujetos de la conciencia de la
crueldad.