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Desamparo y Creación

Dr. Fernando Ulloa

Fuente: http://reunionesdelabiblioteca.com

Yo también soy algo caminador como el Dr. Wenk; también voy a ambientar el tema
que he elegido para esta mesa: es la crueldad. La crueldad es el desamparo mayor y en
este sentido, indudablemente, coincide con estas Jornadas.

Hay una figura que yo he tomado trabajando con torturados y que después la he
extendido al ámbito social, a situaciones menos siniestras como es la encerrada trágica.
La encerrada trágica es una situación paradigmática de desamparo, es una situación de
dos lugares, sin tercero de apelación, sin ley, en donde la víctima, tal vez para dejar de
sufrir o para no morir, depende de alguien a quien rechaza totalmente y por quien es
totalmente rechazado, esto en lo referente al Desamparo.

En referencia a la Creatividad, hace un tiempo que estoy trabajando en este tema y voy
a tratar de ver si se puede desentrañar algo acerca de los fundamentos, de los
antecedentes, de los inicios de la crueldad; no ya históricamente, sino en cada uno de
nosotros: la subjetividad.

En este sentido también podría decir que uno de los orígenes, el inicial, no es el único,
realmente no es el único de la crueldad, es el fracaso del primer amparo al que todos
estamos destinados: la ternura; el fracaso o la falencia de la ternura. Voy a decir dos
palabras solamente de la ternura, Freud la define (dijo muy poco, pero es algo
fundamental) como la coartación del fin último pulsional y que depende de un tercero.

Si pensamos paradigmáticamente como agente de la ternura a la madre, también


depende que la función paterna, sea ejercida concretamente por el padre, o por los
demás contertulios de la ternura, por la sociedad. Cuando no hay coartación de este fin
último, se recrean las condiciones de la encerrona trágica, también falta.

La ternura es el primer elemento que hace del sujeto, sujeto social, porque es un
dispositivo social. Esta coartación crea, en cierta forma, una precaria condición de
sublimación en la madre, no en el niño y esta sublimación se traduce en dos cosas: en la
empatía, donde la madre sabe porque llora el niño y garantiza el suministro y en el
miramiento, palabra que yo he tomado del castellano antiguo. Miramiento es mirar con
interés amoroso, a aquel que habiendo salido de las entrañas es sujeto ajeno.

Si la empatía garantiza el suministro, el miramiento garantiza la gradual autonomía del


sujeto.
Dos palabras más sobre ternura para volver a la crueldad. Los suministros de la ternura
son tres: “el abrigo para los rigores de la intemperie, el alimento para los del hambre y
el buen trato, el trato según arte”. El trato, fundamentalmente es la donación simbólica
que si la madre concurre, asiste a la invalidez material del niño con alimento y con el
abrigo; también hay invalidez simbólica y se da, precisamente, con la experiencia de la
gratificación y con la palabra y se irá constituyendo este buen trato, según arte, como
basamento del sujeto.

Para entender un poco más esto, parece incluso que la ternura es un sentimiento que
tiene mala prensa, parece un sentimiento blandengue de los aspectos suaves del amor y
la ternura es el formidable escenario donde se constituye, precisamente, el sujeto
pulsional, donde incluso se supera la condición, el precario paquete instintivo (esto va a
ser importante para lo que voy a decir después) y aparece la constitución del sujeto
pulsional.

He trabajado en un peritaje siniestro, terrible, de estos días, en uno de los juicios


conocidos por la opinión pública, sobre apropiación de chicos; en el expediente
debíamos contestar con algunos colegas sobre qué le sucede al chico y esto es
paradigmático de la crueldad.

Qué le sucede a un niño nacido cuya madre embarazada está en cautiverio, sometida a
tormento y será asesinada posteriormente al parto y ese chico será entregado a manos
usurpadoras. Sobre esto teníamos que hacer el peritaje y éste fue precisamente
contextuado, confrontando características paradigmáticas de la crueldad, de la
institución de la crueldad; con las condiciones, también paradigmáticas, de la ternura y
del telón de fondo que nos permitía cierta eficacia en lo que queríamos decir.

Hay una metáfora ecológica que creo que me permite avanzar en el problema de la
crueldad y su génesis en la subjetividad. Cuando venía caminando, vi un perro o un
hombre, un mendigo, un hombre joven y un perro joven, que sacado de su nicho
ecológico y transportado a otro nicho, experimenta tres operaciones: primero se hunde,
se deprime, luego si tiene suerte se anida, luego se anima, pero de las condiciones del
anidamiento dependerá como será su animación, como será su vida. Uso esta metáfora,
porque si bien adelanto que la crueldad no hay que confundirla con la agresividad, la
crueldad es un dispositivo cultural, es un dispositivo orgánico, es un dispositivo
sostenido, después voy a leer breves páginas para mostrar ese dispositivo, pero éste es
implementado por la agresión pulsional del hombre o por la agresión instintiva.

Si el anidamiento del cachorro humano es un nido de serpientes, es una madriguera,


fracasa como amparo; lo que va a ocurrir ahí es un incremento, es un sobreviviente,
tanto en el perro como en el niño. Pero el perro le lleva mucha ventaja, va a incrementar
su instintividad, su astucia instintiva de sobreviviente, su agresión.

Para entender un poco más, tengo que plantear un pequeño concepto un poco difícil,
larguísimo concepto psicoanalítico, difícil de transmitir tal vez. Antes quiero decir algo,
Freud decía: “El mismo origen tienen las perversiones (empezaba más optimista Freud)
que las virtudes; léase las verdades, la misma puesta por la verdad, que las perversiones;
vale decir que el fetichismo, el paradigma de la mentira, el mismo origen tienen la
verdad y la mentira”.
Pero el concepto que quiero agregar es este: cuando uno trabaja en identidad, yo arribé a
la conceptualización de la crueldad, a través de un trabajo bastante largo sobre los
procesos de identidad trabajando interdisciplinariamente. Cualquiera sea el abordaje
disciplinario con que se aborde el problema de la identidad, siempre hay un mismo dato
irreductible que es la discontinuidad, que se da entre un recorte de identidad y otro
recorte.

Esta discontinuidad, por más que se procese siempre es irreductible, es la que se da


entre el recién nacido y el recién venido y los suministradores de la ternura, por más que
avance el tejido simbólico, por más que avance en los cuidados, siempre hay
irreductible discontinuidad, pero si el anidamiento en la ternura fracasa y se
incrementan en esta discontinuidad, se incrementa la instintividad, que es en cierta
forma metonímica, tiene una fuente, tiene un sentido, tiene un objeto unívoco, en contra
de la pulsión que tiene muchas alternativas de descarga y diferentes objetos, tiene algo
de metáfora.

Esto es importante porque quien ha estado sometido a las condiciones de desamparo de


la ternura, al fracaso de la ternura, al fracaso de la ley donde no hay coartación del fin
ultimo, donde no hay tercero de apelación, donde hay, en cierta forma, una verdadera
encerrada trágica y va a tender, no solamente (y esto es lo que quiero destacar) a
incrementar su instintividad metonímica sino que va a ser un reproductor de los propios
maltratos que ha recibido.

El golpeado tiende a ser un golpeador, por lo cual, los valores que recibió este sujeto
tienden a ser a lo largo de la vida, podríamos decir ‘fijos’, que no han habido
experiencias correctoras.

Pero hay otra discontinuidad que quiero plantearles, que se da entre el fragmento
cósmico del recién nacido, del organismo del recién nacido, recién venido, una
representación de lo real y la subjetividad que los cuidados de la ternura, que las
palabras, que el buen trato y el sujeto creando sobre esa balsa cósmica; también ahí hay
una discontinuidad del Psicoanálisis que plantea esto de muchas maneras como hiancia,
como iara, como iatus, como vacío... y que ocurre ahí, que esta discontinuidad entre el
sujeto y lo real que siempre esta presente y esta por fuera, por supuesto tengo en
cuenta aquí lo real, lo imaginario y lo simbólico. Esta discontinuidad que tal vez irá
haciendo del cuerpo , cuerpo erógeno, que tal vez como dice el poeta Yirri cuando se
pregunta, en un poema antes de la muerte: ...“No será lo corpóreo a acontecer y no
sustancia”...

También va aproximando el tejido simbólico, también va haciendo una discontinuidad


que se invagina y que entra,y forma parte de la estructura del sujeto y es origen de esas
preguntas nunca satisfactorias de: Quién soy?. De dónde vengo?. Qué es la muerte? Qué
es la vida? que va avanzando a la identidad, al conocimiento, aquella identidad donde
alguien es lo que recibió, donde alguien es lo que hace y finalmente si tiene suerte,
alguien hace lo que es.

Pero si los cuidados del amparo de la ternura fracasaron, esta discontinuidad que es uno
de los antecedentes (no lo podría sostener demasiado teóricamente de la pulsión de
muerte; porque esa discontinuidad entre el cuerpo y el sujeto, que al final de los días
nos espera, es el real de nuestro cadáver y llamemos como llamemos al sujeto: espíritu,
alma, memoria, sigue otro destino, va a decir que ya está instalada en esa discontinuidad
de la pulsión de muerte.

Si el sujeto también es un sobreviviente, lo que organizará, el otro concepto


fundamental, lo que organizará como saber, no será el saber de la búsqueda de la
verdad; será el saber fetichista, será el saber sagrado, será el saber valuarte contra la
muerte.

Sumemos aquella reproducción metonímica, de lo que se recibió, producto de la


discontinuidad entre madre o entre el niño y los dadores de la ternura, mas esta otra
discontinuidad anticipo de la muerte; que genera un saber sagrado, un saber fetichista.

Sumemos esto y ya tenemos el caldo del cultivo del cruel, tenemos el caldo del cultivo
del fundamentalista, tenemos el caldo del cultivo de lo que podría llamarse, tal vez, la
‘vera crueldad’.

Voy a leer dos páginas para entender esto de la vera crueldad. Precisamente en esos
términos el articulado neutro lo, precediendo al adjetivo: ‘lo cruel’, lo encontramos
absolutamente en todos lugares, no tiene sujeto manifiesto de la crueldad; por supuesto
que tiene sujetos, un tanto remotos, encubiertos, pero no tiene sujetos de la crueldad.

Hace poco y con esto termino; estuve en un Seminario en La Habana sobre: ‘La
identidad transdisciplinaria’; una colega Ana Berecin, me dio un libro muy bueno que
escribió y se llama: “Con los ojos de la oscuridad”. Esta frase en idish, es muy usada
por los judíos; cuando llegaban noticias de los campos de concentración del Holocausto
decían que la tristeza mayor, son los ojos en la oscuridad. Me pidió que le presentara
este libro, que es un ensayo psicoanalítico sobre la crueldad y le dije que sí, que lo leería
después del Seminario.

Cuando íbamos a Viena y, sobre todo, a Praga: esos paradigmas de la civilización y de


las identidades como ciudades; empecé a leer el libro y la primera sorpresa que tuve es
que todos los procesos que aquella frase de Freud: “el mismo origen tienen las
perversiones que las virtudes” y que yo diría el mismo origen que tiene el proceso de la
crueldad.

En el proceso de la crueldad existe una tríada. Ese fetichismo que se ha organizado, esa
reproducción de los valores que se han recibido y que se ve amenazado frente a lo
distinto, frente a lo diferente, frente al negro, frente al judío, frente al comunista, frente
al blanco, frente al semejante distinto y es ahí donde, precisamente, aparece la tríada del
conocimiento del cruel: que es la exclusión, el odio y la eliminación. Seis millones de
judíos, treinta mil argentinos, trescientos mil tal vez, lamentablemente no muriendo en
las cámaras de tortura sino en la calle. En cambio, el otro proceso, el que avanza la
curiosidad como avidez del conocimiento, donde lo distinto, donde esa irreductible
discontinuidad funciona; es el concepto de la innografía, quiere decir: interdicción o
separación y puenteo, en el mismo momento.

El puente que cruza un río, no anula el río; no anula la separación y al mismo tiempo lo
cruza, esta es la la función entre el conocimiento que está opuesto a la tríada de la
crueldad.
Aparece anterior a una situación pre-axiológica, el rechazo del: me gusta, no me gusta;
luego, si se supera esto, aparecen: el tal vez, la escala, la coincidencia de valores; ahí
aparece otro obstáculo, que es: a valores más o menos semejantes, quién conquista a
quién, lo conquisto yo o me conquista él. Si resuelvo esta situación de conquista, recién
aparece el enfrente y diferente, aparece el conocimiento frente a lo distinto, a lo
extranjero, a lo exótico, es largo hablar de esto...

Volviendo a lo anterior, cuando llego a Praga y a ese maravilloso Castillo de Praga, que
tanto nos ensoñó Kafka, y que está reciclado en exquisitas acciones culturales,
musicales; donde en la entrada del complejo hay dos pilares y debajo de cada pilar están
los soldados, los guardias, arriba están lo que se llama: “Los dos gigantes en pugna”,
son dos gigantes en lucha, para ver quién mata más víctimas. Uno apuñalando viejos,
otro rompiendo cráneos de chicos, esto está en las puertas de ésta exquisita muestra de
civilización y es una alegoría; la crueldad siempre esta ahí, uno convive con esto.

La última anécdota que les cuento, transcurrió en Berlín, que es más significante, tal
vez, de la crueldad. Cerca de allí, está “El Palacio de Sans Soussi”; sin preocupaciones,
el Kaiser le puso ese nombre y poco a poco, se convirtió en un hermoso lugar para
comer. Al lado hay una mansión con un parque maravilloso, y una placa extraña. Yo no
sé alemán pero algo iba pescando, después por el guía me entero, que era el lugar
donde se tomó la decisión final, para la exterminación del pueblo judío. Los que no
saben alemán, se sacan allí fotos con este lugar hermoso de fondo..., así convivimos,
con lo cruel.

Le decía a Benjamín Domb: mira no sé cómo acotar, él me responde: “y bueno ese es tu


problema, vos nunca podes acotar”. Uno cuenta un buen chiste y me permiten un
poquito más de tiempo..., la crueldad no está reñida acá.

Fuera de broma.., pensaba contar un chiste, que precisamente, creo que es el paradigma
de la crueldad del saber estúpido, del saber cretino, la demagogia es una de las formas
de la crueldad también. Hay un sujeto que se va a casar y va fetichísticamente a una
virgen y le dice: “Virgencita me voy a casar, si me caso, que mi mujer no me engañe; si
me engaña que no me entere; si me entero que no me importe”. Esta es la construcción
paradigmática del conocimiento que tenemos frente a lo cruel, terminamos cretinamente
sin darnos cuenta y sin asumirnos, por lo menos, como sujetos de la conciencia de la
crueldad.

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